Cubana 455, a 48 años

A once minutos de despegar, explotó la primera bomba debajo del asiento de una niña de nueve años.

We have an explosion aboard… ―informó el capitán―. We have fire on board!

Pérez Pérez logró controlar la nave que comenzaba a perder presión. Con un solo motor, la dirigió de vuelta al aeropuerto de Barbados, mientras la cabina se llenaba de humo. Los pasajeros, en pánico, no lo supieron, pero el capitán estuvo a minutos de resolver el problema.

Una segunda bomba explotó en un baño arrancándole la cola al avión. La nave apuntó hacia el cielo y ascendió de forma vertical. La torre de control le gritó al piloto que eso era una mala idea, sin saber que el piloto ya había perdido el control. Algunos pasajeros cayeron al mar. Luego la nave se precipitó como una flecha.

En Cuba, el padre de una de las atletas, apenas supo de la noticia se fue a la montaña y allí pasó toda la noche. Otro permaneció en el aeropuerto de La Habana por una semana, convencido de que en cualquier momento iba a aparecer su hijo. La novia de uno de los campeones subió a su cuarto y no volvió a bajar por diez años. En Guyana, el padre de uno de los jóvenes que iban a estudiar medicina en Cuba, se recluyó en su biblioteca y no salió por una semana.

Minutos después de las explosiones, Freddy Lugo llamó a Orlando Bosch para reportar sobe el éxito de la operación:

―Se cayó la buseta con todos los perros adentro ―dijo.

La policía de Trinidad arrestó a Herman Ricardo y Freddy Lugo.

―Hablaban de algo importante y se reían con ganas ―recordó el taxista que pudo ver sus rostros en el espejo retrovisor.

Ricardo, empleado de la agencia de seguridad de Posada en Venezuela, admitió que él y Lugo habían colocado las dos bombas en el avión. También reconoció que Luis Posada y Orlando Bosch habían planeado el atentado.

El 15 de octubre, un millón de personas llenaron la Plaza de la Revolución en La Habana. En su discurso, Fidel Castro recordó que, desde 1959, 51 vuelos de Cubana habían sido saboteados o secuestrados.

―No podemos decir que el dolor se comparte ―dijo―. El dolor se multiplica.

―El terrorista es él ―dijo Posada Carriles, mirando las imágenes que llegaban de La Habana.

Orlando García, jefe de seguridad del presidente Andrés Pérez, y Ricardo Morales (ambos exiliados cubanos), habían asistido al coctel de bienvenida de Bosch a Caracas. Según recogió un documento de la CIA, tanto García como Morles mencionaron que, en la cena de recaudación, Orlando Bosch se había atribuido el atentado de Washington contra Letelier, algo de lo cual no se cansaría de negar en público.

―Fue un acto heroico ―declaró Bosch ante un tribunal de Caracas, sobre el derribo del avión.

―Los combatientes cubanos hicieron un acto revolucionario ―declaró Ricardo Lozano frente a las cámaras de televisión.

―Fue una acción heroica ―insistió Bosch, sacudiendo su índice derecho con ansiedad, rodeado de periodistas―. Como usted sabe, la guerra es una competencia de crueldades.

Bosch se negará cada vez que sea interrogado sobre el incidente, “porque eso es ilegal en Estados Unidos” y lo justificará siempre, por tratarse de “una acción contra combatientes, porque todos son combatientes”.

―Guillermo e Ignacio Novo lo hicieron― dirá en la entrevista con el periodista Blake Fleetwood en la cárcel de Caracas― Todo fue planeado por la DINA de Chile.

Fleetwood llamó desde Caracas al fiscal Eugene Propper, a cargo de la investigación del FBI. Propper no era muy optimista. Rara vez un atentado con bomba se resolvía. Luego de unas horas, llamó al periodista de nuevo:

―La CIA ya le había informado de todo a la policía secreta de Venezuela… Creo que están detrás de ti. Estás en peligro.

―Entonces, ¿qué hago? ―preguntó Fleetwood, con seis horas de grabaciones con Bosch y Posada Carriles en la mano―. ¿Debo ir a la embajada de Estados Unidos…?

―No, al contrario ―dijo el agente del FBI―. Tendrás que resolverte solo y ver una forma de salir de ahí.

A la policía venezolana no le costó mucho localizar a Bosch y Posada Carriles. Lo difícil era arrestarlos, pero desde la entrega de su camarada Bosch en febrero, Posada Carriles no había recuperado su puesto en la CIA. Lo había intentado una vez más el mes anterior, informando a la misma agencia de un inminente atentado contra un vuelo de Cubana por parte de un grupo de exiliados cubanos, pero tampoco lo había logrado. La CIA no actuó con la celeridad necesaria, sino con calculada torpeza, como suele hacer.

Sin la invaluable protección de la CIA, Bosch y Posada Carriles recurrieron a la red de servicios secretos de Chile y Venezuela, pero esta complicidad tenía grietas. El jueves 14, la policía venezolana los arrestó a los dos.

El viernes, interrogaron a Posada Carriles:

―Yo no tuve nada que ver, chico ―dijo.

―¿Usted condena el atentado?

―Yo no condeno nada.

―¿Aunque mueran inocentes?

―A veces pagan inocentes por estar en el lugar equivocado.

Orlando Bosch repitió casi las mismas palabras.

―Soy inocente, pero no condeno nada que conduzca a la caída del régimen de Cuba. Los terroristas son ellos.

―Usted no se considera un terrorista…

―De ninguna manera, chico. Soy un combatiente.

―Los combatientes se enfrentan a otros combatientes…

―En una guerra total, no hay civiles.

―¿Considera a los pasajeros del vuelo 455 combatientes?

―Todos son combatientes.

Cuando el presidente Andrés Pérez se enteró de la temeraria entrevista de Fleetwood en la cárcel de Caracas, ordenó su detención, pero la DISIP no alcanzó a impedir que tomase el próximo vuelo a Estados Unidos. Lo estaba esperando el fiscal Propper, quien le pidió una copia de sus grabaciones. El presidente Pérez acusó a Fleetwood de ser un agente de la CIA.

En Miami, la iglesia católica organizó vigilias y oraciones por la liberación de Orlando Bosch. Bosch admitió ante los investigadores venezolanos que él había participado en el atentado contra el avión cubano, pero el gobierno trasladó su juicio a un tribunal militar y fue declarado inocente, excepto de falsificar pasaportes.

El vuelo de Cubana 455 fue el primero de la historia de la aviación civil derribado por un atentado terrorista y el que más vidas costó en el hemisferio, hasta el 2001.

En Miami, el propietario del semanario Réplica, el cubano Max Lesnik, fue uno de los pocos que se atrevió a denunciar el acto terrorista contra el vuelo Cubana 455.

―Posada Carriles y Bosch lo planearon todo ―dijo Lesnik―. Denuncié este acto terrorista mientras la extrema derecha de Miami lo aplaudía.

El semanario Réplica sufrió siete atentados con bomba hasta que fue obligado a cerrar definitivamente en 2005. Nadie fue detenido por estos actos a pesar de que un agente del FBI reportó que, sin que Lesnik lo supiera, lo había rescatado muchas veces de ser asesinado.

Todo en nombre de la libertad de prensa que no existe en Cuba.

 Del libro 1976. La capital del terrorismo (2024)

Cubana 455, 48 years of the major terrorist attack in the hemisphere

Eleven minutes into takeoff, the first bomb exploded under the seat of a nine-year-old girl.

“We have an explosion aboard…” the captain reported. “We have fire on board!”

Pérez Pérez managed to control the plane that was beginning to lose pressure. He directed it back to the Barbados airport with only one engine, while the cabin filled with smoke. The panicked passengers did not know, but the captain was minutes away from solving the problem.

A second bomb exploded in a bathroom, tearing off the tail of the plane. The plane pointed toward the sky and ascended vertically. The control tower shouted to the pilot that it was a bad idea, not knowing that the pilot had already lost control. Some passengers fell into the sea. Then, the plane plummeted like an arrow.

In Cuba, the father of one of the athletes went to the mountains and spent the whole night there as soon as he heard the news. Another remained in the Havana airport for a week, convinced that his son would appear at any moment. The girlfriend of one of the champions went up to her room and did not come down for ten years. In Guyana, the father of one of the young men who was going to study medicine in Cuba locked himself in his library and did not come out for a week.

Minutes after the explosions, Freddy Lugo called Orlando Bosch to report on the success of the operation:

“The bus fell with all the dogs inside,” he said.

The Trinidad police arrested Herman Ricardo and Freddy Lugo.

“They were talking about something important and laughing heartily,” recalled the taxi driver, who could see their faces in the rearview mirror.

Ricardo, an employee of Posada’s security agency in Venezuela, admitted that he and Lugo had placed the two bombs on the plane. He also acknowledged that Luis Posada and Orlando Bosch had planned the attack.

On October 15, 1976, a million people filled Havana’s Plaza de la Revolución. In his speech, Fidel Castro recalled that since 1959, 51 Cubana flights had been sabotaged or hijacked.

“We cannot say that the pain is shared,” he said. “The pain is multiplied.”

“He is the terrorist,” said Posada Carriles, watching the images from Havana.

Orlando García, head of security for Venezuela’s President Andrés Pérez, and Ricardo Morales (both Cuban exiles) had attended Bosch’s welcome cocktail in Caracas. According to a CIA document, both García and Morles mentioned that, at the fundraising dinner, Orlando Bosch had claimed responsibility for Washington’s bomb attack on Orlando Letelier, something he would never tire of denying in public.

“It was a heroic act,” Bosch declared before a Caracas court about the downing of the plane.

“The Cuban fighters carried out a revolutionary act,” declared Ricardo Lozano in front of the television cameras.

“It was a heroic action,” Bosch insisted, shaking his right index finger anxiously, surrounded by journalists. “As you know, war is a competition of cruelties.”

Bosch will refuse every time he is questioned about the incident “because that is illegal in the United States” and will always justify it because it was “an action against combatants because they are all combatants.”

“Guillermo and Ignacio Novo did it,” he will say in the interview with journalist Blake Fleetwood in the Caracas jail. “It was all planned by the DINA of Chile.”

Fleetwood called from Caracas to the prosecutor Eugene Propper, who was in charge of the FBI investigation. Propper was not very optimistic. Bomb attacks were rarely solved. After a few hours, he called the journalist again:

“The CIA had already informed the Venezuelan secret police of everything… I think they are after you. You are in danger.”

“So, what do I do?” asked Fleetwood, with six hours of recordings with Bosch and Posada Carriles in hand. “Should I go to the US embassy?”

“No, on the contrary,” said the FBI agent. “You must figure it out yourself and find a way out of there.”

It was not difficult for the Venezuelan police to locate Bosch and Posada Carriles. The problematic part was arresting them, but since the surrender of his comrade Bosch in February, Posada Carriles had not regained his position in the CIA. He had tried once more the previous month, informing the same agency of an imminent attack against a Cubana flight by a group of Cuban exiles, but he had not succeeded either. The CIA did not act with the necessary speed but with calculated clumsiness, as it usually does.

Without the invaluable protection of the CIA, Bosch, and Posada Carriles resorted to the network of secret services in Chile and Venezuela, but this complicity had cracks. On Thursday, the 14th, the Venezuelan police arrested them both.

On Friday, they interrogated Posada Carriles:

“I had nothing to do with it, chico,” he said.

“Do you condemn the attack?

“I don’t condemn anything.”

“Even if innocent people die?”

“Sometimes innocent people pay for being in the wrong place.”

Orlando Bosch repeated almost the exact words.

“I am innocent, but I do not condemn anything that leads to the fall of the Cuban regime. They are the terrorists.”

“So, you do not consider yourself a terrorist…”

“Not at all, chico. I am a combatant.”

“Combatants face other combatants…”

“In a total war, there are no civilians.”

“Do you consider the passengers of flight 455 combatants?”

“Sure, they are all combatants.”

When President Andrés Pérez learned of Fleetwood’s reckless interview in the Caracas jail, he ordered his arrest. Still, the DISIP (Venezuelan’s Secret Police) could not prevent him from taking the next flight to the United States. Prosecutor Propper was waiting for him and asked him for a copy of his recordings. President Andrés Pérez accused Fleetwood of being a CIA agent.

In Miami, the Catholic Church organized vigils and prayers for the release of Orlando Bosch. Bosch admitted to Venezuelan investigators that he had participated in the attack on the Cuban plane. Still, the government moved his trial to a military court, and he was declared innocent, except for falsifying passports.

Cubana Flight 455 was the first in the history of civil aviation to be shot down by a terrorist attack and the one that cost the most lives in the hemisphere until 2001.

In Miami, the owner of the weekly magazine Réplica, Cuban Max Lesnik, was one of the few who dared to denounce the terrorist act against Cubana Flight 455.

“Posada Carriles and Bosch planned it all,” said Lesnik. “I denounced this terrorist act while the extreme right in Miami applauded it.”

The magazine Réplica suffered seven bomb attacks until it was forced to close permanently in 2005. No one was arrested for these acts even though an FBI agent reported that unbeknownst to Lesnik, he had rescued him from being killed many times.

All in the name of freedom of the press, which does not exist in Cuba.

From the book 1976. El exilio del terror (2024), by Jorge Majfud.

Cubana 455, 48 anos do maior atentado terrorista do hemisfério

O capítulo de 1976 em português

Onze minutos após a decolagem, a primeira bomba explodiu sob o assento de uma menina de nove anos.

We have an explosion aboard… informou o capitão. ? We have fire on board!

Pérez Pérez conseguiu controlar a aeronave, que estava começando a perder pressão. Com um único motor, ele a conduziu de volta ao aeroporto de Barbados, enquanto a cabine se enchia de fumaça. Os passageiros em pânico não sabiam, mas o capitão estava a minutos de resolver o problems.

Uma segunda bomba explodiu em um banheiro, arrancando a cauda do avião. A aeronave apontou para o céu e subiu verticalmente. A torre de controle gritou para o piloto que isso era uma má ideia, sem saber que o piloto já havia perdido o controle. Alguns passageiros caíram no mar. Em seguida, a aeronave mergulhou como uma flecha.

Em Cuba, o pai de um dos atletas, assim que soube da notícia, foi para as montanhas e passou a noite lá. Outro ficou no aeroporto de Havana por uma semana, convencido de que seu filho apareceria a qualquer momento. A namorada de um dos campeões subiu para o quarto dele e não desceu por dez anos. Na Guiana, o pai de um dos jovens que ia estudar medicina em Cuba se trancou em sua biblioteca e não saiu por uma semana.

Minutos após as explosões, Freddy Lugo ligou para Orlando Bosch para informar sobre o sucesso da operação:

— O ônibus tombou com todos os cães dentro? disse ele.

A polícia de Trinidad prendeu Herman Ricardo e Freddy Lugo.

— Eles conversavam sobre algo importante e rindo muito, lembrou o motorista de táxi que podia ver seus rostos pelo espelho retrovisor.

Ricardo, funcionário da agência de segurança de Posada na Venezuela, admitiu que ele e Lugo haviam colocado as duas bombas no avião. Ele também admitiu que Luis Posada e Orlando Bosch haviam planejado o atentado.

Em 15 de outubro, um milhão de pessoas lotaram a Plaza de la Revolución, em Havana. Em seu discurso, Fidel Castro lembrou que, desde 1959, 51 voos da Cubana haviam sido sabotados ou sequestrados.

— Não podemos dizer que a dor é compartilhada, disse ele. A dor é multiplicada.

— Ele é o terrorista? disse Posada Carriles, olhando para as imagens que vinham de Havana.

Orlando García, chefe de segurança do presidente Andrés Pérez, e Ricardo Morales (ambos exilados cubanos), compareceram ao coquetel de boas-vindas de Bosch em Caracas. Conforme um documento da CIA, tanto García quanto Morales mencionaram que, no jantar de arrecadação de fundos, Orlando Bosch havia assumido o crédito pelo atentado contra Letelier em Washington, algo que ele não se cansava de negar em público.

— Foi um ato heroico? disse Bosch em um tribunal de Caracas sobre a queda do avião.

— Os combatentes cubanos fizeram um ato revolucionário? declarou Ricardo Lozano diante das câmeras de televisão.

— Foi um ato heroico? insistiu Bosch, sacudindo ansiosamente o dedo indicador direito, cercado de jornalistas. Como você sabe, a guerra é uma competição de crueldades.

Bosch se recusará toda vez que for questionado sobre o incidente, “porque é ilegal nos Estados Unidos” e sempre o justificará como “uma ação contra combatentes, porque todos eles são combatentes”.

— Foram o Guillermo e o Ignacio Novo que fizeram isso? dirá ele na entrevista com o jornalista Blake Fleetwood na prisão de Caracas. ? Tudo foi planejado pela DINA chilena.

Fleetwood ligou de Caracas para o promotor Eugene Propper, encarregado da investigação do FBI. Propper não estava muito otimista. Raramente um atentado a bomba era solucionado. Depois de algumas horas, ele ligou de volta para o jornalista:

— A CIA já havia relatado tudo à polícia secreta venezuelana… Acho que eles estão atrás de você. Você está em perigo.

— Então, o que devo fazer?? perguntou Fleetwood, com seis horas de fitas com Bosch e Posada Carriles nas mãos. ? Devo ir à embaixada dos EUA…?

— Não, pelo contrário”, disse o agente do FBI. Você terá que resolver isso por conta própria e encontrar uma maneira de sair de lá.

A polícia venezuelana não teve muita dificuldade em localizar Bosch e Posada Carriles. A parte difícil foi prendê-los, mas desde a rendição de seu companheiro Bosch em fevereiro, Posada Carriles não havia recuperado seu posto na CIA. Ele havia tentado novamente no mês anterior, informando a mesma agência sobre um ataque iminente a um voo da Cubana por um grupo de exilados cubanos, mas também não teve sucesso. A CIA não agiu com a celeridade necessária, mas sim com uma imperícia calculada, como geralmente faz.

Sem a inestimável proteção da CIA, Bosch e Posada Carriles recorreram à rede de serviços secretos do Chile e da Venezuela, mas essa cumplicidade tinha rachaduras. Na quinta-feira, 14, a polícia venezuelana prendeu os dois.

Na sexta-feira, Posada Carriles foi interrogado:

— Não tive nada a ver com isso, meu rapaz? disse ele.

— O senhor condena o ataque?

— Não condeno nada.

— Mesmo que morram pessoas inocentes?

— Às vezes, pessoas inocentes pagam por estarem no lugar errado.

Orlando Bosch repetiu quase as mesmas palavras.

— Sou inocente, mas não condeno nada que possa levar à queda do regime em Cuba. Eles são os terroristas.

— Você não se considera um terrorista?

— De jeito nenhum, garoto. Sou um combatente.

— Combatentes lutam contra outros combatentes…

— Em uma guerra total, não há civis.

— Você considera os passageiros do voo 455 como combatentes? Todos eles são combatentes?

— Todos eles são combatentes.

Quando o presidente Andrés Pérez soube da entrevista imprudente de Fleetwood na prisão de Caracas, ele ordenou sua prisão, mas a DISIP não conseguiu impedi-lo de pegar o próximo voo para os Estados Unidos. Esperando por ele estava o promotor Propper, que lhe pediu uma cópia de suas gravações. O presidente Pérez acusou Fleetwood de ser um agente da CIA.

Em Miami, a Igreja católica organizou vigílias e orações para a libertação de Orlando Bosch. Bosch admitiu aos investigadores venezuelanos que havia participado do bombardeio do avião cubano, mas o governo transferiu seu julgamento para um tribunal militar e ele foi considerado inocente, exceto pela falsificação de passaportes.

O voo 455 da Cubana foi o primeiro na história da aviação civil a ser derrubado por um ataque terrorista e o que custou mais vidas no hemisfério, até 2001.

Em Miami, o proprietário do semanário Réplica, o cubano Max Lesnik, foi um dos poucos que se atreveu a denunciar o ato terrorista contra o voo 455 da Cubana.

— Posada Carriles e Bosch planejaram tudo? disse Lesnik. Eu denunciei esse ato terrorista enquanto a extrema-direita de Miami o aplaudia.

O semanário Réplica sofreu sete atentados a bomba até ser forçado a fechar definitivamente em 2005. Ninguém jamais foi preso por esses atos, embora um agente do FBI tenha relatado que, sem o conhecimento de Lesnik, ele o salvou várias vezes de um assassinato.

Tudo em nome da liberdade de imprensa, que não existe em Cuba.

Do livro 1976. O Exílio do Terror (2024) na Página 12.

Livro: 1976, o exílio do terror. Entrevista com Jorge Majfud.

Oficial de la policía de Nueva York: «encontramos un libro sobre terrorismo en la Universidad»

Compiten por la Medalla al Ridículo Mayor y no se ponen de acuerdo.

El subcomisionado de la policía de Nueva York, Kaz Daughtry, dijo a Newsmax el viernes que las autoridades recuperaron un “libro sobre terrorismo” del Hamilton Hall de Columbia. Mostrando el libro a la cámara, dijo: “Hay alguien, ya sea que haya pagado o no, pero está radicalizando a nuestros estudiantes”. Daughtry sostenía un libro titulado “Terrorismo: una introducción muy breve”, escrito por el renombrado historiador británico Charles Townshend. «Hay alguien detrás de esto», dijo Daughtry, antes de decir que la policía estaba investigando al «cerebro detrás de escena». Esta no es la primera vez que hace tales afirmaciones, sugiriendo que una fuerza externa fue responsable de la “radicalización” de los manifestantes estudiantiles.

Jorge Majfud, 4 de mayo de 2014

Los ataques en Europa benefician a la derecha xenófoba

MADRID, 27 Jul. (OTR/PRESS) – Jorge Majfud, escritor uruguayo estadounidense, y autor de Crisis y otros libros, analiza en una entrevista concedida a OTR/Press la ola de violencia que se está viviendo en Europa

Leer mas: http://www.europapress.es/otr-press/cronicas/noticia-jorge-majfud-ataques-europa-benefician-derecha-xenofoba-20160727110810.html

 

 OTR: En la última semana hemos visto una serie de ataques en Europa, particularmente en Alemania. ¿Tenían razón los que querían prohibir la entrada de refugiados sirios?

JM: Bueno, creo que ese problema tiene varios aspectos centrales. Para empezar debemos recordar, aunque brevemente, que Occidente no ha sido inocente ni mucho menos neutral en el caos que vive hoy Oriente Medio. Desde la criminal última gran invasión a Irak en el 2003, la que ha dejado cientos de miles de muertos y millones de desplazados, hasta la más reciente borrachera desestabilizadora en África del Norte y en Siria. Que Assad sea un dictador, cruel como todos, no significa que los policías del mundo sigan perpetuando sus manipulaciones como lo han venido haciendo desde hace al menos un par de siglos en esa región, creando países y protectorados, poniendo dictadores y luego invadiendo países para salvarlos de esos mismos dictadores –algo muy parecido a la historia de América Latina durante todo el siglo XX. Las potencias occidentales también destruyeron alguna que otra democracia en Oriente Medio durante el siglo pasado e instauraron o apoyaron sus “dictaduras amigas”, todo lo cual generó resentimientos y reacciones de grupos que encontraron en el fanatismo religioso la mejor forma de expresar sus frustraciones, de una forma más o menos organizada y con apoyo de una tradición que deformaron a su antojo, como cualquier fanático religioso de cualquier religión, siempre matando en nombre de una moral y de una historia hecha a su gusto. Al-Qaeda y el Estado Islámico son, aunque indirectamente, creaciones de Occidente.

 

 OTR: ¿Los ola de refugiados en Europa sería consecuencia de las intervenciones que comenzaron con la guerra de Irak?

JM: Ciertamente, si hablamos del actual drama de los refugiados, aparte de los inmigrantes turcos y africanos que ya existían de las décadas anteriores y que, mal o bien, se han integrado a sus nuevas sociedades, a pesar de las grandes diferencias culturales, económicas, legales y de educación. Pero por entonces ya había comenzado el odio de los grupos conservadores contra esa gente, lo cual es un patrón histórico. La mayoría de los desplazados de los últimos años han sido acogidos por países como Jordania o Líbano (un pequeño país con escasos recursos y con una población de cuatro millones que debió hacerse cargo de más de un millón de sirios refugiados), por aquellos que tenían poca o ninguna responsabilidad en todo este drama. La acogida por parte de los países responsables de esta tragedia, los países occidentales y sus aliados ricos como Arabia Saudí, además de Rusia, apenas han dado refugio a una minúscula parte de toda esa gente desplazada que huyen de la destrucción de sus propios países bajo millonarias bombas, de la persecución de grupos terroristas, del hambre y de la muerte segura. Alemania ha sido el país europeo que más refugiados ha recibido, aunque nada en comparación a otros países mucho más pobres.

 OTR: Y junto con Francia han sido los más golpeados por actos de terrorismo recientemente…

JM: Claro. Pero veamos que tanto en Estados Unidos como en Europa las víctimas de terrorismo, vistos desde un punto de vista cuantitativo, son infinitesimales en comparación a las víctimas que produjeron en otros países las irresponsables y ambiciosas intervenciones militares, bombardeos y acosos económicos frecuentes. En Estados unidos, las víctimas de terrorismo suman un dos o tres por ciento de las víctimas de otros tiroteos masivos que no alcanzan las primeras planas de la gran prensa, de los creadores de opinión y paranoia colectiva. Por no hablar de las decenas de muertos cada año sólo por armas de fuego. Por otro lado debemos considerar varios otros problemas: en alguno de esos atentados en Europa nunca hubo una conexión con grupos terroristas como el ISIS, sino individuos desquiciados, pero la prensa no los presentó de esa forma. Basta con señalar el origen de los asesinos para involucrar a toda una comunidad de gente pacífica. Para ampliar la comprensión de este problema, recomiendo leer los artículos de Javier Couto.

 OTR: ¿Pero cómo se explica que algunos refugiados puedan atentar contra la sociedad que los recibió, como es el caso de Alemania?

JM: Otra vez: son una minoría que hasta ahora se cuentan con los dedos de la mano –y sobran dedos. Pero para comprender el fenómeno, creo que debemos observar algunos factores comunes. Por ejemplo, los dos últimos atentados contra policías en Estados Unidos. Si se mira con cuidado, se verá dos elementos comunes a otros atentados en Europa y en los mismos Estados Unidos perpetrados por individuos cuyos orígenes estaban en algún país de Medio Oriente, países hundidos en el conflicto que estamos discutiendo. Los asesinos de policías en Texas y Luisiana eran militares, veteranos de guerra estadounidenses de Irak y Afganistán; los dos, afroamericanos. No es raro: cada día más de veinte excombatientes se suicidan en este país y miles se abandonan en las calles y se convierten en indigentes.

 OTR: ¿Ha conocido personalmente a alguno de ellos?

JM: Sí, a varios. Algunos fueron mis alumnos en la universidad, tratando de volver a la vida normal con historias terribles. Mucho de ellos vuelven convencidos que hicieron lo correcto y muchos otros con una fuerte carga de resentimiento contra su país y hasta desafecto hacia sus propios padres, en muchos casos producto de una afección muy común, que es el Trastorno de Estrés Postraumático. Muchos viven con esa fuerte carga de frustración, resentimiento y violencia contenida, medicados y contenidos por psiquiatras para que no se agarren a las piñas en un bar o algo peor. ¿Alguien podría sorprenderse de que alguno de estos jóvenes en lugar de pegarse un tiro, como lo hace diariamente un gran número, un día decida apuntar hacia otro lado? Bueno, lo mismo podemos considerar en esa masa de refugiados: ¿alguien podría pensar que niños y jóvenes que vieron a sus padres y hermanos e hijos morir destrozados bajo las bombas civilizadoras o sobre las bombas de los fanáticos islamistas lleguen un día a Europa o a Estados Unidos y sin ningún tratamiento o consideración olviden todo lo vivido? ¿Quién habla del TEPT de las víctimas civiles? Lo mismo se debería considerar en el caso de los prisioneros injustamente detenidos y torturados en Guantánamo que un día, por un acuerdo político de buena voluntad, son “dejados en libertad” para que resuelvan sus vidas en países con otras culturas y otros idiomas, rodeados de sus propios fantasmas. Es por lo menos un milagro que ninguno de ellos haya cometido ningún delito violento todavía. ¿O es que sólo los blancos civilizados tienen problemas psicológicos que deben ser tratados como enfermedades y no como condición patológica de su propia raza o cultura?

 

 OTR: ¿A quiénes beneficia esta violencia que vemos en Europa?

JM: A la derecha xenófoba, sin dudas. Cada vez que ocurre una desgracia donde alguien con un apellido árabe es el responsable, las encuestas muestran un aumento de apoyo de la población a esos partidos. Cada vez que los diarios occidentales llenan sus portadas y las repiten por tres o cuatro días con un atentado que ha dejado tres o cien víctimas, los Donald Trump, los Marine Le Pen y los partidos nazis de Europa se frotan las manos y se golpean el pecho con sus “yo se los dije” en sus cuentas de Twitter o en sus enardecidos discursos. Pocos tienen en cuenta que todo el odio hacia los extranjeros y hacia sus propios connacionales con pieles más oscuras que las suyas se va reproduciendo y acumulando durante años en aquellos jóvenes que desde chicos aprenden a considerarse “los otros”, victimas silenciosas del peor de los bullings, tarde o temprano termina por reventar en alguna parte. De paso todo ese odio hacia los pobres, a los marginados culturales, a los excluidos por las retoricas nacionalistas, como en la Alemania de los años treinta, sirve para olvidar los problemas reales de injusticia social donde el 0,1 por ciento de un país superrico posee lo mismo que el 90 por ciento y los “fracasados”, hijos del demonio que llenan las cárceles y que, de paso significan un gran negocio en países como Estados Unidos. Todo el resto de la historia de las hazañas civilizatorias de las potencias occidentales, todo eso que nos ha llevado a estas desgracias o por lo menos han contribuido en mayor proporción, pues brillan por su ausencia. Sin embargo, como ya lo he dicho antes, un acto de terrorismo no se justifica con nada pero se explica con todo. Por otro lado, la respuesta se evalúa por sus resultados: si las bombas fuesen la solución, el mundo sería un mar de paz.

 OTR: ¿Entonces, cual es la solución?

JM: Depende de para quién.

 OTR: Con respecto a los atentados que vienen ocurriendo en Europa.

JM: Basado en lo que dijimos antes lo más inmediato será mantener por el momento el alto control policial y renunciar a las invasiones “preventivas”, que hasta ahora han sido “provocativas”. Junto con eso, la población debe estar alerta y consiente de sus propios pecados, como lo es hacerse responsable del niño, luego de la orgia de decisiones irresponsables y criminales en el plano internacional. En cuanto a los asuntos domésticos, al día a día, es necesario estar prevenidos de las consecuencias contaminantes de toda cultura del odio, que no es propiedad de los otros. Estar prevenidos de los políticos y los agitadores de turno, verdaderos buitres de la moral popular. Invertir en diversos programas, sociales y psicológicos para ayudar a aquellos refugiados que lo necesitan. Terminar con la secreta cultura del bullying internacional y el bullyng de barrio que golpea a los más débiles y en riesgo de marginación cultural y psicológica desde la primera infancia. Invertir más en cultura y menos en bombas, leer más libros y artículos con contenido y moverse menos por reacciones epidérmicas de los demagogos de turno.

El ​«Marketing» de la violencia

Patrick Moore, Indiana University

Jorge Majfud Jacksonville University

​«O​ccidente, lo mejor de Occidente no va a desaparecer por aquellos lunáticos islamistas que le tienen asco a la vida propia y ajena y amor no declarado al cine de horror. No; si las virtudes de Occidente desaparecen será por acción colectiva de los propios occidentales. Será por un lento suicidio, que es la forma en que las civilizaciones siempre mueren.»

 Entrevista

  • Patrick Moore (PM): Queríamos que esta conversación estuviese centrada en la problemática de la violencia en sus diversas manifestaciones en nuestra sociedad. En los medios de comunicación se puede consumir imágenes de violencia de la vida real, a veces antes de que se sepan los hechos que rodean y explican dicha violencia. La violencia en la televisión, ya sea en noticieros o en programas de ficción, es rutina. Como forma de inicio, ¿podría ofrecernos algunos comentarios en general sobre este tema que parece ser central en nuestro tiempo?

Jorge Majfud (JM): Hay una gran ambigüedad de valores allí, lo cual hace de la violencia un problema aun mayor. Por ejemplo, recuerdo cuando yo era un niño de pocos años en mi país, Uruguay, y no pocas veces debí presenciar cómo los granjeros debían matar un cerdo o un cordero. Las imágenes eran de una violencia que hoy en día sería considerada obscena para un niño. Pero había una diferencia con el mundo de hoy. Aquellos trabajadores rurales tenían un código de conducta estricto: lo que hacían lo hacían por necesidad, no por diversión. Cuando cazaban, comían la presa; no se trataba de una simple diversión en nombre de algún deporte para gente sin problemas. No se trataba del espectáculo de la tortura, como lo son las corridas de toros. Para ellos, era inmoral torturar al animal antes de sacrificarlo. Cada día soy más vegetariano, pero de aquella gente aprendí que, cuando la violencia tiene un propósito claro y basado en una necesidad básica, al menos tiene un sentido moral que protege la psiquis de un niño.

Actualmente, en los medios la violencia es un entretenimiento dominante. La «moralina» o pseudomoral pública se escandaliza de una mala palabra o del seno de una mujer blanca (no es problema si el seno es de una mujer africana o de alguna otra región primitiva). El seno y la mala palabra se censuran (ahí se acabó la tan mentada libertad de expresión) pero cuando un pastor quema en publico el libro sagrado de otra gente, u otro, como Steven Anderson, realizando una lectura literal de la Biblia propone matar a todos los homosexuales para terminar con el SIDA, eso es parte de la libertad de expresión. Cuando en una película apta para niños alguien le arranca un ojo a otro o el héroe deja un tendal de muertos sin decir ninguna palabra políticamente incorrecta, eso se considera ficción inocente. Algo inocente, como si los niños fuesen indiferentes a la glorificación de la violencia.

Entiendo que la violencia es un área fundamental en la exploración estética, lo es sobre todo en el cine arte y la gran literatura. Pero cuando se convierte en objeto en sí misma, en producto calculado de mercado, en pura diversión, es como cuando el sexo o el erotismo se convierten en pornografía. Tampoco es que me voy a poner a moralizar y condenar la pornografía como si fuese Savonarola, pero cuando una sociedad solo consume esa cosificación de la existencia, entonces tenemos derecho a sospechar que algo no está funcionando.

  • PM: ¿El mundo de 2015 es más violento que el de hace treinta años? ¿En qué son diferentes?

JM: Hay diferencias, aunque no creo que el mundo sea hoy más violento. Lo que pasa es que uno vive con ansiedad su propio tiempo. Lo que la gente en Estados Unidos llama «década feliz» refiriéndose a los años cincuenta fue, en realidad, una década violenta, llena de miedos y paranoia. Pero el título se lo dan aquellos que por entonces eran niños. A principios del siglo XX la amenaza eran los católicos, luego fueron los comunistas, ahora los islamistas, y mañana serán los chinos. Quien se identifica con el «nosotros, los buenos» tiende a olvidar que también ellos cambiaron de forma radical o por lo menos dramática. En los cincuenta existía un claro estado de apartheid en Estados Unidos, aunque nunca se lo llame de esa forma, por puro pudor a ese «nosotros».

La violencia ha cambiado de color, pero más o menos sigue siendo la misma. En un libro de ensayos que publiqué el siglo pasado, anoté: «La Inquisición asesinó en nombre de Dios; la Revolución Francesa en nombre de la libertad; el marxismo-leninismo en nombre de la igualdad.  […] Pensamos que en el próximo siglo la sangre seguirá corriendo, aunque ya no necesitará de tan nobles excusas para hacerlo». Luego se volvió a matar en nombre de Dios y se continuó matando en nombre de la libertad y la democracia. Tal vez ahora las excusas ya no son tan nobles, pero siguen siendo excusas para legitimar cualquier tipo de barbarie, ya sea de lunáticos degollando inocentes para impresionar al mundo o de pulcros ejércitos desparramando bombas con mala puntería, pese a que son bombas inteligentes, con frecuencia más inteligentes que sus dueños y más valiosas que sus víctimas. Todo sazonado, por supuesto, con una refinada retórica.

  • PM: Diariamente somos espectadores de la violencia a través de los medios de comunicación. Algunos la ejercitan de forma virtual, en los videojuegos…

JM: Que a veces no se diferencian demasiado de las guerras reales…

  • PM: ¿Estamos entumecidos con respecto a nuestras reacciones a la violencia?

JM: Somos insensibles a la violencia solo cuando es ejercida contra humanos que no son tan humanos como nuestros vecinos o cuando las víctimas no representan de alguna forma a un grupo poderoso. Es como cuando alguien se escandaliza porque en China comen perros mientras prepara una barbecue en el patio de su casa. Nuestras reacciones revelan nuestra deshumanización a través de la deshumanización del otro. Cuando ocurrió el atentado terrorista en París, dejando una docena de muertos, todo el mundo se sensibilizó por semejante acto de barbarie, que lo fue sin atenuantes y lo condenamos enfáticamente. Pero veamos cómo líderes de todo el mundo, de dudosa autoridad moral, volaron a sacarse una foto rodeados de pueblo con el oportunismo magistral que los caracteriza. Casi simultáneamente, en Nigeria, otro autoproclamado vocero de Dios, Boko Haram, masacró un par de miles de personas. Pero esta violencia extrema no provocó ni la centésima parte de la reacción que provocaron los atentados en París. Porque lo que pasa en el centro del mundo es real y lo demás, realismo mágico. Nuestros muertos son verdaderos porque duelen.

Ahora veamos otro caso extremo de violencia habitual que no duele. ¿Qué acto mayor de violencia existe en este mundo que el hecho de que millones de niños mueran de hambre cuando 85 individuos poseen lo mismo que la mitad de la población del mundo y el uno por ciento de la población es dueña de la mitad de toda la riqueza del globo y, aun así, continúan invirtiendo billones de dólares para presionar a los gobiernos para que les rebajen los impuestos y así no castigar el éxito? Su propio éxito, está de más decir.

Es lo que decía al comienzo: más que la violencia en sí misma, el peligro es la trivialización de la violencia. La relación violencia/moral es fundamental en la existencia humana. Por la misma razón, la violencia moral es infinitamente más grave que la violencia física. Un boxeador se puede reponer de una paliza, pero una joven difícilmente pueda hacerlo de una violación. El mismo acto físico que practica una actriz en una película pornográfica o una prostituta en su oficio tiene resultados radicalmente opuestos en el contexto de una mujer que es obligada a hacer lo mismo contra su voluntad. En esa «diferencia semántica» radica la violencia moral, que es la mayor de las violencias que existen.

La trivialización de la violencia no solo termina por cosificar a quien la ejerce, sino que, tarde o temprano, se descarga sobre una víctima que experimenta esa humillación de forma infinitamente superior. Es lo que podemos ver en los niños víctimas de guerras y todo tipo de violencia política y económica: esos inocentes están condenados a vivir un martirio ilimitado, no solo debido a la violencia física sino a la violencia moral que trae consigo la experiencia de la impotencia y la injusticia. ¿Qué podemos esperar de ellos sino más violencia, esta vez violencia física, espectacular, visualizable y fácil de publicar en primeras planas?

  • PM: ¿Dónde se encuentra la violencia en nuestro sistema político aquí en los Estados Unidos?

JM: En muchas partes y de muchas formas: diez mil asesinados por armas de fuego cada año no es un detalle, si consideramos que en Japón los asesinados cada año por armas de fuego se cuentan con los dedos de la mano. Ese tipo de violencia es mucho peor en América Central, pero se supone que estamos hablando del país más rico y más poderoso del planeta.

Que mientras millones de estadounidenses luchan por no perder sus casas el 1 % de la población posea el 42 % de la riqueza financiera sería ya un indicio de violencia estructural. Pero si alguien considera que eso no es violencia sino consecuencia de una democracia representativa, bastaría con recordar que más de la mitad de los senadores y representantes de este país pertenecen a ese 1 % más rico del país. ¿Por qué el 99 % de la población debe ser representado en sus intereses por el 1 % más rico? La respuesta más previsible es que ese 1 % representa a los más exitosos de la población, lo cual es otra simplificación que agrega más violencia moral a la violencia económica. La lista de violencias es muy larga y no me daría el tiempo ahora para enumerar una parte infinitesimal. Claro que igual de larga es la lista en muchos otros países, pero tu pregunta se refiere a Estados Unidos.

  • PM: Con la violencia vista recientemente en Francia y con otros eventos a lo largo de los últimos quince años, la primera reacción de mucha gente en los Estados Unidos (y en Occidente en general) es culpar al Islam. Además, algunos han sugerido que si bien un musulmán cualquiera (un musulmán «típico») nunca sería capaz de tal violencia, muchos musulmanes estarán de acuerdo con algunas ideas de estos terroristas, por ejemplo, que no se debe crear imágenes artísticas de Alá o que no es mala idea castigar de alguna manera (aun hasta la pena capital) a los apóstatas ex-musulmanes. Tomando en cuenta que los críticos tal vez dirán que lo peor de la violencia de los cristianos se hizo hace siglos, ¿cómo se puede responder a estos críticos?

JM: Sí, he visto esos programas. Son programas de entretenimiento, los maestros del pueblo, la Coca y el McDonald del conocimiento y la conciencia histórica, lamentablemente. El hecho de que los musulmanes no estén de acuerdo en crear imágenes de Alá no los hace copartícipes de ningún acto barbárico. En Suiza, Miguel Servet fue quemado vivo por su discrepancia con Calvino sobre la Trinidad, una práctica muy común en la civilizada Europa de la época. Sin embargo, hoy en día los seguidores de Calvino son incontables, casi nadie es servetista, y ello no significa que toda esa gente esté de acuerdo con quemar disidentes. No hay religiones que expliquen la violencia sino culturas, grupos e individuos violentos. Durante siglos, la España dominada por gobiernos musulmanes toleró las otras religiones de una forma que no lo hizo la vencedora España de los Reyes Católicos. Desde el siglo VIII hasta el XV, la población judía se multiplicó bajo el reinado islámico, hasta que tras su derrota a mano de los cristianos fueron expulsados en masa. El cristianismo, basado en la prédica del amor, tiene una milenaria historia de persecuciones y asesinatos. El apedreamiento hasta la muerte de mujeres adúlteras está en la Biblia, no en el Corán; Jesús no abolió explícitamente esa ley, pero con una lección ejemplar la hizo inaplicable. Y Jesús es una figura sagrada para un musulmán. Por siglos las Cruzadas violaron, mataron y quemaron pueblos a su paso hacia Jerusalén. La Inquisición torturó y asesinó a miles de inocentes. Hitler protegió y utilizó el cristianismo para sus propios intereses genocidas y no pocos cristianos protegieron a los nazis en su desbandada. Durante décadas las dictaduras latinoamericanas recibieron la bendición (por acción o por omisión) de la Iglesia católica. Franco en España se sostuvo en el poder a lo largo del siglo XX apoyado por la Iglesia de la época. No hace falta recordar que en Estados Unidos los miembros del KKK no son musulmanes, sino cristianos, según su propia interpretación, como todos. O que el terrorista que mató a 168 personas en Oklahoma era un veterano de Irak que quiso vengar la matanza de los seguidores de la secta cristiana de  los davidianos en Waco, Texas. En Israel no son pocos los ultras que bendicen las bombas que dejan decenas, cuando no cientos de niños aplastados por los escombros.

Ahora, ¿es el Judaísmo o el Cristianismo violento per se? No, claro que no. Al menos no más violentos que muchas otras grandes religiones, incluida el Islam.

En Francia y en Alemania cualquiera puede ir preso por decir algo que puede considerarse peligroso. Los islamistas más radicales reaccionan cuando alguien insulta y ofende a su profeta y eso es considerado una muestra de su intolerancia; pero si alguien ofende la interpretación oficial de la historia o una mujer ofende la sensibilidad ajena descubriéndose los senos, entonces eso se castiga con la cárcel en nombre de la convivencia y las leyes.

Ahora, cuando vemos que de repente un partido de ultraderecha de Le Pen se ubica al tope de las preferencias políticas en Francia, no es necesario ser un genio para darse cuenta de a quién beneficia toda esa violencia terrorista y toda esa retórica xenófoba que le sigue. Bastaría con recordar cómo los líderes mundiales secuestraron recientemente la marcha en París en defensa de la libertad de expresión: al frente, en primera plana, salieron líderes mundiales sin estatura moral para considerarse campeones de la libertad de expresión, sino todo lo contrario. No es necesario ser un genio para darse cuenta de a quiénes benefician los lunáticos del Estado Islámico cada vez que degüella a un inocente. No beneficia a aquellos que luchamos por defender los valores occidentales de una sociedad libre y abierta, sino a aquellos que precisamente quieren revertir estos logros en beneficio propio, en beneficio de unos grupos minoritarios que siempre encuentran la forma de conseguir el apoyo de las mayorías, como bien nos muestra la historia. Son esos grupos que dicen luchar contra un enemigo al tiempo que van convirtiendo nuestras sociedades en algo muy parecido a lo que quieren instaurar esos mismos enemigos. Occidente, lo mejor de Occidente no va a desaparecer por aquellos lunáticos islamistas que le tienen asco a la vida propia y ajena y amor no declarado al cine de horror. No; si las virtudes de Occidente desaparecen será por acción colectiva de los propios occidentales. Será por un lento suicidio, que es la forma en que las civilizaciones siempre mueren.

Por otro lado no debemos olvidar que programas occidentales en marcha, como el de los drones, han matado a miles de personas, a veces familias enteras, y nunca se ha visto ningún titular escandalizado por semejante acto de barbarismo: ojos que no ven, corazones que no sienten. El terrorismo islámico es un peligro real; tan real como el peligro de que Occidente recaiga, como es su costumbre, en su propio barbarismo. ¿O el reciente holocausto alemán, los campos de concentración en muchos otros países, la desaparición forzada, el apartheid y el racismo de todo tipo, el ciego orgullo de ser especiales o elegidos por Dios para dominar el resto del mundo, las invasiones basadas en «errores de inteligencia» que luego dejan cientos de miles de muertos, todo eso y más, no son acaso prácticas bien occidentales?

Yo soy un fuerte defensor de ciertos valores occidentales, pero no de todos. Apoyo y defiendo los derechos humanos, la libertad de expresión, la libertad individual, las religiones y el laicismo, el derecho al cambio, etc. Pero me niego a sumarme a una mentalidad de fútbol según la cual una vez tomado partido por una de dos posiciones, arbitrarias y excluyentes, el pensamiento crítico deja lugar a la pasión del estadio, cuando no a la pasión del ciudadano convertido en un guerrero ciego pero útil.

  • PM: Tal vez algunas personas dirán que este mundo nos presenta unos problemas que no se pueden resolver. ¿Qué se puede hacer como individuo? O sea, ¿qué diría a sus estudiantes si le hicieran tal pregunta?

JM: Esa es una pregunta necesaria, sobre todo desde un punto de vista existencial. La respuesta de la Era Moderna era cambiarlo todo con una revolución radical. Mi lema es «piensa radical; actúa moderado». Ya expliqué por qué pienso que este es el mejor principio: como críticos, debemos cruzar todos los límites de lo políticamente correcto para acceder a la raíz de cada problema (eso significa radical); sin embargo, nunca podemos tener la certeza de que nuestros pensamientos no están equivocados en alguna parte, por lo cual cualquier acción radical podría resultar catastrófica. Por lo tanto, la acción por prueba y error, por experimentos sociales, es siempre preferible. Evolución en lugar de Revolución. Para eso necesitamos sociedades abiertas.

No obstante, tampoco podemos esperar estar en ninguna etapa histórica y social mejor de la que estamos para comenzar a cambiarnos a nosotros mismos, para vivir nuestras propias vidas y ayudar a unos pocos más. Muchas veces me abruma leer la gran prensa y ver tanta violencia en el mundo y tanta hipocresía en la narrativa de los culpables e inocentes. El diablo está en los detalles de la gran prensa mundial, que es el vocero del verdadero poder que gobierna los países: el dinero, está de más decir. Ahora, ¿qué hacer con todo eso, aparte de aportar un grano de arena a una posible concientización de lo que uno cree correcto? También es posible cambiar de perspectiva y ver que el mundo también está lleno de cosas buenas, de gente que te rodea y que te necesita. Eso también cuenta. Eso también vale.

  • PM: ¿Podría comentar sobre la violencia en sus obras de ficción? El lector entenderá que, por ejemplo, los protagonistas de Crisis experimentan la violencia por medio de sus viajes y sus condiciones de inmigrantes indocumentados. ¿Es la manifestación de la violencia en sus cuentos y novelas algo que requiere mucha reflexión de su parte, o es algo que parece fluir naturalmente debido a la índole de la historia que cuenta?

JM: La reflexión es una práctica más apropiada para el ensayo que para la ficción. En la ficción uno explora más las emociones (aunque a veces la narrativa esté contaminada de ideas), que es lo más profundo que tiene la existencia humana. En mis trabajos ensayísticos la violencia es central, precisamente porque la injusticia es su raíz. Nunca escribimos un artículo denunciando la violencia de un tigre, de un tornado o de un terremoto, al menos que haya un factor humano detrás, como es el caso del más reciente calentamiento global. Es, fundamentalmente, el factor moral el que nos mueve a escribir ensayos.

En el caso de la escritura de ficción, la exploración es mucho más amplia: está la moral, pero también la estética y la exploración de condiciones humanas que trascienden la moral, como pueden serlo los sueños, el miedo a la muerte, el amor, el odio, la esperanza, el sentimiento de culpa, etc. No obstante, al menos en mi caso, la exploración narrativa casi siempre incluye el factor de la violencia, sobre todo de la violencia moral, esa violencia que suele ser más sutil pero mucho más profunda y duradera que la violencia física. Hay un trabajo interesante sobre ese tema referido a la novela La reina de América, de Laurine Duneau, de Université d’Orléans.[1]

[1] La violencia moral en La reina de América de Jorge Majfud. Por Laurine Duneau. Université d’Orléans. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012.

Jorge Majfud es un escritor uruguayo radicado en Estados Unidos. Es profesor de español y estudios internacionales en Jacksnoville University, además de autor de novelas, cuentos y ensayos. Sus trabajos más recientes son: El pasado siempre vuelve (cuentos), Hermenéutica: Análisis crítico de once autores en su tiempo (ensayos) y Cine político latinoamericano (ensayos). Su novela más reciente es Crisis y la más conocida La reina de América. Sus ensayos se han publicados en varios periódicos y revistas del mundo hispanohablante. Ha colaborado con Noam Chomsky recientemente, en la edición y traducción de sus ensayos que se encuentran en el libro Ilusionistas.

With Patrick Moore: The Marketing of Violence

Canal-Literatura February 28, 2015, Interviews with Writers, Literary Zone: Jorge Majfud

Patrick Moore, Indiana University

«When the terrorist attack in Paris occurred, leaving a dozen dead, the whole world was sensitized by such an act of barbarism, which was unmitigated, and we emphatically condemned it. But let’s look at how leaders from around the world, of dubious moral authority, flew off to take a photo surrounded by people with the masterful opportunism that characterizes them. Almost simultaneously, in Nigeria, another self-proclaimed spokesman for God, Boko Haram, massacred a couple of thousand people. But this extreme violence didn’t provoke even a hundredth of the reaction that the attacks in Paris provoked. Because what happens in the center of the world is real, and the rest is magical realism. Our dead are real because they hurt.»

«Now, when we see that Le Pen’s far-right party has suddenly risen to the top of the political polls in France, you don’t have to be a genius to realize who benefits from all this terrorist violence and all the xenophobic rhetoric that follows. It would be enough to recall how world leaders recently hijacked the Paris march in defense of freedom of expression: at the forefront, on the front page, were world leaders without the moral stature to consider themselves champions of freedom of expression, but quite the opposite. You don’t have to be a genius to realize who benefits the lunatics of the Islamic State every time they slit the throats of an innocent person. It benefits not those of us who fight to defend Western values of a free and open society, but precisely those who want to reverse these achievements for their own benefit, for the benefit of minority groups who always find a way to gain the support of the majority, as history shows us. These are the groups that claim to be fighting an enemy while at the same time turning our societies into something very similar to what those same enemies want to establish. The West, the best of the West, is not going to disappear because of those Islamist lunatics who are disgusted with their own and other people’s lives and have an undeclared love of horror films. No; if the virtues of the West disappear, it will be due to the collective action of Westerners themselves. It will be through a slow suicide, which is how civilizations always die. On the other hand, we must not forget that Western programs, such as the drone program, have killed thousands of people, sometimes entire families, and there has never been a single headline scandalized by such an act of barbarism: out of sight, out of mind. Islamic terrorism is a real danger; as real as the danger that the West will relapse, as is its custom, into its own barbarism. Or the recent German Holocaust, the concentration camps in many other countries, forced disappearances, apartheid, and racism of all kinds, the blind pride in being special or chosen by God to dominate the rest of the world, invasions based on «intelligence errors» that then leave hundreds of thousands of dead. dead, all that and more, aren’t these very Western practices? I am a strong defender of certain Western values, but not all. I support and defend human rights, freedom of expression, individual liberty, religions and secularism, the right to change, etc. But I refuse to subscribe to a football mentality according to which, once you have taken one of two arbitrary and mutually exclusive positions, critical thinking gives way to the passion of the stadium, if not to the passion of the citizen who has become a blind but useful warrior.