No es algo para nada nuevo. En 1995 recorrí Medio Oriente (Líbano, Jordania, Palestina) a pie y tomando buses con una pequeña maleta. Cuando llegué a Jerusalén, en un hostal de estudiantes se me pegó un muchacho israelí que sabía bastante de historia pero me cuestionaba por qué yo sabía lo mismo. Tomó la cama al lado (entre otras diez del hostal) para seguir hablando de lo mismo, lo que no sólo me resultó tóxico sino sospechoso. Logré liberarme de su presencia ubicua y llegué hasta un convento para cumplir con una sugerencia de una amiga que había quedado en Europa (Mary Méndez, actualmente académica destacada en la Facultad de Arquitectura de Uruguay), quien me había pasado el contacto de un sacerdote amigo.*
No soy religioso, pero como aprecio cualquier descubrimiento, fui hasta allí. Ahora no recuerdo el nombre del sacerdote o seminarista (debería volver a Uruguay a buscar mis libretas de notas)*, pero recuerdo su lamento sobre este tipo de acoso permanente que ahora se ve en videos como si se tratase de algo novedoso. Como ejemplo, dejo aquí abajo uno de esos.
*Desde Londres, me escribe Mary Mendez (Agosto 13, 2024): «El sacerdote debía ser Gabriel Napole».
jorge majfud, agosto 2004.

En Amman, Jordania, en 1995 y con el mapa de Medio Oriente luego de dormir en las calles por dos días, finalmente en un hotel cerca de la Hussein Street, probablemente el más barato de la capital de Jordania. La Zenit (una cámara rusa que fue lo que pude conseguir en Montevideo con el dienro que tenía, pero resultó un fierro mejor que todas las cámaras sofisticadas que compraron mis amigos en Miami) tenía un zoom manual y un timer mecánico de cinco segundos. Supongo que quería mostrarle a mi padre en Uruguay, apenas volviese a Italia, que no estaba muerto o desaparecido.

Con un muchacho más joven que yo en Jerusalén. Estaba sentado en un escalón, como solía hacerlo en Montevideo, escribiendo en mi libreta (todavía existe en Tacuarembó). En una mano se puede ver el bolígrafo. Un joven, menor que yo, se me acercó y me preguntó si era judío (la remera blanca y azul había provocado varios malentendidos entre los palestinos). Aunque no era ni soy alguien religioso, para simplificar dije, con mi pobre inglés «I am Chrisatian». El muchacho dijo «You Christians, I …» y pasó su mano por la garganta, en gesto de ejecución o deguello.
Por venir de Uruguay, un país que no entiende esas cosas, intenté no darle importancia y le pedí a un transeúnte que nos sacara una foto con mi Zenit que cada vez que hacía sui trabajo parecía que se partía. Murió en Mozambique dos años después, debido a que me caí en las aguas de océano Indico en el barco que nos llevaba a Joseph Hanlon, a su esposa Threse y a mí a una isla del norte. La Zenit murió salinizada entonces, en 1997, pero logaré rescatar el último rollo. Esta es la foto, do años antes, en Jerusalén, con ese muchacho tan simpático. Quién sabe qué será de él hoy…. En un restaurante árabe de la Cudad Vieja de Jerusalén escribí https://majfud.org/2011/01/30/apocrifo-romano/

Debe estar conectado para enviar un comentario.