Polvo negro. Adicción blanca

Los Acuerdos de Paz del adicto hombre blanco

El 29 de setiembre de 2025, el New York Times informó sobre la reunión en la Casa Blanca entre el presidente Trump y el primer ministro de Israel Netanyahu. Su titular de portada fue: “Trump y Netanyahu le dicen a Hamas que acepte su plan de paz, o de lo contrario…” El subtítulo aclaró esos puntos suspensivos: “El presidente Trump afirmó que Israel tendría luz verde para ‘completar la misión’ si Hamas se negaba a aceptar el acuerdo de cese de hostilidades”.

Cese de hostilidades…No es que la historia rime. Se repite. Desde el siglo XV, todos los acuerdos firmados por los imperios europeos fueron a punta de cañón y sistemáticamente ignorados cuando dejaron de servirles o cuando lograron avanzar sus líneas de fuego. Destrucción y despojo sazonado con alguna buena causa: la civilización, la libertad, la democracia y el derecho del invasor a defenderse.

Fue, por siglos, la repetida historia de la diplomacia entre los pueblos indígenas y los colonos blancos, para nada diferente al más reciente caso del “Acuerdo de paz”, propuesto e impuesto bajo amenaza por Washington y Tel Aviv sobre Palestina. La misma historia de la violación de todos los tratados de paz con las naciones nativas de este y del otro lado de los Apalaches, antes y después de 1776. Luego, lo que los historiadores llaman “Compra de Luisiana” (1803), no fue una compra sino un brutal despojo de las naciones indígenas que eran los dueños ancestrales de ese territorio, tan grande como todo el naciente país anglo en América. Ningún indígena fue invitado a la mesa de negociaciones en París, un lugar alejado de los despojados. Cuando alguno de estos acuerdos incluyó a algún “representante” de los pueblos agredidos, como fue el caso del despojo cheroqui de 1835, fue un representante falso, un Guaidó inventado por los colonos blancos.

Lo mismo ocurrió con el traspaso de las últimas colonias españolas (Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam) a Estados Unidos. Mientras cientos de siouxs teñían de rojo las nieves de Dakota por reclamar el pago según el tratado que los obligó a vender sus tierras, en París se firmaba un nuevo acuerdo de paz sobre los pueblos tropicales. Ningún representante de los despojados fue invitado a negociar el acuerdo que hizo posible su liberación.

Para Teo Roosevelt, “la guerra más justa de todas es la guerra contra los salvajes (…) los únicos indios buenos son los indios muertos”.  Más al sur: “los negros son una raza estúpida”, escribió y publicó. Según Roosevelt, la democracia había sido inventada para beneficio de la raza blanca, única capaz de civilización y belleza.

Durante estos años, la etnia anglosajona necesitaba una justificación a su brutalidad y a su costumbre de robar y lavar sus crímenes con acuerdos de paz impuestos por la fuerza. Como en la segunda mitad del siglo XIX el paradigma epistemológico de las ciencias había reemplazado a la religión, esa justificación fue la superioridad racial.

Europa tenía subyugada a la mayoría del mundo por su fanatismo y por su adicción a la pólvora. Las teorías sobre la superioridad del hombre blanco iban de la mano de su victimización: los negros, marrones, rojos y amarillos se aprovechaban de su generosidad, mientras amenazaban a la minoría de la raza superior con un reemplazo de la mayoría de las razas inferiores. ¿Suena actual?

Como esas teorías biologicistas no estaban suficientemente fundadas, se recurrió a la historia. A finales del siglo XIX pulularon en Europa teorías lingüísticas y luego antropológicas sobre el origen puro de la raza noble (aria, Irán), la raza blanca, proveniente de los vedas hindúes. Estas historias, arrastradas de los pelos, y los símbolos hindúes como la esvástica nazi y lo que hoy se conoce como la estrella de David (usada por diferentes culturas siglos antes, pero originarios de India) se popularizaron como símbolos raciales en la letra impresa.

No por casualidad, es en este momento en que las teorías supremacistas y el sionismo se fundan y se articulan en sus conceptos históricos, en la Europa blanca, racista e imperialista del norte. El mismo fundador del sionismo, Theodor Herzl, entendía que los judíos pertenecían a la superior “raza aria”.

Hasta la Segunda Guerra Mundial, estos supremacismos convivieron con ciertas fricciones, pero no las suficientes como para que les impida formar acuerdos, como el Acuerdo Haavara entre nazis y sionistas que, por años, trasladó decenas de miles de judíos blancos (de “buen material genético”) a Palestina. Los primeros anti sionistas no fueron los palestinos que los recibieron, sino los judíos europeos que resistieron el Acuerdo de limpieza étnica. Al mismo tiempo que se colonizó y despojó a los palestinos de sus tierras, se colonizó y despojó al judaísmo de su tradición.

Cuando los soviéticos arrasaron con los nazis de Hitler, ser supremacista pasó a ser una vergüenza. De repente, Winston Churchill y los millonarios estadounidenses dejaron de presumir de ser nazis. Antes, la declaración Balfour-Rothschild de 1917 fue un acuerdo entre blancos para dividir y ocupar un territorio de “razas inferiores”. Como dijo el racista y genocida Churchill, por entonces ministro de Guerra: “Estoy totalmente a favor de utilizar gases venenosos contra las tribus no civilizadas”.

Pero la brutal irracionalidad de la Segunda Guerra también liquidó la Era Moderna, basada en los paradigmas de la razón y el progreso. Las ciencias y el pensamiento crítico dejaron paso a la irracionalidad del consumismo y de las religiones.

Es así como los sionistas de hoy ya no insisten en la ONU y en la casa Blanca sobre su superioridad racial de arios sino en los derechos especiales de ser los semitas elegidos de Dios. Netanyahu y sus escuderos evangélicos citan mil veces la sacralidad bíblica de Israel, como si él y el rey David fuesen la misma persona y aquel pueblo semita de piel oscura de hace tres mil años fuesen los mismos jázaros del Cáucaso que en la Europa de la Edad Media adoptaron el judaísmo.

El acuerdo de Washington entre Trump y Netanyahu para que sea aceptado por los palestinos es ilegítimo desde el comienzo. No importa cuántas veces se repita la palabra paz, como no importa cuántas veces se repite la palabra amor mientras se viola a una mujer. Será por siemrpe una violación, como lo es la ocupación y el apartheid de Israel sobre Palestina.

El martes 30 de setiembre, el Ministro de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, reunió a sus generales y citó a George Washington: “Quien anhela la paz debe prepararse para la guerra”, no porque Washington “quiera la guerra, sino porque ama la paz”. El presidente Trump remató: sería un insulto para Estados Unidos que no le otorgasen el Premio Nobel de la Paz.

En 1933, en su Discurso en el Reichstag, el candidato al Nobel de la Paz, Adolf Hitler, declaró que Alemania solo anhelaba la paz. Tres años después, luego de militarizar Renania, insistió que Alemania era una nación pacifista que buscaba su seguridad.

Aunque el nuevo acuerdo entre Washington y Tel Aviv sea aceptado por Hamas (una de las creaturas de Netanyahu), tarde o temprano será violado por Tel Aviv. Porque para la raza superior, para los pueblos elegidos, no existen acuerdos con seres inferiores sino estrategias de saqueo y aniquilación. Estrategias de demonización del esclavo, del colonizado, y de victimización del pobre hombre blanco, ese adicto a la pólvora―ahora polvo blanco.

Jorge Majfud, setiembre 2025.

Os Acordos de Paz do Viciado em Homem Branco 5 octubre, 2025

Los estudiantes estaban del lado correcto de la historia una vez más

Las primeras manifestaciones masivas de estudiantes contra el genocidio en Gaza fueron en Columbia y luego en California University y otros campuses de noviembre de 2023 a julio de 2024.

Para mayo 2024 ya se había desatado una oleada de violencia policial y de leyes represivas contra la libertad de expresión.

Como ayer en la ONU, los perpetuadores del genocidio, sus escuderos y bufones acusaron a los estudiantes múltiples veces de estar dirigidos por “grupos de afuera de las universidades”. Cuando se descubrió que los provocadores que fueron a dar palo eran los únicos de afuera se dejó de hablar, pero cientos de estudiantes fueron detenidos y golpeados por la misma policía.

En algunas universidades estas protestas lograron, como en los 80s contra el Apartheid de Sud África, que se desinvirtiera en las industrias de la guerra.
Hoy, el fascismo y la represión interna en EEUU ha avanzado a gran velocidad.

Pero todo acaba un día.

Jorge Majfud

Cualqueir cosa menos algo bueno

Periodistas amigos me han estado inisitendo por privado y voy a mencionar aquí una parte de la ecuación.

Existen varios indicios preocupantes. El que más es tomado como broma por el Pentágono es el «Pizza Index» (un aumento de las órdenes en las pizzerías cercanas al Pentágono predice un conflicto bélico). Por ejemplo, estas ventas se dispararon antes de los dos conflictos con Irán (2004 y 2025).

A principios de este mes se ha vuelto a disparar. Personalmente lo considero un indicador más, no el más fuerte, pero para nada despreciable, dado su récord histórico. El Pentágono sabe de este Índice y muy probablemente juegue a la distracción o, incluso, a crear tensión pro alguna razón geopolítica.

Sin embargo, a lo largo de la semana pasada tuvimos claras señales de alerta referidas a viajes de generales. La semana próxima se producirá una importante reunión en el Pentágono que el gobierno no ha querido explicar.

Quienes me han preguntado si se trata de Venezuela, bueno, esa es una posibilidad. Sin embargo, no tiene mucho sentido llamar a generales de otros continentes para eso. Claro que eso de «tener sentido» está dicho por alguien que no tiene todos los datos que, obviamente, son ultrasecretos.

También ese mega plan podría cancelarse por alguna razón (ha pasado antes debido a disidencia tácticas internas) y luego se dirá que algunos sufrimos de paranoia.

Recordemos que la Tercera Guerra Mundial no se produjo por el voto negativo de uno de los tres comandantes de un submarino atómico soviético en el Atlántico Norte.

jorge majfud, set 2025

Sólo por casualidad

Vaya casualidad que por enésima vez Milei repite las mismas frases que salen de Washington y Tel Aviv de forma simultánea, como aquello de “En Gaza no hay inocentes”, etc.

Esta semana tuvimos “La cultura hebrea es la base de la moral y de la civilización occidental” (idea absurda que ignora el 99 por ciento de la historia global para crear esa ficción a la carté llamada “Occidente”), repetida de forma simultánea en destientos podios de distintos continentes. Todos podios de la extrema derecha, está de más decir.

No es que sean las mismas ideas. Son las mismas palabras y, por si fuese poco, están siemrpe cronometradas.

En Argentina, lo leyó Milei (Milei siempre lee sus discursos) y en Tel Aviv, salió de boca del embajador estadounidense Mike Huckabee, esta vez en un acto adulatorio a Netanyahu.

El patrón se repite año tras año de forma descarada. Claro, confían en el Amén interminable de sus esclavos privilegiados.

La misma vestimenta, los mismos colores, los mismos clichés–píldoras fáciles de consumir.

Los mismos crímenes.

Tal vez sea hora de fundar una religión basada en El Quijote. Además, dejaríamos de pagar impuestos, que no es poca cosa, sobre todo considerando que sirven para proteger a los ricos y para financiar guerras. Sería una religión irracional, como cualquier otra, pero al menos estaría llena de humanismo, solidaridad y compasión por los humanos. Claro, eso mientras no surja un idiota fanático, privatizador de la verdad, con su propia interpretación para justificar otras masacres.

Jorge Majfud, Setiembre 2025

October 8, 2023. The Day After. Interview

October 8, 2023. The Day After. Interview

(This is an automatic transcription of a radio interview, so it may contain some errors.)

Nora Veiras: Well, we are in contact with the journalist, essayist, and university professor Jorge Majfud, who lives in the United States, and to analyze a bit the situation that erupted following the attack by the Hamas Group on Israeli territory, the Israeli response beginning with the declaration of war and the bombings that have now been ordered across the entire Gaza Strip. Good afternoon, Jorge, Nora Veiras here, how are you?

Jorge Majfud: Good afternoon, Nora, very well here. Well, Jorge, how do you see this escalation of the conflict in the Middle East, this surprise on Israel’s part, which evidently did not expect an attack of this nature, and the reaction to this from the State of Israel itself and its allies around the world? Well, a personal reading is that it is the only new thing in this whole long 75-year conflict is that attack, quite―so to speak―effectively coordinated, which has cost hundreds of lives on both sides; that’s the only new thing. Now, we can think, or we can see, if we compare it to 9/11, that for me it is very difficult to believe that the most militarized, most heavily monitored, the most brutal border in the world, would be breached in that way, not only by rockets, but that it was directly penetrated almost in a relatively easy way. For me, that Mossad didn’t know about it is the same as being told that the CIA didn’t know about 9/11, about the Twin Towers; it’s the same thing. Now, we can also speculate that it has the same motivations and consequences also. In fact, the motivation, according to the 2007 WikiLeaks, had already been put forward by the Israeli side, that they wanted Hamas to take control of the Gaza Strip government, and they stated that directly in an e-mail, saying that it was a way to be able to declare war on Gaza as a hostile entity. That is, that’s the only new thing we see in a very, very long one, which we have already seen decades ago in the same story, and I, who also walked around there in the 90s on foot, from one side to the other, see that it’s getting worse and worse. And who is benefiting from this? Well, the same ones as always, those who make a lot of money or who have other interests based on these kinds of international conflicts.

Nora Veiras: Now, specifically, several things regarding what you’re saying. On the one hand, the far right―the coalition that, let’s say, supports Netanyahu in Israel―had been undermined by massive mobilizations against the policies it pursues, and even by the very corruption allegations against Netanyahu. And in that context, this attack obviously ends up rallying the population, it seems to me, in defense of the State, in the face of such a brutal external attack, and the brutal reaction that the State of Israel is also carrying out, right?

Jorge Majfud: Yes, international conflicts are a fantastic rallying force. They raise hatred, raise fears, and we’ve already seen that for centuries. Recent wars too, from the Iraq war to the one in Ukraine. That brings an entire population together on one side and the other, and that is very convenient For those leaders who, as in Netanyahu’s case, were being strongly challenged from a legal point of view and from a political point of view, because of the political changes they had enacted that had taken place, which were resisted by, as you said, massive popular mobilizations. And they still are, of course, but war generally silences those voices and strengthens the leader. And how do you imagine the conflict evolved? Because now we are at the stage, I think at the climax of this reaction, and now also the threat from the same groups in Gaza, threatening to escalate Hamas’s offensive if the bombings against the Gaza Strip continue. There are cards to play there, on both sides. Israel is besieged in Gaza, well, it has always lived under siege, but in In the past few hours, the electricity―everything has been cut off. In many places, when there is conflict, the population flees. Israelis have been fleeing to the airport. In the case of the Palestinians of Gaza, they have also been fleeing, but to nowhere, because they cannot go to any other place. Other factors are the kidnapped, or the prisoners held by Hamas, who number around 150 or 180, and who may also be, or are going to be taken as bargaining chips, and will probably execute some, or who knows―they are also being bombed by Israel; civilian buildings continue dying and are going to keep dying. Now, what I see is that there are two, if we look at possible future changes, we have to consider two major poles. One pole consists of those who, for some, as for motive, are interested in international conflict. Generally, it’s a power elite, whether economic, military, or whatever, on one side or the other. And the other side is, what do the populations think, especially the populations of those superpower countries. And if we take a look at the United States, for example, we see that the Jewish population of the United States has always been predominantly Democratic, but not the most affluent, obviously. We are talking about the middle class and below. It has always been Democratic. And the general population of the United States, as of a year or two ago, has leaned, in my opinion–I’m talking about Democrats–more in favor of the Palestinians than of the Israelis. Now, if we look at what American Jews think, 58% of American Jews support restrictions on U.S. military aid because they consider that this serves to expand settlements in the West Bank. A third of them is in agreement in saying that Israel is a racist state… And 25 percent consider it an apartheid. That’s how Miriam Bregman put it in yesterday’s debate. She summed it up, I found it quite fitting, because it always seems you have to make it hurt for one side and not the other, and there is a need to explain that we are all against it, decent people, that any innocent death is regrettable, but it seems you have to explain it. And she puts it into a sentence; I have the sentence here, she says, ‘we feel pain for the victims who occur in a conflict,’ very well summed up, there’s no need to explain it. Moreover, it is obvious ‘that they are based on the State of Israel’s policies of occupation and apartheid against the Palestinian people.’ Period. They summed it up perfectly in a single sentence. And I already think that they have some authority to say these things. And many others, even American journalists, sorry, Israeli journalists, who have very bravely criticized the policies. It is not a question of Jews or non-Jews, of antisemites or non-antisemites, which is sometimes mixed into the issue, but fundamentally, one must not forget that there is a strong Israeli policy that is not Judaism, it is not the population of Israel, although many support it; it is a clear policy. And the press simplifies by saying that it is Israel against Hamas. The Palestinian cause does not exist for the mainstream press global. When it’s the war between Russia and Ukraine, it’s all of Ukraine against Russia. It’s not a group within Ukraine that’s in conflict; it’s not NATO, rather, it’s an entire people. That is, the language of the headlines themselves simplifies and dehumanizes terribly. That is, that they are the children who for decades have been dying in the West Bank and in Gaza; they are Palestinians for a Palestinian cause, for a Palestinian reason, and the word Palestinian practically doesn’t appear. It’s simply terrorist groups terrorists. It’s dehumanization that has a long history.

Nora Veiras: We are speaking with Jorge Majfud, writer, journalist, essayist, a Uruguayan based in the United States, a professor in the United States. Now, Jorge, you say, well, this is a conflict that has had terrible episodes, cyclically, for 75 years. In this case, it lays bare the violation, the vulnerability, or, well, the suspicion regarding that vulnerability that terrorist groups directly entered and committed massacres on Israeli territory. Now, faced with this climax in the situation, Israel’s response is, obviously, to declare war with the same logic they had been following. Do you think there could be any opening for dialogue, or is this a crescendo and we have to see what Iran does and where the weapons that Hamas had at its disposal came from, and the weapons the United States sends, and the triangulation of weapons that occurs through trafficking via the arms that reach Ukraine? Is the complexity you see someone who can try to steer a negotiation out of this crescendo?  

Jorge Majfud: I think the big players, the leaders of the great powers should have the primary responsibility. And as for the weapons, of course, and if the Palestinians don’t have an army, then everything they do in self-defense will be considered terrorism and illegal. Although the UN, in the 1982 resolution, recognizes that every people has the right to use even armed violence when it is under oppression or for racial reasons, etc. That is to say, it is a right and it is recognized by the UN, but what is the negotiation here? We’re talking about a military superpower with a population of millions of people, just in Gaza two and a half million, as the journalist calls it Israeli Gideon Levy, an open ghetto, an open prison, the largest in the world and without an army, therefore with absolutely no deterrent power. And on the other side, an entity with atomic weapons and much more advanced military power. So there is no negotiation between equals. An intervention is necessary by several superpowers that come to an agreement and obviously invite the parties involved, because otherwise we’d be left with the old colonial recipe of others solving it for them. But they will not resolve that among themselves, and if they do resolve it they will resolve it in favor of the more powerful, as always.

Nora Veiras: In the United States, what have been the initial reactions of Democratic and Republican leaders to these new escalations?

Jorge Majfud: Well, basically the same as always. Leaders–politicians, generally – have a particular position that is quite different from that of their voters. And it’s what I said at the beginning: their voters’ opinion is changing much faster and in an accelerated way than that of political leaders. From Biden to Trump, more or less, it’s the same stance. That is, send the aircraft carriers, send the weapons–who are they harassing? A people who, yes, it’s true, are illegally armed, but don’t have an army; their capacity is simply a guerrilla capability, directly. It’s not an army like that of Ukraine or Russia. So I think there’s a strong split and a big war industry, as well as the war in Ukraine, and losing wars, has always been so beneficial to the war industry. The same sort of thing happens, but it is always innocents on both sides who end up providing the bodies and the blood. So politics is not based on any morality, only on interests and rhetoric. So, to return to your question, the political position is predictable, as it was in yesterday’s debate in Argentina. Everyone repeated the same speech: some are terrorists, some are terrorists, and the others―what are they? In other words, planting bombs underneath is terrorism; dropping them from the sky is defense of the State and the Nation. It is not terrorism to kill innocents? Killing innocents is always terrorism, no matter whether legal or illegal weapons are used. or with legal weapons. And in this case it must be acknowledged that there is a people without rights, a set of rights completely suspended, and another that has far greater capacity to respond and has institutions, has police, has an army, etc. So they cannot resolve that among themselves. If 75 years have already passed, another two centuries will continue to pass in this situation. There are two options on the table: one is two states and the other is one state. Well, I don’t know what the solution is and besides I’m not the least qualified to comment on that, but the great leaders to take a moral initiative rather than one based on interests, and that will arise when the peoples begin to pressure. At the moment there is no pressure. It is true that the majority of the street demonstrations in all countries are in favor of the Palestinians, but that doesn’t serve as significant pressure to, say, get the four or five major superpowers to get together and agree to resolve this, and each side has to give up something, like in any negotiation.

Nora Veiras: Thank you very much. Jorge Majfud, writer and essayist, for this conversation with The 750.

Jorge Majfud: Well, a hug. Thank you very much for calling.

Nora Veiras: Thank you.

From https://www.pagina12.com.ar/596611-jorge-majfud-sobre-el-ataque-de-hamas-a-israel-los-conflicto

Silencios y titubeos del gobierno uruguayo sobre Gaza demuestran debilidad moral (audio)

Desde EEUU, nos comunicamos con el profesor y analista Jorge Majfud, para hablar y reflexionar sobre la situación en medio oriente y “la brutalidad de este genocidio”.

Majfud señaló este genocidio tiene una diferencias con anteriores, muy remarcable que “nos interpela a todos y nos debería dar vergüenza. Primero  la altísima documentación de todo tipo posible, desde testimonios a imágenes, estamos sobreinformados y por otro lado la total incapacidad de la mayoría del mundo que esta profundamente indignado, como seres humanos sin compromiso con el poder, con el dinero, ni compromisos políticos, seres humanos de verdad que están totalmente indignados y al mismo tiempos son materialmente incapaces de hacer mucho o prácticamente nada para evitarlo”.

La tercer diferencia, agregó el analista “es que esos que cometieron genocidios como el de Ruanda no han tenido la capacidad de sabotaje, acoso, listas negras, manipular la opinión o comprar políticos como hacen en EEUU o de presionar políticos o acosar políticos de cuarta categoría internacional como son los nuestros en Uruguay, que por lo menos podrían tener la primera categoría moral de decir no podemos hacer mucho pero somos seres humanos dignos”.

Carta abierta: ¿A qué le tienen miedo?

Quienes hoy callan por miedo o por conveniencia, mañana repetirán que siempre estuvieron contra el genocidio. Justo cuando decirlo no sirva para nada, excepto, otra vez, para sus intereses personales.

Señor presidente de Uruguay, Yamandú Orsi Martínez,

Señora vicepresidenta Ana Carolina Cosse,

Señor canciller Mario Israel Lubetkin,

Señora ministra de Defensa Sandra Lazo,

Señoras y señores de La Embajada de Dios:

Quiero pensar que los Derechos Humanos, cuando no son una excusa para invadir algún país o para ejercer el poder hegemónico de algún imperio, no tienen ideología partidaria. No obstante, y en base a la dramática historia en Uruguay y en América Latina, creo que es oportuno dirigirme a algunos de ustedes como hombres y mujeres de izquierda que, en su mayoría, solía significar un compromiso, no sólo con las ideas sino con los valores humanistas, aquellos valores que la derecha neoliberal de ayer negaba con disimulo y que hoy su hijo no reconocido, el fascismo, desprecia con orgullo: los valores de igualdad, de justicia social, de solidaridad, de tolerancia a las ideas diferentes y de intolerancia a la moral racista, sexista, clasista e imperialista de los esclavistas de turno.

En Uruguay, en particular los hombres y mujeres de izquierda que resistieron la dictadura hicieron de los Derechos Humanos una bandera innegociable, al punto de ser acusados y despreciados por esto mismo.

Ahora, ¿cuál es la diferencia entre apoyar la dictadura militar en Uruguay y apoyar el genocidio en Palestina? Ambas fueron y son brutalidades imperialistas, pero la segunda es mil veces mayor en muertos, masacrados, amputados, traumatizados, torturados, hambreaos y desaparecidos. La segunda, aparte de ideológica, es profundamente racista y varias veces más antigua.

Canciller Lubetkin: para desestimar una resolución del Frente Amplio, referida al genocidio en Gaza, usted ha resumido el pensamiento y los valores de este nuevo gobierno de izquierda travestida, que cada día abandona más sus ideales en nombre de un pragmatismo que, como siempre, sirve a los ideales de los poderosos: “Una cosa es la fuerza política, otra cosa es el gobierno; nosotros estamos gestionando el gobierno”.

¿No le dio un poquito de vergüenza tanta arrogancia para alguien que ni es del FA ni fue electo por el pueblo? A mí me recordó a Nixon cuando decidió remover a Allende porque los chilenos habían votado “de forma irresponsable”. La misma arrogancia y desprecio que explica el resto de la tragedia de los palestinos y de muchos otros pueblos sin poderosas agencias secretas.

Interrogada sobre la decisión de Uruguay (de su gobierno) de comprar armamento de Israel, la ministra Sandra Lazo respondió, con obviedad: “Le vamos a comprar (armamento) a los que generen mejores precios y calidad. Uruguay no tienen enemigos”. Palabras y filosofía de la neutralidad ante la barbarie, escondidas detrás del pragmatismo pro-business que era la regla en los años 30 para justificar los negocios con Hitler y, más recientemente, con los regímenes fascistas de Pinochet, de Videla y de decenas de otros dictadores mercenarios del viejo genocida imperialismo global. Lo cual, en el caso de una integrante del ex grupo guerrillero y marxista del MPP como usted, no deja de ser una paradoja múltiple.

Hasta ayer nos quedaba una esperanza, pero la vicepresidente Cosse, reconocida por una claridad intelectual que no abunda en los gobiernos de turno, la terminó por rematar, cuando se negó a condenar el genocidio en Gaza, tomando silencios, titubeos y adjetivos del presidente Orsi, reciclando “tremendo” en “tragedia” para no decir nada, para no hacer nada, para no señalar a nada ni a nadie: “creo en la autodeterminación de los pueblos… el pueblo israelí deberá encontrar su camino, como todos los pueblos del mundo, y yo eso lo voy a respetar a rajatabla”.

¿Y el derecho a la autodeterminación del colonizado, de la víctima de apartheid, de las decenas de miles de niños masacrados, de las ejecuciones por diversión, de la hambruna diseñada sin disimulo y cada vez con menos excusas?

¿De verdad esta izquierda se siente mejor del lado del supremacismo y de los bombardeos imperialistas?

¿Por qué siempre les tiembla la conciencia cuando se les pregunta algo sobre Israel y respiran aliviados cuando los periodistas vuelven a sus áreas de seguridad, como la pobreza infantil y la corrupción ajena?

¿Qué diferencia a esta “izquierda” latinoamericana de los amables progresistas pro-genocidio y pro-imperialistas de los Barack Obama y de las Kamala Harris?

Cuando trabajaba en Mozambique en compañía de algunos europeos, o de viaje por Alemania, siempre me llamaba la atención que nunca nadie había tenido un padre o un abuelo nazi. En el caso de la dictadura uruguaya, fuimos duros en nuestras críticas contra los colaboracionistas e implacables con quienes participaron en torturas y desapariciones. No así con aquellos que debieron guardar silencio porque sus vidas y la de sus hijos dependía de ello.

No es el caso hoy. Quienes hoy callan por miedo o por conveniencia, mañana repetirán que siempre estuvieron contra el genocidio. Justo cuando decirlo no sirva para nada, excepto, otra vez, para sus intereses personales.

La debilidad moral en este caso es infinitamente peor. Al menos que los políticos, los empresarios y los empleados negacionistas entiendan que sus puestos o sus beneficios dependen de su silencio cómplice. Al menos que sea simple cobardía autoinfligida. Alguna razón habrá que no sean sólo excusas clásicas de genocidas nazis como “ellos son ratas y debemos exterminarlos” y “tenemos derecho a defendernos”. O de pro genocidas más recientes, repitiendo con desfachatez moral en la televisión abierta de Uruguay que “en Gaza no hay inocentes”, o que “Dios nos dio derechos especiales hace tres mil años” y toda esa dialéctica criminal que los pobres de espíritu que no pertenecen al club veneran en los templos, temerosos de un infierno que no existe, según el mismo creador del Universo.

Los uruguayos, los charrúas europeos como Tabaré (el Guillermo Tell de la Suiza de América), que con alguna razón nos enorgullecemos de la civilidad democrática de sus habitantes, también le hemos dado a América latina, y desde la izquierda, mandaderos como el Secretario de la OEA, Luis Almagro. Ahora confirmamos esa nueva tradición de lo que Malcolm X llamaba “el negro de la casa”, es decir, el esclavo, celoso guardián de sus amos.

Señores electos y no electos (pero elegidos) del gobierno:

Aunque este gobierno logre ser el más exitoso de la Historia, ni todo el cloro del mundo podrá quitarle la vergonzosa mancha de su posición cómplice ante el genocidio en Palestina.

Les quedará estampado

en la indeleble memoria

de todos los anales

de la historia.

Claro, todos podemos equivocarnos mil veces con ideas complejas, pero no es necesario ser un genio para tener principios morales claros. La neutralidad es el principal rasgo de los cobardes. Una cobardía doble cuando se la quiere justificar con tartamudeos dialécticos.

Llámense un minuto a silencio y reflexionen sobre qué dirían los mejores uruguayos que dio la historia, desde José Artigas hasta Eduardo Galeano, por mencionar solo dos. La lista de los peores, hoy en los basurales de la historia, es más larga, pero no recomiendo tomarla como referencia y mucho menos continuar ampliándola.

Cómo nos juzgará la historia es demasiado obvio, pero irrelevante en este momento. Quienes todavía creen que Dios creó el Universo y la Humanidad y luego se dedicó a instigar a un pueblo a exterminar a otros discreparán, pero con fanáticos no hay razonamiento posible.

Lo que importa ahora es actuar en base a los principios morales más básicos, despreciando el miedo a las listas negras y a los menos negocios. Si algo es solo conveniente a nuestros intereses personales y sectarios, seguramente no es moral.

¿Podemos, los humanos de aquí abajo, esperar una reacción de su parte, aunque sea too little, too late?

Jorge majfud, julio 2025

¿Por qué el genocidio en Gaza es igual y es diferente a tantos otros?

Why is the genocide in Gaza similar to and different from so many others? 

Los defensores del genocidio en Palestina argumentan que no se trata de un genocidio y que, además, hubo otros genocidios iguales o peores en el pasado reciente. De deshumanizar a las víctimas masacradas bajo las bombas o ejecutadas cada día con absoluta impunidad, pasan a amenazar y criminalizar a sus críticos. El instrumento tradicional es acusarlos de antisemitas y luego ponerlos en listas negras para que pierdan sus trabajos o los expulsen de sus países de residencia, como ha ocurrido múltiples veces.

Uno de los servicios de extorsión, aparte de los casi infinitos recursos de la CIA y el Mossad, consiste en diferentes archivos de acoso, como el más recientemente reconocido por el gobierno de Estados Unidos, el doxing Canary Mission (en este caso, para criminalizar estudiantes y profesores críticos con Israel), y una pluralidad de acciones que un día se conocerán más en detalle por filtrados o por desclasificación de documentos, como suele ocurrir y en los cuales descubriremos nombres, tanto de críticos y activistas enlistados para la extorsión y la muerte civil, como de colaboradores mercenarios y honorarios, aquellos que se ofrecen gratuitamente para castigar a individuos honestos a través de los mayores poderes del mundo, porque su mediocridad y cobardía nunca lograron hacerlo por sus propios méritos―alguno de los cuales ya conocemos nombres.

Claro que hubo otros genocidios en la historia. En el caso de la Era Moderna, la mayoría y los peores genocidios que sumaron millones de víctimas suprimidas de forma intencional o planificada tuvieron a los grandes imperios noroccidentales como perpetuadores o principales aliados. Sobre esto ya hemos escrito años atrás.

Tomemos, por ejemplo, uno de los peores genocidios de las últimas generaciones, el genocidio en Ruanda. Durante tres meses, las milicias hutus de Ruanda, protegidos por el gobierno de Jean Kambanda, masacraron a los tutsis y hasta algunos miembros de la misma etnia hutu que se encontraban en el medio. Como no podía ser de otra forma, este genocidio fue alentado y dirigido por la ideología de extrema derecha de Hutu Supremacy, quienes se consideraban racialmente superiores a los tutsis y, como consecuencia, con derecho a eliminarlos de la faz de la Tierra. Como forma de justificar su derecho ancestral a la tierra, los hutus echaron mano a mitos sobre la existencia de un pueblo hutu en Ruanda antes de la llegada de los Tutsi desde Etiopía. Luego impusieron un apartheid en las principales instituciones del Estado, como la educación y el ejército. Luego criminalizaron a cualquier hutu que tuviese amistad con un tutsi o se atreviese a defender su humanidad. Los estudios sobre estos pueblos bantú indican diferencias genéticas y étnicas irrelevantes, si lo comparamos con el resto de los pueblos vecinos.

En mayo de 1994, la ONU impuso un embargo de armas contra el gobierno supremacista y genocida de Kambanda y su ministro de defensa Théoneste Bagosora. Este embargo fue violado por los gobiernos de Francia y por el Apartheid de Sud África en sus últimos meses de existencia. En junio, coincidentemente con la llegada al poder de Nelson Mandela en Sud África, los cascos azules de la ONU entraron en Ruanda y el genocidio terminó en menos de un mes. Años después, Bill Clinton se arrepintió de no haber hecho nada por detener este genocidio, a pesar de que las intervenciones de Washington, como las europeas, nunca le pidieron permiso a nadie. De hecho, sí hizo algo: el Consejo de seguridad de la ONU ordenó la retirada de sus fuerzas de paz antes del genocidio y Washington se negó a usar la palabra “genocidio” mientras el genocidio se producía sin restricciones y pese a las protestas de varios grupos humanitarios en todo el mundo, incluidos militares como el general canadiense Roméo Dallaire.

Aproximadamente medio millón de tutsis fueron asesinados con la intención de ser aniquilados como pueblo o removidos de sus tierras en beneficio de la etnia dominante. Es decir, una cifra aproximada a la que se estima en el caso de Palestina sólo en los últimos años, si no nos remontamos a la primera Nakba de 1946 a 1948 y la constante guerra contra los palestinos en Palestina que, desde entonces y sin treguas, dejó en promedio 1500 palestinos muertos por año, aparte de los despojados de sus tierras y de sus derechos humanos por colonos armados y aparte de los secuestrados por el mismo ejército israelí, entre ellos miles de niños.

La diferencia entre el genocidio en Gaza y otros genocidios donde se cuentan igualmente cientos de miles de muertos es clara.

Aunque la ideología supremacista de Poder Hutu llevaba muchos años fermentando, el genocidio en Ruanda ocurrió en un plazo de tres meses.

Ni sus ideólogos ni quienes lo llevaron a cabo estaban todos los días y todos los años y década tras década sermoneando en los medios más poderosos del mundo para que nadie reconociera que en Ruanda se estaba cometiendo un genocidio.

Nadie en el mundo repetía la excusa de Hutu Supremacy de que Ruanda tenía derecho a defenderse y menos que masacrar niños, hombres y mujeres de todas las edades, todos los días, era parte de ese derecho.

A diferencia de los sionistas, los supremacistas hutu no tenían periodistas estrella en los principales canales y medios de comunicación en todo el mundo, comentando las noticias con una bandera de Ruanda sobre el escritorio, justificando la violencia contra los tutsis y criminalizando su resistencia como terroristas antibantúes.

Aparte de los hutus en Ruanda, ningún grupo ni ninguna iglesia en Berlín, en Atlanta, en San Pablo, en Buenos Aires, en Lagos o en Nueva Delhi justificaban a los hutus ni rezaban por su seguridad, a pesar de que eran cristianos.

El primer ministro Jean Kambanda no viajaba a Washington a dar discursos en el Congreso. No recibía aplausos de pie de los legisladores apoyando su proyecto supremacista para que votasen leyes criminalizando a los defensores de los derechos tutsis en Occidente o imponiendo juramentos de lealtad a Ruanda para poder ocupar un cargo público o recibir ayuda ante alguna catástrofe climática.

Kambanda no era recibido por cada uno de los presidentes de Estados Unidos para asegurarse billones de dólares en apoyo financiero, militar, mediático y moral.

El Hutu Supremacy no tenía el lobby más poderoso de Occidente financiado a cada político ganador en Estados Unidos, ni los representantes del pueblo tenían banderas de Ruanda a la entrada de sus oficinas. Ninguno, como el senador Rafael (Ted) Cruz y tantos otros, declaró que su principal misión en Washington era proteger a Ruanda.

Ni Théoneste Bagosora ni el Hutu Supremacy eran incondicionalmente apoyados por la mayoría de los países europeos ni por el presidente de la Comisión Europea, a pesar de que Europa había matado más millones de africanos en África que judíos en el Holocausto durante la Segunda Guerra y que, de igual forma, debería sentir un remordimiento al menos tan profundo por los pueblos africanos como por los pueblos judío y gitano.

Ni los estadounidenses ni los alemanes ni los argentinos que tenían banderas tutsis eran arrestados y golpeados por la policía de sus países civilizados, ni eran acusados de inspirar el odio anitbantú, a pesar de que tanto hutus como tutsis son pueblos bantúes.

Ningún presidente de Estados Unidos amenazó desde la Casa Blanca con secuestrar y enviar a un campo de concentración en El Salvador a todos aquellos que criticasen a Ruanda, porque criticar a Ruanda era ser antiestadounidense.

Los gobernadores en Estados Unidos no les enviaban comunicados a los profesores universitarios prohibiéndoles usar palabras como genocidio, tutsi, o supremacismo hutu. No les pedían a los estudiantes que grabaran a los profesores ni el gobierno federal usaba agentes enmascarados para secuestrar en las calles a los estudiantes que escribían artículos en defensa de los derechos humanos de los tutsi.

Los profesores de Filosofía Moral o de Estudios Africanos no cancelaban sus cursos sobre Historia del Pueblo Tutsi o sobre Derechos Humanos en Ruanda por temor a perder sus trabajos, ya sea por despido, cancelación de contrato violando las normas que regulan sus tenure (permanencia), por la depresión arbitraria de sus salarios o por el miedo a no conseguir empleo en otras instituciones, una vez despedidos.

Ni siquiera el apartheid de Sud África tenía el poder de dictarle a los presidentes y senadores de las mayores potencias del mundo, como Europa y Estados Unidos, lo que debían decir y hacer.

Los genocidas de Ruanda no eran dueños de los mayores capitales financiaron del mundo como Black Rock, JP Morgan o Barclays. No tenían negocios con las mayores tecnológicas de espionaje y manipulación de la opinión pública, como Palantir. No decidían decenas de elecciones alrededor del mundo, como Team Jorge. No tenían la Agencia Secreta más poderosa y más letal del mundo, ni trabajaban en colaboración con las otras dos mayores agencias secretas del mundo.

Jean Kambanda no estuvo en el poder tres décadas sino tres meses y fue juzgado y condenado por genocidio. También fueron condenados a décadas de prisión sus ministros, militares, ideólogos del supremacismo hutu y periodistas por genocidio, por crímenes de lesa humanidad, por incitación o por apología del genocidio.

Repugnante como cualquier otro genocidio, el genocidio en Ruanda no fue ni la causa ni la consecuencia de una sistemática ruandarización del mundo, donde el debate y el disenso fueron reemplazados por la violencia y por la política de la crueldad.

Por el acoso sordo del poder.

Por la razón ciega de los bombarderos.

Por el triunfo del racismo, de la xenofobia y del sexismo.

Por la prostitución del amor.

Por la comercialización del odio.

Por el miedo a ser y a sentir.

Por el miedo a pensar diferente.

Por la dopamina de la tribu y el sabor de la sangre.

Por la manipulación de las ideas y de las emociones.

Por la ingeniería social del hambre.

Por la necesidad como de instrumento de control.

Por la esclavitud voluntaria.

Por el fanatismo religioso.

Por la adoctrinación de las masas.

Por la ilusión de la libertad individual.

Por la santificación del más poderoso.

Por la criminalización del más débil.

Por la militarización de la policía.

Por la politización de la justicia.

Por el látigo que educa al esclavo.

Por la admiración al esclavista.

Por la ley del psicópata que no alcanza a distinguir el bien y el mal y lo reemplaza por lo único que le produce alguna emoción: ganar o perder.

El genocidio de Ruanda ocurrió en Ruanda. El genocidio en Palestina ocurre en Gaza y en cada oficina, en cada esquina de cada ciudad, en cada dormitorio de cada país.

Jorge majfud, julio 2025

http://www.bitacora.com.uy/auc.aspx?16206

La diplomacia de la cobardía: no es solo una palabra

Uno de los presidentes latinoamericanos que más he apreciado y defendido ha sido la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. No sólo por sus políticas sociales; me pareció digno de ella cierta postura de reconocimiento de la humanidad de los palestinos, con el valor agregado de ser ella una mujer judía. Entiendo que esto no debería tener ninguna conexión ni debería sorprender a nadie, pero dado que los sionistas han secuestrado al judaísmo hace ya mucho tiempo, no deja de ser un mérito desmarcarse de esa ideología racista, supremacista y psicótica, como lo han hecho otros grandes, como mis amigos Jill Stein, Aviva y Noam Chomsky, por no extenderme en una larga lista de ejemplos de dignidad humana.

Luego de ponerla como ejemplo ante la vergonzosa política exterior de mi país, Uruguay (cobarde y cómplice como solo se podría entender de un gobierno gorila de la ciudad vecina, Buenos Aires) sobre el mismo tema del genocidio palestino, debo presenciar el rostro del miedo global en una mujer que consideré tan fuerte como las milenarias pirámides de su hermoso país.

Veo sus ojos húmedos llenos de lágrimas que no son de dignidad sino de temor. Escucho sus titubeos y sus rodeos aferrados a la negación de siquiera decir la palabra genocidio (esa palabra que todos los medios y plataformas censuran para no perder visibilidad o no ser censurados por Dios Algoritmo) ante la respetuosa, razonable y valiente insistencia del periodista mexicano Ernesto Ledesma, sobre por qué el gobierno no usa la palabra “genocidio” para referirse a “el problema de Gaza”.

Múltiples veces me han dicho que la palabra genocidio no tiene importancia, que es solo una palabra, que no debería insistir en algo tan superficial, que hay otras palabras para decir lo mismo. Pues, bien, si es tan irrelevante, ¿Por qué no la dicen? ¿Por qué ese miedo que suda en los ojos y en las manos?

Por supuesto que las palabras importan. Para la Corte de Pena Internacional y para otros organismos judiciales, las palabras son engranajes cruciales de un sistema de relojería que, si falla uno, el reloj deja de funcionar o da la hora equivocada. Para un político, para un líder nacional, es algo mucho más simple, basado en principios morales. Los principios morales no son complicados. De hecho, son prejuicios fundadores, es decir, algo que no estamos dispuestos a cuestionar y que nos define como humanos morales, como un axioma define un teorema. Por ejemplo, que los seres humanos somos todos iguales o que tenemos el mismo derecho a la vida es un prejuicio fundador de la civilización que surgió con la Ilustración. Irónicamente, esa civilización que los fanáticos racistas y nacionalista y teólogos dicen defender como “Occidente”, ese mito criminal que nunca existió fuera del fanatismo de los cruzados, los inquisidores, los supremacistas blancos y sus herederos, los nazis de ayer y los pseudo libertarios de hoy―por su tradicional carencia creativa, los fascistas siempre secuestran todo lo que puede serles de algún valor, como el trabajo del esclavo; cuando no secuestran de sus enemigos palabras como libertario, se ensañan con otras como socialismo (nacional socialismo) o, lisa y llanamente, libertad, para poder ejercer la censura y la represión a gusto.

Las palabras tienen significados, tantos como los silencios. Los silencios de los políticos en el poder sólo significan que quien calla no tiene el poder, sino que vive de él y no quiere perderlo.

La idea de que es mejor no decir esta o aquella palabra (genocidio) para facilitar la paz y el entendimiento ente las naciones, se choca de narices con la realidad: las peores, las más cobardes y sistemáticas matanzas de este siglo (la de Gaza, la de Palestina) ya llevan, en su peor fase, casi tres años―acompañadas de su correspondes prudencia y silencio. Entonces, ¿para qué mierda ha servido la prudencia y el silencio sino para subrayar la cobardía del poder político ante el Verdadero Poder?

¿Es que hasta los líderes más humanos del mundo han perdido el sentido de la decencia?

¿O es que han confundido moderación con complicidad y sobrevivencia con cobardía?

Jorge majfud, junio 2025

La nueva (psudo)izquierda cobarde de Uruguay

Compañeros de ruta. Mientras trabajo para mis cursos y exploro más para mi próximo libro, voy como puedo revisando mensajes―algo que no me molesta sino lo contrario; mi único problema es el tiempo. Tengo los correos (mi correo personal, el de la universidad, los correos de Twitter, WApp y no mucho más) llenos de mensajes de Uruguay. No puedo contestar todos, así que aquí va un intento general:

Con la excepción de algunos ministros, senadores, representantes y militantes hoy en el gobierno de Uruguay (amigos en los cuales confío en base a las pruebas que me proveen cada vez que es necesario y que puedo verificar), todo ha sido, por el momento, una sorpresiva decepción, sobre todo en política internacional.

O hay un cambio radical en el actual gobierno o habrá que esperar otros cinco años para que la izquierda vuelva a ser la izquierda uruguaya. Remontar será más difcil que la carga de Sísifo. Aparte, son cinco años, toda una vida!

Es muy desmoralizador, porque el partido de los de arriba, con sus simplificaciones y sus poderosos medios de difusión y propaganda, siempre tendrán las de ganar―al menos mientras este orden mundial, violento y anacrónico, no se termine de colapsar.

Algo que es absolutamente inevitable.

jorge majfud, junio 2025.

Yo palestino, tú palestinas, nosotros palestinamos

Tendremos que cambiar el verbo “resistir” por “palestinar”.

jm, junio 2025

«Estoy firmemente a favor del uso de gas venenoso contra las tribus incivilizadas».

La BBC hoy informa: «Una carnicería total»: decenas de palestinos mueren en el tercer día de ataques israelíes cerca de los centros de distribución de ayuda en Gaza«.

La matanza de hoy es la misma que la de ayer y la misma que de cada día en los ultimos años, siempre en el mismo lugar y con los mismos muertos.

A principio del siglo escribí un artículo reaccionando a una matanza similar que publicó la UNESCO y que se resume en este video que, creo, captura perfectametne el significado central del texto.

El lunes 12 de mayo de 1919, el Ministro de Guerra del Reino Unido, futuro ministro y héroe de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, refiriéndose a su propia práctica de gaseo de manifestantes árabes, escribió:

“Estoy firmemente a favor del uso de gas venenoso contra tribus incivilizadas. El efecto moral debería ser tan positivo que la pérdida de vidas se reduzca al mínimo. No es necesario utilizar solo los gases más mortíferos: se pueden utilizar gases que causan grandes inconvenientes y siembran el terror, sin dejar secuelas permanentes graves en la mayoría de los afectados.”

Cien años después la historia es mil veces peor y, como entonces, parece que no es para tanto.

jorge majfud, junio 3, 2025.

Hay algo que no se compra ni se vende―y por eso molesta tanto

Cuando Estados Unidos tenía esclavos de grilletes, se presentaba como ejemplo de democracia. Aún hoy se insiste en que nunca ha tenido una dictadura.

El apartheid de Sud África era defendido por Ronald Reagan como un bastión de la libertad en aquel continente lleno de negros propensos al socialismo, mientras Nelson Mandela ocupaba la lista de “peligrosos terroristas” de Londres y de Washington.

¿Cómo puede ser Israel, otro régimen de apartheid según todas las organizaciones intrnacionales de Derechos Humanos y según muchos israelíes, ser definido como una democracia? Un régimen brutal, con licencia para matar y masacrar a gusto, con todos los billones de dólares extranjeros en armas y alta tecnología, que luego llora como si fuese la víctima universal.

¿En qué mente decente cabe que mientras se masacra a decenas de miles de niños se insista que esos y todos los niños que aún sobreviven hambreados, traumatizados y amputados deben morir y, como si esto fuese poco, son adulados por los temblorosos (temblorosos) líderes de la derecha y de la izquierda mundial?

Tengo una colección de amenazas cobardes (baneos, listas negras) y ninguna me asusta, pero también tengo la solidaridad de inumerables judíos decentes que no se dejan corromper por esa ideología fanática, racista y supremacista.

Lo repetiré una y mil veces. Pueden matar todos los miles de seres humanos que quieran, pueden amenazar a los miles de millones de habitantes de este planeta que protestan contra esta barbarie, pero nunca podrán matar la dignidad ajena que los cobardes genocidas, muy bien armados y adulados, nunca tuvieron.

La historia les tiene reservada una cámara séptica a la vuelta de la esquina.

Jorge Majfud, mayo 2025.

https://www.facebook.com/reel/1405066730909830

ONU: Derecho de los pueblos a la libre determinación. Resolución de la Asamblea General

38/17. Importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la libre determinación y de la pronta concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales para la garantía y observancia efectivas de los derechos humanos.

  • Exhorta a todos los Estados a que apliquen plena y fielmente todas las resoluciones de las Naciones Unidas relativas al ejercicio del derecho a la libre determinación y la independencia de los pueblos sometidos a dominación colonial y extranjera;
  • Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por su independencia, integridad territorial, unidad nacional y liberación de la dominación colonial, el apartheid y la ocupación extranjera por todos los medios disponibles, incluida la lucha armada;
  • Reafirma el derecho inalienable del pueblo namibio, el pueblo palestino y todos los pueblos sometidos a dominación extranjera y colonial a la libre determinación, la unidad nacional y la soberanía sin injerencia extranjera;
  • Condena enérgicamente a los gobiernos que no reconocen el derecho a la libre determinación y la independencia de todos los pueblos que aún se encuentran bajo dominación colonial y subyugación extranjera, en particular los pueblos de África y el pueblo palestino […]

La Asamblea General,

Reafirmando su convicción de la importancia de la aplicación de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, contenida en su resolución 1514 (XV), de 14 de diciembre de 1960,

Reafirmando la importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la libre determinación, la soberanía nacional y la integridad territorial, y de la pronta concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, como imperativos para el pleno disfrute de todos los derechos humanos,

Reafirmando la obligación de todos los Estados Miembros de cumplir los principios de la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones de las Naciones Unidas relativas al ejercicio del derecho a la libre determinación por los pueblos bajo dominación colonial y extranjera,

Recordando sus resoluciones 2649 (XXV), de 30 de noviembre de 1970, 2955 (XXVII), de 12 de diciembre de 1972, y 3070 (XXVIII), de 30 de noviembre de 1973, 3246 (XXIX) de 29 de noviembre de 1974, 3382 (XXX) de 10 de noviembre de 1975, 33/24 de 29 de noviembre de 1978, 34/44 de 23 de noviembre de 1979, 35/35 de 14 de noviembre de 1980, 36/9 de 28 de octubre de 1981 y 37/43 de 3 de diciembre de 1982, y las resoluciones del Consejo de Seguridad 418 (1977) de 4 de noviembre de 1977 y 421 (1977) de 9 de diciembre de 1977,

Recordando también sus resoluciones 1514 (XV) de 14 de diciembre de 1960, 2465 (XXIII) de 20 de diciembre de 1968, 2708 (XXV) de 14 de diciembre de 1970, 33/44 de 13 Diciembre de 1978, 35/119, de 11 de diciembre de 1980, 36/68, de 1 de diciembre de 1981, y 37/35, de 23 de noviembre de 1982, relativas a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales,

Recordando además sus resoluciones 3103 (XXVIII), de 12 de diciembre de 1973, y 3314 (XXIX), de 14 de diciembre de 1974, así como las resoluciones del Consejo de Seguridad 405 (1977), de 14 de abril de 1977, 419 (1977), de 24 de noviembre de 1977, 496 (1981), de 15 de diciembre de 1981, y 507 (1982), de 28 de mayo de 1982, en las que las Naciones Unidas condenaron el reclutamiento y la utilización de mercenarios, en particular contra los países en desarrollo y los países de liberación nacional. Movimientos,

Recordando además sus resoluciones sobre la cuestión de Namibia, en particular la resolución ES-8/2, de 14 de septiembre de 1981, y la resolución 532 (1983) del Consejo de Seguridad, de 31 de mayo de 1983,

Acogiendo con beneplácito la celebración de la Conferencia Internacional en Apoyo a la Lucha del Pueblo Namibiano por la Independencia, celebrada en París del 25 al 29 de abril de 1983,1/

Acogiendo con beneplácito también la celebración de la Conferencia Internacional sobre la Alianza entre Sudáfrica e Israel, celebrada en Viena del 11 al 13 de julio de 1983,2/

Recordando las resoluciones AHG/Res.105 sobre Namibia, AHG/Res.111 sobre la política de desestabilización del régimen racista de Sudáfrica y AHG/Res.112 sobre Sudáfrica, aprobadas por el decimonoveno período ordinario de sesiones de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Organización de la Unidad Africana, celebrado en Addis Abeba del 6 al 12 de junio de 19833/

Recordando además su resolución 37/1, de 1 de octubre de 1982, relativa a su llamamiento de clemencia en favor de los combatientes por la libertad de Sudáfrica, y la resolución 533 (1983) del Consejo de Seguridad, de 7 de junio de 1983, relativa a la condena a muerte por Sudáfrica de los tres patriotas del Congreso Nacional Africano de Sudáfrica,

Reafirmando que el sistema de apartheid impuesto al pueblo sudafricano constituye una violación de los derechos fundamentales de ese pueblo, un crimen de lesa humanidad y una amenaza constante para la paz y la seguridad internacionales,

Gravemente Preocupados por la continuación de la ocupación ilegal de Namibia por Sudáfrica y las continuas violaciones de los derechos humanos de la población del territorio y de otros pueblos que aún se encuentran bajo dominación colonial y subyugación extranjera,

Reconociendo que las llamadas propuestas de reforma constitucional forman parte integral de la política de «bantustanización», incompatible con la auténtica independencia, la unidad nacional y la soberanía, y que tiene el efecto de perpetuar el poder de la minoría blanca y el sistema racista de apartheid en Sudáfrica,

Profundamente preocupados por los continuos actos terroristas de agresión cometidos por el régimen de Pretoria contra Estados africanos independientes de la región, en particular Angola, Botsuana, Lesoto, Mozambique, Seychelles, Suazilandia, Zambia y Zimbabue,

Profundamente indignados por la ocupación de parte del territorio de Angola por las tropas del régimen racista de Sudáfrica,

Recordando las resoluciones del Consejo de Seguridad 527 (1982), de 15 de diciembre de 1982, y 535 (1983), de 29 de junio de 1983 Sobre Lesotho,

Reafirmando la unidad nacional y la integridad territorial de las Comoras,

Recordando la Declaración Política aprobada por la Primera Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno de la Organización de la Unidad Africana y la Liga de los Estados Árabes, celebrada en El Cairo del 7 al 9 de marzo de 19774/

Recordando además sus resoluciones pertinentes sobre la cuestión de Palestina, en particular las resoluciones 3236 (XXIX) y 3237 (XXIX), de 22 de noviembre de 1974, 36/120, de 10 de diciembre de 1981, ES-7/6, de 19 de agosto de 1982, y 37/86, de 10 de diciembre de 1982,

Recordando la Declaración de Ginebra sobre Palestina y el Programa de Acción para el logro de los derechos de los palestinos, aprobados por la Conferencia Internacional sobre la Cuestión de Palestina, celebrada en Ginebra del 29 de agosto al 7 de septiembre de 1983,5/

Considerando que la negación de los derechos inalienables del pueblo palestino a la libre determinación, la soberanía, la independencia y el retorno a Palestina, así como los reiterados actos de agresión de Israel contra el pueblo de la región, constituyen una grave amenaza para la paz y la seguridad internacionales,

Profundamente consternado y alarmado por las deplorables consecuencias de la invasión israelí del Líbano y recordando todas las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad, en particular las resoluciones 508 (1982), de 5 de junio de 1982, 509 (1982), de 6 de junio de 1982, 520 (1982), de 17 de septiembre de 1982, y 521 (1982), de 19 de septiembre de 1982,

  1. Calls upon all States to implement fully and faithfully all United Nations resolutions relating to the exercise of the right to self-determination and independence of peoples under colonial and foreign domination;
  2. Reaffirms the legitimacy of the peoples’ struggle for independence, territorial integrity, national unity, and liberation from colonial domination, apartheid, and foreign occupation by all available means, including armed struggle;
  3. Reaffirms the inalienable right of the Namibian people, the Palestinian people, and all peoples under foreign and colonial domination to self-determination, national unity, and sovereignty without foreign interference;
  4. Strongly condemns Governments that do not recognize the right to self-determination and independence of all peoples still under colonial domination and foreign subjugation, in particular the peoples of Africa and the Palestinian people;
  5. Endorses the declarations and programmes of action on Namibia and Palestine adopted respectively by the international conferences on these questions and calls for their immediate implementation; 6. Reaffirms its strong condemnation of the illegal occupation of Namibia by South Africa;
  6. Condena la política de «bantustanización» y reitera su apoyo al pueblo oprimido de Sudáfrica en su justa y legítima lucha contra el régimen racista minoritario de Pretoria;
  7. Rechaza las supuestas reformas del régimen sudafricano, en especial la limitada representación parlamentaria de las personas de color y asiáticas, diseñada para socavar la unidad del pueblo oprimido de Sudáfrica y consolidar el sistema de apartheid;
  8. Condena a Sudáfrica por la creciente opresión del pueblo namibio, por la militarización masiva de Namibia y por los ataques armados lanzados contra los Estados de la región para desestabilizarlos políticamente y sabotear y destruir sus economías;
  9. Condena enérgicamente la creación y el uso de grupos terroristas armados por parte de Sudáfrica con el fin de oponerlos a los movimientos de liberación nacional y desestabilizar a los gobiernos legítimos del África austral;
  10. Condena enérgicamente la continua ocupación de partes del sur de Angola y la reciente agresión masiva perpetrada por tropas sudafricanas contra la aldea de Cangamba, en la provincia de Moxico, a 500 kilómetros de la frontera con Namibia, y exige la retirada inmediata e incondicional de las tropas sudafricanas del territorio angoleño;
  11. Reafirma enérgicamente su solidaridad con los países africanos independientes y los movimientos de liberación nacional víctimas de actos asesinos de agresión y desestabilización por parte del régimen racista de Pretoria, y exhorta a la comunidad internacional a que preste mayor asistencia y apoyo a estos países para que puedan fortalecer su capacidad de defensa, defender su soberanía e integridad territorial y reconstruir y desarrollarse pacíficamente;
  12. Condena enérgicamente el reciente bombardeo de Matola, un suburbio de la capital de Mozambique, por parte de Sudáfrica, y los actos de usurpación territorial y espionaje contra Mozambique, así como el ataque del 17 de octubre de 1983 contra la Oficina del Congreso Nacional Africano en Maputo, perpetrado por el régimen racista de Pretoria;
  13. Reafirma que la práctica de utilizar mercenarios contra Estados soberanos y movimientos de liberación nacional constituye un acto criminal y exhorta a los gobiernos de todos los países a que promulguen leyes que declaren como delitos punibles el reclutamiento, la financiación y el entrenamiento de mercenarios en sus territorios, así como su tránsito por ellos, y prohíban a sus nacionales servir como mercenarios, y a que informen sobre dicha legislación al Secretario General;
  14. Condena enérgicamente las continuas violaciones de los derechos humanos de los pueblos que aún se encuentran bajo dominación colonial y subyugación extranjera, la continuación de la ocupación ilegal de Namibia y los intentos de Sudáfrica de desmembrar su territorio, la perpetuación del régimen racista minoritario en el África meridional y la negación al pueblo palestino de sus derechos nacionales inalienables;
  15. Condena además enérgicamente al régimen racista de Pretoria por sus actos de desestabilización, agresión armada y bloqueo económico contra Lesotho e insta encarecidamente a la comunidad internacional a que preste la máxima asistencia a Lesotho para que pueda cumplir con sus obligaciones humanitarias internacionales hacia los refugiados y a que utilice su influencia sobre el régimen racista para que desista de sus actos terroristas contra Lesotho;
  16. Expresa su profunda indignación por el cruel asesinato, el 9 de junio de 1983, de los tres luchadores por la libertad del Congreso Nacional Africano a manos del régimen racista de Sudáfrica, que cometió el crimen con flagrante indiferencia a pesar de los diversos llamamientos de la comunidad internacional, desafiando así la resolución 533 (1983) del Consejo de Seguridad;
  17. Toma nota de la Declaración de la Conferencia Internacional sobre la Alianza entre Sudáfrica e Israel;6/
  18. Condena enérgicamente la política de los países occidentales, Israel y otros países cuyas relaciones políticas, económicas, militares, nucleares, estratégicas, culturales y deportivas con el régimen minoritario racista de Sudáfrica alientan a dicho régimen a persistir en la represión de las aspiraciones de los pueblos a la libre determinación y la independencia;
  19. Exige nuevamente la aplicación inmediata del embargo obligatorio de armas contra Sudáfrica, impuesto en virtud de la resolución 418 (1977) del Consejo de Seguridad, por todos los países, y en particular por aquellos que mantienen cooperación militar y nuclear con el régimen racista de Pretoria y continúan suministrándole material conexo;
  20. Toma nota con satisfacción de la Declaración de París sobre Sanciones contra Sudáfrica, la Declaración Especial sobre Namibia y los informes de las comisiones técnicas y políticas aprobados por la Conferencia Internacional sobre Sanciones contra Sudáfrica, celebrada en París del 20 al 27 de mayo de 19817/ bajo los auspicios de las Naciones Unidas y la Organización de la Unidad Africana;
  21. Exige la aplicación inmediata de su resolución ES-8/2 sobre Namibia;
  22. Insta a todos los Estados, organismos especializados, organizaciones competentes del sistema de las Naciones Unidas y demás organizaciones internacionales a que presten su apoyo al pueblo namibio, a través de su único y legítimo representante, la Organización del Pueblo del África Sudoccidental, en su lucha por lograr su derecho a la libre determinación y la independencia de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas;
  23. Reafirma las resoluciones sobre la cuestión del Sáhara Occidental aprobadas en los períodos ordinarios de sesiones de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Organización de la Unidad Africana, celebrados en Nairobi del 24 al 27 de junio de 19818/ y en Addis Abeba del 6 al 12 de junio de 19839/, y pide su inmediata aplicación;
  24. Toma nota de los contactos mantenidos entre el Gobierno de las Comoras y el Gobierno de Francia en la búsqueda de una solución justa al problema de la integración de la isla comorana de Mayotte en las Comoras, de conformidad con las resoluciones de la Organización de la Unidad Africana y de las Naciones Unidas sobre esta cuestión; 26. Pide un aumento sustancial de todas las formas de asistencia prestada por todos los Estados, órganos de las Naciones Unidas, organismos especializados y organizaciones no gubernamentales a las víctimas del racismo, la discriminación racial y el apartheid a través de sus movimientos de liberación nacional reconocidos por la Organización de la Unidad Africana;
  25. Condena enérgicamente las masacres cada vez más generalizadas de personas inocentes e indefensas, incluidas mujeres y niños, perpetradas por el régimen racista minoritario de Pretoria en su desesperado intento de frustrar las legítimas demandas del pueblo;
    Exige la liberación inmediata de las mujeres y los niños detenidos en cárceles de Namibia y Sudáfrica;
    Condena enérgicamente las constantes y deliberadas violaciones de los derechos fundamentales del pueblo palestino, así como las actividades expansionistas de Israel en Oriente Medio, que constituyen un obstáculo para el logro de la autodeterminación y la independencia del pueblo palestino y una amenaza para la paz y la estabilidad en la región;
    Condena además enérgicamente la masacre de palestinos y otros civiles en Beirut y la agresión israelí contra el Líbano, que pone en peligro la estabilidad, la paz y la seguridad en la región;
    Exige la liberación inmediata e incondicional de todas las personas detenidas o encarceladas como resultado de su lucha por la libre determinación y la independencia, el pleno respeto de sus derechos individuales fundamentales y el cumplimiento del artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos 10/, según el cual nadie será sometido a torturas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes;
    Insta a todos los Estados, organismos especializados, organizaciones competentes del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales a que presten su apoyo al pueblo palestino, a través de su único y legítimo representante, la Organización de Liberación de Palestina, en su lucha por recuperar su derecho a la libre determinación y la independencia de conformidad con la Carta;
    Reitera su satisfacción por la asistencia material y de otro tipo que los pueblos sometidos a regímenes coloniales siguen recibiendo de los gobiernos, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y las organizaciones intergubernamentales, y pide un aumento sustancial de dicha asistencia;
    Insta a todos los Estados, organismos especializados y demás organizaciones competentes del sistema de las Naciones Unidas a que hagan todo lo posible para asegurar la plena aplicación de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales y a que intensifiquen sus esfuerzos para apoyar a los pueblos sometidos a dominación colonial, extranjera y racista en su justa lucha por la libre determinación y la independencia;
    Pide al Secretario General que dé la máxima publicidad a la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales y a la lucha de los pueblos oprimidos por el logro de su libre determinación e independencia nacional, y que informe periódicamente a la Asamblea General sobre sus actividades;
    Decide volver a examinar este tema en su trigésimo noveno período de sesiones, basándose en los informes que se ha solicitado a los gobiernos, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y las organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales sobre el fortalecimiento de la asistencia a los territorios y pueblos coloniales.

    1/ Véase A/CONF.120/13.
    2/ Véase A/AC.115/L.595.
    3/ Véase A/38/312, anexo.
    4/ A/32/61, anexo I.
    5/ Véase A/CONF.114/42, cap. I.
    6/ A/38/311-S/15883, anexo.
    7/ Informe de la Conferencia Internacional sobre Sanciones contra Sudáfrica, París, 20 a 27 de mayo de 1981 (A/CONF.107/8), secc. X y anexos X y XI.
    8/ A/36/534, anexo II, resolución AHG/Res.103 (XVIII).
    9/ A/38/312, anexo, resolución AHG/Res.194 (XIX).
    10/ Resolución 217 A (III).

Fuente: https://docs.un.org/en/A/RES/38/17

Historiadores de Estados Unidos condenan el escolasticidio en Gaza

Los miembros de la American Historical Association (la sociedad científica más antigua de los Estados Unidos) que asistieron a la conferencia anual en Nueva York votaron el domingo 5 de enero de 2025 por 428 a favor y 88 en contra para aprobar una resolución que se opone al “escolasticidio” en Gaza y a la financiación de la guerra de Israel por parte del gobierno de Estados Unidos.

La medida convierte a la Asociación Histórica Estadounidense en el último grupo académico que expresa una postura sobre la guerra en Gaza, a pesar de las críticas conservadoras, que llegan hasta el presidente electo, de la defensa de los derechos de los palestinos en el ámbito académico.

El escolasticidio significa la erradicación intencional de un sistema educativo. La resolución, que dice que la campaña militar de Israel “ha destruido efectivamente el sistema educativo de Gaza”, pide un alto el fuego permanente y que la asociación forme un comité para ayudar a reconstruir “la infraestructura educativa de Gaza”.
La resolución se aprobó después de una bulliciosa reunión de una hora en la que no cabían más personas de pie en el salón de un hotel que estaba tan lleno que algunos asistentes no cabían dentro. Antes de que los miembros votaran, escucharon un debate estructurado sobre la resolución que incluyó a cinco personas que hablaron a favor de la resolución y cinco personas en contra. Durante todo el debate hubo aplausos, vítores y ovaciones de pie para los oradores que defendieron la resolución y más aplausos apagados para los oponentes.

Antes de que comenzara el debate, un miembro, el profesor asociado de la Universidad Rice Abdel Razzaq Takriti, se paró al frente de la sala y acusó al director ejecutivo de la asociación, Jim Grossman, de haber hecho «una declaración política» contra la resolución en su informe con el que se inició la reunión. (Grossman había dicho «no somos una organización política», pero luego dijo que solo estaba dando su informe).

Cuando llegó el momento de votar, algunos miembros criticaron el método de simplemente escribir sí o no en tarjetas de notas; a los asistentes se les habían proporcionado varias tarjetas. Después del debate, pero antes de que se revelara el resultado, un miembro señaló a otro y lo acusó de grabar la reunión en contra de las reglas, lo que llevó a Grossman a buscar en su teléfono y concluir que eso no sucedió.
Cuando se anunció el total de votos, la abrumadora mayoría fue recibida con cánticos de «¡Libertad, libertad para Palestina!» Pero la votación del domingo no es el final del proceso.

La resolución pasará ahora al consejo electo de la asociación, que puede aceptarla, vetarla o negarse a aprobarla. Esa última opción enviaría la resolución a los aproximadamente 10.450 miembros de la asociación para su votación. Grossman dijo que entonces se necesitaría una mayoría simple de los votantes para aprobarla.

El debate que se viene puede reflejar lo que se escuchó el domingo: discusiones sobre cuándo las asociaciones académicas deberían pronunciarse y, si lo hacen, qué deberían decir.

El Consejo Ejecutivo de la Asociación de Lenguas Modernas, cuya reunión anual se celebrará a finales de esta semana, ha sido criticado por no permitir a los miembros de esa organización ni siquiera votar sobre una resolución que también acusaría a Israel de escolasticidio. La resolución de la MLA habría ido más allá que la de la Asociación Histórica Estadounidense al respaldar también el movimiento de boicot, desinversión y sanciones contra Israel.

La resolución de la Asociación Histórica Estadounidense cita a un grupo de expertos independientes de las Naciones Unidas que, según un comunicado de prensa anterior de la ONU, dijeron: «Puede ser razonable preguntar si existe un esfuerzo intencional para destruir por completo el sistema educativo palestino».

Ese comunicado de prensa era de abril, apenas seis meses después del inicio de la guerra entre Israel y Hamás. El comunicado de la ONU decía que, para entonces, la última universidad de Gaza ya había sido destruida y «más de 5.479 estudiantes, 261 profesores y 95 profesores universitarios han muerto en Gaza, y más de 7.819 estudiantes y 756 profesores han resultado heridos».

Historiadores por la Paz y la Democracia escribieron la resolución. Van Gosse, copresidente de la organización y profesor emérito de historia en el Franklin & Marshall College, dijo que él y otros fundaron el grupo hace 20 años para oponerse a la guerra de Irak.

Horas antes de la votación el domingo por la noche, otro grupo llamado Historiadores por Palestina realizó una manifestación frente al hotel de la conferencia cerca de Times Square. Unas 75 personas escucharon a los oradores, incluido Takriti, que manejaba un megáfono, de pie junto a personas que sostenían una pancarta que decía “¡Alto el fuego ahora!”.

“Hay negacionistas que niegan la realidad y, lo que es importante para nosotros los historiadores, utilizan la falsificación histórica para promoverla”, dijo Takriti, profesor asociado de historia árabe moderna, ante los gritos de “¡Vergüenza!” de la audiencia. Dijo que la resolución del domingo era solo un comienzo.

“Hoy en día, algunas de estas personas leerán reconocimientos de tierras aquí en este espacio colonizado, pero no quieren decir lo que leen”, dijo Takriti. “No han interiorizado lo que están diciendo. Para ellos, son sólo palabras sin sentido, y Gaza lo demuestra. Porque si tuvieran algún entendimiento, si tuvieran algún sentimiento por los demás, si no estuvieran incurriendo en un comportamiento puramente narcisista (y violento), habrían emitido resoluciones mucho más enérgicas que la que se está proponiendo desde el principio de este genocidio”.

La asociación ya se ha pronunciado sobre los acontecimientos actuales. En febrero de 2022, publicó una declaración en la que condenaba “en los términos más enérgicos posibles la reciente invasión rusa de Ucrania. Este acto de agresión militar abierta viola la soberanía de una Ucrania independiente y amenaza la estabilidad en la región en general y en todo el mundo”. Además, decía: “Apoyamos vigorosamente a la nación ucraniana y a su pueblo en su resistencia a la agresión militar rusa y a la retorcida mitología que el presidente Putin ha inventado para justificar su violación de las normas internacionales”.

https://www.insidehighered.com/news/faculty-issues/academic-freedom/2025/01/05/aha-convention-attendees-oppose-scholasticide-gaza

¿Silencio ante un genocidio? Solo muerto

Naturalmente, he comenzado el año recibiendo amenazas por los mismos temas y los mismos cobardes de siempre, escondidos detrás del anonimato. Pierden el tiempo. ¿Silencio ante un genocidio? Solo muerto.

En el último video, se muestra el momento en que Israel bombardeó hoy las tiendas de campaña del campo de refugiados de Deir al-Balah, en el centro de Gaza, con una bomba de media tonelada de explosivos. Un avión F-35 de 100 millones de dólares arroja una bomba GDU de 200.000 dólares sobre refugiados que viven en la miseria con 100 gramos de pan al día en una tienda de campaña.

Ya van 45.000 palestinos masacrados, registrados en el último año. Se estiman 300.000 muertos considerando aquellos que, por obvias razones, no se pueden identificar con nombre y apellido ni con su fecha de nacimiento.

Por si fuese poco, el mismo imperialista y miserable Occidente no se cansa de justificar con su literatura de terror, esa especialidad del occidente bonito y civilizado.

Jorge Majfud, 3 de enero de 2025.

https://radiocut.fm/audiocut/vivimos-en-fracasada-civilizacion-del-exito-jorge-majfud/ «Vivimos en la fracasada civilización del éxito»

https://ar.radiocut.fm/audiocut/vivimos-en-fracasada-civilizacion-del-exito-jorge-majfud/

La sensibilidad de los cómplices

Otra advertencia sobre la “sensibilidad de las imágenes” que publicamos aquí y en otros medios sobre el Genocidio racista en Gaza. Ver la clásica advertencia abajo. Los medios tradicionales y las redes sociales son muy pudorosas con las masacres y genocidios que sus dueños como Elon Musk y casi todo el resto apoyan día a día, año tras año. «Matemos, pero sin herir la sensibilidad de nuestros usuarios. Eso nos quita clientes sensibles«.

Cuando Bush prohibió publicar imágenes de los soldados estadounidenses volviendo en ataúdes, alguien dijo «si podemos hacerlo, bien podemos verlo». Está de más decir que esa masacre fue vendida a los medios de forma muy higiénica (en 2003 publicamos varios artículos en varios diarios sobre la hipócrita y cómplice censura de las imágenes de niños destrozados).

La historia ya no rima; se repite como una prostituta.

jorge majfud (sí, ese mismo, el que da la cara por fea que sea, el que no se esconde detrás de anónimos ni falsea amistades ni habla por la espalda de nadie ni realiza denuncias secretas), diciembre 2024

Nuevos documentos desclasificados. Israel le ocultó a Washington que estaba construyendo bombas atómicas

Un informe de inteligencia de 1960 afirmaba que el sitio nuclear israelí era para fabricar armas. “No somos un satélite de Estados Unidos”, fue la respuesta de Ben-Gurion a las preguntas de Estados Unidos sobre el reactor de Dimona. Ahora, se han dado a conocer los informes desclasificados sobre las inspecciones de Estados Unidos a Dimona de 1965, 1966 y 1967

Informe de inteligencia de 1967: ¿Israel estaba produciendo plutonio apto para armas y engañando a Estados Unidos?[1]

Washington, D.C., 17 de diciembre de 2024. Un informe del Comité Conjunto de Inteligencia de Energía Atómica (JAEIC) de diciembre de 1960, recientemente desclasificado, es el primer y único informe de inteligencia estadounidense conocido que afirma de manera correcta e inequívoca que el proyecto nuclear israelí Dimona, que Estados Unidos había descubierto recientemente, incluiía una planta de reprocesamiento para la producción de plutonio relacionado con armas. Todos los análisis de inteligencia estadounidenses posteriores conocidos del programa nuclear de Israel trataron la cuestión del reprocesamiento como no resuelta hasta finales de la década de 1960, cuando Estados Unidos e Israel llegaron a un acuerdo secreto para aceptar su condición de “Estado con armas nucleares no declaradas”.

El informe de inteligencia recién publicado por es uno de los 20 documentos desclasificados que aparecen en el Libro Informativo Electrónico del Archivo de Seguridad Nacional de George Washington University. Se trata del último de una serie de colecciones de documentos desclasificados editados por el analista principal del Archivo William Burr y el profesor Avner Cohen (Instituto Middlebury de Estudios Internacionales en Monterey) sobre la política estadounidense hacia el programa de armas nucleares israelí y los complejos problemas que planteó para la diplomacia estadounidense durante los años 1960 y 1970.

Un análisis de inteligencia estadounidense igualmente intrigante y desclasificado reveló que varias fuentes israelíes habían informado a la embajada estadounidense en febrero de 1967 que Israel “tiene o está a punto de completar” una planta de reprocesamiento en Dimona y que “el reactor de Dimona ha estado funcionando a plena capacidad”. La conclusión era que Israel estaba a “6-8 semanas” de la bomba. Este es el primer documento conocido que trata como posible que Israel estuviera engañando sistemáticamente a los Estados Unidos sobre Dimona.

Los documentos recién publicados pero fechados en la década de 1970 ilustran cómo el gobierno estadounidense se adaptó a la nueva realidad de las armas nucleares de Israel. Entre ellos se encuentra el texto del “documento no oficial” del Secretario de Estado norteamericano Cyrus Vance, entregado al embajador soviético Anatoly Dobrynin a principios de 1978, en el que se afirma que Estados Unidos “acepta las garantías [de Israel]” de que no posee armas nucleares y de que “no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Medio”.

Un informe de entonces, generado por el Departamento de Estado sobre los riesgos de proliferación nuclear, sugería por qué Washington había abandonado la presión sobre Israel para que firmara el Tratado de No Proliferación: “La alta prioridad de Estados Unidos de alcanzar un acuerdo de paz en la zona es primordial e inhibe a la búsqueda efectiva de los objetivos de no proliferación en Israel”.

Dios puso las bombas en nuestras manos

A principios de 1978, después de que la CIA publicara por error una estimación de inteligencia que afirmaba que Israel había producido armas nucleares, el embajador soviético Anatoly Dobrynin preguntó si era cierto que Israel poseía tales armas. Como respuesta, el secretario de Estado Cyrus Vance le entregó a Dobrynin un “documento no oficial” en el que afirmaba que Estados Unidos “acepta las garantías [de Israel]” de que no poseía armas nucleares y “no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Medio”. Otro documento de principios de 1978, un informe del Departamento de Estado sobre los riesgos de proliferación nuclear planteados por varios países (“la Docena Sucia”), indicaba por qué Washington había abandonado la presión sobre Israel para que firmara el Tratado de No Proliferación: “La alta prioridad de Estados Unidos de encontrar un acuerdo de paz en la zona es primordial e inhibe la búsqueda efectiva de los objetivos de no proliferación en Israel”.

Los documentos de esta publicación proceden de la Administración Nacional de Archivos y Registros de Estados Unidos (NARA) y fueron descubiertos entre los registros del Comité Conjunto de Energía Atómica (RG 128), la Comisión de Energía Atómica (RG 326), el Departamento de Estado (RG 59) y en la Biblioteca Presidencial Lyndon Johnson. Casi todos ellos son el resultado de solicitudes de Revisión de Desclasificación Obligatoria (MDR) o de solicitudes de Indexación a Demanda presentadas por el Archivo de Seguridad Nacional.

Nuevos documentos estadounidenses sobre el programa nuclear israelí
William Burr y Avner Cohen, editores

Desde principios de los años 1960 hasta los años 1970, la actitud del gobierno estadounidense ante el programa de armas nucleares de Israel cambió notablemente. Durante los años 1960, las preocupaciones sobre la no proliferación y la estabilidad geopolítica en Oriente Medio alimentaron el temor de que Israel utilizara su reactor nuclear de Dimona para producir plutonio para la bomba. Un ejemplo de ello son los documentos recientemente desclasificados sobre las inspecciones de Dimona, en las que funcionarios del gobierno estadounidense buscaron indicios de producción de plutonio. En 1969, los documentos desclasificados indican que la no proliferación dio paso a un acuerdo secreto bilateral entre el presidente Richard Nixon y la primera ministra Golda Meir, en virtud del cual Washington se acomodó a la condición no declarada de Israel en materia de armas nucleares.

El informe de la AEC y otros documentos recientemente desclasificados de los registros del Comité Conjunto sobre Energía Atómica del Congreso ilustran cómo Washington empezó a descubrir la existencia del reactor de Dimona. En junio de 1960, funcionarios de la AEC visitaron Israel para inspeccionar el recién construido reactor de investigación Soreq que Washington había proporcionado en el marco del programa Átomos para la Paz. Todo estaba en orden: Israel cumplía plenamente con las salvaguardias. Sin embargo, una reunión con funcionarios estadounidenses en la embajada de Tel Aviv trajo noticias inesperadas: “informes de que un equipo conjunto israelí-francés estaba haciendo algo en el campo de la energía atómica en Beersheba o cerca de allí”. Los funcionarios de la AEC dijeron que no habían oído nada al respecto y que intentarían obtener más información de su personal de inteligencia en Washington. Este nuevo documento se relaciona con otro material sobre el descubrimiento de Dimona publicado en una publicación anterior en 2015.

Como se mencionó, uno de los nuevos documentos es un informe del Comité Conjunto de Inteligencia de Energía Atómica de diciembre de 1960. Sus declaraciones de que el proyecto nuclear franco-israelí en el desierto del Néguev incluiría una “planta de separación de plutonio” y que el reactor de Dimona estaba destinado inequívocamente a fines armamentísticos eran afirmaciones poco comunes. Hasta donde saben los editores, este es el primer y único documento de inteligencia estadounidense que sostiene de manera categórica y explícita que el sitio de Dimona incluiría una planta para separar el plutonio del combustible gastado del reactor con el fin de fabricar armas. Informes desclasificados posteriores trataron la planta de reprocesamiento como algo que aún no existía y dijeron que su construcción probablemente requeriría una nueva decisión política por parte de los líderes israelíes.

Otros documentos de archivo desclasificados sobre el descubrimiento del reactor de Dimona se centran en la reacción irritada del Primer Ministro David Ben Gurion ante las declaraciones y las indagaciones de la administración de Eisenhower sobre el reactor y los propósitos israelíes. Por ejemplo, los comentarios públicos del director de la Comisión de Energía Atómica, John McCone, en “Meet the Press” de que Israel no había informado a Washington sobre Dimona enfurecieron a Ben-Gurion, quien le dijo al embajador estadounidense Ogden Reid a principios de 1961 que “no lo merecíamos y no aceptaremos ese trato”, y agregó: “no somos un satélite de Estados Unidos… y nunca seremos un satélite”. El embajador Reid informó que había hablado con Ben-Gurion sobre el trabajo de inteligencia de los Estados Unidos en Israel y le dijo que “no había ningún espionaje en curso”. Reid repasó con Ben-Gurion los esfuerzos de la Embajada por establecer una “relación de trabajo” entre los dos países, pero señaló que Israel no había ayudado en nada al no “informarnos sobre el reactor, en particular a la luz de la asistencia económica que habíamos estado brindando”. [1]

Entre otros documentos nuevos se incluyen los informes detallados de las visitas de inspección de los Estados Unidos al reactor de Dimona en 1965 y 1966. Para evitar disputas con sus anfitriones, las inspecciones se denominaron “visitas”, pero fueron tan detalladas como los israelíes permitieron. Publicados por primera vez, los documentos ilustran la preocupación del gobierno de los Estados Unidos durante la década de 1960 de que el programa nuclear israelí fuera un riesgo de proliferación que hiciera necesario determinar si el reactor representaba un proyecto de armas nucleares, especialmente si había indicios de que los israelíes ya tenían o estaban tratando de construir una planta para convertir el combustible gastado del reactor en plutonio para armas.

El equipo de la AEC que inspeccionó el reactor de Dimona en 1966 fue lo suficientemente cauteloso como para señalar la posibilidad de un engaño israelí: “el equipo puede haber sido engañado deliberadamente, pero se cree que esto es poco probable”. El informe de inspección señaló las razones por las que el engaño era improbable, pero el equipo no se dio cuenta de que el engaño era, de hecho, continuo y sistemático. No sólo eso, en algún momento de 1966 Israel había comenzado a producir plutonio apto para armas y en vísperas de la Guerra de los Seis Días de 1967, como una cuestión de máxima emergencia, Israel reunió, por primera vez en su historia, dos o tres dispositivos nucleares. Esta preparación fue para una demostración en caso de que ocurriera el peor escenario posible. Fue entonces, a todos los efectos, que Israel había cruzado el umbral y se había convertido en un estado con capacidad nuclear.[2]

Otro documento clave desclasificado también muestra preocupaciones sobre la posibilidad de engaño en Dimona. Un informe de inteligencia del Departamento de Estado de marzo de 1967, suprimido en gran parte por la CIA, analizaba acusaciones sorprendentes hechas, aparentemente por fuentes israelíes, a la embajada de Estados Unidos en Tel Aviv, de que los israelíes habían instalado o estaban a punto de instalar una planta de reprocesamiento para producir plutonio en Dimona y habían estado operando el reactor de Dimona a alta capacidad para ese propósito. Los redactores del informe (al menos el texto que ha sido desclasificado) vieron claramente la nueva información como dramática, pero se mostraron reacios a sacar conclusiones firmes. En cambio, sugirieron que la próxima visita de la AEC a Dimona examinara de cerca el problema del reprocesamiento. Pero la inspección de abril de 1967 no arrojó nada nuevo.

Los documentos de la década de 1960 corresponden a un período en el que las preocupaciones por la no proliferación tuvieron un impacto significativo en la política estadounidense hacia Israel, aunque nunca llegaron al punto de un choque o confrontación abierta. Los israelíes reconocieron las aprensiones de los EE. UU., pero eso no les impediría avanzar en secreto en el desarrollo de una capacidad de armas nucleares, incluido el reprocesamiento secreto del combustible gastado. El Primer Ministro Levi Eshkol y otros altos funcionarios no estaban dispuestos a decirle a Washington que se estaban acercando al umbral nuclear, y mucho menos a dar un paso abierto en esa dirección, aunque la inteligencia estadounidense percibió que los israelíes estaban haciendo progresos.

Un grupo de documentos desclasificados de la administración Carter ilustraba el cambio de actitud que había dado el gobierno estadounidense durante la década de 1970. El presidente Richard Nixon dio baja prioridad al TNP y a las preocupaciones por la proliferación en general, pero alta prioridad a la libertad de acción de los socios de seguridad regionales. En consonancia con ello, en septiembre de 1969 Nixon se reunió personalmente con la primera ministra Golda Meir, en la que llegaron a un acuerdo altamente secreto según el cual Estados Unidos dejaría de ejercer presión sobre la cuestión nuclear, por ejemplo poniendo fin a las solicitudes de inspección de las instalaciones nucleares israelíes y de que Israel firmara el TNP.[3]

Aunque nunca ha surgido un registro directo de la reunión Meir-Nixon, se puede inferir que los dos líderes acordaron mantener en secreto el estatus de Israel en materia de armas nucleares. Israel no probaría armas nucleares ni declararía que las tenía. En cualquier declaración oficial sobre sus capacidades, utilizaría un lenguaje ambiguo o lo que Avner Cohen ha llamado “opaco”. Washington aceptaría y apoyaría las declaraciones de Israel de que no tenía armas nucleares y de que no sería el “primero en introducir armas nucleares” en la región. Esa redacción había sido la posición oficial israelí desde principios de los años 1960, cuando Ben-Gurion, Eshkol, Shimon Peres y otros altos funcionarios la formularon.[4]

El acuerdo Nixon-Meir sobrevivió a sus arquitectos. Según un relato, a petición del gobierno israelí en 1977, Henry Kissinger informó a Jimmy Carter sobre el acuerdo Nixon-Meir.[5] Si bien Kissinger se reunió y habló con el presidente Carter varias veces durante agosto de 1977, fue principalmente en relación con el Tratado del Canal de Panamá. Sin embargo, lo que es particularmente revelador es que Kissinger se reunió con el presidente Carter el 25 de enero de 1978. Después de una discusión privada de veinte minutos en la Oficina Oval, almorzaron con Rosalynn Carter.[6] La visita de Kissinger se produjo en vísperas de la cobertura mediática de una respuesta aparentemente errónea de la CIA a una solicitud de la FOIA por parte del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC). La Agencia desclasificó la mayoría de las principales conclusiones de la Estimación Especial de Inteligencia Nacional (SNIE) de 1974, “Perspectivas de una mayor proliferación de armas nucleares”. Una de las conclusiones fue que “Israel ya había producido armas nucleares”, o al menos había una “creencia” de que Israel lo había hecho.

La divulgación de la CIA aparentemente violó uno de los aspectos operativos del acuerdo Nixon-Meir: que Estados Unidos nunca reconocería en público la posesión de armas nucleares por parte de Israel. Las preguntas de los periodistas sobre el SNIE pueden haber animado a los diplomáticos israelíes a ponerse en contacto con Kissinger y pedir su intervención. Ciertamente, la prensa estadounidense y extranjera cubrió la divulgación de la FOIA, incluido el hecho de que había sido un “error” y que un funcionario de la CIA había temido que pudiera causar un “incidente internacional”. [7]

La cobertura de la prensa motivó a la Embajada de Estados Unidos en Israel a pedir instrucciones a Washington en caso de que los medios de comunicación hicieran preguntas. El Departamento de Estado brindó inmediatamente orientación resumiendo las “firmes” declaraciones del Gobierno de Israel de que “no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Medio” y las declaraciones del Primer Ministro Rabin en 1974 y 1975 de que “no tenemos armas nucleares” y que “Israel es un país no nuclear”. Según el Departamento, esas fueron “declaraciones autorizadas” y “no tenemos nada que agregar”. Esa orientación era consistente con el entendimiento Nixon-Meir, y la Embajada de Israel no se habría opuesto a ella.

Si Kissinger informó al Presidente Carter sobre el entendimiento Nixon-Meir, es difícil saber cuán decisivo fue. La administración Carter era consciente de que Israel tenía plena capacidad de armas nucleares [Véase el Documento 13], pero durante su primer año, mientras perseguía su agenda de no proliferación, evitó cuidadosamente cualquier presión sobre Israel. Sin embargo, cualquier informe de Kissinger sobre el acuerdo Nixon-Meir puede haber sido un recordatorio útil de la importancia del tema y del enfoque que los predecesores inmediatos de Carter habían adoptado respecto del programa nuclear de Israel.

En los días y semanas que siguieron a las noticias de la prensa, la administración Carter siguió los principios básicos del acuerdo Nixon-Meir al validar las negaciones israelíes de que poseía la bomba. Un caso de prueba puede haber sido la curiosidad expresada por un alto diplomático soviético sobre el documento poco después de que aparecieran las noticias de la prensa. El 21 de febrero de 1978, el embajador Anatoly Dobrynin entregó un «documento no oficial» al secretario de Estado Cyrus Vance en el que Moscú pedía a Estados Unidos que aclarara el asunto: «en qué medida son ciertos [sic] los informes… de que las agencias del gobierno de Estados Unidos llegaron a la conclusión de que Israel está en posesión de armas nucleares». Vance observó que los israelíes habían negado que poseyeran la bomba y que la CIA estaba dividida sobre el asunto, pero aceptó revisar el documento soviético.

Unas semanas después, cuando Dobrynin preguntó por la respuesta del Departamento de Estado a su pregunta, Vance fue un poco más allá de la posición habitual al reconocer que “nuestra comunidad de inteligencia estaba de acuerdo en que Israel tenía la capacidad de fabricar armas nucleares, [pero] estaba dividida sobre la cuestión de si ya lo había hecho”. En respuesta, Dobrynin dijo que “tenía ‘una opinión más alta de la gente de inteligencia de los EE. UU.’ de lo que implicaba la respuesta”, lo que sugería sus dudas sobre una “división”.

El 16 de marzo de 1978, Vance proporcionó a Dobrynin un documento oficioso que incluía una declaración de que “aceptamos las garantías israelíes de que no habían producido armas nucleares”. El Departamento también aceptó la garantía israelí de que “no serán los primeros en introducir armas nucleares en Oriente Medio”. Claramente escéptico, Dobrynin “cuestionó persistentemente si realmente creemos lo que dicen los israelíes”. Vance respondió que “no había evidencia de que las garantías israelíes fueran falsas”. En este ejemplo de diálogo entre gobiernos sobre el estatus nuclear de Israel, el Departamento de Estado mantuvo la postura israelí de opacidad nuclear. Esto plantea interrogantes sobre cuánta información –cuán precisa y detallada– tenía el propio gobierno de Estados Unidos sobre el programa nuclear israelí en ese momento.

El artículo concluye con un largo informe del Departamento de Estado sobre los países que generan preocupación en materia de proliferación nuclear, “La docena sucia” (en realidad once), que incluía una evaluación de las capacidades de armas nucleares de Israel y las cuestiones políticas y diplomáticas que planteaban. Si bien es probable que los autores del informe no conocieran el acuerdo Nixon-Meir, reconocieron que el programa nuclear de Israel estaba en una categoría especial que lo hacía inmune a las presiones diplomáticas habituales, sobre todo porque “la alta prioridad de Estados Unidos de encontrar un acuerdo de paz en la zona es primordial e inhibe la búsqueda efectiva de objetivos de no proliferación en Israel”.

Es necesario investigar más sobre qué sabía exactamente el gobierno de Estados Unidos y cuándo lo sabía sobre el programa de armas nucleares israelí y cómo los responsables de las políticas evaluaban cualquier nuevo conocimiento. Como sucede con cualquier asunto de política exterior especialmente sensible y controvertido, los registros sobre ese tema no son fáciles de desclasificar e invariablemente pasan por una prolongada revisión de seguridad. Algunas solicitudes tardan años en procesarse; los registros de la JCAE que se muestran en la publicación de hoy se solicitaron en 2012 y se publicaron en septiembre de 2024. Otras solicitudes relacionadas con las actividades nucleares de Israel fueron denegadas por completo y esperan un largo proceso de revisión de apelaciones. Importantes registros de archivo del Departamento de Estado de finales de la década de 1960 se encuentran en la cola de apelaciones del sobrecargado Panel de Apelaciones de Clasificación Interinstitucional (ISCAP) y es muy posible que el ISCAP nunca llegue a ellos debido a la falta de personal. También están estancados en el proceso de desclasificación y apelación los informes sobre las visitas a Dimona en 1967, 1968 y 1969.

También es muy relevante que parece haber una regulación secreta que advierte a los empleados actuales o anteriores del gobierno federal con medidas disciplinarias si divulgan información sobre las actividades de armas nucleares israelíes.[8] No está del todo claro hasta qué punto esta prohibición se relaciona con la desclasificación de material histórico de archivo, pero sin duda el Departamento de Defensa está decidido a plantear objeciones a la desclasificación de material incluso de hace 60 años o más relativo a la política estadounidense y al estado de conocimiento sobre el programa nuclear israelí. Según la actual orden ejecutiva sobre información clasificada de seguridad nacional, el Pentágono tiene libertad de acción para hacerlo; todavía está por ver si eso cambiará en el futuro previsible.

The Documents

I. The Discovery of Dimona

ebb 877 doc 1

Document 1

R. Ludecke, General Manager, Atomic Energy Commission, to James T Ramey, Executive Director, Joint Committee on Atomic Energy, 4 March 1961, enclosing memorandum from John J. Downing to John V. Vinciguerra, “Safeguards Inspection – Israel,” with enclosure, 6 July 1960, Secret, Excised copy

Jul 6, 1960

Source

National Archives, Record Group 128, Joint Congressional Committees (RG 128), Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

Before the discovery of the secret nuclear reactor at Dimona during November-December 1960, the Atomic Energy Commission had provided Israel with a small five-megawatt research reactor under the “Atoms for Peace Program,” with fuel provided by the AEC. Located at the Soreq Nuclear Research Center formerly referred to as Nabi Rubin site, some fifteen miles south of Tel Aviv the recently constructed reactor (designed by Philip Johnson and inaugurated in June 1960) was subject to inspection under an Agreement for Cooperation between the AEC and the Israeli Atomic Energy Commission.

For the first inspection of this reactor, AEC officials John J. Downing and James H. Herring visited the site on 9 June 1960. Their report concluded that the operations of the reactor and the use of U.S. fuel were in “accordance with safeguards provisions.” Discussion at the embassy a few days later indicated that the reactor could produce only miniscule amounts of plutonium, 5 grams per day, and most likely far less. Under the inspection requirements there was “no risk of material diversion except for the production of isotopes for radiological warfare.”

Two days after the inspection, the AEC team met with U.S. diplomats at the U.S. Embassy in Tel Aviv, where there was vocal support for two inspections per year, the maximum permitted. The discussion quickly shifted to Israel and nuclear weapons. Perhaps not wholly appreciative or supportive of the Eisenhower administration’s developing concern about nuclear proliferation, Embassy officials focused on Israel’s security needs. With Israel surrounded by hostile states, “maximum effect” weapons were the “most effective means of self-protection.” Either Israel could build nuclear weapons, or France could supply them.

France may have been mentioned because embassy officials had heard “reports of a joint Israeli-French team doing something in atomic energy in or near Beersheba.” The AEC officials knew nothing about that and wanted to learn more. The discussion concluded with an understanding that, with “new separation techniques” (used for producing plutonium), Israel could “become a nuclear power.” Yet, keeping a nuclear weapons program a secret “would be difficult … in so small a country.”

When AEC General Manager Luedecke subsequently provided, six months later, reports of the inspection and the embassy meeting to the Joint Committee on Atomic Energy, he observed that the discussion at the Embassy of French-Israeli atomic activities was in the nature of “rumor type reports” that had circulated during 1960. According to Luedecke, when the CIA’s Herbert Scoville testified to the JCAE on Israeli nuclear activities in December 1960, he had mentioned such reports.[9]

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Document 2

JAEIC [Joint Atomic Energy Intelligence Committee] Statement, 1400 Hours, 2 December 1960, “Israeli Plutonium Production,” Secret, excised copy

Dec 2, 1960

Source

RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

This recently declassified intelligence report, shared in December 1960 with Congress’s Joint Committee on Atomic Energy, used newly acquired information to go far beyond the earlier rumors by confirming not only the joint French-Israeli construction of a large reactor in a site near Beersheba but also by noting that the joint project would include a “plutonium separation plant.” We believe this is the first – and possibly the only – U.S. intelligence document that unequivocally and explicitly declared that the French-Israeli joint nuclear project included those two major components: a production reactor and a plutonium separation plant.

All subsequent U.S. intelligence estimates treated the issue of a separation plant as an unresolved matter of concern, most often taking the view that it did not yet exist, and that its construction most likely would require a new political decision. Yet the Committee did not explain how it reached the judgement that Dimona would include a separation plant. In any event, by positing the construction of a separation plant, the report assumed that the reactor’s purpose was weapons production, not research.

The Committee estimated that the power of the reactor was about 200 MW (thermal), which is almost 10 times larger than the declared nominal power, 24 MW. Tracing the construction of the site to 1959, it estimated that the reactor would be operational by mid-1961. The latter date was an overestimate, by far, as the document forecasts that, by mid-1962, Dimona could produce about 30 kilograms of weapons grade plutonium, given they conduct their first weapons test by late 1962 or early 1963. It also speculated that the French could provide a test site but that if they provided weapons designs no tests would be necessary. According to the report, the French and Israelis would be making a statement in a few days.

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Document 3

Atomic Energy Commission, AEC Intelligence Report, “Israeli Reactor Site Near Beersheba,” 9 December 1960, AECIR Report 60-3, with photos attached, Secret

Dec 9, 1960

Source

National Archives, Record Group 326, Records of Atomic Energy Commission, John McCone Records, box 90, Israel

This AEC intelligence report was far less categorical than the JAEIC had been about the purposes of the French-Israeli project, but when the Commission’s analysts considered various interpretations they believed that the “secrecy surrounding the project suggested that the complex was intended for the production of weapons-grade plutonium, whether or not generation of electric power is involved.” One of the interpretations, that the purpose was a research reactor with little capacity to produce plutonium, they deemed “incompatible with the security of the site and the large scale of the entire project, and particularly the large size of the dome-shaped containment building.”

At that point, the AEC’s analysts were not sure what type of French reactor Dimona was modeled after and their report listed four different reactor types and their potential to produce plutonium, including the Marcoule and the EL-3 models. Some months later, however, Dimona plant director Mannes Pratt told the AEC officials examining the reactor in May 1961 that it was “very much influenced by the French EL-3 model.”[10] Whatever French model was relevant, AEC intelligence, unlike the JAEIC, did not specify that a reprocessing plant would be part of the Dimona complex, although the weapons grade plutonium interpretation would require the availability of one.

Document 4

Richard X. Donovan, Special Assistant to the General Manager (Congressional) to Chairman McCone et al., “Briefing of JCAE [Excised],” 13 December 1960, Secret, Excised copy, under appeal

Dec 13, 1960

Source

National Archives, Record Group 326, Records of Atomic Energy Commission, Records of John McCone, Box 90, Israel

The JCAE hearing on 9 December 1960 that AEC General Manager Luedecke mentioned had its contentious moments. The hearing record remains classified, but this heavily excised account provides a little of the flavor. The testimony by the State Department’s Phillip Farley conveyed the gravity of the concerns about Dimona: that the “security of the United States” was involved and that the reactor’s existence had produced “needless suspicion and risk.”

Senator John Pastore (D-RI) “showed agitation” that the U.S. had been “‘snooping around’ [excised] our supposed friends” and said that as soon as it had the earliest evidence it should have “confronted Israel directly.” By contrast, Senator Albert Gore, Sr. (D-TN) “defended the subterfuge.” Both, “for different reasons,” blamed the CIA and the State Department “for tardy action.” Committee members were generally concerned that, if the existence of Dimona leaked out, the U.S. “would be blamed because of its close economic ties” with Israel. In particular, they did not want it to become general knowledge that the U.S. government had known about Dimona “before it was public.”

Despite those concerns, on 18 December 1960, AEC Chair John McCone appeared on “Meet the Press,” where he disclosed that the U.S. had “informal and unofficial” information about the reactor, acknowledged that it came as a “surprise” to the U.S., and said that Washington was seeking more information from Israel. Those statements incensed Ben-Gurion (See Document 5).

Document 5

U.S. Embassy Israel telegram 626 to Department of State, 5 January 1961, Secret, Excised copy, under appeal

Jan 5, 1961

Source

RG 59, CDF 1960-1963, 884a.1901/1-561

On 21 December 1960, Ben-Gurion made a statement to the Knesset acknowledging the reactor and declaring that its purpose was research for peaceful purposes. He did not mention the French connection. For the Eisenhower administration, this was not enough; top State Department officials found Ben-Gurion to be “evasive” in answering questions about plutonium and access to Dimona by U.S. scientists, and for his “failure to confide” with President Eisenhower. Seeking more candor, Under Secretary of State Douglas Dillon sent the Embassy in Tel Aviv, on 31 December 1960, specific questions to pose to the Israeli leadership – either Prime Minister Ben Gurion or Foreign Minister Meir – about the reactor, safeguards, and visits by “qualified scientists from the IAEA or other friendly quarters.”

As part of the follow-up to the Department’s request, on 4 January 1961, Ambassador Reid was summoned to Sde Boker (Ben Gurion’s Negev’s residence) and had a lengthy discussion with the Prime Minister, which he reported in a detailed five-part “eyes only” message. Ben-Gurion was plainly aggravated by the publicity given to the Dimona reactor and the detailed questions about Israel’s purposes, especially the demand for a categorical statement that Israel “has no plans for producing nuclear weapons.” Ben-Gurion said his answer was a “categorical yes,” that Israel had no such plans. He went on to discuss at length what he thought was the “greatness” of the United States, for example, as a “refuge for tens of millions of people of Europe,” for its war against slavery, and its early recognition of the State of Israel. But then he went on to say that “we are equals of America in terms of moral respect.” Soon, “drawing himself up in his chair,” he said, “We didn’t deserve it and we will not accept such treatment.”

That was Ben Gurion’s irate and emotional response to the way that the Eisenhower administration had handled the Dimona issue. What especially rankled him was AEC Director John McCone’s statements on “Meet the Press” on 18 December 1960 that Dimona was a “surprise” to the U.S. and that Washington had asked Israel for more information. Evidently, Ben-Gurion did not think that such matters should be public, especially after his subsequent statement to the Knesset, on 21 December, which was as “trustworthy as any made by the highest [U.S.] officials.” Suggesting that U.S. officials should not raise doubts about Israel’s purposes, he declared that, “We are not a satellite of America… and will never be a satellite.” Later he observed that McCone’s comments had contributed to the “deterioration of the atmosphere in the Middle East” by increasing concern about Dimona, noting that, “If [Egyptian leader] Nasser wins, every Jew will be exterminated in this country.”

When the discussion turned to safeguards about plutonium produced from the reactor and possibilities for inspection, Ben-Gurion said, “I refuse” because he did not want Soviet inspectors as “part of an international body,” referring to the IAEA. Yet, when Reid asked why Dimona could not have inspections when Israel had accepted them for the Soreq research reactor, he could not get straightforward answers from Ben-Gurion, who wanted to avoid acknowledging that he wanted freedom of action for Israel to use Dimona as it saw fit. Ben-Gurion allowed that “access” by a “friendly” power could be possible under some conditions, for example, if McCone made no further statements.

Reid and Ben-Gurion discussed the “spying question.” Ben Gurion was the one who raised the issue and asked whether the U-2 flew over Dimona. Reid responded that he had never been “officially informed” about U-2 flights and that the only photographs of Dimona he knew about were taken from the roadside. While taking “full responsibility” for the activities of the CIA and military attaches, Reid assured Ben-Gurion that “there was no spying going on.”

Noting the Embassy’s efforts to establish a “working relationship” between the two countries, Reid said that Israel had not helped matters by failing to “inform us of the reactor—particularly in light of the economic assistance we had been providing.” Reid believed that point, among others that he made, “registered” with the Prime Minister. After noting the severe impact of cabinet crises and the related Lavon Affair on Ben-Gurion, Reid believed that the conversation had “largely” helped clear the air, although Washington would want more information in response to its questions about the Israeli nuclear project.

II. Inspections during the Mid-1960s and Proliferation Concerns

Document 6

Howard C. Brown, Assistant General Manager for Administration, Atomic Energy Commission, to John T. Conway, Executive Director, Joint Committee for Atomic Energy, enclosing “Report on Visit to Israeli Atomic Energy Installations, January 27-31, 1965,” 13 April 1965, Secret

Apr 13, 1965

Source

RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

As detailed in previous postings, U.S. concern about Dimona and the risk it posed to nonproliferation policy persisted during the Kennedy administration. Under nagging pressure for months from President John F. Kennedy, Ben-Gurion finally agreed to the first U.S. visit to the Dimona site in May 1961. Then, after an improvised and unsatisfactory visit in September 1962, President Kennedy resumed his pressure in the spring and summer of 1963 for an arrangement involving regular visits, to which Ben-Gurion (and subsequently his successor Levi Eshkol) reluctantly assented in August 1963. The first of those visits took place on 18 January 1964 under president Lyndon Johnson, and the full report on the visit was published for the first time in a previous posting. While President Johnson shared President Kennedy’s concern about nuclear proliferation, he was certainly not as persistent and demanding with the Israelis as his predecessor had been.

The 1965 Dimona visit was the second of those annual visits. Its arrangement involved as many diplomatic complications as the earlier ones. Prime Minister Eshkol delayed the visit, and the Israelis imposed restrictions on its length. The fundamental findings of the 1965 visit are outlined in a previously released short summary made available to the State Department and the White House. The full 30-page report by the 1965 U.S. team – Ulysses Staebler with the AEC, Clyde McClelland with the Arms Control and Disarmament Agency, and Floyd L, Culler with Oak Ridge Laboratory – is even more interesting, in part because of its detailed coverage of the limited capacities the Israelis presented to the visitors in the areas of reprocessing and plutonium. The construction, apparently completed during this period, of a large underground reprocessing facility at Dimona was the big secret of Dimona that the Israelis had successfully concealed. As noted, State Department and CIA officials recognized that an Israeli bomb was possible only if spent reactor fuel could be chemically processed into plutonium. Trying to identify such a facility was high on the U.S. agenda, but U.S. officials had no idea that the secret 1957 French-Israeli agreement for the Dimona nuclear package had provided for a reprocessing plant that the French constructed and the Israelis completed in a secret underground structure. [11]

Hosted by Professor Igal Talmi, a prominent nuclear physicist at the Weizmann Institute, the January 1965 visit was rushed; it lasted only one day, a little less than 11 hours. The Israelis would not agree to provide more time, let alone an additional day. Nevertheless the team members believed that they had seen enough to draw reliable conclusions. Among the main findings of the report (also included in the summary and in Howard Brown’s cover letter) was that even though they thought there was “no near term possibility of a weapons development program,” the reactor “has excellent development and production capability and potential that warrants “continued surveillance at intervals not to exceed one year.” Among the points consistent with such “potential” was that the amount of uranium onsite was enough to “produce on the order of 10 to 30 Kgs of plutonium after 1 1/2 to 2 1/2 years of irradiation, depending upon the irradiation level desired for the plutonium.” In their assessment, a chemical separation plant to produce the plutonium “could be constructed …. within perhaps two years as an internal modification within an existing building.”

As long as Dimona remained a “secret facility,” the team recommended that future visits try to establish, for example “whether the reactor operating schedule is indicative of ‘weapons grade’ plutonium production” and to find “any evidence of the construction of a chemical separations plant.” Another sign of weapons potential became evident from the visit to the small plutonium hot cells laboratory, which included three rooms “equipped for work with dangerous alpha-active substances such as plutonium.” The lab was then working with 56 grams of the 150 grams of plutonium received from the French for research purposes. According to the report, the “plutonium facilities are very complete and are suitable for an extensive research or small production program.” While the glove box equipment needed for safe operations is “relatively small scale …. it would be possible ….to equip the [glove] boxes with equipment suitable for the fabrication of the plutonium components required for a nuclear weapon.”

In connection with the plutonium issue, the team visited the “ventilation, filtration, decontamination building” where a pilot plutonium separation plant “was to have been constructed.” But Director Mannes Pratt said that he doubted that “it will ever be constructed,” and the team found no evidence “that the radiochemical processing pilot plant does exist … or is planned.” Thus, the Israelis maintained the narrative that despite their initial plans reprocessing capability did not exist.

An important issue was how Israel would handle the first reactor core that had been irradiated and removed. According to Pratt, the core would be returned to France for chemical processing, but that issue had not yet received “detailed consideration.” He did not make clear exactly what would happen with the core and responded to a “direct question about the disposal of the plutonium recovered from the Israeli fuel” only by stating that it “was a question of policy.” According to Pratt, the French could continue to supply small quantities of plutonium for research purposes under the same conditions that they had supplied the 150 grams, but those conditions were not explained. When a team member “mentioned that a four-year cooling period would reduce transportation costs, Mr. Pratt acknowledged that [Dimona lacked] facilities for such long cooling times” and he “worried about the consequences of an air attack” if irradiated material was onsite.

The uranium metal production facility that produced material used in the fuel elements was part of the visit, but the U.S. team was informed that the plant had been shut down because of a shortage of uranium supplies. At that point, one of the team members asked about Israeli procurement of uranium concentrate from foreign sources. While the team did not mention uranium from Argentina, it is what they had in mind when the issue was raised. The Israelis, however, refused to discuss “foreign sources” declaring that it was “outside the scope of this visit.”

Before the U.S. team arrived at Dimona, it lodged at the Desert Inn Hotel in Beer Sheba. There, as it turned out, Harvard Professor Henry Kissinger, previously an adviser to the Kennedy White House, was also staying (apparently meeting Israelis connected to the nuclear project). That caused some consternation until it was determined that none of the team members were acquainted with him. A few days later, Kissinger met with U.S. diplomats in Tel Aviv and during that meeting said that the Israelis had “embarked on a nuclear weapons construction program.”

Document 7

Howard C. Brown, Assistant General Manager for Administration, Atomic Energy Commission, to John T. Conway, Executive Director, Joint Committee for Atomic Energy, enclosing “Preliminary Report of the Visits to Atomic Energy Sites in Israel, March 31 to April 4, 1966,” 21 April 1966, Secret

Apr 21, 1966

Source

RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

When Howard Brown sent the report of the April 1966 visit to Dimona, his cover letter considered two possibilities about the reactor’s actual operations. One was the “bare possibility that the reactor may have operated to produce about 3 kilograms of plutonium since the time of the last visit in January 1965.” But the other possibility, indeed what the team saw as the overall “most probable conclusion” was “that the reactor was operating as a research reactor,” since there was “no evidence of any nuclear weapons research and development work being conducted at the Dimona site.”

The 17-page report did not name the team’s three members, but from other documents we know it consisted of W. Kelly Woods, a General Electric employee at the AEC Hanford works in Richland, WA; Donald E. Erb, with the Division of Reactor Development and Technology at the AEC’s Headquarters, and Floyd L. Culler, the Oak Ridge scientist who participated in the 1965 visit to Dimona.[12]

Professor Amos De-Shalit, a prominent nuclear physicist at the Weizmann Institute for Science where he was also the Scientific Director, served as the visit’s host on behalf of the Prime Minister. Before Dimona was constructed, De-Shalit had been a critic of Israel’s pursuit of nuclear weapons. During the course of the visit, De-Shalit told a team member – believed to be Floyd Culler – that the Israeli government had “long recognized that it cannot develop weapons to the displeasure of either US Jews who contribute heavily to Israel’s support or, more particularly, the US Government.”[13] From the report. it is impossible to assess whether De-Shalit made this remark as a personal opinion or as a factual claim. That concern, along with Nasser’s threating statements about Dimona at that time, may have contributed to Prime Minister Eshkol’s cautiousness on Dimona during this period.[14]

It was not for want of looking that the 1966 U.S. team found no evidence that “Israel is or intends to produce nuclear weapons in the facilities which we have seen” (emphasis in the original). To support that conclusion it cited several considerations, including the apparent absence of a reprocessing facility at the Dimona site, the lack of a “capability in installed equipment for producing PU [plutonium] metal in any appreciable quantity,” the fact that the irradiation objectives at Dimona “will not produce PU that is particularly useful for nuclear weapons,” and that the “reactor has not been pushed to … full power operation at its design power of 26 MWT with any urgency.” Moreover, the past presence of French technicians, although in lessening numbers “mitigates against diversion or deviation from the patterns which we have observed.” There also was no evidence that diversion of the uranium inventory at Dimona had occurred. Some of those considerations were not as conclusive as the team may have assumed; for example, because the French were in on the secret of the underground reprocessing plant, the U.S. team was too sanguine in assuming that their presence acted as a check on Israeli weapons goals.[15]

The 1966 report prudently acknowledged the “possibility that the team may have been deliberately deceived,” but added that the team “believed that this is unlikely.” Now we know that Israel concealed the existence of its underground super-secret reprocessing plant and that plutonium production trials started in 1966. In retrospect, it is well understood that the U.S. visits at Dimona necessitated a systematic effort to deceive U.S. inspectors by concealing major operations, most prominently the reprocessing plant and the reactor’s actual power level.[16] One also wonders whether the official host on behalf of Prime Minister Eshkol, Professor Amos De Shalit, was fully aware of Dimona’s big secret, the underground reprocessing plant. We do not know.

In considering a theoretical possibility of deception, the report made several points. One was that the team could not affirmatively rule out whether there was a reprocessing plant in site or even another reactor elsewhere in Israel.[17] Thus, U.S. intelligence needed to “maintain a constant surveillance of the country to determine whether such a plant or plants exists or are being built.” Also relevant was the need to determine “as conclusively as possible” the disposition or shipment of the irradiated fuel discharged from the reactor” to ensure that it was not used for plutonium production.

Another concern about the possibility of deception was that nothing could be learned about the 80 or more tons of uranium from Argentina and how Israel was using it.[18] When asked about the uranium, Dimona’s new director, Joseph Tulipman said he “knows nothing and acted as though it was the first time he had heard of it when asked.” In its report, the U.S team correctly pointed to the risk that it “could be a supply of uranium that has been or could in the future be run through the reactor between our visits and not be detected so long as the indicated reactor utilization is low.” Israel would be doing something very much like that in its efforts to acquire weapons-grade plutonium during this period.

Besides the central question of whether the Israelis were using Dimona for weapons production purposes, the report covered a visit to the Soreq research reactor, the possibility of inspection by the IAEA or other international organizations, and the intense concern for secrecy about Dimona. A major worry was that the reactor’s vulnerability made the Israelis “very concerned about a possible leak to the media which again might draw Nasser’s attention to the reactor.” According to De-Shalit, “Israelis fear there may be an unannounced large strike at Dimona.” Those concerns made them so apprehensive about the security of the irradiated fuel from bombing that they wanted to ship the fuel elements to France as soon as the French were ready for them to do so. The team asked De-Shalit if the U.S. could observe the loading of the fuel, and he agreed to look into it.

De-Shalit believed that “open inspection” of Dimona would be to Israel’s advantage, but it could not be by the IAEA because any information its inspectors obtained would become available to Arab countries. Suggesting that the visits to Dimona by U.S experts were too “unstable” with their “potential for embarrassing both parties,” De-Shalit proposed inspections by EURATOM or NATO as an alternative. Once again, one cannot but wonder whether De-Shalit was fully aware of Dimona’s big secrets.

Document 8

INR – Thomas Hughes to NEA- Rodger P. Davies, “Nuclear Developments-Israel,” 9 March 1967, Draft, Secret, Excised Copy, Under Appeal

Mar 9, 1967

Source

RG 59, Bureau of Near Eastern and South Asian Affairs. Office of the Country Director for Israel and Arab-Israeli Affairs. Records Relating to Israel, 1964-1966, box 8, Israel Nuclear Dimona 1967 (also in DNSA)

Just less than a year after the 1966 inspection, the State Department was considering the possibility that Israel had begun to reprocess spent fuel from the Dimona reactor. In early February 1967, U.S. Ambassador to Israel Walworth Barbour sent an airgram, not yet declassified, discussing allegations made by two local sources suggesting, according to Secretary of State Dean Rusk, that “Israel could be much closer to nuclear weapons capability than we had supposed.” Around the same time, Director of the Office of Near Eastern Affairs Rodger P. Davies wrote that, “Some recent intelligence reports suggest that Israel may be constructing a chemical separation facility and proceeding so far in the production of bomb components that assembly of a nuclear weapon could be completed in 6-8 weeks.”[19]

Secretary of State Dean Rusk wanted intelligence offices to assess these startling claims, and one result was a memorandum that Thomas Hughes, director of the Bureau of Intelligence and Research (INR), sent to Davies. The CIA excised large portions of the document, but enough information was left to see the major points. Drawing on statements made by several secret sources, at least one of which may have been a member of the Committee for Nuclear Disarmament (better known as the Committee for Denuclearization of the Middle East)[20], Hughes stated that the conclusions from the 1966 inspection visit about the lack of a reprocessing plant were not necessarily valid because the Israelis “have had enough time to install separation facilities.”[21] INR’s analysts did not consider the possibility that Israel had a secret reprocessing plant at Dimona that had been operating for several years; they characterized the facility as a “relatively small plant” that was probably installed after the last visit and that could “handle perhaps 100 KG per day of spent fuel, sufficient to process material for one or two nuclear bombs a year.”

Hughes discussed how that could happen. If the reactor “were run at full power and the fuel elements were changed frequently, maximum output of weapons grade plutonium would result.” In that scenario, the “missing 80 tons of uranium concentrate reported purchased from Argentina” is very significant because it would give the Israelis the ability to use the reactor that way with a “reasonable chance of not having this detected.” Also relevant to plutonium production was that the “reactor can and has been operated at various power levels, short of full capacity, and that weapons grade plutonium can be extracted at these levels over a period of time.” Hughes’ interpretation strongly suggested that Israel had been conducting a deception operation at Dimona, but he did not draw that conclusion.

Hughes doubted the source’s claim that Israel could produce a weapon in six to eight weeks, but he allowed the possibility that the French “might be willing to test an Israeli device or that Israel on its own might assemble and stockpile a small number of untested devices.” For Hughes, the next U.S. inspection of Dimona was critically important to help resolve the question of reprocessing capability. Moreover, Hughes recommended “cultivating” the Israeli sources to obtain more details.

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Document 9

Preliminary Report of the Visit to Atomic Energy Sites in Israel April 20 to April 24, 1967, Summary and Conclusions (Only), n.d., Secret, annotated copy

Apr 1, 1967

Source

Lyndon B. Johnson Presidential Library, National Security File, Files of Harold Saunders, box 20, Israel – Nuclear – Dimona – Desalting, 1/1/67 – 2/29/68

The full report for the 1967 visit by U.S. inspectors is not available, but this 11-page declassified “preliminary” summary and the conclusions indicated that U.S. inspectors were categorically told that Dimona lacked a reprocessing facility and that Israel had no intention to build one at the Dimona site. While the inspecting team accepted the Israeli denial of a reprocessing plant and their overall presentation of Dimona as a “research center,” the U.S. team noted that as long of tons of irradiated fuel “remains in Israel, the risk of diversion is present.”

Questions and comments handwritten on the back of the report, possibly by National Security Council staffer Harold Saunders, indicated serious concerns about Dimona. For example, could Dimona «be completely divorced from military program?» «What are chances of cheating»? «What questions about Israel’s overall nuclear capability are left unanswered?» «Do your findings mean there can be no other plutonium in Israel?» «If fuel not shipped to France in a year, should worry.»

Those were the right problems to worry about, but the comment in the report about “risk of diversion” was beside the point because only six weeks later, on the eve of the June 1967 Six Day War, Israel assembled two or three nuclear implosion devices for the first time using plutonium cores produced secretly at Dimona.[22] This unprecedented “operational alert” was designed for the “most extreme scenario,” where Israel’s existence might be in extreme danger; under that circumstance, a nuclear device could be exploded in the eastern Sinai to demonstrate a capability.[23] That move was utterly secret and, as far as can be known, undetected by other powers, although U.S. intelligence agencies were becoming aware of Israel’s developing nuclear capabilities. But the reason for the nuclear contingency plan deployment, as a deterrent for the worst-case situation, was Israel’s basic justification for possessing the weapons.[24]

III. Continuing Secrecy With Press Stories About Israeli Nuclear Weapons Capabilities

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Document 10

Inter-Office Memorandum for the Record by Deputy Director, JCAE, George F. Murphy, “Israel Nuclear Weapon Capability,” 21 January 1969, Secret, excised copy under appeal

Jan 21, 1969

Source

RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

When a JCAE official wrote this memorandum, Richard Nixon was becoming U.S. president. Downplaying proliferation concerns generally, in less than a year Nixon took a new approach to important regional ally Israel by accepting Prime Minister Golda Meir’s assurances that Israel would keep its nuclear status ambiguous and unacknowledged while the U.S. would end pressures for inspection at Dimona and NPT commitments.[25]

What motivated the writing of this heavily excised memorandum were recent news stories that Israel “already had … or would shortly have a number of nuclear weapons.”[26] On 8 January 1969, NBC news reported that, two years earlier, Israel had begun a “crash program” to produce the weapons. Both U.S. and Israeli sources denied or “discounted” the reports. In point of fact, they were correct in spirit because, as already noted, Israel had assembled several devices on the brink of the Six Day War.[27]

To check out the story, JCAE staffer Murphy asked the CIA whether there had been an Israeli “breakthrough” in the nuclear weapons field. The CIA withheld the rest of the memorandum, except for the AEC’s biographic sketch of Raymond Fox, a U.S. nuclear physicist residing in Israel. Fox, who would make a career in Israel as an expert on plasma astrophysics, had formerly been on the staff of Lawrence Radiation Laboratory, where he may have had some access to weapons information. He had taken a fellowship at the Weizman Institute and decided to stay in Israel. By inference, the CIA’s information may have concerned Fox’s possible contributions to the weapons program or his knowledge of it.[28]

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Document 11

James G. Poor, Director, Division of International Security Affairs, Atomic Energy Commission, to Chair Dixie Lee Ray and Commissioners Kriegsman and Anders, “Prospects for Further Proliferation of Nuclear Weapons,” 2 October 1974, classification markings illegible, excised copy

Oct 2, 1974

Source

Digital National Security Archive

After India’s “peaceful nuclear explosion” in May 1974, concern about its impact and implications put nuclear proliferation on the front burner in U.S. government policymaking. In late August 1974, the intelligence establishment published a top secret Special National Intelligence Estimate (SNIE), “Prospects for Further Proliferation of Nuclear Weapons.” The document was closely held, but its conclusions, such as the ones about Israel, were distributed to senior officials at the Atomic Energy Commission and probably other agencies. Some years ago, the SNIE was substantially declassified including the section on Israel.

This is the excised version of the SNIE’s concussions that went public in early 1978 in response to a FOIA request by the Natural Resources Defense Council. Well covered in the news media was the CIA’s evaluation that Israel had produced nuclear weapons, a judgment based on “Israeli acquisition of large quantities of uranium, partly by clandestine means; the ambiguous nature of Israeli efforts in the field of uranium enrichment, [and] Israel’s large investment in a costly missile system designed to accommodate nuclear weapons.” [29]

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Document 12

“Dimona Reactor Site,” Document Received by JCAE 27 October 1976, Secret, Excised copy, under appeal

Oct 27, 1976

Source

RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

The comprehensive withholding by the CIA of the entire text of this recent release is another example of the deep secrecy surrounding information about Dimona.

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Document 13

U.S. Embassy to Israel telegram number 841 to State Department, “Secretary’s Visit: Israel’s Nuclear Activities,” 3 February 1977, Secret

Feb 3, 1977

Source

RG 59, MDR release from Access to Archival Databases 1978

In a telegram sent in early February 1977, most likely for use as a briefing paper for a forthcoming trip to Israel by Secretary of State Cyrus Vance, the U.S. Embassy provided an overview of the U.S.-Israeli nuclear relationship, including a pending bilateral nuclear power agreement with the United States involving the construction by Westinghouse of two large power plants.

The Embassy pointed to the secrecy surrounding Dimona. While the Israelis had permitted U.S. “informal inspections” during the 1960s, no U.S. officials had been allowed to visit since 1969. In the fall of 1976, they forbade a request for a visit by Senators Abraham Ribicoff (D-Ct) and Howard Baker (R-TN).

Assuming that Israel had plenty of capability to produce nuclear weapons, the Embassy left open the question of whether it had actually done so: Theoretically, Israel “has the capacity to have generated the material for a dozen or so 20-kiloton nuclear weapons” since the Dimona reactor went critical in 1963. It also had the “scientific and technological capability to have developed these weapons.” Yet, Israel had denied that it had nuclear weapons and the government’s “basic line” was that “Israel is a non-nuclear country” and “will not be the first to introduce nuclear weapons into the area.”

On the NPT, the Embassy quoted a statement made by Foreign Minister Yigal Allon to a Congressional delegation that he favored signing it, but that the world in which Israel lived was one “where its neighbors sign but claim those signatures do not apply to their relations with Israel, and Israel, therefore, has not [sic] faith in the NPT.” It is worth noting that was not true at least with respect to Egypt. When Egypt signed the NPT, it made no spoken or written statement or reservation.[30]

IV. A FOIA Release and Press Stories Raise Diplomatic Problems

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Document 14

U.S. Embassy in Israel Telegram 1323 to State Department, “News Stories Concerning Israeli Possession of Nuclear Weapons,” 28 January 1978, Confidential

Jan 28, 1978

Source

RG 59, Access to Archival Databases (AAD), 1978 telegrams

The judgement in the 1974 SNIE that Israel had the bomb became public through the CIA’s FOIA release to the NRDC. When reporters made inquiries, a CIA official stated that the release had been a “mistake” because some of the information should have remained classified. According to one account, a CIA officer had said that the error could cause an “international incident.”[31]

Noting the stories, the U.S. Embassy in Israel asked Ambassador Samuel Lewis, then in Washington, for guidance and instructions in the event that the Israeli Foreign Ministry brought up the matter officially. It is possible that the Israelis expressed discontent about the revelations, but no record of that has surfaced.

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Document 15

State Department telegram 023802 to U.S. Embassy in Israel, “News Stories Concerning Israeli possession of Nuclear Weapons,” 28 January 1978

Jan 28, 1978

Source

RG 59, AAD, 1978 telegrams

The State Department responded quickly by informing the Embassy that questions on the press stories should go to Washington. It provided guidance based on the “strong” statements by the Government of Israel that it “will not be the first to introduce nuclear weapons into the Middle East” and declarations by Prime Minister Yitzak Rabin in 1974 and 1975 that “we have no nuclear weapons” and that “Israel is a non-nuclear country.” According to the Department. those were “authoritative statements” and “we have nothing to add.”

By validating those statements, the State Department was sustaining the position taken by President Nixon in September 1969 when he reached a secret understanding with Prime Minister Golda Meir that, in return for continued Israeli ambiguity on the status of its weapons activities, the U.S. would avoid pressure on its nuclear program. Although the Jimmy Carter administration had put nuclear nonproliferation at the heart of its foreign policy, for broader policy reasons it spared Israel from significant pressure in that respect.

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Document 16

Memorandum of Conversation, “Horn, Arms Control, Middle East, Misc,” 21 February 1978, Soviet Non-Paper on Israeli Nuclear Issue attached, Secret

Feb 21, 1978

Source

RG 59, Records of Marshall Shulman, box 6, Secretary- Correspondence, also published in Foreign Relations of the United States (FRUS), except for Soviet non-paper.

On 21 February 1978, a few weeks after the news stories on the CIA’s release of the SNIE conclusions, Soviet Ambassador Anatoly Dobrynin met with Secretary of State Cyrus Vance for a discussion of current matters including SALT, the Horn of Africa, and the Middle East. Dobrynin handed Vance a “non-paper” raising questions about the press reports about Israeli nuclear weapons. According to the non-paper, the Soviets wanted the U.S. to clarify the matter: “to what extent are true [sic] the reports …. that U.S. government agencies … came to the conclusion that Israel is in possession of nuclear weapons.” Vance observed that the Israelis had denied they had the bomb and that the CIA was divided on the matter. He would study the Soviet memorandum.

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Document 17

Memorandum of Conversation, “SALT; South African Nuclear Test; Midde East; Yugoslavia; China; Environmental Modification (Part 2 of 2),” 11 March 1978, Secret

Mar 11, 1978

Source

RG 59, Records of Marshall Shulman, box 6, Secretary- Correspondence 1978, also published in FRUS

At an earlier meeting, on 6 March 1978, Dobrynin raised another nuclear proliferation issue, South Africa. During the meeting on 11 March, Dobrynin asked Vance for a reply to the questions about South African and Israeli nuclear capabilities. The Secretary said that a response on South Africa would be ready on 16 March and that the Department was working on a reply about Israel.

Surprisingly, Vance went somewhat beyond the usual position of accepting Israeli denials by acknowledging that “our intelligence community agreed that Israel had the capability to make nuclear weapons, [but] it was split on the question of whether it had already done so.” Whether there actually was a split or not, Dobrynin was skeptical: he said he had “‘a higher opinion of the US intelligence people’ than the answer implied.”

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Document 18

Memorandum of Conversation, “Middle East, Horn of Africa, SALT, Other Multilateral Matters,” 16 March 1978, Secret

Mar 16, 1978

Source

RG 59, Cyrus Vance Chronological Files, box 9, unlabeled file, also published in FRUS

At this meeting, Vance provided answers to Dobrynin about Israel and South Africa. On the South Africa nuclear issues, Ambassador Gerard C. Smith ducked discussion. They gave Dobrynin a written reply and observed that “we had no information about the additional sites mentioned by the Soviets and we would be glad to have any further information the Soviet Union wished to make available.” Smith mentioned a Pravda article claiming that NATO was providing South Africa with nuclear aid, a claim that Smith said was “completely wrong.”

On Israel, Vance provided an oral note or “non-paper” (see document 19), in part saying that “we accepted Israeli assurances they had not produced nuclear weapons.” A skeptical Dobrynin “persistently questioned whether we really believe what the Israelis said.” Vance replied, “there was no evidence that Israeli assurances were untrue.” Thus, in this example of government-to-government dialogue about Israel’s nuclear status, the Department formally upheld Israel’s posture of nuclear ambiguity. In any event, whether he believed Israel’s assurances, Vance was not going to share intelligence on its weapons program with a Cold War adversary; he may well have been concerned that the Soviets would share the information with their Arab associates, which would not help the Carter administration’s efforts to maintain equilibrium between Israel and Egypt, much less reach a peace settlement.

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Document 19

State Department Telegram 068706 to U.S. Embassy Moscow, “Non-paper to Dobrynin on Israeli Nuclear Capability,” 17 March 1978, Secret

Mar 17, 1978

Source

RG 59, Access to Archival Databases (AAD), 1978 telegrams, MDR release

In the non-paper for Dobrynin, the U.S. position was that it shared Soviet concerns about nuclear proliferation in “volatile areas of the world.” It had seen the press reports about Israeli nuclear weapons and had raised the matter with the Government of Israel, “which has denied that it possesses such weapons.”

The Israeli Government had also made assurances that “it will not be the first to introduce nuclear weapons in the Middle East.” The U.S. “accept[s] these assurances.” Thus, the Department formally declared its support for Israel’s position of nuclear ambiguity.

The last paragraph made it clear why the U.S. would not be pressing Israel on the NPT. The U.S. did not expect Israel to accede to the Treaty until there was “significant progress toward a comprehensive peace settlement in the Middle East.”

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Document 20

PM- [Assistant Secretary of State for Politico-Military Affairs] Leslie H. Gelb to Distribution List, “The ‘Dirty Dozen’: Broadening Our Approach to Non-Proliferation,” 17 March 1978, Secret

Mar 17, 1978

Source

RG 59- Subject Files of Ambassador at Large and Representative of the United States to the International Atomic Energy Agency, Gerard C. Smith, Box 5, Nonproliferation Strategies

The day after the Dobrynin-Vance meeting, Israel’s nuclear weapons program was one of the topics of a lengthy report prepared by the State Department’s Bureau of Politico-Military Affairs. Noting that U.S policy since the May 1974 Indian nuclear test had focused on checking the spread of nuclear-relevant technologies, Gelb saw that approach as having “impressive if not total success” and distinct “shortcomings,” especially the narrow focus on “nuclear transfers” and the avoidance of “linkage with other aspects of bilateral relations.” Also problematic was the emphasis on “capabilities rather than motivations.” To broaden the approach, Gelb presented his readers with a study that explored the “capabilities and motivations” of eleven “sensitive countries,” including Argentina, Brazil, India, and Pakistan, among others.

Gelb put the eleven countries in two broad groups. In one were those that had no “apparent interest” in acquiring nuclear weapons but that would have the means to produce them. The others were those that lacked a capability but were “strongly motivated” to achieve one. The coverage of Israel on pages 26-28 portrayed it as straddling the two categories in that it had an “interest” in a nuclear capability and had probably acquired one, despite its “steadfast and careful ambiguity” about its status. While Washington “lacked the basis” for determining whether Israel had nuclear weapons, it had the means to produce them: “we believe Israel has reprocessed some spent [Dimona] fuel…. to obtain plutonium.” Thus, if a “significant reprocessing capability exists, the Israelis could produce weapons on demand.” If U.S. intelligence reporting and analysis was more specific than this, the drafters of this report either did not have access to it or the report’s “secret” classification prevented use of sensitive intelligence.

While the writers were not sure whether Israel saw an “actual demonstration of nuclear weapons to be in its self interest,” they saw plenty of motivation to have a weapons capability and to use it in a crisis: Israel’s “insecurity is profound because of its precarious location, the number, size, and commonality of its opponents and the intractability of the regional conflict.” With its capabilities, “we judge it likely that it could and would resort to nuclear weapons if its existence as a state were threatened.”

Israel’s dependence on the U.S. for conventional weapons support was an important aspect of the security relationship and may have been “responsible for whatever restraint Israel had exercised regarding nuclear weapons.” Yet, it did not give Washington significant leverage for nonproliferation purposes because of the “unequivocal” support for Israel by U.S. “domestic interests” and by the “clandestine character of the Israeli nuclear program which makes official deniability possible and shield[s] the program from attempts to verify military use.”

The State Department working-level drafters of this report were most likely unaware of the Meir-Nixon agreement because of its extreme sensitivity. Yet, they understood that the problem of Israel was a special case, to a degree untouchable by demarches, diplomatic pressure, and export controls, in part because of domestic political considerations as well as larger diplomatic concerns. The final sentence of the section on Israel made even more explicit the point raised in Document 19: “The high US priority in finding a peace settlement in the area is overriding and inhibits effective pursuit of non-proliferation objectives in Israel.”

This report’s recipients included a long list of senior officials from Ambassador Gerard C. Smith and Assistant Secretary of State for Intelligence and Research Harold Saunders to Assistant Secretary for Oceans and International Environmental and Scientific Affairs Patsy Mink and Policy Planning Staff director Anthony Lake. Whether the recipients returned the report with comments and suggestions or whether it was subsequently revised remains to be learned.

NOTES

[1].  For what was previously known about the Reid-Ben-Gurion meeting, see Cohen, Israel and the Bomb (New York: Columbia University Press, 1998),94, and the corresponding endnotes on page 374.

[2]. Avner Cohen, “The Nuclear Dimensions of the 1967 Middle East War: An Israeli Perspective,” Nonproliferation Review 25 (2018): 361. See also Cohen, Israel and the Bomb, 273-76.

[3]. Avner Cohen, The Worst Kept Secret: Israel’s Bargain with the Bomb (New York: Columbia University Press, 2010), 25-26. See also Adam Entous, “How Trump and Three Other U.S. Presidents Protected Israel’s Worst-Kept Secret: Its Nuclear Arsenal, New Yorker, June 18, 2018, and James Cameron and Or Rabinowitz, “Eight Lost Years? Nixon, Ford, Kissinger and the Non-Proliferation Regime, 1969–1977,” The Journal of Strategic Studies 40 (2017), 844-845.

[4]. For the history of that formulation, see Cohen, Israel and the Bomb. 231-35

[5]. Aluf Benn, “Israel Asks Bush to Explain its ‘Special Relationship’ with U.S. to Obama,” Ha’aretz, 26 November 2008; Entous, “How Trump and Three Other U.S. Presidents Protected Israel’s Worst-Kept Secret: Its Nuclear Arsenal, New Yorker, 18 June, 2018

[6]. Jimmy Carter’s diary entry briefly describes the conversation when he and Rosalynn Carter hosted Kissinger for lunch but does not mention the private meeting before they dined. Jimmy Carter, White House Diary (New York: Farrar Strauss & Giroux, 2010), 165-166. The meeting received no publicity and there are no White House photos of it.

[7]. David Burnham, “CIA Said in 1974 Israel Had Bombs,” New York Times, 26 January 1978; Deborah Shapely, “CIA Report Says Israel Secretly Obtained A-Matter,” Washington Post, 28 January 1978.

[8]. William Burr, Richard Lawless, and Henry Sokolski, “Why the U.S. should start telling the whole truth about Israeli nukes,” Washington Post, 19 February 2024.

[9]. In Israel and the Bomb (New York: Columbia University Press, 1998), at page 85, Avner Cohen showed how the bit of information about the joint French-Israeli project was used to develop a fuller explanation of the project in the Negev Desert.

[10]. For further discussion see Alexander Glaser and Julien de Troullioud de Lanversin, “Plutonium and Tritium Production in Israel’s Dimona Reactor, 1964–2020,” Science & Global Security 29 (2021): 90-107.

[11]. Cohen, Israel and the Bomb, 49-55, 57-60, 73, and 75.

[12]. See NE- Alfred L. Atherton to Mr. Davies, “Briefing of Dimona Inspection Team March 30, 2:30 p.m.,” 29 March 1966, copy on Digital National Security Archive.

[13]. For Culler’s recollection of discussions with De-Shalit during one of the Dimona visits, see Cohen, The Worst-Kept Secret at pages 71-72. See also Cohen, Israel and the Bomb, 329-32.

[14]. Cohen, Israel and the Bomb, 240; Cohen, The Worst Kept Secret, 70-71, 86.

[15]. On the point about weapons-grade plutonium, see articles by Gregg Jones at Proliferation Matters, J. Carson Mark, “Explosive Properties of Reactor-Grade Plutonium,” Science and Global Security 4 (1993): 111-128, and U.S. Department of Energy, Office of Arms Control and Nonproliferation, Nonproliferation and Arms Control Assessment of Weapons-Usable Fissile Material Storage and Excess Plutonium Disposition Alternatives, January 1997, 38-39.

[16]. The first to reveal Dimona’s biggest secret, i.e., the existence of the underground reprocessing plant in site, was French journalist Pierre P´ean, in his Les Deux Bombes [Paris: Fayard, 1982]. In October 1986, Israeli nuclear technician who turned whistleblower, Mordechai Vanunu, told the London Sunday Times about his work at Machon 2, Dimona’s secret underground reprocessing facility. Then, five years later, American journalist Seymour Hersh described in The Samson Option: Israel’s Nuclear Option and American Foreign Policy (New York: Random House, 1991) how Israel conducted complex deception operations during the visits of U.S. officials to Dimona in the 1960s. The plant’s managers concealed the existence of the reprocessing facility and misrepresented the magnitude and operations of the reactor, all to disguise the real purpose of the Dimona complex. Hersh. The Samson Option, 111-15.

[17]. When he spoke with inspector Floyd Culler, Hersh writes, that “he seemed surprised but not shocked upon being informed that his team had been duped by false control rooms.” Hersh, The Samson Option, 112.

[18]. On the Israeli Argentinian uranium deal see our previous posting, William Burr and Avner Cohen, “Israel’s Quest for Yellowcake: The Secret Argentine-Israeli Connection, 1963-1966,” National Security Archive Electronic Briefing Book No. 432, Posted – June 25, 2013. See also, William Burr and Avner Cohen, “Israel’s Secret Uranium Buy: How Argentina fueled Ben-Gurion’s nuclear program,” Foreign Policy, July 2, 2013.

[19]. Rusk and Davies quotations from Document 391 and accompanying footnotes, U.S. Department of State, Harriet Dashiell Schwar, editor, Foreign Relations of the United States, 1964–1968, Volume XVIII, Arab-Israeli Dispute, 1964–1967 (Washington, D.C.: Government Printing Office, 2000).

[20]. It is possible that the source was Yehuda Ben Moshe, the secretary of the Committee for Denuclearization of the Middle East. His colleagues rebuked him for these unauthorized meetings with U.S. officials, forcing him to resign. He referred to this incident in an article he authored in 1986, “Twenty Five Years Before Vanunu,” Koteret Rashit, November 26, 1986. See also, Adma Raz, The Battle over the Bomb, (Tel Aviv: Carmel, 2015, in Hebrew).

[21]. After the Six Day War, the Committee for Denuclearization disappeared, but even before it was fading away partly due to intimidation by security forces. For the Committee, see Raphael BenLevi, “The Evolution and Future of Israeli Nuclear Ambiguity,” The Nonproliferation Review 29 (2022): 247-248, Cohen, Israel and the Bomb, 143-145, and Cohen, The Worst Kept Secret, 122-129.

[22]. Avner Cohen, “Nuclear Dimensions of the 1967 Middle East War.,”. See also, Avner Cohen, “Israel’s Secret Plan to Nuke the Egyptian Desert: Fifty years ago, Israel built a nuclear device—and then had to decide what to do with it.” Politico Magazine, 5 June 2017; William J. Broad and David E. Sanger, “‘Last Secret’ of 1967 War: Israel’s Doomsday Plan for Nuclear Display,” New York Times, 3 June 2017.

[23]. Cohen, “The Nuclear Dimensions of the 1967 Middle East War,” 370.

[24]. Cohen, The Worst Kept Secret, 26. For testimony of the Israeli senior IDF officer who conceived the military contingency plan for such a nuclear demonstration, see “Interview with Yitzhak ‘Ya’tza’ Ya’akov by Avner Cohen,” 1999, History and Public Policy Program Digital Archive, from the personal collection of Avner Cohen; See also, Avner Cohen, “Excerpts from a 1999 conversation with IDF Brig. Gen. (ret.) Yitzhak (Ya’tza) Ya’akov,” in The NonProliferation Review, Volume 25, 2018 – Issue 5-6: Special Section on the Nuclear Dimensions of the 1967 Arab–Israeli War, pp. 405-418, published online: 29 Apr 2019.

[25]. Cohen, The Worst-Kept Secret, 23-33. Also, Cameron and Rabinowitz, “Eight Lost Years,” 844-845.

[26]. “Israel Denies Atom-Bomb Report; Lebanese Start to Form Cabinet,” Washington Post, 10 January 1969.

[27]. “TV Report Of an Israeli A-Bomb Draws A Denial in Washington,” New York Times, 9 January 1969.

[28]. According to the AEC biographical sketch, after Fox moved to Israel he took the Hebrew name Ben Ari but that may have been an error (or he later abandoned the name) because a 2021 memorial service notice identified him as Reuven Opher.

[29]. David Burnham, “CIA Said in 1974 Israel Had Bombs,” New York Times, 26 January 1978; Deborah Shapely, “CIA Report Says Israel Secretly Obtained A-Matter,” Washington Post, 28 January 1978.

[30]. U.S. Embassy telegram 0040 to State Department, “Clarification of Remarks by Israeli Officials to Codel Ribicoff/Baker,” 4 January 1977.

[31]. For the quotations, see Shapely, “CIA Report Says Israel Secretly Obtained A-Matter,” Washington Post, 28 January 1978.


[1] EL ARCHIVO DE SEGURIDAD NACIONAL es un instituto de investigación y biblioteca no gubernamental independiente ubicado en la Universidad George Washington en Washington, D.C. El Archivo recopila y publica documentos desclasificados adquiridos a través de la Ley de Libertad de Información (FOIA). El Archivo, una organización benéfica pública exenta de impuestos, no recibe fondos del gobierno de los EE. UU.; su presupuesto se sustenta con regalías de publicación y donaciones de fundaciones e individuos.

Gobernaremos sobre las cenizas, o seremos cenizas

El 4 de setiembre de 2024 se desató una tormenta tropical sobre Jacksonville. La conversación con Jill Stein en el auditorio de la universidad estaba fijada para las 5:30 de la tarde, que a esa hora se había vuelto noche cerrada debido a la tormenta. Para restarnos público (es mi especulación), el Comité del Partido Demócrata de Florida había decidido organizar un discurso de los candidatos de Kamala Harris al senado en el mismo campus, en la Facultad de Negocios de Jacksonville University, una hora antes, cuando casi no queda espacio para estacionar.

Al final de la conversación, alguien desde la platea protestó porque yo había sido “demasiado amable” con Stein. A la salida lo reconocí como un votante demócrata, una persona amable hasta donde yo lo había conocido.

―No soy periodista ―le dije―; aquí la idea era profundizar en las ideas de Stein.

La verdad es que me desagrada el juego de hacerse la estrella, tipo Jorge Ramos de Univisión, acosando al entrevistado. Tal vez por eso siempre consideré al español Jesús Quintero un maestro del género, de aquellas entrevistas llenas de silencios casi psicoanalíticos.

Del auditorio fuimos a compartir una cena frugal en un salón del museo de un edificio cercano, reservado por mis colegas para agradecerle a Jill, al excongresista y coordinador del Partido Verde Jason Call y a su equipo el esfuerzo de llegar hasta allí.

La cena, austera, había sido dejada allí por el catering de la universidad. Sin meseros y sin público, mis colegas y yo pudimos compartir una interesante conversación que no detallaré por haber sido hecha en un espacio privado. Sí creo que puedo conectar una sola idea con las elecciones y con la tragedia global en la que nos vamos hundiendo cada día más.

Le comenté a Jill, sentada a mi lado, que hacía unos años estuve en la Deutsche Welle de Berlín y la periodista principal con la que cené después de la actividad me mencionó que era esposa de líder del Partido Verde de Alemania, Cem Özdemir, por entonces congresista y actualmente ministro de Agricultura de Alemania. Özdemir aceptó mi invitación para dar una conferencia en JU a finales del 2019, pero la policía alemana descubrió un plan de la rama estadounidense del grupo neonazi más violento del siglo, Atomwaffen Division (AWD), para atentar contra su vida y el viaje se frustró.

Hasta ahí nuestra coincidencia. Pero Jill nos comentó una importante diferencia que el Partido Verde de Estados Unidos tenía con el de Alemania: Ucrania.

Hasta aquí llega mi indiscreción. Puedo agregar que la evaluación del problema y la posición de Jill Stein en ese tema coincide completamente con la mía. Ahí sí puedo elaborar más, para entender qué dijo Stein aquella noche.

Cuando el presidente Biden retiró las tropas estadounidenses de Afganistán, dejó en su desbande millones de dólares en tanques de guerra y otros arsenales militares. Luego de veinte años de ocupación, luego de casi diez años de haber (supuestamente) encontrado y ejecutado a Osama bin Laden, de repente el ejército estadounidense salía tan apresurado como de Vietnam. Luego de veinte años, los estadounidenses perdieron 14 billones de dólares (siete veces Brasil) sólo en Afganistán, no por fundar escuelas y hospitales sino por un proyecto de dominación militar que sólo benefició al tráfico de drogas y a las compañías privadas, tal como lo demostró el Wall Street Journal.

Luego de 20 años Washington dejó en el gobierno de Afganistán a los hijos pródigos de la CIA, los Talibán, luego de haber eliminado a otro de sus hijos pródigos, Osama bin Laden. Negocio redondo: crear más problemas para invertir más en nuevas soluciones bélicas.

Como dijimos antes, parte de los históricos fracasos de Estados Unidos en las guerras que no sean meros bombardeos aéreos se debe no sólo a su ineficiencia, sino a que perder guerras es un gran negocio para las corporaciones privadas que domina la política y la narrativa en el país. Por entonces, en un artículo advertimos que sólo había que esperar una nueva guerra, que ese misterioso desbande sólo se explicaba por la urgencia de un nuevo plan en marcha.

Entonces vino la invasión de Rusia a Ucrania. Antes, muchos coincidimos en que se había hecho todo lo posible para que eso ocurriese, logrando que Zelensky (la marioneta de Washington, de profesión payaso) confirmase el proceso de membresía de Ucrania a la OTAN. La OTAN, el sueño de Hitler (dos de sus directores fueron asistentes de Hitler), una vez más se salía con su objetivo de aumentar las tensiones para extender la hegemonía del Macho Alfa, el occidente anglosajón, algo que comenzó apenas terminada la Segunda Guerra y pudo ser resuelto con la propuesta de Stalin de 1952, conocida como “Stalin notes”.

En marzo de 2022, Le Monde de París publicó una página describiéndonos a Paco Ignacio Taibo II y a mí como “intelectuales de izquierda pro Putin”, a pesar de que antes y después de ese informe no perdí oportunidad de dejar claro que no aprobaba la invasión pero me parecía una hipocresía criminal querer escribir la historia a partir de ese día, sin considerar el largo acoso, las matanzas de la población rusa del Donbas y el golpe de Estado contra el presidente democráticamente electo Viktor Yanukovych promovido por Occidente.

No soy “pro-alguien” sino “pro-causas”, como la causa de la No-Injerencia de un país en las políticas de otro, como si se tratase de un problema entre cowboys e indios, donde los agresores siempre se describen como las víctimas de la rección. Los viejos y permanentes intervencionismos, madre de todos los problemas en los países del Sur Global… Básicamente ésta fue la coincidencia, aquella anoche del 4 de setiembre.

El primero de noviembre, un comunicado de los Verdes de Europa instó a Jill Stein a bajarse de las elecciones y apoyar a Kamala Harris para evitar un gobierno fascista de Trump. “Jill Stein y el Partido Verde de Estados Unidos no están afiliado a los Verdes del Mundo… Todos quienes están a favor de los ‘principios verde’ deben votar a Kamala Harris” declaró el congresista finlandés Oras Tynkkynen. Les preocupa el caos que crearon en Ucrania, no el genocidio que crearon en Palestina.

Los demócratas han insistido en culpar a Jill Stein de una posible derrota, pero no han hecho nada para evitar un suicidio electoral, ignorando de forma expresa los reclamos de millones de demócratas que están furiosos con el genocidio en Palestina. Cada vez que Kamala Harris fue interpelada en alguno de sus mítines políticos, ha silenciado estas protestas diciendo “Estoy hablando yo”, para luego continuar como si se tratase de un libreto aprendido de memoria: “cierto, es un tema importante, pero ahora no estoy para hablar de eso sino de otros temas importantes, como el costo de los alimentos en el supermercado”.

Más insensible hipocresía, más arrogancia no es posible. Para rematarla, su esposo anunció feliz que a la entrada de la Casa Blanca colocarían una mezuzah, lo cual no tiene nada de malo en una casa privada si no fuera por el momento y el lugar. Luego Bill Clinton intentó calmar las protestas sobre Gaza diciendo que Israel tiene derechos especiales porque el Rey David había estado allí hace 3.000 años.

Entonces, amables demócratas, dejen de llorar por el fascismo nacional que se viene si son ustedes los primeros responsables del fascismo global.

Jorge Majfud, 2 de noviemrbe de 2024.

Ruling Over Ashes or Becoming Ashes

On September 4, 2024, a tropical storm descended upon Jacksonville. The conversation with Jill Stein at the Jacksonville University auditorium was scheduled for 5:30 PM, a time when darkness had already fallen due to the storm. To deter attendance, the Democratic Party Committee arranged for Kamala Harris, then a Senate candidate, to deliver a speech on the same campus at Jacksonville University’s Business School, just an hour earlier, leaving attendees with few parking options.

At the conclusion of the talk, an audience member accused me of being “too polite” with Stein. Recognizing him as a known Democratic activist, and by all accounts, a congenial person, I replied, “I’m not a journalist; the purpose here was to delve into Stein’s ideas.”

I’ve always disliked the aggressive interviewing style, like that of Univisión’s Jorge Ramos, preferring instead the nuanced, almost psychoanalytic silences epitomized by Spain’s Jesús Quintero.

After the lecture, we shared a modest meal in a nearby museum hall, reserved by my colleagues to express gratitude to Jill, former congressman and Green Party coordinator Jason Call, and their team for their efforts to join us. The university’s catering provided the meal, and without servers or additional guests, we engaged in an enriching discussion, details of which I’ll keep private out of respect for the space. However, I can connect one thought to the elections and the global tragedy that envelops us more each day.

Seated beside Jill, I recounted a visit to Deutsche Welle in Berlin, where I dined with a leading journalist who mentioned she was married to Cem Özdemir, then-Green Party leader in Germany and current Minister of Agriculture. Özdemir had accepted my invitation to speak in Florida in late 2019, but German police uncovered a plot by the US branch of the violent neo-Nazi group Atomwaffen Division to assassinate him, thwarting his visit.

This marked our alignment with Europe’s Greens, though Jill pointed out a key difference between the Green Parties of the U.S. and Germany: Ukraine. Her stance mirrored mine completely. To convey what Stein suggested that evening, I’ll articulate my viewpoint instead of recounting her words.

When President Biden withdrew U.S. troops from Afghanistan, he left behind millions in military hardware. After two decades of occupation and nearly a decade since supposedly eliminating Osama bin Laden, the U.S. military’s hasty exit was reminiscent of Vietnam. The American investment in Afghanistan amounted to $14 trillion—seven times Brazil’s GDP—not in schools and hospitals, but in military dominance that fueled the drug trade and private companies, as evidenced by the Wall Street Journal.

After 20 years, the U.S. reinstated the Taliban, erstwhile CIA allies, after eliminating another former ally, bin Laden. An ideal business scheme: creating more problems to invest in new military solutions.

America’s military failures stem not only from inefficiency but also from the lucrative nature of war losses for private corporations ruling U.S. politics and media narratives. In a previous article, we noted the looming advent of another war, driven by the urgency of a new plan.

Then Russia invaded Ukraine. Many of us believed NATO did everything to provoke this by prompting Zelensky, viewed as Washington’s puppet, to confirm Ukraine’s NATO membership process. NATO, Hitler’s dream realized (two directors were his aides), succeeded again in escalating tensions to extend Western dominance—post-WWII Anglo-Saxon hegemony, avoidable had Stalin’s 1952 “Stalin notes” been considered.

In March 2022, France’s Le Monde labeled Paco Ignacio Taibo II and me as “leftist intellectuals pro-Putin,” although I consistently opposed the invasion and condemned the hypocritical narrative pushing history from that day forward, ignoring the prolonged harassment, massacres in Donbas, and the Western-backed coup against democratically elected Viktor Yanukovych.

I’m not “pro-someone” but “pro-causes,” such as non-interference in sovereign affairs. These interventions perpetuate global South issues—the shared sentiments that September 4th night.

On November 1, Europe’s Greens requested Jill Stein to withdraw from the election and support Kamala Harris to avert Trump’s fascist return. Their concern over Ukraine ignores the genocide in Palestine.

Democrats blame Jill Stein for potential losses but refuse to avert electoral suicide by dismissing millions of Democrats outraged over Palestinian genocide. At every rally, Kamala Harris dismisses protests with, “I’m speaking,” proceeding to recite familiar scripts about unrelated “important issues” like grocery costs.

No greater hypocrisy and arrogance exist. Her husband announces placing a mezuzah at the White House entrance, tolerable privately but ill-timed. Bill Clinton tries appeasing Gaza protests by citing Israel’s “special rights” due to King David’s presence millennia ago.

So, dear Democrats, cease lamenting impending national fascism if you’re the architects of global fascism.

Jorge Majfud, November 1st, 2024.

El (post)capitalismo y el padre ausente

El objetivo de la violencia geopolítica no es sólo la dominación global, sino la dominación de la opinión nacional a través del miedo y los ideoléxicos consolidados como libertad, defensa nacional y democracia. El espionaje a los ciudadanos estadounidenses es masivo y cuando se descubre por algún filtrado ilegal se recurre a la bruja de la seguridad, del terrorismo y de los ataques de los “imperios del mal”. La vieja colonización interna. 

Hace una década se comenzó a cambiar el sermón geopolítico, centrado en “la defensa contra el terrorismo” (abandonado de urgencia en Afganistán) para volver a centrarlo en “la defensa contra países enemigos”―Rusia, China e Irán. Ahora no se puede alegar una lucha ideológica (contra el comunismo), por lo que el sermón se acerca más a lo que siempre fue: “Occidente, como el pueblo elegido, la única Civilización, la policía buena del Mundo”.

Así nació la hegemonía occidental: destruyendo India, Bangladesh y luego China con sus empresas privadas, con los piratas democráticos, y con el apoyo del fanatismo racista y genocida. Ahora, el Occidente imperial comienza a caer de la misma forma en que surgió en el siglo XVI y con el mismo grado de violencia que nunca abandonó. Occidente siempre sufrió el síndrome del Macho Alfa: no hay lugar para dos, menos para tres en el mundo. Esto se puede deber a que, debido a su clima y sus limitadas tierras, la Europa anglosajona nunca fue autosuficiente sin el comercio exterior y la imposición de sus reglas sobre otros pueblos proveedores de recursos extranjeros sin interrupciones. Cultura consolidada que no cambió con la vastedad de Norteamérica sino lo contrario.

La mayor paradoja radica en que se intenta salvar este orden hegemónico y el mismo capitalismo por dos vías: (1) liquidando las vacas sagradas que sirvieron de legitimación al capitalismo, como la libertad, la igualdad de oportunidades y la democracia liberal; y (2) evitando mencionarlo, haciéndolo invisible, como el padre en el psicoanálisis.

Un ejemplo cultural y político reciente es la prominencia alcanzada por el candidato a la vicepresidencia de Donald Trump, J.D. Vance. Como James Polk y George Dallas en las elecciones de 1844, ambas figuras irrelevantes, fracasadas en política y destacados por su anti-intelectualismo (anti Padres Fundadores), fueron elegidos por Andrew Jackson. El ex presidente racista y semianalfabeto logró poner a sus títeres en la Casa Blanca y arrebatarle medio territorio a México, inventando una guerra en base a fake news.

Más que probable que la historia no se repita sino que cierre un superciclo, pero de todas formas Vence es un ejemplo de un nadie puesto en la cumbre por alguien más poderoso (como lo explicamos antes, puesto por sus amigos multimillonarios y preferidos de la CIA, como Palantir y otras corporaciones tecnológicas). Esos mismos que promueven a su amigo y filósofo pro-monarquía tecnológica, Curtis Yarvin. “Sin autoritarismo el libertarismo es un proyecto para el fracaso”, sentencia Yarvin, con la misma nostalgia del neoliberalismo sin máscaras de Friedman y Hayek por Augusto Pinochet y una larga lista de dictadores bananeros.

Lo mismo ocurrió con el repentino éxito de Vance como autor de una autobiografía cursi, que los negocios elevaron a best seller y convirtieron en una película hollywoodense. La crítica apuntó a que, más allá de las distorsiones subjetivas (para adaptarse al mito estadounidense del “hombre hecho a sí mismo”), su libro se olvida de las dimensiones raciales de la pobreza. Hay que agregar, a mi juicio, un olvido mayor: el capitalismo, ese sistema que funciona a la perfección para un puñado de individuos, que luego los vende como un éxito del sistema, no del individuo, promoviendo así el individualismo como ideología.

Hillbilly Elegy es una serie de anécdotas personales de resentimiento entre pobres (los que reciben ayuda del Estado para comer y los que no) y sobre los valores morales superiores de su familia (como el amor, la ética del trabajo y la responsabilidad, excluida la madre drogadicta y el padre ausente), lo que explicaría el happy ending de la meteórica fortuna de su hijo. Jared Sexton observó el simplismo de las moralejas de Vance que ignoran el racismo estructural de la pobreza. Su libro, catapultado a las ventas por medios conservadores, además de ser una celebración de sí mismo, se hizo eco de la retórica de auto victimización de los “blancos sacrificados”, otro viejo y renacido mito poetizado por Rudyard Kipling en el siglo XIX.

La conciencia de clase en Estados Unidos ha sido estratégicamente eclipsada por la discusión étnica, algo que procede de la prehistoria del país cuando los gobernadores reconocían la necesidad de inocular el odio entre blancos pobres, negros e indios para evitar rebeliones comuneras. Algo que la izquierda no adoptó como única banderea hasta mediados del siglo XX y hoy se trasformó en una inocua “política de las identidades”. A lo que se debe agregar la infantilización de las sociedades, perfectas consumidoras de culebrones como Hillbilly Elegy.

Tu madre estará bien, be happy… ―dice la abuela (Glenn Close)― Debes decidir. Ser alguien o no. ¡Sé alguien!

En la televisión se ve el robot Arnold Schwarzenegger antes de descargar una ráfaga de disparos:

Hasta la vista baby.

La he visto cien veces ―dice la abuela, festejando la escena―. Hay tres tipos de personas. Los buenos Terminators, los malos Terminators, y los neutrales”.

El niño Vance comenta:

Yo quiero ser un buen Terminator.

Una mezcla de Charles Bukowski barato y de la real decadencia de la “clase trabajadora blanca” sumergida en la droga y en “La rabia y el orgullo”.

Según Jeff Sharlet “La Nueva Derecha intelectual es un proyecto de supremacía blanca diseñado para cultivar el apoyo de los no blancos”.

Según Yarvin, el verdadero poder político en Estados Unidos está en La Catedral, la que dominan las universidades y la prensa. Según James Pogue, La Catedral promueve la igualdad y la justicia social, dos ataques contra el orden social. Haciéndose eco de estos nuevos dogmas, Vance (graduado de una universidad de elite, como todos sus amigos de Silicon Valley) denunció a las universidades como enemigas del pueblo estadounidense, por lo que se debe desfinanciarlas y confiscarles sus fondos de reserva. Todo lo que se alinea con el ataque a la educación, la prohibición de libros y de temas que tienen su epicentro en Florida y su repetidora en la Argentina de Javier Milei.

A los años de rebeliones que la izquierda llamó liberación, la derecha identificó el problema como “un exceso de democracia”. Así lo definió el profesor y mogul de la derecha, Samuel Huntington en 1975. Huntington alertó, en una conferencia, que había una tendencia mundial hacia una extensión general de la democracia, con resultados catastróficos. La experiencia de Allende en Chile, dijo Huntington, fue “un exceso de democracia que condujo a un golpe de Estado que ha restaurado la estabilidad política”.

Para el capitalismo agonizante y desenmascarado, las democracias no sólo son un peligro para las sociedades sino un estorbo para la eficiencia. En una entrevista, Yarvin sacó un teléfono Apple y lo mostró como prueba de la eficiencia del autoritarismo de las compañías privadas.

Olvidó que ese teléfono es el resultado de generaciones de inversiones estatales e invenciones de asalariados, la mayoría universitarios, no capitalistas.

Olvidó la estrecha relación entre el éxito de esas compañías-dictaduras y la dictadura estatal de las agencias secretas como la NSA y la CIA, Estados paralelos y por encima de la ley desde hace ochenta años.

Olvidó que el capitalismo no crea ni inventa ni innova y ni siquiera acelera el progreso científico y tecnológico sino lo contrario. Las corporaciones capitalistas no sólo roban el progreso de la Humanidad sino que, cuando invierten en investigación, succionan los recursos a las áreas que generan ganancias, quitándoselas a aquellas donde solo los Estados hacen inversiones de alto riesgo, investigación de todo tipo que requiere grandes inversiones sin retorno inmediato.

Olvidó que la misma competencia entre mega compañías (telefónicas, de retiro, de salud) encarecen los servicios y evitan que se compartan ideas e innovaciones entre ellas. Eso cuando no son sectas monopólicas con apariencia de competencia.

Olvidó, por si fuese poco, que el capitalismo es el sistema que más produce “valor negativo” ―basura, contaminación, propaganda, guerras.

Jorge Majfud, octubre 2024

Del libro Plutocracia. Tiranosaurios del Antropoceno.