La lógica de las olas reaccionarias en América Latina

Cuando Estados Unidos cayó en la mayor depresión económica de su historia, retiró sus fuerzas militares de ocupación de varios países del Caribe y América Central. En su lugar puso a marionetas, todos elegidos por una misma característica psicológica: eran psicópatas desesperados por adular al poder para ser protegidos por el Imperio y violar, sin restricciones, todos los derechos humanos conocidos y por conocer. Fueron los casos de Rafael Trujillo en República Dominicana, Papa Doc Duvalier en Haití, Anastasio Somoza en Nicaragua, Antonio Machado en Cuba, Juan Vicente Gómez en Venezuela, entre otros…

Luego vino la Segunda Guerra Mundial, la que no sólo ayudaría a la economía estadounidense a recuperarse, sino que, al final, siendo la única de los tres aliados que no sufrió destrucción, dejaría a Estados Unidos con una supremacía industrial, bélica, económica y mediática que no se podía comparar con los escombros de Europa y Japón.

Washington prácticamente se olvidó de América Latina, primero con su depresión y luego con la Segunda Guerra. De forma elegante pero estratégica, Roosevelt llamó este período “política del buen vecino”. Como consecuencia directa, muchos países latinoamericanos recuperaron derechos civiles, sindicales, libertad de expresión y una decena de democracias―aunque siempre limitadas. Los países latinoamericanos fueron el principal bloque fundador de las Naciones Unidas. Los psicópatas del Caribe y de América Central permanecieron, pero muchas otras dictaduras amigas cayeron, como la dictadura bananera de Jorge Ubico en Guatemala, la que fue reemplazada por una revolución democrática.

Apenas terminada la Segunda Guerra, donde principal vencedor fue la Unión Soviética, Washington creó la CIA y su nueva estrategia de dominación global como continuación del brutal y genocida Imperio británico. Como los imperios están basados en la ahora de moda psicología del macho alfa, en el planeta no hay lugar para dos lobos líderes de la manada.

El fanatismo capitalista-anglosajón entiende que se debe eliminar toda posible competencia, aunque deban morir miles o millones de subhumanos negros. Esa fue la política desde el siglo XVI. En el siglo XIX, la nueva estrategia repitió viejos tácticas. Una fue la táctica del ajedrez: cada adversario debe asegurarse el dominio de ciertos casilleros. En el caso de Estados Unidos, esos casilleros intocables siempre fueron los países que llamó su “patio trasero”, formalizados con la Doctrina Monroe y actualizada cada una o dos generaciones agregándoles nuevos derechos para el agresor. Es una doctrina, no un tratado o una ley internacional. Es decir, una ley propia para ser aplicada sobre los demás. Los casilleros son los estratégicamente divididos. Los pueblos, peones. En apariencia, se presenta como una lucha entre piezas blancas contra piezas negras, pero ésta es solo una distracción woke, funcional al verdadero poder: el objetivo es la defensa y triunfo del rey, al precio de la muerte de los peones, esas piecitas anónimas, sin rostro, que siempre son enviadas al frente―porque las reglas deben ser respetadas.

En 1952, Stalin les envió tres propuestas diferentes a las tres potencias militares de la OTAN (el sueño de Hitler, que décadas después sería dirigida por dos de sus comandantes) para evitar una guerra fría, proponiéndoles una Alemania unificada, con su sistema de democracia liberal occidental, no desmilitarizada pero independiente de cualquier alianza. Las tres propuestas fueron rechazadas sin mucha discusión.

El conflicto y la guerra siempre fueron un gran negocio para los poderosos: control interno en sus países, ceguera tribal, nacionalista, y lavado de dineros públicos con la privatización de la industria bélica, algo que el mismo presidente y general Eisenhower denunció en 1961 en su mensaje de despedida como el mayor peligro para cualquier democracia.

Poco después de creada la CIA y la demonización del vencedor aliado, herido y exhausto, Washington volvió a poner su mirada matadora en América Latina. Otra vez, debía asegurarse las casillas de la doctrina Monroe. Pero esta vez las invasiones militares estilo Guerras Bananeras fueron pocas. La invasión de marines a República Dominicana en 1965 fue uno de esos casos.

Para continuar haciendo lo mismo que se venía haciendo desde hacía un siglo, se introdujeron dos novedades: para justificar intervenciones e invasiones, ya no se podía declarar que se lo hacia para defender a la civilización de los negros. Luego de la derrota del supremacismo nazi, tan popular en la elite empresarial estadounidense, eso quedaba feo, inapropiado. Se reemplazó la palabra negro por comunista.

La segunda innovación fue reemplazar el Pentágono por la CIA ; se reemplazó los marines por los medios de comunicación. Como bien lo resumió antes de morir en 2007 el poderoso agente Howard Hunt, interventor y destructor de democracias en varios países, desde México, Guatemala hasta Uruguay, “Nuestra principal arma no escupía balas, sino palabras”. Como lo practicó uno de sus amigos, el inventor de la propaganda moderna Edward Bernays y es ley central de toda manipulación de la opinión: nuestras palabras sí, pero siempre por la boca de algún servidor.

¿Resultado? Para los años 60, la decena de democracias recuperadas gracias a la distracción de Washington en los 40 se habían vuelto a perder. La brutalidad del militarismo criollo llegó hasta el Cono Sur. Estas dictaduras no tenían límites económicos ni morales, por lo que podían masacrar a cientos de miles de personas (sobre todo indios, negros, pobres o blancos rebeldes) con la poderosa venia y legitimidad de Washington. Una María Corina Machado nunca hubiese estado 25 años conspirando contra su gobierno y pidiendo una intervención militar en su propio país. El primer día hubiese sido secuestrada, torturada, violada y luego arrojada al mar, como era la norma.

El aparato de propaganda recibió tsunamis dólares y el intervencionismo secreto de los agentes golpistas y propagandistas de la CIA llegó, ya a finales de los 40, al extremo sur, aquellos países por décadas considerados rebeldes y fuera de la manipulación de las trasnacionales estadounidenses: Uruguay, Argentina y Chile. Para los 50 ya habían inoculado ejércitos, gremios, instituciones de educación y elecciones.

Luego del suicidio de la Unión Soviética, los lobbies de Washington comenzaron a buscar un nuevo enemigo de forma desesperada. Lo encontraron en Medio Oriente, por lo que, sobre todo a partir de 2001, descuidaron a América latina una vez más. Ese año también coincide con la catástrofe neoliberal impuesta por (el Consenso de) Washington, la que dejó a casi todos los países quebrados, endeudados y con niños en las calles hurgando la basura.

Como en los 40, los latinoamericanos estaban arrodillados, pero, ahora, tenían las manos libres una vez más. Comenzaron a ocuparse de sus problemas reales sin la masiva propaganda de la CIA y sin el acoso militar de Washington. Una ola de gobiernos de izquierda (más o menos independentistas) subió al poder político. Como consecuencia, el continente vivió una Década dorada, donde los milagros económicos no se vendían en los medios del Norte, como había sido el caso de las dictaduras financiadas de Chile y Brasil que, al tiempo que aumentaban sus PIB también aumentaba la pobreza, las favelas y las villas miserias.

De 2002 a 2012 varios países (como Argentina y Brasil) pagaron casi toda las deudas creadas y nacionalizadas por las dictaduras militares o por las democracias bananeras. Algo que, por entonces, se consideraba un imposible. Como en tiempos del Dollar Diplomacy, los acreedores tampoco querían el pago total sino de los intereses.

Países como Ecuador, Bolivia y Venezuela (el “eje del mal” latinoamericano) experimentaron crecimientos económicos históricos con fuertes inversiones sociales e histórica reducción de la pobreza. Se intentó explicar esto con el boom de las comodities, lo cual fue solo una parte de la bonanza: por siglos, América Latina vivió decenas de bonanza de precios de materias primas. Una de las más conocidas fue la bonanza de Venezuela en los 70, debido a la crisis del petróleo, la que terminó con el aliado de Ronald Reagan, el socialdemócrata Jaime Lusinchi, el giro neoliberal del segundo Andrés Pérez, la sangrienta crisis social del Caracazo en 1989, el salvataje de G. H. Bush, el endeudamiento, el crecimiento acelerado de la pobreza y el inicio de la emigración en los 90.

La Década próspera de América Latina terminó por las mismas razones de siempre. Para 2012 , Washington entendió que China se estaba saliendo del libreto con un desarrollo que recordaba a las primeras décadas de la Unión Soviética. Además de ser comunista, no se la podía bloquear ni quebrar (como hicieron los británicos en el siglo XIX, con algunos cañones y mucho opio) por lo que se volvió a mirar a los casilleros del Sur del ajedrez.

Desde entonces, no sólo (1) los bloqueos económicos, financieros a países como Venezuela se volvieron brutales, sino que (2) se radicalizó las viejas prácticas de la CIA y sus fundaciones satélites para hackear la opinión pública, una vez más.

Como es un área donde la presencia musulmana es irrelevante, se volvió a la retórica ya metastatizada del “peligro del comunismo”. Es más, se llega a las afirmaciones apasionadas de “estamos cansados del comunismo” contra los gobiernos incómodos, como si hubiese existido alguna vez un gobierno comunista en alguno de esos países. Nunca lo hubo, ni siquiera cuando declarados marxistas como Salvador Allende José Mujica o Gabriel Boric fueron electos.

Actualmente, los recursos económicos de la CIA para su principal trabajo son varias veces superiores que durante la Guerra fría. De hecho, son ilimitados. Ni siquiera los congresistas de Estaos Unidos saben cuánto dinero reciben y, menos, cuántas falsas rebeliones y complotes contra independentistas promueven cada día en el mundo. Sabemos, apenas por filtraciones, que su presupuesto son decenas de miles de millones y que poseen hoy más recursos tecnológicos más avanzados del planeta para hackear la psicología de los esclavos voluntarios del sur.

Se puede decir que la ola de elecciones ganadas por la derecha para 2025 tiene múltiples causas, pero nunca se podrá decir que la CIA, las agencias secretas de otros organismos como el Pentágono, la agencias como la DEA o la USAID y el Mossad no tienen nada que ver. Tienen mucho que ver, escuchar, decir y hacer.

Como en el pasado, se da la paradoja de que las colonias son más fáciles de manipular que las metrópolis. Hoy, según las encuestas, el 70 por ciento de los estadounidenses está en contra de cualquier intervención en Venezuela que podría causar una guerra civil u otro gobierno títere. Menos de la mitad (entre 34 y 40 por ciento) de los latinoamericanos lo está. Así piensan y así votan por candidatos admiradores de Hitler, de Pinochet y de Margaret Thatcher. No solo porque todos los títeres neofascistas y supremacistas en los gobiernos tienen ojos azules, supongo. Pero hay miradas que matan: cada vez que Washington miró a América latina, hubo una conmoción de extrema derecha.

De hecho, en este momento te están mirando y escuchando. Pero no te preocupes, no es nada personal y no te van a extorsionar con algún escándalo sexual, porque eso lo reservan a sus servidores más importantes, y tú no eres importante para ellos. La información recabada sirve para la ingeniería global, para el aparato más perfecto de propaganda y manipulación mental que haya conocido la humanidad.

Erik Prince, fundador de Blackwater lo dijo en Off Leash, sin capucha: “Si tantos de estos países en el mundo son incapaces de gobernarse a sí mismos, es hora de que volvamos a ponernos el sombrero imperial, para decir: vamos a gobernar esos países… Sí, hay que volver al colonialismo”.

¿Alguien piensa que el grupo mercenario Blackwater, uno de los socios socio del verdadero poder político financiero, invierte sólo en la bolsa de valores? Por nombrar sólo a uno de la docena de otros psicópatas supremacistas en la punta de la pirámide, como Elon Musk, Larry Ellison, Larry Fink, los muchachos de Palantir, y el resto de la secta que controla el tráfico financiero y acumulan más riqueza que el 90 por ciento de la población mundial.

La estrategia es el acostumbramiento a la violencia, a la barbarie y al despojo. Es decir, a la palestinización del mundo. ¿Y entonces? Bueno, al resto de la humanidad no nos quedan muchos recursos, pero lo que queda es claro. Conciencia, unión y rebelión. Sólo queda resistir―como palestino.

Jorge Majfud, diciembre 2025

Rémoras de Roma

Mercenarios del Imperio

La creación del personaje MCM (María Corina Machado) no es muy diferente al resto de los líderes promovidos por Washington y la CIA por generaciones. No es muy diferente a los personajes creados con el mismo propósito solo en Venezuela, desde Pérez Jiménez hasta Juan Guaidó, por años referido por los países imperiales como “el presidente de Venezuela”, exactamente como es anunciada Machado ahora. El perfil clásico es: un mártir de la libertad siendo perseguido por un dictador desobediente en un país con importantes recursos naturales.

Luego de apoyar el golpe de Estado de 2002 contra un presidente democráticamente electo, luego de promover y solicitar por décadas intervenciones extranjeras de todo tipo en su país… ¿cuántos días estuvo presa la pobre Corina Machado? Menos que el mismo presidente Chávez en 2002. Ni un día, de hecho. Por menos de eso, en Estados Unidos habría sido detenida por los enmascarados o por algún agente federal y le habrían puesto una rodilla en la cabeza contra el suelo. Todo en nombre de la libertad y de la seguridad nacional.

Pero Corina Machado ha estado tan vigilada por el régimen, que pudo dar entrevistas y participar de conferencias internacionales en Miami llamando a una invasión a su país. ¿El régimen no interceptaba sus comunicaciones? En las dictaduras fascistas, planeadas por la CIA y sostenidas por los miles de millones de Washington hasta no hace mucho, por el solo hecho de tener un libro prohibido en su cocina, a Machado la hubiesen secuestrado, violado y torturado según las técnicas de la School of the Americas. Luego hubiese terminado en el fondo del mar o diluida en cal viva. Esas mismas dictaduras fascistas que ahora despiertan la nostalgia de los seguidores latinoamericanos de su klan, el Conservative Political Action Conference, CPAC. Por no recordar el centro de tortura en Guantánamo, las decenas de cárceles secretas de la CIA alrededor del mundo o las violaciones en las cárceles israelíes de miles de palestinos, muchos de ellos menores, que la Nobel de la Paz venera.

Como buena empresaria de elite, sus amigos van desde billonarios hasta los políticos más poderosos. El 17 de octubre de 2025, Reuters tituló: “Israel afirma que la presidenta venezolana, Machado, expresó su apoyo a Netanyahu”. El mismo día, desde Twitter, Machado le agradeció a Netanyahu por su “lucha por la libertad” en medio del peor genocidio en lo que va del siglo. La Oficina del primer ministro precisó: “María Corina Machado llamó al primer ministro Benjamín Netanyahu” con motivo de la obtención del Premio Nobel de la Paz. No la llamó él para felicitarla. Lo llamó ella para agradecerle.

Para la ceremonia de entrega del premio en Oslo, tenía que llegar un día tarde y saltar una barrera metálica para las fotos. El New York Times (el mismo que apoyó la invasión a Irak y luego el golpe de Estado contra Chávez, 21 días después), anunciaron la espectacular huida de la galardonada, quien “lucha contra la dictadura de su país desde hace 25 años”.

El récord de injerencias es prolífico. En 2024, la Associated Press reportó sobre un memorando interno de la DEA, filtrado accidentalmente por fiscales federales. El documento, de 2018, estuvo unas horas accesible en internet y detallaba una operación encubierta de la DEA en Venezuela iniciada en 2013, con agentes secretos que espiaban a altos funcionarios venezolanos con el propósito de reunir cualquier hecho que los vinculase con el narcotráfico. El grupo cibernético israelí Team Jorge, que se jactó de haber manipulado 33 elecciones alrededor del mundo, también intervino en las elecciones de Venezuela en 2012. Por entonces, se acusó al gobierno de “elecciones oscuras”, pese a la opinión del expresidente estadounidense Jimmy Carter de que “Venezuela cuenta con el mejor sistema electoral en el mundo” y pese a que Team Jorge intervino de forma más que oscura para favorecer a la oposición.

Todos saben que Venezuela posee la mayor reserva mundial de petróleo del mundo. Es menos conocido que Estados Unidos (el mayor consumidor y productor del mundo debido al fracking) ha llegado a su techo de producción y se prevé un inevitable declive a partir de 2027.

Desde hace más de una década, el bloqueo económico y financiero a Venezuela ha sido criminal (sobre todo en pandemia), pero no ha tenido el efecto deseado de remover al chavismo del gobierno. Como la excusa de la democracia (eso que brilla por su ausencia en Estados Unidos) no fue suficiente, se pasó a la lucha contra el narcotráfico y a las ejecuciones sumarias de un centenar de personas en el Caribe, cerca de las costas de Venezuela, con el propósito de provocar una reacción militar (el clásico “fuimos atacados primero”, “nunca lo olvidaremos” que se remonta a la época del despojo de los nativos), tampoco funcionó. Así que se pasó al secuestro de un petrolero con un millón de barriles de petróleo que serán decomisados por violar el bloqueo impuesto por Estados Unidos.

Algunos senadores, como Chris Van Hollen, han acusado a Trump de fabricar excusas para una guerra, lo que recuerda al congresista Abraham Lincoln contra la guerra en México. Trump, como su odiado George Bush, intenta saltearse cualquier voto en el congreso para lanzar un operativo militar más directo sobre Venezuela, lo que provocaría una guerra civil. El discurso del gobierno de Bush para invadir Irak y el de Trump para invadir Venezuela (con el mismo objetivo, el petróleo) resultan burdas copias. Siempre confían en la desmemoria popular―y en el entreguismo.

Según la encuesta de CBS y YouGov, el 70 por ciento de la población de Estados Unidos está en contra de cualquier intervención en Venezuela, pero la opinión en América Latina está dividida… O peor. Según el medio financiado por el Gobierno de Estados Unidos, Voz de América, solo el 34 por ciento de los latinoamericanos se opone a una invasión. Aunque parece el mundo del revés, la historia del cipayismo y la manipulación de la propaganda colonial siempre fue más efectiva en las repúblicas bananeras que en los mismos centros imperiales. Desde Madrid, el opositor venezolano Leopoldo López reconoció que presionaron y negociaron con Estados Unidos un despliegue militar en Venezuela.

¿Qué gobierno podría legitimarse, con o sin elecciones, de esta forma? Yo sugiero una solución más heroica: que López, Guaidó y Machado se alquilen un Granma y desembarquen en secreto en el Orinoco. Desde ahí pueden convencer al pueblo para derrocar a la dictadura.

Fue lo que hicieron Fidel Castro, el Che Guevara y diez más que sobrevivieron al llegar a la costa. Los doce enfrentaron, sin ayuda de ningún imperio, a un poderoso ejército armado y apoyado por Estados Unidos y responsable de la matanza de decenas de miles de cubanos, según la misma CIA, y aun así lo derrotaron.

No estoy a favor de la violencia, pero ya que promueven el bombardeo de su propio país por parte de una superpotencia extranjera, al menos pónganles el pecho a las balas. ¿O no les importa que corra sangre por las calles de Caracas? No se escondan detrás de las superpotencias imperiales.

Jorge Majfud, diciembre 2025

PDF para descargar. Clase de Histroia.

«Promover la democracia» 2

Wikileaks: Embajada de EE. UU. solicita financiación para grupos antichavistas
Las últimas publicaciones de Wikileaks incluyen cables enviados desde la Embajada de EE. UU. en Caracas al Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Consejo de Seguridad Nacional y otras entidades estadounidenses, que indican solicitudes de financiación adicional del gobierno estadounidense para grupos de la oposición en Venezuela.

Eva Golinger Junio 30, 2011

Las últimas publicaciones de Wikileaks incluyen cables enviados desde la Embajada de Estados Unidos en Caracas al Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Consejo de Seguridad Nacional y otras entidades estadounidenses, que indican solicitudes de financiación adicional del gobierno estadounidense para grupos de la oposición en Venezuela. Los cables corroboran documentos obtenidos previamente bajo la Ley de Libertad de Información (FOIA) de Estados Unidos que evidencian la financiación continua de Estados Unidos para apoyar a grupos y partidos políticos antichavistas en Venezuela que trabajan activamente para desestabilizar y derrocar al gobierno sudamericano.

Un documento fechado en marzo de 2009, escrito por el Encargado de Negocios John Caulfield, revela 10 millones de dólares en financiación, a través de la Embajada de Estados Unidos en Caracas, a gobiernos estatales y municipales de la oposición, así como a varias ONG, grupos juveniles y campañas políticas para contrarrestar al gobierno de Chávez. Curiosamente, en el cable confidencial, Caulfield solicita 3 millones de dólares adicionales (además de los 7 millones ya aprobados) debido a un «cambio» en el «mapa político» de Venezuela.

Dado que las elecciones de noviembre de 2008 y el referéndum de febrero de 2009 crearon un nuevo mapa político para Venezuela, la Embajada solicita USD 3 millones adicionales para intensificar las iniciativas de acercamiento a los gobiernos estatales y municipales recién elegidos, así como para continuar con los programas de fortalecimiento de la sociedad civil y prepararnos para la próxima ronda electoral de 2010.

Caulfield añade: «…es necesario redoblar nuestros esfuerzos para contrarrestar el creciente autoritarismo del gobierno de Chávez», lo que indica una clara intención política para justificar la financiación.

El diplomático estadounidense se refería a las elecciones regionales de 2008, en las que los partidos de la oposición ganaron en 6 de los 23 estados y en docenas de municipios. Al parecer, la Embajada estaba interesada en brindar ayuda inmediata a esas regiones para reforzar sus esfuerzos.

INTERVENCIÓN ILEGAL

La Convención de Viena sobre Asuntos Diplomáticos y Consulares prohíbe a las embajadas, consulados y diplomáticos intervenir en la política y los asuntos internos de un país anfitrión. La financiación de gobiernos extranjeros a grupos y campañas políticas también está prohibida e ilegal en Venezuela, al igual que en Estados Unidos. Sin embargo, Caulfield no oculta sus intenciones cuando escribe: «…nuestro esfuerzo es necesario para contrarrestar… al gobierno de Chávez».

Caulfield también admite que la financiación del gobierno estadounidense ayudó a crear muchas de las organizaciones en Venezuela que reciben la ayuda y que esos mismos grupos probablemente no existirían ni sobrevivirían sin el apoyo estadounidense. «Sin nuestra asistencia continua, es posible que las organizaciones que ayudamos a crear… se vean obligadas a cerrar… Nuestra financiación les proporcionará a esas organizaciones un salvavidas muy necesario».

La mayoría de los grupos venezolanos que reciben financiación estadounidense se crearon después de 2002, cuando el Departamento de Estado estableció su Oficina de Iniciativas de Transición (OTI), una rama política de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en Caracas, sin autorización. Ese mismo año, se llevó a cabo un golpe de estado contra el gobierno de Chávez, derrocando brevemente al presidente venezolano. Posteriormente, fue rescatado en 48 horas por fuerzas armadas leales y millones de venezolanos. Los implicados en el golpe recibían financiación y apoyo del gobierno estadounidense a través de la Embajada y de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), una agencia financiada por el Congreso estadounidense. La OTI, que ha financiado y apoyado estratégicamente de forma constante a decenas de partidos políticos y ONG venezolanas con millones de dólares estadounidenses al año, cerró abruptamente a principios de 2011 tras ser expuesta y denunciada por sus actividades de intromisión ilegal en Venezuela.

Sin embargo, el presidente Obama ya solicitó 5 millones de dólares adicionales para financiar a grupos de la oposición en Venezuela en su presupuesto de 2012. Se espera que esta cantidad aumente con fondos de otras agencias estadounidenses en preparación para las elecciones presidenciales y regionales de Venezuela del próximo año.

Los 10 millones de dólares que la Embajada de Estados Unidos destinó a gobiernos locales de la oposición y grupos de la sociedad civil estaban destinados a apoyar a las ONG locales para que actuaran como organismos de control en temas clave para el desarrollo democrático, es decir, contra el gobierno elegido democráticamente. Cinco millones de dólares se destinaron a apoyar a partidos políticos y gobiernos locales para ayudar a los gobiernos de oposición recién elegidos a cumplir las promesas hechas al pueblo durante las campañas políticas de noviembre de 2008. ¿Es realmente aquí donde debería destinarse el dinero de los contribuyentes estadounidenses?

Otros 4 millones de dólares se destinaron a partidos políticos interesados, para desarrollar jóvenes líderes y ampliar el alcance del movimiento juvenil venezolano. Un objetivo particular de la financiación estadounidense, los movimientos estudiantiles y juveniles antichavistas, han surgido en los últimos tres años, recibiendo una cobertura mediática sobrevalorada y atención internacional.

Otro millón de estos fondos se destinó a preparar el terreno para las campañas legislativas de 2010. Sin embargo, durante 2010, se proporcionaron 57 millones de dólares adicionales a la oposición venezolana, provenientes de agencias estadounidenses y europeas.

DINERO E INTERVENCIÓN

Otro cable de la Embajada de Estados Unidos de septiembre de 2009, enviado por el entonces embajador estadounidense en Venezuela, Patrick Duddy, relata una reunión entre el diplomático estadounidense y tres representantes del pequeño partido opositor Podemos. Durante la reunión, Ismael García, legislador y líder de Podemos, solicitó específicamente más fondos e intervención del gobierno estadounidense para contrarrestar al presidente Chávez.

Como lo ha hecho repetidamente en el pasado, García preguntó con insistencia qué podía hacer Estados Unidos, a través de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) u otros canales del gobierno estadounidense, para ayudar a Podemos. Molina y García sugirieron que el apoyo estadounidense podría utilizarse para que Podemos construyera una red de comunicaciones basada en internet o televisión por cable… El embajador enfatizó que Estados Unidos no está interviniendo en Venezuela, a lo que García respondió: «Sí, pero ahora es el momento de empezar».

Lo que estos documentos evidencian, además de la intromisión ilegal y la hipocresía del gobierno estadounidense, es la continua relación de dependencia entre la oposición venezolana y Washington. Los esfuerzos de Estados Unidos para socavar al gobierno de Chávez han dependido en gran medida de la capacidad de la oposición para desestabilizar el país y contrarrestar a Chávez. Tras años de inversiones multimillonarias en estos grupos, que ahora dependen de la financiación del gobierno estadounidense, se han logrado pocos avances. Este escenario podría explicar las recientes medidas agresivas que el gobierno de Obama está tomando contra Venezuela, imponiendo sanciones e intentando vincular falsa y maliciosamente al gobierno de Chávez con el terrorismo y presentarlo. lo califica de “estado fallido”.

Un ciudadano común

Reflexiones sobre el libro Un ciudadano común en dictadura de Víctor Hugo Morales y otros documentos.

Jorge Majfud

Una hipótesis

En Un ciudadano común el autor reconstruye sus memorias de las dictaduras del Río de la Plata a partir de fragmentos de documentos parcialmente desclasificados en Uruguay en 2012 y, en un número mayor, diez años después. Si hacemos un esfuerzo de destilación de la caótica masa de información disponible para identificar y comprender el centro gravitatorio de lo que podríamos llamar “El caso Víctor Hugo”, entiendo que radica en el fenómeno comunicacional centrado en su persona. No en sus ideas. No en teorías. No en su militancia. No en el poder de algún cargo político en el Senado, en algún ministro o como director de algún poderoso organismo estatal, como el Ente Nacional de Comunicaciones.

Víctor Hugo Morales no es Noam Chomsky. No es Rodolfo Walsh. No es Maradona. Menos es la montonera Patricia Bullrich, hoy escudera de la represión neoliberal y rémora perenne del poder de turno. No es uno de los miles de obreros, periodistas, profesores y sindicalistas torturados y desaparecidos durante las dictaduras del Rio de la Plata, hoy hundidos en el estratégico y conveniente olvido.

La dictadura uruguaya estaba convencida de que Víctor Hugo tenía aspiraciones políticas, a pesar de no ser un militante. Por años intentaron resolver un acertijo y no pudieron. Luego, en democracia, Morales rechazó ofrecimientos de los presidentes Tabaré Vázquez de Uruguay y Néstor Kirchner de Argentina.

Entonces, ¿por qué esa obsesión en diferentes tiempos históricos con alguien que no era ni político, ni militante, ni un filósofo peligroso para el sistema nacional e internacional? Entiendo que hay algo, un fenómeno no estudiado en la personalidad que, por razones o misterios, radica en la preocupación del poder (del verdadero poder, no apenas del poder político) por una personalidad magnética que sólo con su voz y talento convertía en éxito popular lo que tocaba. Peor aún: alguien sin la fuerza de la promoción de los grandes capitales que, de esa forma, no sólo dominan y controlan el cosmos narrativo, sino que, además, tiene una explicación fácil: el dinero de la oligarquía criolla y de los centros financieros del centro noroccidental. Es decir, algo, alguien fuera de control, escudado en un repetido éxito que, para peor, no se podía explicar de una forma simple―¿qué más simple que la fuerza del dinero ilimitado y descontrolado?

Célebre desde el margen ideológico significa peligroso. De ahí la repetida recomendación de que todos los críticos se vayan a vivir a una isla en el Pacífico o que se hundan en la pobreza para “no caer en contradicción con su ideología”. Esa clásica narrativa barométrica que abona los hongos en los rincones oscuros y fracasados de la historia.

Nadie mejor que quienes diseñan el mapa del mundo desde el poder hegemónico han entendido que la realidad simbólica (desde mitos hasta dogmas) es mucho más poderosa que la realidad material, que es su objetivo final. Simbólico es el dinero y sus ideologías; simbólico son las ideas de libertad de los esclavistas. Simbólicos son los ejemplos de otras formas de ser, que el poder imperial siempre se ha encargado de destrozar a través de intervenciones liberadoras (invasiones, guerras, golpes de Estados, deudas parasitarias, acoso mediático) antes de que se conviertan en “mal ejemplo”. La crucifixión, ejecución o desmoralización del individuo molesto (sin éxito no hay molestia) ha sido siempre otra y la misma estrategia aplicada a países y a “regímenes” no alineados.

Para un sistema socioeconómico y para la cultura del monopolio de la narrativa dominante en la Post Guerra Fría (el Modelo Único: “sólo existe un modelo de éxito social”, en palabras de Condoleezza Rice, entre otros) y, más recientemente, en la crisis de la hegemonía occidental postcapitalista, que un individuo sin poder político, sin cargos oficiales, sea el repetido centro del descrédito de los escuderos del sistema es por demás significativo.

La particularidad e ironía del título de este libro, Un ciudadano común en dictadura, radica en que los problemas del autor con la dictadura consistían en que, a juzgar por sus propios informes, los militares de entonces no lo consideraban un ciudadano común. Probablemente algunos no lo consideraban ni siquiera un ciudadano. Como fue el caso de muchas víctimas de la brutalidad “Salvadora de la Civilización Judeocristiana Occidental” (como preferían llamarlo los generales, repitiendo el manual escrito en Virginia; el fascismo siempre ha sufrido de megalomanía histórica) como el del chileno Orlando Letelier o del uruguayo Wilson Ferreira Aldunate, bien pudo haber sido considerado para ser despojado de ese derecho civil.

El sustituto a perder la ciudadanía fue, para miles en el destierro, el exilio. El exilio obligado o el “exilio voluntario”―un oxímoron existencial, si los hay.

La frontera del Rio de la Plata

Como millones de uruguayos y argentinos, tengo con el autor historias en común. No son historias mínimas. Como tal vez pocos, luego de publicar múltiples artículos y algunos libros relacionados con esos tiempos oscuros, yo también leí mi nombre, fechas y datos personales en los mismos archivos de la dictadura cuando se desclasificaron en 2023. Hasta ahora, ninguna nueva revelación oficial ha contradicho nuestras memorias personales y familiares, sino todo lo contrario.

Nos separaba una generación. En la cárcel de presos políticos de Libertad en San José, Uruguay, introduje mensajes prohibidos desde los siete hasta los nueve años. En Colonia, y a media madrugada de distancia, yo pasaba con mi hermano mayor los meses de verano en la granja de mis abuelos. Allí, alrededor de un farol de mantilla escuchamos las historias de visitantes sobre los vuelos de la muerte, más de una década antes de las confesiones del capitán Adolfo Scilingo. Por entonces, pensé que la gente hace el bien por necesidad y el mal por placer. Desde entonces, he intentado refutarme esta observación, con relativo fracaso.

Mientras arriábamos las vacas, plantábamos papas o recogíamos tomates, escuchábamos las radios de Montevideo y Buenos Aires en una Spika. Aunque mis abuelos tenían un pequeño televisor blanco y negro que sólo agarraba canales de Buenos Aires y que funcionaba con una batería que durante el día cargaba el viento, la radio solía ser más libre que la televisión. Un ejemplo era Radio Colonia, “la radio más a la izquierda del dial”, como se anunciaba mientras emitía para Argentina más que para Uruguay. Buenos Aires estaba tan cerca que en días claros se podía ver el perfil alto de los edificios.

No procedemos de familias futboleras, pero la voz de Víctor Hugo siempre fue una marca misteriosa en el dial. Si en algún momento te cruzabas con ella escaneando el dial, allí te quedabas.

Los hechos

En su libro Un ciudadano común…, el autor recuerda que en 1980 estuvo preso 27 días por un incidente menor y por demás común: una escaramuza en una cancha de futbol de barrio, en Montevideo. Los hechos y los indicios que siguieron dejan poco margen para la duda: concluir que no se trató de una provocación para criminalizarlo es forzar la lógica de los hechos y apostar todo por una coincidencia cósmica, por una alineación de planetas.

Este hecho, aparentemente trivial, terminaría por revelarse como uno de los pivotes de la historia. Más que eso, revela el funcionamiento de una dictadura a la uruguaya: números de desaparecidos que no compiten con los desaparecidos en Argentina, Chile o las dictaduras en América Central, pero no de sus efectos devastadores en los sobrevivientes. La dictadura a la uruguaya fue un terror omnipresente, como todas las demás, pero con ese toque onettiano de la vana y persistente llovizna gris.

El mayor problema de la dictadura no era tanto que el periodista estuviese involucrado con a la izquierda militante del momento, más allá de algunos amigos, como el político comunista Germán Araujo (a quien vistió cuando realizaba su huelga de hambre en Montevideo y luego entrevistó en Buenos Aires), sino por ejercer un arte que se hizo conocido en varias disciplinas: decir con símbolos y metáforas lo que, de otra forma, sería castigado con la censura directa.

En 1973, en plena dictadura militar brasileña, Chico Buarque y Gilberto Gil compusieron Cálice (“Pai, afasta de mim esse cálice / de vinho tinto de sangue” (“Padre, aparta de mí este cáliz / de vino tinto, de sangre” o “de un vino teñido de sangre”) con un coro que repetía el sustantivo cálice, el cual en portugués tiene la misma fonética que el imperativo cale-se (cállese). Nuestro amigo Eduardo Galeano recordó alguna vez que los dibujos de pájaros estaban prohibidos en el Penal de Libertad, por lo cual una niña le dibujó a su padre un árbol lleno de ojos―de ojos de pájaros escondidos. Para el referéndum de 1980, la publicidad a favor del No estaba prohibida, por lo que la gente conducía con los limpiaparabrisas en movimiento los días de sol, significando dos dedos en signo de negación. O como el mismo Morales menciona, se acentuaba el no en frases como “No… jugará Rampla”. O, cuando transmitió el partido entre Bolivia y Venezuela (en Venezuela los exiliados le pedían dejar el micrófono de ambiente abierto, algo que molestaba a los militares) y el resultado dejó a Uruguay afuera “del mundial que no podía estar ausente” (1978), Víctor Hugo cerró con “Buenas tardes… País del dolor”.

En el caso de Víctor Hugo se dio una paradoja que se explica por la paranoia propia de los fascistas. El periodista Jorge Crossa recuerda que los militares grababan cada uno de sus programas, buscando frases con contenido oculto, lo cual llevaba a lo que Umberto Eco llamaría sobreinterpretaciones. Según Crossa, “las frases que se le ocurrían a VH, en pleno relato, que no tenían nada que ver con la represión” eran interpretadas como mensajes ocultos. Un ejemplo claro es mencionado durante el Mundialito organizado en 1980 entre las selecciones campeonas del mundo y que Uruguay ganó con la música no oficial promovida por Víctor Hugo y sus compañeros de Radio Oriental. Me refiero a la expresión popular (sobre todo rural) de “no tiene gollete” (no tiene sentido), que los militares la interpretaron como una alusión al dictador Goyo Álvarez (en el Río de la plata la ll y la y tienen el mismo sonido fricativo /ʃ/). La paradoja era doble, y explica ese arte del camuflaje político y poético que el mismo Crossa menciona en otra página: “pero cuando [Víctor Hugo] decía algo fuerte, tipo mensaje, no se percataban”.

Es un arte que se remonta a los tiempos de Nerón, cuando los escritores de los Evangelios usaron el número 666 para nombrar a la bestia del emperador. En el Uruguay de entonces, un político y académico que practicó esa disciplina fue Enrique Tarigo. Morales recuerda haber leído uno de sus artículos en El Dia, donde Tarigo acuño la expresión “ciudadanos de primera y de segunda”. Morales usó esa misma expresión en el relato de uno de los partidos del mundial juvenil de Tokio, en 1979. En el único debate televisado sobre el plebiscito de 1980 que definiría la perpetuidad de la dictadura militar, junto con el colorado Enrique Tarigo en favor del No, estuvo el blanco Eduardo Pons Etcheverry, quien plantó la metáfora de “siempre hay rinocerontes” (conformistas o colaboradores por conveniencia), aludiendo a la obra del rumano Eugene Ionesco―sutileza uruguaya que hoy, debido al derrumbe de la educación ilustrada, hubiese pasado desapercibido. 

En 1976, por primera vez en la historia del fútbol uruguayo, un equipo chico, Defensor, salió campeón de la liga nacional. El técnico era el profesor José Ricardo de León, un entrenador politizado, como fue más tarde el caso del doctor Sócrates en Brasil, el jugador de la mejor selección brasileña de la historia (1982) y líder del experimento “Democracia corinthiana” (los jugadores votaban sobre las decisiones más importantes del técnico) que se enfrentó a la dictadura militar y a la improbabilidad de salir campeón sin la tradicional estructura política.

Según el futbolista Julio Filippini, Morales fue el único periodista en seguir y transmitir los partidos de Defensor hasta el final. Para peor, en 1976, en lugar de censurar un saludo de Filippini a su hermano y a sus compañeros presos en el Penal de Libertad, Morales le agradeció. Lo detuvieron y, en un cuartel del Prado, le hicieron escuchar su propia grabación al “comunista incorregible”, como era conocido entre los uniformados. Luego del interrogatorio de más de tres horas, lo clasificaron, como solía hacer la dictadura, en este caso con una ironía: “tiene tarjeta amarilla”. A los investigadores de La Estanzuela los clasificaban por niveles de fidelidad al régimen con A, B y C, con lo cual forzaron inminencias como el ingeniero José Lavalleja Castro a irse del país.

En 1980, de regreso de Holanda, fue detenido en el avión que acababa de aterrizar en Montevideo. El cargo, la famosa trifulca del partido de barrio, no guardaba ninguna proporción con el procedimiento de arresto. Tres décadas después, algunos periodistas ejercitarán lo que en inglés se conoce como “cherry picking” (recolección de cerezas), la selección parcial de hechos y de datos convenientes para probar una tesis que se quiere probar sin considerar el contexto del momento. Esa cereza fue la relación de Víctor Hugo Morales con el mayor Grosso.

Cuando su hermano José Pedro Morales estuvo desaparecido por tres días, Víctor Hugo lo buscó por cuarteles y hospitales. En esta búsqueda colaboró el mayor Juan Carlos Grosso, poco después enviado a India. Finalmente, Víctor Hugo encontró a su hermano en una celda de la Jefatura Central y allí quedó preso él también por un mes. Una vez liberado, la dictadura militar le prohibió la entrada a cualquier estadio de futbol.

El hecho de considerarse “un hombre de izquierda” aunque (¿o por eso mismo?) sin aspiraciones políticas; el hecho de tratarse de una voz joven y de creciente popularidad, cerraba en la ecuación de individuos peligrosos.

Algo parecido ocurrió años después cuando el mismo entrenador de la selección argentina, campeona del mundo por obligación en 1978, César Luis Menotti, denunció a la dictadura de su país en Radio Colonia. Aparte de este momento escuchado y comentado en la granja de mis abuelos en Colonia en los 80s, no he encontrado grabación de este momento. Nunca pude olvidar a mi abuelo, quien había sido torturado por la dictadura y detestaba el fútbol por el Mundial del 78, aplaudiendo a Menotti con una lentitud reflexiva en la soledad de la cocina. Más tarde, no pocos escribas de los medios acusaron a Menotti de contradictorio y de colaborar con la dictadura, siempre desde una posición de seguridad personal.

El mismo caso fue el de Jorge Bergolio. Cuando en el 2013 se lo eligió Papa, recibí un correo de buenos amigos, académicos argentinos, solicitándome firmar una carta de protesta por el rol en la dictadura del nuevo Papa, les pedí que me dieran un par de días para estudiar los documentos disponibles. Yo sabía que tenía una predisposición negativa contra la cúpula de la iglesia en España, en África y en América Latina, cómplice de las dictaduras militares y socios de la oligarquía de cada país, por una razón de conciencia de clase―dominante. Por las mismas razones, tenía una predisposición negativa contra El Vaticano, luego de que el Papa Juan Pablo II y su cardenal estrella en los 80s y luego Papa él también, Joseph Ratzinger, habían perseguido a los teólogos de la liberación por meter a la política dentro de la iglesia y distraer así a los pobres de su verdadero objetivo, la salvación de sus almas, mientras ellos mismos, el Papa y su cardenal escudero, no disimulaban su activismo anticomunista en Europa y condonaban las dictaduras fascistas y colonialistas en el Sur Global. Muchos de aquellos “curas rojos” fueron asesinados y no hubo lágrimas ni santificaciones que los revindicara.

Consciente de mi bias personal, me tomé un tiempo para hurgar entre los documentos disponibles. Sí, había algunas trascripciones donde los sacerdotes parecían tener un diálogo amable con algunos militares, pero mi respuesta definitiva fue no. “No firmaré y les recomiendo que no publiquen esa misiva”. ¿Por qué? Bastaba con poner los documentos en su época y recordar lo que vivimos nosotros mismos como niños, quienes debíamos mentir en la escuela para proteger a nuestros familiares. Si se leía entre líneas esos documentos, se podía entender la misma tensión disimulada de sonrisas amables (algo que traduje en algunas de mis novelas, como El mismo fuego). No sólo la tensión, sino la necesidad de aquellos religiosos de mantener una puerta abierta para reclamar por algunos desaparecidos.

Colaborar es otra cosa: es beneficiarse del dolor ajeno, no ensuciarse con el barro de la realidad para aliviar el sufrimiento propio y ajeno. Incluso de joven, siempre tuve por alta estima a aquellos que sufrieron tortura y no dijeron ni una sola palabra, pero más tarde reflexioné que los otros que sí se quebraron ante el tormento (conocí y escuché muchos de estos testimonios de hombres y mujeres) no podían ser juzgados de ninguna forma. Mucho menos por aquellos que no tuvieron que pasar por situaciones similares de terror, ni a miles de kilómetros de distancia. Tampoco juzgo a quienes no tienen poder y aún hoy deben callarse para sobrevivir, pero si tengo que ser duro en un juicio prefiero serlo con aquellos que, luego de pasado el Terrorismo de Estado, continúan hoy justificándolo. A aquellos como mi querido padre, que justificó la dictadura como “un mal necesario” cuando todavía no acababa pero que años después reconoció que, “sí, fue terrorismo de Estado”. A esos les reservo un abrazo y mi solidaridad―no a quienes, teniendo toda la información y el conocimiento de los hechos hoy continúan justificando la muerte, la opresión ajena y el colaboracionismo mayor, madre de todas las desgracias del Sur Global, como lo es el cipayismo funcional al imperialismo que continúa vivo y no ha perdido sus prácticas criminales.

No sin otra magnífica ironía, para parafrasear a Jorge Luis Borges, César Luis Menotti, el DT de la selección que ganó el mundial del 78, estuvo contra la dictadura. Por su parte, al regreso del Estado de Derecho, Carlos Bilardo, el DT campeón del mundial del 86, mantuvo una posición más bien ausente ante el pasado y luego del juicio a los violadores de los Derechos Humanos. Tanto como para que el presidente libertario Javier Milei se declare “orgulloso bilardista”. No sin ironía, también, Menotti dejó a Maradona fuera del mundial de 1978, de lo cual luego se arrepintió, y Bilardo fue campeón probablemente porque tuvo a la mejor versión del mejor futbolista―el único futbolista mágico que tuvo la historia registrada por las cámaras de televisión.

Décadas después llegarán las críticas contra Víctor Hugo Morales por celebrar la victoria de Argentina en el mundial. En una carta a Clarisa, asistente de Estela de Carloto, con una humildad moral que se echa de menos en sus jóvenes críticos, Morales reconoció: “Cuando escucho las historias de cómo las víctimas de los militares celebraban el paso victorioso de la selección argentina, siento algo de alivio. Con respecto a aquella cerrazón en medio de la cual seguíamos los episodios de entonces… Me hubiera gustado ser mejor, y en eso estoy ahora”.

Pero hay que crucificar a quien, perseguido y desencajado en el nuevo contexto, echó mano a los conocidos que tenía para ubicar a su hermano o para que no le prohibieran seguir trabajando. Como si trabajar para sobrevivir en una dictadura fuese un acto colaboracionista. Todos aquellos que sufrimos la dictadura de primera mano sabemos qué significa esto. Quienes no, pueden darse el lujo de posar como la Madre Teresa y las Carmelitas descalzas. Me explicaré con otro ejemplo personal―por lo general, conocemos nuestras propias vidas un poco mejor que las vidas ajenas.

Una noche de 1977 o 1978 mi madre llegó a la casa y se puso a llorar. Por entonces lloraba con frecuencia. Más allá de sus problemas de depresión, tenía razones de sobra que incluso hoy hubiesen hecho un diagnóstico preciso algo imposible. El acoso y castigo de los militares fue al mismo tiempo sutil y brutal. Pese a tener tíos militares, los soldados destruyeron el dormitorio que compartía de niño con mi hermano y jugaron a fútbol con la cabeza de una de las esculturas de mi madre. Por no seguir con la tortura a su padre y a su hermano, hechos que he narrado en otro lugar. Pero el momento que ilustra mis observaciones anteriores sobre el vicio de juzgar a los demás sin ver la viga en el ojo propio, se refiere a uno de sus trabajos para las escuelas públicas. Ella había terminado un busto de Artigas y debió inaugurarlo rodeada de militares. No podía negarse. En una foto que sobrevive, se la puede ver mirando hacia el suelo, con un gesto pensativo que contrasta con los rostros sonrientes de los oficiales. En ese momento tenía un hermano a cientos de kilómetros, peso en el Penal de Libertad. Casi toda su familia había sufrido la tortura, la cárcel o el exilio sin haber disparado un solo tiro. Ella odiaba profundamente a los torturadores de su padre y de su hermano que, aparte del célebre psicópata capitán Nino Gavazzo, eran nuestros vecinos. Yo mismo debí practicar ese arte de la mentira civil cuando, en la escuela primaria, las maestras nos sacaron a la calle para que aplaudiésemos al dictador Gregorio Álvarez que visitaba el pueblo y nos regalaba el honor de pasar por aquella pobre y polvorienta avenida. Aunque tenía nueve años, el mío no era un aplauso inocente. Luego de pasar varios mensajes prohibidos a la Cárcel de Libertad, sabía perfectamente que aquello de “el país de la paz y la libertad” era una farsa dolorosa y, sobre todo, que la versión oficial de la realidad no es confiable. La única vez que se me escapó “eso es lo que dicen los diarios” (irónicamente, yo era el único niño que recibía y leía un diario cada día, el diario de la dictadura El País; el resto de mis compañeros era, por lejos, más pobres que yo, el hijo del carpintero), la maestra me puso en penitencia mirando la pared blanqueada de cal por el resto del día. Nunca le guardé rencor a la maestra Griselda. De hecho, le tenía estima. Siempre imaginé que también ella era otra víctima del mismo terrorismo.

Cuando alguien gritó que el presidente estaba por pasar, aplaudí por obligación. Poco antes, un hombre había intentado tirarse frente al tren que pasaba por allí todas las mañanas. Lo detuvo la policía que esperaba al presidente y los niños festejaron porque habían salvado al loco de suicidarse. Aún recuerdo su rostro resignado, algo parecido al de mi madre, con la mirada perdida, sin decir nada más que reconocer la derrota.

Luego, en un país en que la mitad demostró su cobardía al ratificar la renuncia a enjuiciar a los militares torturadores en el referéndum de 1989, que se salte arriba de aquellos que debieron navegar y sobrevivir a la tormenta de la dictadura, me parece una cobardía doble o una demostración de que nunca entendieron nada―ni les importa.

Es en este contexto que leo la historia de Víctor Hugo y la arremetida más reciente de sus críticos. Uno de los episodios más debatidos consiste en lo que el periodismo amarillista en Uruguay tituló hace una década como “Discurso de Víctor Hugo Morales en el Batallón Florida”. A partir de 2009 se insiste en desmentir que “la figura incómoda” hubiese sido perseguido por la dictadura uruguaya. Una forma de inicio del actual negacionismo en el Cono Sur.

Los documentos desclasificados años después prueban que sí hubo persecución y, algo común en la época, acoso, varias detenciones y hasta un mes de cárcel. El intento de desenmascarar a un colega terminó probándose como el desenmascaramiento de los bajos instintos de los periodistas respaldados o promovidos por grupos de interés como el Grupo Clarín. Sin embargo, lejos de algún reconocimiento de error o, al menos, un silencio terapéutico, se redobló la apuesta.

La acusación de ambigüedad ideológica también ignora la contingencia de la época y hasta la insistente ambigüedad política que rodeaba a gran pare de la población: Wilson Ferreira Aldunate era la figura del Partido Blanco (tradicionalmente, el partido conservador, el partido de la CIA en los 50s) y fue perseguido y exiliado por la dictadura. Muchos militantes de la izquierda en Uruguay dudaron, por mucho tiempo, si los militares uruguayos que removieron al artífice de la estocada final contra la democracia, el presidente Juan María Bordaberry, eran fascistas o una versión de la izquierda independentista del dictador y reformista peruano Juan Velasco Alvarado.

Luego de la vuelta manca, chueca y tuerta de la democracia en 1985 con elecciones limitadas meses antes y la permanencia del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA) dentro del “gobierno democrático”, los militares continuaron usando el aparato de inteligencia de la dictadura para espiar a cualquiera de los ciudadanos con ideologías que no coincidieran con la “seguridad nacional”, escrita y donada por la CIA y al Escuela de las Américas a finales de los años cincuenta y poco antes de plantar a su candidato, Benito Nardone, en la presidencia de Uruguay.

En todos los informes y reportes de la dictadura uruguaya, Morales continuó apareciendo como un zurdo peligroso, algo que ni el mismo afectado negaba, sino todo lo contrario. Algo que molesta hasta hoy―no que haya sido y sea, como cualquiera de nosotros, un ser humano sobreviviendo en un mundo de contradicciones propias y ajenas.

Cuando conocidas figuras del periodismo argentino fueron a buscarlo a Montevideo, no sólo la inteligencia uruguaya, sino también la argentina, tomó nota. La identificación tanto con el comunismo como con los tupamaros (hoy en veredas opuestas en Uruguay) ni siquiera se aproximaban a describir al periodista que había nacido con una estrella y que todos querían, por diferentes razones y en diferentes generaciones, bajarla.

Varios de sus colegas que navegaron la tormenta de los 70s, como Jorge Crossa, afirmaron en sus memorias que los militares “lo consideraban un tipo peligroso”. ¿Por qué? Reconociendo la importancia política y militante de otros que pagaron un precio más alto que el que se le impuso a él, Morales reconoce: “Yo era tan solo un tipo molesto por ser muy conocido”. Entiendo que esa misma molestia que provocó por su fama durante la dictadura, inspiró libros y artículos de algunos colegas, décadas después de la tormenta fascista. Me refiero a aquellos que se tomaron una gran suma de tiempo y esfuerzo para escribir sobre las supuestas tibiezas y contradicciones de Morales, desde una posición de seguridad cívica y personal, cuando era el momento no de crucificar actores que intentaban sobrevivir en un estado de terrorismo permanente, sino de apuntar a aquellos que continuaban y continúan hoy revindicando con pasión el fascismo, la crueldad de los amos, la funcionalidad de cipayos y colonialistas, y la explotación de los despojados.

El 5 de octubre de 1984, participó en una reunión en el Hotel Conquistador que el Partido conservador de Uruguay, el Partido Nacional, recibía a uno de sus líderes más carismáticos de su historia y, a la vez, más asociado con los movimientos progresistas del exilio. Poco después, la dictadura uruguaya lo detuvo en el puerto de Montevideo. En 2024 publiqué 1976. El exilio del terror sobre el terrorismo de Miami y de las dictaduras latinoamericanas. Allí intenté reconstruir el atentado con autobomba que mató a Orlando Letelier en Washington. El hijo de Wilson Ferreira Aldunate, Juan Raúl, me envió sus memorias sobre esa época. Por entonces, su padre estaba en la mira de Operación Cóndor y él trabajaba en el Institute for Policy Studies (IPS) de Washington, con Letelier y otros investigadores de políticas sociales de la época.

Al igual que las dictaduras uruguaya y argentina, ya en democracia (o como se llame), el grupo Clarín, conocido por su mafia legal de las comunicaciones en Argentina, encabezadas por el padrino Héctor Magneto, se encargó de seducir a figuras históricas, para entonces conversos, como Jorge Lanata (uno de los fundadores de Página12) y otros mercenarios para apuntar y tirar contra Víctor Hugo Morales, para desacreditarlo a cualquier precio y por cualquier irrelevante dicho o discurso, en la promesa de algún rating salvador o de algún best seller destinado al olvido, mariposas de siete días. Una nueva campaña contra el zurdo peligroso que no entiende la neutralidad del periodismo servil―para denigrarlo, es decir, para ennegrecerlo, en lenguaje esclavista.

Para concluir, lo del principio. Víctor Hugo Morales fue siempre un hombre de izquierdas (con todas las ambigüedades, contradicciones, discusiones, críticas, negaciones y pasiones de propios y ajenos que conlleva cualquier definición política aplicadas a cualquier individuo e, incluso, a cualquier grupo o partido político), pero nunca fue un teórico de ninguna ideología, ni un militante armado o desarmado de algún grupo revolucionario. Al poder, a sus escuderos, bufones y testaferros siempre les incomodó eso mismo: su inexplicable talento de comunicador (es decir, de traductor de los sentimientos de medio pueblo) que convertía en éxito todo lo que tocaba. Por alguna razón que no vale la pena intentar explicar, solo su voz atraía y continúa atrayendo la atención de millones de personas.

No creo que haya otra explicación para la obsesión política, ideológica y hasta los celos profesionales que ha despertado en diferentes momentos históricos y en diferentes personas, desde la política hasta el periodismo.

Queda una pregunta que nunca será contestada con algo de sinceridad. ¿Nunca les dio un tantito así de vergüenza poner todo un aparato dictatorial de un país, todo el poder comercial de conglomerados mediáticos y todo el entusiasmo de aspirantes a estrellas fugaces contra un solo hombre―y fracasar con disimulado estrépito?

JM, nov 2025

Víctor Hugo Morales and Prof. Jorge Majfud, Caras y Caretas Theater, Buenos Aires, 2023. (Picture: Página12)

¿Guerra cultural o Lucha de clases?

El 10 de setiembre de 2025, en un evento llamado “The American Comeback Tour” (“Gira por el Regreso de Estados Unidos”) en la Utah Valley University, un estudiante le preguntó a Charlie Kirk:

“¿Sabes cuántos tiroteos en masa ha habido en los últimos diez años?”

“¿Contando la violencia de pandillas?” respondió Kirk, irónico.

Kirk era un arengador profesional de la derecha, reconocido por el presidente Trump por haberlo ayudado a ganar las elecciones. Tiempo atrás, había afirmado que algunos muertos por violencia de armas (40.000 anuales) eran un precio razonable para mantener la sagrada Segunda enmienda. Según la Asociación del Rifle, que dio vuelta la interpretación de la Suprema Corte, esta enmienda protege el derecho de los individuos a portar rifles AR-15. La letra impresa de 1791 no habla de individuos sino de “milicias bien reguladas”. Por armas se refería a unos mosquetes que no mataban un conejo a cien metros. Por “the people” ni soñando se refería a negros, mulatos, indios o mestizos.

Antes que pudiese articular una respuesta completa, Kirk recibió un poderoso disparo en la garganta desde un edificio ubicado a 140 metros. De paso, por casualidad o no, sus enemigos de la misma derecha, como Ben Shapiro y, tal vez Tel Aviv, se sacaron de encima a un traidor que había cuestionado el 7 de Octubre de 2023 ―como lo hicimos nosotros en Página 12, el 8 de octubre.

Los medios y las redes sociales explotaron culpando a “la izquierda”, pese a que, solo en los últimos cincuenta años, las matanzas de la derecha suman el 80 por ciento de los muertos y los de la izquierda apenas cinco por ciento.

Pero ¿a quién le importa la realidad, si el verbo creó el mundo? Desde Europa hasta el Cono Sur, quienes escucharon por primera vez el nombre de Kirk organizaron emotivas ceremonias por el nuevo mártir de la “violencia de los zurdos” y no ahorraron elogios a su “profunda influencia” que “marcó un camino” para la gente de bien.

Dos días después, el gobernador del estado mormón de Utah, Spencer Cox, dio a conocer la identidad del asesino. Casi llorando, reconoció que “había rezado 33 horas para que el asesino fuese alguien de afuera, de otro estado o de otro país”, pero Dios no lo escuchó. Dos días más tarde volvió a los medios más aliviado: el asesino, aunque conservador, amante de las armas, votante del presidente Donald Trump, había sido influenciado por las “ideas de izquierda” de su pareja, un joven transexual.

Los religiosos capitalistas no creen en el pecado colectivo sino en el pecado individual, pero siempre están buscando un pecador dentro de un grupo ajeno para para criminalizar al grupo entero. Cuando Cox reconoció: “Durante 33 horas recé para que el asesino fuera alguien de otro país… Lamentablemente, esa oración no fue escuchada”. No se le ocurrió pensar que “nosotros, que lideramos las donaciones en todo el país”, podíamos ser criminales, pecadores. Si cerramos los ojos para decirle a Dios lo que debe hacer, no podemos ser malos.

Ahora, ¿cuál es la lógica (sino la ingeniería) social en todo esto? Pongámoslo con una metáfora que atraviesa tres continentes y más de mil años de historia: el ajedrez.

Como las matemáticas modernas, las ciencias fácticas y los mecanos, en el siglo IX los árabes introdujeron el ajedrez indio a Al-Andalus (hoy España). Europa lo adoptó y adaptó. El sistema feudal europeo concentraba todo el prestigio social en la tenencia de tierras y en el honor de las guerras. Como hoy, los nobles inventaban guerras en las cuales sus súbditos iban a morir en nombre de Dios, mientras ellos recogían el botín y el honor. Los peones, esa línea de piezas sin rostros y sin nombres, son los soldados modernos y, más recientemente, los civiles que sólo sirven de carne de cañón.

¿Dónde está el truco? En geopolítica, los dos bandos representan dos bloques o alianzas de países. Igual, los de abajo son los primeros en morir. Si sobrevive un peón hasta el final de la partida, es porque se arrimó al rey para protegerlo.

A nivel nacional, representa una guerra civil, pero éstas suelen ser raras; son la última instancia de una guerra más prolongada que la precede. Cuando vemos estas piezas en acción, vemos las blancas contra las negras. Vemos una “guerra cultural”. Una guerra que hoy no es, porque, si realmente fuese una guerra cultural, la libertad de expresión estaría garantizada, algo que, en Estados Unidos y bajo el gobierno libertario de Trump-Rubio, ha ido muriendo cada día.

Es decir, la guerra cultural nos impide ver la verdadera guerra que precipita el conflicto: la guerra de clases. En la línea de fuego tenemos a los peones. Más atrás, la aristocracia, los ricos. Finalmente, los verdaderos dueños del combate: todos luchan y mueren por defender a un rey (¿BlackRock?) quien, sin sacrificio, se lo lleva todo.

En La narración de lo invisible (2004) propusimos una tesis sobre la lucha política de los campos semánticos: quien lograba definir y limitar el significado del ideoléxico (luego “guerra cultural”), marcaba la dirección de la historia. Esto sin negar que la principal fuerza de conflicto radica en la lucha de clases, que las clases en el poder (y sus amanuenses) niegan siempre o se la atribuyen, como intención perversa, a los críticos marxistas, conspiradores del mal.

Hoy podemos ver cómo esta lucha de clases, ejercida por las elites financieras, no ha cesado de promocionar una guerra cultural como distracción perfecta. Negras contra blancas, cristianos contra musulmanes, machistas contra feministas, elegidos de Dios contra creaciones defectuosas de Dios…

Esta oligarquía, que no para de secuestrar y concentrar la riqueza de las sociedades, se ha dado cuenta de dos problemas: (1) La brecha entre quienes lo tienen todo y quien no tienen nada se ha incrementado de forma logarítmica ―ergo, peligrosa. (2) La vampirización de las colonias que proveían a los imperios del capitalismo blanco se está secando y los pueblos, que apenas se beneficiaron de este genocidio histórico que dejó cientos de millones de muertos, ya no sienten el privilegio de ese sistema internacional. Están empobrecidos, endeudados, destruidos por las drogas duras y por las drogas de la argumentación apasionada e inútil de las redes de entretenimiento, productoras del odio sectario, nacionalista y tribal.

La droga principal de las elites es el dinero y el poder. Necesitan siempre más para mantener un mínimo de satisfacción, pero saben que esta situación, tanto nacional como internacional, no es sostenible. A nivel nacional, es la fórmula perfecta para una sangrienta rebelión. A nivel internacional, significa el derrumbe de un poder dictatorial que en el siglo XIX se llamó “democracia blanca”.

Adentro, para evitar o postergar esta rebelión, necesitan promover el odio entre los de abajo y la militarización como solución. Afuera, el objetivo es el genocidio, la aniquilación de cualquier potencia emergente o la tercera guerra mundial.

Palestina es el laboratorio perfecto donde se decide cómo alcanzar una brutalidad a pesar de la oposición de un mundo sin poder. La propaganda les está fallando, así que aceleran el recurso sordo de la violencia bélica, cuyo objetivo es la limpieza de humanos incómodos a fuerza de bombardeos masivos, interminables, impunes.

Todo para agradar a un dios extraño.

Jorge Majfud, Setiembre 14, 2025.

https://www.pagina12.com.ar/861287-guerra-cultural-o-lucha-de-clases

https://www.telesurtv.net/opinion/guerra-cultural-o-lucha-de-clases/

Marco ¿por qué no sale la luz de los agujeros negros?

Marco, Why Isn’t Light Coming Out of Black Holes? 14 septiembre, 2025

Desde principios de este siglo venimos denunciando, en conferencias y en la letra impresa, que la forma más razonable de reducir el exitoso negocio de las drogas en un sistema capitalista es atendiendo a la ley de la oferta y la demanda. No existen mafias intentando vender algo ilegal que nadie quiere comprar. Desde Nixon, todos esos billones de dólares que Washington invirtió en una guerra que sólo ha multiplicado los muertos al sur de la frontera, nunca solucionó el problema. La ley de la oferta y la demanda es clara y simple: si se reduce el consumo (en Estados Unidos) los carteles se desfinanciarían. ¿Cómo? Invirtiendo en salud pública, en educación, en cultura (no en cultura consumista), en casas para los sintecho, recuperando programas sociales destrozados por el neoliberalismo de los 90s. La reducción del narcotráfico sería radical y sin disparar un solo tiro.

¿Por qué no se procede de esta forma racional? Tal vez no se quiere eliminar el narco. Nunca se quiso.

El mercado de las drogas ilegales en Estados Unidos produce un beneficio de hasta 600 mil millones de dólares por año, toda la economía de Chile y de Irán sumadas. Si se intentase enviar todo ese dinero a los carteles de las drogas de América Latina, se necesitarían cada año 5.000 camiones blindados y 60.000 lanchas como la que ordenaste hundir en el Caribe, asesinado a once personas.

¿Por qué, con la policía más poderosa, con la tecnología más avanzada, con el ejército más caro de la historia de la Humanidad no son capaces de interceptar ninguno de estos camiones, ninguna de estas lanchas? Eso sin contar el brutal tráfico de armas ilegales que cada día cruza la frontera sur hacia México.

¿No será que el dinero del narco de Estados Unidos no regresa en efectivo, sino que se lava en el sistema bancario?

¿Por qué las agencias secretas más poderosas del mundo, esas que saben qué marca de vino preferiremos los críticos de aquí y del otro lado del mundo, no pueden averiguar en qué bancos se lavan 500 o 600 mil millones de dólares?

La CIA y otras agencias siempre estuvieron implicadas en al narco. Las mismas que (según la historia oficial) fueron burladas por un puñado de estudiantes extranjeros el 11 de setiembre de 2001. Las mismas que, al decir de George Bush, se equivocaron con Sadam Hussein. O son idiotas o se hacen, para cobrarla bien.

Como sea, detectar alguno de estos camiones, alguna de estas lanchas llenas de dólares, alguno de los bancos que lavan capitales del narco, no puede ser Misión Imposible. ¿O sí? ¿Para qué las agencias secretas succionan tantos millones de dólares de los impuestos (70 mil millones en 2025) si se dedican a chusmear en la vida privada de los disidentes y a organizar complots en otros países, y ni siquiera pueden acertar una cuando se los necesitan de verdad?

¿Incompetencia o conveniencia?

Marco, ¿por qué tienes tan claro cómo llega la droga a Estados Unidos, pero ni puta idea de cómo salen los dólares para pagarla?

¿Por qué no hay narcotraficantes detenidos por ICE? ¿Por qué nunca, o casi nunca, capturan a los narcos (estadounidenses) que distribuyen las drogas ilegales en todo el vasto territorio nacional? ¿O es que, luego de cruzar la frontera, la droga se distribuye por precipitación pluvial y los dólares suben a las nubes por evaporación?

Hemos visto hombres enmascarados y sin identificación secuestrando gente hasta por publicar un artículo. Van detrás de trabajadores pobres de aspecto no caucásico, como si fuesen los criminales más peligrosos del mundo. Ahora están ofreciendo visa y residencia a inmigrantes para perseguir a inmigrantes. Interesante eso de invertir miles de millones para reprimir la producción.

¿Por qué no detienen, golpean y arrojan al piso a los europeos, canadienses y australianos que son indocumentados? Pasan el medio millón. Igual sería repugnante, pero queda la pregunta.

¿Por qué culpan a los consumidores de armas de la violencia y nunca a los productores?

¿Por qué culpan a los productores de droga de la adicción y nunca a los consumidores?

¿Por qué asesinaste a once personas en el Caribe sin saber quiénes eran y sin el debido proceso para llevarlas ante la justicia de cualquier país?

¿Por qué repites las palabras de tu jefe, de que matando a algunos con un misil servirá de ejemplo a otros criminales, como antes se linchaba a un negro libre para prevenir la desobediencia entre los negros esclavos? Práctica que continúa, bajo otras formas y otras excusas.

Poner una bomba o tirar un misil fue, por décadas, el método de los cubanos de Miami que sembraron de ejecuciones Estados Unidos y el Caribe. ¿Los conoces? Narcos y terroristas protegidos como Posada Carriles, Bosh, Morales, Ross Díaz, Arocena, Novo Sampol, Battle, Suárez, Masferrer… Mataban de forma impune, con explosivos de la CIA, el C4, porque “una bomba siempre es titular”.

Siguiendo este viejo ejemplo, Marco ¿por qué la policía de Estados Unidos no tira una granada en un apartamento de Nueva York donde se supone que se esconden narcotraficantes, sólo para darle un buen susto a los narcotraficantes?

¿Por qué no lanzaron un misil para derribar el Lolita Express de Epstein? ¿Sería muy cruel? Bueno, eso hicieron los terroristas cubanos de Miami con el avión de Cubana 455, matando a 73 personas, casi todos jóvenes atletas cubanos, hará, en un mes, 49 años. Como entonces, tampoco nadie iría preso. ¿Te imaginas cuántas violaciones de menores y cuántas guerras se habría ahorrado la humanidad con un misil en el Lolita Express?

Colombia produce la cocaína que entra en Estados Unidos (un cuarto de todas las drogas), pero, a pesar de que ahora tiene un gobierno de izquierda, todavía mantiene entre 6 y 10 bases militares estadounidenses. Claro, no posee la principal reserva de petróleo del mundo, como Venezuela. ¿Sabías, Marco?

El 98 por ciento del fentanilo procede de China, ¿por qué no derribas con un misil un avión o un bote de pescadores chinos? O de Ecuador, donde el narco se multiplicó bajo la presidencia de Noboa, un estadounidense nacido en Miami.

¿Por qué no pueden detener la producción de metanfetamina, psicodélicos, LSD y otras drogas sintéticas en las granjas de Estados Unidos?

¿Por qué no se bombardea algún avión de Canadá, de Bélgica o de Holanda para detener el ingreso de éxtasis al país? ¿Demasiados blancos para tanta crueldad? ¿Demasiado ricos para no tratarlos bien?

Luego del último acto terrorista en el Caribe (regreso al Gunboat diplomacy del siglo XIX), dijiste: “No me importa lo que digan las Naciones Unidas”. Lo mismo dijeron los cubanos del exilio, como confesó El Mono Ricardo Morales en la televisión de Miami, en 1981, sobre las bombas en el avión de Cubana 455: “No me arrepiento de nada. Si tuviese que matar 273 de lugar de 73, lo volvía a hacer”.

¿Por qué aclaras algo tan obvio? ¿Cuándo a vos, Marco, o al lobby de Washington, les importó lo que diga el mundo? ¿Cuándo se hizo lo que el mundo había votado por unanimidad por alguna causa (Cuba, Irak, Palestina)?  Siempre bastó con el voto o el veto del embajador de Estados Unidos.

En menos palabras, ¿por qué te molestas en aclarar que te importa una mierda lo que pueda pensar el planeta entero, si quien decide sobre la vida y la muerte de los humanos no es Dios, sino Washington?

Todavía, claro. No vayas a pensar que la Humanidad y las colonias van a ser dóciles y estúpidas forever and ever.

jorge majfud, 4 de agosto, 2025

https://www.pagina12.com.ar/857225-marco-por-que-no-sale-la-luz-de-los-agujeros-negros

Los bombardeos atómicos de Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial, 80 años después

Para producir un impacto «suficientemente espectacular» en Japón, Oppenheimer favoreció el «objetivo real de las estructuras construidas».
Un informe preliminar de las Fuerzas Aéreas del Ejército ofreció una «estimación conservadora» de 100.000 muertos en Hiroshima.
Interceptaciones de mensajes diplomáticos japoneses y registros internos japoneses arrojan luz sobre el debate sobre la decisión de rendición.
La génesis del Proyecto Manhattan se explora en los registros del Comité de Política Militar.

Washington, D.C., 5 de agosto de 2025 – El primer informe completo estadounidense sobre los resultados del bombardeo atómico de Hiroshima, realizado hace 80 años esta semana, presentó una «estimación conservadora» de que alrededor de 100.000 personas murieron, según un informe del 8 de agosto de 1945 de las Fuerzas Aéreas del Ejército de EE. UU. en la isla de Tinian, publicado hoy por primera vez. El mensaje de seis páginas sobre los resultados de la «Misión Hiroshima» es uno de los puntos destacados de una colección actualizada de registros desclasificados publicada hoy por el Archivo de Seguridad Nacional para conmemorar el 80.º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

Si bien los líderes estadounidenses elogiaron los bombardeos en su momento y durante muchos años después por poner fin a la guerra del Pacífico y salvar incontables miles de vidas estadounidenses, esa interpretación ha sido seriamente cuestionada desde entonces. Muchos otros han planteado cuestiones éticas sobre el uso de armas que causaron tantas muertes de civiles y que, en las décadas siguientes, desembocaron en una costosa y peligrosa carrera armamentística nuclear con la Unión Soviética (actual Rusia) y otros países.

Ochenta años después, Hiroshima y Nagasaki siguen siendo un símbolo de los peligros y el coste humano de la guerra, en concreto del uso de armas nucleares, pero persiste el desacuerdo sobre qué puso fin a la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. Dado que estos temas serán objeto de intenso debate durante muchos años, el Archivo ha actualizado y republicado uno de sus libros electrónicos más populares: una creciente recopilación de documentos desclasificados del gobierno estadounidense y registros japoneses traducidos sobre los bombardeos que aparecieron por primera vez en estas páginas hace 20 años, en 2005.

Entre el nuevo material publicado por primera vez en 2025 se encuentran:

  • Material de referencia sobre la creación del Proyecto Manhattan, incluyendo registros de las reuniones del Comité de Política Militar durante 1942 y 1943 e informes al presidente Roosevelt y altos funcionarios sobre los planes para establecer plantas de producción de plutonio y uranio altamente enriquecido necesarios para la fabricación de bombas.
  • Planes para lanzar la bomba (denominada el «dispositivo») a su objetivo y causar daños irreparables al máximo número de estructuras (viviendas y fábricas).
  • Discusión interna sobre las pruebas de «demostración», en la que el jefe de Los Álamos, J. Robert Oppenheimer, declaró, según un relato, que la única prueba de demostración «suficientemente espectacular» que podría tener impacto en Japón involucraría un «objetivo real de estructuras construidas».
  • Un registro de la reunión secreta de Oppenheimer con el director del Proyecto Manhattan, el general Leslie R. Groves, en Chicago el 24 de julio de 1945, donde discutieron el programa de producción de la bomba atómica y los efectos de la prueba Trinity.
  • Primera declaración pública de Robert Oppenheimer, el 9 de agosto de 1945, sobre el uso de la bomba y su esperanza de que el peligro de las armas atómicas obligara a los líderes mundiales a evitar conflictos.

La bomba atómica y el fin de la Segunda Guerra Mundial: Una colección de fuentes primarias
Introducción

Por William Burr

Cualquier aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 ofrece una ocasión para una seria reflexión. En Japón y en otras partes del mundo, cada aniversario se conmemora con gran solemnidad. Estos bombardeos marcaron la primera vez que se detonaron armas nucleares en operaciones de combate. Causaron terribles pérdidas humanas y destrucción en su momento, y más muertes y enfermedades en los años posteriores debido a los efectos de la radiación. Los bombardeos estadounidenses también aceleraron el proyecto de la bomba atómica de la Unión Soviética y han alimentado una carrera armamentista nuclear entre las grandes potencias hasta el día de hoy. Afortunadamente, las armas nucleares no se han detonado en una guerra desde 1945, quizás debido al tabú contra su uso, generado por el lanzamiento de las bombas sobre Japón. Sin embargo, 80 años después, el peligro de las armas nucleares es tan grande como siempre, con grandes potencias que las poseen y algunas, como Rusia y Corea del Norte, lanzando amenazas nucleares sin impunidad. Con la alta tensión en zonas de crisis que abarcan desde Ucrania hasta el sur de Asia y la península de Corea, el riesgo de un conflicto nuclear podría ser tan grande como lo fue durante la Guerra Fría. En agosto de 1945, el director del Laboratorio de Los Álamos, J. Robert Oppenhemer, esperaba que el peligro de las armas atómicas uniera a las naciones y generara mayor confianza entre ellas, pero esa esperanza ha sido esquiva.

Además de las cuestiones éticas que conlleva el uso de armas atómicas y otras armas con gran impacto, la cuestión de por qué se lanzaron las bombas en primer lugar ha sido objeto de un acalorado debate en ocasiones. Como ocurre con todos los acontecimientos de la historia de la humanidad, las interpretaciones varían y la lectura de fuentes primarias puede llevar a conclusiones diferentes. Por lo tanto, sigue siendo debatible hasta qué punto los bombardeos contribuyeron al fin de la Segunda Guerra Mundial o al inicio de la Guerra Fría. Una cuestión controvertida importante es si, bajo el peso del bloqueo estadounidense y los bombardeos convencionales masivos, los japoneses estaban dispuestos a rendirse antes del lanzamiento de las bombas. También se sigue debatiendo el impacto de la declaración de guerra soviética y la invasión de Manchuria en la decisión japonesa de rendirse. Abundan las controversias sobre cuestiones contrafácticas, como si existían alternativas a los bombardeos atómicos o si Japón se habría rendido si se hubiera utilizado una demostración de la bomba para causar conmoción y terror. Además, el papel de una invasión de Japón en la planificación estadounidense sigue siendo objeto de debate, y algunos argumentan que los bombardeos salvaron miles de vidas estadounidenses que, de otro modo, se habrían perdido en una invasión.

Estas y otras preguntas serán objeto de debate en el futuro. Los lectores interesados seguirán absorbiendo la fascinante literatura histórica sobre el tema. Algunos querrán leer fuentes primarias desclasificadas para profundizar en su propia reflexión sobre los temas. Con ese fin, en 2005, coincidiendo con el 60.º aniversario de los bombardeos, el personal del Archivo de Seguridad Nacional recopiló y escaneó una cantidad significativa de documentos desclasificados del gobierno estadounidense para facilitar su acceso. Los documentos abarcan múltiples aspectos de los bombardeos y su contexto. Para ofrecer una perspectiva más amplia, la publicación también incluyó traducciones de documentos japoneses no disponibles anteriormente. Desde 2005, la colección se ha actualizado varias veces, la más reciente en 2020, cuando el Archivo publicó un nuevo documento sobre las primeras dudas de Dwight D. Eisenhower sobre el uso de armas nucleares. Esta última versión de la colección incluye nuevos documentos, texto revisado y notas al pie actualizadas para incorporar la literatura secundaria publicada recientemente.

Actualización 2020

Washington, D.C., 4 de agosto de 2020 – Para conmemorar el 75.º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, el Archivo de Seguridad Nacional actualiza y vuelve a publicar uno de sus libros electrónicos más populares de los últimos 25 años.

Si bien los líderes estadounidenses elogiaron los bombardeos en su momento y durante muchos años después por poner fin a la guerra del Pacífico y salvar incontables miles de vidas estadounidenses, esa interpretación ha sido seriamente cuestionada desde entonces. Además, cuestiones éticas han envuelto los bombardeos que causaron terribles pérdidas humanas y, en las décadas siguientes, alimentaron una carrera armamentística nuclear con la Unión Soviética y ahora con Rusia, entre otros.

Tres cuartos de siglo después, Hiroshima y Nagasaki siguen siendo un símbolo de los peligros y el coste humano de la guerra, en concreto del uso de armas nucleares. Dado que estos temas serán objeto de intenso debate durante muchos años más, el Archivo ha actualizado una vez más su recopilación de documentos desclasificados del gobierno estadounidense y registros japoneses traducidos que aparecieron por primera vez en estas páginas en 2005.

Introducción

Por William Burr

El 75.º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 es motivo de seria reflexión. En Japón y en otras partes del mundo, cada aniversario se conmemora con gran solemnidad. Los bombardeos marcaron la primera vez que se detonaron armas nucleares en operaciones de combate. Causaron terribles pérdidas humanas y destrucción en su momento, y más muertes y enfermedades en los años posteriores debido a los efectos de la radiación. Los bombardeos estadounidenses aceleraron el proyecto de la bomba atómica de la Unión Soviética y han alimentado una carrera armamentista nuclear entre las grandes potencias hasta el día de hoy. Afortunadamente, las armas nucleares no han explotado en guerras desde 1945, quizás debido al tabú contra su uso, generado por el lanzamiento de las bombas sobre Japón.

Además de las cuestiones éticas que implica el uso de armas atómicas y otras armas con consecuencias masivas, el motivo del lanzamiento inicial de las bombas ha sido objeto de acalorados debates. Como ocurre con todos los acontecimientos de la historia de la humanidad, las interpretaciones varían y la lectura de fuentes primarias puede llevar a conclusiones diferentes. Por lo tanto, el grado en que los bombardeos contribuyeron al fin de la Segunda Guerra Mundial o al inicio de la Guerra Fría sigue siendo un tema de debate. Una cuestión controvertida importante es si, bajo el peso del bloqueo estadounidense y los bombardeos convencionales masivos, los japoneses estaban dispuestos a rendirse antes del lanzamiento de las bombas. También se debate el impacto de la declaración de guerra soviética y la invasión de Manchuria, en comparación con los bombardeos atómicos, en la decisión japonesa de rendirse. También se discuten cuestiones contrafácticas, por ejemplo, si existían alternativas a los bombardeos atómicos o si los japoneses se habrían rendido si se hubiera utilizado una demostración de la bomba para causar conmoción y terror. Además, el papel de una invasión de Japón en la planificación estadounidense sigue siendo tema de debate, y algunos argumentan que los bombardeos salvaron miles de vidas estadounidenses que, de otro modo, se habrían perdido en una invasión.

Estas y otras preguntas serán objeto de debate durante mucho tiempo. Los lectores interesados seguirán absorbiendo la fascinante literatura histórica sobre el tema. Algunos querrán leer fuentes primarias desclasificadas para profundizar en su propia reflexión sobre los temas. Con ese fin, en 2005, coincidiendo con el 60.º aniversario de los bombardeos, el personal del Archivo de Seguridad Nacional recopiló y escaneó una cantidad significativa de documentos desclasificados del gobierno estadounidense para ampliar su acceso. Los documentos abarcan múltiples aspectos de los bombardeos y su contexto. También se incluyeron, para ofrecer una perspectiva más amplia, traducciones de documentos japoneses que antes no estaban ampliamente disponibles. Desde 2005, la colección se ha actualizado. Esta última versión incluye correcciones, algunas revisiones menores y notas al pie actualizadas para tener en cuenta la literatura secundaria publicada recientemente.

Actualización de 2015

4 de agosto de 2015 – Unos meses después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, el general Dwight D. Eisenhower comentó durante un evento social que esperaba que la guerra hubiera terminado sin que hubiéramos tenido que usar la bomba atómica. Esta evidencia, prácticamente desconocida, del diario de Robert P. Meiklejohn, asistente del embajador W. Averell Harriman, publicada hoy por primera vez por el Archivo de Seguridad Nacional, confirma que el futuro presidente Eisenhower albergaba dudas iniciales sobre el primer uso de armas atómicas por parte de Estados Unidos. El general George C. Marshall es el único funcionario de alto rango cuyas dudas contemporáneas (previas a Hiroshima) sobre el uso de armas atómicas contra ciudades están documentadas.

En el 70.º aniversario del bombardeo de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, el Archivo de Seguridad Nacional actualiza su publicación de 2005, la colección en línea más completa de documentos desclasificados del gobierno estadounidense sobre el primer uso de la bomba atómica y el fin de la guerra en el Pacífico. Esta actualización presenta material inédito y traducciones de registros difíciles de encontrar. Se incluyen documentos sobre las primeras etapas del proyecto estadounidense de la bomba atómica, el informe del general Curtis LeMay de las Fuerzas Aéreas del Ejército sobre el bombardeo incendiario de Tokio (marzo de 1945), las solicitudes del secretario de Guerra Henry Stimson para modificar las condiciones de la rendición incondicional, documentos soviéticos relacionados con los acontecimientos, extractos de los diarios de Robert P. Meiklejohn mencionados anteriormente y selecciones de los diarios de Walter J. Brown, asistente especial del secretario de Estado James Byrnes. La publicación original de 2005 incluía una amplia gama de material, incluyendo resúmenes «Magic» de comunicaciones japonesas interceptadas, anteriormente ultrasecretos, y las primeras traducciones completas del japonés de relatos de reuniones y debates de alto nivel en Tokio que condujeron a la decisión del Emperador de rendirse. También se documentan las decisiones de Estados Unidos de atacar ciudades japonesas, peticiones de científicos previas a Hiroshima que cuestionaban el uso militar de la bomba atómica, propuestas para demostrar los efectos de la bomba, debates sobre la modificación de las condiciones de rendición incondicional, informes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y un conocimiento tardío de las altas esferas sobre los efectos de la radiación de las armas atómicas.

Los documentos pueden ayudar a los lectores a formarse su propia opinión sobre controversias de larga data, como si el primer uso de armas atómicas estuvo justificado, si el presidente Harry S. Truman tenía alternativas a los ataques atómicos para poner fin a la guerra y cuál fue el impacto de la declaración de guerra soviética en Japón. Desde la década de 1960, cuando comenzó la desclasificación de fuentes importantes, los historiadores han mantenido un intenso debate sobre la bomba atómica y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Basándose en fuentes de los Archivos Nacionales y la Biblioteca del Congreso, así como en materiales japoneses, este libro informativo electrónico incluye documentos clave en los que los historiadores de los acontecimientos se han basado para presentar sus hallazgos y avanzar en sus interpretaciones.

La bomba atómica y el fin de la Segunda Guerra Mundial: Una colección de fuentes primarias
Hace setenta años, Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la Unión Soviética declaró la guerra a Japón y el gobierno japonés se rindió ante Estados Unidos y sus aliados. La era nuclear había comenzado realmente con el primer uso militar de armas atómicas. Con el material que sigue, el Archivo de Seguridad Nacional publica la colección en línea más completa hasta la fecha de documentos desclasificados del gobierno estadounidense sobre la bomba atómica y el fin de la guerra en el Pacífico. Además de material de los archivos del Proyecto Manhattan, esta colección incluye resúmenes y traducciones, anteriormente «Top Secret Ultra», de cables diplomáticos japoneses interceptados bajo el programa «Magic». Además, la colección incluye por primera vez traducciones de fuentes japonesas de reuniones y debates de alto nivel en Tokio, incluyendo las conferencias en las que el emperador Hirohito autorizó la decisión final de rendirse.[1]

Desde que las bombas atómicas explotaron sobre ciudades japonesas, historiadores, científicos sociales, periodistas, veteranos de la Segunda Guerra Mundial y ciudadanos de a pie han generado una intensa controversia sobre los sucesos de agosto de 1945. El libro Hiroshima de John Hersey, publicado por primera vez en The New Yorker en 1946, animó a los lectores inquietos a cuestionar los bombardeos, mientras que grupos religiosos y algunos comentaristas, entre ellos Norman Cousins, los criticaron explícitamente. El exsecretario de Guerra Henry Stimson consideró preocupantes las críticas y publicó una influyente justificación de los ataques en Harper’s.[2] Durante la década de 1960, la disponibilidad de fuentes primarias posibilitó la investigación y la escritura histórica, y el debate se intensificó. Los historiadores Herbert Feis y Gar Alperovitz plantearon preguntas inquisitivas sobre el primer uso de armas nucleares y sus amplias implicaciones políticas y diplomáticas. La controversia, especialmente el argumento…

¿Fueron los ataques atómicos necesarios principalmente para evitar una invasión de Japón en noviembre de 1945?
¿Autorizó Truman el uso de bombas atómicas por razones político-diplomáticas (para intimidar a los soviéticos) o su principal objetivo era obligar a Japón a rendirse y poner fin a la guerra antes de lo previsto?
Si la rápida finalización de la guerra fue la principal motivación de Truman y sus asesores, ¿hasta qué punto consideraron la capacidad de «diplomacia atómica» una ventaja?

¿En qué medida la justificación posterior de la bomba atómica exageró o malinterpretó las estimaciones de bajas estadounidenses en tiempos de guerra derivadas de una invasión de Japón?

¿Existían alternativas al uso de las armas? De haberlas, ¿cuáles eran y qué tan plausibles son en retrospectiva? ¿Por qué no se buscaron alternativas?

¿Cómo planeó el gobierno estadounidense utilizar las bombas? ¿Qué conceptos utilizaron los estrategas de guerra para seleccionar los objetivos? ¿Hasta qué punto estaban interesados los altos funcionarios en buscar alternativas a los objetivos urbanos? ¿Qué tan familiarizado estaba el presidente Truman con los conceptos que llevaron a los planificadores a elegir las principales ciudades como objetivos?

¿Por qué el secretario de Guerra Henry Stimson se opuso a los planes militares de atacar Kioto y cómo impidió que el director del Proyecto Manhattan, el general Groves, volviera a incluirla en la lista final de objetivos?

¿Qué sabían los altos funcionarios sobre los efectos de las bombas atómicas antes de su primer uso? En particular, ¿cuánto sabían los altos funcionarios sobre los efectos de la radiación de las armas?

¿Tomó el presidente Truman una decisión, en sentido estricto, de usar la bomba o heredó una decisión ya tomada?

¿Estaban los japoneses dispuestos a rendirse antes del lanzamiento de las bombas? ¿Hasta qué punto el emperador Hirohito prolongó la guerra innecesariamente al no aprovechar las oportunidades para rendirse?

Si Estados Unidos hubiera sido más flexible en cuanto a la exigencia de «rendición incondicional», garantizando explícita o implícitamente una monarquía constitucional, ¿se habría rendido Japón antes?

¿Cuán decisivos fueron los bombardeos atómicos para la decisión japonesa de rendirse?

¿Fue innecesario el bombardeo de Nagasaki? Dado que el bombardeo atómico fue crucial para la decisión japonesa de rendirse, ¿habría bastado con destruir una sola ciudad?

¿Habría bastado la declaración de guerra soviética para obligar a Tokio a admitir la derrota?

¿Era moralmente justificable el lanzamiento de las bombas atómicas?

¿Por qué el presidente Truman detuvo los bombardeos atómicos y cuál fue la trascendencia política de su decisión?

Esta recopilación no intentará responder a estas preguntas ni utilizar fuentes primarias para definir posturas sobre ninguna de ellas. Tampoco pretende sustituir la extraordinariamente rica literatura sobre los bombardeos atómicos y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Tampoco incluye entrevistas, documentos elaborados tras los acontecimientos ni correspondencia posterior a la Segunda Guerra Mundial, etc., que los participantes en el debate han aportado para fundamentar sus argumentos. Originalmente, esta recopilación no incluía documentos sobre los orígenes y el desarrollo del Proyecto Manhattan, aunque esta actualización incluye algunos registros significativos para contextualizar. Al proporcionar acceso a una amplia gama de documentos estadounidenses y japoneses, principalmente de la primavera y el verano de 1945, los lectores interesados pueden comprobar por sí mismos el material fuente crucial que los académicos han utilizado para dar forma a las narrativas de los acontecimientos históricos y para fundamentar sus argumentos sobre las cuestiones que han suscitado controversia a lo largo de los años. Para ayudar a los lectores menos familiarizados con los debates, los comentarios sobre algunos documentos señalarán, aunque no de forma exhaustiva, algunas de las maneras en que se han interpretado. Con acceso directo a los documentos, los lectores pueden elaborar sus propias respuestas a las preguntas planteadas. Los documentos pueden incluso suscitar nuevas preguntas.

Quienes han contribuido a la controversia histórica han utilizado los documentos aquí seleccionados para respaldar sus argumentos sobre el primer uso de armas nucleares y el fin de la Segunda Guerra Mundial. El editor ha revisado minuciosamente las notas a pie de página y a final de diversos artículos y libros, así como documentos seleccionados citados por participantes de las distintas posturas de la controversia.[5] Si bien el editor tiene un punto de vista sobre los temas, en la medida de lo posible ha procurado evitar que este influya en la selección de documentos, por ejemplo, excluyendo o incluyendo selectivamente documentos que pudieran respaldar un punto de vista u otro. La tarea de recopilación implicó la consulta de fuentes primarias en los Archivos Nacionales, principalmente en los archivos del Proyecto Manhattan, conservados en los registros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Grupo de Registros 77, pero también en los registros de la Agencia de Seguridad Nacional. Las colecciones privadas también fueron importantes, como los Documentos de Henry L. Stimson, conservados en la Universidad de Yale (aunque disponibles en microfilm, por ejemplo, en la Biblioteca del Congreso) y los documentos de W. Averell Harriman, conservados en la Biblioteca del Congreso. En gran medida, los documentos seleccionados para esta recopilación han sido desclasificados durante años, incluso décadas; las desclasificaciones más recientes datan de la década de 1990.

Los documentos estadounidenses citados aquí resultarán familiares para muchos lectores conocedores de la controversia de Hiroshima-Nagasaki y la historia del Proyecto Manhattan. Para ofrecer una visión más completa de la transición del antagonismo entre Estados Unidos y Japón a la reconciliación, el editor ha hecho todo lo posible, dentro de las limitaciones de tiempo y recursos, para presentar información sobre las actividades y los puntos de vista de los responsables políticos y diplomáticos japoneses. Esto incluye varios resúmenes, anteriormente ultrasecretos, de comunicaciones diplomáticas japonesas interceptadas, que permiten a los lectores interesados formarse sus propios juicios sobre la dirección de la diplomacia japonesa en las semanas previas a los bombardeos atómicos. Además, para arrojar luz sobre las consideraciones que llevaron a la rendición de Japón, este libro informativo incluye nuevas traducciones de fuentes primarias japonesas sobre eventos cruciales, incluyendo relatos de las conferencias del 9 y el 14 de agosto, donde el emperador Hirohito decidió aceptar las condiciones de rendición de los Aliados.

Nota del editor: Originalmente preparada en julio de 2005, esta publicación ha sido actualizada con nuevos documentos, cambios en la organización y otros cambios editoriales. Como se mencionó, se han incluido algunos documentos relacionados con los orígenes del Proyecto Manhattan, además de entradas de los diarios de Robert P. Meiklejohn y traducciones de algunos documentos soviéticos, entre otros. Asimismo, se han tenido en cuenta importantes contribuciones recientes a la literatura académica.

Nota del editor: Agradecemos al profesor Barton J. Bernstein, emérito del Departamento de Historia de la Universidad de Stanford, por su asesoramiento a lo largo de los años; a Richard W. Groves, por compartir información sobre la historia del Proyecto Manhattan; a Robert S. Norris, por proporcionar valiosas pistas sobre las fuentes documentales; y a Linda Katsiyiannis y Margaret Frank, ambas de la Universidad George Washington, por su asistencia en la investigación.

I. Antecedentes del Proyecto Atómico de EE. UU.

Documentos 1A-C: Informe del Comité del Uranio
Documento 1A

Arthur H. Compton, Comité de Fisión Atómica de la Academia Nacional de Ciencias, a Frank Jewett, Presidente de la Academia Nacional de Ciencias, 17 de mayo de 1941, Secreto
17 de mayo de 1941
Fuente
Archivos Nacionales, Registros de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico, Grupo de Registros 227 (en adelante RG 227), Colección de microfilmes de los documentos Bush-Conant, Rollo 1, Objetivo 2, Carpeta 1, «Archivo Histórico S-1, Sección A (1940-1941)».

Este conjunto de documentos se refiere al trabajo del Comité del Uranio de la Academia Nacional de Ciencias, un proyecto exploratorio que condujo a la producción propiamente dicha del Proyecto Manhattan. El informe inicial, de mayo de 1941, mostró cómo destacados científicos estadounidenses se enfrentaban al potencial de la energía nuclear con fines militares. Inicialmente, se contemplaron tres posibilidades: guerra radiológica, fuente de energía para submarinos y buques, y explosivos. Para producir material para cualquiera de estos fines se requería la capacidad de separar isótopos de uranio para producir U-235 fisionable. Para estas capacidades también era necesario producir una reacción nuclear en cadena. En la época del primer informe, se contemplaban varios métodos para producir una reacción en cadena y se presupuestaba su experimentación.

Más tarde ese año, el Comité del Uranio completó su informe y el presidente de la OSRD, Vannevar Bush, informó de las conclusiones al presidente Roosevelt: Como Bush enfatizó, las conclusiones estadounidenses eran más conservadoras que las del informe británico MAUD: la bomba sería algo «menos efectiva», tardaría más en producirse y tendría un costo mayor. Una de las conclusiones clave del informe fue que una bomba de fisión de poder superlativamente destructivo resultará de la rápida concentración de una masa suficiente del elemento U235. Eso era una certeza, «tan segura como cualquier predicción no probada basada en la teoría y la experimentación». La tarea crucial era desarrollar formas y medios para separar el uranio altamente enriquecido del uranio-238. Para iniciar la producción, Bush quería establecer un «grupo de ingeniería cuidadosamente seleccionado para estudiar los planes para una posible producción». Esta fue la base del Grupo de Políticas Principales, o Comité S-1, que Bush y James B. Conant establecieron rápidamente.[6]

En su análisis de los efectos de un arma atómica, el comité consideró tanto la explosión como los daños radiológicos. Respecto a estos últimos, «es posible que los efectos destructivos sobre la vida causados por la intensa radiactividad de los productos de la explosión sean tan importantes como los de la explosión misma». Esta perspectiva se pasó por alto cuando los altos funcionarios del Proyecto Manhattan consideraron el ataque a Japón en 1945.[7]

01b

Document 1B

Report to the President of the National Academy of Sciences by the Academy Committee on Uranium, 6 November 1941, Secret

Nov 6, 1941

Source

National Archives, Records of the Office of Scientific Research and Development, Record Group 227 (hereinafter RG 227), Bush-Conant papers microfilm collection, Roll 1, Target 2, Folder 1, «S-1 Historical File, Section A (1940-1941).»

See description of document 1A.

01c

Document 1C

Vannevar Bush, Director, Office of Scientific Research and Development, to President Roosevelt, 27 November 1941, Secret

Nov 27, 1941

Source

National Archives, Records of the Office of Scientific Research and Development, Record Group 227 (hereinafter RG 227), Bush-Conant papers microfilm collection, Roll 1, Target 2, Folder 1, «S-1 Historical File, Section A (1940-1941).»

See description of document 1A.

Documents 2A-B: Going Ahead with the Bomb

02a

Document 2A

Vannevar Bush to President Roosevelt, 9 March 1942, with memo from Roosevelt attached, 11 March 1942, Secret

Mar 11, 1942

Source

RG 227, Bush-Conant papers microfilm collection, Roll 1, Target 2, Folder 1, «S-1 Historical File, Section II (1941-1942)

The Manhattan Project never had an official charter establishing it and defining its mission, but these two documents are the functional equivalent of a charter, in terms of presidential approvals for the mission, not to mention for a huge budget. In a progress report, Bush told President Roosevelt that the bomb project was on a pilot plant basis, but not yet at the production stage. By the summer, once “production plants” would be at work, he proposed that the War Department take over the project. In reply, Roosevelt wrote a short memo endorsing Bush’s ideas as long as absolute secrecy could be maintained. According to Robert S. Norris, this was “the fateful decision” to turn over the atomic project to military control.[8]

Some months later, with the Manhattan Project already underway and under the direction of General Leslie Groves, Bush outlined to Roosevelt the effort necessary to produce six fission bombs. With the goal of having enough fissile material by the first half of 1945 to produce the bombs, Bush was worried that the Germans might get there first. Thus, he wanted Roosevelt’s instructions as to whether the project should be “vigorously pushed throughout.” Unlike the pilot plant proposal described above, Bush described a real production order for the bomb, at an estimated cost of a “serious figure”: $400 million, which was an optimistic projection given the eventual cost of $1.9 billion. To keep the secret, Bush wanted to avoid a “ruinous” appropriations request and asked Roosevelt to obtain from Congress the necessary discretionary funds.  Initialed by President Roosevelt (“VB OK FDR”), this may have been the closest that he came to a formal approval of the Manhattan Project.

02b

Document 2B

Vannevar Bush to President Roosevelt, 16 December 1942, Secret

Dec 16, 1942

Source

Bush-Conant papers, S-1 Historical File, Reports to and Conferences with the President (1942-1944)

See description of document 2A.

ebb 900 doc 2c

Document 2C

New!

Military Policy Committee Minutes, 12 November 1942, Secret

Nov 12, 1942

Source

Record Group 319, Manhattan Project Background Files, Box 21, folder of Military Policy Committee Minutes

During this meeting of the recently created MPC, Groves and its members laid out production objectives: electromagnetic separation to produce 0.1 kilograms of HEU per day and a nuclear power plant to produce 1.0 kilograms per day of plutonium. The Kellogg company would develop a 600-unit gaseous diffusion plant for producing HEU, but the objective could not take away resources from the electromagnetic uranium enrichment plant or the nuclear power plant. The MPC would develop a report to President Roosevelt.

ebb 900 doc 2d

Document 2D

New!

Minutes of Executive Committee Meeting of Military Policy Committee, 10 December 1942, Secret

Dec 10, 1942

Source

Record Group 319, Manhattan Project Background Files, Box 21, folder of Military Policy Committee Minutes

Continuing work on the report to President Roosevelt, the Committee set the goal of a 4600-unit gaseous diffusion plant and a 500-tank electromagnetic plant to make possible “the earliest production of material.” The “Chicago method,” a nuclear power plant, would go “forward full blast” with the plant sited in an “isolated area, but near power and water.”

ebb 900 doc 2E

Document 2E

New!

Report to President Roosevelt, 15 December 1942, Secret

Dec 15, 1942

Source

Record Group 319, Manhattan Project Background Files, Box 20, Military Policy Committee

This is the full text of the report to President Roosevelt as transcribed by U.S. Army historians as background research for Vincent Jones’ official history, Manhattan: The Army and the Atomic Bomb, published in 1985 by the Army’s Center of Military History. In this report, the Military Policy Committee reviewed key issues, including parameters for various methods of producing fissile material, funding issues, the size of a bomb, time schedules, possibilities for producing nuclear power, heavy water, assessments of German progress, supply of ore, and cooperation and information sharing relations with the Canadians and the British.

According to the report, the chances of bomb production by June 1944 were “small,” while “somewhat better” by 1 January 1945, and “good” during the first half of 1945.

ebb 900 doc 2f

Document 2F

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Minutes, Military Policy Committee Meeting, 21 August 1943, Secret

Jan 21, 1943

Source

Record Group 319, Manhattan Project Background Files, Box 21, folder of Military Policy Committee Minutes

General Groves reported that the Kellogg Company would have responsibility for the engineering for the gaseous diffusion plant while Union Carbide would operate it. The Tennessee-Eastman Co. would operate the electromagnetic plant.

03

Document 3

Memorandum by Leslie R. Groves, “Policy Meeting, 5/5/43,” Top Secret

May 5, 1943

Source

National Archives, Record Group 77, Records of the Army Corps of Engineers (hereinafter RG 77), Manhattan Engineering District (MED), Minutes of the Military Policy Meeting (5 May 1943), Correspondence (“Top Secret”) of the Manhattan Engineer District, 1942-1946, microfilm publication M1109 (Washington, D.C.: National Archives and Records Administration, 1980), Roll 3, Target 6, Folder 23, “Military Policy Committee, Minutes of Meetings”

While Manhattan Project leaders had their sights on developing fissile material production capacity, they were beginning to consider Japanese targets. Besides discussing programmatic matters (e.g., status of gaseous diffusion plants, heavy water production for reactors, and staffing at Las Alamos), the participants in this Military Policy Committee meeting agreed that the first use could be Japanese naval forces concentrated at Truk Harbor, an atoll in the Caroline Islands. If there was a misfire the weapon would be difficult for the Japanese to recover, which would not be the case if Tokyo was targeted. The MPC rejected targeting Germany because the Germans were considered more likely to “secure knowledge” from a defective weapon than the Japanese.[9]

Also of interest is the discussion of project funding: “The estimated total fund requirements of $850,000,000 were reported and explained to the members of the Committee. It was agreed that no report should be made at this time … to higher authority in view of the general indefiniteness.”

ebb 900 doc 3a

Document 3A

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Minutes, Military Policy Committee Meeting, 13 August 1943, Secret

Aug 13, 1943

Source

Record Group 319, Manhattan Project Background Files, Box 21, folder of Military Policy Committee Minutes

Reporting that the Norwegian heavy water factory had been repaired after the attempted sabotage, Groves observed that deliveries to Germany had or would be resumed and “that the Germans [had] progressed so far that there is a possibility of using the material in the present war and that heavy water was absolutely necessary to them, both for splitting the atom and in making up the explosive.” Not realizing that Hitler had not demanded a bomb project and that German scientists were not working on bomb physics or plutonium, Groves did not know that the Germans were making no progress at all.[9A]

The discussion of the diffusion process stipulated that it would aim for 36 percent “purity” although any “purity ranging between 20% and 40% would be satisfactory.” The electromagnetic plant would be “capable of taking the entire diffusion production” and enrich the uranium to desired levels. The Committee agreed that “all work should go ahead full blast despite the fact that there were still gaps in the scientific development.”

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Document 3B

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Military Policy Committee to Henry Wallace et al, “Report of August 21, 1943, on Present Status and Future Program on Atomic Fission Bomb,” signed by Brig. General L.R. Groves, 21 August 1943, Secret (best copy available, from microfilm)

Aug 21, 1943

Source

RG 77, Harrison-Bundy files, folder 6, Military Policy Committee

This update of the December 1942 report covered many of the same issues based on a greater fund of knowledge and practical experience. It included progress reports on the various methods for producing fissile material, funding issues, the size of a bomb, time schedules, “the secret laboratory,” heavy water, assessments of German progress, supply of ore, cooperation and information sharing relations with the British, as well as Russian activities.

On the Germans, the MPC noted the difficult of getting “satisfactory information,” but the members speculated that the Germany may be “in a position to use this material in the present war, particularly if events should lengthen the struggle unduly.” While the U.S. was “in a position to overtake them and eventually produce like material in greater quantities,” a situation could emerge where “it will be necessary for us to stand the first punishing blows before we are in a position to destroy the enemy.” As previously noted, none of that was within Germany’s capabilities because German scientists did not have an atomic bomb program.

On the size of the bomb, the MPC was assuming a gun-type device using highly enriched uranium or plutonium for fissile material. The fact that plutonium would not work with a gun-type weapon had yet to be discovered. The “size of [a] bomb for good efficiency of explosion may vary from 20 to 80 kilos.” A 20-kilogram bomb would be the equivalent of 10,000 tons of TNT. “What is needed is one decidedly powerful bomb. Plus the ability to follow it up with others. If the enemy is wavering, this might readily end the war.”

Like the December 1942, report, the MPC saw a “good” chance of a bomb being produced during the first half of 1945. Moreover, “this bomb can be followed up at reasonable intervals with other bombs” with the possibility that one bomb could be produced per month.

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Document 3C

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Letter from Captain W.S. Parsons to General Groves, 19 May 1944, Top Secret

May 19, 1944

Source

RG 77, Top Secret MED Documents, folder 5F

Captain William Sterling Parsons was a senior official at Los Alamos who began work in June 1943 as chief of the Ordnance Division but also as Associate Director, which meant that he was Oppenheimer’s deputy. One of his key responsibilities was to develop plans and programs for using atomic bombs on targeted areas. While Parsons had been interested in developing a weapon for underwater use against battleships, Los Alamos had abandoned it, and Parsons focused on the complex issues involved in aerial delivery of a weapon. As Parsons noted, Los Alamos was already at work on producing an implosion weapon, and he thought prospects were good for developing a device with an explosive yield of 1,000 tons (TNT) or more. A modified B-29 bomber could deliver the weapon.

As Parsons observed, the “assembled gadget” would be “heavy and awkward to handle” with its two tons of high explosives used to detonate the “active material.” That made it necessary “to develop a gadget which will be assembled near enough to the point of take-off so that transportation and unloading operations can be minimized.” That was a scenario for the role of the activities at Tinian Island which would serve as the launch pad for final work on the Fat Man and Little Boy weapons.

An important point that Parsons made was that the “primary and, so far, only contemplated method of delivery toward which the testing program is oriented, is high altitude (about 30,000 feet above sea level), horizontal bombing, with provision for detonating the bomb well above ground, relying primarily on blast effect to do material damage.” According to Parsons the goal was to set a height of detonation that would, “with the minimum probable efficiency,” damage beyond repair “the maximum number of structures (dwellings and factories).” As Sean Malloy has observed, that meant that the bombs were “optimized” for use against cities and civilians.

04

Document 4

Memo from General Groves to the Chief of Staff [Marshall], “Atomic Fission Bombs – Present Status and Expected Progress,” 7 August 1944, Top Secret, excised copy

Aug 7, 1944

Source

RG 77, Correspondence («Top Secret») of the Manhattan Engineer District, 1942-1946, file 25M

This memorandum from General Groves to General Marshall captured how far the Manhattan Project had come in less than two years since Bush’s December 1942 report to President Roosevelt. Groves did not mention this but around the time he wrote this the Manhattan Project had working at its far-flung installations over 125,000 people ; taking into account high labor turnover some 485,000 people worked on the project (1 out of every 250 people in the country at that time). What these people were laboring to construct, directly or indirectly, were two types of weapons—a gun-type weapon using U-235 and an implosion weapon using plutonium (although the possibility of U-235 was also under consideration). As the scientists had learned, a gun-type weapon based on plutonium was “impossible” because that element had an “unexpected property”: spontaneous neutron emissions would cause the weapon to “fizzle.”[10] For both the gun-type and the implosion weapons, a production schedule had been established and both would be available during 1945. The discussion of weapons effects centered on blast damage models; radiation and other effects were overlooked.

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Document 4A

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S. Parsons to Major General L.R. Groves Via Dr. J. R. Oppenheimer, “Special Report of Ordnance and Engineering Activities of Project Y,” 25 September 1944, Top Secret

Sep 25, 1944

Source

Library of Congress, Manuscript Division, J. Robert Oppenheimer Papers, Box 291, Government File Supplement 1941-1946 (12 of 14) 1944

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Document 4B

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J.R. Oppenheimer to General Groves, 6 October 1944, Secret

Oct 6, 1944

Source

Library of Congress, J.R. Oppenheimer Papers, Box 36, Groves, Leslie R. (1 of 2), 1943-1952)

The issue of targeting came up in a September 1944 memorandum to General Groves, where, among other matters, Parsons presented his objections to a non-combat demonstration of the bomb. According to Parsons, people “in high and responsible quarters” had made such a proposal, although he did not identify them. The argument for a demonstration test was that if “we are winning the war,” a “staged field test in an American desert,” would be an impressive way to demonstrate “our victory over the atom and our potential power to win victories over our future enemies.”

Parsons explained why he objected to a demonstration test:

“To have our project culminate in a spectacularly expensive field test in the closing months of the war, or to have it held for such a demonstration after the war, is, in my opinion, one way to invite a political and military fizzle, regardless of the scientific achievement. The principal difficulty with such a demonstration is that it would not be held one thousand feet over Times Square, where the human and material destruction would be obvious, but in an uninhabited desert, where there would be no humans and only sample structures.

As he had earlier in the year, Parsons assumed that only by using the bomb against a city to demonstrate the “human and material destruction” would, as Malloy has put it, “provide a suitably dramatic display of the bomb’s destructive power:”

A few weeks later, Oppenheimer wrote to General Groves endorsing Parsons’ line of argument: “I agree completely with all the comments of Captain Parsons’ memorandum on the fallacy of regarding a controlled test as the culmination of the work of this laboratory. The laboratory is operating under a directive to produce weapons; this directive has been and will be rigorously adhered to.” [10A]

05

Document 5

Memorandum from Vannevar Bush and James B. Conant, Office of Scientific Research and Development, to Secretary of War, September 30, 1944, Top Secret

Sep 30, 1944

Source

RG 77, Harrison-Bundy Files (H-B Files), folder 69 (copy from microfilm)

While Groves worried about the engineering and production problems, key War Department advisers were becoming troubled over the diplomatic and political implications of these enormously powerful weapons and the dangers of a global nuclear arms race. Concerned that President Roosevelt had an overly “cavalier” belief about the possibility of maintaining a post-war Anglo-American atomic monopoly, Bush and Conant recognized the limits of secrecy and wanted to disabuse senior officials of the notion that an atomic monopoly was possible. To suggest alternatives, they drafted this memorandum about the importance of the international exchange of information and international inspection to stem dangerous nuclear competition.[11]

Documents 6A-D: President Truman Learns the Secret

06a

Document 6A

Memorandum for the Secretary of War from General L. R. Groves, “Atomic Fission Bombs,” April 23, 1945

Apr 23, 1945

Source

G 77, Commanding General’s file no. 24, tab D

Soon after he was sworn in as president following President Roosevelt’s death, Harry Truman learned about the top secret Manhattan Project from briefings by  Secretary of War Stimson and Manhattan Project chief General Groves (who went through the “back door” to escape the watchful press). Stimson, who later wrote up the meeting in his diary, also prepared a discussion paper, which raised broader policy issues associated with the imminent possession of “the most terrible weapon ever known in human history.”

In a background report prepared for the meeting, Groves provided a detailed overview of the bomb project from the raw materials to processing nuclear fuel to assembling the weapons to plans for using them, which were starting to crystallize. With respect to the point about assembling the weapons, Groves and Stimson informed Truman that the first gun-type weapon “should be ready about 1 August 1945” while an implosion weapon would also be available that month. “The target is and was always expected to be Japan.”  

These documents have important implications for the perennial debate over whether Truman “inherited assumptions” from the Roosevelt administration that the bomb would be used when available or that he made the decision to do so.  Alperovitz and Sherwin have argued that Truman made “a real decision” to use the bomb on Japan by choosing “between various forms of diplomacy and warfare.” In contrast, Bernstein found that Truman “never questioned [the] assumption” that the bomb would and should be used. Norris also noted that “Truman’s ”decision” amounted to a decision not to override previous plans to use the bomb.”[12]

06b

Document 6B

Memorandum discussed with the President, April 25, 1945

Apr 25, 1945

Source

Henry Stimson Diary, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

See description of document 6A.

06c

Document 6C

[Untitled memorandum by General L.R. Groves, April 25, 1945

Apr 25, 1945

Source

Record Group 200, Papers of General Leslie R. Groves, Correspondence 1941-1970, box 3, “F”

See description of document 6A.

06d

Document 6D

Diary Entry, April 25, 1945

Apr 25, 1945

Source

Henry Stimson Diary, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

See description of document 6A.

II. Targeting Japan

07

Document 7

Commander F. L. Ashworth to Major General L.R. Groves, “The Base of Operations of the 509th Composite Group,” February 24, 1945, Top Secret

Feb 24, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5g

The force of B-29 nuclear delivery vehicles that was being readied for first nuclear use—the Army Air Force’s 509th Composite Group—required an operational base in the Western Pacific. In late February 1945, months before atomic bombs were ready for use, the high command selected Tinian, an island in the Northern Marianas Islands, for that base.

08

Document 8

Headquarters XXI Bomber Command, “Tactical Mission Report, Mission No. 40 Flown 10 March 1945,”n.d., Secret

Mar 10, 1945

Source

Library of Congress, Curtis LeMay Papers, Box B-36

As part of the war with Japan, the Army Air Force waged a campaign to destroy major industrial centers with incendiary bombs. This document is General Curtis LeMay’s report on the firebombing of Tokyo–“the most destructive air raid in history”–which burned down over 16 square miles of the city, killed up to 100,000 civilians (the official figure was 83,793), injured more than 40,000, and made over 1 million homeless. [13] According to the “Foreword,” the purpose of the raid, which dropped 1,665 tons of incendiary bombs, was to destroy industrial and strategic targets “not to bomb indiscriminately civilian populations.” Air Force planners, however, did not distinguish civilian workers from the industrial and strategic structures that they were trying to destroy.

The killing of workers in the urban-industrial sector was one of the explicit goals of the air campaign against Japanese cities. According to a Joint Chiefs of Staff report on Japanese target systems, expected results from the bombing campaign included: “The absorption of man-hours in repair and relief; the dislocation of labor by casualty; the interruption of public services necessary to production, and above all the destruction of factories engaged in war industry.” While Stimson would later raise questions about the bombing of Japanese cities, he was largely disengaged from the details (as he was with atomic targeting).[14]

Firebombing raids on other cities followed Tokyo, including Osaka, Kobe, Yokahama, and Nagoya, but with fewer casualties (many civilians had fled the cities). For some historians, the urban fire-bombing strategy facilitated atomic targeting by creating a “new moral context,” in which earlier proscriptions against intentional targeting of civilians had eroded.[15]

09

Document 9

Notes on Initial Meeting of Target Committee, May 2, 1945, Top Secret

May 2, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5d (copy from microfilm)

On 27 April, military officers and nuclear scientists met to discuss bombing techniques, criteria for target selection, and overall mission requirements. The discussion of “available targets” included Hiroshima, the “largest untouched target not on the 21st Bomber Command priority list.” But other targets were under consideration, including Yawata (northern Kyushu), Yokohama, and Tokyo (even though it was practically “rubble.”) The problem was that the Air Force had a policy of “laying waste” to Japan’s cities which created tension with the objective of reserving some urban targets for nuclear destruction. [16]

10

Document 10

Memorandum from J. R. Oppenheimer to Brigadier General Farrell, May 11, 1945

May 11, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5g (copy from microfilm)

As director of Los Alamos Laboratory, Oppenheimer’s priority was producing a deliverable bomb, but not so much the effects of the weapon on the people at the target. In keeping with General Groves’ emphasis on compartmentalization, the Manhattan Project experts on the effects of radiation on human biology were at the MetLab and other offices and had no interaction with the production and targeting units. In this short memorandum to Groves’ deputy, General Farrell, Oppenheimer explained the need for precautions because of the radiological dangers of a nuclear detonation. The initial radiation from the detonation would be fatal within a radius of about 6/10ths of a mile and “injurious” within a radius of a mile. The point was to keep the bombing mission crew safe; concern about radiation effects had no impact on targeting decisions. [17]

11

Document 11

Memorandum from Major J. A. Derry and Dr. N.F. Ramsey to General L.R. Groves, “Summary of Target Committee Meetings on 10 and 11 May 1945,” May 12, 1945, Top Secret

May 12, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5d (copy from microfilm)

Scientists and officers held further discussion of bombing mission requirements, including height of detonation, weather, radiation effects (Oppenheimer’s memo), plans for possible mission abort, and the various aspects of target selection, including priority cities (“a large urban area of more than three miles diameter”) and psychological dimension. As for target cities, the committee agreed that the following should be exempt from Army Air Force bombing so they would be available for nuclear targeting: Kyoto, Hiroshima, Yokohama, and Kokura Arsenal. Japan’s cultural capital, Kyoto, would not stay on the list. Pressure from Secretary of War Stimson had already taken Kyoto off the list of targets for incendiary bombings and he would successfully object to the atomic bombing of that city. [18]

12

Document 12

Stimson Diary Entries, May 14 and 15, 1945

May 14, 1945

Source

Henry Stimson Diary, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

On May 14 and 15, Stimson had several conversations involving S-1 (the atomic bomb); during a talk with Assistant Secretary of War John J. McCloy, he estimated that possession of the bomb gave Washington a tremendous advantage—“held all the cards,” a “royal straight flush”– in dealing with Moscow on post-war problems: “They can’t get along without our help and industries and we have coming into action a weapon which will be unique.” The next day a discussion of divergences with Moscow over the Far East made Stimson wonder whether the atomic bomb would be ready when Truman met with Stalin in July. If it was, he believed that the bomb would be the “master card” in U.S. diplomacy. This and other entries from the Stimson diary (as well as the entry from the Davies diary that follows) are important to arguments developed by Gar Alperovitz and Barton J. Bernstein, among others, although with significantly different emphases, that in light of controversies with the Soviet Union over Eastern Europe and other areas, top officials in the Truman administration believed that possessing the atomic bomb would provide them with significant leverage for inducing Moscow’s acquiescence in U.S. objectives.[19]

13

Document 13

Davies Diary entry for May 21, 1945

May 21, 1945

Source

Joseph E. Davies Papers, Library of Congress, box 17, 21 May 1945

While officials at the Pentagon continued to look closely at the problem of atomic targets, President Truman, like Stimson, was thinking about the diplomatic implications of the bomb. During a conversation with Joseph E. Davies, a prominent Washington lawyer and former ambassador to the Soviet Union, Truman said that he wanted to delay talks with Stalin and Churchill until July when the first atomic device had been tested. Alperovitz treated this entry as evidence in support of the atomic diplomacy argument, but other historians, ranging from Robert Maddox to Gabriel Kolko, have denied that the timing of the Potsdam conference had anything to do with the goal of using the bomb to intimidate the Soviets.[20]

14

Document 14

Letter, O. C. Brewster to President Truman, 24 May 1945, with note from Stimson to Marshall, 30 May 1945, attached, secret

May 24, 1945

Source

Harrison-Bundy Files relating to the Development of the Atomic Bomb, 1942-1946, microfilm publication M1108 (Washington, D.C.: National Archives and Records Administration, 1980), File 77: «Interim Committee – International Control.»

In what Stimson called the “letter of an honest man,” Oswald C. Brewster sent President Truman a profound analysis of the danger and unfeasibility of a U.S. atomic monopoly. [21] An engineer for the Kellex Corporation, which was involved in the gas diffusion project to enrich uranium, Brewster recognized that the objective was fissile material for a weapon. That goal, he feared, raised terrifying prospects with implications for the “inevitable destruction of our present day civilization.” Once the U.S. had used the bomb in combat other great powers would not tolerate a monopoly by any nation and the sole possessor would be “be the most hated and feared nation on earth.” Even the U.S.’s closest allies would want the bomb because “how could they know where our friendship might be five, ten, or twenty years hence.” Nuclear proliferation and arms races would be certain unless the U.S. worked toward international supervision and inspection of nuclear plants.

Brewster suggested that Japan could be used as a “target” for a “demonstration” of the bomb, which he did not further define. His implicit preference, however, was for non-use; he wrote that it would be better to take U.S. casualties in “conquering Japan” than “to bring upon the world the tragedy of unrestrained competitive production of this material.”

15

Document 15

Minutes of Third Target Committee Meeting – Washington, May 28, 1945, Top Secret

May 28, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5d (copy from microfilm)

More updates on training missions, target selection, and conditions required for successful detonation over the target. The target would be a city–either Hiroshima, Kyoto (still on the list), or Niigata–but specific “aiming points” would not be specified at that time nor would industrial “pin point” targets because they were likely to be on the “fringes” a city. The bomb would be dropped in the city’s center. “Pumpkins” referred to bright orange, pumpkin-shaped high explosive bombs—shaped like the “Fat Man” implosion weapon–used for bombing run test missions.

16

Document 16

General Lauris Norstad to Commanding General, XXI Bomber Command, “509th Composite Group; Special Functions,” May 29, 1945, Top Secret

May 29, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5g (copy from microfilm)

At the end of May General Groves forwarded to Army Chief of Staff Marshall a “Plan of Operations” for the atomic bombings. While that plan has not surfaced, apparently its major features were incorporated in this 29 May 1945 message on the “special functions” of the 509th Composite Group sent from Chief of Staff General Lauris Norstad to General Curtis LeMay, chief of the XXI Bomber Command, headquartered in the Marianas Islands.[21A] The Norstad message reviewed the complex requirements for preparing B-29s and their crew for delivering nuclear weapons.  He detailed the mission of the specially modified B-29s that comprised the  509th Composite Group, the “tactical factors” that applied,  training and rehearsal issues, and the functions of “special personnel” and the Operational Studies Group.  The targets listed—Hiroshima, Kyoto, and Niigato—were those that had been discussed at the Target Committee meeting on 28 May, but Kyoto would be dropped when Secretary Stimson objected (although that would remain a contested matter) and Kokura would eventually be substituted.   As part of the Composite Group’s training to drop “special bombs,” it would practice with facsimiles—the conventionally-armed “Pumpkins.” The 509th Composite Group’s cover story for its secret mission was the preparation for the use of “Pumpkins” in battle.

17

Document 17

Assistant Secretary of War John J. McCloy, “Memorandum of Conversation with General Marshal May 29, 1945 – 11:45 p.m.,” Top Secret

May 29, 1945

Source

Record Group 107, Office of the Secretary of War, Formerly Top Secret Correspondence of Secretary of War Stimson (“Safe File”), July 1940-September 1945, box 12, S-1

Tacitly dissenting from the Targeting Committee’s recommendations, Army Chief of Staff George Marshall argued for initial nuclear use against a clear-cut military target such as a “large naval installation.” If that did not work, manufacturing areas could be targeted, but only after warning their inhabitants. Marshall noted the “opprobrium which might follow from an ill considered employment of such force.” This document has played a role in arguments developed by Barton J. Bernstein that figures such as Marshall and Stimson were “caught between an older morality that opposed the intentional killing of non-combatants and a newer one that stressed virtually total war.”[22]

NSA 018 Interim Mtg May 1945 Oppenheimer Lawrence and others

Document 18

“Notes of the Interim Committee Meeting Thursday, 31 May 1945, 10:00 A.M. to 1:15 P.M. – 2:15 P.M. to 4:15 P.M., ” n.d., Top Secret

May 31, 1945

Source

RG 77, MED Records, H-B files, folder no. 100 (copy from microfilm)

With Secretary of War Stimson presiding, members of the committee heard reports on a variety of Manhattan Project issues, including the stages of development of the atomic project,  problems of secrecy, the possibility of informing the Soviet Union, cooperation with “like-minded” powers, the military impact of the bomb on Japan, and the problem of “undesirable scientists.”  In his comments on a detonation over Japanese targets, Oppenheimer mentioned that the “neutron effect would be dangerous to life for a radius of at least two-thirds of a mile,” but did not mention that the radiation could cause prolonged sickness.

Interested in producing the “greatest psychological effect,” the Committee members agreed that the “most desirable target would be a vital war plant employing a large number of workers and closely surrounded by workers’ houses.”  Bernstein argues that this target choice represented an uneasy endorsement of “terror bombing”-the target was not exclusively military or civilian; nevertheless, worker’s housing would include non-combatant men, women, and children.[23] It is possible that Truman was informed of such discussions and their conclusions, although he clung to a belief that the prospective targets were strictly military.

ebb 900 doc 18a

Document 18A

New!

Ernest O. Lawrence to Karl K. Darrow, 17 August 1945, Confidential

Aug 17, 1945

Source

University of California Bancroft Library, Ernest O. Lawrence Papers, Carton 28, Folder 20 (Microfilm reel 42) (copy courtesy of the Bancroft Library)

Parsons’ argument against a demonstration shot resonated for months. Lawrence recalled the discussion of an atomic bomb demonstration, which he then supported, during the lunch break of the 31 May 1945 meeting. Secretary of State Byrnes had invited Lawrence to discuss the case for a demonstration and the conclusion was that it “did not appear to be desirable.” First, “the number of people that would be killed by the bomb would not be greater in order of magnitude than the number already killed in fire raids.” Second, Oppenheimer “could think of no demonstration that would be sufficiently spectacular to convince the [Japanese] that further resistance was useless.” Oppenheimer felt, as did Groves and others, “that the only way to put on a demonstration would be to attack a real target of built-up structures.”

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Document 19

General George A. Lincoln to General Hull, June 4, 1945, enclosing draft, Top Secret

Jun 4, 1945

Source

Record Group 165, Records of the War Department General and Special Staffs, American-British-Canadian Top Secret Correspondence, Box 504, “ABC 387 Japan (15 Feb. 45)

George A. Lincoln, chief of the Strategy and Policy Group at U.S. Army’s Operations Department, commented on a memorandum by former President Herbert Hoover that Stimson had passed on for analysis. Hoover proposed a compromise solution with Japan that would allow Tokyo to retain part of its empire in East Asia (including Korea and Japan) as a way to head off Soviet influence in the region. While Lincoln believed that the proposed peace teams were militarily acceptable he doubted that they were workable or that they could check Soviet “expansion” which he saw as an inescapable result of World War II. As to how the war with Japan would end, he saw it as “unpredictable,” but speculated that “it will take Russian entry into the war, combined with a landing, or imminent threat of a landing, on Japan proper by us, to convince them of the hopelessness of their situation.” Lincoln derided Hoover’s casualty estimate of 500,000. J. Samuel Walker has cited this document to make the point that “contrary to revisionist assertions, American policymakers in the summer of 1945 were far from certain that the Soviet invasion of Manchuria would be enough in itself to force a Japanese surrender.” [24]

20

Document 20

Memorandum from R. Gordon Arneson, Interim Committee Secretary, to Mr. Harrison, June 6, 1945, Top Secret

Jun 6, 1945

Source

RG 77, MED Records, H-B files, folder no. 100 (copy from microfilm)

In a memorandum to George Harrison, Stimson’s special assistant on Manhattan Project matters, Arneson noted actions taken at the recent Interim Committee meetings, including target criterion and an attack “without prior warning.”

21

Document 21

Memorandum of Conference with the President, June 6, 1945, Top Secret

Jun 6, 1945

Source

Henry Stimson Papers, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

Stimson and Truman began this meeting by discussing how they should handle a conflict with French President DeGaulle over the movement by French forces into Italian territory. (Truman finally cut off military aid to France to compel the French to pull back). [25] As evident from the discussion, Stimson strongly disliked de Gaulle whom he regarded as “psychopathic.” The conversation soon turned to the atomic bomb, with some discussion about plans to inform the Soviets but only after a successful test. Both agreed that the possibility of a nuclear “partnership” with Moscow would depend on “quid pro quos”: “the settlement of the Polish, Rumanian, Yugoslavian, and Manchurian problems.”

At the end, Stimson shared his doubts about targeting cities and killing civilians through area bombing because of its impact on the U.S.’s reputation as well as on the problem of finding targets for the atomic bomb. Barton Bernstein has also pointed to this as additional evidence of the influence on Stimson of an “an older morality.” While concerned about the U.S.’s reputation, Stimson did not want the Air Force to bomb Japanese cities so thoroughly that the “new weapon would not have a fair background to show its strength,” a comment that made Truman laugh. The discussion of “area bombing” may have reminded him that Japanese civilians remained at risk from U.S. bombing operations.

III. Debates on Alternatives to First Use and Unconditional Surrender

22

Document 22

Memorandum from Arthur B. Compton to the Secretary of War, enclosing “Memorandum on `Political and Social Problems,’ from Members of the `Metallurgical Laboratory’ of the University of Chicago,” June 12, 1945, Secret

Jun 12, 1945

Source

RG 77, MED Records, H-B files, folder no. 76 (copy from microfilm)

Physicists Leo Szilard and James Franck, a Nobel Prize winner, were on the staff of the “Metallurgical Laboratory” at the University of Chicago, a cover for the Manhattan Project program to produce fuel for the bomb. The outspoken Szilard was not involved in operational work on the bomb and General Groves kept him under surveillance but Met Lab director Arthur Compton found Szilard useful to have around. Concerned with the long-run implications of the bomb, Franck chaired a committee, in which Szilard and Eugene Rabinowitch were major contributors, that produced a report rejecting a surprise attack on Japan and recommended instead a demonstration of the bomb on the “desert or a barren island.” Arguing that a nuclear arms race “will be on in earnest not later than the morning after our first demonstration of the existence of nuclear weapons,” the committee saw international control as the alternative. That possibility would be difficult if the United States made first military use of the weapon. Compton raised doubts about the recommendations but urged Stimson to study the report. Martin Sherwin has argued that the Franck committee shared an important assumption with Truman et al.–that an “atomic attack against Japan would `shock’ the Russians”–but drew entirely different conclusions about the import of such a shock. [26]

23

Document 23

Memorandum from Acting Secretary of State Joseph Grew to the President, “Analysis of Memorandum Presented by Mr. Hoover,” June 13, 1945

Jun 13, 1945

Source

Record Group 107, Office of the Secretary of War, Formerly Top Secret Correspondence of Secretary of War Stimson (“Safe File”), July 1940-September 1945, box 8, Japan (After December 7/41)

A former ambassador to Japan, Joseph Grew’s extensive knowledge of Japanese politics and culture informed his stance toward the concept of unconditional surrender. He believed it essential that the United States declare its intention to preserve the institution of the emperor. As he argued in this memorandum to President Truman, “failure on our part to clarify our intentions” on the status of the emperor “will insure prolongation of the war and cost a large number of human lives.” Documents like this have played a role in arguments developed by Alperovitz that Truman and his advisers had alternatives to using the bomb such as modifying unconditional surrender and that anti-Soviet considerations weighed most heavily in their thinking. By contrast, Herbert P. Bix has suggested that the Japanese leadership would “probably not” have surrendered if the Truman administration had spelled out the status of the emperor.[27]

24

Document 24

Memorandum from Chief of Staff Marshall to the Secretary of War, 15 June 1945, enclosing “Memorandum of Comments on `Ending the Japanese War,’” prepared by George A. Lincoln, June 14, 1945, Top Secret

Jun 14, 1945

Source

Record Group 107, Office of the Secretary of War, Formerly Top Secret Correspondence of Secretary of War Stimson (“Safe File”), July 1940-September 1945, box 8, Japan (After December 7/41)

Commenting on another memorandum by Herbert Hoover, George A. Lincoln discussed war aims, face-saving proposals for Japan, and the nature of the proposed declaration to the Japanese government, including the problem of defining “unconditional surrender.” Lincoln argued against modifying the concept of unconditional surrender: if it is “phrased so as to invite negotiation” he saw risks of prolonging the war or a “compromise peace.” J. Samuel Walker has observed that those risks help explain why senior officials were unwilling to modify the demand for unconditional surrender.[28]

25

Document 25

Memorandum by J. R. Oppenheimer, “Recommendations on the Immediate Use of Nuclear Weapons,” June 16, 1945, Top Secret

Jun 16, 1945

Source

RG 77, MED Records, H-B files, folder no. 76 (copy from microfilm)

In a report to Stimson, Oppenheimer and colleagues on the scientific advisory panel–Arthur Compton, Ernest O. Lawrence, and Enrico Fermi—tacitly disagreed with the report of the “Met Lab” scientists. The panel argued for early military use but not before informing key allies about the atomic project to open a dialogue on “how we can cooperate in making this development contribute to improved international relations.”

26

Document 26

“Minutes of Meeting Held at the White House on Monday, 18 June 1945 at 1530,” Top Secret

Jun 18, 1945

Source

Record Group 218, Records of the Joint Chiefs of Staff, Central Decimal Files, 1942-1945, box 198 334 JCS (2-2-45) Mtg 186th-194th

With the devastating battle for Okinawa winding up, Truman and the Joint Chiefs stepped back and considered what it would take to secure Japan’s surrender. The discussion depicted a Japan that, by 1 November, would be close to defeat, with great destruction and economic losses produced by aerial bombing and naval blockade, but not ready to capitulate. Marshall believed that the latter required Soviet entry and an invasion of Kyushu, even suggesting that Soviet entry might be the “decisive action levering them into capitulation.” Truman and the Chiefs reviewed plans to land troops on Kyushu on 1 November, which Marshall believed was essential because air power was not decisive. He believed that casualties would not be more than those produced by the battle for Luzon, some 31,000. This account hints at discussion of the atomic bomb (“certain other matters”), but no documents disclose that part of the meeting.

The record of this meeting has figured in the complex debate over the estimates of casualties stemming from a possible invasion of Japan. While post-war justifications for the bomb suggested that an invasion of Japan could have produced very high levels of casualties (dead, wounded, or missing), from hundreds of thousands to a million, historians have vigorously debated the extent to which the estimates were inflated. [29]

According to accounts based on post-war recollections and interviews, during the meeting McCloy raised the possibility of winding up the war by guaranteeing the preservation of the emperor albeit as a constitutional monarch. If that failed to persuade Tokyo, he proposed that the United States disclose the secret of the atomic bomb to secure Japan’s unconditional surrender. While McCloy later recalled that Truman expressed interest, he said that Secretary of State Byrnes squashed the proposal because of his opposition to any “deals” with Japan. Yet, according to Forrest Pogue’s account, when Truman asked McCloy if he had any comments, the latter opened up a discussion of nuclear weapons use by asking “Why not use the bomb?”[30]

27

Document 27

Memorandum from R. Gordon Arneson, Interim Committee Secretary, to Mr. Harrison, June 25, 1945, Top Secret

Jun 25, 1945

Source

RG 77, MED Records, H-B files, folder no. 100 (copy from microfilm)

For Harrison’s convenience, Arneson summarized key decisions made at the 21 June meeting of the Interim Committee, including a recommendation that President Truman use the forthcoming conference of allied leaders to inform Stalin about the atomic project. The Committee also reaffirmed earlier recommendations about the use of the bomb at the “earliest opportunity” against “dual targets.” In addition, Arneson included the Committee’s recommendation for revoking part two of the 1944 Quebec agreement which stipulated that the neither the United States nor Great Britain would use the bomb “against third parties without each other’s consent.” Thus, an impulse for unilateral control of nuclear use decisions predated the first use of the bomb.

28

Document 28

Memorandum from George L. Harrison to Secretary of War, June 26, 1945, Top Secret

Jun 26, 1945

Source

RG 77, MED, H-B files, folder no. 77 (copy from microfilm)

Reminding Stimson about the objections of some Manhattan project scientists to military use of the bomb, Harrison summarized the basic arguments of the Franck report. One recommendation shared by many of the scientists, whether they supported the report or not, was that the United States inform Stalin of the bomb before it was used. This proposal had been the subject of positive discussion by the Interim Committee on the grounds that Soviet confidence was necessary to make possible post-war cooperation on atomic energy.

29

Document 29

Memorandum from George L. Harrison to Secretary of War, June 28, 1945, Top Secret, enclosing Ralph Bard’s “Memorandum on the Use of S-1 Bomb,” June 27, 1945

Jun 27, 1945

Source

RG 77, MED, H-B files, folder no. 77 (copy from microfilm)

Under Secretary of the Navy Ralph Bard joined those scientists who sought to avoid military use of the bomb; he proposed a “preliminary warning” so that the United States would retain its position as a “great humanitarian nation.” Alperovitz cites evidence that Bard discussed his proposal with Truman who told him that he had already thoroughly examined the problem of advanced warning. This document has also figured in the argument framed by Barton Bernstein that Truman and his advisers took it for granted that the bomb was a legitimate weapon and that there was no reason to explore alternatives to military use. Bernstein, however, notes that Bard later denied that he had a meeting with Truman and that White House appointment logs support that claim.[31]

30

Document 30

Memorandum for Mr. McCloy, “Comments re: Proposed Program for Japan,” June 28, 1945, Draft, Top Secret

Jun 28, 1945

Source

RG 107, Office of Assistant Secretary of War Formerly Classified Correspondence of John J. McCloy, 1941-1945, box 38, ASW 387 Japan

Despite the interest of some senior officials such as Joseph Grew, Henry Stimson, and John J. McCloy in modifying the concept of unconditional surrender so that the Japanese could be sure that the emperor would be preserved, it remained a highly contentious subject. For example, one of McCloy’s aides, Colonel Fahey, argued against modification of unconditional surrender (see “Appendix ‘C`”).

31

Document 31

Assistant Secretary of War John J. McCloy to Colonel Stimson, June 29, 1945, Top Secret

Jun 29, 1945

Source

Record Group 107, Office of the Secretary of War, Formerly Top Secret Correspondence of Secretary of War Stimson (“Safe File”), July 1940-September 1945, box 8, Japan (After December 7/41)

McCloy was part of a drafting committee at work on the text of a proclamation to Japan to be signed by heads of state at the forthcoming Potsdam conference. As McCloy observed the most contentious issue was whether the proclamation should include language about the preservation of the emperor: “This may cause repercussions at home but without it those who seem to know the most about Japan feel there would be very little likelihood of acceptance.”

32

Document 32

Memorandum, “Timing of Proposed Demand for Japanese Surrender,” June 29, 1945, Top Secret

Jun 29, 1945

Source

Record Group 107, Office of the Secretary of War, Formerly Top Secret Correspondence of Secretary of War Stimson (“Safe File”), July 1940-September 1945, box 8, Japan (After December 7/41)

Probably the work of General George A. Lincoln at Army Operations, this document was prepared a few weeks before the Potsdam conference when senior officials were starting to finalize the text of the declaration that Truman, Churchill, and Chiang would issue there. The author recommended issuing the declaration “just before the bombardment program [against Japan] reaches its peak.” Next to that suggestion, Stimson or someone in his immediate office, wrote “S1”, implying that the atomic bombing of Japanese cities was highly relevant to the timing issue. Also relevant to Japanese thinking about surrender, the author speculated, was the Soviet attack on their forces after a declaration of war.

33

Document 33

Stimson memorandum to The President, “Proposed Program for Japan,” 2 July 1945, Top Secret

Jul 2, 1945

Source

Naval Aide to the President Files, box 4, Berlin Conference File, Volume XI – Miscellaneous papers: Japan, Harry S. Truman Presidential Library

On 2 July Stimson presented to President Truman a proposal that he had worked up with colleagues in the War Department, including McCloy, Marshall, and Grew. The proposal has been characterized as “the most comprehensive attempt by any American policymaker to leverage diplomacy” in order to shorten the Pacific War. Stimson had in mind a “carefully timed warning” delivered before the invasion of Japan. Some of the key elements of Stimson’s argument were his assumption that “Japan is susceptible to reason” and that Japanese might be even more inclined to surrender if “we do not exclude a constitutional monarchy under her present dynasty.” The possibility of a Soviet attack would be part of the “threat.” As part of the threat message, Stimson alluded to the “inevitability and completeness of the destruction” which Japan could suffer, but he did not make it clear whether unconditional surrender terms should be clarified before using the atomic bomb. Truman read Stimson’s proposal, which he said was “powerful,” but made no commitments to the details, e.g., the position of the emperor. [32]

34

Document 34

Minutes, Secretary’s Staff Committee, Saturday Morning, July 7, 1945, 133d Meeting, Top Secret

Jul 7, 1945

Source

Record Group 353, Records of Interdepartmental and Intradepartmental Committees, Secretary’s Staff Meetings Minutes, 1944-1947 (copy from microfilm)

The possibility of modifying the concept of unconditional surrender so that it guaranteed the continuation of the emperor remained hotly contested within the U.S. government. Here senior State Department officials, Under Secretary Joseph Grew on one side, and Assistant Secretary Dean Acheson and Archibald MacLeish on the other, engaged in hot debate.

35

Document 35

Combined Chiefs of Staff, “Estimate of the Enemy Situation (as of 6 July 1945, C.C.S 643/3, July 8, 1945, Secret (Appendices Not Included)

Jul 8, 1945

Source

RG 218, Central Decimal Files, 1943-1945, CCS 381 (6-4-45), Sec. 2 Pt. 5

This review of Japanese capabilities and intentions portrays an economy and society under “tremendous strain”; nevertheless, “the ground component of the Japanese armed forces remains Japan’s greatest military asset.” Alperovitz sees statements in this estimate about the impact of Soviet entry into the war and the possibility of a conditional surrender involving survival of the emperor as an institution as more evidence that the policymakers saw alternatives to nuclear weapons use. By contrast, Richard Frank takes note of the estimate’s depiction of the Japanese army’s terms for peace: “for surrender to be acceptable to the Japanese army it would be necessary for the military leaders to believe that it would not entail discrediting the warrior tradition and that it would permit the ultimate resurgence of a military in Japan.” That, Frank argues, would have been “unacceptable to any Allied policy maker.”[33]

36

Document 36

Cable to Secretary of State from Acting Secretary Joseph Grew, July 16, 1945, Top Secret

Jul 16, 1945

Source

Record Group 59, Decimal Files 1945-1949, 740.0011 PW (PE)/7-1645

On the eve of the Potsdam Conference, a State Department draft of the proclamation to Japan contained language which modified unconditional surrender by promising to retain the emperor. When former Secretary of State Cordell Hull learned about it he outlined his objections to Byrnes, arguing that it might be better to wait “the climax of allied bombing and Russia’s entry into the war.” Byrnes was already inclined to reject that part of the draft, but Hull’s argument may have reinforced his decision.

37

Document 37

Letter from Stimson to Byrnes, enclosing memorandum to the President, “The Conduct of the War with Japan,” 16 July 1945, Top Secret

Jul 16, 1945

Source

Henry L. Stimson Papers (MS 465), Sterling Library, Yale University (reel 113) (microfilm at Library of Congress)

Still interested in trying to find ways to “warn Japan into surrender,” this represents an attempt by Stimson before the Potsdam conference, to persuade Truman and Byrnes to agree to issue warnings to Japan prior to the use of the bomb. The warning would draw on the draft State-War proclamation to Japan; presumably, the one criticized by Hull (above) which included language about the emperor. Presumably the clarified warning would be issued prior to the use of the bomb; if the Japanese persisted in fighting then “the full force of our new weapons should be brought to bear” and a “heavier” warning would be issued backed by the “actual entrance of the Russians in the war.” Possibly, as Malloy has argued, Stimson was motivated by concerns about using the bomb against civilians and cities, but his latest proposal would meet resistance at Potsdam from Byrnes and other.[34]

38

Document 38

E. Lapp, Leo Szilard et al., “A Petition to the President of the United States,” July 17, 1945

Jul 17, 1945

Source

RG 77, MED Records, H-B files, folder no. 76 (copy from microfilm)

On the eve of the Potsdam conference, Leo Szilard circulated a petition as part of a final effort to discourage military use of the bomb. Signed by about 68 Manhattan Project scientists, mainly physicists and biologists (copies with the remaining signatures are in the archival file), the petition did not explicitly reject military use, but raised questions about an arms race that military use could instigate and requested Truman to publicize detailed terms for Japanese surrender. Truman, already on his way to Europe, never saw the petition.[35]

IV. The Japanese Search for Soviet Mediation Documents 39A-B: Magic

39a

Document 39A

William F. Friedman, Consultant (Armed Forces Security Agency), “A Short History of U.S. COMINT Activities,” 19 February 1952, Top Secret

Feb 19, 1945

Source

National Security Agency Mandatory declassification review release.

Beginning in September 1940, U.S. military intelligence began to decrypt routinely, under the “Purple” code-name, the intercepted cable traffic of the Japanese Foreign Ministry. Collectively the decoded messages were known as “Magic.” How this came about is explained in an internal history of pre-war and World War II Army and Navy code-breaking activities prepared by William F. Friedman, a central figure in the development of U.S. government cryptology during the 20th century. The National Security Agency kept the ‘Magic” diplomatic and military summaries classified for many years and did not release the entire series for 1942 through August 1945 until the early 1990s.[36]

39b

Document 39B

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1204 – July 12, 1945, Top Secret Ultra

Jul 12, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

The 12 July 1945 “Magic” summary includes a report on a cable from Japanese Foreign Minister Shigenori Togo to Ambassador Naotake Sato in Moscow concerning the Emperor’s decision to seek Soviet help in ending the war. Not knowing that the Soviets had already made a commitment to their Allies to declare war on Japan, Tokyo fruitlessly pursued this option for several weeks. The “Magic” intercepts from mid-July have figured in Gar Alperovitz’s argument that Truman and his advisers recognized that the Emperor was ready to capitulate if the Allies showed more flexibility on the demand for unconditional surrender. This point is central to Alperovitz’s thesis that top U.S. officials recognized a “two-step logic”: relaxing unconditional surrender and a Soviet declaration of war would have been enough to induce Japan’s surrender without the use of the bomb.[37]

40

Document 40

John Weckerling, Deputy Assistant Chief of Staff, G-2, July 12, 1945, to Deputy Chief of Staff, “Japanese Peace Offer,” 13 July 1945, Top Secret Ultra

Jul 13, 1945

Source

RG 165, Army Operations OPD Executive File #17, Item 13 (copy courtesy of J. Samuel Walker)

The day after the Togo message was reported, Army intelligence chief Weckerling proposed several possible explanations of the Japanese diplomatic initiative. Robert J. Maddox has cited this document to support his argument that top U.S. officials recognized that Japan was not close to surrender because Japan was trying to “stave off defeat.” In a close analysis of this document, Tsuyoshi Hasegawa, who is also skeptical of claims that the Japanese had decided to surrender, argues that each of the three possibilities proposed by Weckerling “contained an element of truth, but none was entirely correct”. For example, the “governing clique” that supported the peace moves was not trying to “stave off defeat” but was seeking Soviet help to end the war.[38]

41

Document 41

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1205 – July 13, 1945, Top Secret Ultra

Jul 13, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18

The day after he told Sato about the current thinking on Soviet mediation, Togo requested the Ambassador to see Soviet Foreign Minister Vyacheslav Molotov and tell him of the Emperor’s “private intention to send Prince Konoye as a Special Envoy” to Moscow. Before he received Togo’s message, Sato had already met with Molotov on another matter.

42

Document 42

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1210 – July 17, 1945, Top Secret Ultra

Jul 17, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

Another intercept of a cable from Togo to Sato shows that the Foreign Minister rejected unconditional surrender and that the Emperor was not “asking the Russian’s mediation in anything like unconditional surrender.” Incidentally, this “`Magic’ Diplomatic Summary” indicates the broad scope and capabilities of the program; for example, it includes translations of intercepted French messages (see pages 8-9).

43

Document 43

Admiral Takagi Diary Entry for July 20, 1945

Jul 20, 1945

Source

Takashi Itoh, ed., Sokichi Takagi: Nikki to Joho [Sokichi Takagi: Diary and Documents] (Tokyo, Japan: Misuzu-Shobo, 2000), 916-917 [Translation by Hikaru Tajima]

In 1944 Navy minister Mitsumasa Yonai ordered rear admiral Sokichi Takagi to go on sick leave so that he could undertake a secret mission to find a way to end the war. Takagi was soon at the center of a cabal of Japanese defense officials, civil servants, and academics, which concluded that, in the end, the emperor would have to “impose his decision on the military and the government.” Takagi kept a detailed account of his activities, part of which was in diary form, the other part of which he kept on index cards. The material reproduced here gives a sense of the state of play of Foreign Minister Togo’s attempt to secure Soviet mediation. Hasegawa cited it and other documents to make a larger point about the inability of the Japanese government to agree on “concrete” proposals to negotiate an end to the war.[39]

The last item discusses Japanese contacts with representatives of the Office of Strategic Services (OSS) in Switzerland. The reference to “our contact” may refer to Bank of International Settlements economist Pers Jacobbson who was in touch with Japanese representatives to the Bank as well as Gero von Gävernitz, then on the staff, but with non-official cover, of OSS station chief Allen Dulles. The contacts never went far and Dulles never received encouragement to pursue them.[40]

V. The Trinity Test

44

Document 44

Letter from Commissar of State Security First Rank, V. Merkulov, to People’s Commissar for Internal Affairs L. P. Beria, 10 July 1945, Number 4305/m, Top Secret (translation by Anna Melyakova)

Jul 10, 1945

Source

L.D. Riabev, ed., Atomnyi Proekt SSSR (Moscow: izd MFTI, 2002), Volume 1, Part 2, 335-336

This 10 July 1945 letter from NKVD director V. N. Merkulov to Beria is an example of Soviet efforts to collect inside information on the Manhattan Project, although not all the detail was accurate. Merkulov reported that the United States had scheduled the test of a nuclear device for that same day, although the actual test took place 6 days later. According to Merkulov, two fissile materials were being produced: element-49 (plutonium), and U-235; the test device was fueled by plutonium. The Soviet source reported that the weight of the device was 3 tons (which was in the ball park) and forecast an explosive yield of 5 kilotons. That figure was based on underestimates by Manhattan Project scientists: the actual yield of the test device was 20 kilotons.

As indicated by the L.D. Riabev’s notes, it is possible that Beria’s copy of this letter ended up in Stalin’s papers. That the original copy is missing from Beria’s papers suggests that he may have passed it on to Stalin before the latter left for the Potsdam conference.[41]

45

Document 45

Telegram War [Department] 33556, from Harrison to Secretary of War, July 17, 1945, Top Secret

Jul 17, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File 5e (copy from microfilm)

An elated message from Harrison to Stimson reported the success of the Trinity Test of a plutonium implosion weapon. The light from the explosion could been seen “from here [Washington, D.C.] to “high hold” [Stimson’s estate on Long Island—250 miles away]” and it was so loud that Harrison could have heard the “screams” from Washington, D.C. to “my farm” [in Upperville, VA, 50 miles away][42]

46

Document 46

Memorandum from General L. R. Groves to Secretary of War, “The Test,” July 18, 1945, Top Secret, Excised Copy

Jul 18, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 4 (copy from microfilm)

General Groves prepared for Stimson, then at Potsdam, a detailed account of the Trinity test.[43]

VI. Aftermath of Trinity: Setting up an Atomic Bomb Production Schedule

ebb 900 doc 46a

Document 46A

New!

Message from Groves to Oppenheimer, 19 July 1945, Top Secret

Jul 19, 1945

Source

RG 77, MED, Top Secret documents, folder 5B

A little-known story in Manhattan Project history is the secret discussions held in Chicago on 24 July 1945 concerning the schedule for the production of atomic weapons, including ones with even higher capacity.[43A] On 19 July 1945, Oppenheimer sent Groves a teletype, NR364T, which remains classified (but the subject of a FOIA request), that included a proposal for using a “large amount” of HEU from Little Boy “to make composite cores with plutonium and enriched uranium.”[43B] By proposing a design change, Oppenheimer may have had in mind advantages in explosive yield or efficiency, but that needs to be clarified. But what he proposed raised questions about the schedule for weapons use and production that Groves refused to consider. Groves declared that, “Factors beyond our control prevent us from considering any decision, other than to proceed according to the existing schedules for the time being”: Little Boy first, then the first Fat Man, “probably a second one,” and possibly a third “to conform to planned strategical operations.” Groves told Oppenheimer he was “planning on coming out to see you and discuss this problem.”

ebb 900 doc 46b

Documents 46B

New!

[Excerpts from Groves Telephone Call Diaries for 19 and 20 July 1945]

Jul 19, 1945

Source

NARA, Leslie R. Groves Personal Papers Lieutenant General Leslie Richard Groves, Jr. Visitations and Telephone Calls Diaries, November 19, 1940–February 28, 1948

On July 19 at 4:32 p.m., Groves spoke with James B. Conant about an earlier discussion with Oppenheimer, although he may have meant the teletyped message. Using Aesopian language, Groves recounted that Oppenheimer had told him that that “the boys out there [at Los Alamos] are discussing the advantages of murdering L.B. and devoting all of his clothes to the F.B” [i.e., Fat Man] In other words, some Los Alamos scientists wanted to stop production of Little Boy HEU-weapons and use the enriched uranium (“clothes”) for producing implosion weapons, the “Fat Man” type.(That may not have been exactly what Oppenheimer had in mind; future declassifications may clarify the point.)

Groves told Conant that such a course “would be a terrible mistake,” and Conant stated most emphatically “SO DO I. I AGREE WITH YOU 100%.” [Emphasis in original] Groves was thinking of going to Los Alamos where apparently Tolman was already.

At 5:25 p.m. the same day, during a call with Groves, Tolman discussed elliptically the proposals for changing the schedule for weapon use. He told Groves that “he didn’t know all the facts but there are a considerable body of people out there who think it should be changed but Tolman believed” otherwise: “we have something to learn by not changing” [the schedule].

Groves then spoke with Oppenheimer about several matters and suggested meeting the following week, possibly in Chicago.

In a somewhat cryptic statement, Oppenheimer “asked whether he would be more useful with Kirk [Possibly a reference to his Berkeley colleague Paul L. Kirk] or where he is and Groves advised he wished Oppenheimer were twins.” Whatever was being said, Groves was plainly flattering Oppenheimer.

During a conversation on 20 July at 4:40 p.m., Oppenheimer told Groves that Los Alamos implosion expert Hartley Rowe “advises that the original plan should go through as originally scheduled.” Apparently [Robert] Bacher wanted to use the fissile material as proposed [to produce uranium implosion weapons?] because 1. “it increases the number [of weapons?] we get out of it,” 2. it “reduces the unreliable feature we have discussed, although does not eliminate” it, and 3. “can’t see that it does any harm”; «to make this change will cost between a week or 10 days and the feeling we have rather strongly is that we ought to do this next time.” The last several points need elucidation.

Groves “asked if the decision had to be made before they met in Chicago and JRO stated if they don’t make the decision now to postpone it 5 days will simply be 3 days later.”

Groves “decided that JRO would fly to Chicago where he and there General would meet for a few hours—to meet in Chicago on Tuesday.”

ebb 900 doc 46c

Document 46C

New!

War Department message 73750, To Secretary of War from George L. Harrison, 23 July 1945, Top Secret

Jul 23, 1945

Source

RG 77, Harrison-Bundy Files, Folder 64, Potsdam Cables

Stimson aide George L. Harrison reported to his boss that the first implosion weapon (“the tested type”) would be ready for delivery on 6 August and that the next one would be “ready” by 24 August. “Additional ones ready at accelerating rate from possibly three in September to we hope seven or more in December. The increased rate above three per month entails changes in design which Groves believes thoroughly sound.” Whether Harrison knew about the proposals for composite uranium-plutonium “composite” weapons—the change in design that Groves had in mind—is not clear, but he knew that Groves would meet with Oppenheimer in Chicago to discuss “future plans.”

ebb 900 doc 46d

Document 46D

New!

“Notes taken in Chicago July 24th, 1944. Meeting Between Gen.

Jul 24, 1945

Source

RG 77, Top Secret MED documents, Box 3, folder 5I, Notes Taken in Chicago

During the 24 July 1945 meeting, Richard Tolman took detailed notes of the discussions of weapons effects and schedules for weapons production. The National Archives declassified the Tolman notes in 1996 in an excised version, but they have remained unknown since then because they reside in the paper copies of top secret Manhattan Project records, which are off limits to researchers (who only have access to the microfilm version). A request to NARA’s reference division was necessary to determine whether the documents mentioned by Robert S. Norris in his book on General Groves had become available, which they had.[43C]

A subtext of Tolman’s detailed notes of the meeting is that, as General Groves insisted on 19 July, the first few bombs (Little Boy and Fat Man) would be used according to the schedule. Whether more weapons would become available for use and when that could happen was a central topic for discussion.

The Tolman notes have significant excisions making them difficult to interpret but the second page consists of three columns, possibly on the production schedule for the three weapons types that had been under discussion—Litle Boy, Fat Man, and the composite uranium-PU weapons. As a guess, the first column lists availabilities for Little Boy weapons, which would have been fewer in number; the second column lists implosion weapons; and the third may list the HEU-PU composite that Oppenheimer had proposed. Justifying that interpretation is the message that Groves sent to Marshall later that day, indicating a sharp increase in numbers of composite weapons later in the year.

The third page of typed notes include a section on “Decision as of today: (July 24, 1945).” The decisions were:

  1. Continue with 49 as at present [Produce plutonium implosion weapons]
  2. Develop 25 to achieve effective use immediately [Produce Little Boy weapons using HEU or “25”]
  3. Prepare to develop 25-49 if called upon by 30 July or later [A reference to the composite HEU-plutonium implosion weapons]
  4. Prepare to develop 25 to achieve 49 power by l November [Possibly a reference to using HEU cores for implosion weapons]
  5. LRG to attempt to get additional information which will permit more definite decision.
  6. LRG to report to S of W and C of S the possibilities” [Groves sent a report to Chief of Staff Marshall later that day.]

None of the three participants had any idea how long the atomic bombings against Japan would last and whether only a few weapons would be used. Evidently, Groves wanted to be prepared for a longer campaign and expected Los Alamos to prepare the numbers of weapons needed for such a purpose. (Within weeks, however, as the war against Japan ended, Army-Air Force leaders were looking closely at Soviet targets, and Groves was critiquing the projected numbers of weapons and targeting arrangements.)

Tolman’s notes for the meeting do not specify who said what to whom but are somewhat in thematic order. The top of the first page concerns weapons effects from the Trinity test, including blast (“B”) damage and radiation (neutrons and gamma rays). The participants optimistically projected “No real effects anticipated on the ground from radioactive materials,” and that “we think we can move troops right through.”

For unexplained reasons, the notes refer to a bet placed by Enrico Fermi in a moment of dark humor during the hours before the Trinity test, on whether there was a “1/30 chance or blowing up New Mexico” or a “1/1000 chance of blowing up World.”[43D]

One sentence refers to staffing at Los Alamos and other sites: “What to do with people – – Keep temporarily, then reduce surplus with kindness.”

A reference to the hydrogen bomb (“super”) consists of: “What to do with super — nothing essential.” That was a touchy issue because of Edward Teller’s central role in managing what was a backburner project. Groves and Oppenheimer made a non-decision by leaving the project alone, without advancing it.

Below the production schedule columns is more discussion of weapons effects as well as plans for using the weapons, including height of burst—with 15 kilotons anticipated at 1850 feet.

A brief discussion of the “overpressure” caused by the blast followed—the powerful blast wave would place objects within its path under severe, sharp increases in atmospheric pressure. If the editor is reading this correctly, the overpressure for the area within 2 and a half square miles would go up to 7 pounds, but within 900 feet the “shock area,” under 150 pounds of overpressure, would be deadly. At 1200 feet the overpressure would be 60 pounds.

One suggestion was that destruction of industrial areas would require a lower blast elevation at 1400 feet.

“Decisions as of today” are followed by more points about weapons effects,

then some unexplained details about a “new plug assembly” for the composite weapon and a plug for an HEU weapon that would cause up to a ten-day delay.

ebb 900 doc 46e

Document 46E

New!

Memorandum from Groves for Army Chief of Staff, “Plan of Operations – Atomic Fission Bomb,” 24 July 1945, Secret

Jul 24, 1945

Source

RG 319, Manhattan Project Background Files, Box 16, Bomb Organization and Materials Procurement

Soon after the meeting in Chicago, Groves sent a report to General Marshall, who was then attending the Potsdam conference. Groves explained the plans to deliver atomic bombs from Tinian Island, the three potential targets, methods of delivery, plans for later delivery of a third and subsequent weapon, and the operation’s military organization, with directives attached. Concerning later plans, Groves informed Marshall that a “sharp increase to seven [weapons] in December is dependent upon the modification of the present implosion bomb which uses plutonium only to one using a combination of plutonium and uranium 235.” Apparently that was consistent with the production schedule that Groves and Oppenheimer had approved earlier that day.

The targets that Groves listed were Hiroshima, Kokura, and Niigata, in that order. That same day, however, Amy Air Force leaders modified the target list so that it included Nagasaki.

Los Alamos developed “composite” weapons in the months ahead and they received their first test in the 1948 “Sandstone” series. Their use along with other innovations would contribute to significant increases in the “efficiency’’ and explosive yields of nuclear weapons.[43E]

VII. The Potsdam Conference

47

Document 47

Truman’s Potsdam Diary

Jul 1, 1945

Source

Barton J. Bernstein, “Truman at Potsdam: His Secret Diary,” Foreign Service Journal, July/August 1980, excerpts, used with author’s permission.[44]

Some years after Truman’s death, a hand-written diary that he kept during the Potsdam conference surfaced in his personal papers. For convenience, Barton Bernstein’s rendition is provided here but linked here are the scanned versions of Truman’s handwriting on the National Archives’ website (for 15-30 July).

The diary entries cover July 16, 17, 18, 20, 25, 26, and 30 and include Truman’s thinking about a number of issues and developments, including his reactions to Churchill and Stalin, the atomic bomb and how it should be targeted, the possible impact of the bomb and a Soviet declaration of war on Japan, and his decision to tell Stalin about the bomb. Receptive to pressure from Stimson, Truman recorded his decision to take Japan’s “old capital” (Kyoto) off the atomic bomb target list. Barton Bernstein and Richard Frank, among others, have argued that Truman’s assertion that the atomic targets were “military objectives” suggested that either he did not understand the power of the new weapons or had simply deceived himself about the nature of the targets.

Moreover, notwithstanding Truman’s concern about sparing “women and children” from the bomb, he did not seek information about the targeting plans developed by Army Air Force officers on Tinian Island, who selected “aiming points” designed to maximize destruction on the targeted cities.  

Another statement—“Fini Japs when that [Soviet entry] comes about”—has also been the subject of controversy over whether it meant that Truman thought that a Soviet declaration of war could end the conflict without an invasion of Japan.[45]

48

Document 48

Stimson Diary entries for July 16 through 25, 1945

Jul 16, 1945

Source

Henry Stimson Diary, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

Stimson did not always have Truman’s ear, but historians have frequently cited his diary when he was at the Potsdam conference. There Stimson kept track of S-1 developments, including news of the successful first test (see entry for July 16) and the ongoing deployments for nuclear use against Japan. When Truman received a detailed account of the test, Stimson reported that the “President was tremendously pepped up by it” and that “it gave him an entirely new feeling of confidence” (see entry for July 21). Whether this meant that Truman was getting ready for a confrontation with Stalin over Eastern Europe and other matters has also been the subject of debate.

An important question that Stimson discussed with Marshall, at Truman’s request, was whether Soviet entry into the war remained necessary to secure Tokyo’s surrender. Marshall was not sure whether that was so although Stimson privately believed that the atomic bomb would provide enough to force surrender (see entry for July 23). This entry has been cited by all sides of the controversy over whether Truman was trying to keep the Soviets out of the war.[46] During the meeting on August 24, discussed above, Stimson gave his reasons for taking Kyoto off the atomic target list: destroying that city would have caused such “bitterness” that it could have become impossible “to reconcile the Japanese to us in that area rather than to the Russians.” Stimson vainly tried to preserve language in the Potsdam Declaration designed to assure the Japanese about “the continuance of their dynasty” but received Truman’s assurance that such a consideration could be conveyed later through diplomatic channels (see entry for July 24). Hasegawa argues that Truman realized that the Japanese would refuse a demand for unconditional surrender without a proviso on a constitutional monarchy and that “he needed Japan’s refusal to justify the use of the atomic bomb.”[47]

49

Document 49

Walter Brown Diaries, July 10-August 3, 1945

Aug 3, 1945

Source

Clemson University Libraries, Special Collections, Clemson, SC; Mss 243, Walter J. Brown Papers, box 10, folder 12, Byrnes, James F.: Potsdam, Minutes, July-August 1945

Walter Brown, who served as special assistant to Secretary of State Byrnes, kept a diary which provided considerable detail on the Potsdam conference and the growing concerns about Soviet policy among top U.S. officials. This document is a typed-up version of the hand-written original (which Brown’s family has provided to Clemson University). That there may be a difference between the two sources becomes evident from some of the entries; for example, in the entry for July 18, 1945 Brown wrote: «Although I knew about the atomic bomb when I wrote these notes, I dared not place it in writing in my book.”

The degree to which the typed-up version reflects the original is worth investigating. In any event, historians have used information from the diary to support various interpretations. For example, Bernstein cites the entries for 20 and 24 July to argue that “American leaders did not view Soviet entry as a substitute for the bomb” but that the latter “would be so powerful, and the Soviet presence in Manchuria so militarily significant, that there was no need for actual Soviet intervention in the war.” For Brown’s diary entry of 3 August 9 1945 historians have developed conflicting interpretations (See discussion of document 57).[48]

50

Document 50

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1214 – July 22, 1945, Top Secret Ultra

Jul 22, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

This “Magic” summary includes messages from both Togo and Sato. In a long and impassioned message, the latter argued why Japan must accept defeat: “it is meaningless to prove one’s devotion [to the Emperor] by wrecking the State.” Togo rejected Sato’s advice that Japan could accept unconditional surrender with one qualification: the “preservation of the Imperial House.” Probably unable or unwilling to take a soft position in an official cable, Togo declared that “the whole country … will pit itself against the enemy in accordance with the Imperial Will as long as the enemy demands unconditional surrender.”

51

Document 51

Forrestal Diary Entry, July 24, 1945, “Japanese Peace Feelers”

Jul 24, 1945

Source

Naval Historical Center, Operational Archives, James Forrestal Diaries

Secretary of the Navy James Forrestal was a regular recipient of “Magic” intercept reports; this substantial entry reviews the dramatic Sato-Togo exchanges covered in the 22 July “Magic” summary (although Forrestal misdated Sato’s cable as “first of July” instead of the 21st). In contrast to Alperovitz’s argument that Forrestal tried to modify the terms of unconditional surrender to give the Japanese an out, Frank sees Forrestal’s account of the Sato-Togo exchange as additional evidence that senior U.S. officials understood that Tokyo was not on the “cusp of surrender.” [49]

52

Document 52

Davies Diary entry for July 29, 1945

Jul 29, 1945

Source

Joseph E. Davies Papers, Library of Congress, Manuscripts Division, box 19, 29 July 1945

Having been asked by Truman to join the delegation to the Potsdam conference, former-Ambassador Davies sat at the table with the Big Three throughout the discussions. This diary entry has figured in the argument that Byrnes believed that the atomic bomb gave the United States a significant advantage in negotiations with the Soviet Union. Plainly Davies thought otherwise.[50]

VIII. Debates among the Japanese – Late July/Early August 1945

53

Document 53

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1221- July 29, 1945, Top Secret Ultra

Jul 29, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

In the Potsdam Declaration the governments of China, Great Britain, and the United States) demanded the “unconditional surrender of all Japanese armed forces. “The alternative is prompt and utter destruction.” The next day, in response to questions from journalists about the government’s reaction to the ultimatum, Prime Minister Suzuki apparently said that “We can only ignore [mokusatsu] it. We will do our utmost to complete the war to the bitter end.” That, Bix argues, represents a “missed opportunity” to end the war and spare the Japanese from continued U.S. aerial attacks.[51] Togo’s private position was more nuanced than Suzuki’s; he told Sato that “we are adopting a policy of careful study.” That Stalin had not signed the declaration (Truman and Churchill did not ask him to) led to questions about the Soviet attitude. Togo asked Sato to try to meet with Soviet Foreign Minister Molotov as soon as possible to “sound out the Russian attitude” on the declaration as well as Japan’s end-the-war initiative. Sato cabled Togo earlier that he saw no point in approaching the Soviets on ending the war until Tokyo had “concrete proposals.” “Any aid from the Soviets has now become extremely doubtful.”

54

Document 54

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1222 – July 30, 1945, Top Secret Ultra

Jul 30, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

This report included an intercept of a message from Sato reporting that it was impossible to see Molotov and that unless the Togo had a “concrete and definite plan for terminating the war” he saw no point in attempting to meet with him.

55

Document 55

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1225 – August 2, 1945, Top Secret Ultra

Aug 2, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

An intercepted message from Togo to Sato showed that Tokyo remained interested in securing Moscow’s good office but that it “is difficult to decide on concrete peace conditions here at home all at once.” “[W]e are exerting ourselves to collect the views of all quarters on the matter of concrete terms.” Barton Bernstein, Richard Frank, and Tsuyoshi Hasegawa, among others, have argued that the “Magic” intercepts from the end of July and early August show that the Japanese were far from ready to surrender. According to Herbert Bix, for months Hirohito had believed that the “outlook for a negotiated peace could be improved if Japan fought and won one last decisive battle,” thus, he delayed surrender, continuing to “procrastinate until the bomb was dropped and the Soviets attacked.”[52]

56

Document 56

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1226 – August 3, 1945, Top Secret Ultra

Aug 3, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18.

This summary included intercepts of Japanese diplomatic reporting on the Soviet buildup in the Far East as well as a naval intelligence report on Anglo-American discussions of U.S. plans for the invasion of Japan. Part II of the summary includes the rest of Togo’s 2 August cable which instructed Sato to do what he could to arrange an interview with Molotov.

57

Document 57

Walter Brown Meeting Notes, August 3, 1945

Aug 3, 1945

Source

Clemson University Libraries, Special Collections, Clemson, SC; Mss 243, Walter J. Brown Papers, box 10, folder 12, Byrnes, James F.: Potsdam, Minutes, July-August 1945

Historians have used this item in the papers of Byrne’s aide, Walter Brown, to make a variety of points. Richard Frank sees this brief discussion of Japan’s interest in Soviet diplomatic assistance as crucial evidence that Admiral Leahy had been sharing “MAGIC” information with President Truman. He also points out that Truman and his colleagues had no idea what was behind Japanese peace moves, only that Suzuki had declared that he would “ignore” the Potsdam Declaration. Alperovitz, however, treats it as additional evidence that “strongly suggests” that Truman saw alternatives to using the bomb.[53]

58

Document 58

“Magic” – Far East Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, no. 502, 4 August 1945

Aug 4, 1945

Source

RG 457, Summaries of Intercepted Japanese Messages (“Magic” Far East Summary, March 20, 1942 – October 2, 1945), box 7, SRS 491-547

This “Far East Summary” included reports on the Japanese Army’s plans to disperse fuel stocks to reduce vulnerability to bombing attacks, the text of a directive by the commander of naval forces on “Operation Homeland,” the preparations and planning to repel a U.S. invasion of Honshu, and the specific identification of army divisions located in, or moving into, Kyushu. Both Richard Frank and Barton Bernstein have used intelligence reporting and analysis of the major buildup of Japanese forces on southern Kyushu to argue that U.S. military planners were so concerned about this development that by early August 1945 they were reconsidering their invasion plans.[54]

59

Document 59

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1228 – August 5, 1945, Top Secret Ultra

Dec 31, 1969

Source

This summary included several intercepted messages from Sato, who conveyed his despair and exasperation over what he saw as Tokyo’s inability to develop terms for ending the war: “[I]f the Government and the Military dilly-dally in bringing this resolution to fruition, then all Japan will be reduced to ashes.” Sato remained skeptical that the Soviets would have any interest in discussions with Tokyo: “it is absolutely unthinkable that Russia would ignore the Three Power Proclamation and then engage in conversations with our special envoy.”

IX. The Execution Order Documents 60A-D: These messages convey the process of creating and transmitting the execution order to bomb Hiroshima. Possibly not wanting to take responsibility for the first use of nuclear weapons, Army Air Force commanders sought formal authorization from Chief of Staff Marshall who was then in Potsdam

60a

Document 60A

Cable VICTORY 213 from Marshall to Handy, July 22, 1945, Top Secret

Jul 22, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, Files no. 5b and 5e (copies from microfilm)

These messages convey the process of creating and transmitting the execution order to bomb Hiroshima.  Possibly not wanting to take responsibility for the first use of nuclear weapons, Army Air Force commanders sought formal authorization from Chief of Staff Marshall who was then in Potsdam.[55] On 22 July Marshall asked Deputy Chief of Staff Thomas Handy to prepare a draft; General Groves wrote one which went to Potsdam for Marshall’s approval. Colonel John Stone, an assistant to commanding General of the Army Air Forces Henry H. “Hap” Arnold, had just returned from Potsdam and updated his boss on the plans as they had developed. On 25 July Marshall informed Handy that Secretary of War Stimson had approved the text; that same day, Handy signed off on a directive which ordered the use of atomic weapons on Japan, with the first weapon assigned to one of four possible targets—Hiroshima, Kokura, Niigata, or Nagasaki. “Additional bombs will be delivery on the [targets] as soon as made ready by the project staff.”

60b

Document 60B

Memorandum from Colonel John Stone to General Arnold, “Groves Project,” 24 July 1945, Top Secret

Jul 24, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, Files no. 5b and 5e (copies from microfilm)

See description of document 60A.

60c

Document 60C

Cable WAR 37683 from General Handy to General Marshal, enclosing directive to General Spatz, July 24, 1945, Top Secret

Dec 31, 1969

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, Files no. 5b and 5e (copies from microfilm)

See description of document 60A.

60d

Document 60D

Cable VICTORY 261 from Marshall to General Handy, July 25, 1945, 25 July 1945, Top Secret

Jul 25, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, Files no. 5b and 5e (copies from microfilm)

See description of document 60A.

60e

Document 60E

General Thomas T. Handy to General Carl Spaatz, July 26, 1945, Top Secret

Jul 26, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, Files no. 5b and 5e (copies from microfilm)

See description of document 60A.

61

Document 61

Memorandum from Major General L. R. Groves to Chief of Staff, July 30, 1945, Top Secret, Sanitized Copy

Jul 30, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5

With more information on the Alamogordo test available, Groves provided Marshall with detail on the destructive power of atomic weapons. Barton J. Bernstein has observed that Groves’ recommendation that troops could move into the “immediate explosion area” within a half hour demonstrates the prevalent lack of top-level knowledge of the dangers of nuclear weapons effects.[56] Groves also provided the schedule for the delivery of the weapons: the components of the gun-type bomb to be used on Hiroshima had arrived on Tinian, while the parts of the second weapon to be dropped were leaving San Francisco. By the end of November over ten weapons would be available, presumably in the event the war had continued.

Documents 62A-C: Weather delays

62a

Document 62A

CG 313th Bomb Wing, Tinian cable APCOM 5112 to War Department, August 3, 1945, Top Secret

Aug 3, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 21 (copies courtesy of Barton Bernstein)

The Hiroshima “operation” was originally slated to begin in early August depending on local conditions. As these cables indicate, reports of unfavorable weather delayed the plan. The second cable on 4 August shows that the schedule advanced to late in the evening of 5 August. The handwritten transcriptions are on the original archival copies.

62b

Document 62B

CG 313th Bomb Wing, Tinian cable APCOM 5130 to War Department, August 4, 1945, Top Secret

Aug 4, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 21 (copies courtesy of Barton Bernstein)

See description of document 62A.

62c

Document 62C

CG 313th Bomb Wing, Tinian cable APCOM 5155 to War Department, August 4, 1945, Top Secret

Aug 4, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 21 (copies courtesy of Barton Bernstein)

See description of document 62A.

X. The First Nuclear Strikes and their Impact

63

Document 63

Memorandum from General L. R. Groves to the Chief of Staff, August 6, 1945, Top Secret

Aug 6, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5b (copy from microfilm)

Two days after the bombing of Hiroshima, Groves provided Chief of Staff Marshall with a report which included messages from Captain William S. Parsons and others about the impact of the detonation which, through prompt radiation effects, fire storms, and blast effects, immediately killed at least 70,000, with many dying later from radiation sickness and other causes.[57]

How influential the atomic bombings of Hiroshima and later Nagasaki compared to the impact of the Soviet declaration of war were to the Japanese decision to surrender has been the subject of controversy among historians. Sadao Asada emphasizes the shock of the atomic bombs, while Herbert Bix has suggested that Hiroshima and the Soviet declaration of war made Hirohito and his court believe that failure to end the war could lead to the destruction of the imperial house. Frank and Hasegawa divide over the impact of the Soviet declaration of war, with Frank declaring that the Soviet intervention was “significant but not decisive” and Hasegawa arguing that the two atomic bombs “were not sufficient to change the direction of Japanese diplomacy. The Soviet invasion was.”[58]

64

Document 64

Walter Brown Diary Entry, 6 August 1945

Aug 6, 1945

Source

Clemson University Libraries, Special Collections, Clemson, SC; Mss 243, Walter J. Brown Papers, box 68, folder 13, “Transcript/Draft B

Returning from the Potsdam Conference, sailing on the U.S.S. Augusta, Truman learned about the atomic bombing of Hiroshima and announced it twice, first to those in the wardroom (socializing/dining area for commissioned officers), and then to the sailors’ mess. Still unaware of radiation effects, Truman emphasized the explosive yield. Later, he met with Secretary of State Byrnes and they discussed the Manhattan Project’s secrecy and the huge expenditures. Truman, who had been chair of the Senate Special Committee to Investigate the National Defense Program, said that “only on the appeal of Secretary of War Stimson did he refrain and let the War Department continue with the experiment unmolested.”

65

Document 65

Directive from the Supreme Command Headquarters to the Commander-in-Chief of the Soviet Forces in the Far East on the Start of Combat Operations, No. 11122, Signed by [Communist Party General Secretary Joseph] Stalin and [Chief of General Staff A.I.] Antonov, 7 August 1945 (translation by Anna Melyakova)

Aug 7, 1945

Source

A. Zolotarev, ed., Sovetsko-Iaponskaia Voina 1945 Goda: Istoriia Voenno-Politicheskogo Protivoborstva Dvukh Derzhav v 30–40e Gody (Moscow: Terra, 1997 and 2000), Vol. 7 (1), 340-341.

To keep his pledge at Yalta to enter the war against Japan and to secure the territorial concessions promised at the conference (e.g., Soviet annexation of the Kuriles and southern Sakhalin and a Soviet naval base at Port Arthur, etc.) Stalin considered various dates to schedule an attack. By early August he decided that 9-10 August 1945 would be the best dates for striking Japanese forces in Manchuria. In light of Japan’s efforts to seek Soviet mediation, Stalin wanted to enter the war quickly lest Tokyo reach a compromise peace with the Americans and the British at Moscow’s expense. But on 7 August, Stalin changed the instructions: the attack was to begin the next day. According to David Holloway, “it seems likely that the atomic bombing of Hiroshima the day before that impelled [Stalin] to speed up Soviet entry into the war” and “secure the gains promised at Yalta.”[59]

66

Document 66

Memorandum of Conversation, “Atomic Bomb,” August 7, 1945

Aug 7, 1945

Source

Library of Congress Manuscript Division, Papers of W. Averell Harriman, box 181, Chron File Aug 5-9, 1945.

The Soviets already knew about the U.S. atomic project from espionage sources in the United States and Britain so Molotov’s comment to Ambassador Harriman about the secrecy surrounding the U.S. atomic project can be taken with a grain of salt, although the Soviets were probably unaware of specific plans for nuclear use.

Documents 67A-B: Early High-level Reactions to the Hiroshima Bombing

67a

Document 67A

Cabinet Meeting and Togo’s Meeting with the Emperor, August 7-8, 1945

Aug 7, 1945

Source

Gaimusho (Ministry of Foreign Affairs) ed. Shusen Shiroku (The Historical Records of the End of the War), annotated by Jun Eto, volume 4, 57-60 [Excerpts] [Translation by Toshihiro Higuchi]

Excerpts from the Foreign Ministry’s compilation about the end of the war show how news of the bombing reached Tokyo as well as how Foreign Minister’s Togo initially reacted to reports about Hiroshima. When he learned of the atomic bombing from the Domei News Agency, Togo believed that it was time to give up and advised the cabinet that the atomic attack provided the occasion for Japan to surrender on the basis of the Potsdam Declaration. Togo could not persuade the cabinet, however, and the Army wanted to delay any decisions until it had learned what had happened to Hiroshima. When the Foreign Minister met with the Emperor, Hirohito agreed with him; he declared that the top priority was an early end to the war, although it would be acceptable to seek better surrender terms–probably U.S. acceptance of a figure-head emperor–if it did not interfere with that goal. In light of those instructions, Togo and Prime Minister Suzuki agreed that the Supreme War Council should meet the next day. [59A]

67b

Document 67B

Admiral Takagi Diary Entry for Wednesday, August 8 , 1945

Aug 8, 1945

Source

Takashi Itoh, ed., Sokichi Takagi: Nikki to Joho [Sokichi Takagi: Diary and Documents] (Tokyo, Japan: Misuzu-Shobo, 2000), 923-924 [Translation by Hikaru Tajima]

An entry from Admiral Takagi’s diary for August 8 conveys more information on the mood in elite Japanese circles after Hiroshima, but before the Soviet declaration of war and the bombing of Nagasaki. Seeing the bombing of Hiroshima as a sign of a worsening situation at home, Takagi worried about further deterioration. Nevertheless, his diary suggests that military hard-liners were very much in charge and that Prime Minister Suzuki was talking tough against surrender, by evoking last ditch moments in Japanese history and warning of the danger that subordinate commanders might not obey surrender orders. The last remark aggravated Navy Minister Yonai who saw it as irresponsible. That the Soviets had made no responses to Sato’s request for a meeting was understood as a bad sign; Yonai realized that the government had to prepare for the possibility that Moscow might not help. One of the visitors mentioned at the beginning of the entry was Iwao Yamazaki who became Minister of the Interior in the next cabinet.

68

Document 68

Navy Secretary James Forrestal to President Truman, August 8, 1945

Aug 8, 1945

Source

Naval Historical Center, Operational Archives, James Forrestal Diaries

General Douglas MacArthur had been slated as commander for military operations against Japan’s mainland, this letter to Truman from Forrestal shows that the latter believed that the matter was not settled. Richard Frank sees this as evidence of the uncertainty felt by senior officials about the situation in early August; Forrestal would not have been so “audacious” to take an action that could ignite a “political firestorm” if he “seriously thought the end of the war was near.”

69

Document 69

Memorandum of Conversation, “Far Eastern War and General Situation,” August 8, 1945, Top Secret

Aug 8, 1945

Source

Library of Congress Manuscript Division, Papers of W. Averell Harriman, box 181, Chron File Aug 5-9, 1945

Shortly after the Soviets declared war on Japan, in line with commitments made at the Yalta and Potsdam conferences, Ambassador Harriman met with Stalin, with George Kennan keeping the U.S. record of the meeting. After Stalin reviewed in considerable detail, Soviet military gains in the Far East, they discussed the possible impact of the atomic bombing on Japan’s position (Nagasaki had not yet been attacked) and the dangers and difficulty of an atomic weapons program. According to Hasegawa, this was an important, even “startling,” conversation: it showed that Stalin “took the atomic bomb seriously”; moreover, he disclosed that the Soviets were working on their own atomic program.[60]

70

Document 70

Entries for 8-9 August, Robert P. Meiklejohn Diary

Aug 8, 1945

Source

W.A. Harriman Papers, Library of Congress, box 211, Robert Pickens Meiklejohn World War II Diary At London and Moscow March 10, 1941-February 14, 1946, Volume II (Privately printed, 1980 [Printed from hand-written originals]) (Reproduced with permission)

Robert P. Meiklejohn, who worked as Ambassador W. A. Harriman’s administrative assistant at the U.S. Embassies in Moscow and London during and after World War II, kept a detailed diary of his experiences and observations. The entries for 8 and 9 August, prepared in light of the bombing of Hiroshima, include discussion of the British contribution to the Manhattan Project, Harriman (“his nibs’”) report on his meeting with Molotov about the Soviet declaration of war, and speculation about the impact of the bombing of Hiroshima on the Soviet decision. According to Meiklejohn, “None of us doubt that the atomic bomb speeded up the Soviets’ declaration of war.”

71

Document 71

Memorandum of Conference with the President, August 8, 1945 at 10:45 AM

Aug 8, 1945

Source

Henry Stimson Diary, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

At their first meeting after the dropping of the bomb on Hiroshima, Stimson briefed Truman on the scale of the destruction, with Truman recognizing the “terrible responsibility” that was on his shoulders. Consistent with his earlier attempts, Stimson encouraged Truman to find ways to expedite Japan’s surrender by using “kindness and tact” and not treating them in the same way as the Germans. They also discussed postwar legislation on the atom and the pending Henry D. Smyth report on the scientific work underlying the Manhattan project and postwar domestic controls of the atom.

ebb 900 doc 71a

Doc 71A

New!

Headquarters, 20th Air Force, Telecon FN 08-21, COMGENAAF 20 to C0MGENUSTAFF (Rear), “Hiroshima Mission,” 8 August 1945, Confidential, annotated copy

Aug 8, 1945

Source

Library of Congress Manuscript Division, Henry Arnold Papers, box 5, Chron Correspondence (Reel 5)[60A]

Someone with the 20th Air Force on Tinian Island (in the Northern Mariana Islands) prepared a triumphant report of the destruction of Hiroshima based on blast damage and fire effect, but not radiation injuries. According to the message, “Hiroshima is no more” because “the entire area within a radius of 18,000 feet from the heart of the city has been wiped clean as though it had never existed.” The “pulverization produced by the atomic explosion [was so complete] that not even debris of buildings was left.”

Given Hiroshima’s population of 334,000, if sixty percent of its residents lived in the “totally destroyed area,” that suggested that “more than 200,000 lost their lives during that negligible fraction of time represented by the one-tenth of a microsecond of the atomic explosion.” Nevertheless, “the most conservative estimate here is that at least 100,000 of Hiroshima’s inhabitants had been needlessly sacrificed by their military leaders.” This “conservative” estimate may have reached the White House because, a few days later, President Truman declared that the “thought of wiping out another 100,000 people was too horrible.”[60B] [See Document 78]

The message includes accounts of the bombing by Enola Gay pilots Col. Paul W. Tibbets and Capt. Robert A. Lewis and by Capt. William S. Parsons, who was on board. It concluded with the “tentative text” of a leaflet to be dropped the following day, warning the Japanese of what was “in store for them” unless they “petition the Emperor to end the war.” [See Document 94C for more details.]

Documents 72A-C: The Attack on Nagasaki

72a

Document 72A

Cable APCOM 5445 from General Farrell to O’Leary [Groves assistant], August 9, 1945, Top Secret

Aug 9, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 20, Envelope G Tinian Files, Top Secret

The prime target for the second atomic attack was Kokura, which had a large army arsenal and ordnance works, but various problems ruled that city out; instead, the crew of the B-29 that carried “Fat Man” flew to an alternate target at Nagasaki. These cables are the earliest reports of the mission; the bombing of Nagasaki killed immediately at least 39,000 people, with more dying later. According to Frank, the “actual total of deaths due to the atomic bombs will never be known,” but the “huge number” ranges somewhere between 100,000 and 200,000 people. Barton J. Bernstein and Martin Sherwin have argued that if top Washington policymakers had kept tight control of the delivery of the bomb instead of delegating it to Groves the attack on Nagasaki could have been avoided. The combination of the first bomb and the Soviet declaration of war would have been enough to induce Tokyo’s surrender. By contrast, Maddox argues that Nagasaki was necessary so that Japanese “hardliners” could not “minimize the first explosion” or otherwise explain it away.[61]

72b

Document 72B

COMGENAAF 8 cable CMDW 576 to COMGENUSASTAF, for General Farrell, August 9, 1945, Top secret

Aug 9, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 20, Envelope G Tinian Files, Top Secret

See description of document 72A.

72c

Document 72C

COMGENAAF 20 Guam cable AIMCCR 5532 to COMGENUSASTAF Guam, August 10, 1945, Top Secret

Dec 31, 1969

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 20, Envelope G Tinian Files, Top Secret

See description of document 72A.

Documents 73A-B: Ramsey Letter from Tinian Island

73a

Document 73A

Letter from Norman Ramsey to J. Robert Oppenheimer, undated [mid-August 1945], Secret, excerpts

Aug 15, 1945

Source

Library of Congress, J. Robert Oppenheimer Papers, box 60, Ramsey, Norman

Ramsey, a physicist, served as deputy director of the bomb delivery group, Project Alberta. This personal account, written on Tinian, reports his fears about the danger of a nuclear accident, the confusion surrounding the Nagasaki attack, and early Air Force thinking about a nuclear strike force.

73b

Document 73B

Transcript of the letter prepared by editor.

Aug 15, 1945

Source

Library of Congress, J. Robert Oppenheimer Papers, box 60, Ramsey, Norman

See description of document 73A.

XI. Toward Surrender

74

Document 74

“Magic” – Far East Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, no. 507, August 9, 1945

Aug 9, 1945

Source

RG 457, Summaries of Intercepted Japanese Messages (“Magic” Far East Summary, March 20, 1942 – October 2, 1945), box 7, SRS 491-547

Within days after the bombing of Hiroshima, U.S. military intelligence intercepted Japanese reports on the destruction of the city. According to an “Eyewitness Account (and Estimates Heard) … In Regard to the Bombing of Hiroshima”: “Casualties have been estimated at 100,000 persons.”

75

Document 75

“Hoshina Memorandum” on the Emperor’s “Sacred Decision [go-seidan],” 9-10 August, 1945

Aug 9, 1945

Source

Zenshiro Hoshina, Daitoa Senso Hishi: Hoshina Zenshiro Kaiso-roku [Secret History of the Greater East Asia War: Memoir of Zenshiro Hoshina] (Tokyo, Japan: Hara-Shobo, 1975), excerpts from Section 5, “The Emperor made go-seidan [= the sacred decision] – the decision to terminate the war,” 139-149 [translation by Hikaru Tajima]

Despite the bombing of Hiroshima, the Soviet declaration of war, and growing worry about domestic instability, the Japanese cabinet (whose decisions required unanimity) could not form a consensus to accept the Potsdam Declaration. Members of the Supreme War Council—“the Big Six”[62]—wanted the reply to Potsdam to include at least four conditions (e.g., no occupation, voluntary disarmament); they were willing to fight to the finish. The peace party, however, deftly maneuvered to break the stalemate by persuading a reluctant emperor to intervene. According to Hasegawa, Hirohito had become convinced that the preservation of the monarchy was at stake. Late in the evening of 9 August, the emperor and his advisers met in the bomb shelter of the Imperial Palace.

Zenshiro Hoshina, a senior naval official, attended the conference and prepared a detailed account. With Prime Minister Suzuki presiding, each of the ministers had a chance to state their views directly to Hirohito. While Army Minister Anami tacitly threatened a coup (“civil war”), the emperor accepted the majority view that the reply to the Potsdam declaration should include only one condition not the four urged by “Big Six.” Nevertheless, the condition that Hirohito accepted was not the one that foreign minister Togo had brought to the conference. What was at stake was the definition of the kokutai (national policy). Togo’s proposal would have been generally consistent with a constitutional monarchy because it defined the kokutai narrowly as the emperor and the imperial household. What Hirohito accepted, however, was a proposal by the extreme nationalist Kiichiro Hiranuma which drew upon prevailing understandings of the kokutai: the “mythical notion” that the emperor was a living god. “This was the affirmation of the emperor’s theocratic powers, unencumbered by any law, based on Shinto gods in antiquity, and totally incompatible with a constitutional monarchy.” Thus, the Japanese response to the Potsdam declaration opposed “any demand which prejudices the prerogatives of his Majesty as a sovereign ruler.” This proved to be unacceptable to the Truman administration.[63]

76

Document 76

“Magic’ – Far East Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, no. 508, August 10, 1945

Aug 10, 1945

Source

RG 457, Summaries of Intercepted Japanese Messages (“Magic” Far East Summary, March 20, 1942 – October 2, 1945), box 7, SRS 491-547

More intercepted messages on the bombing of Hiroshima.

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Document 76A

New!

J.R. Oppenheimer to All Division Leaders, 9 August 1945

Aug 9, 1945

Source

California Institute of Technology, Archives and Special Collections, Robert F. Bacher Papers, Box 17, folder 3, Manhattan Project, Miscellaneous Documents 1943-1945 (Thanks to Barton J. Bernstein for calling attention to this document)

The day of the bombing of Nagasaki J. Robert Oppenheimer issued a statement to the North American News Alliance, a wire service of that period, responding to its request for his thoughts on the “tremendously sobering responsibilities of knowledge [of the] atomic bomb and on [the] possible beneficial rather than destructive uses.” Oppenheimer responded with a substantive and thoughtful statement, which he wrote after consulting a few colleagues, that provides insight into how he and others thought about the use of the bomb at the time: as a way to “shorten the war,” but also to stimulate recognition that the terrible danger of atomic weaponry made it imperative to avoid future wars. Oppenheimer distributed the statement to all of the Division Leaders at Los Alamos Laboratory.

The statement called attention to the belief that the use of the bomb “might help shorten the war” against Japan but “above all” to the “thought that this rather spectacular technical development, and the assured prospect of far more terrifying future developments, would force upon the people of this country, and all the war-weary peoples of the world, a recognition of how imperative it has become to avert wars in the future.” That imperative made “cooperation and understanding between nations” a “desperate necessity.” Oppenheimer hoped that “in the hands of statesmen atomic power itself could help to provide a mechanism for bringing peoples together and for establishing confidence between ·nations.” Supporting that hope was the “fact that science itself, out of which this development has been born, is one of the most universal of human efforts, and that its tendency has been to bridge the gap between cultures rather than to deepen it.”

Oppenheimer did not spell out what he meant by “the assured prospect of far more terrifying future developments” but he probably had in mind the possibility of thermonuclear weapons. In the early stages of his research on nuclear weapons, Oppenheimer had worked on the “Super”, the H-bomb project, but that went on the back-burner as the prospect of fission bombs became more tangible.

The next day the Washington Evening Star published Oppenheimer’s statement but as far as can be told it received no further media distribution, at least to newspapers with searchable databases. So far only one study of Oppenheimer has cited his statement. [63A]

Documents 77A-B: The First Japanese Offer Intercepted

77a

Document 77A

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1233 – August 10, 1945, Top Secret Ultra

Aug 10, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18

The first Japanese surrender offer was intercepted shortly before Tokyo broadcast it. This issue of the diplomatic summary also includes Togo’s account of his notification of the Soviet declaration of war, reports of Soviet military operations in the Far East, and intercepts of French diplomatic traffic.

77b

Document 77B

Translation of intercepted Japanese messages, circa 10 August 10, 1945, Top Secret Ultra

Aug 10, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18

A full translation of the surrender offer was circulated separately. The translations differ but they convey the sticking point that prevented U.S. acceptance: Tokyo’s condition that the allies not make any “demand which prejudices the prerogatives of His Majesty as a sovereign ruler.”

78

Document 78

Diary Entry, Friday, August 10, 1945, Henry Wallace Diary

Aug 10, 1945

Source

Papers of Henry A. Wallace, Special Collections Department, University of Iowa Libraries, Iowa City, Iowa (copy courtesy of Special Collections Department)

Secretary of Commerce (and former Vice President) Henry Wallace provided a detailed report on the cabinet meeting where Truman and his advisers discussed the Japanese surrender offer, Russian moves into Manchuria, and public opinion on “hard” surrender terms. With Japan close to capitulation, Truman asserted presidential control over nuclear weapons and later ordered that atomic bombs were not to be used on Japan without his “express authority from the President.” [See Document 82] Barton J. Bernstein has suggested that Truman’s comment about “all those kids” showed his belated recognition that the bomb caused mass casualties and that the target was not purely a military one.[64]

79

Document 79

Entries for 10-11 August, Robert P. Meiklejohn Diary

Aug 10, 1945

Source

W.A. Harriman Papers, Library of Congress, box 211, Robert Pickens Meiklejohn World War II Diary At London and Moscow March 10, 1941-February 14, 1946, Volume II (Privately printed, 1980 [Printed from hand-written originals]) (Reproduced with permission)

In these entries, Meiklejohn discussed how he and others in the Moscow Embassy learned about the bombing of Nagasaki from the “OWI Bulletin.” Entries for 10 and 11 August cover discussion at the Embassy about the radio broadcast announcing that Japan would surrender as long the Emperor’s status was not affected. Harriman opined that “surrender is in the bag” because of the Potsdam Declaration’s provision that the Japanese could “choose their own form of government, which would probably include the Emperor.” Further, “the only alternative to the Emperor is Communism,” implying that an official role for the Emperor was necessary to preserve social stability and prevent social revolution.

80

Document 80

Stimson Diary Entries, Friday and Saturday, August 10 and 11, 1945

Aug 10, 1945

Source

Henry Stimson Diary, Sterling Library, Yale University (microfilm at Library of Congress)

Stimson’s account of the events of 10 August focused on the debate over the reply to the Japanese note, especially the question of the Emperor’s status. The U.S. reply, drafted during the course of the day, did not explicitly reject the note but suggested that any notion about the “prerogatives” of the Emperor would be superceded by the concept that all Japanese would be “Subject to the Supreme Commander of the Allied Powers.” The language was ambiguous enough to enable Japanese readers, upon Hirohito’s urging, to believe that they could decide for themselves the Emperor’s future role. Stimson accepted the language believing that a speedy reply to the Japanese would allow the United States to “get the homeland into our hands before the Russians could put in any substantial claim to occupy and help rule it.” If the note had included specific provision for a constitutional monarchy, Hasegawa argues, it would have “taken the wind out of the sails” of the military faction and Japan might have surrendered several days earlier, on August 11 or 12 instead of August 14.[65]

81

Document 81

Entries from Walter Brown Diary, 10-11 August 1945

Aug 10, 1945

Source

Clemson University Libraries, Special Collections, Clemson, SC; Mss 243, Walter Brown Papers, box 68, folder 13, “Transcript/Draft B

Brown recounted Byrnes’ debriefing of the 10 August White House meeting on the Japanese peace offer, an account which differed somewhat from that in the Stimson diary. According to what Byrnes told Brown, Truman, Stimson, and Leahy favored accepting the Japanese note, but Byrnes objected that the United States should “go [no] further than we were willing to go at Potsdam.” Stimson’s account of the meeting noted Byrnes’ concerns (“troubled and anxious”) about the Japanese note and implied that he (Stimson) favored accepting it, but did not picture the debate as starkly as Browns’s did.

82

Document 82

General L. R. Groves to Chief of Staff George C. Marshall, August 10, 1945, Top Secret, with a hand-written note by General Marshall

Aug 10, 1945

Source

George C. Marshall Papers, George C. Marshall Library, Lexington, VA (copy courtesy of Barton J. Bernstein)

Groves informed General Marshall that he was making plans for the use of a third atomic weapon sometime after 17 August, depending on the weather. With Truman having ordered a halt to the atomic bombings [See document 78], Marshall wrote on Grove’s memo that the bomb was “not to be released over Japan without express authority from the President.”

86

Document 83

Memorandum of Conversation, “Japanese Surrender Negotiations,” August 10, 1945, Top Secret

Aug 10, 1945

Source

Library of Congress Manuscript Division, Papers of W. Averell Harriman, box 181, Chron File Aug 10-12, 1945

Japan’s prospective surrender was the subject of detailed discussion between Harriman, British Ambassador Kerr, and Soviet Foreign Minister Molotov during the evening of August 10 (with a follow-up meeting occurring at 2 a.m.). In the course of the conversation, Harriman received a message from Washington that included the proposed U.S. reply and a request for Soviet support of the reply. After considerable pressure from Harriman, the Soviets signed off on the reply but not before tensions surfaced over the control of Japan–whether Moscow would have a Supreme Commander there as well. This marked the beginning of a U.S.-Soviet “tug of war” over occupation arrangements for Japan.[66]

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Document 83A

New!

Carl Spaatz Diary, 11 August 1945

Aug 11, 1945

Source

Library of Congress, Carl Spaatz Papers.

Up to the point where Japan’s surrender began to appear more likely, General Carl Spaatz, the Commanding General of U.S. Strategic Air Forces in the Pacific, had been unsure whether an invasion could be avoided. Initially, he had opposed using the atomic bomb: “When the atomic bomb was first discussed with me in Washington I was not in favor of it just as I have never favored the destruction of cities as such with all inhabitants being killed.” But his thinking shifted when “it was pointed out to me … that the use of the atomic bomb would certainly mean that an invasion would be unnecessary and that thousands of American lives would be saved.” With his doubts about nuclear use, Spaatz may have insisted on a written order to use the weapons which he received on 24 July 1945 [See Document 60E].[66A]

Although Spaatz believed that the use of “Air Power” would have an important impact on a Japanese decision to surrender, as an organizational loyalist, he worried that an “airman is not to be represented at the peace conference – the sea and the ground will be represented.” As it turned out, Spaatz was present on the battleship Missouri at the official act of Japanese surrender on 2 September 1945.

84

Document 84

Admiral Takagi Diary Entry for 12 August [1945]

Aug 12, 1945

Source

Takashi Itoh, ed., Sokichi Takagi: Nikki to Joho [Sokichi Takagi: Diary and Documents] (Tokyo, Japan: Misuzu-Shobo, 2000), 926-927 [Translation by Hikaru Tajima]

As various factions in the government maneuvered on how to respond to the Byrnes note, Navy Minister Yonai and Admiral Takagi discussed the latest developments. Yonai was upset that Chief of Staff Yoshijiro Umezu and naval chief Suemu Toyada had sent the emperor a memorandum arguing that acceptance of the Brynes note would “desecrate the emperor’s dignity” and turn Japan into virtually a “slave nation.” The emperor chided Umezu and Toyoda for drawing hasty conclusions; in this he had the support of Yonai, who also dressed them down. As Yonai explained to Takagi, he had also confronted Naval Vice Chief Takijiro Onishi to make sure that he obeyed any decision by the Emperor. Yonai made sure that Takagi understood his reasons for bringing the war to an end and why he believed that the atomic bomb and the Soviet declaration of war had made it easier for Japan to surrender.[67]

85

Document 85

Memorandum from Major General Clayton Bissell, Assistant Chief of Staff, G-2, for the Chief of Staff, “Estimate of Japanese Situation for Next 30 Days,” August 12, 1945, Top Secret

Aug 12, 1945

Source

National Archives, RG 165, Army Operations OPD, Executive Files 1940-1945, box 12, Exec #2

Not altogether certain that surrender was imminent, Army intelligence did not rule out the possibility that Tokyo would try to “drag out the negotiations” or reject the Byrnes proposal and continue fighting. If the Japanese decided to keep fighting, G-2 opined that “Atomic bombs will not have a decisive effect in the next 30 days.” Richard Frank has pointed out that this and other documents indicate that high level military figures remained unsure as to how close Japan really was to surrender.

86

Document 86

The Cabinet Meeting over the Reply to the Four Powers (August 13)

Aug 13, 1945

Source

Gaimusho [Ministry of Foreign Affairs], ed., Shusen Shiroku [Historical Record of the End of the War] (Tokyo: Hokuyosha, 1977-1978), vol. 5, 27-35 [Translated by Toshihiro Higuchi]

The Byrnes Note did not break the stalemate at the cabinet level. An account of the cabinet debates on August 13 prepared by Information Minister Toshiro Shimamura showed the same divisions as before; Anami and a few other ministers continued to argue that the Allies threatened the kokutai and that setting the four conditions (no occupation, etc.) did not mean that the war would continue. Nevertheless, Anami argued, “We are still left with some power to fight.” Suzuki, who was working quietly with the peace party, declared that the Allied terms were acceptable because they gave a “dim hope in the dark” of preserving the emperor. At the end of the meeting, he announced that he would report to Hirohito and ask him to make another “Sacred Judgment”. Meanwhile, junior Army officers plotted a coup to thwart the plans for surrender.[68]

87

Document 87

Telephone conversation transcript, General Hull and Colonel Seaman [sic] – 1325 – 13 Aug 45, Top Secret

Aug 13, 1945

Source

George C. Marshall Library, Lexington, VA, George C. Marshall Papers (copy courtesy of Barton J. Bernstein)

While Truman had rescinded the order to drop nuclear bombs, the war was not yet over and uncertainty about Japan’s next step motivated war planner General John E. Hull (assistant chief of staff for the War Department’s Operations Division), and one of Groves’ associates, Colonel L. E. Seeman, to continue thinking about further nuclear use and its relationship to a possible invasion of Japan. As Hull explained, “should we not concentrate on targets that will be of greatest assistance to an invasion rather than industry, morale, psychology, etc.” “Nearer the tactical use”, Seaman agreed and they discussed the tactics that could be used for beach landings. In 1991 articles, Barton Bernstein and Marc Gallicchio used this and other evidence to develop the argument that concepts of tactical nuclear weapons use first came to light at the close of World War II.[69]

88

Document 88

“Magic” – Diplomatic Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, No. 1236 – August 13, 1945, Top Secret Ultra

Aug 13, 1945

Source

Record Group 457, Records of the National Security Agency/Central Security Service, “Magic” Diplomatic Summaries 1942-1945, box 18

The dropping of two atomic bombs, the tremendous destruction caused by U.S. bombing, and the Soviet declaration of war notwithstanding, important elements of the Japanese Army were unwilling to yield, as was evident from intercepted messages dated 12 and 13 August. Willingness to accept even the “destruction of the Army and Navy” rather than surrender inspired the military coup that unfolded and failed during the night of 14 August.

89

Document 89

“The Second Sacred Judgment”, August 14, 1945

Aug 14, 1945

Source

Hiroshi [Kaian) Shimomura, Shusenki [Account of the End of the War] (Tokyo, Kamakura Bunko, [1948], 148-152 [Translated by Toshihiro Higuchi]

Frightened by the rapid movement of Soviet forces into Manchuria and worried that the army might launch a coup, the peace party set in motion a plan to persuade Hirohito to meet with the cabinet and the “Big Six” to resolve the stalemate over the response to the Allies. Japan was already a day late in responding to the Byrnes Note and Hirohito agreed to move quickly. At 10:50 a.m., he met with the leadership at the bomb shelter in his palace. This account, prepared by Director of Information Shimomura, conveys the drama of the occasion (as well as his interest in shifting the blame for the debacle to the Army). After Suzuki gave the war party–Umeda, Toyoda, and Anami–an opportunity to present their arguments against accepting the Byrnes Note, he asked the emperor to speak.

Hirohito asked the leadership to accept the Note, which he believed was “well intentioned” on the matter of the “national polity” (by leaving open a possible role for the Emperor). Arguing that continuing the war would reduce the nation “to ashes,” his words about “bearing the unbearable” and sadness over wartime losses and suffering prefigured the language that Hirohito would use in his public announcement the next day. According to Bix, “Hirohito’s language helped to transform him from a war to a peace leader, from a cold, aloof monarch to a human being who cared for his people” but “what chiefly motivated him … was his desire to save a politically empowered throne with himself on it.”[70]

Hirohito said that he would make a recording of the surrender announcement so that the nation could hear it. That evening army officers tried to seize the palace and find Hirohito’s recording, but the coup failed. Early the next day, General Anami committed suicide. On the morning of August 15, Hirohito broadcast the message to the nation (although he never used the word “surrender”). A few weeks later, on September 2, 1945 Japanese representatives signed surrender documents on the USS Missouri, in Tokyo harbor.[71]

90

Document 90

“Magic” – Far East Summary, War Department, Office of Assistant Chief of Staff, G-2, no. 515, August 18, 1945

Aug 18, 1945

Source

RG 457, Summaries of Intercepted Japanese Messages (“Magic” Far East Summary, March 20, 1942 – October 2, 1945), box 7, SRS 491-547

This summary includes an intercepted account of the destruction of Nagasaki.

91

Document 91

Washington Embassy Telegram 5599 to Foreign Office, 14 August 1945, Top Secret

Aug 14, 1945

Source

The British National Archives, Records of the Foreign and Commonwealth Office, FO 800/461

With the Japanese surrender announcement not yet in, President Truman believed that another atomic bombing might become necessary. After a White House meeting on 14 August, British Minister John Balfour reported that Truman had “remarked sadly that he now had no alternative but to order an atomic bomb to be dropped on Tokyo.” [72] This was likely emotional thinking spurred by anxiety and uncertainty. Truman was apparently not considering the fact that Tokyo was already devastated by fire bombing and that an atomic bombing would have killed the Emperor, which would have greatly complicated the process of surrender. Moreover, he may not have known that the third bomb was still in the United States and would not be available for use for nearly another week.[73] As it turned out, a few hours later, at 4:05 p.m., the White House received the Japanese surrender announcement.

XII. Confronting the Problem of Radiation Poisoning

92

Document 92

P.L. Henshaw and R.R. Coveyou to H.J. Curtis and K. Z. Morgan, “Death from Radiation Burns,” 24 August 1945, Confidential

Aug 24, 1945

Source

Department of Energy Open-Net

Two scientists at Oak Ridge’s Health Division, Henshaw and Coveyou, saw a United Press report in the Knoxville News Sentinel about radiation sickness caused by the bombings. Victims who looked healthy weakened, “for unknown reasons” and many died. Lacking direct knowledge of conditions in Hiroshima and Nagasaki, Henshaw and Coveyou had their own data on the biological effects of radiation and could make educated guesses. After reviewing the impact of various atomic bomb effects–blast, heat, flash radiation (prompt effects from gamma and neutron radiation), and radiation from radioactive substances–they concluded that “it seems highly plausible that a great many persons were subjected to lethal and sub-lethal dosages of radiation in areas where direct blast effects were possibly non-lethal.” It was “probable,” therefore, that radiation “would produce increments to the death rate and “even more probable” that a “great number of cases of sub-lethal exposures to radiation have been suffered.”[74]

93

Document 93

Memorandum of Telephone Conversation Between General Groves and Lt. Col. Rea, Oak Ridge Hospital, 9:00 a.m., August 28, 1945, Top Secret

Aug 28, 1945

Source

RG 77, MED Records, Top Secret Documents, File no. 5b

Despite the reports pouring in from Japan about radiation sickness among the victims of Hiroshima and Nagasaki, General Groves and Dr. Charles Rea, a surgeon who was head of the base hospital at Oak Ridge (and had no specialized knowledge about the biological effects of radiation) dismissed the reports as “propaganda”. Unaware of the findings of Health Division scientists, Groves and Rhea saw the injuries as nothing more than “good thermal burns.”[75]

Documents 94A-B: General Farrell Surveys the Destruction

94a

Document 94A

Cable CAX 51813 from USS Teton to Commander in Chief Army Forces Pacific Administration, From Farrell to Groves, September 10, 1945, Secret

Sep 10, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 17, Envelope B

See description of document 94B

94b

Document 94B

Cable CAX 51948 from Commander in Chief Army Forces Pacific Advance Yokohoma Japan to Commander in Chief Army Forces Pacific Administration, September 14, 1945, Secret

Sep 14, 1945

Source

RG 77, Tinian Files, April-December 1945, box 17, Envelope B

A month after the attacks Groves’ deputy, General Farrell, traveled to Japan to see for himself the destruction of Hiroshima and Nagasaki. His vivid account shows that senior military officials in the Manhattan Project were no longer dismissive of reports of radiation poisoning. As Farrell observed in his discussion of Hiroshima, “Summaries of Japanese reports previously sent are essentially correct, as to clinical effects from single gamma radiation dose.” Such findings dismayed Groves, who worried that the bomb would fall into a taboo category like chemical weapons, with all the fear and horror surrounding them. Thus, Groves and others would try to suppress findings about radioactive effects, although that was a losing proposition.[76]

ebb 900 doc 94c

Document 94C

New!

“Report on Overseas Operations Atomic Bomb,” by Brigadier General T. F. Farrell, n.d. [circa September 15, 1945], Secret

Sep 15, 1945

Source

RG 77, Reports Pertaining to the Effects of the Atomic Bomb,1945-1946

Drawing on his messages on the effects of the bomb on Hiroshima and Nagasaki [Documents 94A and B], Groves’ deputy, Brig. Gen. Farrell, prepared a longer report on the atomic bombing operations. Beginning with an account of the conference on Guam with General Curtis LeMay on operational issues, including targets and numbers of aircraft, Farrell reviewed the final preparations for the bombings. He then recounted the bombing of Hiroshima and assessed the photographic evidence.

Farrell reported that, after the Hiroshima bombing, he and others recommended further review of targets with a revision of the target list to “include several large cities,” including the Tokyo region “because of its great psychological value.” With the ending of the war in a few days, the recommendation became unnecessary.

Farrell provided details on the propaganda campaign launched after the bombing of Hiroshima, including short-wave broadcasts and Japanese language leaflets and newspapers. The Air Force’s plan included the dropping of over 16 million leaflets on 47 cities, with six million dropped before the Japanese negotiated for surrender.

The account of the atomic strike against Nagasaki included its “difficulties,” notably the cloud cover over the prime target, Kokura, and the decision to strike Nagasaki on the return flight to Iwo Jima. According to Farrell, the bombardier had a view of the target for a “few brief seconds,” with the bomb “released and detonated in the center of the highly industrialized region of Nagasaki.” Nevertheless, the Nagasaki bomb was some three quarters of a mile off target.”

The second half of Farrell’s report recounts his visits to Hiroshima and Nagasaki, including comparisons of their destruction. In that connection, he changed, or removed, language in his earlier report on Nagasaki, which included suggestive information on possible radiation effects [See Document 94B]. The sentence that appears in the telegram as: “The Japanese official reported that anyone who entered the blast area after the explosion has become sick,” was worded in the report as “no one.” The following sentence appeared in the telegram but not in the report: “The Japanese report a considerable number have died in September who did not seem to be wounded originally.” Removing such findings was consistent with the approach that Farrell had taken in his interactions with U.S. medical experts in Japan, to whom he wanted to prove that the bombs caused no radioactivity.[76A]

XIII. Eisenhower and McCloy’s Views on the Bombings and Atomic Weapons

95

Document 95

Entry for 4 October 1945, Robert P. Meiklejohn Diary

Oct 4, 1945

Source

W.A. Harriman Papers, Library of Congress, box 211, Robert Pickens Meiklejohn World War II Diary At London and Moscow March 10, 1941-February 14, 1946, Volume II (Privately printed, 1980 [Printed from hand-written originals]) (Reproduced with permission)

In this entry written several months later, Meiklejohn shed light on what much later became an element of the controversy over the Hiroshima-Nagasaki bombings: whether any high level civilian or military officials objected to nuclear use. Meiklejohn recounted Harriman’s visit in early October 1945 to the Frankfurt-area residence of General Dwight Eisenhower, who was finishing up his service as Commanding General, U.S. Army, European Theater. It was Meiklejohn’s birthday and during the dinner party, Eisenhower and McCloy had an interesting discussion of atomic weapons, which included comments alluding to scientists’ statements about what appears to be the H-bomb project (a 20 megaton weapon), recollection of the early fear that an atomic detonation could burn up the atmosphere, and the Navy’s reluctance to use its battleships to test atomic weapons. At the beginning of the discussion, Eisenhower made a significant statement: he “mentioned how he had hoped that the war might have ended without our having to use the atomic bomb.” The general implication was that prior to Hiroshima-Nagasaki, he had wanted to avoid using the bomb.

Some may associate this statement with one that Eisenhower later recalled making to Stimson. In his 1948 memoirs (further amplified in his 1963 memoirs), Eisenhower claimed that he had “expressed the hope [to Stimson] that we would never have to use such a thing against an enemy because I disliked seeing the United States take the lead in introducing into war something as horrible and destructive as this new weapon was described to be.” That language may reflect the underlying thinking behind Eisenhower’s statement during the dinner party, but whether Eisenhower used such language when speaking with Stimson has been a matter of controversy. In later years, those who knew both thought it unlikely that the general would have expressed misgivings about using the bomb to a civilian superior. Eisenhower’s son John cast doubts about the memoir statements, although he attested that when the general first learned about the bomb he was downcast.

Stimson’s diary mentions meetings with Eisenhower twice in the weeks before Hiroshima, but without any mention of a dissenting Eisenhower statement (and Stimson’s diaries are quite detailed on atomic matters). The entry from Meiklejohn’s diary does not prove or disprove Eisenhower’s recollection, but it does confirm that he had doubts which he expressed only a few months after the bombings. Whether Eisenhower expressed such reservations prior to Hiroshima will remain a matter of controversy.[77]

96

Document 96

President Harry S. Truman, Handwritten Remarks for Gridiron Dinner, circa 15 December 1945

Dec 15, 1945

Source

Harry S. Truman Library, President’s Secretary’s Files, Speech Files, 1945-1953, copy on U.S. National Archives Web Site

On 15 December, President Truman spoke about the atomic bombings in his speech at the annual dinner of the Gridiron Club, organized by bureau chiefs and other leading figures of print media organizations. [78] Besides Truman, guests included New York Governor Thomas Dewey (Republican presidential candidate in 1944 and 1948), foreign ambassadors, members of the cabinet and the Supreme Court, the military high command, and various senators and representatives. The U.S. Marine Band provided music for the dinner and for the variety show that was performed by members of the press.[79]

In accordance with the dinner’s rules that “reporters are never present,” Truman’s remarks were off-the record. The president, however, wrote in long-hand a text that that might approximate what he said that evening. Pages 12 through 15 of those notes refer to the atomic bombing of Japan:

“You know the most terrible decision a man ever had to make was made by me at Potsdam. It had nothing to do with Russia or Britain or Germany. It was a decision to loose the most terrible of all destructive forces for the wholesale slaughter of human beings. The Secretary of War, Mr. Stimson, and I weighed that decision most prayerfully. But the President had to decide. It occurred to me that a quarter of a million of the flower of our young manhood was worth a couple of Japanese cities, and I still think that they were and are. But I couldn’t help but think of the necessity of blotting out women and children and non-combatants. We gave them fair warning and asked them to quit. We picked a couple of cities where war work was the principle industry, and dropped bombs. Russia hurried in and the war ended.”

Truman characterized the Potsdam Declaration as a “fair warning,” but it was an ultimatum. Plainly he was troubled by the devastation and suffering caused by the bombings, but he found it justifiable because it saved the lives of U.S. troops. His estimate of 250,000 U.S. soldiers spared far exceeded that made by General Marshall in June 1945, which was in the range of 31,000 (comparable to the Battle of Luzon) [See Document 26]. By citing an inflated casualty figure, the president was giving a trial run for the rationale that would become central to official and semi-official discourse about the bombings during the decades ahead.[80]

Despite Truman’s claim that he made “the most terrible” decision at Potsdam, he assigned himself more responsibility than the historical record supports. On the basic decision, he had simply concurred with the judgments of Stimson, Groves, and others that the bomb would be used as soon as it was available for military use. As for targeting, however, he had a more significant role. At Potsdam, Stimson raised his objections to targeting Japan’s cultural capital, Kyoto, and Truman supported the secretary’s efforts to drop that city from the target list [See Documents 47 and 48].[81]

Where he had taken significant responsibility was by making a decision to stop the atomic bombings just before the Japanese surrender, thereby asserting presidential control over nuclear weapons

Notes

[1]. The World Wide Web includes significant documentary resources on these events. The Truman Library has published a helpful collection of archival documents, some of which are included in the present collection. A collection of transcribed documents is Gene Dannen’s “Atomic Bomb: Decision.” For a print collection of documents, see Dennis Merrill ed., Documentary History of the Truman Presidency: Volume I: The Decision to Drop the Atomic Bomb on Japan (University Publications of America, 1995). A more recent collection of documents, along with a bibliography, narrative, and chronology, is Michael Kort’s The Columbia Guide to Hiroshima and the Bomb (New York: Columbia University Press, 2007). An important on-line collection focuses on the air-raids of Japanese cities and bases, providing valuable context for the atomic attacks.

[2]. For the early criticisms and their impact on Stimson and other former officials, see Barton J. Bernstein, “Seizing the Contested Terrain of Early Nuclear History: Stimson, Conant, and Their Allies Explain the Decision to Use the Atomic Bomb,” Diplomatic History 17 (1993): 35-72, and James Hershberg, James B. Conant: Harvard to Hiroshima and the Making of the Nuclear Age (Stanford, Stanford University Press, 1995), 291-301. For Stimson’s article, see “The Decision to Use the Atomic Bomb,” Harper’s 194 (February 1947): 97-107. Social critic Dwight MacDonald published trenchant criticisms immediately after Hiroshima-Nagasaki; see Politics Past: Essays in Political Criticism (New York: Viking, 1972), 169-180.

[3]. The proposed script for the Smithsonian exhibition can be seen at Philipe Nobile,Judgment at the Smithsonian (New York: Matthews and Company, 1995), pp. 1-127. For reviews of the controversy, see Barton J. Bernstein, “The Struggle Over History: Defining the Hiroshima Narrative,” ibid., 128-256, and Charles T. O’Reilly and William A. Rooney, The Enola Gay and The Smithsonian (Jefferson, NC: McFarland and Company, 2005).

[4]. For the extensive literature, see the references in J. Samuel Walker, Prompt and Utter Destruction: Truman and the Use of Atomic Bombs against Japan, Third Edition (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2016) at 131-136, as well as Walker’s, “Recent Literature on Truman’s Atomic Bomb Decision: A Search for Middle Ground,” Diplomatic History 29 (April 2005): 311-334. For more recent contributions, see Sean Malloy, Atomic Tragedy: Henry L. Stimson and the Decision to Use the Bomb Against Japan (Ithaca: Cornell University Press, 2008), Andrew Rotter, Hiroshima: The World’s Bomb (New York: Oxford, 2008), Campbell Craig and Sergey Radchenko, The Atomic Bomb and the Origins of the Cold War (New Haven, Yale University Press, 2008), Wilson D. Miscamble, The Most Controversial Decision: Truman, the Atomic Bombs, and the Defeat of Japan (New York: Cambridge University Press, 2011). Also important to take into account is John Dower’s extensive discussion of Hiroshima/Nagasaki in context of the U.S. fire-bombings of Japanese cities in Cultures of War: Pearl Harbor/Hiroshima/9-11/Iraq (New York, W. Norton, 2010), 163-285.

[5]. The editor particularly benefited from the source material cited in the following works: Robert S. Norris, Racing for the Bomb: General Leslie S. Groves, The Manhattan Project’s Indispensable Man (South Royalton, VT: Steerforth Press, 2002); Gar Alperovitz, The Decision to Use the Bomb and the Architecture of an American Myth (New York: Alfred E. Knopf, 1995); Richard B. Frank, Downfall: The End of the Imperial Japanese Empire (New York: Random House, 1999), Martin Sherwin, A World Destroyed: Hiroshima and the Origins of the Arm Race (New York, Vintage Books, 1987), and as already mentioned, Hasegawa’s Racing the Enemy: Stalin, Truman, and the Surrender of Japan (Cambridge, Harvard University Press, 2005). Barton J. Bernstein’s numerous articles in scholarly publications (many of them are listed in Walker’s assessment of the literature) constitute an invaluable guide to primary sources. An article that Bernstein published in 1995, “The Atomic Bombings Reconsidered,” Foreign Affairs 74 (1995), 135-152, nicely summarizes his thinking on the key issues.   Noteworthy publications since 2015 include Michael D. Gordin and G. John Ikenberry, eds., The Age of Hiroshima (Princeton: Princeton University Press, 2020), especially Alex Wellerstein’s essay, «The Kyoto Misconception: What Truman Knew, Didn’t Know, About Hiroshima,» at 34-54; Sheldon Garon, “On the Transnational Destruction of Cities: What Japan and the United States Learned from the Bombing of Britain and Germany in the Second World War,” Past and Present 247 (2020): 235-271; Katherine E. McKinney, Scott Sagan, and Allen S. Weiner, “Why the Atomic Bombing of Hiroshima Would Be Illegal Today,” The Bulletin of the Atomic Scientists 76 (2020); Gregg Mitchell, The Beginning or the End: How Hollywood and America Learned  to Stop Worrying and Love the Bomb (New York: The New Press, 2020); Steve Olson, The Apocalypse Factory: Plutonium and the Making of the Atomic Age (New York: W.W. Norton, 2020); Neil J. Sullivan, The Prometheus Bomb: The Manhattan Project and Government in the Dark  (Lincoln, NE: University of Nebraska Press/Potomac Books, 2016); Alex Wellerstein; Restricted Data: The History of Nuclear Secrecy in the United States, (Chicago: University of Chicago Press, forthcoming, 2020), a memoir by a Hiroshima survivor, Taniguchi Sumitero, The Atomic  Bomb on My Back: A Life Story of Survival and Activism (Montpelier, VT: Rootstock Publishing, 2020), and a collection of interviews, Cynthia C. Kelly, ed., The Manhattan Project: The Birth of the Atomic Bomb in the Words of Its Creators, Eyewitnesses, and Historians (Black Dog & Leventhal, 2020). A significant recent study is Richard Overy’s Rain of Ruin: Tokyo, Hiroshima, and the Surrender of Japan (New York: W.W. Norton, 2025).  Raising useful questions about Japan’s surrender is Sheldon Garon’s «Operation STARVATION 1945:  A Transnational History of Blockades and the Defeat of Japan,» The International History Review 46 (2024): 535-550.

[6]. Malloy (2008), 49-50. For more on the Uranium Committee, the decision to establish the S-1 Committee, and the overall context, see James G. Hershberg, James B. Conant: Harvard to Hiroshima and the Making of the Nuclear Age (Stanford, Stanford University Press, 1995), 140-154.

[7]. Sean Malloy, “`A Very Pleasant Way to Die’: Radiation Effects and the Decision to Use the Atomic Bomb against Japan,” Diplomatic History 36 (2012), especially 523. For an important study of how contemporary officials and scientists looked at the atomic bomb prior to first use in Japan, see Michael D. Gordin, Five Days in August: How World War II Became a Nuclear War (Princeton: Princeton University Press, 2007).

[8]. Norris, 169.

[9]. Malloy (2008), 57-58.

[9A] .  Manfred Popp, “Why Hitler Did Not Have Atomic Bombs,” Journal of Nuclear Engineering  2 (2021), 9–27, and Manfred Popp and Piet de Klerk, “The Peculiarities of the German Uranium Project (1939–1945),” Journal of Nuclear Engineering 4 (2023): 634-653

[10]. See also Norris, 362.

[10A] .  Both Al Christman in Target Hiroshima: Deak Parsons and the Creation of the Atomic Bomb (Annapolis: Naval Institute Press, 1998), 158-159 and Sean Malloy in “‘The Rules of Civilized Warfare’: Scientists, Soldiers, Civilians, and American Nuclear Targeting, 1940-1945,” Journal of Strategic Studies 30 (2007), 489-490, cite and quote the Parsons memorandum, but they attribute it to a William Sterling Parsons collection at the Library of Congress, where it cannot be found, although a copy shows up in the Oppenheimer papers as noted.

[11]. For discussion of the importance of this memorandum, see Sherwin, 126-127, and Hershberg, James B. Conant, 203-207.

[12]. Alperovitz, 662; Bernstein (1995), 139; Norris, 377.

[13]. Quotation and statistics from Thomas R. Searle, “`It Made a Lot of Sense to Kill Skilled Workers’: The Firebombing of Tokyo in March 1945, The Journal of Military History 55 (2002):103. More statistics and a detailed account of the raid is in Ronald Schaffer, Wings of Judgment: American Bombing in World War II (New York: Oxford University Press, 1985), 130-137.

[14]. Searle, “`It Made a Lot of Sense to Kill Skilled Workers,’” 118. For detailed background on the Army Air Forces’ incendiary bombing planning, see Schaffer (1985) 107-127. On Stimson, see Schaffer (1985), 179-180 and Malloy (2008), 54. For a useful discussion of the firebombing of Tokyo and the atomic bombings, see Alex Wellerstein, “Tokyo vs. Hiroshima,” Restricted Data: The Nuclear Secrecy Blog22 September 2014

[15]. See for example, Bernstein (1995), 140-141.

[16]. For useful discussion of this meeting and the other Target Committee meetings, see Norris, 382-386.

[17]. Malloy, “A Very Pleasant Way to Die,” 531-534.

[18]. Schaffer, Wings of Judgment, 143-146.

[19]. Alperovitz argues that the possibility of atomic diplomacy was central to the thinking of Truman and his advisers, while Bernstein, who argues that Truman’s primary objective was to end the war quickly, suggests that the ability to “cow other nations, notably the Soviet Union” was a “bonus” effect. See Bernstein (1995), 142.

[20]. Alperovitz, 147; Robert James Maddox, Weapons for Victory: The Hiroshima Decision Fifty Years Later (Columbia: University of Missouri Press, 1995), 52; Gabiel Kolko, The Politics of War: The World and United States Foreign Policy, 1943-1945 (New York: Pantheon Books, 1990), 421-422. As Alperovitz notes, the Davies papers include variant diary entries and it is difficult to know which are the most accurate.

[21]. Malloy (2008), 112

[21A]. Vincent Jones, Manhattan: The Army and the Atomic Bomb (Washington, D.C.: U.S. Army Center of Military History, 1985), 529.

[22]. Bernstein (1995), 146. See also Barton J. Bernstein, “Looking Back: Gen. Marshall and the Atomic Bombing of Japanese Cities,” Arms Control Today, November 2015.

[23]. Bernstein (1995), 144. See also Malloy (2008), at 116-117, including the argument that 1) Stimson was deceiving himself by accepting the notion that a “vital war plant …surrounded by workers’ houses” was a legitimate military target, and 2) that Groves was misleading Stimson by withholding the Target Committee’s conclusions that the target would be a city center.

[24]. Walker (2005), 320.

[25]. Frank Costigliola, France and the United States: The Cold Alliance Since World War II (New York, Twayne, 1992), 38-39.

[26]. Barton J. Bernstein, Introduction to Helen S. Hawkins et al. editors, Toward a Livable World: Leo Szilard and the Crusade for Nuclear Arms Control (Cambridge: MIT Press, 1987), xxx-xxv; Sherwin, 210-215.

[27]. Herbert P. Bix, Hirohito and the Making of Modern Japan (New York: HarperCollins Publishers, 2000), 523.

[28]. Walker (2005), 319-320.

[29]. For a review of the debate on casualty estimates, see Walker (2005), 315, 317-318, 321, 323, and 324-325.

[30]. Hasegawa, 105; Alperovitz, 67-72; Forrest Pogue, George C. Marshall: Statesman, 1945-1959 (New York: Viking, 1987), 18. Pogue only cites the JCS transcript of the meeting; presumably, an interview with a participant was the source of the McCloy quote.

[31]. Alperovitz, 226; Bernstein, “Understanding the Atomic Bomb and the Japanese Surrender,” Diplomatic History 19 (1995), 237, note 22.

[32]. Malloy (2008), 123-124.

[33]. Alperovitz, 242, 245; Frank, 219.

[34]. Malloy (2008), 125-127.

[35]. Bernstein, introduction, Toward a Livable World, xxxvii-xxxviii.

[36]. “Magic” summaries for post-August 1945 remain classified at the National Security Agency. Information from the late John Taylor, National Archives. For background on Magic and the “Purple” code, see John Prados, Combined Fleet Decoded: The Secret History of American Intelligence and the Japanese Navy in World War II ( New York: Random House, 1995), 161-172 and David Kahn, The Codebreakers: The Story of Secret Writing (New York: Scribner, 1996), 1-67.

[37]. Alperovitz, 232-238.

[38]. Maddox, 83-84; Hasegawa, 126-128. See also Walker (2005), 316-317.

[39]. Hasegawa, 28, 121-122.

[40]. Peter Grose, Gentleman Spy: The Life of Allen Dulles (Boston: Houghton Mifflin, 1994), 170-174, 248-249.

[41]. David Holloway, “Barbarossa and the Bomb: Two Cases of Soviet Intelligence in World War II,” in Jonathan Haslam and Karina Urbach, eds., Secret Intelligence in the European States System, 1918-1989 (Stanford: Stanford University Press, 2014), 63-64. For the inception of the Soviet nuclear program and the role of espionage in facilitating it, see Holloway, Stalin and the Bomb (New Haven, Yale University Press, 1994).

[42]. For the distances, see Norris, 407.

[43]. For on-line resources on the first atomic test.

[43A] .  So far solely mentioned in Robert S. Norris, Racing for the Bomb: General Leslie R. Groves, The Manhattan Project’s Indispensable Man (Steerforth Press, South Royalton, VT, 2002), 413-416.

[43B] .  Lillian Hoddeson et al., Critical Assembly: A Technical History of Los Alamos During the Oppenheimer Years, 1943- 1945 (New York: Cambridge University Press, 1992), 377.

[43C] .  Norris, Racing for the Bomb: General Leslie R. Groves), pp. 413–416 and endnotes.

[43D] .  James B. Hershberg, James B. Conant: Harvard to Hiroshima and the Making of the Nuclear Age (New York: Knopf, 1993), 232. In preceding years, others had raised the possibility of an atomic explosion setting the atmosphere on fire; see Alex Wellerstein, “Cleansing Thermonuclear Fire,” Restricted Data, 29 June 2018.

[43E] .  David A. Rosenberg, “The Origins of Overkill: Nuclear Weapons and American Strategy, 1945-1960,” International Security 7 (1983): 24; B. Cameron Reed, “Composite Cores and Tamper Yield: Lesser-known Aspects of Manhattan Project Fission Bombs,” American Journal of Physics 88 (2020): 108-114.

[44]. Bernstein’s detailed commentary on Truman’s diary has not been reproduced here except for the opening pages where he provides context and background.

[45]. Frank, 258; Bernstein (1995), 147; Walker (2005), 322. See also Alex Wellerstein’s “The Kyoto Misconception

[46]. Maddox, 102; Alperovitz, 269-270; Hasegawa, 152-153.

[47]. Hasegawa, 292.

[48]. Bernstein, “Understanding the Atomic Bomb and the Japanese Surrender,” Diplomatic History 19 (1995), 146-147; Alperovitz, 415; Frank, 246.

[49]. Alperovitz, 392; Frank, 148.

[50]. Alperovitz, 281-282. For Davies at Potsdam, see Elizabeth Kimball MacLean, Joseph E. Davies: Envoy to the Soviets (Westport, CT: Praeger, 1992), 151-166

[51]. Hasegawa, 168; Bix, 518.

[52]. Bix, 490, 521.

[53]. Alperovitz, 415; Frank, 246.

[54]. Frank, 273-274; Bernstein, “The Alarming Japanese Buildup on Southern Kyushu, Growing U.S. Fears and Counterfactual Analysis: Would the Planned November 1945 Invasion of Southern Kyushu Have Occurred?” Pacific Historical Review 68 (1999): 561-609.

[55]. Maddox, 105.

[56]. Barton J. Bernstein, «‘Reconsidering the ‘Atomic General’: Leslie R. Groves,» The Journal of Military History 67 (July 2003): 883-920. See also Malloy, “A Very Pleasant Way to Die,” 539-540.

[57]. For casualty figures and the experience of people on the ground, see Frank, 264-268 and 285-286, among many other sources. Drawing on contemporary documents and journals, Masuji Ibuse’s novel Black Rain (Tokyo, Kodansha, 1982) provides an unforgettable account of the bombing of Hiroshima and its aftermath. For early U.S. planning to detonate the weapon at a height designed to maximize destruction from mass fires and other effects, see Alex Wellerstein, “The Height of the Bomb.”

[58]. Sadao Asada, “The Shock of the Atomic Bomb and Japan’s Decision to Surrender: A Reconsideration,” Pacific Historical Review 67 (1998): 101-148; Bix, 523; Frank, 348; Hasegawa, 298. Bix appears to have moved toward a position close to Hasegawa’s; see Bix, “Japan’s Surrender Decision and the Monarchy: Staying the Course in an Unwinnable War,” Japan Focus . For emphasis on the “shock” of the atomic bomb, see also Lawrence Freedman and Saki Dockrill, “Hiroshima: A Strategy of Shock,” in Saki Dockrill, ed., From Pearl Harbor to Hiroshima : the Second World War in Asia and the Pacific, 1941-1945 (New York, St. Martin’s Press, 1994), 191-214. For more on the debate over Japan’s surrender, see Hasegawa’s important edited book, The End of the Pacific War: A Reappraisal (Stanford: Stanford University Press, 2007), with major contributions by Hasegawa, Holloway, Bernstein, and Hatano.

[59]. Melvyn P. Leffler, “Adherence to Agreements: Yalta and the Experiences of the Early Cold War,” International Security 11 (1986): 107; Holloway, “Barbarossa and the Bomb,” 65.

[59A]. For more on these developments, see Asada, «The Shock of the Atomic Bomb and Japan’s Decision to Surrender: A Reconsideration,» 486-488.

[60]. Hasegawa, 191-192.

[60A] .  Cited and discussed in Walker, Prompt and Utter Destruction, at pages 74 and 85.

[60B] .  For a review of casualty estimates, see Alex Wellerstein “Counting the Dead at Hiroshima and Nagasaki,” The Bulletin of the Atomic Scientists, 4 August 2020 at https://thebulletin.org/2020/08/counting-the-dead-at-hiroshima-and-nagasaki/

[61]. Frank, 286-287; Sherwin, 233-237; Bernstein (1995), 150; Maddox, 148.

[62]. The Supreme War Council comprised the prime minister, foreign minister, army and navy ministers, and army and navy chiefs of staff; see Hasegawa, 72.

[63]. For the maneuverings on August 9 and the role of the kokutai, see Hasegawa, 3-4, 205-214

[63A].  Barton J. Bernstein in “The Flawed and Unexamined History of Christopher Nolan’s ‘Oppenheimer’: Science, Scientists, Nuclear Weapons, and Politics,” Journal of Cold War Studies 26 (2024): 223-224.  For Oppenheimer and the “Super” in 1942, see pages 224-225. See also Bernstein, “Christopher Nolan’s Forthcoming ‘Oppenheimer’ Movie: A Historian’s Questions, Worries, and Challenges,” Washington Decoded, 11 July 2023.  A file on the North American News Alliance in box 286 of the Oppenheimer papers at the Library of Congress includes correspondence with Alliance editors but no information on the statement’s distribution.

[64]. For Truman’s recognition of mass civilian casualties, see also his letter to Senator Richard Russell, 9 August 1945.

[65]. Hasegawa, 295.

[66]. For “tug of war,” see Hasegawa, 226-227.

[66A] .  Ronald Schaffer, Wings of Judgement: American Bombing in World War II (New York: Oxford University Press, 1985), 147.

[67]. Hasegawa, 228-229, 232.

[68]. Hasegawa, 235-238.

[69]. Barton J. Bernstein, “Eclipsed by Hiroshima and Nagasaki: Early Thinking about Tactical Nuclear Weapons,” International Security 15 (Spring 1991): 149-173; Marc Gallicchio, “After Nagasaki: General Marshall’s Plans for Tactical Nuclear Weapons in Japan,” Prologue 23 (Winter 1991): 396-404. Letters from Robert Messer and Gar Alperovitz, with Bernstein’s response, provide insight into some of the interpretative issues. “Correspondence,” International Security 16 (Winter 1991/1992): 214-221.

[70]. Bix, “Japan’s Surrender Decision and the Monarchy: Staying the Course in an Unwinnable War,” Japan Focus.

[71]. For Hirohito’ surrender speech–the actual broadcast and a translation–see Japan Times, August 2015.

[72]. Cited by Barton J. Bernstein, “Eclipsed by Hiroshima and Nagasaki: Early Thinking About Tactical Nuclear Weapons,” International Security 15 (1991) at page 167. Thanks to Alex Wellerstein for the suggestion and the archival link.

[73]. For further consideration of Tokyo and more likely targets at the time, see Alex Wellerstein, “Neglected Niigata,” Restricted Data: The Nuclear Secrecy Blog, 9 October 2015.

[74]. See Malloy, “A Very Pleasant Way to Die,” 541-542.

[75]. For Groves and the problem of radiation sickness, see Norris, 339-441, Bernstein, “Reconsidering the ‘Atomic General’: Leslie R. Groves,” Journal of Military History 67 (2003), 907-908, and Malloy, “A Very Pleasant Way to Die,” 513-518 and 539-542

[76]. See Janet Farrell Brodie, “Radiation Secrecy and Censorship after Hiroshima and Nagasaki,” The Journal of Social History 48 (2015): 842-864.

[76A] .  On Farrell’s public relations concerns, see Nolan, Atomic Doctors, at page 86.

[77]. For Eisenhower’s statements, see Crusade in Europe (Garden City: Doubleday, 1948), 443, and Mandate for Change (Garden City: Doubleday, 1963), 312-313. Barton J. Bernstein’s 1987 article, “Ike and Hiroshima: Did He Oppose It?” The Journal of Strategic Studies 10 (1987): 377-389, makes a case against relying on Eisenhower’s memoirs and points to relevant circumstantial evidence. For a slightly different perspective, see Malloy (2007), 138

[78]. Cited in Barton J. Bernstein, “Truman and the A-Bomb: Targeting Noncombatants, Using the Bomb, and His Defending the «Decision,” The Journal of Military History 62 (1998), at page 559. Thanks to Alex Wellerstein for the suggestion and the archival link.

[79]. “Truman Plays Part of Himself in Skit at Gridiron Dinner,” and “List of Members and Guests at the Gridiron Show,” The Washington Post, 16 December 1945.

[80]. For varied casualty figures cited by Truman and others after the war, see Walker, Prompt and Utter Destruction: Truman and the Use of Atomic Bombs Against Japan, 101-102.

[81]. See also ibid., 59.


Uribe condenado

Primera condena penal de un exjefe de Estado colombiano
Documentos desclasificados detallan los presuntos vínculos de Uribe con paramilitares y narcotraficantes

Washington, D.C., 29 de julio de 2025 – En una decisión histórica, Álvaro Uribe Vélez se convirtió ayer en el primer expresidente de Colombia en ser declarado culpable de un delito, un fallo histórico que podría allanar el camino para su procesamiento por violaciones más graves. Si bien la condena es por secuestro y fraude procesal, el núcleo del prolongado caso gira en torno al presunto apoyo de Uribe a grupos paramilitares y narcotraficantes responsables de masacres y otros actos de violencia.

El lunes, el expresidente, senador y gobernador del departamento de Antioquia fue condenado por intentar secuestrar a un testigo paramilitar para alterar el testimonio perjudicial que lo incriminaba, un delito grave que podría llevar al expresidente de 73 años a prisión durante una década o más. Con su culpabilidad ahora establecida por el tribunal, parece un momento oportuno para revisar cómo Estados Unidos evaluó las numerosas acusaciones que se han presentado contra Uribe a lo largo de los años.

La primera revelación importante del Archivo de Seguridad Nacional sobre Uribe se produjo hace más de 20 años con la publicación de un informe desclasificado de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) de Estados Unidos, de 1991, sobre «Narcotraficantes Colombianos Importantes». En la página 10, junto al capo de la cocaína Pablo Escobar y el traficante internacional de armas Adnan Khashoggi, aparece «Álvaro Uribe Vélez», identificado como «un político y senador colombiano dedicado a colaborar con el Cártel de Medellín en las altas esferas del gobierno». Uribe es descrito como «un amigo íntimo de Pablo Escobar» que ha «trabajado para el Cártel de Medellín».

Los medios de comunicación estadounidenses y colombianos informaron ampliamente sobre el informe de la DIA que vinculaba a Uribe con Escobar, y solicitudes posteriores amparadas en la Ley de Libertad de Información revelaron posteriormente que la noticia llegó a las más altas esferas del Pentágono. El memorando de septiembre de 2004 dirigido al secretario de Defensa Donald Rumsfeld por Peter Rodman, uno de sus principales asesores, informaba al jefe del Pentágono que «un informe de inteligencia militar estadounidense de 1991, recientemente desclasificado, vinculaba al presidente colombiano Uribe con narcotraficantes, específicamente con Pablo Escober, jefe del Cártel de Medellín». Si bien Rodman se mostró escéptico sobre los supuestos vínculos de Uribe con Escobar, escribió que «es casi seguro que Uribe tuvo tratos con los paramilitares (AUC) mientras era gobernador de Antioquia; es algo propio del cargo».

A pesar de las dudas de Rodman, una colección de documentos desclasificados del Departamento de Estado, publicados por el Archivo de Seguridad Nacional en 2018 (y también publicados en el New York Times), muestra que durante años los diplomáticos estadounidenses albergaron serias preocupaciones sobre los vínculos de Uribe con el narcotráfico, incluyéndolo, por ejemplo, en un cable que identificaba a presuntos «narcopolíglotas» colombianos. En otro caso, un aliado de Uribe declaró a la Embajada que los infames hermanos Ochoa Vásquez, cofundadores del Cártel de Medellín, habían «financiado» la campaña de Uribe al Senado. En otro cable, el embajador de Estados Unidos en Colombia, Morris Busby, quien coordinó los esfuerzos de Estados Unidos para ayudar a Colombia a derrocar a Pablo Escobar, afirmó creer que los rumores de que Uribe y otros políticos tenían vínculos con el narcotráfico eran «fundamentados».

Un relato algo más vívido de la Embajada de Estados Unidos en Colombia en 1997 cuenta la historia de Jorge Valencia Cardona, dentista, ganadero y diputado suplente del Congreso, quien en ese momento representaba a una zona rural del oriente de Antioquia, sede del Bloque Metro de las AUC y la hacienda «Guacharacas» de la familia Uribe.

Aunque representaban a partidos políticos rivales, Valencia afirmó admirar al entonces gobernador Uribe por su línea dura contra la guerrilla y su firme apoyo a las milicias «Convivir», respaldadas por el gobierno. Valencia también afirmó que Uribe formaba parte de un grupo de ganaderos que pagaban a paramilitares para que persiguieran a la guerrilla, según el cable.

Según Valencia, Uribe apoya firmemente a las Convivir y odia a la guerrilla, en parte porque esta última asesinó a su padre. Uribe tiene vínculos con ganaderos locales y otros terratenientes, y él mismo era ganadero. Estos terratenientes, a su vez, pagan a paramilitares para que persigan a la guerrilla.

El congresista declaró a la Embajada que algunas de las Convivir locales respaldadas por Uribe «probablemente cooperaban activamente con los paramilitares» y les pasaban información a ellos en lugar de al Ejército colombiano. Valencia «dibujó un diagrama para mostrar la red de relaciones entre el gobernador, las Convivir, los terratenientes, los paramilitares y la guerrilla».

Recalcando su argumento, Valencia describió un desgarrador encuentro con paramilitares que amenazaron con matarlo cuando no pudo proporcionar la información que querían. “Lo que lo salvó”, según el cable, “fueron unos documentos en su maletín que demostraban que conocía al gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez”.

“Diciendo: ‘Ah, ¿conocen a El Viejo?’, sus captores lo liberaron y no lo han vuelto a molestar desde entonces”, según el relato de Valencia, quien usó un apodo para Uribe que significa “el viejo”.

Curiosamente, “El Viejo” es el mismo apodo que utilizó Carlos Eduardo López, confidente de Uribe, para referirse al expresidente en su comunicación interceptada con Juan Guillermo Monsalve, el paramilitar encarcelado cuyo testimonio, y los esfuerzos de Uribe por sobornarlo, son los elementos centrales del caso actual.

Relatos como el de Valencia se sustentan en los recuerdos de testigos presenciales que afirmaron que la hacienda de la familia Uribe era la base operativa de un grupo paramilitar letal. Testimonios clave en ese caso fueron revisados por el New York Times y el Archivo de Seguridad Nacional en 2018.

Los críticos de Uribe celebraron la condena y esperan que la primera condena penal de un presidente colombiano allane el camino para que Uribe sea responsabilizado por acusaciones mucho más graves, como la formación de un grupo paramilitar durante la década de 1990 y el asesinato de unos 6.400 civiles a manos de soldados del Ejército colombiano en el escándalo de los llamados “falsos positivos” que empañó sus ocho años de presidencia.

Incluso con la histórica condena, es probable que Uribe y su equipo legal apelen el fallo, lo que garantizará que el proceso se prolongue durante años. El Archivo de Seguridad Nacional seguirá informando sobre los nuevos avances del caso y luchando por la oportuna desclasificación y divulgación de información relevante sobre estos y otros crímenes de derechos humanos en Colombia.

https://nsarchive.gwu.edu/

jorge majfud

No por casualidad

Creo que comparto con muchos la angustia y la sensación de estar a la merced de psicópatas dirigiendo un manicomio global y sin otra salida que las armas más poderosas que ha inventado la especie humana. Una vez más en la historia, la legalidad internacional se vuelve a mostrar como una formalidad que, como las leyes civiles, están escritas por los de arriba para que las cumplan los de abajo.

La ONU la fundaron básicamente los países latinoamericanos y fue con el propósito de que las atrocidades internacionales no se repitiesen “nunca más”. Hoy apenas tiene un valor simbólico, o casi. No hay organismo internacional ni corte de pena internacional que evite las atrocidades cometidas por los ponderosas del mundo, para quienes no hay leyes que los detenga.

Si fuese por la mayoría del mundo, no creo que hubiese una sola guerra en curso a esta altura. No creo ser ingenuo. Aun aceptando que los humanos somos seres entre el bien y el mal, la particularidad natural consiste en que los poderosos hoy son una evidencia del puro mal destilado por su maniático egoísmo individual y de clase. Si en cada país se eligiesen presidentes al azar en una lotería nacional entre todos los ciudadanos, y aun teniendo la mala suerte de que cada tanto gane un psicópata o un ignorante total, creo que sería imposible alcanzar estos niveles de insensatez, miedo, pobreza, violencia, destrucción y muerte a escalas industriales cuando en realidad la humanidad tiene todos los medios materiales para vivir en paz y sin un solo niño sufriendo de hambre, violencia o de alguna enfermedad prevenible.

En 1997, en Pemba, Mozambique, escribí un libro de ensayos que publiqué un años después en Montevideo con el título «Crítica de la pasión pura. Reflexiones sobre los habitantes de Gea». Uno de los párrafos reflexionaba:

326, NATURALEZA. No es por casualidad que la mayoría de los jugadores de basquetbol sean hombres altos, ni que la mayoría de los travestís sean homosexuales. Tampoco es casualidad de que la mayor parte de aquellos que ostentan el poder sea gente ambiciosa. Es decir, no es casualidad que el mundo esté gobernado por gente que no debería gobernarlo.

jorge majfud, junio 2025

Nuevo informe de profesores estadounidenses publican análisis categórico: Israel es un regimen de Apartheid

Democracy Now, 15 de mayo de 2025

Un importante informe de académicos estadounidenses analiza la ocupación israelí de Palestina bajo el marco legal del crimen de apartheid. El informe se publicó intencionalmente el Día de la Nakba, día que conmemora la expulsión masiva de palestinos de sus hogares durante la violenta fundación de Israel en 1948. Citando a decenas de expertos, organizaciones de derechos humanos y decisiones judiciales, concluye que el trato de Israel a los palestinos «cumple con los requisitos legales del apartheid». Los investigadores concluyeron que Israel impone «políticas diseñadas para garantizar la subordinación racial perpetua del pueblo palestino», afirma Sandra Babcock, profesora clínica de la Facultad de Derecho de Cornell, quien colaboró ​​en la redacción del informe.

Incluso académicos antes reticentes ahora coinciden en que el ataque israelí a Gaza es un genocidio.

«¿Puedo nombrar a alguien cuyo trabajo respeto y que no lo considere un genocidio?», preguntó un investigador. «No.»

Por Julia Conley
May 15, 2025

Solo un pequeño número de legisladores demócratas progresistas en Estados Unidos ha usado la palabra «genocidio» para describir el incesante bombardeo israelí sobre Gaza, y la opinión pública estadounidense está dividida: menos del 40% de los estadounidenses afirmó el año pasado que el término describía los bombardeos de las Fuerzas de Defensa de Israel contra hospitales, escuelas, campos de refugiados y otras infraestructuras civiles.

Pero para siete destacados expertos internacionales en genocidio, la cuestión no genera controversia, incluso para quienes previamente rechazaban la etiqueta.

Los siete expertos fueron entrevistados el miércoles por NRC, un periódico neerlandés, y fueron inequívocos: no solo todos han llegado a creer, algunos antes que otros, que Israel está cometiendo genocidio contra los palestinos en Gaza, sino que la gran mayoría de sus colegas académicos coinciden.

«¿Puedo nombrar a alguien cuyo trabajo respeto y que no lo considere genocidio?», preguntó Raz Segal, investigador del genocidio israelí en la Universidad de Stockton en Nueva Jersey. «No».

Uğur Ümit Üngör, profesor de la Universidad de Ámsterdam y del Instituto NIOD para Estudios sobre la Guerra, el Holocausto y el Genocidio, añadió: «No los conozco».

La entrevista se publicó la víspera del Día de la Nakba, el 77.º aniversario de la expulsión forzosa de los palestinos de sus tierras tras la creación de Israel, y cuando la cifra de muertos en Gaza ascendía a 53.010. Al menos 15.000 de los fallecidos eran niños, según informó NRC.

En cuanto a definir los últimos 19 meses en Gaza como un genocidio, informó el periódico, «incluso las voces más cautelosas han cambiado».

El académico israelí Shmuel Lederman, de la Universidad Abierta de Israel, se opuso a la etiqueta de genocidio hasta que el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu desacató la orden de la Corte Internacional de Justicia de enero de 2024 para prevenir el genocidio, permitiendo la entrada de ayuda de emergencia a Gaza y frenando el «lenguaje incendiario contra los palestinos» de altos funcionarios. Los líderes israelíes han llamado a los palestinos «animales humanos» y «Amalec», un antiguo enemigo de la Biblia hebrea que los israelitas debían exterminar.

Lederman también comenzó a percibir a su gobierno como genocida después de que las Fuerzas de Defensa de Israel tomaran el control del cruce de Rafah el año pasado, cortando la única ruta de ayuda humanitaria mientras expertos internacionales advertían de la inminencia de la hambruna y analistas advertían que la cifra real de muertos en Gaza podría rondar las 200.000.

«Para mí, personalmente, la combinación de esto y la continua destrucción de Gaza hizo que la percepción de que el efecto acumulativo de lo que Israel está haciendo en Gaza es genocida en todos los sentidos, pasara de las duras críticas a los crímenes que Israel está cometiendo en Gaza y las advertencias de que nos estamos acercando a ese punto», declaró Lederman el jueves en la red social X. Creo que la segunda mitad de 2024 marcó el punto en el que surgió un consenso entre los investigadores del genocidio (así como en la comunidad de derechos humanos) de que se trató de un genocidio. Calculo que quienes aún tenían dudas se han disipado tras las acciones de Israel desde que se rompió el alto el fuego.

Desde marzo, cuando Israel restableció un bloqueo total a la ayuda humanitaria y rompió un alto el fuego temporal, casi 3.000 palestinos han muerto en bombardeos y casi 250.000 personas se enfrentan ahora a una «privación extrema de alimentos», según la Clasificación Integrada de Fases de la Seguridad Alimentaria.

Melanie O’Brien, presidenta de la Asociación Internacional de Académicos del Genocidio, declaró a NRC que el bloqueo deliberado de Israel a «alimentos, agua, refugio y saneamiento» la convenció de que el gobierno de Netanyahu estaba llevando a cabo un genocidio, mientras que Segal señaló «declaraciones abiertamente genocidas» de los líderes israelíes.

«Pero, a pesar de todo, se trata de la suma de lo que se consideraría por separado crímenes de guerra ‘ordinarios'», informó el NRC. «El panorama en su conjunto lo convierte en un genocidio. Así es como se entiende el término, dice el profesor británico Martin Shaw: ‘holístico'».

«Además del debate social, el genocidio también es objeto de estudio científico», se lee en el artículo. «Y ese campo de investigación, los estudios sobre el genocidio, no lo ve como una pregunta de sí o no, sino como un proceso. No como un interruptor, sino como un ‘regulador de intensidad’, en palabras del profesor de estudios sobre el Holocausto y el genocidio Uğur Ümit Üngör».

El NRC señaló que los medios de comunicación occidentales y los debates políticos se han visto inundados de «malentendidos y simplificaciones».

Quienes siguen defendiendo las acciones de Israel insisten en que «se trata de una guerra militar para destruir a Hamás, no existe un plan claro de erradicación, no todos los gazatíes han sido asesinados, no se parece al Holocausto, el juez aún no ha dictado sentencia». Como dijo el historiador Rutger Bregman el jueves pasado, las entrevistas a académicos realizadas por NRC dejan claro: «El genocidio es un proceso, no es un cambio binario. Y no se trata de compararlo con el Holocausto».

Segal, judío, declaró a NRC que se le acusa regularmente de antisemitismo por hablar abiertamente contra Israel.

«Una autoridad alemana en la materia, que prefiere permanecer en el anonimato, califica al sujeto de ‘envenenado’ en su país», informó NRC. «Se le llama directamente antisemita, afirma, si se menciona un ‘posible genocidio’. Si estos actos se cometen en un país distinto de Israel, afirma, todos los alemanes darían la alarma de inmediato y hablarían de violencia genocida, como ocurrió con la masacre rusa en la ciudad ucraniana de Botzja. Pero ahora, afirma, se mantiene el silencio».

Dirk Moses, editor jefe del Journal of Genocide Research, afirmó que algunos sectores de la investigación están en crisis si los expertos no combaten la distinción artificial entre genocidio y objetivos militares y continúan defendiendo las acciones de Israel.

«En ese caso, algunos sectores de la investigación están prácticamente muertos», concluyó. «No sólo conceptualmente incoherente, sino cómplice.»

Las Seis Re del Apocalipsis

Las Seis Re del Apocalipsis

En julio de 2023, en la histórica radio uruguaya CX36 Centenario, el periodista Carlos Amir González me preguntó qué futuro le veía al capitalismo. Recordé algo del escritor marxista Daniel Banina Crocco que, un año antes allí mismo, me había regalado un aforismo muy interesante: “El capitalismo tiene los siglos contados”.

El mismo Daniel preguntó:

“El capitalismo ¿es viable a mediano plazo?”

Mi respuesta, entonces, fue una amable provocación a su afirmación anterior, algo sobre lo que venía escribiendo desde hacía años, casi como un proceso de descubrimiento de la pólvora y que, en un libro publicado en 2018 se tituló Neomedievalismo y Post-Ilustración (Neomedievalism. Reflections on the Post-Enlightenment Era). El término “neomedievalismo” lo usó el gran Umberto Eco décadas antes, en 1983, para referirse a las fantasías populares y del Postmodernismo literario. Más tarde, brillantes economistas como el francés Cédric Durand (2020) y el griego Yanis Varoufakis (2021) llamaron tecnofeudalismo.

Fue una de nuestras viejas preocupaciones por años. “El capitalismo ha derivado a un neofeudalismo donde los príncipes (los clanes megamillonarios) tienen más poder que los gobiernos nacionales” (Huffington Post, enero 2016). “En Europa, el dinero y el capitalismo significaron un progreso social ante el estático orden feudal de la Edad Media. Pero pronto se convirtieron en el motor de genocidios coloniales y luego en una nueva forma de feudalismo, como la del siglo XXI, con una aristocracia financiera (un puñado de familias acumulan la mayor parte de la riqueza en países ricos y pobres), con duques y condes políticos y con villanos y vasallos desmovilizados” (Página12, agosto 2017).

“No”, respondí. “El capitalismo ha muerto”.  

“Ni yo me he atrevido a tanto”, dijo Carlos.

Claro, expresiones como estas son deliberadamente radicales y provocadoras. Funcionan como despertadores. En realidad, como cualquiera sabe, los procesos históricos nunca ocurren de un día para el otro. Mucho menos los cambios civilizatorios.

Podríamos precisar: El capitalismo no ha muerto; se ha retirado a un hogar de ancianos. Ese proceso no tiene vuelta atrás. Más cuando se trata de un sistema que no tiene solución para los problemas existenciales que él mismo creó. Es un sistema que sobrevive de repeticiones, de dogmas vacíos y de predicadores apasionados. Un sistema que aún mantiene el poder político, financiero y militar y que, desesperadamente, lucha por conservar.

El primer poder que está perdiendo, de forma acelerada, es el cuarto, el poder mediático, que es el predicador de narrativas ideológicas y creador de los mitos sociales que lo sostienen. De ahí la creciente contradicción que generará aún más tensión entre los pueblos y los poderes que los dominan, desde la escala intra-nacional hasta la escala inter-nacional, sin diferencias en la lógica que relaciona a los amos con sus esclavos asalariados.

Cada año que pasa es un grado más que se agrega a la escalada hacia una explosión en el mundo. ¿Será en los años 30s? ¿En los 40s? ¿Mucho antes? Imposible saberlo, pero cada día se hace más y más inevitable el derrumbe de la masiva torre de huesos que prometió alcanzar el cielo para la felicidad de 33 señores allá en lo más alto.

Los poderosos nobles de nobles acciones y de crímenes nobles, confiados en la protección de sus inexpugnables fortalezas, caerán como lo que son: pequeños humanos con grandes patologías personales que alimentan las patologías sociales que llaman éxito propio y prosperidad ajena. Todo, por el momento, sostenido primero por la conformidad alegre de sus súbditos y vasallos; luego, con la rabia y orgullo fascista de los esclavos que añoran “los viejos buenos tiempos”; y, finalmente, con la explosión popular de la masas cuando su sufrimiento sea mayor a su fe en la narrativa esclavista.

La historia siempre se ha escrito con seis R: Resistencia, Reforma, Reacción, Revuelta, Rebelión y Revolución. Sólo la segunda puede realizarse sin violencia. Cuando una reforma produce violencia (física, psicológica, económica, social) es porque no es una reforma, sino una reacción. Una reacción (generalmente política y cultural, como en los últimos tiempos lo han sido el neoliberalismo y el fascismo con su clásica fijación de volver, de restaurar un pasado inexistente) es siempre violenta porque aborta la necesidad de las R siguientes.

En el mejor de los casos, una reforma puede humanizar hasta el sistema más perverso, pero nunca es capaz de resolver los males de un sistema: los mitiga y, al mitigarlos, los perpetua. Para un padre o para una madre responsables de una familia, esta R2 es la más sensata y conveniente a corto plazo. Entonces ¿por qué las reformas populares rara vez se desarrollan en todo su potencial, evitando así la aparición de las restantes Rs? Simplemente, porque el poder que debe ceder privilegios nunca lo hará si no es bajo resistencia.

La inacción no es un mal pasivo sino activo. No se trata de un mal que la pereza humana perpetúa, como quien posterga el arreglo de una gotera en el techo de su casa. Es un mal inoculado por el poder. Es un mal de creciente potencial explosivo; un capacitor de odio, de vanidad, de frustración y, sobre todo, de una infinita avaricia por más poder, eso que los exitosos nobles no paran de acumular, cada vez más a la luz del día, ya sin esperar la noche, como un adicto que sabe que la droga lo va a matar, pero no puede dejar de incrementar la dosis que acelera su final.

La inacción es una dolencia histórica que no alcanza a percibirse como tal sino todo lo contrario. Es un fantasma que camina apurado hacia el abismo. Como el flautista de Hamelín, pero enfermo de rabia y orgullo, es seguido por un numeroso ejército de necios―que no quiero llamar ratas.

La torre de huesos es insostenible. No importa hacia qué lado miren los de abajo. Lo más probable es que alguna de las R avanzadas (¿la 4, la 6?) se inicie en Estados Unidos, ya que nada hay más removedor que la pérdida de privilegios y de esperanzas. Nada mueve más que la necesidad y el descubrimiento de que alguien ha vivido engañado por el poder, intoxicado por el confort y paralizados por el miedo.

Probablemente sea un síntoma de vejez, pero lo cierto es que cada vez tengo más memorias que proyectos, más nostalgias que esperanzas. También es probable que la historia no sea tan creativa, como no lo somos nosotros, quienes empezamos a observar las mismas novedades repetirse una y otra vez. Así que voy a cerrar con otras palabras que recuerdo de mi juventud (cuando las leo también recuerdo dónde estaba y por qué las escribía con tanta pasión inútil): “Nadie hubiese previsto jamás una alternativa al feudalismo medieval o al sistema de esclavitud. O casi nadie. La historia de los últimos milenios demuestra que los utópicos solían preverlo con exagerada precisión. Pero como hoy, los utópicos siempre han tenido mala fama. Porque es la burla y el desprestigio la forma que cada sistema dominante ha tenido siempre para evitar la proliferación de gente con demasiada imaginación” (Rebelión, febrero 2009).

Esa era una de las últimas R.

Jorge Majfud, enero 2025.

    Ejemplos exitosos de neocolonialismo financiero

      En base al estudio que desarrollamos en Moscas en la telaraña (2023), podemos ver que la particularidad de los llamados Tigres Asiáticos, incluido el Vietnam comunista (ejemplos recurrentes de la propaganda neoliberal de El Uno y sus escribas) radica en que están en un sistema global financiero. Todas las teorías, los “video en el que te explicamos” y sermones mediáticos que ensalzan el milagro de estos países, omiten el rol que cumple cada parte en el todo, cada individuo, cada país en el actual sistema global―que, como vimos, no se diferencia mucho del sistema heredado de los siglos anteriores.

      Como vimos en capítulos anteriores, el capitalismo global ama los esclavos, sean chattel slaves (esclavos de grilletes), indentures (esclavos a término) o esclavos asalariados (recursos humanos de uso flexible). Los contemporáneos Tigres Asiáticos son apenas cuatro países, dos dedicados a las finanzas debido a sus posiciones geográficas y de tránsito estratégicas y en su ubicación ideal de uso horario para la eterna continuidad de los mercados mundiales (Hong Kong y Singapur); los otros dos son manufactureros (Corea del Sur y Taiwán).

      Los dos primeros son micro repúblicas que, como otras micro repúblicas o repúblicas virtuales, sirven al capitalismo financiero ultraliberal pero tienen gobiernos centrales que participan decisivamente en el proceso económico. Aparte de sus conocidas leyes medievales y de su autoritarismo y fuerte injerencia en el diseño macroeconómico del país, el gobierno de Singapur es dueño del 90 por ciento de las áreas habitables y participa en más de un tercio de las empresas importantes del país.

      Lo mismo los otros dos tigres manufactureros, con la particularidad de que estos últimos, Taiwán y Corea del Sur, son receptáculos de inversiones tecnológicas. Londres y Wall Street necesitan esclavos manufactureros en países sin reservas minerales. Es decir, necesita que esos países tengan una producción obsesiva y esclavizada para la exportación de electrónicos, por ejemplo, al mismo tiempo que una educación superior a la media mundial―por supuesto, una cultura y una educación amoldada al utilitarismo, a la comercialización de la vida y, sobre todo, a los intereses de los centros financieros mundiales.

      La exportación en masa de productos de alta tecnología (posterior a la masiva inversión de capitales y razón de “la prosperidad económica” de estas neocolonias) compensa la importación masiva de esos productos de los centros financieros, es decir, de los países consumidores, como Europa y, sobre todo, Estados Unidos. Si tuviesen materias primas apetecidas por el centro, como es el caso de África y América Latina, su educación sería deprimida tanto como las inversiones: como lo indica la historia, cuanto menos educada la población de países extractivos, más barata la mano de obra, más autoritaria y clasista su sociedad y más obedientes las masas que sufren esta condición en beneficio de las oligarquías criollas y de sus socios, los capitales y corporaciones extranjeras.

      Los principales administradores de las inversiones, de la producción de dinero, de los bancos privados e internacionales, de la trasferencia de superávit de los países productivos al país hegemónico con el mayor déficit de la historia (Estaos Unidos), continúan residiendo en los actuales centros imperiales y, sobre todo, continúan beneficiando, antes que a nadie, a El Uno, a la oligarquía internacional, a ese club minúsculo de hombres que dominan las finanzas y la opinión global―aunque, claro está, nunca de forma absoluta.

      El resto de los países en el Sur Global se dividen en dos tipos de colonias: (1) las economías estratégicamente endeudadas y con materias primas y (2) las fábricas del mundo con superávits, sin riquezas naturales pero con mano de obra abundante, con un nivel alto de educación utilitaria, es decir, igualmente esclava. Para ilustrarlo basta con estudiar las condiciones de vida de los trabajadores en Hong Kong o en Corea del Sur. Ni siquiera el Índice de desarrollo de la ONU es capaz de considerar estos factores cualitativos, concentrándose en factores fácil de cuantificar, como la educación (sin aclarar de qué tipo), la salud y el ingreso per cápita. China, por su particularidad demográfica, ha logrado colocarse en una tercera categoría; ni es una colonia del sistema ni es todavía el centro de un imperio financiero beneficiándose de la vampirización del resto del mundo, como ha sido la historia del capitalismo imperial.

      Antes las industrias estaban en la metrópolis imperiales como Londres y Nueva York. Ahora están en la “industria financiera”, también en Londres y Nueva york. 

      jorge majfud. Del libro Moscas en la telaraña (2023), pp. 570-571.

      Con el de arriba nervioso

      Cuando en diciembre de 2024 se informó del asesinato del CEO de UnitedHealthcare en una calle de Nueva York, camino a una convención de inversores, los medios comentaron sin cesar sobre el brutal crimen de una persona importante. Poco después, ocurrió un fenómeno que puso nervioso a los millonarios CEOs como Brian Thompson y desconcertó al resto. El asesino se convirtió en una especie de Zorro justiciero. Cuando se supo que la bala que lo había matado tenía la inscripción Delay, Deny, Defend (Retrasar, Negar, Defender) ya no quedaron dudas. El asesino había actuado por venganza contra la práctica más conocida y odiada de las mafias de los lobbies de la salud que se presentan como “industria de seguros de salud”, un oxímoron triple.

      Solo UnitedHealth Group está valuado en 500 billones de dólares, más que toda la economía de Colombia. Su récord en salud es cuestionable. Ya en 2009, un estudio de la Universidad de Harvard había concluido que “45.000 personas mueren cada año a causa de la industria de seguros médicos privados”. Eso pasa cuando una necesidad básica deja de ser un derecho para convertirse en un negocio, una mercancía que empobrece a todo un pueblo al tiempo que enriquece a menos del uno por ciento.

      La imprevista reacción popular, que tiene un antecedente en otro período de obscenas diferencias sociales (la Edad de Oro antes de la Gran Recesión de finales del siglo XIX) puso nerviosos a muchos. La justicia reaccionó de la misma forma que entonces: acusó a Luigi Mangione no de asesinato, sino de terrorismo. Todas los períodos de orgías de millonarios fueron acompañadas con este tipo de violencia y terminaron en quiebres sociales.

      Ninguna de las orgías anteriores compite con la actual. A pesar de que Elon Musk no fue elegido nunca por nadie, su fortuna no sólo ha comprado medios de manipulación masiva, como Twitter, sino presidentes como Trump, a quien le donó 250 millones de dólares para su campaña electoral. Trump le retribuyó con un cargo gubernamental de poder político y social extremo, aparte del que ya tenía con su compañía de satélites, apoyada por la CIA. Desde las alturas de ese poder (y desde sus noches bajo los efectos de las drogas) Musk, el hijo del apartheid de Sud África, el inmigrante más peligroso de Estados Unidos, ahora nombrado como Jefe del Department of Government Efficiency en el próximo gobierno, ha mencionado dos medidas para solucionar los problemas del país: deportar a los inmigrantes pobres (no blancos) y recortar los seguros sociales para la clase trabajadora.

      Un paso más hacia el Gran Quiebre. Las crisis económicas son un invento del capitalismo (antes eran producidas por factores externos a la economía), pero es lícito sospechar que también son parte del plan de saqueo a las clases trabajadoras. Las crisis económicas son grandes inversiones para los millonarios (los únicos capitalistas), por las cuales siempre compran todo a precio de necesidad y eso explica por qué, luego de una pérdida inicial, en menos de diez años multiplican sus capitales y su poder político. Hasta que se les va la mano, como en 1929, y más que una crisis producen una depresión, la que suele levantar a los de abajo y forzar cambios políticos e ideológicos que luego llaman radicales.

      ¿Radicales? Un trabajador de la construcción en Estados Unidos, trabajando cinco días a la semana, bajo el sol en verano y sobre la nieve en invierno, necesitaría 45 millones de años para ahorrar la fortuna que Elon Musk amasó en menos de veinte años. Eso si no se endeuda antes. Hace 45 millones de años, los Himalayas todavía no existían. El actual territorio de India comenzaba a colisionar con Asia y todavía faltaban más de 44 millones de años para que los Homo sapiens comenzaran a caminar por el continente africano.

      El sistema que produce toda esta pornografía ideológica no es nuevo. Es el mismo que existía hace exactamente cien años en Europa y Estados Unidos: una persecución feroz de la maquinaria propagandística de la oligarquía contra las tradicionales organizaciones de trabajadores y los reclamos de seguridad social. En Estados Unidos, hace cien años, sindicatos obreros y hasta parte de la iglesia católica (irlandesa) habían ganado la opinión pública sobre la necesidad de un salario mínimo, de un seguro de desempleo y de la prohibición del trabajo infantil.

      Hace cien años las diferencias sociales promovidas desde Wall Street (el mayor centro de acumulación de capitales desde la esclavitud) comenzaban a alcanzar máximos históricos. En ambas márgenes del Atlántico Norte, el fascismo comenzó a seducir a las masas insatisfechas que sentían el problema y sus frustraciones, pero no las comprendía. Todo terminó de la forma más conocida por la historia. Un quiebre radical. En este caso fue una catástrofe económica que agravó la situación de miseria y de injusticia social.

      Hasta que F. D. Roosevelt echó mano a lo que se supone es la primer forma de prevenir estos problemas: la implementación de políticas sociales (socialistas, según críticos de entonces), como la creación del Seguro Social, de subsidios para los de abajo, del reconocimiento al derecho a huelga y de la intervención feroz del Estado en la economía a través de obras públicas. Funcionó, aunque el sistema que había provocado la catástrofe sobrevivió. Todo lo contrario a las recomendaciones neocoloniales de austeridad (“sinceramiento”) prescritas por el FMI.

      Europa procedió de forma similar, con fuertes intervenciones de los estados, desde la Alemania nazi hasta la comunista Unión Soviética. En ambos casos, resultó en un abrumador éxito económico, aunque el resto de la historia no fue igualmente brillante. Estados Unidos e Inglaterra debieron tragarse sus simpatías por Hitler y aliarse a Stalin, sobre todo cuando la Unión soviética comenzó a mostrar signos de una fulminante contraofensiva a la invasión alemana.

      Las obsesiones del sistema capitalista, ahora desenfrenado, se vuelven a repetir con las mismas características de hace un siglo. Pero como somos cavernícolas con mayor poder tecnológico, no aprendemos nada de las historia ni de nuestros propios monstruos porque cada generación tiende a olvidar, no sólo la historia sino el dolor de los abuelos que debieron atravesar por traumas nacionales y globales. Cada generación se cree en la cúspide del entendimiento y subestima a las anteriores sin siquiera considerar que no sólo nuestra super tecnología ha sido inventada casi toda por las generaciones anteriores sino que las nuevas generaciones tienden a ser insensibles a las tragedias de los abuelos. Más aún si el desprecio a la educación, al conocimiento, a la cultura y al pensamiento crítico están de moda.

      ¿Será que el péndulo de la historia cambia de dirección cada tres generaciones? ¿Será que cada generación que aprecia la civilidad, el valor de la solidaridad y la empatía, es precedida por una que sufrió su destrucción, precedida a su vez de otra que la despreció?

      Al parecer estamos en esta generación del desprecio, orgullosa del mito más perverso de la historia del capitalismo: “el desenfrenado egoísmo del individuo es beneficioso para la sociedad”. La sociedad-archipiélago de islas alienadas. Generación que será seguida por la crisis, el fascismo y la rebelión de los de abajo.

      ¿Cómo es posible que la mayoría de las personas adopten, con tanta pasión y convicción, las ideas de una minoría? La respuesta la dio Karl Marx en el siglo XIX: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época”. La clase dominante, aunque no sume ni el uno por ciento de la sociedad, como es el caso actual, no sólo posee (se ha apropiado) de los medios de producción, de todas las invenciones de la Humanidad a lo largo de siglos, sino que también posee los medios de financiación, los medios políticos y los medios de comunicación. Así ha sido desde la Antigua Roma, desde los sermones de los sacerdotes que interpretaban la Biblia para una congregación de analfabetos en las ricas catedrales financiadas por los señores feudales, hasta sus herederos, los liberales, en posesión de la imprenta, luego de la radio, luego de la televisión, luego de Internet, luego de las redes sociales, luego de la inteligencia artificial…

      Si algo está claro es que este sistema no tiene futuro. Su estrategia es prolongar la agonía de los de abajo y el champagne de los de arriba hasta donde sea posible.

      JM, diciembre 2024.

      https://www.pagina12.com.ar/791607-con-el-de-arriba-nervioso

      La libertad de los de arriba

      En 2017 el diplomático e intelectual indobritánico Shashi Tharoor participó en un panel en Australia. Un asistente cuestionó su posición recordándole la historia oficial: “según usted, Gran Bretaña dejó a India en peores condiciones de las que la había encontrado…¿qué hay de las habilidades en ingeniería, la infraestructura y, sobre todo, la educación que los indios adquirieron gracias a Inglaterra?” La respuesta de Tharoor puede resumirse en pocas frases: “los británicos llegaron a uno de los países más ricos del mundo, cuyo PIB alcanzaba el 27 por ciento de la riqueza global en el siglo XVIII, 23 por ciento en el siglo XIX, y luego de 200 años de saqueos y destrucción, India fue reducida a un país pobre. Cuando los británicos abandonaron India en 1947, el país apenas representaba un tres por ciento del PIB del mundo, con el 90 por ciento de la población bajo el nivel de pobreza, un índice de alfabetización del 17 por ciento y una expectativa de vida de 27 años. Los institutos de tecnología hoy existentes fueron inaugurados en India luego de su independencia (…) India fue el mayor productor de textiles del mundo por dos mil años… La excusa clásica es: ‘oh, no es nuestra culpa que ustedes perdieron el tren de la Revolución Industrial’. Claro que perdimos el tren; fue porque ustedes no tiraron debajo de las ruedas. En el nombre del ‘libre mercado’, los británicos destruyeron a punta de cañón el libre mercado que ya existía en India”.[i]

      En 2022, los profesores Jason Hickel y Dylan Sullivan publicaron un detallado análisis titulado “Capitalism and extreme poverty” donde calculan el impacto de las políticas imperiales del capitalismo. Sólo en India, en apenas cuarenta años, el colonialismo británico causó más de 100 millones de muertes y robó al menos 45 billones de dólares en bienes, es decir, más de diez veces la actual economía de todo el Reino Unido. Analizando tres factores cuantitativos básicos (salarios reales, estatura física y mortalidad) los investigadores demolieron la idea de que antes del reinado del capitalismo el 90 por ciento de la población vivía en extrema pobreza y que fue, precisamente el capitalismo, el sistema que creó riqueza global. El prejuicio popular sólo se podría aplicar a los países imperialistas, no al resto del mundo. “El surgimiento del capitalismo provocó un deterioro dramático del bienestar humano. En todas las regiones estudiadas, la incorporación al sistema mundial capitalista se asoció con una disminución de los salarios por debajo del mínimo de subsistencia, un deterioro de la estatura humana y un repunte de la mortalidad prematura. En partes del sur de Asia, África subsahariana y América Latina, los niveles de bienestar aún no se han recuperado. Donde ha habido progreso, mejoras significativas en el bienestar humano comenzaron varios siglos después del surgimiento del capitalismo. En las regiones centrales del noroeste de Europa, el progreso comenzó en la década de 1880, mientras que en la periferia comenzó a mediados del siglo XX, un período caracterizado por el surgimiento de movimientos políticos socialistas y anticoloniales que redistribuyeron los ingresos y establecieron sistemas de abastecimiento público”.[ii] En un artículo publicado en New Internationalist, los mismos autores resumen su estudio anterior de la siguiente forma: en el siglo XX, “la cantidad de alimentos que se podía comprar en América Latina y gran parte del África subsahariana con el salario de un trabajador promedio disminuyó notablemente, alcanzando niveles inferiores a los de los siglos XVII y XVIII”. En referencia a los últimos 50 años, concluyen que, a partir de la reacción contra los movimientos sociales y progresistas en el Norte Global “la política neoliberal fue implementada por gobiernos alineados con las corporaciones, más notoriamente los de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En el Sur Global, a menudo se hizo a través de golpes y otras intervenciones imperialistas violentas por parte de EE. UU. y sus aliados, incluso en países como Indonesia (1965), Chile (1973), Burkina Faso (1987) e Irak (2003). El FMI y el Banco Mundial impusieron la ideología neoliberal a los países que no estaban sujetos a invasiones y golpes de estado en forma de ‘Programas de Ajuste Estructural’ (SAPs), que requerían que los gobiernos privatizaran los recursos nacionales y los bienes públicos, recortaran las protecciones laborales y medio ambientales, restringir los servicios públicos y, lo que es más importante, eliminaran los programas que buscaban garantizar el acceso universal a los alimentos u otros bienes esenciales. Entre 1981 y 2004, 123 países (el 82 por ciento de la población mundial), se vieron obligados a implementar las SAPs. La política económica para la mayoría de la humanidad llegó a ser determinada por banqueros y tecnócratas en Washington”.[iii] No sobra aclarar de que el llamado “Sur global”, a pesar de que en el mapa mundial aparece dominado por los océanos, en realidad no es sólo el área al sur de la línea ecuatorial, sino que se extiende desde América latina, África y Asia muy al norte hasta representar, por lejos, la mayoría de la población mundial. Pero los bancos internacionales funcionan como cualquier corporación. En el FMI, el 85 por ciento de la población mundial posee solo el 45 por ciento de los votos; como en cualquier directorio de una corporación, cuanto más dinero más votos. En realidad, como cualquier democracia secuestrada. La democracia estadounidense, por ejemplo, también surgió bajo los mismos criterios, condicionada a que las personas comunes (no blancas y sin grandes propiedades) pudiesen tener un real poder de decisión.

      Este tipo de análisis factual y documentado de la historia siempre pasa por exagerada, por radical e, incluso, es condenada y hasta prohibida. Sin embargo, aparte de valiente es correcta. Como ya lo explicó Karl Marx en El Capital, riqueza y capital no son lo mismo, aunque ambos tienden a la acumulación. El capitalismo (el sistema y la cultura entorno al capital) exigía la reinversión de la plusvalía y la maximización de la mano de obra, desprendida (alienada) del objeto producido y, como fue el caso inicial de Inglaterra, desposeída de su tierra para que sus hijos se convirtiesen en trabajadores asalariados. “La separación del trabajo de su producto, la separación de la fuerza del trabajo subjetivo de su condición objetiva, fue el fundamento real y el punto de partida de la producción capitalista. […] El trabajador, por tanto, produce constantemente riqueza material —objetiva— pero bajo la forma de capital, es decir, de un poder ajeno que lo domina y lo explota”.[iv] Más de cien páginas después: “Hoy, la supremacía industrial implica la supremacía comercial. […] La creación de plusvalía se ha convertido en el único objetivo de la humanidad”. Más adelante, como una ironía que resuena hoy en día, Marx observa que “la única parte de la llamada riqueza nacional que realmente forma parte de las posesiones colectivas de los ciudadanos modernos es su deuda nacional”.[v]

      Este frenético proceso europeo interrumpió el desarrollo económico y civilizatorio en otras partes del mundo, desde las Américas hasta Asia. Cabe preguntarse si esta imposición de la nueva cultura luego del feudalismo hubiese sido exitosa sin un fuerte grado de fanatismo. Creo que no, como en cualquier otro momento de la historia. El fanatismo (colectivo) es un componente fundamental de todo éxito geopolítico e histórico, sean las guerras feudales, las guerras imperiales del capitalismo o del comunismo del siglo XX. El vencedor impondrá sus intereses, sus valores, y creará una nueva visión del mundo, es decir, una nueva normalidad, por la cual hasta sus víctimas defenderán con pasión y convicción.

      A mediados del siglo XIX, Marx observaba: “El sistema colonial, con sus deudas públicas, sus pesados impuestos, su proteccionismo y sus guerras comerciales, son el resultado de la revolución manufacturera. Todo lo cual aumenta de forma gigantesca durante la infancia de la industria moderna. Como consecuencia tenemos una gran matanza de inocentes”. Más adelante complementa: “La Guerra Civil estadounidense trajo consigo una deuda nacional colosal y, con ella, una gran presión de impuestos y el ascenso de la vil aristocracia financiera […] En resumen, una concentración más rápida del capital. En otras palabras, la gran república americana, ha dejado de ser la tierra prometida para los trabajadores emigrantes”.[vi]

      jorge majfud. Del libro Moscas en la telaraña (2023).


      [i] Farris, H. (2017). “Shashi Tharoor argues why British Rule destroyed India, North Korea & Liberalism”. http://www.youtube.com/watch?v=jaNotcGak3Y

      [ii] Sullivan, D., & Hickel, J. (2023). Capitalism and extreme poverty: A global analysis of real wages, human height, and mortality since the long 16th century. World Development161, 106026. https://doi.org/10.1016/j.worlddev.2022.106026

      [iii] “16 million and counting: the collateral damage of capital”. (2022, December 22. New Internationalist: https://newint.org/features/2022/12/05/neoliberalism-16-million-and-counting-collateral-damage-capital

      [iv] Marx, Karl. Capital: a critical analysis of capitalist production. Tr. from the 3d German ed., by Samuel Moore and Edward Aveling, and ed. by Frederick Engels. New York: Humboldt pub., 1890, p. 359.

      [v] Marx, Karl. Capital: a critical analysis of capitalist production. New York: Humboldt pub., 1890. 481.

      [vi] Marx, Karl. Capital: a critical analysis of capitalist production. New York: Humboldt pub., 1890, p. 483-494.

      Rescatado del olvido. Entrevista de 2010

      Conversación de Ismael Alonso con Jorge Majfud (2010)

      “Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene… China será la principal economía de este siglo, pero el optimismo es engañoso también… Significa mucho para los miedos occidentales, para el fin de la ‘pax americana’, que muchas veces de pax ha tenido poco o nada. Significa el probable reemplazo de una democracia imperial, el estilo de la Atenas de Pericles, por un imperio espartano, como lo sería China si tuviese la hegemonía total. Yo creo que más que equilibrio estamos enfrentando una nueva escalada de tensiones edulcoradas con palabras, como las más recientes de Ben Bernanke en nuestra universidad, de que el desarrollo de los emergentes es bueno para los países desarrollados y viceversa. Suena amistoso, es verdad hasta cierto punto según los mercados, pero a la larga no es creíble… Estratégicamente veo una alianza de Estados Unidos con Europa, dos aéreas geográficas y culturales que todavía se ven como rivales, sobre todo por la puja del euro con el dólar. Pero Europa y Estados Unidos comparten algunos valores que se evidenciarán en el sentimiento de su población a medida que China comience a surgir más como una amenaza que como una oportunidad de negocios. Ya dijimos que todavía falta una crisis china, pero de cualquier forma se convertirá en uno de los mayores jugadores en el tablero internacional. Eso nadie ni nada lo va a evitar. Así que, por lo menos, yo veo un progresivo acercamiento entre Estados Unidos y Europa, sobre todo con Inglaterra. A nivel puramente estratégico, las alianzas serán entre el bloque anglosajón, incluyendo Canadá y Australia, con Japón e India”.

      Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene

      Por Ismael Alonso para ALAI

      18/11/2010

      IA: Sería repetido comenzar diciendo que el mundo ha cambiado de forma drástica en los últimos años. Pero considerando estos cambios, ¿cómo ve el devenir mundial en las próximas décadas?

      JM: ¿Asumo que te refieres al aspecto económico, no?

      IA: Sí.

      JM: Claro. Hoy en día nadie habla de otra cosa que de economía y de producto bruto interno. Pero voy a tu pregunta. A fines del siglo pasado muchos pensábamos que el próximo siglo debía ser chino, ya que el gigante estaba despertando. Lo que no habían logrado los imperios europeos en el siglo XIX, ni Japón ni el maoísmo en el siglo XX, lo iba a lograr el capitalismo en el siglo XXI. Es cierto que el optimismo de que “el siglo XXI va a ser de América latina” también se había vuelto un lugar común entre aquellos que alertábamos del engaño del exitismo neoliberal de los noventa, su cercano fracaso y el arribo de la gran crisis del sistema de aquel momento. Publicamos mucho sobre eso…

      IA: Resultó que estaban en lo cierto.

      JM: Bueno, toda predicción es en parte engañosa y en parte verdad. No es solo que uno acierta y se equivoca cuando hace predicciones; también la realidad se equivoca con frecuencia.

      IA: Pero es claro que el mundo está cambiando de una forma impensada.

      JM: No hay duda de que China será la principal economía de este siglo, pero el optimismo es engañoso también. Tal vez porque soy por naturaleza contra o desconfiado, prefiero hablar de “exageraciones del momento”. Que China sea la mayor economía del mundo con una población de 1.300 millones no significa mucho para la mayoría de su población. Significa mucho para los miedos occidentales, para el fin de la “pax americana”, que muchas veces de “pax” ha tenido poco, muy poco o nada. Significa el probable reemplazo de una democracia imperial, el estilo de la Atenas de Pericles, por un imperio espartano, como lo sería China si tuviese la hegemonía total. Yo creo que más que equilibrio estamos enfrentando una nueva escalada de tensiones edulcoradas con palabras, como las más recientes de Ben Bernanke en nuestra universidad, de que el desarrollo de los emergentes es bueno para los países desarrollados y viceversa. Suena amistoso, es verdad hasta cierto punto según los mercados, pero a la larga no es creíble si el mundo sigue funcionando como ha funcionado en los últimos treinta mil años. Yo no soy tan optimista. Pero sería saludable que Estados Unidos pierda su hegemonía. Probablemente sería bueno para los norteamericanos y para el resto del mundo también. Además, qué más quieren que el altísimo nivel de vida que tienen aún en plena crisis.

      IA: Hay otros países que van a liderar el mundo…

      JM: Ojalá que ninguno. Hay demasiada fanfarria, un peligroso triunfalismo hoy en día, ¿no?

      IA: ¿Qué es lo que tiene Estados Unidos para ofrecer al mundo hoy?

      JM: El aspecto que define la actual ventaja estratégica de la cultura norteamericana es su poder de innovación. Siempre criticamos las carencias culturales de su clase media, pero hay que reconocerles una gran fortaleza en su cultura de innovación práctica. Desde los Franklin, los Edison, los Wright, los Bill Gates y los Steve Jobs, pasando por el malquerido Ford, las principales innovaciones que han dado forma a nuestro mundo posmoderno han pasado por allí. Inglaterra, Francia y Alemania dominaron el campo de las innovaciones en el siglo XIX, pero el siglo XX fue un siglo americano y aún hoy sigue en vanguardia en ese aspecto, nos guste o no. China ha derramado mares de dólares sobre sus universidades y aun se lamentan de no obtener resultados. Pienso que los resultados llegarán, pero todavía falta mucho en comparación a su omnipresente industria que cada día multiplica el consumo de basura barata en el mundo.

      IA: Internet fue un invento americano.

      JM: Claro, es la revolución más reciente. Pero casi toda la revolución digital, de la que se benefician hoy las economías emergentes, ha surgido en algún garaje o en el dormitorio de un estudiante de algún campus norteamericano. Internet, IBM, Microsoft, Yahoo, Google, Hewlett Packard, youtube, hasta las más envenenantes invenciones que tienen enfermo de narcivoyeurismo a medio mundo, como Facebook y Twitter pasando por proyectos menos lucrativos pero más innovadores y democráticos como Wikipedia, etc. La lista es más larga. ¿Nos fastidia a los de afuera o a los que estamos de paso reconocerlo? A muchos sí, pero eso no cambia la realidad. Hoy en día, con la inundación de capitales que el gobierno chino ha hecho en la educación no ha habido avances. En algunos planos ha habido retrocesos. A eso súmele que China, como Japón y gran parte de Europa, son países envejecidos o en un dramático proceso de envejecimiento. Estados Unidos e India son hoy en día las dos grandes potencias con reservas de juventud. Brasil estaría en un sitio intermedio. Y la demografía es esencial en cualquier futurismo. Fue fundamental en el boom norteamericano de mediados y fines del siglo XX y lo es en China e India hasta ahora, sobre todo en base a la revolución digital nacida de la cultura americana y en parte europea, que ha puesto una importante cuota de poder en manos de cada individuo en el rincón más remoto del planeta. China será la mayor potencia en términos globales solo gracias a ese “despertar virtual” de las masas.

      IA: ¿Es el caso de Brasil?

      JM: Si. Pero su economía todavía es muy pequeña en comparación a China y ni que hablar de Estados Unidos. Por otro lado, su educación, en pleno boom económico, ha decaído en términos relativos. Ya no me refiero a la innovación, sino a la educación tradicional. Imagino que eso tendrá a cambiar, pero por el momento es lo que hay. Muy poco, aunque todo el mundo repite lo contrario. Tal vez con los nuevos petrodólares haya más inversiones para la educación.

      IA: ¿Pero es mejor el mundo de hoy?

      JM: El Brasil de hoy es mejor porque ha sacado a millones de personas de la pobreza. Lo mismo India. Pero por otro lado estamos pagando el precio de la americanización de culturas no americanas. Hoy hasta los peces hablan de PIBs y todo el éxito gira en torno a esa simplificación de la existencia humana.

      IA: ¿Podemos decir que el BRIC es el nuevo bloque desarrollado del mundo?

      JM: Solo mientras sirva como propaganda y no surjan los inevitables conflictos de intereses. Además, una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene. Y en esto los BRICs tienen un camino de varias décadas por delante. La teoría de Deng Xiaoping (la trickle-down theory), base del milagro económico de China en los últimos treinta años, no se diferencia mucho de la de Ronald Reagan y Margaret Thatcher: los pobres se benefician cuando la riqueza desborda hacia los de abajo. Tiene razón Eduardo Galeano cuando dice que China hoy es la combinación de lo peor del comunismo y los peor del capitalismo. Luego debemos analizar más en profundidad qué entendemos por desarrollo. Dentro del marco actual, en el mejor de los casos desarrollo significa “sociedad de consumo y bienestar”. Desde un punto de vista más amplio, desarrollo para mí significa el avance de las libertades humanas, lo que, en el fondo, como lo entendía un marxista indio, Manabendra Roy, creo que en 1959, “freedom is real only as individual freedom”, es decir, al fin de cuentas la libertad es pura abstracción si no se traduce en libertad individual. Si el individuo no es libre cualquier otra libertad, por ejemplo la libertad de los pueblos, es una abstracción. Y una libertad que no sea concreta es como un perfume sin olor. Pero como toda libertad está siempre condicionada por factores externos e internos al individuo, sólo podemos aspirar a la mayor expansión de una “libertad relativa”. Relativa al medio, relativa a otro individuo, relativa a otra sociedad. Y esta libertad es el resultado de factores materiales, psicológicos y espirituales. Hoy en día no se habla de otra cosa que de la libertad material, en el mejor de los casos, ya que no es algo menor. En la mayoría de los casos es simplemente un desborde de testosterona, es decir, la libertad de vencer, de emerger, de sumergir, de sentirme superior al resto que deseo se hunda en términos relativos para satisfacer mi ego. Obviamente eso no es libertad ni para el vencedor. Eso es una perfecta prisión, una ilusión de nuestros tiempos, como la ilusión de estar comunicados por Facebook o alguna otra droga cultural que nos arrastra a la deshumanización en nombre de la libertad o la liberación.

      IA: ¿Qué será de Europa y Estados Unidos cuando China domine la economía mundial en pocos años?

      JM: Por muchas décadas Estados Unidos seguirá siendo una de las mayores potencias mundiales y por mucho más una de las naciones más desarrolladas en términos económicos. Estratégicamente veo una alianza de Estados Unidos con Europa, dos aéreas geográficas y culturales que todavía se ven como rivales, sobre todo por la puja del euro con el dólar. Pero Europa y Estados unidos comparten algunos valores que se evidenciarán en el sentimiento de su población a medida que China comience a surgir más como una amenaza que como una oportunidad de negocios. Ya dijimos que todavía falta una crisis china, pero de cualquier forma se convertirá en uno de los mayores jugadores en el tablero internacional. Eso nadie ni nada lo va a evitar. Así que, por lo menos, yo veo un progresivo acercamiento entre Estados Unidos y Europa, sobre todo con Inglaterra. A nivel puramente estratégico, las alianzas serán entre el bloque anglosajón, incluyendo Canadá y Australia, con Japón e India. Pero, claro, siempre hay que tener en cuenta que cada vez que el mundo llega a un consenso sobre el futuro de algo, un día el presente se encarga de mostrar lo contrario. No hay sorpresas en la historia pero el futro está lleno de imprevistos. Y los imprevistos sobre todo son importantes porque son imprevistos.

      Ismael Alonso

      Escritor

      México, DF.

      https://www.alainet.org/es/articulo/145576?language=en

      https://web.archive.org/web/20241127151438/https://www.alainet.org/es/articulo/145576?language=en

      Cubana 455, 48 years of the major terrorist attack in the hemisphere

      Eleven minutes into takeoff, the first bomb exploded under the seat of a nine-year-old girl.

      “We have an explosion aboard…” the captain reported. “We have fire on board!”

      Pérez Pérez managed to control the plane that was beginning to lose pressure. He directed it back to the Barbados airport with only one engine, while the cabin filled with smoke. The panicked passengers did not know, but the captain was minutes away from solving the problem.

      A second bomb exploded in a bathroom, tearing off the tail of the plane. The plane pointed toward the sky and ascended vertically. The control tower shouted to the pilot that it was a bad idea, not knowing that the pilot had already lost control. Some passengers fell into the sea. Then, the plane plummeted like an arrow.

      In Cuba, the father of one of the athletes went to the mountains and spent the whole night there as soon as he heard the news. Another remained in the Havana airport for a week, convinced that his son would appear at any moment. The girlfriend of one of the champions went up to her room and did not come down for ten years. In Guyana, the father of one of the young men who was going to study medicine in Cuba locked himself in his library and did not come out for a week.

      Minutes after the explosions, Freddy Lugo called Orlando Bosch to report on the success of the operation:

      “The bus fell with all the dogs inside,” he said.

      The Trinidad police arrested Herman Ricardo and Freddy Lugo.

      “They were talking about something important and laughing heartily,” recalled the taxi driver, who could see their faces in the rearview mirror.

      Ricardo, an employee of Posada’s security agency in Venezuela, admitted that he and Lugo had placed the two bombs on the plane. He also acknowledged that Luis Posada and Orlando Bosch had planned the attack.

      On October 15, 1976, a million people filled Havana’s Plaza de la Revolución. In his speech, Fidel Castro recalled that since 1959, 51 Cubana flights had been sabotaged or hijacked.

      “We cannot say that the pain is shared,” he said. “The pain is multiplied.”

      “He is the terrorist,” said Posada Carriles, watching the images from Havana.

      Orlando García, head of security for Venezuela’s President Andrés Pérez, and Ricardo Morales (both Cuban exiles) had attended Bosch’s welcome cocktail in Caracas. According to a CIA document, both García and Morles mentioned that, at the fundraising dinner, Orlando Bosch had claimed responsibility for Washington’s bomb attack on Orlando Letelier, something he would never tire of denying in public.

      “It was a heroic act,” Bosch declared before a Caracas court about the downing of the plane.

      “The Cuban fighters carried out a revolutionary act,” declared Ricardo Lozano in front of the television cameras.

      “It was a heroic action,” Bosch insisted, shaking his right index finger anxiously, surrounded by journalists. “As you know, war is a competition of cruelties.”

      Bosch will refuse every time he is questioned about the incident “because that is illegal in the United States” and will always justify it because it was “an action against combatants because they are all combatants.”

      “Guillermo and Ignacio Novo did it,” he will say in the interview with journalist Blake Fleetwood in the Caracas jail. “It was all planned by the DINA of Chile.”

      Fleetwood called from Caracas to the prosecutor Eugene Propper, who was in charge of the FBI investigation. Propper was not very optimistic. Bomb attacks were rarely solved. After a few hours, he called the journalist again:

      “The CIA had already informed the Venezuelan secret police of everything… I think they are after you. You are in danger.”

      “So, what do I do?” asked Fleetwood, with six hours of recordings with Bosch and Posada Carriles in hand. “Should I go to the US embassy?”

      “No, on the contrary,” said the FBI agent. “You must figure it out yourself and find a way out of there.”

      It was not difficult for the Venezuelan police to locate Bosch and Posada Carriles. The problematic part was arresting them, but since the surrender of his comrade Bosch in February, Posada Carriles had not regained his position in the CIA. He had tried once more the previous month, informing the same agency of an imminent attack against a Cubana flight by a group of Cuban exiles, but he had not succeeded either. The CIA did not act with the necessary speed but with calculated clumsiness, as it usually does.

      Without the invaluable protection of the CIA, Bosch, and Posada Carriles resorted to the network of secret services in Chile and Venezuela, but this complicity had cracks. On Thursday, the 14th, the Venezuelan police arrested them both.

      On Friday, they interrogated Posada Carriles:

      “I had nothing to do with it, chico,” he said.

      “Do you condemn the attack?

      “I don’t condemn anything.”

      “Even if innocent people die?”

      “Sometimes innocent people pay for being in the wrong place.”

      Orlando Bosch repeated almost the exact words.

      “I am innocent, but I do not condemn anything that leads to the fall of the Cuban regime. They are the terrorists.”

      “So, you do not consider yourself a terrorist…”

      “Not at all, chico. I am a combatant.”

      “Combatants face other combatants…”

      “In a total war, there are no civilians.”

      “Do you consider the passengers of flight 455 combatants?”

      “Sure, they are all combatants.”

      When President Andrés Pérez learned of Fleetwood’s reckless interview in the Caracas jail, he ordered his arrest. Still, the DISIP (Venezuelan’s Secret Police) could not prevent him from taking the next flight to the United States. Prosecutor Propper was waiting for him and asked him for a copy of his recordings. President Andrés Pérez accused Fleetwood of being a CIA agent.

      In Miami, the Catholic Church organized vigils and prayers for the release of Orlando Bosch. Bosch admitted to Venezuelan investigators that he had participated in the attack on the Cuban plane. Still, the government moved his trial to a military court, and he was declared innocent, except for falsifying passports.

      Cubana Flight 455 was the first in the history of civil aviation to be shot down by a terrorist attack and the one that cost the most lives in the hemisphere until 2001.

      In Miami, the owner of the weekly magazine Réplica, Cuban Max Lesnik, was one of the few who dared to denounce the terrorist act against Cubana Flight 455.

      “Posada Carriles and Bosch planned it all,” said Lesnik. “I denounced this terrorist act while the extreme right in Miami applauded it.”

      The magazine Réplica suffered seven bomb attacks until it was forced to close permanently in 2005. No one was arrested for these acts even though an FBI agent reported that unbeknownst to Lesnik, he had rescued him from being killed many times.

      All in the name of freedom of the press, which does not exist in Cuba.

      From the book 1976. El exilio del terror (2024), by Jorge Majfud.

      Cubana 455, 48 anos do maior atentado terrorista do hemisfério

      O capítulo de 1976 em português

      Onze minutos após a decolagem, a primeira bomba explodiu sob o assento de uma menina de nove anos.

      We have an explosion aboard… informou o capitão. ? We have fire on board!

      Pérez Pérez conseguiu controlar a aeronave, que estava começando a perder pressão. Com um único motor, ele a conduziu de volta ao aeroporto de Barbados, enquanto a cabine se enchia de fumaça. Os passageiros em pânico não sabiam, mas o capitão estava a minutos de resolver o problems.

      Uma segunda bomba explodiu em um banheiro, arrancando a cauda do avião. A aeronave apontou para o céu e subiu verticalmente. A torre de controle gritou para o piloto que isso era uma má ideia, sem saber que o piloto já havia perdido o controle. Alguns passageiros caíram no mar. Em seguida, a aeronave mergulhou como uma flecha.

      Em Cuba, o pai de um dos atletas, assim que soube da notícia, foi para as montanhas e passou a noite lá. Outro ficou no aeroporto de Havana por uma semana, convencido de que seu filho apareceria a qualquer momento. A namorada de um dos campeões subiu para o quarto dele e não desceu por dez anos. Na Guiana, o pai de um dos jovens que ia estudar medicina em Cuba se trancou em sua biblioteca e não saiu por uma semana.

      Minutos após as explosões, Freddy Lugo ligou para Orlando Bosch para informar sobre o sucesso da operação:

      — O ônibus tombou com todos os cães dentro? disse ele.

      A polícia de Trinidad prendeu Herman Ricardo e Freddy Lugo.

      — Eles conversavam sobre algo importante e rindo muito, lembrou o motorista de táxi que podia ver seus rostos pelo espelho retrovisor.

      Ricardo, funcionário da agência de segurança de Posada na Venezuela, admitiu que ele e Lugo haviam colocado as duas bombas no avião. Ele também admitiu que Luis Posada e Orlando Bosch haviam planejado o atentado.

      Em 15 de outubro, um milhão de pessoas lotaram a Plaza de la Revolución, em Havana. Em seu discurso, Fidel Castro lembrou que, desde 1959, 51 voos da Cubana haviam sido sabotados ou sequestrados.

      — Não podemos dizer que a dor é compartilhada, disse ele. A dor é multiplicada.

      — Ele é o terrorista? disse Posada Carriles, olhando para as imagens que vinham de Havana.

      Orlando García, chefe de segurança do presidente Andrés Pérez, e Ricardo Morales (ambos exilados cubanos), compareceram ao coquetel de boas-vindas de Bosch em Caracas. Conforme um documento da CIA, tanto García quanto Morales mencionaram que, no jantar de arrecadação de fundos, Orlando Bosch havia assumido o crédito pelo atentado contra Letelier em Washington, algo que ele não se cansava de negar em público.

      — Foi um ato heroico? disse Bosch em um tribunal de Caracas sobre a queda do avião.

      — Os combatentes cubanos fizeram um ato revolucionário? declarou Ricardo Lozano diante das câmeras de televisão.

      — Foi um ato heroico? insistiu Bosch, sacudindo ansiosamente o dedo indicador direito, cercado de jornalistas. Como você sabe, a guerra é uma competição de crueldades.

      Bosch se recusará toda vez que for questionado sobre o incidente, “porque é ilegal nos Estados Unidos” e sempre o justificará como “uma ação contra combatentes, porque todos eles são combatentes”.

      — Foram o Guillermo e o Ignacio Novo que fizeram isso? dirá ele na entrevista com o jornalista Blake Fleetwood na prisão de Caracas. ? Tudo foi planejado pela DINA chilena.

      Fleetwood ligou de Caracas para o promotor Eugene Propper, encarregado da investigação do FBI. Propper não estava muito otimista. Raramente um atentado a bomba era solucionado. Depois de algumas horas, ele ligou de volta para o jornalista:

      — A CIA já havia relatado tudo à polícia secreta venezuelana… Acho que eles estão atrás de você. Você está em perigo.

      — Então, o que devo fazer?? perguntou Fleetwood, com seis horas de fitas com Bosch e Posada Carriles nas mãos. ? Devo ir à embaixada dos EUA…?

      — Não, pelo contrário”, disse o agente do FBI. Você terá que resolver isso por conta própria e encontrar uma maneira de sair de lá.

      A polícia venezuelana não teve muita dificuldade em localizar Bosch e Posada Carriles. A parte difícil foi prendê-los, mas desde a rendição de seu companheiro Bosch em fevereiro, Posada Carriles não havia recuperado seu posto na CIA. Ele havia tentado novamente no mês anterior, informando a mesma agência sobre um ataque iminente a um voo da Cubana por um grupo de exilados cubanos, mas também não teve sucesso. A CIA não agiu com a celeridade necessária, mas sim com uma imperícia calculada, como geralmente faz.

      Sem a inestimável proteção da CIA, Bosch e Posada Carriles recorreram à rede de serviços secretos do Chile e da Venezuela, mas essa cumplicidade tinha rachaduras. Na quinta-feira, 14, a polícia venezuelana prendeu os dois.

      Na sexta-feira, Posada Carriles foi interrogado:

      — Não tive nada a ver com isso, meu rapaz? disse ele.

      — O senhor condena o ataque?

      — Não condeno nada.

      — Mesmo que morram pessoas inocentes?

      — Às vezes, pessoas inocentes pagam por estarem no lugar errado.

      Orlando Bosch repetiu quase as mesmas palavras.

      — Sou inocente, mas não condeno nada que possa levar à queda do regime em Cuba. Eles são os terroristas.

      — Você não se considera um terrorista?

      — De jeito nenhum, garoto. Sou um combatente.

      — Combatentes lutam contra outros combatentes…

      — Em uma guerra total, não há civis.

      — Você considera os passageiros do voo 455 como combatentes? Todos eles são combatentes?

      — Todos eles são combatentes.

      Quando o presidente Andrés Pérez soube da entrevista imprudente de Fleetwood na prisão de Caracas, ele ordenou sua prisão, mas a DISIP não conseguiu impedi-lo de pegar o próximo voo para os Estados Unidos. Esperando por ele estava o promotor Propper, que lhe pediu uma cópia de suas gravações. O presidente Pérez acusou Fleetwood de ser um agente da CIA.

      Em Miami, a Igreja católica organizou vigílias e orações para a libertação de Orlando Bosch. Bosch admitiu aos investigadores venezuelanos que havia participado do bombardeio do avião cubano, mas o governo transferiu seu julgamento para um tribunal militar e ele foi considerado inocente, exceto pela falsificação de passaportes.

      O voo 455 da Cubana foi o primeiro na história da aviação civil a ser derrubado por um ataque terrorista e o que custou mais vidas no hemisfério, até 2001.

      Em Miami, o proprietário do semanário Réplica, o cubano Max Lesnik, foi um dos poucos que se atreveu a denunciar o ato terrorista contra o voo 455 da Cubana.

      — Posada Carriles e Bosch planejaram tudo? disse Lesnik. Eu denunciei esse ato terrorista enquanto a extrema-direita de Miami o aplaudia.

      O semanário Réplica sofreu sete atentados a bomba até ser forçado a fechar definitivamente em 2005. Ninguém jamais foi preso por esses atos, embora um agente do FBI tenha relatado que, sem o conhecimento de Lesnik, ele o salvou várias vezes de um assassinato.

      Tudo em nome da liberdade de imprensa, que não existe em Cuba.

      Do livro 1976. O Exílio do Terror (2024) na Página 12.

      Vicio en Miami: la mayor base de la CIA

      En 1981, el agente del FBI Robert Scherrer escribió que su colega Carter Cornick se encontraba trabajando en Miami, “ya que es allí donde viven los expertos en bombas, junto con narcos y exdictadores latinoamericanos; el legendario mafioso y exsenador cubano, Rolando ‘El Tigre’ Masferrer fue ejecutado allí mismo en 1975… Orlando Bosch todavía continúa recabando fondos en Miami”.[i] Ambos agentes habían sido asignados al caso del carrobomba que mató a Orlando Letelier y Ronni Moffitt y, como otros federales, conocían a Miami como “la capital del terrorismo en Estados Unidos”.

      La ola de atentados terroristas en Florida, Nueva Jersey y Nueva York era el resultado natural de un desarrollo histórico que había comenzado con las organizaciones mafiosas que dominaban la economía cubana aún antes del gobierno de Fulgencio Batista. Más tarde, fue un efecto colateral de los planes de la CIA a partir del golpe de Estado de Guatemala en 1954 y, sobre todo, a partir de la Revolución cubana de 1959.

      En 1961, al sur del campus de la Universidad de Miami, la CIA instaló su mayor estación de operaciones del mundo, con un presupuesto de 50 millones de dólares (equivalente a 500 millones, medio siglo más tarde), lo que se tradujo en una milagrosa bonanza de los pequeños negocios del área, al tiempo que demostraba las virtudes del capitalismo, del libre mercado y de la libertad libre de la tiranía de los gobiernos. Allí comenzaron a trabajar 300 empleados estadounidenses y 6.000 cubanos del exilio, reclutados como colaboradores. Todos, según los registros, ingresaron antes o después en las nóminas de pagos de la CIA. El proyecto fue cerrado en 1968 debido a los persistentes fracasos, entre ellos el más importante, que consistía en el asesinato de Fidel Castro y los más persistentes sabotajes y bombardeos de la isla lo que, lejos de menguar el poder del nuevo régimen, terminó por fortalecerlo.[ii]

      Entre los colaboradores directos estuvieron figuras que más tarde tendrían un gran poder en la política y en los negocios, como el empresario gastronómico y de los medios Jorge Mas Canosa. En la invasión de 1961 a Cuba, Mas Canosa dirigió el grupo Niño Díaz. También fue locutor de Radio Swan y Radio Américas, la am pirata que la CIA instaló en la isla propiedad de la CIA, frente a Honduras, para preparar la invasión de Cuba con su manual de guerra psicológica. La radio fue una copia de la radio de Radio Liberación, la onda corta inventada en 1954 para desestabilizar la democracia de Guatemala, presidida por Jacobo Árbenz, y que por entonces resultó un éxito absoluto. Por entonces se encontraba en Guatemala un joven médico llamado Ernesto Guevara, quien llevará su experiencia a Cuba y será parte de la resistencia al plan de la CIA para convertir a Cuba “en otra Guatemala”.

      En abril de 1965, esta estación de la CIA en Miami incorporó a Luis Posada Carriles. En junio de 1967, Posada fue enviado a Caracas para hacer carrera en la policía secreta de Venezuela (donde se destacó por sus violentas técnicas de interrogación) y abrir el camino a una decena de otros cubanos de Miami, quienes no trabajarían como agentes de segunda ni como sargentos, sino en los altos puestos en la Disip apenas arribados al aeropuerto de Maiquetía. Uno de ellos será el cubano Ricardo Morales Navarrete, incorporado ese mismo año a la estación de la CIA de Miami.

      Conocido como El Mono, Morales había sido un agente secreto de la G-2 en Cuba hasta 1960 y miembro de “Commandos L” de Miami en 1963. Fue reclutado un año después por la CIA “para actividades paramilitares” en Florida. El Mono se convertirá en una figura central del exilio cubano. Será agente de la CIA en las masacres del Congo y Angola (a 350 dólares por mes); uno de los jefes de la policía secreta de Venezuela en los 70; informante protegido del FBI (a 700 dólares por mes) contra sus propios camaradas y pese a haber admitido en 1972 un asesinato en Florida.[iii] Finalmente, se dedicará al narcotráfico, hasta su ejecución, en un bar de Miami, en 1982.

      Debido al célebre fracaso de Bahía Cochinos, el futuro empresario y poderoso financiero de varias operaciones paramilitares desde Miami, Jorge Mas Canosa, fue premiado con un grado de alférez, apenas se enlistó en el ejército de Estados Unidos para dejar de ser un paramilitar. En Fort Benning, estuvo encargado del entrenamiento de cubanos en propaganda y operaciones clandestinas.[iv]

      Fort Benning, en Georgia, se llamó así en honor Henry Lewis Benning, general de las fuerzas proesclavistas de la Confederación, exactamente un siglo antes y, por entonces, sede de la School of the Americas ―la Escuela de Asesinos, según la traducción de Robert Richter. Allí, Mas Canosa conoció y se hizo amigo incondicional de Félix Rodríguez, Luis Posada Carriles y Oliver North. A Oliver North volvió a encontrarlo en la Casa Blanca durante los años de Ronald Reagan. A pesar de insistir que él no era el Jorge Mas Canosa que había mencionado el teniente North durante el escándalo Irán-Contras, las investigaciones posteriores revelarán que las donaciones a North para financiar a los Contras eran del único Mas Canosa conocido en Miami―y usuario de los mismos números telefónicos investigados. El coronel Oliver North hará una carrera entrenando a los Contras en Honduras y Nicaragua. Será condenado por mentirle al Congreso de Estados Unidos sobre el caso Irán-Contras y, poco después, liberado por la Casa Blanca. También será reconocido por otras masacres impunes, como en Afganistán, décadas después.

      Con alguna imprecisión, Rodríguez se atribuyó la ejecución del prisionero Ernesto Che Guevara en la Bolivia de la Standard Oil Company y de nazis enviados por la CIA, como el criminal de guerra Klaus Barbie.

      Posada Carriles fracasó en todos sus intentos de matar a Fidel Castro, pero Mas Canosa lo ayudará varias veces a mantenerse en distintos países y a escapar de situaciones incómodas, como la cárcel de Caracas, luego de ser condenado por volar el avión de Cubana, con 73 pasajeros.

      El más listo de todos parece haber sido Mas Canosa. Para finales de los años 60 ya manejaba negocios de un millón de dólares en Miami y, en su tiempo libre, financiaba grupos paramilitares como Comandos L. Si Orlando Bosch había fracasado en su intento de convertirse en el Che Guevara del capitalismo (la referencia fue explícita en una carta que envió desde Chile), Mas Canosa había fracasado en su obsesión por reproducir el éxito del Granma, cuando en 1956 unos pocos rebeldes sobrevivientes desembarcaron en Cuba y, en tres años, lograron derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, una dictadura aún mejor armada que la de Castro y con el apoyo incondicional del gobierno de Estados Unidos y de la poderosa mafia de los casinos y prostíbulos de La Habana. Sus intentos de desembarcar en Cuba en sofisticados yates para derrocar a Fidel Castro fracasaron una y otra vez. Por alguna razón, nada funcionaba, ni por lejos. Por alguna razón, ni Dios confiaba en nosotros, a pesar de que nosotros confiábamos tanto en Dios. Nada funcionará nunca, frustración que fue incrementando el nivel de violencia endogámica.

      A partir de los años 70, como fue el caso de otros exiliados y de la misma CIA a mayor escala, Mas Canosa se relacionó con diferentes narcotraficantes, como Rafael de Arce y Antonio Canaves.[v]

      ―Esta gente visitaba a Jorge una o dos veces por semana ―declaró bajo juramento y ante un juez su hermano, Ricardo Mas Canosa―, hasta que se metieron en líos con la ley, debido a sus negocios con los narcos. Los recuerdo muy bien, porque aparecían en las oficinas en sus lujosos Cadillacs, fumando enormes habanos. Apenas entraban a la oficina de Jorge, cerraban la puerta y me dejaban afuera.[vi]

      Una serie de documentos desclasificados del FBI (con la aprobación de la CIA, que por entonces ya no consideraba importante a estos colaboradores) registran múltiples actividades ilegales de Mas Canosa y Posada Carriles, desde el narcotráfico internacional hasta la creación de campos de entrenamiento paramilitares en Florida; el tráfico continuado de armas desde Venezuela; la colocación de bombas en México y en América Central, y (según otro informe secreto de la CIA del 26 de julio de 1965) el intento de derrocamiento de otro presidente de Guatemala, esta vez el coronel Alfredo Peralta Azurdia, a pedido de otro residente de Miami Beach, el millonario empresario Roberto Alejos Arzú.[vii]

      Según un documento clasificado once años después, con fecha del 26 de noviembre de 1976, Posada Carriles, “experto en demoliciones”, también trabajó con Alejos Arzú en su plan de golpe de Estado en Guatemala.[viii] El plan, cargado de armas y bombonas contra Peralta Azurdia, otro dictador protector de corporaciones bananeras y con algunos amigos de alcobas, fue frustrado por Washington en México. Años después, el coronel y dictador Peralta Azurdia, en cuyo gobierno reinaron los Escuadrones de la muerte, al igual que sus enemigos personales también se jubiló en Miami.

      El rol de Posada Carriles en Venezuela fue muy similar al de Dan Mitrione en otros países del continente, como Uruguay. En junio de 1967, la CIA terminó su relación laboral con Posada Carriles, aduciendo problemas impositivos, actividades independientes, no reportadas a la Central. En agosto ya estaba trabajando para la Digepol, en Caracas.[ix] Mientras fue jefe de la policía secreta de Venezuela, fue conocido como el Comisario Basilio. No sólo se dedicó a supervisar la tortura y desaparición de disidentes venezolanos sometidos a técnicas especiales de interrogación, sino que también facilitó el tráfico de drogas desde Colombia con destino a Miami, como consta en memorándums del FBI de marzo de 1973. Un mes más tarde, la CIA confirmó la conexión de Posada Carriles con el narcotráfico, siendo reportado en compañía de “poderosos jefes del narco”. Los investigadores federales prefirieron no formalizar acusaciones, para mantenerlo como fuente de información. En mayo de 1973, se lo encontró “culpable solo de tener amigos equivocados”. No solo amigos. Para marzo de 1976, la DEA continuaba detrás de su esposa, Nieves Elina González, sospechosa de participar en el tráfico de droga de Colombia a Miami a través de Venezuela.

      Tres meses después, Posada Carriles solicitaba a la CIA una visa especial para pasar sus vacaciones en Estados Unidos.[x]

      Del libro 1976. La capital del terrorismo (2024)


      [i] Idem, p. 177.

      [ii] Alan McPherson. Ghosts of Sheridan Circle. How a Washington Assassination Brought Pinochet‘s Terror State to Justice. University of North Carolina Press, 2018, p. 77.

      [iii] “The President John F. Kennedy Assassination Records Collection”. The National Security Archive. Geroge Washington University. Archives.gov, http://www.archives.gov/files/research/jfk/releases/2018/180-10143-10345.pdf

      [iv] Bardach, Ann Louise. Cuba Confidential: Love and Vengeance in Miami and Havana. United Kingdom, Knopf Doubleday Publishing Group, 2007, p. 136.

      [v] Idem, 138.

      [vi] Idem, 138.

      [vii] “The President John F. Kennedy Assassination Records Collection”. The National Security Archive. Geroge Washington University. Archives.gov. http://www.archives.gov/files/research/jfk/releases/104-10178-10061.pdf

      [viii] The National Security Archive. Geroge Washington University. Archives.gov, nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB157/19761209.pdf

      [ix] The National Security Archive. Geroge Washington University. nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB157/19761209.pdf

      [x] “The President John F. Kennedy Assassination Records Collection”. The National Security Archive. Geroge Washington University. Archives.gov, http://www.archives.gov/files/research/jfk/releases/2023/180-10145-10345.pdf

      La opinión propia y otras banalidades

      Al igual que hay calculadoras para calcular pronto habrá máquinas para dar opiniones
      Creo que todos los escritores de ficción (aquellos que viven hurgando en el misterio de las pasiones humanas; no los fabricantes de aventuras) saben que hay pocas cosas más superficiales que las opiniones. Mejor que nadie, lo saben los ingenieros en opinión pública como Edward Bernays, autor de The Engineering of Consent (1955) y del primer gran complot de la CIA en América Latina contra un Gobierno democrático en 1954. Estos logros son más probables en países donde una gran proporción de la población es entrenada para creer desde la tierna infancia.
      ¿Alguien quiere perder su tiempo de la manera más miserable? Pues, basta con ponerse a discutir con alguien con convicciones propias. Nunca tuve del todo claro por qué algunos nos desgastamos escribiendo artículos de opinión en los diarios y mucho menos por qué otros, expuestos en el heroico anonimato, hacen lo mismo insultándonos sin siquiera haber terminado de leerlos. Entiendo que todos necesitamos vomitar nuestras frustraciones en alguna parte, pero para eso están las toilettes. El civilizado aprecio por la discrepancia (virtud que no inventaron los franceses del siglo XVIII) es cada vez más raro, cuando no peligroso. Claro que todavía queda gente racional, lo que justifica cualquier esfuerzo de comunicación. Pero lo habitual es lo contrario: alguien herido de muerte en sus convicciones se aferrará con uñas y dientes a cualquier argumento que le pueda favorecer, aunque miles vayan en el sentido contrario: si la realidad no se adapta a sus convicciones, peor para la realidad. Por ejemplo, ¿alguien en Estados Unidos está a favor de las armas en las calles? Pues no importará que un señor decente y sin antecedentes psiquiátricos le pegue un tiro a su hija porque no le gustó la forma en que vestía. Por algún lado encontrará una justificación para sus convicciones: quien apretó el gatillo fue un señor que, de haber tenido un palo en lugar de un arma de fuego hubiese cometido la misma tragedia. Ese señor odiará al asesino casi tanto como a aquellos otros que odian las armas, porque al menos el asesino estaba a favor de las armas. Mientras tanto, todos los demás que odian las armas llegarán al extremo de culpar al padre por la desgracia de su hija, tanto o más que al asesino. ¿Cuándo un creyente convencido cuestionó la perfección literal de la Biblia por alguna matanza nacionalista, por alguna que otra prescripción esclavista o por las pretensiones de Noé de haber metido millones de animales, cada pareja representante de su especie e incapaz de evolucionar en otras, en un barco de madera? Cualquier argumento, razón o cuestionamiento es una real pérdida de tiempo cuando uno está frente a alguien con convicciones. Por eso la gente se agrupa en arrogantes sectas que orgullosamente llaman iglesias, o en comunidades ideológicas, que no menos orgullosamente llaman lacausa o el partido. En las redes antisociales el problema aparentemente se soluciona desamigando a aquel imbécil (los imbéciles siempre son los otros) que insiste en opinar distinto, hasta que sin advertirlo ni declararlo cada uno se convierte en el centro de su propia secta.

      Lo más triste es que no hay nada más mecánico y previsible que las ‘opiniones propias’

      Porque no pocos odian que algún intruso pueda cuestionar siquiera sus convicciones, aunque sean supersticiones democráticas que, de vez en cuando, los impele a soportar a algún pobre necio que piensa diferente. Habrán escuchado barbarismos como: “Es un buen tipo; es de izquierda, es un progresista”; o “es una muy buena persona, un conservador auténtico que asiste cada domingo a la iglesia”. Como si no hubiese progresistas o correctos creyentes hijos de puta. Como si un partido, una ideología o una religión hiciese bueno a alguien que no lo es. Lo más triste es que no hay nada más mecánico y previsible que lasopiniones propias. Desde hace décadas existen calculadoras para resolver complicadas fórmulas matemáticas y ahora también existen traductores para que algún genio argumente que ya no es necesario aprender otros idiomas. Claro que nadie cuestiona para qué queremos los deportes, aunque hay máquinas que hacen todo más rápido, más fuerte, más alto y más lejos que cualquier campeón olímpico. ¿Para qué vamos a necesitar nuestros cerebros si las máquinas pueden hacerlo todo mejor? Bueno, tal vez todavía los necesitemos para ver fútbol en la tele y porno en Internet. Una vez un genio graduado en un pub de Hollywood me dijo que aunque las máquinas hagan obsoletas las facultades de Matemática y de Idiomas, siempre necesitaremos nuestro cerebro para cosas más creativas, como puede ser tener un criterio propio y dar una opinión sobre algún problema importante para la Humanidad. Pero realmente, ¿necesitamos un cerebro para dar opiniones basadas en la ignorancia de casi todas las disciplinas que hasta no hace mucho ha conocido esa Humanidad? De la misma forma que hay calculadoras para calcular y traductores para traducir, pronto habrá (si ya no las hay y se llama big media) máquinas para dar opiniones, ya que éstas son mucho más previsibles que una operación matemática o la traducción de un poema. Sería una pena, claro, porque opinar es uno de los deportes favoritos de nuestro tiempo, tan inútil e intrascendente como el triunfo del equipo X o Y en la Super Bowl.

      ¿Necesitamos un cerebro para dar opiniones basadas en la ignorancia?

      Es por lo menos misterioso que los genios de Google todavía no hayan desarrollado un Opinador. Apple podría lanzar al mercado uno portátil, para que todos tengan su Propia Opinión a un precio accesible. Bastaría con poner unos datos básicos sobre preferencia ideológica, preferencia sexual, candidato votado en las últimas elecciones, asistencia o no a misa, adicto a CNN, Fox o Democracy Now, país de residencia, salario anual, etnia, tribu, género o transgénero, estado civil… y ya está: la opinión propia sale solita. Con esto, el deporte de opinar se mantendría intacto, con la ventaja de que para practicarlo ni siquiera habría necesidad de esforzar mucho el músculo gris, como un verdadero aficionado a los deportes no necesita esforzar mucho los músculos de su propio cuerpo cuando está viendo a su equipo favorito. Aunque, claro, tal vez para recibir una opinión propia ni siquiera sea necesario tomarse la molestia de llenar algún tipo de cuestionario sobre nuestras preferencias, porque el Gobierno y las empresas de sodas y condones ya lo saben.
      Jorge Majfud 21 abril 2015