La culpa es de los pobres

En 1758 el gobernador de Carolina del Sur, James Glen, reconoció en una carta a su sucesor: “ha sido desde siempre una política de nuestro gobierno alentar el odio de los indios hacia los negros”. En las generaciones previas, el racismo no había alcanzado el nivel de odio suficiente como para evitar que indios, negros y blancos pobres se unieran para el trabajo, la intimidad y, sobre todo, para rebelarse contra el poder de los poderosos.

Aunque el dinero y el poder en principios son abstracciones incapaces de emociones humanas como el odio y el amor, las emociones, como todo lo demás, forman parte de su mecánica. Los instrumentos se convierten en sujetos y los sujetos en instrumentos. Así, el racismo y los intereses de clases han estado relacionados desde los tiempos del antiguo Egipto.

Hoy en día esa relación se justifica de otras formas, a veces de formas tan mitológicas y sagradas como “la mano invisible del mercado” (que por lo general es solo la mano invisible de los poderosos), “el consumo y el nivel de vida”, “la eficiencia y la productividad” y hasta “la patria y la libertad”.

Dos de los negocios más importantes y más lucrativos del mundo son el tráfico de drogas y la venta de armas. Según la ONU, el negocio de las drogas significa unos 300 billones de dólares por año. La producción y comercio de armas supera el trillón de dólares anuales. Solo por casualidad, 9 de las 10 compañías que más dinero hacen en este mercado son estadounidenses.

Porque la producción de droga está en los países pobres y el consumo en los países ricos, la culpa de la violencia es de los productores, es decir, de los pobres.

Porque la producción de armas está en los países ricos y el consumo en los países pobres, la culpa de la violencia es de los consumidores, es decir, de los pobres.

Cuando la economía en los países ricos prospera, los pobres son los únicos culpables de su propia pobreza, como si el mundo fuese plano y todos tuviesen las mismas oportunidades.

Cuando la economía en los países ricos se estanca o retrocede, entonces los pobres son los culpables de que los demás no tengan trabajo. Sobre todo, si son pobres migrantes.

La culpa es siempre de los pobres.

Hace dos mil años, un profeta rebelde fue crucificado, junto con otros dos criminales, por desafiar al imperio de la época pregonando la no violencia, rodeándose de marginados y asustando a los poderosos con frases como “es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico subir al cielo” o “ustedes han menospreciado al pobre. ¿No son los ricos quienes los oprimen y personalmente los arrastran a los tribunales?”.

Por los siguientes tres siglos, los primeros cristianos fueron inmigrantes pobres, ilegales y perseguidos. Hasta ser oficializados por otro emperador, Constantino, y de perseguidos se convirtieron en persecutores, olvidando la advertencia de los antiguos Proverbios: “Aun por su vecino es odiado el pobre, pero son muchos los que aman al rico”; “La riqueza añade muchos amigos, pero el pobre es separado de los suyos”; “El rico domina a los pobres, y el deudor es esclavo del acreedor”; “La fortuna del rico es su ciudad fortificada, con altas murallas en su imaginación”.

Incluso la estatua de la Libertad de Nueva York, recibió a millones de inmigrantes (europeos), sin visas ni pasaportes, con la frase “Denme los pobres y los cansados (…) denme los que no tienen techo”.

Sin embargo, ahora, según las leyes en los países ricos, si alguien es rico tiene garantizada una visa o la residencia. Si alguien es pobre y su bandera es el trabajo, se les impedirá el ingreso a los países ricos de forma automática. De hecho, la sola palabra trabajo en cualquier consulado del mundo es la primera clave que enciende todas las alarmas y le cierra las puertas a un trabajador honesto. Porque un mundo obsesionado con el crecimiento, donde el capital produce más capital, no cree que el trabajo pueda producir más trabajo. Porque el dinero es más libre que los seres humanos y un ser humano sin dinero no es libre sino esclavo.

Para justificar este apartheid global, ya no se recurre al concepto de raza sino el de naciones y se confunde legalidad con legitimidad, como si las leyes no fuesen la expresión de las conveniencias del poder de turno, como si las leyes no fuesen, con frecuencia, elegantes formas de legalizar la corrupción del poder.

Incluso, hasta las mejores leyes suelen ser injustas, especialmente con aquellos que no están en el poder. Como ejemplo bastaría con la observación que hiciera hace cien años el novelista francés Anatole France: “La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan”.

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¿Quiénes amenazan a la especie humana?

Algo salió mal

 

La teoría de la Evolución de Darwin es increíblemente efectiva para explicar el desarrollo de los fenómenos biológicos hasta en los diseños más complejos de la naturaleza, como el ojo falso en la cola de un pez, o las franjas estampadas en la piel de las cebras para confundir la mirada de sus depredadores, etc. Su complejidad tiene un principio extremadamente simple: no hay nada que hasta el más azaroso método de prueba y error con algunos millones de ocurrencias no pueda corregir y adaptar.

Antes de Darwin, Adam Smith había sentado las bases del liberalismo económico según el cual cada individuo, al perseguir su propio beneficio, inevitablemente conduce a un “equilibrio natural” y al “bienestar general”. El éxito de los mercaderes parecía confirmarlo: a lo largo de la historia, fueron ellos agentes relevantes, no sólo en el intercambio de bienes sino también en el intercambio de cultura y de conocimiento.

La exitosa (y maldita, para los creyentes de Noé) teoría de la Evolución de Darwin ha sido actualizada varias veces, por ejemplo, para explicar el hecho de que un individuo se sacrifique en beneficio del grupo o de la especie. Un pájaro que con su canto alerta a sus iguales es presa fácil de un depredador, pero con su sacrificio el individuo salva al grupo. Distintas particularidades intelectuales en los seres humanos (como un estado de alerta patológico en algunas personas) se pueden explicar como un perjuicio para el individuo en beneficio de la especie, al menos en tiempos pasados.

En casi todas las sociedades contemporáneas, el “menos apto” sobrevive gracias a la solidaridad y la compasión del grupo. Tal vez el bullying es un resabio de tiempos prehistóricos cuando el grupo entendía que los débiles eran una carga inconveniente, pero hoy la cultura y la sensibilidad moral han revertido esa práctica a fuerza de educación en nuevos valores. La eterna disputa dialéctica entre el Poder y la Justicia (entre las posibilidades del beneficio del individuo y las del beneficio del grupo) se ha balanceado en favor de esta última. La disputa práctica, en cambio, parece definirse otra vez por el Poder, por la imposición de los más fuertes, no sin primero secuestrar la dialéctica de sus adversarios, aquellos que luchan por la justicia, generalmente una dialéctica igualitaria en favor del grupo. Para verlo, basta con echar una mirada al poder económico y militar acumulado por el uno por ciento de la población del mundo, lo cual, en principio, está en consonancia con la teoría y justificación moral de “la sobrevivencia del más apto”, que tanto sedujo a la Europa imperial del siglo XIX, a los estadounidenses del siglo XX y a los ricos y poderosos de todos los siglos.

Por el contrario, el hecho de que los menos aptos, los más pobres, se reproduzcan más que los más aptos, lo más ricos, parecería indicar que la cultura contradice el principio evolucionista de la “sobrevivencia del más apto”. Entonces, ¿los valores morales confirman o contradicen la teoría de la Evolución?

Lo más probable es lo primero. La moral, la cultura y la educación pueden significar la supresión o limitación de la violencia del más fuerte (del más apto) contra el resto del grupo, contra el resto de la especie. Es decir, la Justicia no es una contradicción de los principios básicos de la Evolución darwiniana sino uno de sus elementos necesarios para la sobrevivencia del grupo.

En contraposición con todo lo planteado anteriormente, llegamos, finalmente, a un posible elemento de contradicción, de quiebre o a una patología terminal, como puede serlo el cáncer en la lógica de un cuerpo sano. La historia reciente de la humanidad parece mostrar una seria y critica excepción a la lógica de la evolución. No son las sociedades más pobres, los países menos desarrollados los que están amenazando la existencia de la especie en la faz de la Tierra sino los más poderosos, “los más aptos”.

Este peligro no sólo radica en la mayor potencia de destrucción militar de los países más poderosos sino en sus capacidades de destrucción del medio ambiente. Son los más aptos (los más fuertes, los más ricos, los ganadores) los más capacitados para poner en peligro la existencia de la especie humana. Peligro que ha dejado de ser una potencialidad y comienza a concretarse.

Es posible que la inteligencia humana (al menos aquella al servicio del poder) sea una anormalidad cancerosa de nuestra especie, si consideramos que los tiburones y las hormigas han estado en este planeta millones de años antes que nosotros. En apenas unos pocos miles de años y, sobre todo como consecuencia de los últimos siglos, la especie humana se ha acercado peligrosamente, como nunca antes, a la extinción por suicidio propio.

No obstante, si es la inteligencia la enfermedad de nuestra especie, es también la conciencia la cura y el recurso de nuestra evolución. En el triunfo de una de ellas nos jugamos nuestro futuro en este planeta y, probablemente, nuestra existencia en este Universo.

JM, 5 de mayo de 2017

Teología del dinero IV

El secuestro de la moral

 

 

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 1.    La violencia de las simplificaciones

Durante años he leído y estudiado diferentes tesis que intentan probar, como un teólogo prueba lo que nunca intentó cuestionar, cápsulas del tipo “la propiedad es el robo”. Esta afirmación resulta tan verdadera como falsa, dependiendo de dónde se aplique; no obstante, el espiritu de partido necesita simplificar para tomar posición combativa.

Como es la regla, una vez que un ideoléxico está consolidado se ponen cosas diferentes dentro de una misma bolsa. Por ejemplo, dentro de “propiedad privada” o de “éxito” cabe una diversidad de ideas y cosas con valores frecuentemente opuestos. “Éxito” significa muchas cosas, pero dentro de un mundo creado por la narrativa conservadora norteamericana, significa acumulación ilimitada de capitales financieros y de poder político y religioso.

Pero “éxito”, aún dentro de un estrecho marco capitalista, también puede referirse a un inventor que se hace rico al mismo tiempo que beneficia a millones de personas con el resultado de sus ideas. ¿Qué tiene que ver el éxito económico y social de un innovador con el éxito de un especulador de bolsa que se hace millonario arruinando a vida de miles sino de millones de personas? ¿Qué tiene que ver aquel “mercado” que historicamente ha expandido la cultura y el bienestar material de los pueblos con aquel otro “mercado” que ha esclavizado continentes cuando no ha destruido y prostituido culturas enteras?

Por otro lado, el modesto éxito de un pequeño empresario o artesano es normalmente despreciado por aquellos otros que, por ejemplo, se consideran creadores sólo porque escriben poesía o novelas, pintan cuadros o hacen alguna forma de música. Sin embargo, un creador puede ejercer su genio en cualquier actividad, con un lápiz, sobre un teclado, en un taller de bicicletas o revolucionando la forma en que la gente usa una cerradura o un simple jabón. Un poema, si realmente tiene valor, puede expandir la experiencia existencial de un individuo, de una sociedad, levantándola de la miseria de los actos meramente animales, como comer y reproducirse. Pero también un simple proceso de purificación de agua puede sacar de la miseria material a pueblos enteros. Las dos son creaciones humanas, aunque se refieren a diferentes aspectos vitales de la existencia.

Entonces, en un mundo diverso, en lo personal no me preocuparía que alguien invierta toda su creatividad para convertirse en un millonario exitoso. Como escritor, por ejemplo, no me interesa en lo más mínimo hacer fortuna ni mido el éxito de mi trabajo por la venta de mis libros. Sí me interesa que quienes aman el lujo y el dinero no lo obtengan explotando a los demás. Algo que es muy difícil, argumentará alguien. Pero no imposible, y así como no creo que debamos imponer a todos mi desprecio por el lujo y las joyas, tampoco sería justo que quienes aman el dinero y consideran fracasados a quienes no pertenecen a esa religión, impongan sus reglas de juego a una sociedad por la simple virtud del poder excesivo que emana de sus cuentas bancarias y sus influyentes amigos.

Veamos cómo la pasión de unos se puede traducir en el martirio de otros.

 

 

2. Robo para la corona

Ahora, dentro de esta relatividad de un mundo vasto, complejo y diverso, podemos observar ciertos patrones históricos que nos aportan pistas para comprender la “normalidad” de nuestro presente. El poder, que puede llegar a ser un agente constructivo, con más frecuencia ha sido opresivo y destructor. En Estados Unidos, por ejemplo, los grupos más conservadores son los grupos más religiosos, que son los grupos más ricos o aquellos grupos que trabajan y repiten con pasión un discurso en defensa de las clases altas, conservadoras y religiosas. Cuando un pobre defiende con tanta pasión el derecho a la acumulación ilimitada de capitales, lo hace como si fuese condición y consecuencia del “éxito del capitalismo”. Generalmente este pobre es republicano, religioso y conservador, ya que no rico.

Naturalmente, los partidarios del egoísmo como virtud del capitalismo ortodoxo deben recurrir a un had hoc que pueda unir este impulso individualista con el altruismo religioso y humanista del que presumen ser los campeones: la compasión, una especie de impuesto moral que no se paga por obligación al Estado laico sino personalmente o a través de una iglesia, de forma voluntaria y cuando sobra. De esa forma se puede ver la mano que arroja las limosnas en la puerta de la iglesia mientras los pobres repiten “que Dios se lo pague”. Un negocio redondo por donde se lo mire.

Entonces, se da la paradoja de que los partidarios del egoísmo como virtud del éxito económico y divino son también los más fanáticos practicantes de una religión como la crisitiana, que desde su fundación y de forma explícita en sus Escrituras opta por los pobres y condena el mercado y la riqueza. El humanismo renacentista había revindicado el comercio como una legítima actividad humana, rescatándola de la maldicion católica (que no se aplicaba de obispos para arriba); pero más tarde el calvinismo logró que Dios reconociera la riqueza como signo de virtud moral y metafísica y condenara a los pobres por sus vicios o por no haber sido elegidos antes de nacer.

El patrón histórico ha sido siempre el mismo: cada vez que una revolución religiosa es hecha por los de abajo, por los marginados que en cierto momento se convierten en mayoría y su conciencia rebelde madura y triunfa en el discurso social, dicha revolución es secuestrada por los ricos y poderosos. No otra cosa ocurrió con la rebelión de los pobres y marginados iniciada por Jesús contra el establishment de los poderosos fariseos, colaboracionistas de un imperio ocupante como lo era el imperio romano de la época. No otra cosa ocurrió tres siglos después cuando los perseguidos cristianos se convirtieron en mayoría y de ahí en religión oficial del Imperio, legalizada estratégicamente por un emperador brutal como Constantino e institucionalizada luego de una forma aún más brutal por siglos de violencia física y moral, administrada por una policía dogmática que tuvo sus peores tiempos en la Inquisición, persiguiendo a su vez a todo lo que no se parecía a sí mismo o amenazaba los privilegios de reyes, príncipes, duques, abismos, cardenales, papas y otros administradores del poder y la riqueza social del momento. No otra cosa ocurrió con la rebelión de Lutero cuando reivindicó los derechos del individuo sobre el poder arbitrario y concentrado de los papas. No otra cosa ocurrió cuando los perseguidos peregrinos trajeron a América sus nuevas sectas y sus formas menos aristocráticas de organización social y unos siglos después terminaron convirtiéndose en las doctrinas dominante de los políticos y de los empresarios en el poder.

No otra fue la historia de los Estados modernos, que surgieron como revoluciones de los de abajo o a favor de los de abajo contra el abuso arbitrario de los de arriba. Sin embargo, ahora cuando vemos que la mayoría de los “representantes” pertenecen a la minúscula minoría más rica del país (bajo la excusa del ser “exitosos”), vemos que los Estados modernos están dirigidos por aquellos por los cuales surgieron los Estados modernos en defensa del resto más numeroso y menos poderoso de la sociedad.

Entonces, de forma casi invariable la historia nos muestra que los ricos son especialistas en secuestrar Estados, religiones y narrativas sociales. En consecuencia, no es extraño que algunos desconfíen de los hermosos discursos que elogian el “éxito” de los ricos que están en el poder mientras se presentan como los salvadores de la moral, la religión, y además, como beneficiarios de los pobres que no saben cuidarse a sí mismos.

 

Jorge Majfud

Jacksonville Univeristy

majfud.org

Milenio (Mexico)

La Republica (Uruguay)

Odpusti Nam Naše Grehe

ODPUSTI NAM NAŠE GREHE

Jorge Majfud

Translated by/prevedel Jurij Kunaver.

Ediciones Baile del Sol

NAUČITI SE ODPUŠČATI

Nekoč mi je pisatelj Mauricio Langón povedal anekdoto o svoji družini.

Eden od Mauricijevih vnukov je udaril svojo babico.

– Babice se ne tepe! – je rekla strogo otrokova mati. – Opraviči se ji!

Otrok se ji je opravičil.

– Že dobro, Juanma – je spravljivo rekla babica. – Vem, da tega nisi storil nalašč. Oprostim ti.

Kasneje je Juan Manuel spet zamahoval s plastičnim loparjem. Mati ga je prestregla, rekoč:

– Babice se ne tepe!

Juan Manuel ji je, z bistroumnostjo, ki je še ni pokvarila izumetničenost, pojasnil:

– Potem se ji bom opravičil.

VSA TEŽA ZAKONA

27. JULIJA DOPOLDNE so časopisi in televizija objavili novico o nenavadnem zločinu, ki je bil storjen v Sayagu. Dva reveža sta ubila tretjega reveža, verjetno ponoči prejšnjega dne. Mnoge je novica presenetila, četudi jih ni vznemirila. Logično in bolj običajno je ubijati zaradi denarja, časti ali kakšne družinske stiske. Napol človek, živeč na mestnem odpadu, ne more imeti nobene od teh reči.

Nikoli se ni natančno izvedelo za motiv pretepa; nikogar več niso zanimale  podrobnosti, potem ko je sodnik morilcema naložil deset let ječe. Toda jaz, sodnik, tega primera nisem nikoli čisto pozabil. Nekaj let pozneje sem obsojenca obiskal v ječi. To sem izpeljal skoraj naskrivaj, kot vse ostalo, ker ljudje radi rečejo, da sem naklonjen kriminalcem in ne žrtvam. Če bi danes moral ponovno izreči sodbo, bi jima naložil še dodatnih deset let ječe; ne zaradi pravičnosti, temveč iz usmiljenja. Upam, da mi bo uspelo to pojasniti.

Umrli revež je bil doktor Enríquez, ki je živel kot brezdomec zadnjih šest mesecev. Eusebio Enríquez je bil zdravnik kirurg in je izgubil svojo starejšo hčer med operacijo, 24. januarja, ko ji je sam poskušal pomagati pri neozdravljivi bolezni. Kirurg ni imel razlogov, da bi samega sebe krivil zaradi smrti svoje hčere, toda razlogi niso bili pomembni, ker se mu je nenadoma pomračil um in je neke noči odšel od doma. Prečkal je mesto, ko je padal januarski dež, in pričel životariti blizu železniških tirov v Sayagu. Pustil si je rasti brado, zamazal je oblačila, naglo je shujšal, njegov obraz je postajal vedno bolj mračen in upadel, kar mu je dajalo neprepoznaven videz hindujskega sanjasina. Živel je tako na robu, da je nehal obstajati za oblasti in za družbo, zato ga nikoli niso mogli najti. Kmalu je spoznal Facunda in Barbarrojo, moška, ki sta ga kasneje ubila z železnimi palicami.

Ne Facundo ne Barbarroja nista bila zločinca, vendar so se ju ljudje bali, ali bolje rečeno, so se jima izogibali, kot bi bila revščina nalezljiva. Dokler so obstajali ljudje, ki so verjeli v Boga ali v pekel, je bila tudi miloščina. Toda kmalu nato so dobra vest in davek slabe vesti upadli in nesrečnika sta postala del narodnega nezavednega, skrita sramota uspešnega oziroma stremuškega gospodarstva.

Ta dva moška sta živela skoraj nomadsko življenje. Prebivala sta po vseh oziroma v kateremkoli kotičku stare železniške postaje in pri tem vedno pazila, da ju ni stražar našel spati v katerem izmed opuščenih vagonov ali v skladišču za železje, kamor sta se zatekla v deževnih dneh. »Ta kraj je žalosten – si je rekel Enríquez – ; dobro je, da onadva tega ne vesta.«

Toda, ponavljam, noben od njiju ni bil sposoben ubiti niti ptice. Res je tudi, da ju je Enríquez v tistih šestih mesecih skupnega življenja ogovoril enkrat samkrat. Vsekakor berača zaradi tega nista bila nanj jezna. Vedela sta, da je ubog norec, ki je nekoč živel tako kot običajni ljudje,  najbrž imel hišo in avto in celo družino, ker sta ga videla, ko se je skril pred neko elegantno žensko v čisti obleki. Naučila sta se živeti skupaj z njim kot družina, ki ima nemega ali invalidnega člana. Včasih, ko je bil mraz neznosen in so čeljusti pričele šklepetati, sta mu ponudila konzervo prevretka iz zdravilnih zelišč. Ni odklonil.

Tista zima pa je bila ena najhujših, kar so jih berači pomnili. Temperature so padle pod ničlo; luže so bile ob zori zamrznjene in pašniki beli od slane. Bilo je vedno težje, če ne kar nemogoče dobiti steklenice, kaj šele jih prodati. To pa zato, ker so se ljudje oddaljili od teh moških, ki sta imela brade in obleke vsako leto v slabšem stanju. In tako sta, počasi, izgubila  tistega malo govornega stika, ki ju je povezoval s svetom.

Barbarroja je od lakote zbolel, Facundo pa se je začel vse noči pritoževati zaradi revme ali kakšne druge zagonetne stvari.

Bolezni in trpljenje so se kopičili in se na koncu zlili v en sam pekel. Kljub temu sta oba berača še naprej čakala pomlad in toploto poletja, ki se je vsak dan zdelo bolj oddaljeno. Enríquez je to vedel. Vedel je, da bi ta pomlad lahko bila za njegova spremljevalca zadnja: njune noge so bile otekle in temno vijoličaste barve, obraza bleda in upadla, njune roke neuporabne. Po njegovem prepričanju jima je pomagal samo neki mučni optimizem.

Nekega dopoldneva je Enríquez odprl usta, da bi jima prebral smrtno obsodbo.

Tistega dne je bilo zadnjič, da so se vsi trije med seboj pogovarjali, govorili pa so več ur. Facundo in Barbarroja sta spoznala, kdo je ta norec, in skoraj bi lahko potrdila, kar sta domnevala. Dejansko je bil norec nekoč ali še vedno premožen človek. Malomeščan za svoje znance, za ta dva marginalca pa bogataš.

Pogovor se je zaključil s predlogom norca.

– Prišel bo še večji mraz – jima je dejal – vidva pa bosta umrla. Nimata več zaščite, vajini telesi se borita s smrtjo. Vajino trpljenje se bo vleklo do septembra, v najslabšem slučaju do oktobra. Vendar bosta umrla. Če bosta imela srečo, da preživita to leto, bosta umrla naslednje leto, potem ko bosta trpela dvakrat huje kot že trpita to zimo. Tako sta bedna, da si tega sploh ne moreta predstavljati. Ne bosta vedela, kako priti iz tega pekla. Niti na najlažji način. Tako bedna sta, da sploh nista razmišljala, da bi šla v ječo, kjer so obtoženci deležni postelje z odejami in strehe, in kjer jedo skoraj vsak dan. Vidva sta tako uboga, da sploh ne bi zmogla oropati tržnice, ker če bi to poskusila, bi vaju vrgli ven in  končala bi s krvavečim čelom ob tlaku. Če pa vaju zaprejo v ječo zaradi tatvine, vaju bodo vrnili na ulico po dveh dneh, ker so ječe polne in ker bi celo sodnik imel usmiljenje z dvema lačnima podležema. Ker pa sem jaz zdravnik, vama bom povedal, kaj morata narediti, da se rešita.

Berača sta se vprašujoče spogledala. Nista dobro vedela, kaj naj si mislita. Skoraj bi podvomila v zgodbo, ki jima jo je povedal na začetku o svoji družini in prejšnjem življenju.

– Zato, da bi šla v ječo za veliko let, me morata ubiti. Ne glejta me tako kot dva idiota. Prikrijta to pošteno neumnost, ki smrdi iz vajinih oblek.

Facundo in Barbarroja sta vedela oziroma domnevala, da je norec tistega dne bolj nor kot kdajkoli. Toda on je vztrajal, s fanatično stvarnostjo, kako koristno bi bilo žrtvovanje enega od treh.

– Bog naju bo kaznoval – je rekel Barbarroja.

– Bog vaju je že kaznoval. Ali si morda predstavljata hujši pekel, kot je ta? Ali razumeta, kaj vama govorim? Tako bedna sta, da nimata pojma. Nič več ne razmišljata. Sem moral priti jaz, da vama povem, kaj je treba storiti? Poleg tega, zakaj bi Bog kaznoval nekoga, ki je ubil morilca? Sveto pismo pravi: »Oko za oko in zob za zob.« Ubil sem deklico, mojo lastno hčer. Ali sočustvujeta z mano?

Berača sta vstala in se prestrašena odmaknila. Norec jima je začel resnično vlivati strah. Preteklo je nekaj časa, kak teden ali dva, ne da bi spet govorili. Niti slučajno se mu nista približala in sta se celo izogibala, da bi ga pogledala. Štiriindvajsetega v mesecu je močno deževalo. Facundo in Barbarroja sta se preselila v zapuščeno lopo železniške postaje. Kot sem prej rekel, sta hodila tja samo ob deževnih dnevih, ker ju je stražnik gnjavil, če ju je našel znotraj. Po drugi strani pa mislim, da sta raje imela vagon brez strehe, ker je bil manj vpadljiv, in ju ni motila črna praznina višine tistega skladišča. (Kljub temu, da sta prebivala na ulici, sem odkril, da sta oba trpela za neko redko obliko agorafobije.) 

Tistega dne norec ni vstopil v lopo.  Na dežju je ostal vso noč, kakor prikazen, z rokami v žepih, zroč tu in tam v nebo, ki ga je izrisovalo z bliski in spet zabrisovalo s temnim dežjem.

Petindvajsetega v mesecu se je norec, izčrpan od lakote, mraza in šibke volje do življenja, zrušil nezavesten. Šestindvajsetega dne sta se berača odločila, da mu prineseta konzervo prevretka iz zdravilnih zelišč, vendar se norec ni več odzival. Njegov pogled je bil odsoten, komaj je lahko premikal veke. Njegova koža je bila bleda in mrzla, brez kakršnegakoli odziva ali občutljivosti. Facundo je prislonil uho na norčeve prsi in ugotovil, da mu srce skoraj več ne utripa. Ves večer tistega dne sta moška nadzorovala v tišini skoraj nezaznavne udarce, s katerimi je bilo norčevo srce. Čakala sta oziroma ga varovala s strahom in tesnobo. Barbarroja se je začel tresti kot še nikoli, ves sključen. Ni več mogel nadzorovati ustnic, za katere se je zdelo, da recitirajo neslišen govor. Sedemindvajsetega srca norca ni bilo več slišati, in zvečer sta mislila, da je mrtev. Vendar ni bil mrtev. Zatorej je bil sklep mrliškega oglednika pravilen: Eusebio Enríquez ni umrl zaradi mraza niti zaradi lakote; z udarci sta ga ubila berača, ki sta priznala svoj zločin in se rešila pred gotovim kamenjanjem pri izhodu sodne palače, ker ju je policija privlekla do kombija, kamor so ju naložili kot smeti.

Los pobres también lloran

Los pobres también lloran

San Sebastián Nopalera, un pequeño pueblo de la Sierra de Oaxaca, sur de México, tiene cinco mil habitantes registrados pero allí sólo viven la mitad. Las tierras que antes daban café ahora a duras penas dan maíz y no hay brazos para sacarles más. Sus habitantes, casi todos mujeres y niños, sobreviven de la ayuda que envían sus hombres de las plantaciones de Estados Unidos.

Como en una guerra entre dos países, cada año cien o doscientos migrantes vuelvan a Oaxaca en cofres funerarios. Los trabajos para los cuales están destinados son casi tan mortales como el cruce de la frontera.

Pero no son mujeres todas las que se quedan ni son hombres todos los que se van. Como su hermano, un día María Isabel Vásquez Jiménez decidió irse al otro lado con la promesa de ayudar a su madre viuda y volver en tres años con el capital suficiente para iniciar un pequeño negocio.

El 11 de febrero de 2009 la joven de 17 años salió de su pueblo y contactó un coyote en Putla de Guerrero que la ayudó a cruzar la frontera norte. Tres meses después, el 11 de mayo, encontró trabajo en un viñedo de la West Coast Grape Farming Company, cerca de Modesto, Califorina.

Como María, los indígenas mexicanos que casi no hablan español en California son los hispanos que se dedican a la pizca, a pizcar, palabras que, como tantas otras miles del spanglish, fueron creadas con el material sustantivo del inglés —pick up, recoger— y moldeadas por la conjugación del castellano.

Quizás nunca podamos imaginar los miedos de María al dejar su pueblo con tan pocos años y tan poco conocimiento del mundo exterior, sus nervios al llegar a Putla para contactar a un coyote, el vértigo y el cansancio de su paso por la ilegalidad. Quizás fue feliz alguno de los tres días que trabajó en la pizca. Casi sin dudas debió ser feliz descansando al lado de su novio, Florentino Bautista, otro inmigrante sin papeles con quien vivía y planeaba casarse antes de regresar a México en tres años.

Pero algo salió mal. El 14 de mayo el termómetro marcó casi cuarenta grados centígrados a la sombra. Después de nueve horas bajo el sol despiojando retoños de las vides, María se sintió mareada. Tambaleándose, caminó hacia su novio y antes de llegar se desplomó.

Florentino pidió ayuda y trató de reanimarla. El encargado le dijo que no se preocupara. Esos desmayos eran algo normal.

—Aplícale un poco de alcohol y se le pasa—, le dijo.

Pero María seguía inconsciente.

La pusieron en la camioneta que llevaba a la cuadrilla a sus casas y esperaron la hora de salida.

Los paños de agua fría y las fricciones de alcohol no dieron resultado y el conductor de la camioneta decidió llevarla a un médico. María hervía de fiebre en los brazos asustados de su compañero. En el camino, Florentino recibió la llamada del encargado del viñedo, Raúl Martínez, recordándole que su novia era menor de edad, por lo cual en su declaración debía decir que se había desmayado haciendo ejercicio para mantenerse en forma.

Llegaron a la clínica a las 5:15. Cuando los médicos contactaron que María tenía más temperatura de la que puede soportar un ser humano, la derivaron de urgencia al Lodi Memorial Hospital.

Dos días después, María y su hijo de dos meses en el vientre murieron de insolación. El informe médico menciona un paro cardíaco.

Su novio, Florentino, no ha vuelto a trabajar. Tampoco ha recibido ninguna llamada en su celular. Pero el fiscal de distrito, James Willett, ha acusado a María De Los Ángeles Colunga, propietaria de la compañía de trabajo, a Elías Armenta, director de seguridad y al supervisor Raúl Martínez por no haber provisto a los trabajadores de sombra y agua, por no poseer asistencia en caso de insolación y por mentir en el proceso.

El gobierno de México, como es su costumbre, manifestó su preocupación por las injustas condiciones en que trabajan los mexicanos en Estados Unidos.

Por su parte, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, también lamentó la muerte de María, aunque no hubo referencias a su hijo por nacer. Años atrás, como gobernador, Schwarzenegger promovió leyes que procuraban evitar estas muertes por insolación.

Al igual que María, alguna vez en su juventud Schwarzenegger fue un inmigrante ilegal, aunque su esfuerzo y sudor lo dejó en un gimnasio de Santa Monica, no en los campos de producción agrícola. En el mundo hoy es más conocido como el actor que en 1984 dio vida al cyborg del exterminador. La película tampoco carece de paradojas ocultas. The Terminator, el hombre-máquina enviado por las máquinas inteligentes del 2029 al año 1984, tenía por objetivo terminar con la resistencia de los humanos eliminando al futuro líder rebelde —por no decirguerrillero— antes de nacer. En su remake hollywoodense de Herodes, la casi invencible máquina es derrotada por la pareja de humanos y la madre del futuro rebelde, Sarah Connor, logra huir. En un final abierto, Sarah —Sarai— aparece meses después en México. En una gasolinera —espacio principal del espíritu norteamericano—, un niño mexicano le toma la fotografía que viajará por el tiempo normal hasta las manos de su hijo y luego de su padre. De esta mítica historia se podría entender que John, el líder rebelde, podía haber sido un mexicano o un ciudadano de cualquier otro país latinoamericano, hijo de una inmigrante ilegal huyendo de su propia tierra.

John, o Juan, tendría hoy veinticinco años y probablemente estaría cruzando la frontera, más o menos por esta época, de forma ilegal. Pero si su madre hubiese sido una mexicana pobre, como María, quizás hubiese tenido que enfrentar una pesadilla peor que la del cyborg Terminator y el futuro rebelde jamás hubiese nacido debido a la exitosa empresa de un grupo inhumano.

El miércoles 27 de mayo de 2009, el cuerpo de María salió de la iglesia católica de St. Anne de Lodi, California. El viernes 29 pasó por Asunción Nochixtlán en un ataúd blanco y, después de seis horas de camino, llegó a su pueblo en la sierra. Su humilde dormitorio fue la capilla ardiente. En la cabecera pusieron esa foto que se la ve sonriendo, poco antes de partir. Más abajo, la corona de flores y una nueva deuda para la madre.

Sepultaron a María y a su retoño vestida de novia, de madre novia. No tuvo misa, porque el pueblo no tenía párroco y ninguno pudo llegar hasta la capilla del pueblo.

En el dormitorio vacío de María quedó Jovita Margarita Jiménez Bautista, mirando la fotografía sonriente de su hija. Su madre viuda, o como se llame. Porque en español hay nombres para un hijo que pierde a una madre, para una madre que pierde a su esposo, pero no hay nombre para una madre que pierde a una hija. Seguramente en ningún idioma hay un nombre para tanto dolor y tanta injusticia.

Jorge Majfud

Lincoln University, agosto, 2009.

La Opinion (EE.UU)

Milenio (Mexico)

Gara (España)

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