El portorriqueño Oscar López Rivera se comió 36 años en una cárcel de EEUU por conspirar por la independencia de su país (país cuya población aun hoy no puede elegir a su presidente). Hoy fue liberado, gracias a un perdón del expresidente Obama poco antes de abandonar su cargo, lo que significa que siempre se puede hacer algo desde el lugar en que se esté.
Claro que siempre está el resto.
Un conspirador y promotor (consumado y documentado) de sangrientas dictadoras como Henry Kissinger no solo recibió el premio Nobel de la Paz, error que se le pedona a cualquiera, sino que sigue siendo feliz asesor de todos los presidentes de este país.