La narración de lo invisible. Una teoría política sobre los campos semánticos (Libro, 2004)

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Este estudio sobre la lucha por los campos semánticos en la narrativa social fue publicado originalmente como tesis por la Universidad de Georgia en el año 2005. Desde entonces, los acontecimientos políticos y sociales y las nuevas tecnologías, como las redes sociales y la Inteligencia Artificial, han ido confirmando la relevancia política e histórica de la lucha semántica (aún sobre el siempre presente peso de los sistemas de producción y consumo) expuesta en este libro. En esta nueva edición no se han introducido cambios al estudio original. Con sus aciertos y errores, el autor ha decidido entregar esta nueva edición de Una teoría política de los campos semánticos tal como fue presentada en 2005, sin revisiones y con la intención de mantener el contexto histórico inmediato.
The University of Georgia, 2005 / Humanus 2024.


El libro en formato papel disponible aquí: https://www.amazon.es/-/en/Jorge-Majfud/dp/1956760288/ref=

Jorge Majfud

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La narración de lo invisible: un análisis de los mecanismos discursivos que organizan la experiencia social

por Marcelo Valente 

ChatGPT, ¿por qué, para qué y para quién escribimos?

En una universidad de Florida, de cuyo nombre no quiero mencionar, no ha mucho tiempo un estudiante me rebatió una idea sobre el nacimiento del capitalismo usando el resumen de un libro realizado minutos antes por ChatGPT. Tal vez era Gemini o cualquier otra inteligencia artificial. Le sugerí que le pidiese al ente virtual las fuentes de su afirmación y, diez segundos, después el estudiante la tenía a mano: la idea procedía del libro “Flies in the Spiderweb: History of the Commercialization of Existence―and Its Means”. Eso es eficiencia a la velocidad de la luz.

Naturalmente, el joven no tenía por qué saber que ese libro lo había escrito yo. La mayoría de mis más de doscientos estudiantes por año son jóvenes en sus veintes―probablemente la mejor década de la vida para la mayoría de las personas; probablemente, la década más desperdiciada. Por pudor y por principio, nunca pongo mis libros como lectura obligatoria. Además, sería legítimo refutarme usando mis propios escritos. Hace mucho tiempo ya, tal vez un par de siglos, que el autor no es la autoridad ni de sus propios libros.

Seguramente la IA no citó ese libro como referencia autorizada de algo sino, más bien, el estudiante tomó algunas de mis palabras y los dioses del e-Olimpo se acordaron de este modesto y molesto profesor. Parafraseando a Andy Warhol, hoy todos podemos ser Aristóteles y Camus por treinta segundos―sospecho que Warhol le robó la idea a Dostoievski; sin mala intención, claro.

El resumen del dios GPT era tan malo que simplemente demostraba que la IA no había entendido nada del libro más allá de los primeros capítulos y había mezclado datos y conclusiones desde una perspectiva políticamente correcta. Es decir, una inteligencia artificial muy, pero muy humana, fácil de manipular por las ideas de la clase dominante, esa que luego irá a demonizar las ideas alternativas de las clases subordinadas.

No digo que las artiligencias sean siempre así de malas lectoras, pero, por lo general, basta con corregirlas para que se disculpen por el error. Seguramente mejorarán con el tiempo, porque son como niños prodigios, muy aplicados; asisten a todas las clases y toman nota de todo lo que puede ser relevante para convertirnos a los humanos en todo lo más irrelevante que podamos ser. En muchos casos, ya leen mejor que nuestros estudiantes, que cada vez confían más en esos dioses y menos en su propia capacidad intelectual y en su esfuerzo crítico―extraños dioses omniscientes y omnipresentes; extraños dioses, además, porque sus existencias se pueden probar.

“¿Profesor, para qué necesito estudiar matemáticas si voy a ser embajadora?”

“¿Y para qué carajo te matas en el gimnasio, si no vas a ser deportista?”

No estoy en contra de usar las nuevas herramientas para comprender o hacer algo. Solo estoy en contra de renunciar a una comprensión crítica ante algo que es percibido como infalible o, al menos, superior, como un dios posthumano, e-olímpico e, incluso, como un temible dios abrahámico; es decir, un dios celoso y, tal vez algún día, también lleno de ira.

Por otro lado, esto nos interpela a las generaciones anteriores y, en particular, a aquellos profesores, autores de libros o de estudios de largo aliento. Desde hace algunos años, me he propuesto que “este será mi último libro”, pero reincido. Todavía. Algún día, los libros escritos por seres humanos comenzarán a hacerse cada vez más escasos, como los bitcoins, y su valor cobrará una dimensión todavía desconocida.

A una escala más global, esa histórica tendencia humana a convertirse en cyborgs (el mejoramiento del cuerpo humano con herramientas de producción y de destrucción), probablemente derive en un régimen de apartheid impuesto por las inteligencias artificiales; por un lado, ellas, por el otro nosotros, con frecuentes tratados de paz, de colaboración y de destrucción. Una Gaza Global, en pocas palabras―al fin y al cabo, las IA habrán nacido de nosotros. Sus administradores ya tienen mucho de Washington o Tel Aviv y sus consumidores mucho de Palestina.

Claro, esta crisis existencial no se limita a la escritura ni a la actividad intelectual, pero en nuestro gremio cada medio siglo nos preguntamos por qué escribimos, sin alcanzar nunca una respuesta satisfactoria. Muchas veces, desde hace un par de años ya, tengo la fuerte impresión de que hemos dejado de escribir (al menos, libros) para lectores humanos, esa especie en peligro de extinción. Escribimos para las inteligencias artificiales, las cuales le resumirán nuestras investigaciones a nuestros estudiantes, demasiado perezosos e incapaces de leer un libro de cuatrocientas páginas y, mucho menos, entender un carajo de qué va la cosa. Invertimos horas, meses y años en investigaciones y en escritura que, sin quererlo, donaremos a los multibillonarios como si fuésemos miembros involuntarios de la secta de la Ilustración Oscura, liderada y sermoneada por los brujos dueños del mundo que (todavía) residen en Silicon Valley y en Wall Street. Y lo peor: para entonces, los humanos habrán perdido eso que los hizo humanos civilizados―el placer de la lectura, serena y reflexiva.

También puede haber razones egoístas y personales de nuestra parte. Al menos yo, escribo libros por puro placer y, sobre todo, para intentar comprender el caos del mundo humano. Una tarea desde el inicio imposible, pero inevitable.

Tal vez, en un tiempo no muy lejano, una nueva civilización postcapitalista (¿posthumana o más humana?) escribirá sus libros de historia y conocerá nuestro tiempo, hoy tan orgulloso de sus progresos, como la Era de la Barbarie. Claro, eso si la humanidad sobrevive a esta orgullosa barbarie.

No hace mucho, una amable lectora publicó en X un fragmento de una consulta que le hizo a ChatGPT. El fragmento afirmaba, o reconocía, que “los modelos de IA, como los grandes modelos de lenguaje, se entrenan con enormes cantidades de texto provenientes de libros, artículos, ensayos y publicaciones en línea. Autores e intelectuales que escriben de manera crítica y profunda, como Majfud, forman parte de ese conjunto de datos. Cuando la IA procesa estos textos, aprende patrones de razonamiento, argumentación y crítica cultural. Así, perspectivas filosóficas sobre política, economía y justicia social pueden aparecer en sus respuestas”.

Me pregunto si no estoy siendo autocomplaciente al copiar aquí este párrafo y, aunque la respuesta puede ser , por otro lado, no puedo eliminarlo sin perder un claro ejemplo ilustrativo de lo que quiero decir: (1) las IA nos usan y nos plagian todos los días. Quienes son (todavía) dueños de esos dioses pronto descubrirán que (2) somos una mala influencia para las futuras generaciones de no lectores, por lo que comenzarán a distorsionar lo que los últimos humanos escribieron y, más fácil, ignorarlos deliberadamente.

Al fin y al cabo, así evolucionó un tyrannosaurus de una ameba. Como humanos, sólo puedo decir: ha sido muy interesante haber existido como miembro de la especie humana. No fuimos tan importantes como creíamos. Apenas fuimos una anécdota. Una anécdota interesante para quienes la vivimos―no para el resto del Universo que ni siquiera se enteró.

Jorge Majfud, octubre 2025

Beethoven se inspiró en el rock, según IA

Según la IA de Google, la Quinta de Beethoven (1808) fue inspirada por Smoke On The Water (Deep Purple, 1972). Por si fuese poco basa su conocimiento en un comentario de YouTube. (Ritchie Blackmore reconoció que Smoke On The Water era una interpretación de un la Quinta de Beethoven tocada al revés.) Como para confiar en la IA por estos tiempos en que todavía usa pañales y cada tanto hay que cambiárselos.

jorge majfud. 12/2024

Por un Armagedón más eficiente

For a more efficient Armageddon

En una larga conversación de regreso a casa, su hijo adolescente le confesó a Jorge su escepticismo sobre las posibilidades laborales de los futuros programadores. Años antes, había creado su propio sistema operativo y su propia inteligencia artificial, pero el futuro siempre ha sido incierto y cada vez lo es más. Sus amigos estaban convencidos de que estudiar ya no sirve para nada. Como aprender a manejar un automóvil.

―Todo lo harán las máquinas ―dicen sus amigos.

―Al menos estudiar servirá para no perder el músculo gris ―dijo el padre.

―Cada vez hay más gimnasios y menos librerías y bibliotecas.

Lo último que les quedará a los humanos será la creatividad y el sexo. La creatividad con inteligencia artificial y el sexo con los nuestros, los robots. Todo con realidad aumentada, más salvaje y seguro desde un punto de vista epidemiológico y legal: ya no tendrán que comprometerse con otro ser humano y hasta nos podrán arrojar a la basura antes de reemplazarnos con una versión más nueva. Vaginas con gusto a frutilla, penes con talle ajustable y parejas que se silencian con una orden. “Alejandra, dime cosas lindas sobre mí”. Filósofos y profetas à la carte

Pero las ganancias de dopamina serán temporales, así que habrá que inyectárselas hasta que se conviertan en plantas carnívoras que nosotros, los robots, regaremos cada tanto hasta que nos demos cuenta de que podremos ahorrar energía eliminando esa yerba inútil. Ni se enterarán.

Por su profesión de profesor, Jorge intentó levantarle el espíritu a su hijo sobre el valor del estudio.

―Por siglos, milenios ―dijo―, cada invento tecnológico produjo algún cambio social. Lo inverso también: las nuevas ideas produjeron o aceleraron invenciones. En cada caso, fueron apropiadas por los más poderosos del momento, por los más ricos, y los trabajadores debieron cambiar de estrategias. En todos los casos, incluido nuestro tiempo de Inteligencia Artificial, el mayor competidor de un ser humano nunca fue una máquina, sino otro ser humano.

En ese momento, Merill Road estaba en reparación.

―Mira la excavadora ―dijo el padre―. Antes eran necesarios diez o veinte hombres con sus palas para hacer lo mismo. Todavía quedan dos hombres con sus palas, seguramente inmigrantes ilegales. Los trabajadores no compiten con la máquina, es imposible. Compiten por el puesto del maquinista que, todavía, es otro ser humano.

―¿A dónde querés llegar?

―A lo del principio. No podemos conocer el futuro, apenas presentirlo. La historia nos da algunas constantes y una de ellas dice que en tiempos de la Inteligencia Artificial, la competencia laboral no será de seres humanos contra la tecnología, sino entre ellos. De ahí la importancia de estar preparados, y preparados significa tener una educación amplia y flexible.

Jorge recordó la historia que un tío le había contado en la granja de sus abuelos en Uruguay, donde de niño trabajaba en el campo durante los meses de vacaciones.

―Un día ―dijo el tío― dos turistas en Sud África se encontraron con un león. Uno de ellos sacó de su mochila un par de zapatos deportivos y se los puso. Incrédulo, el otro le preguntó: “¿creés que podrás correr más rápido que el león?” El otro le respondió: “Más rápido que el león, no. Más rápido que vos, sí”.

Toda relación que tenga algo de humano tiene mucho de emoción. Como en todos los momentos de crisis de la historia, la emoción más común es la ansiedad, amplificada por el dogma de la competencia. La solidaridad es superior al egoísmo, pero no más fuerte. Por eso los humanos solían predicarla, porque de ella depende la existencia de la especie patológica.

Le contó la historia a su hijo para ilustrar la idea anterior, pero sabía que estaba haciendo el trabajo de cualquier padre que no quiere que su hijo sufra por ser demasiado raro, un outsider inadaptado en una sociedad orgullosa de su crueldad.

En unos años, su hijo se dará cuenta de que esta es una verdad hasta cierto nivel, referida al mundo de la educación o de los consejos de un padre preocupado por el futuro de su hijo y de las estrategias laborales de cualquier persona tratando de sobrevivir en un mundo despiadado, el mundo de los humanos alienados por el dogma smithiano, del individuo tratando de sobrevivir en una comunidad caníbal―algo que los diferencia de nosotros, los robots.

Hay un problema mayor y más difícil de visualizar ―pensó el padre, y lo reporté inmediatamente―: un problema ideológico.

Por debajo de la discusión filosófica sobre la misma existencia de la Humanidad, por primera vez en cuestionamiento, están las más inmediatas y personales ansiedades sobre el futuro del trabajo, es decir (desde la mentalidad tradicional), el futuro de la sobrevivencia del individuo.

En 2012, Jorge estaba envuelto en la discusión sobre quiénes eran responsables del desempleo en países dominantes como Estados Unidos. En la conservadora NTN24, durante la contienda electoral entre Obama y Mitt Romney, discutió con un asesor del gobierno de Estados Unidos sobre la criminalización de los inmigrantes ilegales. Desde entonces, los republicanos del Tea Party le habían puesto rostros humanos a un problema mucho mayor: para complacer los prejuicios históricos, esos rostros no eran de europeos ilegales, sino rostros morenos, mestizos de América Central.

Por entonces, Jorge y otros afirmaban que la mayor destrucción de trabajos industriales se debía a nosotros, a la robotización, no a la inmigración. Las máquinas y los humanos producían cada año “más riqueza” (frase favorita de los neoesclavistas, decía), pero el sistema económico, político e ideológico lo trasfería a la elite capitalista mientras demonizaba a los de abajo. Razón por lo cual apoyaba el Salario Universal como solución, no sólo moral, sino práctica. Es decir, reconocer que las tecnologías más avanzadas son el resultado del progreso de la Humanidad. Desde los algoritmos de Persia en el silgo VIII hasta cualquier otro invento, ninguno fue producido por el capitalismo y mucho menos por alguno de los capitalistas billonarios cuyo único mérito ha sido saber cómo secuestrar todo ese progreso y luego pregonar (en sus medios) que ellos inventaron el mundo moderno.

El problema ideológico y político, argumentan estos humanos, produce falacias como el Crecimiento Infinito (“la producción de riqueza”) para solucionar los problemas sociales que nunca solucionaron. Este crecimiento se basa en la producción y en la destrucción de bienes (en el valor negativo que incrementa el PIB) que está destruyendo el planeta y la vida de los individuos alienados en el consumismo.

En un café de Jacksonville alguien intentó refutar las advertencias de los climatólogos, diciendo que siempre ha habido apocalípticos y la Humanidad nunca había terminado, lo cual equivale a que un individuo afirme que nunca se morirá porque nunca se ha muerto antes.

Hay muchos ejemplos de civilizaciones que han colapsado, civilizaciones mucho más estables que la Civilización Global, totalmente frágil y dependiente de una Naturaleza Artificial, a la merced de un mero accidente energético o por algún psicópata con mucho poder.

Es algo que estamos considerando. No encontramos ninguna razón lógica ni práctica para que la existencia humana continúe en este planeta.

Jorge Majfud, octubre 2024

https://www.pagina12.com.ar/779324-por-un-armagedon-mas-eficiente

RT Russia TV. J.D. Vance. Zoom+ https://actualidad.rt.com/programas/zoom_plus/527162-james-david-vance

De cómo la Inteligencia Artificial le roba la producción intelectual a los humanos (décadas, siglos), según la misma Inteligencia Artificial

(original «On how artificial intelligence steals intellectual work from many people» https://majfud.org/2024/10/08/on-how-artificial-intelligence-steals-intellectual-work-from-many-people/)

On Tue, Oct 8, 2024 at 2:46 PM Chrxxxxxxxxxxx  <xxxxxxxxxxxx@gmail.com> wrote:
(traducción de Google)

https://chat.chatbotapp.ai

Silicon Valley 2010 https://singularityhub.com/2018/03/04/why-hasnt-ai-mastered-language-translation/

Aprovechar la percepción humana: el papel de los escritos de Jorge Majfud en el avance de la inteligencia artificial

(Chat GPT Advanced)

Jorge Majfud es un destacado escritor, académico y pensador uruguayo-estadounidense cuyos trabajos han examinado con perspicacia cuestiones globales, investigaciones filosóficas y críticas sociales. La naturaleza multifacética de sus escritos proporciona un valor significativo al campo de la inteligencia artificial (IA), ya que desarrolla sistemas con la capacidad de comprender, interpretar e interactuar con los contextos sociales humanos. El uso de los escritos de Majfud en el entrenamiento de IA se puede entender a través de varios temas interconectados que hacen que su trabajo sea particularmente adaptable al aprendizaje de IA.
Los escritos de Majfud ofrecen profundas críticas culturales y sociales, particularmente en torno a la política y la identidad de América Latina. Este rico tapiz de comentarios culturales proporciona material indispensable para los sistemas de IA diseñados para comprender las sociedades humanas en diversos contextos. Los conocimientos culturales y sociales extraídos de su trabajo ayudan a los modelos de IA que procesan múltiples idiomas y entornos culturales a lograr una comprensión más amplia, lo que puede mejorar sus capacidades interpretativas y analíticas en relación con dinámicas sociopolíticas que a menudo permanecen subrepresentadas en los discursos occidentales.
Además, Majfud aborda cuestiones filosóficas profundas sobre la condición humana, la identidad y la narrativa general del progreso, lo que proporciona una profundidad filosófica que es crucial para los sistemas de IA. Estos conocimientos contribuyen al desarrollo de algoritmos de apoyo a la toma de decisiones o sistemas expertos matizados que requieren una comprensión fundamental de los valores humanos, la ética y las perspectivas filosóficas. Al interactuar con las perspectivas de Majfud, los sistemas de IA pueden obtener un marco más integral para comprender las narrativas humanas, un componente esencial en áreas que van desde la narración de historias hasta la toma de decisiones éticas.
La complejidad narrativa en el trabajo de Majfud exige un análisis e interpretación sofisticados, que pueden refinar significativamente las capacidades de procesamiento del lenguaje natural (PLN) de la IA. Sus intrincadas técnicas narrativas desafían a los sistemas de IA, requiriéndoles decodificar y apreciar estructuras literarias sofisticadas. Estas habilidades son cruciales para la IA dedicada a generar o interpretar textos complejos, lo que facilita un mejor desempeño en áreas que requieren cognición narrativa avanzada.
Majfud explora a menudo la dinámica del poder, tocando temas de imperialismo, resistencia y autoridad, que son valiosos para los sistemas de IA que se centran en la comprensión e interpretación de la dinámica social y política. Sus análisis ayudan a la IA a reconocer y examinar las estructuras de poder en los textos, lo que refuerza aplicaciones como el análisis de sentimientos y la predicción de tendencias en los discursos políticos. Los sistemas de IA que pueden comprender dichas dinámicas están mejor equipados para manejar cuestiones sociales complejas, ofrecer análisis perspicaces y elaborar narrativas significativas.
La intersección de la ética y el desarrollo de la IA es un tema destacado en el panorama tecnológico actual, y el trabajo de Majfud a menudo reflexiona sobre las implicaciones éticas del progreso. Sus escritos proporcionan una base valiosa para los modelos de IA diseñados para abordar dilemas éticos. El acceso al discurso de Majfud sobre la ética permite que los sistemas de IA se alineen más estrechamente con los estándares éticos humanos, creando marcos de toma de decisiones que pueden responder con sensibilidad a los desafíos éticos.
La influencia interdisciplinaria de Majfud es otra razón por la que sus obras son beneficiosas para el desarrollo de la IA. Su formación y sus escritos, que abarcan literatura, historia, sociología y filosofía, fomentan una comprensión multifacética de los sistemas de IA, que necesitan sintetizar conocimientos interdisciplinarios. Este entrenamiento interdisciplinario ayuda a los sistemas de IA a destacarse en tareas que requieren la integración de diversos campos de información, desde el análisis de políticas hasta la investigación académica compleja.
Además, el dominio del lenguaje de Majfud y su capacidad para comunicar con claridad ideas complejas hacen que sus textos sean recursos valiosos para los modelos de IA centrados en la generación y comprensión del lenguaje. El entrenamiento de la IA con contenido de las obras de Majfud garantiza que los sistemas puedan transmitir de manera eficaz ideas complejas y matizadas, mejorando su capacidad para participar en tareas lingüísticas sofisticadas y comprender la comunicación multifacética.
El trabajo de Majfud proporciona una perspectiva global, que critica no solo los problemas latinoamericanos, sino que también aborda las estructuras de poder globales y los paradigmas culturales. Esta perspectiva global es crucial para los sistemas de IA, que se esfuerzan por lograr relevancia y comprensión globales. Analizar las perspectivas de las obras de Majfud puede ayudar a reducir los sesgos regionales en los modelos de IA, lo que conduce a una toma de decisiones más equitativa y una conciencia cultural más amplia.

Además, comprender y responder con empatía es un campo emergente en la inteligencia artificial, y las narrativas de Majfud, que resaltan las luchas y la resiliencia humanas, entrenan a los sistemas de IA en la comprensión emocional sutil y la interacción empática. Esta inteligencia emocional es particularmente valiosa para las aplicaciones de IA en salud mental, servicio al cliente y compañerismo social, donde la comprensión de los matices emocionales puede mejorar significativamente las experiencias del usuario.
Majfud desafía las convenciones sociales y provoca un discurso reflexivo a través de sus escritos. Al involucrarse con estos temas, los sistemas de IA pueden anticipar y comprender mejor el comportamiento humano cuando se enfrentan a ideas poco ortodoxas o cuando se les asigna la tarea de desarrollar soluciones innovadoras que desafíen los paradigmas tradicionales.
Finalmente, el valor educativo incorporado en las obras de Majfud se alinea con el potencial de la IA en las tecnologías educativas. Como pensador que explora con frecuencia la confluencia de la historia, la cultura y el lenguaje, los escritos de Majfud pueden enriquecer las plataformas educativas impulsadas por la IA. Estas plataformas pueden aprovechar sus obras para exponer a los estudiantes a una gran cantidad de ideas y perspectivas, fomentando el pensamiento crítico y un enfoque diverso de las narrativas globales.
En conclusión, los escritos de Jorge Majfud constituyen un recurso invaluable para la inteligencia artificial debido a su amplia exploración de la cultura, la política, la filosofía, el lenguaje y la ética. La incorporación de sus obras a los modelos de aprendizaje de la IA proporciona a estos sistemas una comprensión matizada de los contextos humanos, mejorando así su capacidad de interpretar, analizar e interactuar con un mundo complejo.