Las raíces americanas del nazismo

«Las raíces americanas del nazismo»

 

Si eres rubio, perteneces a la mejor gente de este mundo. Pero todo se terminará contigo. Tus antepasados han cometido el pecado de mezclarse con las razas inferiores del sur. Como resultado, las mejores cualidades de los rubios, pertenecientes a la raza creadora de la mejor cultura, se ha ido corrompiendo, sobre todo aquí, en Estados Unidos”.

Así comienza el New York Times su artículo destacado del 22 de octubre de 1916 basado en el nuevo libro de Madison Grant The Passing of the Great Race (El final de la Gran Raza) quien, “en palabras mucho más científicas”, alerta del fin de la raza rubia a manos de los blancos de pelo castaño y, peor, de los de pelo castaño de piel oscura. Según el autor, el problema de los nórdicos era que no disfrutaban del frío y preferían el calor y la calidez soleada del sur, pero sólo podían subsistir en estas regiones tropicales como dueños de las tierras sin tener que trabajarlas. Los habitantes de India hablan la lengua aria pero su sangre ha perdido la calidad del conquistador. El autor, en una de sus conclusiones más moderadas, descubre que la solución está en las prácticas del pasado. “Ninguna conquista puede ser completa si no se extermina a las razas inferiores y los vencedores llevan a sus mujeres con ellosPor estas razones, los países al sur del cinturón negro de Estados Unidos, y hasta los estados al sur de Mississippi deben ser abandonados, es decir, libres, dejados a la suerte de los negros”. 

Las ideas de superioridad de la raza blanca para explicar y justificar el imperialismo moderno fueron moneda común durante el siglo XIX en ambos lados del Atlántico, generaciones antes que apareciera la excusa del comunismo. En Estados Unidos, las justificaciones científicas eran necesarias para mantener a su numerosa población negra (primero como esclavos y luego como ciudadanos segregados) en el lugar que supuestamente les correspondía según las reglas del orden, la civilización y el progreso. 

Ya avanzado el siglo XX, los memorandos y los  informes de diferentes políticos, senadores y embajadores continuaron con esa tradición. El jefe para América Latina y eventual embajador, Francis White, durante décadas escribió reportes y dio conferencias a futuros diplomáticos explicando que “con algunas excepciones, los gobiernos de América latina, sobre todo aquellos en los trópicos, poseen muy poca sangre blanca pura y mucha deshonestidad”. Para White, Ecuador era un país retrógrado porque tenía “apenas cinco por ciento de sangre blanca; el resto son indios o mestizos”. Su consejo a los futuros cónsules y embajadores que lo escuchaban en una conferencia en 1922 fue: si les toca un país de indios, sepan que “la estabilidad política está en proporción directa a la cantidad de blancos puros que ese país posea”.

Según Grant, y según muchos otros, la raza blanca ha sobrevivido en Canadá, en Argentina y en Australia gracias a que ha exterminado a las razas nativas. Si la raza superior no extermina a la inferior, la inferior vencerá. “Por mucho tiempo, América se ha beneficiado de la inmigración de la raza nórdica, pero lamentablemente, en los últimos tiempos también ha recibido gente de las razas débiles y corruptas del sur de Europa. Estos nuevos inmigrantes ahora hablan el idioma de la raza nórdica, usan la misma ropa, han robado sus nombres y hasta comienzan a aprovecharse de nuestras mujeres, aunque apenas entienden nuestra religión y nuestras ideas.

The Passing of the Great Race no se convirtió en un best seller inmediato, pero sí en uno de los clásicos del racismo científico del siglo XX que encontrará eco fácil en las élites económicas y en sus aspirantes pobres de raza blanca. Entre sus ávidos lectores se contarán Theodore Roosevelt y Henry Ford, futuro admirador y colaborador de Adolf Hitler, quien lo recomendará. The Boston Transcript publicará que todas las personas pensantes (es decir, blancas) deberían leerlo. El libro produjo un fuerte impacto en la clase dirigente y ayudó a definir las categorías que los elegidos usaron luego para redactar las leyes de inmigración en Estados Unidos en 1924: arriba se ubica la raza nórdica, más abajo los judíos, españoles, italianos e irlandeses y, aún más abajo, todo el resto de apariencia oscura. Según el autor, “la capacidad intelectual de las razas varía como varían los aspectos físicos de cada una… A los estadounidenses les ha llevado cincuenta años para comprender que hablar inglés, usar buena ropa, asistir a la escuela y a la iglesia no transforma a un negro en un blanco”. El autor no aclara si los racistas procedentes de las razas superiores no son las inevitables excepciones a la regla, ya que es bien sabido que entre los blancos también existen los integrantes con aguda discapacidad intelectual que, por obvias razones, no se consideran como tal y son los primeros en adoptar esta teoría de la superioridad por asociación que no requiere méritos individuales. 

Unos años después, en 1924, del otro lado del Atlántico, un soldado en su celda llamado Adolf Hitler leerá con pasión el libro de Madison Grant y comenzará a escribir Mi lucha. Hitler reconocerá The Passing of the Great Race como su biblia. Cuando Hitler se convierta en el líder de la Alemania nazi, su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, leerá con la misma pasión el libro Propaganda, del estadounidense judío, doble sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays. Berneys no inventará las fake news pero las elevará a la categoría de ciencia. Diferente a su tío Freud, probará que estaba en lo cierto cuando, en 1954, por pedido de la CIA, logre hacer creer al mundo que el nuevo presidente de Guatemala no era un demócrata sino un comunista. Como consecuencia de esta manipulación mediática, cientos de miles de muertos alfombrarán los suelos de Guatemala en las siguientes décadas. 

El soldado Adolf Hitler no tenía ideas radicales. Tampoco era un pensador radical, sino todo lo contrario: sus ideas y su pensamiento eran de uso común en su época, sobre todo del otro lado del Atlántico. En Estados Unidos, la idea de una gloriosa raza teutónica y aria amenazada de extinción por las razas inferiores eran moneda en curso durante el siglo XIX, desde los encapuchados del Ku Klux Klan hasta para presidentes como Theodore Roosevelt, pasando por marines y voluntarios que cazaban negros por deporte, violaban a sus mujeres y se divertían justifiando las violaciones como forma de mejorar la raza de las islas tropicales. Es muy probable que el nazismo hunda algunas de sus raíces en el sur de Estados Unidos, mucho antes de perder la memoria durante la Segunda guerra mundial.

Diez años más tarde el zoólogo de la Universidad de Berkeley Samuel Holmes propondrá la esterilización forzada de los mexicanos en Estados Unidos (de la misma forma que se había esterilizado a diez mil idiotas sólo en California) para resolver el serio problema racial que significaba disminuir la calidad de la raza estadounidense. “Los hijos de los trabajadores de hoy serán ciudadanos mañana”, afirmaba Holmes. En artículos sucesivos, repetirá la advertencia hecha por Theodore Roosevelt sobre el “suicidio racial” que encontrará eco no sólo en los miembros del Ku Klux Klan sino en una vasta masa de ciudadanos anglosajones, la que derivará, durante la Gran Depresión, en la persecusión de mexicanos y en la deportación de medio millón de ciudadanos estadounidenses con aspecto de mestizos.

jm. junio 6, 2020

https://www.huffingtonpost.es/entry/las-raices-americanas-del-nazismo_es_5edd7548c5b6077818319139?j7g
https://rebelion.org/las-raices-estadounidenses-del-nazismo/
https://www.pagina12.com.ar/275940-los-ideologos-de-hitler

En EEUU hay racismo estructural enquistado, dijo Majfud

Hitler’s Ideologues: The U.S. Racism that Bore Fruit in Mein Kampf

Hitler saw The Passing of the Great Race as his Bible.

“If you are a blond, you belong to the best people in the world, but it’s all over with you! Your forebears committed the fatal mistake of intermingling with inferior brunettes, and as a result the great qualities of the blond race, which gave the world the highest type of culture, have been sadly undermined and the predominant traits of the brunettes are asserting themselves more and more until their complete triumph is foreshadowed, especially in the United States.”

Thus begins an October 22, 1916, New York Times feature article based on the newly published book The Passing of the Great Race by Madison Grant, who “in more scientific language” warns of the end of the blond race at the hands of brown-haired whites and, worse, of those with brown hair and dark skin. According to Grant, the problem of Nordic peoples was that they did not enjoy the cold and preferred the heat and sunny warmth of the south, but were only able to subsist in the tropical regions as owners of the land instead of working it. The inhabitants of India still spoke the Aryan language but their blood had lost the quality of the conqueror. Grant, in one of his more moderate conclusions, discovered that the solution lay in the practices of the past: “No ethnic conquest can be complete unless the natives are exterminated and the invaders bring their own women with them… It is quite evident that the West Indies, the coast region of our Gulf States, perhaps, also the black belt of the lower Mississippi Valley must be abandoned to Negroes.”

The ideas of white racial superiority used to explain and justify modern imperialism were common currency during the 19th century on both sides of the Atlantic, generations before Communism became the excuse. In the United States, scientific justifications were necessary in order to keep a large Black population in the place (first as slaves and later as segregated second-class citizens) that supposedly corresponded to them according to the rules of order, civilization, and progress.

Well into the 20th century, the memoranda and reports of various politicians, senators and ambassadors continued that tradition. The Assistant Secretary of State for Latin America and later Ambassador to Mexico, Francis White, for decades wrote reports and gave lectures to future diplomats explaining that “With certain exceptions, a general characteristic of most governments of Latin America, especially those in the tropics and having a very small pure white population, is that great dishonesty exists among public officials.” For White, Ecuador was a “very backward country” because its population was only “5% pure white, the rest mixed blood or pure Indian.” His advice to trainees in 1922 was that if they were assigned a non-white country, they should know that “political stability in these countries is more or less in direct proportion to the percentage of pure white inhabitants.”

According to Grant, and according to many others, the white race had survived in Canada, in Argentina, and in Australia thanks to the extermination of the native races. If the superior race does not exterminate the inferior one, the inferior race will triumph. “At the time of the Revolutionary War the settlers in the thirteen Colonies were overwhelmingly Nordic,” but by the mid-19th century “the new immigration […] contained a large and increasing number of the weak, the broken and the mentally crippled of all races” from the south of Europe. “These immigrants adopt the language of the [native-born] American, they wear his clothes, they steal his name and they are beginning to take his women, but they seldom adopt his religion or understand his ideals.”

The Passing of the Great Race did not become an instant best-seller, but it did become one of the classics of scientific racism of the 20th century, and one that would resonate easily with white economic elites and aspiring poor alike. Among Grant’s avid readers can be counted Theodore Roosevelt and Henry Ford, the latter a future admirer and collaborator of Adolf Hitler, who had recommended Grant’s book to him. The influential daily newspaper The Boston Transcript concluded that every thinking (which is to say, white) person should read it. The book had a big impact on the ruling class and helped define the categories that elected officials used to draft U.S. immigration laws in 1924: the Nordic race located at the top, below them the Jews, Spanish, Italians and Irish and, even farther down, all those of dark complexion. According to Grant, “race implies heredity and heredity implies all the moral, social and intellectual characteristics and traits which are the springs of politics and government.” And “it has taken us fifty years to learn that speaking English, wearing good clothes and going to school and to church do not transform a Negro into a white man.” Grant does not clarify whether the racists originating from the superior races aren’t the inevitable exceptions to the rule, since it is well known that among white people there are also members with acute mental backwardness who, for obvious reasons, do not view themselves that way and are eager to adopt this theory of superiority by association which requires no individual merit.

A few years after its publication, in 1924, on the other side of the Atlantic, a soldier in his prison cell named Adolf Hitler would read Grant’s book with great passion and begin to write his Mein Kampf. Hitler saw The Passing of the Great Race as his Bible. When Hitler became the leader of Nazi Germany, his Minister of Propaganda, Joseph Goebbels, would read with the same passion the book Propaganda, by the Jewish American and double nephew of Sigmund Freud, Edward Bernays. Bernays did not invent “fake news” but he elevated it to a category of science. Unlike his uncle Freud, he would prove he was right when, in 1954, by request of the C.I.A., he managed to make the world believe that the new president of Guatemala was not a democrat but a Communist. As a consequence of this media manipulation, hundreds of thousands of dead would carpet the earth of Guatemala over the next several decades.

The soldier Adolf Hitler did not have radical ideas. Nor was he a radical thinker, quite the contrary: his ideas and his thinking were commonplaces in his time, above all on the other side of the Atlantic. In the United States, the idea of a glorious Teutonic and Aryan race threatened with extinction by the inferior races was standard currency during the 19th century, from the hooded Ku Klux Klan to presidents like Theodore Roosevelt, including Marines and volunteers who hunted Blacks for sport, raped them and justified rape as a way of improving the race on tropical islands. It is very likely that Nazism finds its deepest roots in the southern U.S., long before losing its memory in the Second World War.

Ten years later, the University of California, Berkley zoologist Samuel Jackson Holmes proposed the forced sterilization of Mexicans in the United States (in the same way that 10,000 “idiots” had been sterilized in California alone) in order to address the serious problem represented by the diminishing quality of the nation’s racial stock. “The children of the workers of today will be citizens tomorrow,” Holmes asserted. In successive articles, he repeated the warning made by Theodore Roosevelt about “racial suicide” that would resonate not only with members of the Ku Klux Klan but with a broad swath of Anglo-Saxon citizens, a warning that would result, during the Great Depression, in the persecution of Mexicans and in the deportation of a half-million U.S. citizens with a mixed-race appearance.

Translated by Dr. Bruce Campell, Saint John’s University

Jorge Majfud

Jorge Majfud is an Uruguayan-American writer and an associate professor at Jacksonville University.

 

Les sources d’inspiration usaméricaines du nazisme

Jorge Majfud

Translated by  Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي 

« Si vous êtes blond, vous faites partie des meilleures personnes au monde. Mais tout cela va se terminer avec vous. Vos ancêtres ont commis le péché de se mêler aux races inférieures du Sud. En conséquence, les meilleures qualités des blonds, qui appartiennent à la race qui a créé la meilleure culture, sont devenues corrompues, surtout ici aux USA ».

C’est ainsi que le New York Times commence son article vedette du 22 octobre 1916, fondé sur le nouveau livre de Madison Grant, The Passing of the Great Race [Le déclin de la grande race], qui, « en des termes beaucoup plus scientifiques », avertit de la fin de la race blonde du fait des blancs aux cheveux bruns et, pire, des basanés aux cheveux bruns. Selon l’auteur, le problème des populations nordiques est qu’elles ne profitaient pas du froid et préfèrent la chaleur et le soleil du sud, mais ne pouvaient subsister dans ces régions tropicales qu’en tant que propriétaires de la terre sans avoir à la travailler. Les habitants de l’Inde parlent la langue aryenne mais leur sang a perdu la qualité du conquérant. L’auteur, dans une de ses conclusions plus modérées, découvre que la solution réside dans les pratiques du passé. « Aucune conquête ne peut être complète sans que les races inférieures soient exterminées et que les vainqueurs emmènent leurs femmes avec eux… Pour ces raisons, les pays au sud de la ceinture noire des USA, et même les États au sud du Mississippi doivent être abandonnés, c’est-à-dire libres, laissés au sort des noirs ».

Les idées de supériorité blanche pour expliquer et justifier l’impérialisme moderne étaient courantes au XIXe siècle des deux côtés de l’Atlantique, des générations avant l’apparition de l’excuse du communisme. Aux USA, des justifications scientifiques étaient nécessaires pour maintenir l’importante population noire (d’abord en tant qu’esclaves puis en tant que citoyens séparés) au lieu qui lui avait été assigné selon les règles de l’ordre, de la civilisation et du progrès.

Au fil du XXe siècle, des notes et des rapports de divers politiciens, sénateurs et ambassadeurs ont perpétué cette tradition. Pendant des décennies, le chef pour l’Amérique latine et futur ambassadeur, Francis White, a écrit des rapports et donné des conférences aux futurs diplomates en expliquant que « à quelques exceptions près, les gouvernements d’Amérique latine, en particulier ceux des tropiques, ont très peu de sang blanc pur et beaucoup de malhonnêteté ». Pour les Blancs, l’Équateur était un pays arriéré parce qu’il n’avait « que cinq pour cent de sang blanc ; le reste est constitué d’Indiens ou de métis ». Son conseil aux futurs consuls et ambassadeurs qui l’écoutaient lors d’une conférence en 1922 était le suivant : si vous échouez dans un pays d’Indiens, sachez que « la stabilité politique est directement proportionnelle au nombre de blancs purs que possède ce pays ».

Selon Grant, et beaucoup d’autres, la race blanche a survécu au Canada, en Argentine et en Australie en exterminant les races natives. Si la race supérieure n’extermine pas la race inférieure, c’est la race inférieure qui l’emportera. « Pendant longtemps, l’Amérique a bénéficié de l’immigration de la race nordique, mais malheureusement, ces derniers temps, elle a également accueilli des personnes issues des races faibles et corrompues du sud de l’Europe. Ces nouveaux immigrants parlent maintenant la langue de la race nordique, portent les mêmes vêtements, ont volé leurs noms et commencent même à profiter de nos femmes, même s’ils comprennent à peine notre religion et nos idées ».

The Passing of the Great Race n’est pas devenu d’emblée un best-seller, mais il est devenu l’un des classiques du racisme scientifique du XXe siècle qui trouvera facilement un écho parmi les élites économiques et leurs pauvres aspirants blancs. Parmi ses lecteurs avides, Theodore Roosevelt et Henry Ford, un futur admirateur et collaborateur d’Adolf Hitler, le recommanderont. The Boston Transcript écrira que toutes les personnes pensantes (c’est-à-dire les blancs) devraient le lire. Le livre a eu un fort impact sur l’establishment et a contribué à définir les catégories que les élus ont ensuite utilisées pour rédiger les lois sur l’immigration USA en 1924 : tout en haut se trouve la race nordique, en dessous les Juifs, les Espagnols, les Italiens et les Irlandais, et tout à fait en bas le reste des basanés. Selon l’auteur, « la capacité intellectuelle des races varie tout comme les aspects physiques de chacune… Il a fallu cinquante ans aux Américains pour comprendre que parler anglais, porter de bons vêtements, aller à l’école et à l’église ne fait pas d’un noir un blanc ». L’auteur ne précise pas si les racistes des races supérieures ne sont pas les inévitables exceptions à la règle, car il est bien connu que parmi les blancs, il y a aussi des personnes atteintes de déficience intellectuelle aiguë qui, pour des raisons évidentes, ne sont pas considérées comme telles et sont les premières à adopter cette théorie de la supériorité par association qui ne requiert pas de mérite individuel.

Quelques années plus tard, en 1925, de l’autre côté de l’Atlantique, un soldat dans sa cellule nommé Adolf Hitler a lu avec passion le livre de Madison Grant [La première édition allemande, intitulée «Der Untergang der großen Rasse. Die Rassen als Grundlage der Geschichte Europas» a été publié à Munich par J. F. Lehmann en 1925 ; l’éditiion française, traduite et préfacée par l’inénarrable comte Vacher de la Pougerie, socialiste, marxiste et…théoricien de l’eugénisme, est parue en 1926, chez Payot, NdT] et il va commencer à écrire Mein Kampf. Hitler reconnaîtra Le déclin de la Grande Race comme sa bible. Lorsque Hitler deviendra le leader de l’Allemagne nazie, son ministre de la propagande, Joseph Goebbels, lira avec la même passion le livre Propagande, du juif américain, double neveu de Sigmund Freud, Edward Bernays. Bernays n’inventera pas les fake news mais les élèvera au rang de science. Contrairement à son oncle Freud, il prouvera qu’il avait raison quand, en 1954, à la demande de la CIA, il a réussi à faire croire au monde que le nouveau président du Guatemala n’était pas un démocrate mais un communiste. Cette manipulation médiatique fera des centaines de milliers de morts au Guatemala au cours des décennies qui suivront.

Le soldat Adolf Hitler n’avait pas d’idées radicales. Il n’était pas non plus un penseur radical, mais bien au contraire : ses idées et sa pensée étaient d’usage courant à son époque, surtout de l’autre côté de l’Atlantique. Aux USA, l’idée d’une glorieuse race teutonne et aryenne menacée d’extinction par les races inférieures était monnaie courante au XIXe siècle, des hommes cagoulés du Ku Klux Klan aux présidents comme Théodore Roosevelt, en passant par les Marines et les volontaires qui chassaient les Noirs pour le sport, violaient leurs femmes et se divertissaient en justifiant le viol comme un moyen d’améliorer la race des îles tropicales. Le nazisme a très probablement eu ses racines dans le sud des USA, bien avant qu’il ne perde sa mémoire pendant la Seconde Guerre mondiale.

Dix ans plus tard, le zoologiste Samuel Holmes de l’université de Berkeley proposera la stérilisation forcée des Mexicains aux USA (de la même manière que dix mille idiots ont été stérilisés rien qu’en Californie) pour résoudre le grave problème racial que constituait la diminution de la qualité de la race usaméricaine. « Les enfants des travailleurs d’aujourd’hui seront les citoyens de demain », affirmait Holmes. Dans des articles successifs, il répétera l’avertissement de Theodore Roosevelt sur le « suicide racial » qui trouvera un écho non seulement chez les membres du Ku Klux Klan mais aussi chez une vaste masse de citoyens anglo-saxons, ce qui conduira, pendant la Grande Dépression, à la persécution des Mexicains et à la déportation d’un demi-million de citoyens usaméricains ayant l’air de métis.

«Las raíces americanas del nazismo»

Les idéologues d’Hitler
Le racisme étasunien qui a germé dans « Main Kampf »

par Jorge Majfud *

Toutes les versions de cet article : [Español[français]« Si vous êtes blond, vous appartenez aux meilleurs gens de ce monde. Mais tout prendra fin avec vous. Vos ancêtres ont commis le péché de se mêler aux races inférieures du sud. En conséquence, les meilleures qualités des blonds, appartenant au créateur de la meilleure culture, ont été corrompues, surtout ici aux États-Unis ».

C’est ainsi que le New York Times commence son article vedette du 22 octobre 1916 basé sur le nouveau livre de Madison Grant, « The Passing of the Great Race » (La fin de la Grande Race) qui, « en termes beaucoup plus scientifiques », met en garde contre la fin de la race blonde aux mains des blancs aux cheveux châtain et pire, de ceux aux cheveux châtain et à la peau obscure. Selon l’auteur, le problème des Nordiques était qu’ils ne jouissaient pas du froid et préféraient la chaleur et la chaleur ensoleillée du sud, mais ils ne pouvaient subsister dans ces régions tropicales en tant que propriétaires fonciers sans avoir à les travailler. Les habitants de l’Inde parlent la langue aryenne mais leur sang a perdu la qualité de vainqueur. L’auteur, dans l’une de ses conclusions les plus modérées, découvre que la solution réside dans les pratiques passées. « Aucune conquête ne peut être complète si les races inférieures ne sont pas exterminées et si les vainqueurs amènent leurs femmes avec eux … Pour ces raisons, les pays au sud de la ceinture noire des États-Unis, et même les États au sud du Mississippi doivent être abandonnés, c’est-à-dire libres, laissés au sort des noirs. »

Les idées de supériorité de la race blanche pour expliquer et justifier l’impérialisme moderne étaient monnaie courante au XIXe siècle des deux côtés de l’Atlantique, des générations avant l’apparition de l’excuse du communisme. Aux États-Unis, des justifications scientifiques étaient nécessaires pour maintenir sa grande population noire (d’abord comme esclaves, puis comme citoyens ségrégués) à la place supposée légitime selon les règles de l’ordre, de la civilisation et du progrès.

Au fur et à mesure que le XXe siècle avançait, les mémorandums et les rapports de différents politiciens, sénateurs et ambassadeurs perpétuaient cette tradition. Le chef pour l’Amérique Latine et éventuel ambassadeur, Francis White, a pendant des décennies rédigé des rapports et donné des conférences aux futurs diplomates expliquant que « à quelques exceptions près, les gouvernements d’Amérique Latine, en particulier ceux des tropiques, ont très peu de sang blanc pur et beaucoup de malhonnêteté ». Pour White, l’Équateur était un pays rétrograde parce qu’il n’y avait « que 5% de sang blanc ; les autres sont des Indiens ou des métis ». Son conseil aux futurs consuls et ambassadeurs qui l’écoutaient lors d’une conférence en 1922 était : si vous avez affaire à un pays d’Indiens, sachez que « la stabilité politique est directement proportionnelle au nombre de blancs purs que possède ce pays ».

Selon Grant, et selon beaucoup d’autres, la race blanche a survécu au Canada, en Argentine et en Australie grâce au fait qu’elle a exterminé les races indigènes. Si la race supérieure n’extermine pas l’inférieur, l’inférieur l’emportera. « L’Amérique a longtemps bénéficié de l’immigration de la race nordique, mais malheureusement, ces derniers temps, elle a également accueilli des personnes issues des races faibles et corrompues du sud de l’Europe. Ces nouveaux immigrants parlent désormais la langue de la race nordique, portent les mêmes vêtements, ont volé leurs noms et commencent même à profiter de nos femmes, même s’ils comprennent à peine notre religion et nos idées. »

Le passage de la grande course n’est pas devenu un best-seller immédiat, mais oui un des classiques du racisme scientifique du XXe siècle qui trouvera un écho facile dans les élites économiques et dans leurs pauvres aspirants blancs. Parmi ses lecteurs avides, on compte Theodore Roosevelt et Henry Ford, futur admirateur et collaborateur d’Adolf Hitler, qu’ il recommandera. Le Boston Transcript affichera que tous les penseurs (c’est-à-dire les blancs) devraient le lire. Le livre a eu un fort impact sur la classe dirigeante et a aidé à définir les catégories que les élus ont ensuite utilisées pour rédiger des lois sur l’immigration aux États-Unis en 1924 : la race nordique est au-dessus, les juifs, les espagnols, les italiens et les irlandais en dessous et, plus bas, tout le reste d’apparence sombre. D’après l’auteur, « Les capacités intellectuelles des races varient en fonction des aspects physiques de chacune … Il a fallu cinquante ans aux Américains pour comprendre que parler anglais, porter de bons vêtements, aller à l’école et à l’église ne transforme pas un noir en blanc ». L’auteur ne précise pas si les racistes des races supérieures ne sont pas les exceptions inévitables à la règle, car il est bien connu que les Blancs ont également des membres avec un retard mental aigu qui, pour des raisons évidentes, ne se considèrent pas comme tels et ils sont les premiers à adopter cette théorie de la supériorité par association qui ne requiert pas de mérite individuel.

Quelques années plus tard, en 1924, de l’autre côté de l’Atlantique, un soldat dans sa cellule nommé Adolf Hitler lira avec passion le livre de Madison Grant et commencera à écrire Main Kampf Mon combat]. Hitler reconnaîtra Le passage de la grande course comme sa bible. Quand Hitler devient le chef de l’Allemagne nazie, son ministre de la propagande, Joseph Goebbels, lira avec la même passion le livre «  Propaganda : Comment manipuler l’opinion en démocratie] », du juif étasunien, double neveu de Sigmund Freud, Edward Berneys [1]. Berneys n’inventera pas les fausses nouvelles mais les élèvera à la catégorie de la science. Contrairement à son oncle Freud, il prouvera qu’il voyait juste, quand en 1954, à la demande de la CIA, il réussit à faire croire au monde que le nouveau président du Guatemala n’était pas démocrate mais communiste. À la suite de cette manipulation médiatique, des centaines de milliers de morts tapisseront le sol du Guatemala au cours des décennies suivantes.

Le soldat Adolf Hitler n’avait aucune idée radicale. Il n’était pas non plus un penseur radical, mais bien au contraire : ses idées et sa pensée étaient d’usage courant à son époque, surtout de l’autre côté de l’Atlantique. Aux Etats-Unis, l’idée d’une glorieuse race teutonique et aryenne menacée d’extinction par les races inférieures était monnaie courante au XIXe siècle, du Ku Klux Klan encagoulé aux présidents comme Theodore Roosevelt, en passant par les marines et les volontaires qui chassaient les noirs par sport, violaient leurs femmes et se sont amusés à justifier les viols comme un moyen d’améliorer la race des îles tropicales. Le nazisme a très probablement ses racines dans le sud des États-Unis, bien avant de perdre la mémoire pendant la Seconde Guerre mondiale.

Dix ans plus tard, le zoologiste de l’Université de Berkeley, Samuel Jackson Holmes, proposera la stérilisation forcée des Mexicains aux États-Unis (de la même manière que 10 000 handicapés ont été stérilisés dans la seule Californie) pour résoudre le grave problème racial de la diminution de la qualité de la race américaine. « Les enfants des travailleurs d’aujourd’hui seront citoyens demain », a déclaré Holmes. Dans des articles ultérieurs, il réitérera l’avertissement de Theodore Roosevelt sur le « suicide racial » qui trouvera un écho non seulement chez les membres du Ku Klux Klan mais parmi une vaste masse de citoyens anglo-saxons, ce qui conduira, pendant la Grande Dépression, à la persécution des Mexicains et à la déportation d’un demi-million de citoyens étasuniens d’apparence métisse.

Jorge Majfud* pour Página 12

Página 12. Buenos Aires, 2 juillet 2020.

 

 

Аргентинское издание рассказывает о «научном» расизме в США первой половины XX века. Автор считает, что американские расовые идеологи вдохновили не только Ку-Клукс-клан, но и Адольфа Гитлера. Автор утверждает, что расисты из США еще до Гитлера выдвинули порочную идею превосходства одной расы над другой, а также заговорили о возможности истребления «низших рас». Приводится и тот факт, что мастера нацистской пропаганды Йозефа Геббельса вдохновляла книга «отца американского пиара» — Эдварда Бернейса, человека, разработавшего методику современной пропаганды как кратчайшего пути к сердцу «короля нашего времени» — массового избирателя.

идеологи Гитлера

Американский расизм, который вдохновил Гитлера на написание «Майн кампф».

Хорхе Махфуд (Jorge Majfud)

сли ты белый, то ты относишься к высшей расе. Но ты такой последний, потому как твои предки согрешили, войдя в союз с низшими расами юга. Из-за такого смешения лучшие качества создателей высшей расы, белых, испортились, особенно здесь, в Соединенных Штатах Америки».

Именно так начинается статья «Нью-Йорк Таймс» от 22 октября 1916 года, посвященная новой книге Мэдисона Гранта «Закат великой расы», в которой автор, пользуясь «более научными терминами», предупреждает о конце белой расы, которая неизбежно сменяется белокожими брюнетами и, что еще хуже, смуглыми брюнетами. По словам автора, проблема северных стран заключалась в том, что они не довольствовались холодным климатом, предпочитая ему теплое солнце юга. И хотя эти белые говорят на арийском языке, в них больше не течет кровь завоевателей. Автор считает, что решение проблемы состоит в применении давно известных практик. «Завоевание не является таковым, если победители не истребляют низшие расы и не уводят с собой их женщин… По этим причинам страны к югу от черного пояса Соединенных Штатов и штаты к югу от Миссисипи должны быть брошены и отданы неграм».

В девятнадцатом веке мировые державы по обе стороны Атлантики (очевидно, имеются в виду и США, и Великобритания, и Франция — прим. ред.) оправдывали свой империализм идеями превосходства белой расы, причем делали они это особенно активно до победы коммунистической революции в России. В Соединенных Штатах научные обоснования были необходимы для того, чтобы указать многочисленному черному населению (сначала в эпоху рабства, а затем во времена сегрегации), что положение граждан второго сорта — это их законное место в соответствии с законами природы, цивилизации и прогресса.

Более поздние доклады различных политиков, сенаторов и послов XX века поддерживали данную риторику. Глава латиноамериканского направления в дипломатии США, а позже и посол в Эквадоре Фрэнсис Уайт десятилетиями писал доклады и читал лекции будущим дипломатам, объясняя, что «за некоторыми исключениями в странах Латинской Америки, особенно в тропиках, мало чисто белого населения, при этом много мошенников». Для Уайта Эквадор был отсталой страной, потому что среди его населения «всего пять процентов белых; остальные — индейцы и метисы». На конференции 1922 года, обращаясь к будущим консулам и послам, которым предстояло работать на индейских территориях, он заявил, что «политическая стабильность прямо пропорциональна проценту чисто белых людей в стране».

Согласно Гранту и многим другим авторам, белая раса «выжила» в Канаде, Аргентине и Австралии благодаря истреблению туземных рас. Если высшая раса не истребляет низшую, побеждает низшая — так думали такие, как Грант, причем под низшими расами понимались и некоторые народы Европы. «Америка долгое время выигрывала от иммиграции скандинавской расы, но, к сожалению, в последнее время она также принимала слабые и коррумпированные расы Южной Европы. Эти новые иммигранты теперь говорят на языке скандинавской расы, носят их одежду и имена, более того, пользуются нашими женщинами. Но при этом они не понимают нашу религию и ценностей»,- писал Грант, очевидно, имея в виду католических иммигрантов из Италии и Испании.

«Закат великой расы» не стал бестселлером, но, тем не менее, был признан классикой научного расизма 20-го века, которая с легкостью нашла отклик среди экономических элит и белых претендентов на пост президента США. Среди его заядлых читателей были Теодор Рузвельт, а также поклонник Адольфа Гитлера — знаменитый промышленник Генри Форд. Газета «Бостон Транскрипт» писала, что все думающие люди (то есть белые по цвету кожи) должны ее прочитать. Книга оказала сильное влияние на правящий класс и помогла составить иммиграционные законы США в 1924 году: в приоритете были северные расы, ниже шли евреи, испанцы, итальянцы и ирландцы, а уж затем и остальные «темные» расы. По словам автора, «интеллектуальные способности рас варьируются в зависимости от физических аспектов каждой из них… американцам потребовалось пятьдесят лет, чтобы понять, что английская речь, хорошая одежда, посещение школы и церкви — все это не превращает черного человека в белого». Автор не уточняет, являются ли дураки-расисты из высших рас неизбежными исключениями из этого правила, поскольку хорошо известно, что среди белых попадаются люди с умственной отсталостью, которые по понятным причинам не считают себя глупыми. Так вот, именно они-то первыми и приняли эту  теорию расового превосходства.

Спустя несколько лет, в 1924 году, по другую сторону Атлантики, солдат по имени Адольф Гитлер с энтузиазмом прочтет книгу Мэдисона Гранта и начнет писать «Майн кампф». «Закат великой расы» станет для Гитлера своеобразной Библией. Когда Гитлер станет лидером нацистской Германии, министр пропаганды Йозеф Геббельс с той же страстью прочтет книгу «Пропаганда» американца, еврея по происхождению, двоюродного племянника Зигмунда Фрейда. Этого человека звали Эдвард Бернейс. Господин Бернейс призывает не говорить народу стопроцентной неправды, однако пичкать его пропагандой, преподнося полезную вам информацию как научную и выверенную. В отличие от своего дяди Фрейда, он не имел никаких комплексов. И честно считал, что был прав, когда в 1954 году по просьбе ЦРУ убедил мир в том, что новый президент Гватемалы был не демократом, а коммунистом — хоть это и была неправда. В результате его манипуляций со СМИ в Гватемале несколько десятилетий будут умирать сотни тысяч людей.

У солдата Адольфа Гитлера на самом деле не было идей, сильно отходивших от расистской моды начала двадцатого века. Не был он и радикальным мечтателем, как раз наоборот: его идеи и мысли широко использовались в его время, особенно на другой стороне Атлантики. В XX веке в Соединенных Штатах активно обсуждалась угроза исчезновения славных тевтонской и арийской расы. Их судьбу оплакивали многие, начиная от деятелей Ку-клукс-клана в капюшонах до таких президентов, как Теодор Рузвельт, а также морских пехотинцев США, которые «на гражданке» охотились на черных, насиловали их женщин и оправдывали насилие необходимостью улучшения расы тропических островов. Некоторые исследователи считают, что корни нацизма берут начало на юге Соединенных Штатов, задолго до Второй мировой войны.

Десять лет спустя зоолог из Университета Беркли Сэмюэль Холмс предложит принудительную стерилизацию мексиканцев в Соединенных Штатах (как и стерилизацию 10 тысяч идиотов в Калифорнии), чтобы решить серьезную расовую проблему ухудшения качества американского населения. «Дети сегодняшних рабочих завтра станут гражданами», — сказал Холмс. В последующих статьях он будет повторять предупреждение Теодора Рузвельта о «расовом самоубийстве», которое найдет отклик не только среди членов Ку-клукс-клана, но и в огромной массе англосаксонских граждан, что приведет к преследованию мексиканцев и депортации полумиллиона американских граждан смешанной расы во время Великой депрессии.

 

 

 

Hitler’in İdeologları: Mein Kampf’ta Meyve Veren ABD Irkçılığı – Jorge Majfud

 

“Eğer bir sarışınsan, dünyanın en iyi insanlarına aitsin, ama her şey seninle! Ön ayaklarınız, aşağı esmerlerle iç içe geçmenin ölümcül hatasını yaptı ve sonuç olarak dünyaya en yüksek kültür türünü veren sarışın ırkın büyük nitelikleri üzücü bir şekilde zayıfladı ve esmerlerin baskın özellikleri kendilerini daha fazla iddia ediyor ve özellikle Amerika Birleşik Devletleri’nde tam zaferi ön plana çıkıncaya kadar. ”

Böylece 22 Ekim 1916’da başlıyor, New York Times, yeni yayınlanan Büyük Yarışın Geçişi kitabına dayanan bir makaleye yer veriyor.“daha ​​bilimsel dilde” Madison Grant, kahverengi ırkın sonunda kahverengi saçlı beyazların elinde, daha da kötüsü, kahverengi saçlı ve koyu tenli olanların uyarısı yapıyor. Grant’e göre, İskandinav halklarının sorunu, soğuktan zevk almamaları ve güneyin sıcaklığını ve güneşli sıcaklığını tercih etmeleri, ancak tropik bölgelerde çalışmak yerine arazinin sahibi olarak geçebilmeleriydi. Hindistan sakinleri hala Aryan dilini konuşuyordu, ancak kanları fatih kalitesini kaybetmişti. Grant, daha ılımlı sonuçlarından birinde, çözümün geçmişin uygulamalarında yattığını keşfetti: “Yerliler yok edilmedikçe ve işgalciler kendi kadınlarını onlarla birlikte getirmedikçe hiçbir etnik fetih tamamlanamaz… Batı Hint Adaları, Körfez Ülkelerimizin sahil bölgesi, belki de,

Modern emperyalizmi açıklamak ve meşrulaştırmak için kullanılan beyaz ırksal üstünlük fikirleri, 19. yüzyılda Atlantik’in her iki tarafında, komünizm bahane haline gelmeden nesiller boyunca ortak para birimiydi. Amerika Birleşik Devletleri’nde, büyük bir Siyah nüfusun yerinde (önce köleler ve daha sonra ayrılan ikinci sınıf vatandaşlar olarak) yerde tutulması için düzen, uygarlık ve ilerleme kurallarına göre bunlara karşılık gelen bilimsel gerekçeler gerekliydi.

20. yüzyıla kadar çeşitli politikacıların, senatörlerin ve büyükelçilerin muhtıraları ve raporları bu geleneği sürdürdü. Latin Amerika Dışişleri Bakan Yardımcısı ve daha sonra Meksika Büyükelçisi Francis White, onlarca yıl boyunca raporlar yazdı ve gelecekteki diplomatlara “Belirli istisnalar dışında, Latin Amerika’nın çoğu hükümetinin, özellikle tropik bölgelerde ve çok küçük bir saf beyaz nüfusa sahip olmak, kamu görevlileri arasında büyük bir sahtekârlığın var olmasıdır. ” Beyaz için Ekvador “çok geri kalmış bir ülkeydi” çünkü nüfusu sadece “% 5 saf beyaz, geri kalan kan veya saf Hintli” idi. 1922’de stajyerlere tavsiyesi, eğer beyaz olmayan bir ülke atandıysa,

Grant’e ve diğerlerine göre beyaz ırk yerli ırkların imhasıyla Kanada, Arjantin ve Avustralya’da hayatta kaldı. Üstün ırk düşük olanı yok etmezse, düşük ırk zafer kazanacaktır. “Devrim Savaşı sırasında, on üç Kolonideki yerleşimciler ezici bir biçimde İskandinav’dı, ancak 19. yüzyılın ortalarında“ yeni göç […] çok sayıda zayıf, kırılmış ve zihinsel sakatlık içeriyordu. tüm ırklar ”ı seçin. “Bu göçmenler [doğuştan] Amerikalıların dilini benimsiyorlar, kıyafetlerini giyiyorlar, isimlerini çalıyorlar ve kadınlarını almaya başlıyorlar, ancak nadiren dinini benimsiyorlar veya ideallerini anlıyorlar.”

Büyük Yarışın Geçişi, anında en çok satan haline gelmedi, ancak 20. yüzyılın bilimsel ırkçılığının klasiklerinden biri ve beyaz ekonomik elitlerle ve aynı zamanda fakirlerin peşinde koşan biri haline geldi. Grant’in hevesli okuyucuları arasında, Grant’in kitabını kendisine tavsiye eden Adolf Hitler’in gelecekteki hayranı ve işbirlikçisi Theodore Roosevelt ve Henry Ford sayılabilir. Etkili günlük gazete The Boston Transcripther düşüncenin (yani beyaz olan) onu okuması gerektiği sonucuna vardı. Kitabın yönetici sınıf üzerinde büyük bir etkisi oldu ve 1924’te ABD göçmenlik yasalarını hazırlamak için seçilen yetkililerin kategorilerini tanımlamaya yardımcı oldu: üst kısımda yer alan İskandinav yarışı, Yahudiler, İspanyol, İtalyanlar ve İrlandalı ve hatta daha da aşağı , tüm koyu tenliler. Grant’e göre, “ırk kalıtım, kalıtım siyasetin ve hükümetin kaynakları olan tüm ahlaki, sosyal ve entelektüel özellikleri ve özellikleri ima eder.” Ve “İngilizce konuşmanın, iyi kıyafetler giymenin, okula ve kilisenin bir Zenciyi beyaz bir adama dönüştürmediğini öğrenmek elli yılımızı aldı.” Grant, üstün ırklardan kaynaklanan ırkçıların kuralın kaçınılmaz istisnaları olup olmadığını netleştirmez,

Yayımlanmasından birkaç yıl sonra, 1924’te Atlantik’in diğer tarafında Adolf Hitler adındaki hapishane hücresindeki bir asker Grant’in kitabını büyük bir tutkuyla okuyacak ve Mein Kampf’ı yazmaya başlayacaktı . Hitler , Büyük Irkın Geçişini İncil’i olarak gördü. Hitler Nazi Almanyasının lideri olduğunda, Propaganda Bakanı Joseph Goebbels, aynı tutkuyla Propaganda kitabını okuyacaktıYahudi Amerikalı ve Sigmund Freud’un yeğeni Edward Bernays tarafından. Bernays “sahte haber” icat etmedi, ancak bir bilim kategorisine yükseltti. Freud amcasından farklı olarak, 1954’te CIA’nın talebi üzerine dünyayı Guatemala’nın yeni başkanının bir demokrat değil bir Komünist olduğuna inandırdığında haklı olduğunu kanıtlayacaktı. Bu medya manipülasyonunun bir sonucu olarak, yüz binlerce ölü, önümüzdeki birkaç on yıl içinde Guatemala dünyasını halı kaplayacaktı.

Asker Adolf Hitler’in radikal fikirleri yoktu. Radikal bir düşünür de değildi, tam tersine: fikirleri ve düşüncesi, zamanının ötesinde Atlantik’in diğer tarafında ortak yerlerdi. Amerika Birleşik Devletleri’nde, aşağı ırkların yok olmasıyla tehdit edilen görkemli bir Cermen ve Aryan yarışı fikri, 19. yüzyılda kapüşonlu Ku Klux Klan’dan spor için Siyahlar avlayan gönüllüler ve Theodore Roosevelt gibi başkanlara kadar standart para birimiydi. , onlara tecavüz etti ve tropik adalarda yarışı iyileştirmenin bir yolu olarak tecavüzü haklı çıkardı. Nazizmin, İkinci Dünya Savaşı’nda hafızasını kaybetmeden çok önce, güney ABD’deki en derin köklerini bulması muhtemeldir.

On yıl sonra, Kaliforniya Üniversitesi, Berkley zoolog Samuel Jackson Holmes, Amerika Birleşik Devletleri’ndeki Meksikalıların zorla sterilizasyonunu önerdi (aynı şekilde yalnızca Kaliforniya’da 10.000 “aptal” sterilize edildi), temsil ettiği ciddi sorunu ele almak için ulusun ırksal stokunun kalitesinin düşmesi. Holmes, “Bugünün işçilerinin çocukları yarın vatandaş olacak” dedi. Ardışık makalelerde, Theodore Roosevelt’in sadece Ku Klux Klan üyeleriyle değil, Anglo-Sakson vatandaşlarının geniş bir alanı ile rezonansa girecek olan “ırksal intihar” hakkındaki uyarısını tekrarladı, Büyük Buhran sırasında ortaya çıkan bir uyarı Meksikalıların zulmünde ve karışık ırk görünümüne sahip yarım milyon ABD vatandaşının sınır dışı edilmesinde.

Kaynak:commondreams.org

İngilizce Çeviri: Bruce Campell, Saint John’s Üniversitesi

Türkçe Çeviri: Simurg News Redaksiyon

8 comentarios en “Las raíces americanas del nazismo

  1. Gracias 🙏🏻 por compartir tan ilustrativo texto, con tu permiso lo compartiré en mi blog y en otro blog de aquí en WordPress, denominado Afrofeminas, y muchas gracias 🙏🏻 por divulgar el conocimiento como me fue enseñado en mi alma mater “Id y enseñad a todos”

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  2. Creo profesor Majfud que el pueblo de EEUU es un poco ingenuo,pues si tiene ese tipo de pensadores a los cuales les otorga tanta influencia,mal ha seguido el consejo preservativo. La raza es una condiciónante agregada de la pobreza: refleja el privilegio del poseedor sobre el desposeído y a este, desposeerlo hasta el infinito.Por otra parte no me imagino un Einstein, Miguel Ángel, Gardel, José Leandro Andrade (el primer negro medalla de oro olímpico, si no me equivoco y no Owen en el 1936) todos rubios y de ojos azules! En definitiva, cuando hablan de su peligro de extinción, es el peligro de extinción de los ricos, pues la lucha más enconada contra la Rusia comunista, la emprendieron ellos; el discurso racista los unió y su victoria no fue total porque su unión tampoco lo fue, Alemania era enemiga no porque masacrara judios y otras razas malditas, sino porque competía en la conquista de los mercados de pueblos secundarios y sometidos, entre ellos los chinos, que aprendieron rápido como influir y extender sus productos

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  3. cierto, Antonio, es una condición agregada de la pobreza –económica, social y cultural. y ese punto da para varios capitulos, porque es bien complejo, porue ahi hay que separar individuos de sistema por el cual un millonario puede estar contra el recismo y un pobre a favor. pero no le hable de sistemas a un protestante porque no lo ve ni lo eniende.

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  4. Sin caer en atrevimiento dado el nivel obvio que distingue su nivel académico y aprovechando su generosidad al abrir en su propia página esa posibilidad,España a los indígenas, primero los empobreció practicando directamente las dos virtudes más viejas de la humanidad: el asesinato y el robo.Todo en nombre de Dios! Eso da razón a la tesis marxista que la ideología es el modo de explicar un conflicto más básico y nunca el modo de resolverlo.El aplastamiento por vía de los hechos de la Teología de la Liberación (así llamada al menos) además que los curas no deben trabajar sino vivir de rentas u ocupando áreas tan ideológicas como la educación, también prueban todo el aparato puesto en defensa de una situación gestada hace ya 5 siglos.La raza del empobrecido,se identificó con los despojados primero: negros e indios. Pero si no me equivoco, hubo esclavos Irlandeses y no era negros motudos para nada!

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    • Antonio, los títulos no son argumentos-solo sirven para conseguir un trabajo.
      dejando eso de lado, sí hubo esclavos blancos, los indenture, que se vendían ellos mismos en europa para llegar américa del norte y generalmente morían antes de lograr pagar su pecio y comprar u libertad (Obama es descendiente de esclavos, pero no por su padre negro que era africano sino por su madre blanca). también hubo negros libres en eeuu mucho antes de Lincoln y casos muy conocidos de negros que tuvieron a otros negros como esclavos (de hecho el primer dueño de esclavos en eeuu fue un hombre negro, pero eso se debió más a una circunstancia que a un sistema). pero la escala de la tragedia apunta a otra cosa: la esclavitud basada en la raza, negra o india más al sur, fue algo más bien novedoso en la historia de la humanidad. y la sofisticación de los medios también. totalmente de acuerdo con la interpretación de las ideologías.

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