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«Sobre Crisis, novela de Jorge Majfud»
por Karen Barahona, PH.D.
Baldwin-Wallace University, Ohio.
La novela Crisis trata la situación actual de los hispanos en los Estados Unidos en donde nos da sus definiciones de crisis, sus combinaciones, desdoblamientos y conflictos. La lista de casos de la lucha de los latinos en los Estados Unidos es demasiada larga para reproducirla pero sin duda nuestro escritor quiere dejar constancia de que este libro está dedicado a los inmigrantes, a su memoria, a las raíces y a su búsqueda de la libertad.
Majfud presenta esta búsqueda con una enorme pluralidad de historias y al mismo tiempo hace algunos paréntesis en algunas de ellas para provocar al lector con una teoría del “desdoblamiento-transferencia”, que nunca llegamos a saber completamente si es creación completa de alguno de sus personajes o un producto de las ideas del mismo autor. A juzgar por varios de los artículos que ha publicado Majfud haciendo referencia a la dualidad del poder, podemos inferir que el autor no está en desacuerdo con alguno de sus personajes. Esta teoría ubica al autor como creador de un personaje que se asemeja a él y representa a un grupo social y al mismo lector construido por la ficción y por el mito colectivo. El desdoblamiento-transferencia ocurre cuando “el autor creador del mito de la ficción, no es otro que el lector particular, tal vez un lector con una imaginación especial, un lector especializado y profesionalizado” (59). Como resultado, nuestro autor, así como los creadores de Hulk (Crisis hace referencias permanentes a la cultura popular del último siglo irradiada desde Estados Unidos), crea personajes y descripciones que en su clímax explotan en contra del mal como lo hace el superhéroe. Las fuertes críticas a lo establecido se asemejan a las acciones del superhéroe en contra del mal. De igual forma, este impulso se refleja en la técnica narrativa de la novela. Con frecuencia, nos encontrarnos con el empleo de oraciones largas que llegan a un punto donde estallan como lo hace Hulk. La pluralidad de recursos narrativos es otra de sus características empleadas por Majfud en novelas anteriores.
Crisis también es un mosaico, con un laberinto de otras crisis personales, como la de los inmigrantes que huyen de sus realidades originales y persiguen la libertad de múltiples formas, producto de múltiples representaciones, muchas de las cuales son apenas espejismos que se diluyen en otros dramas que fluctúan entre la realidad y la ficción. Una de sus definiciones de lo ficticio en la sociedad en los Estados Unidos: “Pero nuestro mundo es el mundo de las máscaras. El país que tiene las mejores universidades y el que ostenta más premios Nóbel es un país medianamente ignorante que no sabe el número de su propia población y menos algún dato serio sobre otro país. Ni siquiera cuando están en guerra con ese otro país.” (50) Por otra parte presenta las luchas y el deseo de liberación de los inmigrantes envueltos por el capitalismo, orden social que define como una de las crisis del siglo XXI e irónicamente igualado con la democracia, la libertad de mercado y la libertad en sí.
Los anglos son definidos o percibidos por algunos personajes (alter ego o síntesis de los “personajes colectivos” propuestos por la obra) como individuos que saben morir pero no vivir: “No saben comer, no saben perder el tiempo, no saben conversar.” (37) Los califica como herméticos en crisis porque pasan de la escuela al trabajo y luego al consumismo y en consecuencia ubica al hispano que se enfrenta a esta cultura en un cruce de caminos, en una nueva crisis.
¿Cómo llamaríamos al proceso de interacción entre el anglo y su tolerancia al hispano y/o vise versa? ¿Entran en una crisis por su interacción? Pregunta que nos contesta con un laberinto mostrando lo real y lo ficticio de la vida de ambos. En la parte real se da la crisis de adaptación y en la ficticia, la búsqueda de libertad que no se encontrará.
Como resultado de esa búsqueda de libertad leemos una historia sobre la crueldad que viven los inmigrantes. “María” salió con la esperanza de una vida pero fue su féretro el que regresó a Oaxaca, México. La crisis en esta historia, basada en una historia real, es descrita entre llanto, murmullo, lágrimas, espanto, agitación tanto como imposible de describir la experiencia de los inmigrantes y de los mismos coyotes, ambos víctimas y victimarios.
Desde el comienzo, un misterioso narrador, casi como una forma de “conciencia colectiva”, ya nos había enfatizado la realidad particular del inmigrante: “Y de cualquier manera sufrirás por ser un outsider que ha aprendido a disfrutar esa forma de ser nadie, de perderse en un laberinto anónimo de restaurantes, moteles, mercados, plazas, playas lejanas, montañas sin cercos, desiertos sin límites, tiempos de la memoria, sin espacio, países dentro de otros países, mundos dentro de otros mundos.” (14) La crisis está presente en muchos lugares llenos de inmigrantes donde huele a crisis y en donde todos están huyendo como una forma de libertad.
Los hispanos sufren un via crusis para llegar a los Estados Unidos y al tiempo enfrentan otra crisis; pero las “raíces nunca se secan”. Para explicar esta frase, el narrador se dirige directamente al inmigrante y le dice: “Y huirás sin volver nunca pero al final siempre huirás hacia la memoria que te espera en cada soledad llena de tanta gente que nunca conocerás aunque duerman a tu lado” (14). La crisis es definida por la inmigración, la política, la violencia, la ignorancia y la búsqueda de libertad. El proceso de búsqueda de libertad o de la búsqueda de mejor vida incluye la esperanza pero también el dolor, el hambre y la humillación en sus más variadas formas. Los inmigrantes buscan trabajo y por necesidad toman lo que sea, arriesgando sus vida aún en trabajos que no inspiran confianza.
La inmigración de los latinos a veces funciona y a veces no; todo depende del proceso de adaptación, el nivel de educación y las posibilidades que encuentren. Al llegar a Estados Unidos entran en crisis de adaptación a la nueva cultura, el lenguaje o la política. Una vez establecidos redoblan su esfuerzo por salir adelante y entran a una crisis mayor que los aplasta. Al final, de una u otra manera se sufre una crisis.
Jorge Majfud es un escritor crítico, incansable investigador y autor de innumerables artículos, ensayos y narrativa que apuntan hacia el cuestionamiento, la concientización y la reflexión sobre el hombre, la historia y la sociedad. Sus obras han sido publicadas en Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá, Europa, África y Asia. Entre las más recientes incluyen La reina de América (2001), Perdona nuestros pecados (2007) y La ciudad de la Luna (2009). Sus inagotables interrogantes y cuestionamientos han desembocado en su más reciente teoría del desdoblamiento de lo real y lo ficticio en su obra ensayística y, de una forma que es sólo propia de la ficción, en esta nueva novela en un tiempo marcado por una profunda Crisis.
Como el mismo autor lo ha manifestado varias veces, pocas cosas hay más reales que la ficción, porque es a través de esta forma del arte en que podemos experimentar la verdad de las emociones, la completa complejidad del ser humano, grandiosa y miserable criatura atormentada por sus pasiones y sus ideas, capaz de cometer diariamente los crímenes mas crueles y los actor más heroicos. Crisis, la novela mosaico, es, a su vez, una pieza de ese drama universal.
Karen Barahona, PH.D.
Karen Barahona, PH.D.https://www.bw.edu/academics/fll/spn/barahona/
Reseña de la novela de Jorge Majfud
Crisis: “Las raíces son lo último que se seca”
Aprovecho un largo vuelo, de retrasos y océano uniforme, para leer de un tirón Crisis de Jorge Majfud.
Pocas veces salgo de un libro con la certeza de haber recorrido un mundo sólido, coherente, rico, un verdadero mosaico que con la necesaria perspectiva muestra su belleza y da acceso a un mensaje que supera la simple composición de sus piezas. Pocas veces termino un libro deseando haberlo escrito, o alentado a ensayar aventuras similares; un placer o milagro cuya frecuencia los años sólo han conseguido apagar.
Testimonio de las miserias que viven los hispanos en Estados Unidos, Crisis no es sólo una ingeniosa argumentación ideológica con la que puedo conversar, anti breviario abierto a la búsqueda, libro duro, lúcido golpeador que sabe dar treguas: es también un compendio impecable de técnicas literarias y registros lingüísticos. Tan sólo cada voz, cada juego de narradores, cada salto temporal y geográfico valen la lectura de lo que es, en definitiva, un libro mayor.
Además de opiniones, filias y broncas, además de activos luminosos y pasivos que duelen a hijos de la misma dictadura, comparto con Majfud el exilio, vivir en un imperio colmado de contradicciones, establecido, integrado, con hijos que ojalá nunca deban marcharse a buscar su propia identidad, a ser, como bien escribe uno de los tantos narradores, outsiders que aprendan a disfrutar esa forma de ser nadie, de perderse en un laberinto anónimo de restaurantes, moteles, mercados, plazas, playas lejanas, montañas sin cercos, desiertos sin límites, tiempos de la memoria sin espacio, países dentro de otros países, mundos de otros mundos.
Crisis es, entre tantos adjetivos posibles, un libro necesario. Sé, porque me lo han dicho, que Majfud es desconocido por una parte del universo cultural e intelectual uruguayo. Pensaba en esto en el avión, deambulando en un aeropuerto en tránsito, frente a un café con leche y un tostado, preguntándome cada vez y a cada página cómo se puede ignorar la importancia de un escritor como Majfud.
Diciembre 2015
http://javiercouto.com/author/javiercouto/
Majfud y Goldemberg: dos maneras latinoamericanas
Me han llegado dos novelas que siendo totalmente opuestas en su manera de ser concebidas, conservan dos elementos comunes que me interesa particularmente, cómo hacer hablar a los latinoamericanos, y la otra, quizás la más importante: una alta calidad narrativa.

Jorge Majfud (Uruguay, 1969) compone enCrisis (Baile del Sol, 2012), una novela-mosaico, tal como bien se describe en la contraportada. Una serie de testimonios que reflejan las penurias de los inmigrantes hispanos en Estados Unidos en el contexto de la Gran Recesión, contados en textos cortos, secos violentos por momentos y con un uso de la oralidad realmente conseguidos, hacen de este texto una madeja conmovedora, sin moralina, un auténtico reflejo de cómo la literatura de ficción puede contar la realidad.
En Acuérdate del escorpión (Fondo Editorial Universidad Inca Garcilaso de la Vega, 2010) de Isaac Goldemberg (Perú, 1945) nos encontramos, aparentemente con una historia de detectives, de maleantes, de ambientes oscuros de un Perú pretérito… pero hay mucho más. En la historia, excelentemente contada por una de las plumas mejor escondidas de Latinoamérica, encontraremos mafias japonesas, boleros, fútbol, amores y desamores, pero por debajo de todo esto una denuncia sobre los prejuicios y el genocidio nazi encarnado en un escondido jerarca SS. La leí de un tirón y me parece altamente recomendable.
Crisis, de Jorge Majfud

Sólo despegándonos de lo concreto, pero atendiéndolo, podemos aspirar a comprender la globalidad de nuestro mundo. El narrador uruguayo Jorge Majfud articula ambas escalas en esta excepcional novela, que nos plasma un excelente relato sociológico y cultural de las personas inmigrantes en EEUU, y de la propia sociedad de este país.
La obra está formada por la yuxtaposición de fragmentos de historias, encabezadas por la fecha, el lugar (diferentes localidades de EEUU cercanas a la frontera sur) y el valor del índice del Dow Jones. Así, se hace explícita la relevancia del capitalismo a la hora de condicionar la vida. A su vez, la multiplicidad de ciudades en la que figuran unos (aparentemente) mismos personajes da pie a entender la vida errante de los sin papeles. De esa forma, se obtiene una novela con un protagonista colectivo en la que no se pierde individualidad.
Crisis resulta un libro estremecedor, que presenta un relato duro, lleno de injusticias, de dolor, de abusos de poder. El autor explora los miedos, sueños y esperanzas de las personas inmigrantes a través de escenas representativas, de marcado valor simbólico y metonímico, que le ocurren a un personaje concreto, aunque le pueden suceder a cualquier otro. De hecho la desubicación sirve para globalizar los acontecimientos, pues puede que sucedan en un mismo lugar o en cualquier otro espacio.
Por otro lado, juega con diversos tipos de narrador y pone el foco en diferentes esferas implicadas: migrantes, familiares, mafias, empleadores, trabajadores locales… Además, de una manera muy hábil, también construye un retrato de la sociedad estadounidense, con lo que levanta una condena de un estilo de vida deshumanizado, hipócrita y personalmente empobrecedor. Así, abre numerosas puertas a las que asomarse, lo que permite vislumbrar distintos ámbitos de realidad. Por lo tanto, como confluencia de voces narrativas, también resulta muy interesante el libro.
A su vez, Crisis alterna la ficción con hechos reales o reproducción de noticias. Igualmente, se incorporan fragmentos ensayísticos, a modo de disertaciones de los personajes. Con todo esto, el autor consigue dotar de fluidez y dinamismo al volumen, que no posee una trama sino que, de manera fragmentaria, levanta una visión panorámica del presente. En este sentido, Majfud demuestra un gran acierto al emplear esta construcción de la novela, pues potencia sus objetivos de discurso y, en sí misma, la estructura aporta contenido en esa misma dirección.
Por todo ello, se trata de una obra muy rica, por la que pululan decenas de personajes que, en definitiva, tratan de sobrevivir en y a un mundo gobernado por un sistema económico despiadado. Así, la brillante denuncia de Majfud apela a la dignidad, al humanismo, en un relato amargo y desalentador. Crisis resulta una novela esplendida, hábilmente construida, que nos presenta numerosas vías para observar nuestro tiempo y hallar puntos donde incidir para transformarlo.
Entrevista al escritor hispano Jorge Majfud
Novela de la crisis: sobre las raíces y los desarraigos
Susana Baumann
El español y la cultura hispana han estado en este país un siglo antes que el inglés y nunca lo ha abandonado, por lo cual no se puede hablar del español y de la cultura hispana como “extranjeros”, dice el escritor español en una entrevista en torno a su reciente obra: Crisis

Crisis (novela) http://www.bailedelsol.org/index.php?option=com_booklibrary&task=view&id=572&Itemid=427&catid=116
Ed. baile del Sol, Tenerife.
Susana Baumann: ¿Cómo resumirías el tema central de tu última novela, Crisis?
Jorge Majfud: En todo texto existen diferentes niveles de lectura. Muchos más y más complejos en los textos religiosos y de ficción. Pero el ensayo, por citar sólo un género literario, es más directo, expresa y problematiza las ideas y las emociones más consientes de un autor. La ficción, si no es un mero producto de un cálculo de marketing, por ser una forma insustituible de explorar la realidad humana más profunda, posee niveles más profundos y más complejos, como los sueños, como la vida.
En el caso de Crisis, en un esfuerzo simplificador podría decir que los temas centrales son el drama de los inmigrantes latinoamericanos, sobre todo de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos y, en un nivel más profundo, si se me permite el atrevimiento, el drama universal de los individuos que huyen de un lugar buscando una vida mejor pero que en el fondo es una huída de uno mismo, de la realidad que es percibida como injusta y no se resuelve con la fuga. La fuga es un perpetuo aplazamiento pero también es un permanente descubrimiento, una profunda exploración existencial que no alcanza quien permanece confortable en su propio coto de caza. La incomunicación, la violencia moral, económica y cultural son componentes inevitables de ese doble drama social y existencial. También la violencia más concreta de las leyes, cuando son funcionales a la deshumanización. Etc.
S.B. ¿Por qué esa estructura donde no existe la linealidad?
J.M. Cuando hacemos un análisis, cuando escribimos un ensayo, podemos distinguir claramente la forma del contenido. Sin embargo, en la ficción y quizás en la existencia irracional, vital, esto no es posible. Si decimos que un sueño significa algo, estamos diciendo que contiene algo que no se visualiza en primera instancia y que, como cualquier símbolo, vale por lo que no es. Así ha sido la historia bíblica, desde José hasta la lógica de todos los análisis modernos, como el marxismo, el psicoanálisis, y la de cualquier crítica posmoderna que pretenda poner un poco de orden e inteligibilidad al caos de los estímulos y las percepciones.
Si mal no recuerdo fue Borges quien complementó o quizás refutó esta idea dominante afirmando que la imagen de una pesadilla no representa ningún miedo: son el miedo. Por otro lado sabemos que el estilo de un escritor expresa su propia concepción sobre el mundo. En el caso de una novela concreta, más allá del factor de formación consciente del escritor, que muchas veces da el oficio, existe un factor que procede del fondo, del contenido mismo del libro. Es decir, el estilo, la estructura de una novela expresan en sí mismos el tema o los temas centrales, las ideas y sobre todo las intuiciones y las percepciones que el autor pueda tener de una historia o sobre una determinada circunstancia que le resulta vital y significativa.
Más concretamente, la estructura y el estilo de Crisis son lo que en artes plásticas sería un mosaico o en las ciencias sería un fractal. Cada historia puede ser leída de forma independiente, es una historia particular pero al mismo tiempo si las consideramos en su conjunto forman otra imagen (como en un mosaico), otra realidad que es menos visible al individuo y, también, forman la misma realidad a una escala mayor (como en el fractal). Por eso muchos personajes son diferentes pero comparten los mismos nombres (Guadalupe, Ernesto, etc.), porque son “personajes colectivos”. Creo, siento que a veces creemos vivir una vida única y particular sin advertir que estamos reproduciendo antiguos dramas de nuestros antepasados, y los mismos dramas de nuestros contemporáneos en diferentes espacios pero en condiciones similares. Porque somos individuos por lo que tenemos de particular y somos seres humanos por lo que compartimos con cada uno de los otros individuos de nuestra especie.
S.B. La novela se ubica en distintas geografías físicas y sociales de Estados Unidos.
J.M. Sí, en parte hay una intención de reivindicación del vasto pasado y presente hispano dentro de unos límites sociopolíticos que insisten en ignorarlos…
S.B. ¿Pero cuál es la intención de esta evidente diversidad? ¿Cómo se explican desde un punto de vista formal?
J.M. Al igual que los individuos, cada fragmento posee sus propias particularidades y rasgos comunes. Cada historia está ambientada en diversos espacios de Estados Unidos (América latina aparece en inevitables flash-backs) que al mismo tiempo son similares. Es la idea que expresa un personaje cuando va comer a un Chili’s, un restaurante de comida tex-mex. (Cada vez que entro en alguno de estos restaurantes no puedo evitar enconarme con algún fantasma de esa novela o algún otro que quedo excluido sin querer). Si bien cada uno reproduce un ambiente entre hispano y anglosajón, lo cierto es que uno no podría deducir por sus detalles y su espacio general si la historia o el drama se desarrolla en California, en Pensilvania o en Florida.
Al mismo tiempo, para cada ciudad elegí nombres españoles. Es una forma de reivindicación de una cultura que ha estado bajo ataque durante mucho tiempo. Pero basta mirar el mapa de Estados Unidos para encontrar una enorme cantidad de espacios geográficos nombrados con palabras españolas, en algunos estados son mayoritarios. Pero son tan invisibles que la ignorancia generalizada las considera palabras inglesas, como “Escondido”, “El Cajón”, “Boca Raton” o “Colorado”, y por ende la misma historia de la cultura hispana desaparece bajo este manto de amnesia colectiva, en nombre de una tradición que no existe. El español y la cultura hispana han estado en este país un siglo antes que el inglés y nunca lo ha abandonado, por lo cual no se puede hablar del español y de la cultura hispana como “extranjeros”. La etiqueta es una violenta estrategia para un imperceptible pero terrible culturicidio.
S.B. Me llamó la atención la mención del valor del Dow Jones para iniciar cada historia…
JM: Bueno, los valores son reales y acompañan esa “caída” existencial, el proceso de “crisis”, que es social, económico y es existencial, usando un recurso frío, como son los valores principales de la bolsa de Wall Street. Nuestra cultura actual, incluida la de los países emergentes como China o cualquier otro que se presentan como “alternativas” al modelo americano, están sustentados en la ilusión de los guarismos, ya sea de las bolsas o de los porcentajes del PIB. La economía y las finanzas son el gran tema de nuestro tiempo y todo se mide según un modelo de éxito que nació en Estados Unidos en el siglo XX. La caída y cierta recuperación del Dow Jones acompañan el drama existencial y concreto de cada personaje. Así como estamos en un espacio y en un tiempo, también estamos en una realidad monetaria (sea virtual o no, pero realidad en fin, ya que es percibida y vivida como tal).
Susana Baumann, periodista, New Jersey.
Identidades de papel. Identidad de la ausencia y negación en los migrantes indocumentados: un enfoque desde tres textos narrativos
por Silvia M. Gianni
Università degli Studi di Milano
El tema de la migración en la literatura latinoamericana ha adquirido nuevos matices y nuevos enfoques en la producción creativa de los últimos años. En efecto, a partir de la última década del siglo XX, el “viaje de la esperanza” en busca de una vida mejor ha ocupado el lugar antes reservado a la literatura del exilio y el desplazamiento, otorgándole un renovado vigor al más reciente fenómeno migratorio. Los múltiples aspectos que derivan de esta expatriación forzada y sus profundas repercusiones en las distintas expresiones culturales, han llevado la crítica cultural y literaria a elaborar categorías más idóneas, así como a rehabilitar conceptos viejos aptos para acercarse, con mayor rigor, a una problemática cada vez más candente: la identidad en sus plurales manifestaciones. Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 107 Al cuestionar la noción tradicional de identidad entendida como un universo autónomo y coherente que se niega a las influencias externas, se ha puesto en marcha un proceso de revisión global de la noción de identificación cultural, de territorio, de etnia y de lengua a través del reconocimiento de parámetros nuevos para investigar en las problemáticas del mundo globalizado. Entre ellas, los nuevos movimientos migratorios y las consiguientes creaciones de sociedades multiculturales; el nacimiento de culturas diaspóricas, resultado de una masa de refugiados económicos cada vez mayor, que va a sumarse a los exiliados de los pasados regímenes dictatoriales y la exaltación de la cultura nómada. Sin embargo, si analizamos el tema de la migración de la/s última/s década/s nos damos cuenta que no siempre estas categorías permiten transitar en los pliegues de todos los espacios identitarios, ya que en muchos casos se desconoce la existencia de sujetos que leyes y normas declaran ausentes y a los que se niega cualquier contacto cultural, a pesar de verlos, emplearlos y también ficharlos. En otras palabras, si bien se conoce la entidad de la presencia de los extranjeros en el país receptor, se liquida la problemática a través de una fórmula legal para que un “sin papel” desaparezca del mapa poblacional. De ahí que la invisibilización de estos sujetos tenga repercusiones en su conformación identitaria, pese a que este tema no constituya un área de investigación muy desarrollada. A este fin es posible constatar que la literatura, con su producción textual que problematiza escenarios y ámbitos escasamente visitados, coopera a la exploración de ese territorio conceptual y nos lleva a una reflexión sobre la identidad de quienes viven en la ilegalidad por su situación migratoria. Se trata de una condición que en muchos casos no es transitoria, sino que perdura a lo largo del tiempo, de modo que la provisionalidad es una condición de permanencia, razón por la que se puede hablar de una suerte de “normalidad” de los que viven fuera de las normas. Por esto se hace necesario analizar el estado identitario de aquella masa humana que vive su identidad en cuanto “ausencia”, por su falta de reconocimiento legal. Lejos de hibridizarse con los sujetos de la sociedad adonde llegan, y menos aún de encontrar una oportunidad de heterogeneización con la población receptora, estos individuos son percibidos y se perciben como una categoría a parte, cuyas líneas de demarcación son establecidas a partir de su propia definición: “ilegales”, “sin papeles”, “clandestinos”, “indocumentados”, etc. El abuso de las relaciones de poder, la desigualdad social y la distribución diferencial de la riqueza y de los derechos tiene su reproducción discursiva con sus prácticas lingüísticas que se difunden a través de todos los medios de comunicación: los varios apelativos acuñados conforman una clasificación que marca al inmigrante por su estatus y no por otras peculiaridades de su identidad. Así, semánticamente, prevalece una idea colectiva – negativa y privativa – que masifica, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 108 despersonalizándolos, a miles y miles de seres humanos (Van Dijk: 16). La indiferenciación y la generalización despersonifica, anula y cataloga al migrante a partir de su falta, y agudiza aún más la distancia entre el “nosotros”, sobre el que se basa toda sociedad, y los “otros”. Es más: en este caso el surco es entre “nosotros” y la nada, los invisibles e inexistentes, dado que se subraya la invisibilidad de sujetos que se decretan como ausentes, pero de los que, paradójicamente, todos conocen la existencia. Eso implica la “imposibilidad” de alcanzar cualquier reconocimiento social, visto que si no se les reconoce, mucho menos se les puede aceptar, acoger, respetar o conceder algún derecho (Bauman 2011: 37). La ausencia, por tanto, se transforma en la marca oficial que configura el rostro identitario de este segmento humano a partir de su propia debilidad, impotencia y vulnerabilidad. De ahí que ellos mismos reconozcan en la fragilidad el carácter constitutivo de su identidad y que en ella basen la configuración de una autoidentidad enraizada en una negación en sí y de sí mismos, haciendo propia la imagen que el otro tiene de ellos (Žižek 1999: 194). Si no pueden aparecer, si no pueden existir oficialmente, sus vidas no tienen importancia. No importa si viven o si mueren, si se enferman o si sufren. Simplemente no existen, no son vidas inteligibles, no le es dado pertenecer a un sistema de significación coherente. Una vida tiene valor solo si su pérdida tiene importancia: nos comprometemos a preservar una vida si consideramos injusta su destrucción, deliberada o negligente que sea. Al hablar de vidas invisibles estamos hablando de vidas que no son susceptibles de ser lloradas. El reconocimiento diferencial o, mejor dicho, su desconocimiento, hace que no merezcan el duelo. Porque el duelo es la comprobación de la pérdida del otro, nos dolemos si aceptamos que, de alguna forma, echaremos de menos al otro, y que la pérdida de su presencia nos cambiará, de una manera u otra. En fin, nos dolemos solo si estamos implicados en una vida de la que reconocemos el valor. Pero si el otro no existe formalmente, no es visible, no es real, no hay herida ni aniquilamiento de esas vidas, ya que de por sí son negadas desde el origen (Butler 2004: 54). El silencio, la elipsis, o la nada, ni una línea para recordar que han existido (Butler 2004: 57), para ellos no hay anuncios necrológicos que los identifique, ni condolencias que los hagan reconocer. Sus vidas, ya que no son públicas, no son dignas de ser recordadas. Como para la riqueza, la salud, la cultura y los derechos, tenemos también una distribución diferencial del dolor (Butler 2004: 59). Por esta falta de visibilidad, por la ausencia que rodea el discurso de los sin papeles y sus vivencias, considero que la literatura está jugando, una vez más, un papel fundamental en la exploración, problematización y reflexión sobre estos temas, ya que está empezando a colmar el vacío discursivo que caracteriza los espacios y las identidades de los “indocumentados”. Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 109 Un ejemplo de este aporte lo constituye la lectura de las novelas del mexicano Alejandro Hernández, Amarás a Dios sobre todas las cosas (2013), del uruguayo Jorge Majfud, Crisis (2012) y el cuento del nicaragüense Sergio Ramírez, “Abbot y Costello” (2013), textos que nos permiten incursionar en la realidad de los migrantes e inmigrados de nuestros días. Estas tres producciones narrativas enfocan el tema de los “sin papeles” en su experiencia migratoria durante el infierno que representa el supuesto “viaje de la esperanza”, y durante la estancia en los países donde llegan a residir ilegalmente, y ponen en luz los dilemas de una configuración identitaria y autoidentitaria que arraiga no tanto en la diferencia, sino en la falta de reconocimento de su propia existencia. La clandestinidad, entonces, es el denominador común que marca el proceso psicológico sobre el que se forja el autoconcepto de identidad del “sin papel” y que da vida a una narrativa de lo invisible y de la identidad anulada en la hipotética esperanza de llegar a poder ser y existir algún día. Asimismo, las tres obras hacen hincapié en la deshumanización que rodea el entorno de los migrantes indocumentados. EL VIAJE HACIA LA “TIERRA PROMETIDA” EN LA ESPERANZA DE LLEGAR A SER ALGÚN DÍA Amarás a Dios sobre todas las cosas es la historia de los migrantes centroamericanos en su camino hacia la esperanza y el futuro que piensan encontrar en Estados Unidos. Hernández describe las vicisitudes del viaje desde el momento de la salida de San Pedro Sula, en Honduras. Quien narra es Walter Milla Funes, un joven hondureño que, a través de apuntes meticulosamente anotados en dos cuadernos, relata los acontecimientos de su peregrinaje, acompañándolos con consideraciones que permiten explorar en lo hondo el drama de miles de hombres que hipotecan su vida tras la apuesta a un porvenir mejor para ellos y sus familias. El relato en primera persona convierte el texto en un testimonio. Walter, apasionado de literatura y gran lector, decide entregar a dos cuadernos los avatares de una doble epopeya y recomienda a su hermano Wilberto, la transcripción de las anotaciones relativas al primer intento de llegar a Estados Unidos, y sucesivamente, a lo largo del segundo viaje, a su amigo de camino Profeta, la conservación del otro cuaderno. Estructurada en cinco partes – cada una encabezada por un título muy elocuente – la novela sigue el orden cronológico de la ruta hacia el Norte y cuenta los hechos según el estilo de la crónica. Más bien se podría considerar como la crónica reflexionada de un testigo que describe, de forma vivencial, el peregrinaje de los seres humanos en busca del futuro1 . 1 Periodista de profesión, Hernández ha llevado a cabo una investigación del tema de la migración indocumentada en su paso por México viviendo cinco años al lado de los viajeros y Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 110 El lector, de la mano de Walter, viaja con ellos y descubre la brutalidad que caracteriza el mundo en que se mueve el indocumentado, la vulnerabilidad que lo caracteriza al perder poco a poco toda seguridad y confianza. Las primeras páginas ubican al lector en el contexto en que se engendra la decisión de migrar, pasando en reseña los anteriores intentos de expatriación del padre y otros familiares, que tienen origen en 1978, año en que un huracán devastó casas, pueblos y cultivos, produciendo un mayor empobrecimiento en la población. De ahí empezó una secuencia de hechos adversos y calamidades que afectaron a los Millas de modo que, en el tiempo, la familia “se fue haciendo a la idea de la desgracia diaria sin lamentos” (Hernández 2013: 11). Después de mucha penuria y pobreza, algunos miembros de la familia se lanzaron a emigrar a los Estados Unidos en la esperanza de encontrar condiciones propicias para ofrecer una mejor vida a su seres queridos: era el 26 de agosto de 1997, fecha que marca un linde también en la reconstrucción de los recuerdos: “antes de que se fuera Wilbert, después de que se fuera Wilbert” (2013: 17). Todo viaje, todo desplazamiento migratorio es concebido, en su fase gestacional, como una aventura mítica: la necesidad de ruptura con un entorno en ruinas que condena a sus poblaciones a la marginación y al hambre, marcha a la par del sueño de un espacio imaginado donde se piensa que existe orden, prosperidad y mayores posibilidades no solo para los que emprenden el viaje, sino – y especialmente – para los que se quedan. La desesperanza del futuro en su tierra es el estímulo que desata la ruptura del status quo en vistas de un porvenir utópico fuera del país, pero también fuera de la realidad, ya que van construyendo “una vida de fantasía en la que cada quien acomoda(ba) lo que desea(ba)” (2013: 14). En efecto, Walter es consciente de los pasados intentos migratorios de sus predecesores y sabe que el fracaso, el riesgo y hasta la posibilidad de morir en el trayecto son perspectivas concretas; sin embargo, igual que todo migrante, vive una mezcla de sentimientos opuestos: optimismo / depresión, esperanza / desesperanza, miedo / alegría, aprehensión / seguridad (Gaborit, Zetino Duarte, Brioso, Portillo 2012: 154), puesto que también sabe que son varias las posibilidades de regreso involuntario, por deportación durante la travesía, o por ser detectado en el país de destino, o por alguna otra razón. Fue lo que sucedió a su padre, que por un accidente se vio obligado a volver a Honduras; su regreso constituyó otro motivo de derrota, “habíamos sido pobres y ahora éramos más pobres” (Hernández 2013: 23). En 2005 “todos se estaban yendo. Y no solo de Honduras” (Hernández 2013: 36). Años de políticas neoliberistas, catástrofes naturales y corrupción no dejaban esperanzas para los pobladores de la región. Walter era solo uno más de esta multitud, junto con su hermano Waldo y su prima lejana Lucía. recogiendo informaciones y testimonios de su odisea. Por esto el cuadro que ofrece el protagonista de la novela se puede considerar vivencial, ya que se basa en hechos realmente ocurridos. Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 111 La etapa inicial del viaje fue México, donde llegaron tras numerosas peripecias que Walter comparó con las grandes hazañas: “Pisamos tierra mexicana como si cada uno de nosotros fuera Cristóbal Colón y hubiéramos alcanzado nuestra propia gloria” (2013: 51). Pero cruzar las fronteras guatemaltecas y llegar hasta México representó solo el primer reto. De hecho la novela, en su parte esencial, relata el trayecto entre el sur y el norte de México, un infierno repleto de dramas, atropellos y dolores que acontecen en el territorio de un país supuestamente considerado hermano. Atravesar México quiere decir experimentar el viaje en el tren del horror, de la muerte, la “bestia” como le dicen, donde puede pasar todo y donde todo realmente pasa. Empezando por la subida. El tren se agarra cuando va despacio, y los migrantes suben como “moscas de carne y hueso sobre placas de acero, uno a uno y docenas a la vez” (2013: 7). Muchos no logran aferrarse y caen, a veces muriendo, a veces quedando mutilados. Es lo que ocurre a Waldo que, para salvar a Lucía en su intento de subir, pierde el soporte y precipita. El tren le pasa encima, cortándole las piernas. Su viaje ha terminado en la fracción de un segundo, ahora él está en el suelo, sin piernas y sin sueños, listo para ser recogido por aquella parte de población que presta ayuda a los migrantes que, mutilados, ya no pueden seguir su camino y ven fracasar su futuro. Son seres que solidarizan con los transeúntes y que de alguna manera mantienen viva, aunque muy atenuada, la esperanza que todavía exista humanidad en este mundo. Son hombres y mujeres que viven en los poblados cercanos a la línea del ferrocarril y que, por cada tren que pasa, saben que tienen que recoger a los desafortunados que no han logrado agarrarse y recibirlos en sus refugios, como hacen ahora con Waldo: Es hábito de contestar el nombre cuando a uno le preguntan quién es, pero qué era ahora Waldo. No era nada más que un bulto estúpido, un motivo de lástima, de atenciones profesionales de los que viven de matizar los dolores de los desgraciados. Bien hubiera podido decir mierda, me llamo mierda, vengo de Honduras, de la mierda, vine a México, a la mierda, me pasó encima una gran masa de mierda y me quedé hecho mierda. (2013: 60) Comienza de esta manera el largo camino hacia el Norte de los condenados de la tierra, tres mil kilómetros que transforman su psicología, su identidad y la estima en sí mismos, convirtiendo la vulnerabilidad en el rasgo principal de su nueva personalidad. Como tal, entonces, plasma su nueva autoidentidad sobre la base de la precariedad, la clandestinidad y la ilegalidad, quedando atrapado en este juego de invisibilizarse y ser invisibilizados, desaparecer y hacer desaparecer toda su existencia, sus rostros, sus voces, sus deseos, sus necesidades básicas. Porque sin papeles no hay identidad, reflexiona Walter, “como si nuestros derechos fueran de papel, la vida en un documento lleno de sellos y autorizaciones. Nos persigue la migra, nos maltratan los policías, nos asaltan los delincuentes. Y nos mutila el tren” (2013: 112). Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 112 El sentido de anulación individual prevalece, son ellos los primeros censores de sí mismos ya que solo a través de un documento de identificación pueden sentirse en el derecho de existir y expresarse: “Tres mil kilómetros son muchos para mantenerse invisibles. Hablar bajito o no hablar. Respirar suavemente o no respirar. […] Si nadie presiente que vas pasando nadie te detiene. El secreto es no ser. Porque si eres, pero no tienes papeles, no eres. […] Los papeles terminan siendo más importantes que la vida” (2013: 39). Son entonces un pasaporte con visa de ingreso o una cédula de residencia los responsables de la dignidad de una persona; sin estos el hombre pierde el reconocimiento ajeno y con él también la confianza en sí mismo. El indocumentado debe desvanecer en la nada, cortar con su pasado y presente, en nombre de una apuesta en un hipotético futuro; no puede tener ningún punto de referencia, ni considerar legítimo ningún derecho, hasta el más banal o primordial de su vida cotidiana. Así poco a poco va aceptando la nueva condición de negación a la que lo obligan las circunstancias: deja de lavarse porque no tiene la posibilidad de hacerlo, defeca en público porque le es prohibida la privacidad, camina descalzo porque pierde o le roban los zapatos, en fin, se priva de todos los hábitos que habían caracterizado su existencia anterior, haciendo un salto atrás que disipa las conquistas básicas: “El hombre puede volver a la barbarie fácilmente. Basta que te quiten lo mínimo de eso que creés que existe siempre” (2013: 86-87). La vulnerabilidad que se apodera de este nuevo ser se patentiza en todos los peligros asociados a su desplazamiento − carencia de alimentos, riesgo de muerte, abusos, violaciones sexuales, secuestros − pasando por la negación de derechos existenciales como ver, hablar, dormir, comer, pensar, expresar sentimientos, angustias, o realizar deseos o necesidades biológicas y psicológicas − así como la deconstrucción de valores humanos elementales, cual es la comprensión, la empatía, la solidaridad, el autorrespeto y autoestima. A través del cosmos que ciñe al indocumentado toman configuración las ponderaciones de lo que es posible para él o ella y los costos que está obligado a asumir, asimismo se revelan las predisposiciones mentales y corporales de su accionar respecto a las autoridades de distinto tipo, legales o ilegales que sean. Las relaciones asimétricas que determinan la condición de “sin papel” crean también el espacio propicio y suficiente para que se plasme y se mueva todo un sistema de tráfico delictivo de personas, que termina de estructurar, objetiva y subjetivamente, la identidad de ilegalidad del migrante, al asumir el acto ilegal de su tráfico como propio (Gaborit, Zetino Duarte, Brioso, Portillo 2012: 154). Esta situación pone al indocumentado en contacto con sujetos que cuentan con recursos de poder diferentes, mediante un vínculo simbiótico de confianza y desconfianza que marca su relación y que los somete a riesgos de varia índole. Son actores que hacen del indocumentado el blanco para experimentar las diversas formas aaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 113 de abusos según el tipo de tráfico que implementan, o según el sexo del migrante. A este respecto cabe señalar que la ruta migratoria es vivida y sufrida de manera diferenciada según el sexo del viajero, ya que los riesgos de abusos y violaciones, si bien no excluyen a los hombres, constituyen una amenaza permanente para la mujer. La identidad de la “sin papel”, por lo tanto, se compone a partir de una vulnerabilidad adicional en relación al hombre durante el trayecto y muchas veces no la abandona tampoco después de que llega a su destino final (Monzón 2006: 40). Lo experimenta Elena, la chica indocumentada que Walter encuentra en el camino y que lo deja soñar, pese al contexto de horrores, con la posibilidad de una nueva vida con amor. A ella, como a muchas otras, le toca sufrir la violación, una humillación en lo más íntimo de sí misma, un destino evidente para todos los miembros del grupo que viajan con ella – es sabido que si se llevan a una mujer es solo para abusar de ella – sin que nadie pueda intervenir para evitar la injuria. Eso produce desprecio, mortificación y un consiguiente sentido de degradación personal que se repercute en la psicología e identidad del indocumentado. Todo se convierte en peligro, no solo el tren, sino también las estancias a lo largo de la ruta y el contacto con la población, hasta los refugios para migrantes que no siempre son islas de solidaridad y apoyo. El contacto con los locales, en efecto, tiene su cara ambigua, ya que estos los pueden ayudar, pero de igual manera los pueden delatar, explotar o depredar de las pocas pertenencias. Se trata de encuentros con personas a veces de la misma nacionalidad, migrantes a su vez, en el pasado, pero que hoy constituyen una nueva fuente de peligro que se concretiza en asaltos, robos, secuestros y violaciones. La bestialidad de la condición que sufrieron en su momento los ha empujado a decidir, cuando se les ha presentado la alternativa, de qué lado colocarse. Unos han sucumbido, otros han decidido transformarse de víctimas en victimarios y se han convertido en traficantes de migrantes, un “trabajo sencillo, traes y llevas cosas, traes y llevas migrantes, los vigilas, ya verás que es mejor andar chingando que ser chingado, eso que ni qué” (Hernández 2013: 171). Sin embargo, a pesar de la monstruosidad que prevalece durante la ruta hacia el Norte, Walter no puede silenciar la humanidad y el ejemplo moral de otros caminantes, como en el caso de Profeta, su amigo desde la subida en el tren, “un gigante mulato, fuerte, bembudo”, tan grande que “podría cargar el tren” (2013: 210). De ese encuentro emerge un nuevo rostro de estas “identidades en tránsito”, ya que en él todavía albergan los valores humanos que diferencian al hombre de las fieras. A Profeta y al relato de su infancia y recuerdos se debe el título de la novela: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, le enseñaba su madre, como le ensañaba los preceptos básicos de la religión cristiana y el respeto hacia los demás, porque – le exhortaba – “amarás al prójimo como a ti mismo” (2013: 210). Fueron enseñanzas que se grabaron en la personalidad de Profeta, el amigo, el confidente y el “sabio” que Walter conoció durante su segundo intento de llegar a los Estados Unidos, y del que aaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 114 no se separó hasta que, a poca distancia de la última frontera con la tierra estadounidense, se cerró definitivamente el sueño de un futuro mejor: El 25 de agosto de 2010 los periódicos de México y del mundo publicaron que setenta y dos migrantes habían sido asesinados en un rancho del municipio de San Fernando, estado de Tamaulipas. Walter estaba entre ellos. Ninguno de los cadáveres correspondía a la filiación del Profeta. Wilberto dice que una mañana, cuando la familia todavía no sabía que Walter era una de las víctimas de la masacre, encontró los cuadernos afuera de su casa, al pie de la puerta. (2013: 313) Termina así el viaje de la esperanza y la novela. El hallazgo de los cuadernos constituye la única posibilidad para que estas historias y estas vidas no sean canceladas u olvidadas. Representa el testimonio de la precariedad de la existencia de cualquier migrante ilegal, y es la fuente de la que se origina una narrativa de lo invisible, de la anulación de la identidad anterior en la esperanza de poder llegar a ser algún día. En nombre de un hipotético futuro se renuncia a los propios derechos y a las propias identidades; en otras palabras, la condición impuesta por las circunstancias se convierte en un espejo en el cual el sujeto se refleja llegando a verse con ojos ajenos o a no verse del todo, asumiendo la invisibilidad y la anulación como rasgos distintivos de su personalidad. SENTIRSE UNA AMENAZA: EL ESPECTÁCULO DEL HORROR El relato “Abbot y Costello” incluido en la colección de cuentos Flores Oscuras de Sergio Ramírez es la crónica objetiva y escueta de un hecho realmente ocurrido en Costa Rica en 2005 y que ha creado un surco en la historia del proceso migratorio de Nicaragua hacia Costa Rica: el caso del nicaragüense Natividad Canda Mairena. Por la cercanía entre los dos países, por la mayor facilidad de alcanzar su territorio y por las condiciones socio-ecónomicas del país centroamericano considerado “el paraíso de la región”, Costa Rica históricamente ha constituido una meta preferencial de migración para la población pobre de Nicaragua. La fuerte presencia de estos vecinos ha puesto a dura prueba la imagen que Costa Rica había creado de sí misma a lo largo de su historia y ha sacudido los pilares sobre los cuales ha basado su proceso de definición identitaria, imaginándose y configurándose como la tierra de las armonías étnicas, y donde prevalece la idea de una nación tropical más parecida a Suiza que a sus pobres e inestables vecinos centroamericanos. En cada proceso de construcción de nacionalidad, es sabido, se opera una aaaaaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 115 expulsión de los atributos que no coinciden con el resultado que se pretende alcanzar. En el caso costarricense, las versiones hegemónicas han enfatizado un perfil nacional que encuentra su esencia en la composición de una población predominantemente blanca y localizada en la región central del país, el Valle Central (Sandoval 2002: 5), suprimiendo de este modo a todas las otras componentes internas al país, que poblaban las otras regiones y que obstaculizaban la afirmación de semejante imagen. Si el presupuesto de su construcción imaginaria radica en la invisibilización de las diferencias internas, es evidente que resulta aún más incómoda la presencia de elementos externos que llegan a perturbar el orden perfilado. Por esto durante muchos años se prefirió no verlos o considerar la presencia nicaragüense solo como efecto de los regímenes dictatoriales de aquel país que la democrática, pacífica y liberal Costa Rica aceptaba acoger. La llegada “masiva” de los vecinos provocó, a partir de los años ’902 , un cambio radical puesto que, de este momento en adelante, ya no se pudo hablar de refugiados políticos o esconder un fenómeno que cada día más adquiría mayor dimensión. He aquí que de la invisibilización del otro se tuvo que pasar a la denigración del intruso. En el afán de crear pánico y rechazo hacia los “invasores” del contiguo país, se dio vida a una campaña denigratoria amplificada por todos los medios de comunicación. A este fin se acuñaron términos como “olas”, “inundaciones”, “flujos” con los que se indicaba la llegada de unas hordas que hacían predecir un seguro desastre para la tranquila nación costarricense. Este proceso apuntaba a inferiorizar y deshumanizar al migrante “abusador” del suelo patrio, proceso que encontró su síntesis y cumbre en el caso Canda, si bien existen otros casos igualmente epatantes. El trato con los extranjeros – subraya Jiménez Matarrita – sobre todo si son pobres y vulnerables, ilustra el nivel de desarrollo humano de una sociedad” (2009: 179). El episodio de Canda, entonces, revela el rostro escondido de una sociedad que ha proyectado una imagen de sí misma muy lejana de la realidad y de las contradicciones que la atraviesan. En efecto, este acontecimiento no representa un “normal” ejercicio de crueldad y discriminación racial, sino que manifiesta en todo su vigor la deshumanización que caracteriza las relaciones con el otro o, mejor dicho, el menosprecio de la relación con el otro. 2 Durante la época somocista, Costa Rica se había convertido en un territorio de acogida de los luchadores por la libertad y contra la tiranía. Sucesivamente, en la época del gobierno revolucionario sandinista, el país daba hospitalidad a los que huían de la guerra y del servicio militar obligatorio. Finalmente, con la derrota electoral de los sandinistas en 1990 empezaron a desmantelarse todas las reformas sociales y se aplicaron las medidas económicas dictadas por el Fondo Monetario Internacional, lo que se tradujo en una política de recortes y despidos, causa del nuevo éxodo. Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 116 El clamor suscitado por este caso reside ante todo en el hecho que los protagonistas de la brutalidad cometida no fueron ciudadanos comunes, sino representantes de las instituciones nacionales y en específico de la policía, desvelando una actitud institucional que despertó una gran preocupación. Sucesivamente, se tachó también de negligencia el poder judicial por no haber llevado a cabo las investigaciones necesarias. No han pasado muchos años y el caso Canda ya empezaba a perder la nitidez de sus contornos en la sociedad costarricense. En este sentido, el relato de Sergio Ramírez ha contribuido a tener vivo el recuerdo de aquella crueldad, induciendo a la vez a una reflexión profunda sobre un tema candente cual es el desconocimiento del otro y los extremos a los que puede llegar semejante actitud. Por medio de una fría reconstrucción de los hechos, el autor brinda al lector la crónica del “incidente” y las sucesivas investigaciones judiciales: Natividad Canda Mairena, de veinticinco años de edad, murió la madrugada del jueves 10 de noviembre del año 2005 destrozado por dos perros rottweiler que lo atacaron a mordiscos. Los brazos, los codos, las piernas, los tobillos, el abdomen y el tórax resultaron desgarrados. […] Cuando después de cerca de dos horas de hallarse a merced de los perros fue al fin liberado, sus palabras habrían sido, según testigos, “échenme una cobija que tengo frío” (2013: 191). La técnica del uso de la crónica periodística y judicial para sus creaciones narrativas no es nueva en Ramírez. Al contrario, se puede decir que es uno de los expedientes característicos de sus producciones, dado que por medio de la reconstrucción de los eventos en clave periodística el autor logra involucrar al lector en un proceso de conocimiento de la realidad textual y, con ella, de reflexiones sobre la verdadera naturaleza de los hechos acaecidos. A este fin, el novelista cede la palabra a un cronista que relata en tercera persona las dinámicas del caso sin intervenir de ninguna manera en el texto; con esta estratagema otorga al lector el papel de sacar las conclusiones y de sentirse implicado en el contexto que se está narrando. La presentación de los hechos sigue un orden determinado por la división del cuento en breves secciones, cuyos títulos sintetizan el aspecto tratado: “Los hechos, “El occiso”, “El shock hipovolémico”, “Los perros”, “Reconstrucción de los hechos”, “La sentencia judicial”, y “Punto final”. El apartado de apertura facilita las informaciones generales y nos coloca en el escenario del acontecimiento: Natividad Canda, en compañía de Andrés Rivera, alias “Banano” se introduce indebidamente, saltando el muro de protección, en el Taller de automecánica “La Providencia” de La Lima de Cartago. El guardián del taller, al enterarse de la presencia de extraños, decide soltar los dos perros entrenados para cuidar el territorio, mientras tanto, llama a la policía y al cabo de pocos momentos aaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 117 lega una patrulla con ocho agentes de la Fuerza Pública. “Banano” consigue volver a saltar el muro que había sobrepasado, esta vez hacia fuera, y logra salvarse. Canda, en cambio, agredido por los dos perros, no puede moverse, atrapados en los colmillos de las fieras de raza rottweiler, y cuyos nombres, Abbot y Costello, dan el título al relato. La llegada de la policía refuerza el sentido de desorientación y horror causado por este hecho, ya que ninguno de los agentes intervino para que los perros soltaran al desafortunado. De los ocho policías presentes en la escena de la agresión, dos volvieron a la camioneta para escuchar la radio, mientras otros seis se quedaron en el taller mirando los perros que despedazaban al nicaragüense. Solo después de 197 mordeduras en su cuerpo – relevadas sucesivamente – los policías decidieron abrir los tubos de agua a presión “de los que salieron 3786 litros”, y fue solo gracias “al poder de las mangueras que los perros por fin retrocedieron” (2013: 194), dejando en el suelo a su víctima en punto de muerte. Ni un tiro, ni otro intento se hizo para parar semejante monstruosidad. La agresión canina, aclara la crónica, se puede ver en un vídeo “en youtube en la siguiente dirección: ” (2013: 194) que permite observar cuando los perros clavaron los colmillos en la víctima, sin que intervenga el testigo que está filmando. Esta puntualización, espejo de la total ausencia de implicación hacia un ser humano, estremece al lector, aumentando el sentido de horror generado por este caso. En efecto, a este propósito es pertinente hablar de horror, puesto que por horror se entiende algo que irrumpe de forma casi irreal, imposible e irracional, en la vida cotidiana de una persona, tiñéndola de violencia y dramatismo. Diferentemente del terror que provoca miedo y, contemporáneamente, despierta el impulso a huir y salvarse, el horror nos hace espectadores inermes llamados a asistir a un espectáculo que atenta contra la vida y contra la misma condición humana, puesto que el horror desfigura y acaba con la esencia del ser humano (Rivera Garza 2011). Con este espectáculo la sociedad costarricense fue obligada a medirse y a medir todos los postulados sobre los que había edificado su imagen de sociedad “ideal”. Sin embargo, la condición de “indocumentado” e “ilegal” de la víctima, así como el hecho de haber sido sorprendido en el ejercicio de una actividad ilícita, apacigua los remordimientos y abre el camino a un olvido repentino. Su inexistencia en el censo oficial lo convierte en una nulidad y por tanto su presencia, así come su ausencia, pasan desapercibidas. Es la directa consecuencia de su situación migratoria, un daño colateral hacia los que ocupan una posición de desventaja en la escalera de las desigualdades (Bauman 2011: XV). Solo el clamor del momento permitió que se divulgara su nombre y su vida previa. Diferentemente, Canda no hubiera existido para los demás. Él mismo se escondía, haciéndose cómplice de un juego en el que, para sobrevivir, él mismo encubría su presencia, a veces disimulando ser otro para que no lo identificaran, como aaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 118 recuerda su amigo Harold Fallas cuando cuenta que “Canda solía dormir debajo de los puentes y […] para que no fueran a denunciarlo se fingía tico al hablar” (Ramírez 2013:198). La ceguera hacia el otro es la responsable de la barbarie cometida, según subraya con claridad la hermana de Canda, María Esperanza, al precisar que el nicaragüense “nunca estuvo solo, pero lo dejaron morir, dos horas enteras con esas dos fieras despedazándolo y nadie quiso quitárselo de encima […], como un muñeco de trapo que los perros zarandeaban de aquí para allá a su placer” (2013: 197). Refuerza el sentido de horror la breve sección dedicada a los perros a los que se les salvó la vida también después, ya que no resultaron padecer la rabia. Abbot y Costello son dos animales de un valor de quinientos euros cada uno, detalle que recubre una cierta importancia en la evaluación de la decisión. Del macho sabemos que pesa “entre 110-120 libras y mide entre 61 y 68 cms” (2013: 201) que tiene 43 dientes con cierre en tijera de modo que los incisivos superiores cubren sin fisuras los inferiores y que la fuerza de su mordida es de 300 libras en el radio de la boca. La descripción de los atributos caninos nos da la idea de la dimensión de la violencia de la agresión. Ramírez también nos informa sobre la vida de la familia Canda en la sección titulada “El occiso”, de la que emerge el contexto de pobreza que indujo al hermano mayor a salir de Nicaragua, llevando consigo a Natividad de 13 años. La situación de indigencia empujó a que el joven Canda decidiera quedarse en un lugar que se demostró hostil desde el comienzo. Nunca logró conquistar un espacio de visibilización, nunca encontró amparo y nunca dejó de sentirse un usurpador del suelo costarricense. Su vida pasó desapercibida y como tal se habría concluido si no hubiera sido víctima de un caso del que, de alguna manera, se tuvo que hablar. Huyó de la pobreza en edad temprana para terminar sus días, algunos años después, en la misma pobreza, como figura en el acta forense donde se especifica que fueron retirados del cuerpo del occiso “un par de zapatos deportivos de color blanco en mal estado, un par de calcetines verdes, un pantalón jean con considerables desgarraduras, un cinturón de vaqueta, una camiseta de algodón color celeste con logo de Cáritas Internacional […]” (2013: 203). Ramírez llama a dolerse de alguien que, por su condición de “sin papel”, fue condenado a ser estigmatizado, cuando no declarado como no existente. Su estatus consintió que contra él se actuara saliendo del universo de las obligaciones morales, puesto que las presuntas preocupaciones por la seguridad y los movimientos éticos resultan ser en muchos casos inconciliables. Siendo parte de una categoría juzgada amenazadora de la tranquilidad nacional, Canda viene expoliado de su propia subjetividad humana y considerado como un objeto en sí, irremediablemente destinado a sufrir en carne propia toda acción que sirva a “limitar el riesgo”. Su estado de “ilegal” lo convierte en una entidad sin individualidad específica y cuya única aaaaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 119 relevancia es representada por la amenaza que de por sí constituye o podría ser acusado de constituir (Bauman 2011: 62-65). MANO DE OBRA, NO PERSONAS El tercer enfoque del rostro identitario de los indocumentados arraiga en el análisis de Crisis, novela que ya desde el título nos invita a colocarnos en una situación de inestabilidad y precariedad. El término crisis, etimológicamente, evoca un cambio repentino, que evidencia la profunda incertidumbre que marca el paso de un estado a otro. Puede indicar, por tanto, una situación de sustancial transformación a partir de la cual los sujetos y los objetos involucrados ya no volverán a ser los mismos. Del mismo modo, con “crisis” nos referirnos a una condición aguda de sufrimiento psicofísico, así como a una situación de perturbación y desequilibrio económico y social3 , que son los aspectos centrales de la narración, aunque el telón de fondo de la obra de Jorge Majfud abarca las distintas acepciones del término. La vulnerabilidad personal, identitaria y económica componen el rostro y la vida cotidiana de los indocumentados que viven en Estados Unidos, así como la perturbaciones económicas nacionales afectan directamente su quehacer diario y futuro. En efecto, Crisis está construida como un relato sociológico y cultural de los inmigrados que viven y trabajan ilegalmente en ese país, cada uno con una historia personal diversa, así como diversos son la países de procedencia y las localidades donde actúa cada personaje, dando la idea de la vida errante de los sin papeles en Estados Unidos. En este sentido, Crisis es también una crítica a la sociedad y a un sistema que condiciona la vida de los seres humanos que allí habitan. No es casual que cada fragmento relatado se abra con el nombre de la ciudad que hace de trasfondo a la historia, la fecha, la hora y el valor del índice Dow Jones, que determina las perspectivas y esperanzas de la población y, de manera especial, de los sin papeles que en el “gigante del Norte” encuentran una precariedad existencial determinada, entre otras cosas, por una precariedad laboral que bordea el casi-esclavismo. La novela comienza con la historia de María, una joven mexicana de 17 años que con su novio Florentino Bautista deja su pueblo y, con la ayuda de un coyote, logra llegar a Modesto, California, para empezar a trabajar en un viñedo de la West Coast Grape Farming Company. A los pocos días María fallece por haber trabajado 9 horas bajo el sol a una temperatura de cuarenta grados a la sombra. El suyo no es un caso aislado, pues San Sebastián Nopalera, el pequeño pueblo en la Sierra de Oaxaca de aaaaa 3 Cfr. Diccionario etimológico Hoepli online. Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 120 donde proviene, tiene cinco mil habitantes registrados pero allí solo viven la mitad. […] Sus habitantes, casi todos mujeres y niños, sobreviven gracias a la ayuda que envían sus hombres de las plantaciones de Estados Unidos. Como en una guerra entre dos países, cada año cien o doscientos migrantes vuelven a Oaxaca en cofres funerarios. Los trabajos para los cuales están destinados son casi tan mortales como el cruce de la frontera (Majfud 2012: 11). Contemporáneamente, la joven Lupita Blanco logra llegar a Arizona después de un viaje terrible. Cae exhausta en el desierto y es “rescatada” por un coyote que abusa de ella, mientras en San Antonio, Tejas, su novio José trabaja para recoger el dinero suficiente para que Lupita lo alcance, pero la “mara” lo asalta, robándole el sueldo quincenal. Su vida está a la merced de todos: las pandillas, los empleadores, los policías. Son estas algunas de las historias que se entrecruzan para formar un mosaico en el cual cada pieza reproduce el sufrimiento de los numerosos outsiders que en Estados Unidos cuentan solo como mano de obra y no como personas, y que por esto, al terminar su función laboral, quedan excluidos. Majfud, además, traza el perfil de dos mundos paralelos y distantes, el de los indocumentados y ninguneados, y el de los “autóctonos”, reconocidos por la sociedad. Dos mundos que pueblan los mismos territorios y que consumen los mismos productos, pero cuyas existencias se desarrollan en dos ejes distintos: los primeros buscando cómo desaparecer para sobrevivir, los otros – los “titulares” de la sociedad que pueden circular libremente – viven escondidos para apaciguar sus temores, al reparo del resto de la población. Casi fuera una paradoja, los legítimos habitantes de las ciudades estadounidenses necesitan encerrarse en sus casas enrejadas, y solo En verano salen a su backyards, donde no los ve nadie. Es decir, si no se tiran para adentro, se tiran para atrás. Y para disimular o para atenuar esa cerradez dejan abiertas las ventanas del frente … de forma que los que pasan por allí pueden ver cada una de las salas principales, sus cuadros, sus muebles, sus finas lámparas. Todo vacío, claro, todo deshabitado […]. Después, cuando se mueren, salen al espacio público. Sus cementerios son bonitos, parques, abiertos, sin muros y sin rejas (2012: 41). Al contrario, el inmigrado ilegal, moviéndose constantemente de un lugar a otro, vive gran parte de su vida en la calle, a veces esperando en alguna esquina que los buscadores de mano de obra lo levanten y lo lleven a trabajar, otras veces tratando de huir de las redadas policiales, o largándose de su puesto de trabajo al percatarse que se está dando un control. No es casual que en la novela la construcción espacial se aaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 121 base en un constante desplazamiento que de un lado connota una vida a la intemperie, mientras que del otro enfatiza el hecho que las dinámicas a las que son sometidos los sin papeles son idénticas, pese al lugar donde se verifiquen. Todos, de igual manera, sufren por ser ninguneados, y por haber aprendido a disfrutar esa forma de ser nadie, de perderse […] en tiempos de la memoria sin espacio”, huyendo “hacia la memoria que te espera en cada soledad llena de tanta gente que nunca conocerás aunque duerman a tu lado” (2012: 18). La autoidentidad que se forja, entonces, arraiga en la negación y en la humillación de sentirse injustamente empujado hacia abajo, reprimido, detenido o expulsado. Una humillación que lleva al “sin papel” a mentir sobre la muerte de un ser querido, como acontece con Florentino que miente sobre la verdadera razón del fallecimiento de su novia María, para no crear problemas a su amo, pero también, para salvarse él en cuanto ilegal. O como ocurre con José, que necesita inventarse una vida cuando habla con su familia, ya que no puede desvelar los pliegues de su existencia. En fin, la violencia física y moral a la que son condenados marca un surco en su construcción identitaria: la imposibilidad de existir a la luz del sol los vuelve en “sujetos que llegan a ser sombras de sí mismos. […] Han nacido sin tiempo y sin espacio […]. Todos saben dónde están, de dónde vienen y qué hacen; pero nadie quiere verlos” (Majfud 2005). CONCLUSIONES Los tres textos narrativos nos permiten incursionar en el tema de la identidad de los migrantes sin papeles y de la invisibilización que están condenados a sufrir. Cada enfoque contribuye a indagar, a partir de tres miradas distintas, en los pliegues identitarios menos conocidos, y pone en luz el silenciamiento que rodea un fenómeno cada vez más significativo. En Amarás a Dios sobres todas las cosas, Hernández recurre a una escritura testimonial para dar voz a los transeúntes en su camino hacia la esperanza; funda entonces la construcción narrativa en la experiencia vivencial que toma voz a través de los apuntes del protagonista de la novela, que anota todos los avatares que acompañan la desaventura de los caminantes. En el relato “Abbot y Costello” la crónica periodística es la estrategia usada por Ramírez para acercarse al tema de los indocumentados en Costa Rica y para invitar a reflexionar sobre la ausencia de obligaciones morales con la que justifican las medidas para garantizar la tranquilidad nacional. Finalmente Majfud construye su novela Crisis como un relato sociológico que indaga en las distintas sociedades presentes dentro de la misma sociedad. El sector legal y “legítimo” decreta la invisibilidad e inexistencia de las franjas poblacionales aaaaa Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 122 indocumentadas, aunque de ellas saca provechos y beneficios. Se trata, por tanto, de tres perspectivas diversas que tienen como aspecto común la necesidad de poner en relieve cómo la vida del migrante sin papel está marcada por una secuencia de fases que van transformando silenciosamente su espíritu y su identidad. Las adversidades y los discursos estigmatizantes de los que son víctimas los migrantes ilegales tienden a minar su resistencia y a preparar al sujeto para que sea desplazado y asuma nuevas funciones. La violencia, abierta o encubierta, se apropia así de los dominados y rastrea la forma en que se constituyen, reconstruyen, y reproducen las autopercepciones identitarias, connotando la vida psíquica del sin papel. La insistencia en creer en el sueño americano o costarricense es el “gozo” doloroso del discurso del dominado, quizá “la función del amo es establecer la mentira que puede sostener la solidaridad del grupo: sorprender a los sujetos con afirmaciones que manifiestamente contradicen los hechos” (Zizek, 2003: 94). Todo esto sustenta la resistencia a seguir adelante, en un trayecto en el que, obligatoriamente, es necesaria la anulación de los postulados esenciales sobre los que se fundamenta toda identidad. BIBLIOGRAFÍA Bauman Z., 2011, Danni collaterali. Diseguaglianze sociali nell’età globale, Laterza, Bari. Butler J., 2004, Vite precarie, Meltemi, Roma. Gaborit M., Zetino Duarte M., Brioso L., Portillo N., 2012, La esperanza viaja sin visa: Jóvenes y migración indocumentada de El Salvador, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas San Salvador, UNFPA-UCA, San Salvador. Hernández A., 2013, Amarás a Dios sobre todas las cosas, Tusquets, México. Jiménez Matarrita A., 2009, La vida en otra parte. Migraciones y cambio culturales en Costa Rica, Editorial Arlekín, San José. Majfud J., 2005, ”Los esclavos de nuestro tiempo. Inmigrantes apátridas; tírelos después de usar”, Espéculo 30 julio-octubre, Año X, (11.01.2014) Majfud J., 2012, Crisis, Editorial del Sol, Tenerife. Monzón A. S., 2006, Las viajeras invisibles: mujeres migrantes en la región centroamericana y el sur de México, PCS-Camex, Guatemala. Ramírez S., 2013, “Abbott y Costello” en Flores oscuras, Alfaguara, Madrid. Rivera Garza C., 2011, Dolerse: textos desde un país herido, Editorial Sur, Oaxaca. Sandoval García C., 2002, Otros amenazantes. Los nicaragüenses y la formación de identidades nacionales en Costa Rica, EUCR, San José. Van Dijk T. A., 1997, Racismo y análisis crítico de los medios, Paidós, Barcelona. Saggi/Ensayos/Essais/Essays Migrazione, diaspora, esilio… – 06/2014 123 Žižek S., 1999, Il grande altro: nazionalismo, godimento, cultura di massa, Feltrinelli, Milano. Žižek S., 2003, Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, Paidós, Buenos Aires
Libros
Perdona
nuestros pecados
La cotidiana aventura humana suele asumir perfiles absurdos y hasta de dimensión cuasi surrealista, en la medida que las conductas humanas se tornan obsesivas y paranoicas y la perplejidad se transforma en una suerte de estado natural.
Hugo Acevedo
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En «Perdona nuestros pecados», el autor uruguayo Jorge Majfud construye un variopinto universo humano, ensayando una profunda reflexión en torno a los grandes interrogantes y dilemas de este convulsionado mundo contemporáneo.
Majfud, que nació en el departamento de Tacuarembó en 1969, estudió y se graduó como arquitecto, egresando de las aulas de la Universidad de la República.
En la actualidad, se dedica íntegramente a la literatura y la investigación, colaborando frecuentemente con artículos periodísticos en diversos medios nacionales y extranjeros, entre ellos LA REPUBLICA.
Asimismo, enseña Literatura Latinoamericana en la Universidad de Georgia, Estados Unidos.
Este autor compatriota ha recibido numerosos premios en concursos literarios internacionales: Mención de Honor en el XII Certamen Literario Argenta, Buenos Aires, 1999. Mención Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba 2001, por la novela «La reina de América» y Segundo Premio Concurso Caja Profesional 2001, por el cuento «Mabel Espera», entre otras distinciones.
Sus obras han sido editadas en diversos países extranjeros y traducidas al inglés, francés, portugués y alemán.
De su extensa producción se destaca: «Hacia qué patrias del silencio (memorias de un desaparecido)» (1996-2001), «Crítica de la pasión pura» (1998), «La reina de América» (2002), «Entre siglos – Entre Sécalos» (1999), «El tiempo que me tocó vivir» (2004) y «La narración de lo invisible/significados ideológicos de América Latina» (2006).
Tanto en el género narrativo como en el ensayo, Jorge Majfud ha logrado un respetable nivel de calidad, que le ha permitido cosechar un justificado reconocimiento en el ámbito cultural.
El cuento inaugural de este libro, intitulado «Todo el peso de la ley», es un sobrecogedor cuadro humano que remite a los cotidianos paisajes de la marginalidad.
Los tres personajes de este relato son, cada uno a su modo, arquetipos de exclusión social golpeados por un destino perverso.
El autor describe la existencia cuasi subterránea de esas criaturas sin horizonte visible, que sobreviven como pueden ante la indiferencia colectiva.
La historia, que describe elocuentemente la odisea de miles de compatriotas, es una suerte de parábola en torno al incierto destino de la humanidad contemporánea, en sociedades que arrastran la rémora de fuertes asimetrías.
Incluso, uno de los personajes es el producto residual de la locura y la culpa, que se autocondena a una existencia indigna.
En tanto, «El día que nunca existió» es un extraño relato ambientado en Mozambique, en el cual Majfud juega con los tiempos narrativos.
En este caso, en la conducta de los personajes hay una irrefrenable compulsión, que los conduce a experiencias tan alucinantes como intransferibles y hasta un asesinato que, a la sazón, permanece impune.
Tanto «Las entrañas de la bestia» como «Memoria dulce de la barbarie», aluden a un pasado de pesadilla durante los gobiernos autoritarios que otrora asolaron a la región.
En el primer caso, Jorge Majfud construye una historia oscura ambientada en Buenos Aires, en la cual el protagonista, que es un intelectual, debe enfrentar el acoso de las fuerzas represivas.
Aunque el narrador no precisa el tiempo histórico en el cual transcurre la anécdota, parece claro que se trata de la década del sesenta del siglo pasado.
«Las entrañas de la bestia» es una suerte de guerra de nervios y temperamentos entre el atribulado personaje y el militar que lo interroga, que actúa con la prepotencia de quien sabe que goza de impunidad para cometer toda clase de atropellos y violaciones a los derechos humanos.
Majfud intercala los tensos diálogos entre el interrogador y el interrogado, con las noticias que se emiten a través de un televisor encendido, en un insólito contrapunto que desnuda la fuerte dicotomía entre las prioridades informativas de una prensa ferozmente amordazada y la cruda realidad de un país agobiado por el terror.
En tanto, «Memoria dulce de la barbarie» es una historia autobiográfica, que el autor presenta como un viaje retrospectivo e introspectivo rumbo a su infancia.
Majfud confiesa pertenecer a la denominada «generación del silencio», que nació y creció durante la dictadura.
Sin embargo, en su caso concreto, por haber tenido familiares que estuvieron recluidos durante el gobierno autoritario, la experiencia adquiere un perfil aún más despiadado.
Empleando un lenguaje tan elocuente como sobrecogedor, el narrador se interna en los paisajes de ese pasado turbulento, en los cuales un absorto niño pierde parte de su inocencia al enfrentarse a la pesadilla que se había apropiado de nuestro Uruguay.
Este cuento es un terrible testimonio de la barbarie padecida por miles de uruguayos, que se transformaron durante once largos años de plomo- en víctimas del demencial odio autoritario.
A su vez, «La palabra» es una reveladora alegoría en torno a un tercer milenio colmado de angustias y perplejidades, en el cual la libertad parece estar cada vez más jaqueada y restringida por la cotidiana paranoia de la inseguridad.
El autor construye un paisaje realmente desolador, en el cual un estado policial con fachada democrática nos somete a una estricta vigilancia. El mensaje es claro: todos somos sospechosos ante los ojos de este gendarme global.
Aunque no hay una referencia explícita a ningún acontecimiento mundial reciente, se percibe claramente una soterrada alusión a la demencial reacción de la potencia hegemónica luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001.
La literatura de Jorge Majfud asume un sesgo bastante más filosófico en «La sociedad amurallada», que es una profunda reflexión en torno a la incesante búsqueda de las verdades últimas.
A partir de un discurso ácidamente crítico, el narrador decodifica las raíces del fanatismo ciego, el pensamiento único y el inconcebible dogma de fe que erige nuevos muros de intolerancia.
El perfil alegórico está presente también en «El ombligo del mundo, 2055», un inquietante cuento de ciencia ficción y anticipación.
También este relato está ambientado en una sociedad amurallada, celosamente vigilada y controlada por un poder que todo lo escruta, al punto de tener la omnipotente cualidad de leer el pensamiento.
Son claras las alusiones a «1984», la emblemática novela del británico George Orwell y a su autoritario «Gran hermano», involuntario inspirador de un frívolo programa televisivo que anestesia cotidianamente el intelecto de quienes masivamente lo consumen.
Mientras «Las máscaras» constituye una potente metáfora en torno a la deshumanización de un mundo terriblemente globalizado, dos cuentos ambientados en un paraje imaginario banalizan deliberadamente la condición humana.
Tanto «El periodista» como «Obras públicas», retratan el grotesco rostro de la más inconcebible desmesura, expresada en los delirios de un falso astrólogo y los insólitos proyectos de un alcalde que aspira a inmortalizar su nombre en la historia.
En «El primer hombre», aflora la muerte como protagonista y materia de reflexión ontológica. El inexorable desenlace biológico es asumido como pesadilla, en tanto el ser humano es la única criatura de la naturaleza consciente de la caducidad de la materia.
Las tribulaciones de un pensador también irrumpen en «El puro fuego de las ideas», relato que alude simbólicamente a la locura, al descaecimiento y la erosión provocada por los tiempos biológicos y hasta a la decadencia de las ideas.
En los catorce relatos incluidos en este libro, Jorge Majfud retrata diversas facetas del comportamiento humano, a menudo sometido a situaciones límite.
Aunque la calidad de las narraciones no es siempre pareja y hay algunos errores de edición, la obra corrobora la indudable cualidad de agudo retratista que ostenta el autor.
La mayoría de los relatos, que abrevan naturalmente de la experiencia y de una ulterior reflexión, confirman que Majfud es un intelectual lúcido y preocupado por los grandes dilemas de nuestro tiempo.
No vano apela frecuentemente a una severa interpelación, con el propósito de cuestionar algunas de las conductas más absurdas e irracionales que caracterizan al mundo contemporáneo.
«Perdona nuestros pecados» es un catálogo de historias humanas de trazo casi siempre desencantado, que discurre entre lo meramente anecdótico y el ensayo, sin soslayar la frecuente apelación al absurdo, la desmesura y el humor de tono ácidamente sardónico.
(AG. Ediciones)
Publicado en La República de Uruguay, el 3 de junio de 2007
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