Ahora Uruguay tiene su «Ecce Homo». En nuestros tiempos donde se premia el esperpento, no es un mérito menor. En mi época de arquitecto, cualquier estudiante hubiese sido excomulgado de la universidad por semejante despropósito. Debe dar miedo sentarse siquiera, por lo funerario, por el abismo a las espaldas, y por lo descontextualizado. Del dinero gastado ni hablar, aunque, considerando la cultura pooph actual, puede ser una fuente de recursos turísticos.
Por otro lado, cuando miro a otras partes, pienso que ojalá todos los países del mundo estuviesen ocupados con este tipo de debates y sus problemas fuesen tan terribles como estos.