El Pais de Madrid titula: «Patria y Vida’: el rap que molesta al régimen en Cuba«. OK, hay mucho para criticar del régimen cubano (y mucho para recordar cómo y por qué se creó). Pero no olvidemos que por mucho menos que eso España ha enviado a la cárcel al rapero Pablo Hesel.
Mes: febrero 2021
Liberté, égalité, et bikini
El bikini y la distracción de las micropolíticas
A finales de febrero de 2021, el equipo de la selección de voleibol femenino de Alemania anunció que boicoteará los juegos de Catar (organizados por la Federación Internacional de Vóley-playa) porque no se les permite a las mujeres jugar en bikini. No es solo un boicot, sino un manifiesto internacional. La regla en cuestión (el artículo 10) que puso furiosos a las sub campeones de voleibol femenino, campeonas de la libertad y la civilización establece que “con el fin de respetar la cultura y la tradición locales (…) se espera que las participantes utilicen una camiseta de manga corta por debajo de la camiseta oficial, así como pantalones cortos hasta la rodilla”.
El director deportivo de la Federación Alemana, Niclas Hildebrand, confirmó la indignación de las jugadoras y de los técnicos alemanes por el artículo 10. La seleccionadora Helke Claasen confirmó que tampoco viajará al torneo, argumentando que no se siente “respetada como mujer”. Otras, como la vicecampeona Karla Borger, más candorosas, argumentaron que no tienen problemas en “adaptarse a las reglas de otros países”, pero es que el calor extremo en Doha hace necesario el bikini… Igual que en Alemania.
La Federación Catarí de Voleibol (QVA), respondió que respetan “el código de conducta establecido por la Federación Internacional” y menciona que en los eventos anteriores organizados en Catar “las deportistas han sido libres de llevar los mismos uniformes que visten en otros países”.
Ni Qatar ni Arabia Saudí no son modelos de respeto a los derechos humanos, como tampoco lo son las higiénicas potencias mundiales, pero los correctos indignados no hacen más que aguar las reivindicaciones históricas por la igual-libertad y reproducir la centenaria arrogancia noroccidental en nombre de lo políticamente correcto.
Seguramente en ningún estadio alemán, europeo o estadounidense se permitirían a las mozambicanas kimwanes, macúas o macondes que conocí años atrás jugar en topless. No se las dejaría caminar por las calles civilizadas de París o de Berlín como caminan por algunas aldeas o se bañan en las playas indecentes del primitivo paraíso del océano Índico.
Podemos criticar y protestar por las medidas que oprimen a las mujeres más allá de sus condiciones culturales, pero resulta más difícil defender la idea de que no usar bikini para jugar al voleibol es una medida opresiva para las jugadoras noroccidentales y un ataque a su dignidad y a su condición de mujer. Incluso, el indignante artículo 10 en cuestión podría facilitarle el trabajo a los fotógrafos y a la televisión que siempre hacen malabarismos para no tomar encuadres que muestran las nalgas articuladas de las jugadoras que esperan un saque, para no ser acusados de machistas.
¿Por qué inclinarse y ofrecer las nalgas desnudas a la tribuna es un símbolo de liberación femenina del mundo civilizado, pero mostrar los pechos libres es opresión de las culturas salvajes?
¿No es posible jugar voleibol con pantalones cortos, como en el resto de los deportes conocidos? De hecho, las nuevas tecnologías de telas elásticas protegen de la arena mucho más que un bikini.
¿Hay algo entre las nalgas (que puede ver el público asistente, pero no los espectadores por televisión) que revela la libertad y la dignidad de la mujer universal ante las atentas miradas del mundo?
¿Dónde está la opresión, sino del lado del colonialismo y la centenaria arrogancia eurocéntrica de la raza superior que decide cómo vestir a las mujeres para la libertad?
¿Por qué cuando vamos a países periféricos nos sentimos con el derecho de imponer nuestras costumbres en nombre de la Libertad y los Derechos Humanos, pero cuando ellos vienen a nuestros países dominantes les gritamos en la cara “debes adaptarte a la cultura que te recibe”?
¿Se olvidaron los europeos cuando, hasta no hace muchos años, detenían en las playas de Europa a las mujeres que descansaban vestidas con sus hijabs, es decir, vestidas de más para la sensibilidad civilizada de la policía moral? ¿Dónde quedó el derecho occidnetal de esas pobres mujeres oprimidas? ¿De verdad nos interesan los derechos de esas mujeres a ser libres o más bien se trata de preservar nuestros derechos a dictar?
Vamos a repetir lo que venimos repitiendo desde hace décadas (de hecho, lo que sigue es un copia-y-pega): Para el ombligo del mundo, las mujeres medio vestidas de Occidente son más libres que las mujeres demasiado vestidas de Medio Oriente y más libres que las mujeres demasiado desnudas de África. No se aplica el axioma matemático de transitividad. Si la mujer es blanca y toma sol desnuda en el Sena es una mujer liberada. Si es negra y hace lo mismo en un arroyo sin nombre, es una mujer oprimida. Es el anacrónico axioma de que “nuestra lengua es mejor porque se entiende”. Lo que en materia de vestidos equivale a decir que las robóticas y amargadas modelos que desfilan en las pasarelas de la multimillonaria industria del glamour son el súmmum de la liberación y el buen gusto. Si vamos a prohibir el velo en una mujer, que además es parte de su propia cultura, ¿por qué no prohibir los kimonos japoneses, los sombreros tejanos, los labios pintados, los piercing, los tatuajes con cruces y calaveras de todo tipo? ¿Por qué no prohibir los atuendos que usan las monjas católicas y que bien pueden ser considerados un símbolo de la opresión femenina? Ninguna monja puede salir de su estado de obediencia para convertirse en sacerdote, obispo o Papa, lo cual para la ley de un estado secular es una abierta discriminación sexual. Esta intolerancia es común en nuestras sociedades que han promovido los Derechos Humanos pero también han inventado los más crueles instrumentos de tortura contra brujas, científicos o disidentes; que han producido campos de exterminio y que no han tenido limites en su obsesión proselitista y colonialista, siempre en nombre de la buena moral y de la salvación de la civilización. Ahora, si vamos a prohibir malas costumbres, ¿por qué mejor no comenzamos prohibiendo las guerras y las invasiones que solo en el último siglo han sido una especialidad de “nuestros gobiernos” en defensa de “nuestros valores” y que han dejado países destruidos en Asia, África y América Latina, pueblos y culturas destruidas y millones de oprimidos y masacrados?
En lugar de distraer la indignación sobre las grandes tragedias con micro reivindicaciones bikinales, podríamos concentrarnos un poco en los abusos de nuestros aliados, como es el caso de las mujeres en Arabia Saudi o en Israel. O, mejor aún, podríamos dedicar todas esas energías indignadas a mirar la tragedia de las mujeres y de las madres invisibles, aquella mujeres que sufren la barbarie de la civilización en Palestina, en Yemen, en la República Saharawi y en tantos otros lugares donde no llegan las cámaras de los grande medios de prensa ni la emocionante indignación de las estrellas del cine y del deporte cuyo único sufrimiento (inhumano) es perder un campeonato o un poco de atención mediática.
La guerra del bikini se parece, del todo, al invento del publicista Edward Bernays cuando, hace un siglo, fue contratado por la compañía de cigarrillos Lucky Strikes e inventó la idea de “antorchas de libertad”, para que las mujeres en contra del patriarcado compraran más cigarrillos. Todo un éxito´que se continuó´con la venta de golpes de Estado en América latina.
JM, febrero 2021
Próximo libro: La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América Latina
Liberté, égalité et bikini
par Jorge Majfud *
Toutes les versions de cet article : [Español] [français]Fin février 2021, l’équipe féminine allemande de volleyball a annoncé qu’elle boycotterait les matchs du Qatar (organisés par la Fédération internationale de beach-volley) car les femmes ne sont pas autorisées à jouer en bikini. Ce n’est pas seulement un boycott, mais un manifeste international.
La règle en question (article 10) qui a mis en colère les finalistes du volleyball féminin, champions de la liberté et de la civilisation, stipule que « pour respecter la culture et la tradition locales (…) les participantes doivent porter une chemise à manches courtes sous la chemise officielle, ainsi que les shorts jusqu’aux genoux ».
Le directeur sportif de la Fédération allemande, Niclas Hildebrand, a confirmé l’indignation des joueuses et entraîneurs allemands à propos de l’article 10. L’entraîneur Helke Claasen a dit qu’elle ne se rendrait pas non plus au tournoi, arguant qu’elle ne se sentait pas « respectée en tant que femme ». D’autres, comme la vice-championne Karla Borger, plus candide, a fait valoir qu’elle n’avait aucun problème à « s’adapter aux règles des autres pays », mais la chaleur extrême à Doha rend le bikini nécessaire … Comme en Allemagne.
La Fédération qatarie de volley-ball (QVA) a répondu qu’elle respectait « le code de conduite établi par la Fédération internationale » et a mentionné que lors d’événements précédents organisés au Qatar, « les athlètes féminines ont été libres de porter les mêmes uniformes qu’elles portent dans d’autres pays ».
Ni le Qatar ni l’Arabie saoudite ne sont des modèles de respect des droits de l’homme, ni d’ailleurs les puissances mondiales bien propres sur elles, mais les correctes indignées ne font rien de plus que diluer les demandes historiques d’égalité de liberté et reproduire l’arrogance centenaire du Nord-Occidentale au nom du politiquement correct.
Certainement dans aucun stade allemand, européen ou étasunien, les Makuas, Makondés ou kimwanies mozambicaines que j’ai rencontrées il y a des années ne seraient autorisées à jouer topless .elles ne seraient pas autorisées à marcher dans les rues civilisées de Berlin ou de New York comme elles traversent certains villages ou se baignent sur les plages indécentes du paradis primitif de l’océan Indien.
On peut critiquer et protester contre les mesures qui oppriment les femmes au-delà de leurs conditions culturelles, mais il est plus difficile de défendre l’idée, que ne pas porter de bikini pour jouer au volleyball est une mesure oppressive pour les joueuses nord-occidentales et une atteinte à leur dignité et à leur condition de femme . Même le scandaleux article 10 en question pourrait faciliter le travail des photographes et de la télévision qui jonglent toujours pour ne pas prendre de cadres qui montrent les fesses articulées des joueuses en attente d’un service, pour ne pas être accusés d’être machiste.
Pourquoi s’incliner et offrir ses fesses nues à la tribune est-il un symbole de la libération des femmes du monde civilisé, mais montrer ses seins libres est l’oppression des cultures sauvages ?
N’est-il pas possible de jouer au volleyball avec des shorts, comme dans le reste des sports bien connus ? En fait, les nouvelles technologies de tissu extensible protègent beaucoup plus du sable qu’un bikini.
Y a-t-il quelque chose entre les fesses (qui peut être vu par le public, mais pas par les téléspectateurs) qui révèle la liberté et la dignité de la femme universelle devant les yeux attentifs du monde ?
Où est elle l’oppression sinon du côté du colonialisme et de l’arrogance eurocentrique séculaire de la race des maîtres qui décide comment habiller les femmes pour la liberté ?
Pourquoi lorsque nous nous rendons dans les pays périphériques, nous sentons que nous avons le droit d’imposer nos coutumes au nom de la liberté et des droits de l’homme, mais quand ils viennent dans nos pays dominants, nous leur crions en face « vous devez vous adapter à la culture qui vous reçoit » ?
Les Européens ont-ils oublié quand, il n’y a pas si longtemps encore, étaient arretées sur les plages d’Europe des femmes qui se prélassaient vêtues de leur hijab, c’est-à-dire trop habillées pour la sensibilité civilisée de la police morale ?
Où était le droit occidental de ces pauvres femmes opprimées ?
Sommes-nous vraiment intéressés par le droit de ces femmes à être libres ou s’agit-il plutôt de préserver nos droits de dicter ?
Répétons ce que nous répétons depuis des décennies (en fait, ce qui suit est un copier-coller) : pour le nombril du monde, les femmes à moitié habillées de l’Ouest sont plus libres que les femmes sur-habillées du Moyen-Orient et plus libres que les femmes trop nues d’Afrique. L’axiome mathématique de la transitivité ne s’applique pas. Si la femme est blanche et prend un bain de soleil nue sur la Seine, c’est une femme libérée. Si elle est noire et fait de même dans un ruisseau sans nom, c’est une femme opprimée. C’est l’axiome anachronique de ce que « notre langue est meilleure parce qu’elle est comprise ». Ce qui en matières de vêtements équivaut à dire que les mannequins robotiques et aigries qui défilent sur les podiums de l’industrie glamour multimillionnaire sont le summum de la libération et du bon goût.
Si on va interdire le voile à une femme, qui fait aussi partie de sa propre culture, pourquoi ne pas interdire les kimonos japonais, les chapeaux texans, les lèvres peintes, les piercings, les tatouages avec des croix et des crânes en tout genre ? Pourquoi ne pas interdire les tenues portées par les nones catholiques qui pourraient bien être considérées comme un symbole de l’oppression féminine ? Aucune religieuse ne peut sortir de son état d’obéissance pour devenir prêtre, évêque ou pape, ce qui pour la loi d’un État laïc est une réelle discrimination sexuelle.
Cette intolérance est courante dans nos sociétés qui ont promu les droits de l’homme mais ont également inventé les instruments les plus cruels de torture contre les sorcières, les scientifiques ou les dissidents ; qui ont produit des camps de la mort et qui n’ont eu aucune limite dans leur obsession prosélytique et colonialiste, toujours au nom de la bonne morale et du salut de la civilisation.
Maintenant, si nous voulons interdire les mauvaises coutumes, pourquoi ne pas commencer par interdire les guerres et les invasions qui au siècle seul dernier ont été une spécialité de « nos gouvernements » pour défendre « nos valeurs » et qui ont laissé des pays détruits en Asie, en Afrique et en Amérique Latine, des peuples et des cultures anéanties et des millions d’opprimés et massacrés ?
Au lieu de détourner l’indignation face à de grandes tragédies par des micro-revandicationss bikinales, nous pourrions nous concentrer un peu sur les abus de nos alliés, tels les cas des femmes en Arabie Saoudite ou en Israël. Ou, mieux encore, nous pourrions consacrer toutes ces énergies indignées à regarder la tragédie des femmes et des mères invisibles, ces femmes qui souffrent de la barbarie de la civilisation en Palestine, au Yémen, en République Sahraouie et dans tant d’autres endroits où n’arrivent pas les caméras des grands médias, ni l’indignation excitante des stars du cinéma et du sport dont la seule souffrance (inhumaine) est de perdre un championnat ou un peu d’attention médiatique.
Jorge Majfud *, février 2021* Jorge Majfud est Uruguayen, écrivain, architecte, docteur en philosophie pour l’Université de Géorgie et professeur de Littérature latinoaméricaine et de Pensée Hispanique dans la Jacksonville University, aux États-Unis d’Amérique. College of Arts and Sciences, Division of Humanities. Il est auteur des romans « La reina de América » (2001), « La ciudad de la Luna » (2009) et « Crise » (2012), entre d’autres livres de fiction et d’essai.
Traduit de l’espagnol por El Correo de la Diaspora par : Estelle et Carlos Debiasi
El Correo de la Diaspora. Paris, le 1er mars 2021
Liberté, égalité, bikini |
Jorge Majfud | ||
Translated by Estelle & Carlos Debiasi | ||
Edited by Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي |
Fin février 2021, l’équipe féminine allemande de volley-ball a annoncé qu’elle boycotterait les matchs du Qatar (organisés par la Fédération internationale de volley-ball) car les femmes ne sont pas autorisées à jouer en bikini. Ce n’est pas seulement un boycott, mais un manifeste international.![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Policiers français libérant une femme musulmane opprimée, Nice, 2016 |
Racismo
Si hoy en día cualquier conducta no estándar es diagnosticada como síndrome o disfuncionalidad, ¿por qué el racismo (sobre todo el más virulento y enquistado, el racismo blanco) no integra estas listas de enfermedades mentales?
¿Es por miedo o es por un optimismo inagotable, a la espera de que sólo se trate de un problema cultural que se cura con educación?
La respuesta, irrefutable, me la dió John Chaney: «Es porque el racismo, en el fondo, sigue siendo standar o normal».
jm, feb. 2021
https://actualidad.rt.com/video/384862-recrudecer-campana-control-discurso-racial-eeuu
Mark Twain (nota al margen)
Luego de mi última clase de hoy me vino a la memoria este momento fugaz:
Hace un par de años, en una reunión informal en la universidad, discutimos sobre la Liga Antiimperialista de Estados Unidos y uno de sus fundadores, Mark Twain.
“¿El inventor del comunismo?”, me dijo un estudiante de business.
“No”
Tuve que decirle la verdad:
“Ese era Groucho Marx”
feb. 2021.
Nota al margen
La democracia-monárquica española tiene más artistas presos por delitos de opinión que el régimen comunista-capitalista de China, con 20 veces su población.
Habría que ponerse a dar el ejemplo alguna vez.
Como parece que los españoles no pueden decirlo sin ser amenazados con la cárcel, lo diremos nosotros:
La monarquía es una reverenda basura corrupta, decorada de oro, de discursos franquistas y con valiosa sangre española.
feb. 17, 2021
Los últimos 4 presidentes de Uruguay (resumidos con el humor de Delgrossi)
25 años de presidentes uruguayos resumidos con humor, difícil de superar. Diego Delgrossi, uno de los últimos humoristas pre-youtube. Uno de los últimos humoristas con talento más allá de la tontería enfermiza de los Pink Guy.
De repente se acordaron de los indígenas en Ecuador
«De repente se acordaron de los indígenas en Ecuador»
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El 30 de setiembre de 2010, al mediodía, el presidente Rafael Correa se dirige al regimiento donde se encuentran los policías sublevados contra una reciente ley salarial aprobada por la Asamblea Nacional. Correa les explica que sus sueldos se han duplicado durante su administración y seguirán aumentando, pero los amotinados no quieren escuchar y le lanzan gases lacrimógenos. En la confusión, el presidente se lastima una rodilla y es llevado al Hospital de Policía Nacional con signos de asfixia, donde es retenido por los policías sublevados. Algunos proponen asesinarlo para terminar con el problema, pero otros se niegan.
Horas después, diferentes manifestaciones en contra del secuestro toman las calles en varias ciudades y, por la noche, un grupo de operaciones especiales del ejército se enfrenta a los amotinados. Luego de un intercambio de disparos que se extiende por media hora, rescatan al presidente a las nueve de la noche y, aunque el auto que lo transporta es baleado, logra escapar. Dos militares y dos policías quedan muertos.
Las interpretaciones de los hechos que se suceden son dos. Para unos fue una simple rebelión de una parte de la policía y para otros un nuevo intento de golpe de Estado. Al fin y al cabo, la interminable lista de complots organizados y financiados por Washington abarca más de un siglo y, sólo en Ecuador, incluye un golpe de Estado en 1963 y el asesinato de otro presidente en 1981, no por casualidad, dos líderes desobedientes. La intervención más reciente en la región ocurrió apenas un año atrás con el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya. Un par de años después, Fernando Lugo será depuesto con un golpe del Congreso de Paraguay, similar al que le espera a Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil, cuatro años más tarde.
Todos los golpes de Estado responden a un mismo patrón ideológico, aunque con algunas variaciones de procedimiento. Debido a una experiencia histórica que desprestigió viejas formas de dictaduras militares, estos Golpes 2.0 confían más en la manipulación de la opinión política y mediática que en la tradicional intervención abrupta, visible y desprestigiada de los ejércitos nacionales.
Otro patrón radica en la paciente, continua y millonaria participación de Washington en la política interna, en el estratégico y conocido desgaste psicológico contra los presidentes desobedientes de países ajenos. Desde que a principios de siglo XXI América Latina comenzó a vivir una ola de gobiernos progresistas y democráticos como nunca antes, desde que estos gobiernos demostraron, peligrosamente, que la justicia social también producía prosperidad económica, la prensa dominante y las fundaciones internacionales comenzaron una campaña incesante de acoso y desestabilización de los gobiernos desobedientes en nombre de otros agentes sociales y por alguna causa noble.
De repente, luego de doscientos años de insistir en violar todos los acuerdos y todos los derechos más básicos de los nativos en su propio suelo y en suelo ajeno, Washington se convierte en un poderoso donante de variados movimiento indígenas de Ecuador a través de fundaciones como la National Endowment for Democracy y la USAID, la cual ha venido operando en el país con un presupuesto anual de casi cuarenta millones de dólares.
Ambas organizaciones ya habían participado, entre otros complots internacionales, en el fallido golpe de Estado de 2002 en Venezuela contra otro presidente desobediente. Más allá de las sombras, el presupuesto de la CIA y la NSA ha escalado a decenas de miles de millones de dólares por año (semejante al PIB de uno o dos países centroamericanos). Nadie sabe en qué se invierte esa fortuna, pero, en base a los antecedentes conocidos, no es necesario ser un genio para adivinar dónde y cómo.
Ahora, en Ecuador, también son donantes del “periodismo independiente” y de grupos como la Fundación Q’ellkaj, la que, con el propósito de “fortalecer la juventud indígena y sus capacidades empresariales”, se convirtió en una férrea opositora del gobierno de Rafel Correa. En 2005 un grupo integrado por Norman Bailey (agente de la CIA y asesor de diferentes compañías internacionales, como la Mobil International Oil) fundó la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador (CEIE). Una investigación de Eva Golinger revelará que cuatro de los cinco fundadores del grupo indigenista opositor, el CEIE, poseen vínculos directos con el gobierno de Estados Unidos: Ángel Medina, Fernando Navarro, Raúl Gangotena y Lourdes Tibán. Bailey, un experto en América Latina con un profuso currículum en la NSA y en el gobierno de Ronald Reagan, en 1965 había publicado con el Center for Strategic and International Studies el libro The Strategic Importance of Latin America donde dejó claro la importancia de “la economía radical de la empresa libre” a la que llamó “neo-liberalism”.
Las tradicionales fachadas de la CIA en Ecuador, como era de esperar, organizaron movilizaciones y protestas contra el presidente desobediente. Según la correspondencia de la misma USAID en Quito, la independencia de Ecuador para entenderse con los enemigos de Washington (Bolivia, Cuba y Venezuela) no podía ser tolerada. Mucho menos que Ecuador, haciendo uso de su soberanía, hubiese decidido dar asilo político a Julian Assange en su embajada de Londres y, peor aún, que no haya renovado el alquiler gratuito que obligaba a Ecuador a ceder la base militar de Manta para uso de la Air Forces Southern en nombre de la conocida excusa de lucha contra el narcotráfico. En realidad, el presidente Rafel Correa le ofreció a Washington negociar la permanencia militar de Estados Unidos en Manta. El 21 de octubre de 2007 propuso renovar el alquiler de la base “con una condición: que nos permitan poner una base militar en Miami, una base ecuatoriana”. No fue aceptado.
En 2014, la USAID será obligada a abandonar sus operaciones en Ecuador. En 2018 el nuevo presidente apoyado por Washington, Lenin Moreno, aprobará el regreso de los aviones militares de Estados Unidos pese a que la constitución, aprobada por el pueblo ecuatoriano diez años antes, establece que “Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares”.
Como en los últimos sesenta años, el gobierno paralelo de las súper agencias secretas que no conocen fronteras, no dejarán de vender máscaras y caballos de Troya. Si algo no falta es dinero y recursos humanos con pequeñas ambiciones.
JM, febrero 2021
«De repente se acordaron de los indígenas en Ecuador»
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Próximo libro: La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América Latina
https://www.pagina12.com.ar/326858-de-repente-se-acordaron-de-los-indigenas-en-ecuador
Suddenly, they all remembered about the indigenous people in Ecuador
Jorge Majfud
Translated by Andy Barton
Edited by Supriyo Chatterjee সুপ্রিয় চট্টোপাধ্যায়
Below is a fragment from an upcoming book, La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América Latina (The Savage Frontier : 200 Years of Anglo-Saxon Fanaticism in Latin America). It is a useful refresher on Ecuador’s recent history that allows for an improved understanding of the events that are currently taking place during this electoral period.-Tlaxcala
At midday on 30th September 2010, President Rafael Correa spoke at the barracks (the Regimiento No. 1 de la Policía Nacional, Quito) where the police officers who had rebelled against a recent piece of salary law approved by the Asamblea Nacional (National Assembly) were located. Correa explained to them that their salaries had doubled during his administration and that they would continue to increase, but the mutinous officers did not want to hear any of it and began launching tear gas. Amidst the confusion, the President injured one of his knees and was taken to the Hospital de Policía Nacional (the National Police Hospital) showing signs of asphyxiation, where he was detained by the rebelling police officers. Some of them proposed assassinating him as a solution to the problem, but others rejected this.
Hours later, demonstrations in multiple cities filled the streets in protest at the kidnapping. That night, a branch of the army’s special forces confronted the mutinous officers; following an exchange of gunfire that lasted for 30 minutes, they managed to rescue the president at 9 p.m. Although the vehicle transporting him was besieged by gunfire, it managed to escape. Two soldiers and two police officers died as a result.
There are two interpretations of the events that transpired that day. For some, it was merely a police rebellion; while for others, it was yet another attempted coup d’état. After all, the endless list of coups organised and funded by Washington spans more than a century; in Ecuador alone, this includes a coup d’état in 1963 and a presidential assassination in 1981. Unsurprisingly, both were ‘disobedient’ leaders. The most recent intervention in the region had happened barely a year ago with the coup in Honduras against Manuel Zelaya. A couple of years later, Fernando Lugo would be disposed with a coup in the Paraguayan congress, a fate almost identical to that awaiting Dilma Rousseff, the president of Brazil, four years later.
Each of the coups d’état conform to the same ideological template, although with some small procedural variations. Due to an historical experience that has delegitimised the old forms of military dictatorships, the modern coup gives a greater role to the manipulation of political and media opinion than in the traditional sudden, visible and delegitimised intervention by national armies.
Another template is rooted in the patient, sustained and million-dollar participation of Washington in domestic politics and in the strategic and widely acknowledged psychological warfare against disobedient presidents from foreign countries. Since the dawn of the 21st century, when Latin America began to experience a wave of progressive and democratic governments at an unprecedented rate, and when these governments demonstrated, dangerously, that social justice could also bring about economic prosperity, the hegemonic press and international foundations initiated an unrelenting harassment and destabilization campaign against disobedient governments in the name of other social actors and on behalf of some noble cause or another.
Suddenly, after 200 years of incessantly violating each and every agreement and fundamental right of the native populations on their own soil and abroad, Washington became an important benefactor of various indigenous movements in Ecuador through foundations such as the National Endowment for Democracy and USAID, which has been operating in the country with an annual budget of nearly $ 40 million.
Both organizations had already participated, among other international schemes, in the failed coup d’état in Venezuela in 2002 against another disobedient president. Lurking in the shadows, the budget of the CIA and the NSA has been continually increased by tens of millions of dollars each year (close to the GDP of one or two countries in Central America). No one knows what that fortune is invested in; however, based on the known antecedents, it does not take a rocket scientist to guess where and how.
Currently, in Ecuador, both U.S. agencies are also benefactors of “independent journalism” and of groups such as the Fundación Q’ellkaj, the very same that, with the aim of “empowering the indigenous youth and its entrepreneurial skills”, became a fierce opponent of the government of Rafael Correa. In 2005, a group comprising Norman Bailey (a CIA agent and advisor in different international companies, such as Mobil International Oil) founded the Corporación Empresarial Indígena del Ecuador (the Indigenous Business Corporation of Ecuador). An investigation by Eva Golinger revealed that four of the five founders of this indigenous opposition have direct links to the U.S. government: Ángel Medina, Fernando Navarro, Raúl Gangotena and Lourdes Tibán. In 1965, Bailey, an expert in Latin America with an extensive resumé in the NSA and the Ronald Reagan administration, published the book “The Strategic Importance of Latin America” through the Center for Strategic and International Studies, where he left no doubt as to the importance of the “radical economy of free enterprise”, which he termed “neoliberalism”.
As is to be expected, the traditional artifices of the CIA in Ecuador organised mass mobilisations and protests against the disobedient president. According to the USAID’s own correspondence in Quito, Ecuador’s independence in establishing relations with Washington’s enemies (Bolivia, Cuba and Venezuela) was not to be tolerated. It was even less tolerable that Ecuador, exercising its sovereignty, could have decided to give political asylum to Julian Assange in its London embassy, and less tolerable still that it had not renewed the free rental agreement that forced Ecuador to relinquish its military base in Manta for the use of the Air Forces Southern Command in the name of a familiar excuse: “the War on Drugs”. In reality, President Rafael Correa had offered Washington the chance to negotiate the continued military presence of the U.S. in Manta. On 21st October 2007, he proposed the renewal of the base “under one condition: that they allow us to put a military base in Miami, an Ecuadorean base”. His offer was not accepted.
In 2014, USAID was to be forced to abandon its operations in Ecuador. In 2018, the new president, supported by Washington, Lenin Moreno, would approve the return of U.S. military planes. This was despite the fact that the constitution, approved by the Ecuadorean people 10 years earlier, set out that “Ecuador is a peaceful territory. The installation of foreign military bases or foreign facilities with military aims will not be permitted”.
Just like in the last 60 years, the parallel government of vast secret agencies which refuses to recognise national borders shows no signs of ending its sale of disguises and Trojan horses. For it, there is no shortage of money or human resources with narrow ambitions.
El peligro de los pobres
(un recuerdo sin importancia)
Cuando era muchacho y estaba en los primeros años de la adolescencia allá lejos en Tacuarembó, mi padre nos ponía a mi hermano y a mí a repartir remedios en una bicicleta por toda la ciudad. En las vacaciones en Colonia, el abuelo Ursino Albernaz nos ponía a ordeñar las vacas a las cinco de la mañana, a juntar frutas y frutillas y a plantar papas cuando el sol del verano se las agarraba con los campesinos descalzos. Hoy algunos llamarían a eso “abuso infantil”, pero yo discrepo. Nos sobraba energía y, cuando nos aburríamos, molestábamos como la peste. Probablemente ni la Teoría de la evolución ni toda la ciencia alcancen nunca a explicar la naturaleza psicológica de los muchachos a los trece y catorce años, pero tal vez no es un tiempo perdido del todo. En el trabajo descubrimos una de las formas de la felicidad que disimulábamos con alguna protesta. Sospecho que algo de eso responde cuando mis colegas de la universidad en la que trabajo actualmente me preguntan por qué no descanso un poco.
Entre los tantos comercios que inventó mi padre, la farmacia fue el último que más tiempo lo ocupó, hasta que cerró por un cúmulo de cuentas incobrables.
Un día, una mujer puso una mesita a pocos metros de la entrada de la farmacia y se puso a vender pomadas y aspirinas. Yo casi no noté la existencia de aquella mujer delgada y de mirada esquiva. Más bien me pareció una parte más del paisaje urbano, como una nueva maceta o un nuevo banco.
Al poco tiempo, vi entrar en la farmacia a un señor muy conocido, dueño de uno de los comercios más populares del barrio. Estaba molesto.
“Pero, Majfud”, le dijo a mi padre, “cómo permite que esa mujer le ponga en la puerta un puesto de venta clandestino y venda los mismos productos que vende usted. Ni siquiera paga impuestos”.
De repente, descubrí que pagar impuestos era un argumento por lo menos sagrado.
“Pero no, Don”, le respondió mi padre. “Deje tranquila a esa pobre mujer. Deje que cada uno se rasque con las uñas que tiene”.
¿Por qué nunca olvidé esas palabras tan torpes, si yo estaba más preocupado con un partido de fútbol que Peñarol iba a jugar esa noche por la Copa Libertadores, el que se televisaba en vivo? La vida está hecha de estos trozos de memorias, aparentemente insignificantes que, por alguna razón, no se van nunca de nuestra memoria. Con mi padre tenía profundas diferencias políticas, pero yo lo respetaba por esos detalles que el tiempo ha cambiado de nombre.
Desde entonces, aquella mujer comenzó a existir para mí. Aprendí a saludarla y a respetarla como el ser humano que era. Y mucho más por su modestia, por su valor, y por ser otra víctima de esa eterna injusticia que rodea a los de abajo. Injusticia social, injusticia económica, injusticia moral.
JM. febrero 2021
El franquismo nunca muere
El Ayuntamiento de Madrid borra los versos de Miguel Hernández del cementerio de la Almudena. Sigo la iniciativa de algunas personas y vamos a llenar las redes sociales con sus versos.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero
Elegía (fragmento)
50 aniversario de Las venas abiertas de América Latina
Este año Las venas abiertas de América Latina cumple 50 años. Que no pase desapercibido el cumpleaños de un libro imperfecto como todos, pero valiente como muy pocos.
Aquí algunas fotos que sacamos con el escritor uruguayo y viejo amigo Gustavo Esmoris y con la compañera de Eduardo Galeano, Helena Villagra, en su casa de Montevideo.
Hasta el momento he leído sólo una tesis del escritor mexicano Román Cortázar Aranda (quien hizo un estudio de campo en Montevideo y del cual fui profesor asociado para su comité de posgrado de la UNAM de México). Un par de años antes María Laura Pellinacci había escrito sus tesis en Argentina sobre Eduardo.
En cierta forma, mi libro La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América latina, a salir este año, es una forma de recordar a mi querido amigo. Aun años después de su último vuelo no logro acostumbrarme a la idea.






https://elpais.com/cultura/2015/04/13/actualidad/1428954790_945943.html

Las venas abiertas de América latina recibió una Mención en el concurso de Casa de las Américas. Lo menciono porque esas cosas de los concursos son siempre así de irrelevantes.

No son servicios de espionaje, son gobiernos paralelos*
Los documentos clasificados que registran las acciones secretas y los crímenes no tan secretos de cada gobierno suelen ser desclasificados luego de muchos años, cuando la verdad ya no es peligrosa y sólo les importa a los historiadores. En Estados Unidos los investigadores suelen usar la ley FOIA para exigir la desclasificación de algunos documentos que, se entiende, son relevantes para la verdad histórica. Sin embargo, es necesaria una fuerte dosis de ingenuidad para creer que toda la verdad de los servicios secretos de las grandes potencias y que todos los registros de sus acciones algún día saldrán a la luz.
Ejemplos para el pesimismo sobran. Bastaría recordar un par de casos mencionados en este libro, como el proyecto Mk-Ultra de la CIA que, con el objetivo de controlar la mente humana de forma más inmediata, se experimentó con potentes drogas sin autorización de las víctimas. Cuando esta operación fue descubierta en los años 70, el presidente Nixon y el director de la CIA, Richard Helms, acordaron destruir todos los archivos que mencionaban al diabólico proyecto. Lo que sabemos del proyecto Mk-Ultra se debe a la milagrosa supervivencia de algunos documentos que desencadenaron un breve escándalo y un largo olvido.
También, entre una lista de cientos de casos, se podría mencionar las manipulaciones financieras del gobierno de Ronald Reagan para financiar a los Contra en Nicaragua con dinero procedente de la venta ilegal de armas al enemigo Irán y contra el propio bloqueo del Congreso en Washington. Por entonces, la secretaria del coronel Oliver North, antes de testificar ante el Congreso, dedicó horas y días a picar documentos secretos que nunca leyó. Hoy existen escáneres avanzados para reconstruir documentos picados en mil pedazos, por lo cual se prefiere quemar aquellos que dicen demasiado. Así, cada día son eliminados documentos secretos que podrían echar mucha luz sobre la verdad de las operaciones de las potencias mundiales, sobre todo de la potencia hegemónica de turno. Las bolsas de papel reciclado donde se depositan estos papelitos comprometedores (similares a las que usa la cadena de supermercado Publix o las licorerías, para que sus clientes oculten el comprometedor licor), se llaman “Burn Bags” (Bolsas para quemar) y se identifican con líneas rojas y blancas que solo los entendidos reconocen. Cada tanto se ven estas bolsitas en alguna fotografía que se escapa a la prensa, pero sin ser advertidas por el público. Gracias a esta práctica de casi perfecto hermetismo, los historiadores deben luchar cada día con el ruido de las teorías conspirativas que probablemente las mismas agencias secretas hacen circular (distracciones semejantes a la práctica de Eyewash reconocida por la misma CIA en 2016 contra sus propios empleados) y con las conspiraciones reales.
Las prácticas de Washington a través de sus agencias secretas como la CIA (asesinatos selectivos, manipulación de la opinión pública, inversión en la prensa, desestabilización de países y promoción de golpes de Estado) no se han detenido luego de las investigaciones de estos mismos crímenes en los años 70 por parte del Senado de Estados Unidos. Solo se han vuelto más cuidadosas y más secretas. Bastaría con considerar que el presupuesto anual de todas las agencias secretas financiadas por Washington suman aproximadamente 75 mil millones, lo cual equivale al PIB de decenas de países como Uruguay, Venezuela o Guatemala y cientos de veces más de lo que invirtieron en los últimos setenta años las mismas agencias que derrocaron gobiernos independentistas e instalaron decenas de dictaduras militares sólo en América latina.
Aunque todas estas agencias son organismos públicos, sus presupuestos son secretos hasta para los congresistas de Estados Unidos, con la probable excepción de los senadores que integran la Comisión Selecta del Senado sobre Inteligencia, presidida por el senador de Florida Marco Rubio. Este comité, creado por el senador Frank Church en 1976 para controlar el abuso de la CIA y otras agencias secretas, poco después fue colonizado por los conservadores que más que controlar protegían esas mismas prácticas secretas. No por mera casualidad, en 2013 el senador Marco Rubio votó en contra de la desclasificación de documentos sobre las torturas de detenidos sin juicio en Guantánamo, la abrumadora mayoría inocentes sin derecho a compensaciones, según las mismas autoridades de Washington. En 2015, los senadores Marco Rubio y Ted Cruz (ambos hijos de cubanos inmigrados durante la dictadura de Fulgencio Batista, quienes luego pasaron como víctimas de la Revolución de 1959) apoyaron la práctica de la tortura en territorio cubano como método legítimo “para saber la verdad”. Sí, en Cuba se tortura y se violan los derechos humanos y la cárcel está en Guantánamo.
Las estimaciones realizadas por especialistas externos se basan en datos parciales, como la filtración de datos de la misma NSA ocurrida en 1996. Lo que sí es público es el presupuesto nacional dedicado a “defensa” aprobado cada año. En 2019 alcanzó la cifra récord de 1,25 billones de dólares (1.25 trillones, en inglés, equivalente al PIB de México o Australia) de los cuales el Pentágono se lleva la mitad. El resto es cambio invertido a discreción por un ejército inestimable de agentes secretos, funcionarios públicos, propagandistas y subcontratistas privados—aparte de un ejército más numeroso de colaboradores honorarios que cada día trabajan con fanático fervor sin recibir un solo dólar.
Como en el pasado, la avalancha de dólares es canalizada a través de diferentes fundaciones fachada, algunas culturales, otras con un declarado objetivo humanitario como la NED o la USAID, la cual, en su desesperada decisión de lavar su imagen luego de participar en golpes de Estado como en Venezuela, trabaja con organizaciones sociales con históricas y legítimas reivindicaciones, como pueden ser las organizaciones indígenas, muchas veces organizando protestas contra presidentes desobedientes, como en Bolivia o en Ecuador, hasta que los presidentes desobediente son removidos y los “pobres indios” son abandonados para que se hagan cargo de sus vidas, como debe ser. En los últimos años, el presupuesto anual de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para América Latina ha ascendido a casi mil millones de dólares con otros dos mil millones canalizados y usados de forma secreta y a discreción por la CIA, seguramente no para apoyar a los artesanos de Cuzco.
A finales de 1980 la CIA le había encargado al artista Jim Sanborn una escultura emblemática para sus oficinas centrales de Langley, Virginia, a una pedrada de la Casa Blanca. Luego de años de estudio y consultas con el ex jefe de criptografía de la CIA Edward Scheidt, la obra fue inaugurada el 3 de noviembre de 1990. La escultura, una muralla ondulante de cobre, se tituló Kryptos, porque está grabada con casi dos mil letras en un orden casi imposible de descifrar. Con un nombre que suena a tumba egipcia o isla griega, es vista por cientos de expertos en códigos que cada día entran al edificio. Aunque la apuesta era que en poco tiempo el mensaje oculto sería decodificado en poco tiempo, no ocurrió así. Incluso se creó una comisión que en su tiempo libre tuvo como tarea aclarar un acertijo que parece inventado por el Joker.
Luego de años, se pudo descifrar el primer mensaje de los cuatro que forman el enigma:
“Entre la penumbra y la oscuridad, yace la ilusión”
Una línea digna de un poema de Jorge Luis Borges, pero con un significado del todo trágico. No sólo el mensaje literario revela una profunda verdad de la manipulación de los pueblos, sino que la expresión plástica del conjunto recuerda (por lo menos a quien entreteje estos signos más modestos) los memoriales de las víctimas de los desaparecidos bajo las múltiples excusas de la inteligencia del poder y de la ignorancia de sus servidores.
*Fragmento del libro de próxima publicación La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América Latina.
Inés Lopez Volpe
https://www.youtube.com/watch?v=rC5npz3DgXI
The far right and the extreme rights
One specialty of a dominant power is its ability to hijack the achievements and merits of others, from material progress to social progress. Thus, capitalism, neoliberalism, and the new radical ideology of business (whereby even the small and long-suffering businessmen and entrepreneurs believe they are members of the same union as Elon Musk, the Walton family and Donald Trump), has convinced the world that we owe all the economic, technological, scientific advances and even the bread we eat to its benefactor order. This insanity, easily refutable but fossilized in popular superstition, is as absurd as the idea that capitalism and democracy go together, when history shows that, in the overwhelming majority of cases, it has meant the opposite. Big businesses and corporations have promoted multiple wars and dictatorships in multiple poor countries, with the exception of the country where the power and the interest of order and good example came from. One of these problems (only one but of vital importance), was noticed and denounced on the television network by the same President and General Dwight Eisenhower in 1961, at the time of saying goodbye to the presidency: the obscene alliance in his country between the military power and the corporations. Long before, president Rutherford Hayes had done the same in 1886: “This is not the government of the people, by the people, and for the people; it is a government of corporations, by corporations and for corporations ”.
Democracy is another example of perfect kidnapping, just as the official religions were, whereby even Jesus ends up being the protector of capitalism, the spokesman for the unbridled ambition of billionaires, and blesses wars, and dictatorships of all kinds. When democracies were unavoidable in multiple countries, they were colonized through the big press, and the new mass media such as radio and cinema.
In the United States, at the end of the 19th century, the white slavers, defeated in the Civil War, rebelled against the new rights of the blacks. They created the oldest terrorist group in existence, the KKK, and the uprisings, lynchings and even direct attempts at coups d’état, banana republic style, became popular. Some were successful. On November 9, 1898, a mob seized the court of Wilmington, the largest city in North Carolina, and declared “Independence of the White Race» based on the “superiority of the white man” and the constitution of the country, which “It had not been written to include ignorant people of African origin.” The blacks, the majority of this city, have managed to participate in the last elections, electing some representatives. The next day, two thousand armed whites stormed the streets, destroyed and burned businesses and the only newspaper in the city run by the inferior race. Unsurprisingly, word got out that some blacks have opened fire on the white hooligans, for which the order was “kill any bloody black who shows up.” To bring order, the governor ordered the soldiers who have returned from Cuba (where they kidnapped other blacks from their own revolution) to take the city. As a result, a few hundred blacks were executed and thousands had to leave their homes. The government and its representatives, elected at the ballot box, were replaced by a dictatorship that will never be called a dictatorship, but the government of responsible and peaceful citizens who restored «law and order» and the will of God. Sound recent?
Even feminists, fighters for the female vote like Rebecca Latimer Felton, will recommend lynching the blacks who won the 1898 elections in North Carolina, since the more educated and the more they participate in politics, the greater threat they pose to the virginity of the defenseless. White women. Lynching was (is) an institution established by the superior race that, not without irony, fears the physical and sexual superiority of the inferior races. Felton, a champion of modernizing education, kept insisting that the more money that goes into educating blacks, the more crimes they commit. For years, she argued that giving him the right to vote would lead to the rape of white women. Although from generations immemorial rapes were generally committed by white men against young black women, the pornographic fantasy of power never rested and Felton recommended a thousand lynchings a week to reduce the sexual appetites of these dark and ignorant men that she considers gorillas. In 1922, for 24 hours, the racist feminist became the first United States senator from Georgia. The second woman was Kelly Loeffler, also from Georgia, who, in January 2021, lost to an african american candidate Raphael Warnock. That same day, thousands of white fanatics stormed Congress in Washington, where the electoral college proved her defeat.
In the 20th century, as a way to avoid the catastrophe of the white race announced by Charles Pearson, the word race was replaced by communism. Semantic castling is so effective that it will outlive generations of misfit critics, unpatriotics, and all manner of radical left-wing extremists. In Latin America, the more radical extreme left was also an inevitable collateral effect of imperial power. Neither Cuba nor Venezuela nor any other pro-independence experience would have been what they were and what they are without the persistent and profound intervention of Washington and the megacorporations from the north. The extreme right however, from the military dictatorships to the sheltered democracies, also justified in the reaction against the reaction, too. Theodore Roosevelt had put it in writing in 1897: “the democracy of this century needs no more justification for its existence than the simple fact that it has been organized so that the white race will have the best lands in the New World.” Rich whites, to be more precise.
Now in the United States, the events present and to come will move the political spectrum a bit to the left, which, due to the generational change, was already going in that direction before the conservative reaction led by Trump. Trump will not win the support of the Pentagon because of a functional difference between the US and Latin American armies. They have always been complementary: that of the United States is in charge of the international level and those of the Third World of domestic matters, not fighting any war with other armies but repressing popular demands within their countries.
In the United States, popular and progressive movements were central to its most profound social changes, from the abolition of slavery, the struggle for labor rights, the women’s vote, to the civil rights struggle of the 1960s and 1970s ( as we recalled above, these movements were also frequently hijacked by the reaction of the wounded power). The extreme right, on the other hand, is the permanent reaction in favor of the masters, of those above, almost always led by the same slaves and foremen from below. Now, in the United States, as in Europe and Latin America, the extreme right is a collateral manifestation of social and political power that, with the frustration of its powerless members, creates a social instability that becomes a threat to them. interests of the power they serve. Suddenly, Wall Street and the dominant corporations cry out for the “restoration of order.” Unpredictability is the second biggest enemy of investors. Unpredictability is the second biggest enemy of investors.
By Jorge Majfud
Translated by Matthew M. Wilinski
The far right and the extreme rights
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