Cuando un muro se desnuda, no hay verguenza que lo cubra

Que un grupo numeroso de estudiantes de un colegio de secundaria católico (Covington Catholic High School) de visita en Washington, orgullosos portadores de gorros colorados con la inscripción “MAGA” (Make America Great Again”) que identifica a Donald Trump y sus seguidores, le griten a un representante de los pueblos nativos americanos “Build that Wall” (“Construyan el muro”) es otra prueba irrefutable que la obsesión del famoso muro no tiene nada que ver con la seguridad de frontera sino, simplemente, con el viejo odio racista de una considerable proporción de la población, enferma hasta los huesos desde hace siglos.

Claro, sería demasiado pedir que una prueba irrefutable significase algo para esta horda, hoy en el poder de varios países del mundo.

La madre del muchacho salió en su defensa diciendo que los «negros musulmanes» (o «musulmanes negros», para no ofender a nadie) había provocado a los muchachos.

Sí eran negros, pero no musulmanes. Se trataba de un grupo religioso que se considera una tribu perdida de Israel (los colores de la raza humana no se deben a ninguna evolución, porque eso es contra la Biblia, ¿no?) que se autodenomina «Hebreos Israelitas Negros». 

Según otros videos, este grupo habría provocado también los jóvenes con insultos, por llevar todos gorros y camisetas con la inscripción MAGA. ¿Vio que los colegios religiosos son políticamente neutrales? Pues, el hecho ocurrió un día antes de el feriado conmemorativo de Marthin Luther King. 

Al dís siguiente, como para dar una idea de «las dos campanas» la gran prensa salió a ofrecer esta otra versión. Siempre hay otra versión de los hechos, por lo cual hasta es posible encontrar a algún hombre bueno entre los nazis. En todo genocidio hay gente buena y gente mala de ambos lados y en América latina se tradujo como «Teoría de los dos demonios». Fácil. Cobarde. Inmoral. 

En pocas palabras, la nueva lectura de los hechos dice, o sugiere, o quiere decir, que en realidad esos dulces muchachos que rodean al representante de los pueblos indígenas en Estados Unidos no estaban acosando con sus burlas al viejo indio. Los canticos de “Construyan el muro” en realidad se refiere al deseo solidario y compasivo de buenos cristianos que quieren construir una casa para el viejo del tambor.


En norteamerica durnte el siglo XIX , indios y otros animales salvajes huyen desesperados del progreso, la civilización y la belleza erótica del «Destino manifiesto» de la superioridad blanca, elegida por Dios. (Pintura de John Gast, 1870):

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