América Latina, hoy y los años por venir

Syriza

Por Dimitris Givis para Syriza.org

http://epohi.gr/synenteuxh-me-ton-xorxe-maxfount-kathghth-latinoamerikanikhs-logotexnias-kai-diethnwn-spoudwn-sto-panepisthmio-tzaksonvil

 

Entrevista con Jorge Majfud: América Latina, hoy y los años por venir

 

  1. ¿Cómo evalúa usted la situación actual de América Latina en términos generales?

América Latina tuvo una de sus mejores décadas de su historia, aproximadamente entre 2005 y 2015, la que coincidió con un giro político de sus gobiernos electos hacia la izquierda con diversos grados de cambio y estilos de gobiernos. Faltaron muchas reformas (educación, infraestructura) pero se redujo la pobreza como nunca antes. Aunque el precio de las comodities ayudó, es falso que esto explique por sí solo la bonanza esa década, ya que en el pasado hubo mayores bonanzas de las exportaciones de materias primas con un efecto contrario: a medida que crecía el PIB crecía también la pobreza y la marginación. Sin embargo, el retorno de la región a la derecha conservadora y neoliberal se debe a (1) un contexto mundial (nuevos nacionalismos medievales y descontento del Primer mundo con la Globalización y las democracias liberales) y (2) el despertar de la vieja cultura colonialista, la tradición del hacendado, del peonaje, y una mentalidad militarista propia de la larga historia de dictaduras y otros abusos tradicionales.

Esta reacción de la derecha tribalística (amplificada por las leyes propias de las redes sociales) no es otra cosa que una reacción a un proceso histórico mayor, reiniciada siglos atrás, hacia la liberación de las mayorías marginales (negros, mujeres, homosexuales, pobres de todo tipo). Se trata de una reacción iniciada en Europa y Estados Unidos por su pérdida de poder relativo y por su pérdida de autoestima (cultural y racial) y por el cambio de roles (de invasores reales a supuestos invadidos, de victimarios a victimizados). Es, también, una reacción diseñada por la elite multimillonaria que es capaz de convencer hasta los esclavos que, de no ser por ella, todos estaríamos peor y no se hubiese inventado ni la rueda ni el cero.

  1. ¿Se podría decir que la reacción de esa derecho ha perdido su momento en América Latina demostrando la incapacidad de las políticas neoliberales para obtener un respaldo popular o es demasiado temprano para sacar ese tipo de conclusiones?

JM: En parte sí, es una reacción que ha perdido fuerza, pero al matrimonio de conservadores y neoliberales aún le queda algunos años en el poder político (Brasil, por ejemplo) y muchas décadas en la mentalidad de la clase dirigente tradicional latinoamericana sostenidas por sus tradicionales servidores. Lo que Malcom X llamaba “los negros de la casa”. Las raíces clasistas y autoritarias, el odio por los pobres, el desprecio por los negros y los indios en América Latina son tan difíciles de extirpar como el racismo, el sentido de superioridad racial y la paranoia armamentística en Estados Unidos.

  1. ¿Cómo podrían los movimientos sociales y sus posibles nuevas tácticas darles alguna esperanza al pueblo latinoamericano, considerando el retroceso de los gobiernos progresistas en el continente? ¿Qué perspectivas o posibilidades les ve usted?

JM. Casi todos los progresos sociales que ocurrieron en Estados Unidos en el siglo XX se debieron a los demonizados grupos de resistencia a la Guerra de Vietnam en los años 60s. Hoy los estadounidenses han aprendido a ser mucho más dóciles y, por eso, el 0,1 por ciento más rico puede continuar secuestrándole más riqueza al resto de la sociedad sin que haya reacciones significativas. Pero una reacción histórica es cuestión de tiempo.

En América Latina no es diferente, aunque en ese continente no se imprime el dólar ni sus países tienen cientos de bases militares alrededor del mundo para presionar, intimidar y cerrar buenos negocios. Pero sus múltiples movimientos populares, muchos continuadores de una antigua tradición de resistencia indígena, sean de resistencia (como en Ecuador) o de organización política (como en Uruguay) son no sólo una barrera para los abusos del poder sino, también, la razón de cualquier conquista popular. Todo lo que cae desde arriba es sólo anestesia social.

  1. ¿Qué dilemas le plantean las próximas elecciones en Argentina, Uruguay y Bolivia?

JM: En mi modesta opinión, el caso argentino es el más claro: es urgente detener las políticas neoliberales que, a través del actual presidente Macri y sus creyentes, empezaron por desestabilizar la sociedad imponiéndoles el pago de casi todo el esfuerzo social, subiendo los precios de los servicios básicos a fuerza de insensibilidad exitista, quebrando el tejido social y, como consecuencia, arruinando la misma economía nacional que los neoliberales se jactan de conocer muy bien; endeudando un país y la generación siguiente con el viejo y maldito recurso de los préstamos del FMI, sin siquiera lograr una reversión de la catástrofe, sino el agravamiento de la deuda y de la pobreza colectiva.

En cuanto a Uruguay, por ahora el objetivo es continuar resistiendo un contexto regional prolongado de recesiones, de crisis sociales, de violencia civil, de narcotráfico. Al mismo tiempo, resistir y evitar el regreso de los salvadores neoliberales que ya quebraron el país en el 2001, en sintonía con otros neoliberales más agresivos, como la Argentina de Carlos Menem. Uruguay debe, también, evitar las tentaciones militaristas, las que afirman saber cómo resolver cada problema a los tiros y a las patadas, tal como propuso en Brasil el capitán apologista de las pasadas dictaduras militares, Jair Bolsonaro. Brasil, el eterno país del futuro, ya tuvo una década dorada gracias a un presidente sindicalista, sin titulo de doctor o de general, y eso no lo soportan las viejas elites, acostumbradas a humillar y oprimir a los de abajo.

En el caso de Bolivia, Evo Morales es uno de los presidentes más exitosos de América del Sur, como lo fuera Rafael Correa en Ecuador, y por eso la gran prensa mundial casi nunca habla de él sino de Nicolás Maduro. Evo tiene mucho que corregir de sus administraciones anteriores, como por ejemplo no creerse imprescindible. Sin embargo, la idea de que “Evo es un dictador” porque es el clásico líder latinoamericano que se enamora del poder, deja de lado la consideración de hechos simples como que Franklin D. Roosevelt fue presidente de Estados Unidos cuatro veces consecutivas, o que Angela Merkel en Alemania o Benjamín Netanyahu en Israel han sido reelectos múltiples veces y el centro del mundo nunca se atrevería a llamarlos autoritarios y, mucho menos, dictadores. En la narración hegemónica de la realidad está el germen del autoritarismo, del colonialismo y del racismo que, por sutil, no deja de ser menos efectivo y menos brutal.

  1. ¿Cómo evalúa usted las políticas neoliberales que fueran impuestas sobre América latina y que aún predominan en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y otros? ¿Podemos decir que el neoliberalismo ha fallado en el continente latinoamericano?

 JM: La idea de fracaso es como la idea de éxito. Todo depende del propósito de cada uno. El neoliberalismo no ha fracasado en el sentido de que ha impuesto sus objetivos en muchas partes del mundo, especialmente desde el trabajo de hormiga que el profesor de la Universidad de Chicago, Milton Friedman, comenzó en los años 50s para contrarrestar el “socialismo” que sacó a Estados Unidos de la Depresión. En América Latina el gran experimento fue Chile: se acosó al gobierno socialista de Salvador Allende (como se hizo con Irán en 1953, con Guatemala en 1954, con Cuba en los 60s) hasta destruir su economía. Una vez instalado en su lugar el general Augusto Pinochet, un dictador de perfil Nazi, los campeones del neoliberalismo no tuvieron ninguna resistencia para hacer y deshacer. Como ocurriese con dictaduras anteriores en otros países, Estados Unidos inundó ese país con créditos y ayudas económicas y morales para que tuviese éxito y así mostrar al mundo un buen ejemplo. Es el mismo método que se sigue usando en diversas partes del mundo: acoso a cualquier opción al capitalismo salvaje y ayuda ilimitada a sus aduladores.

Obviamente, desde el punto de vista de la población y de las promesas de sus sacerdotes, el neoliberalismo ha fracasado repetidas veces, con una frecuencia que asombra y no habla bien de una parte significativa de la población que lo sufre y lo apoya con fanatismo.

15 de octubre 2019

Συνέντευξη με τον Χόρχε Μαχφούντ , καθηγητή λατινοαμερικανικής λογοτεχνίας και διεθνών σπουδών στο πανεπιστήμιο Τζακσονβιλ

 

Στη Λατινική Αμερική το μεγάλο πείραμα ήταν η Χιλή

 

** Στη Λατινική Αμερική, η ταξικότητα, ο αυταρχισμός, το μίσος για τους φτωχούς, η περιφρόνηση για τους μαύρους και τους ινδιάνους, είναι τόσο δύσκολο να καταργηθούν, όπως είναι ο ρατσισμός, η αίσθηση της φυλετικής υπεροχής, και η παράνοια των όπλων στις ΗΠΑ.

Τη συνέντευξη πήρε
ο Δημήτρης Γκιβίσης

Ποια είναι η γενική εικόνα που έχεις για τις εξελίξεις στην Λατινική Αμερική;
Η Λατινική Αμερική είχε μία από τις καλύτερες δεκαετίες στην ιστορία περίπου μεταξύ 2004 και 2014, που συνέπεσε με μια πολιτική στροφή προς τα αριστερά με ποικίλους βαθμούς αλλαγών και μορφών κυβερνήσεων. Απέτυχαν σε πολλές μεταρρυθμίσεις (εκπαίδευση, υποδομή), αλλά πολλά πολιτικά δικαιώματα προστατεύθηκαν από νέους νόμους, και η φτώχεια μειώθηκε όσο ποτέ πριν. Αν και η υψηλή τιμή των εμπορευμάτων βοήθησε, είναι λάθος να το αποδίδουμε αυτό μόνο στην περίοδο της ανθηρής οικονομίας λόγω των μεγάλων εξαγωγών, καθώς στο παρελθόν υπήρχαν μεγαλύτερες τέτοιες περίοδοι με το αντίθετο αποτέλεσμα: καθώς τα ΑΕΠ των χωρών αυξήθηκαν, αυξήθηκαν επίσης η φτώχεια και η περιθωριοποίηση. Τώρα, η επιστροφή της περιοχής στις συντηρητικές και νεοφιλελεύθερες πολιτικές οφείλεται πρώτον σε ένα νέο παγκόσμιο πλαίσιο (νεομεσαιωνική ρητορική, εθνικισμοί, και δυσαρέσκεια τόσο με την παγκοσμιοποίηση όσο και με τις φιλελεύθερες δημοκρατίες στον Πρώτο Κόσμο), και δεύτερον στην αφύπνιση της παλιάς αποικιοκρατικής κουλτούρας, της παράδοσης του γαιοκτήμονα και των εργατών γης, και μιας παλιάς μιλιταριστικής νοοτροπίας, χαρακτηριστική της μακράς ιστορίας της δικτατορίας και του ξένου παρεμβατισμού στο όνομα της «εθνικής ασφάλειας». Αυτή η αντίδραση της φυλετικής δεξιάς πτέρυγας, ενισχυμένη από τους νόμους των ΜΜΕ, δεν είναι παρά μια αντίδραση σε μια μεγαλύτερη ιστορική διαδικασία, στην απελευθέρωση των περιθωριοποιημένων πλειοψηφιών (μαύροι, γυναίκες, ομοφυλόφιλοι, φτωχοί). Πρόκειται για μια αντίδραση που ξεκίνησε στην Ευρώπη και στις ΗΠΑ για την απώλεια της σχετικής εξουσίας τους και της αυτοεκτίμησής τους (πολιτιστική και φυλετική), και την αλλαγή των ρόλων (από εισβολείς σε κατακτημένους, από θύτες σε θύματα). Είναι επίσης μια αντίδραση που χρησιμοποιείται από τις ελίτ των δισεκατομμυριούχων, οι οποίοι είναι ικανοί να πείσουν ακόμα και τους σκλάβους ότι αν δεν ήταν αυτοί θα ήμασταν όλοι χειρότερα, και ούτε ο τροχός ούτε το παραμικρό θα είχαν εφευρεθεί.

Θέμα χρόνου

Θεωρείς ότι η δεξιά αντεπίθεση έχει χάσει τη δυναμική της στη Λατινική Αμερική;
Εν μέρει, ναι, είναι μια αντίδραση που έχει χάσει τη δύναμή της. Αλλά ο ετερόκλητος γάμος συντηρητικών και νεοφιλελεύθερων, θρησκειών και εμπόρων, έχει ακόμα αρκετά χρόνια στην πολιτική εξουσία (π.χ. στη Βραζιλία), και πολλές δεκαετίες στη νοοτροπία των παραδοσιακών λατινικοαμερικανικών αρχουσών τάξεων, και έχει ριζώσει σε ένα σημαντικό τμήμα των ανθρώπων. Είναι αυτό που ο Μάλκολμ X αποκάλεσε «the House Negro» (σημ: είναι ένας ιστορικός όρος για τον σκλάβο σπιτιού αφρικανικής καταγωγής). Στη Λατινική Αμερική, η ταξικότητα, ο αυταρχισμός, το μίσος για τους φτωχούς, η περιφρόνηση για τους μαύρους και τους ινδιάνους, είναι τόσο δύσκολο να καταργηθούν, όπως είναι ο ρατσισμός, η αίσθηση της φυλετικής υπεροχής, και η παράνοια των όπλων στις ΗΠΑ.

Μπορούν σήμερα τα κοινωνικά κινήματα και οι νέες χειραφετητικές πρακτικές να ξαναδώσουν την ελπίδα στους λαούς της Λατινικής Αμερικής, απέναντι στην εξάντληση του κρατικού προοδευτισμού;
Σχεδόν όλη η κοινωνική πρόοδος που σημειώθηκε στις ΗΠΑ στον 20ο αιώνα, οφειλόταν στις δαιμονοποιημένες ομάδες αντίστασης στον πόλεμο του Βιετνάμ τη δεκαετία του ‘60. Σήμερα οι Αμερικανοί έχουν μάθει να είναι πιο υπάκουοι και, ως εκ τούτου, το πλουσιότερο 0,1% μπορεί να συνεχίζει να απαγάγει περισσότερο πλούτο από την υπόλοιπη κοινωνία χωρίς σημαντικές αντιδράσεις. Αλλά μια ιστορική απάντηση είναι θέμα χρόνου. Στη Λατινική Αμερική δεν είναι διαφορετικά, αν και δεν μπορεί να εκτυπώσει δολάρια, ούτε να έχει εκατοντάδες στρατιωτικές βάσεις σε όλο τον κόσμο, για να πιέζει, να εκφοβίζει, και να κλείνει καλές συμφωνίες. Όμως τα πολυάριθμα λαϊκά κινήματα, όπως στον Ισημερινό, και οι πολιτικές οργανώσεις, όπως στην Ουρουγουάη, δεν αποτελούν μόνο εμπόδιο στις καταχρήσεις της εξουσίας, αλλά και ο λόγος για το κάθε λαϊκό επίτευγμα. Μόνο η βροχή και η κοινωνική αναισθησία πέφτουν φυσικά από πάνω.

Για τις εκλογές σε Βολιβία, Αργεντινή και Ουρουγουάη

Ποια είναι τα διλήμματα που αναδύονται ενόψει των σημερινών εκλογών στη Βολιβία, και αυτών της επόμενης Κυριακής στην Αργεντινή και την Ουρουγουάη;
Κατά τη γνώμη μου, η περίπτωση της Αργεντινής είναι η πιο ξεκάθαρη: επείγει να σταματήσουν οι νεοφιλελεύθερες πολιτικές, που με τον σημερινό πρόεδρο επιχειρηματία και τους πιστούς του αποσταθεροποίησαν την κοινωνία στο όνομα της «υπευθυνότητας και του ρεαλισμού», αυξάνοντας τις τιμές των βασικών κοινωνικών υπηρεσιών, συγχέοντας μια χώρα με μια ιδιωτική επιχείρηση, σπάζοντας τον κοινωνικό ιστό, και καταστρέφοντας την ίδια την οικονομία που οι νεοφιλελεύθεροι καυχώνται ότι γνωρίζουν πολύ καλά: επιστροφή στο ΔΝΤ, αστρονομικό χρέος που θα πληρωθεί από την επόμενη γενιά, αυξανόμενη φτώχεια. Όσον αφορά την Ουρουγουάη, προς το παρόν, ο στόχος είναι να συνεχιστεί η αντίσταση σε ένα παρατεταμένο περιφερειακό πλαίσιο ύφεσης, κοινωνικών κρίσεων, πολιτικής βίας, και διακίνησης ναρκωτικών. Ταυτόχρονα, να αντέξει και να αποφύγει την επιστροφή των ίδιων νεοφιλελεύθερων σωτήρων που διέλυσαν τη χώρα το 2001, σε συμφωνία με άλλους πιο επιθετικούς νεοφιλελεύθερους, όπως την Αργεντινή του Κάρλος Μένεμ. Η Ουρουγουάη πρέπει επίσης να αποφύγει τους μιλιταριστικούς πειρασμούς, που ισχυρίζονται ότι γνωρίζουν πως να λύσουν το κάθε πρόβλημα μόνο φωνάζοντας και πυροβολώντας, όπως πρότεινε στη Βραζιλία ο Ζαΐρ Μπολσονάρο, ο θαυμαστής των στρατιωτικών δικτατοριών. Όσον αφορά τη Βολιβία, ο Έβο Μοράλες είναι ένας από τους πιο επιτυχημένους προέδρους της Νότιας Αμερικής, όπως ήταν στον Ισημερινό ο Ραφαέλ Κορέα, και αυτός είναι ο λόγος για τον οποίο τα μεγάλα παγκόσμια μέσα ενημέρωσης δεν μιλάνε σχεδόν ποτέ για αυτόν, παρά μόνο για τον Νικολάς Μαδούρο. Ο Έβο έχει πολλά να διορθώσει από τις προηγούμενες διοικήσεις του, όπως το να μη θεωρεί τον εαυτό του απαραίτητο. Ωστόσο, η ιδέα ότι «ο Έβο είναι δικτάτορας», επειδή είναι ο κλασσικός ηγέτης της Λατινικής Αμερικής που επανεκλέγεται πολλές φορές, παραβλέπει το γεγονός ότι ο Φραγκλίνος Ρούσβελτ ήταν πρόεδρος των ΗΠΑ για τέσσερις συνεχόμενες θητείες, και ότι η Άνγκελα Μέρκελ στη Γερμανία ή ο Μπενιαμίν Νετανιάχου στο Ισραήλ έχουν επανεκλεγεί επίσης πολλές φορές. Το κέντρο του κόσμου δεν θα τολμούσε ποτέ να τους αποκαλέσει αυταρχικούς και, πόσο μάλλον, δικτάτορες. Αυτό είναι το ηγεμονικό αφήγημα, όπου υπάρχει ο πραγματικός αυταρχισμός.

Έχοντας υπόψη τα αποτελέσματα των νεοφιλελεύθερων πολιτικών που εφαρμόστηκαν στην περιοχή, και συνεχίζονται σε Αργεντινή, Χιλή, Βραζιλία, Κολομβία κλπ, μπορούμε να πούμε ότι ο νεοφιλελευθερισμός απέτυχε στη Λατινική Αμερική;
Η ιδέα της αποτυχίας είναι σαν την ιδέα της επιτυχίας. Όλα εξαρτώνται από τον σκοπό του καθενός. Ο νεοφιλελευθερισμός δεν έχει αποτύχει, με την έννοια ότι έχει επιβάλει τους στόχους του σε πολλά μέρη του κόσμου, ειδικά αφότου το έργο του Μίλτον Φρίντμαν ξεκίνησε στη δεκαετία του ‘50 για να εξουδετερώσει τον «σοσιαλισμό» που έβγαλε τις ΗΠΑ από την ύφεση. Στη Λατινική Αμερική το μεγάλο πείραμα ήταν η Χιλή: η σοσιαλιστική κυβέρνηση του Σαλβαδόρ Αλιέντε παρενοχλήθηκε, όπως έγινε με το Ιράν το 1953, τη Γουατεμάλα το 1954, την Κούβα τη δεκαετία του ΄60, κλπ, μέχρι την καταστροφή της οικονομίας της. Αυτό είχε προγραμματιστεί πολύ πριν ο Αουγκούστο Πινοσέτ, ένας ναζί – δικτάτορας, γίνει ο πρωταθλητής του νεοφιλελευθερισμού. Όπως συνέβη και με τις προηγούμενες δικτατορίες, για παράδειγμα τη Βραζιλία, οι ΗΠΑ πλημμύρισαν τη χώρα με πιστώσεις και οικονομικά και ηθικά βοηθήματα, ώστε να πετύχει και έτσι να δείξουν στον κόσμο ότι είναι ένα καλό παράδειγμα. Είναι η ίδια μέθοδος που χρησιμοποιείται ακόμα σε διάφορα μέρη του κόσμου: παρενόχληση της οποιασδήποτε επιλογής απέναντι στον άγριο καπιταλισμό, και απεριόριστη βοήθεια στους κόλακές του. Προφανώς, από την άποψη του πληθυσμού και των υποσχέσεων των κηρύκων του ο νεοφιλελευθερισμός έχει επανειλημμένα αποτύχει, με μια συχνότητα και επανάληψη που εκπλήσσει, και δεν εκφράζει σωστά ένα σημαντικό μέρος του πληθυσμού που υποφέρει και τον υποστηρίζει με φανατισμό.

Σημ: Ο Χόρχε Μαχφούντ γεννήθηκε στην Ουρουγουάη, και είναι ένας από τους σημαντικότερους συγγραφείς μιας νέας γενιάς λατινοαμερικάνων διανοούμενων. Έχει εκδώσει διάφορα βιβλία, αρκετά από αυτά σε συνεργασία με συγγραφείς όπως ο Ζοζέ Σαραμάγκου, ο Εδουάρδο Γκαλεάνο, ο Σλαβόι Ζίζεκ, και ο Μάριο Βάργκας Λιόσα, μεταξύ άλλων.

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Entrevista: Acuerdos internacionales

Revista Siempre! México.

 

1) ¿Cómo interpretas la actitud de Donald Trump ante quienes han sido considerados grandes aliados de Estados Unidos? 

JM: Primero, como una actitud personal con implicaciones nacionales. Trump, movido por su propio super Ego, y los de su misma especie, los super ricos en su etapa Post-democracia-liberal, prefieren regímenes más personalistas donde el resto de los seres humanos son piezas de recambio, sin derechos (como la naturaleza misma desde el Renacimiento) y los capitales gozan de toda la libertad para hacer y deshacer, para construir y destruir. En esta etapa, el capitalismo se siente mucho más cómodo con los regímenes comunistas (oops!) que con las democracias liberales. En realidad, el “capitalismo de elite” (no me refiero a sus fanáticos defensores, aquellos que tienen un pequeño negocio y apenas pueden pagar el seguro de salud de sus hijos) siempre se sintió más cómodo con diferentes formas de autoritarismo, porque todo gerente de una transnacional es un pequeño (o gran) dictador, pero en el pasado debió afinar sus estrategias para adaptarse al consenso de las democracias liberales, resultado de la Segunda Guerra mundial en 1945, primero, y de la Guerra Fría en 1990, después. Sospecho que el modelo actual lo aportaron las dictaduras militares latinoamericanas, apoyadas también por las grandes transnacionales durante el siglo XX, sólo que en lugar de ser regímenes comunistas eran regímenes conservadores, de derecha.

Trump haría lo que fuese necesario para mantenerse en las noticias y, a largo plazo, en la historia. Es un juego peligroso, porque puede dejarlo bocabajo. Por ahora la clásica arrogancia del matón, del bully del barrio, tiene el crédito de una economía que venía de una década sostenida de recuperación, sobre todo para los más ricos, y se encuentra con vientos positivos de los mercados mundiales. Las desregulaciones bancarias y la reforma impositiva le van a dar más oxigeno aún a los inversores (no a los de abajo sino a los de arriba, que son quienes pesan más en los promedios del PIB), pero al mismo tiempo pondrá a las economías, incluida la de Estados Unidos, en una vulnerabilidad peligrosa para dentro de pocos años. Una recesión es lo menos dramático que debemos esperar, pero suficiente para que el rey caiga de su trono. El bolsillo, no la moral ni la justicia, es el órgano más sensible de un votante.

2) ¿Qué repercusiones puede tener esto en el contexto mundial?

JM: A corto plazo muy poco, pero a largo plazo forzará a muchos países, como México, Canadá y los europeos, a acostumbrarse a mirar para otro lado. Tarde o temprano descubrirán alternativas que no le servirán a la hegemonía de Estados Unidos. Recordemos que hoy esas alternativas (de mercados, pero también militares) son mucho mayores que hace diez o veinte años. Trump está jugando con fuego. Pero, como dice el dicho, “quien a hierro mata…”

Si un mérito tiene Trump ha sido el de mostrar la caricatura de lo que siempre fue el mundo gobernado desde el poder del dinero y las armas. Si algo ha demostrado Kim Jong-un es que, si no tienes dinero y si no respetas los derechos humanos, debes tener al menos una bomba atómica y presumir de tener diez. Sólo esto vale mil veces más que los otros dos elementos. Sospecho que a Kim Jong-un algo le salió mal en su proyecto atómico, tal vez un accidente que sepultó una buena parte de sus proyectos, o simplemente considera que llegó el momento de cobrar en efectivo la deuda psicológica generada por años de amenazas bélicas. La lección debería ser clara. Kim Jong-un es el ganador en este juego. Para Trump, es un reality show global y el mundo le sirve como adulación y alimento para su megalomanía.

La vieja excusa de los Derechos Humanos por parte de los líderes más poderosos del mundo se ha terminado por revelar en toda su falsedad, aunque ni aun así es titular de ningún medio.

3) ¿Qué es lo que intenta obtener Trump con estas acciones que ha desestabilizado a sus contrapartes y prácticamente lo consideran como una falta de seriedad?

JM: Creo que en principio Trump juega con las reglas que conoce, las del hombre de negocios, y la presión, el regateo y la venta de ilusiones a propios y ajenos están en su naturaleza. ¿Por qué destroza un acuerdo nuclear con Irán y crea uno con Corea del Norte, supuestamente una dictadura comunista que viola los derechos humanos? Porque el primero fue obra de Obama y el segundo será Su obra. Así de simple y trágico. No hay que subestimar la estupidez humana. Claro que luego podemos ver las necesidades y los intereses económicos y estratégicos que pueden o no coincidir con los caprichos del emperador.

4) ¿Podríamos decir que el término «aliados», usado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, será cambiado por alguna otra instancia?

JM: Es muy temprano para decirlo. Se atribuye a Churchill la confesión de que “el Reino Unido no tiene amigos sino intereses”. Esa sinceridad revela muchas hipocresías y la obviedad de que los enemigos de hoy pueden ser los amigos de mañana. Bastaría con considerar los casos de Japón y Alemania para Estados Unidos. Por otra parte, por sus culturas, por su historia y por su proximidad geográfica, Estados Unidos y Europa están obligados a relacionarse más o menos de forma estrecha. Cuando Estados Unidos intentaba invadir Irak en el 2002 y durante la invasión en el 2003, muchos estadounidenses no comían papas fritas (lo cual fue un sacrificio mayor), porque, como sabes, aquí se llaman “french fries”. El odio a Francia había alcanzado niveles tan irracionales somos esa absurda guerra cuyas consecuencias todo el mundo está sufriendo hoy. Cuando hace diez años dije en una charla que la guerra en Irak había sido lanzada en base a mentiras, estudiantes activistas del partido republicano se levantaron y se fueron de la sala. Hace un par de años, en plena campaña electoral, Trump dijo lo mismo (motivado por su enemistad tribal con la familia Bush) y los republicanos lo aplaudieron de forma histérica. La gente tiene mucha memoria temporal pero poca memoria histórica. Trump lo sabe o lo siente, como buen hombre de negocios: para los dueños del mundo, la verdad, la realidad es lo que uno cree o imagina y todo lo demás sólo importa a un grupo pequeño de críticos, académicos o “perdedores” (de ahí tanto odio a las ciencias, la que sólo da un paso cuando consigue las pruebas, no cuando se cansa de repetir un sermón). En pocos años Trump caerá y Europa tendrá otros líderes. Los enemigos de hoy serán amantes mañana y así todo. Claro que algunas cosas no son tan fluctuantes. La decadencia relativa de Occidente se segará confirmando. Esto es, una buena y una mala noticia al mismo tiempo.

Junio 13, 2018.

 

 

 

Capotean Interview

by Toni Montesinos (originally published in Spanish here >>)

 

In 1972, Truman Capote published an original text that became the autobiography that has never been written. He titled it «Self-portrait» (in The Dogs Bark, 1973), and in it he gave himself with cunning and brilliance. Those questions that serve to proclaim his frustrations, desires, and customs, now, extracted, for the most part, form the following «Capotean interview», with which they devote themselves to the other side, that of life, of Jorge Majfud. 

 

If you had to live in one place, never being able to leave it, which one would you choose?

In reality, that place exists: it is childhood. Now, if it were to be a physical, particular place, I think it would be that huge tree on my grandparents’ farm where I could see my loved ones who are no longer there and, somehow, those who were not there yet.

Do you prefer animals over people?

Sometimes. It does not depend on what animals but on what people.

Are you cruel?

So so, like everyone else. Frequently, truth is a form of cruelty and one must decide if it is worth it. Other times, one is cruel only through ignorance or petty passions, such as annoyance or frustration.

Do you have lots of friends?

I have a few friends sure and many friends maybe.

What characteristics do you look for in your friends?

I do not look for anything in particular. Each one is different and friendship, like love, is something that happens without any logic.

Do your friends usually disappoint you?

Yes, like any other kind of human being. But I worry much more about disappointing them.

Are you a sincere person?

I do not think anyone can answer that question sincerely. More than sincere, I try to be honest. 

How do you prefer to spend your free time?

Reading a book that does not kill my time. Talking to someone who does not kill me over time. 

What are you afraid of the most?

The suffering of my loved ones.

What scandalizes you, if there is anything that scandalizes you?

At my age almost nothing scandalizes me. I am disgusted with hypocrisy, the scandal of a kiss and the tolerance of violence, the death of a single child under smart bombs, the oppression of entire peoples, the Lies of Mass Destruction. 

If you had not decided to be a writer, to lead a creative life, what would you have done?

If I were not a writer walking or washing dishes would be a lot less interesting. I don’t know, I have done many different things in my life. Maybe I would have been a physicist. I was always attracted to Theory of Relativity.

Do you practice any type of physical exercise?

If walking on the beach is an exercise …

Can you cook?

No, but I try almost every day.

If Reader’s Digest commissioned you to write one of those articles on «an unforgettable character,» who would you choose?

I would not know who to write about. We are all forgettable.

What is the most hopeful word in any language?

«Sorry».

And the most dangerous?

«Patriotism.»

Have you ever wanted to kill someone?

Never, even as a child, despite having seen so many people die and kill themselves.

What are your political leanings?

I always resisted all temptations, which were not few, to associate with a political party. The parties split, divide in very arbitrary ways. They are a necessary evil, like the monolineal simplification of left and right. Now, among all the simplifications I prefer the less used up and down and take sides for those below. 

If you could be something else, what would you like to be?

Someone who could abolish pain and death.

What are your main addictions?

Read, drink two beers, travel to the past, imagine what will come, people’s timeless smile … I do not know, so many things. In short, life.

And your virtues?

I hope that I have some, although who knows if this has any importance.

Imagine that you are drowning. What images, within the classical scheme, would pass through your head?

The water, I suppose.

«No le conviene a Trump que Flynn hable» Entrevista

Entrevista con Jorge Majfud

Gerardo Yong

Michael Flynn no ve la suya. A mediados de febrero tuvo que renunciar a su cargo como asesor en seguridad nacional por haber omitido que se reunió con diplomáticos rusos durante la campaña de Donald Trump. Acosado por las investigaciones del comité de inteligencia del Senado y el FBI, esta semana pidió inmunidad a cambio de revelar información sobre los contactos que mantuvo con el Kremlin, los cuales podrían haber llevado a la victoria del magnate inmobiliario.Ambas instituciones le negaron su petición, principalmente porque resulta difícil que alguien que está siendo investigado pueda solicitar ese tratamiento especial. Poco después, las cosas empeoraron para él cuando se reveló que en su declaración de bienes ocultó los pagos que había recibido por parte de empresas rusas. En un intento por corregir esta situación, Flynn presentó una lista complementaria pero no pudo salvarse del escándalo y ahora se encuentra al borde de sufrir consecuencias legales.Según algunos analistas internacionales, Flynn está tratando de salvarse a cómo dé lugar y de sortear esta situación que pondría en serios predicamentos al gobierno de Trump. Para otros, les trae el recuerdo de la situación enfrentada durante la administración republicana de Ronald Reagan, cuando el coronel Oliver North intentó capotear las investigaciones sobre la venta ilegal de armas a Irán, así como el desvío de fondos a la guerrilla anticomunista en Nicaragua.
Ni siquiera habían pasado 24 horas luego de la negativa de inmunidad a Flynn cuando la administración Trump recibió otro golpe: Steve Bannon, considerado la columna vertebral de la política dura del magnate, fue despedido del Consejo de Seguridad Nacional. ¿La razón? Su abierta tendencia a rechazar todo lo que brille como islámico, así como su apego a una cercanía con Rusia.Esta fue la culminación de una jugada iniciada por el teniente general Herbert Raymond McMaster quien, desde que asumió el cargo de consejero de Seguridad Nacional hace un mes, se opuso a las técnicas radicales de Bannon por considerarlas poco realistas y efectivas, además de ser alguien que carecía de experiencia militar.Reconocimiento de culpaEn entrevista con Siempre!, el analista y catedrático en la Universidad de Georgia, Estados Unidos, Jorge Majfud señaló que el caso de Flynn ya contiene un reconocimiento tácito de culpabilidad que puede afectar al gobierno de Trump.Asimismo, indicó que el magnate neoyorquino se encuentra nervioso ante la posibilidad de que su exasesor pueda revelar información comprometedora. Hasta el momento, Trump solo ha señalado que Flynn es víctima de una “caza de brujas”, pero no ha intentado defenderlo abiertamente. Por el contrario, ha buscado desmarcarse del asunto lo más lejos posible y de rectificar un gobierno que se está convirtiendo en una pesadilla por todos los desaciertos que ha registrado en tan poco tiempo. Aquí les presentamos las respuestas que este experto uruguayo proporcionó a nuestro medio vía correo electrónico.

¿Qué implicaciones tiene la solicitud de inmunidad que pide Michael Flynn a cambio de revelar la información sobre sus contactos con Rusia?
En primer lugar, yo diría que cuando alguien solicita inmunidad a cambio de una declaración es porque se tiene la conciencia sucia. ¿Qué puede tener de malo que alguien tenga amigos rusos? Bueno, en este caso los indicios y las sospechas de relaciones ilícitas se vienen acumulando desde hace bastante tiempo.Según el director del FBI (paradójicamente uno de los responsables directos del triunfo de Trump) no hay lugar a dudas de que existieron contactos y acciones concretas por parte del gobierno ruso para favorecer al viejo amigo americano. El único consuelo que nos queda a escépticos como yo es que Hillary Clinton no hubiese significado un mar de diferencias con el lunático que tenemos hoy en la Casa Blanca.
¿Cómo queda Trump y su administración ante esta situación? Es decir, en caso de que Flynn revele algo grande, se habla de interferir un proceso democrático y hasta de posible traición a la patria. ¿Qué opina? 
Según Trump, Flynn hizo lo correcto solicitando inmunidad debido a la existencia de una “caza de brujas”. No creo que al presidente le importe la suerte de su amigo más que la suya propia. Está preparando un discurso y una argumentación que podrá usar en su defensa en el futuro, que a todas luces es bastante oscuro.Más le conviene que Flynn no declare. Cuanto menos se sepa mejor. Para empezar, es muy difícil que un hombre de negocios, no cualquier honesto hombre de negocios sino un pez gordo que siempre ha jugado en la primera división del mundo, esté limpio. Tal vez pueda estarlo alguien como Bill Gates, alguien que hizo su fortuna de otra forma y sin proponérselo, pero no un especulador y mucho menos alguien como Trump, un ego desesperado por triunfos económicos, por golpes de fortuna cuando la realidad parecía decirle otra cosa en los años setenta y ochenta, alguien que en los noventa declaró pérdidas multibillonarias en un solo año (¿cómo un exitoso hombre de negocios pierde un cuarto de su fortuna en un año?) para evadir impuestos por una década, alguien que fue salvado por los millonarios negocios inmobiliarios en Rusia desde los ochenta y noventa. 

En espera del momento adecuadoSegún la prensa estadounidense, hay grandes políticos de su propio partido que están dando la espalda a Trump por lo oneroso que está resultando su gobierno y por su falta de práctica política, ¿qué opinión le merece?
El presidente solo representa la extrema derecha en su megalomanía militarista y antiestatal (los ricos están cansados de mantener a los pobres de la clase media), en sus convicciones patriarcales y raciales, pero no en su carencia de ortodoxia religiosa. No es que le estén dando la espalda ahora sino que cuando vieron que no podían ganarle en 2016 se arrodillaron para no perder sus puestos y posiciones en el poder, y no perderán ninguna oportunidad para deshacerse de él y poner en su lugar a un conservador más tradicional, como el vicepresidente Mike Pence. Simplemente, están esperando el momento o están calculando hasta dónde les conviene oponerse al presidente para no abrirles la puerta a los demócratas. Para estos, más vale un lunático propio que alguien más decente del otro partido.Por su lado, los demócratas están dejando jugar, es decir, han virtualmente desaparecido para que en el partido de gobierno se apuñalen unos a otros mientras la población espera con ansias la aparición de algo diferente que encarne las viejas frustraciones de la población, es decir, los demócratas otra vez, que vienen a ser más de lo mismo pero no tan caricaturescos.
Abril 2, 2017

Entrevista capotiana a Jorge Majfud

Por Toni Montesionos

 

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jorge Majfud.

 

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?

En realidad, ese lugar existe: es la infancia. Ahora, si tuviese que ser un lugar físico, particular, creo que sería aquel enorme árbol en la granja de mis abuelos donde podía ver a mis seres queridos que ya no están y, de alguna forma, a los que no estaban aún.

 

¿Prefiere los animales a la gente?

A veces. No depende de qué animales sino de qué gente.

 

¿Es usted cruel?

Más o menos, como todos. Con frecuencia, la verdad es una forma de crueldad y uno debe decidir si vale la pena. Otras veces, uno es cruel solo por ignorancia o por pasiones mezquinas, como pueden serlo el fastidio o la frustración.

 

¿Tiene muchos amigos?

Tengo unos pocos amigos seguro y muchos amigos tal vez.

 

¿Qué cualidades busca en sus amigos?

No busco nada en particular. Cada uno es diferente y la amistad, como el amor, es algo que se da sin ninguna lógica.

 

¿Suelen decepcionarle sus amigos?

Sí, como cualquier otro tipo de seres humanos. Pero me preocupa mucho más decepcionarlos a ellos.

 

¿Es usted una persona sincera?

No creo que nadie pueda contestar a esa pregunta sinceramente. Más que sincero intento ser honesto.

 

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?

Leyendo un libro que no me mate el tiempo. Conversando con alguien que no me mate con el tiempo.

 

¿Qué le da más miedo?

El sufrimiento de mis seres queridos.

 

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?

A mi edad ya casi nada me escandaliza. Me repugna la hipocresía, el escandalo ante un beso y la tolerancia a la violencia, a la muerte de un solo niño bajo bombas inteligentes, a la opresión de pueblos enteros, a las Mentiras de Destrucción Masiva.

 

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?

Si no fuera escritor caminar o lavar los platos sería mucho menos interesante. Nos sé, he hechos muchas cosas diferentes en mi vida. Tal vez hubiese sido físico. Siempre me atrajo la Teoría de la relatividad.

 

¿Practica algún tipo de ejercicio físico?

Si caminar por la playa es un ejercicio…

 

¿Sabe cocinar?

No, pero lo intento casi todos los días.

 

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?

No sabría sobre quién escribir. Todos somos olvidables.

 

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?

“Perdón”.

 

¿Y la más peligrosa?

“Patriotismo.”

 

¿Alguna vez ha querido matar a alguien?

Nunca, ni de niño, a pesar de haber visto tanta gente morir y matarse.

 

¿Cuáles son sus tendencias políticas?

Siempre resistí todas las tentaciones, que no fueron pocas, de asociarme a un partido político. Los partidos parten, dividen de formas muy arbitrarias. Son un mal necesario, como la simplificación monolineal de izquierda y derecha. Ahora, entre todas las simplificaciones yo prefiero la menos usada de arriba y abajo y tomar partido por los de abajo.

 

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?

Alguien que pudiese abolir el dolor y la muerte.

 

¿Cuáles son sus vicios principales?

Leer, beber dos cervezas, viajar al pasado, imaginar lo que vendrá, la sonrisa sin tiempo de la gente… No sé, tantas cosas. En fin, la vida.

 

¿Y sus virtudes?

Ojalá tenga alguna, aunque quién sabe si esto tiene alguna importancia.

 

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?

El agua, supongo.

 

T. M.

Un laberinto llamado América Latina

Por Carlos Manuel Salomón, PhD, University of California

 

En 2017 la editorial británica Routledge, especializada en temas académicos, publicará el libro The Routledge History of Latin American Culture editado por el activista y profesor latinoamericanista de la Universidad Estatal de California Dr. Carlos Salomón.

El libro cubre temas fundamentales en la exploración de un conocimiento profundo de la realidad latinoamericana que van desde los lejanos momentos en que dos formas de ver y entender el mundo se encuentran y colapsan a principios del siglo XVI hasta la problemática de las últimas olas migratorias y sus consecuentes reacciones pasando por la formación de las clases sociales en la colonia, los conflictos raciales, de género, sus expresiones artísticas, culturales y políticas. Diversos especialistas de diferentes procedencias analizan y reflexionan sobre una de las realidades más heterogéneas, complejas y contradictorias del mundo: América Latina a través de su historia, de su conciencia y de su inconsciente colectivo, a través de las diferentes regiones geográficas y simbólicas, en relación con el otro y consigo misma.   

Como forma de reflexiones finales, el profesor Salomón conversa con uno de sus autores, Jorge Majfud, acerca de las percepciones y problemáticas de la identidad latinoamericana en las Américas.

 

CS: Emigrar, aprender otras costumbres y otra lengua, cambia muchas cosas. ¿Ha cambiado su comprensión de América Latina desde su traslado a los Estados Unidos?

JM: Para comenzar habría que considerar una dimensión existencial que normalmente omitimos al responder este tipo de preguntas: yo ya no soy exactamente el mismo, soy doce años más viejo y casi todo se ve distinto desde esta altura de los cuarenta y siete. También eso que imprecisamente llamamos América Latina ha cambiado, casi tanto como el resto del mundo.

Luego sí podemos reflexionar sobre la dinámica cultural. Ver la cultura propia desde la inmersión de otra ajena es siempre revelador. Uno tiene con qué comparar y contrastar la visión interior y la exterior. Lo mismo ocurre con el lenguaje: a medida que aprendemos una segunda lengua nos volvemos más conscientes de la naturaleza de la primera.

América Latina es una región vasta y extremadamente diversa, por lo cual hablar de “nuestra cultura” es producto de otra trampa del lenguaje: probablemente un mexicano de Chihuahua y otro de Arizona o de California tienen más en común que cualquiera de esos dos grupos y un argentino, por ejemplo. Pero a las culturas latinoamericanas nos une el idioma, la conciencia de la existencia del otro y la forma cómo el Gran Hermano del norte nos ha tratado en más de un siglo. Es su mirada y, a veces, es la intimidación de su musculatura lo que ha formado parte de nuestra identidad común. Por ejemplo, la idea del otro, la negación de la hispanidad dentro de las propias fronteras de Estados Unidos y la clasificación étnica, típica de este país, que todavía define odios y elecciones.

Cuando venía en el avión en el año 2003 me dieron un formulario donde, entre otros datos, se debía marcar “raza”. Me pareció algo muy exótico y escribí arriba: “no race”. Nunca me sentí ni latino ni hispano hasta vivir unos años aquí. Esa clasificación, de hecho, es un invento estadounidense, el cual ahora se ha transformado en una bandera de reivindicación, porque nosotros (los otros) hemos entrado en un juego que no inventamos y hemos aprendido a jugar para no sufrir las consecuencias de la derrota absoluta.

 

CS: Ha sido una historia compleja, marcada por conflictos reales y simbólicos.

JM: Si. Desde un punto de vista académico, es imposible profundizar en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina sin encontrarse con una larga lista de crímenes presentados como salvaciones, de dictaduras en nombre de la libertad y la democracia. Tal vez esas cosas marcan tanto o más que una guerra, porque se trata de una lucha por el rescate de verdad secuestrada, más allá del mero triunfo de la fuerza bruta. Afortunadamente la arrogancia y desdén con la que se ha mirado a América Latina desde el norte (basada en la ignorancia de los crímenes propios como intervenciones, complots, imposición de sangrientas dictaduras a lo largo del subcontinente, etc.) ha sido limitada y mitigada por los mejores estadounidenses, que tampoco han sido pocos, gente con un gran coraje intelectual que no se ha dejado amedrentar por la propaganda ni las reacciones tribales de sus propios pueblos. Por supuesto que nuestros pueblos también tienen muchos pecados que confesar. Nuestros pecados han sido siempre fratricidas, abusos ilimitados de las tradicionales clases gobernantes, de los propietarios de esos países, sobre millones de despojados o marginados, sin tierra, sin capitales, sin educación y sin derechos. Las dictaduras (el terno Plan B de las democracias oligárquicas) violaron, torturaron y asesinaron en masa a sus propios pueblos. Ninguno de esos pecados consistió en invadir con tanques, barcos de guerra, propaganda para destruir gobiernos e imponer otros en Estados Unidos o en algún país Europeo, africano, asiático o lo que sea.

 

CS: ¿Qué ha cambiado de todo eso?

JM: Hoy América Latina no es aquella región del realismo mágico poblada de dictadores guardianes del sistema de monocultivos. Pero todavía vive sus propios conflictos, como la vieja tendencia de sus gobernantes a perpetuarse en el poder. La corrupción latinoamericana sirvió a todos, en diferentes proporciones: sirvió a las potencias mundiales para explotar sus recursos con mano de obra barata; sirvió a las oligarquías criollas para enriquecerse con la sangre de la chusma y del indiaje; y sirvió a los más pobres para sobrevivir. Todavía existe mucho de eso, sobre todo en grandes países como Argentina, México y Brasil y unos cuantos pequeños como en América Central.

 

CS: ¿Es la corrupción un problema típicamente latinoamericano?

JM: En su forma sí. En Estados Unidos la corrupción es diferente. Normalmente es legal, como cuando poderosos lobbies presionan a sus representantes en el congreso (más de la mitad son millonarios y proceden el uno por ciento de la población) para aprobar leyes que los beneficia. Luego esos grupos son los menos interesados en violar sus propias leyes, obviamente.

 

CS: Es curioso cómo se comenzó a sentir latinoamericano cuando vino a los Estados Unidos. A mí me sucedió lo contrario. Fue cuando viajé y estudié en México e, irónicamente, cuando leí la obra de su amigo y compatriota, Eduardo Galeano. Esto podría tener algo que ver con la forma en que los latinos se asimilan en las escuelas públicas. Para mí, estudiar, vivir y aprender en América Latina fue una revelación. El trabajo de Galeano realmente me dio un sentido de lucha contra el colonialismo en América Latina. 

JM: Ahí es necesaria una precisión. Debemos diferenciar la identidad latinoamericana de la hispana. La primera fue una invención de los franceses en el siglo XIX para incluirse en el proceso de las nuevas repúblicas; la segunda fue resultado de los gobiernos estadounidense, sobre todo en los años ochenta. Es lo que terminó por oficializar la clasificación del hispano como “el otro” por parte de la cultura angloamericana que se siente orgullosa de su “melting pot” (that never melts), que más bien es un archipiélago que se agrupa conflictivamente en casilleros étnicos y raciales que, en el mejor de los casos, se tolera. Luego, estas fracturas sociales deben ser resueltas con un fuerte discurso patriótico, con la insistente idea de unión. Cuando uno ve que los discursos oficiales y populares insisten en algo es porque la realidad es precisamente la contraria. La primera identidad, la latinoamericana, fue y todavía es básicamente regional y cultural, cuando no regional y política; la segunda, la idea, la percepción y la identidad de ser “hispano” es, como es propio de la historia y la cultura estadounidense, un fenómeno étnico, a pesar de la enorme diversidad étnica del grupo aludido. 

 

CS: Con diferencias que van desde México hasta Argentina y que incluyen herencias tan dispares como la indígena, la africana y la europea.

JM: Así es. Históricamente el Cono Sur, sobre todo Argentina y Uruguay, se consideraban los “europeos del sur”, aquellos que no descendían de ninguna tribu ni civilización prehispánica sino de los barcos. Fue a mediados del siglo XX que comenzamos a dejar de mirar tanto a Francia con admiración, a Italia con nostalgia y a España con dolor para mirar a nuestros hermanos del continente. Es exactamente lo que le ocurre al joven argentino Ernesto Guevara cuando recorre el continente: descubre la América latina (o, mejor dicho, la América indígena) y se descubre como latinoamericano. Los intelectuales ya lo habían intentado mucho antes, de una forma algo forzada (José Martí, José Rodó, Rubén Darío, José Vasconcelos, etc.), pero será la conciencia política del siglo XX lo que la convertirá en una realidad, es decir, en un sentimiento más que una idea. La Revolución cubana fue un punto de inflexión en ese sentido. Los rioplatenses, los que éramos civilizados porque habíamos matado a todos los salvajes, los que teníamos los mejores sistemas de educación, las mejores economías, el más alto desarrollo del continente, con un alto ingreso per cápita y con avanzados programas sociales que habían equilibrado bastante las clases sociales, nos encontramos de repente con nuestro propio declive y luego con nuestro sentimiento de culpa por no haber pertenecido del todo a América latina. Especialmente escritores como Neruda, Benedetti y Galeano crearon o consolidaron esa conciencia continental por la cual comenzamos a sentirnos latinoamericanos.

Sin embargo, sentirse “hispano” o “latino” no es exactamente lo mismo y hay que vivir en Estados Unidos para apreciar la diferencia, porque es una identidad básicamente norteamericana.

 

CS: ¿De qué forma te sientes conectado con las historias de los aztecas, de los incas y del mestizaje espiritual? ¿Hay algo en ellos que define el espíritu de América Latina?

JM: Intenté responder a esa pregunta en el libro El eterno retorno de Quetzalcóatl y en algún que otro artículo. Por ejemplo: la misma idea del Cono Sur como una región cultural construida por europeos y criollos blancos en la casi ausencia de la herencia indígena sobrevive hoy, al extremo de que el ex-presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti escribió que no recibimos nada de los charrúas, ni una palabra. Claro, los robamos y los matamos porque eran tan salvajes que no aceptaban nuestra cultura a cambio de sus tierras y su libertad. Pero a mí siempre me sorprendió descubrir como en el lenguaje castellano sobrevivían expresiones, ideas de pueblos tan lejanos como los guaraníes, los incas e, incluso, los mayas. El lenguaje callejero de mis amigos de la primera adolescencia estaba lleno de indigenismos que nadie advertía como tal. ¿Qué se puede esperar, entonces, de países con una fuerte tradición indígena como Bolivia, Perú, Guatemala o México? No me refiero a lo más visible, como las formas de vestir, de cocinar o de organizar sus fiestas. De ahí surge la pregunta de si es posible borrar completamente una cultura en un  proceso de colonización violenta. Mi hipótesis de partida fue simplemente no: la represión de una memoria no significa eliminación sino todo lo contrario: el elemento reprimido se transmuta, se trasviste para sobrevivir en las sombras, igual que en la psicología individual. Entonces hay que rastrearlo, sobre todo en un formato que le fue ajeno: el formato escrito, los documentos del colonizador, los libros de los ilustrados europeístas donde se podría detectar la tradición oral, reprimida por la ley y la vergüenza de lo propio, tan típica del colonizado, etc.

 

CS: ¿Dónde podríamos sospechar esa herencia profunda?

JM: Por ejemplo, en la misma evolución histórica y luego mitológica de un argentino como Ernesto Che Guevara. El Che tiene mucho de un dios mexicano como Quetzalcóatl y mucho de la forma indígena (ya no solo prehispánica) de ver el mundo, como la relación sangre/oro, vida/muerte. Lo mismo las utopías de los intelectuales de izquierda. La utopía en Eduardo Galeano, un uruguayo marcado por la sensibilidad indígena o, al menos, antimaterialista de Noroccidente, no tenía nada de marxista, ni era materialista ni estaba en el futuro (el progreso industrial) sino en el paradigma cósmico/ecologista de la mentalidad indígena, de la vuelta al origen, del pasado perdido como aquello que está hacia delante, más allá del futuro.

 

Febrero 2017

“Los estadounidenses ahora pueden verse en el espejo de Trump”

Entrevista a Jorge Majfud

Laura Carpineta, TELAM

 

 A una semana de la sorpresiva elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, las protestas continúan en varias ciudades de ese país. En esta entrevista con Telam el escritor Jorge Majfud se refiere al sistema electoral, a la situación actual de la sociedad estadounidense y las posibles consecuencias de una presidencia del magnate. Según Majfud, “el lado positivo del triunfo de Trump es que una buena parte de la sociedad estadounidense se va a mirar en el espejo, en un espejo sin humos, sin maquillajes”.

Telam: Las protestas masivas en todo el país contra la asunción de un presidente electo no son un dato usual en Estados Unidos y sólo pueden encontrar un antecedente claro en el período previo a la guerra civil. ¿Cómo argumentan los jóvenes o las personas en general que están saliendo a protestar el hecho de que se niegan a aceptar un resultado legítimo en términos institucionales?

JM: Los activistas han dicho varias veces que las protestas no son contra la legitimidad del proceso sino contra la justicia del mismo y contra el candidato elegido. Antes de las elecciones, el ganador, Donald Trump, había criticado el sistema electoralista como una desgracia de la democracia estadounidense y había repetido que sólo aceptaría el resultado si él ganaba. Bien, aunque perdió el voto popular, aunque recibió menos votos que su contrincante, obtuvo los 270 electores necesarios de los estados y el sistema lo eligió presidente. En consecuencia, ahora considera que ese mismo sistema es razonable. De igual forma, quienes no lo votaron, no se conforman con el discurso típico del ganador sobre la necesidad de “unir al país”. Los jóvenes, quienes son los que han salido a las calles o están sufriendo esta situación, en su abrumadora mayoría votantes del senador socialista Bernie Sanders, no se conforman ni están dispuestos a aceptar la realidad. De ahí su lema: “Este no es mi presidente”

Telam: ¿Hay un cuestionamiento profundo al sistema electoral presidencial indirecto? ¿Hay un pedido concreto y masivo para cambiarlo?

JM: Sí. Por segunda vez en dieciséis años, el candidato más votado pierde las elecciones. Cada vez más gente lo cuestiona. Lo mejor radica en que todavía se ejercitan referéndums sobre temas concretos, lo cual es lo más parecido a una democracia directa, algo muy conocido en otros países más democráticos.

Telam: ¿Cuáles son los pedidos concretos que emanan hoy de las protestas en las universidades? 

JM: No hay un pedido concreto sino una voluntad de marcar terreno, el ejercicio de un derecho democrático y la perspectiva de una reconstrucción de la movilización de movimientos populares, que hace pocos años tuvo un momento fugaz de resurgimiento, como fue el caso de  los Occupy Wall Street, pero que han sido superados ampliamente por la movilización de la derecha más radical en este país, como lo fueron el Tea Party y los agitadores radiales durante la última década y lo son ahora los Alt-Right, los supremacistas blancos y los neo Ku Klux Klan que se animaron a salir del closet, envalentonados y legitimados por esa borrachera social llamada Trump. Un ejemplo es Stephen Bannon, un militar retirado y “hombre de negocios” nombrado primer consejero del presiente, católico y casado varias veces, como el mismo Trump y tantos otros conservadores, solo por casualidad, alguien conocido por sus ideas abiertamente racistas. Es solo un ejemplo entre muchos.

Telam: ¿Existe un debate entre estudiantes y profesores sobre cuáles podrían ser las alternativas de cara a evitar una Presidencia Trump? 

JM: No. En general nadie está proponiendo evitar que un presidente electo asuma la presidencia. Eso era la tradición de los gobiernos de Estados Unidos y de agencias independientes como la CIA en otros países. Cuando en América Latina los pueblos elegían a alguien que les convenía (es decir, algún miembro o mercenario de la oligarquía criolla) las democracias funcionaban a la perfección. Sólo cuando los pueblos cometían la tontería de elegir a alguien que no les convenía (es decir, alguien con alguna tendencia izquierdista) simplemente organizaban un sangriento golpe militar que dejaba cientos de miles de muertos a lo largo de unas pocas décadas. No es eso lo que se está proponiendo aquí. Lo más probable es que el oportunista Trump (que poco después de lanzar su candidatura había reconocido que “no iba a durar mucho”) se encuentre con una revuelta interna de su propio partido –y no por las mejores razones. 

Telam: ¿Existe un debate sobre cómo seguir después de estas elecciones?

JM: Claro, en todas las áreas. El partido Demócrata tendrá que hacer sus propias revisiones. Por el otro lado, conozco muchos republicanos que todavía están aturdidos, entre la euforia y la preocupación. El Wall Street Journal acaba de predecir una aceleración del PIB en la administración Trump, como consecuencia de nuevos recortes de impuestos. Algo así como la receta del FMI donada a Menem en los noventa o la de George Bush diez años después. Ambas euforias de crecimiento terminaron en profundas crisis y en una nueva acumulación de capitales por parte el uno por ciento de la sociedad… Bueno, yo no sería tan optimista. Creo que todo ese odio aislacionista y las viejas recetas reaganianas tarde o temprano pasarán factura, ya no solo a la sociedad, a la cultura, sino a la economía nacional. Seguramente no veremos ningún boom a largo plazo sino una recesión en dos o tres años o algo parecido. ¿Acaso el autodefinido “exitoso hombre de negocios” no es un experto en bancarrotas? Entonces, como siempre, cuando a la gente le tocan la parte más sensible del cuerpo, el bolsillo, enseguida se acuerdan de los déficits morales de sus gobernantes. Eso ha pasado siempre en todo el mundo.

Telam: ¿Existe un intento de redescubrir, entender o redefinir la sociedad estadounidense después de la victoria de Trump? ¿Se abrió un debate sobre quiénes son los votantes y cuáles fueron sus motivaciones para apoyarlo?

JM: El debate para definir a los votantes de Trump es tan viejo como su postulación en 2015. En su mayoría pertenecen a una población rural, conservadora, religiosa y blanca, con un fuerte sentimiento de frustración y nostalgia por un  pasado que nunca volverá. (Aquí se dice “población menos educada”, porque en Estados Unidos, diferente a América Latina, cultura y educación coinciden; yo he conocido a muchas personas cultas en nuestros países, sin educación formal, sin títulos; eso casi nunca ocurre en Estados Unidos.) De ahí la epidemia de alcoholismo, drogadicción y suicido en este grupo social. Creo que el lado positivo del triunfo de Trump es que una buena parte de la sociedad estadounidense se va a mirar en el espejo, en un espejo sin humos, sin maquillajes. Porque eso es lo que son, diversas variaciones de Trump. Ahora que han parido a la criatura, tendrán que hacerse cargo de ella.

Telam: Las campañas presidenciales de Estados Unidos revelan una desmovilización política de gran parte de la sociedad estadounidense. 

JM: Sí, con excepción de algunas iglesias conservadoras y de los lobbies (mega corporaciones industriales y financieras) que dominan la narrativa y la moral social a través de la propaganda subliminal. Los grandes medios sobreviven de sus avisos, por lo cual ni siquiera necesitan recibir instrucción explicita para promover unas narrativas y censurar otras, al estilo de los dictadores del tercer mundo. Cada “periodista independiente” sabe de qué depende su trabajo.

Telam: ¿Cree que la victoria de Trump y una potencial Presidencia virulenta podría revertir esta tendencia? ¿O se imagina una situación social similar a los años más polémicos de George W. Bush?

JM: Será un estímulo o al menos una llamada de atención para las organizaciones populares que durante los años sesenta impulsaron la lucha por los derechos civiles y lucharon contra guerras como las de Vietnam. Pero todavía están muy lejos de aquello. Bush fue un manipulador más sutil y llevó a su país a la catástrofe económica y es el principal responsable, junto con varios líderes europeos, del caos en que está sumergido Medio Oriente hoy. Trump es igual de peligroso, pero la carencia de sofisticación política a la hora de mentir lo hará más vulnerable. Los racistas, xenófobos y misóginos siempre estuvieron ahí, no son algo nuevo. Pero estaban más o menos ocultos. Ahora podremos comenzar a verlos desfilando con sus banderas en las plazas, lo cual es algo positivo. 

 

Noviembre 2016

 

Los ataques en Europa benefician a la derecha xenófoba

MADRID, 27 Jul. (OTR/PRESS) – Jorge Majfud, escritor uruguayo estadounidense, y autor de Crisis y otros libros, analiza en una entrevista concedida a OTR/Press la ola de violencia que se está viviendo en Europa

Leer mas: http://www.europapress.es/otr-press/cronicas/noticia-jorge-majfud-ataques-europa-benefician-derecha-xenofoba-20160727110810.html

 

 OTR: En la última semana hemos visto una serie de ataques en Europa, particularmente en Alemania. ¿Tenían razón los que querían prohibir la entrada de refugiados sirios?

JM: Bueno, creo que ese problema tiene varios aspectos centrales. Para empezar debemos recordar, aunque brevemente, que Occidente no ha sido inocente ni mucho menos neutral en el caos que vive hoy Oriente Medio. Desde la criminal última gran invasión a Irak en el 2003, la que ha dejado cientos de miles de muertos y millones de desplazados, hasta la más reciente borrachera desestabilizadora en África del Norte y en Siria. Que Assad sea un dictador, cruel como todos, no significa que los policías del mundo sigan perpetuando sus manipulaciones como lo han venido haciendo desde hace al menos un par de siglos en esa región, creando países y protectorados, poniendo dictadores y luego invadiendo países para salvarlos de esos mismos dictadores –algo muy parecido a la historia de América Latina durante todo el siglo XX. Las potencias occidentales también destruyeron alguna que otra democracia en Oriente Medio durante el siglo pasado e instauraron o apoyaron sus “dictaduras amigas”, todo lo cual generó resentimientos y reacciones de grupos que encontraron en el fanatismo religioso la mejor forma de expresar sus frustraciones, de una forma más o menos organizada y con apoyo de una tradición que deformaron a su antojo, como cualquier fanático religioso de cualquier religión, siempre matando en nombre de una moral y de una historia hecha a su gusto. Al-Qaeda y el Estado Islámico son, aunque indirectamente, creaciones de Occidente.

 

 OTR: ¿Los ola de refugiados en Europa sería consecuencia de las intervenciones que comenzaron con la guerra de Irak?

JM: Ciertamente, si hablamos del actual drama de los refugiados, aparte de los inmigrantes turcos y africanos que ya existían de las décadas anteriores y que, mal o bien, se han integrado a sus nuevas sociedades, a pesar de las grandes diferencias culturales, económicas, legales y de educación. Pero por entonces ya había comenzado el odio de los grupos conservadores contra esa gente, lo cual es un patrón histórico. La mayoría de los desplazados de los últimos años han sido acogidos por países como Jordania o Líbano (un pequeño país con escasos recursos y con una población de cuatro millones que debió hacerse cargo de más de un millón de sirios refugiados), por aquellos que tenían poca o ninguna responsabilidad en todo este drama. La acogida por parte de los países responsables de esta tragedia, los países occidentales y sus aliados ricos como Arabia Saudí, además de Rusia, apenas han dado refugio a una minúscula parte de toda esa gente desplazada que huyen de la destrucción de sus propios países bajo millonarias bombas, de la persecución de grupos terroristas, del hambre y de la muerte segura. Alemania ha sido el país europeo que más refugiados ha recibido, aunque nada en comparación a otros países mucho más pobres.

 OTR: Y junto con Francia han sido los más golpeados por actos de terrorismo recientemente…

JM: Claro. Pero veamos que tanto en Estados Unidos como en Europa las víctimas de terrorismo, vistos desde un punto de vista cuantitativo, son infinitesimales en comparación a las víctimas que produjeron en otros países las irresponsables y ambiciosas intervenciones militares, bombardeos y acosos económicos frecuentes. En Estados unidos, las víctimas de terrorismo suman un dos o tres por ciento de las víctimas de otros tiroteos masivos que no alcanzan las primeras planas de la gran prensa, de los creadores de opinión y paranoia colectiva. Por no hablar de las decenas de muertos cada año sólo por armas de fuego. Por otro lado debemos considerar varios otros problemas: en alguno de esos atentados en Europa nunca hubo una conexión con grupos terroristas como el ISIS, sino individuos desquiciados, pero la prensa no los presentó de esa forma. Basta con señalar el origen de los asesinos para involucrar a toda una comunidad de gente pacífica. Para ampliar la comprensión de este problema, recomiendo leer los artículos de Javier Couto.

 OTR: ¿Pero cómo se explica que algunos refugiados puedan atentar contra la sociedad que los recibió, como es el caso de Alemania?

JM: Otra vez: son una minoría que hasta ahora se cuentan con los dedos de la mano –y sobran dedos. Pero para comprender el fenómeno, creo que debemos observar algunos factores comunes. Por ejemplo, los dos últimos atentados contra policías en Estados Unidos. Si se mira con cuidado, se verá dos elementos comunes a otros atentados en Europa y en los mismos Estados Unidos perpetrados por individuos cuyos orígenes estaban en algún país de Medio Oriente, países hundidos en el conflicto que estamos discutiendo. Los asesinos de policías en Texas y Luisiana eran militares, veteranos de guerra estadounidenses de Irak y Afganistán; los dos, afroamericanos. No es raro: cada día más de veinte excombatientes se suicidan en este país y miles se abandonan en las calles y se convierten en indigentes.

 OTR: ¿Ha conocido personalmente a alguno de ellos?

JM: Sí, a varios. Algunos fueron mis alumnos en la universidad, tratando de volver a la vida normal con historias terribles. Mucho de ellos vuelven convencidos que hicieron lo correcto y muchos otros con una fuerte carga de resentimiento contra su país y hasta desafecto hacia sus propios padres, en muchos casos producto de una afección muy común, que es el Trastorno de Estrés Postraumático. Muchos viven con esa fuerte carga de frustración, resentimiento y violencia contenida, medicados y contenidos por psiquiatras para que no se agarren a las piñas en un bar o algo peor. ¿Alguien podría sorprenderse de que alguno de estos jóvenes en lugar de pegarse un tiro, como lo hace diariamente un gran número, un día decida apuntar hacia otro lado? Bueno, lo mismo podemos considerar en esa masa de refugiados: ¿alguien podría pensar que niños y jóvenes que vieron a sus padres y hermanos e hijos morir destrozados bajo las bombas civilizadoras o sobre las bombas de los fanáticos islamistas lleguen un día a Europa o a Estados Unidos y sin ningún tratamiento o consideración olviden todo lo vivido? ¿Quién habla del TEPT de las víctimas civiles? Lo mismo se debería considerar en el caso de los prisioneros injustamente detenidos y torturados en Guantánamo que un día, por un acuerdo político de buena voluntad, son “dejados en libertad” para que resuelvan sus vidas en países con otras culturas y otros idiomas, rodeados de sus propios fantasmas. Es por lo menos un milagro que ninguno de ellos haya cometido ningún delito violento todavía. ¿O es que sólo los blancos civilizados tienen problemas psicológicos que deben ser tratados como enfermedades y no como condición patológica de su propia raza o cultura?

 

 OTR: ¿A quiénes beneficia esta violencia que vemos en Europa?

JM: A la derecha xenófoba, sin dudas. Cada vez que ocurre una desgracia donde alguien con un apellido árabe es el responsable, las encuestas muestran un aumento de apoyo de la población a esos partidos. Cada vez que los diarios occidentales llenan sus portadas y las repiten por tres o cuatro días con un atentado que ha dejado tres o cien víctimas, los Donald Trump, los Marine Le Pen y los partidos nazis de Europa se frotan las manos y se golpean el pecho con sus “yo se los dije” en sus cuentas de Twitter o en sus enardecidos discursos. Pocos tienen en cuenta que todo el odio hacia los extranjeros y hacia sus propios connacionales con pieles más oscuras que las suyas se va reproduciendo y acumulando durante años en aquellos jóvenes que desde chicos aprenden a considerarse “los otros”, victimas silenciosas del peor de los bullings, tarde o temprano termina por reventar en alguna parte. De paso todo ese odio hacia los pobres, a los marginados culturales, a los excluidos por las retoricas nacionalistas, como en la Alemania de los años treinta, sirve para olvidar los problemas reales de injusticia social donde el 0,1 por ciento de un país superrico posee lo mismo que el 90 por ciento y los “fracasados”, hijos del demonio que llenan las cárceles y que, de paso significan un gran negocio en países como Estados Unidos. Todo el resto de la historia de las hazañas civilizatorias de las potencias occidentales, todo eso que nos ha llevado a estas desgracias o por lo menos han contribuido en mayor proporción, pues brillan por su ausencia. Sin embargo, como ya lo he dicho antes, un acto de terrorismo no se justifica con nada pero se explica con todo. Por otro lado, la respuesta se evalúa por sus resultados: si las bombas fuesen la solución, el mundo sería un mar de paz.

 OTR: ¿Entonces, cual es la solución?

JM: Depende de para quién.

 OTR: Con respecto a los atentados que vienen ocurriendo en Europa.

JM: Basado en lo que dijimos antes lo más inmediato será mantener por el momento el alto control policial y renunciar a las invasiones “preventivas”, que hasta ahora han sido “provocativas”. Junto con eso, la población debe estar alerta y consiente de sus propios pecados, como lo es hacerse responsable del niño, luego de la orgia de decisiones irresponsables y criminales en el plano internacional. En cuanto a los asuntos domésticos, al día a día, es necesario estar prevenidos de las consecuencias contaminantes de toda cultura del odio, que no es propiedad de los otros. Estar prevenidos de los políticos y los agitadores de turno, verdaderos buitres de la moral popular. Invertir en diversos programas, sociales y psicológicos para ayudar a aquellos refugiados que lo necesitan. Terminar con la secreta cultura del bullying internacional y el bullyng de barrio que golpea a los más débiles y en riesgo de marginación cultural y psicológica desde la primera infancia. Invertir más en cultura y menos en bombas, leer más libros y artículos con contenido y moverse menos por reacciones epidérmicas de los demagogos de turno.

Rescuing Memory: the Humanist Interview with Noam Chomsky

by Jorge Majfud

August 8, 2016.

[Pictures Sarah Silbiger]

Originally published in The Humanist, July/August 2016

 

July / August 2016

 

 

Just before twelve thirty on a recent spring afternoon, I found myself on the campus of the Massachusetts Institute of Technology in the building that houses the linguistics and philosophy departments. A group of Japanese students, full of youthful excitement, were waiting outside Noam Chomsky’s eighth-floor office. They approached the door and read the name card on it. They took pictures—lots of pictures—with happy and surprised expressions, but then quickly turned serious. They paused to take a brief moment of silence, which almost felt mystical, and then headed out.

 

At the age of eighty-seven, the renowned linguist, philosopher, historian, cognitive scientist, and critic Noam Chomsky maintains the same clarity found in any of his books, lectures, or television appearances dating back to the 1970s. While in a face-to-face he might adopt an informal and humorous tone towards relevant topics, he is very much that same serious and detailed thinker who we all recognize from the conferences and different interviews—one of those individuals history will remember for centuries.

 

Years after having met Chomsky at Princeton University and collaborating with him on the Spanish translation of a book (Ilusionistas, 2012), I was now interested in finding out the roots of his social and political thinking during our meeting. I started by remembering the many letters we had exchanged for the better part of a decade. In one of the letters I had commented about how my son was adjusting to a society that was his but only by birth, noting that he spoke English with a slight Spanish accent. When Chomsky had a chance, he wrote me this:

 

When I was a boy, we were the only Jewish family in a terribly anti-Semitic neighborhood. Those streets weren’t any fun for us but our parents never found that out. In a way, you avoid telling your parents what happened to you during those days.

 

I reminded him of this in order to start a dialogue about that world and its universal implications. What follows is a conversation that went beyond what was initially planned.

 

Jorge Majfud: Before WWII, anti-Semitism and Nazism were much more common in the United States than Americans are willing to accept today. Henry Ford (awarded the Grand Cross of the German Eagle by the Nazi Government), General Motors, Alcoa, and Texaco are just a few examples of supportive U.S. business interests. And after the war, Jews faced serious (and absurd) obstacles in migrating as refugees while many Nazis were granted visas (through Mexico) to help develop NASA programs. What memories do you have of those times when you were a Jewish teenager?

 

Noam Chomsky: When I was growing up in the 1930s and ’40s anti-Semitism was rampant. It wasn’t like Nazi Germany but it was pretty serious—it was part of life. So, for example, when my father was able to buy a secondhand car in the late 1930s, and he took us to the countryside for a weekend, if we looked for a motel to stay in we had to see if it said “restricted” on it. “Restricted” meant no Jews. You didn’t have to say “no Blacks,” which was something people took for granted. There was also a national policy, which as a child I didn’t know anything about. In 1924 the first major immigration law was passed. Before that, there was an Oriental Exclusion Act, but other than that, European immigrants like my parents were generally admitted in the early years of the twentieth century. But that ended in 1924 with an immigration law that was pretty much directed against Jews and Italians.

 

JM: Was it connected to the Red Scare?

 

Chomsky: Well, sort of—in the background. It was right after Woodrow Wilson’s first serious post-World War I repression, which deported thousands of people, effectively destroyed unions and independent press, and so on. Right after that, the anti-immigration law was passed that remained in place until 1960s. And that was the reason why very few people fleeing the rise of fascism in Europe, especially in Germany, could get to the United States. And there were famous incidents like with the MS Saint Louis, which brought a lot of immigrants, mostly Jewish, from Europe. It reached Cuba, with people expecting to be admitted to the United States from there. But the administration of Franklin D. Roosevelt wouldn’t allow them in and they had to go back to Europe where many of them died in concentration camps.

 

JM: There were cases involving different countries as well.

 

Chomsky: It’s a lesser-known story, but the Japanese government (after the Russian-Nazi pact, which split Poland) did allow Polish Jews to come to Japan, with the expectation that they would then be sent to the United States. But they weren’t accepted, so they stayed in Japan. There’s an interesting book called The Fugu Plan, written by Marvin Tokayer and Mary Swartz, which describes the circumstances when European Jews came to Japan, a semi-feudal society.

 

After WWII there were many Jews who remained in refugee camps … President Harr F. Truman called for a commission, it was called the Harrison Commission, to investigate the situation in the camps and it was a pretty gloomy report. There were very few Jews admitted into the United States.

 

JM: These policies had many other lasting consequences.

 

Chomsky: Of course. The Zionist movement based in Palestine pretty much took over the camps and instituted the policy that every man and woman between the ages of seventeen and thirty-five should be directed to Palestine—they weren’t allowed to go to the West. A 1998 study was done in Hebrew by an Israeli scholar, Yosef Grodzinsky, and the English translation of the title is Good Human Material. That is what they wanted sent to Palestine for colonization and for the eventual conflict that took place some years later. These policies were somewhat complementary to the U.S. policy of pressuring England to allow Jews to go to Palestine, but not allowing them here. The British politician Ernest Bevin was pretty bitter about it, asking, “if you want to save the Jews, why send them to Palestine when you don’t admit them?” I suspect most likely that more Nazis came to America. I was a student at Harvard during the early 1950s. There was practically no Jewish faculty there.

 

JM: According to some articles, Franklin Roosevelt, when he was a member of the board at Harvard, considered that there were too many Jews in the college.

 

Chomsky: There’s an interesting book about that called The Third Reich and the Ivory Tower, written by Stephen H. NorwoodIt has a long discussion about Harvard, and indeed the school’s president, James Conant, did block Jewish faculty. He was the one who prevented European Jews from being admitted to the chemistry department—his field—and also had pretty good relations with the Nazis. When Nazi emissaries came to the United States, they were welcomed at Harvard.

 

JM: It’s something that was very common at the time, however today nobody seems willing to accept it.

 

Chomsky: In general, the attitude towards Nazi Germany was not that hostile, especially if you look at the U.S. State Department reports. In 1937 the State Department was describing Adolf Hitler as a “moderate” who was holding off the forces of the right and the left. In the Munich agreement in late 1938, Roosevelt sent his chief adviser Sumner Welles, who came back with a very supportive statement saying that Hitler was someone we could really do business with and so on. That was late 1938. George Kennan is another extreme case. He was the American consul in Berlin until the war between Germany and United States broke out in December 1941. And until then he was writing pretty supportive statements back stressing that we shouldn’t be so hard on the Nazis if they were doing something we didn’t agree with—basically saying they were people we could do business with. The British had an even stronger business interest in Nazi Germany. And Benito Mussolini was greatly admired.

 

 

On racism of every color

 

JM: In addition to anti-Semitism and racism toward African Americans, there were other groups that suffered. For example, during the 1930s, around half a million Mexican Americans were blamed for the Great Depression and deported in various different ways. And most of them were U.S. citizens.

 

Chomsky: Well, there was a strong nativist tradition—saying, “we have to protect ourselves”—that comes from the founding of the country. If you read Benjamin Franklin, who was one of the leading figures of the Enlightenment in the United States and the most distinguished representative of the movement here, he actually advised that the newly founded republic should block Germans and Swedes, because they were too swarthy—dark.

 

JM: Why is that pattern of fear historically repeated?

 

Chomsky: There’s a strange myth of Anglo-Saxonism. When the University of Virginia was founded by Thomas Jefferson, for example, its law school offered the study of “Anglo-Saxon Law.” And that myth of Anglo-Saxonism carries right over into the early twentieth century. Every wave of immigrants who came were treated pretty badly, but when they all finally became integrated, all of us became Anglo-Saxons.

 

JM: Like the Irish. They were brutally persecuted, suffered violence because of their orange colored hair and their Catholicism, and then became “assimilated,” instead of being “integrated.”

 

Chomsky: The Irish were treated horribly, even here in Boston. For example, in the late nineteenth century they were treated pretty much like African Americans. You could find signs here in Boston in the restaurants saying “No dogs and Irish.” Finally they were accepted into society and became integrated, became part of the political system, and there were Kennedys, and so on. But the same is true about other waves of immigrants, like the Jews in the 1950s. If you take a look at places like Harvard, it’s striking. In the early 1950s, I think, there were a handful of Jewish professors, three or four. But by the 1960s, there were Jewish deans and administrators. In fact, one of the reasons why MIT became a great university was because they admitted Jews whereas Harvard did not.

 

JM: We can see changes in certain cases, but we can also see things that repeat themselves, such as now in the case of Mexicans and Muslims.

 

Chomsky: Yes, and Syrians. There is a horrible crisis there and the United States has admitted virtually none of the refugees. The most dramatic case is the Central Americans. Why are people fleeing from Central America? It’s because of the atrocities the U.S. committed there. Take Boston, where there’s a fairly large Mayan population. These people are fleeing from the highlands of Guatemala, where there was virtual genocide in the early 1980s backed by Ronald Reagan. The region was devastated, and people are still fleeing to this day, yet they send them back. Just a couple of weeks ago, the administration of Barack Obama, which has broken all sorts of records in regards to deportation, picked up a Guatemalan man living here. I think he had been living here for twenty-five years, had a family, a business, and so on. He had fled from the Mayan region and they picked him up and deported him. To me, that’s really sick.

 

JM: In the case of Guatemala, the story began in 1954 with the CIA military coup organized against the democratically elected President Jacobo Árbenz.

 

Chomsky: Yes, it basically began in 1954, and there were other awful atrocities in the late ’60s, but the worst happened in the ’80s. There was a really monstrous and almost literal genocide in the Mayan area, specifically under Ríos Montt. By now it has been somewhat recognized by Guatemalan society. In fact, Montt was under trial for some crimes. But the U.S. prohibits people from fleeing here. The Obama administration has pressured Mexico to keep them away from the Mexican border, so that they don’t succeed in reaching U.S. borders. Pretty much the same thing Europeans have done to Turks and Syrians.

 

JM: Actually, under international law children should not, in principle, be detained when crossing a non-neighboring country’s border. The American Homeland Security Act of 2002 recognizes the same rights. However, this basic law has been broken many times.

 

Chomsky: A lot of countries break (or go against) the international law… There had been a free and open election in Haiti in the early 1990s and president Jean-Bertrand Aristide won, a populist priest. A few months later came the expected military coup—a very vicious military junta took over, of which the United States was passively supportive. Not openly, of course, but Haitians started to flee from the terror, and they sent them back and on towards Guantanamo Bay. Of course, that is against International Law. But the United States pretended that they were “economic refugees.”

 

The Spanish War in the basis of Chomsky’s thinking

 

JM: Let’s go back very quickly to your contact with the Spanish anarchists. How important was the Spanish Civil War for your social thinking and activism?

 

Chomsky: Quite important. Actually, my first article…

 

JM: You wrote that article when you were eleven years old.

 

Chomsky: Ten, actually. It wasn’t about the anarchists; it was about the fall of Barcelona and the spread of fascism over Europe, which was frightening. But a couple of years later I became interested in the anarchist movement.

 

I had relatives in New York City who I stayed with. And in those days, the area from Union Square down Fourth Avenue had small bookstores, many of which were run by Spanish immigrants who’d fled after Franco’s victory. I spent time in them, and also in the offices of Freie Arbeiter Stimme (Free Worker’s Voice) with anarchists. I picked up a lot of material and talked to people, and it became a major influence. When I wrote about the Spanish Civil War many years later, I used documents that I picked up when I was a child, as a lot hadn’t been published (a lot more resources are available now). I also learned from reading the left-wing press about the Roosevelt administration’s indirect support for Francisco Franco, which was not well known, and still isn’t.

 

JM: Apparently Roosevelt regretted that decision but it was too late and the fact is that many other big companies like ALCOA, GM, and Texaco were crucial for the defeat of the Second Republic—the only democratic experiment in Spain after centuries if we don’t consider the almost nonexistent First Republic during the nineteenth century. Many big companies collaborated with the Nazis and Franco.

 

Chomsky:  It was reported in the left-wing press in the late 1930s that the Texas Company (Texaco), headed by the Nazi sympathizer Torkild Rieber, diverted its oil shipments from the Republic, with which it had contracts, to Franco. The State Department denied they knew about it but years later admitted it to be true. You can read it in history books now, but they often suppress the fact that the U.S. government tolerated it. It’s really remarkable because they claim that Roosevelt was impeded by the Neutrality Act. On the other hand, he bitterly condemned a Mexican businessman for sending several guns to the Republic. If you look back, oil was the one commodity that Franco could not receive from the Germans and the Italians, so that was quite significant.

 

JM: All of that sounds familiar.

 

Chomsky:  During the terrorist regime in Haiti in the 1990s, the CIA, under the administration of Bill Clinton, was reporting to Congress that oil shipments had been blocked from entering Haiti. That was just a lie. I was there. You could see the oil terminals being built and the ships coming in. And it turned out that Clinton had authorized Texaco, the same company, to illegally ship oil to the military junta during a time that we supposedly were opposing the military junta and supporting democracy instead.

 

Same company, same story, but the press wouldn’t report it. They must have known it. If you look at the Associated Press wires, there’s a constant flow of information coming in. At that time I happened to have direct access to AP wires. The day the marines landed in Haiti and restored Aristide there was a lot of excitement about the dedication to democracy and so on. But the day before the marines landed, when every journalist was looking at Haiti because it was assumed that something big was happening, the AP wires reported that the Clinton administration had authorized Texaco to ship oil illegally to the military junta. I wrote an article about the marine landing right away, but barely mentioned that, because my article would come out two months later and I assumed by then, “of course, everybody knows.” Nobody knew. There was a news report in the Wall Street Journal, in the petroleum journals, and in some small newspapers, but not in the mainstream press. And it was kind of a repeat of what happened in the late ’30s but this was under Clinton, mind you. These are some pretty ugly stories—not ancient history.

 

JM: Do you think the Spanish anarchists’ experience, had they not been destroyed by Franco, could be used as an example of a third position (to Stalinism, fascism, and Western capitalism)?

 

Chomsky: Well, the communists were mainly responsible for the destruction of the Spanish anarchists. Not just in Catalonia—the communist armies mainly destroyed the collectives elsewhere. The communists basically acted as the police force of the security system of the Republic and were very much opposed to the anarchists, partially because Stalin still hoped at that time to have some kind of pact with Western countries against Hitler. That, of course, failed and Stalin withdrew the support to the Republic. They even withdrew the Spanish gold reserves.

 

JM: The fourth largest in the world.

 

Chomsky: But before that, the anarchist movement was one of their main enemies… There’s an interesting question, whether the anarchists had alternatives. If they did tend to support the government that had been destroyed, what were the alternatives? There was actually a proposal by Camillo Berneri, an Italian anarchist who was in Spain at the time, which is not a crazy notion in my opinion. He opposed participation in government and was against the formation of an army, meaning a major army to fight Franco. He said they should resort to guerrilla war. Which has a history in Spain.

 

JM: Particularly at the beginning of the nineteenth century under the French occupation.

 

Chomsky: Under Napoleon Bonaparte’s occupation, yes. The same method could have been implemented during the Spanish Civil War, a guerrilla war against Franco’s invaders. But Berneri also advocated a political war. Franco’s army was mainly Moorish. They were recruiting people from Morocco to come to Spain. There was an uprising in Morocco at the time led by Abd el-Krim (whose tactics influenced Ho Chi Minh and Che Guevara) that sought independence for Morocco and Northern Africa. Berneri proposed that the anarchists should link up with the effort of Northern Africa to overthrow the Spanish government, carry out land reform, attract the base of the Moorish army, and see if they could undermine Franco’s army through political warfare in Northern Africa combined with guerrilla warfare in Spain. Historians laughed at that, but I don’t think they should have. This was the kind of war that might have succeeded in stopping Spanish fascism.

 

JM: There were few other successful cases of guerrilla resistance in the world.

 

Chomsky: There are cases, for example the American Revolution. George Washington’s army lost just about every battle with the British, who had a much better army. The war was basically won by guerrilla forces that managed to undermine the British occupation. The American Revolution was a small part of a major world war going on between France and England, so the French intervened and that was a big factor, but the domestic contribution was basically guerrilla warfare. George Washington hated the guerrillas. He wanted to imitate the British red coat armies, fighting as gentlemen are supposed to fight. There are very interesting books about these events, for instance one by a very well-known American historian named William R. Polk called Violent Politics. It’s a record of what are basically guerrilla wars from the American Revolution right up through the wars in Afghanistan and Iraq. He discusses the Spanish guerrilla war against Napoleon and other cases where the conflict turns into a political war, and the invader, who usually has overwhelming power, loses because they can’t fight the political war. Against this kind of background, I don’t think that the Berneri proposal was that absurd.

 

***

Our conversation continued informally on other topics: the most important human intellectual capability, the language, which made possible communication, art, and liberation, at the same time made it possible deceiving and consciousness oppression; the current most serious threats to human existence according to him: atomic weapons and the ecologic catastrophe.

In a copy of the original edition of Syntactic Structures of 1957 (book that is considered the most influential in cognitive sciences of the 20th century and one of the most important one hundred books ever published) he wrote for me the legendary sentence “Colorless green ideas dream furiously”, the equivalent to E=mc2 for Linguistics and, below, he added with humor: “Revolutionary new ideas appear infrequently”.

I gave him Memory of Fire by my dear friend Eduardo Galeano, who died almost one year before, and Chomsky remembered him with affection. Right or wrong, both men taught generations to never accept Stockholm syndrome, to never be accomplice to the crimes of arbitrary powers. Both men taught us that memory and history not always are the same thing. And because of that, both –like Galileo, like Einstein– were equally hatred and labeled as “idiots” –in vain.

 

 

 

A child of Uruguayan military dictatorship (1973-1985), Jorge Majfud is a Uruguayan-American writer who obtained his PhD from the University of Georgia. He is the author of numerous books and essay collections, including The Eternal Return of Quetzalcoatl and the novels The Queen of AmericaThe City of the Moon, and Crisis. He currently teaches Latin American Literature and International Studies at Jacksonville University in Florida. His upcoming novel is called Tequila

 

 

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Revista Mito/Conversaciones sobre ficciones y otras realidades

Mito | Revista Cultural

 

Sin azúcar: conversaciones con Noam Chomsky

Jorge Majfud,

8 de abril 2016

Fotos de Sarah Silbiger, Daily Free Press, Boston University

 

Resumen de una entrevista más extensa que tuvo lugar el mes pasado y que forma parte del libro Sin azúcar, a publicarse este año en España por Ediciones Irreverentes

 

 English version The Humanist (July/August 2016)

Antes de las 12:30 del mediodía me encuentro en el piso octavo con un grupo de estudiantes japoneses que, con la excitación propia de la juventud, preguntan por la oficina del profesor Noam Chomsky. Se acercan a la puerta y leen el pequeño cartelito con su nombre. Se sacan fotos, muchas fotos con rostros de alegría y sorpresa y luego del breve silencio de reconocimiento, casi místico, se marchan.

A sus 8años, Noam Chomsky mantiene la misma lucidez que cualquiera puede advertir leyendo o mirando un video de los años setenta. Cuando pasa de su tono informal y humorístico a temas relevantes, se convierte en ese pensador grave y preciso que todos conocemos de las conferencias y de otras entrevistas. Su voz murmurante y el filo de su memoria son los mismos. No se trata sólo del pensador vivo más citado del mundo y entre Marx, Shakespeare, Aristóteles, Platón, la Biblia, Freud, Hegel y Cicerón, si consideramos a los muertos también, sino que, como Isaac Newton, Galileo Galilei o Albert Einstein, Noam Chosmky es uno de esos pocos individuos que la historia recordará por siglos.

En este encuentro, años después de haberlo conocido personalmente en Princeton University y de haber colaborado con él en la organización y traducción de un libro en español (Ilusionistas, 2012) me interesaba más rastrear los orígenes de su pensamiento social. Así que comencé recordando uno de los tantos correos que hemos ido cruzando a lo largo de casi una década. En uno de ellos, yo le comentaba las peripecias de mi hijo en el proceso de adaptarse a una sociedad que es la suya por nacimiento pero con la única particularidad de hablar inglés con un leve acento español. En una oportunidad Chomsky me escribió:

Cuando yo era niño, nosotros éramos la única familia de judíos en un barrio rabiosamente antisemita. Aquellas calles no eran nada divertidas para nosotros, pero mis padres nunca lo supieron. De alguna forma, uno evitaba contarle a los padres lo que nos pasaba por esos días”.

Le recordé esta confesión de años atrás para iniciar nuestro diálogo sobre el mundo de aquella época y de sus implicaciones más universales. Lo que sigue es una síntesis de una conversación que se extendió más de lo previsto.

***

NC: Yo crecí en los años treinta y cuarenta y sí, el antisemitismo era galopante. No era como en la Alemania Nazi, claro, pero sí que era bastante serio. Era parte de la vida. Por ejemplo, cuando mi padre pudo finalmente comprar un auto usado a finales de los años treinta, solía llevarnos al campo algún fin de semana, y si teníamos que buscar algún motel para quedarnos, primero teníamos que echar un vistazo adentro para ver si decía “admisión restringida”.  Eso claramente significaba “judíos no”. Por entonces no era necesario especificar “negros no”, porque era algo obvio.  Esto era, de hecho, una política nacional, la cual, como niño, yo no tenía ni idea. En 1924 se había pasado la mayor ley de inmigración en este país, la cual tenía una cláusula de Exclusión de orientales. Hasta entonces, los inmigrantes europeos habían sido fácilmente admitidos, y por eso mis padres entraron sin grandes dificultades a principios del siglo XX. Pero en 1924 todo eso cambió. Aprobaron una ley que estaba dirigida contra judíos e italianos.

J.M: ¿Todo eso tenía alguna conexión con el Temor Rojo?

NC: No, no estaba relacionado con el Temor Rojo… Bueno, tal vez en el fondo sí. Fue enseguida después de la seria represión que desencadenó Woodrow Wilson en la primera posguerra, una de las más serias de la historia estadounidense. Miles de personas fueron deportadas y prácticamente destruyó sindicatos y diversos medios de prensa independientes. Así que enseguida después de todo eso se pasó una ley antiinmigrantes. Esa ley estuvo vigente hasta los años sesenta, y esa fue la razón por la cual muy poca gente, muy pocos judíos que huían del fascismo en Europa, especialmente de Alemania, pudieron entrar a Estados Unidos. Hubo casos muy conocidos, como el del Saint Louis, un barco cargado de un millar de refugiados europeos, la mayoría de ellos judíos; la administración Roosevelt les negó asilo y fueron devueltos a Europa. Muchos de ellos terminaron muriendo en campos de concentración.

JM: Esas políticas tuvieron muchas otras consecuencias a largo plazo, ¿no?

NC: Por supuesto. El movimiento Sionista de la época, con su sede en Palestina, prácticamente se hizo cargo de los campos de concentración. Ellos tenían la política de que todo judío y judía de entre 17 y 35 años de edad no debía ser enviada a Occidente sino que debía ser redirigida a Palestina. De hecho, el primer estudio sobre este tema fue publicado en hebreo por un académico israelí llamado Joseph Grodzinsky. La traducción al inglés de este trabajo se tituló Good Human Material (Material humano de calidad), que es precisamente lo que ellos querían que fuese enviado a Palestina para su colonización y para un eventual conflicto que efectivamente ocurrió unos años después. Este trabajo no expresa otra cosa que un complemento de las políticas de Estados Unidos para presionar a Inglaterra a aceptar que los judíos se fuesen para allá, a Palestina, para que no vinieran aquí. El británico Ernest Bevin fue muy duro y directo sobre este tema cuando preguntó: “Si realmente ustedes quieren salvar a los judíos, ¿por qué no los aceptan en su propia tierra y por el contrario los envían a Palestina?”

JM: De hecho el mismo presidente Roosevelt, cuando por los años veinte era miembro del directorio de Harvard University, según algunos artículos, consideraba que había demasiados estudiantes judíos en la universidad.

NC: Sí. Y el presidente de Harvard, James Conant, bloqueó la llegada de judíos a la universidad, sobre todo impidiendo que los inmigrantes europeos entraran al departamento de química, al mismo tiempo que mantenía buenas relaciones con los nazis. Cuando los emisarios nazis vinieron a Estados Unidos, fueron muy bienvenidos a Harvard.

JM: Muchos se escandalizan de la permisividad de Perón con algunos nazis en Argentina, pero no se considera que era algo muy común y más extendido por la época aquí en Estados Unidos; hoy en día nadie está dispuesto a reconocerlo, o simplemente no lo saben…

 NC: Claro. Aquí, en general, la actitud hacia los nazis no era hostil. Si tú echas una mirada en los reportes del Departamento de Estado, vas a encontrarte con que en 1937 el mismo gobierno describía a Hitler como “un moderado”, alguien que estaba conteniendo las fuerzas de la izquierda y de la derecha. Para el tratado de Múnich, a finales de 1938, Roosevelt envió su principal consejero, Sumner Wells, el cual regresó a Estados Unidos con unas declaraciones muy favorables diciendo que Hitler era sin duda alguien con el cual podíamos confiar y tener relaciones. Eso fue a finales de 1938. Básicamente, los nazis eran considerados gente con las cuales podíamos hacer negocios. Los británicos también tenían sus negocios con los nazis. Ni qué decir con Mussolini, que era muy admirado en su época.

JM: Aquí en Estados Unidos hubo figuras de relevancia nacional, hoy casi íconos como Henry Ford y alguno de los gerentes de GM, quienes fueron premiados con la Gran Cruz del Águila Alemana, la mayor distinción del gobierno nazi.

NC: Sí, Henry Ford apoyó mucho a los nazis… Los hombres de negocios ayudaron mucho a los nazis, y muchos continuaron haciendo lo mismo a lo largo de la guerra. Incluso fue algo mucho más generalizado que eso. El antisemitismo que uno podía ver a nivel de calle, ya sea como un niño como yo o en lugares como Harvard, no difería en mucho de la política que tenía este país por entonces.

JM: También hubo racismo contra otros grupos marginados del poder.

NC: Bueno, hubo una fuerte extradición de indios ya desde el comienzo. Todo bajo la excusa de que “debemos protegernos”, y eso nos viene ya desde la fundación de este país.

JM: ¿Por qué ese patrón histórico?

NC: Se debe a un extraño mito anglosajón. Thomas Jefferson, por ejemplo, fundó la Universidad de Virginia y en su Escuela de Leyes se estudiaba “Ley anglosajona”, algo muy normal. Ese mito continuó hasta principios del siglo XX, por lo cual cada nueva ola de inmigrantes fue igualmente maltratada hasta que todos nos integramos a la nueva sociedad y nos convertimos todos en anglosajones.

JM: Como fue el caso de los irlandeses hasta que fueron “asimilados” en lugar de ser simplemente “integrados”, como correspondería a una sociedad abierta.

NC: Los irlandeses fueron tratados de una forma horrible, incluso aquí en Boston. A finales del siglo XIX eran tratados casi tan mal como los negros. Uno podía encontrar letreros aquí, en restaurantes, diciendo: “No se admiten irlandeses ni perros”. Pero finalmente los irlandeses se asimilaron a la sociedad y se convirtieron en parte del sistema político y así tuvimos a los Kennedy, por ejemplo. Por esa época el antisemitismo ya había casi desaparecido en este país.

JM: Es decir que podemos ver cambios en algunos casos y, sin embargo, siempre vemos algo que se repite constantemente. Por ejemplo, ahora los judíos son los mexicanos y los musulmanes…

NC: Claro, ahora son los musulmanes, los mexicanos o los centroamericanos. Mira lo que está pasando con los sirios. Hay una terrible crisis allá y Estaos Unidos prácticamente no ha recibido refugiados es esa zona. Un caso dramático y más cercano es el de los centroamericanos. ¿Por qué la gente escapa de América Central? En definitiva se debe a las mismas atrocidades de Estados Unidos. Mira Boston, por ejemplo, que es donde estamos ahora; aquí hay un considerable número de población maya. Esa gente escapó de Guatemala, donde hubo un genocidio a principios de los años ochenta y que fue apoyado por el presidente Ronald Reagan. Dejaron toda una región devastada. La gente todavía intenta irse de allí pero apenas son capturadas las envían de regreso. Hace un par de semanas, la administración Obama, la cual ha roto todos los records de deportación, detuvo guatemaltecos que estaban viviendo aquí… Creo que habían estado viviendo aquí por veinticinco años, con sus familias, trabajando en sus negocios… y los deportaron. Esa gente había llegado huyendo del genocidio guatemalteco que nuestro gobierno apoyó.

JM: En el caso de Guatemala la historia de intervenciones tiene uno de sus orígenes en el golpe de estado contra Jacobo Arbenz en 1954. Ernesto Che Guevara estaba en la ciudad cuando la CIA decidió destruir una de las pocas democracias de la región.

NC: Es cierto, básicamente eso empezó en 1954, y luego hubo otras atrocidades terribles, especialmente a finales de los sesenta. Pero lo peor ocurrió a principios de los ochenta, un monstruoso genocidio del pueblo maya durante el gobierno de Rios Mont. No obstante, Estados Unidos deportó a los refugiados de aquella época. Recientemente la administración Obama ha presionado al gobierno de México para mantener toda esa gente lejos de la frontera mexicana. Algo bastante parecido a lo que están haciendo los europeos con Turquía, para que los sirios que buscan refugio no se acerquen demasiado.

JM: De hecho, según las leyes internacionales los menores de un país no vecino no deben ser impedidos de cruzar una frontera. Pero estas leyes han sido violadas muchas veces…

NC: Lamentablemente, muchas cosas se hacen violando las leyes internacionales. Mira lo que pasó cuando la gente intentaba huir de Haití a principios de los noventa. Por entonces hubo una elección libre y el presidente Jean-Bertrand Aristide ganó. Unos pocos meses después fue derrocado por un golpe militar. Una corrupta junta militar se hizo cargo del poder y Estados Unidos la apoyó, no de forma abierta sino de forma pasiva. Entonces los haitianos comenzaron a huir del terror de su propio país y las autoridades aquí las mandaron de regreso y en algunos casos los enviaron a Guantánamo. Claro que esto va contra las leyes internacionales, pero el gobierno de Estados Unidos quería creer que se trataba de “refugiados económicos”.

JM: Volvamos a los años de su juventud y de su contacto con los anarquistas españoles.  Hablemos un poco de la importancia que tuvo de la Guerra civil española en su pensamiento y en su activismo.

NC: Sí, tuvo muchísima importancia… De hecho, escribí mi primer artículo sobe la Guerra Civil Española…

JM: Por entonces usted tenía once años.

NC: Así es. En realidad no fue sobre los anarquistas sino sobre la caída de Barcelona y la expansión del fascismo en Europa, algo que realmente daba miedo. Pero un par de años más tarde comencé a interesarme en el movimiento anarquista. En Nueva York yo tenía parientes…

JM: Tenía algunos tíos allá, ¿no? Entonces viajaba desde Filadelfia a Nueva York de vez en cuando.

NC: Sí, tenía unos tíos allá y solía quedarme con ellos a veces. Por aquella época, por el área de la Union Square hacia la Cuarta avenida…

JM: La Cuarta Avenida y Broadway…

NC: Por esa área había muchos inmigrantes españoles que habían huido de Franco. También pasaba tiempo con la gente de Freie Arbeiter Stimme (La voz de los trabajadores libres), donde también se juntaban los anarquistas británicos. Entonces yo pasaba muchísimo tiempo en las librerías con los inmigrantes, hablaba con ellos y me llevaba material de allí. Todo eso fue para mí como una escuela, sobre todo cuando escribí sobre la Guerra Civil española y sobre otros temas muchos años después. En mis artículos usé muchos de los documentos que descubrí allí, cuando era todavía un niño, la mayoría de todo eso no había sido publicado todavía. Mucho ha sido publicado hoy en día, pero no lo era por esa época. Por otra parte, fue de aquella prensa de izquierda de la época que aprendí acerca del apoyo de la administración del presidente Franklin Roosevelt al dictador Franco, todo lo cual fue más tarde sabido por muchos.

JM: Empresas estadunidenses como ALCOA, GM, and Texaco, jugaron un papel importante en la derrota del Segunda República, un excepcional experimento democrático  después de siglos. Muchas grades compañías internacionales colaboraron con los nazis y con Franco mismo.

NC: Pero querían hacer creer que no tenían nada que ver ni estaban informadas. Por entonces hubo un informe en la prensa de izquierda, allá por los años treinta, sobre Texaco, compañía que estaba dirigida por un nazi llamado Torkild Rieber. Este empresario derivó barcos de petróleo de la Segunda República, con la cual tenía contratos, a la falange de Franco. Eso fue informado por la prensa de izquierda aquí, pero el Departamento de Estado negó saber cualquier cosa sobre el hecho, hasta que terminó admitiéndolo solo años después y ahora podemos leerlo en los libros de historia, de forma que así se suprime el hecho de que este país lo toleró. Por otro lado, la misma administración condenaba estrepitosamente a algunas compañías mexicanas por enviar unas pocas armas a la República española. Claro que no podían ver los barcos petroleros enviados desde aquí, y si te fijas en lo que pasaba antes, verás que el petróleo era, por entonces, uno de los recursos energéticos que Franco no podía recibir ni los alemanes ni de los italianos, lo cual es por demás significativo.

JM: Suena muy familiar en América Latina…

NC: Bastante. En los noventa, durante la administración Clinton y durante el régimen terrorista en Haití, la CIA había informado al Congreso de Estados Unidos que se había dispuesto un embargo de petróleo para el régimen haitiano, lo cual fue simplemente mentira. Yo estaba ahí. Cualquiera podía ver desde allí las terminales petroleras que estaban siendo construidas mientras los barcos ingresaban a puerto. Luego resultó que el mismo presidente Clinton había autorizado a la compañía Texaco (la misma compañía de la que hablábamos recién) para enviar petróleo de manera ilegal a la junta militar, en un momento que se suponía que se estaban oponiendo a los militares y promoviendo la democracia. La misma compañía, la misma historia.

JM: ¿Crees que la experiencia histórica de los anarquistas españoles, de no haber sido destruida por Franco, pudo transformarse por ejemplo en una tercera opción al estalinismo y al capitalismo occidental? ¿Cómo pudieron evitar la derrota?

NC: A ver… Los comunistas fueron uno de los principales responsables de la destrucción de los anarquistas españoles. No solo en Cataluña, sino en otras partes: los ejércitos comunistas destruyeron muchas organizaciones colectivas.

JM: ¿Cómo pudieron los anarquistas y la Republica evitar la derrota?

N: CH: Es una pregunta interesante. Hubo una propuesta de un profesor italiano, Camilo Bernari, un anarquista italiano que se encontraba en España por esa época, la cual, creo, no es para nada absurda. Él se oponía a una participación con el gobierno, estaba en contra de la formación de un ejército, un gran ejército para luchar contra Franco. Él pensaba que se debía reestablecer el recurso de la guerrilla, la cual tenía una importante tradición en España.

JM: Sobre todo al principio del siglo XIX, durante la ocupación francesa…

NC: Cuando la ocupación de Napoleón Bonaparte, sí. Según Bernari, lo mismo debió hacer para resistir la invasión franquista; se debió recurrir a una guerra de guerrillas además de la guerra política. Por esa época hubo una rebelión en Marruecos, liderada por Abd el-Krim (alguien que influenció en las tácticas de Ho Chi Minh y Ernesto Che Guevara), Entonces Bernari propuso que los anarquistas debían vincularse con los rebeldes marroquíes para destronar al gobierno, promover una reforma agraria, atraer a la base del ejército moro de Marruecos y de esa forma tratar de combatir al ejército franquista a través de una guerra política en el norte de África y de la acción guerrillera en España. Esta opción pudo ser la única efectiva para detener el fascismo.

JM: Hubo otros casos exitosos de resistencia a través de la táctica guerrillera en el mundo.

NC: Hubo casos como, por ejemplo, el de Estados Unidos. Los revolucionarios americanos tenían un ejército, el de George Washington, pero Washington perdió todas las batallas. No podían ganarle a un ejército superior como el británico. La guerra, la Revolución americana se ganó básicamente gracias a las guerrillas. Tú sabes, ese tipo de gente que ahora llamamos “terroristas”. George Washington odiaba estas guerrillas. Él quería un ejército disciplinado con sombreros rojos, tú sabes, peleando en la guerra como se supone que los caballeros deben pelear…

JM: Una de sus últimas teorías fue la del Ensamble sintáctico. Una paradoja, si me permites, consiste en que esta particularidad humana ha hecho posible que la gente comparta conocimiento, ficción y emociones, pero por otro lado también ha hecho posible que la mentira, el engaño y la negación de la propia realidad alcanzasen altos niveles de sofisticación y destrucción. ¿Es ésta, la habilidad intelectual más importante de la especie humana, un peligro a su propia supervivencia como especie?

NC: La inteligencia humana tiene muchas facetas. Nuestras capacidades lingüísticas son, sin duda, prominentes entre todas las demás. Se podría decir, lamentablemente, y sin ningún lugar a dudas, que los humanos hemos creado circunstancias que están amenazando nuestra propia existencia bajo cualquier forma de organización posible, y ya están destruyendo a otras especies un ritmo nunca visto en los últimos 65 millones de años, que fue cuando ocurrió la Gran Extinción. Las dos mayores amenazas a una sobrevivencia decente son, actualmente, las armas atómicas y la catástrofe ambiental, dos amenazas que continúan creciendo. Esta es la razón por la cual el Bulletin of Atomic Scientists ha adelantado dos minutos su famoso Reloj del Apocalipsis, lo que significa que estamos otra vez más cerca de la medianoche.

JM: Aparte de lingüística, usted dio clases de humanidades en el MIT. ¿Es la ideología de los negocios o de losbeneficios-primero la que ha erosionando una educación más global y critica?

NC: La imposición del modelo de los negocios sobre la educación es sin duda una amenaza. De la misma forma lo es el radical desfinanciamiento de todo lo demás, la privatización y otras prácticas propias del asalto neoliberal sobre la población global, especialmente, en la última generación.

***

Nuestra conversación se extendió informalmente sobre otros temas. En una ejemplar de la edición original de Syntactic Structures de 1957 (libro que es considerado por los especialistas como el más influyente del siglo XX en las ciencias cognitivas y uno de los cien libros más importantes jamás escritos en la historia de la humanidad) me escribió la famosa frase “Colorless green ideas dream furiously” (“Las incoloras ideas verdes sueñan furiosamente”), el equivalente de la formula E=mc2 en lingüística, y más abajo agregó, parafraseando a la anterior, no sin humor “Revolutionary new ideas appear infrequently” (“Las nuevas ideas revolucionarias surgen infrecuentemente”).

Le dejé el tercer volumen de la trilogía Memoria del Fuego, ese clásico de nuestro gran amigo. Chomsky recordó con afecto a Eduardo Galeano. “Era un gran escritor”, dijo.

En el acierto o en el error, los dos hombres enseñaron a generaciones a rehuir a la cobardía de la complicidad con el poder, a no aceptar nunca el síndrome de Estocolmo Los dos nos enseñaron que historia y memoria no siempre son la misma cosa. Y por las mismas razones, los dos (como Galileo, como Einstein) fueron odiados y etiquetados como “Idiotas” –en vano.

 

Jorge Majfud,

MIT, 8 de abril 2016

Fotos de Sarah Silbiger, Daily Free Press, Boston University

http://www.huffingtonpost.es/jorge-majfud/sin-azucar-conversaciones_b_10025878.html

El ​«Marketing» de la violencia

Patrick Moore, Indiana University

Jorge Majfud Jacksonville University

​«O​ccidente, lo mejor de Occidente no va a desaparecer por aquellos lunáticos islamistas que le tienen asco a la vida propia y ajena y amor no declarado al cine de horror. No; si las virtudes de Occidente desaparecen será por acción colectiva de los propios occidentales. Será por un lento suicidio, que es la forma en que las civilizaciones siempre mueren.»

 Entrevista

 

  • Patrick Moore (PM): Queríamos que esta conversación estuviese centrada en la problemática de la violencia en sus diversas manifestaciones en nuestra sociedad. En los medios de comunicación se puede consumir imágenes de violencia de la vida real, a veces antes de que se sepan los hechos que rodean y explican dicha violencia. La violencia en la televisión, ya sea en noticieros o en programas de ficción, es rutina. Como forma de inicio, ¿podría ofrecernos algunos comentarios en general sobre este tema que parece ser central en nuestro tiempo?

Jorge Majfud (JM): Hay una gran ambigüedad de valores allí, lo cual hace de la violencia un problema aun mayor. Por ejemplo, recuerdo cuando yo era un niño de pocos años en mi país, Uruguay, y no pocas veces debí presenciar cómo los granjeros debían matar un cerdo o un cordero. Las imágenes eran de una violencia que hoy en día sería considerada obscena para un niño. Pero había una diferencia con el mundo de hoy. Aquellos trabajadores rurales tenían un código de conducta estricto: lo que hacían lo hacían por necesidad, no por diversión. Cuando cazaban, comían la presa; no se trataba de una simple diversión en nombre de algún deporte para gente sin problemas. No se trataba del espectáculo de la tortura, como lo son las corridas de toros. Para ellos, era inmoral torturar al animal antes de sacrificarlo. Cada día soy más vegetariano, pero de aquella gente aprendí que, cuando la violencia tiene un propósito claro y basado en una necesidad básica, al menos tiene un sentido moral que protege la psiquis de un niño.

Actualmente, en los medios la violencia es un entretenimiento dominante. La «moralina» o pseudomoral pública se escandaliza de una mala palabra o del seno de una mujer blanca (no es problema si el seno es de una mujer africana o de alguna otra región primitiva). El seno y la mala palabra se censuran (ahí se acabó la tan mentada libertad de expresión) pero cuando un pastor quema en publico el libro sagrado de otra gente, u otro, como Steven Anderson, realizando una lectura literal de la Biblia propone matar a todos los homosexuales para terminar con el SIDA, eso es parte de la libertad de expresión. Cuando en una película apta para niños alguien le arranca un ojo a otro o el héroe deja un tendal de muertos sin decir ninguna palabra políticamente incorrecta, eso se considera ficción inocente. Algo inocente, como si los niños fuesen indiferentes a la glorificación de la violencia.

Entiendo que la violencia es un área fundamental en la exploración estética, lo es sobre todo en el cine arte y la gran literatura. Pero cuando se convierte en objeto en sí misma, en producto calculado de mercado, en pura diversión, es como cuando el sexo o el erotismo se convierten en pornografía. Tampoco es que me voy a poner a moralizar y condenar la pornografía como si fuese Savonarola, pero cuando una sociedad solo consume esa cosificación de la existencia, entonces tenemos derecho a sospechar que algo no está funcionando.

  • PM: ¿El mundo de 2015 es más violento que el de hace treinta años? ¿En qué son diferentes?

JM: Hay diferencias, aunque no creo que el mundo sea hoy más violento. Lo que pasa es que uno vive con ansiedad su propio tiempo. Lo que la gente en Estados Unidos llama «década feliz» refiriéndose a los años cincuenta fue, en realidad, una década violenta, llena de miedos y paranoia. Pero el título se lo dan aquellos que por entonces eran niños. A principios del siglo XX la amenaza eran los católicos, luego fueron los comunistas, ahora los islamistas, y mañana serán los chinos. Quien se identifica con el «nosotros, los buenos» tiende a olvidar que también ellos cambiaron de forma radical o por lo menos dramática. En los cincuenta existía un claro estado de apartheid en Estados Unidos, aunque nunca se lo llame de esa forma, por puro pudor a ese «nosotros».

La violencia ha cambiado de color, pero más o menos sigue siendo la misma. En un libro de ensayos que publiqué el siglo pasado, anoté: «La Inquisición asesinó en nombre de Dios; la Revolución Francesa en nombre de la libertad; el marxismo-leninismo en nombre de la igualdad.  […] Pensamos que en el próximo siglo la sangre seguirá corriendo, aunque ya no necesitará de tan nobles excusas para hacerlo». Luego se volvió a matar en nombre de Dios y se continuó matando en nombre de la libertad y la democracia. Tal vez ahora las excusas ya no son tan nobles, pero siguen siendo excusas para legitimar cualquier tipo de barbarie, ya sea de lunáticos degollando inocentes para impresionar al mundo o de pulcros ejércitos desparramando bombas con mala puntería, pese a que son bombas inteligentes, con frecuencia más inteligentes que sus dueños y más valiosas que sus víctimas. Todo sazonado, por supuesto, con una refinada retórica.

  • PM: Diariamente somos espectadores de la violencia a través de los medios de comunicación. Algunos la ejercitan de forma virtual, en los videojuegos…

JM: Que a veces no se diferencian demasiado de las guerras reales…

  • PM: ¿Estamos entumecidos con respecto a nuestras reacciones a la violencia?

JM: Somos insensibles a la violencia solo cuando es ejercida contra humanos que no son tan humanos como nuestros vecinos o cuando las víctimas no representan de alguna forma a un grupo poderoso. Es como cuando alguien se escandaliza porque en China comen perros mientras prepara una barbecue en el patio de su casa. Nuestras reacciones revelan nuestra deshumanización a través de la deshumanización del otro. Cuando ocurrió el atentado terrorista en París, dejando una docena de muertos, todo el mundo se sensibilizó por semejante acto de barbarie, que lo fue sin atenuantes y lo condenamos enfáticamente. Pero veamos cómo líderes de todo el mundo, de dudosa autoridad moral, volaron a sacarse una foto rodeados de pueblo con el oportunismo magistral que los caracteriza. Casi simultáneamente, en Nigeria, otro autoproclamado vocero de Dios, Boko Haram, masacró un par de miles de personas. Pero esta violencia extrema no provocó ni la centésima parte de la reacción que provocaron los atentados en París. Porque lo que pasa en el centro del mundo es real y lo demás, realismo mágico. Nuestros muertos son verdaderos porque duelen.

Ahora veamos otro caso extremo de violencia habitual que no duele. ¿Qué acto mayor de violencia existe en este mundo que el hecho de que millones de niños mueran de hambre cuando 85 individuos poseen lo mismo que la mitad de la población del mundo y el uno por ciento de la población es dueña de la mitad de toda la riqueza del globo y, aun así, continúan invirtiendo billones de dólares para presionar a los gobiernos para que les rebajen los impuestos y así no castigar el éxito? Su propio éxito, está de más decir.

Es lo que decía al comienzo: más que la violencia en sí misma, el peligro es la trivialización de la violencia. La relación violencia/moral es fundamental en la existencia humana. Por la misma razón, la violencia moral es infinitamente más grave que la violencia física. Un boxeador se puede reponer de una paliza, pero una joven difícilmente pueda hacerlo de una violación. El mismo acto físico que practica una actriz en una película pornográfica o una prostituta en su oficio tiene resultados radicalmente opuestos en el contexto de una mujer que es obligada a hacer lo mismo contra su voluntad. En esa «diferencia semántica» radica la violencia moral, que es la mayor de las violencias que existen.

La trivialización de la violencia no solo termina por cosificar a quien la ejerce, sino que, tarde o temprano, se descarga sobre una víctima que experimenta esa humillación de forma infinitamente superior. Es lo que podemos ver en los niños víctimas de guerras y todo tipo de violencia política y económica: esos inocentes están condenados a vivir un martirio ilimitado, no solo debido a la violencia física sino a la violencia moral que trae consigo la experiencia de la impotencia y la injusticia. ¿Qué podemos esperar de ellos sino más violencia, esta vez violencia física, espectacular, visualizable y fácil de publicar en primeras planas?

  • PM: ¿Dónde se encuentra la violencia en nuestro sistema político aquí en los Estados Unidos?

JM: En muchas partes y de muchas formas: diez mil asesinados por armas de fuego cada año no es un detalle, si consideramos que en Japón los asesinados cada año por armas de fuego se cuentan con los dedos de la mano. Ese tipo de violencia es mucho peor en América Central, pero se supone que estamos hablando del país más rico y más poderoso del planeta.

Que mientras millones de estadounidenses luchan por no perder sus casas el 1 % de la población posea el 42 % de la riqueza financiera sería ya un indicio de violencia estructural. Pero si alguien considera que eso no es violencia sino consecuencia de una democracia representativa, bastaría con recordar que más de la mitad de los senadores y representantes de este país pertenecen a ese 1 % más rico del país. ¿Por qué el 99 % de la población debe ser representado en sus intereses por el 1 % más rico? La respuesta más previsible es que ese 1 % representa a los más exitosos de la población, lo cual es otra simplificación que agrega más violencia moral a la violencia económica. La lista de violencias es muy larga y no me daría el tiempo ahora para enumerar una parte infinitesimal. Claro que igual de larga es la lista en muchos otros países, pero tu pregunta se refiere a Estados Unidos.

  • PM: Con la violencia vista recientemente en Francia y con otros eventos a lo largo de los últimos quince años, la primera reacción de mucha gente en los Estados Unidos (y en Occidente en general) es culpar al Islam. Además, algunos han sugerido que si bien un musulmán cualquiera (un musulmán «típico») nunca sería capaz de tal violencia, muchos musulmanes estarán de acuerdo con algunas ideas de estos terroristas, por ejemplo, que no se debe crear imágenes artísticas de Alá o que no es mala idea castigar de alguna manera (aun hasta la pena capital) a los apóstatas ex-musulmanes. Tomando en cuenta que los críticos tal vez dirán que lo peor de la violencia de los cristianos se hizo hace siglos, ¿cómo se puede responder a estos críticos?

JM: Sí, he visto esos programas. Son programas de entretenimiento, los maestros del pueblo, la Coca y el McDonald del conocimiento y la conciencia histórica, lamentablemente. El hecho de que los musulmanes no estén de acuerdo en crear imágenes de Alá no los hace copartícipes de ningún acto barbárico. En Suiza, Miguel Servet fue quemado vivo por su discrepancia con Calvino sobre la Trinidad, una práctica muy común en la civilizada Europa de la época. Sin embargo, hoy en día los seguidores de Calvino son incontables, casi nadie es servetista, y ello no significa que toda esa gente esté de acuerdo con quemar disidentes. No hay religiones que expliquen la violencia sino culturas, grupos e individuos violentos. Durante siglos, la España dominada por gobiernos musulmanes toleró las otras religiones de una forma que no lo hizo la vencedora España de los Reyes Católicos. Desde el siglo VIII hasta el XV, la población judía se multiplicó bajo el reinado islámico, hasta que tras su derrota a mano de los cristianos fueron expulsados en masa. El cristianismo, basado en la prédica del amor, tiene una milenaria historia de persecuciones y asesinatos. El apedreamiento hasta la muerte de mujeres adúlteras está en la Biblia, no en el Corán; Jesús no abolió explícitamente esa ley, pero con una lección ejemplar la hizo inaplicable. Y Jesús es una figura sagrada para un musulmán. Por siglos las Cruzadas violaron, mataron y quemaron pueblos a su paso hacia Jerusalén. La Inquisición torturó y asesinó a miles de inocentes. Hitler protegió y utilizó el cristianismo para sus propios intereses genocidas y no pocos cristianos protegieron a los nazis en su desbandada. Durante décadas las dictaduras latinoamericanas recibieron la bendición (por acción o por omisión) de la Iglesia católica. Franco en España se sostuvo en el poder a lo largo del siglo XX apoyado por la Iglesia de la época. No hace falta recordar que en Estados Unidos los miembros del KKK no son musulmanes, sino cristianos, según su propia interpretación, como todos. O que el terrorista que mató a 168 personas en Oklahoma era un veterano de Irak que quiso vengar la matanza de los seguidores de la secta cristiana de  los davidianos en Waco, Texas. En Israel no son pocos los ultras que bendicen las bombas que dejan decenas, cuando no cientos de niños aplastados por los escombros.

Ahora, ¿es el Judaísmo o el Cristianismo violento per se? No, claro que no. Al menos no más violentos que muchas otras grandes religiones, incluida el Islam.

En Francia y en Alemania cualquiera puede ir preso por decir algo que puede considerarse peligroso. Los islamistas más radicales reaccionan cuando alguien insulta y ofende a su profeta y eso es considerado una muestra de su intolerancia; pero si alguien ofende la interpretación oficial de la historia o una mujer ofende la sensibilidad ajena descubriéndose los senos, entonces eso se castiga con la cárcel en nombre de la convivencia y las leyes.

Ahora, cuando vemos que de repente un partido de ultraderecha de Le Pen se ubica al tope de las preferencias políticas en Francia, no es necesario ser un genio para darse cuenta de a quién beneficia toda esa violencia terrorista y toda esa retórica xenófoba que le sigue. Bastaría con recordar cómo los líderes mundiales secuestraron recientemente la marcha en París en defensa de la libertad de expresión: al frente, en primera plana, salieron líderes mundiales sin estatura moral para considerarse campeones de la libertad de expresión, sino todo lo contrario. No es necesario ser un genio para darse cuenta de a quiénes benefician los lunáticos del Estado Islámico cada vez que degüella a un inocente. No beneficia a aquellos que luchamos por defender los valores occidentales de una sociedad libre y abierta, sino a aquellos que precisamente quieren revertir estos logros en beneficio propio, en beneficio de unos grupos minoritarios que siempre encuentran la forma de conseguir el apoyo de las mayorías, como bien nos muestra la historia. Son esos grupos que dicen luchar contra un enemigo al tiempo que van convirtiendo nuestras sociedades en algo muy parecido a lo que quieren instaurar esos mismos enemigos. Occidente, lo mejor de Occidente no va a desaparecer por aquellos lunáticos islamistas que le tienen asco a la vida propia y ajena y amor no declarado al cine de horror. No; si las virtudes de Occidente desaparecen será por acción colectiva de los propios occidentales. Será por un lento suicidio, que es la forma en que las civilizaciones siempre mueren.

Por otro lado no debemos olvidar que programas occidentales en marcha, como el de los drones, han matado a miles de personas, a veces familias enteras, y nunca se ha visto ningún titular escandalizado por semejante acto de barbarismo: ojos que no ven, corazones que no sienten. El terrorismo islámico es un peligro real; tan real como el peligro de que Occidente recaiga, como es su costumbre, en su propio barbarismo. ¿O el reciente holocausto alemán, los campos de concentración en muchos otros países, la desaparición forzada, el apartheid y el racismo de todo tipo, el ciego orgullo de ser especiales o elegidos por Dios para dominar el resto del mundo, las invasiones basadas en «errores de inteligencia» que luego dejan cientos de miles de muertos, todo eso y más, no son acaso prácticas bien occidentales?

Yo soy un fuerte defensor de ciertos valores occidentales, pero no de todos. Apoyo y defiendo los derechos humanos, la libertad de expresión, la libertad individual, las religiones y el laicismo, el derecho al cambio, etc. Pero me niego a sumarme a una mentalidad de fútbol según la cual una vez tomado partido por una de dos posiciones, arbitrarias y excluyentes, el pensamiento crítico deja lugar a la pasión del estadio, cuando no a la pasión del ciudadano convertido en un guerrero ciego pero útil.

  • PM: Tal vez algunas personas dirán que este mundo nos presenta unos problemas que no se pueden resolver. ¿Qué se puede hacer como individuo? O sea, ¿qué diría a sus estudiantes si le hicieran tal pregunta?

JM: Esa es una pregunta necesaria, sobre todo desde un punto de vista existencial. La respuesta de la Era Moderna era cambiarlo todo con una revolución radical. Mi lema es «piensa radical; actúa moderado». Ya expliqué por qué pienso que este es el mejor principio: como críticos, debemos cruzar todos los límites de lo políticamente correcto para acceder a la raíz de cada problema (eso significa radical); sin embargo, nunca podemos tener la certeza de que nuestros pensamientos no están equivocados en alguna parte, por lo cual cualquier acción radical podría resultar catastrófica. Por lo tanto, la acción por prueba y error, por experimentos sociales, es siempre preferible. Evolución en lugar de Revolución. Para eso necesitamos sociedades abiertas.

No obstante, tampoco podemos esperar estar en ninguna etapa histórica y social mejor de la que estamos para comenzar a cambiarnos a nosotros mismos, para vivir nuestras propias vidas y ayudar a unos pocos más. Muchas veces me abruma leer la gran prensa y ver tanta violencia en el mundo y tanta hipocresía en la narrativa de los culpables e inocentes. El diablo está en los detalles de la gran prensa mundial, que es el vocero del verdadero poder que gobierna los países: el dinero, está de más decir. Ahora, ¿qué hacer con todo eso, aparte de aportar un grano de arena a una posible concientización de lo que uno cree correcto? También es posible cambiar de perspectiva y ver que el mundo también está lleno de cosas buenas, de gente que te rodea y que te necesita. Eso también cuenta. Eso también vale.

  • PM: ¿Podría comentar sobre la violencia en sus obras de ficción? El lector entenderá que, por ejemplo, los protagonistas de Crisis experimentan la violencia por medio de sus viajes y sus condiciones de inmigrantes indocumentados. ¿Es la manifestación de la violencia en sus cuentos y novelas algo que requiere mucha reflexión de su parte, o es algo que parece fluir naturalmente debido a la índole de la historia que cuenta?

JM: La reflexión es una práctica más apropiada para el ensayo que para la ficción. En la ficción uno explora más las emociones (aunque a veces la narrativa esté contaminada de ideas), que es lo más profundo que tiene la existencia humana. En mis trabajos ensayísticos la violencia es central, precisamente porque la injusticia es su raíz. Nunca escribimos un artículo denunciando la violencia de un tigre, de un tornado o de un terremoto, al menos que haya un factor humano detrás, como es el caso del más reciente calentamiento global. Es, fundamentalmente, el factor moral el que nos mueve a escribir ensayos.

En el caso de la escritura de ficción, la exploración es mucho más amplia: está la moral, pero también la estética y la exploración de condiciones humanas que trascienden la moral, como pueden serlo los sueños, el miedo a la muerte, el amor, el odio, la esperanza, el sentimiento de culpa, etc. No obstante, al menos en mi caso, la exploración narrativa casi siempre incluye el factor de la violencia, sobre todo de la violencia moral, esa violencia que suele ser más sutil pero mucho más profunda y duradera que la violencia física. Hay un trabajo interesante sobre ese tema referido a la novela La reina de América, de Laurine Duneau, de Université d’Orléans.[1]

[1] La violencia moral en La reina de América de Jorge Majfud. Por Laurine Duneau. Université d’Orléans. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012.

Jorge Majfud es un escritor uruguayo radicado en Estados Unidos. Es profesor de español y estudios internacionales en Jacksnoville University, además de autor de novelas, cuentos y ensayos. Sus trabajos más recientes son: El pasado siempre vuelve (cuentos), Hermenéutica: Análisis crítico de once autores en su tiempo (ensayos) y Cine político latinoamericano (ensayos). Su novela más reciente es Crisis y la más conocida La reina de América. Sus ensayos se han publicados en varios periódicos y revistas del mundo hispanohablante. Ha colaborado con Noam Chomsky recientemente, en la edición y traducción de sus ensayos que se encuentran en el libro Ilusionistas.

Las democracias y sus sustitutos

Las democracias y sus sustitutos

 

 

Estado de situación: qué democracias nos promete la nueva Guerra Fría

De repente, el mundo cambió y no una, sino varias veces. Espías disidentes, países que anexan pedazos de otros, conflictos internos imparables. Un diálogo con Jorge Majfud.

 

por Gabriel Conte :  gconte@mdzol.com

Version digital en http://www.mdzol.com/nota/524556-estado-de-situacion-que-democracias-nos-promete-la-nueva-guerra-fria/

 por Gabriel Conte@ConteGabriel– Estado de situación30 de Marzo de 2014

 

Entrevista (parte 1)

 

 “Lo peor que le puede pasar a una democracia es dejar a la política en manos de los políticos”. La frase la lanza en forma provocadora desde su despacho en Jacksonville University, en EEUU, Jorge Majfud, el uruguayo que es uno de los escritores de origen latinos más destacados de ese país. Tanto así que está entre los finalistas del premio más importante para este año: el “International Latino Book Awards”.

Majfud es arquitecto, pero además es máster en literatura y doctor en Filosofía y Letras. Y es esto último, junto con la literatura, lo que lo ha marcado. Traductor y prologuista de académicos como Noam Chomsky lo han dejado reservado a un sector del público lector, aunque ha podido llegar a porciones mayores con sus columnas en Milenio (México), La República (Uruguay), Cambio 16 y La Vanguardia (España), Courier International de Paris (Francia), Political Affairs y The Huffington Post, de Nueva York, Jornada de Bolivia, El Nuevo Herald de Miami, Página/12 de Buenos Aires y –por qué no decirlo- de MDZ, en donde sus textos y su palabra no han pasado desapercibidos.

Pero en los últimos meses se produjo una impasse en su presencia mediática. Justo, cuando –en todo caso- más se lo “necesitaba”, digamos, para decodificar una realidad que los medios, muchas veces, nos esmeramos por no analizar, sino en oficiar de espejos (muchas veces deformes) de otros medios.



Lanzada su provocación en tiempos en que cunden los gobiernos elegidos popularmente y derrocados de la misma forma, antes de tiempo; en que unos países deciden abiertamente qué pasará mañana adentro de otro y en los que el orden mundial se ve trastocado por jugadas geopolíticas fuera de agenda, la tomamos, para tentarlo a profundizar en el presente, sabiendo que el resultado de la charla no será jamás la hipnotización del lector, sino un puntapié hacia el pensamiento crítico.

 

Hace algún tiempo que no leemos sus columnas en los diarios…

-Cuando supe que 85 personas en el mundo poseían la misma riqueza que la mitad de la población del mundo, me di cuenta que todo estaba dicho. Como yo nunca quise ser rico, me resultaría indiferente este hecho si esos que sí se mueren por serlo nos dejaran de gobernar.

¿Es una ironía?

– Un poco. Pero también es verdad.

¿Cómo nos gobiernan “los ricos”?

– Más que los ricos, que ya son casi los nuevos proletarios, los megarricos, las corporaciones, lo que viene a ser una nueva paradoja, ya que si en el Renacimiento el dinero significó el fin de la aristocracia y sus privilegios de clase y de sangre, hoy en día ese mismo dinero ha creado un neo feudalismo donde las corporaciones son ducados y principados cerrados, con algunas muy publicitadas excepciones, obviamente. Ahora, si usted mira la desproporción de la propiedad del dinero se dará cuenta quién tiene la capacidad de dictar narraciones y quienes sólo pierden su tiempo replicando. Es un ejercicio dialectico, parecido a los torneos que se hacían en la antigua Grecia. Puro deporte dialectico. Últimamente me he desencantado de las posibilidades de este tipo de lucha. Probablemente regresaré, porque no es fácil dejar un vicio, pero ya no creo que sea el mismo joven optimista de unas décadas atrás. Por otro lado, también me desencanta un poco percibir cómo domina la “mentalidad de fútbol” en las disputas dialécticas. Unos se ponen de un lado y los otros del otro y todo lo que leen o dicen sirve para defender sus ideas y no para cuestionar las propias.

Aunque admiro a José Martí, no estoy de acuerdo con su optimismo acerca de que las “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”. Sí, valen más, pero cuánto mal hacen también.

¿Se puede creer todavía en la política?

– Esa pregunta contiene una suposición epistemológica más antigua que Amenofis IV: la verdad existe y es única. En política no hay verdades, hay intereses. Claro que podemos medirla también desde un punto de vista moral. Por lo tanto, a esa pregunta hay que contestarla que sí y no. Si bien la política es un área fundamental en la existencia humana, pocas cosas hay más superficiales que las opiniones políticas.

Peor: podemos ver que todavía hay una fuerte intoxicación de política en muchos países, como en Venezuela o en Estados Unidos, lo cual es tan mortal como la indiferencia radical. Ahora, más allá de todos los relativismos, podemos pensar que debe haber unos pocos puntos fijos, como por ejemplo la tolerancia, eso que tanto falta hoy en día en tantas partes del mundo. Si no es por los odios políticos, es por los odios religiosos o por los odios deportivos o por los nacionales que últimamente se reduce a medirse el tamaño del PIB. Mientras unos pocos se benefician de tanto odio, el resto lo practica: unas ideas y unas pasiones sirven a las corporaciones privadas, otras sirven a los caudillos de turno. Todos, siempre, tienen comprensibles excusas para mantenerse en el poder.

 

¿Hacia dónde nos dirigimos en política, entonces?

– En los años 90, en contra de la ola neoliberal que celebraba la derrota de los débiles, yo era de la opinión de que la historia se estaba moviendo de una democracia representativa a una democracia directa. En el 2003 la opción me parecía todavía en curso, aunque seguía publicando que luego de una gran crisis económica y de sistema como consecuencia de la guerra en Irak y de movimientos sociales de desobediencia, la humanidad se debatiría entre más democracia o más control del Estado. Por alguna oscura razón todavía creo que nos dirigimos a una mayor democracia directa, pero el presente parece contradecir mi predicción y, por el contrario, nos muestra un fuerte avance de totalitarismos no tradicionales.

Democracia no es solo votar. Cada tanto, el dictador Stroessner se hacía plebiscitar para legitimarse. En Corea del Norte y China, como en Cuba hay “elecciones”, aunque no pluripartidarias. ¿De qué calidad sería esa “democracia directa” de la que usted habla? ¿A nivel muy local? Se volvería a un dialogo oportunista con las masas para avalar decisiones? ¿Qué será del sistema de partidos políticos?

– Cuba fue una Revolución en los 60, una de las más importantes del siglo XX. Hoy es apenas un régimen conservador, aferrado a una religión. Por democracia directa me refería a la posibilidad de tomar decisiones por parte de los pueblos de forma inmediata o, al menos, no condicionada por ciclos electorales. Los representantes ya no representan nada más que una tradición, como los reyes en la vieja Europa. Son resabios de la inercia histórica.

Sin embargo, la madurez de la Sociedad Desobediente está mucho más lejos de lo que pensaba veinte años atrás. Sus principales instrumentos, las redes de comunicación, aún no alcanzan a ser verdaderas herramientas democráticas; todavía son juguetes. Digo todavía, como un aviente atisbo de optimismo.

 ¿Por ejemplo?

– …Como por ejemplo el totalitarismo financiero de las democracias occidentales, (o como se llamen, aunque prefiero una democracia entre comillas a una dictadura con mayúscula), como por ejemplo el control astronómico del hipergobierno de Estados Unidos debido a las nuevas tecnologías, totalmente a contrapelo de sus valores fundacionales.  Como por ejemplo el autoritarismo menos abstracto de gobiernos partidistas o personalistas como los de China y Rusia, o la torpeza personalista de Maduro en Venezuela, etc.

¿Se dirige Estados Unidos a una forma de totalitarismo?

– En muchos aspectos ya lo es, aunque en otros todavía tenemos algo que se llaman leyes que, afortunadamente, son el último recurso de los que no tienen poder. Como la antigua Atenas de Pericles, es una democracia fronteras adentro y un poder arrogante fronteras afueras. Claro que, como los mismos atenienses se justificaban antes las quejas de Esparta y de otros pueblos diciendo “ustedes se quejan porque no pueden hacerlo como nosotros podemos”, cualquier otra opción sería igual. O peor, si consideramos una China o una Rusia con la misma capacidad de crear y destruir como Estados Unidos. Pero esto último es pura especulación.

 

(Parte II)

¿La sociedad estadounidense se ha vuelto más radical?

– No. Al menos desde un punto de vista humanístico, la sociedad es menos fundamentalista que lo era en los años cincuenta e, incluso en los ochenta. Ahora se acepta mucho mejor la verdadera naturaleza de este país, que consiste en una inabarcable diversidad. Personalmente, ésta es la característica que más me apasiona de este país: su infinita diversidad, esa fértil obviedad que tanto cuesta ver desde afuera. Pero si vamos a juzgar los sentimientos populares que se desprenden de sus narrativas sociales, quizás podamos abusar de un aforismo y decir que hay dos tipos de personas que odian la enorme diversidad de Estados Unidos: uno son los antiestadounidenses; los otros son los estadounidenses…  esos nacionalistas que en todos los países pretenden hacerse pasar por los verdaderos ciudadanos. Ahora, cuando hablo del totalitarismo de Estados Unidos no me refiero a la sociedad, quizás ni siquiera al gobierno de turno, sino a las megas corporaciones y a los sistemas de control ejercidos por los aparatos del gobierno: control de los individuos, violación de su privacidad, control de las narrativas sociales, etc. Como todo totalitarismo, no es total. Menos este producto paradójico de un país tan diverso y complejo. El solo hecho de que podamos criticarlo es un indicio que lo demuestra, creo.

Es decir que sigue siendo un país de leyes.

– Si. No obstante, las corporaciones y los lobbies se las arreglan muy bien para que las leyes no sean un obstáculo, es decir, para extender sus poderes sin necesidad de violar leyes escritas. Por ejemplo, si bien la casi infinita capacidad de la NSA, un organismo del gobierno superior a cualquier imaginario Gran Hermano, puede ser considerada ilegal desde algún punto de vista, o al menos cuestionable desde un punto de vista constitucional o moral, el abrumador poder de las corporaciones en la opinión pública es perfectamente legal. El problema es que las soluciones para limitar este poder privado han consistido, al menos en la experiencia de otros países como Venezuela, en el abuso del poder estatal, lo cual no ha solucionado el problema sino que ha creado otros. Venezuela, radicalizada para su mal, un partido o el otro pueden disputarles a las familias tradicionales, a los dueños de los grandes medios, el poder de crear “opinión pública” mediante el poco recomendable método del conflicto y la proscripción. Por el contrario, los gobiernos deberían propiciar la disidencia y la libertad individual (la única libertad real) en todas sus formas posibles. Para esto yo insistiría con algo que he repetido desde hace años: lo peor que le puede pasar a una democracia es dejar a la política en manos de los políticos. Un gobierno debe dar la bienvenida a la crítica y a la protesta, si es necesario, y tratar de integrar a los disidentes que siempre son y deben ser parte de la sociedad. Tal vez Uruguay es uno de esos ejemplos concretos de tolerancia política en nuestro continente. Podemos discutirlo todo, podemos cuestionarlo todo, pero en una democracia la tolerancia es la única verdad política posible.

Los intelectuales estadounidenses siempre se hablan de “las corporaciones”, pero ¿se puede ser más preciso, por ejemplo, en cómo actúan supuestamente estos grupos?

– Es muy simple: ellas no necesitan ser dueñas de ningún medio. Les basta con ser los principales anunciantes. Por ejemplo, si yo soy el dueño de la mayor fábrica de jabones en mi pueblo y el diario y todos sus trabajadores, periodistas y demás asalariados dependen de mis anuncios, seguramente ninguno de ellos se pondría a investigar sobre mis negocios, ni siquiera sus columnistas insistirían cada semana en atacar mis ideas políticas. Eso, más o menos, es lo que ocurre a gran escala en el mundo desarrollado hoy. Antes los diarios eran más independientes porque vivían de las ventas de sus ejemplares, pero hoy ese ingreso es mínimo, cuando no simbólico.

¿Hacia dónde se dirige la política en Estados Unidos?

– Me temo que Estados Unidos se dirige a una política étnica, al menos a nivel partidario. Desde un punto de vista humanístico y democrático, no tiene sentido que uno pueda adivinar las preferencias políticas sólo con ver el color de piel de una persona o su lugar de residencia, pero el hecho concreto es que actualmente es así. Antes esta previsibilidad venía, fundamentalmente, de las clases sociales. En cierta medida, en América Latina los odios siguen siendo de clase pero, sobre todo, son odios ideológicos, que vienen a ser un sustituto de los pasados odios religiosos de Europa la que, por su parte, se ha volcado a las disputas nacionalistas.

Es decir, América Latina se ha estancado en el siglo XX, Europa ha retrocedido a la Era Moderna de los siglos XVIII y XIX y Estaos Unidos se dirige, como siempre, a romper todas las barreras y practicar una política de la Edad Madia y, en pocos años, una política de las cavernas, donde las etnias son más importantes que las supersticiones religiosas e ideológicas. Sea como sea, el antídoto para evitar la catástrofe se basa en la novedad introducida por los humanistas del Renacimiento y por el Iluminismo de la Era Moderna: la tolerancia a la diversidad, ya que no el reconocimiento de su naturaleza constitucional.

¿Cuál es el modelo a seguir en el mundo?

– Tal vez no debería haber un modelo. Quizás una tendencia histórica, quizás una condición natural del ser humano, que se resumiría en la anarquía. No obstante, y aunque la humanidad den los últimos novecientos años ha dado grandes pasos hacia esa utopía, sigue siendo una utopía y probablemente lo será por siempre. El equilibrio está, entonces, en la mayor libertad individual posible y la mínima autoridad y control de parte de un grupo minoritario, sea éste el Estado o las corporaciones privadas, las que tanto se parecen a los principados de la Edad Media y del Renacimiento.

Desde su punto de vista, vamos hacia una nueva bipolaridad con “guerra fría” entre EEUU más Europa contra Rusia, la América chavista, Irán y China?

– Ya existe, desde hace algún tiempo, una neo Guerra Fría. En alguna medida Rusia se parece a la humillada Alemania de la entreguerras: un pasado imperio al más antiguo estilo de anexar territorios viviendo un renacimiento nacionalista. Por el otro, las potencias occidentales haciendo su negocio de siempre, aunque con algunos riesgos, como es el caso de Europa. Para Estados Unidos, muy a pesar de las criticas que los conservadores le hacen a Obama, la situación es mucho más favorable de lo que parece. Significa la perfecta excusa para tomar parte de otro de los países de la Europa del Este, descuartizados por los intereses de las potencias opuestas. Como escribí hace más de una década, los países árabes y el persa no son más que una distracción en un conflicto más amplio: Estados Unidos y Europa por un lado y China y Rusia por el otro. Pero yo no diría bipolaridad, aunque la mente humana tiende siempre a las confrontaciones de partidos bipolares. Yo diría multipolar con potencias dominantes.

Hace unos días revisé los pronósticos de los thinks tanks para 2014.El que más prensa tuvo a finales de 2013 no dijo ni jota de Ucrania, salvo lo que veía en ese momento: “una crisis interna”. ¿Será que está más imprevisible el mundo debido a la rapidez con que se caen estrategias y se difunden datos secretos gracias a gente como Assange o Snowden? ¿O que “todo está fuera de control”? 

– El mundo no es imprevisible sino que su complejidad es tan inabarcable que nadie puede preverlo todo. Así ha sido siempre. Con todo, lo de Ucrania no es tan grave. Todos están haciendo un gran negocio, menos los ucranianos, lo cual es parte de un patrón histórico, sobre todo en el área. ¿Cuándo las potencias mundiales no sacaron ventajas de las intervenciones en los países de Europa del Este? Hace siglos que viene ocurriendo y seguirá ocurriendo.

 

Harlem Shake y el espíritu de nuestro tiempo

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Entrevista con Jorge Majfud

Por Paul Fremont, Paris

 

EF: Unos años atrás, en un artículo sobre el breakdance, usted señalaba que la soledad era la característica esencial de ese baile.

 

JM: Sí, algo que se puede contrastar con el tango y con muchos otros tipos de bailes que no necesariamente tienen contacto interpersonal…

 

EF: Mi pregunta es sobre los nuevos fenómenos de Gangnam Style y Harlem Shake. Este último ha surgido hace unos pocos meses y ya tiene millones de visitas en YouTube y miles de versiones. ¿Cómo explicaría usted estos nuevos fenómenos que años antes hubiesen sido inimaginables?

 

JM: Existe una clara conexión entre el “inocente” fenómeno del “zombi” y la cultura del consumo. El consumidor es, al menos en su condición de consumidor, un zombi que consume y es consumido. Su sangre ha dejado de ser sagrada desde un punto de vista religioso, humanístico y político, como fue considerado alguna vez en el caso del revolucionario latinoamericano, y ha pasado a ser un producto más de consumo. En el breakdance que se practica en los gimnasios y en los espacios públicos, el individuo espera su turno para ejercitar sus admirables piruetas, que más que emociones expresan habilidades gimnásticas, y luego se retira a revisar su teléfono celular mientras otro ocupa su espacio para ejercitar lo mismo con algunas variaciones por un tiempo similar. Es un claro ejercicio de autismo social. Ahora, ese autismo no se diferencia mucho del narcisovouyerismo de las redes sociales. Aunque no se le puede negar a nadie que su actividad en Facebook, por ejemplo, es para comunicarse con sus amigos, tampoco nadie puede negar una generalidad: con vasta frecuencia, los “amigos” acuden a esos espacios virtuales con una necesidad de exponer sus intimidades o sus banalidades diarias, mientras “expían” las intimidades y las banalidades ajenas. Hay varios estudios al respecto, donde se constata una tendencia a la depresión de los usuarios, sobre todo ante el aparente éxito de sus “amigos”.

 

EF: ¿El éxito de los amigos produce depresión?

 

JM: Al parecer, en una sociedad competitiva, sí. Claro que esos estudios no diferencian amigos de “amigos” (póngalo así, entre comillas). Pero el punto es otro: no son los amigos sino las nuevas sensibilidades que se expresan y son creadas en las “redes sociales” que, como cualquiera sabe, son lo más antisocial que ha creado la historia de la humanidad.

 

EF: Pero volvamos al fenómeno de Harlem Shake …

 

JM: Creo que podemos tener una muestra de toda una civilización, del espíritu de un tiempo (si asumimos que los zombis tienen espíritu) a través del análisis de un fenómeno que lo más que provocan son risas o gente golpeándose la cabeza ante un aparente absurdo. Incluso, en Estados Unidos la gente que ha hecho versiones sobre el mismo no tenía ni tiene la menor idea de qué decía la única frase que se escucha (“Con los terroristas”) porque está en español. Supongo que aquí en Francia es igual.

 

EF: Sí, pero no conozco a nadie que le haya dado importancia a la letra. Normalmente se piensa que es divertida y nada más.

 

JM: Pero sería un error pensar que un fenómeno mundial como Harlem Shake es sólo algo “divertido” o un mero producto de una casualidad inexplicable. Si se me cae azúcar fuera de esta taza, puedo atribuírselo a un mero accidente. Pero cuando el ochenta por ciento de las veces me ocurre lo mismo debo descartar semejante comodidad interpretativa.

 

EF: Entonces, ¿cómo explicaría usted este fenómeno?

 

JM: Lo haría en la misma línea que podemos trazar desde los zombis de los ochenta y cierto break dance de las últimas décadas. Si vemos de cerca el caso particular de Harlem Shake, podemos comenzar por preguntarnos en qué consisten todas las versiones. En total hay dos momentos: en el primero, una persona se mueve como si bailara. Claro, podríamos discutir sobre si esto es un baile o no, pero lo que es un hecho objetivo es que ese individuo se está moviendo solo, rodeado de un grupo de cinco o veinte personas que no lo hacen. Pero no sólo el resto de las personas no se mueven o sus movimientos no tienen nada que ver con el primer individuo, sino que cada una de esas personas está ocupada en algo que no son los otros. Muchos de ellos son jóvenes que están chequeando sus teléfonos celulares. Aquí tenemos una de las claves de esta sociedad de las “comunicaciones”: el autismo social en que vivimos. Por si fuera poco, el primer individuo casi siempre usa un casco de motocicleta, aun en espacios interiores, o alguna mascara que acentúa la idea de alienación y, sobre todo, de incomunicación. El individuo danza consigo mismo, lo cual es otro signo de narcisismo y alineación. Luego se pasa al segundo momento. El narcisismo de uno ha triunfado y el resto de alienados ha repetido el acto mecánico. No es casualidad que la explosión de popularidad de estos videos se llama “viral”, y el fenómeno que lleva de la sorpresa y el primer desagrado por el absurdo a la repetición placentera se llama “inoculación”. En el segundo momento la masa de zombis, de teléfonos celulares con personas, ha sido inoculada por la banalidad de uno de los narcisos. Como consumidor, el narciso es parte de la masa pero necesita sentirse diferente logrando sus quince minutos de fama gracias a un acto intrascendente pero mórbido. Si vemos el resultado final del segundo acto veremos el triunfo de uno de los autistas pero no la superación del autismo. Al final, todos han sido contagiados, el sueño de cada uno de los narcisovuyeristas se ha realizado en el triunfo del primero “diferente”, pero la situación es la misma que al comienzo: cada uno de los participantes, luego de un gran esfuerzo por ser original, ha elegido una variación de lo mismo y, sobre todo, ha terminado danzando consigo mismo. En algunos pocos casos dos participantes interactúan, pero es una interacción donde se realiza simbólicamente un acto sexual marcado por la repetición donde el deseo de ridículo sustituye cualquier posibilidad a la emoción amorosa, por ejemplo. Entonces, en cualquier caso vamos del autismo al autismo. En cualquier caso, es la más pura expresión de nuestro tiempo de las incomunicaciones electrónicas. Es un acto de masturbación colectiva. No muy diferente es nuestra cultura global hoy en día. Por la misma razón, y como expresión y como producto de una civilización del consumo, tanto Gangnam Style como Harlem Shake no pueden durar mucho. 

 

EF: ¿Habría participado en alguna de estas versiones?

 

JM: Tal vez sí. ¿Por qué no? No soy ortodoxo ni purista. Como acto en sí, es un absurdo divertido y no agrega ni quita nada al mundo. Pero, independientemente de esto, el fenómeno es inmensamente significativo para comprender el estado actual de nuestra civilización. Yo no lo subestimaría, al menos no como signo.

La Republica (Uruguay)

Milenio (Mexico) , Nac.

La Jornada (Mexico)

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Diálogos con Gabriel Conte III

Barack_Obama_Young

Obama y los misterios de la historia”

 

Con Gabbriel Conte

Jorge Majfud

 

 

G.C. Cuando se dice que Obama expresó una serie de palabras en sentido «progresista», ¿debemos entender al término como «de carácter más hacia la izquierda que el común de los presidentes norteamericanos»?

 

J.M. Sí, si consideramos los últimos presidentes, desde Jimmy Carter. No, si consideramos un número mayor. Por ejemplo, Se podría considerar a los redactores de la constitución americana, la primera y la única, como fuertemente progresistas, como revolucionarios radicales. Es muy difícil encontrar en la historia de la humanidad la fundación de una nación sobre ideas y leyes tan radicales para la época. Se podría considerar a Thomas Jefferson como un presidente progresista, a pesar de que también fue un hombre de su tiempo, un propietario de tierras y esclavos. Pero cuando juzgamos a un hombre o a una mujer desde una perspectiva histórica, lo que importa es la diferencia que cada uno pueda hacer como progresista o conservador, como revolucionario o como reaccionario, como humanista o como enemigo de la humanidad. También podemos considerar como presidentes progresistas al republicano Abraham Lincoln y al demócrata Franklin Roosevelt, que no solo sacó a Estados Unidos de su peor depresión sino que además fue el creador de los programas sociales mas importantes que existen hoy, además de sus políticas económicas que en su momento fueron consideradas estatistas o keynesianas por los conservadores y por los seguidores de Milton Friedman. Desde un punto de vista más especifico, es evidente que las políticas de Obama, fácilmente reconocibles, se están inclinando a la izquierda (los conservadores lo acusan de socialista y liberal), aunque también el grado de filiación depende de quien lo mida. Como ya lo hemos repetido hasta el cansancio, incluso antes de su triunfo en el 2008, su segundo mandato iba a ser más radical. Ya lo es desde el tono de poca paciencia que está mostrando en sus discursos y en las negociaciones con los republicanos, que todavía dominan la cámara baja y tienen todo el poder de trabar la mayoría de sus proyectos. Creo que poco a poco, de aquí hasta su vejez, al igual que Jimmy Carter, Obama volverá a sus raíces intelectuales, que están en sus años ochenta, cuando en la universidad de Columbia leía escritores críticos y asistía y a reuniones de obreros e intelectuales que hubiesen escandalizado a los reaganistas y lo hubiesen llevado a la cárcel en los años cincuenta. A Obama se lo ha acusado erróneamente de muchas cosas, como de no haber nacido en Estados Unidos. Nació en Hawái, es decir, en la Polinesia, cuando Hawái hacía un par de años que se había convertido en el estado cincuenta de Estados Unidos. Hubiese sido un hijo ilegítimo en varios otros estados, ya que el matrimonio entre un negro y una blanca por entonces estaba prohibido. Aquel niño creció y se educó en el país islámico más poblado del mundo, Indonesia, pero no es musulmán, como una gran parte de la población cree. Se llama Barck Hussein Obama, un nombre lleno de reminiscencias a los enemigos obsesivos de Estados Unidos, según el discurso oficial y popular de las últimas décadas. Estuvo afiliado a una iglesia simpatizante a la teoría de la liberación, un invento latinoamericano de los sesenta y, para peor, como algunos biógrafos como Stanley Kurtz en su libro Radical-in-Chief: Barack Obama and the Untold Story of American Socialism (“El comandante radical: Barack Obama y la historia oculta del Socialismo estadounidense”) se encargan de subrayar, el joven Obama en sus años de universidad leía a Karl Marx y asistía a “conferencias de académicos socialistas”. Títulos que uno adivina son puestos más por los enemigos que por los amigos. Todo eso hace una diferencia con, por ejemplo, los tiempos no tan lejanos de Ronald Reagan, que pocos alcanzan a distinguir. Por otro lado, podríamos observar que esta tendencia a la izquierda se expresa más a nivel nacional que a nivel internacional. También si observamos las acciones de los presidentes socialistas de Europa, como el de François Hollande en Francia, por ejemplo, la regla de oro sigue siendo la misma que alguna vez improvisó Winston Churchill cuando le preguntaron qué países tenía Inglaterra como amigos. Churchill dijo, “señor, Inglaterra no tiene amigos; tiene intereses”. Sinceridad de viejo.

Barack Obama and Michelle Obama

G.C. Entonces ¿se podría decir que Obama es el más «progresista», en ese sentido, de todos los demócratas?

J.M. Tal vez sí, si consideramos las mayores figuras de su partido hoy en día. No obstante, en política internacional, el republicano Ron Paul es mucho más “progresista” para el estándar latinoamericano, con su insistencia radical contra las guerras, contra las bases militares y contra los intervencionismo en otros países, con su acusación al gobierno de Estados Unidos de crear reacciones y líderes “antiimperialistas” los cuales, según lo ha repetido en muchos debates, son naturales reacciones a los intervencionismos norteamericanos, etc. Fuera de los demócratas también podríamos mencionar al senador socialista Bernie Sanders.

G.C. Recuerdo el año pasado haber hablado con una decepcionada Aviva Chomsky, a quien aprecio mucho por su gran capacidad de análisis e investigación sobre los procesos migratorios. Ella dejó de creer en Obama y de hecho en las últimas elecciones pensó que era mejor apoyar al partido Verde, aunque también era bueno darle un voto de confianza al actual mandatario en aquellos estados en donde el voto estaba «peleado». ¿A quién le habla Obama cuando lo hace en tono «progresista»? ¿Quiere reconquistar a sus desencantados seguidores de la gestión anterior? ¿O «queda bien» decir esas cosas y nada más?

 J.M. Bueno, es natural que un intelectual deba ser un critico radical. Si uno no es radical en su crítica significa que no está yendo a la raíz de un problema. No obstante yo prescribiría, otra vez, “piensa radical, actúa moderado”. Y creo que Noam Chomsky, su padre, básicamente ha practicado esta línea y la ha articulado en sus conferencias y libros cuando insiste que no es posible tener un plan totalizador que solucione todos los problemas de una sociedad, porque las sociedades son naturalmente complejas y cambiantes. Por lo tanto, dice Noam Chomsky, lo mejor es tener ciertos principios claros de hacia dónde se quiere llegar y luego proponer ciertos cambios, llevarlos a la práctica de una forma concreta, y observar los resultados antes de continuar por ese camino. También Chomsky ha sido muy crítico con Obama. ¡Cómo no serlo con un presidente! Mucho más con el presidente de la principal potencia mundial. El problema, me parece a mí, es que un político, sea bueno o malo, siempre tiene que lidiar con la basura de la realidad política, con los intereses, con lo posible dentro de lo deseable. Los llamados intelectuales, los críticos, en cierta forma estamos libre toda esa basura, lo cual no nos hace mejores personas pero nos da cierta independencia que algunos preferimos mantener. Una independencia relativa, claro, ya que vivimos en un mundo concreto, en una sociedad llena de conflictos y no en un ideal espacio platónico. De cualquier forma, tenemos una independencia mayor de la que puede tener cualquier político de la actual era de las democracias representativas. Personalmente, yo nunca creí en Obama ni en ningún político. De hecho, creo que no deberíamos guiarnos por creencias sino por escepticismos. Pero por otro lado siempre hay que tomar una decisión. No votar, por ejemplo, es renunciar a esa minúscula parte que cada uno tiene para hacer una diferencia mayor a largo plazo. Por lo tanto, en cada elección, en cada referéndum, en cada situación en la cual tenemos más de una opción, uno siempre debe elegir el mal menor. Esto no quiere decir ser conformista, sino reconocer que nadie puede imponer sus ideales al resto ni nadie puede cambiar un mundo dominado por fuerzas infinitamente mayores a cualquier grupo o individuo. De ahí el valor de la critica radical y de las acciones colectivas. Un ejemplo simple y concreto es la lucha contra el tabaco. ¿Cómo es posible que aquellas grandes corporaciones tabacaleras de hace pocas décadas atrás fueron, en gran medida, derrotadas por el bien colectivo que comenzó con acciones de pequeños grupos de activistas?

G.C. ¿Piensa que Obama puede cumplir con esa agenda que prometió en su discurso?
J.M. Eso es como predecir el resultado de un partido de futbol. Yo diría que tiene una gran oportunidad y fuerzas moderadas para hacerlo. No olvidemos que sus adversarios no son solo los republicanos sino, quizás sobre todo, los grandes lobbies, las grandes corporaciones que todos conocemos. Y aun así no podemos estar totalmente seguros si esas fuerzas son realmente sus adversarios o sus aliados. Sólo él, su almohada y Dios lo saben mejor que el resto de nosotros.

G.C. ¿Cuál cree que sería el sesgo o el tono que tendrían sus discurso si tradujera en palabras sus acciones en el exterior?

J.M. Hasta ahora sus acciones a nivel internacional han sido poco diferentes a las iniciadas por George Bush. Con algunas diferencias, claro: un tono menos belicista, un intento por explotar alianzas estratégicas, etc. Es lo que se llama el “poder blando”, que normalmente suele ser ejercitado más por el más fuerte del vecindario, es decir, por aquel que es respetado por un “poder duro” que se reserva, que por los más débiles que deben recurrir acciones más violentas para hacer alguna diferencia a su favor. Su idea de un estado palestino y uno israelí según las fronteras de 1967 chocó contra un muro. Su aparente desinterés por África y America Latina continúa. No creo que haya una gran contradicción entre sus discursos y sus acciones. A mí lo que más me interesa son sus verdaderas intenciones, y creo que eso hay que leerlo siempre entre líneas, como si hiciéramos un trabajo psicoanalítico. Eso es lo verdaderamente importante cuando hablamos de Obama y muchos otros líderes mundiales. Ahora, que lo interesante sean más sus intenciones más íntimas, no significa al final termine haciendo una gran diferencia con respecto a las verdaderas intenciones de las titánicas fuerzas de las sectas financieras que todavía administran gran parte del poder del mundo. Al fin y al cabo, Obama es sólo un hombre.

Milenio I, II, III, IV x  (Mexico)

«Novela de la crisis: sobre las raíces y los desarraigos» con Susana Baumann

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Las raíces son lo último que se seca

O

 

Entrevista al escritor hispano Jorge Majfud


Susana Baumann
: ¿Cómo resumirías el tema central de tu última novela, Crisis? Por Susana Baumann, periodista, New Jersey.

Jorge Majfud: En todo texto existen diferentes niveles de lectura. Muchos más y más complejos en los textos religiosos y de ficción. Pero el ensayo, por citar sólo un género literario, es más directo, expresa y problematiza las ideas y las emociones más consientes de un autor. La ficción, si no es un mero producto de un cálculo de marketing, por ser una forma insustituible de explorar la realidad humana más profunda, posee niveles más profundos y más complejos, como los sueños, como la vida.

crisis capa

En el caso de Crisis, en un esfuerzo simplificador podría decir que los temas centrales son el drama de los inmigrantes latinoamericanos, sobre todo de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos y, en un nivel más profundo, si se me permite el atrevimiento, el drama universal de los individuos que huyen de un lugar buscando una vida mejor pero que en el fondo es una huída de uno mismo, de la realidad que es percibida como injusta y no se resuelve con la fuga. La fuga es un perpetuo aplazamiento pero también es un permanente descubrimiento, una profunda exploración existencial que no alcanza quien permanece confortable en su propio coto de caza. La incomunicación, la violencia moral, económica y cultural son componentes inevitables de ese doble drama social y existencial. También la violencia más concreta de las leyes, cuando son funcionales a la deshumanización. Etc.

S.B. ¿Por qué esa estructura donde no existe la linealidad?

J.M. Cuando hacemos un análisis, cuando escribimos un ensayo, podemos distinguir claramente la forma del contenido. Sin embargo, en la ficción y quizás en la existencia irracional, vital, esto no es posible. Si decimos que un sueño significa algo, estamos diciendo que contiene algo que no se visualiza en primera instancia y que, como cualquier símbolo, vale por lo que no es.  Así ha sido la historia bíblica, desde José hasta la lógica de todos los análisis modernos, como el marxismo, el psicoanálisis, y la de cualquier crítica posmoderna que pretenda poner un poco de orden e inteligibilidad al caos de los estímulos y las percepciones.

Si mal no recuerdo fue Borges quien complementó o quizás refutó esta idea dominante afirmando que la imagen de una pesadilla no representa ningún miedo: son el miedo. Por otro lado sabemos que el estilo de un escritor expresa su propia concepción sobre el mundo. En el caso de una novela concreta, más allá del factor de formación consciente del escritor, que muchas veces da el oficio, existe un factor que procede del fondo, del contenido mismo del libro. Es decir, el estilo, la estructura de una novela expresan en sí mismos el tema o los temas centrales, las ideas y sobre todo las intuiciones y las percepciones que el autor pueda tener de una historia o sobre una determinada circunstancia que le resulta vital y significativa.

Más concretamente, la estructura y el estilo de Crisis son lo que en artes plásticas sería un mosaico o en las ciencias sería un fractal. Cada historia puede ser leída de forma independiente, es una historia particular pero al mismo tiempo si las consideramos en su conjunto forman otra imagen (como en un mosaico), otra realidad que es menos visible al individuo y, también, forman la misma realidad a una escala mayor (como en el fractal). Por eso muchos personajes son diferentes pero comparten los mismos nombres (Guadalupe, Ernesto, etc.), porque son “personajes colectivos”. Creo, siento que a veces creemos vivir una vida única y particular sin advertir que estamos reproduciendo antiguos dramas de nuestros antepasados, y los mismos dramas de nuestros contemporáneos en diferentes espacios pero en condiciones similares. Porque somos individuos por lo que tenemos de particular y somos seres humanos por lo que compartimos con cada uno de los otros individuos de nuestra especie.

S.B. La novela se ubica en distintas geografías físicas y sociales de Estados Unidos.

J.M. Sí, en parte hay una intención de reivindicación del vasto pasado y presente hispano dentro de unos límites sociopolíticos que insisten en ignorarlos…

S.B. ¿Pero cuál es la intención de esta evidente diversidad? ¿Cómo se explican desde un punto de vista formal?

J.M. Al igual que los individuos, cada fragmento posee sus propias particularidades y rasgos comunes. Cada historia está ambientada en diversos espacios de Estados Unidos (América latina aparece en inevitablesflash-backs) que al mismo tiempo son similares. Es la idea que expresa un personaje cuando va comer a un Chili’s, un restaurante de comida tex-mex. (Cada vez que entro en alguno de estos restaurantes no puedo evitar enconarme con algún fantasma de esa novela o algún otro que quedo excluido sin querer). Si bien cada uno reproduce un ambiente entre hispano y anglosajón, lo cierto es que uno no podría deducir por sus detalles y su espacio general si la historia o el drama se desarrolla en California, en Pensilvania o en Florida.

Al mismo tiempo, para cada ciudad elegí nombres españoles. Es una forma de reivindicación de una cultura que ha estado bajo ataque durante mucho tiempo. Pero basta mirar el mapa de Estados Unidos para encontrar una enorme cantidad de espacios geográficos nombrados con palabras españolas, en algunos estados son mayoritarios. Pero son tan invisibles que la ignorancia generalizada las considera palabras inglesas, como “Escondido”, “El Cajón”, “Boca Raton” o “Colorado”, y por ende la misma historia de la cultura hispana desaparece bajo este manto de amnesia colectiva, en nombre de una tradición que no existe. El español y la cultura hispana han estado en este país un siglo antes que el inglés y nunca lo ha abandonado, por lo cual no se puede hablar del español y de la cultura hispana como “extranjeros”. La etiqueta es una violenta estrategia para un imperceptible pero terrible culturicidio.

S.B. Me llamó la atención la mención del valor del Dow Jones para iniciar cada historia…

JM: Bueno, los valores son reales y acompañan esa “caída” existencial, el proceso de “crisis”, que es social, económico y es existencial, usando un recurso frío, como son los valores principales de la bolsa de Wall Street. Nuestra cultura actual, incluida la de los países emergentes como China o cualquier otro que se presentan como “alternativas” al modelo americano, están sustentados en la ilusión de los guarismos, ya sea de las bolsas o de los porcentajes del PIB. La economía y las finanzas son el gran tema de nuestro tiempo y todo se mide según un modelo de éxito que nació en Estados Unidos en el siglo XX. La caída y cierta recuperación del Dow Jones acompañan el drama existencial y concreto de cada personaje. Así como estamos en un espacio y en un tiempo, también estamos en una realidad monetaria (sea virtual o no, pero realidad en fin, ya que es percibida y vivida como tal).

S.B. Vamos a terminar por el principio. Cuéntenos sobre su infancia y sus comienzos, su infancia en Uruguay.

J.M. Mi infancia en Uruguay, como la infancia de cualquiera, fue la etapa más importante de mi vida. Como muchos, la recuerdo como una tierra misteriosa y fantástica, llena de seres queridos que ya no están. Como pocos, tuve una infancia terriblemente marcada por los acontecimientos políticos del Cono Sur durante los años 70, con una familia dividida entre Tirios y Troyanos, entre el sufrimiento, la tortura (sobre todo la tortura psicológica y moral) y la solidaridad, entre el poder y la resistencia, entre los discursos oficiales y las verdades reprimidas, entre el universal crimen (aceptado por la cultura popular) de los que trazan una línea en el suelo y dictan: “o estás de un lado o estás del otro”. Hasta que uno dice “no estoy de ninguno de los dos lados” y se convierte en un crítico sospechoso; pero crítico al fin.

S.B. ¿De dónde procede la inquietud literaria?

J.M. Aprendí a leer los diarios antes de entrar a jardinera (kindergarten). Leí unos pocos clásicos a escondidas (lo recuerdo como un descubrimiento fantástico), asumiendo que la literatura era algo inútil y sospechoso. En mi adolescencia me dediqué a la pintura y a la escultura, como mi madre. Gracias a Leonardo da Vinci me decidí por la arquitectura, por el arte escondido detrás del prestigio de las matemáticas y los problemas prácticos. De todas formas no pude resistir la tentación de escribir ensayos y ficción mientras era un solitario y casi esquizofrénico estudiante en la Facultad de Arquitectura del Uruguay, descubriendo una gran ciudad, Montevideo, lejos de la familia y los amigos. En aquella soledad llena de gente, el mundo que procedía de la imaginación y la memoria me procuraba de un vértigo y una emoción estética muy parecida a la plenitud de la libertad, que raras veces alguien experimenta en su totalidad. La literatura no sólo curó mis conflictos psicológicos, sino que también me dio una nueva perspectiva filosófica acerca de lo que es la realidad y la ficción, lo que es importante y lo que no lo es. Luego de recibirme trabajé como arquitecto, sobre todo haciendo cálculos de estructura, pero siempre supe que lo hacía para sobrevivir, no por vocación. De esa época me viene la convicción que la realidad está más hecha de palabras que de ladrillos. En esa época ya había publicado mi primera novela, Memorias de un desaparecido, en 1996, y había reconocido un destino: cuando alguien sabe que bajo cualquier circunstancia y practicando cualquier otra profesión continuará escribiendo, que el mundo cobra un sentido superior visto desde esa actividad y que morirá considerándose un escritor, sin importar qué diga la crítica o los lectores, entonces no es que uno ha encontrado su verdadera vocación sino que su vocación lo ha encontrado finalmente a uno, rendido ante las evidencias.

S.B. Desde entonces ha publicado mucho. ¿Cuáles considera que son sus mayores logros?

J.M. No tengo muchos logros. La vida de un escritor, como la de una persona cualquiera, se parece a su résumé: el curriculum más impresionante esconde una lista de fracasos, varias veces más extensa. Mi mayor logro es mi familia. Dudo de muchas cosas que hago a diario, muchas veces de forma obsesiva, pero nunca dudaré de haber dado vida a un ángel que espero que sea un buen hombre, no libre de conflictos y contradicciones pero un hombre honesto, tranquilo y lo más feliz posible. Eso no tiene una explicación racional. Como todas las cosas más importantes de la vida, que son muy pocas, no dependen de la razón.

S.B. ¿Cómo se llega a la posición que usted ocupa actualmente?

J.M. Si la pregunta se refiere a mi actividad literaria, ignoro la respuesta e ignoro si lo que asume la pregunta es cierto: que he alcanzado alguna posición. Si se refiere más concretamente a mi actual profesión como profesor en Jacksonville University, la respuesta no es complicada: hay un llamado de una universidad para un puesto full time publicado a nivel nacional para doctores en el área X, se envía la solicitud y documentos necesarios, el comité de búsqueda elige algunos entre cientos de otros doctores para una serie de entrevistas en una conferencia nacional. Después de un tiempo y de las correspondientes deliberaciones, se eligen tres candidatos para una visita a dicha universidad. Luego de un proceso de antevistas, pruebas y demostraciones de clase, etc., finalmente se elige uno. Claro que el proceso nunca termina, y para un extranjero es mucho más complicado y difícil.

S.B. ¿Qué les diría a los jóvenes que están empezando una carrera en la literatura?

J.M. Les diría que traten de pensar desde un punto de vista diferente al suyo propio. El mundo y hasta la realidad más humilde y pequeña es siempre más amplia y compleja de lo que uno puede percibir y pensar al principio. Si no se dedican a la política, les recomendaría que no simplifiquen, que no sean maniqueos, que sean conscientes de esta complejidad, que cuestionen sus propias convicciones. Les recomendaría que escriban con convicción. Si bien como personas debemos ser humildes antes nuestras imperfecciones, como escritores debemos ser soberbios en el sentido de que no debe importarnos más las críticas que nuestras propias convicciones literarias y filosóficas. El escritor debe saber lo que está haciendo, porque cuando escribe es como un dios y todo lo demás no importa. Finalmente, sólo por no extenderme demasiado, les sugeriría que, al mismo tiempo, se liberen de las estrechas definiciones de “éxito”, generalmente asociadas al dinero y al prestigio.  No digo que no sea legítimo buscar mejorar la economía familiar, individual, o el reconocimiento hacia lo que uno hace. Eso es humano y es un derecho. Me refiero a la simplificación que la estrechez de esos valores significa, por la cual, por ejemplo, ser un buen padre o una buena madre o un buen hijo o un buen amigo cada vez cuentan menos en nuestras nociones de “éxito”.

Crisis (novela)

Ed. baile del Sol, Tenerife

Milenio I, II, III, IV México

 

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El factor cultural en la política

BARAK OBAMA AT WRIGHT STATE UNIVERSITY RALLY 2...

BARAK OBAMA AT WRIGHT STATE UNIVERSITY 

El factor cultural en la política

Un repaso al 2012

 

Jorge Majfud en diálogos con Gustavo Bornia

 

G.B. ¿Qué significará el nuevo triunfo de Barak Obama para la sociedad estadounidense?

J. M. Significará la confirmación de un recambio generacional; la decadencia de la ola conservadora de los años ochenta en casi todas las áreas de la vida social; leyes más liberales y más sociales como la ley de salud universal y más conflictos entre las cámara baja y la de senadores, al menos hasta el 2014; una posible reversión de la tendencia a recortar impuestos a la clase más rica que, básicamente, procede de los primeros años de la administración Bush hijo. Es probable que se apruebe una nueva ley de inmigración en los próximos dos años que de un camino a la legalización de casi doce millones de indocumentados y facilite la residencia con títulos de posdoctorado a nivel de Ph.D. En suma, una segunda presidencia más arriesgada que la primera.  

 

G.B. ¿Por qué los ciudadanos optaron por Obama y no por Mitt Romney?

J. M. Ninguna minoría social votó por Romney y los republicanos todavía no aceptaron un hecho de la realidad que nadie puede cambiar: el mapa demográfico de Estados Unidos ha cambiado, como muchas otras veces, y lo que ha dejado como resultado es que las minorías son la mayoría del país, aunque (o sobre todo) en esto todo depende de las representaciones asignadas o reconocidas. Cualquier minoría apoyó a Obama con mayorías que pasan el sesenta o setenta por ciento. Por lo que he percibido, una buena parte votó por lo que consideraban el menos malo (the least evil), lo cual es algo lógico y casi la norma en cualquier elección de cualquier país más o menos democrático o con un sistema electoralista. También una gran mayoría de mujeres votaron por Obama, lo que reduce aún más el perfil del votante republicano, dominante en las décadas anteriores: hombre, blanco, religioso y poco sofisticado intelectualmente. Es un estereotipo, sí, pero sirve para tener una idea de la etapa anterior y del cambio. Por otro lado, claramente la opción fue planteada entre dos visiones ideológicas: la de los demócratas, insistiendo en el rol de los trabajadores y maestros y del Estado como agente de cambio, de planificación e inversión, como en los casos de las grandes automotoras salvadas en el 2009, cuando Romney aconsejaba dejarlas quebrar para ajustarse al dogma del libre mercado y la competencia darwiniana que tanto aman los conservadores religiosos. Por el otro lado los republicanos, insistiendo, en línea con la moral calvinista, en que el éxito de una compañía o de un individuo se debe únicamente a sus propios méritos, por lo cual la idea de Obama de que el éxito de uno también implica obreros, profesores y un Estado aportando una infraestructura y equilibrando una sociedad sería ridícula para ellos. Por esta razón los republicanos todavía intentan revertir el proyecto de salud universal (Obamacare) y continúan proponiendo todo tipo de privatizaciones, incluso del Seguro Social, invento de otro acusado de socialista, el cuatro veces presidente Franklin D. Roosevelt en los treinta y que actualmente se autofinancia solo. Para hacerlo más breve, recordemos que una semana antes de las elecciones golpeó Sandy en el Noreste; “la tormenta perfecta” dejó una gran devastación. Si Katrina en el 2005 sirvió a los conservadores para hacer todo tipo de especulaciones religiosas, Sandy pudo haber sido un gran golpe de suerte para ellos, ya que golpeó el área tradicionalmente más liberal del país. Pero el resultado fue totalmente el contrario. Por dos razones, creo. Primero porque se vio, o se recordó, que el Estado, a través de FEMA y otros organismos era el único capaz de enfrentar situaciones del estilo, a pesar de la propuesta de los republicanos de privatizar FEMA en diversas compañías privadas. Segundo, entiendo, la interpretación y el efecto de Sandy es una demostración de la debilidad del discurso conservador y religioso a más puro estilo medieval, que en otras épocas era decisivo.

 

G.B. ¿Qué diferencias sustanciales había entre ambos candidatos?

 

J.M. Depende desde dónde se los mire. Muchas y muy pocas. Por un lado, si un presidente no es un dictador seguramente tendrá un poder muy limitado. Por otro lado, un presidente en una superpotencia que está rodeado de poderes e intereses económicos corporativos, sus propios poderes en la práctica están más limitados aun. Ambos tenían claras diferencias de personalidad y de clase social. Uno, un millonario que decía que si un estudiante era pobre debía pedirle un préstamo a su padre en lugar de recurrir al Estado; y el otro, venido de una familia que cincuenta años atrás hubiese sido ilegal, debido a las leyes segregacionistas, etc. En fin, una larga lista de diferencias en sus historias y en sus habilidades personales…

 

G.B. Siempre se habla que el corporativismo juega un papel importante en la elección del Presidente de Estados Unidos, ¿es tan así? ¿Hasta adonde alcanza?

J.M. Hasta dónde alcanza es algo imposible de saberlo. Todo poder es siempre como un iceberg. Si no fuese así no estaría completo. Estas últimas elecciones costaron billones de dólares y si repasamos las listas de donantes veremos muchos individuos con donaciones de muchos millones de dólares. Ni que hablar las corporaciones. Fácilmente se puede entender que las grandes empresas cuando ponen fortunas en una elección lo hacen como inversión. Es el espíritu que las define y las mantiene donde están. Por supuesto que si alguien invierte en algo luego querrá retornos, y en política no es difícil imaginar que esos retornos están en las leyes que se aprueben o en los capitales estatales que se inviertan. Según esas listas, las corporaciones apoyaron más claramente a los republicanos. No se puede decir que perdieron, pero sí que su poder no es absoluto. Este tema lo ha tratado Noam Chomsky con su admirable estilo en su último libro que publicamos este año (por estas mismas razones, originalmente pensé titularlo La guerra de los ricos, y así apareció en la contratapa de otro libro anterior, pero luego me pareció más abarcativo Ilusionistas, y él estuvo de acuerdo).

 

G.B. El tema emigratorio escaseó en el discurso electoral, ¿fue así? ¿Y por qué?

 

J.M. Sí. Porque los ilegales no votan y porque el discurso conservador antiinmigrante estaba algo gastado. Alguna gente ha dejado de comprar ese discurso erróneo de que los inmigrantes ilegales son una carga para el Estado o un peligro para la seguridad nacional. Desde hace décadas los estudios indican precisamente lo contrario en ambos temas, pero es imposible mencionar estudios académicos a grupos que están mentalmente formados en la obligación de creer a sus líderes y pastores y en la demonización de la crítica, la duda y el cuestionamiento. Pero los estudios también indican que estos grupos más radicales vienen disminuyendo en número e influencia desde hace al menos veinte años.

 

G.B. ¿Cómo es la participación latina en la campaña electoral? ¿Y por qué se vuelcan a favor de Barak Obama?

J.M. Los latinos son más apasionados por los asuntos políticos que los anglosajones. Esto tiene sus aspectos positivos y negativos, que podríamos discutir en otro espacio. Votaron por Obama porque se sintieron más identificados con un representante de una minoría que en lugar de demonizar a los pobres, como lo hace la tradición conservadora, insistió, al menos en su discurso y en algunos proyectos de leyes, en que el Estado puede ayudar a aquellos que sin nada tienen la potencialidad y voluntad de esfuerzo. Por otro lado, los latinos han sido tradicionalmente demócratas por diferentes razones. Incluso la comunidad cubana de Miami sur ha cambiado su perfil, y de ser votantes republicanos han votado esta vez a los demócratas. Lo cual confirma otro recambio generacional. En lo personal (y no por este cambio en Miami) espero algunos cambios importantes en las relaciones Cuba-Estados Unidos, con todos los beneficios y los riesgos que este cambio va a significar. Por parte de Washington y de La Habana.

 

G.B. En América Latina la ciudadanía participa apasionadamente de las campañas electorales, ¿es similar en Estados Unidos?

J.M. Estados Unidos es un país muy extenso y muy diverso en muchos sentidos, desde el cultural hasta el ideológico. La población anglosajona muestra su pasión de formas más esquematizada: hay un espacio y un momento para todo. Lo negativo, entiendo, es que este interés por la política luego de las elecciones se convierte a veces en falta de conciencia política, sobre todo en los negocios internacionales. En los países latinos el carnaval suele ser más desordenado y lo impregna todo. El mayor problema es cuando la política (me refiero a la política partidaria) impregna hasta el ámbito laboral y le quita profesionalismo a otras áreas sociales, eso cuando no estimula la corrupción también. Otro problema que hemos tenido en América Latina desde los tiempos de la colonia es la cultura del caudillo, del jefe: se critica pero se tolera; se practica el caudillismo desde las oficinas del gobierno y de los partidos políticos hasta los sindicatos. Luego cada hombre o mujer que asciende al poder político rápidamente se enamora de él y busca todos los recursos para mantenerse allí por todos los medios y con todas las buenas excusas posibles, lo cual es una tradición centenaria y un cáncer para cualquier cultura democrática.

 

G.B. ¿Qué debemos esperar los latinoamericanos de esta nueva administración Obama?

J.M. No deberíamos esperar nada. No es necesario esperar nada de los demás sino proponer cosas, proponer e impulsar cambios (sin cambios no existe ninguna democracia) y exigir un trato digno e igualitario. Que los demás lo traten a uno con dignidad, respeto y de acuerdo con las leyes en curso no es un beneficio que nos hacen sino el cumplimiento de obligaciones recíprocas. Es muy simple. Si uno quiere ser respetado debe comenzar a respetar y respetarse a sí mismo. Lo mismo las sociedades y los países.

 

G.B. ¿Cómo visualiza el Presidente Obama la actual situación sudamericana? Teniendo en cuenta la UNASUR y la gravitación de países como Brasil o la propia Venezuela en el actual concierto mundial.

J.M. El principal comprador del petróleo venezolano es Estados Unidos. Sin embargo, debido a las nuevas tecnologías de extracción de petróleo no convencional (otra materia de discusión), Estados Unidos se convertirá en uno de los mayores productores de petróleo en las próximas décadas, lo que podría cambiar algunas piezas en el ajedrez geopolítico. Las mismas inversiones en el nuevo petróleo de Brasil, que se ha anunciado con tanto entusiasmo en la última década, podrían perder algo de su brillo, aunque esto es sólo la opinión de alguien que no es un experto en la materia. De cualquier forma siempre hay que esperar cambios y sorpresas en el mapa de intereses internacionales. Más allá de todos los nuevos grupos de países y todas las buenas declaraciones que cada tanto tenemos, América Latina debe seguir invirtiendo en su gente y terminando con la cultura del ponguismo. Si tiene memoria, también debería desconfiar de sus balances positivos debido a las exportaciones de materias primas. Esto ya lo hemos visto varias veces antes. Sospecho que Obama no tiene a América Latina como prioridad, lo cual no es bueno ni malo. Depende de sus propuestas, que no son muy debatidas aquí. América Latina y Estados Unidos tienen mucho más en común de lo que creen ambos. De hecho una parte de Estados Unidos es América Latina y no sería la cultura un obstáculo para el relacionamiento interregional como podría serlo con China, por ejemplo. El problema, entonces, no es tanto la cultura sino la política. El mayor obstáculo será que Estados Unidos cambie su actitud paternalista y termine por liquidar los vestigios del intervencionismo y, por su parte, América Latina logre superar un sistemático rechazo a todo lo “americano”, rechazo y resistencia que tienen reales sustentos históricos pero que resulta una actitud ciega, necia y estancada cuando se generaliza. No existe “el americano” como no existe “el argentino” o “el brasuca” a secas. Esas son construcciones provincianas que más allá de las razones concretas (como las políticas intervencionistas ya señaladas) son fantasmas que sólo aportan malentendidos e incomprensión. Por eso se cura con un mayor diálogo intercultural, es decir entre una relación más abierta y desprejuiciada entre iguales.  

 

G.B. ¿Los países chicos como Uruguay cuentan para algo en esta visualización?

J.M. No sé si lo que cuenta Uruguay en el Mercosur no es más que con un valor simbólico, o casi simbólico. Lamentablemente la historia más lejana y la más reciente confirman que lo que cuenta es el poder de cada país y éste procede de su poder económico, como lo entendía la democrática e imperialista Atenas, hace veinticinco siglos. Ahora está de moda medírsela. Cada país justifica su éxito y su fracaso por su PIB o por el crecimiento anual de su PIB. Creo que Uruguay debería preocuparse más por la calidad de vida se sus ciudadanos. Un pequeño país como el nuestro tiene mucho que enseñar todavía. Como he expresado antes, su escala y la relativa buena educación de sus ciudadanos lo hace apto para retomar una olvidada tradición de experimentos sociales. Podría enseñarle a muchos países, por ejemplo, que invertir en la gente sin recursos además de justo, humano y razonable es también el mejor negocio que pueda hacer un país. Lo cual no quiero decir que se deba dar limosnas. Todo lo contrario: el país debe tener una política de inversión en la cultura del trabajo y la creatividad. Y premiarlos.

 

 

Milenio  I (Mexico)

Milenio II (Mexico)

Diálogo con Gabriel Conte

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http://www.mdzol.com/entrevista/431288

El intelectual «más influyente» de Iberoamérica: «No tengo interés de influir decididamente en nada»

Empecemos por acordar un significado del término «intelectual», ya que, como sabemos, entre éstos vive el ánimo de la polémica y -como seguramente esta nota será leída en primer término por ellos- debemos ser consecuentemente, precisos.

Vamos por la formalidad de la Real Academia Española de las Letras:

1. adj. Perteneciente o relativo al entendimiento.
2. adj. Espiritual, incorporal.
3. adj. Dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras.

Vayamos, de inmediato, a una explicación popular en torno a quién debe ser considerado por los otros como «un intelectual»: «Es aquel que se dedica al estudio y la reflexión crítica de la realidad y comunica sus ideas con pretensión de influir en ella, alcanzando autoridad ante la opinión pública». Lo dice la Wikipedia, pero chequeando su información pocas veces confiable, puede comprobarse que lo ha tomado de las ya famosas listas de la revista (con versión en español) Foreign Policy.

Para darle un barniz intelectual a esta introducción sobre intelec tuales, no podemos dejar de citar a Jean Paul Sartre, quien dijo: «L’intellectuel est quelqu’un qui se mêle de ce qui ne le regarde pas» (Intelectual es el que se mete en lo que no le importa).

Chomsky, desde su costado, giró 180 grados desde su posición ineludible de intelectual de este tiempo para señalar que «Los intelectuales son especiualistas en difamación, son básicamente comisarios políticos, son administradores ideológicos, los más amenazados por la disidencia».

Pero a lo que iremos de lleno es una valoración acerca de estos seres que se encuentran en los libros, las universidades y también en las listas de famosos: en la búsqueda del intelectual más influyente de Iberoamérica, la ya mencionada publñicación inglesa Forfeign Policy abrió sus páginas en Internet para que fuesen los lectores, y no su equipo, quienes esta vez eligieran a uno de un montón.

Así, en el canon oficial de la publicación, aparecieron nominados tales como Mario Vargas Llosa y su hijo Álvaro; Eduardo Galeano, Jorge Edwards, Enrique Krauze, Michel Bachelet y Ricardo lagos de Chile; Fernando Henrique Cardoso, Felipe González y Julio maría Sanguinetti, por citar a los políticos que, además, piensan, escriben y proponen. Los disidentes cubanos Yoani Sánchez y Carlos Alberto Montaner también están en el listado.

Pero la cuestión es que este año el elegido por los lectores de la versión en español de Foreign policy es el escritor uruguayo Jorge Majfud quien además de su pasión por las letras, es arquitecto y docente que realiza sus labores en los Estados Unidos.

 


Allí ha sido docente de la Universidad de Georgia, de donde egresó, en la Linconln University y en la Universidad de Jacksonville. Colaborador en muchísimos medios de comunicación, sus textos han pasado por The Huffington Post, La Vanguardia de Barcelona yPágina/12.
 

Majfud, como escritor, es autor de Crisis -novela-, Cybors-ensayos- El eterno retorno de Quetzalcoalt -investigacion académica- e Ilusionistas -prólogo y traduccion para libro de aquel que maldefinió a los intelectuales: Noam Chomsky-. En este año, son los cuatro libros de su autoría que han sido publicados.

Sin embargo esa no es toda su obra. Casa de las Américas de Cuba lo distinguó en 2001 con una mención por la novela La Reina de América, también Excellence in Research Award de la Universidad de Georgia.

Antes de los cuatro títulos publicadoe en 2012 su producción literaria incluyó:

– Hacia qué patrias del silencio (Memorias de un desaparecido), novela, 1996.

– Crítica de la pasión pura, ensayos, 1998.

– La Reina de América, novela, 2001.

– El tiempo que me tocó vivir, ensayos, 2004.

– La narración de lo invisible / Significados ideológicos de América Latina, ensayos, 2006.

– Perdona nuestros pecados, cuentos, 2007.

– La ciudad de la Luna, novela, 2009.

 

 

 

– Si fueras vos «el gran elector», ¿a quiénes señalarías como «los intelectuales del momento» en Iberoamérica?

– Esas listas siempre han sido muy discutibles. Alguien me escribió diciendo que había propuesto mi nombre luego de leer el prólogo que le escribí a Noam Chomsky. Es decir, son circunstancias del momento que luego se olvidarán. Les agradezco mucho a quienes amablemente me incluyen en esta o en aquella lista, si es de buena fe. Así que no voy a decir que no me alegra que la gente se acuerde de mi trabajo, pero es una alegría que dura unas pocas horas, a veces minutos. Si me preocupase por los aplausos o por los insultos no podría vivir. Pero esa indiferencia, que a veces me preocupa, no es algo calculado, sino algo que viene con los años. Aparentemente hay gente que de hecho no duerme por esas cosas y ni siquiera tienen una vida propia. Ahora hay una cultura del canibalismo… pero, en fin, ese es otro tema.

En pocas palabras, creo que en el fondo todos sabemos lo relativo que son las listas de los mejores y los peores y no creo que dejen de serlo por un largo tiempo. Incluso si se inventara un algoritmo que midiese la influencia de un intelectual en un espacio y en un tiempo determinado, aún así quedarían muchos puntos discutibles, como lo es la misma definición de “intelectual” o de “influencia”, que varía incluso de un idioma a otro, de una cultura a otra.

Pero si aceptamos un cierto entendido tradicional en tu pregunta, te mencionaría, más allá de mis preferencias propias, a Eduardo Galeano, Mario Vargas Llosa, Leonardo Boff, Fernando Savater, Pérez-Reverte, Javier Marías, Montserrat Domínguez, y muchos otros. Ahí en Argentina ustedes tienen grandes valores, algunos con una gran proyección mediática y otros nunca reconocidos suficientemente, como Hugo Biagini, Horacio Verbitsky, Juan Gelman, Jorge Lanata, Emilio Cafassi, etc. 

– ¿Sigue siendo importante la intelectualidad a la hora de los cambios que influyen en mejorar la vida de los habitantes de esta zona del mundo?

– No, al menos no como, por ejemplo, en tiempos de la fundación de Estados Unidos o de las republicas iberoamericanas. Las palabras “intelectual” e “intelectualidad” han perdido mucho de aquel prestigio que procedía del Renacimiento, que maduró en el Iluminismo y tuvo sus figuras históricas hasta fines del siglo XX. Todavía queda mucho de eso pero no tanto como en décadas pasadas. El último gran icono del intellectuelle engagée fue Jean Paul Sarte. Sin duda, desde Sartre y Foucault hasta hoy esa figura es Noam Chomsky. Este cambio se debe a varios factores. Primero, los mismos intelectuales de izquierda (esta no es una condición per se del intelectual comprometido, pero en un mundo dominado por la derecha era natural que los intelectuales se corriesen a la izquierda, sobre todo en America Latina) comenzaron a renegar del título en su proyecto de conectarse con las masas o, mejor dicho, con el pueblo. Segundo, los intelectuales y sobre todo las ideologías de derecha, lograron descalificar el trabajo intelectual como algo superfluo o como un estorbo para el progreso material.

Fue una forma de neutralizar la literatura, por ejemplo, reduciéndola a su función de entretenimiento. Cuando esto no funcionó, se la criminalizó bajo etiquetas como “idiota”, “infantil”, “realismo mágico”, “torre de marfil” o “improductivo”. Lo curioso es que los intelectuales de derecha generalmente han defendido el derecho de los escritores, por ejemplo, a recluirse en sus “torres de marfil”; lo cual es un derecho legitimo, pero comienza a ser sospechoso cuando se intenta reducir el trabajo intelectual en general y literario en particular a ese espacio solipsista, narcisista. Es decir, inofensivo. Etiquetas que, por supuesto, tenían una funcionalidad clara para el statu quo del momento.

En cierta medida, este desprestigio también fue producto del triunfo del espíritu práctico y conquistador del empresario anglosajón contra el declive de lo que hace un siglo se llamaba el “espíritu latino”, que en este sentido no sólo incluía a Francia sino que tenía en París el polo opuesto a Londres; el racionalismo contra la practicidad, donde “intelectual” era una mala palabra.

Sin duda que los intelectuales han cometido errores catastróficos. ¿Qué grupo humano no lo ha hecho a lo largo de diez mil años de historia? Pero también podríamos pensar en lo que sería el mundo hoy sin los poetas, los dramaturgos y los filósofos griegos de los siglos V y VI a. C., sin los humanistas judíos, islámicos y cristianos de la Alta Edad Media, o de los iluministas del siglo XVIII. Simplemente nunca hubiésemos tenido revoluciones como la americana y la francesa, ni tantos movimientos sociales y populares que cambiaron el mundo para mejor, resistiendo una larga lista de violentas esclavitudes que hoy pocos tienen en cuenta a la hora de estigmatizar a los “revoltosos” de turno. La Democracia estaría en pañales. Y si bien hoy la democracia agoniza en manos de los señores feudales de turno, que son las megacorporaciones y los dueños de la mayor parte del capital que circula en el planeta, también es cierto que su dominio no alcanza a ser absoluto, no gracias a sus buenos corazones sino a los “irresponsables radicales” que no se conforman con agradecer a esos señores por una esclavitud que llaman progreso solo porque en gran medida es una esclavitud consentida –como lo han sido siempre todas las formas de esclavitudes anteriores.

– ¿Diferenciarías en ese proceso a intelectuales de economistas?

– Sí. Obviamente, los economistas hacen un trabajo intelectual. Pero también lo médicos, los mecánicos o un agricultor que medita sobre la conveniencia de plantar trigo en lugar de soja. Todas las disciplinas universitarias se basan en un trabajo intelectual. La diferencia en la definición radica en que el intelectual se especializa en nada, es decir, su área no se limita a una disciplina estrictamente limitada, como puede ser la lingüística o la cardiología, sino que es, básicamente, un generalista que intenta ver la realidad a vuelo de pájaro para replantear los problemas que generalmente no son feudos cerrados de especialistas y, al mismo tiempo, trascienden su grupo social y temporal.

Eso como definición general. Por lo tanto, un economista puede ser un intelectual, como Noam Chomsky es un intelectual aparte de ser el lingüista más célebre del último siglo. Un economista puede ser un intelectual pero no todos los economistas son intelectuales, como no todos los escritores ni todos los profesores universitarios son intelectuales. Todos sabemos que existe algo llamado “trabajo clerical”, que es el más común, por ejemplo, entre los intelectuales orgánicos, como diría Antonio Gramsci, si me permiten la herejía de citar a Gramsci en estos tiempos en que los insultos valen por argumentos.

– ¿Qué rol les cabe, a tu criterio, a los dirigentes sociales que protagonizan los cambios en Latinoamérica y de quienes no se puede decir que detenten dotes intelectuales?

 – Se podría decir que un presidente como Evo Morales no es la imagen del intelectual, como Fernando Henrique Cardozo, por ejemplo. Sí, cada tanto escuchamos algún que otro disparate… Pero en el acierto o en el error, al menos los bolivianos dieron un enorme paso hacia la democracia cuando se dieron cuenta que su país no era un país de criollos blancos solo porque los indios, hechos y desechos en la cultura del “pongo”, como en Perú, nunca salían en los diarios. Entonces eligieron a alguien como ellos, que más o menos los representa. Las orgullosas “democracias desarrolladas” del norte han reincidido en elegir políticos profesionales que representan más a los banqueros que financian sus brillantes carreras y sus campañas electorales, que a  los electores que los eligen como sus representantes. Esta no es la idea de democracia que uno pueda tener. Luego, para anestesiar o descalificar este tipo de crítica, se intenta comparar un país pobre y subdesarrollado con uno rico o desarrollado, como si en los países más desarrollados los valores radicales de la democracia no entrasen en la idea de desarrollo; como si el progreso y el desarrollo de una sociedad no se debiera a sus trabajadores, a sus inventores ni a sus intelectuales sino a sus banqueros y a todos aquellos especuladores que se presentan como los “padres fundadores” de sociedades y de países enteros, mientras lucran de ese desarrollo y secuestran las democracias y sus narrativas.

Ahora, no me voy a arrogar la autoridad de definir el rol de los dirigentes sociales. Pero si me preguntas tal vez sí pueda dar una opinión. Para empezar yo diría que su rol debe ser más importante que el rol de cualquier grupo de intelectuales. Pero este rol no debería excluir a los intelectuales, algo que está muy de moda. Esto se debe a la dictadura de los tecnócratas y al menosprecio de otras dimensiones de la existencia humana más allá de la producción y la economía, algo que se surge desde las raíces de nuestra civilización basada en el consumo como fuente de riqueza y de éxito social, de un mundo que confunde riqueza con desarrollo.

Pienso que la función desde los presidentes hasta los gremialistas, es trabajar en pasos graduales pero concretos hacia una democracia más directa, que es lo mismo decir, hacia una democracia más radical, que es el sentido de cualquier democracia que no sea una simple cobertura y legitimación del poder de unas elites en el poder, ya sea el financiero como el paradójicamente llamado poder de los “representantes del pueblo”. Como ya he expresado muchas veces, desde los experimentos parlamentaristas en Inglaterra en el siglo XVII y revoluciones políticas como la americana y la francesa en el siglo XVIII, donde se iniciaron los primeros experimentos concretos más allá de la teoría y del pensamiento de los pensadores humanistas, del renacimiento y de la Revolución industrial, no hemos tenido grandes novedades en esta previsible evolución. Las novedades han sido, aunque no pocas ni de poca importancia, en el área de los derechos humanos y de la ecología, pero no en la gestión misma de la democracia. El anacronismo de los sistemas representativos que denunciamos hace muchos años como fuerzas reaccionarias, se está evidenciando aun más en los conflictos de intereses que vemos en las democracias del mundo desarrollado: en lugar de mostrar una democracia avanzada están mostrando democracias subdesarrolladas, donde los ciudadanos no solo tienen pocas opciones y suelen quedar cautivos de sus propios errores, sino que además la capacidad popular de gestión es mínima ante las grandes fuerzas del capital de los bancos y de las megacorporaciones. ¿Dónde está la democracia en un mundo donde las decisiones más importantes en la economía y el medioambiente está en manos de multinacionales que lucran, por ejemplo, con la quema de petróleo o con la venta de armas?

Así la verdad también está en manos de millonarias campañas propagandísticas a favor, obviamente, de sus propios intereses. Por otro lado, ¿cómo se contesta a esta situación desde otras áreas mas “marginales” del mundo? De dos formas: o copiando los peores valores centrales del mundo desarrollado, como lo es el consumismo superfluo, o repitiendo tradiciones, como la latinoamericana de caudillos salvadores que se enamoran del poder político desde el primer día, con la excusa de luchar contra el imperialismo, y así tenemos una eterna postergación del protagonismo del pueblo mismo para autogestionarse en sus problemas concretos y relacionarse más directamente con sus pares del otro lado del planeta.

– Si así fuera, ¿en qué temas te gustaría influir con tu pensamiento, tus columnas y tus libros?

– Honestamente, no tengo ni el interés ni la pretensión de influir decisivamente en nada. Sólo quiero comprender este mundo. Tal vez esa sería mi mayor contribución, si es que mi vida va a justificarse por algo, además de mi función de padre. Lo único que quisiera es no equivocarme de una forma que haga infeliz a la gente. Cosa que es más bien utópica, ya que cualquier cosa que uno haga causará diferentes efectos en diferentes personas. Es imposible controlar eso. Dicen que hace tiempo ya hubo un hombre bueno que en lugar de responder con violencia aconsejaba ofrecer la otra mejilla y cambiar el miedo por el amor, incluso a sus enemigos… ¿Lo cruificaron, no?

Así que la lección está servida. Por mi parte, como no provengo de una familia acomodada, como se decía antes, y debo luchar palmo a palmo por mi propia sobrevivencia y la de mi familia, no tengo mucho tiempo ni siquiera de imaginarme que pueda ser un héroe dialectico, como decía Nietzsche. Sí quisiera pensar que al menos he aportado un grano de arena en la construcción de un tiempo mejor para mi hijo y toda su generación, para esos que tendrán que seguir luchando cuando nosotros ya no estemos para ayudarlos. Esas cosas sí me preocupan de verdad. Por lo tanto, lo que puedo intentar desde el lugar donde me puso el destino, es contribuir para un mundo menos brutal, con menos violencia física y menos violencia moral, que es la más universal y la más difícil de visualizar. Con mucha frecuencia pienso que algún día me retiraré de todas las batallas dialécticas, y entonces no me importará hacer silencio sobre algo que alguna vez consideré crucial o inmoral. No lo sé. Seguramente todavía no me ha llegado ese tiempo… De cualquier forma, este trabajo de escribir con pasión y publicar con responsabilidad tiene sus riesgos y, en mi caso personal, un incurable sentimiento de culpa.

 

 

 

Milenio II (Mexico)

“Zombis, autómatas en la cadena de producción-consumo”

Notas originales para Milenio  (Mexico)

“Zombis, autómatas en la cadena de producción-consumo”

CULTURA • 9 JUNIO 2012 – 2:58AM — POR GUSTAVO MENDOZA

Milenio - Mexico

 

El filósofo Jorge Majfud refiere que el término “cultura popular ha dejado de producirse en el pueblo” para ser ahora un artículo meramente de consumo.

Monterrey • ¿Qué cosa es un zombie?, sino todos nosotros que vivimos día a día tratando de saciar la sed de consumo. A la par, ¿quiénes son los que se benefician de las crisis, sino es que los más poderosos?

Estas y otras cuestiones responde y analiza el filósofo y escritor Jorge Majfud (Uruguay, 1969) quien ha publicado su novela Crisis, a la cual describe como una “novela mosaico” en donde aparecen personajes dentro del contexto de la Gran Recesión norteamericana.

En entrevista vía correo electrónico, el colaborador de MILENIO analiza el papel de los trabajadores ante una crisis –como la sufrida en 1929 en Estados Unidos- y como se destacan los grupos poderosos que son beneficiados con los impuestos de los primeros.

Además, el autor refiere que el término “cultura popular ha dejado de producirse en el pueblo” para ahora ser un artículo meramente de consumo.

Y sobre dos fenómenos sociales actuales ofrece su reflexión: ¿por qué existe un regreso en la música y moda hacia la década de los 80? Y claro, las multitudinarias Zombies walks que se promocionan por todo el mundo, y de la cual Monterrey no ha quedado afuera.

 

En la contraportada de Crisis se habla de una novela mosaico, con protagonistas múltiples. ¿Por qué siempre los afectados en una crisis terminan siendo los trabajadores?

JM: La respuesta es una simple observación sobre una lógica histórica: los grupos que poseen el verdadero poder social se benefician de una crisis o sufren sus consecuencias en menor grado. En nuestro tiempo, es aún más claro que también las provocan y luego reciben, descaradamente, las multimillonarias ayudas de la población en general, incluido los trabajadores, a través de los impuestos, que no dejan de señalar como la causa de la negativa injerencia del Estado en sus sabios negocios. En nuestro tiempo esos dioses son invisibles (la virgen de Guadalupe al menos se puede ver y alguna gente hasta puede habler con ella), o es el Charging Bull, el “becerro de oro” de Wall Street, o son deidades inalcanzables y desconocidas, como los grupos financieros que especulan usando cálculos de probabilidades como una computadora juega al ajedrez. Son los dioses de nuestro tiempo, dioses abstractos y perversos a los que no se puede siquiera rezar. Si los trabajadores tuviesen el mismo poder, hoy en día en lugar de ser expulsados a las calles en nombre de la austeridad y la eficiencia productiva estarían aumentando sus beneficios cada mes, como de hecho lo están haciendo los dueños de las grandes compañías y, sobre todo, los especuladores. Un “humilde” especulador con conocimientos en matemáticas que trabaja para algún especulador mayor en Wall Street en plena crisis gana (o ganaba) aproximadamente diez millones de dólares por año. Por no hablar de otros dioses oscuros, como los intocables lobbies que presionan o secuestran la democracia desde tiempos anteriores.

 

2. ¿Cuál era el contexto de los inmigrantes hispanos durante la Gran Recesión, si la comparamos con la recién crisis norteamericana en el 2008-2009, que causó fenómenos como la disminución de envío de remesas hacia México, por ejemplo?

 

JM: Si te refieres a la crisis de 1929, más que una gran recesión produjo la Gran Depresión que duró casi una década con algunas recuperaciones tímidas y con ciertas leyes y políticas que significaron las mayores acciones socializadoras de Estados Unidos desde su revolución. Recordemos que la Crisis del 29 se produjo al final de una década de derroche, optimismo y persecuciones ideológicas contra los inmigrantes y fue seguida en los años treinta por el nacimiento de Superman, las olas de violencia contra los negros y su dramática disminución en términos de población. Ahora, en esta Gran Recesión que técnicamente terminó en julio de 2009, las remesas disminuyeron en cantidad y por el estratégico y progresivo debilitamiento del dólar. Para mí las remesas son un tema aparte de gran importancia: no sólo porque en algunos países son importantes ingresos, sino porque significan la consolidación de una gran injusticia binacional: como los ricos vernáculos se benefician de un status quo dado en sus países; nunca emigran. Los protege un sistema y una moral popular: cuando en América latina decimos “es un chico bien”, no queremos decir que es un joven trabajador sino alguien que no necesita trabajar para comer. Como antes se distinguía al “noble” del “villano”, al rico del pobre, al bueno del malo. Si decimos “es de familia trabajadora”, queremos decir que no tiene ningún privilegio, sino todo lo contrario. Siempre emigran los pobres, rara vez los holgazanes y los delincuentes: emigran los trabajadores, expulsados por las injusticias sociales de sus propios países. Luego de arriesgar sus vidas y el poco capital del que disponen, son explotados, perseguidos, humillados y criminalizados en la tierra prometida. Pese a todo, y al mismo tiempo de que son acusados de incrementar la criminalidad en el país donde trabajan, mantienen (esto es estadístico) uno de los niveles de criminalidad más bajos a nivel nacional. Mientras son acusados de ser una carga para el sistema de salud, a los cuales acuden en última instancia, mantienen los precios de bajos y aportan a la economía y al funcionamiento de esta sociedad de una forma que ningún otro grupo puede ni quiere hacerlo.

 

3. ¿En las crisis se acentúa el discurso anti inmigrante en los EU?

 

JM: Lamentablemente eso responde a un padrón histórico. Ante cualquier crisis, sobre todo ante las crisis político-económicas, siempre se buscan a los extranjeros primero y a los grupos raciales o religiosos minoritarios después, como la más rápida y simplista excusa para justificar todo tipo de frustraciones y fracasos. Sería muy largo dar ejemplos y creo que ni falta hacen.

 

4. Vemos en la música y en la moda –a través de las redes sociales- una marcada tendencia a prolongar (o recuperar) todo lo hecho en la década de los 80 ¿Es ciudadano este modelo o de donde nade?

 

JM: Hay una sacralización de los ´80, sobre todo en política. Todavía vivimos en esa época reaccionaria que exterminó el espíritu joven de los ´60, aunque no mucho de sus logros, como las reivindicaciones de las minorías y el pensamiento poscolonialista. Pero en el discurso popular (creo que a partir del siglo XX la “cultura popular” dejó de producirse en el pueblo para producirse en la industria del entretenimiento) todavía se diviniza los 80s. en muchos casos me parece que se tratan de reacciones nostálgicas que pudieran estar indicando cierto declive de ese predominio ideológico. Hace muchos años dijimos que esta década podría marcar cierto regreso de los ´60. En parte ya lo estamos viendo, pero con mucha timidez.

 

5. Te pregunto por un fenómeno creciente en el mundo, y en especial México: las llamadas Zombies Walks ¿Existe algún transfondo que miles de jóvenes se disfracen de muertos vivientes que anhelan un cerebro que degustar?

 

JM: En los fenómenos culturales nada, nada es casualidad. Primero, porque históricamente los grandes artistas se han adelantado siempre a los analistas, como lo demostraron los surrealistas mucho antes de la Segunda Guerra. Segundo, por una razón opuesta: porque, como ya te dije, la “cultura popular” ya no es “cultura del pueblo” sino “cultura para el pueblo”, programada y diseñada para ser consumida por el pueblo. ¿Alguien cree que el marketing podría planear una estrategia de consumo que no se retroalimente a sí misma? Creo que sería muy ingenuo aceptar máximas como: “producimos lo que el pueblo quiere consumir”. Demasiado naive. Ya ni siquiera se puede hablar de “pueblo” sino, meramente, de “gente”, como un grupo informe e indefinido de individuos que muchas veces ni siquiera son individuos completos sino autómatas en la cadena de producción consumo, es decir, “zombies” (alegres y orgullosos de su condición, pero zombies al fin). Los zombies son la expresión de la desacralización de la vida, el cuerpo humano considerado como materia de consumo. ¿Qué otra cosa es el consumismo y sus expresiones como el marketing más deshumanizado, las guerras posmodernas y el crimen organizado? Hace pocos meses se descubrió que escaneando el cerebro de una persona se puede predecir la tendencia de sus gustos en los próximos seis meses. Inmediatamente aparecieron artículos observando que esto facilitaba el estudio de marketing. Si esto parece tétrico yo creo que es aún peor: los gustos de un individuos no sólo pueden ser adivinados con el fin de explotar su capacidad consumista, sino que de hecho son creados por la misma maquinaria del marketing. Lo que los altamente tecnológicos escaners ven no es la naturaleza humana sino lo que han hecho con ella a lo largo del tiempo.

 

6. En EU ya se decidieron unas elecciones presidenciales a través de las redes sociales. ¿Crees que el fenómeno se puede extender, quizás en México?

 

JM: Las redes sociales tuvieron cierta influencia en las últimas elecciones de 2008, pero no creo que las hayan decidido. La diferencia entre Estados Unidos y México no está en las redes, las cuales son idénticas de un lado y del otro, sino en la cultura profunda de cada país y en la situación mercantil que se encuentre cada uno dentro del sistema capitalista. Estas redes todavía son más juguetes que instrumentos de democracia. Lo serán algún día cuando la población esté más madura. Es decir, que sea responsable y no vítima o actor de reparto, que sufra y se beneficie directamente de sus decisiones políticas y no viva la política momo un espectáculo diseñado para la pasión partidista, para los clásicamente estériles debates electoralistas, para decidir cada día y no para elegir representantes cada dos o cuatro años. Es sobre lo que escribíamos al final del siglo pasado: el paso de una democracia representativa, hoy anacrónica, a una democracia directa. El mundo de Internet debe ser uno de los principales instrumentos de esa democracia directa. Pero basta con ver cómo hoy en día lo que abunda son la copia y la repetición, la escasez de pensamiento crítico y la abundancia de la antigua queja o la autocomplacencia. La mayoría de las noticias que se reproducen en los blogs y en las redes sociales son copia de algún gran medio de comunicación, al estilo antiguo. La mayoría de las ideas que circulan han sido creadas por políticos o publicitarios, que es lo mismo. La mayoría de las ideas son munúsculos fragmentos, especies de haikus banalizados por sus naturalezas radicalmente efímeras e intrascendentes. Es una cultura de la distracción vestida, asombrosamente, de compromiso humano y social. No obstante, aunque creo que la crítica radical debe estar siempre (o cualquier tipo de democracia está muerta), también creo que podemos tener muchas esperanzas en este proceso civilizatorio: la madurez llegará y con ella la democracia directa, estación previa para un orden anárquico, quizás global, que sepa autoregularse para potenciar la libertad de los individuos y de los pueblos. En ese orden de cosas, por simple lógica, la violencia deberá ser mucho menor, pese a todos los discursos tradicionales que han demonizado todo proyecto que amenace la pérdida de poder y privilegio de las elites que les han robado a los demás una gran parte del poder social y mundial. Este cambio, si opta por el camino de la revolución, fracasará. Sería el ideal para las fuerzas de la reacción. Pero debe ser un cambio progresivo a través de la maduración histórica, y su principal vitamina será, como siempre, la crítica radical y la acción medrada.

 

Fuente: Milenio  (Mexico)

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