Violencia que no se exporta se consume en el mercado interno

Violencia que no se exporta se consume en el mercado interno

El 24 de marzo de 1983, en un acto en la Biblioteca del Congreso, el presidente Ronald Reagan repitió las palabras del historiador Henry Commager: “la creación de los mitos nacionales nunca estuvo libre de conflictos; los estadounidenses no creían del Oeste lo que era verdad sino lo que para ellos debía ser verdad”.

Como en todos los grandes temas a los que se enfrenta la sociedad estadounidense, la actitud de una parte significativa ha sido siempre la de negar la realidad a través de narrativas y en base a sus mitos fundadores: la libertad propia como producto de las armas, la libertad ajena como producto de nuestro sacrificio, la promoción de la democracia en países bárbaros, la riqueza como mérito individual de unos pocos, la superioridad racial primero (“la raza libre”) y la superioridad nacional después (“el pueblo libre”), el éxito económico como prueba de ser los elegidos de Dios, la acusación a los demás de nuestros propios defectos (los fanáticos pertenecen a otras religiones)… 

El fanático religioso, que cree y siente que la realidad depende de sus oraciones y Dios está obligado a escuchar sus deseos, no se representa como tal. Esta negación de la realidad ha tenido resultados diversos, aunque casi siempre fue la realidad la que debió ceder. Pero cuando esa misma sociedad debe enfrentarse a un enemigo que no escucha ni se puede ver, un enemigo al que no se puede amenazar con un rifle AR 15 ni se puede bombardear, la negación de la realidad no funciona como se espera y la frustración explota por las viejas heridas.

En el caso del Covid 19, el país más rico y poderoso del mundo ha demostrado que no sabe organizarse como colectivo ni sus instituciones (como el sistema de salud) están hechas para actuar de esta forma civilizada a la altura de sus posibilidades materiales. Todavía algunas cosas se pueden aliviar a fuerza de montañas de dólares, pero la conducta racional de su sociedad y de sus líderes es un déficit que explica los millones de infectados y los ya casi doscientos mil muertos.

Con la excepción de las redes científicas y universitarias, con la excepción de un sector de la población que no alcanza a decidir las políticas de Estado, los políticos y la sociedad estadounidense tampoco saben relacionarse con las otras naciones para enfrentar el problema, como no ha sabido hacerlo para enfrentar un problema mayor, el ecológico. Si se relaciona, es a través del conflicto.

Como consecuencia de este enemigo interior e invisible, los antiguos problemas sociales y raciales (nunca resueltos por la misma afición a negar la realidad) se han exacerbado hasta empujar al país a un estado de tensión social y hasta niveles de violencia armada en las calles que no se veía desde hacía muchas décadas, cuando el país se dedicaba a exportar su violencia fundacional a otros países. Esta exportación de violencia no solo era estimulante para los negocios de la guerra, para la industria militar y las megacorporaciones, sino que, además, producía un poderoso efecto de distracción de los problemas propios y, por ende, de unión ante un enemigo exterior. 

Con la identificación de los inmigrantes como el nuevo “enemigo exterior”, el problema comenzó a filtrarse hacia el interior y se encontró con viejos monstruos, como la discriminación racial, el desprecio por los pobres (los perdedores), el fanatismo de las armas como solución a todos los problemas, y el patriotismo de banderas hasta en los calzones que cubre todas las viejas heridas que nunca cicatrizan, esas mismas que convierten los traumas históricos e individuales en motivos de orgullo.

Ahora, por primera vez en mucho tiempo, y mal gracias a la pandemia, algunos estadounidenses comienzan a sospechar que para ser llamado héroe no hay que vestir un uniforme militar e invadir otros países en nombre de la defensa propia y de la libertad ajena, sino que tal vez le debemos algo a los médicos, a las enfermeras, a los maestros y a tantos otros trabajadores que cada día construyen lo mejor y más necesario de nuestras sociedades. 

El triunfo del candidato opositor Joe Biden en la elección presidencial que se realizará en dos meses aliviará por un momento esta tensión social, pero a largo plazo tendrá un efecto contrario. Los perdedores no aceptarán la derrota ni aceptarán ceder un centímetro en la hegemonía de su propio país, como no la aceptan ahora que, tal vez inconscientemente, perciben la progresiva pérdida de sus privilegios domésticos e internacionales. Pero, a largo plazo también, la futura minoría en el recambio político y demográfico tendrá que conformarse con ver la reducción de sus mitos fundadores a fetiches y amuletos, no en sus cabezas sino en las nuevas generaciones que, además, deberán convivir con un mundo mucho menos dócil. 

Entonces, rezar ya no será suficiente, porque Dios estará ocupado escuchando a otros. 

JM, agosto 2020

Javier Mireles

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Memoria, igualdad y democracia

Romney

Romney (Photo credit: Talk Radio News Service)

1. Igualdad y democracia

 

Las leyes medievales, como las recogidas y dictadas por los escribas de Alfonso el Sabio en el siglo XIII, afirmaban que todo lo prohibido y prescripto estaba basado en la voluntad de Dios y en las mejores tradiciones religiosas, cuyos siglos de permanencia probaban sus bondades. La tortura y la pena de muerte que se ensañaban con las mujeres, moros y judíos, pobres y vasallos, no eran aplicables a la nobleza. Obviamente, no se podía juzgar igual la nobleza de un noble con la vileza de un villano. Por eso, para defender su verdad y honor los caballeros, los “hijosdalgo”, podían lidiar a caballo mientras los hijos de nadie debían hacerlo de a pie. Por entonces, las leyes escritas se justificaban diciendo que ésta era la mejor forma de poner a salvo el honor de un noble, sin tener que exponerlo al terrible método de una investigación que podría perjudicarlo con las mentiras del vulgo. Todo según la voluntad de Dios, según sus intérpretes oficiales.

La historia ha traído algunos progresos, como el reconocimiento de todos los seres humano a ser considerados iguales por el derecho, lo que luego incluyó el igual derecho a ser diferentes. Aunque ahora el discurso de los arengadores conservadores intente secuestrar la autoría de estos logros, ninguno de ellos fue posible por las iglesias en el poder sino a pesar de ellas.

La igualdad fue un valor importante o incipiente entre los cristianos mientras fueron ilegales en el imperio romano, pero desapareció como por arte de magia tres siglos después de la primera crucifixión de Jesús, cuando el imperio los adoptó como la religión oficial.

Diecisiete siglos más tarde, cuando los “teólogos de la liberación”, mal o bien intentaron retomar aquel espíritu igualitario que favorecía a los pobres y marginados de este mundo, fueron literalmente asesinados poco después de ser etiquetados como “marxistas” o “curas rojos”.

 

 2. Memoria y democracia

 

Por tradición tendemos a confundir a la democracia con los sistemas que la sirven, como lo es el sistema electoral, el Estado de derecho, las voluntades de la mayoría, la protección de las minorías y de las libertades en general.

Estamos de acuerdo que es el menos malo de todos los sistemas. Pero todas las “democracias” sufren de sus propias deficiencias que distinguen la palabra y la idea con ostentosas comillas. Las comillas son su corona de espinas. La democrática Atenas se dejó convencer por los demagogos de Anito para ejecutar a Sócrates, uno de sus mejores ciudadanos y probablemente el griego mas universal de todos los siglos. En nuestro tiempo, por ejemplo, una de las mayores debilidades de la democracia es la memoria de la gente, intoxicada por las densas humaredas que emanan de la industria de la información. A su vez, esta debilidad de la democracia es la mayor fortaleza de los políticos, de los Anitos de nuestro tiempo.

Por ejemplo, en Estados Unidos se ha vuelto un lugar común culpar al Estado y a sus servicios sociales por la crisis económica. Obviamente olvidan que la crisis de 2008 fue creada por el sector privado, más específicamente por el sector financiero, por los bancos y por las mega compañías. Una vez instaurada una crisis sin precedentes desde la Gran Depresión de los años treinta, el Estado salió a salvar esos bancos y esas compañías, con relativo éxito. Esta operación no podía realizarse sin generar deuda publica. Ahora, como retribución de la mala memoria de la gente, se culpa al Estado por la deuda que tiene y como solución al déficit y a la ineficiencia estatal, se proponen nuevas reducciones de servicios y, por supuesto, nuevas privatizaciones.

Todo lo cual resulta a la larga muy lógico, desde una mentalidad maquiavélica: el sector de las grandes compañías y sectas privadas crean una deuda, son salvadas por el Estado, es decir por el pueblo, y luego, como solución al endeudamiento, proponen más privatizaciones. Y el pueblo, que se hizo cargo de financiar la salvación de las mismas sectas privadas que crearon la crisis, aplaude la solución con entusiasmo.

 

 

Jorge Majfud

Jacksonville University

majfud.org

La Republica (Uruguay)

La Republica II (Uruguay)

Milenio (Mexico)

Milenio II (Mexico)

Patriarchy with a Woman’s Face

This is an alternate crop of an image already ...

Image via Wikipedia

El patriarcado con rostro de mujer (Spanish)

Patriarchy with a Woman’s Face

Jorge Majfud


The same day that Joe Biden is selected as candidate for the vice presidency by the Democratic Party, the campaign of John McCain reproduced several videos of Hillary Clinton sharply attacking Obama. Probably these ads were designed with a selection of Clinton in mind instead of Biden. But even though this expectation was not fulfilled, Republican Party strategists must have thought that such critical work should not be thrown away and chose to put it on the air anyway. Immediately afterward, McCain’s advertising called explicitly for Clinton’s sad supporters to vote for the Republicans, just as the old democratic candidate Joe Lieberman does now, allying himself with his ex-rival from the 2000 elections, George Bush, in support of McCain with the argument for the latter’s greater experience.

Shortly before the Republican candidate was to announce his selection for VP, a radio station called me to talk about this process. At that moment there were three names in play, all men, but considering the electoral market it was my opinion that McCain’s vice presidential candidate would be a woman. Since then we have not stopped hearing women’s groups and Sarah Palin appeal to women’s consciousness in order to gain power. If it is indeed true that there is still a long way to go to eliminate the arbitrary inequalities of power, perhaps one particular woman is not the best substitute for women in general.

There are still feminists today who take pride in Margaret Thatcher for having been a woman of steel in power in one of the old empires, even though women who ordered their black slaves whipped had already been abundant for centuries. It remains paradoxical that it was precisely Ronald Reagan and Margaret Thatcher who put the brakes on the progressive movements, among them the feminists, that appeared in the 1960s and which represented a rebellion of minority groups and of the oppressed (although in reality this was only a consequence of a long historical process initiated, in my view, in the 15th century).

All of that, which was barely the visible and ambiguous face of a deeper historical change, was reversed by the conservative wave that, in my opinion, will be coming to an end in the next decade but which can be slowed down in its movement, depending on the success or failure of some political changes around the world, especially in the United States. In whatever form, even if postponed, inexorable generational change will not depend on any political party. But right now possibility matters.

Sarah Palin is recognized as one of the most conservative among the conservative politicians. She is associated, for example, with “pro-life” groups. The latest slogan prays “Pro-Life, Pro-Palin,” in the assumed ideolexicon suggesting that others are not in favor of life. This defender of life supports unconditionally the war in Iraq and anywhere else it might be necessary. She is a member of the powerful National Rifle Association. She can be seen in photographs posing together with her children, smilling as beautifully as Diana, with a rifle in hand next to a moose she brought down herself, lying in a pool of blood in the snow. It is likely that the fondness for hunting and weapons on the part of the governor of Alaska and “pro-life” conservatives is not for fun or for sport, but out of necessity.

Significantly, the major stir that Sarah Palin has produced in recent days came with revelations of the pregnancy out of wedlock of one of her daughters. The scandal of the revelation, not of the pregnancy, is attributed to leftist press like the New York Times. Nonetheless, the fact must be of interest to conservatives, who are always concerned about the sexual life of sinners. However, the diverse groups of conservative women, among them Jane Swift, the ex-governor of Massachusetts, declared that all of the criticisms of Palin are sexist, since Palin is a woman. It is not sexist that, according to Hillary Clinton, it is acceptable to McCain and the conservatives that a woman receives a lower salary for the same work as a man because women are less educated than men.

From the conservative wing of the U.S. political spectrum, to which Palin belongs, have come theories that can in no way be called progressive and where being feminist is an insult as serious as being gay, liberal or an intellectual. In fact the intellectuals of this ideological region hate intellectuals in general and their books, and with a deep psychological need to police they dedicate themselves to making black lists of people, almost always colleagues, who they subsequently call “dangerous” or “stupid,” as if a stupid intellectual could be dangerous at the same time, the way a stupid president can be. From their pens have come impoverished but well publicized theories, like the theories of the return of patriarchy according to which the fact that a woman complies with the fixed role of stay-at-home mother produces families with many children, and consequently sustains the hegemony of an empire. Toward this end they cite not only the decline of the Roman Empire but the high birth rate of conservative families in the southern states in comparison with the low birth rate of liberal families in the north (e.g., Phillip Longman).

One cannot say that this is a campaign filled with rhetoric because it does not even amount to that much. Everything is reduced to the repetition of six or seven clichés whenever possible and even whenever irrelevant. One of the preferred clichés consists in emphasizing the experience of the candidate and their family values. Question: “What is the central idea of your candidate?” Answer (eyes fixed on the camera, face impassive): “The other candidate does not have the necessary experience.”

Experience is the other supreme virtue that is attributed to Sarah Palin when it is suggested that she has none. Almost as much as George Bush, who has had more than enough experience even before the beginning of his career and who has been so unjustly criticized and attacked by Democrats and avoided by his own party, but recognized by the conservatives for his family values and for his respect for his self-sacrificing wife. A man who from the beginning stood out not only for his incredibly broad political experience but also for his intelligence and his culture, although to these last two faculties one might add the generous virtue of discretion.

In summation and in their own words, conservatives are defenders of the values of the family. That is, authority proceeds from the father and fathers have the biblical right to define what is a family and what are its values. They are respectful and do not invade the private life of gays and lesbians as long as gays and lesbians do not attempt to obtain the same civil rights as decent people. The traditional role of the woman has been established by tradition and questioning that is part of the corruption and lack of values, all characteristics of the “bitter leftists,” liberals, and feminists.

Nevertheless, according to the polls, millions of women who previously supported Hillary Clinton have gone over to the Republican side. The electoral market, like on other occasions, is nourished by the contradictions of its consumers: those women who passionately defend in the media and in the cafes their support for a woman as a strategic advantage for the feminist movement without caring that that woman represents the exact opposite, may signify for the more sophisticated a demonstration of false consciousness, of complete manipulation. Something along the lines of women’s liberation through the consolidation of patriarchy, or the feminization of feminism.

We hope, in this context, that such brilliant masters of political chess will continue then to promise more freedom, democracy, and justice, and to always speak the truth, the whole truth, and nothing but the truth.

Translated by Bruce Campbell

 

Por derecho divino

Title Page of New-Haven's settling in New-Engl...

Image via Wikipedia

Por derecho divino

A principios de marzo de 2010, en medio de la visita a Israel del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, el gobierno israelí anunció nuevos planes de construcción en los territorios ocupados de Palestina en Jerusalén este.

El anuncio, que no fue el primero ni el último, provocó la reacción de Estados Unidos. El 13 de marzo la secretaria de estado, Hillary Clinton, calificó el anuncio expansionista como un insulto.

En respuesta, Hagai Ben-Artzi, el cuñado del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, reaccionó en defensa propia, declarando desde la radio del ejército que el presidente estadounidense era “antisemita, anti-israelí y anti-judío” y le pidió a su suegro que diga “no” a las interferencias estadounidenses. Sobre todo las injerencias del doctor Obama, a quien “no sólo no le gusta el primer ministro, sino que tampoco le gusta la gente de Israel”.

El Primer Ministro Netanyahu rectificó los dichos de su cuñado en un comunicado oficial: “Tengo una profunda gratitud por el compromiso del presidente Obama con la seguridad de Israel, el cual ha expresado muchas veces”.

Sin embargo, Ben-Artzi se vio obligado a hacer lo mismo, aunque extraoficialmente, afirmando que él sí “conoce las opiniones sobre Obama” de su cuñado, el Primer Ministro, pero no puede divulgar lo que “dice en conversaciones privadas”.

Días después de lo que las agencias noticiosas calificaron como la peor crisis en décadas entre Estados Unidos e Israel, el Primer Ministro israelí viajó a Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Obama. En medio de esta entrevista sin cámaras ni grabadores extraoficiales, la noticia de un nuevo plan de construcción en otra área en disputa en Jerusalén sorprendió al presidente norteamericano y al mismo ministro israelí.

El presidente se molestó con la noticia del plan y el ministro se molestó con la noticia. Acusó a la izquierda israelí de haberla filtrado y de no poner los intereses de Israel ante cualquier cosa.

Poco más tarde, el 22 de marzo, en un discurso ante uno de los lobbies más poderosos del mundo, el Comité de Asuntos israelí-estadounidense, el Primer Ministro Netanyahu fue muy claro: “La paz no se puede imponer desde afuera. Solo es posible a través de negociaciones directas en las cuales creamos un ambiente de confianza mutua” (“Peace cannot be imposed from the outside. It can only come through direct negotiations in which we develop mutual trust.”)

Lo que demuestra que el problema palestino es un asunto interno de Israel.

Según los autores de The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy (2007), los profesores John Mearsheimer (University of Chicago) y Stephen Walt (Harvard University), el Comité de Asuntos israelí-estadounidense es uno de los lobbies de mayor poder en Washington. “El lobby no desea un debate abierto porque éste podría llevar al pueblo americano a cuestionar el nivel de apoyo que le ofrece [al gobierno de Israel]. Consecuentemente, las organizaciones pro-israelíes trabajan duro para influir en las instituciones que se encargan de dar forma a la opinión pública […]. La mayor dificultad que ha encontrado el lobby ha sido al tratar de sofocar el debate en los campus universitarios […] Lo que más preocupa son los esfuerzos que han hecho los grupos judíos para presionar al Congreso para que establezca mecanismos de monitoreo sobre los dichos de los profesores”. [1]

John Mearsheimer y Stephen Walt concluyen que, “ninguna discusión sobre este lobby estaría completa sin un análisis de una de sus principales armas: la acusación de antisemitismo”.[2]

Claro que es posible que este estudio haya sido escrito por la influencia del antisemitismo.

El gobierno de Israel ejerce el legítimo derecho a su autodefensa, especialmente contra aquellos palestinos que en sus discursos niegan la existencia de Israel. Uno de los mecanismos de esta autodefensa consiste en aceptar en los discursos la existencia de Palestina y negarla de hecho en la práctica.

Sin duda Israel un día permitirá que el pueblo palestino tenga su propio país, su propio Estado, su propia ley. Pero eso será, quizás, cuando el Estado de Israel no se sienta amenazado.

En su discurso Americano, el Primer Ministro Netanyahu expresó que “de la misma forma que los palestinos esperan que Israel reconozca un Estado palestino, nosotros esperamos que los palestinos reconozcan un Estado judío” (“just as the Palestinians expect Israel to recognize a Palestinian state, we expect the Palestinians to recognize the Jewish state.”)

Todo lo que demuestra que el correcto uso del lenguaje es más importante que cualquier incorrección práctica, como lo es la colonización por la fuerza para crear un ambiente de confianza, o la suspensión de derechos humanos de pueblos que son hostiles a las buenas intenciones de los primeros ministros.

También es posible que estos últimos sean argumentos de fanáticos violentos, de jóvenes palestinos que arrojan piedras, de viudas terroristas que ponen bombas, de milicias armadas que tiran cohetes contra campesinos israelíes amenazando la existencia del Estado israelí y que desde enero de 2009 ya han matado a un campesino tailandés.

Y lo que es peor y menos conveniente que las piedras, tal vez estos sean argumentos de intelectuales, muchos de ellos judíos, que están influenciados por las malas ideologías y de vez en cuando se atreven a criticar las acciones del gobierno de Israel, que es la expresión de la opinión de su pueblo en primera instancia y de la voluntad de Dios en última.

La única verdad es que, como ha dicho el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, el pueblo judío construyó Jerusalén hace tres mil años. Los indicios o evidencias arqueológicas que afirman una edad anterior a este poblado no son tenidos en cuenta, no solo porque no proceden de las escrituras sagradas sino porque además el relato científico no se refiere a una ciudad sagrada sino a un asentamiento cananeo.

Algunos cambios se han hecho desde entonces, como en México D.F. luego que Dios entregó Tenochtitlán a Hernán Cortes y al catolicismo.

Algunos templos no existen más en Jerusalén. Otros se han construido en su lugar o encima. También se han agregado algunas viviendas, algunas torres, se han asfaltado algunas calles, se han agregado algunos semáforos. En fin, se han hecho algunos arreglos en los últimos dos mil años en que Palestina y Jerusalén estuvieron ilegalmente en manos de persas, griegos, romanos y árabes.

Claro que estos últimos pueblos no cuentan. Lo que cuenta es quien estuvo primero. Exceptuando aquellos infieles cananeos que habitaban Palestina antes que el pueblo de Moisés arribara y tomara posesión por mandato divino.

En su discurso ante el Comité israelita, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu informó: “Mi primer nombre es Benjamin. Este nombre tiene mil años de antigüedad. Benjamin se llamaba el hijo de Jacob. Uno de los hermanos de Benjamin se llamaba Shimon, el que viene a ser el mismo nombre de mi buen amigo, Shimon Peres, el Presidente de Israel. Hace aproximadamente cuatro mil años Benjamin, Shimon y sus diez hermanos recorrieron esas colinas de Jerusalén. El pueblo judío construyó Jerusalén hace tres mil años y ahora lo está construyendo de nuevo”.[3](traducción del autor)

Todo lo cual, tal vez, está en concordancia con el Antiguo Testamento:

“Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo, porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón. E hirieron a él y a sus hijos, y a toda su gente, sin que le quedara uno, y se apoderaron de su tierra”. (Números, 21:34, 35)

Después fue America.

Jorge Majfud

Marzo 2010.

Panama America (Panama)


[1] The Lobby doesn’t want an open debate, of course, because that might lead Americans to question the level of support they provide. Accordingly, pro-Israel organisations work hard to influence the institutions that do most to shape popular opinion. […] Where the Lobby has had the most difficulty is in stifling debate on university campuses. […] Perhaps the most disturbing aspect of all this is the efforts Jewish groups have made to push Congress into establishing mechanisms to monitor what professors say.”

[2] “No discussion of the Lobby would be complete without an examination of one of its most powerful weapons: the charge of anti-semitism.”

[3] “My first name, Benjamin, dates back 1,000 years earlier to Benjamin, the son of Jacob. One of Benjamin’s brothers was named Shimon, which also happens to be the first name of my good friend, Shimon Peres, the President of Israel. Nearly 4,000 years ago, Benjamin, Shimon and their ten brothers roamed the hills of Judea. The Jewish people were building Jerusalem 3,000 year ago and the Jewish people are building Jerusalem today”.


[1] The Lobby doesn’t want an open debate, of course, because that might lead Americans to question the level of support they provide. Accordingly, pro-Israel organisations work hard to influence the institutions that do most to shape popular opinion. […] Where the Lobby has had the most difficulty is in stifling debate on university campuses. […] Perhaps the most disturbing aspect of all this is the efforts Jewish groups have made to push Congress into establishing mechanisms to monitor what professors say.”

[2] “No discussion of the Lobby would be complete without an examination of one of its most powerful weapons: the charge of anti-semitism.”

[3] “My first name, Benjamin, dates back 1,000 years earlier to Benjamin, the son of Jacob. One of Benjamin’s brothers was named Shimon, which also happens to be the first name of my good friend, Shimon Peres, the President of Israel. Nearly 4,000 years ago, Benjamin, Shimon and their ten brothers roamed the hills of Judea. The Jewish people were building Jerusalem 3,000 year ago and the Jewish people are building Jerusalem today”.