Antología de Nueva York

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«Edición de súper-lujo, que no sólo tiene a escritoras de primerísima línea como Francis Scott Fitzgerald, Chester Himes. O. Henry, Edgar Allan Poe, Ambrose Bierce y Henry James, sino que cuenta además con escritores actuales de primerísima línea como Lourdes Ortiz, María Zaragoza, Joaquín Leguina José Luis Alonso de Santos, Andrés Trapiello y los mejores escritores actuales de España e Hispanoamérica.

MAR Ed.

De las respectivas obras:© María Zaragoza, Lourdes Ortiz, José Luis Ordóñez, Juan Vivancos
Antón, Jesús Yébenes, Nelson Verástegui, José Luis García Rodríguez, Andrés Fornells, Juan
Serrano, José G. Cordonié, Carlos Augusto Casas, José M. Fernández Argüelles, Andrés Trapiello, Cristina Ruberte París, José Vázquez Romero, Joaquín Leguina, Elena Marqués, Juan Martini, Manuel Gómez Gemas, Fabricio de Potestad, Jorge Majfud, Joseba Iturrate, Vizconde de Saint-Luc, Álvaro Díaz Escobedo, Isaac Belmar, Miguel Angel de Rus, José Luis Alonso de Santos, Tomás Pérez Sánchez, Mar Cueto, Francisco Legaz, Pedro Amorós, Anunciada Fernández de Córdova y Chester Himes con autorización de Himes Literary Estate & Trust.
De las traducciones: © José Luis Gª (inglés)
De la edición: © M.A.R. Editor
Edición y prólogo de Miguel Angel de Rus
Mayo de 2012
http://www.mareditor.com
ISBN: 978-84-939322-5-1
Depósito legal:
Diseño de la colección: Absurda Fabula
Imprime: Publidisa
Impreso en España.

PRÓLOGO
Al hacer una antología sobre Nueva York se puede caer
en la fascinación o en la denuncia, en la descripción alucinada del ambiente turístico o en lo más sórdido de las calles desconocidas en las que duermen a la intemperie los homeless, en el drama-espectáculo de las Torres Gemelas o en el Nueva York de los dulces años en que parecía que el mundo sólo podía ir a mejor y que la ciudad era una fiesta continua. Por ello, en M.A.R. Editor hemos procurado mantener un equilibro entre todas las posturas y entre los autores clásicos, los clásicos vivos, y los autores que se abren camino y que aportan una visión fresca y distinta de una ciudad que fascina o que repele, principal destino turístico del planeta. Por ello se han buscado autores que nos han sido contemporáneos, como el gran Chester Himes, para mostrar el N.Y. más duro; clásicos de los años del gran desarrollo neoyorquino
como O. Henry, Francis Scott Fitzgerald, Edgar Allan Poe, Ambrose Bierce o Henry James; destacados autores actuales
que resultan muy familiares a los buenos lectores, como Lourdes Ortiz, María Zaragoza, Andrés Trapiello, José Luis Alonso de Santos y Joaquín Leguina, y autores de España e Hispanomérica cuya gran calidad no está en relación con la fama, y que nos presentan obras de verdadero interés, como José Luis Ordóñez, Juan Vivancos Antón, Jesús Yébenes, Nelson Verástegui, José Luis Gª Rodríguez, Andrés Fornells, Juan Serrano, José G. Cordonié, Carlos Augusto Casas, José M. Fernández Argüelles, Cristina Ruberte París, José Vázquez Romero, Elena Marqués, Juan Martini, Manuel Gómez Gemas, Fabricio de Potestad, Jorge Majfud, Joseba Iturrate, Vizconde de Saint-Luc, Álvaro Díaz Escobedo, Isaac Belmar, Tomás Pérez Sánchez, Mar Cueto, Francisco Legaz, Pedro Amorós y Anunciada Fernández de Córdova, que cierra este libro de relatos con un curioso poema a los taxis de Nueva York, uno de los iconos culturales del tiempo presente (para bien o para mal), como sabe cualquier amante del cine.

 

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el horror al anonimato

Horror vacui o El nacimiento del bebé X

 

Marni Kotak, una artista norteamericana conocida por sus representaciones escénicas de “arte conceptual”, se expuso a sí misma y a su hijo por nacer y ya nacido en una galería de Nueva York. El título de la muestra, “The Birth of Baby X”, es significativo. Su bebé, el que nació hoy 27 de octubre, es eso llamado X y es parte de algo que pretende ser una obra maestra del arte contemporáneo.

En los ’60 Umberto Eco bien observaba que una pieza de automóvil recogida de la calle se podría convertir en arte al ponerla en un museo. Es claro que en este caso, común en los museos de la posguerra que dejó desperdicios por todas partes, hay una re-semantización del objeto debido a su contexto.

Ahora, dar a luz en un museo como forma de arte no es llevar un acto sagrado como un nacimiento a un museo sino el acto de involucrar a un inocente en el proceso de arrastrar el narcisismo de un artista a un museo. Fuera del museo y del exhibicionismo, ese ego se siente disminuido en su rol de madre. Sin embargo, después de todo, ese no-arte, como defecar, orinar, hacer el amor y morir en publico, tiene algo de artístico: expresa de forma dramática el verdadero espíritu de su tiempo, de nuestro tiempo, desacralizado y vulgarizado por el “horror al anonimato”, lo cual nos acerca espiritualmente a un neobarroco, no retorcido por las sombras sino por las luces y la sobreexposición.

La obra «The Birth of Baby X», no es excepcional por (des)dramatizar un nacimiento, porque todas las personas hemos nacido alguna vez; ni por la rareza del lugar, porque las crónicas policiales registran muchos otros lugares insólitos de nacimientos apurados o planificados. La obra es excepcional por la magistral obsesión por una dudosa originalidad y por una clara necesidad de visibilidad sin necesidad de contenidos conceptuales. Que la acción del artista se llame “arte conceptual” no es una contradicción sino el necesario complemento a la vacuidad.

Nunca la palabra “exposición” fue más justa, por lo cual la muestra debió llamarse “La muerte de la privacidad” o “By the way, no sólo he dado a luz; también nació mi hijo”.

Jorge Majfud

Octubre 2011.

Milenio , II (Mexico)

Revoluciones, nuevas tecnologías y el factor etario

Heridos en Egipto

Revoluciones, nuevas tecnologías y el factor etario

El común acuerdo en nuestros días es que la reciente revolución árabe se debe principalmente a las nuevas tecnologías. Sin embargo, revoluciones sociales han existido a lo largo de toda la Era Moderna (de hecho es uno de sus pilares fundamentales) mucho antes de Internet o las redes sociales.

Al igual que la imprenta de piezas móviles en el siglo XV o los periódicos en el siglo XVIII, las nuevas tecnologías de la información y de la difusión cultural han sido siempre factores de precipitación de un fenómeno, pero rara vez su primera causa. Por el contrario, la imprenta surge después de la maduración de la revolución humanista, iniciada un siglo antes. La reforma de Lutero (paradójicamente consecuencia de la revolución humanista y más tarde paradigma de los conservadores antihumanistas más radicales) y la no menos violenta contrarreforma, hicieron de casi todo el siglo XVI un siglo reaccionario en términos sociales.  Pero luego de este inmenso paréntesis reaccionario, en el siglo XVIII los ilustrados y los filósofos iluministas, fundadores de nuestro mundo moderno y posmoderno, retomaron el legado humanista, le pusieron un énfasis a la razón critica (aunque no al racionalismo) y agregaron el anticlericalismo que no estaba presente en los anteriores humanistas. Básicamente, los ilustrados o el iluminismo provocan una de las revoluciones más trascendentes de la historia mundial que tiene como consecuencia práctica y teórica la Revolución americana primero y la francesa después (aunque esta última sin continuidad política), modelos de las subsiguientes revoluciones políticas, sociales y hasta artísticas en todo el mundo.

La difusión de periódicos se hace común entre las clases educadas de Europa, sobre todo en la Francia del siglo XVIII, cuando estos filósofos ilustrados ya habían comenzado su propia revolución. Revolución que necesitaba de estos nuevos medios ya que, como todas las revoluciones modernas, estaba afectada por el mismo espíritu proselitista de cristianos y musulmanes.

Se acusa también que el nazismo se convirtió en un fenómeno social e histórico gracias a los nuevos medios de difusión, como la radio y el cine, y las nuevas teorías y prácticas de propaganda, lo cual es cierto pero insuficiente. Muchos otros países contaban con los mismos medios. Por otra parte, el nazismo tuvo sus raíces en décadas anteriores (los nazis cuentan milenios) y en razones que van mas allá de la mera innovación tecnológica y la necesidad histórica.

Los actuales levantamientos en el mundo árabe no son siquiera revoluciones. Son rebeliones. En algunos casos ni eso, apenas revueltas. Podemos aceptar que han sido estimuladas por los nuevos medios de comunicación, es cierto, pero no creo que éste sea el factor central. También podríamos especular que todo ha sido producto de una manipulación sociológica por parte de alguna central de inteligencia que tomó ventaja de las “inocentes” redes sociales, pero al menos en el momento no disponemos de datos suficientes.

Para comprender una revolución es necesario mirar a la historia previa de las ideas. Para comprender una rebelión basta con mirar la pirámide etaria y el grado de status quo del poder político y social de turno.

Las revoluciones latinoamericanas se caracterizaron, entre otras cosas, por su juventud. El mismo Ernesto Che Guevara observó un día, en la facultad de arquitectura, con la poca ortodoxia marxista que lo caracterizó los últimos años: “había olvidado yo que hay algo más importante que la clase social a la que pertenece el individuo: la juventud, la frescura de ideales, la cultura que en el momento en que se sale de la adolescencia se pone al servicio de los ideales más puros” (Obra, 1967, 194).

Al igual que las revueltas de fines de los ’60 en Europa y América, las revueltas árabes de hoy en día tienen un efecto dominó y se explican principalmente por el gran porcentaje de de su población juvenil. El Mayo francés, las revueltas de Praga y Tlatelolco, de Chicago y Nueva York son, sobre todo, revueltas juveniles. La proporción de jóvenes en América y en Europa era mayor en los ‘60 que poco después de la Segunda Guerra, que dejó poblaciones más envejecidas y estimuló el conformismo suburbano de los ‘50.

Uno podría pensar que aun un bajo porcentaje de jóvenes representan millones en cualquier país, y basta con unos miles para tener una revuelta con alguna consecuencia concreta. Pero es posible que el un porcentaje X de adultos y viejos funcione como contenedor de las energías juveniles.

A fines del siglo XX decíamos, respondiendo a Francis Fukuyama y a Samuel Huntington, que el problema geopolítico de la única potencia mundial del momento, Estados Unidos, no eran tanto los conflictos de intereses con el mundo islámico (entonces presentados como conflictos culturales) sino el conflicto de intereses con China, que hoy se califican como colaboración estratégica. Entonces fechábamos en 2015 como un probable año en que esos conflictos comenzarían a hacerse críticos o al menos evidente. Luego señalamos una aceleración del declive de la influencia mundial de la primera potencia con el inicio de la guerra de Irak.

A Estados Unidos todavía lo salva no sólo cierta cultura de la innovación, el riesgo y la practicidad, sino también el hecho de ser todavía el único país industrializado (antigua denominación moderna) con una tasa de nacimientos aceptable en términos económicos y una población que dista mucho de ser tan vieja como la europea o la japonesa.

Más tarde, cuando todo esto pasó a formar parte del consenso general, estuvimos de lado de quienes advertían ciertas contradicciones en la imparable maquinaria China. Más allá de que su régimen político dista mucho de ser una inspiración procedente de la tradición humanista e iluminista, su ventaja es que todavía no es el imperio que alguna vez fue y que siempre quiso ser. Su próximo posicionamiento como primera potencia económica del mundo es inevitable, al menos por un par de décadas, antes que India le dispute ese obsesivo y absurdo privilegio que no dice mucho sobre el desarrollo de un país o de una sociedad.

Por las limitaciones de su sistema político (obviamente, esto es materia de discusión desde algunas perspectivas ideológicas), uno podría esperar que en cinco o diez años China tuviese alguna revuelta demandando más participación popular en la administración del futuro político y económico de su país y de sus provincias apenas se enfriase el acelerado ritmo de su crecimiento económico o sufriese algún desequilibrio inflacionario. En un país tan populoso donde la mayoría son pobres, el precio de los alimentos es un factor de alta sensibilidad.

No obstante, el creciente envejecimiento de su población por un lado acelera ese enfriamiento económico y por el otro hace pensar que, a pesar de la diversidad y de los números astronómicos de su población, a pesar de las nuevas tecnologías de comunicación e interacción, esta revuelta contra el estatus quo de un gobierno central es más bien improbable.

No imposible, pero es mucho menos predecible que la actual rebelión de las jóvenes sociedades árabes de hoy en día, gobernadas por regímenes faraónicos y por los mismos nombres del siglo pasado.

Claro, un complemento válido sería observar que también las potencias actuales son las mismas que las del siglo pasado y se rigen, al menos en política internacional, con la mentalidad misma del Ancien régime. Pero ese tema merece un espacio propio.

Jorge Majfud

La República (Uruguay)

Milenio (Mexico)

Gara (España)

Panama America (Panama)

Poeta en Nueva York

Federico García Lorca

Image via Wikipedia

EE.UU.: hallan el borrador original de un poema de García Lorca

El manuscrito de «Oficina y denuncia» fue encontrado por casualidad en la biblioteca del Congreso; se creía perdido

 

WASHINGTON (EFE).- El profesor de la Universidad de Boston Christopher Maurer encontró por casualidad en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington, el primer borrador, escrito y con correcciones a mano, del poema de Federico García Lorca «Oficina y denuncia», incluido en «Poeta en Nueva York».

El manuscrito es toda una «rareza», no sólo porque se creía perdido, sino porque contiene las correcciones a lápiz de García Lorca, explicó el catedrático. En el borrador se pueden ver versos que no aparecieron en la edición final, publicada en el poemario escrito entre 1929 y 1930 durante la estancia de García Lorca en Nueva York y un posterior viaje a Cuba.

«Y me ofrezco a ser devorado por los campesinos españoles», escribió de su puño y letra García Lorca, en un poema que habla de la arrogancia y soberbia de una ciudad, Nueva York, consumida por sus ansias de poner precio y valor a las cosas. Finalmente esta afirmación desapareció de la estrofa: «Me ofrezco a ser comido/ por las vacas estrujadas/ cuando sus gritos llenan el valle/ donde el Hudson se emborracha con aceite».

«Me chocó la riqueza de las variantes», explicó el profesor Maurer en una conversación telefónica desde su oficina en la Universidad de Boston, si bien reconoció que la corrección que había hecho el poeta fue acertada. «Un buen poema crea siempre esta sensación, la de la inevitabilidad», el hecho de que el mejor verso es el que estamos acostumbrados a leer, señaló.

No obstante, no deja de ser reveladora la intención de Lorca de intercalar en el poema la idea de ser «devorado», que refuerza la idea mesiánica del poeta «que se presenta como un salvador, como un mesías».

«Aunque hay que mantener separado el terreno biográfico del literario, en el caso de Lorca todo esto se confunde. Se ha querido leer la vida de Lorca en sus poemas. La verdad es que en ‘Poeta en Nueva York’, Lorca crea un protagonista, un alter ego, que a veces tiene poco que ver con el poeta de carne y hueso», explica el profesor.

En su búsqueda en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos vio que aparecía el nombre de García Lorca, curiosamente, en un catálogo sobre música. Cuando viajó a la capital estadounidense para examinarlo, descubrió que era uno de los seis poemas autógrafos de «Poeta en Nueva York» que estaban desaparecidos.

Maurer pasó «meses» intentando reconstruir la historia del recorrido del poema, que se suponía había estado en manos de la familia del poeta canario Jose Maria Millres Sall, aunque la hija de éste le explicó «que no tenía idea de que su padre lo tuviera en algún momento de su vida».

El caso es que el manuscrito fue depositado en la biblioteca por el musicólogo Hans Moldenhauer, que lo compró en una subasta neoyorquina por 230 dólares. La biblioteca del Congreso lo cita por primera vez en un catálogo en 2005.

Esta no es la primera vez que Maurer descubre un texto manuscrito de Lorca, dado que el libro que está preparando junto a Andrew Anderson sobre el viaje de Lorca a la Gran Manzana contiene documentos inéditos.

«Hemos encontrado otros documentos manuscritos. Son cartas relacionadas con su estancia en Nueva York, algunas de las cuales no se conocían. Hay notas suyas manuscritas. Sabemos que Lorca dejó algunos manuscritos en Nueva York, y que amigos suyos conservaron cosas suyas. Eso nos ha llevado mucho trabajo», reconoce.

El libro, que se llamará «Federico en Nueva York y Cuba: Cartas y recuerdos» será presentado probablemente durante los próximos meses en Granada, coincidiendo con la apertura del Centro Lorca en la ciudad.

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