«Salvaremos la civilización occidental»

Para celebrar el éxito en las elecciones para renovar parte del Congreso, el presidente argentino Javier Milei saludó al presidente de Estados Unidos, quien le había prometido una fortuna de rescate a su plan económico si el pueblo lo apoyaba. No era una amenaza para el presidente sino para el pueblo.

“Cuente conmigo para dar la batalla por la civilización occidental”, le escribió Milei, eufórico por los resultados de las urnas.

Con el mismo entusiasmo y megalomanía, la ministra de Seguridad Nacional de Argentina, Patricia Bullrich, escribió:

“Vamos a cambiar la Argentina para siempre”.

El poder embriaga y la euforia nubla la memoria. Esa ha sido la historia de la Argentina por muchas generaciones.

No sólo de la Argentina. Veinticinco siglos antes, el lidio Creso, confiando en su talento para malinterpretar oráculos, le preguntó a la pitonisa de Delfos si debía atacar Persia. La respuesta fue:

“Si cruzas el río Halis, destruirás un gran imperio.”

Entusiasmado, Creso formó alianzas, cruzó el río y destruyó su propio imperio.

Los oráculos son mejores prediciendo el desastre que el éxito.

Cuentan algunas crónicas de la época que Ciro de Persia lo perdonó poco antes de ejecutarlo. Creso terminó sus días como consejero de Ciro.

Jorge Majfud, Octubre 2025.

“Vamos a cambiar la Argentina para siempre”   | Página|12

Recetas viejas; renovados fracasos

Ministra de Seguridad de la Nación argentina, Patricia Bullrich: “El Plan Bandera va a liberar a Rosario de los narcos y a ponerlos de rodillas de una vez y para siempre”.

Sra. Bullrich:

La historia indica que la “guerra contra el narcotráfico”, desde Nixon hasta el México actual, pasando por G. W. Bush, nunca funcionó. Por el contrario, dejaron más muertos y acrecentaron el poder de las mafias de los carteles, sobre todo luego de un tiempo, con la corrupción masiva de los mismos “combatientes contra el narcotráfico”.

Claro que si Argentina hubiese aprendido algo de la historia ustedes tampoco estarían en el gobierno otra vez.

Nada nuevo. El triunfo en las últimas elecciones presidenciales y el golpe artero a las necesidades más básicas de millones de ciudadanos no les ha calmado la necesidad patológica de vender el Paraíso en base a creencias inoculadas por repetición. Todo lo contrario. Continúan ejerciendo el mismo optimismo del vendedor de preservativos recauchutados. Las mismas afirmaciones absolutistas («ponerlos de rodillas de una vez y para siempre«), las mismas vanas promesas. Las mismas excusas de las políticas neoliberales que, en nombre de la libertad, siempre recurren a la represión, a la militarización de la policía, a la intervención de los ejércitos en las sociedades… En fin, la vieja fórmula de saqueo de las sociedades: primero la violencia social y moral; luego la violencia policial. 

Los asesores de Nixon que inventaron la Guerra contra las drogas reconocieron más tarde que se había tratado de una coartada para criminalizar negros y latinos y a los incómodos hippies que protestaban contra la Guerra en Vietnam. La maldad tiene muchos recursos, algunos contradictorios, pero en su raíz es siempre muy consistente.

La tendencia a confundir deseo con realidad es universal, pero sólo los políticos sin escrúpulos y las corporaciones que los compran se benefician de esa debilidad ancestral. El resto, tarde o temprano, la sufre como borracho con resaca.

Por supuesto que hay soluciones mejores: la reducción de las crecientes y obscenas brechas económicas y sociales es la primera. Está harto demostrado que es ésta, sobre todo en las sociedades capitalista-consumistas (Postcapitalistas) de nuestro tiempo, la mayor fábrica de violencia de todo tipo. Pero ¿quién se atreve a reducir la concentración de capitales y de poder mediático cuando una gran parte del poder político depende de sus donaciones o temen sus represalias?

jorge majfud . december 2023