Carpentier siempre estuvo preocupado –sino obsesionado- con la búsqueda de una identidad latinoamericana propia, es decir, más o menos definida en términos intelectuales. Fue una obsesión que sólo pudo experimentar un “europeo” en el exilio cultural, ya que no creo que nativos precolombinos tuvieran preocupaciones semejantes. Para ello, era necesario crear y poseer un “arte propio”, una forma de ser y de hacer propias que se definiesen en relación al otro –al europeo. La identidad podría ser el reflejo de la “conciencia de ser”, pero el “ser”, en si, está conformado por un par que se entrelaza más veces de las deseadas por el hombre racional: la conciencia y el profundo inconsciente. En ambos territorios latinoamericanos han prendido, desde hace mucho tiempo, las semillas africanas y europeas, para convivir, a veces de forma conflictiva, con lo autóctono. Sin embargo, así como la búsqueda absurda de la piedra filosofal llevó a logros insospechados, así como la búsqueda de Indias provocó el encuentro de un nuevo continente (en el termino mas amplio de la palabra), así también Carpentier logra iniciar y sintetizar un nuevo constructo imaginario que –real o virtual, nunca lo sabremos- se llamará “literatura latinoamericana”, “real-maravillo”, o como se prefiera.
Capitulo aparte merecería el talento narrativo y compositivo de Carpentier. Casi no hay párrafos débiles en El reino de este mundo, no hay explicaciones innecesarias. En literatura, como en mitología, algunas oscuridades son preferibles a las obviedades o a las redundancias. Y Carpentier sabe muy bien cómo administrar ese delicado equilibrio entre información y sugerencia, entre mito e historia, entre Eterno Retorno y progresión o culminación histórica. No es la línea o el ciclo; ambas son una: la línea es un pequeño trozo de un gran círculo.
Los hombres son de Wikipedia y las mujeres de Facebook
Por: Delia Rodríguez
A veces una sola cifra sirve para desatar la polémica. La última ha sido esta: sólo un 13% de los artículos de la Wikipedia han sido escritos por mujeres. La proporcionó The New York Times en un reportaje que ha hecho correr ríos de tinta porque resulta que en la fuente de conocimiento virtual en la que en teoría no debería existir ningún tipo de discriminación (escribe quien quiere y ni siquiera es necesario desvelar el sexo) la participación femenina es menor aún que en otros foros. Por ejemplo el OpEd Project la ha calculado en un 15% para las páginas de opinión de los principales diarios norteamericanos.
¿Significa una tasa tan baja que la enciclopedia (o sus enciclopedistas) son machistas?
Con creciente nerviosismo hacía figuras triangulares doblando el papelito donde decía 22-A. Trataba de pensar en las ventajas de la A o de la K sobre las letras intermedias. Estaba seguro que iba a pronunciar la palabra apenas se enfrentase con la mujer de la puerta H.
Esta certeza absurda lo había asustado tanto que sin mirar a ningún lado dio un paso y se salió de la fila. Fingió un malestar. Tomó su maleta y se dirigió al baño. Hizo varios movimientos sospechosos: tomó por un pasillo lleno de gente que se dirigía en dirección contraria; debió forcejear con diez o veinte personas que no advirtieron que alguien iba a contramano. Todos olían a perfume, a limpio. Los hombres llevaban trajes negros y azules. Hasta los homofóbicos llevaban medias y corbatas rosas, porque estaban de moda. Predominaban los perfumes dulces. Alguno, incluso, olía a sandía, pero sin el pegote que produce el azúcar de la sandía secada en la mano. Al menos cinco mujeres llevaban joyas auténticas, con predominancia del oro blanco. Todas se parecían. Todas debían ser hermosas, según los enormes anuncios de belleza de las vidrieras de los free shops. Labios carnosos de una boca que podría abrirse y tragar a una persona. Ojos gigantes de párpados sin arrugas.
Aunque había nacido allí, aunque había vivido cuarenta años allí, 22-A se sentía extranjero, o algo le llamaba la atención. Estaba perturbado por ofender la rigurosa rutina; ultimamente no había cumplido con los servicios habituales de los domingos; una reciente experiencia en la montaña —estuvo una semana sin conexión, alejado por un accidente climático de todos los índices que más ama— lo había mantenido bajo una leve pero sospechosa fiebre. Su nuevo estado se revelaba con enigmáticas freses, quizás pensamientos. “Un día para Dios —le decía a un amigo de la bolsa—; seis días para el Dinero”.
Tomó por otro pasillo sólo por salvarse de la corriente que lo arrastraba en un esfuerzo comprometedor. Aunque no sabía hacia dónde estaba la batería de baños que había usado media hora antes, caminó simulando seguridad. Después de varios cambios de dirección que debieron percibir las cámaras ocultas en oscuras esferas de navidad, dio con unos baños.
Entró en un gabinete arrastrando el carrito de su maleta y se forzó a orinar. Pero no tenía nada para hacer y temió que del ducto de aire lo estuviesen vigilando. Un agujero negro no revelaba la presencia de ningún ojo de vidrio. Ni su ausencia tampoco.
Los diálogos obscenos de los años sesenta que durante años fueron borrados por la rigurosa higiene moral en curso, comenzaban a regresar de una forma más digna. Con letras impresas de impecable color rojo, la empresa W quería recordarle al feliz orinante que el mundo estaba en peligro y necesitaba de su colaboración. Enfrente, en la puerta, otra leyenda prevenía al defecnate de turno de los engaños de toda forma de alivio y de la necesidad de una permanente alerta máxima.
Guardó el pene con pudor y salió, absurdamente nervioso. ¿Qué diría si alguien lo detenía y lo interrogaba? ¿Por qué estaba nervioso? Si no tuviese nada para ocultar no tendría motivos para esa palidez en el rostro, para ese sudor revelador en las manos.
Mientras se lavaba las manos pudo verlo. Esta vez sí, había una pequeña cámara. O fingía ser una cámara, no importa. Como esas semiesferas que cuelgan en las grandes tiendas. De diez, tal vez una tenga una cámara que vigila. Lo importante no es que exista o no, sino que nadie pueda afirmar con certeza si existe o no. Una especie de agnosticismo de la mirada ajena era el mejor freno a los instintos más bajos. Vigilancia que nadie podría acusar como violación de privacidad, porque todos aquellos eran lugares públicos, incluido el sector del baño donde la gente se lava las manos. Las cámaras (o la sospecha de las cámaras) estaban ahí para seguridad de la misma gente. De hecho nadie estaba en contra de este sistema, sino todo lo contrario. Habría que imaginar qué terrible sería si no existiesen esos puntos de control. Quienes de vez en cuando se atrevían a imaginarlo se horrorizaban o escribían voluminosas novelas que se vendían como pan caliente.
Por alguna razón, 22A comprendió que ir al baño y no poder orinar no podría ser nada extraordinario. Menos sospechoso. Esta idea lo calmó. Tocándose el estómago, luego la cabeza, tratando de pensar qué podía haberle hecho mal, salió de nuevo en dirección a la puerta H.
—El monstruo debe morir. ¿Qué opina usted?
—¿Cuál monstruo?
—¿Cuál más? Barbasucia.
—Oh, cierto, Barbasucia, el monstruo…
—Duda de que es un monstruo?
—¿Yo? No, no dudo. Es un monstruo.
—Entonces, ¿por qué pregunta cuál monstruo? ¿Estaba pensando en Barbavieja?
—Bueno, no. No precisamente.
—Qué otro monstruo podría merecer ser juzgado en un tribunal como el que juzgó a Barbasucia? ¿Puede explicárselo a la audiencia de Tú Noticias Show?
—Bueno, no sé…
—Pero duda.
—Sí, claro, dudo. Dudo firmemente.
—Increíble. ¿En quién está pensando?
—No puedo decirlo.
—¿Cómo que no puede? ¿No vivimos en un mundo libre, acaso?
—Yes, Sir. Vivimos en un mundo libre.
—Entonces diga lo que está pensando.
—No puedo.
—¿Acaso no es libre de decir que Barbasucia y Barbavieja son dos monstruos?
—Sí, señor, soy libre de decirlo y de repetirlo.
—¿Entonces?
—¿Soy libre de decir todo lo que pienso?
—Por supuesto. ¿Por qué lo duda?
—Cualquier cosa que diga podría ser usado en mi contra. Es mejor ser una buena persona.
—Claro, libertad y libertinaje no son lo mismo.
—Yes, Sir.
—¿Me va a decir lo que estaba pensando?
—Yes, sir.
—¿Estaba pensando que gracias a Dios los dictadores son juzgados por la justicia?
—Sí, señor. Siempre he pensado que todos los dictadores deberían ser juzgados. Me apena un poco que algunos se escapen siempre.
—Excelente. El problema es que no vivimos en un mundo perfecto. Pero sus palabras son muy valientes. Claro que semejante acto de rebeldía no hubiera sido posible bajo una dictadura monstruosa como la de Barbasucia o la de Barbavieja.
—Sí, señor.
—¿Se da cuenta que puede decirlo libremente?
—Sí, señor.
—¿Alguien lo está torturando para decir lo que no quiere decir?
—Señor, no señor.
—Comprende, entonces, el valor de la libertad?
—Sí, señor.
—Excelente. Volvemos a estudios y seguimos con Tú Noticias Show, donde Tú eres la estrella protagónica. ¿Me escucha Rene? ¿Aló me escuchan?
Pero no se puso en la fila que estaba esperando para ingresar. Quiso saber si estaba seguro de sí mismo. Por un instante se sintió mejor, ya no tenía los síntomas del pánico. Pero todavía no había alcanzado la certeza de que aunque lo obligaran, no iba a pronunciar la palabra. Sabía que bastaban fracciones de segundo para pronunciarla. Fracciones que habían sido fatales para mucha gente que, ignorantes del peligro, ignorantes de las consecuencias de sus actos, se habían atrevido a usarla en broma. Sabía del caso de un senador extranjero que había entrado en una tienda para comprar una pluma. Cuando pasó por la caja la empleada le preguntó qué era aquello. ¿Para qué diablos preguntó eso? ¿No sabía que una pluma se usa habitualmente para escribir? Aún si la pluma tenía otras funciones, por ejemplo sexuales o para servirse el pan en el desayuno, ¿qué le importaba a ella para qué quería ese objeto diminuto que se vendía en su propio negocio? Es decir, en el negocio de alguien que ella no conocía pero para el cual trabajaba día tras día bajo de aquellas luces que no permitían saber si era de día o de noche, como en los gallineros industrializados donde las buenas ponedoras no ven nunca la luz variable del sol.
Una pluma señorita. Eso debió responder el senador. Pero no, el muy torpe dijo la palabra, como si la ironía fuese reconocida por la ley. Qué tonto; la ironía sólo es reconocida por la inteligencia. Si aquello fuese aquello el senador no lo hubiese dicho. Lo dijo porque aquello no era aquello y decirlo debía ser gracioso, como cuando los surrealistas ponían en un museo una pipa y de título Esto no es una pipa.
El senador tuvo suerte porque era senador. Su país pagó una fortuna y lo dejaron libre después de varios días de cárcel. Un pobre diablo quién sabe qué. Un pobre diablo tiene que cuidarse mucho de no decir la mala palabra y, además, no parecer que está a punto de decirla.
Apenas llegó a este punto se dio cuenta que decirla era cuestión de una leve distracción. De una leve traición, de esas que un hombre o una mujer enferma suele ejercer contra su misma integridad física, arrojándose de un balcón sin razones o estampándole un beso a la mujer más puritana del continente, que al mismo tiempo es la jefa de quien depende el trabajo y la vida de un pobre diablo, un diablo enfermo.
Se puso de pié casi con rebeldía. Se puso de pié sin pensarlo. De repente se descubrió de pié, rodeado de gente que sin detener su marcha apurada lo miraba como si estuviese rayado. Comenzaba a parecer sospechoso, ahora ya no solo sospechoso para sí mismo sino para el resto de la gente. Se dio cuenta de que lejos de favorecerlo la prórroga y la meditación le estaban haciendo mal. En malas, en pésimas condiciones llegaría a la mujer de la puerta H. Se enfrentaría a la menos linda de todas las funcionarias y le diría la palabra. Cuanto más pensara más probabilidades tendría. ¿No había estado pensando en ir a la puerta H cuando de repente se vio a sí mismo parado, de un salto, al lado de su maleta gris y de las demás personas que lo veían pasar?
De repente, sin recordar los pasos anteriores, se encontró frente a la mujer de la puerta H que le preguntaba:
—¿Algo para declarar?
A lo que respondió con un silencio que sospechosamente se iba alargando.
La mujer de la puerta H lo miró y miró al guardia. El guardia se acercó sacando un transmisor de la cintura. Enseguida aparecieron dos más.
La mujer repitió la pregunta anterior.
—Algo para declarar?
—Paz —dijo.
Los guardias lo tomaron de los brazos. Sintió que unas pinzas hidráulicas le cortaban los músculos y finalmente le partían los huesos.
—Paz! —gritó esta vez— un poco de Paz, sí, eso es, Paz! ¡Paz, carajo! ¡Paz, la concha de tu madre!
Los guardias lo inmovilizaron con una dosis eléctrica de alto amperaje.
Fue acusado ante tribunales de atentar contra la seguridad pública y más tarde condenado por haber ocultado a tiempo la palabra con la palabra Paz, que también es peligrosa en estos tiempos especiales. La defensa apeló el fallo recurriendo a alteraciones psiquiátricas, producto de su traumática experiencia reciente en la montaña.
بقلق متزايد، كان يرسم أشكالاً مثلثة بثني الورقة الصغيرة التي كتب عليها 22-A. كان يحاول التفكير في مزايا الحرف A أو K على الحروف الوسطى. كان متأكداً من أنه سيقول الكلمة بمجرد أن يواجه المرأة عند الباب H.
هذه اليقين السخيف أخافه لدرجة أنه دون أن ينظر إلى أي مكان، خطا خطوة وخرج من الطابور. تظاهر بالمرض. أخذ حقيبته وتوجه إلى الحمام. قام بعدة حركات مشبوهة: سلك ممرًا مزدحمًا بالناس الذين يتجهون في الاتجاه المعاكس؛ واضطر إلى الصراع مع عشرة أو عشرين شخصًا لم يلاحظوا أن هناك شخصًا يسير في الاتجاه المعاكس. كان الجميع يفوح منهم رائحة العطر والنظافة. كان الرجال يرتدون بدلات سوداء وزرقاء. حتى المثليون كانوا يرتدون جوارب وربطات عنق وردية، لأنها كانت موضة. كانت العطور الحلوة هي السائدة. كان بعضها يفوح برائحة البطيخ، ولكن دون اللزوجة التي يسببها سكر البطيخ المجفف في اليد. كانت خمس نساء على الأقل يرتدين مجوهرات أصلية، مع غلبة الذهب الأبيض. كانت جميعهن متشابهات. كان من المفترض أن تكون جميعهن جميلات، وفقًا للإعلانات الضخمة عن الجمال في واجهات المتاجر الحرة. شفاه ممتلئة لفم يمكن أن يفتح ويبتلع شخصًا. عيون عملاقة بجفون خالية من التجاعيد.
على الرغم من أنه ولد هناك، وعلى الرغم من أنه عاش هناك أربعين عامًا، إلا أن 22-A كان يشعر بأنه غريب، أو أن هناك شيئًا ما يلفت انتباهه. كان منزعجًا من إخلاله بالروتين الصارم؛ ففي الآونة الأخيرة لم يقم بخدماته المعتادة أيام الأحد؛ وتجربة حديثة في الجبل —قضى أسبوعًا دون اتصال، بعيدًا عن كل المؤشرات التي يحبها بسبب حادث مناخي— أبقته تحت حمى خفيفة ولكنها مشبوهة. كان حالته الجديدة تتجلى في عبارات غامضة، ربما أفكار. ”يوم لله“، قال لصديق له في البورصة؛ ”ستة أيام للمال“.
اتخذ ممرًا آخر فقط لينجو من التيار الذي كان يجره في جهد محفوف بالمخاطر. على الرغم من أنه لم يكن يعرف أين توجد مجموعة الحمامات التي استخدمها قبل نصف ساعة، إلا أنه مشى متظاهرًا بالثقة. بعد عدة تغييرات في الاتجاه لا بد أن الكاميرات الخفية في كرات عيد الميلاد المظلمة قد التقطتها، عثر على الحمامات.
دخل إلى أحد المراحيض وهو يجر عربة حقيبته وأجبر نفسه على التبول. لكن لم يكن لديه ما يفعله وخشي أن يكونوا يراقبونه من خلال مجرى الهواء. لم يكشف ثقب أسود عن وجود أي عين زجاجية. ولا عن عدم وجودها أيضًا.
الحوارات الفاحشة في الستينيات، التي تم محوها لسنوات بسبب النظافة الأخلاقية الصارمة السائدة، بدأت تعود بشكل أكثر كرامة. بحروف مطبوعة باللون الأحمر النقي، أرادت شركة W أن تذكر المتبول السعيد بأن العالم في خطر ويحتاج إلى تعاونه. أمامه، على الباب، حذرت عبارة أخرى المتبول من خداع كل أشكال الراحة ومن ضرورة البقاء في حالة تأهب قصوى دائمة.
أخفى قضيبه بحياء وخرج، وهو يشعر بتوتر غير معقول. ماذا سيقول إذا أوقفه أحدهم واستجوبه؟ لماذا كان متوتراً؟ إذا لم يكن لديه ما يخفيه، فلن يكون هناك سبب لتلك الشحوب على وجهه، ولذلك العرق الكاشف على يديه.
بينما كان يغسل يديه، تمكن من رؤيتها. هذه المرة، كانت هناك كاميرا صغيرة. أو كانت تتظاهر بأنها كاميرا، لا يهم. مثل تلك الكرات نصف الكروية التي تتدلى في المتاجر الكبيرة. من بين عشرة، ربما تحتوي واحدة على كاميرا مراقبة. المهم ليس وجودها أو عدم وجودها، بل أن لا أحد يستطيع أن يؤكد بثقة ما إذا كانت موجودة أم لا. كان نوع من عدم اليقين بشأن نظرات الآخرين هو أفضل رادع للغرائز الدنيا. مراقبة لا يمكن لأحد أن يتهمها بانتهاك الخصوصية، لأن كل تلك الأماكن كانت أماكن عامة، بما في ذلك منطقة الحمام حيث يغسل الناس أيديهم. كانت الكاميرات (أو الشك في وجود الكاميرات) موجودة من أجل أمن الناس أنفسهم. في الواقع، لم يكن أحد يعارض هذا النظام، بل على العكس تمامًا. كان من الصعب تخيل مدى فظاعة الوضع لو لم تكن هناك نقاط مراقبة. أولئك الذين تجرأوا من حين لآخر على تخيل ذلك كانوا يشعرون بالرعب أو يكتبون روايات ضخمة كانت تباع كالخبز الساخن.
لسبب ما، أدرك 22A أن الذهاب إلى الحمام وعدم القدرة على التبول قد لا يكون أمراً غير عادي. أقل إثارة للريبة. هدأته هذه الفكرة. لمس بطنه، ثم رأسه، محاولاً التفكير في ما قد يكون أضر به، وخرج مرة أخرى متجهاً نحو الباب H.
—يجب أن يموت الوحش. ما رأيك؟
—أي وحش؟
—أي وحش آخر؟ بارباسويسيا.
—أوه، صحيح، بارباسويسيا، الوحش…
—هل تشك في أنه وحش؟
—أنا؟ لا، لا أشك. إنه وحش.
—إذن، لماذا تسأل أي وحش؟ هل كنت تفكر في باربافيجا؟
—حسنًا، لا. ليس بالضبط.
—أي وحش آخر يستحق أن يُحاكم في محكمة مثل تلك التي حاكمت بارباسوسيا؟ هل يمكنك أن تشرح ذلك لجمهور Tú Noticias Show؟
—حسناً، لا أعرف…
—لكنك تشك.
—نعم، بالطبع، أشك. أشك بشدة.
—لا يصدق. في من تفكر؟
—لا أستطيع أن أقول.
—كيف لا تستطيع؟ ألا نعيش في عالم حر؟
—نعم، سيدي. نحن نعيش في عالم حر.
—إذن قل ما تفكر فيه.
—لا أستطيع.
—ألا تحرر أن تقول إن بارباسوكيا وباربافيجا هما وحشان؟
—نعم، سيدي، أنا حر في أن أقول ذلك وأكرره.
—إذن؟
—هل أنا حر في قول كل ما أفكر فيه؟
—بالطبع. لماذا تشك في ذلك؟
—أي شيء أقوله يمكن أن يستخدم ضدي. من الأفضل أن أكون شخصًا صالحًا.
—بالطبع، الحرية والانحراف ليسا نفس الشيء.
—نعم، سيدي.
—هل ستخبرني بما كنت تفكر فيه؟
—نعم، سيدي.
—كنت أفكر أنه لحسن الحظ يتم محاكمة الديكتاتوريين أمام العدالة؟
—نعم، سيدي. لطالما اعتقدت أن جميع الديكتاتوريين يجب أن يحاكموا. يؤسفني قليلاً أن بعضهم يفلتون دائماً من العقاب.
—ممتاز. المشكلة هي أننا لا نعيش في عالم مثالي. لكن كلماتك شجاعة جداً. بالطبع، لم يكن مثل هذا العمل التمردي ممكنًا في ظل دكتاتورية وحشية مثل دكتاتورية بارباسوكيا أو باربافيجا.
—نعم، سيدي.
—هل تدرك أنه يمكنك قول ذلك بحرية؟
—نعم، سيدي.
—هل هناك من يعذبك لتقول ما لا تريد قوله؟
—لا، سيدي.
—هل تفهم إذن قيمة الحرية؟
—نعم، سيدي.
—ممتاز. نعود إلى الاستوديو ونواصل برنامج Tú Noticias Show، حيث أنت النجم الرئيسي. هل تسمعني يا رينيه؟ هل تسمعونني؟
لكنه لم يقف في الطابور الذي كان ينتظره للدخول. أراد أن يعرف ما إذا كان واثقاً من نفسه. للحظة شعر بتحسن، ولم يعد يعاني من أعراض الذعر. لكنه لم يصل بعد إلى اليقين بأنه حتى لو أُجبر على ذلك، فلن ينطق الكلمة. كان يعلم أن أجزاء من الثانية كافية لينطقها. أجزاء كانت قاتلة لكثير من الناس الذين، جاهلين بالخطر، جاهلين بعواقب أفعالهم، تجرأوا على استخدامها على سبيل المزاح. كان يعلم بحالة سيناتور أجنبي دخل متجرًا لشراء قلم. عندما مر على الكاشير، سألته الموظفة ما هو ذلك الشيء. لماذا سألت ذلك بحق الجحيم؟ ألم تكن تعلم أن القلم يستخدم عادة للكتابة؟ حتى لو كان للقلم وظائف أخرى، مثل الاستخدام الجنسي أو لتقديم الخبز في وجبة الإفطار، ما الذي يهمها في الغرض من هذا الشيء الصغير الذي تباعه في متجرها؟ أي في متجر شخص لا تعرفه ولكنها تعمل فيه يومًا بعد يوم تحت تلك الأضواء التي لا تسمح بمعرفة ما إذا كان النهار أو الليل، كما هو الحال في حظائر الدجاج الصناعية حيث لا ترى الدجاجات الجيدات أبدًا ضوء الشمس المتغير.
قلم يا آنسة. كان يجب أن يجيب السيناتور بذلك. ولكن لا، قال الكلمة الغبية، كما لو أن السخرية معترف بها قانونًا. يا له من أحمق؛ السخرية لا يعترف بها إلا الذكاء. لو كان ذلك ذلك لما قاله السناتور. قاله لأن ذلك لم يكن ذلك وكان من المفترض أن يكون قول ذلك مضحكاً، كما عندما وضع السرياليون غليوناً في متحف وعنونوه هذا ليس غليوناً.
كان السناتور محظوظاً لأنه كان سناتوراً. دفعت بلاده ثروة طائلة وأطلقوا سراحه بعد عدة أيام في السجن. مسكين، من يدري ماذا. على المسكين أن يحذر كثيراً من أن يقول الكلمة البذيئة، وأيضاً ألا يبدو أنه على وشك أن يقولها.
بمجرد وصوله إلى هذه النقطة، أدرك أن قولها كان مسألة إلهاء بسيط. خيانة بسيطة، من تلك التي يمارسها رجل أو امرأة مريضة ضد سلامتهما الجسدية، بالقفز من شرفة دون سبب أو بتقبيل المرأة الأكثر تحفظًا في القارة، والتي هي في الوقت نفسه رئيسة العمل والحياة لرجل مسكين، رجل مريض.
وقف على قدميه بتحدٍ تقريبًا. وقف على قدميه دون أن يفكر. فجأة وجد نفسه واقفًا، محاطًا بأشخاص ينظرون إليه وكأنه مجنون دون أن يتوقفوا عن مسيرتهم السريعة. بدأ يبدو مريبًا، ليس فقط بالنسبة لنفسه بل بالنسبة للآخرين أيضًا. أدرك أن التمديد والتأمل، بدلاً من أن يكونا في صالحه، كانا يضرانه. سيصل إلى المرأة عند الباب H في حالة سيئة، بل في حالة مزرية. سيواجه أقل الموظفات جمالاً ويقول لها الكلمة. كلما فكر أكثر، زادت فرصته. ألم يكن يفكر في الذهاب إلى البوابة H عندما وجد نفسه فجأة واقفاً، قافزاً، بجانب حقيبته الرمادية والأشخاص الآخرين الذين رأوه يمر؟
فجأة، دون أن يتذكر الخطوات السابقة، وجد نفسه أمام المرأة عند البوابة H التي سألته:
—هل لديك شيء تصرح به؟
فأجاب بصمت طويل بشكل مريب.
نظرت إليه المرأة عند البوابة H ثم نظرت إلى الحارس. اقترب الحارس وهو يخرج جهاز إرسال من حزامه. سرعان ما ظهر اثنان آخران.
كررت المرأة السؤال السابق.
”هل لديك ما تصرح به؟“
”السلام“ قال.
أمسكه الحراس من ذراعيه. شعر وكأن ملقطًا هيدروليكيًا يقطع عضلاته ويكسر عظامه في النهاية.
”سلام!“ صرخ هذه المرة، ”قليل من السلام، نعم، هذا هو، السلام! السلام، اللعنة! السلام، اللعنة عليك!“
أوقف الحراس حركته بجرعة كهربائية عالية الأمبير.
تم اتهامه أمام المحكمة بمخالفة الأمن العام، ثم أدين لاحقًا لإخفائه الكلمة بكلمة ”سلام“، التي تعتبر أيضًا خطيرة في هذه الأوقات الخاصة. استأنفت الدفاع الحكم باللجوء إلى الاضطرابات النفسية، الناتجة عن تجربته الصادمة الأخيرة في الجبل.
خورخي ماجفود، جامعة جورجيا، 2006
Слово
С нарастающим волнением он складывал бумажку, на которой было написано «22-A», в треугольные фигуры. Он пытался подумать о преимуществах буквы «A» или «K» перед промежуточными буквами. Он был уверен, что произнесет это слово, как только столкнется с женщиной у двери «H».
Эта абсурдная уверенность настолько испугала его, что, не глядя ни на кого, он сделал шаг и вышел из очереди. Он притворился, что ему плохо. Взял чемодан и направился в туалет. Сделал несколько подозрительных движений: пошел по коридору, полному людей, идущих в противоположном направлении; ему пришлось проталкиваться через десять или двадцать человек, которые не заметили, что кто-то идет в противоположном направлении. Все пахли духами, чистотой. Мужчины были одеты в черные и синие костюмы. Даже гомофобы носили розовые носки и галстуки, потому что это было модно. Преобладали сладкие духи. Некоторые даже пахли арбузом, но без липкости, которую оставляет на руках сахар из сушеного арбуза. По крайней мере пять женщин носили настоящие драгоценности, преимущественно из белого золота. Все они были похожи друг на друга. Все они должны были быть красивыми, судя по огромным рекламным плакатам в витринах магазинов беспошлинной торговли. Пухлые губы рта, который мог бы открыться и проглотить человека. Огромные глаза без морщин на веках.
Хотя он родился там, хотя прожил там сорок лет, 22-A чувствовал себя чужим, или что-то привлекало его внимание. Его беспокоило нарушение строгой рутины; в последнее время он не выполнял обычные воскресные обязанности; недавний опыт в горах — он пробыл неделю без связи, удаленный из-за погодного происшествия от всех индексов, которые он больше всего любит, — держал его в состоянии легкой, но подозрительной лихорадки. Его новое состояние проявлялось в загадочных фразах, возможно, мыслях. «Один день для Бога, — говорил он своему другу с биржи, — шесть дней для денег».
Он пошел по другому коридору, только чтобы спастись от потока, который увлекал его в компрометирующее усилие. Хотя он не знал, где находился туалет, которым он пользовался полчаса назад, он шел, делая вид, что уверен в себе. После нескольких изменений направления, которые, должно быть, зафиксировали скрытые камеры в темных рождественских шарах, он нашел туалеты.
Он вошел в кабинку, таща за собой чемодан на колесиках, и заставил себя помочиться. Но ему нечего было делать, и он боялся, что за ним наблюдают из вентиляционного канала. Черная дыра не выдавала присутствия каких-либо стеклянных глаз. Но и их отсутствие тоже.
Непристойные диалоги шестидесятых годов, которые в течение многих лет были стерты строгой моральной гигиеной, начали возвращаться в более достойной форме. Безупречным красным шрифтом компания W хотела напомнить счастливому мочащемуся, что мир в опасности и нуждается в его помощи. Напротив, на двери, другая надпись предупреждала деффектанта о ложности любой формы облегчения и о необходимости постоянной максимальной бдительности.
Он скромно спрятал пенис и вышел, бессмысленно нервничая. Что он скажет, если его остановят и допросят? Почему он нервничает? Если ему нечего скрывать, у него нет причин для такой бледности лица, для такого выдающего пота на руках.
Пока он мыл руки, он смог это увидеть. На этот раз да, там была маленькая камера. Или она притворялась камерой, неважно. Как те полусферы, которые висят в больших магазинах. Из десяти, может быть, одна имеет камеру наблюдения. Важно не то, есть она или нет, а то, что никто не может с уверенностью сказать, есть она или нет. Своего рода агностицизм постороннего взгляда был лучшим сдерживающим фактором для низменных инстинктов. Наблюдение, которое никто не мог бы обвинить в нарушении частной жизни, потому что все эти места были общественными, включая зону туалета, где люди моют руки. Камеры (или подозрение о наличии камер) были там для безопасности самих людей. На самом деле никто не был против этой системы, а наоборот. Можно только представить, как было бы ужасно, если бы этих контрольных точек не было. Те, кто время от времени осмеливался это представить, приходят в ужас или пишут объемные романы, которые расходятся как горячие пирожки.
По какой-то причине 22А понял, что пойти в туалет и не смочь помочиться не может быть чем-то необычным. Менее подозрительным. Эта мысль его успокоила. Потрогав живот, затем голову, пытаясь понять, что могло ему навредить, он снова вышел в направлении двери H.
—Чудовище должно умереть. Что вы об этом думаете?
—Какое чудовище?
— А какой еще? Бородач.
— Ах да, Бородач, монстр…
— Вы сомневаетесь, что он монстр?
— Я? Нет, не сомневаюсь. Он монстр.
— Тогда почему вы спрашиваете, какой монстр? Вы думали о Старухе?
— Ну, нет. Не совсем.
—Какое еще чудовище заслуживает суда, подобного тому, который был над Бородачом? Можете ли вы объяснить это зрителям Tú Noticias Show?
—Ну, я не знаю…
—Но вы сомневаетесь.
—Да, конечно, я сомневаюсь. Я твердо в этом уверен.
—Невероятно. О ком вы думаете?
—Я не могу сказать.
—Как это не можете? Разве мы не живем в свободном мире?
—Да, сэр. Мы живем в свободном мире.
—Тогда скажите, о чем вы думаете.
—Я не могу.
—Разве вы не свободны сказать, что Барбасусия и Барбавеха — два монстра?
—Да, сэр, я свободен сказать это и повторить.
—Тогда?
—Я свободен говорить все, что думаю?
—Конечно. Почему вы сомневаетесь?
—Все, что я скажу, может быть использовано против меня. Лучше быть хорошим человеком.
—Конечно, свобода и разврат — не одно и то же.
—Да, сэр.
—Вы скажете мне, о чем вы думали?
—Да, сэр.
—Я думал о том, что, слава Богу, диктаторы привлекаются к ответственности?
—Да, сэр. Я всегда считал, что все диктаторы должны быть привлечены к ответственности. Мне немного жаль, что некоторые из них всегда уходят от наказания.
—Отлично. Проблема в том, что мы не живем в идеальном мире. Но ваши слова очень смелые. Конечно, такой акт неповиновения был бы невозможен при чудовищной диктатуре, как диктатура Барбасучи или Барбавехи.
—Да, сэр.
—Вы понимаете, что можете говорить это свободно?
—Да, сэр.
—Кто-то пытает вас, чтобы вы сказали то, чего не хотите?
—Нет, сэр.
—Вы понимаете, значит, ценность свободы?
—Да, сэр.
—Отлично. Возвращаемся в студию и продолжаем Tú Noticias Show, где Tú — главная звезда. Ты меня слышишь, Рене? Алло, вы меня слышите?
Но он не встал в очередь, которая ждала, чтобы войти. Он хотел узнать, уверен ли он в себе. На мгновение он почувствовал себя лучше, симптомы паники исчезли. Но он все еще не был уверен, что даже если его заставили, он не произнес бы это слово. Он знал, что для его произнесения достаточно долей секунды. Долей, которые стали фатальными для многих людей, которые, не зная об опасности, не зная о последствиях своих действий, осмелились использовать его в шутку. Он знал о случае с иностранным сенатором, который зашел в магазин, чтобы купить ручку. Когда он подошел к кассе, продавщица спросила его, что это такое. Зачем, черт возьми, она спросила об этом? Разве она не знала, что ручка обычно используется для письма? Даже если у ручки были другие функции, например, сексуальные или для подачи хлеба на завтрак, какое ей дело, для чего ей нужен этот крошечный предмет, который продавался в ее собственном магазине? То есть в магазине человека, которого она не знала, но для которого работала день за днем под светом ламп, не позволяющих понять, день сейчас или ночь, как в промышленных курятниках, где хорошие несушки никогда не видят меняющегося света солнца.
Ручка, мисс. Так должен был ответить сенатор. Но нет, этот неуклюжий человек произнес это слово, как будто ирония признавалась законом. Какой глупец! Ирония признается только интеллектом. Если бы это было это, сенатор не сказал бы этого. Он сказал это, потому что это не было это, и сказать это должно было быть забавным, как когда сюрреалисты помещали в музей трубку с названием Это не трубка.
Сенатору повезло, потому что он был сенатором. Его страна заплатила целое состояние, и его освободили после нескольких дней тюрьмы. Бедный черт, кто знает что. Бедный черт должен очень осторожно следить за тем, чтобы не сказать плохое слово и, кроме того, не показать, что он собирается его сказать.
Как только он дошел до этого, он понял, что сказать это было делом легкого отвлечения. Легкого предательства, такого, которое больной мужчина или женщина обычно совершают против своей физической целостности, бросаясь с балкона без причины или целуя самую пуританскую женщину на континенте, которая в то же время является начальницей, от которой зависит работа и жизнь бедного черта, больного черта.
Он встал почти с бунтарством. Он встал, не задумываясь. Внезапно он обнаружил, что стоит, окруженный людьми, которые, не останавливаясь в своей спешке, смотрели на него, как на сумасшедшего. Он начинал казаться подозрительным, теперь уже не только для себя, но и для остальных людей. Он понял, что отсрочка и размышления не только не помогали ему, но и вредили. В плохом, в ужасном состоянии он подойдет к женщине у выхода H. Он столкнется с самой некрасивой из всех служащих и скажет ей слово. Чем больше он думал, тем больше у него было шансов. Разве он не думал о том, чтобы пойти к двери H, когда вдруг обнаружил, что стоит, вскочив, рядом со своим серым чемоданом и другими людьми, которые видели, как он проходит?
Внезапно, не помня предыдущих шагов, он оказался перед женщиной у двери H, которая спросила его:
—Есть что-то, что вы хотите заявить?
На что он ответил подозрительно затягивающимся молчанием.
Женщина у выхода H посмотрела на него, а затем на охранника. Охранник подошел, вынув из-за пояса передатчик. Сразу же появились еще двое.
Женщина повторила предыдущий вопрос.
—Есть что заявить?
—Мир, — сказал он.
Охранники схватили его за руки. Он почувствовал, как гидравлические клещи перерезают ему мышцы и, наконец, ломают кости.
«Мир!» — закричал он на этот раз. «Немного мира, да, вот именно, мира! Мир, черт возьми! Мир, мать твою!
Охранники обездвижили его с помощью высоковольтного электрического тока.
Он был обвинен в суде в покушении на общественную безопасность, а позже осужден за то, что вовремя скрыл слово словом «мир», которое в эти особые времена также является опасным. Защита обжаловала приговор, сославшись на психические расстройства, вызванные его недавним травматическим опытом в горах.
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