La opinión pública es un producto de consumo

Washington DC. 15 de agosto de 1953El presidente Dwight Eisenhower firma la autorización para la Operación PBSuccess con la cual la CIA ha decidido derrocar al presidente de Guatemala, Jacobo Árbenz, inventando la historia de la amenaza comunista. En palabras del nieto de Theodore Roosevelt, Kermit Roosevelt Jr, quien un año antes había participado con éxito en el derrocamiento de otro presidente democráticamente electo, Mohamed Mossadegh, “Guatemala será otro Irán”. En Guatemala, sólo cuatro de los 61 congresistas electos son comunistas y su influencia en el ejército, como en cualquier otro ejército latinoamericano, es cero. No sin ironía, son los comunistas quienes aconsejan al presidente la opción de una reforma capitalista, es decir, que las tierras a expropiar no pasen a manos del gobierno sino a las manos de los agricultores guatemaltecos.

El 3 de diciembre de 1953, la CIA aprueba un presupuesto de tres millones de dólares para esta operación, al que luego agregará otros cuatro millones y medio.[1] En apoyo, John Foster Dulles nombra embajador de Guatemala a John Peurifoy, un estudiante fracasado de West Point que quería ser presidente de Estados Unidos y que, con ese objetivo, había logrado el puesto de ascensorista en el Capitolio a través de un favor especial de un congresista conocido. Dulles huele que el ex ascensorista tiene lo que él necesita: una paranoia confiable sobre “el peligro rojo”. En diciembre, poco después de la llegada del nuevo embajador Peurifoy, el subjefe de la embajada de Estados Unidos en Guatemala y diplomático sobreviviente, William L. Krieg, completa su informe y afirma que las fuerzas reaccionarias y oligárquicas son “vagabundos de primer orden… parásitos que sólo piensan en el dinero”, mientras que los comunistas “trabajaban duro, tienen ideas y son conscientes del propósito de su trabajo”, aparte de ser “honestos y comprometidos”. La tragedia, agrega Bill Krieg, es que “las únicas personas que están comprometidas con el trabajo duro son aquellas que, por definición, son nuestros enemigos”.

Por esas cosas del destino, casi todos los involucrados en la planificación del golpe de Estado contra Árbenz son inversores de la United Fruit Company: el Secretario de Estado, John Foster Dulles; el director de la CIA, Allen Dulles; el asistente del Secretario de Estado de Asuntos Interamericanos y hermano del ex director de la United Fruit Company, John Moors Cabot; el senador y embajador ante la ONU, Henry Cabot Lodge; la secretaria del presidente Eisenhower, Ann Whitman, esposa de Edmund Whitman, director de prensa de la CIA; Walter Bedell Smith, Subsecretario de Estado, quien será parte de la junta directiva de la United Fruit Company.

Las razones económicas son profundas y extensas, pero fáciles de comprender. En 1936, el actual Secretario de Estado, John Foster Dulles, como abogado de la firma Sullivan & Cromwell había madurado en Wall Street el monopolio bananero de la United Fruit Company para Guatemala, todo con la invalorable asistencia y ayuda del dictador de turno, el general Jorge Ubico.[2] Desde entonces, John también había sido el representante de Railways of Central America y de Electric Bond & Share. Ahora, junto con su hermano, el director de la CIA Allen Dulles, echa mano al poderoso aparato del Estado de la mayor potencia mundial para evitar que los pobres en algún lugar remoto del mundo se hagan con un trozo minúsculo de tierra de su propio país para producir alimentos básicos y amenazar la autoridad de los exitosos del Norte. La fiesta de la UFCo en Guatemala había acabado en 1944 cuando el profesor de filosofía Juan José Arévalo y su “Socialismo espiritual” inspirado en Franklin Roosevelt ganó las primeras elecciones libres de ese país. Con la desconocida democracia se inició un raro período de reformas que le pusieron límite a los regalos de tierras y a las exoneraciones impositivas que beneficiaron a El Pulpo durante la dictadura de Jorge Ubico. Recurriendo a su clásico método de hacer decir a otros lo que él quería que el pueblo repitiera, de la misma forma que antes les había puesto un cigarrillo en la boca de las cantantes de ópera, el propagandista mercenario Edward Bernays le pone una banana en las manos a las estrellas de Hollywood y comienza el maquillaje de El Pulpo. Como siempre, la campaña propagandística de Bernays es todo un éxito.

No sólo se trata de reducir costos de producción a fuerza de subsidios y de salarios de hambre. La ideología de los negocios necesita de una psicología y de una ética a su servicio. La casi absoluta dependencia de los trabajadores a compañías como la UFCo evitaban que los pobres se pudiesen retirar a sus propias tierras, dejando de ser trabajadores asalariados y consumidores desesperados. Mucho antes de sus matanzas en América latina, la UFCo supo que debía inocular el deseo por las cosas materiales en sus asalariados del sur. Esta no era una idea nueva, para nada. Un siglo antes, para decretar la abolición de la esclavitud tradicional en sus posesiones del Caribe, los ingleses habían diseñado un tipo de esclavitud deseada por los nuevos esclavos. El 10 de junio de 1833, un miembro del Parliament Rigby Watson lo había puesto en términos muy claros: “Para hacerlos trabajar y crearles el gusto por los lujos y las comodidades, primero se les debe enseñar, poco a poco, a desear aquellos objetos que pueden alcanzarse mediante el trabajo. Existe un progreso que va desde la posesión de lo necesario hasta el deseo de los lujos; una vez alcanzados estos lujos, se volverán necesidades en todas las clases sociales. Este es el tipo de progreso por el que deben pasar los negros, y este es el tipo de educación al que deben estar sujetos”. La UFCo tomó nota y lo puso en práctica. En 1929, su periodista más promocionado (y amigo de Henry Ford), Samuel Crowther, informó que en América Central “la gente trabaja sólo cuando se les obligaba. No están acostumbrados, porque la tierra les da lo poco que necesitan… Pero el deseo por las cosas materiales es algo que debe cultivarse… Nuestra publicidad tiene el mismo efecto que en Estados Unidos y está llegando a la gente común, porque cuando aquí se desecha una revista, la gente las recoge y sus páginas publicitarias aparecen como decoración en las paredes de las chozas de paja. He visto los interiores de las cabañas completamente cubiertos de páginas de revistas estadounidenses… Todo esto está teniendo su efecto en despertar el deseo de consumo en la gente”. Samuel Crowther consideraba al Caribe como el lago del Imperio americano, el cual protegía y dirigía el destino de sus países para gloria y desarrollo de todos.

Pero el desarrollo no llega, sino todo lo contrario. Tampoco el deseo por el consumo de cosas materiales llega con la fuerza que llega el deseo por la libertad y la democracia que recorre América latina y, a este punto, ya ha derribado varias dictaduras. Con la elección de Jacobo Árbenz, un capitán de la clase alta pero con esa manía de algunos de mirar hacia abajo, las reformas del profesor Arévalo se continuaron sin llegar a radicalizarse. Durante su gobierno se habían formado cientos de comités de campesinos pobres para discutir y administrar las nuevas tierras, lo que entonces fue visto como un signo inequívoco de comunismo o de algo igualmente peligroso. Cuando Árbenz asumió la presidencia, el 70 por ciento de la población era analfabeta, índice que ascendía hasta el 90 por ciento entre la población indígena, es decir, más del 60 por ciento de los guatemaltecos que eran sometidos a trabajos forzados con una remuneración inexistente por tradición y una expectativa de vida de 38 años. Entre la UFCo y la oligarquía criolla, el dos por ciento de la población era dueña del 72 por ciento de las tierras, en un país cuya economía casi exclusivamente se basaba en la agricultura.

La tensión y el conflicto de intereses creado por el período democrático de 1944-1954 alcanzó a cobrarse la vida de dos terratenientes, pero esto no alcanzó a detener el proceso de democratización del país. En 1950, Árbenz había comenzado un plan de reforma agraria que afectó el 1,3 por ciento de la superficie disponible para la agricultura. La reforma incluyó la expropiación de una fracción menor de tierras improductivas en manos de la UFCo, tierras que la compañía había recibido de las dictaduras anteriores a Arévalo.[3] El Pulpo no aceptó que se le pagase el valor que él mismo había declarado en sus impuestos (2,98 dólares por acre) y reclamó la suma de 75 dólares por acre.

Derrocado el presidente democrático y reemplazado por el general Castillo Armas, uno de los tantos títeres que nunca son difíciles de encontrar, Edward Bernays, la CIA y el gobierno de Eisenhower continuarán el esfuerzo de lavar la imagen del dictadorcillo nervioso. Antes del exitoso golpe de Estado, el general de bigotes estilo Hitler era conocido de Washington. En 1946 había completado un curso de entrenamiento en Fort Leavenworth, Kansas y en 1950 había fracasado en su intento de golpe de Estado contra Arévalo. En 1953 la CIA lo había localizarlo en Honduras y lo había llevado a una sesión de entrenamiento en Opa-Locka, en Florida. Luego le había pagado 3.000 dólares mensuales (29,000 dólares al valor de 2020) más provisiones para sus 140 hombres. Cada acción en la que participaron Castillo Armas y sus hombres terminaron en derrota y con varios muertos. A la CIA nunca le importó porque este grupo no era operativo; sólo representaba la segunda excusa principal para mantener a la prensa ocupada.

Ahora el vicepresidente Richard Nixon lo invitará a Washington para hablar en la televisión sobre el gobierno comunista de Árbenz, derribado por el pueblo guatemalteco que nunca aceptó la mentira y la intervención extranjera (la escenografía de fondo mostrará una cruz como lanza de San Jorge sobre la hoz y el martillo). El general nervioso le dice a Nixon: “Dígame lo que quiere que yo haga y lo haré de inmediato”. En los años y en las décadas por venir, las sucesivas dictaduras de Guatemala no podrán disimular los cientos de miles de masacrados que seguirán como consecuencia de los salvadores planes de Washington. Uno sólo de estos, el dictador Efraín Ríos Mont, ordenará la masacre de 18.000 indígenas en 1982. Poco después, en su visita al infierno tropical, el presidente Ronald Reagan elogiará al genocida como ejemplo de la lucha por la libertad en Guatemala y contra “el régimen” sandinista de sus vecinos nicaragüenses. Las iglesias más poderosas de Estados Unidos, como el Club700, también apoyarán al hermano evangélico hasta su muerte en 2018.

Pese a la brutal campaña, la CIA reconoce que, tanto en Guatemala como en América latina, los comunistas son una fuerza menor. El mismo diagnóstico hará la Agencia y algunos ejércitos latinoamericanos, como el argentino, antes de lanzarse a la aventura de salvar a sus países con más golpes de Estado. En 1954, de los 61 legisladores guatemaltecos, sólo cuatro son comunistas. Excepto en los sindicatos de trabajadores donde, por razones obvias, tienen algún protagonismo. Como desde hace un siglo, el problema central no es el comunismo sino la desobediencia que convenientemente es calificada como comunismo. Antes de que Árbenz fuera electo presidente, la embajada de Estados Unidos le había enviado una lista al presidente Juan José Arévalo con nombres que debían ser removidos de su gobierno, pero el presidente, con una actitud insólita, había ignorado la petición. Amenazar los beneficios de una empresa estadounidense con la excusa de una ley aprobada por algún congreso bananero era otra clara demostración de insubordinación. El mismo investigador del Departamento de historia de la CIA, el profesor Nicholas Cullather, concluirá décadas después que la United Fruit Company acostumbraba a reportar ganancias y valores muy inferiores a las reales para evadir impuestos, pero Edward Bernays convenció al Congreso de Estados Unidos y a la opinión pública de lo contrario: “no se trataba de bananas sino de comunismo”. Desde el arranque, la idea era muy convincente. “Donde vean que se habla o se critica a la United Fruit Company, deben sustituir el nombre de la empresa por el del país, Estados Unidos”. Algunos reportes califican a Jacobo Árbenz como un político conservador. Los militares estadounidenses en Guatemala tampoco ven ningún “peligro comunista”, pero, como en la invasión de México 110 años antes, proceden contra sus propias opiniones en nombre de la eficacia, el deber y el honor. Hasta que décadas después a algunos se les revuelva la conciencia y comiencen a decir lo que piensan.

En este momento, Edward Bernays es el asesor de la empresa en cuestión (la United Fruit Company), el propagandista más importante del siglo e inventor de las Relaciones Públicas modernas. Él mismo elige a los periodistas que considera menos informados del Times, Newsweek, The New York Times y del Chicago Tribune y los envía a Guatemala con todo pago por la United Fruit Company para “reportar sobre actividades comunistas” en América Central. En el viaje a Guatemala, entre habanos y mucho whisky, los organizadores se encargan de cristalizar el dogma entre los periodistas: todos iban a cubrir los eventos de un país que había sido tomado por una dictadura marxista. Los rusos prefieren el vodka. Luego de inoculados, al llegar al país real la visión de los reporteros se adapta al dogma, no a la realidad, y rápidamente se traducen en titulares en la prensa estadounidense y en la Opinión Pública del País Libre.

El único periodista que se atreverá a mencionar la razonable reforma agraria del presidente Jacobo Árbenz y el malestar de la población con la transnacional estadounidense es Sydney Gruson, del New York Times. Poco después, el director de negocios del New York Times recibirá la visita de su amigo, el director de la CIA, Allen Dulles, y Sydney Gruson será retirado del tema América Central.

Sin haber puesto nunca un pie en Guatemala, Bernays sabe de qué se trata todo. Ese es su oficio: no sólo saber lo que otros ignoran sino hacerles creer lo que sus clientes quieren que otros crean. Bernays es un viejo mercenario y es tan bueno que su salario anual (cien mil dólares, sin contar las extras) es superior al de cualquier presidente de Estados Unidos. Sobrino de Sigmund Freud, su interés no es tanto el estudio de la mente ajena sino el dinero que se deriva de su manipulación. En 1924 había convencido al presidente Calvin Coolidge de cocinar panqueques para sus seguidores durante su campaña de reelección, tradición populista que sobrevivirá como un dogma hasta el siglo XXI. En 1927, con su campaña “Antorchas de la libertad” había logrado que las mujeres se pusieran a fumar para aumentar las ganancias de los cigarrillos Lucky Strike. Hasta las feministas desprevenidas cayeron en su trampa. El gran Bernays es también el responsable de que los estadounidenses desayunen huevos con tocino, lo cual logró para aumentar las ventas de tocino de su cliente, la Beech-Nut Packing Company de Nueva York. Es también una de las mentes maestras en la venta de guerras y golpes de Estado, como este en Guatemala. No solo Adolf Hitler había leído con admiración el libro The Passing of the Great Race (La derrota de la raza superior) del estadounidense Madison Grant, a quien escribió agradeciendo por haberle provisto de su biblia política, sino que también su futuro ministro de propaganda, Joseph Goebbels, tenía los libros de Edward Bernays en un lugar accesible de su biblioteca (sí, Goebbels también tenía amigos judíos). En los años cuarenta, Bernays había sido contratado por la United Fruit Company, conocida por sus tentáculos como El Pulpo, transnacional que regía sobre el Caribe y América Central desde el siglo XIX con presupuestos mayores que los de cualquiera de las repúblicas bananeras en las cuales operaba libremente.

Ahora, la estrategia es clara: es necesario sacudir el fantasma del comunismo una vez más. Medios no faltan y no se desestima ninguno. Es muy fácil ser un genio cuando sobra el dinero. El poderoso agente de la CIA Howard Hunt Jr. visita a los obispos católicos de Estados Unidos y los convence sobre el peligro guatemalteco, por lo que los obispos no se demoran en condenar el comunismo del presidente Árbenz. El 9 de abril de 1954, una carta pastoral llega a manos del arzobispo Mariano Rossell y Arellano y luego, otras más elaboradas, a los obispos de Guatemala alertando de las peligrosas fuerzas “enemigas de Dios y la Patria”. Rossell y Arellano será decisivo en la destrucción de la democracia y el Estado de derecho en su país y dejará su cargo de arzobispo, como suele ocurrir, cuando se muera en 1964. Poco antes del golpe de Estado, el 4 de abril de 1954, ordenará tallar un Jesús de madera, luego reproducido en bronce, el que será bautizado como el Cristo de Esquipulas. Así, Jesús, quien en vida detestaba las armas tanto como prefería a los pobres y marginados, será usado como “Comandante en jefe” de las fuerzas fascistas del Movimiento de Liberación Nacional contra el gobierno de Árbenz y en favor del imperio estadounidense, sin considerar que Jesús fue ejecutado por el imperio de turno como un simple criminal, junto con otros dos y por razones políticas, no religiosas. La declaración del arzobispo reza: “alzamos nuestras voces para alertar a los católicos que la peor doctrina atea de todos los tiempos (el comunismo anticristiano) continúa su avance descarado en nuestro país, disfrazándose de movimiento de reforma social para las clases más necesitadas… Todo católico debe luchar contra el comunismo por su misma condición de católico… Son gente sin nación, escoria de la tierra, que han recompensado la generosa hospitalidad de Guatemala predicando el odio entre clases con el fin de saquear y destruir nuestro país por completo”. Los talking points funcionan a la perfección en castellano. El fanatismo católico se parece mucho a su viejo enemigo, el fanatismo protestante.

Menos poderosos, los principales sindicatos de Guatemala todavía apoyan al presidente. Aunque Árbenz no fuese comunista, aunque como en cualquier país de América Latina los comunistas fuesen una minoría muy menor, convencer a la gente en Estados Unidos y en Guatemala que sí lo era, no significa ningún problema.[4] El derecho de otros pueblos a ser lo que se les antoje ser, incluso comunistas, ni siquiera está sobre la mesa. Sin la más mínima prueba, las radios y los principales diarios comienzan a publicar la novela de Washington: “Estamos convencidos de los lazos entre Guatemala y Moscú”. Más que suficiente. Al fin y al cabo, un país con una agencia ultrasecreta como la CIA siempre sabe más que el resto de los mortales y se reserva el derecho a proveer pruebas “por razones de seguridad”.

En la OEA, el representante de Guatemala, Guillermo Toriello Garrido, protesta contra la resolución del organismo acerca del derecho de otras naciones a intervenir en caso de que se constate la influencia del comunismo. La resolución es presentada a instancias del director de la CIA, Allen Dulles, quien en la misma reunión de Caracas califica de ejemplar la dictadura venezolana de Marcos Pérez Jiménez. En medio del ruido internacional, Toriello alcanzaba a ver con claridad lo que millones no pueden ni podrán: “es muy penoso que cualquier movimiento nacionalista o independiente deba ser calificado así [de comunista], como también cualquier acción antiimperialista o antimonopólica… Y lo más crítico de todo es que aquellos que califican de tal manera la democracia, lo hacen a fin de destruir esa misma democracia”.

México, Argentina y Uruguay son los únicos que apoyan los argumentos de Toriello, critican todo tipo de intervencionismo y se oponen a la “Declaración de Caracas”. Pero se abstienen de votar. Guatemala queda sola. La resolución 93 impulsada por Washington es contundente y se propone “adoptar las medidas necesarias para proteger la independencia política [de los países americanos] contra la intervención del comunismo internacional, que actúa por los intereses del despotismo foráneo, y reitera la fe del pueblo de América en el efectivo ejercicio de la democracia representativa”. La literatura política del poder, conocida como Realismo o Realpolitik, está dotada de una infinita libertad de imaginación patriótica.

Mientras tanto, en Opa-Locka, Florida, la campaña ficticia de Radio Liberación continúa preparando a la opinión pública para la etapa final, mientras finge ser una radio rebelde que opera desde la selva guatemalteca. Como complemento, y como será una larga tradición en el continente, la CIA y la USIA plantan, a fuerza de dólares, al menos 200 artículos en distintos diarios latinoamericanos denunciando el peligro comunista en Guatemala.[5] Es solo una parte del plan. Aunque los oficiales estadounidenses consideran que las políticas de Árbenz son “democráticas y conservadoras”, Guatemala ni siquiera logra los créditos del Banco Mundial para llevar a cabo su reforma agraria. Algunos hacendados guatemaltecos están furiosos y solicitan el auxilio del dictador nicaragüense Anastasio Somoza quien, durante su visita al presidente Truman en la Casa Blanca en abril del año pasado, le había informado, en su buen inglés: “sólo envíenme las armas y limpiaré Guatemala para ustedes de un plumazo”.

Desde el triunfo de Árbenz en las elecciones de 1950, Washington se ha abstenido de vender armas al nuevo gobierno. Un sacrificio terrible pero por una buena causa. En 1953 había bloqueado la compra de material defensivo de Canadá y Alemania, pero ahora le entrega las mejores armas al exilio guatemalteco en Honduras y Nicaragua. El 9 de febrero, en colaboración con el FBI, la CIA concreta su Operación Washtub, por la cual planta armas soviéticas en la costa de Nicaragua para que sean descubiertas por los pescadores y la dictadura de Somoza pueda acusar a Guatemala de planes comunistas en la región.

Sin más opciones, el presidente Árbenz (como hará Patrice Lumumba en el Congo, siete años más tarde) recurrirá a Checoslovaquia. El 5 de mayo de 1954, el MS Alfhem escandinavo llegará a puerto Barrios con un cargamento de armas que resultarán obsoletas y una nueva excusa para la intervención de Washington. En junio, la CIA bombardeará con Napalm el barco británico Springfjord en puerto San José, el que resultará ser un cargamento de algodón y café de la compañía estadounidense Grace Line, razón por la cual será uno de los pocos errores por los cuales la CIA será demandada. El 27 de mayo de 1954, el dictador amigo Anastasio Somoza informa a la prensa que, aparte de las armas encontradas, se disponen de fotografías del submarino soviético que las cargaba, con destino a Guatemala.

En 1987, el mayor John R Stockwell, oficial de la CIA involucrado en la operación, reconocerá que “la matanza de 85.000 guatemaltecos a manos de gobiernos apoyados por Estados Unidos no ha hecho nuevos amigos para este país, se los puedo asegurar… Al final, la UFCo quebró y su presidente se suicidó”. Otro agente de la CIA, miembro activo de la operación en Guatemala, el coronel de la marina Philip Clay Roettinger, es el encargado de entrenar a los soldados en Honduras y llevar al general Castillo Armas, “ese hombrecillo nervioso”, a la presidencia. En 1986, Roettinger reconocerá que “nadie en el gobierno pensaba que Guatemala podría ser alguna amenaza para Estados Unidos… la única amenaza que el gobierno guatemalteco podía suponer era para los intereses de la United Fruit Company; esa era la única razón”. Años después del golpe, Roettinger lo abandonará todo y se mudará a Guanajuato, México.[6]

Las cosas tampoco resultaron muy bien para el nuevo dictador, el general Castillo Armas. Antes de ser asesinado en 1957, el general del bigote estilo Hitler será honrado por la Universidad de Columbia con un doctorado honorario por su “lucha por la democracia” (razón por la cual Rómulo Gallego devolverá su título conferido por la misma institución). Castillo Armas visitará Washington y participará en un programa televisivo con el vicepresidente Richard Nixon. Con la escenografía de una hoz y un martillo atravesados por la lanza implacable de la cruz, Nixon dirá: “la de Guatemala ha sido una rebelión del pueblo contra un régimen comunista… en otras palabras, el régimen de Jacobo Árbenz no era un gobierno de Guatemala sino uno controlado por fuerzas extranjeras”. El general y máximo dictador de Guatemala, Castillo Armas, responde a todo que “yes, yes”. No entiende inglés ni entiende nada de lo demás. Sólo sabe que su fuerza de represión procede de los miembros del régimen de Jorge Ubico (un nazi sin disimulos en un país de indios), que su régimen ha prohibido al escritor ruso Fiódor Dostoyevski, por subversivo, y que hace pocos años atrás alguien le dijo que, tal vez, Estados Unidos podía ayudarlo a ser presidente después de perder las elecciones con el maldito Jacobo Árbenz.

El 29 de diciembre de 1996 la ONU auspiciará un acuerdo de Paz en Guatemala. Para entonces, el dos por ciento de la población será dueña de la mitad de la tierra cultivable en Guatemala. 200.000 personas habrán sido asesinadas bajo sucesivas dictaduras militares, 93 por ciento de ellos ejecutados o masacrados por los Soldados de la patria. En 1999, el presidente Bill Clinton visitará el país y reconocerá la responsabilidad de su país en la destrucción de la democracia en 1954 y las sucesivas ayudas a los militares genocidas. “El apoyo de Estados Unidos al ejército de Guatemala y a la inteligencia involucrada en la violencia en Guatemala fue un error que no debe volver a repetirse”, dice. Las mismas lágrimas caerán en 2010 cuando la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, reconozca la barbaridad cometida por Washington al realizar experimentos con sífilis y gonorrea en los pobres de Guatemala en los años cuarenta. Como siempre, todo, cuando ya no le importe a nadie ni tenga ninguna consecuencia para las víctimas. Ni para el poder.

O casi.

Joge Majfud


[1] En total, 73 millones de dólares al valor de 2020.

[2] Las compañías estadounidenses dominaban la política y la economía de la región desde el siglo pasado. A mediados del siglo XX, Samuel Zemurray, fundador de Cuyamel Fruit Company, autor del golpe de Estado de Honduras en 1911 y más tarde director de UFCo, había reconocido que “en Honduras un legislador vale menos que una mula”.

[3] El gobierno había propuesto nacionalizar 95.000 hectáreas regaladas por el dictador Jorge Ubico a la UFCo, apenas el doble del área del rancho que del presidente estadounidense Lyndon Johnson en Chihuahua en los años 70, contra la ley y la constitución mexicana.

[4] Como en la mayoría de los países latinoamericanos de la época, la Unión Soviética no tenía una embajada y su presencia era, en comparación a la omnipresente presencia (legal e ilegal, gubernamental y privada) de Estados Unidos, insignificante e irrelevante. Al igual que Patrice Lumumba en el Congo y otros líderes del Tercer mundo que fueron arrinconados por las políticas exteriores de Europa y Estados Unidos, Árbenz echará mano a la ayuda checoeslovaca, cuando sea demasiado tarde.

[5] Plantar artículos de opinión en los grandes medios latinoamericanos no será la única práctica recurrente de la CIA. Otra costumbre que será descubierta por los investigadores muchas décadas después incluirá la introducción de armas en grupos amigos o enemigos para que sean descubiertas por la desprevenida prensa local.

[6] Según consta en los archivos de la CIA en una “Copia desinfestada” en 2011 de un artículo del 16 de marzo de 1986, el coronel Roettinger escribirá que Árbenz era más capitalista que socialista, un presidente que pretendía cambiar el capitalismo dependiente por un “Estado capitalista moderno”, es decir, demasiado independiente. En “For a CIA Man, It’s 1954 Again” Roettinger se lamentará, “nuestro éxito condujo a 31 años de dictadura militar y a 100.000 personas asesinadas, aparte de destruir las necesarias reformas económicas y sociales en ese país… ahora el presidente Ronald Reagan nos dice lo mismo que nos dijo en Florida el director de la CIA de entonces, Allan Dulles, que nuestra lucha es contra el comunismo…

Jorge Majfud. La frontera salvaje: 200 años de fanatismo anglosajón en América latina

Bahía Cochinos y el Golpe de 1976 en Argentina

Del libro 1976: El exilio del terror

Raymond Molina en Buenos Aires

El 15 de marzo, el agregado legal de la Embajada de Estados Unidos en Argentina, Robert Scherrer, le envió un cable secreto al director del FBI sobre una reunión mantenida por uno de sus informantes con el general argentino Dalla Tea en la casa del hijo del financista Jorge Antonio. Por entonces, y por unos pocos años desde 1970, debido a la frustración del presidente Nixon con la CIA, el FBI había recuperado alguna jurisdicción internacional, perdida cuando su principal rival fue creado en 1947.

De esa reunión quedó claro que los generales argentinos querían asegurarse la colaboración de Washington con el inminente golpe de Estado. Dos de las promesas mencionadas consistían en una liberalización de la economía bajo un régimen dictatorial como el chileno y, en consecuencia, un aumento de la represión contra los sindicatos y las organizaciones sociales.

Otro documento secreto del FBI, fechado un día después, informó que Raymond Molina, miembro de la Brigada 2506 que participó en la invasión fallida a Bahía Cochinos de 1961, se había entrevistado en Buenos Aires con el general Carlos Dalla Tea dos días antes, el domingo 14. A pedido de un tercero, Molina había sido contactado por el embajador en Argentina, Robert C. Hill. Otro documento, esta vez de la CIA, registró que los congresistas estadounidenses Strom Thurmond y Jesse Helms habían viajado a Buenos Aires con el ex subdirector de la CIA Daniel Graham y el exiliado cubano Raymond Molina, el viernes 12.

Más allá de alguna mínima inconsistencia entre datos menores, lo que quedó claro fue que en esta reunión el general Dalla Tea le reveló a Molina los planes del ejército argentino de realizar un golpe de Estado entre el 17 y el 18 de marzo. Entre los temas discutidos estuvieron la forma en que la prensa en Estados Unidos iba a informar sobre el golpe para facilitar su reconocimiento.

―Para eso, es necesario que nos ocupemos de algunos sindicatos que han expandido demasiado su poder ―dijo el general Dalla Tea―; el gobierno actual de Isabel ha tomado el control de demasiadas industrias privadas y deben volver al control privado para alentar la inversión.[i]

La presidenta no era sospechosa de alguna tendencia izquierdista, sino todo lo contrario, pero era mejor remover a la intermediaria. Sobre todo considerando la posibilidad de un crecimiento importante del ala izquierda del peronismo, de los seguidores de Cámpora.

El martes 16 de marzo al mediodía, por orden del general Della Tea, el hijo del empresario Jorge Antonio se reunió con el mismo cubano en el Hotel Sheraton, para discutir un plan mediático en favor del golpe que encabezaría el general Jorge Rafael Videla. La idea era informar al compañero de Molina, el general y lugarteniente de la CIA Daniel Graham. Para entonces, Graham ya había regresado a Washington. No quería encontrarse en el país durante los acontecimientos informados. Según el mismo documento del FBI, el general Rafael Videla insistió en que Mr. Graham sea contactado desde un tercer país para ser consultado sobre el aspecto mediático del golpe.[ii]

El informante confirmó que los militares argentinos habían descuidado totalmente las relaciones públicas de su inminente golpe, más allá de los contactos y las instrucciones en varias embajadas argentinas.

―Es absolutamente necesario ―les aclaró Raymond Molina, futuro candidato a la alcaldía de Miami― que se lleve a cabo un programa de relaciones públicas bien preparado en Estados Unidos para contrarrestar la reacción desfavorable que produciría un golpe de estado militar contra un gobierno constitucionalmente electo.[iii]

Un cable secreto de la Intelligence Division del 15 de marzo confirmó estas reuniones y agregó: “Luego del golpe, la junta establecería contacto con la ITT para tomar control de la telefónica argentina”.[iv] La International Telephone & Telegraph Corporation (como la IBM y otras megacorporaciones estadounidenses) había sido colaboracionista del régimen de Hitler y activo participante en los golpes de Estado contra João Goulart en Brasil y contra el presidente Salvador Allende en Chile.

Poco después, en junio, el embajador Hill intentó neutralizar las declaraciones de Henry Kissinger en Santiago, sobre el apoyo de Washington a la nueva Junta en Argentina. Las declaraciones de Kissinger habían sido hechas en el Hotel Carrera, un hotel de lujo donde, como en otros hoteles de la misma categoría, cientos de niños recién nacidos de padres prisioneros y desaparecidos esperaban para ser exportados al mercado europeo y estadounidense. 700 niños fueron registrados como nacidos en los hoteles más caros de Santiago (nacidos en ausencia de sus padres) como el Hotel Montecarlo, El Conquistador, el Sheraton y el Carlton House. El mercado de humanos chiquitos alcanzó la cantidad de veinte mil niños secuestrados.

―Kissinger acabará con tu carrera diplomática ―le advirtieron los asistentes de Kissinger al embajador―. Tal vez un grupo de la guerrilla de izquierda asesine a algún miembro de tu familia.

Otro documento urgente con la misma fecha del 16 de marzo (clasificado secreto “porque revelaría el interés del FBI en un asunto internacional”), informaba que el general Daniel O. Graham, quien había viajado a Argentina con el senador Jesse Helms, luego de reunirse con el cubano Raymond Molina, había podido verificar la existencia de un plan de golpe de Estado en Argentina, programado para la semana siguiente, información que había trasladado al embajador Hill.

Raymond Molina se había presentado como candidato a representante por el estado de Florida en 1968, pero no fue elegido. Como miembro del Batallón 2506 organizado, financiado y entrenado por la CIA, había participado de la fracasada invasión a Bahía Cochinos siete años antes. Había sido capturado por el gobierno revolucionario y liberado dos años después. Un informe secreto del 3 de diciembre de 1968 lo vinculó a la sociedad de extrema derecha John Birch y al contrabando de armas y whisky desde Colombia y otros países de América latina a través de su propia compañía de Miami, Americana Sales.[v]

Como la mayoría de los grupos organizados de Miami y Union City, Molina luchó contra la dictadura de Fidel Castro apoyando cualquier otro tipo de dictadura en el continente que protegía el derecho a la propiedad privada por encima de cualquier otro derecho, incluido el derecho a la vida. No en pocos casos, participando directamente en complots y atentados contra inocentes que eran siempre calificados como combatientes. La lista de notables es larga.

Las promesas se cumplieron. Durante la dictadura argentina, un tercio de los desaparecidos fueron obreros de fábricas organizados en sindicatos, en gran medida obreros del norte industrial de Buenos Aires, donde se ubicaban las grandes empresas transnacionales. Varios sectores de la economía fueron privatizados, al tiempo que, para compensar, las deudas privadas fueron nacionalizadas.

Dos décadas después, en el verano de 1997, a pesar de varias acusaciones y juicios por sobornos, Raymond Molina anunció su candidatura a alcalde de Miami en el Restaurante Versailles. El más famoso restaurante de la Calle Ocho, fundado por el cubano Felipe Valls, se convirtió en una parada obligada de cualquiera que quisiera ganar alguna elección. El Versailles fue lugar de bautismo político de la dinastía Bush, de Bill Clinton, John McCain, Ron DeSantis y Donald Trump. Todos almorzaron allí para asegurarse los mismos votos. Todos elogiaron la colada, los churros y la ropa vieja.

Pocos meses después, Molina se refugió en Panamá, donde permaneció por algún tiempo. En Estados Unidos lo acusaron de haber supervisado la compra de votos y de no pagar el alquiler de sus oficinas.

―Me importa un carajo la Fiscalía del Estado ―se defendió―. ¡Todos son pura mierda!

En octubre de 2008, Molina golpeó al ex gobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barcelo, por atreverse a criticar al presidente George W. Bush. Romero terminó con un trozo de sus lentes incrustado en un ojo. Un juez condenó a Molina a terapia para aprender a controlar sus impulsos y el abuso de alcohol.[vi]

En 2020, Molina marcó “no-hispano” en su tarjeta de votación.[vii] Perdió las elecciones internas por el Partido Republicano para representar a Miami en el Congreso. Su rival, María Elvira Salazar, le ganó por un margen de 69 por ciento.

―El examen de ciudadanía para los inmigrantes en Estados Unidos ―me interrumpió Hunter― cuenta con cien preguntas. Naturalmente, no son preguntas muy complicadas. Aun así, millones de personas que heredaron la ciudadana por el hecho de haber nacido en este país no lo pasarían.

―Tal vez, habría que requerir un examen similar para obtener el registro de votación. Esto no sería la solución a los graves problemas del país, pero seguramente reduciría en algo el poder político de los ignorantes más fanáticos.

―Pero, bueno, sigue.

Elvira Salazar, también hija de cubanos exiliados de la primera ola, nunca se distinguió de su rival, Molina, por sus ideas. El 2 de febrero de 2023, reaccionó contra la decisión del gobierno de Argentina de considerar la compra de aviones JF-17 de China. Incluso, como fue el caso de los aviones Pulqui luego del derrocamiento de Perón en 1955, la congresista advirtió contra la posibilidad de que Argentina fabrique sus propios aviones:

―Están haciendo un pacto con el Diablo que puede tener consecuencias de proporciones bíblicas ―dijo en dos idiomas, desde su banca en el Congreso―. Estados Unidos no se va a quedar de brazos cruzados, porque no se puede tener un aliado que fabrica y exporta aviones militares chinos y los vende a sus vecinos… Hay dos mundos, el mundo libre y el mundo de los esclavos. ¡Ojalá los argentinos se queden en el mundo libre![viii]

Meses después, el 30 de noviembre de 2023, Salazar presentó un proyecto de ley para conmemorar los doscientos años de la Doctrina Monroe.

 ―Los imperios malvados como Rusia, China e Irán están invadiendo nuestro territorio. Así que nosotros tenemos que despertar y entender que este es nuestro territorio y que ningún otro país va a tratar a América Latina mejor que Estados Unidos… Somos el país, la superpotencia más generosa del mundo… Este país ha sido una influencia beneficiosa en el hemisferio occidental desde que la corona española fue expulsada en 1810 y debemos seguir por ese camino.[ix]

Un día después de las elecciones argentinas que consagraron al candidato de la extrema derecha, Javier Milei, Salazar felicitó a su candidato y elogió al país. Argentina lo tiene lo tiene todo, incluso “una sola cultura, una sola religión y una sola raza, completamente homogénea”.[x]

―Me recuerda a aquello de que los chinos y los negros son todos iguales ―me dijo Hunter―. Al menos Milei es un liberal, y el liberalismo es, por definición, lo opuesto al fascismo. Uno está por el control absoluto del Estado y el otro por la destrucción de este control.

―Cierto ―le dije―. Son ideológicamente opuestos, pero la historia demuestra, hasta el hastío, que detrás de todo gran liberal hay un fascista reprimido esperando llegar al poder. ¿O es mera casualidad que todos los liberales de hoy son quienes apoyaron las dictaduras militares de ayer? Es que su concepto de libertad se parece mucho al de los esclavistas. Es la libertad de empresa, y ¿qué hay más dictatorial que una gran empresa?


[i] The National Security Archive. Geroge Washington University. nsarchive.gwu.edu/sites/default/files/media_mentions/2021-03-24_comisionporlamemoria.org-los_informes_sobre_la_preparacion_del_golpe_militar_que_anunciaban_una_represion_sin_precedentes.pdf

[ii] Idem. nsarchive.gwu.edu/sites/default/files/documents/20519378/09.pdf

[iii] Idem. nsarchive.gwu.edu/sites/default/files/media_mentions/2021-03-24_comisionporlamemoria.org-los_informes_sobre_la_preparacion_del_golpe_militar_que_anunciaban_una_represion_sin_precedentes.pdf

[iv] National Archives. División de Inteligencia. Doc. 15 de marzo de 1976. http://www.archives.gov/files/argentina/data/docid-33004374.pdf

[v] “The President John F. Kennedy Assassination Records Collection”. The National Security Archive. Geroge Washington University. Archives.gov, http://www.archives.gov/files/research/jfk/releases/104-10074-10043.pdf

[vi] “Counseling ordered for man who hit ex-PR governor”, The Associated Press. 15 de enero de 2009. San Diego Union-Tribune; http://www.sandiegouniontribune.com/sdut-cb-puerto-rico-ex-governor-punched-011509-2009jan15-story.html

[vii] Florida Residents Directory, http://www.floridaresidentsdirectory.com/person/108941627/molina-joseph

[viii] Davis, E. “‘A pact with the devil’: US congresswoman lets rip at Argentina, CFK over China ties. Buenos Aires Times, 2 de marzo de 2023, http://www.batimes.com.ar/news/world/a-pact-with-the-devil-us-congresswoman-criticised-argentinas-military-cooperation-with-china.phtml

[ix] Wallace, Danielle. “Republican warns China, Russia, Iran ‘trying to invade’ Western Hemisphere 200 years since Monroe Doctrine”. Fox News, 30 de noviembre de 2023. http://www.foxnews.com/politics/republican-warns-china-russia-iran-trying-invade-western-hemisphere-200-years-since-monroe-doctrine

[x] “La representante republicana por Florida María Elvira Salazar elogia que Argentina tenga ‘Una sola raza.’” Telemundo, 22 de noviembre de 2023, http://www.telemundo.com/noticias/noticias-telemundo/estados-unidos/la-representante-republicana-por-florida-maria-elvira-salazar-elogia-q-rcna126307.

Jorge Majfud. Del libro 1976: El exilio del terror

El golpe de Estado en Argentina

«Dios está ocupado con otros asuntos»

Buenos Aires, Argentina. 6 de septiembre de 1977—Los soldados entran en la casa y Nicasia Rodríguez lleva a sus tres hijos al baño. Marcela, Sergio y Marina se aprietan en un rincón y esperan. La madre les dice: “Pórtense bien, porque mamita los quiere mucho”. Luego la mujer resiste el allanamiento a tiros y muere esa misma tarde junto con su compañero Arturo Alejandrino Jaimez. Los niños son arrastrados del baño y, poco después, pasan al lado de su madre muerta. Los cómplices del futuro, desde sus computadoras opinantes, leerán este reporte y dirán que las víctimas se lo merecían, que los culpables eran los padres. A la mayor, Marcela, la llevan por un paseo por el barrio para que señale qué vecinos son amigos de los enemigos. Marcela no sabe mucho. Los soldados le dicen que es una puta y, en un rincón, le retuercen los pezones que apenas comenzaban a desarrollarse. Como los soldados están cansados y muy malitos, Marcelita inventa respuestas. Esta no, aquella sí. De ahí la llevan a caminar sobre los muertos y torturados de La Tablada, de Vesubio y de Sheraton durante tres meses. Marcela Quiroga, de doce años, se ha salvado porque, según los manuales del Pentágono, es una fuente de información. Sus dos hermanos desaparecen y su madre, Nicasia, será encontrada décadas después en un cementerio de La Plata, bajo el acostumbrado acrónimo en inglés N.N. (No Name, Sin Nombre). En otro taller de la tortura, uno de los patriotas conocido como el Capitán Beto, le dice al periodista Jacobo Timerman: “Sólo Dios da y quita la vida. Pero ahora Dios está ocupado en otro lado, y somos nosotros quienes debemos ocuparnos de ese trabajo en la Argentina”.[1]

Aunque la Junta militar justifica el golpe por la violencia de los grupos subversivos de izquierda, los registros muestran que la violencia terrorista de los grupos paramilitares es muy superior. Durante el primer año del gobierno neoperonista de Isabel Perón, los asesinatos de la Alianza Anticomunista Argentina (la Triple A creada por José López Rega, la mano derecha de la presidenta) suman 503 víctimas, más que todas las víctimas de los atentados de los grupos de izquierda. El mismo embajador Robert Charles Hill, el 24 de marzo de 1975, había reportado al secretario de Estado, Henry Kissinger, sobre 25 ejecuciones políticas en solo 48 horas, de las cuales dos tercios eran víctimas del paramilitarismo de extrema derecha. “El mayor incidente —escribió el embajador en un memorándum— ocurrió el pasado viernes cuando 15 terroristas (aparentemente de la Triple A) secuestraron a jóvenes de la izquierda peronista en ocho Ford Falcon. Una mujer fue asesinada cuando intentaba evitar que se llevasen a su esposo. Más tarde, aparecieron otros seis cuerpos… En Mar del Plata, como represalia por la muerte de un abogado de la derecha peronista a manos de un grupo de montoneros, otros cinco izquierdistas fueron asesinados, los que suman más de cien asesinatos políticos en lo que va del año”.

Apenas confirmado el nuevo golpe de Estado en Argentina el 24 de marzo del año pasado, el embajador Hill ni siquiera había esperado las reglamentarias 48 horas para reconocer al nuevo gobierno en nombre de Washington. “Éste ha sido, probablemente, el golpe de Estado mejor ejecutado y el más civilizado en la historia de Argentina… Los intereses de Argentina, como los nuestros, dependen del éxito del gobierno moderado del General Videla había informado. “El golpe más civilizado en la historia Argentina” dejará una montaña de al menos una docena de miles de cadáveres en apenas nueve años, sin contar con los miles de torturados y violados que sobrevivirán, sin contar decenas de miles los exiliados y de toda una nación traumatizada por las generaciones por venir debido al civilizado terrorismo de Estado que algunos llamarán, como forma de distracción semántica, Guerra sucia.

Una noche, harto de vivir recluido en la embajada leyendo informes secretos y rodeado de un ejército cada vez que debe asistir a alguna reunión de urgencia, el embajador decide ir con su esposa a cenar a un restaurante de Puerto Madero. Apenas es reconocido, los comensales comienzan a retirarse hasta que no queda nadie, aparte de los diplomáticos. Unos dirán que por miedo a los atentados, otros que por desprecio. Pero justo cuando el prodigio diplomático de Hill llega al final de su carrera y de su vida, el hombre comienza a ver el mundo bajo un lente totalmente diferente. De repente, a la velocidad de algo que se cae, lo persigue el remordimiento, las decepciones y una peligrosa pérdida de fe en Washington y en su propia misión a lo largo de décadas.

Apenas un año después, ahora el desprecio del embajador Hill se proyecta sobre el secretario de Estado, Henry Kissinger. Poco antes de dejar este mundo, como una reacción moral al final de su larga carrera imperialista, el embajador Robert Hill intentará resistir la aprobación de Henry Kissinger a la dictadura argentina debido a las obvias violaciones a los derechos humanos. En la reunión de la OEA en Santiago de Chile de junio (en el Hotel Carrera, el mismo usado por la película Missing, filmada en secretosobre la desaparición de Charles Horman), Hill intentará revertir sin éxito la poderosa diplomacia no oficial del todopoderoso Kissinger. Uno de los hechos que precipitaron la crisis moral del embajador Hill poco antes de su muerte (casi nunca es tarde para ver la realidad) fue cuando el hijo de treinta años de uno de los empleados de su embajadora, Juan de Onis, fue secuestrado y desaparecido por el gobierno de Videla. Cuando en octubre de 1987 The Nation reporte sobre este caso, Kissinger se burlará de las excesivas preocupaciones del fallecido embajador Hill sobre los derechos humanos.

Kissinger es intocable e indestructible. El 25 de marzo de 1976, en el telegrama 72468 del Departamento de Estado, había enviado a la Casa Blanca una copia de la conclusión del Bureau of Intelligence and Research,confirmando los beneficios del nuevo golpe en América Latina, razones que sólo repiten otros argumentos usados en el siglo XIX: “Los tres líderes de la Junta son conocidos por sus posiciones en favor de Estados Unidos… y por sus preferencias por las inversiones de los capitales extranjeros. Además, el nuevo gobierno buscará la ayuda de asistencia financiera de Estados Unidos, sea moral o en dólares”. Como es costumbre, la nueva dictadura amiga no fue bloqueada sino lo contrario. El FMI aprobó, en cuestión de pocas horas, un préstamo de 127 millones de dólares (575 millones al valor de 2020) para asegurar el éxito del nuevo régimen terrorista, de la misma forma que habían hecho con Chile y otras dictaduras militares.

Ahora, la nueva dictadura es una consecuencia de la olvidada manipulación ideológica de Washington del ejército argentino y de sus mayordomos a principios de los años 60. Cuando el proceso y la violencia habían madurado, en 1967 Richard Nixon realizó un viaje por América del Sur, esta vez sin protestas ni escupitajos. Según los medios y la narrativa social, la cosa había sido pacificada a fuerza de dictaduras. Según los datos duros, la violencia había escalado hasta niveles nunca antes visto. En Brasil, Nixon había aplaudido la “plena libertad de la prensa” bajo la dictadura auspiciada por Washington. No lee ni escucha que varios periodistas estadounidenses y brasileños del exilio le recuerdan que en Brasil gobierna el fascismo y no existe la libertad de prensa. En Argentina, Nixon había reconocido que el dictador general Juan Carlos Onganía “es un líder fuerte y respetuoso de las instituciones libres”. Ante los periodistas declara: “Aunque quisiera, una democracia al estilo de la que tenemos en Estados Unidos no funcionará aquí”. Un año antes, el 29 de julio de 1966, el ejército argentino y sus oficiales condecorados por Washington (como el mismo Onganía) y graduados en Escuela de las Américas habían intervenido las universidades consideradas “cuevas de marxistas”, deteniendo a estudiantes y a profesores por sus ideas, como la bien vernácula idea de la “autonomía universitaria” nacida de la rebelión argentina de 1918 y eliminada por decreto-ley 16.912. Por entonces, la academia argentina se encontraba entre las más prestigiosas del mundo. Como lo recordará el científico y premio Nobel César Milstein, cuando los militares en Argentina tomaron el poder decretaron que el país se arreglaría apenas se expulsaran a todos los intelectuales. Brillante idea que llevaron a la práctica para hundir a la Argentina en los sótanos más oscuros de la historia. En pocos meses, 1500 profesores fueron enviados al exilio para reforzar el poder intelectual de las universidades en Europa y Estados Unidos.[2]

El golpe militar del general Onganía había acabado con el gobierno legítimo de Arturo Illia sin ninguna crisis social o económica, aparte de la propia crisis interna del ejército entre azules y colorados, de la diversión burlesca y conspiradora de la prensa nacional y del complot de Washington contra las nuevas medidas del gobierno democrático. Cuando unos años después el país se sumerja en la realidad de lo que cuatro años antes era una ficción inventada (crisis económica, revuelta social, nuevos grupos subversivos organizados y ganando experiencia en la insurgencia) la junta dictatorial resolverá que su original razón de ser, el peronismo, en lugar de ser el problema principal podría ser la solución para canalizar el descontento, la frustración y la radicalización de la izquierda. Es por esta razón que los militares abren la puerta al regreso de Juan Perón y de los peronistas en 1971. No sería exagerado especular que los servicios de inteligencia sabían perfectamente que este Perón, que ahora representaba a los grupos más radicalizados de la izquierda, producto de la dictadura fascista de Onganía, en su exilio en la España de Franco se había caído, conveniente e irremediablemente, hacia la derecha.

El Perón que había regresado del exilio no era Perón, sino un espectro. Ahora Perón es antiperonista. De la misma forma que su casamiento con la actriz Eva Duarte lo había inclinado hacia las políticas progresistas, la nueva esposa Isabel Martínez, una bailarina argentina de clubes nocturnos que conoció en Panamá, lo había terminado de empujar hacia la derecha. A su regreso al país y luego de ganar las elecciones en 1973 (gracias a la amable renuncia del presidente electo Héctor José Cámpora ese mismo año), el 12 de octubre entró en la Casa Rosada con su esposa y vicepresidenta Isabel Martínez de Perón. Detrás entró la sombra de Isabel y un miembro de la ultraderecha católica y exotérica, José López Rega. Perón murió un año después y la presidencia quedó a manos de Isabel y de Lopecito. Desde entonces, los asesinatos de disidentes de izquierda se multiplicaron con un patrón conocido. El 11 de mayo de 1974 fue asesinado el padre Carlos Mugica por un comando de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Como el padre Romero o el jesuita Ellacuría en El Salvador, como muchos otros sacerdotes rebeldes, asesinados o perseguidos en el continente bajo la acusación de ser marxistas por cuestionar la brutalidad oligárquica, Mugica era un católico próximo a la Teología de la liberación y a la iglesia del Tercer mundo que abogaba por la dignidad de los trabajadores, por la resistencia pacífica y por el regreso a las raíces del Evangelio, es decir, lo opuesto a las raíces del catolicismo imperialista y oligárquico del emperador Constantino, del papado y, ahora, de López Rega en el poder.

Para entonces, el primer ajuste tarifario de la historia conocido como El Rogrigazo, aplicó medidas neoliberales llevando a una explosión de la inflación hasta casi el mil por ciento. El ajuste fue bautizado como “sinceramiento de la economía” y tendrá varios déjà vu, como el del presidente neoliberal Mauricio Macri, exactamente cuatro décadas después. La decepción de los peronistas por el nuevo peronismo y la experiencia subversiva creada por la dictadura de Onganía en los 60 habían formado el cóctel perfecto para el caos y, sobre todo, para una nueva excusa de las fuerzas de represión. ¿Qué mejor que el desorden para los profesionales del orden? ¿Qué más peligroso que el desorden sino el mismo orden? Pocos meses antes de las elecciones de 1976, los militares decidieron dar un nuevo golpe de Estado para evitar, de esa forma, el triunfo del ala izquierda del peronismo, reagrupada detrás de Cámpora y con posibilidades de obtener una fuerte votación.

Así, gracias a la dictadura de la Junta encabezada por el general Rafael Videla, el neoliberalismo y el Consenso de Washington alcanzarán un nivel máximo en el Cono Sur, después de Chile. Las empresas privadas, nacionales y extranjeras, gobernarán de forma paralela, al extremo de que el gobierno llegó a privatizar deuda adquirida por las empresas privadas creando la mayor deuda externa de la historia del país, la cual pagarán los trabajadores argentinos a lo largo de las décadas por venir, deuda que, además, como en el resto de los países latinoamericanos bendecidos por los préstamos y las dictaduras de Washington, impedirá el crecimiento y mucho más el desarrollo del país.

El 7 de octubre 1976, luego del golpe de Estado, Henry Kissinger, en una reunión en la que se encontraba el subsecretario de Estado de Estados Unidos Philip Habib, le dirá personalmente al ministro argentino de Relaciones Exteriores, el almirante César Guzzetti: “Nuestro interés es que tengan éxito. Tengo una visión pasada de moda según la cual a los amigos hay que defenderlos. En Estados Unidos la gente no entiende que ustedes tienen una Guerra civil aquí. Leen sobre la necesidad de los Derechos Humanos pero no entienden el contexto… Así que cuanto antes lo hagan, mejor”.


[1] Timerman, nacido en la Unión Soviética en 1923, escapará con su esposa del nuevo régimen de extrema derecha a Israel. Aunque un sionista en sus orígenes, comparará a Israel con el régimen racista de Sudáfrica y en 1982 publicará el libro Israel: la guerra más larga. La invasión de Israel al Líbano en la cual criticará duramente la brutal “ocupación y explotación” de Palestina, la cual considerará una traición del Estado de Israel a la verdadera tradición judía. Será acusado de ser “vergonzosamente pro-Palestina”. Naturalmente, el libro fue cubierto por el silencio de la propaganda y la contrapropaganda estatal organizada por el gobierno de Israel en Estados Unidos. No obstante, el ministro de Exteriores de ese país, Yehuda Ben Meir, en el programa de televisión estadounidense 60 Minutes, declarará sobre Timerman: “Lo sacamos de Argentina y ahora nos paga con esta crítica… sus calumnias nacen de su odio a sí mismo”.

[2] Entre muchos otros, como lo resume Lucas Doldan, el informático Manuel Sadosky, el epistemólogo, físico y meteorólogo Rolando García, el historiador Sergio Bagú, la astrónoma Catherine Gattegno, el historiador Tulio Halperín Donghi, el epistemólogo Gregorio Klimovsky, el geólogo Amílcar Herrera y la física atómica Mariana Weissmann.

La frontera salvaje: 200 años de fanatismo anglosajón en América latina, Jorge Majfud 2021.

El viejo sueño de los golpistas travestidos

El capital político de Uruguay en declive

 

Cuarenta años atrás, el Capitán Nino Gavazzo reventó a piñas a mi abuelo cuando el viejo tenía las manos atadas en un interrogatorio. Ese era el método, la regla del procedimiento. Ese ha sido el concepto del “honor” y “valentía” de los cobardes profesionales que se llenan la boca y el pecho con el valor, el patriotismo y la defensa de la nación.

Cuarenta años después, para continuar la vieja historia, y para estar a tono con el estratégico neo fascismo en América latina, también en Uruguay los militares de alto rango tantean las aguas de un golpe de Estado en el caso de que la “coalición multicolor” que integran no gane el balotaje de mañana, 24 de noviembre. Como es muy probable que ganen con el aporte minoritario del diez por ciento de su electorado, no necesitarán echar mano al histórico Plan B y, como antes en tantos otros países del continente, se hablará de “recuperación de la democracia” y de “la herencia maldita”. 

Sí, en dicha coalición hay demócratas, y nada de malo tiene la alternancia política en el poder. Todo lo contrario. El problema es cuando un demócrata comienza a recibir apoyos de los nazis y fascistas, de quienes conspiran en las sombras, desde sus bastiones de poder de las grandes empresas y de los cuarteles, de aquellos que amenazan desde distintos grupos asociados al ejército (supuesta institución neutral subordinada al Estado), cuando se les pide un “voto patriótico” a los familiares de los uniformados y no se pregunta por qué. 

Una ironía trágica radica en que los autoproclamados “patriotas” y los “ultra nacionalistas” de todo el mundo no odian otras naciones tanto como odian a sus propios connacionales que no piensan como ellos y, además, tienen el descaro de gobernar cuando son elegidos. Casi todo el tiempo se pasan combatiendo a otros con su propia ciudadanía. Si a veces el discurso es contra el extranjero, ello se debe a un desplazamiento semántico: no pueden decir que odian o quieren exiliar a sus connacionales, como los racistas hablan de naciones y no de razas, pero todas su energías se invierten contra sus propios compatriotas. Dividen en nombre de la Unión. No los une la Patria, la integración del otro que vive en su propio país, sino el odio al diferente, el odio a quien se atreve a pensar y reclamar su derecho a decirlo y hacerlo conforme a las leyes.

En todos los índices internacionales, incluido los de grupos conservadores como el británico Democracy Index, en los últimos años Uruguay se ha posicionado por encima de países como Estados Unidos en calidad de democracia y en el ejercicio de las libertades individuales. Como la estrategia discursiva ha sido siempre el efectivo divorcio narrativa/realidad, se han encargado, desde militares hasta políticos, en insistir en lo contrario: “en Uruguay hay dictadura”, etc. Vieja y conocida página cuarta del manual.

Este clan hermético y conspirativo, como una serpiente que se muerde su propia cola, ha vivido retro alimentándose de la literatura política inventada durante la Guerra fría por las agencias propagandísticas de los servicios de inteligencia extranjeros (no es una opinión, es una vieja y múltiple confesión de parte, disponible en los documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos). Así, continúan repitiendo el cuento de Caperucita roja como un rosario, para no perder la fe y para mantenerla viva en un grupo significativo de gente que los defiende con fanatismo pese a haberlos sufrido de múltiples formas indirectas. 

Quienes gozan del dinero seguro de los impuestos acusan a otros en el gobierno o en el servicio público de hacer lo mismo. Quienes violaron los Derechos Humanos más básicos o silenciaron estas violaciones gritan que “La ley debe caer no suave sino implacablemente sobre los corruptos de toda condición”. Hasta ese grado de desvergüenza puede llegar un hombre. 

El Klan amenaza cada vez que puede, con anónimos colectivos o personalizados desde diferentes medios con una impunidad familiar, desde sus oscuros búnquers, con sus medias palabras o con silencios significativos cuando las víctimas de su pasado régimen fascista le reclaman la verdad sobre sus familiares desaparecidos. 

O con discursos como el más reciente del senador electo Gral. Manini Ríos, violando la veda electoral y reconociendo (ahora de forma explícita) el perfil político e ideológico de las fuerzas armadas latinoamericanas desde finales del siglo XIX. El General se olvida de su alto grado castrense y de haber sido ascendido por ese gobierno que desprecia y declara, al estilo de los Comunicados del pasado: “a ellos esta vez los soldados les contestamos que ya los conocemos”. La conocida frase (suficientemente ambigua, como lo indica el Manual) que suele aplicarse también a quienes no somos políticos ni pertenecemos a ningún partido.

Es verdad, ustedes los conocen y nos conocen. Conocen lo que decimos y lo que hacemos, porque no escondemos nada. Nosotros no andamos tramando a escondidas, ni en cuarteles ni en sectas. Todo lo que pensamos, equivocados o no, lo decimos en público, en entrevistas, en nuestras clases; lo publicamos en libros, en artículos, con firma, nunca de forma anónima. 

En los últimos quince años, Uruguay nunca tuvo una recesión económica, se convirtió en el país latinoamericano con mayor PIB per cápita al tiempo que en el país que mejor distribuye la riqueza en medio de un contexto regional que desde hace años arde en profundas crisis económicas y sociales. Por eso mismo, el coronel Carlos Silva asegura que es precisamente ese gobierno que ha llevado al país a la ruina porque es “marxista” (supongo que marxista como el presidente Donald Trump, quien construye una torre y tiene negocios allí). Por si fuese poco, el gobierno democrático de su país es traidor y antipatriota

Para los fascistas, todos quienes no piensen como ellos son antipatriotas. Sin embargo, y con excepciones, si en los países latinoamericanos hubo injerencia directa y efectiva, si fue posible la entrega de los recursos nacionales y los derechos más básicos de sus poblaciones bajo dictaduras a lo largo de 150 años, fue gracias a esos autoproclamados “patriotas” que se cuelgan medallas unos a otros, mientras se llenaban la boca con el cuento de que salvaron al país de ser entregado al interés extranjero.

El General Manini Ríos acusa a sus adversarios políticos de ser “los mismos que no se han cansado de insultar a aquel que viste un uniforme”. No, general. No ha sido la gente, ni los críticos, ni ningún partido político que “ha insultado la institución armada”; con las inevitables excepciones a la regla, la historia y el presente dicen que han sido ustedes mismos, sus capitanes y generales, con la complicidad sádica de unos algunos soldados y la complicidad interesada de muchos civiles. 

 

JM, noviembre 2019

https://www.pagina12.com.ar/232640-elecciones-en-uruguay-el-viejo-sueno-de-los-golpistas-traves

 

 

Costa Gavras: Missing (1982) and State of Siege (1972)

Missing is a 1982 American drama film directed by Costa Gavras, and starring Jack Lemmon, Sissy Spacek, Melanie Mayron, John Shea and Charles Cioffi. It is based on the true story of American journalist Charles Horman, who disappeared in the bloody aftermath of the US-backed Chilean coup of 1973 that deposed the democratically elected socialist President Salvador Allende.
Music by Vangelis

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Missing

The new York Times (1982)

‘MISSING’ BY COSTA-GAVRAS

By VINCENT CANBY
Published: February 12, 1982

IN addition to making movies that galvanize the emotions in ways that can be simultaneously fascinating and infuriating, Costa-Gavras, the Greek-born, French film maker (»Z,» »The Confession»), also has a knack for stirring up publicity from the most unlikely sources.

In 1973 his »State of Siege,» which accused an official of the United States Agency for International Development of teaching torture methods to repressive right-wing regimes in Latin America, was booked into the Kennedy Center for the Performing Arts in Washington, for a gala showing by the American Film Institute. At the last minute the showing was canceled when someone decided that it might not be an especially appropriate film for presentation under such auspices.

Now »Missing,» Mr. Costa-Gavras’s latest film, which is about the 1973 kidnap and murder in Chile of Charles Horman, a young, Harvard-educated, counterculture journalist, is opening today at the Beekman Theater, two days after the release of a most unusual statement by the State Department. The department takes issue with a number of facts in the film and just about all of its conclusions.

It is the belief of Mr. Costa-Gavras, as well as of Thomas Hauser, the lawyer who wrote the book on which the film is based, that young Mr. Horman was executed by Chilean authorities, probably with the tacit approval of some United States representatives on the scene, because he had knowledge of United States involvement in the military coup that had overthrown the Marxist government of Dr. Salvador Allende Gossens, the Chilean Presi dent.

About the only fact not in dispute is that Mr. Horman, immediately after the coup, somehow became one of the victims of the roundup and execution of hundreds of Chilean left-wing activists and sympathizers.

Mr. Costa-Gavras seems to ask for such controversy. The film opens with a statement to the effect that »Missing» is »a true story» and that all of »the incidents and facts are documented.» If all of the incidents and facts are really documented, then it should follow that the conclusions drawn cannot be open to too much question. This is something that I think even Mr. Costa-Gavras would not say, though by the end of the film, there is certainly no doubt about what he thinks.

Further complicating these questions is that »Missing» is Mr. Costa-Gavras’s most beautifully achieved political melodrama to date, a suspense-thriller of real cinematic style, acted with immense authority by Jack Lemmon, as Charles Horman’s father, Ed Horman, and Sissy Spacek as Charles’s wife, Beth. The screenplay, by Mr. Costa-Gavras and Donald Stewart, is a model of its kind, in which Ed and Beth’s search for Charles is developed in a series of scenes that seamlessly join past and present actions into a nonstop, forwardmoving narrative.

The center of the film is the political awakening of Ed Horman, who comes to Chile to help Beth, though he suspects that Charles has gone under cover for some reason that is beyond his comprehension. »If he had stayed home,» says Ed, who is well-to-do and politically conservative, as well as a practicing Christian Scientist, »this wouldn’t have happened.»

Ed calls Charles »almost deliberately naive» for his identification with underdogs. Says the beleagured Beth, »We’re just two normal, slightly confused people trying to connect with the entire enchilada.»

Charles, played with modest simplicity by John Shea, comes to life in the flashbacks. He’s a dedicated, somewhat guilt-ridden heir to a privileged America, a young man who reads »The Little Prince» for literary inspiration and whose optimism is unshakable. If not deliberately naive, he’s the kind of unsophisticated saint one always wants to believe in.

Ed and Beth’s search for Charles involves a succession of chilling encounters with politely patronizing United States embassy and consular officials, as well as with members of the Chilean Government. The major villains are vaguely identified United States military people, especially a Capt. Ray Tower (Charles Cioffi), who befriends Charles, and a young American woman named Terry Simon (Melanie Mayron), when the two are marooned in the resort town of Vina del Mar during the coup, unable to return to Santiago.

If »Missing» were only an inventory of the details of Charles’s life and disappearance, it wouldn’t have the terrific emotional impact that it has. Mr. Lemmon and Miss Spacek are superb, however, and their increasing respect and fondness for each other as the story unfolds gives »Missing» an agonizing reality.

Mr. Costa-Gavras also knows Chile, where he filmed »State of Siege» during the Allende regime – »Missing» was shot in Mexico – and he is particularly successful in evoking the looks, sounds and feelings of a society in upheaval.

There’s a stunning sequence in Santiago when Beth, unable to get home before curfew, spends an endless night hiding in an alley, hearing in the distance gunfire and other sounds not easily identified. At one point a terrified white horse goes galloping down an otherwise deserted street, pursued by soldiers firing random shots from a speeding jeep. In this sequence as elsewhere, the camera work by Ricardo Aronovich is very fine indeed.

Whether or not its facts are verifiable, »Missing» documents, in a most moving way, the raising of the political consciousness of Ed Horman who has, until this devastating experience, always believed in the sanctity of his government and accepted its actions and policies without question. Among other things »Missing» does is to convince you that, next time, you’re not going to waste your vote. The passive citizen is the citizen-victim.

In view of the film’s opening contention of being a true story, the care that Mr. Costa-Gavras takes not ever to identify Chile by name is a bit disingenuous. The cities are clearly named and identified. Also a bit disingenuous is the way the film never bothers to give a good answer to the question of why the Chilean – and possibly the American – authorities found it necessary to liquidate Charles Horman while allowing the safe departure from Chile of Terry Simon. Terry, after all, is privy to all the supposedly damaging information Charles gathered in Vina del Mar.

These are valid questions to raise about a film that is so fine that one wants it to be above reproach.

»Missing,» which has been rated PG (»parental guidance suggested»), contains several harrowing scenes of violence, as well as a s equence in a Santiago morgue that could inspire nightmares in adults as easily as in the very young.

A Parade of Why’s

MISSING, directed by Costa-Gavras; screenplay by Mr. Costa-Gavras an d Donald Stewart; director of photography, Ricardo Aronovich; f ilm editor, Fran,coise Bonnot; music by Vangelis; produced by Edward Lewis and Mildred Lewis; released by Universal Pictures. At the Beek- man, 65th Street and Second Avenue. Running time: 122 minutes. This film is rated PG.

Ed Horman . . . . . Jack Lemmon

Beth Horman . . . . . Sissy Spacek

Terry Simon . . . . . Melanie Mayron

Charles Horman . . . . . John Shea

Capt. Ray Tower . . . . . Charles Cioffi

Consul Phil Putnam . . . . . David Clennon

United States Ambassador . . . . . Richard Venture

Col. Sean Patrick . . . . . Jerry Hardin

Carter Babcock . . . . . Richard Bradford

Frank Teruggi . . . . . Joe Regalbuto

David Holloway . . . . . Keith Szarabajka

David McGeary . . . . . John Doolittle

Kate Newman . . . . . Janice Rule

Congressman . . . . . Ward Costello

Maria . . . . . Tina Romero

Statesman . . . . . Richard Whiting

Photo: photo of Jack Lemmon in »Missing»

State of Siege (French title: État de Siège)
is a 1972 French film directed by Costa Gavras starring Yves Montand and Renato Salvatori.

Golpe de estado en Uruguay. 27 de junio de 1973

Propaganda a favor de la reforma constitucional promivida por los militares en 1980.

La publicidad en contra estaba prohibida.

2006

Honduras contra la historia

Honduras

Image via Wikipedia

By Their Methods You Shall Know Them (English)

Honduras contra a história (Portuguese)

Honduras contra la historia

Por sus métodos los conocerás

La Biblia refiere que cierta vez los maestros de la ley llevaron ante Jesús a una mujer adúltera. Pretendían apedrearla hasta la muerte, según los obligaba la ley de Dios, que por entonces dicen que era también la ley de los hombres. Maestros y fariseos quisieron probar a Jesús, de lo cual se induce que Jesús ya era conocido por su falta de ortodoxia con respecto a las leyes más antiguas. Jesús sugirió que quien estuviese libre de pecado tirase la primera piedra. Así nadie pudo ejecutar la ley escrita.

De esta forma y de muchas otras, la misma Biblia se fue cambiando a sí misma, pese a ser una suma de libros inspiradas por Dios. Las religiones se han preciado siempre de ser grandes fuerzas conservadoras que, enfrentadas a los reformistas, se convirtieron en grandes fuerzas reaccionarias. La paradoja radica en que toda religión, toda secta ha sido fundada por algún subversivo, por algún rebelde o revolucionario. Por algo pululan los mártires, perseguidos, torturados y asesinados por los poderes políticos del momento.

Los hombres que perseguían a la adúltera se retiraron, reconociendo con los hechos sus propios pecados. Pero a lo largo de la historia el resultado ha sido diferente. Los hombres que oprimen, matan y asesinan a los presuntos pecadores siempre lo hacen justificados en alguna ley, en algún derecho y en nombre de la moral. Esta regla, más universal, fue la aplicada en el mismo ajusticiamiento de Jesús. En su época no fue el único rebelde que luchó contra el imperio romano. No por casualidad se lo crucificó junto con otros dos reos. Por asociación, se quiso significar que se estaba ajusticiando a un reo más. Ni siquiera a un disidente religioso. Ni siquiera a un disidente político. Invocando otras leyes, se sacó del medio al subversivo que ponía en cuestión la pax romana y el colaboracionismo de la aristocracia y las jerarquías religiosas de su propio pueblo. Todo fue realizado según las leyes. Pero la historia los reconoce hoy por sus métodos.

El gobierno de George Bush nos dio tema de sobra y a gran escala. Todas las guerras y las violaciones a las leyes nacionales e internacionales fueron acometidas en defensa de la ley y el derecho. Por sus intereses sectarios será juzgado por la historia. Por sus métodos se conocerán sus intereses.

En América latina, el papel de la iglesia católica ha sido casi siempre el papel de los fariseos y los maestros de la ley que condenaron a Jesús en defensa de las clases dominantes. No hubo dictadura militar, de origen oligarca, que no recibiera la bendición de obispos y de influyentes sacerdotes, legitimizando así la censura, la opresión o el asesinato en masa de los supuestos pecadores.

Ahora, en el siglo XXI, el método y los discursos se repiten en Honduras como un latigazo del pasado.

Por sus métodos los conocemos. El discurso patriota, la complacencia de una clase alta educada en la dominación de los pobres sin educación académica. Una clase dueña de los métodos de educación popular, como lo son los principales medios de comunicación. La censura; el uso del ejército en acción de sus planes; la represión de las manifestaciones populares; la expulsión de periodistas; la expulsión por la fuerza de un gobierno elegido por votación democrática, su posterior requerimiento ante Interpol, su amenaza al encarcelamiento de los disidentes si regresaban y su posterior negación por la fuerza a que regresen.

Para ver mejor este fenómeno reaccionario vamos a dividir la historia humana en cuatro grandes períodos:

1) El poder colectivo de la tribu concentrado en un miembro fuerte de una familia, por lo general un hombre.

2) Un período de expansión agrícola unificado por un tótem (algo así como un apellido vencedor) y luego un faraón o emperador. En este momento surgen las guerras y se consolidan los ejércitos más primitivos, no tanto para la defensa sino para la conquista de nuevos territorios productivos y para la administración estatal de la sobreproducción de su propio pueblo y la opresión de sus pueblos esclavos. Esta etapa se continúa con sus variaciones hasta los reyes absolutistas de Europa, pasando por la Era Feudal. En todos, la religión es un elemento central de cohesión y también de coacción.

3) En la Era Moderna tenemos un renacimiento y una radicalización del experimento griego de democracia representativa. Sólo que en este momento el pensamiento humanista incluye la idea de universalidad, de la igualdad implícita de todo ser humano, la idea de la historia como un proceso de perfeccionamiento y no de inevitable corrupción y el concepto de moral como un producto humano y relativo a un determinado tiempo. Y quizás la idea más importante, ya desde el filósofo árabe Averroes: el poder político no como la pura voluntad de Dios sino como el resultado de los intereses sociales, de clases, etc. El liberalismo y el marxismo son dos radicalizaciones (opuestas en sus medios) de esta misma corriente de pensamiento, que también incluye la teoría de la evolución de Charles Darwin. Este período de democracia representativa fue la forma más práctica de reunir las voces de millones de hombres y mujeres en una sola casa, el Congreso o Parlamento. Si el Humanismo es anterior a las técnicas de popularización de la cultura, también es potenciado por éstas. La imprenta, los libros de bolsillo, los periódicos a bajo precio en el siglo XIX, la necesaria alfabetización de los futuros obreros fueron pasos decisivos hacia la democratización. No obstante, al mismo tiempo las fuerzas reaccionarias, las fuerzas dominantes del período anterior, rápidamente conquistaron estos medios. Así, si ya no era posible demorar más la llegada de la democracia representativa, sí era posible dominar sus instrumentos. Los sermones medievales en las iglesias, funcionales en gran parte a los príncipes y duques, se reformularon en los medios de información y en los medios de la nueva cultura popular, como la radio, el cine y la televisión.

4) No obstante la ola democrática siguió su camino, con frecuencia regado en sangre por los sucesivos golpes reaccionarios. En el siglo XXI la ola del humanismo renacentista se continúa. Y con ella se continúan los instrumentos para hacerla posible. Como Internet, por ejemplo. Pero también las fuerzas contrarias, las reacciones de los poderes constituidos por las etapas anteriores. Y en la lucha van aprendiendo a usar y dominar los nuevos instrumentos. Cuando la democracia representativa no termina de madurar, ya surgen las ideas y los instrumentos para pasar a una etapa de democracia directa, participativa, radical.

En algunos países, como hoy en Honduras, la reacción no es contra esta última etapa sino contra la anterior. Una especie de reacción tardía. Aunque en apariencia implica una escala menor, tiene una trascendencia latinoamericana y universal. Primero porque significa un llamado de atención ante la reciente complacencia democrática del continente; y segundo porque estimula el modus operandi de aquellos reaccionarios que han navegado siempre contra las corrientes de la historia.

Antes anotamos las pruebas de por qué el presidente depuesto en Honduras no violó ninguna ley, ninguna constitución. Ahora podemos ver que su propuesta de una encuesta popular era un método de transición entre una democracia representativa hacia una democracia directa. Quienes interrumpieron este proceso pusieron reversa hacia la etapa anterior.

La cuarta etapa era intolerable para una mentalidad bananera que se reconoce por sus métodos.

Jorge Majfud

Julio 2009

Lincoln University

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Honduras: A la Constitución rogando y con el mazo dando

A la Constitución rogando y con el mazo dando

Observaciones no vinculantes sobre un golpe de Estado

 

 

 

En la Constitución de Honduras de 1982, como en cualquier otra, es posible encontrar líneas que lleven a alguna contradicción en la práctica. Al igual que los escritos sagrados, no es un texto perfecto. Ha sido escrito por la mano del hombre y de algunas mujeres. No obstante es la constitución vigente en ese país y a ella hay que comenzar a referirse para el más breve análisis sobre el reciente conflicto de poderes.

Quienes secuestraron al presidente Manuel Zelaya y pusieron en su lugar al presidente del Congreso, Roberto Micheletti, afirman que todo el proceso fue hecho de forma legal y en respaldo a la constitución. Supongo que, como suelen hacerlo las sectas religiosas, han pasado tijera por un par de párrafos y lo han invocado para justificar toda la violencia y arbitrariedad de la que hicieron gala.

Los artículos que parecerían darles la razón a los golpistas son el 239 y el 374. En resumen, ambos dicen que “el ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser Presidente o Designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos”. Más adelante: “No podrán reformarse, en ningún caso, el artículo anterior, el presente artículo, los artículos constitucionales que se refieren a la forma de gobierno, al territorio nacional, al período presidencial, a la prohibición para ser nuevamente Presidente de la República”

Pero la realidad está compuesta de varios niveles de integración. Notemos en principio que los partidarios del golpe de Estado entienden que “cesar de sus respectivos cargos” incluye (1) el allanamiento de domicilio; (2) el secuestro por la fuerza de las armas de un presidente; (3) el exilio forzado de todo un grupo, ahora disidente; (4) la desaparición de sus colaboradores; (5) la suspensión de las garantías constitucionales de todos los ciudadanos (disidentes) de ese país; (6) la intervención de los medios de prensa que no les son favorables, como si no fuera suficiente tener de lado a la prensa más influyente; (7) la promoción de marchas a favor del nuevo régimen y (8) la represión violenta de los manifestantes en contra.

La discusión central debería radicar en estas y otras violaciones a los derechos humanos que comete un “proceso democrático con el apoyo unánime de la población”, definida por el presidente de facto como un ejército de “siete millones de soldados”. Por no ir más lejos con una discusión sobre las tensiones sociales, económicas e ideológicas que históricamente han sido estigmatizadas como demonios comunistas.

Pero como la disputa se ha centrado en la legalidad del golpe de estado para evitar definirlo como tal, volvamos a este punto.

La misma constitución, en el artículo 45, dice que “Se declara punible todo acto por el cual se prohíba o limite la participación del ciudadano en la vida política del país”. El artículo 2 dice que “la suplantación de la soberanía popular y la usurpación de los poderes constituidos se tipifican como delitos de traición a la Patria”. Y el artículo 3 complementa: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas”.

No obstante la acción del presidente Zelaya que se alega ilegal consistió en convocar al pueblo para una encuesta no vinculante que podría proponer, o no, un referéndum sobre la creación de una Asamblea Nacional Constituyente en las próximas elecciones de noviembre donde él no sería ni podría ser candidato reelegible.

Esta práctica está amparada en el artículo 5 de la Ley de Participación ciudadana de 2006, según el cual es posible realizar consultas populares no vinculantes sobre una gestión o una propuesta política. El decreto 3-2006 aprobado por el mismo Congreso Nacional de Honduras, invocando “la Constitución de la República establece que la soberanía corresponde al pueblo del cual emanan los Poderes del Estado” y considerando que “la evolución y la dinámica del comportamiento social[…] debe ser modernizada para no limitar el ejercicio de los derechos constitucionales”, establece en su artículo 5 que “la iniciativa ciudadana es un mecanismo de participación mediante el cual el ciudadano podrá presentar las solicitudes e iniciativas siguientes: Solicitar que los titulares de órganos o dependencias públicas de cualquiera de los poderes del Estado, que convoque a la ciudadanía en general […] para que emitan opiniones y formulen propuestas de solución a problemas colectivos que les afecten. Los resultados no serán vinculantes pero sí elementos de juicio para el ejercicio de las funciones del convocante”.

Es decir, en ningún momento se intentó realizar un referéndum para reformar la constitución. Ni siquiera se propuso una consulta vinculante para promover dicho referéndum. Si las encuestas populares “no serán vinculantes pero sí elementos de juicio para el ejercicio de las funciones del convocante”, entonces no hay directa ni indirectamente un proceso de “reforma de la constitución”.

Ahora, ¿para qué sirve una Asamblea Nacional constituyente? Para redactar una nueva constitución, ya que la actual si bien reconoce que el soberano es el pueblo (no sus representantes), al mismo tiempo no reconoce que este pueblo pueda cambiar su propia constitución en lo que refiere a la forma o el período de sus gobiernos usando medios pacíficos y democráticos.

No es mi interés defender lo que siempre he criticado de los caudillos, como es su costumbre de permanecer de por vida en el poder o en sus sombras. Pero estos caudillos, esta cultura, tradicionalmente han tenido una función social específica, como lo es el mantenimiento de un statu quo que favorece a las clases dominantes. En Honduras, dueñas de los principales medios de comunicación y fabricantes de opiniones y de pasiones a su medida y conveniencia. Lo nuevo no son los caudillos. Lo nuevo son los caudillos que no responde claramente a los deseos de estas clases dominantes.

Recientemente he recibido una avalancha de correos electrónicos a favor y en contra del Golpe de Estado. Tal vez la mayoría no los leeré nunca. Algunos justifican el golpe invocando la pobreza, la delincuencia, la corrupción y el narcotráfico. Razón por las cuales habría que dar un golpe de Estado en cada país de este mundo. Uno de estos mensajes defendía, digamos que con honestidad, su defensa a la democracia y al golpe de Estado con el siguiente argumento en mayúsculas: “No es coincidencia que el que apoya al asno de Mel [Zelaya] sean pobres, sin educación, sin criterio propio. Eso es un abuso”.

Con frecuencia una frase vale por mil palabras.

 

Jorge Majfud

 

Honduras:

Los parásitos del pueblo gozan de buena salud

 

 

El domingo 28 de junio por la mañana, los militares de Honduras rodearon al presidente y, mientras lo apuntaban con sus armas le preguntaron por qué no había obedecido las órdenes del general Romeo Vásquez. Como el presidente pensaba que él debía dar las órdenes a sus subordinados, éstos lo invitaron a retirarse de la casa de gobierno. De ahí a un auto y luego a un avión de la fuerza aérea hasta Costa Rica.

Al mismo tiempo, todos los medios de comunicación del país fueron copados y se les sugirió por la fuerza no transmitir información que no fuera controlada directamente por el proceso democrático que se estaba llevando a cabo. Apenas pudimos escuchar las declaraciones del presidente depuesto al arribar a Costa Rica, unos pocos periodistas que “ilegalmente” informaron al mundo de lo que estaba pasando y unos cuantos hondureños que nos mantuvieron informados vía electrónica.

Según las fuerzas armadas de Honduras, todo este proceso fue en defensa de la legalidad y la constitución. Los militares se justificaron diciendo que recibían órdenes de la Corte Suprema. A pesar de que la constitución hondureña no prevé este mecanismo para saltearse la autoridad de un presidente legal y legítimo, era necesaria una excusa para tontos. La declaración sólo demuestra que en Honduras se llevó a cabo un golpe de estado con todas sus letras; en nombre de la “legalidad” militares y jueces se pasaron por encima la misma constitución.

Si en el pasado este trabajo de gorilas era propio de los altos jefes militares, ahora vemos que la misma ilegalidad está apoyada, promovida y justificada por el poder judicial de un país. La complicidad del parlamento confirma esta práctica: las leyes se respetan siempre y cuando sirvan a los intereses de los sectores más poderosos de una sociedad.

Cualquier constitución de cualquier país decente y democrático prevé la destitución de un presidente. Pero este proceso tiene determinadas condiciones y un número específico de etapas legales que garantizan su validez. Que yo recuerde, en ninguna constitución democrática se prevé que el presidente puede ser tomado por la fuerza militar, secuestrado y expulsado de su propio país. Menos en nombre de la legalidad. Menos por orden de un puñado de jueces. Menos con la complicidad del jefe de un parlamento que además es el opositor político del presidente.

Todo lo cual demuestra hasta qué profundidad la cultura golpista sobrevive aún en las clases dirigentes de Honduras. Y no sólo de Honduras, lo que de paso sirve para estar alertas ante las viejas sobras de la historia latinoamericana.

Hoy defender al presidente Zelaya no es defender sus políticas ni mucho menos a su persona. Hoy defenderlo, aún contra las instituciones (secuestradas) de Honduras significa defender la democracia y cualquier estado de derecho en cualquier parte del mundo basado en el respeto a las leyes y la constitución no sólo cuando conviene. Porque en una democracia las leyes y la constitución no se corrigen rompiéndolas sino cambiándolas. Algo que precisamente pretendía hacer el presidente secuestrado.

Lamentablemente debo terminar esta breve nota de profundo repudio con las últimas líneas con que terminé la nota anterior al golpe:

Hoy Honduras se debate ante el desafío latinoamericano de enfrentar cualquier cambio político hacia la igual-libertad, hacia su destino de independencia y dignidad, o volver a los miserables tiempos en que nuestros países eran definidos como republiquetas o repúblicas bananeras.

 

Jorge Majfud

Junio, 2008