La puerta de entrada está sucia

En una conferencia en la Casa Blanca, Trump anuncia el envío de los militares (le llaman Guardia Nacional) a Washington DC para combatir el crimen “que se ha salido de control”, pese a que ha bajado desde hace muchos años, con una sola excepción, 2022, con una anécdota personal:

“Mi padre siempre decía, hijo, si vas a un restaurante y la puerta está sucia, el resto está sucio también”.

Este es el tipo de sacrificio que hacía el heredero de la fortuna de los prostíbulos de Nueva York. La realidad es que cualquier “exitoso hombre de negocios” limpia la puerta de entrada más que la cocina. La comida está preparada para ser sabrosa, es decir, para ser vendida, no para que sea limpia o saludable. Lo primero que planean hacer para limpiar la puerta de la casa (la capital del país) es expulsar a los sintecho. Los pobres siempre afean el paisaje. Si algo no se le puede criticar es falta de consistencia em su insensibilidad humana, aquí y en cualquier otra parte del mundo.

Jorge Majfud, agosto 2025

https://youtube.com/watch?v=ZtVMoko3mSI

Las lágrimas de Lula

En una reunión en la casa de gobierno de Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva se emocionó hasta las lágrimas al informar que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Brasil volvió salir del Mapa del Hambre.

En la fábrica donde trabajaba de joven, recordó, “los compañeros siempre me ofrecían algo para comer. Yo decía que no tenía hambre, pero por dentro imaginaba mordiendo aquel sándwich. Me quedaba en silencio, con vergüenza de admitir que estaba con hambre, y volvía a trabajar”.

No soy propenso a promover o a conmoverme con las emociones de políticos en público. Por lo general no creo en sus lágrimas de telenovela mientras administran un imperio que masacra niños en algún rincón del mundo o matan de hambre a viejos jubilados en algún rincón de su propio país. También los psicópatas, incapaces de sentir empatía, aprenden a llorar y a fingir emociones profundas. Las lágrimas ante las cámaras de los periodistas suelen ser lágrimas de cocodrilo, cuando no de autocompasión. Las agencias publicitarias tienen toda una sección consagrada al género.

No es este el caso. A Lula le creo esas lágrimas y esa emoción, porque, como estudiante solo en Montevideo, también supe lo que es pasar cinco días sin comer y mentirle a mis compañeros que no tenía hambre.

Porque su sufrimiento de pobre es verdadero y verificable.

Porque, en los hechos, no en las meras promesas, Lula sacó a 30 millones de la pobreza a principios de siglo y ahora ha vuelo a sacar 20 millones otra vez, luego de sufrir un encarcelamiento que se probó fue una persecución política para evitar que fuese candidato a las elecciones de 2018.

Porque, con sus aciertos y errores, Lula no sólo ha demostrado ser la figura política más importante de la historia de Brasil en el último siglo sino también de América Latina.

Porque, bien o mal, Lula gobernó para el pueblo y no para la clase esclavista que siempre lo compra y lo secuestra todo, desde los capitales hasta los créditos por cualquier progreso científico, tecnológico, social, ético o moral. Esa clase esclavista que en Estados Unidos crearon las corporaciones que aún rigen el mundo y en Brasil dominaron la política del “café con leche”, primero, y del látigo financiero después.

Porque, con sus limitaciones, a Lula no le ha temblado la conciencia para condenar el genocidio más brutal de lo que va del siglo, negado por los mayores poderes mundiales, por la hipocresía de sus marionetas y por la cobardía, el miedo o el interés mezquino de no pocos de abajo.

Porque Lula es un ejemplo necesario que el mundo debe considerar cuando todos viven pendientes del ego de un millonario nacido millonario y sin emociones más allá de su propio narcisismo, de su sadismo social, de sus deseos sexuales y del poder ilimitado de los dueños del látigo.

Jorge Majfud, agosto 2025.

https://www.pagina12.com.ar/848670-las-lagrimas-de-lula

La justicia social para el fundador del liberalismo moderno

John Stuart Mill, el mayor filósofo y economista liberal del siglo XIX: sobre el liberalismo y la libertad individual, reflexiona sobre la justicia social, los impuestos, la libertad de los pobres, el mérito individual y el sentido social del individuo.

1. “La verdadera virtud de los seres humanos es la aptitud para vivir juntos como iguales”.

2. “Ya no esclavizados ni dependientes por la fuerza de la ley, la gran mayoría lo está por la pobreza; siguen encadenados a un lugar, a una ocupación y a la conformidad con la voluntad de un empleador y privados, por el accidente de nacimiento, tanto de los goces como de las ventajas mentales y morales que otros heredan sin esfuerzo e independientemente del mérito. Los pobres no se equivocan al creer que este es un mal igual a casi cualquiera de aquellos contra los que la humanidad ha luchado hasta ahora. ¿Es un mal necesario? Es lo dicen quienes no lo sienten, quienes han ganado los premios de la lotería de la vida. Pero también se decía que la esclavitud, el despotismo, todos los privilegios de la oligarquía eran necesarios”.

3. “Hemos tenido la moral de la sumisión, la moral de la caballerosidad y la generosidad; ha llegado la hora de la moral de la justicia. Siempre que, en épocas pasadas, se ha abordado la sociedad desde la igualdad, la justicia ha reivindicado sus derechos como fundamento de la virtud”.

4. “La recompensa, en lugar de ser proporcional al trabajo y la abstinencia del individuo, es casi inversamente proporcional: quienes menos reciben, más trabajan y más se abstienen”.

5. “La idea misma de justicia distributiva, o de cualquier proporcionalidad entre éxito y mérito, o entre éxito y esfuerzo, es en el estado actual de la sociedad tan manifiestamente quimérica que queda relegada al terreno de la fantasía”.

6. “La más poderosa de todas las circunstancias determinantes es el nacimiento”.

7. “La distinción entre ricos y pobres, tan poco relacionada como está con el mérito y el demérito, o incluso con el esfuerzo y la falta de esfuerzo individual, es obviamente injusta; tal característica no cabría en la más rudimentaria concepción de un estado social perfectamente justo”

8. “Puede considerarse irrevocablemente establecido que el destino de ningún miembro de la comunidad debe abandonarse al azar; que la sociedad puede y, por lo tanto, debe asegurar a cada individuo que la compone contra la extrema necesidad; que la condición, incluso de quienes no pueden encontrar su propio sustento, no tiene por qué ser de sufrimiento”.

9. “Por lo tanto, nuestro plan sería liberar por completo de impuestos directos a los ingresos más bajos, hasta el nivel que se considere suficiente para satisfacer las necesidades físicas de un ser humano que son independientes de los hábitos y las convenciones: protegerse del hambre y el frío, y prever la vejez y las eventualidades habituales de enfermedad u otra incapacidad laboral”.

10. “Una persona con un sentimiento social siquiera desarrollado no puede pensar en sus semejantes como rivales que luchan con él por la felicidad, y que debe desear ver derrotados en su objetivo para poder alcanzarlo”.

11. “La gran mayoría de nuestra población trabajadora no tiene representantes en el Parlamento, y no se puede decir que ocupe posición política alguna; mientras que la distribución de lo que podría llamarse dignidad social es más desigual en Inglaterra que en cualquier otro país civilizado de Europa”

12. No habría motivo de queja contra la sociedad si todos los que estuvieran dispuestos a realizar una parte justa del trabajo y abstinencia pudieran obtener una parte justa de los frutos. Pero ¿es esto cierto? ¿No es acaso lo contrario?

Textos y fuentes de las citas:

La recompensa, en lugar de ser proporcional al trabajo y la abstinencia del individuo, es casi inversamente proporcional: quienes menos reciben, más trabajan y más se abstienen. Incluso los pobres ociosos, imprudentes y maleducados, aquellos de quienes se dice con mayor razón que son culpables de su condición, a menudo realizan un trabajo mucho mayor y más arduo, no solo que quienes nacen con independencia económica, sino que casi cualquiera de los mejor remunerados que se ganan la vida; e incluso el autocontrol insuficiente que ejercen los pobres trabajadores les cuesta más sacrificio y esfuerzo que aquel que casi nunca se exige a los miembros más favorecidos de la sociedad.

La idea misma de justicia distributiva, o de cualquier proporcionalidad entre éxito y mérito, o entre éxito y esfuerzo, es en el estado actual de la sociedad tan manifiestamente quimérica que queda relegada al terreno de la fantasía. Es cierto que la suerte de los individuos no es enteramente independiente de su virtud e inteligencia; estas realmente influyen en su favor, pero mucho menos que muchas otras cosas en las que no hay mérito alguno.

La más poderosa de todas las circunstancias determinantes es el nacimiento. La gran mayoría es lo que nació para ser. Algunos nacen ricos sin trabajar, otros nacen en una posición en la que pueden enriquecerse mediante el trabajo, la gran mayoría nace para el trabajo duro y la pobreza durante toda la vida, y algunos para la indigencia. Después del nacimiento, la principal causa del éxito en la vida es la casualidad y la oportunidad. Cuando una persona que no nació para la riqueza logra adquirirla, podemos decir que su propia laboriosidad y destreza generalmente han contribuido al resultado. Pero la industria y la destreza no habrían sido suficientes a menos que hubiera existido también una competencia de oportunidades y posibilidades que solo recae en un pequeño número…

La conexión entre la fortuna y la conducta es principalmente esta: existe cierto grado de mala conducta, o más bien de ciertos tipos de mala conducta, que basta para arruinar cualquier cantidad de buena fortuna; pero lo contrario no es cierto: en la situación de la mayoría de las personas, no se puede contar con ningún grado de buena conducta para ascender en el mundo, sin la ayuda de accidentes afortunados.

La distinción entre ricos y pobres, tan poco relacionada como está con el mérito y el demérito, o incluso con el esfuerzo y la falta de esfuerzo individual, es obviamente injusta; tal característica no cabría en la más rudimentaria concepción de un estado social perfectamente justo; la actual distribución caprichosa de los medios de vida y disfrute solo podría defenderse como una imperfección admitida, aceptada como efecto de causas beneficiosas en otros aspectos… El socialismo, mientras ataque el individualismo existente, triunfará fácilmente; su debilidad hasta ahora reside en lo que propone sustituir.

(“Newman’s Political Economy”, CW V.444; véase también “Vindicación de la Revolución Francesa de febrero de 1848”, CW XX.351)

No hay injusticia en gravar a quienes no han adquirido lo que tienen con su propio esfuerzo, sino que lo han recibido gratuitamente; y no hay razones de justicia ni de política que impidan gravar las herencias enormemente cuantiosas con mayor rigor que las herencias menores… Yo lo haría en la medida de lo posible para imponerlo sin que se frustre. (“El Impuesto sobre la Renta y la Propiedad”,

CW V.491)

Puede considerarse irrevocablemente establecido que el destino de ningún miembro de la comunidad debe abandonarse al azar; que la sociedad puede y, por lo tanto, debe asegurar a cada individuo que la compone contra la extrema necesidad; que la condición, incluso de quienes no pueden encontrar su propio sustento, no tiene por qué ser de sufrimiento físico ni de temor a él, sino solo de indulgencia restringida y de una disciplina rígida e inflexible.

(PPE, CW II.360; véase Perksy [2016: 204-5])

El derecho de todos a la felicidad, según el moralista y el legislador, implica el mismo derecho a todos los medios para alcanzarla, salvo en la medida en que las condiciones inevitables de la vida humana y el interés general, que incluye el de cada individuo, limiten la máxima… Se considera que todas las personas tienen derecho a la igualdad de trato, salvo cuando alguna conveniencia social reconocida exija lo contrario. Y, por lo tanto, todas las desigualdades sociales que han dejado de considerarse convenientes asumen el carácter no de simple inconveniencia, sino de injusticia…

(Utilitarismo, CW X.257-8; primer énfasis añadido)

Por lo tanto, nuestro plan sería liberar por completo de impuestos directos a los ingresos más bajos, hasta el nivel que se considere suficiente para satisfacer las necesidades físicas de un ser humano que son independientes de los hábitos y las convenciones: protegerse del hambre y el frío, y prever la vejez y las eventualidades habituales de enfermedad u otra incapacidad laboral.

(“Errores y verdades sobre el impuesto predial”, CW XXIII.553)

En una asociación industrial cooperativa, ¿es justo que el talento o la habilidad den derecho a una remuneración superior? En el lado negativo de la cuestión, se argumenta que quien se esfuerza al máximo merece el mismo bien y, en justicia, no debería ser inferior sin culpa propia; que las habilidades superiores ya tienen ventajas más que suficientes… y que la sociedad está obligada, en justicia, a compensar a los menos favorecidos por esta desigualdad inmerecida de ventajas, en lugar de agravarla. En el lado contrario, se argumenta que la sociedad recibe más del trabajador más eficiente; que, al ser sus servicios más útiles, la sociedad le debe una mayor recompensa por ellos… que si solo recibe tanto como otros, solo se le puede exigir con justicia que produzca lo mismo y que dedique menos tiempo y esfuerzo, proporcional a su mayor eficiencia. ¿Quién decidirá entre estas apelaciones a principios de justicia contrapuestos?… Solo la utilidad social puede decidir la preferencia.

(Utilitarismo, CW X.254-5)

La proporción de la remuneración al trabajo realizado es realmente justa solo en la medida en que la mayor o menor cantidad de trabajo sea una cuestión de elección: cuando depende de la diferencia natural de fuerza o capacidad, este principio de remuneración es en sí mismo una injusticia: es dar a quienes tienen; asignar la mayor parte a quienes ya son más favorecidos por la naturaleza. Sin embargo, considerado como un compromiso con el carácter egoísta formado por el actual estándar de moralidad y fomentado por las instituciones sociales existentes, es sumamente conveniente; y hasta que la educación se haya regenerado por completo, tiene muchas más probabilidades de tener éxito inmediato que un intento por alcanzar un ideal superior.

(PPE, CW II.210)

Una persona con un sentimiento social siquiera desarrollado no puede pensar en sus semejantes como rivales que luchan con él por la felicidad, y que debe desear ver derrotados en su objetivo para poder alcanzarlo. La arraigada concepción que todo individuo tiene de sí mismo como ser social, incluso ahora, tiende a hacerle sentir que es una de sus necesidades naturales la armonía entre sus sentimientos y objetivos y los de sus semejantes.

(Utilitarismo, C.W. X.233)

El sentimiento de obligación, tal como existe actualmente, hacia diferentes individuos y clases dentro de una misma comunidad, es lamentablemente desigual. El bienestar y el sufrimiento de un hombre, en cuya previsión se basa todo sentido racional de obligación hacia él, cuentan, en general, infinitamente más que los de otro hombre de diferente rango o posición. La gran mayoría de nuestra población trabajadora no tiene representantes en el Parlamento, y no se puede decir que ocupe posición política alguna; mientras que la distribución de lo que podría llamarse dignidad social es más desigual en Inglaterra que en cualquier otro país civilizado de Europa.

(“Taylor’s Statesman”, CW XIX.637, en coautoría con George Grote).

Ya no esclavizados ni dependientes por la fuerza de la ley, la gran mayoría lo está por la pobreza; siguen encadenados a un lugar, a una ocupación y a la conformidad con la voluntad de un empleador, y privados, por el accidente de nacimiento, tanto de los goces como de las ventajas mentales y morales que otros heredan sin esfuerzo e independientemente del mérito. Los pobres no se equivocan al creer que este es un mal igual a casi cualquiera de aquellos contra los que la humanidad ha luchado hasta ahora. ¿Es un mal necesario? Se lo dicen quienes no lo sienten, quienes han ganado los premios de la lotería de la vida. Pero también se decía que la esclavitud, el despotismo, todos los privilegios de la oligarquía eran necesarios.

(Capítulos sobre el Socialismo, CW V.710; también PPE, CW II.383)

La verdadera virtud de los seres humanos es la aptitud para vivir juntos como iguales; no reclamar nada para sí mismos excepto lo que libremente conceden a todos los demás; considerar el mando de cualquier tipo como una necesidad excepcional y, en todos los casos, temporal; y preferir, siempre que sea posible, la compañía de aquellos con quienes el liderazgo y el seguimiento puedan ser alternados y recíprocos.

(CW XXI.294)

Ya en la vida moderna, y cada vez más a medida que esta mejora progresivamente, el mando y la obediencia se convierten en realidades excepcionales, la asociación igualitaria en la regla general… Hemos tenido la moral de la sumisión, la moral de la caballerosidad y la generosidad; ha llegado la hora de la moral de la justicia. Siempre que, en épocas pasadas, se ha abordado la sociedad desde la igualdad, la justicia ha reivindicado sus derechos como fundamento de la virtud.

(La sujeción de la mujer, CW XXI.293-4)

notas

jorge majfud, junio 2025

Rescatado del olvido. Entrevista de 2010

Conversación de Ismael Alonso con Jorge Majfud (2010)

“Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene… China será la principal economía de este siglo, pero el optimismo es engañoso también… Significa mucho para los miedos occidentales, para el fin de la ‘pax americana’, que muchas veces de pax ha tenido poco o nada. Significa el probable reemplazo de una democracia imperial, el estilo de la Atenas de Pericles, por un imperio espartano, como lo sería China si tuviese la hegemonía total. Yo creo que más que equilibrio estamos enfrentando una nueva escalada de tensiones edulcoradas con palabras, como las más recientes de Ben Bernanke en nuestra universidad, de que el desarrollo de los emergentes es bueno para los países desarrollados y viceversa. Suena amistoso, es verdad hasta cierto punto según los mercados, pero a la larga no es creíble… Estratégicamente veo una alianza de Estados Unidos con Europa, dos aéreas geográficas y culturales que todavía se ven como rivales, sobre todo por la puja del euro con el dólar. Pero Europa y Estados Unidos comparten algunos valores que se evidenciarán en el sentimiento de su población a medida que China comience a surgir más como una amenaza que como una oportunidad de negocios. Ya dijimos que todavía falta una crisis china, pero de cualquier forma se convertirá en uno de los mayores jugadores en el tablero internacional. Eso nadie ni nada lo va a evitar. Así que, por lo menos, yo veo un progresivo acercamiento entre Estados Unidos y Europa, sobre todo con Inglaterra. A nivel puramente estratégico, las alianzas serán entre el bloque anglosajón, incluyendo Canadá y Australia, con Japón e India”.

Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene

Por Ismael Alonso para ALAI

18/11/2010

IA: Sería repetido comenzar diciendo que el mundo ha cambiado de forma drástica en los últimos años. Pero considerando estos cambios, ¿cómo ve el devenir mundial en las próximas décadas?

JM: ¿Asumo que te refieres al aspecto económico, no?

IA: Sí.

JM: Claro. Hoy en día nadie habla de otra cosa que de economía y de producto bruto interno. Pero voy a tu pregunta. A fines del siglo pasado muchos pensábamos que el próximo siglo debía ser chino, ya que el gigante estaba despertando. Lo que no habían logrado los imperios europeos en el siglo XIX, ni Japón ni el maoísmo en el siglo XX, lo iba a lograr el capitalismo en el siglo XXI. Es cierto que el optimismo de que “el siglo XXI va a ser de América latina” también se había vuelto un lugar común entre aquellos que alertábamos del engaño del exitismo neoliberal de los noventa, su cercano fracaso y el arribo de la gran crisis del sistema de aquel momento. Publicamos mucho sobre eso…

IA: Resultó que estaban en lo cierto.

JM: Bueno, toda predicción es en parte engañosa y en parte verdad. No es solo que uno acierta y se equivoca cuando hace predicciones; también la realidad se equivoca con frecuencia.

IA: Pero es claro que el mundo está cambiando de una forma impensada.

JM: No hay duda de que China será la principal economía de este siglo, pero el optimismo es engañoso también. Tal vez porque soy por naturaleza contra o desconfiado, prefiero hablar de “exageraciones del momento”. Que China sea la mayor economía del mundo con una población de 1.300 millones no significa mucho para la mayoría de su población. Significa mucho para los miedos occidentales, para el fin de la “pax americana”, que muchas veces de “pax” ha tenido poco, muy poco o nada. Significa el probable reemplazo de una democracia imperial, el estilo de la Atenas de Pericles, por un imperio espartano, como lo sería China si tuviese la hegemonía total. Yo creo que más que equilibrio estamos enfrentando una nueva escalada de tensiones edulcoradas con palabras, como las más recientes de Ben Bernanke en nuestra universidad, de que el desarrollo de los emergentes es bueno para los países desarrollados y viceversa. Suena amistoso, es verdad hasta cierto punto según los mercados, pero a la larga no es creíble si el mundo sigue funcionando como ha funcionado en los últimos treinta mil años. Yo no soy tan optimista. Pero sería saludable que Estados Unidos pierda su hegemonía. Probablemente sería bueno para los norteamericanos y para el resto del mundo también. Además, qué más quieren que el altísimo nivel de vida que tienen aún en plena crisis.

IA: Hay otros países que van a liderar el mundo…

JM: Ojalá que ninguno. Hay demasiada fanfarria, un peligroso triunfalismo hoy en día, ¿no?

IA: ¿Qué es lo que tiene Estados Unidos para ofrecer al mundo hoy?

JM: El aspecto que define la actual ventaja estratégica de la cultura norteamericana es su poder de innovación. Siempre criticamos las carencias culturales de su clase media, pero hay que reconocerles una gran fortaleza en su cultura de innovación práctica. Desde los Franklin, los Edison, los Wright, los Bill Gates y los Steve Jobs, pasando por el malquerido Ford, las principales innovaciones que han dado forma a nuestro mundo posmoderno han pasado por allí. Inglaterra, Francia y Alemania dominaron el campo de las innovaciones en el siglo XIX, pero el siglo XX fue un siglo americano y aún hoy sigue en vanguardia en ese aspecto, nos guste o no. China ha derramado mares de dólares sobre sus universidades y aun se lamentan de no obtener resultados. Pienso que los resultados llegarán, pero todavía falta mucho en comparación a su omnipresente industria que cada día multiplica el consumo de basura barata en el mundo.

IA: Internet fue un invento americano.

JM: Claro, es la revolución más reciente. Pero casi toda la revolución digital, de la que se benefician hoy las economías emergentes, ha surgido en algún garaje o en el dormitorio de un estudiante de algún campus norteamericano. Internet, IBM, Microsoft, Yahoo, Google, Hewlett Packard, youtube, hasta las más envenenantes invenciones que tienen enfermo de narcivoyeurismo a medio mundo, como Facebook y Twitter pasando por proyectos menos lucrativos pero más innovadores y democráticos como Wikipedia, etc. La lista es más larga. ¿Nos fastidia a los de afuera o a los que estamos de paso reconocerlo? A muchos sí, pero eso no cambia la realidad. Hoy en día, con la inundación de capitales que el gobierno chino ha hecho en la educación no ha habido avances. En algunos planos ha habido retrocesos. A eso súmele que China, como Japón y gran parte de Europa, son países envejecidos o en un dramático proceso de envejecimiento. Estados Unidos e India son hoy en día las dos grandes potencias con reservas de juventud. Brasil estaría en un sitio intermedio. Y la demografía es esencial en cualquier futurismo. Fue fundamental en el boom norteamericano de mediados y fines del siglo XX y lo es en China e India hasta ahora, sobre todo en base a la revolución digital nacida de la cultura americana y en parte europea, que ha puesto una importante cuota de poder en manos de cada individuo en el rincón más remoto del planeta. China será la mayor potencia en términos globales solo gracias a ese “despertar virtual” de las masas.

IA: ¿Es el caso de Brasil?

JM: Si. Pero su economía todavía es muy pequeña en comparación a China y ni que hablar de Estados Unidos. Por otro lado, su educación, en pleno boom económico, ha decaído en términos relativos. Ya no me refiero a la innovación, sino a la educación tradicional. Imagino que eso tendrá a cambiar, pero por el momento es lo que hay. Muy poco, aunque todo el mundo repite lo contrario. Tal vez con los nuevos petrodólares haya más inversiones para la educación.

IA: ¿Pero es mejor el mundo de hoy?

JM: El Brasil de hoy es mejor porque ha sacado a millones de personas de la pobreza. Lo mismo India. Pero por otro lado estamos pagando el precio de la americanización de culturas no americanas. Hoy hasta los peces hablan de PIBs y todo el éxito gira en torno a esa simplificación de la existencia humana.

IA: ¿Podemos decir que el BRIC es el nuevo bloque desarrollado del mundo?

JM: Solo mientras sirva como propaganda y no surjan los inevitables conflictos de intereses. Además, una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene. Y en esto los BRICs tienen un camino de varias décadas por delante. La teoría de Deng Xiaoping (la trickle-down theory), base del milagro económico de China en los últimos treinta años, no se diferencia mucho de la de Ronald Reagan y Margaret Thatcher: los pobres se benefician cuando la riqueza desborda hacia los de abajo. Tiene razón Eduardo Galeano cuando dice que China hoy es la combinación de lo peor del comunismo y los peor del capitalismo. Luego debemos analizar más en profundidad qué entendemos por desarrollo. Dentro del marco actual, en el mejor de los casos desarrollo significa “sociedad de consumo y bienestar”. Desde un punto de vista más amplio, desarrollo para mí significa el avance de las libertades humanas, lo que, en el fondo, como lo entendía un marxista indio, Manabendra Roy, creo que en 1959, “freedom is real only as individual freedom”, es decir, al fin de cuentas la libertad es pura abstracción si no se traduce en libertad individual. Si el individuo no es libre cualquier otra libertad, por ejemplo la libertad de los pueblos, es una abstracción. Y una libertad que no sea concreta es como un perfume sin olor. Pero como toda libertad está siempre condicionada por factores externos e internos al individuo, sólo podemos aspirar a la mayor expansión de una “libertad relativa”. Relativa al medio, relativa a otro individuo, relativa a otra sociedad. Y esta libertad es el resultado de factores materiales, psicológicos y espirituales. Hoy en día no se habla de otra cosa que de la libertad material, en el mejor de los casos, ya que no es algo menor. En la mayoría de los casos es simplemente un desborde de testosterona, es decir, la libertad de vencer, de emerger, de sumergir, de sentirme superior al resto que deseo se hunda en términos relativos para satisfacer mi ego. Obviamente eso no es libertad ni para el vencedor. Eso es una perfecta prisión, una ilusión de nuestros tiempos, como la ilusión de estar comunicados por Facebook o alguna otra droga cultural que nos arrastra a la deshumanización en nombre de la libertad o la liberación.

IA: ¿Qué será de Europa y Estados Unidos cuando China domine la economía mundial en pocos años?

JM: Por muchas décadas Estados Unidos seguirá siendo una de las mayores potencias mundiales y por mucho más una de las naciones más desarrolladas en términos económicos. Estratégicamente veo una alianza de Estados Unidos con Europa, dos aéreas geográficas y culturales que todavía se ven como rivales, sobre todo por la puja del euro con el dólar. Pero Europa y Estados unidos comparten algunos valores que se evidenciarán en el sentimiento de su población a medida que China comience a surgir más como una amenaza que como una oportunidad de negocios. Ya dijimos que todavía falta una crisis china, pero de cualquier forma se convertirá en uno de los mayores jugadores en el tablero internacional. Eso nadie ni nada lo va a evitar. Así que, por lo menos, yo veo un progresivo acercamiento entre Estados Unidos y Europa, sobre todo con Inglaterra. A nivel puramente estratégico, las alianzas serán entre el bloque anglosajón, incluyendo Canadá y Australia, con Japón e India. Pero, claro, siempre hay que tener en cuenta que cada vez que el mundo llega a un consenso sobre el futuro de algo, un día el presente se encarga de mostrar lo contrario. No hay sorpresas en la historia pero el futro está lleno de imprevistos. Y los imprevistos sobre todo son importantes porque son imprevistos.

Ismael Alonso

Escritor

México, DF.

https://www.alainet.org/es/articulo/145576?language=en

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