He tenido estudiantes y hasta he sido consejero de algunos soldados estadounidenses que volvieron de la guerra de Irak, muchos destrozados, con visibles mutilaciones o con posttraumatic stress disorder. Muchos pueblan mis novelas Crisis y El mar estaba sereno, además de decenas de artículos.
Muchos quisieron creer que sus traumas valieron la pena.
Muchos se dieron cuenta que fueron usados para otro miserable crímen masivo que quedará por siempre impune.
O casi.
JM, enero 2020.