
Image via Wikipedia
Intellectual Capital (English)
Capitale intellettuale (Italian)
O capital intelectual (Portuguese)
El capital intelectual
En 1970 la huelga de los obreros de la General Motors redujo el PIB de Estados Unidos en un 4 por ciento y se calcula que fue la razón del pobre 2 por ciento de crecimiento que experimentó el país en los años siguientes.
Hoy la decadencia de todas las industrias automotrices de Estados Unidos apenas incide en un punto porcentual. Casi la totalidad del PIB radica en servicios, en el sector terciario. De este sector, la producción intelectual derivada de la educación es creciente. Sin mencionar que hoy casi nada se produce sin la intervención directa de los inventos informáticos más recientes derivados de la academia, desde la producción agrícola en los países exportadores hasta la industria pesada, mayoritariamente establecida en países llamados emergentes o en vías de desarrollo.
Durante gran parte del siglo XX ciudades como Pittsburg, Pensilvania, florecieron como centros industriales. Ricas y sucias, este tipo de urbes fue una herencia de la revolución industrial. Hoy es una ciudad limpia que vive y es reconocida por sus universidades.
En el último año, el llamado “research corridor” de Michigan (consorcio que forman la University of Michigan y la Michigan State University) aportó 14 billones de dólares al estado solo de los beneficios directos generados por sus inventos, patentes e investigaciones. Estos beneficios han crecido el último año y aun más en proporción en un estado que fue la casa de las grandes automotoras del siglo XX y que hoy se encuentran en decadencia.
Es decir, una parte de los beneficios directos derivados de la producción de “capital intelectual” de una universidad en el puesto 27 y otra en el 71 del ranking nacional de Estados Unidos, en un año suman el mismo capital monetario que todo lo producido por un país como Honduras. Este factor de producción intelectual explica, en gran parte, por qué sólo la economía de la ciudad de Nueva York y su área metropolitana equivale a toda la economía de India (en términos nominales internacionales, no de compra interior), de un país de más de mil millones de habitantes y con un gran crecimiento económico debido a su producción industrial.
Hoy en día el 90 por ciento del PIB de Estados Unidos deriva de bienes “no-manufacturados”. El valor monetario de su Capital Intelectual es de 5 trillones de dólares —casi el 40 por ciento del PIB total— lo que equivale por sí solo a todos los rubros juntos de la dinámica economía de China.
Si el imperio americano, como todos los imperios habidos y por haber, de formas directa o indirectas ha pirateado las materias primas de otros países, no es menos cierto que durante mucho tiempo y sobre todo hoy en día los países emergentes y por emerger piratean gran parte de los derechos de autor de inventos norteamericanos. Por no mencionar que solo la falsificación de marcas norteamericanas le resta a los productos originales 200 billones de dólares anuales, lo que supera por lejos el PIB total de países como Chile.
Si observamos esta realidad, podemos predecir que el mayor riesgo de los países emergentes es dejar descansar su actual desarrollo en la exportación de materias primas; el segundo, confiarse en la prosperidad industrial. Si los países emergentes no se ocupan de invertir con fuerza en la producción intelectual, confirmarán, quizás en una década o dos, la división de trabajo internacional que sostuvo las grandes diferencias económicas durante los siglos XIX y XX.
Ahora está de moda proclamar en los medios de todo el mundo que Estados Unidos está acabado, quebrado, a tres pasos de la desintegración en cuatro países, a dos pasos de la ruina final. Me da la impresión que la metodología de análisis no es del todo precisa porque, como criticaba el mismo Ernesto Che Guevara a quienes elogiaban la efectividad de la producción industrial socialista sobre la capitalista, se confunde deseo con realidad. El mismo Guevara se quejaba que esta pasión impedía una crítica objetiva o impedía ver que su objetivo no era simplemente la mayor producción de cosas.
Cuando se hacen pronósticos sobre el año 2025 o 2050 en gran medida se proyecta el presente sobre el futuro subestimando las innovaciones radicales que hasta un status quo prolongado puede producir. A principios de los años ’70 los analistas y presidentes como el mismo Richard Nixon estaban convencidos que el surgimiento y el éxito final de la Unión Soviética sobre Estados Unidos era inevitable. Los ‘70 fueron años de recensión y derrotas políticas y militares para el imperio americano.
Creo que desde fines del siglo pasado todos estamos de acuerdo en que este será un siglo de mayores equilibrios internacionales. No necesariamente más estable; tal vez lo contrario. Será un bien para el pueblo norteamericano y sobre todo para la humanidad que este país deje de ser la potencia arrogante que ha sido durante gran parte de su historia. Tiene muchos otros meritos a los cuales dedicarse, como también lo muestra la historia: un pueblo de inventores profesionales y amateurs, de premios Nobel, un excelente sistema de universidades y una clase de intelectuales que ha abierto caminos en las más diversas disciplinas, desde las humanidades hasta las ciencias.
El dramático crecimiento del desempleo en Estados Unidos es su mejor oportunidad para acelerar esta reconversión. En todos los rankings internacionales las universidades norteamericanas ocupan la mayoría de los primeros cincuenta puestos. Este monopolio no puede ser eterno, pero es allí donde radica su principal capital.
Jorge Majfud
Lincoln University, Setiembre 2009
Intellectual Capital
In 1970 the General Motors workers’ strike reduced the GDP of the United States by 4 per cent and it has been calculated to be the cause of the poor 2 per cent growth rate experienced by the country in the years that followed.
Today the decline in all of the automotive industries of the United States barely affects one percentage point. Nearly the entire GDP is located in services, in the tertiary sector. Of this sector, intellectual production derived from education is growing. Not to mention that today almost nothing is produced without the direct intervention of informational technologies most recently derived from the academy, from agricultural production in the exporting countries to heavy industry, mostly based in the so-called emerging or developing countries.
During much of the 20th century cities like Pittsburg, Pennsylvania flourished as industrial centers. Wealthy and dirty, this kind of urban center was inherited from the Industrial Revolution. Today it is a clean city that lives from and is recognized for its universities. In the past year, the so-called “research corridor” of Michigan (a consortium formed by the University of Michigan and Michigan State University) contributed 14 billion dollars to the state solely from the direct benefits generated by its inventions, patents and research. These benefits have grown in the last year and even more so proportionately in a state that was the home of the big automotive companies of the 20th century and which now find themselves in decline.
In other words, a portion of the direct benefits derived from the production of the “intellectual capital” of one university ranked 27th and another 71st in the United States, in one year amounts to the same quantity of monetary capital as everything produced by a country like Honduras. This intellectual production factor explains, in great part, why the economy of New York City and its metropolitan area alone equals the entire economy of India (in international nominal terms, or monetary value, not in terms of domestic consumption), of a country with over a billion inhabitants and with a large rate of economic growth due to its industrial production.
Currently 90 per cent of the GDP of the United States is derived from “non-manufactured” goods. The monetary value of its Intellectual Capital is 5 trillion dollars – almost 40 per cent of total GDP – which equals by itself all categories combined of China’s dynamic economy.
If it is true that the American Empire, like all empires past and future, has pirated directly or indirectly the raw materials of other countries, it is no less true that for a long time and more so today emerging countries, and those yet to emerge, have pirated the royalties of North American inventions. It bears mentioning that the falsification of North American trademarks subtracts from the original products 200 billion dollars in annual profits, a sum that far surpasses the total GDP of countries like Chile.
If we observe this reality, we can predict that the greatest risk for the emerging countries is to allow their current development in the export of raw materials to relax; the second greatest risk, to trust in industrial prosperity. If the emerging countries do not set about investing heavily in intellectual production, they will confirm, perhaps in a decade or two, the international division of labor that sustained the great economic differences during the 19th and 20th centuries.
It is currently fashionable to proclaim in the media around the world that the United States is finished, broken, three steps away from disintegrating into four different countries, two steps away from final ruin. My impression is that the methodology of analysis is not entirely precise because, as Ernesto Che Guevara himself criticized, those who lauded socialist industrial production over capitalist production confuse desire with reality. Guevara himself complained that this passion blocked objective criticism or blocked the ability to see that the objective was not simply greater production of things.
When predictions are made for the year 2025 or 2050 in large measure the present is projected onto the future, underestimating the radical innovations that even a prolonged status quo can produce. In the early 1970s, analysts and presidents like Richard Nixon were convinced that the emergence and ultimate success of the Soviet Union over the United States was inevitable. The 1970s were years of recession and political and military defeats for the American Empire.
I believe that since the end of the last century we are all in agreement that the present century will be one of greater international equilibrium. Not necessarily more stable; perhaps the opposite. It will be a good thing for the North American people and above all for humanity for this country to cease to be the arrogant power that it has been for much of its history. It has many other merits to which to dedicate itself, as history also shows: a nation of professional and amateur inventors, of Nobel prize winners, an excellent system of universities and an intellectual class that has been path-breaking in many disciplines, from the humanities to the sciences.
The dramatic growth of unemployment in the United States is its best opportunity to accelerate this economic restructuring. In all of the international rankings, North American universities occupy the majority of the top 50 positions. This monopoly cannot be eternal, but it is there where the country’s main capital is located.
Capitale intellettuale
Jorge Majfud, Lincoln University.
Tradotto da Maria Rubini
Nel 1970 lo sciopero dei lavoratori della General Motors ha ridotto il PIL entro il 4 per cento e si stima che siano stato questo il motivo della scarsa crescita del 2 per cento che il paese ha sperimentato negli anni successivi.
Oggi il declino di tutte le industrie automobilistiche USA colpisce un solo punto percentuale. Quasi tutto del PIL è nei servizi, nel settore terziario. In questo settore, la produzione intellettuale derivante dalla formazione è in aumento. Per non parlare che nulla quasi oggi viene prodotto senza l’intervento diretto delle invenzioni più recenti, dal computer del mondo accademico, dalla produzione agricola nei paesi che esportano verso l’industria pesante, soprattutto nei paesi in via di nota come emergenti o in via di sviluppo.
Per la maggior parte le città del ventesimo secolo, come Pittsburgh, Pennsylvania, fiorirono come centri industriali. Riccha e città sporca come è stata l’eredità della rivoluzione industriale. Oggi è una città pulita che vive ed è conosciuta per la sua università.
L’anno scorso, il corridoio “ricerca” del Michigan (Consorzio sono l’Università del Michigan e Michigan State University) ha contribuito per 14 miliardi di dollari allo Stato solo per i benefici diretti generati dalle loro invenzioni, brevetti e ricerca. Questi benefici sono cresciuti nel corso dell’ultimo anno e ancora di più in proporzione in uno stato che era la casa delle grandi auto del XX secolo che oggi sono in declino. Il che è, una parte dei benefici diretti derivanti dalla produzione di “capitale intellettuale” di una università al 27 ° posto e una classifica a livello nazionale in 71 degli Stati Uniti in una somma anno equivalente allo stesso capitale moneta prodotto da un paese come l’Honduras.Questo fattore spiega la produzione intellettuale, in gran parte, perché solo l’economia di New York e la sua area metropolitana è equivalente a tutta l’economia dell’India (in termini nominali internazionale, non di acquisto sul mercato interno) di un paese di oltre un miliardo di abitanti e una forte crescita economica a causa della sua produzione industriale.
Il 90 per cento di oggi del PIL è derivato dalla proprietà “non” prodotto “. Il valore monetario del capitale intellettuale è di 5 miliardi di dollari, quasi il 40 per cento del totale del PIL, il che equivale di per sé a tutti gli elementi insieme dell’economia dinamica cinese.
Se l’impero americano, come tutti gli imperi hanno sostenuto e, direttamente o indirettamente, ha violato le materie prime provenienti da altri paesi, resta il fatto che per lungo tempo e soprattutto oggi i paesi emergenti e grandi emergenti adottano la pirateria e parte dei diritti d’autore delle invenzioni americane. Per non parlare del marchio solo negli Stati Uniti la contraffazione sottrae dai prodotti originali $ 200 miliardi l’anno, che supera di gran lunga il totale del PIL dei paesi come il Cile.
Guardando a questa realtà, possiamo prevedere che l’aumento del rischio di paesi emergenti è a riposo l’attuale sviluppo delle esportazioni di materie prime, il secondo di fiducia prosperità industriale. Se i paesi emergenti non si occupano di investire massicciamente nella produzione intellettuale forse in un decennio o due, la divisione internazionale del lavoro che hanno sostenuto e che ha generato grandi disparità economiche nei secoli XIX e XX, rimarrà tale in futuro.
Ora è di moda proclamare, per i media di tutto il mondo, che l’America è finita, che è a tre passi dalla disintegrazione in quattro paesi, a due passi dalla rovina.
Ho l’impressione che la metodologia di analisi non è del tutto esatta perché, come criticò l’Ernesto Che Guevara lo stesso che ha elogiato l’efficacia della produzione industriale a capitalismo socialista, hanno confuso il desiderio con la realtà. Guevara si lamentava che la passione alla critica oggettiva impedisce di vedere che il suo obiettivo non era semplicemente l’aumento della produzione di cose.
Quando si effettuano le previsioni per il 2025 o il 2050 è previsto in gran parte in questo futuro, il sottovalutare le innovazioni radicali che anche uno status quo prolungato può produrre. Nei primi anni ‘70 gli analisti e presidenti come Richard Nixon erano convinti che la nascita e il successo finale dell’Unione Sovietica contro gli Stati Uniti sarebbe stato inevitabile. Gli anni ‘70 furono anni di recensione e sconfitte politiche e militari per l’impero americano.
Penso che dalla fine del secolo scorso, eravamo tutti d’accordo che questo sarebbe stato un secolo di grandi equilibri internazionali. Non necessariamente più stabile, forse il contrario. Sarà un bene per il popolo americano e soprattutto per l’umanità che questo paese smetta di esercitare il potere arrogante che ha esercitato per gran parte della sua storia. Ha molti altri meriti, a cui far riferimento per impegnarsi, come dimostra la storia, è un paese di inventori professionisti e dilettanti, di premi Nobel, di eccellenti sistemi universitarii e di una classe di intellettuali che ha aperto vie in diverse discipline, dalla umanistiche alle scienze.
Il drammatico aumento della disoccupazione in America è la sua migliore occasione per accelerare questa trasformazione. In tutte le classifiche internazionali le università americane occupano la maggior parte dei primi cinquanta posti. Questo monopolio non può essere eterno, a è lì che si trova la sua risorsa principale.
Jorge Majfud, Lincoln University.
Tradotto da Maria Rubini
O capital intelectual
Em 1970, a greve dos operários da General Motors reduziu o PIB dos Estados Unidos em cerca de 4%, e acredita-se que foi esta a razão dos míseros 2% de crescimento experimentados pelo país nos anos seguintes.
Hoje, a decadência de todas as indústrias automotivas dos Estados Unidos apenas incide em um ponto porcentual. A quase totalidade do PIB é representada por serviços, o setor terciário. Neste setor, a produção intelectual derivada da educação é crescente. Sem mencionar que, hoje, quase nada se produz sem a intervenção direta das invenções informáticas mais recentes derivadas da academia, desde a produção agrícola nos países exportadores até a indústria pesada, majoritariamente estabelecida em países chamados de emergentes ou em vias de desenvolvimento.
Durante grande parte do século XX, cidades como Pittsburgh, na Pensilvânia, floresceram como centros industriais. Rica e suja, esse tipo de urbe foi uma herança da revolução industrial. Hoje, é uma cidade limpa que vive e é reconhecida por suas universidades.
No último ano, o chamado research corridor de Michigan (consórcio formado pela University of Michigan e a Michigan State University) aportou 14 bilhões de dólares ao Estado só com os benefícios diretos gerados por suas invenções, patentes e pesquisas. Estes benefícios aumentaram no último ano e ainda mais em proporção em um Estado que foi a casa das grandes montadoras do século XX, hoje em decadência.
Ou seja, uma parte dos benefícios diretos derivados da produção de «capital intelectual» de uma universidade no 27º lugar e outra no 71º do ranking nacional dos Estados Unidos soma, em um ano, o mesmo capital monetário que o produzido por um país como Honduras. Este fator de produção intelectual explica, em grande parte, por que só a economia da cidade de Nova York e sua área metropolitana equivale a toda a economia da Índia (em termos nominais internacionais, não de compra interna), um país com mais de um bilhão de habitantes e um grande crescimento econômico graças a sua produção industrial.
Hoje, 90% do PIB dos EUA derivam de bens não manufaturados. O valor monetário de seu capital intelectual é de 5 trilhões de dólares – quase 40% do PIB total -, o que por si só equivale a todas as áreas juntas da dinâmica economia da China.
Se o império americano, como todos os impérios que surgiram e surgirão, pirateou de formas diretas ou indiretas as matérias-primas de outros países, não é menos certo que durante muito tempo e sobretudo hoje os países emergentes e a emergir pirateiam grande parte dos direitos autorais de invenções norte-americanas. Para não mencionar que só a falsificação de marcas norte-americanas rouba aos produtos originais 200 bilhões de dólares por ano, o que supera de longe o PIB total de países como o Chile.
Observando esta realidade, podemos prever que o maior risco dos países emergentes é apoiar seu atual desenvolvimento na exportação de matérias-primas; e o segundo é confiar na prosperidade industrial. Se os países emergentes não tratarem de investir com força na produção intelectual, confirmarão, talvez em uma década ou duas, a divisão de trabalho internacional que sustentou as grandes diferenças econômicas durante os séculos XIX e XX.
Agora está na moda proclamar na mídia do mundo todo que os Estados Unidos estão acabados, quebrados, a três passos da desintegração em quatro países, a dois passos da ruína final. Tenho a impressão de que a metodologia de análise não é de todo precisa, porque, assim como o próprio Ernesto Che Guevara criticava quem elogiava a eficácia da produção industrial socialista ante a capitalista, confunde-se desejo com realidade. O próprio Guevara reclamava que esta paixão impedia uma crítica objetiva ou impedia a percepção de que seu objetivo não era simplesmente a maior produção de coisas.
Quando se fazem prognósticos sobre o ano 2025 ou 2050, em grande medida projeta-se o presente sobre o futuro subestimando as inovações radicais que até mesmo um status quo prolongado pode produzir. No início dos anos 1970, os analistas e presidentes como o próprio Richard Nixon estavam convencidos de que o surgimento e a vitória final da União Soviética sobre os Estados Unidos eram inevitáveis. Os anos 1970 foram anos de recessão e derrotas políticas e militares para o império americano.
Creio que, desde o fim do século passado, todos concordamos que este será um século de maiores equilíbrios internacionais. Não necessariamente mais estável; talvez o contrário. Será um bem para o povo norte-americano e sobretudo para a humanidade que este país deixe de ser a potência arrogante que foi durante grande parte de sua história. Os EUA têm muitos outros méritos aos quais dedicar-se, como também demonstra a história: um povo de inventores profissionais e amadores, de prêmios Nobel, um excelente sistema de universidades e uma classe de intelectuais que abriu caminhos nas mais diversas disciplinas, das humanidades às ciências.
O dramático crescimento do desemprego nos Estados Unidos é a melhor oportunidade de acelerar esta reconversão. Em todas as classificações internacionais, as universidades norte-americanas ocupam a maior parte dos primeiros 50 lugares. Este monopólio não pode ser eterno, mas é ali que se encontra seu principal capital.
Jorge Majfud, Lincoln University.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Debe estar conectado para enviar un comentario.