A principios de esta semana, estalló la violencia en el campus de UCLA cuando contramanifestantes pro-israelíes atacaron el pacífico campamento pro-palestino con fuegos artificiales, sillas, palos y aerosoles químicos.
El New York Times examinó más de 100 vídeos filmados por periodistas, testigos y manifestantes y descubrió que la violencia se prolongó durante casi cinco horas, mientras que la policía del campus se escondía principalmente en un edificio cercano. Tres horas después del tumulto, llegaron el Departamento de Policía de Los Ángeles y la Patrulla de Caminos de California y luego se quedaron a 300 pies de distancia durante más de una hora mientras la violencia continuaba.
De hecho, según el análisis del vídeo del NYTimes, “apenas cuatro minutos después de que llegaron los agentes, los contramanifestantes atacaron a un hombre que estaba a varios metros de los agentes”. El informe continúa:
“Veinte minutos después de que llega la policía, un vídeo muestra a un contramanifestante rociando una sustancia química hacia el campamento durante una pelea por una barricada de metal. Se puede ver a otro contramanifestante golpeando a alguien en la cabeza cerca del campamento después de balancear una tabla contra las barricadas. Quince minutos más tarde, mientras los que estaban en el campamento coreaban «Palestina libre, libre», los contramanifestantes organizaron una carrera hacia las barricadas. Durante la avalancha, un contramanifestante le quita una barricada de metal a una mujer y le grita: ‘No tienes ninguna posibilidad, anciana‘”.
Un estudiante de derecho entrevistado por The Guardian[2] después de describir lo que vio como una “batalla”, dijo que los combates “me recordaron al 6 de enero. Fue aterrador”.
Sin embargo, hasta el día de hoy, nadie ha sido arrestado por sus acciones esa noche, a pesar de que los rostros de muchos manifestantes violentos en los videos son claramente visibles. Sin rendición de cuentas, los contramanifestantes sabrán que pueden atacar con impunidad y la violencia en las universidades aumentará en todo el país.
Algunos manifestantes pro palestinos contra la guerra también han sido violentos y otros han utilizado una retórica que amenaza o acosa a los estudiantes pro israelíes. Y muchos de los manifestantes pacíficos han violado las leyes por desobediencia civil, estableciendo campamentos ilegales o incluso ocupando un piso de un edificio entero.
Es por eso que hasta ahora más de 2.100 personas han sido arrestadas en protestas pro-palestinas en las universidades, incluidos 200 estudiantes de UCLA arrestados el día después del motín nocturno.[3]
Ninguno de los arrestos de UCLA fue una continuación de la violencia de la noche anterior, todos esos contramanifestantes regresaron a casa libres: sin gases lacrimógenos, sin bridas, sin detenciones, nada. No, los arrestos de UCLA fueron de manifestantes pacíficos que practicaban la desobediencia civil pacífica en el césped del campus.
A nivel nacional, la gran mayoría de las protestas han sido pacíficas y no violentas, pero se han enfrentado a enfrentamientos con policías con equipo antidisturbios, que utilizan vehículos tácticos y artefactos explosivos para despejar campamentos de tiendas de campaña y edificios ocupados.
La injusticia de que cientos de manifestantes pacifistas contra la guerra sean arrestados mientras contramanifestantes violentos atacan campamentos durante horas, directamente frente a las autoridades y sin que nadie sea detenido, es peligrosa. Muy peligrosa. Es una invitación a los contramanifestantes a no tener miedo de escalar la violencia en todo el país.
Compiten por la Medalla al Ridículo Mayor y no se ponen de acuerdo.
El subcomisionado de la policía de Nueva York, Kaz Daughtry, dijo a Newsmax el viernes que las autoridades recuperaron un “libro sobre terrorismo” del Hamilton Hall de Columbia. Mostrando el libro a la cámara, dijo: “Hay alguien, ya sea que haya pagado o no, pero está radicalizando a nuestros estudiantes”. Daughtry sostenía un libro titulado “Terrorismo: una introducción muy breve”, escrito por el renombrado historiador británico Charles Townshend. «Hay alguien detrás de esto», dijo Daughtry, antes de decir que la policía estaba investigando al «cerebro detrás de escena». Esta no es la primera vez que hace tales afirmaciones, sugiriendo que una fuerza externa fue responsable de la “radicalización” de los manifestantes estudiantiles.
Una detallada investigación del NYT publicada el 3 de mayo («How Counterprotesters at U.C.L.A. Provoked Violence, Unchecked for Hours«) tuvo que concluir que la violencia en la UCLA no fue iniciada por las protestas propalestinas sino por grupos antiprotestas, “personas luciendo eslóganes pro Israel en sus vestimentas” y [______] que comenzaron a lanzar químicos, a golpear a los manifestantes con palos y a arrojarles bengalas de fuegos artificiales, lo que forzó al primer grupo a defenderse.
También concluyó que la policía tardó horas en llegar y, cuando llegó, no actuó de inmediato. Los atacantes anti palestinos aplaudieron la llegada de la policía mientras coreaban “¡U.S.A, U.S.A!”, informó el Times. “Enseguida, los atacantes comenzaron a golpear a un manifestante a pocos metros de la policía (…) sin que ésta se decidiera a actuar hasta las 2:50 AM”.
17 estudiantes pro palestinos fueron heridos y 200 fueron arrestados. El campamento fue desarmado por la policía.
Ningún atacante anti palestino fue detenido, como sí fueron detenidos quienes participaron en protestas pacíficas en todo el país, mientras políticos como el senador Tom Cotton repite la acusación sin base del embajador de Israel ante la ONU sobre que quienes protestan contra el [______] en Gaza son violentos partidarios de Hamás.
“Algunos contramanifestantes tocaron música a todo volumen, incluido el himno nacional de Israel, una canción infantil hebrea y “Harbu Darbu”, una canción israelí sobre la campaña de las Fuerzas de Defensa de Israel en Gaza” informó el New York Times.
Hay “pequeñas Gazas” en los capmus universitarios de Estados Unidos, acusó el senador Cotton («Algodón»). La realidad le está dando razón, pero por otras razones.
Pronto esto será ilegal en Estados Unidos, cuando el Senado ratifique la ley H. R. 6090 aprobada en la Cámara Baja el pasado miércoles. Así terminan los gritos de «Viva la libertad, carajo» de los libertarios: prohibiendo, persiguiendo y acosando a cualquiera que piense diferente.
De ahora en adelante, en la Mayor Democracia del Mundo Libre tendremos que ponernos más poéticos y abusar de las metáforas, como en tiempos de Nerón, quien fue mencionado con el número 666 (su nombre en el alfabeto hebreo) porque, aunque existía cierta libertad de expresión, ésta estaba prohibida cuando afectaba de forma efectiva al poder imperial de entonces.
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