Gracias, María. El terrorista que vivía en Miami, Posada Carriles, alguna vez me dijo lo mismo (¿o fue uno de sus familiares o enviados?): si alguien (como Einstein, como Chomsky, como Martin Luther King, como Mohamed Ali, como tantos otros “perros izquierdistas”) piensa diferente a los «dueños de EEUU», si uno no está de acuerdo con la bomba de Hiroshima, con la guerra de Vietnam, la de Irak, con decenas de dictaduras en el tercer mundo promovidas para cuidar los sagrados negocios del Primer Mundo y de cientos otras brutalidades, uno debe abandonar Estados Unidos.
¿Por qué se creen dueños de todo? ¿Desde cuándo los fascistas tienen derecho de ciudadanía sobre cualquier otro de raza inferior?
Según ese principio, buscar la verdad y decirla es antiestadunidense. Como estadounidense que convive con gente mucho menos cerrada que esa mentalidad de las dictaduras latinoamericanas, ahora travestidas, te puedo decir que esto es una exageración. Pero para la doctrina diseñada bajo el nombre de la «seguridad nacional» y la criminalidad del patriotismo barato, uno debe defender un país o su país aunque el presidente sea Hitler y el proyecto sea el más racista y colonialista del momento. Ese Patriotismo toxico que nos inoculaban en las escuelas primarias de la dictadura…
Ahora, en cambio, si alguien piensa diferente a los gobiernos de Uruguay o de algún otro país «zurdo» sin bases militares alrededor del mundo, entonces sí tiene derecho a vivir allí y a criticar sin caer en contradicción. Nadie te va a reprochar que te tomas un plácido café en un bar de Montevideo. Eso no. Porque el discurso de los de arriba (adoptado por los de abajo) aprueba que quien es crítico se contradice y quien es acrítico es coherente y dueño de todo, aunque no posea nada. Al menos es dueño de una ilusion.
Afortunadamente, estas cosas siempre me la dicen los latinoamericanos, nunca los estadounidenses que me rodean y me respetan como yo los respeto a ellos.
Mi padre fue un pequeño político conservador de derecha (del Partido nacional, trabajó para Lacalle padre). Yo lo quería y lo respetaba mucho porque él me respetaba. Porque no se creía el dueño de ningún país, porque no creía que por pensar diferente yo debía irme de mi país ni debía rebajarme a repetir los discursos políticamente correctos y adulatorios cuando me fui a EEUU, sí, a una universidad y a otras universidades (comoi es la tradición en EE.UU.) llena de malditos «zurdos» en un país bastante llenos de correctos racistas.
Pero a los latinoamericanos que me dicen que América latina es un continente lleno de «países del culo» como lo ha dicho el exitoso racista y prostibulario Donald Trump, no les digo que se vayan de aquí para ser «coherentes». No me creo dueño de ningunpaís. Faltaba más.
Solo trato de explicarles que están equivocados, con diferente grado de éxito. La mayoría de los estadounidenses que se enfrentan con la evidencia (al menos los que llegan a las universiodades) aceptan los hechos. No estan facil en el caso de los latinoamericanos, por la simple logica de la corrupción colonialista que perdura por generaciones.
JM.
PD. no, no sé si la literatura uruguaya es un desastre o no. Simplemente dije que no me interesa ya. Es un hecho objetivo que por siglos la cultura ha sido un reducto tradicional de la izquierda (mejor, de los partidarios de los de abajo). No hay que molestarse por eso, ya que es una reacción natural al real poder político, económico y social, que ha sido un reducto tradicional de dla derecha. en Uruguay, después de Galeano, si no te arodillas al diario conservador El País y a una o dos editoriales internacionales que prefieren los chismes sociales a la literatura, no existes. ¿Debo ineresarme por eso? No, claro, mi vida, como la de cualqueira, es muy breve. Demasiado breve para perder un minuto en esos conventillos de pueblo.