El ascenso del fascismo tiene una raíz principal de la cual se nutre. No son los nuevos inquisidores, los Torquemada, los Hitler ni los McCarthy. Son los cobardes que nos rodean, con su silencio cómplice y tembloroso.
El ascenso del fascismo tiene una raíz principal de la cual se nutre. No son los nuevos inquisidores, los Torquemada, los Hitler ni los McCarthy. Son los cobardes que nos rodean, con su silencio cómplice y tembloroso.