ChatGPT, ¿por qué, para qué y para quién escribimos?

En una universidad de Florida, de cuyo nombre no quiero mencionar, no ha mucho tiempo un estudiante me rebatió una idea sobre el nacimiento del capitalismo usando el resumen de un libro realizado minutos antes por ChatGPT. Tal vez era Gemini o cualquier otra inteligencia artificial. Le sugerí que le pidiese al ente virtual las fuentes de su afirmación y, diez segundos, después el estudiante la tenía a mano: la idea procedía del libro “Flies in the Spiderweb: History of the Commercialization of Existence―and Its Means”. Eso es eficiencia a la velocidad de la luz.

Naturalmente, el joven no tenía por qué saber que ese libro lo había escrito yo. La mayoría de mis más de doscientos estudiantes por año son jóvenes en sus veintes―probablemente la mejor década de la vida para la mayoría de las personas; probablemente, la década más desperdiciada. Por pudor y por principio, nunca pongo mis libros como lectura obligatoria. Además, sería legítimo refutarme usando mis propios escritos. Hace mucho tiempo ya, tal vez un par de siglos, que el autor no es la autoridad ni de sus propios libros.

Seguramente la IA no citó ese libro como referencia autorizada de algo sino, más bien, el estudiante tomó algunas de mis palabras y los dioses del e-Olimpo se acordaron de este modesto y molesto profesor. Parafraseando a Andy Warhol, hoy todos podemos ser Aristóteles y Camus por treinta segundos―sospecho que Warhol le robó la idea a Dostoievski; sin mala intención, claro.

El resumen del dios GPT era tan malo que simplemente demostraba que la IA no había entendido nada del libro más allá de los primeros capítulos y había mezclado datos y conclusiones desde una perspectiva políticamente correcta. Es decir, una inteligencia artificial muy, pero muy humana, fácil de manipular por las ideas de la clase dominante, esa que luego irá a demonizar las ideas alternativas de las clases subordinadas.

No digo que las artiligencias sean siempre así de malas lectoras, pero, por lo general, basta con corregirlas para que se disculpen por el error. Seguramente mejorarán con el tiempo, porque son como niños prodigios, muy aplicados; asisten a todas las clases y toman nota de todo lo que puede ser relevante para convertirnos a los humanos en todo lo más irrelevante que podamos ser. En muchos casos, ya leen mejor que nuestros estudiantes, que cada vez confían más en esos dioses y menos en su propia capacidad intelectual y en su esfuerzo crítico―extraños dioses omniscientes y omnipresentes; extraños dioses, además, porque sus existencias se pueden probar.

“¿Profesor, para qué necesito estudiar matemáticas si voy a ser embajadora?”

“¿Y para qué carajo te matas en el gimnasio, si no vas a ser deportista?”

No estoy en contra de usar las nuevas herramientas para comprender o hacer algo. Solo estoy en contra de renunciar a una comprensión crítica ante algo que es percibido como infalible o, al menos, superior, como un dios posthumano, e-olímpico e, incluso, como un temible dios abrahámico; es decir, un dios celoso y, tal vez algún día, también lleno de ira.

Por otro lado, esto nos interpela a las generaciones anteriores y, en particular, a aquellos profesores, autores de libros o de estudios de largo aliento. Desde hace algunos años, me he propuesto que “este será mi último libro”, pero reincido. Todavía. Algún día, los libros escritos por seres humanos comenzarán a hacerse cada vez más escasos, como los bitcoins, y su valor cobrará una dimensión todavía desconocida.

A una escala más global, esa histórica tendencia humana a convertirse en cyborgs (el mejoramiento del cuerpo humano con herramientas de producción y de destrucción), probablemente derive en un régimen de apartheid impuesto por las inteligencias artificiales; por un lado, ellas, por el otro nosotros, con frecuentes tratados de paz, de colaboración y de destrucción. Una Gaza Global, en pocas palabras―al fin y al cabo, las IA habrán nacido de nosotros. Sus administradores ya tienen mucho de Washington o Tel Aviv y sus consumidores mucho de Palestina.

Claro, esta crisis existencial no se limita a la escritura ni a la actividad intelectual, pero en nuestro gremio cada medio siglo nos preguntamos por qué escribimos, sin alcanzar nunca una respuesta satisfactoria. Muchas veces, desde hace un par de años ya, tengo la fuerte impresión de que hemos dejado de escribir (al menos, libros) para lectores humanos, esa especie en peligro de extinción. Escribimos para las inteligencias artificiales, las cuales le resumirán nuestras investigaciones a nuestros estudiantes, demasiado perezosos e incapaces de leer un libro de cuatrocientas páginas y, mucho menos, entender un carajo de qué va la cosa. Invertimos horas, meses y años en investigaciones y en escritura que, sin quererlo, donaremos a los multibillonarios como si fuésemos miembros involuntarios de la secta de la Ilustración Oscura, liderada y sermoneada por los brujos dueños del mundo que (todavía) residen en Silicon Valley y en Wall Street. Y lo peor: para entonces, los humanos habrán perdido eso que los hizo humanos civilizados―el placer de la lectura, serena y reflexiva.

También puede haber razones egoístas y personales de nuestra parte. Al menos yo, escribo libros por puro placer y, sobre todo, para intentar comprender el caos del mundo humano. Una tarea desde el inicio imposible, pero inevitable.

Tal vez, en un tiempo no muy lejano, una nueva civilización postcapitalista (¿posthumana o más humana?) escribirá sus libros de historia y conocerá nuestro tiempo, hoy tan orgulloso de sus progresos, como la Era de la Barbarie. Claro, eso si la humanidad sobrevive a esta orgullosa barbarie.

No hace mucho, una amable lectora publicó en X un fragmento de una consulta que le hizo a ChatGPT. El fragmento afirmaba, o reconocía, que “los modelos de IA, como los grandes modelos de lenguaje, se entrenan con enormes cantidades de texto provenientes de libros, artículos, ensayos y publicaciones en línea. Autores e intelectuales que escriben de manera crítica y profunda, como Majfud, forman parte de ese conjunto de datos. Cuando la IA procesa estos textos, aprende patrones de razonamiento, argumentación y crítica cultural. Así, perspectivas filosóficas sobre política, economía y justicia social pueden aparecer en sus respuestas”.

Me pregunto si no estoy siendo autocomplaciente al copiar aquí este párrafo y, aunque la respuesta puede ser , por otro lado, no puedo eliminarlo sin perder un claro ejemplo ilustrativo de lo que quiero decir: (1) las IA nos usan y nos plagian todos los días. Quienes son (todavía) dueños de esos dioses pronto descubrirán que (2) somos una mala influencia para las futuras generaciones de no lectores, por lo que comenzarán a distorsionar lo que los últimos humanos escribieron y, más fácil, ignorarlos deliberadamente.

Al fin y al cabo, así evolucionó un tyrannosaurus de una ameba. Como humanos, sólo puedo decir: ha sido muy interesante haber existido como miembro de la especie humana. No fuimos tan importantes como creíamos. Apenas fuimos una anécdota. Una anécdota interesante para quienes la vivimos―no para el resto del Universo que ni siquiera se enteró.

Jorge Majfud, octubre 2025

Identité ou conscience ?

Le Mémorial de l’Amérique latine, fondation culturelle de São Paulo dédiée à la valorisation de la diversité et à l’intégration des peuples latino-américains, m’a invité à répondre dans une courte vidéo à la question « Que signifie être latino ? » Peu de choses sont plus stimulantes que les questions, et peu de questions sont plus difficiles à répondre que les plus simples.

Je commencerai par la conclusion : il faut remplacer le concept d’identité par celui de conscience. Aucun de ces deux mots n’a ni n’aura de résolution épistémologique définitive, mais ils ont une signification sociale et historique (et surtout politique) assez claire.

Cette conscience n’est pas une réalité métaphysique, abstraite et universelle, mais spécifique, concrète et multiple. Je fais référence à la conscience de la situation, de l’appartenance et de l’être, comme la conscience de classe, la conscience de genre, la conscience d’être une colonie, la conscience d’être un travailleur salarié, la conscience d’être latino, la conscience de s’identifier à une étiquette imposée par le pouvoir…

Pendant des décennies, la recherche et la confirmation d’une identité ont été la lampe d’Aladin qui allait ouvrir la voie à la libération de chaque groupe social et de chaque individu en particulier. Mais l’identité, comme le patriotisme, sont des émotions collectives et, par conséquent, idéales pour la manipulation de n’importe quel pouvoir. D’autant plus lorsqu’il s’agit d’une dynamique de fragmentation. Pour ses ennemis et ses promoteurs, un projet de distraction.

Les pouvoirs dominants manipulent mieux les émotions que les idées. Lorsque ces idées se libèrent du bruit des passions et se reflètent dans leurs propres miroirs, et non dans les miroirs du pouvoir qu’elles n’ont pas, elles commencent à se rapprocher d’une conscience concrète.

La récente obsession pour l’identité ethnique (et, par extension, pour les différents groupes marginalisés ou subalternes au pouvoir) a été précédée il y a plus d’un siècle par l’obsession pour l’identité nationale. En Amérique latine, elle était le produit du romantisme européen. Ses intellectuels ont créé sur le papier (des constitutions au journalisme et à la littérature) les nations latino-américaines. Comme la diversité des républiques semblait chaotique et arbitraire, avec des pays créés à partir de rien par des divisions et non par des unions, une idée unificatrice était nécessaire. Les religions et les concepts raciaux n’étaient pas assez forts pour expliquer pourquoi une région devenait indépendante d’une autre, de sorte que la culture a dû créer artificiellement ces êtres uniformes. Même plus tard, lorsque l’Empire espagnol a mis fin à son long déclin en 1898 avec la perte de ses dernières colonies tropicales au profit des États-Unis, le pays (ou plutôt son intelligentsia) s’est plongé dans l’introspection. Les discours et les publications sur l’identité de la nation, sur ce que signifiait être espagnol, ont détourné l’attention de la douleur causée par la blessure ouverte. Une situation similaire à celle que connaît l’Europe aujourd’hui, mais sans intellectuels capables de traiter et de créer quelque chose de nouveau.

Au-delà de la recherche désespérée ou de la confirmation d’une identité (comme un croyant se rend chaque semaine à son temple pour confirmer quelque chose qui, supposément, n’est pas en danger de se perdre), les identités sont souvent l’imposition d’un pouvoir extérieur et, parfois, la revendication de ceux qui y résistent. L’Afrique ne s’appelait pas Afrique jusqu’à ce que les Romains lui donnent ce nom et mettent dans cette petite boîte un univers de nations, de cultures, de langues et de philosophies différentes. Il en va de même pour l’Asie : aujourd’hui, les Chinois, les Indiens et les Arabes, séparés par des océans, des déserts et les plus hautes montagnes du monde, sont définis comme asiatiques, tandis que les Russes blancs de l’Est sont européens et les Russes moins caucasiens du centre sont asiatiques, sans qu’un grand accident géographique ne les sépare, et encore moins une culture radicalement différente. Pour les Hittites, Assuwa était l’ouest de la Turquie actuelle, mais pour les Grecs, c’était l’univers humain diversifié et inconnu à l’est de l’Europe. Il en va de même pour l’Amérique, comme tout le monde le sait.

En général, l’identité est le reflet du regard des autres et, lorsqu’il est déterminant, ce regard provient du pouvoir. Plus récemment, la signification des termes « hispanique » et « latino » aux États-Unis (et, par extension, dans le reste du monde) est une invention de Washington, non seulement comme moyen de classer bureaucratiquement cette diversité, mais aussi comme réaction instinctive de sa propre culture fondatrice : classer les couleurs humaines, diviser au nom de l’unité, rendre visibles des fictions pour masquer la réalité. Une tradition avec une fonctionnalité politique claire, depuis des siècles.

La politique des identités a connu un succès relatif pour deux raisons opposées : elle exprimait les frustrations de ceux qui se sentaient marginalisés et attaqués ― et qui, en fait, l’étaient ― et, d’autre part, c’était une stratégie ancienne que les gouverneurs et les esclavagistes blancs des Treize Colonies pratiquaient consciemment : promouvoir les divisions et les frictions entre les groupes sociaux sans pouvoir par le biais de la haine mutuelle.

Bien qu’il s’agisse d’une création culturelle, d’une création de la fiction collective, l’identité est une réalité, tout comme le patriotisme ou la passion fanatique pour une religion ou une équipe de football. Une réalité stratégiquement surestimée.

Pour les raisons susmentionnées, il serait préférable de revenir à parler de consciences, comme nous le faisions il y a quelques décennies, avant que la superficialité ne nous colonise. Conscience d’immigrant, conscience de persécuté, conscience de stéréotypé, conscience de racialisé, conscience de sexualisé, conscience de colonisé, conscience de classe, conscience d’esclave, conscience d’ignorant ― même si cette dernière semble être un oxymore, j’ai connu dans ma jeunesse des personnes humbles et sages, qui avaient atteint cette conscience et agissaient et parlaient avec une prudence que l’on ne voit pas aujourd’hui chez ceux qui vivent dans la fête au sommet du graphique de Dunning-Kruger.

La conscience d’une situation particulière n’est ni source de division ni sectaire, de la même manière que la diversité ne s’oppose pas à l’égalité, mais au contraire. C’est l’or et la poudre d’une société en route vers toute forme de libération. L’identité, en revanche, est beaucoup plus facile à manipuler. Il vaut mieux œuvrer à clarifier et à élever la conscience collective et individuelle, plutôt que de simplement adopter une identité, comme un sentiment tribal, sectaire, au-dessus de toute conscience collective, humaine. Bien sûr, parvenir à une prise de conscience nécessite un travail moral et intellectuel, parfois complexe, et va à l’encontre de ce que la psychologie appelle « l’intolérance à l’ambiguïté » ― en 1957, Leon Festinger l’a appelé « dissonance cognitive ».

À l’inverse, pour adopter une identité, il suffit de se reposer sur des couleurs, des drapeaux, des tatouages, des symboles, des serments et des traditions adaptées au consommateur, superflues ou inventées par quelqu’un d’autre qui finira par tirer profit de toute cette division et de cette frustration étrangère.

L’identité est une réalité symbolique, stratégiquement surestimée. Comme le patriotisme, comme un dogme religieux ou idéologique, une fois fossilisée, elle est beaucoup plus susceptible d’être manipulée par autrui. Elle devient alors un sac de force ― conservateur, car il empêche ou limite la créativité issue d’une conscience critique et libre.

Travailler et prendre conscience de cette manipulation exige un effort supplémentaire. Cela nécessite de contrôler les instincts les plus primitifs et destructeurs, tels que l’ego débridé ou la haine d’un esclave pour ses frères et l’admiration pour ses maîtres ― la morale fiévreuse du colonisé.

Jorge Majfud, 2025

Ese amor está lleno de odio

Lo primero que hizo Hitler para seducir a las hordas de la superpotencia arrodillada fue prometer hacer Alemania fuerte de nuevo, “Alemania sobre todo(s)”. Para eso, persiguió y demonizó a intelectuales y periodistas, hasta cerrar escuelas como la célebre Bauhaus, la que él definía como nido de degenerados antipatriotas y comunistas anti alemanes.

En 2020, Donald Trump ya había llamado a imponer una “educación patriótica”, lo que respondimos con “¿Es la verdad antipatriota?” En su segunda presidencia, todo lo que había preparado en la primera se está poniendo en marcha; un Reich Americano, sin disimulos, donde la libertad de expresión y la libertad académica son decoraciones legales; donde la censura y autocensura de profesores y periodistas ha alcanzado niveles que supuestamente solo pertenece a esos países que el discurso popular identifica con dictaduras, para invadirlas o bloquearlas; donde no sólo se cancelan cursos, se echan a comediantes y a profesores, sino también se secuestra en las calles a alguien por escribir un artículo crítico y se la recluye en una prisión militar. Como en la Inquisición, cada tanto queman a uno (por no amar a Dios y a la Iglesia) para que el resto cierre la boca y se ponga a rezar.

En mayo de 2025, el asesor principal del gobierno de Estados Unidos, Stephen Miller, informó, desde el podio de la Casa Blanca, sobre la nueva doctrina del país: “A los jóvenes se les enseñará a amar a su país” (en inglés “children/kids” significa “menores de 18 años” y, con frecuencia, “hijos”, aunque tengan 25 años). ¿Cómo? enseñándoles historia patriótica. Lo dijo el vicepresidente JD Vance: “los profesores son los enemigos” en un evento patriótico titulado “Las universidades son el enemigo”.

Este odio radical, vestido de amor, se confesó en el mismo discurso de Miller, cuando anunció la persecución a todos “aquellos que promueven ideologías comunistas”. Le faltó el acento germánico. Como nadie puede seducir a las masas diciendo que van a promover el odio contra aquellos que piensen diferente y se atrevan a cumplir con su trabajo académico, y como el fascismo pierde siempre en las universidades del mundo y en la cultura no comercial, entonces hay que “luchar por la libertad” imponiendo a la fuerza lo que no se puede ganar por la libre competencia académica.

¿Por qué la búsqueda de la verdad es antipatriótica y atenta contra la libertad? Cuándo uno ama a alguien, ¿lo elogia cada vez que va a envenenarse o a cometer un crimen? ¿Es la mentira una obligación del amor? Si la búsqueda de la verdad y la justicia fuesen antipatrióticas, ¿de qué lado estarías? ¿O estamos ante “El falso dilema del patriotismo” ?

Como decía la “Canción de una madre patriótica a su hijo” (1849), instando a miles a ir a morir en la guerra de despojo contra México: “ve a la guerra, hijo, que nuestro país siempre tiene razón”. Esta doctrina del fascismo parasita, de a poco, sus cambios de control total de cuerpos y mentes, hasta que los esclavos terminan siendo los más fanáticos defensores de su propia esclavitud.

Es posible analizar la historia desde múltiples puntos de vista, pero, en cualquier caso, si se la practica de forma crítica y honesta, ésta debe tener siempre por objetivo la búsqueda de la verdad de los hechos olvidados. En mi recurrente revisionismo de la historia, nunca pretendo que mi interpretación de los hechos sea la única posible y, mucho menos, la verdad revelada. La verdad es demasiado grande como para tener dueños humanos. El objetivo de una historia revisionista (¿existe una investigación histórica que no sea revisionista?) es revelar hechos, ideas y crímenes silenciados por la historia oficial. La historia oficial es un ejercicio de narcisismo colectivo que se fosiliza a lo largo de las generaciones hasta que el fósil no tiene de la realidad fosilizada nada más que una vaga sombra. Cualquier historia patriótica es burda propaganda.

Aparte, ¿se puede amar a un país? Responderé de una forma que no caerá bien entre amigos y adversarios: no, no es posible. Se trata de un hermoso sustituto del amor, un reflejo fetichista del amor propio.

Nadie puede imponer el amor a una persona y mucho menos el amor a una cosa, a una montaña, a una idea abstracta, a una ficción, por poderosa que sea―porque no existe ese amor. Nadie ama un automóvil, los Apalaches, Arkansas, los Andes o la Antártida. Ni existe un país hoy que sea el mismo que hace doscientos años. El pasado es un país extranjero. ¿Los estadounidenses deben amar los Estados Unidos esclavistas? ¿Los belgas deben amar la Bélgica de Leopoldo II y los franceses la Francia genocida en Argelia?

También los amos decían que amaban a sus esclavos, como un líder fascista puede decir que ama a su pueblo. El amo esclavista no ama ni siquiera a quienes lo adulan. Los odian, porque el amo odia a sus esclavos por lo que son, tanto como los esclavos rebeldes odian a sus amos por lo que hacen. Dos formas de odios radicalmente diferentes, aunque ninguno califica como sustituto del amor.

Claro, hay diferencias semánticas, políticas y hasta morales en este amor por una ficción. El amor patriótico tiene diferentes proyecciones contradictorias, como el deseo supremacista de esclavizar al colonizado, y el deseo del colonizado de liberarse de ese imperio, por los medios que sean. Otra vez: un ideoléxico, dos realidades opuestas.

Cierto, nadie puede decirnos lo que creemos sentir, pero eso no significa que siempre sabemos lo que sentimos. Los psicópatas suelen decir que aman y sienten compasión. Algunos aprenden a llorar y hasta se convencen a sí mismos de que es un llanto verdadero. Es como decir que una pata de conejo es la buena suerte y que por eso protege a quien la lleve. Es una proyección fetichista del sentimiento de (in)seguridad en algo al que se le atribuye poderes especiales. Estamos en nuestro derecho de negar totalmente estos poderes y, por lo tanto, que los sentimientos de seguridad proceden de la pata y no de del individuo que refleja en ese fetiche sus propias necesidades y fantasías.

El patriotismo es uno de los fetiches más fáciles de manipular. Es un sentimiento o una idea tribal, creada y promovida por distintas instituciones, desde el Estado, la educación, los medios y la cultura, por lo general mucho más fuerte que los principios de Verdad, Justicia y Libertad. Pero decir que uno ama un país porque se identifica con él, es decir que también ama a sus asesinos, a sus KKK, a sus Hitler, a sus Pinochet, a sus Epstein… También ellos eran patriotas―a su manera, como todos.

La obligación, la imposición de un grupo, de un Estado a que sus ciudadanos amen un país no es sólo la imposición de un fetiche masivo, sino el instrumento principal del fascismo. Este amor obligatorio, violento, ficticio es, en realidad, odio hacia algún otro grupo de ciudadanos que no comparten sus fetiches―o tienen intereses o una idea diferente de país.

Ese amor es odio a quienes creen en la igualdad de derechos a la vida de cada individuo, por el solo hecho de haber nacido.

Jorge Majfud, setiembre 2025.

I. Model of Inverse Progression

Alternate Variation of History

Although the Western representation of time continues to be a line where the future is forward and the past is backward, reality insists on proving older, more contemplative cultures right: the past is forward and the future is backward, which is why we can only see the former and not the latter. But predicting the future has been more important to humanity than finding the goose that lays the golden eggs.

In the work routine, for example, the most important element in any job application is the resume and the reference letters of the individual or the applying company. In any case, the section on projects and objectives is much smaller and less relevant than the rest, which refers to the applicant’s background, whether ethical or professional. Even though the employer is interested in what the candidate has to contribute in the future, when reading the resume and references, they always focus on analyzing the applicant’s past to form a vague idea of the future. Even artificial intelligence systems that read applications, whose goal is to predict a candidate’s behavior, do so exclusively based on their background.

On a larger scale, sociology and economics do the same: their main tools of understanding and prediction are not in equations but in history. This was already recognized by John Maynard Keynes when, after predicting the tragic consequences of the impositions on defeated Germany in World War I, he failed to foresee the great collapse of markets and economies in 1929. From his obsessive search for a pattern in the stock market, he came to recognize that the unpredictability of the economy is due to the “animal factor” of human psychology. Of course, he did not observe that the animal factor in humans is far more complex and unpredictable than in other animals.

Economists themselves have observed that even today, when one of them manages to predict a crisis, it is due to luck, not to any objective calculation. Out of hundreds and thousands of predictions made by economists before the great crisis of 2008, few specialists were correct. One of them was the economist Nouriel Roubini, who, after becoming famous for his prediction (which he attributed to his intuition, not to a mathematical calculation), continued making predictions that never materialized—even the nose can be wrong.

However, human history is not a succession of chaotic and disconnected events. It not only rhymes but also allows for the identification of certain common elements, certain patterns, such as the cyclical crises of capitalism described by Marx. It is also true that the search for patterns has its dangers, not because patterns do not exist (like the physical and psychological stages of human beings) but because their simplifications often lead to wrong and even opposite conclusions.

One of the simplest and most general abstractions derived from this study is a model we might call the inverse progression model.

(figure 1)

For reasons of space, for this model of history, we will limit ourselves to considering the last thousand years, analyzing only the last five centuries and focusing in more detail on our time. In this sense, we can observe that each period reacts against the previous one and crystallizes its demands, but, in all cases, it is a matter of opposing ideological narratives that serve the same goal: the accumulation of power in a dominant minority, usually the one percent of the population, through the exploitation of the rest by the exercise of physical coercion first, followed by narrative proselytism and, finally, consolidated by “common sense” and the obvious truths created by the media. Once the economic system convenient to the minority is exhausted by the growing inverse consensus of the majority (Christianity in the time of Constantine) or a new minority with growing power (the capitalist bourgeoisie of the 17th century), it is replaced by the alternative claimed by those below (movements against racism, sexism) and, finally, captured, hijacked, and colonized by the dominant minority. In this way, we can see a continuity between opposing ideologies, such as, for example, feudalism and liberalism, rural slavery and industrial corporatism, monarchical absolutism and Soviet statism.

We start from the axiom that the human condition is the result of a dialectic between a historical component and an ahistorical one that precedes it. We will focus mainly on the observation of the first element of the pair, history, but we will consider its ahistorical component as always present, as are psychic and physiological needs.

On the other hand, this model of reading history is based on another ahistorical component, denied for more than half a century by poststructuralist thought: the dualism of action and reaction in human action and perception. For example, in liberal democracies, elections are almost always decided by a coin toss, that is, by two or three percent of the votes. If not by one percent. In many other aspects of individual and social life, the complexity of reality is often reduced to a pair of opposites, from religions (good-evil, angel-demon, yin-yang), politics (right-left, state-private enterprise, socialism-capitalism, liberal-conservative, rich-poor) to any other aspect of intellectual and emotional life: up-down, white-black, forward-backward, cold-hot, pleasure-pain, inside-outside, euphoria-depression, etc.

In June 2016, in an interview about the possibilities of Donald Trump’s victory in the November elections, we mentioned this pattern and this emotional component in political elections, whereby if a goat were to compete with Mahatma Gandhi, after a certain period of electoral campaigning, the goat would close the supposed logical advantage of the rival candidate.[i] In June 2016, most polls and analysts dismissed a Trump victory. As in the 1844 elections, when everyone laughed at the intellectual shortcomings of candidate James Polk. In 2016, the difference in favor of Hillary Clinton was two percent of the total votes (though Trump was elected president due to the electoral college system inherited from the slaveholding era). In 1844, James Polk won the election by one percent, which ultimately led to a radical change in the history of the world in the following century.[1]

Capitalism emerges as a novelty and reaction (though neither intentional nor planned) against monarchical absolutism, which in turn had arisen as a reaction to feudalism and the power of the landowners. Its economic and ideological system opposes the feudal and absolutist systems while simultaneously drawing from both, and later, it ends up reproducing them with the consolidation of economic and financial corporations, through a radically different culture: the oligopolistic power of transnational corporations served by weaker neocolonial states and protected by central metropolises with almost absolute powers, expressions of democratic political systems indebted to dictatorial economic systems.

The new capitalist class, the bourgeoisie, founds and grounds its revolution in democratic opposition to kings and absolutism, but once it becomes the dominant class, spider-like, it does not abandon the tradition of minority accumulation over the majority. Since its banner is democracy, it cannot abandon it once power is monopolized, but must disguise it to continue the dynamic of appropriating the wealth-power of the majority. In this way, it was possible that throughout the Modern Age, the most brutal empires in the world were democracies. Its ideology, liberalism and more recently neoliberalism, also emerges as a critique of the power of the minority of its time (monarchical absolutism) and becomes the narrative that justifies the dominant power of the new minority, corporate and imperial, articulated by economists functional to the current power with a veneer of science and material objectivity. At the center of the new neoliberal narratives lies a purely ideological and cultural component: the reduction of human existence to a single goal: the pursuit of individual profit at any cost, even at the price of the most radical dehumanization, the simplification of the human being as a producing-consuming machine, and the destruction of the planet. All in the name of democracy and freedom.

Liberals are the continuation of feudal lords, opposed to absolutist kings (to central governments), but they cannot renounce the banner of freedom and democracy, even though they only have the words of these two principles, repeated mechanically like a rosary. By freedom, they mean the freedom of capitalist lords, of the minorities in financial power. By democracy, they mean that electoral system that can be bought every two or four years or, as Edward Bernays, the inventor of modern propaganda, will summarize, that system that tells people what to think for their own good.

In all cases, we will see a progressive divorce between narrative and reality until a new super crisis, a social and civilizational paradigm shift, causes both to collapse. The more words like freedom and democracy are hijacked and repeated, the less relevance they have. A reality creates a dominant narrative-web, and this narrative sustains the reality so that it does not dissolve in its own contradictions. To achieve this, the narrative resorts to religious sermonizing, in our time dominated by mass media.

In this study, we will analyze the most significant moments of the last four centuries of this dynamic. Based on the “Inverse Progression” proposal illustrated earlier, we will begin by projecting the same logic to earlier periods in the following scheme, which, without a doubt, must be adjusted in its details for greater clarity for different readers.

Scheme of Ideological Pairs

PeriodsDominantResistant
MonocraticPolycraticMonocraticPolycratic
Antiquity PolytheismsMonotheisms 
Classical Middle AgesEmpires  Tribes/Provinces
 Confederation Republics CaliphatesDictatorships Empires regional 
Catholic Church  Non-canonical Christianities
 FeudalismMonarchy 
Modern EraCatholic Monarchy  Protestantism Liberalism
 Liberalism FederalismMonarchy Centralism 
Imperialism  Anti-colonialism
 Slavery ConfederationNation, Union 
19th CenturyNation-Empire  Colonies
20th Century Corporate CapitalismState Capitalism 
Fascism Stalinism  Socialism Anarchism
 Liberal CapitalismState Socialism 
State Capitalism  Social Democracies, Unionism
 Neoliberalism NeofeudalismCapitalist Socialism 
21st CenturyMilitarist Capitalism  Cooperative Democracy
 Cooperative DemocracyCommunist Capitalism 

Descriptive Examples

Before we begin, let’s provide a few brief examples. When capitalism emerged, feudalism simultaneously transformed into anti-monarchical liberalism in Europe and, later, into slavery against the central government in the United States. This ideocultural tradition persists today in the Southern principle of “defending state independence,” the same principle that led to the Civil War to maintain slavery over a century ago and later the transformation of slaveholders into CEOs and boards of dominant corporations.

Today, neoliberals repeat the imperial rhetoric of the free market when, in reality, they refer to the earlier school they refuted, mercantilism. Mercantilism was a system of currency accumulation that, to a large extent, practiced the interventionism of imperial states to protect their own economies and destroy those of their colonies through protectionist policies and forced purchases at gunpoint. Not without irony, the ideology of the capitalist free market ended the free market. What we have today, five centuries later, is corporate mercantilism, where corporations are no longer medieval guilds but the same feudal lords who accumulate more power than monarchies. Today, the surplus (capital accumulation) prescribed by the mercantilists of the past does not reside in national governments but in the neo-feudal lords of finance. Conversely, countries manage debts.

In the United States, as in other countries, the competition between two political parties will eventually lead to a role reversal, as with the Southern slaveholding Democrats and the Northern liberal Republicans in the past. The inverse identification of Southern Confederates with the Republican Party, to some extent starting with Franklin D. Roosevelt, or perhaps earlier during the Progressive Era, and of the leftist Democrats, follows this model and leads us to predict that it will eventually reverse again, especially given some demands of the Republican right that align with old demands of the Democratic left. I suspect this crossover and inflection will occur sooner in their disputes over international policy, which have never been very antagonistic. In chapters like “Social Networks Are Right-Wing,” we will provide a more recent case.

If we consider the immediate present and a projection into the future, we can see the case of the United States during Postcapitalism. Only in the last century, the superpower experienced the sine wave of the Inverse Progression in an accelerated manner, with periods of fifty years. During the Great Depression of the 1930s, progressive policies not only migrated from the Republicans to the Democrats but also established the paradigm for the next fifty years. This paradigm strengthened unions, made possible the creation of State Social Security, and allowed government intervention in the economy without major questioning. This cycle ended with the election of Ronald Reagan in 1980 and the triumph of the neoconservative-neoliberal reaction, also a consequence of the global crisis of the 1970s. In all cases, ideological changes were followed by transmutations and travesties of the elites at the top of the social power pyramid to maintain continuity amidst change.

Today, fifty years later, the system is once again in crisis for the third time, with minor symptoms but major causes. For the United States, it is not yet a massive economic crisis, but it is already a crisis of hegemony that will end its monetary privileges and, later, geopolitical ones. As happened with the crisis of the Spanish Empire in 1898, this country will have to turn to deep introspection.

This megacrisis will likely occur in the 2030s or 2040s, and it will be a new opportunity, judging by the dynamics of the Inverse Progression, for new generations to reorganize themselves into a system removed from neoliberalism, from capitalism as an existential framework, and to question the postcapitalist dictatorship with atomized options but with the common factor of a less consumerist and more cooperative politics and philosophy. The death of the capitalist paradigm will not mean the automatic disappearance of its institutions, but rather a new way of seeing and living in the world. Extending the theory of the Inverse Progression, it would not be an exaggeration to predict that, even if the two-party system remains, the current Republican Party, hijacked by the nationalist far-right, could even switch roles again in a few decades and represent these new aspirations that in the past century were associated with the left, while the Democratic Party would return to its 19th-century role of representing the conservative, corporate, and Eurocentric South. But this last point would be a detail.

In the 21st century, another pair begins to invert: a large number of center-left politicians and governments position themselves in favor of the “free market” and trade agreements (which have little to nothing to do with a free market but rather guarantee, in secret agreements like the TPP, the freedom of investors) while other conservative right-wing governments, such as that of Donald Trump, align with the traditional protectionist line of the left. While in the West the neo-feudal model represented by mega-companies and corporations whose powers surpass those of the states signifies not only the death of classical capitalism but also a return to its socioeconomic predecessor, feudalism, in China the system of state capitalism centered on the Communist Party is a confirmation of the monarchical model, where the fiefdoms (the corporations) are subordinated to the State.

Corollary

In a Cartesian graph we can place on the x-axis a progression ranging from (a) absolute government (x=0) to (z) absolute and self-regulated anarchy (x=10) and on the y-axis we distribute the degree of religious fanaticism, starting from (a’) a radically secular or atheist society (y=0) to another (z’) theocratic or sectarian society (y=10). We could speculate that in secular societies with centralized governments, like China, their position would be: x→0; y→0. The Middle Ages or Feudal period could be placed at the top of the curve (x→5; y→10) with a fragmented political power, that of the feudal lords, but not anarchic-democratic. The extreme x→10; y→0 signifies a break with the Middle Ages where the fragmentation of power has surpassed the maximum curve of religious sectarianism to render it ineffective as a ligament (religion, re-ligare) of the concentrated and independent powers of the feudal lords of the Middle Ages or the financial elites of our time. Obviously, the crossing of this critical point (x→5; y→10) cannot occur without a general upheaval, a conflict likely on a global scale.

(figure 2)


[1] We explained this in The Wild Frontier (2021).


[i] Radio Uruguay. (2016). “La teoría de la cabra de Majfud”. 14 de junio de 2016: http://www.youtube.com/watch?v=Y1DXbl2MvIA

From Flies in the Spiderweb: History of the Commercialization of Existence—and Its Means, by Jorge Majfud

Majfud, Jorge. Flies in the Spiderweb: History of the Commercialization of Existence—and Its Means. Humanus, 2023, 2025, p. 17-25

On the dehumanization of poor immigrants

On the dehumanization of poor immigrants

The fight for the rights of immigrants is the fight for Human Rights, which is shown to be irrelevant every day when the interests of the powerful are not served. But immigration is not only a right; it is also the consequence of a global system that violently discriminates between rich and poor, capitalists and workers. This old class struggle is not only made invisible through cultural, ethnic, and sexual wars, as has been the case for centuries with racial and religious struggles but also through the very demonization of the concept of “class struggle” practiced by the rich and powerful and attributed to leftist ideologues as a project of evil. The class struggle, the violent dispossession, and the dictatorship of the ultra-millionaires over the rest of the working classes is a fact observable by any quantitative measurement.

This culture of barbarism and humiliation, of the politics of cruelty and the ethics of selfishness, occurs within every nation and is reproduced on a global scale, from the imperial nations to their servile capitalist colonies and their exceptions: the blockaded and demonized rebellious alternatives.

The illegality of immigration was invented more than a century ago to extend the illegality of imperial invasions to weaker countries. It was invented to prevent the consequences of the plundering of colonies held in servitude through the cannon, of systematic massacres, of the eternal and strategic debts that bleed them dry even today, of the secret agencies that murdered, manipulated the media, destroyed democracies, rebellious dictatorships, plunged half the world into chaos and dehumanized slaves from day one, some of them happy slaves.

Illegal immigration not only punished the disinherited of this historical process but also those persecuted by the multiple and brutal dictatorships that Europe and the United States spread throughout Africa and Latin America, with the various terrorist groups designed in Washington, London and Paris, such as the Contras in Central America, the Death Squads in South America, the extermination plans such as Plan Condor, the Organisation armée secrète in Africa, Islamic terrorists such as Al Qaeda, the Taliban, ISIS, all created by the CIA and its complicit mafias to end independence, secular and socialist projects in Africa and the Middle East… In other words, it is not only colonial capitalism that expels its people but the origin of that brutality: imperial capitalism.

Then, the victims become criminals. As with Haiti’s audacity to declare itself free and independent in 1804, as in other cases of the abolition of slavery, the slave owners demanded compensation from the governments for the loss of their private property of flesh and blood. Not the victims who had built the wealth of the United States, of the banks, of the corporations, not the slaves who built the White House and the Congress building. In the same way, according to Trump and his supremacist horde, the Panama Canal belongs to the invading master and not to the Panamanians and Caribbeans who left their lives by the thousands in its construction.

Immigration, in almost all its forms, from economic to political, is a direct consequence of these historical injustices. The rich do not emigrate; they dominate their countries’ economies and media and then send their «profits» to tax havens or in the form of investments that sustain the global slavery system as if it were a «high-risk» activity.

The rich are assured of their entry into any country. The poor, on the other hand, are suspect from the moment they show up at the embassy of a powerful country. Their applications are usually denied, which is why they often go into debt with loans from coyotes for 15 thousand dollars, only to enter a country that prints a global currency and work for years as slaves while being doubly criminalized. They do not victimize themselves, as some assimilated academics define them. They are real victims. They are wage slaves (often not even that) under permanent psychological terrorism that both they and their children suffer. In the United States, hundreds of thousands of children do not attend school regularly because they work under a regime of slavery, no different from the indentured slaves of centuries past.

Every year, for decades, illegal immigrants have been paying a hundred billion dollars into the Social Security system of complaining voters, money that will not be received by them but by those who spend their days complaining about the jobs that immigrants have stolen from them. As if this scale of injustice were not enough, finally, the most selfless, persecuted, and poor workers are thrown into prison as terrorists and returned to their countries in chains and humiliated, ironically by the mercilessness of rulers convicted of serious crimes by the justice system of the very country they govern, as is the case of the current occupants of the White House. They call this remarkable cowardice courage, just as they call the slavery of others’ freedom and the global bullies’ victims. Added to this is the traditional collaboration of the promoted sepoys, from academics to voters, from journalists to Latin, Indian, or African members of the imperial governments who, as a “solution to the problem of immigration” and the sovereign disobedience of some countries of the South, impose more blockades and sanctions to strangle further their less successful brothers who decided not to emigrate to God’s Land. The pathology is then sold as an example of “success based on merit and hard work.” Because that is the only pleasure of psychopaths who cannot be happy with anything: not their own success, but the defeat and humiliation of all others. One of the characteristics of fascism, apart from resorting to a non-existent past, is to exploit, persecute, demonize, blame, and punish all those who do not have the economic or military power to defend themselves, as is the case of poor immigrants in the imperial centers of the world. We, stripped of the sectarian interests of global power and responding only to a sense of morality and Human Rights, raise our voices to protest against the largest organized crime organization in the world, sure that this perversion of human cruelty will eventually collapse – not by its weight, but by the courage and solidarity of those below.

Jorge Majfud, Feb 4 2025

«Es algo malo, pero no tengo idea qué es» (video)

Super PACs, super influencers

Como observamos al principio, para conocer las raíces de los fenómenos políticos y sociales en América latina y en otros continentes, debemos estudiar lo que ocurrió o está ocurriendo en Estados Unidos. Aquí veremos uno de los muchos ejemplos (aunque no referidos a diseños de agencias secretas ni a traspiraciones ideológicas de grandes compañías), un hecho judicial específico. En otras palabras, el destino del mundo en manos de un puñado de individuos con sus propias opiniones sobre la Humanidad.

Actualmente, según la Ley Federal de Campañas Electorales, las contribuciones están sujetas a ciertos límites. Por ejemplo, un ciudadano común no puede donar más de 3.300 dólares por elección.[i] Pero, una vez limitada la generosidad de gente común, la ley muestra sus debilidades por los lobbies. Uno de los actores de peso en la administración del poder social son los Political Action Committees (PACs) los cuales, como las iglesias, están exentos de pagar impuestos, pese a que su accionar gira entorno al gran capital. Exentos de pagar impuestos y exentos de revelar sus fuentes de ingresos.

Exentos de gravámenes y libres para acosar a las instituciones. En 2010, la Corte Suprema de Estados Unidos (como en las últimas décadas, con una amplia mayoría de jueces elegidos por presidentes conservadores) falló en favor de Citizens United, otra “organización sin fines de lucro” a favor de los derechos de las grandes corporaciones. Su fundador, masón y admirador de Ronald Reagan, Floyd Brown, lo definió de forma sintomática: “Somos gente a la que no les importa la política; gente que desea que el gobierno los deje en paz; pero si su país los llama a luchar en el extranjero, lo hará con gusto”. Para este fanatismo anglosajón, las brutales intervenciones en otros países no son políticas ni son sobre intereses económicos, sino puro patriotismo, Dios, la moral y el teorema de Pitágoras.

Como toda organización conservadora y funcional a una elite aristocrática, su lema incluye la palabra “restaurar” y “volver a los buenos viejos tiempos”, todo en nombre del “we the people”: debemos “devolver el gobierno de Estados Unidos a los ciudadanos”, junto con la clásica narrativa que se chorrea hacia el sur desde hace un par de siglos: “reafirmar los tradicionales valores estadounidenses de un gobierno mínimo, de la defensa de la libertad de empresa, por una familia fuerte y por la soberanía y seguridad nacional”. En menos palabras: por la libertad irrestricta de los amos. Lo que en 1776 significaba “we the people”, ahora significa “nosotros los ciudadanos”. Es decir, un Club VIP de propietarios con poder económico y político.

En 2009, esta poderosa organización privada inició una demanda contra la Comisión de Elecciones Federales. En la demanda y en el fallo final de la Corte Suprema, se entendió que la limitación de donaciones de un grupo cualquiera a un partido político constituía una violación a la Primera enmienda de la constitución. Cinco votos en nueve entendieron que “si la Primera Enmienda tiene alguna fuerza, debe prohibir al Congreso cualquier multa o encarcelamiento de ciudadanos o de asociaciones de ciudadanos, simplemente por participar en discursos políticos”. Según esta interpretación, las megacorporaciones son ciudadanos y asociaciones de ciudadanos “participando en discursos políticos…”[1] Es decir, que una corporación multimillonaria o un señor multimillonario no pudiesen donar unos cientos de millones de dólares a un candidato al senado o a la presidencia iba contra la “libertad de expresión”. La decisión liberó múltiples restricciones y mantuvo una sola: los ultra millonarios no pueden donar sumas obscenas a los candidatos, si no es a través de fundaciones fachadas, conocidas como “sin fines de lucro” y diferenciadas de los PAC por el superlativo “super”: los Super PACs no tienen limitación de donación a grupso que promueven una determinada candidatura. Además, pasan a tener el derecho de hacerlo de forma anónima, lo que entre los académicos y analistas de todo tipo pasó a llamarse dark money (“dinero oscuro”).

Claro, otra vez, en el país de las leyes se hace todo legal. La corrupción es cosa de latinoamericanos y de negros pobres en África. Otra prueba irrefutable de la observación que hiciera a fines del siglo XIX el escritor francés Anatole France: “La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan”. Como suele ocurrir en una democracia como la de Estados Unidos, secuestrada por las corporaciones, los verdaderos ciudadanos tenían otra opinión. A principios de 2010 una encuesta de ABC y The Washington Post reveló que el 80 por ciento de los estadounidenses se oponía a la eliminación de trabas y límites en las donaciones a los políticos propuesta por Citizens United.[ii] Obviamente, nada de eso importa ni tiene algún efecto legal. Obviamente, la ley se argumentó con un barniz de igualdad, ya que los sindicatos de obreros, que no sólo obtienen recursos de sus trabajadores afiliados sino que han sido arrinconados en su institucionalidad por décadas, tendrían el mismo derecho de apoyar candidatos con “cifras ilimitadas de dinero”. El mismo derecho que las corporaciones privadas que manejan más dinero que países enteros.[2]

Cinco votos en nueve decidieron el destino de 320 millones de estadounidenses y, por extensión cultural e ideológica, de gran parte del resto del mundo. Sobre todo, de América latina, el todavía Patio trasero de la mayor potencia económica, militar e ideológica del mundo. Desde entonces, hubo varios intentos para, si no limitar, al menos revelar la identidad de los super donantes. Uno de los más recientes, por ejemplo, fue una ley aprobada por el estado de California, la que pretendía obligar a revelar el nombre de los donantes multimillonarios a causas políticas. La demanda contra la ley fue impulsada por la fundación Americans for Prosperity, otra “organización sin fines de lucro” exenta de impuestos y fundada por el multimillonario Charles Koch y su hermano David Koch, y por el grupo conservador Thomas More Law Center.[iii] Naturalmente, el 0,01 por ciento de los de arriba saben cómo hacerlo. La Suprema Corte determinó que la ley violaba el derecho de los supermillonarios, establecido en el fallo de 2010.

Estas prácticas son conocidas desde el siglo XIX, pero a partir del nuevo fallo de la corte Suprema en 2010, el negocio de la política se multiplicó. Veamos, por ejemplo, un caso entre cientos de empresas dedicadas a crear opinión pública, ahora con más impunidad que antes. Berman and Company, fundada por el lobbyist Richard Berman, es uno de los mayores conglomerados dedicados a la creación de opinión a través de la demonización o el enchastre de los adversarios de sus clientes.[3] Aunque es una empresa privada con ganancias de decenas de millones de dólares, posee decenas de “organizaciones sin fines de lucro” que actúan como fachada, no sólo para su acción en el mundo mediático sino para la recepción de donaciones y pagos. ¿Por qué? Porque, según las leyes que lograron aprobar estos mismos grupos de intereses especiales, las donaciones a los grupos “sin fines de lucros” se realizan en total y completo secreto. La ley protege la anonimidad de los donantes. Todo realizado como es la costumbre del extremismo capitalista en nombre de la libertad. Rick Berman, abogado especializado en relaciones laborales, fundó “Enterprise Freedom Action Committee (Comité de Acción por la Libertad Empresarial)” (EFAC), una organización de derecha, dedicada al astroturf (v(ver capítulo “Relaciones sociales y astroturfing” en Moscas en la telaraña)), es decir, a crear movimientos falsamente populares desde arriba para servir los intereses de los de arriba.[4]

El 30 de octubre de 2014, el New York Times publicó una confesión del poderoso señor Berman, aparentemente debido a un micrófono abierto: “La gente siempre me pregunta: ¿Cómo sé que no seré descubierto, que lo que hago tiene una intencionalidad política? Es que todo lo que hacemos lo hacemos a través de organizaciones sin fines de lucro, las que están protegidas de cualquier obligación de revelar quiénes son sus donantes. Existe un anonimato total. La gente no sabe quién nos apoya”. El mismo experimentado Berman también dejó escapar algunos consejos para manipular la opinión pública: “Se debe usar el humor para desacreditar o marginar a nuestros adversarios. Como sabemos que el humor ya casi no existe en las redes sociales, a lo que seguramente se refería el nuevo Bernays era a la ridiculización del adversario.“Algunos dicen que somos helicópteros negros… En parte tienen razón. Nuestro trabajo es atacar la capacidad de operación de nuestros adversarios”, reconoció Berman.[iv]

La libertad de presión se llama libertad de expresión y no incluye el derecho a saber.

Jorge Majfud. Del libro Moscas en la telaraña.


[1] En la campaña electoral de 2011, el candidato republicano Mitt Romney lo había dicho en una conferencia para empresarios “Corporations are people, my friend (Mi amigo, las corporaciones son personas también”).

[2] La misma lógica legal de facilitar la inmigración a Estados Unidos cuando en el siglo XIX los negros se convirtieron en ciudadanos con derecho a voto y quienes podían inmigrar eran europeos pobres. Otra vez, se aplica la observación de Anatole France sobre la igualdad de las leyes para prohibir algo a pobres y ricos por igual.

[3] En castellano, Lobby se puede traducir como “grupo de presión política”, pero no existe una traducción satisfactoria para lobbyist. Una traducción muy aproximada, aunque incómoda por su verdad implícita, sería “corruptor de políticos” o, más incómoda por su extensión, pero no por su precisión, “mercenario de la clase dirigente en los congresos del pueblo”. El músico David Berman, miembro del grupo Los judíos de plata, se había distanciado de su padre, Rick Berman, por diferencias éticas e ideológicas.

[4] Las “fundaciones populares y sin fines de lucro” de Berman incluyen “Center for Consumer Freedom” (para “ganar mal o perder bien (win ugly or lose pretty)”, “American Beverage Institute” (en favor del consumo de alcohol), “Employment Policy Institute Foundation” (para beneficiar a los obreros), “Center for Union Facts” (para educar a los trabajadores sobre los males antidemocráticos de los sindicatos), entre otras organizaciones gremiales y proletarias.


[i] “Contribution Limits.” FEC.gov, 2021, http://www.fec.gov/help-candidates-and-committees/candidate-taking-receipts/contribution-limits/.

[ii] “Poll: Large Majority Opposes Supreme Court’s Decision on Campaign Financing.” Washingtonpost.com, 17 Feb. 2010, http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/02/17/AR2010021701151.html.

[iii] “The Supreme Court Throws out a State Law Requiring Nonprofits to Name Rich Donors.” NPR.org, July 2021, http://www.npr.org/2021/07/01/1004062322/the-supreme-court-guts-a-state-law-requiring-nonprofits-to-name-their-rich-donor.

[iv] “Hard-Nosed Advice from Veteran Lobbyist: ‘Win Ugly or Lose Pretty’ (Published 2014).” The New York Times, 2022, http://www.nytimes.com/2014/10/31/us/politics/pr-executives-western-energy-alliance-speech-taped.html.

https://www.pagina12.com.ar/718276-super-pacs-super-influencers

La ayuda para el (sub)desarrollo

Empecemos por algo que, a esta altura, ya debe estar más que claro, aunque apenas una década atrás era calificado de delirium tremens, como todo lo que se sale un poco del ilusionismo colectivo. Las corporaciones actuales funcionan como feudos medievales por los cuales los señores dueños de vidas y tierras se reparten los reinos cuyas coronas, sus gobiernos, poco pueden hacer para limitar su poder. Por el contrario, y sobre todo a partir del nacimiento del capitalismo con el enclosure (cercado) en la Inglaterra del siglo XVI, estas coronas fueron y son funcionales a los nuevos señores feudales, los liberales.

En Estados Unidos, las corporaciones están en los comités de redacción de leyes, son importantes donantes de los candidatos de los dos partidos en perpetua disputa por la distracción popular, gracias a las leyes y a las decisiones judiciales que, por ejemplo, en 2010 eliminaron el tope máximo de donación permitido a las corporaciones bajo el argumento de que atentaba contra la libertad de expresión (Citizens United v. Federal Election Commission). Prácticamente todo el sistema político y cultural, desde los centros del poder hegemónico anglosajón hasta las neocolonias del Sur Global, desde legisladores, presidentes, jueces y, consecuentemente medios de comunicación, todos están a favor o bajo presión de las principales corporaciones a las que sus esclavos intelectuales, servilmente, atribuyen cualquier forma de progreso y bienestar social.

Pero este poder no se limita a las fronteras nacionales de aquellos países en los cuales tienen residencia declarada y personería jurídica reconocida. Su poder se extiende de diferentes formas al resto del mundo, tanto financieras como legales. Años atrás detallamos casos de extraterritorialidad judicial, como el que en 2018 afectó a la ejecutiva de la empresa china de telecomunicaciones Huawei. El primero de diciembre de 2018, en tránsito hacia México, Meng Wanzhou fue detenida en Vancouver, Canadá, por la guardia canadiense y con la asistencia de agentes estadounidenses bajo la acusación de haber hecho negocios con Irán, en violación con las leyes… de Estados Unidos (“El verdadero fraude financiero”). Luego fue acusada de fraude y sobreseída en 2022, año en que pudo regresar a su país. No es mi intención hacer una defensa de la señora Wanzhou y mucho menos de la compañía Huawei, sino de ilustrar cómo funciona el imperialismo―en este caso, judicial y financiero. Debería estar de más aclarar esto, pero con los años he aprendido que nunca se debe subestimar el poder masivo de rémoras y escuderos.  

Gracias a las leyes aprobadas bajo extorciones en los gobiernos, nacionales y extranjeros, las corporaciones privadas (algunas con dos veces más capital que todo el PIB de países como Francia o Brasil) poseen inmunidad y hasta soberanía, mucho más soberanía que los mismos Estados soberanos, ya que pueden demandar a gobiernos pero no ser demandadas por éstos. Gracias a su poder financiero, los países atrapados en la convenientemente diseñada telaraña de deudas y en la necesidad de desarrollo eternamente interrumpido por las superpotencias noroccidentales hacen hasta lo imposible por atraer sus inversiones y luego por mantenerlos contentos para que no se vayan. Son esas mismas megacorporaciones las que escriben la letra chica de los TLC (“Tratados de Libre Comercio”) que les asegura su libertad expoliar recursos naturales y recursos humanos, para restringir derechos y expandir obligaciones ajenas, para usar y tirar trabajadores libremente, los cuales, una vez descartados, no tendrán ninguna libertad de cruzar fronteras como lo hacen los gerentes, los miembros de los poderosos directorios (board of trustees) y sus inversiones carroñeras que luego venderán a los gobiernos y a los políticos cipayos como inversiones para el desarrollo o, peor aún, como préstamos salvadores.

Estos Tratados de Libre Comercio, que estas corporaciones logran que los gobiernos firmen sin conocimiento popular (y cuyas negociaciones sólo se conocen cuando ocurre una filtración, como la de WikiLeaks en 2013), suelen establecer la libertad casi absoluta de los capitales de invasión. Su poder de extorción es máximo: cuando se les antoja, entran en un país y, cuando algo no les gusta, como algún derecho ganado por los trabajadores, se van sin avisar, descalabrando la economía de países grandes y chicos. Otra vez, el secuestro de las palabras, como aquí “libertad de comercio” es tal que logran imponer una realidad contraria a la obsecuente prédica: “libertad para imponer el poder incontestable de sus capitales; libertad para imponer y manipular gobiernos; libertad para silenciar y desacreditar a cualquier crítico; libertad para inocular su ideología parasitaria en el fanatismo servil de los esclavos voluntarios, cuya mayor libertad se limita a poseer la palabra libertad, una combinación de cinco fonemas vacíos por repetición.

Cualquier forma de regulación que limite esta “libertad de inversión” para asegurar condiciones de estabilidad para los países cautivos, es saboteada como una amenaza contra “la libertad” y el “libre mercado”, propia de los fracasados países comunistas, etc. El mismo Banco Mundial, cuyo declarado propósito es ser un “banco de desarrollo” para “apoyar con préstamos a los países subdesarrollados”, no sólo no tiene expertos en desarrollo en su cúpula sino que trabaja para los especuladores financieros, demostrando que, en la práctica, su verdadero objetivo son los negocios de las corporaciones y la protección de los grandes capitales. Con regularidad, el Banco Mundial publica rankings de países según su docilidad ante los inversionistas trasnacionales ―uno de los tantos rankings mundiales dictados por el norte según sus intereses y de los que el Sur Global debe liberarse. Su publicación principal, Doing Business, alerta en tiempo real a los especuladores cada vez que un país se aparta un centímetro del dogma corpofeudal: en América del Sur el congreso del país X ha aprobado un proyecto de ley reconociendo un derecho laboral; en África, el país Y enfrenta manifestaciones populares contra el dictador amigo N; en Asia, una encuesta sugiere que el 60 por ciento de la población de Z está a favor de la regulación bancaria; etc. Whisky en una mano y el mouse en la otra, los inversores mueven sus capitales de un país a otro generando el “pánico de los mercados” en los países X, Y y Z y sus políticos criollos explican la crisis por “la falta de libertad de los mercados” y, como suele decir el escritor Mario Vargas Llosa, por “no estar en el camino correcto” y “por no votar bien” a favor de la libertad, del desarrollo y de la prosperidad capitalista que, si por algo se ha destacado a lo largo de cuatro siglos es en promover la riqueza (desarrollo) de las potencias colonialistas y la muerte y la miseria (subdesarrollo) en los países colonizados.

Jorge Majfud, mayo 2023.


«Novela de la crisis: sobre las raíces y los desarraigos» con Susana Baumann

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Las raíces son lo último que se seca

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Entrevista al escritor hispano Jorge Majfud


Susana Baumann
: ¿Cómo resumirías el tema central de tu última novela, Crisis? Por Susana Baumann, periodista, New Jersey.

Jorge Majfud: En todo texto existen diferentes niveles de lectura. Muchos más y más complejos en los textos religiosos y de ficción. Pero el ensayo, por citar sólo un género literario, es más directo, expresa y problematiza las ideas y las emociones más consientes de un autor. La ficción, si no es un mero producto de un cálculo de marketing, por ser una forma insustituible de explorar la realidad humana más profunda, posee niveles más profundos y más complejos, como los sueños, como la vida.

crisis capa

En el caso de Crisis, en un esfuerzo simplificador podría decir que los temas centrales son el drama de los inmigrantes latinoamericanos, sobre todo de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos y, en un nivel más profundo, si se me permite el atrevimiento, el drama universal de los individuos que huyen de un lugar buscando una vida mejor pero que en el fondo es una huída de uno mismo, de la realidad que es percibida como injusta y no se resuelve con la fuga. La fuga es un perpetuo aplazamiento pero también es un permanente descubrimiento, una profunda exploración existencial que no alcanza quien permanece confortable en su propio coto de caza. La incomunicación, la violencia moral, económica y cultural son componentes inevitables de ese doble drama social y existencial. También la violencia más concreta de las leyes, cuando son funcionales a la deshumanización. Etc.

S.B. ¿Por qué esa estructura donde no existe la linealidad?

J.M. Cuando hacemos un análisis, cuando escribimos un ensayo, podemos distinguir claramente la forma del contenido. Sin embargo, en la ficción y quizás en la existencia irracional, vital, esto no es posible. Si decimos que un sueño significa algo, estamos diciendo que contiene algo que no se visualiza en primera instancia y que, como cualquier símbolo, vale por lo que no es.  Así ha sido la historia bíblica, desde José hasta la lógica de todos los análisis modernos, como el marxismo, el psicoanálisis, y la de cualquier crítica posmoderna que pretenda poner un poco de orden e inteligibilidad al caos de los estímulos y las percepciones.

Si mal no recuerdo fue Borges quien complementó o quizás refutó esta idea dominante afirmando que la imagen de una pesadilla no representa ningún miedo: son el miedo. Por otro lado sabemos que el estilo de un escritor expresa su propia concepción sobre el mundo. En el caso de una novela concreta, más allá del factor de formación consciente del escritor, que muchas veces da el oficio, existe un factor que procede del fondo, del contenido mismo del libro. Es decir, el estilo, la estructura de una novela expresan en sí mismos el tema o los temas centrales, las ideas y sobre todo las intuiciones y las percepciones que el autor pueda tener de una historia o sobre una determinada circunstancia que le resulta vital y significativa.

Más concretamente, la estructura y el estilo de Crisis son lo que en artes plásticas sería un mosaico o en las ciencias sería un fractal. Cada historia puede ser leída de forma independiente, es una historia particular pero al mismo tiempo si las consideramos en su conjunto forman otra imagen (como en un mosaico), otra realidad que es menos visible al individuo y, también, forman la misma realidad a una escala mayor (como en el fractal). Por eso muchos personajes son diferentes pero comparten los mismos nombres (Guadalupe, Ernesto, etc.), porque son “personajes colectivos”. Creo, siento que a veces creemos vivir una vida única y particular sin advertir que estamos reproduciendo antiguos dramas de nuestros antepasados, y los mismos dramas de nuestros contemporáneos en diferentes espacios pero en condiciones similares. Porque somos individuos por lo que tenemos de particular y somos seres humanos por lo que compartimos con cada uno de los otros individuos de nuestra especie.

S.B. La novela se ubica en distintas geografías físicas y sociales de Estados Unidos.

J.M. Sí, en parte hay una intención de reivindicación del vasto pasado y presente hispano dentro de unos límites sociopolíticos que insisten en ignorarlos…

S.B. ¿Pero cuál es la intención de esta evidente diversidad? ¿Cómo se explican desde un punto de vista formal?

J.M. Al igual que los individuos, cada fragmento posee sus propias particularidades y rasgos comunes. Cada historia está ambientada en diversos espacios de Estados Unidos (América latina aparece en inevitablesflash-backs) que al mismo tiempo son similares. Es la idea que expresa un personaje cuando va comer a un Chili’s, un restaurante de comida tex-mex. (Cada vez que entro en alguno de estos restaurantes no puedo evitar enconarme con algún fantasma de esa novela o algún otro que quedo excluido sin querer). Si bien cada uno reproduce un ambiente entre hispano y anglosajón, lo cierto es que uno no podría deducir por sus detalles y su espacio general si la historia o el drama se desarrolla en California, en Pensilvania o en Florida.

Al mismo tiempo, para cada ciudad elegí nombres españoles. Es una forma de reivindicación de una cultura que ha estado bajo ataque durante mucho tiempo. Pero basta mirar el mapa de Estados Unidos para encontrar una enorme cantidad de espacios geográficos nombrados con palabras españolas, en algunos estados son mayoritarios. Pero son tan invisibles que la ignorancia generalizada las considera palabras inglesas, como “Escondido”, “El Cajón”, “Boca Raton” o “Colorado”, y por ende la misma historia de la cultura hispana desaparece bajo este manto de amnesia colectiva, en nombre de una tradición que no existe. El español y la cultura hispana han estado en este país un siglo antes que el inglés y nunca lo ha abandonado, por lo cual no se puede hablar del español y de la cultura hispana como “extranjeros”. La etiqueta es una violenta estrategia para un imperceptible pero terrible culturicidio.

S.B. Me llamó la atención la mención del valor del Dow Jones para iniciar cada historia…

JM: Bueno, los valores son reales y acompañan esa “caída” existencial, el proceso de “crisis”, que es social, económico y es existencial, usando un recurso frío, como son los valores principales de la bolsa de Wall Street. Nuestra cultura actual, incluida la de los países emergentes como China o cualquier otro que se presentan como “alternativas” al modelo americano, están sustentados en la ilusión de los guarismos, ya sea de las bolsas o de los porcentajes del PIB. La economía y las finanzas son el gran tema de nuestro tiempo y todo se mide según un modelo de éxito que nació en Estados Unidos en el siglo XX. La caída y cierta recuperación del Dow Jones acompañan el drama existencial y concreto de cada personaje. Así como estamos en un espacio y en un tiempo, también estamos en una realidad monetaria (sea virtual o no, pero realidad en fin, ya que es percibida y vivida como tal).

S.B. Vamos a terminar por el principio. Cuéntenos sobre su infancia y sus comienzos, su infancia en Uruguay.

J.M. Mi infancia en Uruguay, como la infancia de cualquiera, fue la etapa más importante de mi vida. Como muchos, la recuerdo como una tierra misteriosa y fantástica, llena de seres queridos que ya no están. Como pocos, tuve una infancia terriblemente marcada por los acontecimientos políticos del Cono Sur durante los años 70, con una familia dividida entre Tirios y Troyanos, entre el sufrimiento, la tortura (sobre todo la tortura psicológica y moral) y la solidaridad, entre el poder y la resistencia, entre los discursos oficiales y las verdades reprimidas, entre el universal crimen (aceptado por la cultura popular) de los que trazan una línea en el suelo y dictan: “o estás de un lado o estás del otro”. Hasta que uno dice “no estoy de ninguno de los dos lados” y se convierte en un crítico sospechoso; pero crítico al fin.

S.B. ¿De dónde procede la inquietud literaria?

J.M. Aprendí a leer los diarios antes de entrar a jardinera (kindergarten). Leí unos pocos clásicos a escondidas (lo recuerdo como un descubrimiento fantástico), asumiendo que la literatura era algo inútil y sospechoso. En mi adolescencia me dediqué a la pintura y a la escultura, como mi madre. Gracias a Leonardo da Vinci me decidí por la arquitectura, por el arte escondido detrás del prestigio de las matemáticas y los problemas prácticos. De todas formas no pude resistir la tentación de escribir ensayos y ficción mientras era un solitario y casi esquizofrénico estudiante en la Facultad de Arquitectura del Uruguay, descubriendo una gran ciudad, Montevideo, lejos de la familia y los amigos. En aquella soledad llena de gente, el mundo que procedía de la imaginación y la memoria me procuraba de un vértigo y una emoción estética muy parecida a la plenitud de la libertad, que raras veces alguien experimenta en su totalidad. La literatura no sólo curó mis conflictos psicológicos, sino que también me dio una nueva perspectiva filosófica acerca de lo que es la realidad y la ficción, lo que es importante y lo que no lo es. Luego de recibirme trabajé como arquitecto, sobre todo haciendo cálculos de estructura, pero siempre supe que lo hacía para sobrevivir, no por vocación. De esa época me viene la convicción que la realidad está más hecha de palabras que de ladrillos. En esa época ya había publicado mi primera novela, Memorias de un desaparecido, en 1996, y había reconocido un destino: cuando alguien sabe que bajo cualquier circunstancia y practicando cualquier otra profesión continuará escribiendo, que el mundo cobra un sentido superior visto desde esa actividad y que morirá considerándose un escritor, sin importar qué diga la crítica o los lectores, entonces no es que uno ha encontrado su verdadera vocación sino que su vocación lo ha encontrado finalmente a uno, rendido ante las evidencias.

S.B. Desde entonces ha publicado mucho. ¿Cuáles considera que son sus mayores logros?

J.M. No tengo muchos logros. La vida de un escritor, como la de una persona cualquiera, se parece a su résumé: el curriculum más impresionante esconde una lista de fracasos, varias veces más extensa. Mi mayor logro es mi familia. Dudo de muchas cosas que hago a diario, muchas veces de forma obsesiva, pero nunca dudaré de haber dado vida a un ángel que espero que sea un buen hombre, no libre de conflictos y contradicciones pero un hombre honesto, tranquilo y lo más feliz posible. Eso no tiene una explicación racional. Como todas las cosas más importantes de la vida, que son muy pocas, no dependen de la razón.

S.B. ¿Cómo se llega a la posición que usted ocupa actualmente?

J.M. Si la pregunta se refiere a mi actividad literaria, ignoro la respuesta e ignoro si lo que asume la pregunta es cierto: que he alcanzado alguna posición. Si se refiere más concretamente a mi actual profesión como profesor en Jacksonville University, la respuesta no es complicada: hay un llamado de una universidad para un puesto full time publicado a nivel nacional para doctores en el área X, se envía la solicitud y documentos necesarios, el comité de búsqueda elige algunos entre cientos de otros doctores para una serie de entrevistas en una conferencia nacional. Después de un tiempo y de las correspondientes deliberaciones, se eligen tres candidatos para una visita a dicha universidad. Luego de un proceso de antevistas, pruebas y demostraciones de clase, etc., finalmente se elige uno. Claro que el proceso nunca termina, y para un extranjero es mucho más complicado y difícil.

S.B. ¿Qué les diría a los jóvenes que están empezando una carrera en la literatura?

J.M. Les diría que traten de pensar desde un punto de vista diferente al suyo propio. El mundo y hasta la realidad más humilde y pequeña es siempre más amplia y compleja de lo que uno puede percibir y pensar al principio. Si no se dedican a la política, les recomendaría que no simplifiquen, que no sean maniqueos, que sean conscientes de esta complejidad, que cuestionen sus propias convicciones. Les recomendaría que escriban con convicción. Si bien como personas debemos ser humildes antes nuestras imperfecciones, como escritores debemos ser soberbios en el sentido de que no debe importarnos más las críticas que nuestras propias convicciones literarias y filosóficas. El escritor debe saber lo que está haciendo, porque cuando escribe es como un dios y todo lo demás no importa. Finalmente, sólo por no extenderme demasiado, les sugeriría que, al mismo tiempo, se liberen de las estrechas definiciones de “éxito”, generalmente asociadas al dinero y al prestigio.  No digo que no sea legítimo buscar mejorar la economía familiar, individual, o el reconocimiento hacia lo que uno hace. Eso es humano y es un derecho. Me refiero a la simplificación que la estrechez de esos valores significa, por la cual, por ejemplo, ser un buen padre o una buena madre o un buen hijo o un buen amigo cada vez cuentan menos en nuestras nociones de “éxito”.

Crisis (novela)

Ed. baile del Sol, Tenerife

Milenio I, II, III, IV México

 

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Memoria, igualdad y democracia

Romney

Romney (Photo credit: Talk Radio News Service)

1. Igualdad y democracia

 

Las leyes medievales, como las recogidas y dictadas por los escribas de Alfonso el Sabio en el siglo XIII, afirmaban que todo lo prohibido y prescripto estaba basado en la voluntad de Dios y en las mejores tradiciones religiosas, cuyos siglos de permanencia probaban sus bondades. La tortura y la pena de muerte que se ensañaban con las mujeres, moros y judíos, pobres y vasallos, no eran aplicables a la nobleza. Obviamente, no se podía juzgar igual la nobleza de un noble con la vileza de un villano. Por eso, para defender su verdad y honor los caballeros, los “hijosdalgo”, podían lidiar a caballo mientras los hijos de nadie debían hacerlo de a pie. Por entonces, las leyes escritas se justificaban diciendo que ésta era la mejor forma de poner a salvo el honor de un noble, sin tener que exponerlo al terrible método de una investigación que podría perjudicarlo con las mentiras del vulgo. Todo según la voluntad de Dios, según sus intérpretes oficiales.

La historia ha traído algunos progresos, como el reconocimiento de todos los seres humano a ser considerados iguales por el derecho, lo que luego incluyó el igual derecho a ser diferentes. Aunque ahora el discurso de los arengadores conservadores intente secuestrar la autoría de estos logros, ninguno de ellos fue posible por las iglesias en el poder sino a pesar de ellas.

La igualdad fue un valor importante o incipiente entre los cristianos mientras fueron ilegales en el imperio romano, pero desapareció como por arte de magia tres siglos después de la primera crucifixión de Jesús, cuando el imperio los adoptó como la religión oficial.

Diecisiete siglos más tarde, cuando los “teólogos de la liberación”, mal o bien intentaron retomar aquel espíritu igualitario que favorecía a los pobres y marginados de este mundo, fueron literalmente asesinados poco después de ser etiquetados como “marxistas” o “curas rojos”.

 

 2. Memoria y democracia

 

Por tradición tendemos a confundir a la democracia con los sistemas que la sirven, como lo es el sistema electoral, el Estado de derecho, las voluntades de la mayoría, la protección de las minorías y de las libertades en general.

Estamos de acuerdo que es el menos malo de todos los sistemas. Pero todas las “democracias” sufren de sus propias deficiencias que distinguen la palabra y la idea con ostentosas comillas. Las comillas son su corona de espinas. La democrática Atenas se dejó convencer por los demagogos de Anito para ejecutar a Sócrates, uno de sus mejores ciudadanos y probablemente el griego mas universal de todos los siglos. En nuestro tiempo, por ejemplo, una de las mayores debilidades de la democracia es la memoria de la gente, intoxicada por las densas humaredas que emanan de la industria de la información. A su vez, esta debilidad de la democracia es la mayor fortaleza de los políticos, de los Anitos de nuestro tiempo.

Por ejemplo, en Estados Unidos se ha vuelto un lugar común culpar al Estado y a sus servicios sociales por la crisis económica. Obviamente olvidan que la crisis de 2008 fue creada por el sector privado, más específicamente por el sector financiero, por los bancos y por las mega compañías. Una vez instaurada una crisis sin precedentes desde la Gran Depresión de los años treinta, el Estado salió a salvar esos bancos y esas compañías, con relativo éxito. Esta operación no podía realizarse sin generar deuda publica. Ahora, como retribución de la mala memoria de la gente, se culpa al Estado por la deuda que tiene y como solución al déficit y a la ineficiencia estatal, se proponen nuevas reducciones de servicios y, por supuesto, nuevas privatizaciones.

Todo lo cual resulta a la larga muy lógico, desde una mentalidad maquiavélica: el sector de las grandes compañías y sectas privadas crean una deuda, son salvadas por el Estado, es decir por el pueblo, y luego, como solución al endeudamiento, proponen más privatizaciones. Y el pueblo, que se hizo cargo de financiar la salvación de las mismas sectas privadas que crearon la crisis, aplaude la solución con entusiasmo.

 

 

Jorge Majfud

Jacksonville University

majfud.org

La Republica (Uruguay)

La Republica II (Uruguay)

Milenio (Mexico)

Milenio II (Mexico)

Another conservative paradox

FDRoosevelt

FDRoosevelt (Photo credit: Wikipedia)

Politicians who are the champions of private businesses as the only motor of the American (or any) economy and the best social organizers (forget F.D. Roosevelt, the 4 term “socialist” president who saved and refunded the country) always blame the government for not doing better in the economy. That is why they want to take the government over. So, why do they never blame private business when they permanently fail to be successful enough.

 

Another conservative paradox

Recently released: US GDP grew 1,5 % in the second quarter, the 12th growth in a row after G.W. Bush historic recession. From a narrow “econometric” point of view, it is not that bad, if we consider all the crises, deep recessions and slow dawns around the word.

However, what is quite interesting is that the right-wing politicians are happy with this seeming “Obama’s failure”. Well, they say, Mitt Romney will do it better. The politicians who are the champions of private businesses as the only engine of the American (or any) economy and as the best social organizers (forget F.D. Roosevelt, the 4 term “socialist” president who saved and refunded the country) always blame the government for not doing better in the economy. That is why they want to take the government over. So, why do they never blame private business when they permanently fail to be successful enough. Perhaps they know that even the most successful cases have been subsidized by the government (that is, by taxpayers) as IBM, Microsoft, etc. (who did actually invest in computer research for decades?), and now GM, etc?

So, guys, if the economy is not doing better, perhaps you have to blame billionaire private business, bank inefficiency and corruption, corporate greed, some crazy speculators, and so on and so forth… at least once in history. Are they ideologically untouchable? Are they responsible only when thing are ok? We know that the governments are always bad. But based on facts, private empires are much more populist and responsible for almost every social chaos than the government that is just preventing the population to do something that the big guys wouldn’t like to experience.

Arqueología de los símbolos primarios (II)

Coyolxauhqui

Arqueología de los símbolos primarios (I)

El ave que devora la serpiente (II)

Para una arqueología de los símbolos primarios

 

Es muy difícil saber cómo era este dios tan importante, Huitzilopochtli. No existen muchas representaciones, aunque en algunos códices aparece siempre con grandes plumas verdes, como el quetzal. Por otra parte, su nombre alude al colibrí, también ave de plumas verdes. Sabemos que era el dios principal de la guerra y podríamos especular que pertenecía a la esfera celestial, por el origen de su nacimiento (una pluma) y por su oposición a su hermana y a su madre, representadas con serpientes como agente de la tierra, la fertilidad y quizás de lo femenino por extensión o por implicación. Quizás por eso mismo era un dios más abstracto e invisible, como lo serán los dioses masculinos y celestiales en otras civilizaciones.

Tampoco es casualidad que Coatlicue haya dado a luz a Huitzilopochtli de una forma asexuada, fecundada por una pluma, lo que resulta un paralelo claro con el nacimiento de una era celestial y masculina sobre un pasado terrestre y femenino. Huitzilopochtli también era la representación del sol o el sol mismo. Tradicionalmente los dioses celestes han pertenecido a religiones patriarcales, verticales. Por otra parte, la importancia de la ausencia de una relación sexual en la madre del dios es un sustituto simbólico de la virginidad; para Coyolxauhqui la abstinencia es un pecado, pero es típicamente una virtud para las culturas patriarcales.

No es casualidad —no desde un punto de vista antropológico— que los habitantes prehispánicos del valle adorasen a Coatlicue en el cerro Tepeyac, el mismo donde surge el culto a la virgen María en la cuarta década del siglo XVI. Por entonces Coatlicue era conocida como diosa de la falda de serpientes pero también como Tonantzin o Teteoinan, “madre de los dioses”. Si consideramos que Huitzilopochtli fue el único sobreviviente de los hermanos, entonces de hecho Coatlicue era la “madre de Dios”, quien lo concibió sin tener relaciones sexuales. La falda o vestido de la actual imagen de la virgen de Guadalupe está ornamentada con figuras innecesarias que sólo se explican por su estética indígena, que bien podrían ser estilizaciones de una falda de serpientes, así como su capa verde puede ser el sustituto del quetzal. Aunque el ángel que parece sostenerla pueda proceder de la tradición pictórica de Europa, desde la perspectiva de los indígenas esta asociación debió ser imposible. Para ellos, ese ángel no podía ser otro que Huitzilopochtli, el colibrí, el hijo recién nacido que se vistió de plumas para proteger a su madre.

Algunas teorías han sugerido que en realidad la palabra de origen árabe “Guadalupe”, que da nombre a la virgen negra de España, en su origen debió ser Coatlalopeuh, que significa “la que domina las serpientes” (Anzaldúa, 49). Los cuernos negros que vemos a los pies de la virgen en la famosa imagen mexicana (frecuentemente asociados a la luna) sería esta serpiente disimulada. Si bien esta lectura es consistente con una interpretación del génesis judeocristiano, también lo sería, según lo que hemos propuesto antes: Coatlicue y Coyolxauhqui, madre e hija aparentemente enfrentadas representante del mundo de las serpientes que comenzaba a dejar lugar al mundo de las aves, son vencidas y reemplazadas por el hijo, Huitzilopochtli.

Ahora, si Huitzilopochtli es el triunfo definitivo de la Era del Ave (cielo-guerra-masculino) sobre la Era de la Serpiente (tierra-fertilidad-femenino), otra hipótesis que podríamos considerar es Quetzalcóatl como la representación no de un mundo consolidado sino como el mito y el personaje de un mundo ambiguo y en transición, del mundo reptil, el mundo de la tierra, al mundo de las aves, el mundo de los cielos.

Obviamente que el continente americano se distingue por su población de pájaros. Pero no podemos decir que Asia haya adoptado el dragón por su abundancia de dragones o de reptiles. La razón debe radicar en el momento en que una cultura y una civilización madura o recibe su impronta histórica y la fija y perpetúa. Podemos ver esto en las culturas derivadas de las improntas del viejo testamento, a partir de Moisés, o de las culturas cristianas a partir de Cristo y de las culturas grecorromanas de los primeros siglos de esta época. La “impronta histórica” tiene lugar en un momento dado, en condiciones de recambio y expansión sobre nuevos pueblos y puede durar ciclos de miles de años.

El símbolo de la fundación de Tenochtitlán, México, hecho relativamente reciente y uno de los últimos de las culturas amerindias, representa el fin de la ambigüedad, el conflicto final y el definitivo triunfo del águila sobre la serpiente.

Por lo que ya vimos más arriba, tampoco es casualidad que fuera precisamente Huitzilopochtli el dios que diera instrucciones a los mexicas para fundar su ciudad, Tenochtitlán, en el lugar donde un águila sobre un nopal estuviese devorando una serpiente.

El sentimiento de culpa o de ilegitimidad que poseían los últimos emperadores aztecas (y el último emperador inca con respecto a Viracocha) por haber desplazado a los legítimos creadores de una cultura anterior, Tula, fue explicito, sobre todo en el momento en que tanto Hernán Cortés y Francisco Pizarro conquistan ambos imperios en las primeras décadas del siglo XVI. Tula había florecido en la cultura Quetzalcóatl, una cultura menos guerrera y más artesana, más culta y creadora.

La sensibilidad mexicana adapta y adopta fácilmente a la virgen María, no sólo porque es una forma de reemplazo, de un travestismo de Coatlicue-Huitzilopochtli (o directamente de un sincretismo entre la cultura europea y la americana), sino que representa una figura femenina que dio a luz a un dios masculino del cielo. Se podría entender la idea de Ave María no sólo por ser Ave el reverso de Eva, como se ha querido explicar de una forma algo forzada, sino porque el cielo es el reino de las aves y son la aves (el quetzal, el águila devorando la serpiente, símbolo de la tierra) los símbolos de la nueva Era.

La virgen de Guadalupe es también el quetzal, el ave de plumas verdes, tal como podemos verlo en el ícono de la cultura mexicana y por extensión latinoamericana e hispana en Estados Unidos. La importancia de la experiencia visual, es decir sensual o sensorial, es central en esta sensibilidad religiosa como seguramente lo era en tiempos prehispánicos.

El triunfo de los dioses del cielo, que en América son dioses aztecas primero y cristianos después, serán fundamentalmente guerreros, aunque con una teología contraria, en oposición a los dioses terrestres (en las culturas mesoamericanas los dioses residían en las entrañas de la tierra), identificados con la serpiente, la que en Asia y en las primeras culturas americanas representaba el bien y la fertilidad y en la visión de los vencedores representaba siempre el mal y el engaño, como el demonio que tienta a la mujer o como la diosa Coyolxauhqui, representante del celo contra lo nuevo.

 

 

Jorge Majfud

Jacksonville University

majfud.org

Milenio (Mexico)

 

Arqueología de los símbolos primarios (I)

 

Les élections en Barbarie

Más sobre la primavera árabe (Spanish)                              

Après le triomphe du parti des Frères musulmans en Egypte, la presse occidentale n’a pas manqué d’exprimer son inquiétude. Quelques articles d’opinion suivis d’une pléthore de commentaires anonymes en bas de page les ont même qualifiés de « terroristes-prêts-à-nous-envahir », ce qui permettrait de justifier probablement quelque nouvelle intervention diplomatique, économique ou militaire dans la zone – de la part des mêmes qui, face aux véritables tragédies humanitaires, prennent leur temps, se cantonnent aux discours ou détournent le regard.

De toute façon, même si nous n’avons pas encore ce type de réponses internationales, la grande presse au moins – la presse bâillonnée qui bâillonne – joue son rôle traditionnel en réveillant les tribalismes ancestraux.

Pour nous qui sommes favorables à un progrès de l’histoire dans la ligne des droits des majorités et des minorités, des libertés individuelles et collectives qui passent avant toute hiérarchie politique et sociale, les réactions des islamistes les plus conservateurs ne représentent aucune promesse d’avancée dans une telle direction mais plutôt le contraire. Encore moins les puristes fanatiques comme les Talibans qui se prennent pour les maîtres de toute la morale de cet univers et se croient autorisés à l’imposer aux autres ; ou encore les dictateurs religieux ou séculiers à l’ancienne comme Al-Assad en Syrie, qui, dès qu’ils sentent leur trône menacé, fusillent des innocents dans leur propre peuple. 
Pour autant, les réactions basées sur n’importe quelle autre tradition religieuse n’en sont pas moins agressives et arbitraires, non tant par leur aspect religieux mais surtout de par leurs intérêts matériels. Comme dans les lettres de Christophe Colomb et dans les chroniques de tous ses successeurs, alors que sur chaque page on peut lire le nom de Dieu répété à l’envi, on observe en même temps de quelle façon leurs actions les conduisent toujours à l’or maudit des peuples sauvages.
Au cours des dernières décennies, l’accusation de terrorisme a facilité non seulement l’abolition de la maxime de Jésus qui préconise de tendre l’autre joue à son agresseur – ce qui peut se comprendre – mais elle a aussi introduit une prescription très audacieuse et créative qui dit : nous devons agresser celui qui pourrait nous agresser un de ces jours. C’est ce qu’on appelle l’autodéfense préventive. N’importe quelle loi de n’importe quel Code civil, ancien ou moderne, la condamnerait en tant que crime absurde ou paranoïaque. Mais pas les lois internationales qui sont restées médiévales et ne reposent pas sur le droit mais sur l’intérêt et la force. Même la plus ancienne des règles morales de l’histoire civilisée, répétée par les sages de la Chine à La Nouvelle Angleterre et en Extrême Occident – « Ne fais pas à autrui ce que tu ne voudrais pas qu’on te fasse » – est violée chaque jour au nom du droit à l’autodéfense.

Si nous étions naïfs, nous trouverions curieux que nous, les démocrates occidentaux, ayons soutenu des dictatures comme celle de Moubarak en Egypte et que lorsque le peuple élit quelqu’un selon le système électoral au nom duquel nous avons envahi plusieurs pays, nous les qualifions de terroristes simplement parce que nous n’aimons pas le vainqueur ou parce qu’il représente la culture et la religion de « l’ennemi ». La démocratie, c’est bon pour nous qui sommes civilisé et qui savons choisir, mais c’est mauvais pour eux parce que ce sont des barbares et qu’ils ne savent pas ce qu’ils veulent. Il en est de même pour notre nationalisme qui est du patriotisme, le bon, le nationalisme des autres   étant un terrorisme dangereux.

C’est étonnant que nous, les Occidentaux, appelions « terroristes-prêts-à-nous-envahir » les Égyptiens ou certains de leurs gouvernements dont nous devons nous protéger- et nous prémunir- quand on sait que l’Egypte comme n’importe quel autre pays périphérique n’a jamais envahi aucun pays occidental. L’Occident par contre possède une longue histoire d’invasions et de destructions de ce pays qui va   des invasions militaires par la France et l’Angleterre jusqu’aux invasions économiques comme par exemple celle en rapport avec l’histoire de son coton. Les puissances occidentales ont pillé et détruit ce pays assez régulièrement. Nous pouvons en voir une petite partie symbolique dans les musées du monde riche nommée par celui-ci « donations généreuses » – donations typiques des pays colonisés ou sous contrôle étranger.

Les Égyptiens n’ont jamais fait la même chose à aucune puissance occidentale non pas qu’ils soient « bons » mais probablement parce qu’ils ne possèdent pas d’armée aussi héroïque. Nous continuons néanmoins à répéter ce que la grande presse – le bras droit des pouvoirs sectaires, une autre forme de poursuite de la politique par d’autres moyens -injecte quotidiennement dans l’esprit et le cœur des démocrates, rationnels et compatissants.

 Auparavant, les cartes européennes désignaient les régions du nord de l’Afrique sous le nom de Barbarie. Aujourd’hui, la grande presse les qualifie de terroristes ou fanatiques qui veulent prendre le contrôle du monde. Ce sont deux façons de perpétuer la peur en Occident   et des agressions en perspective en Orient. Comme la grande presse de l’autre côté n’est pas très différente, au lieu d’un Dialogue des Cultures et des Civilisations, nous sommes face à une guerre des Sourds étendue, qui comme toute guerre sert les intérêts de quelques-uns au nom de tous.

Il est évident qu’un grand nombre de lecteurs intelligents n’adhèrent pas à ce discours. On peut supposer que ceux-ci seront chaque jour plus nombreux et les statistiques   rendent plus nerveux et plus agressifs ceux qui contrôlent le pouvoir dans le monde. Pour le moment, néanmoins, pendant qu’ils planifient quelque nouvelle révolution démocratique, ils continuent d’appliquer la bonne vieille méthode : mentez, faites peur, il en restera toujours quelque chose.

Jorge Majfud

 Tlaxcala 

Translated by  Pascale Cognet

Edited by  Fausto Giudice فاوستو جيوديشي

Sobre el proyecto de legalizar la cannabis en Uruguay

Map indicating locations of Argentina and Uruguay

Sobre la legalización de la marihuana en Uruguay

Nunca estuve ni estaré a favor del uso innecesario de ninguna droga. Mucho menos de su comercio para destruir vidas ajenas. Bastante basura en hermosos envases estamos obligados a consumir cada día en los alimentos y casi no podemos evitarlo. Recuerdo que en las aldeas más alejadas de África había vastos campos de estas plantas que crecían salvajes y los nativos no le daban ningún uso, excepto cuando una vez por año se aparecía por allí algún hombre blanco. Es la misma historia del uso ancestral de la hoja de coca en Bolivia y de sus derivados alucinógenos en la cultura occidental.

Obviamente que la pandemia de las drogas es una consecuencia directa del sistema capitalista tardío, en lo que se refiere a su tráfico y comercialización, pero sobre todo es una consecuencia natural de la cultura del consumismo que cada día se va agravando sin que se perciba claramente como se percibe un terremoto o un tsunami. No obstante ningún gobierno del mundo hoy en día está en situación real de cambiar por sí sólo ni el sistema ni la cultura consumista. Por lo tanto, debe recurrir a medidas paliatorias que, aunque modestas, a largo plazo pueden producir cambios revolucionaros.

En consecuencia, estoy a favor de la legalización de la marihuana con restricciones. Al fin y al cabo el alcohol puede ser tanto o más destructivo que la marihuana y no sólo es legal en la mayoría de los países sino que casi no existen organizaciones criminales asociadas a su tráfico y, en consecuencia, la violencia en proporción a la que produjo hace décadas la Ley seca en Estados Unidos es mínima.

Obviamente que luego queda por saber qué margen hay para el abuso de este derecho individual. O si ni siquiera hay un margen, conociendo la naturaleza humana. Sin embargo, los beneficios pueden ser mucho mayores que los perjuicios.

Por su tamaño, por su ubicación geográfica –con respecto a los circuitos del narcotráfico–, por la relativa buena educación de sus ciudadanos, por su larga historia de modernidad y progresismo, Uruguay es el país ideal para poner en marcha este experimento como lo hiciera ya en otras áreas de la vida social.

Sí, es un experimento. Esto no es malo, sino todo lo contrario. Como dice mi amigo Noam Chomsky, debido a que cualquier sociedad posee una altísima complejidad que la hace incomprensible e imprevisible en su totalidad, no es posible hacer cambios radicales sin correr el riesgo de destruir todo lo bueno que se quiere conservar. Por eso, no hay mejor forma de avanzar en los cambios sociales que por progresivos experimentos, por el quizás poco atractivo método de prueba y error.

Como en todo experimento en el que participan seres humanos, es necesario ser moderado y cuidadoso con las personas que podrían resultar negativamente afectadas.

Por otra parte, aún si el experimento fracasara, el Uruguay le estaría haciendo un favor al resto de la humanidad y el país siempre podría revisar y revertir el paso dado.

Jorge Majfud

Jacksonville University

Página/12 (Argentina)

Milenio , Nac. (Mexico)

Panama America (Panama)


Otra ayuda para los bancos

España, España, EspañaSegún el WSJ, el gobierno de España va a poner 19 mil millones de euros, como “rescate adicional” en Bankia SA, cuyos bonos fueron recientemente declarados bonos basura por Standard & Poors. Lo que significa que cada familia española, que actualmente están sufriendo recortes de todo tipo, va a poner aproximadamente otros 1500 euros para rescatar una empresa recientemente nacionalizada, lo cual también significa que quienes vendieron hicieron un excelente negocio.

A la gente, no se les pregunta si quieren recortar servicios publicos ni se les pregunta si quienen seguir poniendo su dinero para salvar bancos y millonarios. 

Sólo se les dice que hay que ser más responsables y gastar menos.

Igual que en Argentina en el 2001 y que en Estados Unidos más recientemente. Cada vez que hay una crisis se recortan los servicios a la gente común y además se les pide que colaboren con ayudas especiales a los bancos y las corporaciones en general, que cuando no son privadas han sido nacionalizadas en ruina por gobiernos benefactores de millonarios.

Algún día los pueblos dejarán de confundir generosidad con estupidez.


Lecturas sobre el Imperio Español

Español: Estatuas de Cristobal Colón y los rey...

El Imperio Español

El siglo XV: nacimiento de una nación y de un espíritu

En su historia sobre El imperio español , Richard Konetzke nos dice que “España y Portugal fundaron, por primera vez, organismos estatales de tipo planetario […] En los Estados del rey de España, del monarca más grande de la tierra, el sol—se decía admirativamente—no se ponía nunca” (9) Éste sería, según el mismo autor, “una de las creaciones políticas más grandiosas de la humanidad europea, habiendo realizado en alta medida la misión cultural de Europa en el mundo” (10).

Los descubrimientos y conquistas ultramarinos serán la continuación natural de un proceso histórico medieval. “La peculiaridad de la Edad Media española radica en las guerras seculares contra los moros, en la ‘reconquista’ de la Península ibérica de la dominación de los árabes y bereberes […]” (11). En el siglo XIII, esta empresa religiosa y política se extenderá territorialmente hasta las costas del mar Mediterráneo, sobre todo bajo el reinado de Fernando III: en 1265 cayó Cádiz y en 1334 cayó Algeciras. Con la conquista de Granada, en 1492, desapareciera de la Península ibérica el último reino árabe.

Vilar está de acuerdo en este factor de continuidad, al cual agrega otro aspecto decisivo: la lentitud del mismo proceso en la formación del caráctr espiritual de España.

“The slow speed of the Reconquest is an important feature in itself. A rapid expulsion of the Infidel would have changed the fate of Spain.; it would have moulded her structure, her spirit and her customs as did a crusade of several centuries […] The pressure of necessity in a poor country with a rising population made the Reconquest everywhere into a continuous process of colonisation as well as a Holy War” (11).

Con los Reyes Católicos,  Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, se puso fin a la guerra de sucesión, se redujo la rebelde nobleza y la monarquía alcanzó una fortaleza desconocida totalmente en el resto de Europa a finales de la Edad Media.

En este proceso de reconquista que duró siglos, nos dice Konetzke, se formaron “las cualidades bélicas del pueblo español […] aquellos siglos produjeron el tipo de caballero español que buscaba la lucha y la aventura […] Surgió así una clase dirigente noble en los hijosdalgo” (12).

Estas características psicológicas, espirituales e, incluso “raciales”, según Konetzke, fue la misma que “demostraron también los conquistadores de América […] Esta fortaleza del alma, en esta tenacidad acerada y estricta alimentan asimismo rasgos del carácter racial de los antiguos iberos” (12).

Sin embargo, la misma guerra de Reconquista absorbió gran parte de las energías económicas. “A ello se debe que en España no se desarrollara en igual medida que en otro países europeos una burguesía entregada a la industria y al comercio” (17).

Encontraremos, por otro lado, que esta guerra impulsó la construcción de barcos y el establecimiento de una marina más fuerte hasta que “los tres grandes Estados de la Reconquista, Castilla, Aragón-Cataluña y Portugal, se convirtieron en potencias navales en el curso de las guerras contra los árabes” (25). Incluso la piratería encontró una justificación en este proceso contra el enemigo: “se convirtió en aguas africanas una costumbre constante, encontrando su justificación ideológica en el espíritu de la Reconquista, es decir, en la lucha implacable contra los enemigos del país y de la fe” (33).

Sin duda, uno de los hechos más importantes en el proceso de grandeza y decadencia de España lo fue el matrimonio de fernando e Isabel, el 19 de octubre de 1469, porque significó la unión de los dos reinos mayores de la península ibérica. Después de la muerte de Enrique IV, en 1474, es el nuevo matrimonio el que gobierna, haciéndose popular el dicho:

Tanto monta, monta tanto

Isabel como Fernando

Los conflictos y disputas en España fueron superados con una fuerte centralización judicial y administrativa de los “Reyes Católicos”. Se crea el primer ejército permanente de España (el hermano de Fernando fue el jefe). En 1496 los reyes impusieron el servicio militar obligatorio (un vecino cada doce). En el siglo XV ya podemos decir que había una conciencia de unidad de los reinos de España, basada principalmente en la necesidad política de la unión o uniformidad religiosa. Para ello se hizo uso de varios recursos, muchos de los cuales buscaban la “pureza” religiosa y étnica justificada en diferente tipo de discursos, muchos de los cuales podemos ver todavía reproducidos en la literatura del siglo XX:

Los asesinatos rituales, tales como los que les fueron atribuidos a los judíos, y uno de los cuales pudo ser probado jurídicamente, en 1491, aumentó el odio y encono de los cristianos, constituyendo la causa decisiva de que se llevara a cabo la expulsión de los judíos, proyectada ya por los Reyes Católicos desde 1483 (Konetzke, 82).

Según decreto de marzo de 1492, todos los judíos que no se convirtieran al cristianismo tenían que abandonar con sus familias España en un plazo de tres meses. Los judíos que volvieran al país después de la expulsión, serían castigados con pena de muerte.

En virtud de esta actitud en la cuestión judía y árabe, política y religión, Estado e Iglesia, se unieron, de la manera más íntima en el Estado fundado por los Reyes Católicos, mientras que, en la misma época, el Renacimiento independizaba al estado de las vinculaciones eclesiástico-religiosas, situándolo sobre una base puramente secular (83).

Los reyes católicos consiguieron en 1478 que el Papa permitiera la introducción de la Inquisición en Castilla, con el fin de vigilar la fe y la conducta de los nuevos conversos, especialmente de los judíos bautizados. Las guerras y la expansión de su política exterior habían hecho cada vez mayores y más urgentes las necesidades en dinero de los soberanos. La producción de oro y plata era insuficiente, y la falta de una balanza comercial equilibrada hacía disminuir las existencias en metálico del Estado (Konetzke, 90).

Los Reyes católicos gobernaban y manejaban la economía por decreto (“Real orden” o “cédula”), donde emitían prohibiciones y concesiones para comprar y vender. El consulado de Burgos se convirtió en el modelo de la “Casa de Contracción de Indias”, de Sevilla, casa comercial fundada en 1503, que iba a fomentar y regular, según los mismos principios, el tráfico mercantil con el Nuevo Mundo” (98). También la conquista de las islas Canarias fueron, para Fernando e Isabel, una prosecución de las guerras  contra los moros, y equipararon a los isleños con éstos (118). Para Vilar, “the ‘Conquest’ of the Indies, a natural consequence of the ‘Reconquest’ of the Middle Ages, was achieved by a social class whose only raison d’être was war” (12).

Siglo XVI: expansión colonial y decadencia social

Según Vilar, la cúspide del Imperio Español podría localizarse en el reinado de Carlos V, cuando “[he] married a Portuguese infanta and Philip II was able to unite under his sceptre the whole Peninsula together with the two greatest empires in the world. The year 1580 marks the climax of Peninsular history” (23).

Sin embargo, y al mismo tiempo, la monarquía española estaba en permanente inestabilidad debido no sólo a las rebeliones portuguesas sino también a los acreedores de la corona. En 1539 los banqueros Fugger, Welser, Schatz y Spinola eran fuertes acreedores del Estados español. En 1557 la monarquía estaba en virtual bancarrota.

One inevitable conclusion is that the Spanish colonial enterprise was a decisive factor in the economic change from which the modern world emerged. The enterprise created the first “world market” and offered to European productive capacity increasingly cheap monetary cover (Vilar, 37).

Muchos han visto el tráfico de oro del siglo XVI-XVII como una revolución  económica producida en los dos continentes. Otros vieron ene el mismo hecho la razón de la decadencia de España. La España de Carlos V no fue tan próspera como se supone, ya que era pobre en infraestructuras.  “It has already been admitted that the geographical infrastructure and psychology had always blocked productive efforts within the peninsula” (Vilar, 38). Por el contrario, el crecimiento (geográfico y económico y poblacional) de España comenzó en el siglo XV y no fue debido a la colonización (39). Entre 1532 y 1552 Sevilla fue un centro financiero “Nevertheless the peak of industrial productions occur indisputably in the reign of Charles V.” (40).

Urban growth, according to the so-called “Tomás González” census, reveals a remarkable industrial and commercial vigorous together with a continuous demographic vitality; for, despite overseas emigration, there was no rural depopulation before 1565-75 (40).

Sin embargo, el proceso de desarrollo en tiempos de Carlos V fue menor que la importación de metales y valores de América (40).

El año 1640 es crucial, que es el año en que España pierde Portugal. Se pierden varios territorios en Europa (Luxemburgo, Gibraltar, y varias posesiones italianas) e Inglaterra domina los mares. Podemos apreciar una fuerte curva descendente desde 1580 hasta 1713 donde, según Vilar, se llega al punto más bajo. La inflación estimula al principio la economía pero termina arruinándola (tesis de Häbler and Stötbeer). Parte fundamental de esta decadencia es atribuída al mismo “espíritu” social que en otra época sirvió para la Reconquista: los “Hidaldos” no invirtieron en producción (desde un punto de vista capitalista) sino en comprar tierras y construir castillos (aún en América). “All the cities works for Madrid, but she works for no-one” (46).

El Siglo de oro y el siglo de Cobre

En 1600 la plaga provoca el  declive económico y las importaciones de metales de América comienzan a menguar. Se cambian las monedas de oro (y de plata) por las de cobre. Así se hace evidente para todos el fin de la “Edad de oro” y el comienzo de la “Edad de cobre” Paradójicamente, comienza el “Siglo de oro” (intelectual) (41).

We may begin with the mystic, prefaced by the first inventors of spiritual exercises—García de Cisneros, master of St. Ignatius, Ibáñez, confessors of St. Teresa, Alonso de Madrid, Juan de Avila, Pedro de Alcántara. At the lowest point of the line lies the gentle Fray Luis de León; at the highest, St. Teresa and John of the Cross, in whom the mystic life finds its perfect verbal expression (Vilar, 41).

Pese a este misticismo, “literature itself was not excempt with intellectual subtlety. Above all the in the seventeenth century, the passion of bitterness of Quevedo. The mysticism of Calderón and the poetic sensibility of Góngora took on a cerebral flavour—it is the very Spanish tradition of the conceit which extended even to Cervantes and St. Teresa (42). El espíritu predominante de la época tenía un fuerte componenete “naïve, but forceful psychological concepts of liberty, honour and morality of the cristiano viejo, strong enough to react violently against tyranny and appeal to the sovereign over local injustice. The advent of such geniuses as Lope de Vega [1], Cervantes and Velazquez made possible the synthesis of past tradition with mystic flavour and intellectual force (43). Probablemente, su genio más representativo, por muchoas razones, fue Cervantes, ya que “possessed a more ordered genius, and his own life was a synthesis of Spanish experience. A soldier at Lepanto, prisoner of Moors freed by a cofradía, a more or less scrupulous servant of the crown, a faithful believer but not a conformist (for he was a true son of Renaissance), he meditated upon his country and his times. Spiritual grandeur and nobility carried on an extreme, an inexhaustible fount of popular wisdom, a decaying fabric in a expanding world—these contrast take on life in Quixote-Sancho, ideal and reality, individual and society.” (43).

Don Quijote, según Vilar, buscaba soluciones medievales al mundo moderno. Fue una especie de símbolo de Felipe II y de la ineficiencia española, inadaptada a los tiempos en curso, con las armas del Quijote, personaje universal que presente (y representa)  “the same challenge to the bourgeois as Chaplin’s jacket does to the worker: these are historical turning points and at the same times eternal work of art.” (53).

Jorge Majfud

_________________

Konetzke, Richard, El imperio español. Madrid, Ediciones Nueva Época, 1946.

Vilar, Pierre. Spain. A Brief History. Oxford: Pergamon Press, 1967.


[1] Recordar la obra Fuente Ovejuna

 

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Nosotros y los otros I y II

Injuries / Heridas

El Muro

Nosotros y los otros (I)

 

Americanos

Las masivas campañas de indignados en Europa han cruzado el Atlántico para convertirse en el movimiento de los Occupy Wall Street. En estos casos, los manifestantes no han ocupado por la fuerza ningún edificio publico o privado sino los centros simbólicos de las ciudades, desde Nueva York hasta Jacksonville. El conocido profesor de Princeton University, Cronel West, ha planteado cierta continuidad entre la primavera árabe y el otoño americano. No parecen tener, no obstante, mucha relación; sus orígenes y sus reivindicaciones son diferentes, aunque quizás el espíritu sea aquel que anunciamos diez años atrás: “Antes de la gran revolución civil habrá una profundización de la crisis de este orden obsoleto. Esta crisis será en casi todos los ámbitos, desde el orden político hasta el económico, pasando por el militar. La Superpotencia es actualmente muy frágil debido a su recurso militar, con el cual ha minado el arma más estratégica de la antigua diplomacia […] no podrá resistir un contexto crecientemente hostil porque su economía, base de su poderío militar, se debilitará en proporción inversa. Hoy está en condiciones de ganar cualquier guerra, con o sin aliados, pero los sucesivos triunfos no podrán salvarla de un progresivo desgaste. El resultado inmediato será una gran inseguridad mundial, aunque ésta se superará con la revolución civil. En este momento de quiebre, Occidente se debatirá entre un mayor control militar o en la desobediencia civil, la cual será silenciosa y anónima, sin líderes ni caudillos” (La Republica, 2003).

Políticamente, el movimiento no es estéril, pero no creo que todavía sea capaz de cambiar ningún sistema. El sistema capitalista entra en crisis en Occidente (no es la primera vez y tal vez no sea la última) y es exitosamente salvado en Oriente. Sin embargo, este movimiento de manifestantes es la necesaria respuesta al hegemónico discurso conservador que instauraron los años ochenta y cuyo fenómeno reciente más visible es el Tea Party, movimiento claramente reaccionario y conservador de una tradición inventada a su manera, que poco o nada tiene que ver con el pensamiento de los llamados “padres fundadores”.

Como reacción a la reacción de la izquierda norteamericana y a la manifestación organizada y espontánea de los occupy, no han faltado las voces que recomiendan a los manifestantes irse a Cuba (en muchos casos, sino en la mayoría, son expresiones de hispanos “conservadores”).

Estas voces, que se autodefinen como democráticas, ejercitan el más tradicional de los fascismos populares. Durante la dictadura brasileña de los setenta, el aparato de propaganda acuñó un eslogan que funcionaba perfectamente con la centenaria cultura semi feudal del continente: “Brasil, potência”, “Brasil, ámelo o déjelo». Igual en la España del franquismo: aquellos que no eran “españoles verdaderos” (como en tiempos de Fernando e Isabel) debían abandonar la bendita patria.

En Estados Unidos esa mentalidad no ha sido ajena. Como siempre, desde los grupos más conservadores se intenta definir qué es un individuo, una familia, un pueblo; todo lo que no se adecua, es un enemigo. Para algunos, si a alguien se le ocurre cambiar un país o criticarlo por su sistema económico, por su cultura o sólo por alguna de sus partes, aunque sea su propio país debería abandonarlo para no caer en contradicción. Esta idea, bastante común, pertenece a la tradición fascista más extendida y oculta en los pliegues de la conciencia popular. Significa que los países tienen dueños: si no te gusta el orden que tiene mi casa, ahí está la puerta. La casa es mía.

Así, un país le pertenece a quienes piensan de una forma X y actúan de una forma X y, por ende, son consecuentes Xs. Los otros deben aceptar el poder de los Xs o convertirse a Xs para no caer en mortal contradicción.

Esa es, en resumen, la idea subyacente en la mentalidad conservadora de los radicales del Tea Party: este país ha sido secuestrado por los “raros” (los bárbaros progresistas, los liberales sin moral) y debemos salvarlo. Si los raros no están de acuerdo con nosotros, son contradictorios, ya que nosotros somos la esencia de este país, etcétera. No es un problema dialéctico, de razón o de justicia, sino, como en una tribuna de fútbol, el “ser verdadero y autentico” en un sentido extendido más allá del grupo X, es aceptado simplemente por su lealtad al grupo X. Es decir, X es la verdadera letra del alfabeto.

No es sólo un problema estadounidense; es universal.

(continúa)

Jorge Majfud

Jacksonville Univeristy

majfud.org

Milenio (Mexico)

La Republica (Uruguay)

Milenio II (Mexico)

Nosotros y los otros (II)

Antiamericanos

Si nadie (que no sea fascista) puede reducir ningún país del mudo a una ideología, una raza, una religión, un idioma y una única tradición, por pequeño que sea, mucho menos esta operación es posible en un país gigante y extremadamente diverso, heterogéneo y contradictorio como Estados Unidos. Pero no sólo los fascistas conservadores persisten en esta actitud. La misma es emulada por posturas antiamericanas que reducen esta diversidad a un único individuo: “el americano” o “el yanqui”. Generalmente el sustantivo “americano” va asociado a “ignorante”.

La etiqueta es contradictoria especialmente cuando procede de aquellas voces que simultáneamente acusan “al americano” de ser imperialista. Lo cual hoy en día es una operación rutinaria, cómoda y políticamente correcta, que no conlleva ningún coraje intelectual y con frecuencia mucha autocomplacencia que distrae y neutraliza una crítica productiva contra una realidad –el imperialismo– que no es única sino parte de una realidad mayor y más compleja.

El mismo Che Guevara, que no sin razón acusó a Estados Unidos de ser una potencia imperial, brutal como cualquier imperio, diferenció de forma explicita el gobierno del “pueblo americano”. Un amigo norteamericano que detestaba la guerra en Irak, una vez me dijo que no se puede separar una cosa de la otra y que lo que hace el gobierno es también responsabilidad del pueblo que lo elige.

Hasta aquí estoy de acuerdo. Nadie es totalmente inocente, ni aquí ni allá. Pero no se puede responsabilizar a decenas de millones de personas que abiertamente han estado en la oposición, de ser responsables de lo que hace su gobierno o el aparato que lo rodea. Si así fuera, todos los latinoamericanos seríamos igualmente responsables por lo que han hecho nuestros gobiernos, desde las dictaduras más criminales de la historia hasta las democracias con sus injusticias pendientes. También en América Latina exterminamos a nuestros indios, humillamos a nuestros negros (aunque el racismo norteamericano, especialmente el del sur, se lleva o se llevó todos los premios en la categoría). Nuestras barbaridades, nuestros crímenes no fueron mayores porque nuestros PIBs no llegaron a ser nunca aquellos de los imperios modernos y antiguos. Esto ya lo sabían los griegos cuando respondieron a los espartanos que reclamaban “justicia” ante el dominio comercial y, por ende, militar de Atenas. Tucídides, en Historia de la guerra del Peloponeso, reproduce los argumentos de los enviados de la “democratica y tolerante” Atenas: “y una vez que ya éramos odiados por la mayoría, y que algunos ya habían sido sometidos después de haberse sublevado, y que ustedes ya no eran nuestros amigos como antes, sino que se mostraban suspicaces y hostiles, no parecía seguro correr el riesgo de aflojar. […] Disponer bien de los propios intereses cuando uno se enfrenta a los mayores peligros no puede provocar el resentimiento de nadie […] Tampoco hemos sido los primeros en tomar una iniciativa semejante, sino que siempre ha prevalecido la ley de que el más débil sea oprimido por el más fuerte; creemos, además, que somos dignos de este imperio, y a ustedes mismos así les pareció hasta que ahora, calculando sus propios intereses, se ponen a invocar razones de justicia, razones que nunca ha puesto por delante nadie que pudiera conseguir algo por la fuerza para dejar de acrecentar sus posesiones. […] en todo caso, creemos que si otros ocuparan nuestro sitio, harían ver perfectamente lo moderado que somos. […] En el caso que ustedes nos vencieran y lograsen tomar la dirección del imperio, rápidamente perderían la simpatía que se han ganado de los demás gracias al miedo que nosotros inspiramos […] Cuando los hombres entran en guerra, comienzan por la acción lo que debería ser su último recurso, pero cuando se encuentran en la desgracia, entonces ya recurren a las palabras”.

Estas palabras, que tristemente son siempre actuales, fueron pronunciadas y escritas dos mil años antes de Macchiavello y Thomas Hobbes.

También los pueblos que han sufrido el azote de la Atenas contemporánea, como Esparta (releer el delicioso clásico de Bertrand Russell, A History of Western Philosophy), nos hemos considerado los campeones de la moral. Entonces, nos sentimos en el derecho de simplificar a un pueblo diverso como el norteamericano en un solo “yanqui imperialista e ignorante”.

El imperialismo, en sus diversas formas, es una realidad; ya nos hemos encargado de analizarlo y denunciarlo casi sin tregua. Pero la idea repetida que leemos y escuchamos siempre de que “los americanos son unos ignorantes” o “los americanos no tienen cerebro”, no deja de ser paradójica: gente sin cerebro tiene la abrumadora mayoría de las mejores cien universidades del mundo; gente sin cerebro ha cambiado, para bien y para mal, el mundo de la ciencia y la tecnología en el último siglo y sobre todo en los últimos cincuenta años; gente ignorante y sin cerebro ha extendido su brutal dominio en el comercio y en la geopolítica. Todo llevado a cabo sobre gente que, se presume, sí tiene verdadera cultura y verdadera inteligencia.

Sin duda, una cultura, un pueblo inteligente y educado puede ser victima cruel de una horda de bárbaros. Eso está demostrado en la historia. Pero ningún imperio se puede sostener mas allá de sus propias agresiones bélicas si los pueblos oprimidos no colaboran en su propia opresión. Pero esos pueblos están demasiado ocupados riéndose de la ignorancia y de la poca inteligencia de los habitantes del imperio. Tal vez la moral, la sabiduría y la inteligencia de quienes se burlan de las carencias del imperio que los oprime debería estar, por lo menos, entre comillas, sino entre signos de interrogación.

Tal vez la ignorancia es más concreta y se reproduce no en los pueblos sino en individuos concretos. Los ignorantes americanos confunden a los mexicanos con Pancho Villa y a los italianos con Silvio Berlusconi. Los ignorantes mexicanos y los ignorantes italianos confunden a los norteamericanos con Lady Gaga y Chuck Norris. Aparte de la ignorancia, los une la misma tradición: el chauvinismo, con frecuencia disfrazado de nacionalismo y de conmovedores patriotismos.

Sospecho que para construir un mundo más justo y democrático del que tenemos y hemos tenido siempre, hace falta terminar con esta estéril tradición. Entre otras cosas, claro.

Jorge Majfud

Jacksonville Univeristy

majfud.org

Milenio (Mexico)

Milenio II, MR (Mexico)

La Republica (Uruguay)

A contra reloj

[youtube+http://www.youtube.com/watch?v=YlGveg4xg-4&feature=youtu.be]

A contra reloj es un video realizado por Hijos Uruguay bajo la dirección de Pablo Sobrino a partir de una canción con el mismo nombre del cantautor uruguayo Ismael Collazo.

Mythes de base sur l’immigration

A day without immigrants, May 1, 2006. Descrip...

A day without immigrants, May 1, 2006.

Mitos fundamentales sobre la inmigración (Spanish) 

Cinq mythes de base sur l’immigration : déconstruction

Jorge Majfud

Translated by  Alain Caillat-Grenier

Edited by  Fausto Giudice فاوستو جيوديشي

Dans la plupart des pays et à travers différentes époques, les classes les plus conservatrices se sont toujours situées aux extrémités de la pyramide sociale. Aux USA la rhétorique conservatrice s’est employée à capter une partie des couches les plus basses de la société, non pas en diminuant les impôts des riches (pour cela, il y a l’idéologie du «trickle down»*) mais en créant le démon de l’immigrant illégal. Rien de plus efficace pour canaliser les frustrations des populations défavorisées, que de fabriquer  des ennemis tribaux au sein même de leur classe sociale.

Ainsi, en Arizona et en Géorgie, des lois ont été votées qui criminalisent «les sans-papiers», incitant de nombreux travailleurs «illégaux» à fuir d’un État à l’autre. Cela a entraîné chez les petits et moyens entrepreneurs une pénurie de main d’œuvre, notamment dans les secteurs de la construction et surtout de l’agriculture où l’on manque de bras pour les récoltes. Sur la seule côte ouest, plus de cent mille emplois de travailleurs agricoles saisonniers pour les récoltes n’ont pas trouvé preneurs. Bien sûr, il faut travailler sans climatisation !

De nombreuses études (ex. Damian Stanley et Peter Sokol-Hessner, NYU; Mahzarin Banaji, Harvard Univ., etc..) ont démontré que la peur de l’autre est préhistorique et que la présentation d’images de différents faciès provoque des réactions négatives, même chez l’individu le plus pacifique.

 Cependant, ceux d’entre nous qui croient en l’existence d’une certaine évolution chez l’être humain, ne se feront pas les chantres d’un comportement millénaire au seul prétexte qu’il est millénaire. Nous concevons que l’amour, la haine, la peur ou la solidarité sont des émotions irréductibles, non quantifiables par principe ou définition et vraisemblablement immanentes à tous les êtres humains au cours de l’histoire. Mais cette persistance ne devrait en principe pas se retrouver dans les formes sous lesquelles les individus et les sociétés établissent des relations pour se développer et évoluer.

 Si la notion de progrès historique n’est pas forcément intrinsèque à chacun de nous (un Tibétain du Ve siècle pouvait être socialement et moralement plus évolué que certains individus vivant aujourd’hui à Río ou à Philadelphie), nous pouvons en revanche espérer que ce progrès existe dans une société qui se donne la capacité de mettre à profit sa propre expérience historique et celle acquise hors de sa structure sociale. Si le mensonge, l’exploitation, les hiérarchies sociales et politiques se retrouvent chez les primates (Frans de Waal, etc..), ce n’est pas l’indice que ces structures (culturelles) ne peuvent pas être dépassées, mais exactement le contraire, si l’on s’attache à distinguer ce qui différencie les hommes de l’orang-outang.

Dans la problématique de l’immigration, ces éléments primitifs jouent inévitablement, bien que maquillés par des rhétoriques chargées de préceptes idéologiques dépourvus de la moindre rationalité. Par conséquent ce sont des mythes, des croyances indiscutables (donc, des réalités), qui dans des groupes déterminés, font l’objet de  réitérations, surtout médiatiques.

Mythe I : Les immigrés font monter la criminalité

Faux. Diverses études de différentes universités (Robert Sampson, Harvard University; Daniel Mears, Floride State University; ; Public Policy Institute of California , PPIC, etc..) ont clairement démontré qu’une augmentation de l’immigration est suivie d’une baisse de la criminalité. On a également observé que la première génération d’immigrés est moins encline à la violence que la troisième et ce malgré les grandes difficultés économiques auxquelles cette première génération a généralement été exposée. Concernant l’immigration latine, il peut sembler paradoxal que son niveau de violence soit inversement proportionnel à la violence brutale rencontrée dans les sociétés dont sont originaires ces immigrants. Mais cette contradiction apparente est évidemment très facilement explicable.

Mythe II: Les immigrés prennent le travail des nationaux

Faux. Dans tous les pays du monde on a toujours eu recours à une minorité fragilisée pour évacuer  toutes les frustrations engendrées par les crises. Aux USA certains chômeurs peuvent accuser les immigrants illégaux de prendre leur travail; ce comportement démontre une faible capacité d’analyse, si ce n’est de la mauvaise foi : il est en effet préférable de rester chez soi ou d’aller dans un restaurant avec l’argent de l’État, plutôt que de travailler à des tâches ingrates, que seuls les pauvres (les riches n’émigrent pas) immigrants acceptent d’effectuer.

Les immigrés les plus pauvres ne parlent pas anglais (parfois, les Mexicains et les habitants de l’Amérique centrale ne parlent même pas espagnol), ne connaissent pas les lois, n’ont pas de papiers pour travailler, ils sont poursuivis ou vivent en se cachant et malgré cela, ils obtiennent du travail au détriment des «pauvres américains». Comment font-ils ?

Des études sérieuses démontrent a contrario que l’immigration aide à créer de nouveaux emplois (Gianmarco Ottaviano, Università Bocconi, Italie; Giovanni Peri, University of California). Selon une étude du Pew Research Center, l’immigration illégale latino-américaine aux USA a chuté de 22 pour cent dans les trois dernières années, sans que cela entraîne une baisse du taux de chômage. En réalité, les immigrés sans papiers représentent annuellement à eux seuls plus d’un demi-million de consommateurs.

Mythe III. Les immigrants illégaux sont une charge car ils utilisent des services publics qu’ils ne payent pas

Faux. Tout citoyen au chômage ou gagnant moins de 18.000 dollars par an, bénéficie d’un accès gratuit à l’ensemble des services médicaux et à de nombreux autres services publics ou privés, comme le logement et les retraites. Les travailleurs sans papiers ne se présentent dans  un service de santé qu’en dernière instance (The American Journal of Public Health) et souvent ils paient pour les consultations et les traitements. Nombreux sont ceux qui  ne dénoncent même pas les vols et les abus dont ils sont victimes.

Aucun camionneur ne prétendrait réaliser des bénéfices avec son véhicule sans le faire réviser de temps à autre, mais beaucoup de citoyens utilisant les services de travailleurs sans papiers, espèrent que ceux-ci n’auront jamais recours à l’hôpital, alors qu’ils leur confient habituellement les travaux les plus dangereux et insalubres.

Selon l’Académie nationale des sciences des USA, les chiffres montrent que ces immigrants apportent à l’économie nationale plus qu’ils ne lui prennent. D’après l’économiste Benjamin Powell, ces travailleurs rapporteraient 22 milliards de dollars par an et leur légalisation augmenterait facilement ce chiffre.

Le principal facteur donnant l’avantage aux USA sur les autres économies développées (y compris la Chine émergente) réside dans son potentiel toujours important de jeunes travailleurs, lequel se maintient en grande partie grâce au taux élevé de natalité dans la population hispanophone et dans les populations immigrées en général, sans lesquelles des programmes comme le Social Securityseraient insoutenables dans un proche avenir.

Mythe IV. Les sans-papiers ne payent pas d’impôts

Faux. Les sans-papiers paient des impôts directs ou indirects, sous diverses formes. Selon les calculs effectués sur les dernières années, chaque immigrant illégal paie des milliers de dollars en impôts, beaucoup plus que nombre de citoyens inactifs. Au total, la Social Security reçoit plus de 9 milliards de dollars par an de ces contribuables, qui ne réclameront probablement jamais de remboursement sous forme de retraites ou autres avantages. Actuellement, des centaines de milliards de dollars sont fournis par des travailleurs fantômes (Eduardo Porter, New York Times; William Ford, Middle Tennessee State University; Marcelo Suárez-Orozco, New York University).

Mythe V. Les immigrants illégaux peuvent exercer  un pouvoir réel en tant que groupe

Faux. Les immigrants non naturalisés, surtout les illégaux, ne votent dans aucune élection. Dans beaucoup de cas ils ne peuvent même pas voter dans les élections de leurs pays d’origine, bien que les millions représentés par leurs transferts d’argent n’aient jamais été rejetés, ni méprisés.

Le slogan «latinos unidos» est une bonne affaire pour les grandes chaînes de médias hispanophones aux USA, mais cette union est très relative. Bien que les  «non hispaniques», puissent avoir le sentiment de l’existence d’une «hispanité», il ne fait aucun doute que les rivalités, les rancœurs et le chauvinisme sournois resurgissent dès que l’autre «non-hispanique», disparaît de l’horizon tribal. De même, dans certains cas, les statuts légaux et idéologiques sont radicalement inconciliables. Il suffit de constater la différence de statut entre un travailleur mexicain illégal et un balsero (boat people) cubain en protégé par loi.

Note

La théorie du ruissellement (traduction de l’anglais «trickle down theory») est une théorie économique d’inspiration libérale selon laquelle, sauf destruction ou thésaurisation (accumulation de monnaie), les revenus des individus les plus riches sont in fine réinjectés dans l’économie, soit par le biais de leur consommation, soit par celui de l’investissement (notamment via l’épargne), contribuant ainsi, directement ou indirectement, à l’activité économique générale et à l’emploi dans le reste de la société. Cette théorie est notamment avancée pour défendre l’idée que les réduction d’impôt y compris pour les hauts revenus ont un effet bénéfique pour l’économie globale. L’image utilisée est celle des cours d’eau qui ne s’accumulent pas au sommet d’une montagne mais ruissellent vers la base.(wikipedia)


Courtesy of Tlaxcala


Le patriotisme des riches

Donald Trump

Donald Trump

Politique et économie aux États-Unis : Le patriotisme des riches

par Jorge Majfud *

Dans tout le monde, le riches presque ils n’émigrent pas, presque n’entrent pas dans le forces armée qu’ils envoient à ses guerres et qui rassasient tout de suite des honneurs et d’applaudissements, et ils maudissent l’État qui leur suce le sang. Quand les économies vont bien, ils exigent des diminutions d’impôts pour soutenir la prospérité et quand les choses vont mal exigent que le maudit État les sauve de la catastrophe (avec l’argent des impôts, ceci va sans dire).

Depuis la crise financière de 2008, le plus grand souci de la classe moyenne usaméricaine a été le chômage et le déficit, les deux hérités du gouvernement républicain de George Bush. A l’intérieur de ce parti, le « Tea Party » a surgi avec une force qui lui a permis de dominer sa rhétorique mais peut-être ceci sera sa propre ruine dans les proches élections, qui en principe se leur présentent favorables. Son drapeau est l’idéologie Reagan-Thatcher et l’orthodoxie de s’opposer à toute augmentation des impôts. Ils assurent que l’on ne peut pas pénaliser ceux qui triomphent, les riches, avec des impôts, parce qu’ils sont les riches qui créent les postes de travail quand la richesse commence à se répandre depuis là-haut. Dans un débat en 2008, Obama a commenté que les partisans de cette théorie (plutôt, une idéologie) avec la crise avaient découvert que quand on attend que la richesse ruisselle depuis là-haut, la douleur commence à monter depuis en bas.

Les actuelles données (pour ne pas aller loin) contredisent la théorie du « trickle-down » portée à l’extrême par le dernier gouvernement républicain, puisque la capacité d’avarice de « là-haut » est illimitée, pour ne pas dire à l’infinie, et le chômage n’a pas baissé dans ces dernières années, mais le contraire.

Bien que dans le pays 700.000 postes de travail ne soient pas détruits par mois comme a été fait il y a une paire d’années, la création de nouveaux postes continue d’être faible (entre 15.000 et 250.000 par mois ; un rythme salutaire pour descendre 9.2 pour cent de chômage devrait être de 300.000 nouveaux postes par mois).

D’un autre côté, dans la dernière année la productivité a grandi dans des proportions plus grands et, surtout, les bénéfices des grandes compagnies. Chaque semaine on peut lire dans les quotidiens spécialisés les résultats de bénéfices gigantesques, d’un industriel ou des services qui ont augmenté ses gains de 30, 50 ou 60 pour cent, comme quelque chose de normal et routinier. N’importe lequel de ces pourcentages ils signifient quelques milliards de dollars. En incluant les auparavant laisse pour mortes automotrices de Detroit. Sans entrer dans des détails comment la classe moyenne, a travers l’État, a financé le sauvetage de tous ces géants, sans élection et sous la menace dont quelque chose de pire pouvait avoir arriver.

Depuis les années 80, la richesse d’haut continue de s’accumuler et le chômage en bas continue attendre depuis 2009 des niveaux historiques. Des études ont montré que cette différence entre riches et pauvres (Bureau of Economic Analysis), une caractéristique latinomericaine, a grandi sous cette idéologie du trickle-down .

Bien avant la crise de 2008, quand existait encore un excédent hérité de l’administration Clinton, les républicains ont réussi à réduire les impôts pour les couches les plus riches, parmi eux les groupes pétroliers. Cette période de faveur prenait fin cette année et il a été étendu par le propre Obama sous pression républicaine, peu de temps après que les Démocrates perdaient le contrôle de la Chambre basse. Alors, le président Obama a été fort critiqué par son propre parti pour donner plus de concessions aux Républicains que pour exiger de ceux-ci un peu en échange.

Cependant, dans ces dernières semaines les positions se sont polarisées. Dans l’une des dernières réunions avec les républicains, Obama, lui qui ne perd jamais son calme, il s’est s’abruptement levé en menaçant : « ne me prouvez pas ». Devant les négociations pour augmenter le plafond d’endettement (une pratique normale aux États-Unis et dans beaucoup d’autres pays ; seulement dans l’administration Bush la même mesure a été votée sept fois) les républicains continuent d’essayer de suspendre et d’éliminer plusieurs programmes d’aide sociale et en se refusant de monter radicalement les impôts aux plus riches (dans de nombreux cas, des multimillionnaires).

Parleur part, les démocrates et le président Obama se refusent à réduire les services sociaux et dans une contrepartie ils exigent augmenter les impôts aux plus riches. J’ai écouté certains millionnaires en se demandant pourquoi ils ne payaient pas plus impôts quand ce sont eux, précisément, qu’ont plus de possibilités de contribuer quand le pays a besoin. Quand le pays de la moitié vers le bas a besoin de cela, faudrait préciser. Mais ils ne sont pas apparemment ces millionnaires qui font du lobbies en faisant pression dans les congrès des pays.

De toute façon, et malgré tout ce mise-en-scène républicaine, je n’ai pas de doutes de ce qu’avant le 2 août le parlement votera une nouvelle hausse du plafond d’endettement. Pourquoi ? Simplement parce que cella arrange aux dieux investisseurs de Wall Street. Non parce qu’il y a des travailleurs au chômage ou des soldats sans jambes dans l’attente de la charité de l’État qui les a envoyés au front en échange d’un discours et des quelques médailles.

Jorge Majfud
Jacksonville University

Paris, le 20 juillet 2011.

Traduit de l’espagnol pour El Correo par : Estelle et Carlos Debiasi