La generación del silencio a modo de ficción y de reflexión

(English summaty)

Esta entrevista fue realizada por Raúl Fitipaldi y publicada en Desacato, Brasil, como “O mesmo fogo”: crianças condenadas ao silêncio. Entrevista exclusiva com Jorge Majfud.

Lo que sigue es la versión en castellano.

La generación del silencio a modo de ficción y de reflexión

Raúl Fitipaldi: ¿En esta Patria Grande de exiliados políticos, sociales, económicos, por causa del imperialismo y el capitalismo, como fueron condenadas nuestras infancias?

Jorge Majfud: Como en cada una de las tragedias que han azotado diferentes pueblos en diferentes continentes, existe una generación marcada a fuego, con el mismo fuego con la que fue marcada la generación anterior, la que protagonizó y sufrió los hechos. Es la generación de los niños que debieron vivir y crecer en ese contexto de testigos obligados al silencio. Somos la Generación del Silencio, no sólo porque nuestros mayores siempre, por miedo a represalias, nos insistían de no hablar en la escuela o en público de todo lo que inevitablemente sabíamos, sino también por el silencio de la indiferencia de la mayoría de los medios post dictaduras, del aparato cultural y, más recientemente, por la indiferencia obligada de la nueva generación que se siente cansada de que sus padres o sus abuelos insistan en recordar.

RF: ¿Por qué esos cambios?

JM: Es algo natural hasta cierto punto, pero también, en un caso altamente político como lo es que el rescate de la memoria, ha estado bajo un estratégico ataque: lleva la marca de las agencias secretas (esos grandes narradores, esas verdaderas manos invisibles del mercado y de la política) y la marca de los capitales de los lobbies y las corporaciones, dioses inalcanzables por los simples mortales. No se dice, o es muy raro que se diga, que alguien que recuerda el holocausto judío de hace 80 años esté politizado, pero cualquier otra reivindicación de la memoria es desacreditada como un acto político y, peor aún, que es un acto de corrupción. La memoria no es algo que se rescata de una vez para siemrpe sino que hay que mantenerla viva o se muere. En Argentina, por ejemplo, hay una estratégica discusión de si fueron quince o treinta mil los desaparecidos, como si quince o diez mil desaparecidos mitigasen en algo la brutalidad a escala nacional e internacional, como fue el caso de Operación Condor.

RF: El dolor de los niños de ayer tampoco es tomado muy en serio.

JM: Como suele ocurrir con el dolor de los niños en general. Como cuando a las niñas le perforaban las orejas. “No sufrían”. Como los toros en las corridas, no pueden expresarse, entonces no sufren, o su sufrimiento no es real, tal como ocurría con el sufrimiento de la mujeres, de los pobres, de los indios y de los negros. Los niños, que toman cualquier experiencia, por brutal que sea, como algo normal, no podían quejarse, entonces su sufrimiento no era real, profundo, humano como el de un verdadero ser humano. No sin ironía, es precisamente la generación más vulnerable en sus emociones, en sus memorias, en sus miedos y ansiedades, la que menos se considera en las narrativas sociales, en los análisis históricos. La paradoja es múltiple, ya que esa Generación Cero es la que deberá lidiar con los traumas nacionales de una forma más profunda y duradera. Por si esa tragedia no fuese suficiente, la experiencia cronológica de un niño no tiene nada que ver con la de un adulto. De los cinco a los quince años, o de los diez a los veinte, el tiempo existencial equivale a toda una vida. De los 45 a los 55, por ejemplo, es un tiempo diferente, menos extenso, apenas una etapa, a veces breve, raras veces tan profunda como para dejar alguna marca indeleble en los individuos.

 RF¿Han sido las dictaduras algo así como un permanente que retroalimenta nuestros recuerdos y los mantiene como una alerta ante todo brote fascista?

 JM: Solo de forma relativa. Aunque los países latinoamericanos comparten una historia similar de despojo, colonización y brutalidad imperialista, no todos sufrieron de igual forma ni en la misma medida. Los pueblos que tuvieron la desfortuna de nacer sobre un suelo rico en recursos necesarios para desarrollar los imperios noroccidentales a lo largo de la Era Moderna, fueron quienes sufrieron más, por más tiempo y quienes terminaron más pobres, más corruptos y con más violencia económica, política y social. Por otor lado, una dictadura financiera puede ser brutal en el despojo de todo un país y del mundo entero (como lo es el Ultra capitalismo de hoy, como fase previa al Post capitalismo), pero rara vez se experimenta a un nivel emocional, traumático, debida a su alto nivel de abstracción, razón por la cual la resistencia a su dominio es mínima, casi imposible, y solo se puede experimentar a través de sus consecuencias que rara vez son atribuidas a su causa. Entonces, tanto el trauma como el aprendizaje no son algo inevitable sino que depende de una militancia de la memoria.

RFHoy te dedicas a enseñar y cultivar la memoria a través de la literatura. ¿Piensas que la infancia y los jóvenes del presente entienden los mensajes fascistas que traen figuras como Trump? Bolsonaro, Meloni, Milei, Bukele, entre otros?

JM: Siempre hay un grupo que lo entiende, que revindica la memoria, pero para responder a esa pregunta veamos por un momento el problema en términos generales, sociales, históricos.

Un individuo, básicamente, reproduce las esperanzas y los miedos ancestrales de sus antepasados como si fuesen algo nuevo. Lo que sentimos ahora lo sintieron cientos de generaciones antes de nosotros. También El mismo fuego integra este factor ahistórico. El fuego de ayer y el de hoy son los mismos fuegos. Por otro lado, las generaciones no experimentan, políticamente hablando, lo mismo que sus predecesores. Diferente a la condición existencial, ahistórica del individuo, desde una dinámica social, histórica, sospecho que las generaciones experimentan tres niveles diferentes sobre un mismo trauma, sobre una misma tragedia. Como lo he desarrollado en otro momento, tenemos que:

  1. Una generación es seducida por la violencia fascista para resolver sus profundas frustraciones.
  2. La generación siguiente sufre un profundo trauma debido a una guerra masiva o a dictaduras fascistas (por lo general, los fascismos son dictaduras funcionales a los imperios capitalistas, pero no es imposible encontrar ejemplos de fascismo pretendidamente de izquierda o en forma de democracias liberales; básicamente, el fascismo es nacionalista, anti intelectualista, añora el pasado, es reaccionario, necesita controlar la vida publica y privada y suele hacerlo a través de la censura, el miedo y la fragmentación del trabajo y de los conceptos privilegiando la fe, la propaganda y el sermón apasionado por sobre la crítica y el análisis complejo.)
  3. La tercera generación, la de los niños como el protagonista de El mismo fuego, como la nuestra en las dictaduras militares de América latina durante la Guerra Fría, conserva la conciencia de la brutalidad y trabaja para exponer los traumas de la generación anterior. El rescate de la memoria es su principal herramienta de rehumanización.
  4. La cuarta generación repite la primera. Si no olvida o si no niega la tragedia de la segunda generación, al menos no la siente. Está más dispuesta a olvidar o restarle importancia a los hechos históricos y a la memoria de sus abuelos, algo que claramente estamos viendo hoy en muchos países, tanto satélites como Argentina, con el ataque contra la educación ilustrada, contra quienes insisten en recordar a los desaparecidos de la última dictadura, como en los imperios mismos (es el caso de Estados Unidos y su reacción cultural y policíaca a las revisiones históricas, “antipatriotas”). Entonces, esta generación comienza a jugar con el fascismo una vez más, como lo hizo la generación que antecedió a la de sus abuelos, hasta que la generación siguiente debe sufrir y repetir la catástrofe y los traumas de la segunda generación.

RF: ¿Puedes explicar un poco más lo que entiendes por historia y por memoria?

JM: Claro, historia y memoria no son la misma cosa. La primera, sobre todo las historias oficiales, las historias fosilizadas por la industria cultural como el cine, la literatura comercial, la prensa, las narrativas sociales en general, están hechas de olvidos estratégicos. El poder nunca podrá narrar su historia sin olvidos, sin desmemoria. Por ejemplo, cuando en la icónica película El Álamo de John Wayne se dramatiza la heroica resistencia de los colonos anglos en Texas, se omite el detalle de que no estaban luchando por la libertad sino para reinstaurar la esclavitud donde los mexicanos la habían ilegalizado. Lo mismo la Teoría de los dos demonios o de “Estábamos en guerra” que impuso la CIA a través de sus narradores militaristas de América latina. La historia oficial es siempre mitológica, desde su narrativa hasta sus monumentos, con héroes yendo a una batalla vestidos como para un baile de gala y montados en un carísimo caballo blanco, que era como ir a la guerra de Ucrania en un Lamborghini.

Ahora, cuando alguien aparece realizando un esfuerzo de rescate de la memoria enterrada junto con los cadáveres de los gloriosos hechos históricos, es acusado de antipatriota, de hereje o de peligroso radical que quiere destruir Occidente.

Pero eso no es todo. Los olvidos de las historias oficiales se realizan también de formas muy sutiles y efectivas, como cuando, en el mejor de los casos, un periódico cuenta todos los hechos pero le dedica un titular a lo que dijo un político y una nota de letra pequeña en la quinta página sobre un genocidio. Es decir, aún cuando la historia no oculte hechos relevantes, fácilmente define qué es importante y qué es irrelevante, con una consistencia que hace que lo irrelevante termine por desaparecer de la conciencia colectiva.

Otra forma es a través de las narrativas simplificadoras pero demagógicas de los políticos. Hace dos o tres días la Primer ministra de Italia, Giorgia Meloni, afirmó: “En Europa se está produciendo un proceso de islamización que está muy alejado de los valores de nuestra civilización”. Millones aplaudieron esta misma lógica que criticamos en “El lento suicidio de Occidente” cuando, en 2002, contestamos a otra italiana célebre con las mismas ideas, Oriana Fallecí.

Lo más obvio no se ve, como no solemos ver nuestras narices por estar demasiado próxima a nuestros ojos. Occidente se levanta con “rabia y orgullo” ante la islamización de Occidente por ser algo que está “muy alejado de los valores de nuestra civilización” cuando ha sido Occidente el que ha invadido todos los rincones del mundo a lo largo y ancho de Asia, África y América durante los últimos cinco siglos y hasta ayer, con sus ejércitos y sus misioneros para imponer a fuerza de espada, de látigo, de cañón y de bancos la estratégica cristianización de todo lo demás que no era ni cristiano ni tenían “nuestro valores”. Es decir, no se trata solo de olvido estratégico, sino también de la eterna presunción de que nuestras leyes, nuestras políticas, nuestra religión, nuestra raza, nuestra cultura y nuestra moral son superiores, especiales, por lo cual deben ser aplicadas a la fuerza y con sangre a los demás (en nombre del amor y la libertad), pero nunca al revés. La regla de oro de las relaciones internacionales e interculturales, la reciprocidad, nunca se aplicó cuando significó un peligro para los intereses del poderoso.

Luego los despojados, oprimidos y masacrados reaccionan y los demonizamos para seguir masacrándolos, como hicimos con los nativos de todo el mundo y seguimos haciendo con cualquier rebelde independentista.  

RF¿Qué miedos el adulto Jorge Majfud vuelve a recrear como herederos del período del Plano Condor, de los Trujillo, Ríos Montt, Somozas, Pinochet, Videla, “Goyo” Álvarez y otros monstruos más recientes como Janine Agnes?

 JM: Son los miedos de volver a la segunda generación, la que debe sufrir los traumas y la brutalidad del fascismo, como te decía antes. A mi edad no tengo muchos miedos personales. Ni la muerte me preocupa. Me preocupa el sufrimiento de la nueva generación, nuestros hijos, que deberá pagar no sólo las deudas masivas que las generaciones han creado para beneficio de una micro elite y me preocupa las consecuencias de esa injusticia global que, tarde o temprano, termina con una revolución o una rebelión dolorosa, aunque necesaria e inevitable, con la tragedia multiplicada por la reacción de fascistas como los que acabás de mencionar, que en definitiva son solo cipayos funcionales, generales bananeros que realizan el trabajo sucio que nuestra generación fue testigo directo, como el secuestro, la tortura, la violación, el asesinato y la desaparición, nada que tenga lugar en un campo de batalla donde se enfrentan dos iguales sino en las cobardes mazmorras de los “salvadores de la patria” o en los campos de refugiados pobres que son masacrados sin emociones por las inteligentes y multimillonarias bombas de los poderosos psicópatas de siempre.

RF: ¿Por qué precisamos leer tu nuevo libro El mismo fuego?

JM: Bueno, no creo que nadie precise leer ninguno de mis libros, sean del género que sea. Yo sólo propongo problemas, a veces posibles soluciones cuando se trata de algún libro de análisis o ensayo. Cuando se trata de novelas, propongo muchas cosas menos soluciones o diversión. Si hay alguien allí que le interese, bien. Si no, tampoco hay drama.

Lo que la gente necesita (y siempre dese mi punto de vista, que no es el punto de vista de ningún elegido, sino todo lo contrario) creo que los pueblos necesitan ser menos sumisos y más decisivos en su propia búsqueda de la verdad, desde lo social a lo individual, desde la ética a la estética, dese el sentido de justicia hasta el sentido de la dignidad y valor.

 ***************

https://editorialcuatrolunas.com/libros/narrativa/el-mismo-fuego/

A cultura superior: a do líder ou a do capanga?

A cultura superior: a do líder ou a do capanga?

Por Jorge Majfud.

O bilionário CEO da Palantir, Alex Karp, espetou um clássico do século XIX: «Não acho que todas as culturas sejam iguais… O que estou dizendo é que esta nação [os Estados Unidos] é incrivelmente especial e não devemos vê-la como igual, mas como superior.»

Por Jorge Majfud.

Em 4 de março de 2025, em um discurso na Universidade de Austin, o bilionário CEO da Palantir, Alex Karp, espetou um clássico do século XIX: “Não acho que todas as culturas sejam iguais… O que estou dizendo é que esta nação [os Estados Unidos] é incrivelmente especial e não devemos vê-la como igual, mas como superior.” Como detalhamos no livro Plutocracia: tiranossauros do Antropoceno (2024) e em vários programas de televisão (2, etc.), Karp é membro da seita do Vale do Silício que, com o apoio da CIA e da corpoligarquia de Wall Street, promove a substituição da democracia liberal ineficiente por uma monarquia corporativa.

Agora, nossa nação, nossa cultura, é superior em quê? Em eficiência para invadir, escravizar, oprimir outros povos? Superior em fanatismo e arrogância? Superior na psicopatologia histórica das tribos que acreditam que são escolhidas por seus próprios deuses (que coincidência) e, longe de ser uma responsabilidade em solidariedade com “os povos inferiores”, torna-se automaticamente uma licença para matar, roubar e exterminar o resto? A história da colonização anglo-saxônica da Ásia, África e Américas não é a história da expropriação de terras, bens e exploração obsessiva de seres humanos (índios, africanos, mestiços, brancos pobres) que eram vistos como instrumentos de capitalização e não como seres humanos? De que estamos falando quando falamos de “cultura superior” como essa, com aquelas afirmações indiscriminadas e com um conteúdo religioso místico oculto, mas forte, como foi o Destino Manifesto?

Não apenas respondemos a isso nos jornais há um quarto de século, mas naquela época alertamos sobre o fascismo que iria matar aquele orgulhoso Ocidente que agora reclama que seus inimigos estão cometendo suicídio, como Elon Musk disse dias antes. Um desses extensos ensaios, escrito em 2002 e publicado pelo jornal La República do Uruguai em janeiro de 2003 e pela Monthly Review de Nova York em 2006, foi intitulado “O lento suicídio do Ocidente”.

Essa ideologia do egoísmo e do indivíduo alienado como ideais superiores, promovida desde Adam Smith no século XVIII e radicalizada por escritores como Ayn Rand e presidentes de potências mundiais como Donald Trump e fantoches neocoloniais como Javier Milei, revelou-se pelo que é: supremacia pura e dura, patologia canibal pura e dura. Tanto o racismo quanto o patriotismo imperialista são expressões da egomania tribal, ocultas em seus opostos: o amor e a necessidade de sobrevivência da espécie.

Para dar um verniz de justificativa intelectual, os ideólogos da direita fascista do século 21 recorrem a metáforas zoológicas como a do Macho Alfa. Esta imagem é baseada na matilha de lobos das estepes, onde uma pequena alcateia segue um macho que os salvará do frio e da fome. Uma imagem épica que seduz milionários que nunca sofreram de fome ou frio. Para os demais que não são milionários, mas representados como ameaçados por aqueles que estão na base (ver “O paradoxo das classes sociais“), o Macho Alfa é a tradução ideológica de uma catarse do historicamente privilegiado que vê que seus direitos especiais perdem o adjetivo especial e se tornam apenas direitos, um substantivo nu. Ou seja, reagem furiosamente à possível perda de direitos especiais de gênero, classe, raça, cidadania, cultura, hegemonia. Todos os direitos especiais justificados como no século XIX: “temos o direito de escravizar os negros e saquear nossas colônias porque somos uma raça superior, uma cultura superior e, por isso mesmo, Deus nos ama e odeia nossos inimigos, a quem devemos exterminar antes que eles tenham a mesma ideia, mas sem nossos bons argumentos.”

Ironicamente, a ideia de ser “escolhido por Deus” ou pela natureza não impele os fanáticos a cuidar de “humanos inferiores”, como cuidam de seus animais de estimação, mas muito pelo contrário: o destino dos inferiores e fracos deve ser escravidão, obediência ou extermínio. Se eles se defendem, são terroristas.

A versão mais recente desses supremacismos que cometem genocídio na Palestina ou no Congo com orgulho e convicção fanática e demonizam as mulheres nos Estados Unidos que exigem direitos iguais, mais recentemente encontrou sua metáfora  explicativa  na imagem do Macho Alfa do Lobo da Estepe. No entanto, se prestarmos atenção ao comportamento desses animais e de outras espécies, veremos uma realidade muito mais complexa e contraditória.

O professor da Universidade Emory, Frans de Waal, por décadas um dos mais renomados especialistas no estudo de chimpanzés, assumiu a responsabilidade de demolir essa fantasia. A ideia do macho alfa vem dos estudos dos lobos na década de 40, mas, não sem ironia, o próprio de Waal lamentou que um político americano (o ultraconservador e presidente da Câmara dos Representantes, Newt Gingrich) popularizou seu livro Chimpanzee Politics (1982) e o conceito de macho alfa, pelos motivos errados.

Os machos alfa não são valentões, mas líderes conciliadores. “Os machos alfa entre os chimpanzés são populares se mantiverem a paz e trouxerem harmonia ao grupo.” Quando um verdadeiro líder adoece (o caso mencionado pelo chimpanzé Amós), ele não é sacrificado, mas o grupo assume seus cuidados.

De acordo com de Wall, “devemos distinguir entre domínio e liderança. Existem machos que podem ser a força dominante, mas esses machos terminam mal no sentido de que são expulsos ou mortos… Depois, há os homens que têm qualidades de liderança, que separam brigas, defendem os oprimidos, confortam os que sofrem. Se ele tem esse tipo de macho alfa, então o grupo se junta a ele e permite que ele permaneça no poder por um longo tempo.” Esse tempo é geralmente de quatro anos, embora haja registros de machos alfa que foram líderes por 12 anos, que costumavam distribuir alimentos e manter uma aliança política com outros líderes mais jovens. De acordo com de Waal, o líder macho alfa será julgado por sua capacidade de resolver conflitos e estabelecer uma ordem pacífica para sua sociedade.

Em um conflito, os líderes alfa “não tomam partido de seu melhor amigo; eles evitam ou resolvem brigas e, em geral, defendem os mais azarões. Isso os torna extremamente populares no grupo porque fornecem segurança para membros de baixo escalão.”

O macho alfa é o líder porque tem o apoio da maioria das fêmeas e de alguns machos, mas outros machos jovens sempre usarão a mesma estratégia para destroná-lo e se impor como dominantes: primeiro eles começam com provocações indiretas e distantes para testar a reação do líder. Se não houver reação, o jovem mais forte tentará conquistar outros jovens do sexo masculino para aumentar suas provocações que estão ganhando terreno e se tornando mais violentas. Então ele conquista aliados, com alguns favores. Embora o candidato alfa não se importe com bebês, mas com poder, ele tenta ser afetuoso com os filhos de diferentes mulheres, exatamente como os políticos fazem na campanha eleitoral.

Março de 2025

Jorge Majfud é escritor e professor de Literatura Latino-americana na Universidade de Jacksonville, Flórida.

https://editorialcuatrolunas.com/libros/narrativa/el-mismo-fuego/

El misterio del pueblo palestino

Los palestinos nunca existieron como pueblo cuando reclaman sus derechos humanos. Sí existieron como el pueblo Amalek hace tres mil años, cuando hay que masacrarlos.

Los palestinos son gente muy rara. Como las partículas subatómicas, según la física cuántica y según los sionistas, tienen la capacidad de existir de dos formas diferentes y en distintos lugares al mismo tiempo. Son y no son.

No existen, pero hay que “matarlos a todos”, como dijo la congresista Andy Ogles en Washington. “Borren toda Gaza de la faz de la Tierra”, insistió la congresista israelí Galit Distel Atbaryan; “cualquier otra cosa es inmoral”. El ministro de defensa israelí, Ben-Gvir, fue claro: “¿Por qué hay tantos arrestos? ¿No puedes matar a algunos? ¿Qué vamos a hacer con tantos arrestados? Eso es peligroso para los soldados”. El ministro de finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, dijo en una reunión televisada de gabinete: “Rafah, Deir al-Balah, Nuseirat, todos deben ser aniquilados” según orden de Dios: “Borrarás la memoria de Amalec debajo del cielo”. En diferentes ocasiones, el primer ministro Benjamín Netanyahu, refiriéndose a los palestinos repitió: “Debes recordar lo que Amalec te ha hecho, dice nuestra Santa Biblia”. El profesor de Estudios Judíos Motti Inbari aclaró las palabras de Netanyahu: “El mandamiento bíblico es destruir completamente todo Amalec. Y cuando hablo de destruir completamente, estamos hablando de matar a todos y cada uno de ellos, incluidos los bebés, sus propiedades, los animales, todo”. El miembro del Likud Danny Neumann declaró en la televisión: “En Gaza todos son terroristas. Deberíamos haber matado a 100.000 el primer día. Muy pocos en Gaza son seres humanos”. El ministro de Patrimonio, Amihai Eliyahu propuso ahorrar tiempo y arrojar una bomba atómica sobre Gaza para cumplir con el mandato divino.

En los primeros siete meses de bombardeos, 40 mil hombres, niños y mujeres han sido destrozados por las bombas, sin contar desaparecidos, desplazados, afectados por la hambruna, las enfermedades, las mutilaciones y los traumas irreversibles. Pero desde Netanyahu hasta el presidente Joe Biden, “lo que está haciendo Israel no es genocidio; es defensa propia”. Si un grupo armado responde con violencia (algo reconocido como derecho por la ley internacional), pues se trata de terroristas.

Quienes no se dejan matar son terroristas. Quienes critican la matanza, como los estudiantes estadounidenses, son terroristas. Por eso, en Europa y Estados Unidos, a las protestas contra la masacre en Gaza se las reprime a palos con la policía militarizada, mientras los violentos ataques sionistas y los desfiles nazis son observados con respeto. Porque los poderosos son así de cobardes. Sin poderosas armas, sin medios dominantes y sin capitales secuestrados no son nadie. El brazo duro para el saludo fascista y la mano temblorosa para cuestionar una masacre contra la humanidad de quienes no puede defenderse.

Según los sionistas, Palestina nunca existió y los palestinos nunca existieron. Cuando, por el acuerdo de los sionistas con Hitler, los palestinos inexistentes debieron recibir a los refugiados del nazismo en Europa, los inexistentes eran la abrumadora mayoría de la población desde el río hasta el mar. Los barcos que llegaban “con buen material genético” según los sionistas, llegaron en barcos con banderas nazis y británicas. Cuando en 1947 el Exodus, con 4.500 refugiados se aproximaba a Haifa, el capitán británico les advirtió a sus pasajeros que serían arrestados al llegar, porque el Imperio Británico no permitía la inmigración ilegal. “Si se resisten al arresto, deberemos usar la fuerza”. Al llegar a Palestina, los refugiados desplegaron un cartel que rezaba: “Los alemanes destruyeron nuestras familias. Por favor, no destruyan nuestras esperanzas”. Muchos refugiados permanecieron detenidos, pero un cuarto de millón logró entrar en Palestina, al menos 70 mil de forma ilegal y por la fuerza.

Pronto, una parte (no sabemos qué porcentaje) de las víctimas de Europa se convertirían en los victimarios de Medio Oriente. El plan sionista fue apoyado por una campaña de atentados terroristas en Palestina con bombas que volaron hoteles, estaciones de policía y masacraron cientos de palestinos. Folke Bernadotte, el diplomático sueco que posibilitó la liberación de varios cientos de judíos de campos de concentración nazis en 1945, fue asesinado en Jerusalén dos años después por Leji, grupo sionista que se autodefinía como terrorista y como “luchadores por la libertad”. Leji, una facción de otro grupo terrorista, Irgun, había negociado con los nazis alemanes la creación de Israel como estado totalitario aliado al Reich de Hitler. Cuando esta alianza no prosperó, intentaron con Stalin, con el mismo resultado. Uno de los (ex)terroristas de Irgun, el bielorruso Menachem Begin, se convirtió en primer ministro de Israel en 1977. Lo sucedió uno de los (ex)terroristas de Leji, también bielorruso, Isaac Shamir, quien se convirtió en Primer ministro de Israel en 1983. Naturalmente, todos cambiaros sus nombres y apellidos de nacimiento.

Desde antes de la creación del Estado de Israel, los inexistentes habitantes de Palestina comenzaron a ser despojados de sus casas para recibir a los refugiados. Algunos refugiados judíos y algunos inexistentes palestinos se resistieron al despojo y al exilio, por lo que hubo que recurrir a la fuerza, a una forma especial de derecho a la existencia no reconocida al resto de la humanidad y a la ira de un dios impiadoso, temido por el mismo resto de la humanidad. A principios del año 2024, la directora de cine israelí Hadar Morag recordó: “Cuando mi abuela llegó aquí a Israel, después del holocausto, la agencia judía le prometió una casa. Ella no tenía nada. Toda su familia había sido exterminada. Esperó mucho tiempo, viviendo en una tienda de campaña en una situación muy precaria. Luego la llevaron a Ajami en Jaffa, a una maravillosa casa en la playa. Vio que sobre la mesa todavía estaban los platos de los palestinos que habían vivido allí y que habían sido expulsados. Regresó a la agencia y dijo ‘llévame de regreso a mi tienda, nunca le haré a nadie lo que me han hecho a mí’. Ésta es mi herencia, pero no todos tomaron esa decisión. ¿Cómo podemos convertirnos en aquello que nos oprimió? Ésta es una gran pregunta”.

Algunos de los inexistentes palestinos recibieron a los judíos refugiados cuando ni en Estados Unidos los querían, cuando hasta un presidente como Roosevelt envió de regreso en el St. Louis casi mil judíos refugiados a morir en los campos de concentración de Europa. Cuando en 1948 la ONU creó dos Estados, Israel y Palestina, Israel decidió que ni Palestina ni los palestinos existían, aunque para que ocurriese el milagro cuántico debieron robar sus casas y sus tierras, debieron desplazarlos en masa y matarlos con alegría. Al mismo tiempo que se lamentaban del trabajo sucio que debían hacer. “Nunca les perdonaremos a los árabes por obligarnos a matar a sus hijos”, dijo la inmigrante ucraniana y luego primer ministra Golda Meir. “Los palestinos nunca existieron”, dictaminó en 1969. “Fui palestina de 1921 a 1948 porque tenía un pasaporte palestino”, agregó un año después. Como decir que Alemania es un invento de Hitler y von Papen o que Gran Bretaña es Prusia porque su himno (“Dios salve a la Reina”) suena igual que el himno de Prusia (“Dios con nosotros”).

Las referencias a los árabes y palestinos como animales o subhumanos no es algo nuevo. Es un género clásico del racismo supremacista sionista que a nadie en el mundo imperial y civilizado ofende. Ese mismo mundo civilizado que no tolera escuchar la palabra negro pero no quiere recordar ni reconocer (menos indemnizar) los cientos de millones de negros masacrados por la prosperidad de sus pueblos elegidos. Como hicieron los nazis con los judíos, antes de masacrarlos sin remordimiento necesitaron deshumanizar al otro.

En 1938, uno de los líderes del grupo terrorista sionista Irgun, el bielorruso Yosef Katzenelson, afirmó: “Debemos crear una situación en la que matar a un árabe sea como matar a una rata. Que se entienda que los árabes son basura y que nosotros, no ellos, somos el poder que gobernará Palestina”. En 1967, el diplomático israelí David Hacohen afirmó: “No son seres humanos, no son personas, son árabes”. En noviembre de 2023, el ex embajador de Israel ante la ONU, Dan Gillerman, declaró: “Estoy muy desconcertado por la preocupación constante que el mundo muestra por el pueblo palestino y que de hecho muestra por estos animales horribles e inhumanos que han cometido las peores atrocidades que ha visto este siglo”. Pero si alguien nota que esto es racismo puro y duro, es acusado de antisemita, es decir, de racista.

Los palestinos no existen, pero si se defienden, son terroristas malos. Si no se defienden, son terroristas buenos. Si se dejan masacrar, son terroristas inexistentes. En Gaza “cualquier persona mayor de cuatro años es partidaria de Hamás”, dijo el ex agente del Mossad Rami Igra a la televisión estatal. “Todos los civiles en Gaza son culpables y merecen enfrentarse a la política israelí de castigo colectivo, que impide recibir alimentos, medicinas y ayuda humanitaria”. Se le cayó la nota sobre los bombardeos sistemáticos e indiscriminados que todos los días decapitan y destrozan decenas de niños, incluso menores de cuatro años, que vendrían a ser subhumanos, animales, ratas, pero todavía no terroristas graduados.

Israel sí tiene derecho a defenderse, el que incluye cualquier otro derecho humano y divino: derecho a desplazar, derecho a ocupar, derecho a secuestrar, derecho a encarcelar y torturar sin límites a menores de edad de un pueblo inexistente.

Derecho a que nadie critique su derecho.

Derecho a considerarse un pueblo superior, por gracia de Dios y por gracia de su naturaleza especial, de su espíritu superior hasta donde los goys nunca llegarán.

Derecho a llorar por las victimas que ocasiona esta superioridad étnica y derecho a llorar por las víctimas que le ocasionan los subhumanos, las ratas humanas.

Derecho a comprar a presidentes, a senadores, a representantes y a jefes de redacción de otros países, como Estados Unidos.

Derecho a arruinarle la carrera y la vida a cualquiera que cometa la osadía de cuestionar algunos de estos derechos bajo la acusación de antisemitismo.

Derecho a masacrar cuando lo considere necesario.

Derecho a matar hasta por diversión cuando sus soldados están aburridos.

Derecho a bailar y celebrar cuando diez toneladas de bombas masacran decenas de refugiados en un campamento lleno de gente hambreada.

Todo porque los palestinos son y no son. Según este cuento supremacista y mesiánico, los palestinos nunca existieron como pueblo cuando reclaman sus derechos humanos. Sí existieron como el pueblo Amalek hace tres mil años, como habitantes de un pueblo que había que desplazar y exterminar “hasta que no quede ni uno” de esos seres ficticios, inexistentes.

Ahora, si no crees este cuento, sólo repítelo una infinidad de veces y entenderás que es la pura verdad. Una verdad que si te atreves a cuestionarla te conviertes en un terrorista, como la mujer de Lot se convirtió en una estatua de sal por su osadía de desobedecer y mirar hacia atrás donde, dicen, Dios estaba masacrando a un pueblo por la orientación sexual de algunos de ellos.

Jorge Majfud, mayo 2024.

O mistério do povo palestino. Por Jorge Majfud.

Os palestinos nunca existiram como um povo quando reivindicam seus direitos humanos. Eles existiam como o povo Amaleque há três mil anos, quando tiveram de ser massacrados.

Os palestinos são pessoas muito estranhas. Como as partículas subatômicas, segundo a física quântica e conforme os sionistas, eles conseguem existir em duas formas diferentes e em lugares diferentes ao mesmo tempo. Eles são e não são.

Eles não existem, mas “tem que matar todos eles”, como disse a congressista Andy Ogles em Washington. “Limpem toda Gaza da face da Terra”, insistiu a congressista israelense Galit Distel Atbaryan; “qualquer outra coisa é imoral”. O ministro da defesa israelense, Ben-Gvir, foi claro: “Por que há tantas prisões? Não é possível matar alguns deles? O que faremos com tantos presos? Isso é perigoso para os soldados”. O ministro das finanças de Israel, Bezalel Smotrich, disse em uma reunião de gabinete televisionada: “Rafah, Deir al-Balah, Nuseirat, todos devem ser aniquilados”, conforme a ordem de Deus: “Você apagará a memória de Amaleque sob os céus”. Em diferentes ocasiões, o primeiro-ministro Benjamin Netanyahu, referindo-se aos palestinos, repetiu: “Vocês devem se lembrar do que Amaleque fez a vocês, diz nossa Bíblia Sagrada”. O professor de estudos judaicos Motti Inbari esclareceu as palavras de Netanyahu: “O mandamento bíblico é destruir completamente todo o Amaleque. E quando falo em destruir completamente, estamos falando em matar cada um deles, incluindo os bebês, suas propriedades, os animais, tudo”. Danny Neumann, membro do Likud, declarou na televisão: “Todos em Gaza são terroristas. Deveríamos ter matado 100.000 no primeiro dia. Muito poucos em Gaza são seres humanos”. O Ministro do Patrimônio, Amihai Eliyahu, propôs economizar tempo e lançar uma bomba atômica em Gaza para cumprir o mandato divino.

Nos primeiros sete meses de bombardeio, 40.000 homens, mulheres e crianças foram destruídos por bombas, sem contar os desaparecidos, os desabrigados, os famintos, os doentes, os mutilados e os irreversivelmente traumatizados. Mas, de Netanyahu ao presidente Joe Biden, “o que Israel está fazendo não é genocídio; é autodefesa”. Se um grupo armado responde com violência (reconhecida como um direito segundo a lei internacional), então eles são terroristas.

Aqueles que não se permitem ser mortos são terroristas. Aqueles que criticam a matança, como os estudantes estadunidenses, são terroristas. É por isso que, na Europa e nos Estados Unidos, os protestos contra o massacre em Gaza são reprimidos pela polícia militarizada, enquanto os violentos ataques sionistas e as paradas nazistas são observados com respeito. Porque é assim que os poderosos são covardes. Sem armas poderosas, mídia dominante e capital sequestrado, eles não são ninguém. Um braço rígido para a saudação fascista e uma mão trêmula para questionar um massacre contra a humanidade contra aqueles que não podem se defender.

Conforme os sionistas, a Palestina nunca existiu e os palestinos nunca existiram. Quando, pelo acordo dos sionistas com Hitler, os palestinos inexistentes deveriam receber os refugiados do nazismo na Europa, os inexistentes eram a maioria esmagadora da população, do rio ao mar. Os navios que chegavam “com bom material genético”, segundo os sionistas, chegavam em navios com bandeiras nazistas e britânicas. Quando, em 1947, o Exodus, com 4.500 refugiados, se aproximou de Haifa, o capitão britânico avisou aos passageiros que eles seriam presos na chegada, porque o Império Britânico não permitia a imigração ilegal. “Se vocês resistirem à prisão, teremos que usar a força”. Ao chegarem à Palestina, os refugiados exibiram um cartaz com os seguintes dizeres: “Os alemães destruíram nossas famílias. Por favor, não destruam nossas esperanças”. Muitos refugiados permaneceram detidos, mas um quarto de milhão conseguiu entrar na Palestina, pelo menos 70.000 ilegalmente e à força.

Em breve, uma parte (não sabemos a porcentagem) das vítimas da Europa se tornaria a vítima do Oriente Médio. O plano sionista foi apoiado por uma campanha de bombardeios terroristas na Palestina que explodiu hotéis, delegacias de polícia e massacrou centenas de palestinos. Folke Bernadotte, o diplomata sueco que facilitou a libertação de centenas de judeus dos campos de concentração nazistas em 1945, foi assassinado em Jerusalém dois anos depois pelo Leji, um grupo sionista que se descrevia como terrorista e “combatente da liberdade”. O Leji, uma facção de outro grupo terrorista, o Irgun, havia negociado com os nazistas alemães a criação de Israel como um estado totalitário aliado ao Reich de Hitler. Quando essa aliança fracassou, eles tentaram Stalin, com o mesmo resultado. Um dos (ex) terroristas do Irgun, o bielorrusso Menachem Begin, tornou-se primeiro-ministro de Israel em 1977. Ele foi sucedido por um dos (ex-)esquerdistas, também bielorrusso, Isaac Shamir, que se tornou primeiro-ministro de Israel em 1983. Naturalmente, todos eles mudaram seus nomes e sobrenomes de nascimento.

Desde antes da criação do Estado de Israel, os habitantes inexistentes da Palestina começaram a ser despojados de suas casas para receber refugiados. Alguns refugiados judeus e alguns palestinos inexistentes resistiram à desapropriação e ao exílio, de modo que a força teve de ser usada, uma forma especial de direito à existência não reconhecida pelo resto da humanidade e a ira de um deus impiedoso, temido pelo resto da própria humanidade. No início de 2024, a diretora de cinema israelense Hadar Morag relembrou: “Quando minha avó veio para Israel após o Holocausto, a agência judaica prometeu a ela uma casa. Ela não tinha nada. Toda a sua família havia sido exterminada. Ela esperou por muito tempo, morando em uma barraca em uma situação muito precária. Depois, eles a levaram para Ajami, em Jaffa, para uma casa maravilhosa na praia. Ela viu que na mesa ainda havia os pratos dos palestinos que moravam lá e que haviam sido expulsos. Ela voltou para a agência e disse: ‘Leve-me de volta para minha tenda, nunca farei a ninguém o que foi feito a mim’. Essa é a minha herança, mas nem todos tomaram essa decisão. Como podemos nos tornar aquilo que nos oprimiu?” Essa é uma grande questão.

Alguns dos palestinos inexistentes acolheram refugiados judeus quando nem mesmo os Estados Unidos os queriam, quando até mesmo um presidente como Roosevelt enviou de volta ao St. Louis quase mil refugiados judeus para morrer em campos de concentração na Europa. Quando, em 1948, a ONU criou dois Estados, Israel e Palestina, Israel decidiu que nem a Palestina, nem os palestinos existiam, embora, para o milagre quântico acontecer, eles tivessem que roubar suas casas e suas terras, tinham que deslocá-los em massa e matá-los com alegria. Ao mesmo tempo, lamentavam o trabalho sujo que tinham de fazer. “Nunca perdoaremos os árabes por nos obrigarem a matar seus filhos”, disse a imigrante ucraniana e, mais tarde, primeira-ministra Golda Meir. “Os palestinos nunca existiram”, declarou ela em 1969. “Eu fui palestina de 1921 a 1948 porque tinha um passaporte palestino”, acrescentou um ano depois. É como dizer que a Alemanha é uma invenção de Hitler e von Papen ou que a Grã-Bretanha é a Prússia porque seu hino (“Deus Salve a Rainha) soa igual ao hino da Prússia (“Deus conosco”).

As referências aos árabes e palestinos como animais ou sub-humanos não são novidade. É um gênero clássico de racismo supremacista sionista que não ofende ninguém no mundo imperial e civilizado. Esse mesmo mundo civilizado que não tolera ouvir a palavra “negro”, mas não quer lembrar ou reconhecer (e muito menos compensar) as centenas de milhões de negros massacrados para a prosperidade de seus povos escolhidos. Como os nazistas fizeram com os judeus, antes de massacrá-los sem remorso, eles precisavam desumanizar o outro.

Em 1938, um dos líderes do grupo terrorista sionista Irgun, o bielorrusso Yosef Katzenelson, declarou: “Precisamos criar uma situação em que matar um árabe seja como matar um rato. Que fique claro que os árabes são lixo e que nós, e não eles, somos a força que governará a Palestina”. Em 1967, o diplomata israelense David Hacohen disse: “Eles não são seres humanos, não são pessoas, são árabes”. Em novembro de 2023, o ex-embaixador de Israel na ONU, Dan Gillerman, declarou: “Estou muito intrigado com a preocupação constante que o mundo demonstra pelo povo palestino e, na verdade, demonstra por esses animais horríveis e desumanos que cometeram as piores atrocidades que este século já viu”. Mas se alguém percebe que isso é racismo absoluto, é acusado de ser antissemita, ou seja, racista.

Os palestinos não existem, mas se eles se defenderem, são maus terroristas. Se não revidarem, são bons terroristas. Se permitirem que sejam massacrados, são terroristas inexistentes. Em Gaza, “qualquer pessoa com mais de quatro anos é um apoiador do Hamas”, disse o ex-agente do Mossad Rami Igra à televisão estatal. “Todos os civis de Gaza são culpados e merecem enfrentar a política de punição coletiva de Israel, que os impede de receber alimentos, remédios e ajuda humanitária.” Ele deixou de lado a nota sobre o bombardeio sistemático e indiscriminado que todos os dias decapita e destrói dezenas de crianças, até mesmo com menos de quatro anos, que seriam sub-humanos, animais, ratos, mas ainda não seriam terroristas graduados.

Israel tem, sim, o direito de se defender, o que inclui todos os outros direitos humanos e divinos: o direito de deslocar, o direito de ocupar, o direito de sequestrar, o direito de prender e torturar sem limites menores de um povo inexistente.

O direito de não ter ninguém criticando seu direito.

O direito de se considerarem um povo superior, pela graça de Deus e pela graça de sua natureza especial, de seu espírito superior, para onde os goys jamais irão.

O direito de lamentar as vítimas causadas por essa superioridade étnica e o direito de lamentar as vítimas causadas pelos sub-humanos, os ratos humanos.

O direito de comprar presidentes, senadores, deputados e editores-chefes de outros países, como os Estados Unidos.

O direito de arruinar a carreira e a vida de qualquer um que se atreva a questionar qualquer um desses direitos sob a acusação de antissemitismo.

O direito de massacrar quando julgar necessário.

O direito de matar até mesmo por diversão quando seus soldados estiverem entediados.

O direito de dançar e comemorar quando dez toneladas de bombas massacram dezenas de refugiados em um campo cheio de pessoas famintas.

Tudo porque os palestinos são e não são. De acordo com essa história supremacista e messiânica, os palestinos nunca existiram como povo quando reivindicam seus direitos humanos. Eles existiram, sim, como o povo Amaleque há três mil anos, como habitantes de um povo que teve de ser deslocado e exterminado “até que não restasse um único” desses seres fictícios e inexistentes.

Agora, se você não acredita nessa história, basta repeti-la um número infinito de vezes e você entenderá que ela é a verdade. Uma verdade que, se você ousar questioná-la, se tornará um terrorista, como a mulher de Ló se tornou uma estátua de sal por ousar desobedecer e olhar para trás, onde, dizem, Deus estava massacrando um povo devido à orientação sexual de alguns deles.

Maio de 2024.

Tradução: TFG, para Desacato.info.

Le mystère du peuple palestinien : il existe et en même temps, il n’existe pas

Jorge Majfud, 

Traduit par Fausto GiudiceTlaxcala

 Les Palestiniens n’ont jamais existé en tant que peuple lorsqu’ils revendiquent leurs droits humains. Ils ont existé en tant que peuple Amalek il y a trois mille ans, quand il faut les massacrer.

Les Palestiniens sont un peuple très étrange. Comme les particules subatomiques, selon la physique quantique et selon les sionistes, ils ont la capacité d’exister sous deux formes différentes et dans des lieux différents en même temps. Ils sont et ils ne sont pas.

Ils n’existent pas, mais « tuez-les tous », comme l’a dit la députée Andy Ogles à Washington. « Effacez tout Gaza de la surface de la terre », a insisté la députée israélienne Galit Distel Atbaryan, « toute autre chose est immorale ». Le ministre israélien de la Défense, Ben-Gvir, a été clair : « Pourquoi y a-t-il tant d’arrestations ? Ne pouvez-vous pas en tuer quelques-uns ? Qu’allons-nous faire de tant d’arrestations ? C’est dangereux pour les soldats ». Le ministre israélien des Finances, Bezalel Smotrich, a déclaré lors d’un téléconseil des ministres : « Rafah, Deir al-Balah, Nuseirat, tout doit être anéant », conformément à l’ordre de Dieu : « Vous effacerez la mémoire d’Amalek sous les cieux ». À plusieurs reprises, le Premier ministre Benjamin Netanyahu a répété, en parlant des Palestiniens : « Vous devez vous souvenir de ce qu’Amalek vous a fait, dit notre Sainte Bible ». Motti Inbari, professeur d’études juives, a précisé les propos de Netanyahou : « Le commandement biblique est de détruire complètement tout Amalek. Et quand je parle de détruire complètement, il s’agit de tuer chacun d’entre eux, y compris les bébés, leurs biens, les animaux, tout ». Danny Neumann, membre du Likoud, a déclaré à la télévision : « Tous les habitants de Gaza sont des terroristes. Nous aurions dû en tuer 100 000 le premier jour. Très peu d’habitants de Gaza sont des êtres humains ». Le ministre du Patrimoine, Amihai Eliyahu, a proposé de gagner du temps et de larguer une bombe atomique sur Gaza pour accomplir le mandat divin.

Au cours des sept premiers mois de bombardements, 40 000 hommes, femmes et enfants ont été détruits par les bombes, sans compter les disparus, les déplacés, les affamés, les malades, les mutilés et les traumatisés irréversibles. Mais de Netanyahou au président Joe Biden, « ce que fait Israël n’est pas un génocide, c’est de l’autodéfense ». Si un groupe armé répond par la violence (ce qui est reconnu comme un droit par le droit international), il s’agit alors de terroristes.

Ceux qui ne se laissent pas tuer sont des terroristes. Ceux qui critiquent le massacre, comme les étudiants usaméricains, sont des terroristes. C’est pourquoi, en Europe et aux USA, les manifestations contre le massacre de Gaza sont repoussées par la police militarisée, tandis que les violentes attaques sionistes et les défilés nazis sont observés avec respect. C’est parce que les puissants sont si lâches. Sans armes puissantes, sans médias dominants et sans capitaux saisis, ils ne sont personne. Un bras raide pour le salut fasciste et une main tremblante pour remettre en question un massacre contre l’humanité perpétré contre ceux qui ne peuvent pas se défendre.

Selon les sionistes, la Palestine n’a jamais existé et les Palestiniens n’ont jamais existé. Lorsque, par l’accord des sionistes avec Hitler, les Palestiniens inexistants devaient accueillir les réfugiés du nazisme en Europe, les inexistants constituaient l’écrasante majorité de la population, du fleuve à la mer. Les bateaux arrivant « avec du bon matériel génétique » selon les sionistes, arrivaient sur des navires battant pavillon nazi et britannique. Lorsqu’en 1947, l’Exodus, transportant 4 500 réfugiés, s’est approché de Haïfa, le capitaine britannique a averti ses passagers qu’ils seraient arrêtés à l’arrivée, car l’Empire britannique n’autorisait pas l’immigration illégale. « Si vous résistez à l’arrestation, nous devrons recourir à la force ». À leur arrivée en Palestine, les réfugiés déploient une pancarte sur laquelle on peut lire : « Les Allemands ont détruit nos familles. S’il vous plaît, ne détruisez pas nos espoirs ». De nombreux réfugiés restent en détention, mais un quart de million réussit à entrer en Palestine, dont au moins 70 000 illégalement et par la force.

Bientôt, une partie (nous ne savons pas quel pourcentage) des victimes de l’Europe deviendront les bourreaux du Moyen-Orient. Le plan sioniste a été soutenu par une campagne d’attentats terroristes en Palestine qui a fait sauter des hôtels, des postes de police et massacré des centaines de Palestiniens. Folke Bernadotte, le diplomate suédois qui a facilité la libération de plusieurs centaines de Juifs des camps de concentration nazis en 1945, a été assassiné à Jérusalem deux ans plus tard par le Lehi (bande Stern), un groupe sioniste qui se décrivait comme des terroristes et des « combattants de la liberté ». Le Lehi, une faction d’un autre groupe terroriste, l’Irgoun, avait négocié avec les nazis allemands la création d’Israël en tant qu’État totalitaire allié au Reich d’Hitler. Cette alliance ayant échoué, ils ont essayé Staline, avec le même résultat. L’un des (ex-)terroristes de l’Irgoun, le Biélorusse Menahem Begin, est devenu premier ministre d’Israël en 1977. L’un des (ex-)terroristes, également biélorusse, Isaac Shamir, lui a succédé et est devenu Premier ministre d’Israël en 1983. Naturellement, ils ont tous changé leurs noms et prénoms de naissance.

Dès avant la création de l’État d’Israël, les habitants inexistants de la Palestine ont commencé à être dépossédés de leurs maisons pour accueillir des réfugiés. Certains réfugiés juifs et certains Palestiniens inexistants ont résisté à la dépossession et à l’exil, si bien qu’il a fallu recourir à la force, forme particulière d’un droit à l’existence non reconnu par le reste de l’humanité, et à la colère d’un dieu impitoyable, redouté par le reste de l’humanité elle-même. Début 2024, la réalisatrice israélienne Hadar Morag se souvient : « Lorsque ma grand-mère est arrivée en Israël après l’Holocauste, l’Agence juive lui a promis une maison. Elle n’avait rien. Toute sa famille avait été exterminée. Elle a attendu longtemps, vivant dans une tente dans une situation très précaire. Puis ils l’ont emmenée à Ajami, à Jaffa, dans une magnifique maison sur la plage. Elle a vu que sur la table se trouvaient encore les plats des Palestiniens qui avaient vécu là et qui avaient été expulsés. Elle est retournée à l’agence et a dit : “Ramenez-moi à ma tente, je ne ferai jamais à personne ce qu’on m’a fait”. C’est mon héritage, mais tout le monde n’a pas pris cette décision ; comment pouvons-nous devenir ce qui nous a opprimés ? C’est une grande question ».

Certains des Palestiniens, qui n’existent pas, ont accueilli des réfugiés juifs alors que même les USA n’en voulaient pas, alors qu’un président comme Roosevelt avait renvoyé sur le Saint-Louis près d’un millier de réfugiés juifs pour qu’ils meurent dans des camps de concentration en Europe. Lorsqu’en 1948, les Nations unies ont créé deux États, Israël et la Palestine, Israël a décidé que ni la Palestine ni les Palestiniens n’existaient, même si, pour que le miracle quantique se produise, ils ont dû voler leurs maisons et leurs terres, les déplacer en masse et les tuer avec joie. En même temps, ils déploraient le sale boulot qu’ils avaient à faire. « Nous ne pardonnerons jamais aux Arabes de nous avoir forcés à tuer leurs enfants », a déclaré l’immigrante ukrainienne Golda Meir, qui deviendra plus tard Premier ministre. « Les Palestiniens n’ont jamais existé », a-t-elle déclaré en 1969. « J’ai été Palestinienne de 1921 à 1948 parce que j’avais un passeport palestinien », a-t-elle ajouté un an plus tard. C’est comme dire que l’Allemagne est une invention d’Hitler et de von Papen ou que la Grande-Bretagne est la Prusse parce que son hymne (“God save the Queen”) sonne de la même manière que l’hymne de la Prusse (“Gott mit uns”).

Les références aux Arabes et aux Palestiniens en tant qu’animaux ou sous-hommes n’ont rien de nouveau. Il s’agit d’un genre classique de racisme suprémaciste sioniste qui ne choque personne dans le monde impérial et civilisé. Ce même monde civilisé qui ne tolère pas d’entendre le mot “nègre” mais qui ne veut pas se souvenir ou reconnaître (et encore moins indemniser) les centaines de millions de Noirs massacrés pour la prospérité de ses peuples élus. Comme les nazis l’ont fait avec les Juifs, avant de les massacrer sans remords, il fallait déshumaniser l’autre.

En 1938, l’un des chefs du groupe terroriste sioniste Irgoun, le Biélorusse Yosef Katzenelson, déclarait : « Nous devons créer une situation où tuer un Arabe est comme tuer un rat. Qu’il soit bien entendu que les Arabes sont des déchets et que c’est nous, et non eux, qui gouvernerons la Palestine ». En 1967, le diplomate israélien David Hacohen a déclaré : « Ce ne sont pas des êtres humains, ce ne sont pas des gens, ce sont des Arabes ». En novembre 2023, l’ancien ambassadeur d’Israël aux Nations unies, Dan Gillerman, a déclaré : « Je suis très perplexe quant à l’intérêt constant que le monde porte au peuple palestinien et, en fait, à ces animaux horribles et inhumains qui ont commis les pires atrocités que ce siècle ait connues ». Mais si quelqu’un remarque qu’il s’agit de racisme pur et simple, il est accusé d’être antisémite, c’est-à-dire raciste.

Les Palestiniens n’existent pas, mais s’ils se défendent, ce sont de mauvais terroristes. S’ils ne se défendent pas, ce sont de bons terroristes. S’ils se laissent massacrer, ce sont des terroristes inexistants. À Gaza, « toute personne âgée de plus de quatre ans est un partisan du Hamas » a déclaré Rami Igra, ancien agent du Mossad, à la télévision d’État. « Tous les civils de Gaza sont coupables et méritent d’être confrontés à la politique israélienne de punition collective, qui les empêche de recevoir de la nourriture, des médicaments et de l’aide humanitaire ». Il a laissé tomber la phrase concernant le bombardement systématique et aveugle qui, chaque jour, décapite et détruit des dizaines d’enfants, même âgés de moins de quatre ans, qui seraient des sous-hommes, des animaux, des rats, mais pas encore des terroristes diplômés.

Israël a le droit de se défendre, ce qui inclut tous les autres droits humains et divins : le droit de déplacer, le droit d’occuper, le droit d’enlever, le droit d’emprisonner et de torturer sans limites des mineurs d’un peuple qui n’existe pas.

Le droit à ce que personne ne critique leur droit.

Le droit de se considérer comme un peuple supérieur, par la grâce de Dieu et par la grâce de sa nature particulière, de son esprit supérieur, là jusqu’où les goys n’iront jamais.

Le droit de pleurer les victimes causées par cette supériorité ethnique et le droit de pleurer les victimes causées par les sous-hommes, les rats humains.

Le droit d’acheter des présidents, des sénateurs, des représentants et des rédacteurs en chef d’autres pays, comme les USA.

Le droit de ruiner la carrière et la vie de quiconque ose remettre en cause l’un de ces droits sous l’accusation d’antisémitisme.

Le droit de massacrer lorsqu’il le juge nécessaire.

Le droit de tuer même pour le plaisir lorsque les soldats s’ennuient.

Le droit de danser et de faire la fête lorsque dix tonnes de bombes massacrent des dizaines de réfugiés dans un camp rempli de gens affamés.

Tout cela parce que les Palestiniens sont et ne sont pas. Selon ce récit suprémaciste et messianique, les Palestiniens n’ont jamais existé en tant que peuple lorsqu’ils revendiquent leurs droits de l’homme. Ils ont existé en tant que peuple Amalek il y a trois mille ans, en tant qu’habitants d’un peuple qui devait être déplacé et exterminé « jusqu’à ce qu’il ne reste plus un seul » de ces êtres fictifs et inexistants.

Si vous ne croyez pas à cette histoire, il vous suffit de la répéter un nombre infini de fois pour comprendre qu’il s’agit de la vérité. Si vous osez remettre en question cette vérité, vous devenez un terroriste, comme la femme de Lot est devenue une colonne de sel pour avoir osé désobéir et regarder en arrière, là où, dit-on, Dieu massacrait un peuple à cause de l’orientation sexuelle de certains de ses membres.

Por que simplesmente não copiamos os Estados Unidos?

Algumas semanas atrás, tive o gosto de visitar a Freie Universitat de Berlin para dar uma palestra e, de passagem, aceitar um velho convite da Deutsche Welle (a televisão pública alemã que costumava ver quando criança, não sem um certo sagrado pavor, com seus programas dedicados a pintores, escultores e todo tipo de gente rara mas fascinante).

O edifício em que atualmente funciona o Lateinamerika-Institut da Freie Universitat foi um projeto de Max Taut e Franz Hoffmann, duas celebridades da Bauhaus. O espírito da escola de Weimar, a única na história moderna, só se sente, e com intensidade comovedora, ao caminhar por seus corredores .

Os nazistas a fecharam nos anos 1930, por considerá-la um reduto de degenerados e mais ou menos isso também pensava Stálin da arte de um comunista chamado Pablo Picasso. Não obstante, enquanto a destrutiva história do Terceiro Reich já morreu, ou quase, a desaparecida Bauhaus ainda vive nas coisas que nos rodeiam. Embora não saibamos.

A viagem de egresso foi esgotadora, como sempre. No moderno aeroporto de Dublin, tive que esperar horas infinitas. Em uma mesa de um café que estava fechado, às 2:30 da madrugada, comecei a ler os jornais no meu velho tablet.

Até que um senhor grisalho que estava passando reconheceu a página de um jornal argentino.

— Argentino? — perguntou.

— Não. Uruguaio.

Mais pra baixo do Brasil e mais ou menos a mesma coisa. Sentou-se na cadeira vazia e se apresentou. Não me lembro de seu nome; naquele momento me debatia entre ir pedir outro capuchino ou dormir sentado.

— Gosto muito do Uruguai — disse, antes de esclarecer quem era e o que pensava da América Latina e do mundo. Embora os uruguaios tenham um governo socialista, ou algo assim, não lhe caia mal. Pelo menos não são corruptos.

Os uruguaios somos o garoto tranquilo da rua.

O homem grisalho era, ou tinha sido, um vereador na província de Buenos Aires. Em menos de uma hora me informou sobre toda a corrupção do governo anterior, da limpeza do atual, das decisões difíceis que tinham que tomar na província e no país para por ordem nas coisas.

— Ontem, o governo anunciou que vai liberar o preço da gasolina para que flutue de acordo com a hora e as localidades. Dessa forma, cada posto de serviço poderá fixar o preço de acordo com a demanda, como nos Estados Unidos. O que você acha?

— Não sei, mais isso de liberar me parece bom.

— O melhor, como sempre, é copiar os estadunidenses. O que você acha do sistema de preços dos combustíveis deles?

— Não sei, repeti, me parece divertido ter que ir de um lado para outro procurando economizar uns centavos. Dá essa sensação de liberdade que a gente tem quando atravessa o Vale da Morte. Lá, parece que funciona.

— Não duvide — disse o homem grisalho —. Nós deveríamos copiar os americanos.

— Algumas coisas. Como PBS, a televisão pública. Ou como os sanitários na Alemanha.

— Como?

Em Berlim os sanitários têm o tanque de água com dois botões. Um botão para cada necessidade. O um e o dois. Assim se economiza água. Vi também no Oriente Médio, faz já um quarto de século. Aprender algumas coisas concretas me parece razoável. Agora, copiar… Copiar literalmente… é um suicídio.

— Não, imagine! Se tivéssemos copiado os ianques muito antes, hoje seríamos como eles!

— Não o fizemos antes? Com resultados diferentes. Contudo isso tem muitas faces. Como por exemplo, a ideia de êxito.

— Não. Não dê muita corda à coisa ou vai ter enjoo.

— Bom. Suponhamos que êxito é ter dinheiro e ser famoso. Mesmo assim, seja qual for, a cópia ignora as características culturais de cada povo, o que faz com que cada cópia seja sempre imperfeita, até mesmo ridícula, e com consequências imprevisíveis.

— Não, não. Você está complicando muito. As coisas são bem mais simples.

— Tá bom, esqueça o anterior. Porém, pense que, para ser um dia tão próspero como os Estados Unidos, a Argentina terá que copiar alguma coisa que Estados Unidos nunca deixarão que copiem.

— Como por exemplo…

— Primeiro, Argentina teria que se converter num Império.

— Ah! Tinha que ser. Esse discursos dos anos 1960. Porém, o mundo mudou.

— Sim, claro, mas nem tanto. O Império estadunidense ainda está aí. Chamemos de hegemonia, para que não se sinta incômodo. Cultura hegemônica, capitais hegemônicos, ideologia da não ideologia, como a do livre mercado…

— Vocês, os esquerdistas (te falo com respeito), se perdem num emaranhado de argumentos.

— Oi… talvez você não tenha acompanhado meu raciocínio, eu não me sinto perdido.

— Puras abstrações. Poderia me dar um exemplo concreto disso que chama imperialismo?

— Vejamos dois. Primeiro, Argentina teria de construir umas cem bases militares em cada continente. Inclusive umas duas ou três em Miami e outras tantas em Oregon. Segundo, o peso argentino deveria ser a divisa global dominante. Percebe que cada vez que os países latino-americanos se veem com problemas econômicos, imprimem ou desvalorizam sua moeda?

— Repúblicas bananeiras.

— Sim, Há umas tantas. Porém, Europa e Estados Unidos não fizeram nada muito diferente. Para sair da crise de 2008, o FED inundou o mundo com um tsunami de dólares. Entre 40 e 50 bilhões desses papeizinhos verdes invadiram o mercado a cada mês, durante muitos anos. Sim, já sei, não é só imprimir. Por isso chamam de “expansão quantitativa”, “compra de bônus”. Houve alguma explosão inflacionária por causa desse “bananismo” monetário? Claro que não. Isso ocorre nos países periféricos. Não no país que possui a divisa global. O desastre é repartido (com o perdão da palavra) globalmente. Sempre me pergunto o que acontece com as poupanças de um humilde trabalhador ou um pequeno empresário, seja na Índia, na Argentina ou na Califórnia, quando o FED imprime mais papel moeda. Não há, por acaso, uma transferência dos valores dessas poupanças para os novos papeizinhos verdes que vão para as mãos de outras pessoas, começando por aqueles que o imprimem? Se não, de onde procede o valor desses novos papeizinhos verdes, uma vez que sequer estão lastreados em ouro?

— Isso, pergunte a um economista.

— Seria melhor. Não obstante, seja qual for a resposta, é evidente que não é tão fácil copiar para ficar parecido. Sempre sobram alguns detalhes, não é?

O homem grisalho suspirou, cansado. Acho que já era umas quatro da madrugada. Levantou-se, comentou algo sobre o Barcelona, Messi, Suárez, de desejou boa viajem, e foi embora arrastando sua mala.

 

*Jorge Majfud é escritor uruguaio-estadunidense, autor de Crisis e outras novelas. Original da Alainet.

 

A grande revolução do século XXI

Tradução de André Langer.

Semanas atrás, publicamos algumas breves reflexões sobre “A grande crise do século XXI”. Um problema de menor monta é que nos acusam de sermos dramáticos, grandiloquentes e apocalípticos. Tudo isso é irrelevante, esquecível. Correndo o risco de nos equivocar, como todos, como em tudo, nossa obrigação é proporcionar uma visão geral sobre os problemas mais importantes que podem afetar a humanidade no tempo presente e nos tempos vindouros, embora a essa altura já não estejamos mais caminhando sobre este belo planeta, nem estaremos mais desfrutando desse maravilhoso e tão desvalorizado milagre de estarmos vivos.
Para mim, não há dúvida. A grande crise planetária que a humanidade e o resto das espécies neste planeta enfrentarão continua focada no problema socioecológico. As duas bombas-relógio que indicávamos no artigo anterior (a perigosíssima e insustentável concentração de riqueza, mero sequestro do progresso humano por uma elite financeira, e a próxima aceleração das mudanças climáticas), ambas unidas por um sistema social e econômico baseado no consumo e no desperdício (“A pandemia do consumismo”, 2009), serão detonadas pela próxima grande revolução tecnológica, sem dúvida com um impacto maior do que aquele que a internet produziu.
Refiro-me à Inteligência Artificial.
Há 10 anos, observávamos que “enquanto as universidades conseguem fazer robôs que são cada vez mais parecidos com os seres humanos, não apenas por sua inteligência comprovada, mas agora também por suas habilidades de expressar e receber emoções, os hábitos de consumo estão nos tornando cada vez mais similares aos robôs”. A mesma ideia está no livro Cyborgs (2012), mas vem do meu segundo livro Crítica de la pasión pura (1998).
Obviamente, por “robôs” eu estava me referindo a um conceito que, até então, não tinha o desenvolvimento que tem agora: a inteligência artificial (IA). O tempo confirmou esse pessimismo e me corrigiu em alguns otimismos da mesma época sobre a democracia direta derivada de comunidades online (embora, quem sabe, talvez ainda seja possível).
Atualmente, os robôs estão comendo milhões de empregos e, no entanto, isso não parece ser nada em comparação com a revolução da inteligência artificial. Os robôs só serão perigosos para os trabalhadores se os benefícios de sua eficiência continuarem sendo concentrados nos “donos dos meios de produção” (perdão pela terminologia marxista) e não chegarem aos trabalhadores, que contribuíram com seu trabalho e seus impostos para que todo esse conhecimento pudesse se desenvolver nas universidades.
Os professores não recebem seu salário apenas das mensalidades e dos impostos (no caso das universidades públicas), mas enquanto se dedicam à pesquisa e à especulação, a invenções que deixarão nossos beneficiários sem trabalho, outros (os beneficiários) se curvam sob o sol nos campos, cultivando e colhendo alimentos ou erguendo e abaixando caixas de frutas que depois compramos quase sem esforço em aclimatados supermercados.
Mas nem mesmo os inventores nem os professores que participaram do processo se beneficiaram – nem se beneficiarão – economicamente desses feitos da alta tecnologia como fizeram – e continuarão a fazer – os sequestradores, os “gênios” dos negócios, que, mais do que inventar algo, simplesmente embolsaram os lucros. Como sempre, os donos do dinheiro ganharão mais dinheiro e serão reverenciados pelos avanços de nossas sociedades. Enfim, essas besteiras de que graças ao bom Bill Gates ou a algum outro bilionário, temos internet e computadores, etc.
Voltemos ao ponto central. As Inteligências Artificiais não são como os robôs, meros braços efetivos, mas cérebros implacáveis que já estão sendo usados em grandes companhias e corporações do mundo desenvolvido. Elas quase nunca estão em robôs, como o Terminator, mas em espaços virtuais, o que as torna ainda mais temerárias. Logo serão capazes de entender os seres humanos melhor do que qualquer psicanalista e, obviamente, não precisarão de 20 anos de terapia.
Atualmente, a inteligência artificial já está sendo usada para ler os currículos dos candidatos a emprego e é capaz de selecionar os melhores candidatos com base em previsões: Maria vai renunciar em dois anos; José vai pedir um aumento de salário antes do terceiro ano, etc. É claro que em breve nem Maria nem José serão necessários para cuidar de crianças ou de idosos porque a IA pode fazer isso muito melhor e cometendo menos erros.
O que em princípio pode ser celebrado pelos otimistas por seu inquestionável aumento da repetida, até o aborrecimento, efetividade, tem seu lado tenebroso. Os robôs inteligentes não precisam ser maus para organizar o Mal. Basta que sirvam aos poderosos, como qualquer outra inovação anterior, sejam eles governos despóticos ou megaempresas (despóticas e manipuladoras, como qualquer grande companhia, como mostra a história).
Poderíamos dar cem exemplos, mas, por razões de espaço, consideremos um simples aspecto. Durante milhares de anos, todos nós levamos a nossa privacidade para passear por todos os lugares públicos para onde vamos. Com a inteligência artificial, essa privacidade será automaticamente dissolvida. O reconhecimento facial pode não apenas detectar mentirosos ou a orientação sexual (isso não é especulação; já está acontecendo de forma inadvertida pelo público), mas muito rapidamente qualquer IA poderá determinar em poucos segundos que ideias políticas, sociais, religiosas e sociológicas temos, seja lendo um simples CV [Curriculum Vitae], um texto, um artigo, uma carta ou escaneando o nosso rosto. Não será algo muito difícil de perceber, considerando o que já está sendo feito.
Consequentemente, os dissidentes dessa ordem infinitamente opressiva não terão armas tradicionais, mas armas baseadas em IA ou similares. Elas serão os hackers do futuro e, como no passado, os guerrilheiros idealistas e os criminosos comuns, todos colocados no mesmo saco por aqueles que ostentarão o poder dos deuses (ou dos demônios).
Essa luta terminará em uma negociação pacífica? Bem, isso nunca aconteceu na história, salvo exceções, como o direito a oito horas de trabalho, etc. Em uma restauração violenta da liberdade e dos direitos individuais de todos, mais ou menos como na RevoluçãoFrancesa ou em outros assassinatos? Estarão os indivíduos suficientemente intoxicados pela educação funcional, dócil, acrítica e pela manipulação ideológica e psicológica, de modo que não haja luta pela liberdade ou consciência da opressão? Como em tantos outros períodos da história, serão os escravos os mais fervorosos defensores do sistema escravocrata? Podemos nós, os “velhos antiquados”, dizer algo útil a partir da perspectiva de 2018 para os “libertados” ou os “ultrapassados” de 2040 e 2070?, algo que sirva de advertência para aqueles que estarão imersos na tempestade de seu próprio presente?
Ou, pior, terminará a nossa orgulhosa e arrogante espécie humana em um colapso final?
Ninguém pode ter uma resposta definitiva para nenhuma dessas perguntas. Mas fazê-las e chamar a atenção para os grandes problemas atuais e das gerações futuras é, simplesmente, a nossa obrigação moral.

JM, 18 Abril 2018

 

Emma González: quando a masculinidade de Zeus treme

[Spanish>>]

Emma González ou quand ça branle dans le manche viril de Zeus ]

Jorge Majfud

A tradução é de André Langer

 

Diferentemente de outras chacinas absurdas ocorridas em escolas secundárias dos Estados Unidos, a de Parkland tem sido diferente por provocar uma onda de manifestações em massa em todos os cantos dos Estados Unidos e em várias partes do mundo. O medo: só a juventude estadunidense pode conseguir alguma mudança social neste país, ainda que sejam mudanças apenas tímidas quando comparadas com o terremoto dos anos 60, conquistas que foram, anos mais tarde, quase aniquiladas pela reação conservadora da era Reagan-Thatcher. Ou quase, porque se neste país há mais liberdades individuais do que naquela época, isso se deve a esses demonizados movimentos de resistência social e não a nenhuma das guerras contra um país pequeno e distante.

Os anos sessenta legaram muitas coisas, embora depois tenham sido gradualmente desprestigiados pela reação e pela propaganda conservadora que, segundo todas as pesquisas, aumentou a desproporção da acumulação de riqueza neste país, agora concentrada quase exclusivamente em uma pequena minoria, enquanto dezenas de milhões de trabalhadores e estudantes não têm nada além de dívidas, dezenas de milhares morrem a cada ano por causa das drogas ou do suicídio (morrem mais soldados quando retornam do que nos campos de batalha; eu conheci o drama pessoal de mais de um) e dezenas de milhares morrem por armas de fogo. Nos Estados Unidos, somente as crianças (essas que recebem fuzis nos seus aniversários e os escoteiros promovem como símbolo de liberdade e masculinidade) matam mais pessoas, por acidente, do que todos os terroristas juntos, mas sobre isso não se ouve uma única palavra em nenhum apaixonado debate político.

Se este país nas últimas gerações conseguiu algumas liberdades, não foi por causa dos soldados no Vietnã, como afirma o sagrado clichê, mas se deve àqueles corajosos organizadores de lutas sociais como Luther King ou César Chávez. A Guerra do Vietnã foi miseravelmente perdida e, além de milhões de mortos, não deixou nada de positivo para este país. Menos liberdades e direitos. Por outro lado, a revolução feminista do Ocidente, dos negros no Sul da União e dos diaristas da Califórnia deram, esses sim, resultados concretos, embora hoje estejam na berlinda da última reação, que talvez não seja outra coisa que um punhado de afogados de uma ordem cambaleante.

Um dos rostos visíveis do mais recente movimento é o de Emma González, sobrevivente do massacre de Parkland e filha de exilados cubanos. Emma representa muitos outros cubano-estadunidenses da sua geração, jovens libertados da paranoia e da obsessão pela derrota de Baía dos Porcos, que, em todo caso, precisa conviver com elementos da velha geração, alguns dos quais são considerados terroristas até pelo FBI, mas que, em todo caso, andam livres em Miami.

Um dos poucos escritores e intelectuais que representam este grupo, a escritora Zoe Valdés, referiu-se a Emma González como uma comunista “machorra” (sapatão). A acusação não é nova. Ao longo da história, os grupos mais reacionários, as tradicionais classes dominantes da América Latina e até dos Estados Unidos (eu diria que em menor grau), praticaram o macartismo, segundo o qual qualquer crítico capaz de dizer suas verdades incômodas ao poder dominante é, automaticamente, um comunista. E pouco importa se essas verdades são objetivamente documentadas. Se você disser que o golpe de Estado na Guatemala de 1954 foi orquestrado pela CIA e pela UFC contra um governo democrático, você é comunista. Se você disser o mesmo sobre o Chile em 1973, você é marxista-leninista, etc.

No entanto, os comunistas não precisam ser apontados. Em geral, os comunistas são reconhecidos como tais. Os fascistas, racistas e machistas, por outro lado, não. É preciso adivinhá-los ou deduzi-los de acordo com seus ditos e ações.

Agora, que uma jovem e milhões de jovens marchem por suas vidas e questionem com determinação a religião das armas, que não se encaixem no estereótipo imposto (pré-fabricado e reduzido a uma caricatura) do patriota, nos estreitos limites dos mitos sociais, que não seguem os caminhos traçados pelas vacas sagradas rumo ao matadouro, transforma-os em perigosos comunistas. Mas me parece que esse hábito de rotular de comunista todo crítico inconformado, todo democrata radical, é um pouco exagerado. Miami, por sua vez, está cheia de ex-comunistas que um dia se deram conta, como por uma súbita revelação, do grande negócio (econômico e moral) que era envolver-se na bandeira do vencedor e mudaram de lado ou tornaram-se mais caubóis que John Wayne.

A escassez de recursos intelectuais daqueles que sacam a palavra mágica (comunista) como quem saca um revólver é bem conhecida. Há alguns anos, o pai cubano do senador e candidato à presidência, Ted Cruz, afirmou que a Teoria da Evolução era uma perversão do marxismo. Até mesmo a teoria da mudança climática, que ameaçava os lucros das super-petroleiras, até recentemente era o produto dessas pessoas más.

Esta geração (uma parte significativa) teve a coragem de dizer ‘Chega, basta’. E o disse de forma escandalosa para uma sociedade fanática: “chega de orações e de condolências”. Por isso, devem demonizá-los como comunistas ou perigosos rebeldes, lésbicas ou conspiradores, como nos anos cinquenta os sulistas marchavam com cartazes denunciando a imoralidade dos ativistas com cartazes que diziam que “a integração racial é comunismo” enquanto pediam aos seus governantes para que salvassem a “América cristã”.

Os ataques a Emma revelam certo nervosismo ideológico. (Um candidato republicano a definiu como “lésbica skinhead”. Ela se assume como bissexual. Não é rebelde por ser lésbica, mas por ter a coragem de se assumir como é em uma sociedade hostil e, não poucas vezes, hipócrita.) Emma representa a mudança, não apenas por ser jovem, bissexual e uma incômoda insuportável para a poderosa Associação Nacional do Rifle, mas também por fazer parte de uma geração que pode representar um momento crítico na história deste país e do mundo. Homens e mulheres (sobretudo os homens) escreveram leis e constituições. Homens e mulheres (sobretudo as mulheres) podem e devem reescrevê-las de acordo com as necessidades dos vivos, e não dos mortos.

Nem Zoe Valdés nem ninguém tem autoridade moral para criticar essa corajosa jovem. Todo o resto são clichês da Guerra Fria que a nova geração não engole tão facilmente. São medos próprios dos superpoderes, que não são poderes absolutos e sabem quando um tremor repentino mexe suas bochechas.

Nos próximos anos veremos uma luta existencial da reação da onda neopatriarcal, nacionalista, racista e imperialista (caricatos anos oitenta ainda em ascensão, hoje no poder político), contra uma geração mais jovem, a pé, pronta para resistir às narrativas que escondem os verdadeiros problemas do mundo, disposta a não acreditar em mitos que nem mesmo funcionam, com rebeldia suficiente para dizer algo tão simples como ‘Chega’.

O Caçador de Histórias

Do último livro de Eduardo GaleanoO Caçador de Histórias, publicado após a sua morte a 13 de abril de 2015, retirei estas pequenas histórias.

 

ESTRANGEIRO

Num jornal do bairro do Raval, em Barcelona, uma mão anónima escreveu:

O teu deus é judeu, a tua música é negra, o teu carro é japonês, a tua pizza é italiana, o teu gás é argelino, a tua democracia é grega, os teus números são árabes, as tuas letras são latinas.

Eu sou teu vizinho. E ainda me chamas estrangeiro?

 

 

OS LIVRES

De dia, guia-os o sol. À noite, as estrelas.

Não pagam bilhete, e viajam sem passaporte e sem preencher impressos da alfândega nem dos serviços de emigração.

Os pássaros, os únicos que são livres neste mundo habitado por prisioneiros, voam sem combustível de um polo ao outro, tomando o rumo que lhes apetecer e à hora que quiserem, sem pedir licença aos governos que se julgam donos do céu.

 

 

OS NÁUFRAGOS

O mundo viaja.

Há mais náufragos que navegantes.

Em cada viagem, há milhares de desesperados que morrem sem contemplar a travessia para o paraíso prometido onde até os pobres são ricos e todos vivem em Hollywood.

Não duram muito as ilusões dos poucos que conseguem chegar.

 

 

COSTUMES BÁRBAROS

Os conquistadores britânicos ficaram com os olhos esbugalhados de assombro.

Eles provinham de uma nação civilizada, onde as mulheres eram propriedade dos maridos e lhes deviam obediência, como a Bíblia mandava, mas na América foram encontrar um mundo às avessas.

As índias iroquesas e outras revelavam-se suspeitas de libertinagem. Os maridos nem sequer tinham o direito de castigar as mulheres que lhes pertenciam. Elas tinham opiniões próprias e bens próprios, direito ao divórcio e direito de voto nas decisões da comunidade.

Os brancos invasores já não conseguiam dormir em paz: os costumes das selvagens pagãs podiam contagiar-lhes as mulheres.

 

 

O PRAZER, UM PRIVILÉGIO MASCULINO

O que é esse rolinho de carne que espreita por entre as pernas das mulheres? Para que serve?

A ciência não achava resposta, até que se impôs a certeza de que o clítoris era um erro da anatomia feminina. Em 1857, o cientista inglês William Acton sentenciou:

– A mulher recatada não procura o prazer no sexo. Ela só procura comprazer o marido e dar-lhe filhos.

E por essa altura já se tinha demonstrado que o orgasmo feminino era imaginário e desnecessário para o sagrado exercício da maternidade.

 

 

A GARRA CHARRUA

No ano de 1832 os poucos índios charrua que haviam sobrevivido à derrota de Artigas foram convidados para assinar a paz, e o presidente do Uruguai, Fructuoso Rivera, prometeu-lhes que iam receber terras.

Quando os charruas estavam bem comidos, bem bebidos e bem adormecidos, os soldados avançaram. Os índios foram esfolados à faca, para não se gastarem balas, e para não se perder tempo em enterros foram lançados ao ribeiro Salsipuedes.

Foi uma cilada. A história oficial chamou-lhe batalha. E de cada vez que nós uruguaianos vencemos um troféu de futebol, celebramos o triunfo da garra charrua.

 

 

REPITA A ORDEM, SE FAZ FAVOR

Nos nossos dias, a ditadura universal do mercado dita ordens bem contraditórias:

Temos de apertar o cinto e temos de baixar as calças.

Os mandatos que vêm de lá de cima do alto do céu não são muito mais coerentes, verdade seja dita. Na Bíblia (Êxodo 20), Deus ordena:

Não matarás.

E no capítulo seguinte (Êxodo 21), o mesmo Deus manda matar por cinco motivos diferentes.

 

 

 BREVÍSSIMA SÍNTESE DA HISTÓRIA CONTEMPORÂNEA

Há já uns séculos que os súbditos se disfarçaram de cidadãos e que as monarquias se preferem chamar repúblicas.

As ditaduras locais, que se dizem democracias, abrem as portas à entrada avassaladora do mercado universal. Neste mundo, reino dos livres, somos todos um só. Mas somos um ou somos nenhum? Compradores ou comprados? Vendedores ou vendidos? Espiões ou espiados?

Vivemos presos entre garras invisíveis, atraiçoados pelas máquinas que simulam obediência e mentem, com cibernética impunidade, ao serviço dos seus patrões.

As máquinas mandam nas casas, nas fábricas, nos escritórios, nos seus escritórios, nas plantações agrícolas, nas minas e nas ruas das cidades, onde nós peões somos incómodos que perturbam o trânsito. E as máquinas mandam também nas guerras, onde matam tanto ou mais que os guerreiros fardados.

 

 

 O DIREITO AO SAQUE

No ano de 2003, Samir, um veterano jornalista do Iraque, andava a visitar alguns museus da Europa. Museu após museu, descobria maravilhas escritas na Babilónia, heróis e deuses talhados nas colinas de Nínive, leões que tinham voado desde a Assíria.

Alguém se aproximou, oferecendo ajuda:

Quer que chame um médico?

Engolindo as lágrimas, balbuciou:

Não, por favor. Estou bem.

E depois explicou:

Magoa-me simplesmente ver quanto roubaram e quanto roubarão.

Dois meses depois, as tropas norte-americanas lançaram a sua invasão. O Museu Nacional de Bagdade foi saqueado. Perderam-se

cento e setenta mil obras.

 

 

SAGRADA FAMÍLIA

Pai castigador, mãe abnegada, filha submissa, esposa muda.

Como Deus manda, a tradição ensina e a lei obriga:

O filho golpeado pelo pai que foi golpeado pelo avô que golpeou a avó nascida para obedecer,

Porque ontem é o destino de hoje e tudo o que foi continuará a ser.

Mas numa qualquer parede, algures, alguém rabiscará:

Eu não quero sobreviver.

Eu quero viver.

 

 

CASTIGOS

Em 1953, a Câmara Municipal de Lisboa publicou a sua Portaria nº69035:

Verificando-se o aumento de actos atentatórios à moral e aos bons costumes, que dia a dia se vêm verificando nos logradouros públicos e jardins, determina-se à Polícia e à Guarda Florestal uma permanente vigilância das pessoas que procurem frondosas vegetações para a prática de actos que atentem contra a moral e os bons costumes, e estabeleçam-se as seguintes multas:

1º Mão na mão: 2$50

2º Mão naquilo: 15$00

3º Aquilo na mão: 30$00

4º Aquilo naquilo: 50$00

5º Aquilo atrás daquilo: 100$00

Parágrafo único: Com a língua naquilo, 150$00 de multa, preso e fotografado.

 

 

A PERIGOSA

Em novembro de 1976, a ditadura militar argentina crivou de balas a casa de Clara Anahí Mariani e assassinou os seus pais.

Dela nunca mais se soube nada, embora desde então figure na Direção de Investigação da Polícia da Província de Bueno Aires, na secção reservada aos delinquentes subversivos.

A sua ficha diz:

Extremista.

Ela tinha três meses de idade quando foi catalogada assim.

 

 

SE ESTÁ NO LAROUSE…

Em 1885, Joseph Firmin, negro, haitiano, publicou em Paris um livro de mais de seiscentas páginas, intitulado Sobre a Igualdade das Raças Humanas.

A obra não teve difusão, nem repercussão. Só encontrou o silêncio. Naquele tempo, ainda era palavra santa o dicionário Larousse, que explicava assim o assunto:

Na espécie negra, o cérebro está menos desenvolvido do que na espécie branca.

 

 

 ASSIM NASCEU LAS VEGAS

Lá por volta de 1950 e picos, Las Vegas era pouco mais do que nada. A sua maior atração eram os cogumelos atómicos que os militares ensaiavam por ali perto e que davam espetáculo à assistência, exclusivamente branca, que podia contemplá-lo do alto dos terraços. E também atraíam o público, exclusivamente branco, os artistas negros que eram as grandes estrelas da canção.

Louis Armstrong, Ella Fitzgerald e Nat King Cole eram bem pagos, mas só podiam entrar e sair pela porta de serviço. E quando Sammy Davis Jr. mergulhou na piscina, o diretor do hotel mandou mudar a água toda.

 E assim foi até que em 1955 um milionário estreou em Las Vegas aquilo a que chamou o primeiro hotel casino inter-racial dos Estados Unidos. Joe Louis, o lendário pugilista, dava as boas vindas aos hóspedes que já eram brancos e negros; e assim Las Vegas começou a ser Las Vegas. Os donos da aldeia que se transformou no mais famoso paraíso de plástico continuaram a ser racistas, mas tinham descoberto que o racismo não era um bom negócio. Ao fim e ao cabo, os dólares de um negro rico são tão verdes como os outros.

 

PEQUENO DITADOR INVENCÍVEL

Matar era um prazer, e pouco importava se o finado era veado, pato ou republicano. Mas as perdizes eram a especialidade das caçadas de Francisco Franco.

Num dia de outubro d 1959, o Generalíssimo matou quatro mil e seiscentas perdizes, e assim superou o seu próprio recorde.

Os fotógrafos imortalizaram esta jornada vitoriosa. Aos pés do vencedor jaziam os seus troféus, que cobriam os solos do mundo.

 

 

ESSA PERGUNTA

A família Majfud tinha siso afrontada pela ditadura militar uruguaiana, sofrera no cárcere torturas e humilhações, e fora despojada de tudo o que tinha.

Uma manhã, os meninos estavam a brincar num velho carrinho de mão quando se ouviu um tiro. Eles estavam longe. Mas o tiro atravessou os campos de Tacuarembo e então souberam, quem sabe como, quem sabe porquê, que o estampido viera da cama da tia Marta, a mais querida.

Desde essa manhã, Nolo, o mais pequeno da família, pergunta e pergunta-se:

Porque nascemos, se temos de morrer?

Jorge, o irmão mais velho, tenta ajudá-lo.

Procura uma resposta.

Os anos vão passando, como passam as árvores diante da janela do comboio; e Jorge continua à procura da resposta.

 

http://otempoemquevivemosotempoemquevivemos.blogs.sapo.pt/137-dos-indignos-e-dos-indignados-36830

Realmente devemos a modernidade ao capitalismo?

Uma das afirmações que os apologistas do capitalismo mais repetem e menos se questiona é aquela que afirma que este foi o sistema que mais riqueza e mais progresso criou na história. Devemos a ele a Internet, os aviões, o YouTube, os computadores a partir dos quais escrevemos e o todo o avanço médico e as liberdades sociais e individuais que podemos encontrar hoje.

O capitalismo não é o pior, nem o menos criminoso dos sistemas que já existiram, mas esta interpretação arrogante é, também, um sequestro da história pela ignorância.

Em termos absolutos, o capitalismo é o período (não o sistema) que produziu mais riqueza na história. Esta verdade seria suficiente, se não a considerássemos tão enganosa como quando, nos anos 1990, um ministro uruguaio se ufanava de que em seu governo haviam sido vendidos mais celulares que no restante da história do país.

A chegada do homem à Lua não foi simples consequência do capitalismo. Para começar, nem as universidades públicas e nem as privadas são, em seus fundamentos, empresas capitalistas (exceto alguns poucos exemplos, como o fiasco da Trump University). A NASA também nunca foi uma empresa privada, mas estatal e, além do mais, se desenvolveu graças à prévia contratação de mais de 1.000 engenheiros alemães, entre eles Wernher von Braun, que haviam experimentado e aperfeiçoado a tecnologia de foguetes nos laboratórios de Hitler, que investiu fortunas (é verdade, com alguma ajuda econômica e moral das grandes empresas norte-americanas). Tudo, dinheiro e planejamento, foi estatal.

A União Soviética, sobretudo sob o comando de um ditador como Stalin, ganhou a corrida espacial ao colocar, pela primeira vez na história, o primeiro satélite, a primeira cachorra e até o primeiro homem na órbita, doze anos antes do Apollo 11 e apenas quarenta anos após a revolução que converteu um país atrasado e rural, como a Rússia, em uma potência militar e industrial, em algumas poucas décadas. Nada disso se entende como capitalismo.

Claro, o sistema soviético foi responsável por muitos pecados morais. Crimes. Mas, não são as deficiências morais as que distinguiam o comunismo burocrático do capitalismo. O capitalismo só se associa com as democracias e os Direitos Humanos por uma narrativa, repetitiva e cruciante (teorizada pelos Friedman e praticada pelos Pinochet), mas a história demonstra que pode conviver perfeitamente com uma democracia liberal; com as genocidas ditaduras latino-americanas que precederam o pretexto da guerra contra o comunismo; com governos comunistas como China e Vietnã; com sistemas racistas como África do Sul; com impérios destruidores de democracias e de milhões de habitantes na Ásia, África e América Latina, como foram, nos séculos XIX e XX, Inglaterra, Bélgica, Estados Unidos, França, etc.

A chegada à Lua, assim como a criação da Internet e os computadores, que são atribuídas ao capitalismo, foram basicamente (e, em certos casos, unicamente) projetos de governos, não de empresas como Apple ou Microsoft. Nenhum dos cientistas que trabalharam nesses revolucionários programas tecnológicos, agiu como empresário ou buscando se tornar ricos. De fato, muitos deles eram ideologicamente anticapitalistas, como Einstein, etc. A maioria era formada de professores assalariados, não os agora venerados entrepreneurs.

A esta realidade há que acrescentar outros fatos e um conceito básico: nada disto surgiu do zero, no século XIX ou no século XX. A energia atômica e as bombas são filhas diretas das especulações e dos experimentos imaginários de Albert Einstein, seguido de outros gênios assalariados. A chegada do homem à Lua teria sido impossível sem conceitos básicos como a Terceira lei de Newton. Nem Einstein e nem Newton teriam desenvolvido suas maravilhosas matemáticas superiores (nenhuma delas por causa do capitalismo) sem um conjunto de descobertas matemáticas introduzidas por outras culturas, séculos antes. Alguém consegue imaginar o cálculo infinitesimal sem o conceito de zero, sem os números arábicos e sem a álgebra (al-jabr), para nomear alguns poucos?

Os algoritmos que os computadores e os sistemas de internet utilizam não foram criados nem por um capitalista, nem em qualquer período capitalista, mas séculos atrás. Conceitualmente, foi desenvolvido em Bagdá, a capital das ciências, por um matemático muçulmano de origem persa, no século IX, chamado, precisamente,  Al-Juarismi. Segundo Oriana Fallaci, essa cultura não deu nada às ciências (ironicamente, o capitalismo nasce no mundo muçulmano e o mundo cristão o desenvolve).

Nem o alfabeto fenício, nem o comércio, nem as repúblicas, nem as democracias surgiram no período capitalista, mas em dezenas de séculos antes. Nem sequer a imprensa em suas diferentes versões alemãs e chinesas, uma invenção mais revolucionária do que o Google, foi graças ao capitalismo. Nem a pólvora, nem o dinheiro, nem os cheques, nem a liberdade de expressão.

Ainda que Marx e Edison sejam a consequência do capitalismo, nenhuma grande revolução científica do Renascimento e da Era Moderna (Averróis, Copérnico, Kepler, Galileu, Pascal, Newton, Einstein, Turing, Hawking) se deveu a esse sistema. O capitalismo selvagem produziu muito capital e muitos Donald Trump, mas muito poucos gênios.

Isto sem falar de descobertas mais práticas, como a alavanca, o parafuso ou a hidrostática de Arquimedes, há 2.300 anos. Ou a bússola do século IX, uma das descobertas mais importantes na história da humanidade, de longe muito mais importante do que qualquer telefone inteligente. Ou a roda, que vem sendo utilizada no Oriente há 6.000 anos e que ainda não saiu de moda.

É claro que entre a invenção da roda e a invenção da bússola passaram vários séculos. Mas, o tão vangloriado “vertiginoso progresso” do período capitalista não é nenhuma novidade. Exceto períodos de catástrofe como o foi o da peste negra, durante o século XIV, a humanidade veio acelerando o surgimento de novas tecnologias e de recursos disponíveis para uma crescente parte da população, como, por exemplo, as diferentes revoluções agrícolas. Não é necessário ser um gênio para advertir que essa aceleração se deve à acumulação de conhecimento e à liberdade intelectual.

Na Europa, o dinheiro e o capitalismo significaram um progresso social diante da estática ordem feudal na Idade Média. Mas, logo se tornaram o motor de genocídios coloniais e, depois, em uma nova forma de feudalismo, como o do século XXI, como uma aristocracia financeira (um punhado de famílias acumulam a maior parte da riqueza em países ricos e pobres), com duques e condes políticos e com vilões e vassalos desmobilizados.

O capitalismo capitalizou (e os capitalistas sequestraram) séculos de progresso social, científico e tecnológico. Por essa razão, e por ser o sistema global dominante, foi capaz de produzir mais riqueza que os sistemas anteriores.

O capitalismo não é o sistema de alguns países. É o sistema hegemônico do mundo. É possível abrandar seus problemas, é possível desmantelar seus mitos, mas não é possível eliminá-lo, enquanto não entrar em sua crise ou declive, como o feudalismo. Até que seja substituído por outro sistema. Isso no caso de que reste planeta ou humanidade. Porque o capitalismo também é o único sistema que colocou a espécie humana à beira da catástrofe global.

JM

tradução é do Cepat.

IHU

La generación del silencio

A cuarenta años del golpe.

La generación del silencio

A los tres años subí a la torre de control del cuartel de Rivera, Uruguay, y toqué las alarmas. Al grito de “se escapan los tupas” se desplegaron los militares hasta que me descubrieron y me gritaron “¡Bajate de ahí, hijo de una gran puta!”. Esto lo recuerdo bien. No recuerdo, como decía mi abuela y lo repetían otros, que me bajé enojado y el milico me llevó arrastrando de un brazo.

Eso fue en el año 1973. Antes había conocido la cárcel de Salto y por último la de Libertad, con motivo de las visitas que mi familia le hacía a mi abuelo, Ursino Albernaz, “el León pelado”, el viejo rebelde, la oveja negra de una familia de campesinos conservadores. Según diversos testimonios, el viejo fue detenido por darles de comer en su granja a unos tupamaros prófugos. Desde entonces tuvo que aguantar todo tipo de torturas, encapuchado y golpeado por algunos de sus vecinos de poco rango; con las manos atadas por detrás, tuvo que esquivar los piñazos del ahora célebre capitán Nino Gavazzo, a quien hasta los servicios de inteligencia de Estados Unidos (con un historial vergonzoso en las dictaduras de la época) impidieron su ingreso al país calificándolo de “borracho bocón” cuando se supo de la amenaza contra la vida del congresista estadounidense Edward Koch.

De esos cursos en el infierno, mi abuelo salió con una rodilla reventada y algunos golpes que no fueron tan demoledores como los que debió sufrir su hijo menor, Caíto, muerto antes de ver el final de lo que él llamaba “tiempos oscuros”.

En la cárcel de Libertad (la más famosa cárcel de presos políticos se llamaba así porque estaba en un pueblo del mismo nombre, no por la incurable ironía rioplatense), el tío Caíto le confesó a su madre que había sido allí, en la cárcel, donde se había convertido en aquello por lo cual estaba preso. Siempre hablaban a través de un vidrio. Luego seguíamos los niños por otra puerta y salíamos a un patio tiernamente equipado con juegos infantiles. Allí estaba el tío, con su bigote grueso y su eterna sonrisa. Su incipiente calvicie y sus preguntas infantiles. A mí me elegían siempre para memorizar los largos mensajes que todavía recuerdo, ya que desde entonces perdí la generosa capacidad de olvidar. Entre los niños hamacándose y tirándose de los toboganes, yo me acercaba al tío y le decía, en voz muy baja para que no me escuchara el guardia que caminaba por allí, el mensaje que tenía.

El tío había sido torturado con diferentes técnicas: en Tacuarembó lo habían sumergido repetidas veces en un arroyo, lo habían arrastrado por un campo lleno de espinas. Lo habían encerrado en un calabozo y, mostrándole una riñonera ensangrentada, le habían informado que lo iban a castrar al día siguiente, razón por la cual había pasado aquella noche intentando esconder sus testículos en el vientre hasta reventar. Al día siguiente no lo castraron, pero le dijeron a su esposa que ya lo habían hecho, por lo cual su flamante esposo ya no le iba a servir ni de esposo ni de padre para sus hijos.

La tía Marta volvió al campo de sus suegros y se pegó un tiro en el pecho. Mi hermano y yo estábamos ese día de 1973 en aquella casa del campo, en Tacuarembó, jugando en el patio al lado de una carreta. Cuando oímos el disparo fuimos a ver qué ocurría. La tía Marta estaba tendida en una cama y una mancha cubría su pecho. Luego entraron personas que no puedo identificar a tanta distancia y nos obligaron a salir de allí. Mi hermano mayor tenía seis años y comenzó a preguntarse: “¿Para qué nacemos si tenemos que morir?”. La abuela Joaquina, que era una inquebrantable cristiana a la que nunca vi en iglesia alguna, dijo que la muerte no es algo definitivo, sino sólo un paso al cielo. Excepto para quienes se quitan la vida.

–¿Entonces la tía Marta no irá al cielo?

–Tal vez no –contestaba mi abuela–, aunque eso nadie lo sabe.

El tío Caíto murió poco después de salir de Libertad, en 1983, casi diez años más tarde, cuando tenía 39. Estaba enfermo del corazón. Murió por esta razón o por un inexplicable accidente en su moto, una noche, en un solitario camino de tierra, en medio del campo.

Ninguno fue un desaparecido. Ninguno murió en una sesión de tortura. Como muchos, fueron simplemente destruidos por un sistema y por una cultura de la barbarie.

El resto, aquellos niños que fuimos, seguiremos de alguna forma vinculados con esa barbarie hasta nuestras muertes. Nos queda, sin embargo, la posibilidad de ejercitar nuestra libertad de conciencia y hacer algo con todo ese estiércol, como un agricultor que abona un suelo en procura de algo más bello y productivo.

El 27 de julio de 1973 tuvo lugar el golpe de Estado cívico-militar que duró hasta 1985 y que precedió al golpe en Chile el 11 de setiembre y el de Argentina tres años después.

* Escritor. Jacksonville University.

Pagina/12 (Argentina)

Milenio (Mexico)

 Jorge Majfud’s books at Amazon>>

 

40 ans après le coup d’Etat en Uruguay, la génération du silence.

par Jorge Majfud *

 

Toutes les versions de cet article : [Español] [français]

A trois ans je suis monté sur la tour de contrôle de la caserne Rivera, en Uruguay, et j’ai déclenché les alarmes. Au cri de « les tupas s’échappent », les militaires se sont déployés jusqu’à ce qu’ils m’aient découvert et m’ont crié « Descends de là, fils de grande pute ! ». Ceci je m’en rappelle bien. En revanche je ne me souvient pas , ce que racontait ma grand-mère et d’autres le répétaient, que je suis descendu fâché et que le milico m’a traîné par un bras.

Cela se passait durant l’année 1973. J’avais connu auparavant la prison de Salto et finalement celle de Libertad, à l’occasion des visites que ma famille faisait à mon grand-père, Ursino Albernaz, « le Lion chauve », le vieux rebelle, la brebis galeuse d’une famille de paysans conservateurs. Selon divers témoignages, le vieux a été arrêté pour avoir donné à manger dans sa ferme agricole à des tupamaros en cavale. Dès lors il a dû supporter tout type de tortures, cagoulé et frappé par certains de ses voisins de peu de rang ; avec les mains attachées par derrière, il a dû éviter les pains du désormais célèbre capitaine Nino Gavazzo, que même les services d’intelligence des Etats-Unis d’Amérique (qui ont un historique honteux dans les dictatures de l’époque) ont empêché d’entrer dans le pays en le qualifiant « d’ivrogne parleur » quand on fut au courant de sa menace contre la vie du parlementaire US Edward Koch.

De ces cours dans l’enfer, mon grand-père est sorti avec un genou éclaté et quelques coups qui n’ont pas été aussi démolisseurs que ceux dont a dû souffrir son fils cadet, Caíto, mort avant de voir la fin de ce qu’il appelait des « temps obscurs ».

Dans la prison Libertad (la plus célèbre maison d’arrêt de prisonniers politiques se nommait ainsi parce qu’elle était dans une petite ville du même nom, et non à cause de l’incurable ironie du Rio de la Plata), l’oncle Caíto a confessé à sa mère qu’il avait été là, dans cette prison, où il avait été transformé en ce pourquoi il avait été emprisonné. Ils parlaient toujours à travers une vitre. Ensuite nous les enfants arrivions par une autre porte et sortions dans une cour « gentiment » équipée de jeux pour enfants. Là, se trouvait l’oncle, avec sa moustache lourde et son éternel sourire. Sa calvitie naissante et ses questions puériles. Ils me choisissaient toujours pour mémoriser les messages longs dont je me souviens encore, puisque depuis lors j’ai perdu la généreuse capacité d’oublier. Entre les enfants se balançant et se jetant des toboggans, je m’approchais de l’oncle et lui disait, à voix très basse pour que le garde qui marchait près ne l’écoute pas, le message que j’avais.

L’oncle avait été torturé avec différentes techniques : dans la ville de Tacuarembó ils l’avaient submergé de façon répétée dans un cours d’eau, ils l’avaient traîné par un champ plein d’épines. Ils l’avaient enfermé dans un cachot et, en lui montrant un sac banane ensanglantée, ils l’avaient informé qu’ils allaient le châtrer le jour suivant, raison pour laquelle il avait passé la nuit à essayer de dissimuler ses testicules dans le ventre jusqu’à les éclater. Au jour suivant ils ne l’ont pas châtré, mais ils ont dit à son épouse qu’ils l’avaient fait, et qu’ainsi son conjoint flambant neuf n’allait déjà plus lui servir ni de conjoint, ni de père pour ses enfants.

Tante Marte est retournée au domaine de ses beaux-pères et s’est tiré un coup de feu dans la poitrine. Mon frère et moi, ce jour de 1973 dans cette maison du domaine, à Tacuarembó, jouions dans la cour à côté d’une charrette. Quand nous avons entendu le coup, nous sommes allés voir ce qu’il se passait. Tante Marte était allongée sur un lit et une tache couvrait sa poitrine. Sont ensuite entrées des personnes que je ne peux pas identifier à tant de distance et qui nous ont obligé à nous sortir de là. Mon frère plus grand, il avait six ans a commencé à se demander : « Pourquoi naissions-nous si nous devons mourir ? ». La grand-mère Joaquina, qui était une chrétienne inébranlable que je n’ai jamais vue dans aucune église, a dit que la mort n’est pas quelque chose de définitif, mais seulement un pas vers le ciel. Excepté pour ceux qui se suicident.

– Alors tante Marte n’ira pas au ciel ?

– Peut-être pas –répondait ma grand-mère, bien que cela personne ne le sait.

L’oncle Caíto est mort peu après être sorti de Libertad, en 1983, presque dix ans plus tard, quand il avait 39. Il était malade du cœur. Il est mort pour cette raison ou par un accident inexplicable sur sa moto, une nuit, sur un chemin de terre isolé, au milieu de la campagne.

Aucun n’a été un disparu. Aucun n’est mort lors d’une session de torture. Comme beaucoup, ils ont été simplement détruits par un système et par une culture de la barbarie.

Le reste, ces enfants que nous avons été, nous continueront d’une certaine manière liés à cette barbarie jusqu’à nos morts. Il nous reste, toutefois, la possibilité d’exercer notre liberté de conscience et de faire quelque chose avec tout ce fumier, comme un agriculteur qui abonde un sol dans à la recherche de quelque chose de plus beau et productif.

Le 27 juillet 1973 eut lieu le coup d’État civil-militaire qui a duré jusqu’à 1985 et qui a précédé le coup d’Etat au Chili le 11 septembre et celui de l’Argentine trois ans après.

Traduit de l’espagnol pour El Correo par : Estelle et Carlos Debiasi

El Correo. Paris, le 27 juin 2013.

 

Jorge Majfud’s books at Amazon>>

Tristes memórias da ditadura uruguaia. A geração do silêncio

 

Após narrar fatos vivenciados no contexto da ditadura uruguaia, com marcas profundas em seu ser, o escritor Jorge Majfud reconhece que aquilo que resta dessas terríveis experiências de torturas e de traumas é “a possibilidade de exercitar nossa liberdade de consciência e de fazer algo com todo esse estrume, como um agricultor que aduba um terreno em busca de algo mais belo e produtivo”. O artigo é publicado no jornal Página/12, 27-06-2013. A tradução é do Cepat.

Eis o artigo.

Aos três anos, subi à torre de controle do quartel de Rivera, Uruguai, e disparei os alarmes. Sob o grito de “estão fugindo os tupas” (tupamaros), agitaram-se os militares, até que me descobriram e gritaram: “Desça daí, filho de uma grande puta!”. Recordo-me bem disto. Não me lembro, da forma como dizia minha avó e outros repetiam, que desci irritado e que o milico me arrastou pelo braço.

Esse foi o ano de 1973. Antes, havia conhecido a prisão de Salto e, por último, a de Libertad, em razão das visitas que minha família fazia para meu avô, Ursino Albernaz, “o Leão pelado”, o velho rebelde, a ovelha negra de uma família de camponeses conservadores. Segundo diversos testemunhos, o velho foi detido por ter dado comida, em sua fazenda, para alguns tupamaros fugitivos. Desde então, precisou aguentar todos os tipos de torturas, encapuzado e golpeado por alguns de seus vizinhos de baixa categoria. Com as mãos presas para trás, teve que evitar os golpes do agora célebre capitão Nino Gavazzo, a quem até os serviços de inteligência dos Estados Unidos (com um histórico vergonhoso nas ditaduras da época) impediram de entrar no país, qualificando-o como “bêbado charlatão”, quando se soube da ameaça contra a vida do congressista estadunidense Edward Koch.

Desses momentos no inferno, meu avô saiu com um joelho arrebentado e com alguns golpes que não foram tão demolidores, como aqueles sofridos pelo seu filho mais novo, Caíto, morto antes de ver o final do que ele chamava “tempos obscuros”.

Na prisão de Libertad (a mais famosa prisão de políticos se chamava assim porque ficava num povoado como o mesmo nome, não pela incurável ironia rio-platense), o tio Caíto confessou para sua mãe que havia sido ali, na prisão, que tinha se convertido naquele pelo qual estava preso. Sempre conversavam através de um vidro. Em seguida, nós, as crianças, íamos por outra porta e chegávamos a um pátio ternamente equipado com jogos infantis. Ali estava o tio, com seu bigode grosso e seu eterno sorriso. Com sua incipiente calvície e suas perguntas infantis. Sempre me escolhiam para memorizar as longas mensagens que ainda me lembro, já que, desde então, perdi a generosa capacidade de esquecer. Entre as crianças, nos escorregadores, eu me aproximava do meu tio e dizia-lhe, com a voz muito baixa, para que o guarda que caminhava por ali não me escutasse, a mensagem que tinha.

O tio havia sido torturado com diferentes técnicas. Em Tacuarembó, haviam-lhe afogado repetidas vezes em um córrego, arrastando-lhe por um campo cheio de espinhos. Fecharam-lhe num calabouço e, mostrando-lhe uma bolsa ensanguentada, informaram-lhe que iriam lhe castrar no dia seguinte, razão pela qual passou aquela noite tentando esconder seus testículos no ventre até arrebentar. No dia seguinte, não o castraram, mas disseram para sua esposa que já haviam feito isto, razão pela qual seu flamejante esposo já não lhe serviria como esposo, nem como pai para seus filhos.

A tia Marta voltou para a fazenda de seus sogros e deu um tiro no peito. Nesse dia de 1973, meu irmão e eu estávamos naquela casa de campo, em Tacuarembó, jogando no pátio ao lado de uma carroça. Quando ouvimos o disparo, fomos ver o que aconteceu. A tia Marta estava estendida numa cama e uma mancha cobria seu peito. Em seguida, entraram pessoas, que não posso identificar depois de tanto tempo, e nos obrigaram a sair dali. Meu irmão mais velho tinha seis anos e começou a se perguntar: “Para que nascemos, se temos que morrer?”. A avó Joaquina, que era uma inquebrantável cristã, que nunca vi em Igreja alguma, disse que a morte não é algo definitivo, mas apenas uma passagem para o céu. Exceto para aqueles que tiram a sua própria vida.

– «Então, a tia Marta não irá para o céu?»

– «Talvez, não – respondia minha avó -, apesar de que ninguém sabe».

O tio Caíto morreu pouco depois de sair da prisão Libertad, em 1983, quase dez anos mais tarde, quando tinha 39 anos. Estava doente do coração. Morreu por esta razão ou por um inexplicável acidente em sua moto, uma noite, num solitário caminho de terra, no meio do campo.

Não houve nenhum desaparecido. Nenhum morreu numa sessão de tortura. Assim como muitos, simplesmente foram destruídos por um sistema e por uma cultura da barbárie.

O restante, aquelas crianças que fomos, de alguma forma, continuaremos ligados com essa barbárie até as nossas mortes. No entanto, fica-nos a possibilidade de exercitar nossa liberdade de consciência e de fazer algo com todo esse estrume, como um agricultor que aduba um terreno em busca de algo mais belo e produtivo.

No dia 27 de junho de 1973, ocorreu o golpe de Estado civil-militar que durou até 1985 e que precedeu o golpe no Chile, do dia 11 de setembro, e o da Argentina, três anos depois.

Instituto Humanitas Unisinos (Brasil)

 Jorge Majfud’s books at Amazon>>

Honduras contra a história

Street in Yuscarán, Honduras

Image via Wikipedia

Honduras II: Por sus métodos los conocerás (spanish)

By Their Methods You Shall Know Them (English)

 

Honduras contra a história

A Bíblia refere que, certa vez, os mestres da lei levaram uma mulher adúltera diante de Jesus. Pretendiam apedrejá-la até a morte, segundo a lei de Deus os obrigava, que então dizem que era também a lei dos homens. Mestres e fariseus quiseram provar Jesus, do que se induz que este já era conhecido pela sua falta de ortodoxia com relação às leis mais antigas. Jesus sugeriu que quem estivesse livre de pecado atirasse a primeira pedra. Assim, ninguém pôde executar a lei escrita.

Dessa forma e de muitas outras, a própria Bíblia foi mudando a si mesma, apesar de ser uma soma de livros inspirados por Deus. As religiões sempre se orgulharam de ser grandes forças conservadoras, que, enfrentadas pelos reformistas, se converteram em grandes forças reacionárias. O paradoxo está radicado em que toda religião, toda seita foi fundada por algum subversivo, por algum rebelde ou revolucionário. Por algo pululam os mártires, perseguidos, torturados e assassinados pelos poderes políticos do momento.

Os homens que perseguiam a adúltera se retiraram, reconhecendo com os fatos os seus próprios pecados. Mas ao longo da história o resultado foi diferente. Os homens que oprimem, matam e assassinam os supostos pecadores sempre o fazem justificados em alguma lei, em algum direito e em nome da moral. Essa regra, mais universal, foi a aplicada no próprio julgamento de Jesus. Em sua época, ele não foi o único rebelde que lutou contra o Império Romano. Não por casualidade ele foi crucificado junto com outros dois réus. Por associação, quis-se significar que um réu a mais estava sendo julgado. Nem sequer um dissidente religioso. Nem sequer um dissidente político. Invocando outras leis, tirou-se do meio o subversivo, que colocava em questão a «pax romana» e o colaboracionismo da aristocracia e das hierarquias religiosas de seu próprio povo. Tudo foi realizado segundo as leis. Mas a história reconhece-os hoje pelos seus métodos.

O governo de George Bush nos deu assunto de sobra e em grande escala. Todas as guerras e as violações às leis nacionais e internacionais foram acometidas em defesa da lei e do direito. Por seus interesses sectários, ele será julgado pela história. Por seus métodos seus interesses serão conhecidos.

Na América Latina, o papel da Igreja católica quase sempre foi o papel dos fariseus e dos mestres da lei que condenaram Jesus na defesa das classes dominantes. Não houve ditadura militar, de origem oligárquica, que não recebesse a benção de bispos e de sacerdotes influentes, legitimando assim a censura, a opressão e o assassinato em massa dos supostos pecadores.

Agora, no século XXI, o método e os discursos se repetem em Honduras como uma chibatada do passado.

Por seus métodos os conhecemos. O discurso patriota, a complacência de uma classe alta educada na dominação dos pobres sem educação acadêmica. Uma classe dona dos métodos de educação popular, como são os principais meios de comunicação. A censura, o uso do exército em ação de seus plano, a repressão das manifestações populares, a expulsão de jornalistas, a expulsão pela força de um governo eleito por votação democrática, seu posterior requerimento diante da Interpol, sua ameaça à prisão dos dissidentes se regressassem e sua posterior negação pela força ao fato de que regressem.

Para ver melhor esse fenômeno reacionário, vamos dividir a história humana em quatro grandes períodos:

1) O poder coletivo da tribo concentrado em um membro forte de uma família, em geral um homem.

2) Um período de expansão agrícola unificado por um totem (algo assim como um sobrenome vencedor) e depois um faraó ou imperador. Nesse momento, surgem as guerras e se consolidam os exércitos mais primitivos, não tanto para a defesa, mas sim para a conquista de novos territórios produtivos e para a administração estatal da sobreprodução de seu próprio povo e a opressão de seus povos escravos. Essa etapa continua com suas variações até os reis absolutistas da Europa, passando pela era feudal. Em todos, a religião é um elemento central de coesão e também de coação.

3) Na era moderna, temos um renascimento e uma radicalização da experiência grega de democracia representativa. Só que, neste momento, o pensamento humanista inclui a ideia de universalidade, de igualdade implícita de todo ser humano, a ideia da história como um processo de aperfeiçoamento e não de inevitável corrupção e o conceito de moral como um produto humano e relativo a um determinado tempo.

E, talvez, a ideia mais importante, já desde o filósofo árabe Averróis: o poder político não como a pura vontade de Deus, mas sim como o resultado dos interesses sociais, de classes etc. O liberalismo e o marxismo são duas radicalizações (opostas em seus meios) dessa mesma corrente de pensamento, que também inclui a teoria da evolução deCharles Darwin. Esse período de democracia representativa foi a forma mais prática de reunir as vozes de milhões de homens e mulheres em uma só casa, o Congresso ou Parlamento.

Se o humanismo é anterior às técnicas de popularização da cultura, ele também é potencializado por estas. A imprensa, os livros de bolso, os jornais de baixo preço no século XIX, a necessária alfabetização dos futuros operários foram passos decisivos para a democratização. No entanto, ao mesmo tempo, as forças reacionárias, as forças dominantes do período anterior rapidamente conquistaram esses meios. Assim, se já não era possível demorar mais a chegada da democracia representativa, era possível sim dominar seus instrumentos. Os sermões medievais nas igrejas, funcionais em grande parte aos príncipes e duques, se reformularam nos meios de informação e nos meios da nova cultura popular, como o rádio, o cinema e a televisão.

4) No entanto, a onda democrática seguiu seu caminho, com frequência regado a sangue pelos sucessivos golpes reacionários. No século XXI, a onda do humanismo renascentista continua. E com ela continuam os instrumentos para torná-la possível. Como a Internet, por exemplo. Mas também as forças contrárias, as reações dos poderes constituídos pelas etapas anteriores. E, na luta, vão aprendendo a usar e a dominar os novos instrumentos. Quando a democracia representativa não acaba de amadurecer, já surgem as ideias e os instrumentos para passar para uma etapa de democracia direta, participativa, radical.

Em alguns países, como hoje em Honduras, a reação não é contra essa última etapa, mas sim contra a anterior. Uma espécie de reação tardia. Mesmo que, na aparência, implique em uma escala menor, tem uma transcendência latino-americana e universal. Primeiro porque significa uma chamada de atenção diante da recente complacência democrática do continente. E, segundo, porque estimula o «modus operandi» daqueles reacionários que navegaram sempre contra as correntes da história.

Antes, anotamos as provas de por que o presidente deposto em Honduras não violou nenhuma lei, nenhuma Constituição. Agora, podemos ver que a sua proposta de uma enquete popular era um método de transição entre uma democracia representativa para uma democracia direta. Aqueles que interromperam esse processo colocaram marcha ré para a etapa anterior.

A quarta etapa era intolerável para uma mentalidade bananeira que se reconhece por seus métodos.

 

Tradução de Moisés Sbardelotto.

 

 

Inquisições sobre o paradigma. Entrevista com Eduardo Galeano

Inquisiciones sobre el paradigma: Entrevista a Eduardo Galeano (Spanish)

 

Inquisições sobre o paradigma. Entrevista com Eduardo Galeano

 

 

Esta entrevista é o resultado de uma conversa entre dois amigos, ambos escritores uruguaios de espírito crítico e comprometido. Jorge Majfud, professor de literatura latino-americana da LincolnUniversity, conversa com Eduardo Galeano, uma das personalidades mais destacadas da literatura latino-americana. A partir do cotidiano, falam do passado, do presente e do futuro. Um olhar reflexivo para construir outro mundo possível.

A entrevista foi publicada no sítio de Jorge Majfud (majfud.info), em novembro de 2008. A tradução é de Moisés Sbardelotto.

I. Passado

Jorge Majfud – Uma visão humanista considera a história como um produto humano, isto é, produto da liberdade de seus indivíduos e dos diversos grupos que a realizaram e interpretaram. Uma visão anti-humanista afirma que, pelo contrário, esses indivíduos e esses grupos são o resultado da própria história, e a sua liberdade é uma ilusão. Se você me permite uma limitação artificial dentro desse possível espectro, onde você estaria?

Eduardo Galeano – Pelo que eu tenho caminhado e ouvido, fico com a impressão de que nós fazemos a história que nos faz. Quando a história que fazemos nos sai deturpada, ou é usurpada pelos poucos que mandam entre nós, dizemos que ela, a história, é a culpada.

Nesta visão, não há lugar para o determinismo materialista ou para algum tipo de fatalismo religioso…

Os fatalismos são confortáveis, permitem-lhe dormir estirado, o destino está escrito nas estrelas, a história caminha por si só, não se preocupe, é preciso aceitar ou aceitar. Os fatalismos mentem, porque, se a vida é uma aventura da liberdade, que alguém venha e me explique se vale a pena viver. Mas cuidado: os iluminados também mentem, os escolhidos que se atribuem o poder de mudar a realidade, tocando-a com sua varinha mágica: e se a realidade não me obedece, ela não me merece.

Se o tempo de revoluções modernas, isto, das revoluções abruptas e violentas já passou, a progressão ou a resistência são a melhor alternativa no nosso tempo?

Como saber quantos mundos existem dentro do mundo, e quantos tempos dentro do tempo? A história caminha com as nossas pernas, mas, às vezes, anda em um passo muito lento e, às vezes, parece quieta. De qualquer forma, quando as mudanças vêm de baixo, do fundo, a curto ou a longo prazo eles encontram seu caminho, o ritmo que querem ou podem. A partir de baixo, digo, do pé, como cantou Zitarrosa. A única coisa que é feita desde cima são os poços.

Em seu último livro «Espelhos» (L&PM, 2009), você faz um esforço ao mesmo tempo criativo e arqueológico sobre um vasto espaço geográfico e temporal. Que períodos da história você acha que levariam o prêmio principal de crueldade e injustiça?

Há muitos favoritos nesse campeonato.

Bem, mais pontual, poderia resumir a crueldade em uma imagem, em uma situação que você viveu?

Eu pensei nisso anos atrás, em um caminhão que atravessava a selva do alto Paraná. Exceto eu, todas as pessoas eram desse mapa. Ninguém falava. Íamos muito apertados na carroceria do caminhão, aos tombos. Ao meu lado, uma mulher muito pobre, com um bebê nos braços. O bebê ardia em febre, se queixava. Ela só disse que precisava de um médico, que em algum lugar tinha que haver um médico. E finalmente chegamos a algum lugar, não sei quantas horas haviam passado, há muito tempo o bebê não se queixava. Ajudei a mulher a descer do caminhão. Quando peguei o bebê, vi que estava morto. O assassino que tinha cometido essa crueldade era todo um sistema de poder, que não ia preso nem viajava em caminhões desengonçados.

Com memórias como essa, deveríamos terminar aqui. Mas o mundo continua girando. Você acha que o passado pré-colombiano sobreviveu tantos anos de colonização e modernização, de modo a definir uma forma latino-americana de ser, de sentir e até de pensar?

Há séculos, os deuses acodem, quem sabe como, a partir do passado americano e da selva africana e de todas as partes. Muitos desses deuses viajam com outros nomes e usam passaportes falsos, porque as suas religiões são chamadas de superstições, e eles continuam sendo condenados à clandestinidade.

II. Presente

Estamos presenciando o fim do capitalismo, de um paradigma baseado no consumismo e no êxito financeiro, ou trata-se simplesmente de uma crise a mais, da qual o próprio sistema, a própria cultura hegemônica sairão fortalecidos?

Às vezes, recebo convites para assistir ao enterro do capitalismo. Bem sabemos, no entanto, que ele viverá mais do que sete vidas, esse sistema privatiza seus ganhos, mas tem a amabilidade de socializar seus prejuízos, e, como se fosse pouco, convence-nos de que isso é filantropia. Em grande medida, o capitalismo se nutre do descrédito de suas alternativas. A palavra socialismo, por exemplo, foi esvaziada de significado pela burocracia que a utilizou em nome do povo e pela socialdemocracia que, em seu nome, modernizou o «look» do capitalismo. Sabemos que esse sistema capitalista está se virando muito bem para sobreviver às catástrofes que desencadeia. Não sabemos, porém, quantas vidas a sua vítima principal, o planeta que habitamos, espremido até a última gota, poderá viver. Para onde nos mudaremos quando o planeta ficar sem água, sem terra, sem ar? A empresa Lunar Internacional já está vendendo lotes na Lua. No fim de 2008, o multibilionário russo Roman Abramovich deu um terreninho para sua noiva.

Talvez ele acredite ser o primeiro homem que deu um pedaço da Lua para uma mulher, o que vem a ser uma espécie de capitalismo romântico. Você acha que, se a China, por exemplo, tivesse uma economia hegemônica, logo se converteria em um novo império, avassalador e colonialista, como qualquer outro império?

Se eu fosse um profeta profissional, morreria de fome. Não acerto nem no futebol, porque disso sim eu sei alguma coisa. Tudo o que posso lhe dizer é o que eu posso ver: aChina está colocando em prática uma exitosa combinação de ditadura, no velho estilo comunista, com uma economia que funciona ao serviço do mercado mundial capitalista. A China pode proporcionar, assim, uma baratíssima mão-de-obra para empresas norte-americanas como o Wal Mart, que proíbe os sindicatos.

A propósito, no último «black Friday», o dia do ano em que, nos Estados Unidos, as grandes cadeias de supermercados vendem a preço de custo, uma avalanche de compradores não pôde esperar as portas de um destes Wal Marts abrirem e passou por cima de um empregado. O homem morreu esmagado… Apesar de todo esse absurdo, podemos pensar que a humanidade está em um estado mais elevado de direitos individuais e de consciência coletiva? Qual é a melhor coisa do nosso tempo?

No século XX, a justiça foi sacrificada em nome da liberdade, e a liberdade foi sacrificada em nome da justiça. Já o nosso tempo é o século XXI, e a melhor coisa que ele tem é o desafio que ele contém: ele nos convida a lutar para ajudar no reencontro da justiça e da liberdade. Elas querem viver bem coladinhas, uma de costas para a outra.

Podemos comparar a aparição da Internet com a revolução que a imprensa produziu no século XV?

Não tenho nem idéia, mas aproveito a ocasião para lembrar que a impressão não nasceu no século XV. Os chineses a tinham inventado dois séculos antes. Na verdade, eram chinesas as três invenções que tornaram possível o Renascimento europeu: a imprensa, a bússola e a pólvora. Não sei se agora a educação melhorou, mas antes aprendíamos uma história universal reduzida à história da Europa. Do Oriente Médio, nada ou quase nada. Nem uma palavra sobre a China, nada sobre a Índia. E da África só sabíamos aquilo que nos ensinava o professor Tarzan, que nunca esteve lá. E do passado norte-americano, do mundo pré-colombiano, alguma coisa folclórica, , algumas quantas penas coloridas… e deu.

Qual é o maior perigo do progresso tecnológico na comunicação?

Na comunicação e em todo o resto. As máquinas não são nenhumas santas, mas não têm a culpa por aquilo que nós fazemos com elas. O maior perigo é que o computador nos programe, assim como o carro nos dirige. Com uma facilidade assombrosa, convertemo-nos em instrumentos de nossos instrumentos.

Como escritor e como leitor, que tipo de leituras ocupam mais o seu tempo hoje?

Eu leio de tudo, começando pelas paredes que acompanham os meus passos pelas ruas das cidades.

A crueldade e a injustiça são o maior provocador da literatura de Eduardo Galeano?

Não. Se fosse assim, eu já teria adoecido de irremediável tristeza. Felizmente, sou perguntador, curioso de nascimento, e ando sempre buscando a terceira margem do rio, esse misterioso lugar onde se juntam o horror e o humor.

Por que você acha que o nosso tempo será lembrado nos séculos por vir?

Será lembrado? Haverá séculos por vir? Deus lhe ouça, e se Deus está surdo, que o Diabo te ouça.

III. Futuro

Eduardo, você acha que o mundo vai se dirigir para um maior equilíbrio de suas frações geográficas, sociais e culturais, ou, pelo contrário, estamos condenados a repetir as mesmas formas do que hoje entendemos como violência física e moral?

Condenados não estamos. O destino é um desafio, embora, à primeira vista, pareça uma maldição.

Uma melhoria do nosso presente está radicada em grande parte no aprofundamento dos valores humanos da tradição europeia ou em uma revalorização de uma origem perdida nos povos «periféricos»?

A tradição europeia não é suficiente. Nós, os americanos, somos filhos de muitas mães. A Europa, sim, mas também existem outras mães. E não só os americanos. Os humanozinhos todos, o mundo inteiro é muito mais do que aquilo que acredita ser. Mas o arco-íris terrestre não brilhará, com toda a sua luz, enquanto ele continuar sendo mutilado pelo racismo, pelo machismo, pelo militarismo, pelo elitismo e por todos esses «ismos» que negam a plenitude da nossa diversidade. E, a propósito, não faz mal esclarecer que os valores humanistas da tradição europeia se desenvolveram enquanto a Europa exterminava índios na América e vendia carne humana na África. John Locke, o filósofo da liberdade, era acionista de uma empresa negreira.

Sim, algo assim como as democracias imperiais, desde a antiga Atenas até os Estados Unidos. Mas isso significa que a história sempre se repete?

Ela não quer se repetir, ela não gosta disso nem um pouquinho, mas muito frequentemente nós a obrigamos. Para lhe dar um exemplo muito atual, há partidos que chegam ao governo prometendo um programa de esquerda e acabam repetindo o que a direita fazia. Por que não deixam que a direita continue fazendo, já que tem experiência? A história se cansa e a democracia é desacreditada quando somos convidados a escolher entre o mesmo e o mesmo.

Que papel desempenham os intelectuais «não-orgânicos» na sociedade hoje? Continuam sendo, pelo menos em uma minoria, uma força crítica e provocadora?

Eu acho que escrever não é uma paixão inútil. Mas essa generalização, os «intelectuais», orgânicos ou não orgânicos, não se parece muito com o mundo real. Existe de tudo na vinha do Senhor. No meu caso, posso lhe dizer que eu trabalho com palavras, que sou um inútil total e que isso é a única coisa que eu faço mais ou menos bem, e que eu sei, por experiência própria e alheia, que o ato da leitura é uma secreta, e às vezes fecunda, cerimônia de comunhão. Quem lê algo que vale a pena de verdade não o lê impunemente. Ler um livro desses que respiram quando você coloca o ouvido sobre ele não lhe deixa intocado: ele lhe modifica, mesmo que um pouquinho, lhe incorpora alguma coisa, algo que você não sabia ou não imaginava, e lhe convida a buscar, a perguntar. E ainda mais: às vezes, até pode lhe ajudar a descobrir o verdadeiro significado das palavras traídas pelo dicionário do nosso tempo. Que mais uma consciência crítica pode querer?

Mas os escritores contemporâneos tendem a evitar essa palavra, «intelectuais». Por quê?

Eu lhe respondo por mim mesmo, não em nome «dos escritores», que também são uma generalização duvidosa. Eu escrevo querendo dizer e me dizer em uma linguagemsentipensante, palavra certeira que os pescadores da costa colombiana do mar do Caribe me ensinaram. E por isso, justamente por isso, não gosto nada que me chamem de intelectual. Sinto que me convertem assim em uma cabeça sem um corpo, situação demasiadamente incômoda, e que estão divorciando minha razão da emoção. Supõe-se que o intelectual é aquele que é capaz de entender, mas eu prefiro aquele que é capaz de compreender. Culto não é quem acumula mais conhecimentos, porque então não haverá ninguém mais culto do que um computador. Culto é aquele que sabe escutar, escutar os outros e escutar as mil e uma vozes da natureza de que fazemos parte. Para dizer, escuto. Eu escrevo em uma viagem de ida e volta, recolho palavras que devolvo, ditas do meu modo e da minha maneira, ao mundo de onde vêm.

Aliás, qual é a sua técnica narrativa, ou seja, seus hábitos e condutas de escrita?

Não tenho horários. Não me obrigo. Em Santiago de Cuba, um velho tamborero, que tocava como os deuses, me ensinou: «Eu toco – me disse – quando minha mão coça». E eu faço o que ele disse. Se não me coça, eu não escrevo. Nunca assinei um contrato que me coloque prazos para entregar um livro. Na literatura, assim como no futebol, quando o prazer se converte em dever, passa a ser algo muito parecido ao trabalho escravo. Os livros me escrevem, crescem dentro de mim, e a cada noite vou dormir agradecendo-os, porque permitem que eu acredite que o autor sou eu. E, dito isso, esclareço que eu escrevo cada página muitas vezes, que eu rasuro, suprimo, reescrevo, quebro, volto a começar, e tudo isso faz parte da grande alegria de sentir que o que eu digo é parecido, e às vezes é muito parecido, com aquilo que as minhas páginas querem dizer.

Seus livros, depois as ditaduras militares do Uruguai e da Argentina, depois do exílio, mudam de estilo. Ou talvez aprofundam uma característica: seu olhar continua sendo o do rebelde conformista, mas a sua voz se torna mais lírica. Se bem me lembro, foi Jean-Paul Sartre que disse que a técnica escritor se refere à sua concepção do mundo. Como você definiria o seu estilo? Ele reflete a sua percepção do mundo, ou talvez suas aspirações sobre ele, ou o estilo é algo acidental, uma forma de fazer as coisas que provém de uma história da estética, de uma influência da adolescência?

Meu estilo é o resultado de muitos anos de escrever e apagar. Juan Rulfo me dizia isso, mostrando um lápis daqueles que quase não se veem agora: «Eu escrevo com a ponta da frente, mas escrevo mais com a parte de trás, onde está a borracha». Eu faço isso, ou tento fazer. Tento dizer cada vez mais com cada vez menos.

Um elemento comum da literatura do compromisso, das utopias revolucionárias até os anos 60, os anos antes das ditaduras na América do Sul, parece ser a alegria. Como exemplo ilustrativo, poderíamos fazer uma exposição de fotografias dos rostos mal-humorados dos Pinochet, por um lado, e dos rostos sorridentes dos Che Guevara, por outro. Existe uma ligação entre a «estética da tristeza» da literatura do século XX e as forças conservadoras da sociedade? Em que medida a alegria, o epicurismo do qual falava Américo Vespúcio referindo-se a uma certa imagem dos americanos nativos, é subversiva?

Volto à costa colombiana, e lhe conto que, lá, o pior insulto é «amargao». Não podem lhe dizer nada mais grave. E eles têm razão, porque, no fim das contas, não há nada no mundo que não mereça ser rido. Se a literatura de denúncia não é, ao mesmo tempo, uma literatura da celebração, ela se afasta da vida viva e faz seus leitores dormir. Supõe-se que seus leitores devem arder de indignação, mas eles caem no sono. Muitas vezes, a literatura que diz se dirigir ao povo só se dirige aos convencidos. Sem risco nenhum, parece-se mais à masturbação do que ao ato de amor, mesmo que, como me disseram, o ato de amor é melhor, porque é possível conhecer mais pessoas. A contradição move a história, e a literatura que realmente estimula a energia de mudança nos ajuda a adivinhar os sóis secretos que cada noite esconde, essa façanha humana de rir contra toda evidência. A herança judaico-cristã, que tanto elogia a dor, não ajuda muito. Se bem me lembro, em toda a Bíblia não há nenhuma risada. O mundo é um vale de lágrimas, os que mais sofrem são os eleitos para subir ao Céu.

Como você imagina o mundo daqui a 50 anos?

Com a idade que tenho, imagino que dentro de 50 anos eu já não vou estar. Como você vê, tenho uma imaginação prodigiosa.

Onetti já disse que ele escrevia para si próprio. Galeano escreveria se tivesse a pouca sorte de ser o único sobrevivente de uma catástrofe global?

O único sobrevivente? Ai! Eu morreria de tédio. Talvez escreveria da mesma forma, porque tenho o vício, mas escrever para ninguém é pior do que dançar com a irmã. Onetti ficou bravo comigo quando, uma noite, cometi uma insolência juvenil. Ele me disse isso, que ele escrevia para ele, e eu lhe propus que levaria ao correio essas cartas para Juan Carlos Onetti, Rua Gonzalo Ramirez, Montevidéu etc., etc. Ele se zangou. Zangou-se porque mentia, e sabia disso. Quem publica o que escreve, escreve para os outros.

O que você faria de diferente se tivesse a experiência e a oportunidade de fazê-lo de novo? De que Eduardo Galeano se arrepende hoje?

Não me arrependo de nada. Eu também sou a soma de todas as vezes em que meti a pata.

 

 

 

Os parasitas do povo

Honduran Officer Candidates Practicing Teamwork

Image by airborneshodan via Flickr

Honduras I: Los parásitos del pueblo (Spanish)

 

Os parasitas do povo

«Hoje, Honduras se debate diante do desafio latino-americano de enfrentar qualquer mudança política para a igual-liberdade, para o seu destino de independência e dignidade, ou de voltar aos miseráveis tempos em que os nossos países eram definidos como ‘republiquetas’ ou ‘repúblicas bananeiras’».

Neste domingo, 28 de junho, pela manhã, os militares de Honduras cercaram o presidente e, enquanto apontavam suas armas contra ele, perguntaram-lhe por que não havia obedecido as ordens do general Romeo Vásquez. Como o presidente pensava que ele devia dar as ordens a seus subordinados, estes o convidaram a se retirar da Casa de Governo. Daí para um carro e depois a um avião da força aérea até a Costa Rica.

Ao mesmo tempo, todos os meios de comunicação do país foram dominados, e foi-lhes sugerido, pela força, que não transmitissem informação que não fosse controlada diretamente pelo processo democrático que estava sendo realizado. Apenas alguns poucos jornalistas, que «ilegalmente» informaram ao mundo sobre o que estava acontecendo, e uns quantos hondurenhos que nos mantiveram informados via eletrônica, conseguiram escutar as declarações do presidente deposto ao chegar à Costa Rica.

Segundo as Forças Armadas de Honduras, todo esse processo foi em defesa da legalidade e da Constituição. Os militares se justificaram dizendo que recebiam ordens da Corte Suprema. Apesar de que a Constituição hondurenha não preveja esse mecanismo para assaltar a autoridade de um presidente legal e legítimo, era necessária uma desculpa para bobos. A declaração só demonstra que, em Honduras, efetivou-se um golpe de Estado com todas as suas letras. Em nome da «legalidade», militares e juízes passaram por cima da própria Constituição.

Se, no passado, esse trabalho de gorilas era próprio dos altos chefes militares, agora vemos que a mesma ilegalidade está apoiada, promovida e justificada pelo Poder Judicial de um país. A cumplicidade do Parlamento confirma essa prática: as leis são respeitadas sempre e quando sirvam aos interesses dos setores mais poderosos de uma sociedade.

Qualquer Constituição de qualquer país decente e democrático prevê a destituição de um presidente. Mas esse processo tem determinadas condições e um número específico de etapas legais que garantem sua validade. Pelo que eu me lembre, em nenhuma Constituição democrática se prevê que o presidente pode ser tomado pela força militar, sequestrado e expulso de seu próprio país. Menos ainda em nome da legalidade. Menos ainda por ordem de um punhado de juízes. Menos ainda com a cumplicidade de um chefe de um Parlamento que, além disso, é o opositor político do mandatário.

Tudo isso demonstra até que profundidade a cultura golpista sobrevive ainda nas classes dirigentes de Honduras. E não só de Honduras. O que aconteceu serve para estar alerta diante das velhas sobras da história latino-americana.

Hoje, defender o presidente Zelaya não é defender suas políticas, nem muito menos a sua pessoa. Hoje, defendê-lo, mesmo contra as instituições (seqüestradas) de Honduras, significa defender a democracia e qualquer estado de direito em qualquer parte do mundo, baseado no respeito às leis e à Constituição não só quando convém. Porque, em uma democracia, as leis e a Constituição não são corrigidas quebrando-as, mas sim mudando-as. Algo que precisamente o presidente sequestrado pretendia fazer.

Lamentavelmente, devo terminar essa breve nota de profundo repúdio com as últimas linhas com as quais terminei a nota anterior ao golpe:

Hoje, Honduras se debate diante do desafio latino-americano de enfrentar qualquer mudança política para a igual-liberdade, para o seu destino de independência e dignidade, ou de voltar aos miseráveis tempos em que os nossos países eram definidos como ‘republiquetas’ ou repúblicas bananeiras.

Jorge Majfud

Tradução de Moisés Sbardelotto.

Jorge Majfud, escritor uruguaio e professor da Escola de Humanidades da Lincoln University. O artigo foi publicado no jornal argentino Página/12, 29-06-2009.

Honduras e as classes sociais

Street in Tegucigalpa city centre, Honduras

Image via Wikipedia

Honduras y las clases sociales (Spanish)

Honduras e as classes sociais


por Jorge Majfud [*]

De Caracas, Lima, Tegucigalpa criticam-me dizendo que falar de classes sociais para analisar o golpe em Honduras é um cliché fora de moda.

Sim, é um cliché fora de moda. E uma realidade actual, também. A pós-modernidade empreendeu uma longa campanha cultural e ideológica no último terço do século XX para revogar conceitos binários e dicotómicos como opressor/oprimido, rico/pobre, branco/negro, homem/mulher, etc. Ao eliminar o primeiro par desaparecia de forma automática qualquer ideia de imperialismo, de colonialismo e de machismo. Assim, toda realidade era uma ilha que pouco tinha a ver com o resto, diferente do que afirmavam os antiquados estruturalistas. O pobre não tinha nada a ver nem a reclamar do rico nem vice-versa; uma colónia não era o resultado da existência do colonizador nem a «mulher feminina» era o resultado do homem masculino. O mesmo quanto aos países, as culturas, as histórias. Ilhas, átomos, universos independentes, sociedades autistas. Livres como um pássaro (que está condenado a voar e a emigrar). Também neste sentido, o pós-modernismo foi anti-humanista.

Mas as classes sociais ainda existem. Existiram desde há alguns milénios e a sua lógica funcionou com muita clareza até nas sociedades de gorilas e chimpanzés. Para os conservadores, esta observação seria um argumento a favor das classes sociais. «Assim é desde que o mundo é mundo», é o lema reaccionário. Para os humanistas progressistas é um argumento contra, já que muito de nós defendem a teoria da Evolução. Como problematizámos em muitos outros ensaios, o progressivo incremento das liberdades individuais desde o fim da Idade Média não foi em detrimento da igualdade e sim a seu favor. E vice-versa.

Na América Latina a classe dominante costumava ser um pequeno grupo de brancos, educados, actores principais na política, no governo e nos negócios. A maioria da população estava resignada a seguir os passos da sua classe social. Se algum mudava de classe, esta excepção era publicitada mas não abolia a regra.

Com sorte, o sistema de classes sociais é muito menos rígido que o de castas na Índia. Hoje em dia é menos forte e nisso consiste o desenvolvimento. Mas existe, sobretudo em países como Honduras onde quase todos os meios importantes de informação e de formação de opinião pertencem a umas poucas famílias, a reduzidos e quase impenetráveis círculos de influência. E esses meios praticaram desde sempre uma campanha a favor de um anacrónico sistema de classes sociais. Seu mais recente papel foi no golpe de Estado. Não porque Zelaya fosse um exemplo de político democrático e sim porque pôs em risco o controle político da sua própria classe. A esse monopólio chamaram, estrategicamente, liberdade de imprensa, liberdade de expressão. Com sorte, um camponês hondurenho é livre para gritar na praça da aldeia para ser ouvido por cem pessoas. Não é suficiente? Então, segundo esta ideologia hegemónica, o inculto é um maldito revoltoso que quer eliminar a liberdade de expressão, romper a ordem democrática e sequestrar as crianças para doutriná-las.

Até bem dentro do século XX os índios na América Latina recebiam terríveis sovas por desobedecerem aos seus patrões. Mas agradeciam. O sistema de «índios pongo» obrigava-os moralmente a trabalhar gratuitamente. Os índios levavam os rebanhos de uma estância à outra sem a tentação de roubar de vez em quando uma ovelha. Razão pela qual em países como a Bolívia e o Peru o desenvolvimento ferroviário foi raquítico, em comparação com outros países da região. Como prémio, o discurso dominante descrevia-os como corruptos, atrasados e imorais. Porque eram pobres e seus prazeres eram tão baratos quanto a aguardente. Quando um exército patriótico e faminto passava pela sua miserável choça, violava impunemente a sua mulher e roubava as suas poucas ovelhas. Quanto menos auto-estima, melhor. Também os escravos africanos açoitavam outros escravos de escala inferior para sustentar o sistema de privilégios. Os açoitados agradeciam porque as sovas, como exorcismo moral, ajudavam-nos a não ser «maus negros» que esqueciam a sua condição natural de animais inferiores.

Quer dizer que a opressão de um grupo por outro (uma classe sobre outra, uma raça sobre outra, um género, um sexo sobre outro, um grupo financeiro sobre outro, etc.) só é possível por essa colonização moral, por essa moral do oprimido. E para isso havia que possuir a maioria dos meios de imprensa «mais prestigiosos e influentes».

A estrutura social de Honduras hoje é quase a mesma de há décadas.
Não é difícil identificar a sua classe dominante, com certa educação, a mínima necessária para ser a dos senhores neo-feudais da «república». São reconhecidos pelos seus nomes, pelos seus métodos, por sua propriedades ostentosas, por seus velhos e conhecidos discursos que – como na época de Franco na Espanha, de Pinochet no Chile, de Bush e tantos outros nos Estados Unidos – apelam ao patriotismo, à tradição, à religião e à liberdade para justificar o seu poder político, ideológico e financeiro.

Por outro lado, Honduras, um dos países mais pobres do continente, é composto por uma vasta e maioritária classe de camponeses, operários e pequenos comerciantes que nunca acedeu a uma educação secundária e menos ainda a uma universidade. Não para que sejamos todos doutores e sim para que qualquer operário seja um produtor capacitado, intelectualmente criativo e com gozo de tempo livre para construir-se como ser humano.
Se tudo isto não é opressão de classe, chame-se como se quiser. Mas esta realidade continuará a estar aí ainda que seja maquilhada e seja travestida.

Claro, todos devemos tornar-nos responsáveis pelo nosso destino. Em grande medida somo. Não merece o mesmo alguém que se senta à espera de que caia um fruto sobre a sua boca e aquele outro que trabalha todo o dia para que o milagre se produza. Mas ninguém tem uma liberdade absoluta e uns são mais livres (socialmente) que outros. Olhemos em nosso redor e perguntemo-nos se todos somos igualmente livres.

O poder existe. Existe o poder muscular, o poder económico, o poder político, etc. Quando um grupo qualquer impõe seus interesses sobre outros quando pode obter mais benefícios imediatos do que recorrendo à colaboração, a isso chamo ter o poder. Esse poder possui, além de força muscular, uma voz sedutora, quando não intimidatória, fácil de produzir ecos em todos os rincões. As mentiras do poder não são eternas, mas podem sobreviver gerações ou o necessário para confirmar que a justiça que tarda não chega.

Nossa visão humanista entende que a longo prazo a colaboração é mais benéfica para o desenvolvimento e o progresso (perdão pela má palavra) de todos. Mas os conservadores não estão interessados em esperar tanto. Eles vêem tudo como um arquipélago de ilhas rodeadas de muralhas, uma das quais é a eleita de Deus, sob a pax romana, a paz dos cemitérios ou combatendo-se umas às outras ao mesmo tempo que acusam os progressistas de alimentar o ódio de classes. Se não se falar disso, isso não existe.
É o antigo recurso de arrancar os olhos a um pássaro enjaulado para que cante mais e melhor.

Julho/2009

 

[*] Ensaista, uruguaio, professor da Lincoln University.

 

Honduras A Constituição Ilegítima

Village in Copán

Image via Wikipedia

Honduras: La costituzione illegittima (Italian)

The Illegitimate Constitution (English)

Honduras IV: La constitución ilegítima (Spanish)

Honduras A Constituição Ilegítima


Uma constituição que o impeça é ilegítima diante do inalienável direito à liberdade (de mudar) e à igualdade (de decidi-lo). É papel, é um contrato fraudulento que uma geração impõe a outra em nome de um povo já inexistente.

 

 

Jorge Majfud

 

A disputa dialética sobre a legalidade do violento processo de destituição e expulsão do presidente de Honduras não está fechada. Há meses expusemos nosso ponto de vista, segundo o qual não houve violação à constituição por parte do presidente Zelaya no momento de convocar uma consulta não vinculante sobre uma assembléia constituinte. Porém no fundo esta discussão é vã e encobre outro problema em sua raiz: a resistência de uma classe e de uma mentalidade que modelou os estamentos de sua própria República bananeira e busca desesperadamente identificar qualquer mudança com o caos ao mesmo tempo em que impõe a repressão de seu povo e dos meios de comunicação que lhe são adversos.

O principal argumento dos golpistas em Honduras radica em que a constituição de 1982 não permite mudanças em seu texto (artigos 239 e 374) e estabelece a remoção de seus cargos daqueles que as promovam. A Lei de Participação cidadã de 2006, que promove as consultas populares, nunca foi acusada de inconstitucional. Pelo contrário, a participação popular é uma prescrição da mesma constituição (artigo 45). Tudo o que revela o espírito escolástico de seus redatores, matizado com uma linguagem humanística.
Nenhuma norma, nenhuma lei pode estar acima da constituição de um país. Sem embargo, nenhjma constituição moderna foi ditada por Deus senão por seres humanos em benefício próprio. Ou seja, nenhuma constituição pode estar acima de um direito natural como é a liberdade de um povo para mudar.

Uma constituição que estabeleça sua própria imodificabilidade está confundindo sua origem humana e precária com uma origem divina, ou está pretendendo estabelecer a ditadura de uma geração sobre todas gerações por vir. Se este princípio de inamobilidade tivesse algum sentido, deveríamos supor que antes que a constituição de Honduras seja modificada, Honduras deveria desaparecer como país. Do contrário, dentro de mil anos esse país deverá reger-se pela mesma letra.

Já os ortodoxos religiosos quiseram evitar mudanças no Alcorão e na Bíblia contando o número de palavras. Quando as sociedades e seus valores mudam, porém não se pode mudar um texto sagrado, salva-se o texto interpretando a favor dos novos valores. Isto fica demonstrado pela proliferação de seitas, ismos e novas religiões que surgem de um mesmo texto.

Porém, em um texto sagrado, a proibição de mudanças, ainda sendo impossível, está melhor justificada, já que nenhum homem pode emendar a letra de Deus.
Estas pretensões de eternidade e perfeição não foram raras nas constituições latino-americanas que no século XIX pretenderam inventar repúblicas, em lugar de que os povos inventassem suas próprias repúblicas e as constituições a sua medida e segundo o pulso da história. Se nos Estados Unidos ainda está vigente a constituição de 1787, isso se deve a sua grande flexibilidade e a suas muitas emendas. Não fosse assim, hoje este país teria três quartas partes de um homem na presidência, um quase-humano. ?Esse negrito ignorante?, como o chamou o ex-chanceler de fato Enrique Ortez Colindres. Se isso fosse pouco, o artigo V da famosa constituição dos Estados Unidos proibia qualquer mudança de status constitucional referente aos escravos.

O resultado de uma constituição como a de Honduras não é outro que sua própria morte, prévio derramamento de sangue, mais cedo ou mais tarde.
Aqueles que alegam defendê-la, o fazem com a força das armas e com a força das armas e com a estreita lógica de um conjunto de normas que violam um dos direitos naturais mais básicos e irrenunciáveis.

Há séculos, os filósofos que imaginaram e articularam as utopias que hoje se chamam Democracia, Estado e Direitos Humanos o disseram de forma explícita: nenhuma lei está acima desses direitos naturais. E, se assim se pretendeu, a desobediência está justificada. A violência não procede da desobediência, senão de quem viola um direito fundamental. Para tudo o mais, está a política. A negociação é a concessão que fazem os débeis. Uma concessão conveniente, inevitável, porém, a longo prazo, sempre insuficiente.
Uma democracia madura implica uma cultura e um sistema institucional que preveja as rupturas das regras do jogo. Porém ao mesmo, e por isto mesmo, uma democracia se define por permitir e facilitar as inevitáveis mudanças que vem com uma nova geração, com a maior consciência histórica de uma sociedade.

Uma constituição que o impeça é ilegítima diante do inalienável direito à liberdade (de mudar) e à igualdade (de decidi-lo). É papel, é um contrato fraudulento que uma geração impõe a outra em nome de um povo já inexistente.

Jorge Majfud

2009

 

O capital intelectual

The Student Services Building houses the MSU D...

Image via Wikipedia

 

El capital intelectual (Spanish)

Intellectual Capital (English)

Capitale intellettuale (Italian)

 

O capital intelectual


Jorge Majfud

 

Em 1970, a greve dos operários da General Motors reduziu o PIB dos Estados Unidos em cerca de 4%, e acredita-se que foi esta a razão dos míseros 2% de crescimento experimentados pelo país nos anos seguintes.

Hoje, a decadência de todas as indústrias automotivas dos Estados Unidos apenas incide em um ponto porcentual. A quase totalidade do PIB é representada por serviços, o setor terciário. Neste setor, a produção intelectual derivada da educação é crescente. Sem mencionar que, hoje, quase nada se produz sem a intervenção direta das invenções informáticas mais recentes derivadas da academia, desde a produção agrícola nos países exportadores até a indústria pesada, majoritariamente estabelecida em países chamados de emergentes ou em vias de desenvolvimento.

Durante grande parte do século XX, cidades como Pittsburgh, na Pensilvânia, floresceram como centros industriais. Rica e suja, esse tipo de urbe foi uma herança da revolução industrial. Hoje, é uma cidade limpa que vive e é reconhecida por suas universidades.

No último ano, o chamado research corridor de Michigan (consórcio formado pela University of Michigan e a Michigan State University) aportou 14 bilhões de dólares ao Estado só com os benefícios diretos gerados por suas invenções, patentes e pesquisas. Estes benefícios aumentaram no último ano e ainda mais em proporção em um Estado que foi a casa das grandes montadoras do século XX, hoje em decadência.

Ou seja, uma parte dos benefícios diretos derivados da produção de «capital intelectual» de uma universidade no 27º lugar e outra no 71º do ranking nacional dos Estados Unidos soma, em um ano, o mesmo capital monetário que o produzido por um país como Honduras. Este fator de produção intelectual explica, em grande parte, por que só a economia da cidade de Nova York e sua área metropolitana equivale a toda a economia da Índia (em termos nominais internacionais, não de compra interna), um país com mais de um bilhão de habitantes e um grande crescimento econômico graças a sua produção industrial.

Hoje, 90% do PIB dos EUA derivam de bens não manufaturados. O valor monetário de seu capital intelectual é de 5 trilhões de dólares – quase 40% do PIB total -, o que por si só equivale a todas as áreas juntas da dinâmica economia da China.

Se o império americano, como todos os impérios que surgiram e surgirão, pirateou de formas diretas ou indiretas as matérias-primas de outros países, não é menos certo que durante muito tempo e sobretudo hoje os países emergentes e a emergir pirateiam grande parte dos direitos autorais de invenções norte-americanas. Para não mencionar que só a falsificação de marcas norte-americanas rouba aos produtos originais 200 bilhões de dólares por ano, o que supera de longe o PIB total de países como o Chile.

Observando esta realidade, podemos prever que o maior risco dos países emergentes é apoiar seu atual desenvolvimento na exportação de matérias-primas; e o segundo é confiar na prosperidade industrial. Se os países emergentes não tratarem de investir com força na produção intelectual, confirmarão, talvez em uma década ou duas, a divisão de trabalho internacional que sustentou as grandes diferenças econômicas durante os séculos XIX e XX.

Agora está na moda proclamar na mídia do mundo todo que os Estados Unidos estão acabados, quebrados, a três passos da desintegração em quatro países, a dois passos da ruína final. Tenho a impressão de que a metodologia de análise não é de todo precisa, porque, assim como o próprio Ernesto Che Guevara criticava quem elogiava a eficácia da produção industrial socialista ante a capitalista, confunde-se desejo com realidade. O próprio Guevara reclamava que esta paixão impedia uma crítica objetiva ou impedia a percepção de que seu objetivo não era simplesmente a maior produção de coisas.

Quando se fazem prognósticos sobre o ano 2025 ou 2050, em grande medida projeta-se o presente sobre o futuro subestimando as inovações radicais que até mesmo um status quo prolongado pode produzir. No início dos anos 1970, os analistas e presidentes como o próprio Richard Nixon estavam convencidos de que o surgimento e a vitória final da União Soviética sobre os Estados Unidos eram inevitáveis. Os anos 1970 foram anos de recessão e derrotas políticas e militares para o império americano.

Creio que, desde o fim do século passado, todos concordamos que este será um século de maiores equilíbrios internacionais. Não necessariamente mais estável; talvez o contrário. Será um bem para o povo norte-americano e sobretudo para a humanidade que este país deixe de ser a potência arrogante que foi durante grande parte de sua história. Os EUA têm muitos outros méritos aos quais dedicar-se, como também demonstra a história: um povo de inventores profissionais e amadores, de prêmios Nobel, um excelente sistema de universidades e uma classe de intelectuais que abriu caminhos nas mais diversas disciplinas, das humanidades às ciências.

O dramático crescimento do desemprego nos Estados Unidos é a melhor oportunidade de acelerar esta reconversão. Em todas as classificações internacionais, as universidades norte-americanas ocupam a maior parte dos primeiros 50 lugares. Este monopólio não pode ser eterno, mas é ali que se encontra seu principal capital.

-Jorge Majfud, Lincoln University.

2009

 

Intelectuais, clérigos e bufões do canibalpitalismo

Acto fundacional UPD. Mario Vargas Llosa.

Image via Wikipedia

Intelectuales, clérigos y bufones del canivalpitalismo (Spanish)

Intelectuais, clérigos e bufões do canibalpitalismo


“O egoísmo capitalista resulta, pois, tão solidário que se assemelha àquele que prega a Bíblia”.
(Manual del perfecto idiota, pg. 226)
por Jorge Majfud [*]

No prólogo do Manual del perfecto idiota latinoamericano, (1996) Mario Vargas Llosa já insistia em que “Mendoza, Montaner e Vargas Llosa parecem ter chegado nas suas investigações sobre a idiotice intelectual na América Latina à conclusão […] de que o subdesenvolvimento é ‘uma doença mental’“. O novelista procura, numa espécie de ditadura monoléctica, definir ‘doença mental’ “como [uma] debilidade e covardia frente à realidade real e como uma propensão neurótica a evitá-la substituindo-a por uma realidade fictícia”. Tudo devido a “uma incapacidade profunda para discriminar entre verdade e mentira, entre realidade e ficção”. Na campanha eleitoral que Alberto Fujimori ganhou ao próprio Vargas Llosa em 1990, aquele reprovou a este ter “uma imaginação de novelista”, o que significava exatamente o mesmo que anos depois o autor deste prólogo reprova aos latino-americanos como sintoma característico de uma enfermidade: simplesmente qualificações pessoais (doença mental, incapacidade, debilidade, covardia, etc.) sem argumentos. Ou seja, isto é verdade porque o digo eu.

Um dos axiomas centrais do Manual consiste em dar a entender (ou crer) que vivemos naturalmente em sociedades amorosas — sobre isto Voltaire já ironizara —, onde não existem poderes de nenhum tipo interessados na dominação. Os recursos produtivos como o petróleo, as fontes de sobrevivência como a água, a multiplicidade de monopólios, a omnipresença da voz dos mais fortes nos meios de comunicação, a doações milionários dos bilionários às campanhas eleitorais, tudo, faz parte de um grande impulso fraterno para compartilhar a graça de Deus. Criticando os teólogos da libertação, os autores sustentam a atitude contrária: “O termo ‘libertação’ é em si mesmo conflitivo: apela ardorosamente à existência de um inimigo ao qual há que combater para por os desafortunados em liberdade”. E a seguir: “Será o Deus da justiça também o Deus da inveja? […] Os curas da libertação não notam que o capitalismo acaba por ser o sistema mais solidário de todos, um mundo onde a caridade […] é infinitamente maior que qualquer outro sistema. […] No capitalismo, todos colaboram com todos. O egoísmo capitalista resulta, pois, tão solidário que assemelha-se ao que prega a Bíblia”. (Fora do contexto qualquer um poderia atribuir esta frase a Marx.) Mais adiante, uma definição à la carte: “o capitalismo é uma palavra que simplesmente descreve um clima de liberdade no qual todos os membros de uma comunidade dedicam-se a perseguir voluntariamente os seus próprios objetivos econômicos”. Ou seja, Gengis Khan promoveu o capitalismo na Ásia muito antes dos modernos narcotraficantes.

Mas um sistema dominante não só precisa negar-se a si próprio como tal, tornar-se invisível, como também moralizar acerca da perigosa existência de tudo o que é marginal no seu próprio centro. A tese de procurar uma causa do subdesenvolvimento nas faculdades mentais de um grupo ou de um povo definido como fracassado não menciona, em momento algum, que função cumpre a tese em si mesma. Ou seja, a quem convém — de onde provém — esta catequese ideológica.

Este livro foi citado e recomendado por políticos e presidentes como Carlos Menem na cimeira da euforia primeiro-mundista que assolou os países do “continente idiota”, pouco antes do desastre econômico e moral de princípios do século. Mas não é uma novidade e sim uma tradição intelectual que remonta a Sarmiento ou pelo menos a Alcides Argueda (Pueblo enfermo, 1909). Só que sem o correspondente mérito histórico e literário.

Em 1550, para legitimar a exploração e genocídio dos nativos americanos, também o teólogo Ginés de Sepúlveda lançou mão da Bíblia. Perante o rei e a corte que debatiam a justiça ou injustiça da escravidão denunciada pelo sacerdote Bartolomé de las Casas, Sepúlveda citou o livro dos Provérbios. Segundo o famoso teólogo, “escrito está no livro dos Provérbios: ‘O que é néscio servirá o sábio’, tais são as gentes bárbaras e desumanas, alheias à vida civil e aos costumes pacíficos e será sempre justo e conforme ao direito natural que tais gentes submetam-se ao império de príncipes e nações mais cultas e humanas”. O próprio Hernán Cortés, invocando Deus depois de torturar e assassinar a galope aldeias inteiras, anotava nas suas cartas ao rei que a virtude da sua acção consistiu em deixar em paz aqueles povos selvagens. Para torná-lo mais legal, costumava ler-lhes, em castelhano, o comunicado de uma imediata submissão ao rei de Espanha, do contrário seriam submetidos pela força. E quando assim faziam, escrevia o herói, os mesmos caciques — que não sabiam uma palavra de castelhano — voltavam a chorar, arrependidos e reconhecendo que a culpa da destruição das suas aldeias radicava na sua própria estupidez. Por esta desobediência ao “direito natural”, afirmava Sepúlveda, a guerra empreendida pelo império era uma guerra justa.

Jorge Luís Borges, um intelectual funcional para a sua classe oligárquica, soube entretanto usar argumentos como recurso retórico principal. Certa vez recordou uma anedota: numa disputa entre dois, um deles lançou um copo de água à carta do outro. O agredido respondeu: “Muito bem; isso foi uma digressão. Agora espero os seus argumentos”. De um ponto de vista filosófico, talvez seja uma novidade histórica começar por definir o adversário dialético como “idiota” ao invés de atacar as suas idéias. De um ponto de vista histórico não; é apenas uma tradição: (des)qualificar o outro para perpetuar a sua opressão. Estas idéias responsabilizam os oprimidos pela sua opressão e ao mesmo tempo negam a existência desta. Legitimam uma ordem herdada de um pesado passado, mas em nome do progresso material e espiritual futuro.

Segundo Mário Vargas Llosa, a América Latina produziu destacados artistas, novelistas e pensadores delirantes, “tão faltos de profundidade e tanto ideólogos em contradição perpétua com a objetividade histórica e o pragmatismo”, tudo sintoma de idiotice. Faz-se implícito que o único caso em que um escritor, um novelista latino-americano é capaz de ver a realidade real e a objetividade histórica, no único caso em que não estamos perante as observações de outro idiota, é o seu próprio. Do contrário as suas afirmações anular-se-iam por si próprias, dada a sua suposta condição de perfeito idiota.

Não creio em absoluto que Vargas Llosa seja um idiota. É só parte de uma mesma lógica. Não é por acaso que ele os intelectuais funcionais condenam a “realidade fictícia” como produto de uma “doença mental” que impede o aceitar da “realidade real”. Porque realidade é o que existe (o canibalpitalismo). Portanto, se é difícil criar algo diferente no interesse de um sistema dominante que cria essa realidade, mais difícil ainda será fazê-lo se condenamos a liberdade da imaginação como um atributo da idiotice e do subdesenvolvimento. Essa mesma imaginação que se venera nos revolucionários e progressistas utópicos do passado que não se resignaram à “realidade real” do feudalismo o dos façanhudos negreiros do século XVIII ou da venda de carne humana nas fábricas do Progresso.

 

 
[*] Jorge Majfud, escritor uruguaio, professor de Literatura Latino-americana na Universidade da Geórgia, Atlanta, EUA.

 

 

El capital intelectual

Logo of General Motors Corporation. Source: 20...

Image via Wikipedia

Intellectual Capital (English)

Capitale intellettuale (Italian)

O capital intelectual (Portuguese)

El capital intelectual


En 1970 la huelga de los obreros de la General Motors redujo el PIB de Estados Unidos en un 4 por ciento y se calcula que fue la razón del pobre 2 por ciento de crecimiento que experimentó el país en los años siguientes.

Hoy la decadencia de todas las industrias automotrices de Estados Unidos apenas incide en un punto porcentual. Casi la totalidad del PIB radica en servicios, en el sector terciario. De este sector, la producción intelectual derivada de la educación es creciente. Sin mencionar que hoy casi nada se produce sin la intervención directa de los inventos informáticos más recientes derivados de la academia, desde la producción agrícola en los países exportadores hasta la industria pesada, mayoritariamente establecida en países llamados emergentes o en vías de desarrollo.

Durante gran parte del siglo XX ciudades como Pittsburg, Pensilvania, florecieron como centros industriales. Ricas y sucias, este tipo de urbes fue una herencia de la revolución industrial. Hoy es una ciudad limpia que vive y es reconocida por sus universidades.

En el último año, el llamado “research corridor” de Michigan (consorcio que forman la University of Michigan y la Michigan State University) aportó 14 billones de dólares al estado solo de los beneficios directos generados por sus inventos, patentes e investigaciones. Estos beneficios han crecido el último año y aun más en proporción en un estado que fue la casa de las grandes automotoras del siglo XX y que hoy se encuentran en decadencia.

Es decir, una parte de los beneficios directos derivados de la producción de “capital intelectual” de una universidad en el puesto 27 y otra en el 71 del ranking nacional de Estados Unidos, en un año suman el mismo capital monetario que todo lo producido por un país como Honduras. Este factor de producción intelectual explica, en gran parte, por qué sólo la economía de la ciudad de Nueva York y su área metropolitana equivale a toda la economía de India (en términos nominales internacionales, no de compra interior), de un país de más de mil millones de habitantes y con un gran crecimiento económico debido a su producción industrial.

Hoy en día el 90 por ciento del PIB de Estados Unidos deriva de bienes “no-manufacturados”. El valor monetario de su Capital Intelectual es de 5 trillones de dólares —casi el 40 por ciento del PIB total— lo que equivale por sí solo a todos los rubros juntos de la dinámica economía de China.

Si el imperio americano, como todos los imperios habidos y por haber, de formas directa o indirectas ha pirateado las materias primas de otros países, no es menos cierto que durante mucho tiempo y sobre todo hoy en día los países emergentes y por emerger piratean gran parte de los derechos de autor de inventos norteamericanos. Por no mencionar que solo la falsificación de marcas norteamericanas le resta a los productos originales 200 billones de dólares anuales, lo que supera por lejos el PIB total de países como Chile.

Si observamos esta realidad, podemos predecir que el mayor riesgo de los países emergentes es dejar descansar su actual desarrollo en la exportación de materias primas; el segundo, confiarse en la prosperidad industrial. Si los países emergentes no se ocupan de invertir con fuerza en la producción intelectual, confirmarán, quizás en una década o dos, la división de trabajo internacional que sostuvo las grandes diferencias económicas durante los siglos XIX y XX.

Ahora está de moda proclamar en los medios de todo el mundo que Estados Unidos está acabado, quebrado, a tres pasos de la desintegración en cuatro países, a dos pasos de la ruina final. Me da la impresión que la metodología de análisis no es del todo precisa porque, como criticaba el mismo Ernesto Che Guevara a quienes elogiaban la efectividad de la producción industrial socialista sobre la capitalista, se confunde deseo con realidad. El mismo Guevara se quejaba que esta pasión impedía una crítica objetiva o impedía ver que su objetivo no era simplemente la mayor producción de cosas.

Cuando se hacen pronósticos sobre el año 2025 o 2050 en gran medida se proyecta el presente sobre el futuro subestimando las innovaciones radicales que hasta un status quo prolongado puede producir. A principios de los años ’70 los analistas y presidentes como el mismo Richard Nixon estaban convencidos que el surgimiento y el éxito final de la Unión Soviética sobre Estados Unidos era inevitable. Los ‘70 fueron años de recensión y derrotas políticas y militares para el imperio americano.

Creo que desde fines del siglo pasado todos estamos de acuerdo en que este será un siglo de mayores equilibrios internacionales. No necesariamente más estable; tal vez lo contrario. Será un bien para el pueblo norteamericano y sobre todo para la humanidad que este país deje de ser la potencia arrogante que ha sido durante gran parte de su historia. Tiene muchos otros meritos a los cuales dedicarse, como también lo muestra la historia: un pueblo de inventores profesionales y amateurs, de premios Nobel, un excelente sistema de universidades y una clase de intelectuales que ha abierto caminos en las más diversas disciplinas, desde las humanidades hasta las ciencias.

El dramático crecimiento del desempleo en Estados Unidos es su mejor oportunidad para acelerar esta reconversión. En todos los rankings internacionales las universidades norteamericanas ocupan la mayoría de los primeros cincuenta puestos. Este monopolio no puede ser eterno, pero es allí donde radica su principal capital.

Jorge Majfud

Lincoln University, Setiembre 2009

Intellectual Capital

In 1970 the General Motors workers’ strike reduced the GDP of the United States by 4 per cent and it has been calculated to be the cause of the poor 2 per cent growth rate experienced by the country in the years that followed.

Today the decline in all of the automotive industries of the United States barely affects one percentage point. Nearly the entire GDP is located in services, in the tertiary sector. Of this sector, intellectual production derived from education is growing. Not to mention that today almost nothing is produced without the direct intervention of informational technologies most recently derived from the academy, from agricultural production in the exporting countries to heavy industry, mostly based in the so-called emerging or developing countries.

During much of the 20th century cities like Pittsburg, Pennsylvania flourished as industrial centers. Wealthy and dirty, this kind of urban center was inherited from the Industrial Revolution. Today it is a clean city that lives from and is recognized for its universities. In the past year, the so-called “research corridor” of Michigan (a consortium formed by the University of Michigan and Michigan State University) contributed 14 billion dollars to the state solely from the direct benefits generated by its inventions, patents and research. These benefits have grown in the last year and even more so proportionately in a state that was the home of the big automotive companies of the 20th century and which now find themselves in decline.

In other words, a portion of the direct benefits derived from the production of the “intellectual capital” of one university ranked 27th and another 71st in the United States, in one year amounts to the same quantity of monetary capital as everything produced by a country like Honduras. This intellectual production factor explains, in great part, why the economy of New York City and its metropolitan area alone equals the entire economy of India (in international nominal terms, or monetary value, not in terms of domestic consumption), of a country with over a billion inhabitants and with a large rate of economic growth due to its industrial production.

Currently 90 per cent of the GDP of the United States is derived from “non-manufactured” goods. The monetary value of its Intellectual Capital is 5 trillion dollars – almost 40 per cent of total GDP – which equals by itself all categories combined of China’s dynamic economy.

If it is true that the American Empire, like all empires past and future, has pirated directly or indirectly the raw materials of other countries, it is no less true that for a long time and more so today emerging countries, and those yet to emerge, have pirated the royalties of North American inventions. It bears mentioning that the falsification of North American trademarks subtracts from the original products 200 billion dollars in annual profits, a sum that far surpasses the total GDP of countries like Chile.

If we observe this reality, we can predict that the greatest risk for the emerging countries is to allow their current development in the export of raw materials to relax; the second greatest risk, to trust in industrial prosperity. If the emerging countries do not set about investing heavily in intellectual production, they will confirm, perhaps in a decade or two, the international division of labor that sustained the great economic differences during the 19th and 20th centuries.

It is currently fashionable to proclaim in the media around the world that the United States is finished, broken, three steps away from disintegrating into four different countries, two steps away from final ruin. My impression is that the methodology of analysis is not entirely precise because, as Ernesto Che Guevara himself criticized, those who lauded socialist industrial production over capitalist production confuse desire with reality. Guevara himself complained that this passion blocked objective criticism or blocked the ability to see that the objective was not simply greater production of things.

When predictions are made for the year 2025 or 2050 in large measure the present is projected onto the future, underestimating the radical innovations that even a prolonged status quo can produce. In the early 1970s, analysts and presidents like Richard Nixon were convinced that the emergence and ultimate success of the Soviet Union over the United States was inevitable. The 1970s were years of recession and political and military defeats for the American Empire.

I believe that since the end of the last century we are all in agreement that the present century will be one of greater international equilibrium. Not necessarily more stable; perhaps the opposite. It will be a good thing for the North American people and above all for humanity for this country to cease to be the arrogant power that it has been for much of its history. It has many other merits to which to dedicate itself, as history also shows: a nation of professional and amateur inventors, of Nobel prize winners, an excellent system of universities and an intellectual class that has been path-breaking in many disciplines, from the humanities to the sciences.

The dramatic growth of unemployment in the United States is its best opportunity to accelerate this economic restructuring. In all of the international rankings, North American universities occupy the majority of the top 50 positions. This monopoly cannot be eternal, but it is there where the country’s main capital is located.

Capitale intellettuale

Jorge Majfud, Lincoln University.

Tradotto da Maria Rubini

Nel 1970 lo sciopero dei lavoratori della General Motors ha ridotto il  PIL entro il 4 per cento e si stima che siano stato questo il motivo della scarsa crescita del 2 per cento che il paese ha  sperimentato negli anni successivi.

Oggi il declino di tutte le industrie automobilistiche USA colpisce un solo punto percentuale. Quasi tutto del PIL è nei servizi, nel settore terziario. In questo settore, la produzione intellettuale derivante dalla formazione è in aumento. Per non parlare che nulla quasi oggi viene prodotto senza l’intervento diretto delle invenzioni più recenti, dal computer del mondo accademico, dalla produzione agricola nei paesi che esportano verso l’industria pesante, soprattutto nei paesi in via di nota come emergenti o in via di sviluppo.

Per la maggior parte le città del ventesimo secolo, come Pittsburgh, Pennsylvania, fiorirono come centri industriali. Riccha e città sporca come è stata l’eredità della rivoluzione industriale. Oggi è una città pulita che vive ed è conosciuta per la sua università.

L’anno scorso, il corridoio “ricerca” del Michigan (Consorzio sono l’Università del Michigan e Michigan State University) ha contribuito per 14 miliardi di dollari allo Stato solo per i benefici diretti generati dalle loro invenzioni, brevetti e ricerca. Questi benefici sono cresciuti nel corso dell’ultimo anno e ancora di più in proporzione in uno stato che era la casa delle grandi auto del XX secolo che oggi sono in declino. Il che è, una parte dei benefici diretti derivanti dalla produzione di “capitale intellettuale” di una università al 27 ° posto e una classifica a livello nazionale in 71 degli Stati Uniti in una somma anno equivalente allo stesso capitale moneta prodotto da un paese come l’Honduras.Questo fattore spiega la produzione intellettuale, in gran parte, perché solo l’economia di New York e la sua area metropolitana è equivalente a tutta l’economia dell’India (in termini nominali internazionale, non di acquisto sul mercato interno) di un paese di oltre un miliardo di abitanti e una forte crescita economica a causa della sua produzione industriale.

Il 90 per cento di oggi del PIL è derivato dalla proprietà “non” prodotto “. Il valore monetario del capitale intellettuale è di 5 miliardi di dollari, quasi il 40 per cento del totale del PIL, il che equivale di per sé a tutti gli elementi insieme dell’economia dinamica cinese.

Se l’impero americano, come tutti gli imperi hanno sostenuto e, direttamente o indirettamente, ha violato le materie prime provenienti da altri paesi, resta il fatto che per lungo tempo e soprattutto oggi i paesi emergenti e grandi emergenti adottano la pirateria e parte dei diritti d’autore delle invenzioni americane.  Per non parlare del marchio solo negli Stati Uniti la contraffazione sottrae dai prodotti originali $ 200 miliardi l’anno, che supera di gran lunga il totale del PIL dei paesi come il Cile.

Guardando a questa realtà, possiamo prevedere che l’aumento del rischio di paesi emergenti è a riposo l’attuale sviluppo delle esportazioni di materie prime, il secondo di fiducia prosperità industriale. Se i paesi emergenti non si occupano di investire massicciamente nella produzione intellettuale forse in un decennio o due, la divisione internazionale del lavoro che hanno sostenuto e che ha generato grandi disparità economiche nei secoli XIX e XX, rimarrà tale in futuro.

Ora è di moda proclamare, per i media di tutto il mondo, che l’America è finita, che è a tre passi dalla disintegrazione in quattro paesi, a due passi dalla rovina.

Ho l’impressione che la metodologia di analisi non è del tutto esatta perché, come criticò l’Ernesto Che Guevara lo stesso che ha elogiato l’efficacia della produzione industriale a capitalismo socialista, hanno confuso il desiderio con la realtà. Guevara si lamentava che la passione alla critica oggettiva impedisce di vedere che il suo obiettivo non era semplicemente l’aumento della produzione di cose.

Quando si effettuano le previsioni per il 2025 o il 2050 è previsto in gran parte in questo futuro, il sottovalutare le innovazioni radicali che anche uno status quo prolungato può produrre. Nei primi anni ‘70 gli analisti e presidenti come Richard Nixon erano convinti che la nascita e il successo finale dell’Unione Sovietica contro gli Stati Uniti sarebbe stato inevitabile. Gli anni ‘70 furono anni di recensione e sconfitte politiche e militari per l’impero americano.

Penso che dalla fine del secolo scorso, eravamo tutti d’accordo che questo sarebbe stato un secolo di grandi equilibri internazionali.  Non necessariamente più stabile, forse il contrario. Sarà un bene per il popolo americano e soprattutto per l’umanità che questo paese smetta di esercitare il potere arrogante che ha esercitato per gran parte della sua storia. Ha molti altri meriti, a cui far riferimento per impegnarsi, come dimostra la storia, è un paese di inventori professionisti e dilettanti, di premi Nobel, di eccellenti sistemi universitarii e di una classe di intellettuali che ha aperto vie in diverse discipline, dalla umanistiche alle scienze.

Il drammatico aumento della disoccupazione in America è la sua migliore occasione per accelerare questa trasformazione. In tutte le classifiche internazionali le università americane occupano la maggior parte dei primi cinquanta posti. Questo monopolio non può essere eterno, a è lì che si trova la sua risorsa principale.

Jorge Majfud, Lincoln University.

Tradotto da Maria Rubini

O capital intelectual

Em 1970, a greve dos operários da General Motors reduziu o PIB dos Estados Unidos em cerca de 4%, e acredita-se que foi esta a razão dos míseros 2% de crescimento experimentados pelo país nos anos seguintes.

Hoje, a decadência de todas as indústrias automotivas dos Estados Unidos apenas incide em um ponto porcentual. A quase totalidade do PIB é representada por serviços, o setor terciário. Neste setor, a produção intelectual derivada da educação é crescente. Sem mencionar que, hoje, quase nada se produz sem a intervenção direta das invenções informáticas mais recentes derivadas da academia, desde a produção agrícola nos países exportadores até a indústria pesada, majoritariamente estabelecida em países chamados de emergentes ou em vias de desenvolvimento.

Durante grande parte do século XX, cidades como Pittsburgh, na Pensilvânia, floresceram como centros industriais. Rica e suja, esse tipo de urbe foi uma herança da revolução industrial. Hoje, é uma cidade limpa que vive e é reconhecida por suas universidades.

No último ano, o chamado research corridor de Michigan (consórcio formado pela University of Michigan e a Michigan State University) aportou 14 bilhões de dólares ao Estado só com os benefícios diretos gerados por suas invenções, patentes e pesquisas. Estes benefícios aumentaram no último ano e ainda mais em proporção em um Estado que foi a casa das grandes montadoras do século XX, hoje em decadência.

Ou seja, uma parte dos benefícios diretos derivados da produção de «capital intelectual» de uma universidade no 27º lugar e outra no 71º do ranking nacional dos Estados Unidos soma, em um ano, o mesmo capital monetário que o produzido por um país como Honduras. Este fator de produção intelectual explica, em grande parte, por que só a economia da cidade de Nova York e sua área metropolitana equivale a toda a economia da Índia (em termos nominais internacionais, não de compra interna), um país com mais de um bilhão de habitantes e um grande crescimento econômico graças a sua produção industrial.

Hoje, 90% do PIB dos EUA derivam de bens não manufaturados. O valor monetário de seu capital intelectual é de 5 trilhões de dólares – quase 40% do PIB total -, o que por si só equivale a todas as áreas juntas da dinâmica economia da China.

Se o império americano, como todos os impérios que surgiram e surgirão, pirateou de formas diretas ou indiretas as matérias-primas de outros países, não é menos certo que durante muito tempo e sobretudo hoje os países emergentes e a emergir pirateiam grande parte dos direitos autorais de invenções norte-americanas. Para não mencionar que só a falsificação de marcas norte-americanas rouba aos produtos originais 200 bilhões de dólares por ano, o que supera de longe o PIB total de países como o Chile.

Observando esta realidade, podemos prever que o maior risco dos países emergentes é apoiar seu atual desenvolvimento na exportação de matérias-primas; e o segundo é confiar na prosperidade industrial. Se os países emergentes não tratarem de investir com força na produção intelectual, confirmarão, talvez em uma década ou duas, a divisão de trabalho internacional que sustentou as grandes diferenças econômicas durante os séculos XIX e XX.

Agora está na moda proclamar na mídia do mundo todo que os Estados Unidos estão acabados, quebrados, a três passos da desintegração em quatro países, a dois passos da ruína final. Tenho a impressão de que a metodologia de análise não é de todo precisa, porque, assim como o próprio Ernesto Che Guevara criticava quem elogiava a eficácia da produção industrial socialista ante a capitalista, confunde-se desejo com realidade. O próprio Guevara reclamava que esta paixão impedia uma crítica objetiva ou impedia a percepção de que seu objetivo não era simplesmente a maior produção de coisas.

Quando se fazem prognósticos sobre o ano 2025 ou 2050, em grande medida projeta-se o presente sobre o futuro subestimando as inovações radicais que até mesmo um status quo prolongado pode produzir. No início dos anos 1970, os analistas e presidentes como o próprio Richard Nixon estavam convencidos de que o surgimento e a vitória final da União Soviética sobre os Estados Unidos eram inevitáveis. Os anos 1970 foram anos de recessão e derrotas políticas e militares para o império americano.

Creio que, desde o fim do século passado, todos concordamos que este será um século de maiores equilíbrios internacionais. Não necessariamente mais estável; talvez o contrário. Será um bem para o povo norte-americano e sobretudo para a humanidade que este país deixe de ser a potência arrogante que foi durante grande parte de sua história. Os EUA têm muitos outros méritos aos quais dedicar-se, como também demonstra a história: um povo de inventores profissionais e amadores, de prêmios Nobel, um excelente sistema de universidades e uma classe de intelectuais que abriu caminhos nas mais diversas disciplinas, das humanidades às ciências.

O dramático crescimento do desemprego nos Estados Unidos é a melhor oportunidade de acelerar esta reconversão. Em todas as classificações internacionais, as universidades norte-americanas ocupam a maior parte dos primeiros 50 lugares. Este monopólio não pode ser eterno, mas é ali que se encontra seu principal capital.

Jorge Majfud, Lincoln University.

Honduras: la constitución ilegítima

 

Honduras: La costituzione illegittima (Italian)

The Illegitimate Constitution (English)

Honduras A Constituição Ilegítima (Portuguese)

La constitución ilegítima

La disputa dialéctica sobre la legalidad del violento proceso de destitución y expulsión del presidente de Honduras no está cerrada. Hace meses expusimos nuestro punto de vista, según el cual no hubo violación a la constitución por parte del presidente Zelaya en el momento de convocar a una encuesta no vinculante sobre una asamblea constituyente. Pero en el fondo esta discusión es vana y encubre otro problema en su raíz: la resistencia de una clase y de una mentalidad que moldeó los estamentos de su propia Republica Bananera y busca desesperadamente identificar cualquier cambio con el caos al tiempo que impone la represión de su pueblo y de los medios de comunicación que le son adversos.

El principal argumento de los golpistas en Honduras radica en que la constitución de 1982 no permite cambios en su letra (artículos 239 y 374) y establece la remoción de sus cargos a quienes las promuevan. La Ley de Participación ciudadana de 2006, que promueve las consultas populares, nunca fue acusada de inconstitucional. Por el contrario, la participación popular es una prescripción de la misma constitución (articulo 45). Todo lo que revela el espíritu escolástico de sus redactores, matizado con un lenguaje humanístico.

Ninguna norma, ninguna ley puede estar por encima de la constitución de un país. Sin embargo, ninguna constitución moderna ha sido dictada por Dios sino por seres humanos para beneficio propio. Es decir, ninguna constitución puede estar por encima de un derecho natural como lo es la libertad de un pueblo para cambiar.

Una constitución que establece su propia inmodificabilidad está confundiendo su origen humano y precario con un origen divino; o está pretendiendo establecer la dictadura de una generación sobre todas las generaciones por venir. Si este principio de inamovilidad tuviese algún sentido, deberíamos suponer que antes que la constitución de Honduras sea modificada debería desaparecer Honduras como país. De lo contrario, dentro de mil años ese país deberá regirse por la misma letra.

Ya los ortodoxos religiosos quisieron evitar cambios en el Corán y en la Biblia contando el número de palabras. Cuando las sociedades y sus valores cambian pero no se puede cambiar un texto sagrado, se salva el texto interpretando a favor de los nuevos valores. Esto queda demostrado por la proliferación de sectas, ismos y nuevas religiones que surgen de un mismo texto.

Pero en un texto sagrado la prohibición de cambios, aun siendo imposible, está mejor justificada, ya que ningún hombre puede enmendarle la letra a Dios.

Estas pretensiones de eternidad y perfección no fueron raras en las constituciones iberoamericanas que en el siglo XIX pretendieron inventar republicas, en lugar de que los pueblos inventaran sus repúblicas y las constituciones a su medida y según el pulso de la historia. Si en Estados Unidos aun está vigente la constitución de 1787 ello se debe a su gran flexibilidad y a sus muchas enmiendas. De no ser así, hoy este país tendría tres cuartas partes de un hombre en la presidencia; un casi-humano. “Ese negrito ignorante”, como lo llamó el ex canciller de facto Enrique Ortez Colindres. Por si fuese poco, el artículo V de la famosa constitución de Estados Unidos prohibía cualquier cambio de estatus constitucional referido a los esclavos.

El resultado de una constitución como la de Honduras no es otro que su propia muerte, previo derramamiento se sangre más tarde o más temprano.

Quienes alegan defenderla deberán hacerlo con la fuerza de las armas y con la estrecha lógica de un conjunto de normas que violan uno de los derechos naturales más básicos e irrenunciables.

Desde hace siglos, los filósofos que imaginaron y articularon las utopías que hoy se llaman Democracia, Estado y Derechos Humanos lo dijeron de forma explicita: ninguna ley está por encima de estos derechos naturales. Y si así se pretendiera, la desobediencia está justificada. La violencia no procede de la desobediencia sino de quien viola un derecho fundamental. Para todo lo demás está la política. La negociación es la concesión que hacen los débiles. Una concesión conveniente, inevitable, pero a largo plazo siempre insuficiente.

Una democracia madura implica una cultura y un sistema institucional que prevenga las rupturas de las reglas de juego. Pero al mismo, y por esto mismo, una democracia se define por permitir y facilitar los inevitables cambios que vienen con una nueva generación, con la mayor conciencia histórica de una sociedad.

Una constitución que lo impida es ilegitima ante el inalienable derecho a la libertad (de cambiar) y la igualdad (de decidirlo). Es papel, es un contrato fraudulento que una generación impone a otra en nombre de un pueblo ya inexistente.

Jorge Majfud

Setiembre 2009, Lincoln University.

La costituzione illegittima

Dr. Jorge Majfud, Lincoln University.

Tradotto da Maria Rubini

La disputa dialettica sulla legittimità dell’espusione del presidente Zelaya in Honduras non è chiusa. Mesi fa abbiamo esposto il nostro punto di vista, secondo cui non vi è stata alcuna violazione della Costituzione da parte del Presidente Zelaya nel richiamare un sondaggio non vincolante su una assemblea costituente. Ma in fondo questa discussione è inutile perchè si nasconde un altro problema alla radice: la resistenza di una classe e di una mentalità che hanno plasmato la terra della repubblica delle banane, nella disperata ricerca di individuare quali potessero essere eventuali cambiamenti,  imponendo la repressione al popolo e ai media che si dimostrassero negativi.

L’argomento principale del colpo di stato in Honduras è che la Costituzione del 1982 non consente la modificha dell’ artt. 239 e 374 e prevede la rimozione dalla carica coloro che la promuovono.La partecipazione dei cittadini Act del 2006, che promuove le consultazioni popolari, non è mai stato accusato di incostituzionalità. Per contro, la partecipazione popolare è un requisito della Costituzione stessa (articolo 45). Tutto ciò rivela lo spirito scolastico dei suoi autori, temperato con un linguaggio umanistico.

Nessuna regola o legge può essere al di sopra della costituzione di un paese. Tuttavia, nessuna costituzione moderna è stata rivelata da Dio, ma da esseri umani a scopo di lucro. Cioè, nessuna costituzione può essere al di sopra del diritto naturale,  della libertà del popolo di modificarla.

Una Costituzione che stabilisce la propria immutabilità è confusa e precaria, confonde l’ origine umana con l’origine divina e tenta di instaurare la dittatura di una generazione su tutte le generazioni a venire.

L’ortodissia religiosa voleva evitare i cambiamenti nel Corano e nella Bibbia contando il numero di parole. Non è possibile modificare un testo sacro, il testo viene salvato per interpretare i nuovi valori.Ciò è dimostrato dalla proliferazione delle sette e delle nuove religioni e ismi derivanti dal testo stesso.

Ma il divieto della modifica di un testo sacro, è meglio giustificato, dal momento che nessun uomo può modificare la parola di Dio.

Queste affermazioni di eternità e di perfezione, non erano rare nelle costituzioni latino-americane nel XIX secolo che hanno tentato di inventare repubbliche, piuttosto che inventare le loro repubbliche e costituzioni a misura del loro popolo e secondo il corso della storia.Se negli Stati Uniti è ancora in vigore la Costituzione del 1787 ciò è dovuto alla sua flessibilità e a molti suoi emendamenti. In caso contrario, in questo Paese oggi sarebbe alla presidenza un uomo per tre-quarti umano (un semi-Dio). Come se non bastasse, l’articolo V della famosa Costituzione vieta qualsiasi modifica dello status costituzionale agli schiavi.

Il risultato di una costituzione come quella dell’ Honduras non è altro che la sua morte, con spargimento di sangue, prima o poi.

Coloro che sostengono di difenderla, devono farlo con la forza delle armi e con la logica stretta di una serie di norme che violano uno dei più fondamentali e naturali diritti inalienabili.

Per secoli, i filosofi che scrivevano di utopie immaginate e che ora si chiamano democrazia, dello Stato e dei diritti umani, hanno detto esplicitamente: nessuna legge è al di sopra di questi diritti naturali.

E se fosse destinato, la disobbedienza è giustificata. La violenza non viene dalla disobbedienza, ma dalla violazione un diritto fondamentale.

Tutto il resto è politica. La negoziazione è la concessione che rendono i deboli. Un premio del caso, inevitabile, ma a lungo termine sempre insufficiente.

Una democrazia matura implica una cultura e un sistema istituzionale volto a prevenire le violazioni delle norme. Ma allo stesso tempo, e per la stessa ragione, la democrazia è definita da consentire e facilitare gli inevitabili cambiamenti che vengono con una nuova generazione, con una maggiore coscienza storica di una società.

Una Costituzione che impedisce il diritto inalienabile alla libertà (per cambiare) e l’uguaglianza (di decidere) non è legittima. E la carta, è un contratto fraudolento che si impone da una generazione a un’altra, a nome di un popolo che non esiste più.

Honduras A Constituição Ilegítima

Uma constituição que o impeça é ilegítima diante do inalienável direito à liberdade (de mudar) e à igualdade (de decidi-lo). É papel, é um contrato fraudulento que uma geração impõe a outra em nome de um povo já inexistente.
Jorge Majfud

A disputa dialética sobre a legalidade do violento processo de destituição e expulsão do presidente de Honduras não está fechada. Há meses expusemos nosso ponto de vista, segundo o qual não houve violação à constituição por parte do presidente Zelaya no momento de convocar uma consulta não vinculante sobre uma assembléia constituinte. Porém no fundo esta discussão é vã e encobre outro problema em sua raiz: a resistência de uma classe e de uma mentalidade que modelou os estamentos de sua própria República bananeira e busca desesperadamente identificar qualquer mudança com o caos ao mesmo tempo em que impõe a repressão de seu povo e dos meios de comunicação que lhe são adversos.

O principal argumento dos golpistas em Honduras radica em que a constituição de 1982 não permite mudanças em seu texto (artigos 239 e 374) e estabelece a remoção de seus cargos daqueles que as promovam. A Lei de Participação cidadã de 2006, que promove as consultas populares, nunca foi acusada de inconstitucional. Pelo contrário, a participação popular é uma prescrição da mesma constituição (artigo 45). Tudo o que revela o espírito escolástico de seus redatores, matizado com uma linguagem humanística.
Nenhuma norma, nenhuma lei pode estar acima da constituição de um país. Sem embargo, nenhjma constituição moderna foi ditada por Deus senão por seres humanos em benefício próprio. Ou seja, nenhuma constituição pode estar acima de um direito natural como é a liberdade de um povo para mudar.

Uma constituição que estabeleça sua própria imodificabilidade está confundindo sua origem humana e precária com uma origem divina, ou está pretendendo estabelecer a ditadura de uma geração sobre todas gerações por vir. Se este princípio de inamobilidade tivesse algum sentido, deveríamos supor que antes que a constituição de Honduras seja modificada, Honduras deveria desaparecer como país. Do contrário, dentro de mil anos esse país deverá reger-se pela mesma letra.

Já os ortodoxos religiosos quiseram evitar mudanças no Alcorão e na Bíblia contando o número de palavras. Quando as sociedades e seus valores mudam, porém não se pode mudar um texto sagrado, salva-se o texto interpretando a favor dos novos valores. Isto fica demonstrado pela proliferação de seitas, ismos e novas religiões que surgem de um mesmo texto.

Porém, em um texto sagrado, a proibição de mudanças, ainda sendo impossível, está melhor justificada, já que nenhum homem pode emendar a letra de Deus.
Estas pretensões de eternidade e perfeição não foram raras nas constituições latino-americanas que no século XIX pretenderam inventar repúblicas, em lugar de que os povos inventassem suas próprias repúblicas e as constituições a sua medida e segundo o pulso da história. Se nos Estados Unidos ainda está vigente a constituição de 1787, isso se deve a sua grande flexibilidade e a suas muitas emendas. Não fosse assim, hoje este país teria três quartas partes de um homem na presidência, um quase-humano. ?Esse negrito ignorante?, como o chamou o ex-chanceler de fato Enrique Ortez Colindres. Se isso fosse pouco, o artigo V da famosa constituição dos Estados Unidos proibia qualquer mudança de status constitucional referente aos escravos.

O resultado de uma constituição como a de Honduras não é outro que sua própria morte, prévio derramamento de sangue, mais cedo ou mais tarde.
Aqueles que alegam defendê-la, o fazem com a força das armas e com a força das armas e com a estreita lógica de um conjunto de normas que violam um dos direitos naturais mais básicos e irrenunciáveis.

Há séculos, os filósofos que imaginaram e articularam as utopias que hoje se chamam Democracia, Estado e Direitos Humanos o disseram de forma explícita: nenhuma lei está acima desses direitos naturais. E, se assim se pretendeu, a desobediência está justificada. A violência não procede da desobediência, senão de quem viola um direito fundamental. Para tudo o mais, está a política. A negociação é a concessão que fazem os débeis. Uma concessão conveniente, inevitável, porém, a longo prazo, sempre insuficiente.
Uma democracia madura implica uma cultura e um sistema institucional que preveja as rupturas das regras do jogo. Porém ao mesmo, e por isto mesmo, uma democracia se define por permitir e facilitar as inevitáveis mudanças que vem com uma nova geração, com a maior consciência histórica de uma sociedade.

Uma constituição que o impeça é ilegítima diante do inalienável direito à liberdade (de mudar) e à igualdade (de decidi-lo). É papel, é um contrato fraudulento que uma geração impõe a outra em nome de um povo já inexistente.
Jorge Majfud

Honduras: Los parásitos del pueblo gozan de buena salud

Latin America and the Caribbean

Image via Wikipedia

Os parasitas do povo (Portuguese)

 

Honduras

Los parásitos del pueblo gozan de buena salud

El domingo 28 de junio por la mañana, los militares de Honduras rodearon al presidente y, mientras lo apuntaban con sus armas le preguntaron por qué no había obedecido las órdenes del general Romeo Vásquez. Como el presidente pensaba que él debía dar las órdenes a sus subordinados, éstos lo invitaron a retirarse de la casa de gobierno. De ahí a un auto y luego a un avión de la fuerza aérea hasta Costa Rica.

Al mismo tiempo, todos los medios de comunicación del país fueron copados y se les sugirió por la fuerza no transmitir información que no fuera controlada directamente por el proceso democrático que se estaba llevando a cabo. Apenas pudimos escuchar las declaraciones del presidente depuesto al arribar a Costa Rica, unos pocos periodistas que “ilegalmente” informaron al mundo de lo que estaba pasando y unos cuantos hondureños que nos mantuvieron informados vía electrónica.

Según las fuerzas armadas de Honduras, todo este proceso fue en defensa de la legalidad y la constitución. Los militares se justificaron diciendo que recibían órdenes de la Corte Suprema. A pesar de que la constitución hondureña no prevé este mecanismo para saltearse la autoridad de un presidente legal y legítimo, era necesaria una excusa para tontos. La declaración sólo demuestra que en Honduras se llevó a cabo un golpe de estado con todas sus letras; en nombre de la “legalidad” militares y jueces se pasaron por encima la misma constitución.

Si en el pasado este trabajo de gorilas era propio de los altos jefes militares, ahora vemos que la misma ilegalidad está apoyada, promovida y justificada por el poder judicial de un país. La complicidad del parlamento confirma esta práctica: las leyes se respetan siempre y cuando sirvan a los intereses de los sectores más poderosos de una sociedad.

Cualquier constitución de cualquier país decente y democrático prevé la destitución de un presidente. Pero este proceso tiene determinadas condiciones y un número específico de etapas legales que garantizan su validez. Que yo recuerde, en ninguna constitución democrática se prevé que el presidente puede ser tomado por la fuerza militar, secuestrado y expulsado de su propio país. Menos en nombre de la legalidad. Menos por orden de un puñado de jueces. Menos con la complicidad del jefe de un parlamento que además es el opositor político del presidente.

Todo lo cual demuestra hasta qué profundidad la cultura golpista sobrevive aún en las clases dirigentes de Honduras. Y no sólo de Honduras, lo que de paso sirve para estar alertas ante las viejas sobras de la historia latinoamericana.

Hoy defender al presidente Zelaya no es defender sus políticas ni mucho menos a su persona. Hoy defenderlo, aún contra las instituciones (secuestradas) de Honduras significa defender la democracia y cualquier estado de derecho en cualquier parte del mundo basado en el respeto a las leyes y la constitución no sólo cuando conviene. Porque en una democracia las leyes y la constitución no se corrigen rompiéndolas sino cambiándolas. Algo que precisamente pretendía hacer el presidente secuestrado.

Lamentablemente debo terminar esta breve nota de profundo repudio con las últimas líneas con que terminé la nota anterior al golpe:

Hoy Honduras se debate ante el desafío latinoamericano de enfrentar cualquier cambio político hacia la igual-libertad, hacia su destino de independencia y dignidad, o volver a los miserables tiempos en que nuestros países eran definidos como republiquetas o repúblicas bananeras.

Jorge Majfud

Junio, 2008

Pagina/12 (Argentina)


HONDURAS : LES PARASITES DU PEUPLE

Par Jorge Majfud, Lincoln University

Traduction : Esteban

Révision : Fausto Giudice

Hier, dimanche 28 juin au matin, les militaires du Honduras ont encerclé le Président et, pointant leurs armes sur lui, ils lui ont demandé pourquoi il n’avait pas obéi aux ordres du général Romeo Vásquez. Comme le président pensait que c’était à lui de donner les ordres à ses subordonnés, ceux-ci l’ont invité à quitter le Palais du Gouvernement. De là dans une voiture puis dans un avion des forces aériennes jusqu’au Costa Rica.

Simultanément, tous les médias du pays ont été réquisitionnés et on leur a suggéré par la force de ne transmettre aucune information qui ne soit directement contrôlée par le processus démocratique qui était en cours. Aussitôt que nous avons pu entendre écouter les déclarations du président destitué qui avait atterri au Costa Rica, quelques journalistes ont «illégalement» informé le monde de ce que passait et quelques Honduriens nous ont tenus informés par voie électronique.

Selon les Forces Armées du Honduras, tout ce processus a été organisé pour défendre la légalité et la Constitution. Les militaires se sont justifiés en disant qu’ils recevaient des ordres de la Cour Suprême. En dépit de la Constitution hondurienne qui n’a pas prévu ce mécanisme pour ôter l’autorité d’un Président légal et légitime, il était donc nécessaire de trouver une excuse pour les idiots. La déclaration démontre qu’au Honduras il s’agit clairement d’un coup d’État dans tous les sens du terme ; au nom de la « légalité », des militaires et des juges ont passé outre la Constitution elle-même.

Si par le passé ce genre de travail de gorilles était réservé aux hauts chefs militaires, aujourd’hui nous pouvons voir que la même illégalité est soutenue, encouragée et justifiée par le pouvoir judicaire d’un pays. La complicité du Parlement confirme cette pratique : les lois ne sont respectées que si elles servent les intérêts des secteurs les plus puissants d’une société.

Toute Constitution dans tout pays digne de ce nom et démocratique prévoit la destitution d’un président. Mais ce processus se fait sous certaines conditions avec des étapes légales spécifiques qui garantissent leur validité. Autant que je m’en souvienne, dans aucune Constitution démocratique il n’est prévu que le président puisse être destitué par la force militaire, kidnappé et expulsé de son propre pays. Encore moins au nom de la légalité. Encore moins sur ordre d’une poignée de juges. Encore moins avec la complicité du chef d’un Parlement qui en outre est l’adversaire politique du Président.

Tout cela démontre jusqu’à quelle profondeur la culture putschiste se maintient encore dans les classes dirigeantes du Honduras. Et pas seulement au Honduras, et cela, soit dit en passant, doit servir à rester vigilants face aux résidus de l’histoire latino-américaine.

Défendre aujourd’hui le président Zelaya n’est pas défendre sa politique ni même sa personne. Aujourd’hui, le défendre, même contre les institutions (confisquées) du Honduras, signifie défendre la démocratie et tout État de droit dans une quelconque partie du monde qui soit basé sur le respect des lois et de la Constitution et pas seulement quand cela convient. Car dans une démocratie les lois et la Constitution ne se corrigent pas en les brisant, mais plutôt en les changeant. C’était précisément ce que prétendait faire le président qui a été destitué par la force.

Je le déplore mais, je dois terminer cette brève chronique de rejet profond avec les dernières lignes par lesquelles j’ai terminé la chronique précédant le coup d’État : aujourd’hui le Honduras se débat face au défi latino-américain : affronter un quelconque changement politique vers l’égal-liberté, vers son destin d’indépendance et sa dignité, ou revenir aux temps misérables où nos pays étaient définis comme des « républiquettes » ou des républiques bananières.

Os parasitas do povo

«Hoje, Honduras se debate diante do desafio latino-americano de enfrentar qualquer mudança política para a igual-liberdade, para o seu destino de independência e dignidade, ou de voltar aos miseráveis tempos em que os nossos países eram definidos como ‘republiquetas’ ou ‘repúblicas bananeiras’».

Neste domingo, 28 de junho, pela manhã, os militares de Honduras cercaram o presidente e, enquanto apontavam suas armas contra ele, perguntaram-lhe por que não havia obedecido as ordens do general Romeo Vásquez. Como o presidente pensava que ele devia dar as ordens a seus subordinados, estes o convidaram a se retirar da Casa de Governo. Daí para um carro e depois a um avião da força aérea até a Costa Rica.

Ao mesmo tempo, todos os meios de comunicação do país foram dominados, e foi-lhes sugerido, pela força, que não transmitissem informação que não fosse controlada diretamente pelo processo democrático que estava sendo realizado. Apenas alguns poucos jornalistas, que «ilegalmente» informaram ao mundo sobre o que estava acontecendo, e uns quantos hondurenhos que nos mantiveram informados via eletrônica, conseguiram escutar as declarações do presidente deposto ao chegar à Costa Rica.

Segundo as Forças Armadas de Honduras, todo esse processo foi em defesa da legalidade e da Constituição. Os militares se justificaram dizendo que recebiam ordens da Corte Suprema. Apesar de que a Constituição hondurenha não preveja esse mecanismo para assaltar a autoridade de um presidente legal e legítimo, era necessária uma desculpa para bobos. A declaração só demonstra que, em Honduras, efetivou-se um golpe de Estado com todas as suas letras. Em nome da «legalidade», militares e juízes passaram por cima da própria Constituição.

Se, no passado, esse trabalho de gorilas era próprio dos altos chefes militares, agora vemos que a mesma ilegalidade está apoiada, promovida e justificada pelo Poder Judicial de um país. A cumplicidade do Parlamento confirma essa prática: as leis são respeitadas sempre e quando sirvam aos interesses dos setores mais poderosos de uma sociedade.

Qualquer Constituição de qualquer país decente e democrático prevê a destituição de um presidente. Mas esse processo tem determinadas condições e um número específico de etapas legais que garantem sua validade. Pelo que eu me lembre, em nenhuma Constituição democrática se prevê que o presidente pode ser tomado pela força militar, sequestrado e expulso de seu próprio país. Menos ainda em nome da legalidade. Menos ainda por ordem de um punhado de juízes. Menos ainda com a cumplicidade de um chefe de um Parlamento que, além disso, é o opositor político do mandatário.

Tudo isso demonstra até que profundidade a cultura golpista sobrevive ainda nas classes dirigentes de Honduras. E não só de Honduras. O que aconteceu serve para estar alerta diante das velhas sobras da história latino-americana.

Hoje, defender o presidente Zelaya não é defender suas políticas, nem muito menos a sua pessoa. Hoje, defendê-lo, mesmo contra as instituições (seqüestradas) de Honduras, significa defender a democracia e qualquer estado de direito em qualquer parte do mundo, baseado no respeito às leis e à Constituição não só quando convém. Porque, em uma democracia, as leis e a Constituição não são corrigidas quebrando-as, mas sim mudando-as. Algo que precisamente o presidente sequestrado pretendia fazer.

Lamentavelmente, devo terminar essa breve nota de profundo repúdio com as últimas linhas com as quais terminei a nota anterior ao golpe:

Hoje, Honduras se debate diante do desafio latino-americano de enfrentar qualquer mudança política para a igual-liberdade, para o seu destino de independência e dignidade, ou de voltar aos miseráveis tempos em que os nossos países eram definidos como ‘republiquetas’ ou repúblicas bananeiras.

Jorge Majfud

Tradução de Moisés Sbardelotto.

Jorge Majfud, escritor uruguaio e professor da Escola de Humanidades da Lincoln University. O artigo foi publicado no jornal argentino Página/12, 29-06

América latina y el violento camino hacia la liberación humanista

(ensayo)

El humanismo actual y sus enterradores

Una de las características del pensamiento conservador a lo largo de la historia moderna ha sido la de ver el mundo según compartimentos más o menos aislados, independientes, incompatibles. En su discurso, esto se simplifica en una única línea divisoria: Dios y el diablo, nosotros y ellos, los verdaderos hombres y los bárbaros. En su práctica, se repite la antigua obsesión por las fronteras de todo tipo: políticas, geográficas, sociales, de clase, de género, etc. Estos espesos muros se levantan con la acumulación sucesiva de dos partes de miedo y una de seguridad.

Traducido a un lenguaje posmoderno, esta necesidad de las fronteras y las corazas se recicla y se vende como micropolítica, es decir, un pensamiento fragmentado (la propaganda) y una afirmación localista de los problemas sociales en oposición a la visión más global y estructural de la pasada Era Moderna.

Estas comarcas son mentales, culturales, religiosas, económicas y políticas, razón por la cual se encuentran en conflicto con los principios humanísticos que prescriben el reconocimiento de la diversidad al mismo tiempo que una igualdad implícita en lo más profundo y valioso de este aparente caos. Bajo este principio implícito surgieron los estados pretendidamente soberanos algunos siglos atrás: aún entre dos reyes, no podía haber una relación de sumisión; entre dos soberanos sólo podía haber acuerdos, no obediencia. La sabiduría de este principio se extendió a los pueblos, tomando forma escrita en la primera constitución de Estados Unidos. El reconocer como sujetos de derecho a los hombres y mujeres comunes (“We the people…”) era la respuesta a los absolutismos personales y de clase, resumido en el exabrupto de Luis XIV, “l’État c’est Moi”. Más tarde, el idealismo humanista del primer bosquejo de aquella constitución se relativizó, excluyendo la utopía progresista de abolir la esclavitud.

El pensamiento conservador, en cambio, tradicionalmente ha procedido de forma inversa: si las comarcas son todas diferentes, entonces hay unas mejores que otras. Esta última observación sería aceptable para el humanismo si no llevase explícito uno de los principios básicos del pensamiento conservador: nuestra isla, nuestro bastión es siempre el mejor. Es más: nuestra comarca es la comarca elegida por Dios y, por lo tanto, debe prevalecer a cualquier precio. Lo sabemos porque nuestros líderes reciben en sus sueños la palabra divina. Los otros, cuando sueñan, deliran.

Así, el mundo es una permanente competencia que se traduce en amenazas mutuas y, finalmente, en la guerra. La única opción para la sobrevivencia del mejor, del más fuerte, de la isla elegida por Dios es vencer, aniquilar al otro. No es raro que los conservadores de todo el mundo se definan como individuos religiosos y, al mismo tiempo, sean los principales defensores de las armas, ya sean personales o estatales. Es, precisamente, lo único que le toleran al Estado: el poder de organizar un gran ejército donde poner todo el honor de un pueblo. La salud y la educación, en cambio, deben ser “responsabilidades personales” y no una carga en los impuestos a los más ricos. Según esta lógica, le debemos la vida a los soldados, no a los médicos, así como los trabajadores le deben el pan a los ricos.

Al mismo tiempo que los conservadores odian la Teoría de la evolución de Darwin, son radicales partidarios de la ley de sobrevivencia del más fuerte, no aplicada a todas las especies sino a los hombres y mujeres, a los países y las sociedades de todo tipo. ¿Qué hay más darviniano que las corporaciones y el capitalismo en su raíz?

Para el sospechosamente célebre profesor de Harvard, Samuel Huntington, “el imperialismo es la lógica y necesaria consecuencia del universalismo”. Para nosotros los humanistas, no: el imperialismo es sólo la arrogancia de una comarca que se impone por la fuerza a las demás, es la aniquilación de esa universalidad, es la imposición de la uniformidad en nombre de la universalidad.

La universalidad humanista es otra cosa: es la progresiva maduración de una conciencia de liberación de la esclavitud física, moral e intelectual, tanto del oprimido como del opresor en última instancia. Y no puede haber conciencia plena si no es global: no se libera una comarca oprimiendo a otras, no se libera la mujer oprimiendo al hombre, and so on. Con cierta lucidez pero sin reacción moral, el mismo Huntington nos recuerda: “Occidente no conquistó al mundo por la superioridad de sus ideas, valores o religión, sino por la superioridad en aplicar la violencia organizada. Los occidentales suelen olvidarse de este hecho, los no-occidentales nunca lo olvidan” (The Clash of Civilizations, 1993).

El pensamiento conservador también se diferencia del progresista por su concepción de la historia: si para uno la historia se degrada inevitablemente (como en la antigua concepción religiosa o en la concepción de los cinco metales de Hesíodo) para el otro es un proceso de perfeccionamiento o de evolución. Si para uno vivimos en el mejor de los mundos posibles, aunque siempre amenazado por los cambios, para el otro el mundo dista mucho de ser la imagen del paraíso y la justicia, razón por la cual no es posible la felicidad del individuo en medio del dolor ajeno.

Para el humanismo progresista no hay individuos sanos en una sociedad enferma como no hay sociedad sana que incluya individuos enfermos. No es posible un hombre saludable con un grave problema en el hígado o en el corazón, como no es posible un corazón sano en un hombre deprimido o esquizofrénico. Aunque un rico se define por su diferencia con los pobres, nadie es verdaderamente rico rodeado de pobreza.

El humanismo, como lo concebimos aquí, es la evolución integradora de la conciencia humana que trasciende las diferencias culturales. Los choques de civilizaciones, las guerras estimuladas por los intereses sectarios, tribales y nacionalistas sólo pueden ser vistas como taras de esa geopsicología.

Ahora, veamos que la magnífica paradoja del humanismo es doble: (1) consistió en un movimiento que en gran medida surgió entre los religiosos católicos del siglo XIV y luego descubrió una dimensión secular de lacreatura humana, y además (2) fue un movimiento que en principio revaloraba la dimensión del hombre como individuo para alcanzar, en el siglo XX, el descubrimiento de la sociedad en su sentido más pleno.

Me refiero, en este punto, a la concepción del individuo como lo opuesto a la individualidad, a la alienación del hombre y la mujer en sociedad. Si los místicos del siglo XV se centraban en su yo como forma de liberación, los movimientos de liberación del siglo XX, aunque aparentemente fracasados, descubrieron que aquella actitud de monasterio no era moral desde el momento que era egoísta: no se puede ser plenamente feliz en un mundo lleno de dolor. Al menos que sea la felicidad del indiferente. Pero no es por algún tipo de indiferencia hacia el dolor ajeno que se define cualquier moral en cualquier parte del mundo. Incluso los monasterios y las comunidades más cerradas, tradicionalmente se han dado el lujo de alejarse del mundo pecaminoso gracias a los subsidios y las cuotas que procedían del sudor de la frente de los pecadores. Los Amish en Estados Unidos, por ejemplo, que hoy usan caballos para no contaminarse con la industria automotriz, están rodeados de materiales que han llegado a ellos, de una forma o de otra, por un largo proceso mecánico y muchas veces de explotación del prójimo. Nosotros mismos, que nos escandalizamos por la explotación de niños en los telares de India o en las plantaciones en África y América Latina consumimos, de una forma u otra, esos productos. La ortopraxia no eliminaría las injusticias del mundo —según nuestra visión humanista—, pero no podemos renunciar o desvirtuar esa conciencia para lavar nuestros remordimientos. Si ya no esperamos que una revolución salvadora cambie la realidad para que ésta cambie las conciencias, procuremos, en cambio, no perder la conciencia colectiva y global para sostener un cambio progresivo, hecho por los pueblos y no por unos pocos iluminados.

Según nuestra visión, que identificamos con el último estadio del humanismo, el individuo con conciencia no puede evitar el compromiso social: cambiar la sociedad para que ésta haga nacer, a cada paso, un individuo nuevo, moralmente superior. El último humanismo evoluciona en esta nueva dimensión utópica y radicaliza algunos principios de la pasada Era Moderna, como lo es la rebelión de las masas. Razón por la cual podemos reformular el dilema: no se trata de un problema de izquierda o derecha sino de adelante o atrás. No se trata de elegir entre religión o secularismo. Se trata de una tensión entre el humanismo y el trivalismo, entre una concepción diversa y unitaria de la humanidad y en otra opuesta: la visión fragmentada y jerárquica cuyo propósito es prevalecer, imponer los valores de una tribu sobre las otras y al mismo tiempo negar cualquier tipo de evolución.

Ésta es la raíz del conflicto moderno y posmoderno. Tanto el Fin de la historia como el Choque de civilizaciones pretenden encubrir lo que entendemos es el verdadero problema de fondo: no hay dicotom��a entre Oriente y Occidente, entre ellos y nosotros, sino entre la radicalización del humanismo (en su sentido histórico) y la reacción conservadora que aún ostenta el poder mundial, aunque en retirada —y de ahí su violencia.

La secreta violencia de orden

Uno de los principios más consolidados en la reciente historia de la humanidad es la prescripción del diálogo. Diálogo entre países, entre culturas, entre razas, entre sexos. Sin embargo, al mismo tiempo que la aceptación casi universal de este principio significa un triunfo del antiguo humanismo —como el principio de la necesaria igualdad en la diversidad— no por eso ha de ser un triunfo consolidado en la práctica. Como los demás ideoléxicos positivos, el principio del diálogo entre diferentes debe sufrir de la colonización semántica del poder de turno.

Si los imperios pasados asesinaron en nombre de la verdad verdadera, hoy en día no es posible hacerlo sin recurrir al diálogo. Es decir, se oprime y se imponen los valores del más fuerte en defensa del diálogo, ya que el otro significa una amenaza permanente, la interrupción de esta relación que se asume como igualitaria.

Habría que ver de qué tipo de diálogo estamos hablando en nombre del diálogo, así a secas. No por ser Dios único y sus Sagradas Escrituras las mismas, ha impedido a lo largo de la historia que los hombres y mujeres se odien y se asesinen en su nombre, por causa de las diferentes representaciones que cada uno hace del Padre, por causa de los nombres distintos que cada uno le ha dado, o por las incompatibles lecturas que diferentes sectas hacen de los mismos escritos, en nombre de la verdadera interpretación.

Como todo ideoléxico, también el diálogo se convierte en un instrumento semántico de dominación, de justificación y de manipulación de la conciencia colectiva. Si ese diálogo es una forma de apaciguar los ánimos del oprimido para legitimar una opresión, un estado injusto, si ese diálogo es una simple negociación, concesión o limosna que da el poderoso, el privilegiado, quienes administran las cuotas morales y las narraciones de la historia, entonces no es exactamente el tipo de diálogo que tengo en mente.

En este caso, muy frecuente en las relaciones internacionales, en las relaciones políticas y en las más domésticas relaciones matrimoniales donde predomina la voluntad de uno de los miembros, el diálogo es, en la práctica, un monólogo. Un monólogo semejante a aquellos tratados europeos, que bien supieron usar los primeros humanistas en el siglo XVI, donde la tesis central se exponía en forma de diálogo entre dos personajes pero todas las razones estaban siempre de un lado y el otro servía apenas de tonto verificador. No muy diferentes son los más antiguos Diálogos, de Platón. Y ni que hablar del estilo de catequesis que practican las modernas cadenas internacionales de televisión, donde, en nombre del diálogo y la información objetiva, un periodista invita a algún débil disidente para burlarse de las opiniones ajenas y confirmar las suyas propias, las opiniones del poder, de la propaganda y del dinero. Como lo formuló en versos el poeta Hebert Abimorad, un diálogo es la verdad dividida en dos partes desiguales. Esto, que a su vez puede ser una verdad inevitable, se convierte en un problema cuando una de las partes se reserva el derecho de dictar cuál es la verdad mayor en un diálogo entre desiguales, en un monólogo a dos voces.

El mismo peligro de manipulación semántica corren los más débiles al consumir irreflexivamente el ideoléxico democracia. No es posible una democracia sin el principio de una progresiva radicalización de sí misma. Es decir, no es posible una democracia representativa, tal como es el anacrónico modelo del siglo XIX; un modelo de democracia estática, orgullosa de sí misma, autocomplaciente, propuesta como ejemplo universal aunque para imponerse deba romper con todos sus propios principios.

Una democracia estática es simplemente el perfecto negocio de las clases dominantes, de las elites más fuertes. Un sistema reaccionario que moraliza en nombre del orden y del progreso. Es decir, una democracia es progresiva o no es democracia, y su objetivo es realizar la conciencia de que este mundo, siempre imperfecto, no tiene dueño legítimo. No por casualidad los conservadores del silgo XIX reaccionaban con furia cada vez que un progresista mencionaba la palabra democracia, obra del demonio según los monárquicos ibéricos.

Recuerdo que cuando era niño me sorprendía escuchar en un informativo que un jugador de fútbol había sido vendido a Europa por varios millones de pesos. Mi madre trataba de aclarar la situación explicándome que, en realidad, lo que se vendía era el contrato de ese jugador. Pero sus palabras finales, simples como su débil corazón, me quedaron grabadas a fuego: “Ni un hombre ni una mujer tienen precio. Ni todo el dinero de todos los bancos del mundo podrían pagar la vida de un solo ser humano”. Hoy en día no sé si esto es verdad o no, sobre todo porque a veces uno debe dudar de qué es un ser humano, un ser deshumanizado o un monstruo con aspecto humano. De cualquier forma, conservo aquella reflexión de mi madre como uno de mis principios morales e intelectuales más básicos.

Hasta el más humilde habitante del rincón más desconocido del planeta vale tanto como el presidente o el rey más poderoso del mundo. Ahora, la moral y los valores, si se miden por la cuota de poder de cada individuo, deberían ser inversamente proporcionales. ¿Cómo confiar en el poder, sobre todo cuando se ejerce sustrayéndolo del prójimo en su nombre propio, en uno de esos tantos delirios de representatividad? Es decir, debería ser más confiable una mujer, un hombre sin poder institucional que aquel que lo monopoliza. No se puede confiar ni en el mejor de los Césares.

Sin embargo, hasta hoy, la verdad ha sido la inversa. Es la moral del más fuerte la que predomina en la práctica y en el discurso social. Incluso muchos pensadores que iniciaron las repúblicas americanas restringieron el voto democrático a aquellos que poseían propiedades, ya que —se argumentaba— el sólo echo de tener intereses materiales los hacía más responsables para dirigir un país. En otras palabras, quienes poseen mayor poder social siempre van a ser más responsables de defenderlos en nombre de la felicidad ajena. Si esta teoría de la responsabilidad fue alguna vez verdad, lo cierto es que en el subconsciente colectivo, la idea sobrevive aún hoy en las nuevas sociedades, perpetuando el crimen contra la conciencia colectiva —la conciencia democrática.

No hay diálogo entre un esclavo y su amo, aunque éste muestre un gran corazón escuchando a aquel y concediéndole el poder de hablar y elegir el color blanco de su camisa o el nombre blanco que más le gusta según su gusto blanco. No hay democracia cuando unos tienen más posibilidades de educación y de participación en la vida política de su sociedad, aunque cada tanto llegue al gobierno el hijo de un camionero o un lustrador de zapatos se reciba de abogado o se haga millonario vendiendo tomates. Porque una democracia no se define por sus excepciones sino por sus reglas. Ni el diálogo ni la democracia deberían ser simples concesiones que hacen los poderosos motivados por su bondad. Un derecho humano no es un privilegio que se deba mendigar a quienes legal e ilegítimamente se han arrogado el derecho de concederlo cuando lo creen conveniente.

El diálogo y la democracia son derechos, pero nada más que derechos mientras se pretendan ejercer sobre la base de la desigualdad muscular entre las culturas, entre los países, entre los sexos, entre los diferentes de de todo tipo.

Claro, desde este punto de vista, tanto el diálogo como una verdadera democracia son sendas utopías. Utopías, sí, pero necesarias y vitales para la sobrevivencia de un mínimo de justicia.

Ahora, si las elites se reservan el derecho de afirmar que la igualdad de condiciones no es una razón básica de justicia, o que sus hijos y los hijos de un marginado tienen las mismas oportunidades de dirigir los destinos de su sociedad, de sus valores morales, entonces “los menos iguales”, es decir, quienes deben sufrir de esta ideología, de este concepto particular de justicia, también se reservarán el derecho a imponer su propia concepción de justicia por la violencia. Porque a una violencia se responde con otra, y la opresión económica, sexual, religiosa, cultural, ideológica y moral son formas de violencia. Incluso de las peores formas de violencia, ya que uno bien puede recuperarse de un puñetazo en la cara pero difícilmente un individuo se recupera de la violencia moral. Tal es el caso del racismo, del sexismo, del clasismo o de la violencia teológica que define quiénes están condenados al infierno y quiénes han sido salvados, quiénes se comunican con Dios en sus sueños y quiénes sólo son capaces de soñar con una mesa llena de comida.

La historia reciente nos demuestra que este cambio no llegará por la acción armada y revolucionaria de ningún ejército iluminado. Por el contrario, esto sería una regresión y una nueva excusa del poder. El cambio llegará, está llegando, con la maduración progresiva de la humanidad como conjunto, de la incansable crítica como conciencia, de la desobediencia como derecho, del respeto como necesidad, de la dignidad como obligación y de la justicia como orden humano antes que como un simple orden financiero.

La violencia de la violencia y el coeficiente crítico de progresión

Un conservador diría que una mujer es responsable de sufrir repetidas veces los golpes de un marido violento. Un humanista anacrónico responsabilizaría sólo al hombre. Un anthihumanista posmoderno observaría que el hombre y la mujer son productos de una sociedad violenta. Creo que un humanista de nuestro tiempo reconocería una responsabilidad triple, en la mujer, en el hombre y en la sociedad. Sin embargo, el circuito de la violencia, física y moral, parece tener un solo sentido y dirección: sociedad-opresor-oprimido.

Por alguna razón, la frase “la violencia engendra violencia” se popularizó en todo el mundo al mismo tiempo que su significado se mantenía restringido a la violencia del oprimido. Es decir, la violencia del amo sobre el esclavo es invisible en un estado de esclavitud, como en un estado de opresión la fuerza que lo sostiene usa todos los medios (ideológicos) para no perder esta categoría de invisibilidad o —en el peor de los casos, de que sea descubierta— de naturalidad.

Dentro de ese marco invisible o natural, el esclavo cubano Juan Manzano se refería con nostalgia a sus primeras amas como buenas mujeres: “a los pocos días tuve por allá a la misma señora Da. Joaquina que me trataba como a un niño, ella me vestía, peinaba y cuidaba de que no me rozase con los otros negritos de la misma mesa como en tiempo de señora la marquesa Justis se me daba mi plato que comía a los pies de mi señora la marquesa”. Luego vinieron los tiempos malos, donde el joven Juan era castigado al encierro y al hambre. Pasado el castigo, comía “sin medida” y por este pecado se lo volvía a castigar. “No pocas veces he sufrido por la mano de un negro vigorosos azotes”, recordó en su Autobiografía de un esclavo (1839), lo que prueba la perfección de la opresión aún en un estado primitivo de producción y educación. Lo que también nos sirve de aldaba para aquellos que nos enorgullecemos de nuestra libertad.

Afortunadamente, este tipo de esclavitud se abolió en América Latina a principios del siglo XIX. No obstante la esclavitud del mismo estilo se continuó en la práctica hasta el siglo XX. El ecuatoriano Juan Montalvo recordaba en 1887: “los indios son libertos de la ley, pero ¿cómo lo he de negar?, son esclavos del abuso y la costumbre”. Y luego: “palo que le dan para que se acuerde y vuelva por otra. Y el indio vuelve, porque esa es su condición, que cuando le dan látigo, temblando en el suelo, se levanta agradeciendo a su verdugo: ‘Diu su lu pagui, amu’ […] No, nosotros no hemos hecho este ser humillado, estropeado moralmente, abandonado de Dios y la suerte; los españoles nos lo han dejado hecho y derecho, como es y como será por los siglos de los siglos […] Las razas oprimidas y envilecidas durante trescientos años, necesitan ochocientos para volver en sí”.

El mismo Alcides Arguedas, en Pueblo enfermo  (1909), recordaba que los hacendados bolivianos se negaban a desarrollar el ferrocarril porque los indios llevaban sus ganados de una comarca a la otra totalmente gratis y, por si fuese poco, su honestidad los hacía incapaces de robar una vaca ajena. Bastaría sólo este ejemplo para demostrar que las ideologías de las clases dominantes se enquistan en la moral de los oprimidos (como el hecho de que un analfabeto maneje complejas reglas gramaticales demuestra la existencia de un conocimiento inconsciente). Otro Arguedas, el peruano José María Arguedas, nos dejó una pintura viva de esta cultura del indio-pongo en Los ríos profundos (1958).

Según el boliviano Alcides Arguedas, los soldados tomaban a los indios de los pelos y a fuerza de sablazos los llevaban para limpiar cuarteles o les roban las ovejas para mantener a una tropa del ejército que estaba de paso. Para que nos quede claro que la opresión se sirve de todas las instituciones posibles, en el mismo libro leemos la cita a un escrito de la época que informaba, refiriéndose a uno de estos condenados por la historia, que “el buey y su hijo de siete años están embargados por el cura á cuenta de los derechos del entierro de su mujer”. Y más adelante: “Exasperada la raza indígena, abatida, gastada física y moralmente, inhábil para intentar la violenta reivindicación de sus derechos, hase entregada al alcoholismo de manera alarmante. […] ignora en absoluto su acción depresiva […] Al indio no se le ve reír nunca sino cuando está ebrio. […] su alma es depósito de rencores acumulados de muy atrás, desde cuando, encerrada la flor de la raza, contra su voluntad, en el fondo de las minas, se agota rápidamente, sin promover clemencia en nadie […] Hoy día, ignorante, degradado, miserable, es objeto de la explotación general y de la general antipatía”. Hasta que un día explota “oyendo a su alma repleta de odios, desfoga sus pasiones y roba, mata, asesina con saña atroz”. Y como la violencia no puede quedar impune, “van los soldados bien municionados; fusilan á cuantos pueden; roban, violan, siembran el pavor y espanto por donde pasan”. En esta cultura de la opresión, la mujer no puede ser mejor: “ruda y torpe, se siente amada cuando recibe golpes del macho; de lo contrario, para ella no tiene valor un hombre.”

Un año después, en diversos artículos aparecidos en diarios de La Paz y reunidos en el libro Creación de la pedagogía nacional, Franz Tamayo responde a algunas conclusiones de Arguedas y confirma otras: “el trabajo, la justicia, la gloria, todo se miente, todo se miente en Bolivia; todos mienten, menos aquel que no habla, aquel que obra y calla: el indio”. Luego: “Aun los blancos de cierta categoría dijeron de maldiciones divinas, y los curas de pueblos y aldeas propalaron entre sus ignorantes feligreses indios, enojos de Dios contra la decaída raza y su deseo de hacerla desaparecer por inobediente, poco sumisa y poco obsequiosa” (1910). Está de más decir que en lugar de Bolivia podríamos escribir cualquier otro nombre de país latinoamericano y no violentaríamos la verdad de la frase.

El amo es visualizado como un ser puro y bondadoso cuando concede un beneficio inusual al esclavo, como si poseyese un poder divino para administrar el derecho ajeno. Tal vez podríamos aceptar estos términos benevolentes si consideramos un contexto particular. El punto es que no les exigimos a los antiguos feudales que piensen como nosotros; nos exigimos a nosotros mismos no pensar como los antiguos feudales, como si no existiese una experiencia histórica en el medio.

Desde un punto de vista humanístico, la violencia del esclavo es siempre engendrada por la violencia del amo y no al revés. Pero cuando imponemos la idea de que la violencia del esclavo engendra más violencia, estamos igualando lo que no es igual para mantener un orden que, de hecho y en su discurso, niega la misma igualdad humana.

Por esta razón, así como a mediados del siglo XX los reaccionarios de todo tipo asociaban la integración racial con el comunismo —lo cual no sería ideológicamente erróneo, según la teoría pura— para revindicar el apartheid como sistema social, así también hoy asocian los principios humanistas con la tradicional izquierda política. Los conservadores no pueden comprender que parte de su tan mentada responsabilidad personal es pensar de forma global y colectiva. De otra forma, la responsabilidad personal es sólo egoísmo, es decir, irresponsabilidad moral. Si recién en 1972 Rene Dubos acuñó la famosa frase, “Piensa globalmente, actúa localmente”, el pensamiento reaccionario ha practicado siempre una fórmula moral inversa: “Piensa localmente, actúa globalmente”. En otras palabras, piensa como un provinciano en los intereses de tu aldea, de tu clase, y actúa como un imperialista que va a salvar la civilización como si fuese el brazo armado de Dios.

No obstante, debemos dar un paso más para salir del círculo. Una posibilidad tiene sus raíces en la prescripción de Jesús quien, a un tiempo, recomendó romper este círculo ofreciendo la otra mejilla sin dejar por ello de significar una respuesta

El Producto de la Bestia Interior

El Producto de la Bestia Interior


La delincuencia, la cultura de la impunidad y los valores contemporáneos

 

 

Redefinir

Uno de los mejores americanos fue un inglés. El mayor incendiario, independentista, anarquista, promotor de la desobediencia civil y defensor de los derechos de igualdad y libertad de pensamiento fue un hijo del mayor imperio del momento. Su librito más importante, Common Sense (1776), fue la llama que prendió el hilo de pólvora, por entonces inerte en la mente de la mayoría de los americanos y hasta del mismo George Washington. La primera idea que inicia El sentido comúnde Thomas Paine, no sin paradoja, afirma que la costumbre de pensarcorrectamente da la superficial idea de estar en lo cierto, lo que garantiza la feroz defensa de una costumbre.

En nuestros tiempos, uno de esos lugares comunes es, por ejemplo, repetir y sostener que los criminales son “inadaptados sociales”. Lo que de paso sirve para calmar la conciencia del resto de la sociedad que no anda por ahí matando por un kilo de basura. Pero si vemos algo del bosque, hasta el peor asesino es un perfecto adaptado social. No lo son sus víctimas, en todo caso, por lo cual han perecido. No eran adaptados sociales ni Sócrates, ni Jesús ni el modesto verdulero que se puso a contar las magras ganancias del día sin atender al asesino que lo acuchilló.

Cuando repudiamos el horror de un crimen en el fondo repudiamos lo que somos como sociedad y nuestra impotencia es la negación de ese reconocimiento, ya que si pudiésemos matar al asesino de un amigo no lo haríamos y si lo hiciéramos no calmaríamos nuestro espíritu por ese acto de fuerza absoluta.

 

Gobiernos permisivos

En Europa y en Estados Unidos un creciente número de personas responsabiliza a la inmigración por el incremento de la violencia. Aunque podemos pensar que la ilegalidad, la falta de goce de derechos civiles y la desesperación pueden llevar fácilmente a un individuo a la delincuencia, aún así parece que los ilegales se abstienen más del crimen que los ciudadanos. Como los estudios más serios demuestran con números que las olas inmigratorias no son las causas del incremento de la criminalidad sino que en muchos contextos tienen un efecto contrario, se argumenta que si no es la cantidad por lo menos es la calidad de los nuevos crímenes. Es posible que los medios de difusión jueguen un factor en la percepción de un horror antiguo, pero podemos aceptar que la violencia ha llegado o se mantiene en niveles intolerables para una sensibilidad civilizada —dejemos de lado que estos crímenes también son un fenómeno de la ciudad, de la civilización.

En América latina, como no se les puede echar la culpa a los antiguos inmigrantes, se le echa la culpa a la permisividad de los gobiernos. Así surge la tentación fácil de reclamar el regreso de las viejas dictaduras o, por lo menos, de sus viejos métodos.

Primero, considerando que todos éstos son países republicanos, la acusación no tiene sustento. No son los gobiernos los que administran la justicia.

Segundo, no es casualidad que los reclamos de “mano dura” provengan siempre de sectores de la derecha política cuando hoy en día, rompiendo con una tradición centenaria, la mayoría de los gobiernos se declaran de izquierda.

Tercero, en mi país, Uruguay, y en muchos otros, esta acusación además es paradójica. Quienes cometieron crímenes en masa, violaciones al por mayor, han obtenido grandes descuentos cuando no el perdón oficial y, en algún período de la reciente historia, el perdón de la mayoría del electorado. Entonces ¿cómo los políticos que durante décadas construyeron un discurso ideológico de impunidad y de olvido ante los mayores crímenes contra la humanidad pueden hablar ahora de “gobiernos permisivos”? ¿Por qué habría un país de usar mano dura con un asesino que mata a un inocente y promover el megaolvido y el megaperdón de una cofradía de asesinos que secuestra, tortura, viola y asesina a cientos y a miles? ¿Cómo pueden estos mismos discursantes de la moral pública levantar las cejas de asombro ante olas de delincuentes como si esta verdadera “adaptación social” hubiese sido aprendida en cuatro cursos acelerados de Perversión Civil?

 

Síntomas de una civilización enferma

Hay, sin embargo, un factor central que no depende de los políticos criollos de turno, sean de derecha o de izquierda. Tampoco vamos a pensar que nuestros caminales, sean reos o sean ex presidentes, son los responsables del rumbo de toda una civilización. También ellos son, llegados el caso, colaboradores, quizás involuntarios, de un sistema que, si no supera el tamaño de sus egos, al menos sí supera el alcance de sus poderes reales.

También son ellos y somos nosotros hijos de una cultura y de una civilización. La civilización del músculo, del proselitismo y de la conquista; la cultura del materialismo y de la más reciente fiebre del consumismo como síntoma de éxito.

¿Por qué se llaman “países emergentes” a Rusia, China e India? Su “éxito” radica en parecerse algo más a Estados Unidos al tiempo de presentarse como “algo distinto”. Con demasiado anticipo celebran el fin del imperialismo americano mientras cada uno de ellos deja la vida por convertirse en nuevos imperios capitalistas. Copian defectos ajenos mientras conservan los propios. El éxito de estos países “tan distintos” se mide y se define en las bolsas de las capitales financieras, en el gasto interno, en el consumo de combustible, en el número de nuevos millonarios, en la construcción de nuevos centros comerciales con sus Halloween, sus barbies rubias de ojos rasgados. El objetivo es el éxito y éste se mide con los mismos valores que ya fueron definidos e impuestos por Estados Unidos.

El especulador de Wall Street, el traficante de drogas y el ladrón de gallinas persiguen lo mismo, porque sus valores son esencialmente los mismos: el éxito económico, con o sin el éxito del prójimo, con o sin el imperio del la ley. (El exceso de testosterona provoca mayor placer en la derrota del rival que en la victoria propia; es lo que se llama “poner huevo”.) La diferencia radica en que unos ejercen el peso de la ley, no porque son buenos sino porque les conviene. Cuando la ley deja de convenirles surgen los Bernard Madoff con sus calculadas megaetafas. ¿Cuántos miles, sino millones de víctimas dejan estos criminales? Sin duda muchas más que un horrible asesino que descarga toda la basura de su subcultura en una pobre víctima individual. Y el horror se ve con la sangre, no con los hambreados del despido ni con los muertos anónimos bajo las bombas de los intereses corporativos.

Quizás los criminales comunes sean la forma en que una sociedad expurga sus propios pecados. Quien roba, asesina, viola, trafica con drogas es un perfecto adaptado social. Adaptado a los valores básicos de nuestras sociedades contemporáneas, fundadas en la competencia, la avaricia y la desesperación por el éxito individual. Unos ejercitamos ese vicio a través del arte, de las ciencias. Otros a través de las intrigas públicas, en caso de un político, o de las intrigas domésticas, en caso de un pobre diablo. Otros son más directos y asaltan, roban y matan. Esos criminales representan los valores más profundos de nuestras sociedades pero carecen del arte y de la educación de los buenos jugadores que triunfan porque respetan las reglas del juego. Sin importar si se trata de un juego de damas o de la ruleta rusa o de Abu Ghraib.

En esta cadena de violencias ninguna es contradictoria con la otra. Son parte de un mismo mecanismo. Un pequeño engranaje parece girar en sentido opuesto a un engranaje mayor, pero éste se mueve por aquel y aquel para éste.

Nadie puede cambiar por sí solo el rumbo de la civilización. Ella nos crea. Pocos pueden cambiar el destino de millones de personas que sufren o se benefician de sus decisiones. Casi todos podemos hacer algo por cambiar nuestro entorno más inmediato. Todos, sin duda, podemos hacer mucho por cambiarnos a nosotros mismos. El único problema es que casi nunca queremos. Estamos demasiado enamorados de nuestros defectos y preferimos hablar de los defectos ajenos.

 

 

 

Jorge Majfud

Lincoln University, mayo 2009.

 

 

 

 

 

Consumo, ergo soy

 

Money, money, money

 

Un descenso en el consumo es la peor noticia de estos últimos meses del 2008 en Estados Unidos, México, Europa, Rusia, Japón, Indonesia, China y la Cochinchina. Los presidentes de todo el mundo, de todos los colores y de todas las ideologías en consumo, tratan desesperadamente de confirmar la fe de los consumidores en La Economía, para que vuelvan a consumir más y no cunda el pánico de una catástrofe de consumidores que no consumen. Europa, Japón y Estados Unidos ya han inyectado dinero en los mercados para que los consumidores consuman. Casi nadie habla de los problemas de la producción sino de los problemas del consumo. Si antes el ahorro era la base de la fortuna ahora la obligación moral es el gasto, porque es la base de la reactivación.

Casi un año atrás el gobierno norteamericano había enviado jugosos cheques a cada uno de sus consumidores para que los invirtieran en consumir, pero a alguno se le ocurrió la mala idea de ahorrarlo o prefirió pagar alguna que otra deuda. Hasta los programas de la farándula —que son los principales programas de educación popular—, como El Gordo y la Flaca de Miami parecen haber hecho causa heroica sobre la obligación de consumir para impulsar el desarrollo, por lo cual irse de shopping pasa a ser un valiente acto de altruismo. Una vez más los pobres y hambrientos del mundo tienen más motivos para agradecer a los ricos despilfarrantes.

Hace unos cuatro años le dije a un amigo brasileño que defendía la costumbre de la gente en Estados Unidos de comprar y tirar sin necesidad, que un progreso que se base en este consumo desorbitado no me convencía en su lógica interna. Mi amigo me replicó que si no fuera por todo lo que se tira y desperdicia en Estados Unidos no habría tantas industrias en África y en América latina ni países socialistas como Venezuela venderían tanto petróleo a precios tan altos.

Hasta cierto punto tenía razón, pero visto en su globalidad afirmar que cada vez que uno tira a la basura media pizza, un televisor o una silla fuera de moda, en realidad le está haciendo un favor a un pobre en alguna parte del mundo es una lógica que falla por algún lado. Hasta cierto punto es comprensible que si los yanquis no consumen la basura que produce China, los otros países productores de materias primas, países en vías de consumo, pierden más mercados, empezando por el mercado del petróleo. Pero como entre los drogadictos, las inyecciones de dinero dulce se han repetido con menor efecto cada vez. A largo plazo, basar el progreso en el mero consumo sigue siendo un absurdo que tendrá que cambiar algún día. Un absurdo del que todos formamos parte de una forma o de otra.

Ahora, ¿cómo es posible mantener viva esta superstición por tanto tiempo?

 

 

Miénteme muy lentamente

 

Pese a todo, la narrativa macroeconómica ha sido, increíblemente sincera: el objetivo de los consumidores —antes ciudadanos, gente, personas— es consumir. O las crisis vuelven sinceros a sus actores o el trabajo sucio lo sigue haciendo la narratura social. Veamos.

Un comercial de Best Buy muestra a una joven empleada hablando en spanglish. La joven narra cómo recientemente atendió a dos niños que querían hacerle un regalo a su madre y sólo tenían unas cuantas monedas. Ella los ayudó a conseguir un modesto disco de música para que los niños tuviesen algo qué regalar. Al final, la joven concluye con una moraleja al estilo de los Exemplos del Conde Lucanor en el siglo XIV: “no importa el valor del regalo sino que éste sea hecho con el corazón”. En otro comercial casi simultáneo, Wal*Mart aconseja a los consumidores que ahorren dinero en tiempos de crisis económica. Claro, para ahorrar, deben ir a consumir a Wal*Mart.

El primer sentido y objetivo de la empresa y del comercial —los beneficios económicos producidos por la venta, grande o modesta— es oculto detrás de una narración que apela a la emoción y a un discurso tradicional y políticamente correcto. El explícito “no importa el valor monetario sino el valor emocional” sustituye el verdadero sentido de la narración, que es el contrario implícito: “no nos importa el amor sino que los niños compraron, consumieron, y detrás de ellos y en su propio futuro está la continuidad de estas ganancias”. Ahora, si la lógica del beneficio no es mala ni para un socialista que vive en un mundo capitalista, ¿por qué ocultarla?

Quizás porque uno sólo puede tener una fe ciega en aquello que no se ve. La narración de la ideología hegemónica hace invisible su objetivo central presentando una visualización contraria de esa narración, es decir, creando la máscara de la historia real. De la misma forma, el mundo secular del capitalismo se enmascara con la narración religiosa que predomina en sociedades como Estados Unidos.

La narratura social —narrativa que sutura las contradicciones sociales— disocia la realidad del discurso poniendo el discurso por encima de una determinada realidad que cubre como un manto. Se confía que el público no atenderá a esa realidad sino al discurso. El discurso, al ser políticamente correcto y repetitivo, es ingerido como ideoléxico, como el espacio moral que es compartido por diferentes grupos sociales, políticos, religiosos, raciales, generacionales, and so on.

Hace unos años en Estados Unidos existían eslóganes de clínicas privadas que rezaban “Your health is our passion (Su salud es nuestra pasión)”. Tal vez porque este slogan no era del todo verosímil, para re-suturar esta contradicción, los comerciales comenzaron a incluir cápsulas dialécticas de este tipo: “your health is our business, but it is also our passion” (Su salud es nuestro negocio, pero también es nuestra pasión)”. Mientras tanto, para que una persona logre obtener un seguro de salud primero debe demostrar que no está enfermo. Es lógico, desde la perspectiva del mercado: si las compañías aseguradoras asegurasen enfermos perderían dinero. Y cuál es el objetivo de una compañía que vende derechos de salud? La salud? Sí, la salud de la compañía. La aseguradora se asegura que el asegurado no necesita un seguro antes de vendérselo. Si una compañía de seguros de salud sospecha que el aplicante puede enfermarse seriamente en los próximos años, le denegará la aplicación. Está en su derecho de proteger sus beneficios. Si de todas formas usted quiere comprar un plan de salud deberá ir a una clínica y gastarse sus ahorros para que un médico le asegure a la aseguradora que usted está perfectamente sano. Si logra hacerlo, tendrá un servicio de primera: la mejor medicina con la mejor tecnología; y si es hospitalizado tendrá el mejor menú en las salas más amplias y más confortables del mundo. Porque eso es buen servicio. Si no puede, mejor declárese indigente, porque el Estado tiene buenos programas en estos casos. Pero recuerde, usted debe ser gente o indigente, ese es el negocio.

“No importa el dinero sino comprar con el corazón”; “Su salud es nuestro negocio, pero también es nuestra pasión”. La verdad y la mentira llegaron a un acuerdo: iban a caminar juntas pero cada una seguiría disfrazada de la otra, para que el trabajo de distinguirlas sea aún más dificultoso. Ambas también acordaron hablar un idioma común y el uso de la narratura social como género literario predominante de cada nueva cultura hegemónica. Así, iban a buscar cada día nuevas estrategias para negar lo que se dice y decir lo que se niega y, al mismo tiempo, lograr que quienes deban sufrir la violencia de una determinada realidad sean ellos mismos quienes repitan la narratura que la provoca y la sostiene. Violencia dulce, pero dulce al fin. Y cuando alguien se atreva a dudar de cuál es cual, si quien habla es la verdad o la mentira, será crucificado o exiliado por la misma turba en nombre de la coherencia práctica y de la paz mundial.

 

Jorge Majfud

Diciembre 2008

 

 

 

Consumo, logo existo

 

Dinheiro, dinheiro, dinheiro

 

Uma queda no consumo é a pior notícia dos últimos meses de 2008 nos Estados Unidos, México, Europa, Rússia, Japão, Indonésia, China e na Cochinchina. Os presidentes de todo o mundo, de todas as cores e de todas as ideologias em consumo, tratam desesperadamente de confirmar a fé dos consumidores na Economia, para que voltem a consumir mais e não se espalhe o pânico de uma catástrofe de consumidores que não consomem. Europa, Japão e Estados Unidos já injetaram dinheiro nos mercados para que os consumidores consumam. Quase ninguém fala dos problemas da produção e sim dos problemas do consumo. Se antes a poupança era a base da fortuna agora a obrigação moral é o gasto, porque ele é a base da reativação.

Quase um ano atrás, o governo norte-americano havia enviado suculentos cheques a cada um de seus consumidores para que os investissem em consumo, mas a algum ocorreu a má idéia de economizá-lo, ou preferiu pagar uma ou outra dívida. Até os programas de auditório — que são os principais programas de educação popular—, como El Gordo y la Flaca de Miami parecem ter transformado em causa heróica a obrigação de consumir para impulsionar o desenvolvimento, de modo que ir às compras passou a ser um valente ato de altruísmo. Uma vez mais os pobres e famintos do mundo têm mais motivos para agradecer aos ricos esbanjadores.

Há uns quatro anos eu disse a um amigo brasileiro, que defendia o hábito das pessoas nos Estados Unidos de comprar e jogar fora sem necessidade, que um progresso que se baseie nesse consumo excessivo não me convencia em sua lógica interna. Meu amigo respondeu que se não fosse por tudo o que se descarta e desperdiça nos Estados Unidos não haveria tantas indústrias na África e na América Latina, nem países socialistas como a Venezuela venderiam tanto petróleo a preços tão altos.

Até certo ponto ele tinha razão, mas, visto em sua globalidade, afirmar que cada vez que alguém joga no lixo uma meia pizza, um televisor ou uma cadeira fora de moda, na realidade está fazendo um favor a um pobre em alguma parte do mundo é uma lógica que falha por algum lado. Até certo ponto é compreensível que se os yanquees não consomem o lixo que a China produz, os outros países produtores de matérias-primas, países em vias de consumo, perdem mais mercados, começando pelo mercado do petróleo. Mas, assim como entre os viciados, as injeções de dinheiro doce se repetem com menor efeito a cada vez. A longo prazo, basear o progresso no mero consumo continua sendo um absurdo que terá de mudar algum dia. Um absurdo do qual todos fazemos parte, de uma forma ou de outra.

Agora, como é possível manter viva esta superstição por tanto tempo?

 

Mente-me muito lentamente

 

Apesar de tudo, a narrativa macroeconômica tem sido incrivelmente sincera: o objetivo dos consumidores —antes cidadãos, gente, pessoas— é consumir. Ou as crises tornam sinceros os seus atores ou o trabalho sujo continuará sendo feito pela narratura social. Vejamos.

Um comercial da Best Buy mostra uma jovem funcionária falando em spanglish. A jovem conta como recentemente atendeu a dois meninos que queriam dar um presente à sua mãe e só tinham algumas moedas. Ela os ajudou a conseguir um modesto disco de música para que eles tivessem algo a presentear. Ao final, a jovem conclui com uma lição de moral ao estilo dos Exemplos do Conde Lucanor no século XIV: “não importa o valor do presente mas que este seja dado com o coração”. Em outro comercial quase simultâneo, a Wal-Mart aconselha os consumidores que economizem dinheiro em tempos de crise econômica. Claro, para economizar, devem consumir na Wal-Mart.

O primeiro sentido e objetivo da empresa e do comercial —os benefícios econômicos produzidos pela venda, grande ou modesta— está oculto atrás de uma narração que apela para a emoção e de um discurso tradicional e politicamente correto. O explícito “não importa o valor monetário mas sim o valor emocional” substitui o verdadeiro sentido da narração, que é o contrário implícito: “não nos importa o amor, mas que as crianças compraram, consumiram, e por trás deles e em seu próprio futuro está a continuidade desses ganhos”. Agora, se a lógica do benefício não é ruim nem para um socialista que vive em um mundo capitalista, por que ocultá-la?

Talvez porque só se possa ter uma fé cega naquilo que não se vê. A narração da ideologia hegemônica torna invisível seu objetivo central apresentando uma visualização contrária dessa narração, quer dizer, criando a máscara da história real. Da mesma forma, o mundo secular do capitalismo se mascara com a narração religiosa que predomina em sociedades como os Estados Unidos.

A narratura social —narrativa que sutura as contradições sociais— dissocia a realidade do discurso, colocando o discurso acima de uma determinada realidade que cobre como um manto. Confia-se que o público não atenderá a essa realidade mas sim ao discurso. O discurso, ao ser politicamente correto e repetitivo, é ingerido como ideoléxico, como o espaço moral compartilhado por diferentes grupos sociais, políticos, religiosos, raciais, de gerações, and so on.

Há alguns anos, nos Estados Unidos existiam slogans de clínicas privadas que pregavam “Your health is our passion (Sua saúde é nossa paixão)”. Talvez porque este slogan não era de todo verossímil, para re-suturar esta contradição os comerciais começaram a incluir cápsulas dialéticas do tipo: “your health is our business, but it is also our passion (Sua saúde é nosso negócio, mas também é nossa paixão)”. Enquanto isso, para que uma pessoa consiga obter um seguro de saúde, primeiro deve demonstrar que não está doente. É lógico, sob a perspectiva do mercado: se as companhias seguradoras segurassem enfermos, perderiam dinheiro. E qual é o objetivo de uma companhia que vende direitos de saúde? A saúde? Sim, a saúde da empresa. A seguradora se assegura que o segurado não necessita de um seguro antes de vendê-lo. Se uma companhia de seguros de saúde suspeita que o candidato pode adoecer seriamente nos próximos anos, lhe negará a apólice. Está em seu direito de proteger seus benefícios. Se, de qualquer forma, você quiser comprar um plano de saúde, deverá ir a uma clínica e gastar suas economias para que um médico assegure à seguradora que você está perfeitamente são. Se conseguir fazer isso, terá um serviço de primeira: a melhor medicina com a melhor tecnologia; e se for hospitalizado, terá o melhor menu nas salas mais amplas e mais confortáveis do mundo. Porque isso é bom serviço. Se não puder, é melhor declarar-se indigente, porque o Estado tem bons programas para estes casos. Mas, lembre-se, você deve ser gente ou indigente, esse é o negócio.

“Não importa o dinheiro mas sim comprar com o coração”; “Sua saúde é nosso negócio, mas também é nossa paixão”. A verdade e a mentira chegaram a um acordo: vão caminhar juntas mas cada uma seguirá disfarçada da outra, para que o trabalho de distingui-las seja mais difícil. Ambas também concordaram em falar um idioma comum e usar a narratura social como gênero literário predominante de cada nova cultura hegemônica. Assim, buscarão a cada dia novas estratégias para negar o que se disse e dizer o que se nega e, ao mesmo tempo, fazer com que aqueles que devem sofrer a violência de uma determinada realidade sejam eles próprios que repitam a narratura que a provoca e sustenta. Violência doce, mas doce até o fim. E quando alguém se atrever a duvidar de qual é qual, se quem fala é a verdade ou a mentira, será crucificado ou exilado pela mesma turba, em nome da coerência prática e da paz mundial.

 

Prof. Jorge Majfud

Traduzido por  Sylvia Bojunga

 

 

 

Rebeldes à la carte

 

En 1772 José Cadalso escribió Eruditos a la violeta, la parodia de un manual para aprender todo lo necesario de las artes y las ciencias en siete días. Por entonces, para la aristocracia y la nueva burguesía, la cultura era un simple medio para presumir en sociedad. En nuestro tiempo eso ya no es posible; no porque falten los pedantes sino porque la cultura de lo grave es estratégicamente despreciada cuando no ignorada. La frivolidad y la pereza intelectual ya no son obstáculos para la fama y el éxito sino un requisito.

Aunque revolución alude a “giro radical”, es decir, “vuelta de dirección”, en el contexto histórico de la Era moderna (simplifiquemos: 1650-1950) significó lo contrario: era la radicalización de lo que se entendía como “progreso de la historia”. Es decir, consistía en evitar precisamente una “vuelta atrás”, una reacción, lo que en gran parte se logró en el breve período de la Posmodernidad. Hasta finales del siglo XX las fuerzas reaccionaras en América Latina se sirvieron del poder de la fuerza militar. Luego, esa particularidad del margen se apropió de un recurso propio del centro. En su segunda gran obra, Les damnés de la terre (1961), Frantz Fanon ya había observado en África que cuando la burguesía colonialista se da cuenta de los inconvenientes de sostener su dominación por la fuerza, decide mantener un combate sobre el terreno de la cultura. Ernesto Che Guevara —que probablemente sintió una fuerte influencia del filósofo negro— razonaba en 1961, doce años antes del golpe de estado en Chile: “si un movimiento popular ocupara el gobierno de un país por amplia votación popular, y resolviese, consecuentemente, iniciar las grandes transformaciones sociales que constituyen el programa por el cual triunfó […] es lógico pensar que el ejército tomará partido por su clase, y entrará en conflicto con el gobierno constituido. Ese gobierno puede ser derribado mediante un golpe de estado más o menos incruento y volver a empezar el juego de nunca acabar”. Guevara se equivocó muchas veces, pero en esto la historia le dio la razón.

En la actualidad, con los ejércitos tradicionales en franca decadencia por todas partes (¿veremos en el siglo XXI el fin de los ejércitos?), el status quo se sirve del discurso de la neutralidad y del culto a un sustituto de su adversario. El principio es el mismo que rige para inmunizar a una persona contra alguna enfermedad usando una vacuna hecha en base al mismo virus esterilizado para provocar un aumento de la reacción inmunológica del cuerpo.

En América Latina, cuando los adolescentes piensan en un icono de la rebeldía piensan en grupos como RBD (“Rebelde”), un grupo musical nacido de una telenovela mexicana. Como bien satirizó el comediante Adal Ramones con su indiscutible genio histriónico, la rebeldía de estos “rebeldes” es terrible: qué padre animarse a usar la corbata del colegio floja y de un costado, teñirse el pelo de una onda que, way, re-rebbelde, qué padre tantos escuincles de la high so rebeldes. La canción bandera de este grupo repite hasta el hastío que “soy rebelde cuando no sigo a los demás / y soy rebelde cuando me juego hasta la piel”. Otra prueba de que la realidad se construye más con palabras que con ladrillos: si se trata de que todos sigan una conducta de rebaño, se identifica esa misma conducta con el valor contrario. “No seguir a los demás” significa, exactamente, repetir todo lo que hacen los demás. O repetir lo que tres señores inventaron una noche entre cuatro paredes y sacando cuentas, para que el rebaño se identifique con “la realidad de la calle” o “la verdadera realidad”. Así tenemos re-rebeldes con la corbata de un costado y el pelo teñido de rojo, terribles actos de osadía en un mundo que nos ha hecho libres de elegir entre cien marcas diferentes del mismo desodorante, entre condones y combustibles con aromas frutales o de flores salvajes.

Al mismo tiempo que se repiten lugares comunes, se repite también la inocente pretensión de ser absolutamente originales. Incluso la idea de que ser progresista pretende significar un rechazo a todo lo dado, todo lo heredado de la historia en nombre de la originalidad, es paradójica. Pero si negásemos o destruyésemos todo lo que existe, no seríamos progresistas sino reaccionarios. No hay progreso posible sin una memoria y sin el reconocimiento de un proceso histórico previo (la ideología posmodernista niega todo posible progreso, excepto el tecnológico; de ahí su complaciente reacción o indiferencia radical). Ese proceso se realiza con sus propias contradicciones, avances y retrocesos, suponiendo un objetivo común de la historia, del cual soy partidario. El mismo Pablo Picasso, paradigma del genio creador, del destructor del pasado y de la creación de realidades inexistentes hasta él, fundamentó toda su obra en un inicial, profundo y serio estudio sobre las artes plásticas. El mismo cubismo posterior le debe al arte africano casi toda su originalidad. Lo mismo podemos decir de The Beatles y todo aquel grupo verdaderamente “creador”. La idea del creador, del artista innovador que destruye todos los cánones para crear un arte “rebelde”, en base a su propia ignorancia, no es más que una vana voluntad de contestar a la sociedad que se le opone y ejercitar, al mismo tiempo, su propia pereza intelectual. Pero de ninguna forma es un acto original y mucho menos independiente de esas fuerzas hegemónicas que guían su rebeldía. Ser famoso por quince minutos, como profetizó Andy Warhol, o por tres meses de inactividad bajo la lupa que confiere la fama, como los personajes de Gran Hermano cuyo paradigma moral es “ser uno mismo”—como si “uno mismo” no fuese el resultado de una deformación social, ideológica y cultural—, revindicar que “detrás de su obra y sus actos” no hay nada más que el “yo del artista”, libre y rebelde, es una fantasía. Ni siquiera es una fantasía del individuo, ni siquiera es producto de su rebeldía sino todo lo contrario: es la consecuencia lógica y complaciente de una cultura del consumo que vende la idea de libertad del individuo, de una ideología del vaciamiento del significado (Barthes, Derrida, Lyotard), una cultura del consumo sin ventanas ni puertas de salidas que convierte a la cultura ya no en una inquisidora de su propias raíces sino en una sirvienta de las necesidades del mercado, del apaciguamiento social e ideológico, de la domesticación del rebelde recluido en su propio yo que se cree original y aislado y, sin embargo, se parece a una lata de sopas Campbell en una góndola de Wall Mart o de Carrefour. Pero visto desde una perspectiva histórica más amplia, no hay libertad ni hay originalidad ni hay individuo. Hay masa, consumidora y complaciente. El artista es eso: no un creador, sino un reproductor (comprometido). Razón de la paradoja inicial: el rebelde no es un revolucionario, es un conservador. Por el contrario, el progresista no es un elefante en el bazar de la civilización; es un constructor de “nuevas realidades” a partir de la conservación y rescate de un tesoro infinitamente superior a sus propias fuerzas: toda la obra de la humanidad, recogida por la historia, por la memoria viva de la crítica permanente, por un respeto mínimo a la cultura de las culturas.

Hay momentos en la historia en que las fuerzas conservadoras se sirven de los rebeldes esterilizados, en que los individuos que pretenden ser originales en base a un conocido elogio a la ignorancia, apenas son reaccionarios, ya que pretender ser originales sin una cultura previa, sin una memoria y sin la valoración y cuidado de la obra histórica que la humanidad ha realizado siglo tras siglo, es pretender ser un hombre de las cavernas en la era digital. Es decir, un hombre sin historia, sin memoria colectiva, orgulloso de su originalidad, de su rebeldía liliputiense.

El problema no está en la forma. El problema surge cuando en nombre de la originalidad se bombardea la catedral de Colonia o Notre Dame o el Taj Mahal para levantar allí un supermercado o una discoteca. Y si estos monumentos de la memoria han sido producto de la injusticia social de su momento, por eso mismo lo ha de estimar la cultura. A nadie se le ocurriría quitar de allí las pirámides de Gizeh porque fueron construidas por esclavos. Por eso los soldados de Napoleón, cuando se divertían disparándole a la Esfinge eran bárbaros. No porque aprobemos la esclavitud sino por lo contrario: porque la pérdida de la memoria colectiva, de la memoria —viva o muerta— de la historia nos hunde en la esclavitud de la mediocridad, requisito indispensable para cualquier tipo de opresión. Al decir de F. Nietzsche en El nacimiento de la tragedia, “la jovialidad del esclavo [es la] que no sabe hacerse responsable de ninguna cosa grave, ni aspirar a nada grande, ni tener algo pasado o futuro en mayor estima que el presente”.

 

 

Jorge Majfud

The University of Georgia, Setiembre 2007