«Promover la democracia»

En agosto de 2004, el Embajador describió la estrategia de 5 puntos del equipo de país para guiar las actividades de la embajada en Venezuela durante el período 2004-2006 (específicamente, desde el referéndum hasta las elecciones presidenciales de 2006). Los enfoques de la estrategia son: 1) Fortalecer las instituciones democráticas, 2) Penetrar la base política de Chávez, 3) Dividir el chavismo, 4) Proteger empresas estadounidenses vitales y 5) Aislar a Chávez internacionalmente.

  1. (S) A continuación, se presenta una breve descripción de las actividades de USAID/OTI durante el período mencionado en apoyo a la estrategia:
  2. (S) Este objetivo estratégico representa la mayor parte del trabajo de USAID/OTI en Venezuela. La sociedad civil organizada es un pilar cada vez más importante de la democracia, un pilar sobre el que el presidente Chávez aún no ha podido ejercer un control total.
  3. (S) La OTI (*) ha apoyado a más de 300 organizaciones de la sociedad civil venezolana brindándoles asistencia técnica, desarrollo de capacidades, conectándolas entre sí y con movimientos internacionales, y con un apoyo financiero superior a los 15 millones de dólares. De estas, 39 organizaciones dedicadas a la incidencia política se han formado desde la llegada de la OTI; muchas de estas organizaciones son resultado directo de sus programas y financiación.
  4. (S) Derechos Humanos: La OTI apoya el programa «Derecho a Defender los Derechos Humanos» de Freedom House (FH) con 1,1 millones de dólares.
    Simultáneamente, a través de Development Alternatives Inc. (DAI), la OTI también ha otorgado 22 subvenciones a organizaciones de derechos humanos, por un total de 726.000 dólares. FH brinda capacitación y asistencia técnica a 15 organizaciones de derechos humanos, pequeñas y regionales, sobre cómo investigar, documentar y presentar casos en situaciones de impunidad judicial mediante un software especializado y técnicas probadas. A continuación, se presentan algunos logros específicos de este proyecto, que han permitido una mejor comprensión a nivel internacional del deterioro de la situación de los derechos humanos en el país:

Observatorio Penitenciario Venezolano: Desde que comenzó a trabajar con la OTI, el OVP ha llevado un caso con éxito ante el sistema interamericano, logrando una sentencia que exige medidas especiales de protección a la BRV para la cárcel «La Pica». Asimismo, del 7 al 12 de noviembre lanzarán el Observatorio Penitenciario Latinoamericano, consolidando su trabajo con una red regional. El OVP recibe apoyo técnico de FH, así como apoyo económico de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD). Debido al éxito del OVP en visibilizar el problema, la BRV ha ejercido presión sobre ellos mediante declaraciones públicas, anunciando investigaciones y acusándolos de presuntos delitos, así como amenazas de muerte.

Centro de Derechos Humanos de la Universidad Central de Venezuela: Este centro se creó a partir del programa FH y una subvención de DAI. Han logrado visibilizar la Ley de Cooperación Internacional y la situación de los derechos humanos en Venezuela, y han servido como portavoz a nivel nacional e internacional.

Red de Abogados de Derechos Humanos del Estado Bolívar: Este grupo se creó a partir del programa FH y una subvención del programa de pequeñas subvenciones de DAI. Actualmente apoyan a las víctimas de la masacre de 12 mineros en el Estado Bolívar, presuntamente perpetrada por el Ejército venezolano. El propio Chávez se vio obligado a admitir que los militares hicieron un uso excesivo de la fuerza en este caso. Presentarán su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en febrero de 2007.

  1. (S) PROCATIA: La OTI se ha asociado con un grupo que la población del gran barrio de Caracas percibe como opositor. Debido a la incompetencia de los líderes electos locales, el problema de la basura en Catia es un asunto complejo para todos los habitantes. Este grupo ha organizado brigadas para recolectar y reciclar basura, presionando al gobierno para que proporcione servicios básicos y reposicionándolo como un aliado respetado del barrio.
  2. (S) Finalmente, mediante el apoyo a una campaña de impacto social positivo en cooperación con PAS, la OTI financió 54 proyectos sociales en todo el país, con más de 1,2 millones de dólares, lo que permitió al Embajador visitar zonas pobres de Venezuela y demostrar la preocupación de Estados Unidos por el pueblo venezolano. Este programa fomenta la confusión en las filas bolivarianas y contrarresta el intento de Chávez de utilizar a Estados Unidos como «enemigo unificador».

Aislar a Chávez

14. (S) An important component of the OTI program is providing information internationally regarding the true revolutionary state of affairs. OTI,s support for human rights organizations has provided ample opportunity to do so. The FH exchanges allowed Venezuelan human rights organizations to visit Mexico, Guatemala, Peru, Chile, Argentina, Costa Rica, and Washington DC to educate their peers regarding the human rights situation. Also, DAI has brought dozens of international leaders to Venezuela, university professors, NGO members, and political leaders to participate in workshops and seminars, who then return to their countries with a better understanding of the Venezuelan reality and as stronger advocates for the Venezuelan opposition. 15. (S) More recently, OTI has taken advantage of the draft law of International Cooperation to send NGO representatives to international NGO conferences where they are able to voice their concerns in terms that global civil society understands. So far, OTI has sent Venezuelan NGO leaders to Turkey, Scotland, Mexico, Dominican Republic, Chile, Uruguay, Washington and Argentina (twice) to talk about the law. Upcoming visits are planned to Brazil, Mexico, and Colombia. CARACAS 00003356 004.2 OF 004 OTI has also brought 4 recognized experts in NGO law from abroad to Venezuela to show solidarity for their Venezuelan counterparts. PADF supported visits by 4 key human rights defenders to the Inter-American Human Rights Commission meetings in Washington in October of 2006. These have led to various successes: Civicus, a world alliance of NGOs, has put the Venezuela issue on their Civil Society Watch short list of countries of concern. Gente de Soluciones, a Venezuelan NGO presented their «Project Society» to the OAS General Assembly. While there, they met with many of the Ambassadors and Foreign Ministers of OAS member states to express concern about the law. Uruguayan parliamentarians met with NGOs at a special session of the Foreign Affairs commission, and have promised to help where they can. The Human Rights Commission of the OAS has made several public statements and sent private letters to the National Assembly expressing concern with the law. The most prestigious law faculty in Buenos Aires, Argentina has committed to hosting an event to deal with the draft law. The Democratic Observatory of MERCOSUR plans to hold an event early next year to discuss the draft law. So far the Venezuelan National Assembly has received many letters and emails of opposition to the law from groups all over the world. A private meeting between 4 Venezuelan human rights defenders and Secretary General Jose Miguel Inzulsa during the October 2006 Inter-American Commission on Human Rights (please protect). The press, both local and international, has been made aware of the proposed law and it has received wide play in the US as well as in Latin America 16. (S) OTI has also created a web site which has been sent to thousands of people all over the world with details of the law in an interactive format. ——- Comment ——- 17. (S) Through carrying out positive activities, working in a non-partisan way across the ideological landscape, OTI has been able to achieve levels of success in carrying out the country team strategy in Venezuela. These successes have come with increasing opposition by different sectors of Venezuelan society and the Venezuelan government. Should Chavez win the December 3rd presidential elections, OTI expects the atmosphere for our work in Venezuela to become more complicated.

BROWNFIELD

(*) OTI, Office of Transition Initiatives, una división de USAID

El Premio Nobel de la Pus

Nobel Pus Prize 12 octubre, 2025

En 2002, el presidente democráticamente electo de Venezuela, Hugo Chávez, fue secuestrado y recluido en la isla La Orchila. Corina Machado, varios empresarios y el New York Times apoyaron el golpe. La oposición proclamó a Pedro Carmona (empresario y miembro del Opus Dei) como nuevo presidente. Carmona decretó la disolución de la Asamblea Nacional, la Corte Suprema y otras instituciones. Machado firmó la declaración de apoyo a esas medidas.

El New York Times saludó el golpe encabezado por “un respetado hombre de negocios”, el que tenía como propósito acabar con la dictadura electa en Venezuela. Según documentos desclasificados, la CIA sabía que George Bush sabía. El 25 de abril, el Times informó que este dinero para la agitación social previa al golpe había sido canalizado por terceros, como el National Endowment for Democracy,con877.000 dólares. Según un cable del 13 de julio de 2004, organizaciones como la USAID habían enviado casi medio millón de dólares para proveer “entrenamiento para los partidos políticos”. El cubano Otto Reich (uno de los organizadores del acoso de los Contras en Nicaragua y parte de la maniobra Irán-Contras) fue otro encargado de contribuir al golpe.

Devuelto al poder por las protestas populares, Chávez indultó a varios responsables del golpe de Estado. Entre ellos, los opositores Henrique Capriles y Leopoldo López, quienes continuarán su actividad política “denunciando la dictadura”. El 14 de agosto, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela absolverá a los militares Efraín Vásquez, Pedro Pereira, Héctor Ramírez y Daniel Comisso, también participantes del golpe de Estado “contra la dictadura”.

Frustrado por el fracasado, el 23 de agosto de 2005 el influyente televangelista Pat Robertson, frente a las cámaras de televisión de su poderoso Club700, se dirigió a un millón de fieles para proponer asesinar a Hugo Chávez “por destruir la economía de Venezuela, por permitir la infiltración de los comunistas y de los islámicos en su gabinete. No importa que nada de esto sea cierto.“La opción de un asesinato es claramente más económica que lanzar una guerra… no creo que con esto vayamos a interrumpir el suministro de petróleo desde Venezuela… tenemos la doctrina Monroe y otras doctrinas para aplicar”. El influyente pastor, amigo del dictador Efraín Ríos Montt de Guatemala y de otros genocidas cristianos como Roberto D’Aubuisson de El Salvador o Mobutu Sese Seko de Zaire, quería asesinar a un presidente legítimo elegido por el pueblo que, además, era un ferviente cristiano.

El 9 de diciembre de 2007, en la University of Miami, una voz de evento anunció, para la cadena Univision, el “Primer Foro Presidencial del Partido Republicano en español”, mencionando las reglas: en el foro no se hablará español.

Una de las moderadoras del no debate fue la simpática María Elena Salinas.

Salinas: “Hace exactamente una semana Venezuela rechazó cambios a la constitución del Presidente Hugo Chávez…”

Los aplausos interrumpen a María Elena, quien hizo algún esfuerzo por impedir una sonrisa.

Salinas: “Muchos creen que Chávez es una amenaza para la democracia en la región. Si usted fuera presidente ¿cómo lidiaría con Chávez?”

Paul: “Bueno, él no es la persona más fácil con quien lidiar, pero tenemos que lidiar con todas las personas en el mundo de la misma manera, con amistad, oportunidad de dialogar y comerciar con…”

Los abucheos lo interrumpen. Ron Paul, con su mirada cansada pero con el rostro ya curtido por largos años de disidente, insiste, imperturbable, tal vez resignado.

Paul: “…hablamos con Stalin, hablamos con Krushev. Hablamos con Mao y hemos hablado con el mundo entero y de hecho estamos en un momento en que debemos hablar con Cuba.”

Ahora los abucheos crecen como un huracán sobre Miami.

Paul: “…y viajar a Cuba y tener comercio con Cuba. Pero déjenme decirles por qué tenemos problemas con ellos: porque hemos estado metidos en sus asuntos internos hace tanto tiempo… Nosotros creamos a los Chávez, a los Castros de este mundo, interfiriendo y creando caos en sus países y ellos respondieron con sus líderes legítimos”.

Los abucheos alcanzan su clímax. Miami se lo quiere comer crudo, sin ron. Las reglas civilizadas del Foro obligan a seguir indiferentes al próximo candidato, que ha escuchado muy bien la voz del pueblo.

Huckabee (futuro embajador de Trump en Israel): “Aunque a Chávez lo eligieron, no lo eligieron para ser un dictador… Mi mamá decía: “si uno le da suficiente soga a alguien, se van a colgar” y yo pienso…”

Giuliani: “Yo estoy de acuerdo con la manera en que el rey Juan Carlos le habló a Chávez. (Aplausos) Mejor que lo que quiere hacer el congresista Paul… Hay esperanza de que la gente entienda la necesidad de mercados abiertos, de la libertad… Yo creo que al presidente Calderón, lo eligieron, pero yo creo que Chávez tuvo algo que ver con eso…”

Sin contar con la participación de Corina Machado en el golpe del 2002 (se podría decir que eso ocurrió hace dos décadas y todos pueden corregir en la marcha) sus últimas peticiones públicas, en 2025, a una invasión militar de Estados Unidos a Venezuela, la inhabilitaban para cualquier Nobel de la Paz.

La tan deseada invasión de Venezuela, vieja brutalidad imperialista apoyada por el clásico cipayismo del colonizado con privilegios, dejaría miles de muertos, sino una guerra civil o una nueva Palestina a la cual desangrar con sucesivos bombardeos y estratégicos “acuerdos de paz”.

Hasta Henrique Capriles se opuso a esa petición. Al mismo tiempo que Corina Machado golpeaba las puertas del Pentágono, a finales de agosto Capriles reconocía algo de mero sentido común: “la mayor parte de las personas que quieren una invasión de Estados Unidos no viven en Venezuela”. No así Juan Guaidó; todos saben, es un mercenario barato y ni los venezolanos de Florida lo quieren.

Si querían premiar a alguien de la oposición en Venezuela, es bastante obvio que había muchos otros venezolanos de a pie que están allá luchando, legítimamente, por sus convicciones y sin dinero extranjero o de grandes capitales. Si querían intervenir en la política venezolana de una forma menos obscena, podrían haber considerado que el dinero del Nóbel los hubiese financiado por un tiempo. Pero no, tenía que ser Corina Machado.

Parece bastante obvio que el petróleo, la “malbendición” de Venezuela, es el factor central en todo esto. Justo cuando Trump asesina a desconocidos venezolanos en el Caribe, buscando distraer al pueblo estadounidense y una excusa para invadir Venezuela, premian a una figura conocida que llama a una invasión. No la premian con el Nobel de Business sino con el “Nobel de la Paz”. Esas ejecuciones sumarias a piacere, sin juicio debido, fueron aplaudidas por Corina Machado. En Fox News, las calificó de “valentía y claridad ante una empresa criminal que trae miseria a nuestro pueblo y desestabiliza la región para dañar a los Estados Unidos”.

Claro, qué se puede esperar de un galardón, más famoso que prestigioso, que distinguió a genocidas históricos como Henry Kissinger y a ángeles como Obama quien, mientras sonreía, bombardeaba todo lo que se movía en el Medio Oriente, récord que incluye desde niños masacrados por drones hasta la destrucción de Libia, un país con un desarrollo remarcable y con un independentismo peligroso. Siempre en nombre de la democracia y la libertad que, en Estados Unidos hoy, ya ni siquiera se respeta en los discursos.

Es todo muy surrealista, pero lógico en el fondo.

 Majfud octubre 2025

 Majfud, 10 de octubre 2025

https://www.pagina12.com.ar/864760-nobel-golpista

Siempre en setiembre: atentado terrorista en Washington. Letelier 49 años después

Siempre en setiembre: atentado terrorista en Washington. Letelier 49 años después.

    Capítulos de https://www.amazon.com/1976-exilio-del-terror-Spanish/dp/1956760954/ref=

    Letelier. Primer intento

    El 20 de setiembre, el Chevrolet celeste de Letelier no voló por el aire como estaba previsto. Suárez, Novo y Paz no encontraron palabras para insultar al gringo Townley, para entonces en un vuelo de Iberia a España. El experto no había logrado detonar ni el C4 y ni el TNT. ¿Fue un error premeditado?

    ―Es un comemielda.

    Luego de una breve discusión, decidieron terminar el trabajo por su propia cuenta. Era mejor que perder toda la inversión por un detalle estúpido. Sólo debían asegurarse de que el bip médico estuviese funcionando, algo que Townley presumía haberles enseñado. Por la noche, volvieron a la casa de Bethesda.

    Ronni y Michael estaban cenando con Orlando e Isabel. El entusiasmo del joven matrimonio los había contagiado. Los sueños de la juventud son los verdaderos sueños. Todo lo demás son aprendizajes, despertares.

    Los niños buscaban algo para ver en los muchos canales a color que los tenían atrapados. Una voz anunció el primer capítulo de la nueva temporada de Rich Man, Poor Man. Luego del asesinato del hermano pobre, Tom Jordache, el hermano rico Peter Haskell, dueño de Tricorp, debe enfrentarse al asesino Falconetti, quien ha quedado en libertad. Italiano o hijo de italianos tenía que ser. “Mañana, 21 de setiembre a las 9:00, por ABC”.

    Ronni Karpen tenía 25 años y su breve biografía se resumía a sus años en la Universidad de Maryland y a su activismo contra la Guerra de Vietnam, como Mariana Callejas en Miami. Se había graduado en Educación y enseguida se había dedicado a la creación de Centros de Enseñanza para estudiantes necesitados. En el IPS conoció a Michael.

    Cuando los muchachos ya se habían ido a dormir, Orlando se quedó hablando con Michael sobre algo que comenzaba a preocuparle. Le recordó el asesinato del general Carlos Prats y su esposa Sofía, en Buenos Aires. En diez días se cumplirían dos años del atentado. Había otros casos, como el de Bernardo Leighton y su esposa en Roma… Todos los atentados se llevaban a las esposas de sus víctimas también, pero esto debía ser sólo una coincidencia de la crueldad indiferente de los freedom fighters.

    Aunque la idea de algún tipo de agresión del gobierno de un país latinoamericano en la capital estadounidense parecía improbable, estaba el caso del profesor de Columbia University, Jesús Galíndez, secuestrado por el régimen de Leónidas Trujillo veinte años atrás, luego torturado y asesinado en República Dominicana. Orlando había sido testigo de las ejecuciones en Chile y sabía que el régimen fascista era capaz de cualquier cosa. En los hechos, poco a poco Letelier se había convertido en el líder de la resistencia chilena al régimen de Pinochet. Sólo un tonto no se daría cuenta que él era el número uno en la lista negra de Pinochet.

    ―La Dina ya mató a otros exiliados ―dijo Orlando―. No sería raro que intentaran hacerlo de nuevo. Es muy probable que estén espiándome todo el tiempo.

    Letelier se puso de pie y se acercó a la ventana. Afuera estaba oscuro como la muerte, por lo cual solo pudo ver el reflejo de su rostro y, más allá, sus propios pensamientos. Luego volvió a donde estaba Michael Moffitt.

    Dos horas después, en el momento de regresar, Michael y Ronni se encontraron con que su auto estaba descompuesto. No hubo forma de hacerlo arrancar.

    ―Lévense el mío―dijo Orlando.

    ―Oh, no…

    ―Sin problema ―insistió Orlando―. Sólo que mañana temprano deben estar aquí de vuelta para ir a las oficinas.

    Sin alternativa, el joven matrimonio regresó a su casa con el TNT y el C4 amarrado al chasis del Chevrolet de Letelier.

    Shit! ―dijo Suárez.

    ―¡Mierda! ―confirmó Virgilio Paz.

    ―Tendremos que levantarnos temprano mañana.

    ―Qué pareja encantadora ―dijo Isabel, llevando dos copas a la cocina.

    Unas horas después, Townley volaba a Miami. Quería encontrarse lo más lejos posible en el momento de la explosión. Luego viajó a Madrid.

    Última entrevista

    La cena con sus asistentes y la conversación sobre seguridad personal le habían removido varios recuerdos. La revista Playboy le había hecho una entrevista que aún no había sido publicada sobre aquella mañana del 11 de setiembre, tres años atrás. Nunca sabrá por qué una revista erótica iba a publicar su tortura en la cárcel más fría del fascismo ni por qué podría interesarles a sus lectores, como si hubiese una relación tenebrosa entre miedo y deseo, entre el dolor ajeno y el placer propio.

    Los niños ya se habían ido a dormir. La televisión continuaba vendiendo promesas de felicidad, todas a un precio justo y al alcance del verdadero hombre y la verdadera mujer. Siempre más por menos.

    Volvió a recordar la mañana del golpe. Recordó que le había dicho al periodista que ese día temprano había corrido al Ministerio de Defensa.

    ―Enseguida sentí una pistola en mi espalda. Estaba rodeado de una docena de soldados.

    De ahí lo llevaron a una habitación desde donde debió presenciar toda la noche la ejecución de decenas de detenidos en el patio central. A las cinco de la mañana, escuchó que afuera los soldados decían:

    ―Es el turno del ministro.

    Mientras lo llevaban al patio para ser ejecutado, hubo una discusión entre los soldados. Alguien había recibido otra orden. Finalmente, quien lo sostenía, le dijo:

    ―Tienes suerte, conchatumadre.

    Lo transfirieron a una celda fría en la isla Dawson, cerca de la Antártida. El nuevo gobierno no sabía qué hacer con él. Ejecutarlo o dejarlo con vida eran dos opciones con múltiples beneficios y efectos colaterales imposible de calcular.

    Un año más tarde, como consecuencia de la presión internacional, lo enviaron a Venezuela. Allí, el Institute for Policy Studies le ofreció el trabajo de investigador. Estaba en la ciudad más segura del mundo, por lo menos políticamente hablando, pero el instituto tenía un claro historial de resistencia contra la Guerra de Vietnam y las políticas exteriores de Washington. La prensa y la televisión no descansaban en alertar a la población del peligro del IPS para la democracia y la libertad. Más cuando, desde el cielo de la Casa Blanca, llovían millones de dólares sobre los periodistas para revertir la creciente resistencia del pueblo contra la Guerra de Vietnam.

    ―El IPS es un nido de radicales ―había dicho un tal Harvey.

    ―Sí, muy radicales ―había respondido alguien desde otro escritorio―. Están contra la Guerra de Vietnam y contra las dictaduras que plantamos nosotros por todo el mundo.

    Orlando apagó el televisor y se fue a dormir. En realidad, desde hacía algún tiempo, sólo simulaba que dormía.

    Esta vez no puede fallar

    A la mañana siguiente, Michael y Ronni volvieron a la casa de Orlando para ir a las oficinas de IPS. A las ocho, Orlando, tarde y sin haber dormido bien, se vistió de prisa mientras le decía a Isabel que fuera a almorzar con ellos.

    ―No creo que pueda, tengo demasiado trabajo ―contestó Isabel.

    ―Te va a gustar la sorpresa―insistió él.

    Llamó por teléfono a su asistente Juan Gabriel Valdés para decirle que iba a pasar por él de camino a las oficinas. Juan Gabriel le dijo que no podía a esa hora, que su esposa iba a hacer unas compras y él se iba a quedar cuidando a los niños, que lo veía un poco más tarde.

    Salieron los tres de prisa de la casa. Orlando encendió un cigarrillo y se acomodó el cuello de la camisa.

    ―¿Quiere que maneje? ―dijo Michael.

    ―No hay problema ―murmuró Orlando, con el cigarro entre los labios.

    Michael se adelantó y le abrió la puerta del acompañante a Ronni y se sentó detrás.

    En quince minutos, el Chevrolet Chevelle Malibu celeste había dejado Bethesda y entró en la avenida Massachusetts.

    Detrás iba el Ford gris. José Suárez comentaba detalles de la bomba que el pasado jueves 16 había logrado detonar con Omega 7, en el barco soviético Ivan Shepetkov, en el puerto de Nueva Jersey.[i] Como Fidel, el maldito no se hundió. Quedó con un enorme agujero de un costado, pero no se hundió.

    ―Poco después del mediodía, llamamos para revindicar el atentado. No íbamos a hacer todo ese trabajo sin recibir los créditos. Qué coño importa si se hundió o no se hundió el muy maldito.

    ―No murió nadie esta vez.

    Por lo cual la noticia no le dio vuelta al mundo y las donaciones no se dispararon como otras veces.

    A las 9:30, el Malibu celeste pasó por la antigua residencia de Letelier. El embajador Manuel Trucco salía de su cama en ese momento.

    En medio del fuego estarás junto a mí

    Poco después de las nueve de la mañana, Jorge Luis Borges caminaba por la avenida Diego Portales de Santiago. En unas horas más, asistiría a una ceremonia en su honor, con la presencia del general Pinochet y la literata Mariana Callejas en tercera fila.

    ―Sí, Neruda era un mal poeta. No conocía el soneto ni los misterios de la métrica. Le sobraron sílabas, como a Cien años de soledad le sobraron por lo menos cincuenta años…

    Borges coincidía con la crítica literaria de la CIA, no con el criterio de la academia sueca. Mucho menos con la opinión de los obreros que compraban sus libros en los quioscos.

    ―Sus libros también se venden en los quioscos ―le informó Antonio Carrizo.

    ―¿En los quioscos? ―preguntó Borges, sorprendido―. ¿Mis libros en los quioscos?

    En Washington, el Chevy Chevalle tomó la avenida Massachusetts antes de entrar en el DC. A las 9:33 pasó frente a su antigua residencia, ahora ocupada por la familia del embajador de Pinochet y, segundos después, entró en la rotonda de Sheridan, a tres minutos de las oficinas del IPS, en la calle Q 1901.

    En ese momento, a pocas cuadras de allí, se realizaba una reunión de Lasa, la Asociación de Estudios Latinoamericanos, para preparar el congreso que ese año sería en Atlanta. Letelier había enviado Juan Raúl Ferreira para informar sobre la dictadura uruguaya.

    A las 9: 34, en el Ford que seguía al Chevy celeste, Virgilio Paz apretó los dos botoncitos del control remoto. Era uno de los dispositivos que Townley había adaptado y probado él mismo en el viaje a México, uno de esos que usan los médicos para llamados de emergencia. El bip activó el C4 colocado en el chasis del Chevy, justo debajo del asiento del conductor.

    Michael escuchó un sonido eléctrico y un flash detrás de la cabeza de Ronni. Luego de una fracción de segundo, el Chevy voló por el aire y sus pedazos se esparcieron hasta veinticinco metros. Al caer, se incrustó contra un Volkswagen naranja que estaba estacionado. Ronni salió despedida del auto y cayó sobre el césped. Descalzo y sentir las piernas, asfixiado por el humo, Michael logró salir por una ventana y vio a Ronni de pie, como si nada le hubiese pasado.

    El único gravemente herido parecía ser Orlando. Estaba recostado de espaldas sobre el volante del conductor. Michael le palmeó la cara:

    ―Orlando ―dijo―. ¿Me puede escuchar?

    Orlando no contestó. Intentó poner una mano sobre Michael, pero no pudo. Sus ojos se movían lentamente y las lágrimas le recorrían las mejillas. Estuvo a punto de decir algo, pero se apagó en segundos.

    ―¡Fue la Dina! ―gritó Michael―. Malditos fascistas.

    Letelier murió en minutos después.

    Ronni no estaba bien. La explosión le había cortado la garganta, pero Michael no lo había notado porque ella se alejaba caminando. Hasta que cayó en el piso.

    Dana Peterson, una médica que corrió a auxiliarla, no pudo evitar que Ronni se ahogara en su propia sangre mientras intentaba sacarse de encima a Michael. Minutos después, llegó la ambulancia. Luego de una breve discusión, Michael logró subirse para acompañarla al hospital.

    En la reunión de Lasa, Juan Raúl Ferreira todavía respondía preguntas sobre las dictaduras del Cono Sur. Cerca del mediodía, se interrumpió la reunión con una conmoción sorda. Juan Raúl no alcanzaba a entender la información fragmentada que corría en inglés de un lado para el otro. Tomó a una joven de un brazo y le preguntó qué estaba pasando.

    ―¡Mataron a Letelier! ―dijo.

    Juan Raúl corrió al IPS.

    ―También mataron a Ronni ―dijo alguien que acababa de entrar al antiguo edificio de la calle Q.

    Entonces, Juan Raúl miró al escritorio que estaba frente al suyo. Era el escritorio de Ronni.[ii]

    Había comenzado a lloviznar. En el hospital, Michael Moffitt luchaba por deshacerse del acoso de la policía. Recordó los versos de Pablo Neruda que le había leído el día de su boda. Ella, todavía de blanco, sonreía radiante y con una alegría que no cabía en su pequeño cuerpo:

    Levántate conmigo

    y salgamos reunidos

    a luchar cuerpo a cuerpo

    contra las telarañas del malvado…

    En medio del fuego estarás

    junto a mí…

    ―¿Por qué dice que Neruda no es un gran poeta? ―le preguntó el periodista.

    ―¿Usted recuerda algún verso de Neruda? ―repreguntó Borges, lapidario, sonriendo a una cámara de televisión que lo apuntaba desde la eternidad.

    ―Bueno ―titubeó Carrizo―, me parece que de Neruda se puede citar alguno…

    ―A ver, ¿cuál?

    ―No, no me tome examen…

    ―Yo no recuerdo ninguno memorable ―dijo Borges, muriéndose de a poco, con una vana sonrisa.

    ―Borges, ¿usted le tiene miedo a la muerte?

    ―No, para nada. Sólo quiero que me olviden.

    El misterioso laberinto de la infamia

    La bomba estaba programada para explotar el lunes. Townley compró los diarios, escuchó las radios y no encontró ninguna información que lo confirmara. Cuando finalmente detonó la mañana del martes 21, ya se encontraba en Miami. De ahí se fue a cenar con sus padres en Boca Ratón.

    En Union City dos hombres conversaban frente a dos vasos casi vacíos de ron y con dos espesos habanos entre los dedos.

    ―Oye chico. Todavía me sigue dando vueltas en la cabeza algo que…

    Por la Bergenline Avenue caminaban la ultimas minifaldas del año, mientras el cielo no se decidía a enviar lluvia, llovizna o la primera nevada del año.

    ―Pues dime.

    ―¿Y si el americano preparó el detonador para que fallase a propósito, sabiendo que nosotros lo íbamos a reparar?

    ―Eso nunca lo sabremos…

    ―Lo vi un poco reticente a participar en la operación. Ahora, después de todo, resulta que fuimos nosotros quienes pusimos el C4 y luego lo detonamos. ¿No era eso lo que los chilenos querían?

    ―Nosotros también queríamos los créditos, ¿o no?

    ―¡Claro, chico! Pero otra cosa es la traición. No soporto la sola idea de que nos pudieron haber usado.

    A esa misma hora, Jorge Luis Borges caminaba por segunda vez la avenida Diego Portales de Santiago. Iba a recibir un doctorado honoris causa de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica, la misma que había dado a Chile y al Universo la orgullosa infamia anglosajona de los Chicago Boys. Borges era ateo, pero no lo impresionaban los misteriosos designios de la mano que figura y prefigura los avatares de las piezas del ajedrez que a un mismo tiempo entretuvieron las elucubraciones del moro y del judío en el laberinto de una civilización ya olvidada por las ficciones de la historia.

    María Callejas supo con tiempo de esta visita histórica y movió todos sus contactos para que la incluyeran en la cena con el escritor argentino. En una de las tertulias semanales de Lo Curro, un invitado había dicho:

    ―Dicen que Borges es un analfabeto político.

    ―Muy sabio.

    ―No le importaba mucho.

    ―Es que una metáfora o una paradoja son universales. El ganador de unas elecciones es como el campeón de fútbol que levanta un trofeo. Ambos son productos del azar, de una conjunción de las arbitrariedades del destino que borrarán las arenas del reloj persa en los barcos del inspirado anglosajón sobre las ondulantes superficies de los cálidos y nunca del todo reales mares del sur.

    ―Como sea. En las elecciones de 1973, Borges le dijo a la madre que no iba a votar. Seguro que daba por descontado una victoria del peronismo. Leonor, su madre, por entonces con 96 años y postrada en la cama, se enojó. Leonor Borges odiaba a Perón, casi tanto como a Evita. “Si quiere voy y voto por usted”, le dijo Georgie. El mismo Borges reconoció que Leonor le había dado el sobre con el voto que Borges puso en la urna. Él nunca vio la boleta que su madre puso en el sobre. Por pudor político, aunque era demasiado obvio, dijo que no había querido ni saber lo que contenía aquel sobre.

    ―Es decir, nunca quiso saber lo que votaba…

    ―De eso se tratan las democracias, ¿no? ―dijo alguien y sumó otra carcajada unánime.

    ―¿Es cierto que todavía está dolido por haber perdido el Premio Nóbel con Pablo Neruda?

    ―No le importa. Estocolmo está lleno de comunistas.

    ―Mucha razón tiene cuando dice que ni Neruda debía recordar sus propios poemas, porque nadie puede recordarlos. Es decir, no son memorables. Si alguien se los leyera y se salteara un verso, Neruda no se daría cuenta.

    ―También dijo que Neruda era un discípulo de Lorca, pero mucho peor que Lorca.

    El patriota empresario

    Días después de la explosión en Sheridan Circle, el empresario Edwin Wilson se contactó con tres cubanos de Miami, quienes habían viajado a Washington tres días antes, para negociar la venta de explosivos y lápices cronometrados al gobierno de Libia, por un valor de cien mil dólares. En principio, el acuerdo con Muamar el Gadafi consistía en la compra de equipamiento de detección de explosivos, para limpiar los caminos de minas personales, pero algunas fuentes habían informado de la posibilidad de que el negocio pudiese ser extendido a la exportación de C4 para eliminar disidentes. Wilson (al igual que uno de los cubanos contactados, había sido agente de la CIA hasta semanas atrás) tenía un negocio de armas y explosivos, Consultants International, en el 1425 de la calle K, a diez minutos de Sheridan Circle.

    Bob Woodward, el periodista elevado a categoría de celebridad por el caso Watergate, reportó que, aparte de tecnología para detectar explosivos, “la propia literatura promocional de la empresa Consultants International deja claro que puede armar a un ejército con lanchas patrulleras, paracaídas, accesorios aerotransportados y vehículos blindados”. La misma empresa aseguraba en sus folletos: “Podemos diseñar paquetes de armamentos para satisfacer las necesidades de cada cliente”.

    Por alguna razón, el acuerdo programado entre Wilson y los cubanos en una reunión en Génova, no prosperó.

    ―Sabemos que el gobierno de Libia ha hecho, de muchas maneras, cosas que podrían haber estimulado el terrorismo ―dijo el presidente Ford, en una conferencia de prensa. [iii]

    El intento de relacionar al gobierno de Libia con el asesinato de Letelier tampoco prosperó. Su mayor debilidad era su falta de sentido común.

    Wilson será detenido en Nueva York, apenas arribado de República Dominicana, seis años y catorce millones de dólares más tarde, acusado de tráfico ilegal de explosivos. La prensa dirá que, a los largo de dos décadas de vida clandestina al servicio de la CIA y de los marines, Wilson había “cambiado patriotismo por negocios”. Desde 1955 hasta 1976, había sido agente de la CIA, había participado de la fallida invasión a Bahía Cochinos, de múltiples ataques contra Cuba y de la creación de varias compañías falsas con el propósito de continuar en privado lo que había sido un plan del gobierno.[iv]

    Los privados no lo hacen mejor, pero no se les ve la ideología. Sólo las ganancias.

    La Embajada de Chile comunica a la población

    El 21 de septiembre de 1976, el embajador de Chile en Washington, Manuel Trucco Gaete, emitió una declaración:

    Mi gobierno rotundamente repudia el ultrajante acto de terrorismo que ha costado las vidas de un anterior Embajador de Chile en los Estados Unidos y de uno de sus colaboradores.

    El deplorable hecho solo enfatiza la necesidad de combatir el terrorismo en cada uno de sus aspectos porque es indicativo de la extensión hasta la cual los elementos hostiles llegaran para obtener sus inconfesables objetivos.

    En nombre de mi gobierno urgentemente solicito que una completa y rigurosa investigación sea iniciada de manera que todas las facetas y circunstancias pertinentes a este acto brutal sean investigadas y los culpables procesados.

    El terrorismo y la violencia deben ser detenidos antes que haya más víctimas inocentes.

    Consultado por más detalles, el embajador agregó:

    ―Letelier no significaba ningún peligro para mí. El hombre vivía en una isla de marxistas, sin ninguna trascendencia en Estados Unidos.

    Setiembre, amor

    En Washington, el asesor de Letelier, Juan Gabriel Valdés, había invitado al uruguayo Juan Raúl Ferreira para colaborar con el instituto de investigaciones latinoamericanas IPS.

    ―El 11 de setiembre era el aniversario del Golpe ―dijo Juan Raúl―. El 18, la Fiesta nacional dieciochera.

    Pinochet siempre lo conmemoraba con algún acto memorable. En setiembre de 1974, mataron a su antecesor, el general Prats, exiliado en Argentina. El 5 de octubre, de 1975, Townley y sus socios de Miami balearon a Bernardo Leighton y a su esposa en Roma, dejándolos paralíticos. 1976 no podía ser la excepción.

    Ariel Dorfman supo del atentado contra Letelier, esa misma tarde. Estaba en las oficinas del Transnacional Institute de Ámsterdam, el instituto que había fundado el mismo Orlando Letelier. Sus compañeros de trabajo murmuraban en distintos idiomas o sostenían silencios incrédulos.

    Ariel recordó la última vez que lo había visto. Había sido justo tres años atrás, en una reunión en la Peña de los Parra, en Santiago, donde solían cantar Violeta Parra y Víctor Jara.

    ―El encuentro ―me dijo Ariel― había sido organizado por Fernando Flores en memoria del General Prats. Trabajábamos juntos en La Moneda. También estaban Orlando, José Tohá y sus esposas. Todos los hombres presentes habían sido ministros de defensa de Allende. Conocían de cerca a Pinochet, podrían testimoniar de su traición a Allende y de su pequeñez emocional y mental. A los tres los mató Pinochet.

    En cierto momento, comenzó a sonar un tango y algunos invitados salieron a bailar. Ariel se mantuvo en su silla. Sabía que era pésimo bailando tango. Su esposa Angélica, en cambio, era una maravilla, pero casi siempre se solidarizaba con la torpeza y la timidez de Ariel y se quedaba en su mismo rol de espectadora.

    ―Tampoco iba a interrumpir a esas tres parejas que se habían robado el momento ―recordó Ariel.

    Orlando Letelier bailó con Sofía, la esposa del general Carlos Prats, Isabel con José Tohá y Prats con Moy, la esposa de Tohá. La alegría de esa noche fue como la calma que precede a un huracán.

    ―En ese momento ―recordó Ariel―, no podía darme cuenta de que los tres hombres que bailaban estaban unidos por un mismo destino fatal: los tres habían sido ministros de defensa de Allende. Los tres habían sido figuras muy próximas de los militares. Los tres fueron traicionados. Los tres sabían demasiado. Los tres fueron asesinados por Pinochet.

    Una apuesta más ambiciosa

    Mientras el presidente Andrés Pérez negaba cualquier conexión con el asesinato del exministro chileno, el gobernador de Caracas, Diego Arria, volvía a interceder por Orlando Letelier, esta vez para que su cuerpo sea enviado a Venezuela. Isabel estuvo de acuerdo en enviar lo que quedaba de su esposo en Caracas. El 29 de setiembre, Letelier fue enterrado en un costado de un cerro con vista a la ciudad. Andrés Pérez abrazó a la viuda y dio un discurso que ya nadie recuerda.

    Una semana antes, el jueves 23, Orlando Bosch había arribado a Caracas con otro pasaporte falso, pero en Inmigración todos sabían quién era el cubano. Pocos días después, se realizó una fiesta de beneficencia con carácter de discreción en una casa de La Castellana o, más probablemente, en La Lagunita Country Club, una urbanización similar a Lo Curro en Santiago, iniciada por el general Marcos Pérez Jiménez para los militares y que en poco tiempo se convirtió en un barrio exclusivo. El coctel se había anunciado para recaudar fondos para el combatiente refugiado cuyo nombre no se mencionaba en las invitaciones pero todos conocían o querían conocer.

    En un informe del 18 de octubre al Secretario de Estado Henry Kissinger, la CIA aseguró que Bosch le había ofrecido a los funcionarios venezolanos renunciar a actos de violencia en Estados Unidos durante la visita del presidente Carlos Andrés Pérez a la ONU, en noviembre, a cambio de “una contribución sustancial en efectivo a la organización” de Bosch. El mismo informe reportó que Bosch declaró:

    ―Ahora que nuestra organización ha quedado muy bien con el trabajo realizado en Washington contra Letelier, vamos a intentar algo más.

     Según los documentos clasificados de la CIA, la reunión se realizó en la residencia del cirujano cubano Hildo Folgar entre el 22 de setiembre y el 5 de octubre (la fecha más probable es el sábado 25 de setiembre). El precio del plato ascendió a 5.000 bolívares por asistente (1.118 dólares de la época; seis mil dólares cincuenta años después.) Otras fuentes reportaron casi un centenar de asistentes.

    Lo recaudado esa noche superaba claramente los dos mil dólares que costaba pagar un mercenario de Honduras o de El Salvador a Cuba o a Estados Unidos con todos los gastos incluidos. Según el mismo documento clasificado de la CIA con fecha del 14 de octubre, “en la cena, Bosch se le aproximó junto con García a un funcionario del Ministerio de Relaciones Interiores y le propuso que el gobierno de Venezuela haga una contribución económica importante a su causa; a cambio, Bosch se comprometería que los cubanos en Estados Unidos no realizarían ninguna protesta contra la visita de Carlos Andrés Pérez a las Naciones Unidas, programada parta noviembre, lo cual el funcionario venezolano aceptó”.

    ―Ahora que nuestra organización ha logrado realizar concluir exitosamente la Operación Letelier en ―dijo Bosch en la reunión, y sus palabras fueron recogidas por el informante de la CIA―, vamos a intentar algo más.[v]

    Orlando Bosch y El Mono Ricardo Morales vivieron por un tiempo en el hotel Caracas Hilton, cerca del parque Los Caobos. Al igual que Hernán Ricardo Lozano, Morales había comenzado a trabajar para la policía secreta venezolana gracias a las gestiones de sus jefes de la CIA. Todos eran especialistas en explosivos, pero ninguno detonó uno en su vida. Como decía Posada Carriles, en la CIA enseñaban de todo, desde patriotismo a cómo armar y detonar una bomba, pero eso no los hacía terroristas, como no eran terroristas los soldados que recibían cursos de cómo matar personas. El conocimiento estaba ahí por las dudas, pero nunca hicieron uso de él. El único que confesará la autoría de algunas bombas será El Mono Morales. Bosch y Posada Carriles también confesaron en diferentes momentos, pero luego lo negaron en su momento, sobre todo en los pocos juicios que debieron enfrentar.

    ―Vamos a golpear un vuelo de Cubana ―dijo Posada Carriles, según el informante de la CIA en Caracas― y Orlando tiene los detalles.

    Ningún documento desclasificado revelará que la CIA hizo algún intento por evitar el atentado terrorista de sus empleados.

    Freddy Lugo y Hernán Ricardo Lozano, los dos venezolanos contratados por Posada Carriles para su nueva empresa de detectives privados, fueron los únicos que presenciaron el accidente. ¿Era necesario ese espectáculo, como si se tratase de fuegos artificiales o de un partido de beisbol? Por la misma razón habían sido detenidos en el primer intento de volar otro avión de Cubana, dos meses antes. Pero esta vez el plan fue un éxito. Lugo y Ricardo tomaron el siguiente vuelo de regreso a Trinidad. Allí la policía los arrestó.

    Confesaron. En Venezuela, la policía arrestó a Bosch y Luis Posada Carriles, jefe de la división de explosivos de la Disip. Los dos negaron todas las acusaciones. Como en las malas traducciones de sus series de televisión favoritas:

    ―No sé de qué habla ―dijeron.

    No sabían nada de nada. Aunque no condenaban los hechos publicados en la prensa, tampoco eran capaces de perpetuar un acto tan abominable. Bosch, Posada Carriles, El Mono Navarrete y casi todos los demás colaboradores estaban de acuerdo en algo: Cubana 455 era un avión de combate y las 73 víctimas de Cubana no eran víctimas. Eran combatientes, como todos quienes no pensaban y sentían como ellos.

    Fue la DINA

    En minutos, la calle se llenó con ambulancias y autos de la policía. Poco después, llegó el agente Carter Cornick. Cuando vio a Michael quemado y gritando como loco “fue la Dina”, pensó que estaba hablando de una mujer. El agente del FBI no tenía idea de lo que pasaba fuera de fronteras.

    Michael alcanzó un teléfono público y dudó. Luego llamó a la secretaria de IPS para que llame a Isabel. El agente Cornick quería hablar con él.

    ―Le dices que estamos en el Hospital George Washington, que hubo un accidente…

    El FBI le llevó un perro a Michael para olfatearlo de pies a cabeza. Cuando Isabel atendió el teléfono, presintió lo peor. En los últimos años se había acostumbrado a lo peor. Recordó lo que Orlando le había dicho horas antes: “Ven a almorzar con nosotros. Tengo una noticia que te va a gustar”.

    Llamó a las escuelas donde estaban sus cuatro hijos, para que los dejaran salir antes de tiempo. Temblando, abrió su vestidor y tomó una chaqueta negra. Luego la volvió a colgar y se decidió por un vestido colorido.

    Cuando llegó al hospital, vio una muchedumbre a la entrada. Pensó, o quiso pensar, que se trataba de otra cosa.

    ―Es ella; es la viuda ―escuchó o creyó entender.

    Debían estar hablando de otra persona. Tal vez no entendió bien el inglés apurado. Cuando logró subir al piso donde estaba Orlando, se encontró con Michael, como si volviese de un incendio. Lo abrazó. Michel murmuró:

    ―Se llevaron a mi bebé también…

    Isabel no alcanza a comprender con claridad qué ha pasado y pide ver a Orlando.

    ―Su esposo está muerto ―le informa una de las enfermeras.

    Isabel insiste en verlo, pero las mujeres de la salud se amparan en el reglamento y dicen que no es posible. El señor Letelier ha muerto en una explosión y su cuerpo está en muy malas condiciones.

    ―Quiero verlo ―insiste Isabel―. Quiero despedirme de él, aunque sea de una mano.

    ―Lo siento, pero no es posible.

    Isabel no deja de repetir lo mismo hasta que una enfermera accede.

    Cuando Isabel descubre el rostro de Orlando, ve su expresión de dolor, o de tristeza. Ella conoce ese gesto mejor que nadie. Orlando supo lo que había pasado antes de morir y de ahí esa expresión. Supo que Pinochet lo había hecho de nuevo.

    En la radio del auto que lleva a sus hijos Juan Pablo y Francisco al hospital, escuchan algo sobre un coche bomba, pero saben que están en la ciudad más segura del mundo y que su padre estará bien. A 480 kilómetros, en la Universidad de Carolina del Sur, el hermano mayor, Cristian, debe salir de una clase de Política Mundial donde se discutía la política del Détente de la Guerra Fría.

    Para entonces, en el IPS, los empleados se habían encerrado con llave, esperando un nuevo ataque a las oficinas. A las 2:00 de la tarde, cuando los agentes del FBI, armados y con perros que no paraban de ladrar los convencen de abrir, comenzó el interrogatorio.

    Landau y su equipo requisó todo el material de la oficina de Orlando Letelier.

    ―No responderemos nada hasta que no esté presente nuestro abogado.

    Por los espionajes anteriores a IPS y a otros grupos antibélicos, reconocidos por el FBI ante el Congreso, los investigadores de IPS miden sus respuestas y desconfían hasta de sus sombras.

    ―Tranquilo, muchachos ―dice un agente―. Estamos aquí para ayudarlos.

    Media hora más tarde, otro agente inicia el interrogatorio:

    ―Si me permiten, procederé con la primera pregunta. ¿Quién creen que hizo este atentado?

    ―La Dina.

    ―¿Pueden deletrear su nombre?

    ―D-I-N-A.

    ―¿El apellido de Dina? ―preguntó el agente Carter Cornick.

    En el hospital, el detective Walter Johnson sabe que Ronni está muerta y presiona a Michael para que aporte alguna información de valor antes que el trauma del atentado silencie detalles que podrían ser relevantes solo para él. La noche ha caído hace horas sobre Washington. Michael es liberado del interrogatorio y sale por un pasillo como si arrastrase su propio cuerpo. En una habitación, un paciente mira Hombre Rico, hombre pobre. En la habitación contigua, otro paciente entretiene su insomnio con Mash, la serie favorita de Orlando Bosh, luego de Mission Impossible.

    Por la noche, Michael, aún con los restos de la explosión en su ropa y en su pelo, con la memoria del humo y del perro del FBI olfateándolo impregnada en todo lo que veía y sentía, volvió a la casa de Potomac, a donde Ronni ya no volverá. Allí los investigadores buscarán hasta el último rincón algún rastro de explosivos. Los senadores y todo tipo de desconocidos irán a acompañarlo, como si eso pudiese menguar en algo su dolor. Cuando, finalmente, lo dejan en paz, se dará un ducha y se emborrachará hasta caerse dormido. No por muchas horas. Despertó varias veces hasta que terminó por levantarse en la madrugada del 22 de septiembre.

    Una de las peores pesadillas de una persona es despertarse a la misma pesadilla del día anterior. Allí estaban la ropa, los libros, las cacerolas de Ronni. Michael no movió nada por meses. Tampoco cortó el pasto ni lavó la cocina. Por meses, por años, abusó del alcohol.


    [i] Metropolitan Briefs. “Jury Selection Starts on Bronfman Kidnapping Gimbel’s Strike Settled Soviet Ship Damaged Strike Halts Tramway 2 Admit Faking Accidents Retail Sales Increase”. The New York Times. 17 de setiemrbe de 1976, p. 26.

    [ii] Conversación del autor con Juan Raúl Ferreira. Con su autorización.

    [iii] Bob Woodward y Ben Weiser. “Ex-CIA Aide, 3 Cuban Exiles Focus of Letelier Inquiry.” Washington Post, 12 de abril de 1977. http://www.washingtonpost.com/archive/politics/1977/04/12/ex-cia-aide-3-cuban-exiles-focus-of-letelier-inquiry/e92eb95a-71f5-4ab1-a650-ed3fccd399f9/.

    [iv] “Ex agent nabbed in arm case”. The Akron Beacon Journal. 16 de junio de 1982, p. 2.

    [v] National Security Archive. GMU. CIA, 26 de noviembre de 1976. nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB157/19761209.pdf

    Jorge Majfud

    ¿Guerra cultural o Lucha de clases?

    El 10 de setiembre de 2025, en un evento llamado “The American Comeback Tour” (“Gira por el Regreso de Estados Unidos”) en la Utah Valley University, un estudiante le preguntó a Charlie Kirk:

    “¿Sabes cuántos tiroteos en masa ha habido en los últimos diez años?”

    “¿Contando la violencia de pandillas?” respondió Kirk, irónico.

    Kirk era un arengador profesional de la derecha, reconocido por el presidente Trump por haberlo ayudado a ganar las elecciones. Tiempo atrás, había afirmado que algunos muertos por violencia de armas (40.000 anuales) eran un precio razonable para mantener la sagrada Segunda enmienda. Según la Asociación del Rifle, que dio vuelta la interpretación de la Suprema Corte, esta enmienda protege el derecho de los individuos a portar rifles AR-15. La letra impresa de 1791 no habla de individuos sino de “milicias bien reguladas”. Por armas se refería a unos mosquetes que no mataban un conejo a cien metros. Por “the people” ni soñando se refería a negros, mulatos, indios o mestizos.

    Antes que pudiese articular una respuesta completa, Kirk recibió un poderoso disparo en la garganta desde un edificio ubicado a 140 metros. De paso, por casualidad o no, sus enemigos de la misma derecha, como Ben Shapiro y, tal vez Tel Aviv, se sacaron de encima a un traidor que había cuestionado el 7 de Octubre de 2023 ―como lo hicimos nosotros en Página 12, el 8 de octubre.

    Los medios y las redes sociales explotaron culpando a “la izquierda”, pese a que, solo en los últimos cincuenta años, las matanzas de la derecha suman el 80 por ciento de los muertos y los de la izquierda apenas cinco por ciento.

    Pero ¿a quién le importa la realidad, si el verbo creó el mundo? Desde Europa hasta el Cono Sur, quienes escucharon por primera vez el nombre de Kirk organizaron emotivas ceremonias por el nuevo mártir de la “violencia de los zurdos” y no ahorraron elogios a su “profunda influencia” que “marcó un camino” para la gente de bien.

    Dos días después, el gobernador del estado mormón de Utah, Spencer Cox, dio a conocer la identidad del asesino. Casi llorando, reconoció que “había rezado 33 horas para que el asesino fuese alguien de afuera, de otro estado o de otro país”, pero Dios no lo escuchó. Dos días más tarde volvió a los medios más aliviado: el asesino, aunque conservador, amante de las armas, votante del presidente Donald Trump, había sido influenciado por las “ideas de izquierda” de su pareja, un joven transexual.

    Los religiosos capitalistas no creen en el pecado colectivo sino en el pecado individual, pero siempre están buscando un pecador dentro de un grupo ajeno para para criminalizar al grupo entero. Cuando Cox reconoció: “Durante 33 horas recé para que el asesino fuera alguien de otro país… Lamentablemente, esa oración no fue escuchada”. No se le ocurrió pensar que “nosotros, que lideramos las donaciones en todo el país”, podíamos ser criminales, pecadores. Si cerramos los ojos para decirle a Dios lo que debe hacer, no podemos ser malos.

    Ahora, ¿cuál es la lógica (sino la ingeniería) social en todo esto? Pongámoslo con una metáfora que atraviesa tres continentes y más de mil años de historia: el ajedrez.

    Como las matemáticas modernas, las ciencias fácticas y los mecanos, en el siglo IX los árabes introdujeron el ajedrez indio a Al-Andalus (hoy España). Europa lo adoptó y adaptó. El sistema feudal europeo concentraba todo el prestigio social en la tenencia de tierras y en el honor de las guerras. Como hoy, los nobles inventaban guerras en las cuales sus súbditos iban a morir en nombre de Dios, mientras ellos recogían el botín y el honor. Los peones, esa línea de piezas sin rostros y sin nombres, son los soldados modernos y, más recientemente, los civiles que sólo sirven de carne de cañón.

    ¿Dónde está el truco? En geopolítica, los dos bandos representan dos bloques o alianzas de países. Igual, los de abajo son los primeros en morir. Si sobrevive un peón hasta el final de la partida, es porque se arrimó al rey para protegerlo.

    A nivel nacional, representa una guerra civil, pero éstas suelen ser raras; son la última instancia de una guerra más prolongada que la precede. Cuando vemos estas piezas en acción, vemos las blancas contra las negras. Vemos una “guerra cultural”. Una guerra que hoy no es, porque, si realmente fuese una guerra cultural, la libertad de expresión estaría garantizada, algo que, en Estados Unidos y bajo el gobierno libertario de Trump-Rubio, ha ido muriendo cada día.

    Es decir, la guerra cultural nos impide ver la verdadera guerra que precipita el conflicto: la guerra de clases. En la línea de fuego tenemos a los peones. Más atrás, la aristocracia, los ricos. Finalmente, los verdaderos dueños del combate: todos luchan y mueren por defender a un rey (¿BlackRock?) quien, sin sacrificio, se lo lleva todo.

    En La narración de lo invisible (2004) propusimos una tesis sobre la lucha política de los campos semánticos: quien lograba definir y limitar el significado del ideoléxico (luego “guerra cultural”), marcaba la dirección de la historia. Esto sin negar que la principal fuerza de conflicto radica en la lucha de clases, que las clases en el poder (y sus amanuenses) niegan siempre o se la atribuyen, como intención perversa, a los críticos marxistas, conspiradores del mal.

    Hoy podemos ver cómo esta lucha de clases, ejercida por las elites financieras, no ha cesado de promocionar una guerra cultural como distracción perfecta. Negras contra blancas, cristianos contra musulmanes, machistas contra feministas, elegidos de Dios contra creaciones defectuosas de Dios…

    Esta oligarquía, que no para de secuestrar y concentrar la riqueza de las sociedades, se ha dado cuenta de dos problemas: (1) La brecha entre quienes lo tienen todo y quien no tienen nada se ha incrementado de forma logarítmica ―ergo, peligrosa. (2) La vampirización de las colonias que proveían a los imperios del capitalismo blanco se está secando y los pueblos, que apenas se beneficiaron de este genocidio histórico que dejó cientos de millones de muertos, ya no sienten el privilegio de ese sistema internacional. Están empobrecidos, endeudados, destruidos por las drogas duras y por las drogas de la argumentación apasionada e inútil de las redes de entretenimiento, productoras del odio sectario, nacionalista y tribal.

    La droga principal de las elites es el dinero y el poder. Necesitan siempre más para mantener un mínimo de satisfacción, pero saben que esta situación, tanto nacional como internacional, no es sostenible. A nivel nacional, es la fórmula perfecta para una sangrienta rebelión. A nivel internacional, significa el derrumbe de un poder dictatorial que en el siglo XIX se llamó “democracia blanca”.

    Adentro, para evitar o postergar esta rebelión, necesitan promover el odio entre los de abajo y la militarización como solución. Afuera, el objetivo es el genocidio, la aniquilación de cualquier potencia emergente o la tercera guerra mundial.

    Palestina es el laboratorio perfecto donde se decide cómo alcanzar una brutalidad a pesar de la oposición de un mundo sin poder. La propaganda les está fallando, así que aceleran el recurso sordo de la violencia bélica, cuyo objetivo es la limpieza de humanos incómodos a fuerza de bombardeos masivos, interminables, impunes.

    Todo para agradar a un dios extraño.

    Jorge Majfud, Setiembre 14, 2025.

    https://www.pagina12.com.ar/861287-guerra-cultural-o-lucha-de-clases

    https://www.telesurtv.net/opinion/guerra-cultural-o-lucha-de-clases/

    Historiadores de Estados Unidos condenan el escolasticidio en Gaza

    Los miembros de la American Historical Association (la sociedad científica más antigua de los Estados Unidos) que asistieron a la conferencia anual en Nueva York votaron el domingo 5 de enero de 2025 por 428 a favor y 88 en contra para aprobar una resolución que se opone al “escolasticidio” en Gaza y a la financiación de la guerra de Israel por parte del gobierno de Estados Unidos.

    La medida convierte a la Asociación Histórica Estadounidense en el último grupo académico que expresa una postura sobre la guerra en Gaza, a pesar de las críticas conservadoras, que llegan hasta el presidente electo, de la defensa de los derechos de los palestinos en el ámbito académico.

    El escolasticidio significa la erradicación intencional de un sistema educativo. La resolución, que dice que la campaña militar de Israel “ha destruido efectivamente el sistema educativo de Gaza”, pide un alto el fuego permanente y que la asociación forme un comité para ayudar a reconstruir “la infraestructura educativa de Gaza”.
    La resolución se aprobó después de una bulliciosa reunión de una hora en la que no cabían más personas de pie en el salón de un hotel que estaba tan lleno que algunos asistentes no cabían dentro. Antes de que los miembros votaran, escucharon un debate estructurado sobre la resolución que incluyó a cinco personas que hablaron a favor de la resolución y cinco personas en contra. Durante todo el debate hubo aplausos, vítores y ovaciones de pie para los oradores que defendieron la resolución y más aplausos apagados para los oponentes.

    Antes de que comenzara el debate, un miembro, el profesor asociado de la Universidad Rice Abdel Razzaq Takriti, se paró al frente de la sala y acusó al director ejecutivo de la asociación, Jim Grossman, de haber hecho «una declaración política» contra la resolución en su informe con el que se inició la reunión. (Grossman había dicho «no somos una organización política», pero luego dijo que solo estaba dando su informe).

    Cuando llegó el momento de votar, algunos miembros criticaron el método de simplemente escribir sí o no en tarjetas de notas; a los asistentes se les habían proporcionado varias tarjetas. Después del debate, pero antes de que se revelara el resultado, un miembro señaló a otro y lo acusó de grabar la reunión en contra de las reglas, lo que llevó a Grossman a buscar en su teléfono y concluir que eso no sucedió.
    Cuando se anunció el total de votos, la abrumadora mayoría fue recibida con cánticos de «¡Libertad, libertad para Palestina!» Pero la votación del domingo no es el final del proceso.

    La resolución pasará ahora al consejo electo de la asociación, que puede aceptarla, vetarla o negarse a aprobarla. Esa última opción enviaría la resolución a los aproximadamente 10.450 miembros de la asociación para su votación. Grossman dijo que entonces se necesitaría una mayoría simple de los votantes para aprobarla.

    El debate que se viene puede reflejar lo que se escuchó el domingo: discusiones sobre cuándo las asociaciones académicas deberían pronunciarse y, si lo hacen, qué deberían decir.

    El Consejo Ejecutivo de la Asociación de Lenguas Modernas, cuya reunión anual se celebrará a finales de esta semana, ha sido criticado por no permitir a los miembros de esa organización ni siquiera votar sobre una resolución que también acusaría a Israel de escolasticidio. La resolución de la MLA habría ido más allá que la de la Asociación Histórica Estadounidense al respaldar también el movimiento de boicot, desinversión y sanciones contra Israel.

    La resolución de la Asociación Histórica Estadounidense cita a un grupo de expertos independientes de las Naciones Unidas que, según un comunicado de prensa anterior de la ONU, dijeron: «Puede ser razonable preguntar si existe un esfuerzo intencional para destruir por completo el sistema educativo palestino».

    Ese comunicado de prensa era de abril, apenas seis meses después del inicio de la guerra entre Israel y Hamás. El comunicado de la ONU decía que, para entonces, la última universidad de Gaza ya había sido destruida y «más de 5.479 estudiantes, 261 profesores y 95 profesores universitarios han muerto en Gaza, y más de 7.819 estudiantes y 756 profesores han resultado heridos».

    Historiadores por la Paz y la Democracia escribieron la resolución. Van Gosse, copresidente de la organización y profesor emérito de historia en el Franklin & Marshall College, dijo que él y otros fundaron el grupo hace 20 años para oponerse a la guerra de Irak.

    Horas antes de la votación el domingo por la noche, otro grupo llamado Historiadores por Palestina realizó una manifestación frente al hotel de la conferencia cerca de Times Square. Unas 75 personas escucharon a los oradores, incluido Takriti, que manejaba un megáfono, de pie junto a personas que sostenían una pancarta que decía “¡Alto el fuego ahora!”.

    “Hay negacionistas que niegan la realidad y, lo que es importante para nosotros los historiadores, utilizan la falsificación histórica para promoverla”, dijo Takriti, profesor asociado de historia árabe moderna, ante los gritos de “¡Vergüenza!” de la audiencia. Dijo que la resolución del domingo era solo un comienzo.

    “Hoy en día, algunas de estas personas leerán reconocimientos de tierras aquí en este espacio colonizado, pero no quieren decir lo que leen”, dijo Takriti. “No han interiorizado lo que están diciendo. Para ellos, son sólo palabras sin sentido, y Gaza lo demuestra. Porque si tuvieran algún entendimiento, si tuvieran algún sentimiento por los demás, si no estuvieran incurriendo en un comportamiento puramente narcisista (y violento), habrían emitido resoluciones mucho más enérgicas que la que se está proponiendo desde el principio de este genocidio”.

    La asociación ya se ha pronunciado sobre los acontecimientos actuales. En febrero de 2022, publicó una declaración en la que condenaba “en los términos más enérgicos posibles la reciente invasión rusa de Ucrania. Este acto de agresión militar abierta viola la soberanía de una Ucrania independiente y amenaza la estabilidad en la región en general y en todo el mundo”. Además, decía: “Apoyamos vigorosamente a la nación ucraniana y a su pueblo en su resistencia a la agresión militar rusa y a la retorcida mitología que el presidente Putin ha inventado para justificar su violación de las normas internacionales”.

    https://www.insidehighered.com/news/faculty-issues/academic-freedom/2025/01/05/aha-convention-attendees-oppose-scholasticide-gaza

    ¿Por qué Elon Musk odia Wikipedia?

    En 2008, el filósofo argentino Hugo Biagini publicó su Diccionario del Pensamiento Alternativo. Biagini me invitó muchas veces a colaborar con sus proyectos (como América latina hacia la segunda independencia, con Arturo Roig, 2007; en su Diccionario de Autobiografías intelectuales, 2019) y en esa oportunidad mi aporte fue solo una entrada sobre “La sociedad desobediente”. Allí aproveché para repetir una respuesta al cofundador de Wikipedia, Larry Sanger, cuando en 2007 abandonó el proyecto por considerarlo un fracaso, debido a su falta de autoridad. En 2020, Larry Sanger acusó a Wikipedia de estar dominada por “izquierdistas”. Algo discutible. No tan discutible es el hecho de que si alguien ama el dinero no va a dedicar su vida a la enseñanza o a Wikipedia.

    Para mí, con todos sus defectos, Wikipedia era un ejemplo reciente y exitoso de organización del conocimiento independiente de una autoridad política y económica, una “forma de desobediencia cultural”. En el Diccionario de Biagini, anoté: “Contrariamente a lo que se podía predecir, la escritura de la información por parte de millones de individuos anónimos alrededor del mundo no ha derivado en un caos sino en una confiabilidad (según estudios tradicionales) tan alta como la Enciclopedia Británica (…) En la sociedad desobediente la educación posindustrial toma progresivamente el lugar de la educación industrialista (uniformizante), de la misma forma que ésta tomó el lugar de la educación escolástica durante la Revolución Industrial. En la esfera política, uno de sus requisitos es la democracia directa (…) Según este diagnóstico, resulta posible pronosticar que los tradicionales sistemas representativos (como el parlamentario) perderán su importancia en las decisiones de las sociedades, de la misma forma en que, en su momento, la perdieron los reyes absolutistas en beneficio de los parlamentos. Es probable que esta misma idea de agravamiento de las condiciones impuestas por un poder imperial (en este caso la globalización de la cultura norteamericana…) sea producto de una reacción de los poderes tradicionales contra el surgimiento de la sociedad desobediente… No obstante, podemos pensar que no es esta inevitable radicalización de la desobediencia el origen del conflicto sino la reacción de los poderes tradicionales…” (506-508)

    Claro, todo a pesar de la continua presión e injerencia de mafias institucionalizadas, como la CIA (para la cual Elon Musk trabaja y es agente con acceso a documentos clasificados). Desde los primeros años de Wikipedia, se han detectado guerras de ediciones generadas con IPs procedentes de la misma CIA, antes que la NRL desarrollase Tor, un navegador anónimo que también se les escapó de las manos (era inevitable hacerlo “open source” para que fuese realmente “intrazable”). Pero la CIA no disminuyó sino que aumentó su uso. El mismo caso de Linux, como lo reconoció su fundador negándolo con la boca y afirmándolo con la cabeza.

    El otro fundador de Wikipedia, Jimmy Wales, comenzó desde una filosofía libertaria y capitalista, pero su proyecto confunde un anarquismo de derecha (antigubernamental, como el marxismo original) con un anarquismo de izquierda (igualitario). En 2005 ya había calificado al Partido Libertario como una “horda de lunáticos”.

    Elon Musk se ha burlado de la mendicidad de Wikipedia para sobrevivir, similar a las cadenas públicas de radio y televisión sobrevivientes en Estados Unidos. NPR y PBS son odiadas por Musk y quiere verlas desaparecer. Debido al progresivo desfinanciamiento estatal, estas cadenas públicas han debido recurrir a donaciones.

    Wales ha insistido que el principio de Wikipedia de no financiarse a través de publicidad es para preservar su independencia. Claro, cuando no están limitadas, las donaciones son un arma de doble filo. Es aquí donde la dosis de la medicación hace una diferencia absoluta entre la vida y la muerte. Un ejemplo obvio fue la abolición del tope de donaciones a los partidos políticos en 2010, lo cual recientemente hizo posible que Musk comprase su acceso a la Casa Blanca con una donación de 250 millones de dólares a la campaña de Donald Trump.

    La políticos, los medios y la opinión pública se pueden comprar. Pero hay cosas que no, como el amor y la dignidad. En el caso de Wikipedia, es una espina en el talón que llevan ultra millonarios como Musk: ¿cómo es posible que exista una fuente global de información que no cotiza en la Bolsa de Londres o Nueva York? Si Musk pudo comprar Twitter por 44 mil millones (y sin poner un dólar de su bolsillo), le cambió el nombre y, en nombre de la libertad de expresión comenzó a manipular el algoritmo para censurar y privilegiar la visibilidad global de Trump y la suya misma, ¿cómo es posible que Superman, con todo sus superpoderes, no pueda escribir su propia biografía ni la historia de las ideas políticas, sociales, sexuales y raciales? ¡Pero qué horror!

    Para peor, Wikipedia en inglés mantiene un dato que le hiere el ego, naturalmente inflamado: “En el primer aniversario de la adquisición [de Twitter], Musk declaró el valor de la compañía en 19 mil millones de dólares, una depreciación del 55 por ciento respecto al precio de compra de 44 mil millones”.

    Si desde la Edad Media los nobles donaban para las iglesias y las catedrales que construían los artesanos, quienes luego iban a escuchar los sermones de los sacerdotes que vivían de las donaciones de los nobles y burgueses, ¿cómo es posible que aun en el actual regreso a la Edad Media todavía los señores feudales puedan comprar a Dios y no una maldita enciclopedia?

    Musk ofreció por Wikipedia mil millones de dólares y propuso llamarla Wokepedia o Dickipedia (Vergapedia), lo que confirma que los dueños del mundo ni son felices ni tienen capacidad alguna de vivir en paz consigo mismos―menos con el resto de la humanidad.

    El comandante en jefe de la Casa Blanca que vino del Apartheid sudafricano sabe que Wikipedia es uno de los escasos ejemplos de independencia del gran capital, por lo cual no puede vivir pensando que hay algo que puede existir sin la posibilidad de ser comprado, es decir, controlado por los psicópatas del apartheid global y de clase.

    Al igual que la fortuna de su padre, quien también sufría de un profundo racismo, clasismo y sexismo que hoy se ha romantizado con la ideología del Macho alfa de la Nueva Derecha fascista, como líder natural de una manada de lobos vagando sobre la nieve en busca de una presa a la que descuartizar. Ese es el modelo, la utopía de humanidad que restringe y estriñe las capacidades intelectuales de individuos que se creen semidioses por el solo hecho de poseer (su verbo favorito) la habilidad de acumular dinero para comprar seres humanos (sean trabajadores o adulones), para comprarse el derecho de usar un látigo contra toda forma de pensamiento, contra toda forma de ser que no se ajuste a su mediocre existencia.

    Elon Musk compra todo lo que odia y odia aún más todo lo que no puede comprar. De ahí su odio a Wikipedia y su oferta para comprarla en un billón. Probablemente odie la vida misma, porque sabe que no puede comprarla.

    Jorge Majfud, 4 de enero de 2025

    https://www.pagina12.com.ar/794846-por-que-elon-musk-odia-wikipedia

    https://www.ihu.unisinos.br/647551-por-que-elon-musk-odeia-a-wikipedia-artigo-de-jorge-majfud

    https://www.ihu.unisinos.br/647551-por-que-elon-musk-odeia-a-wikipedia-artigo-de-jorge-majfud

    Por que Elon Musk odeia a Wikipedia?

    Elon Musk compra tudo o que odeia e odeia ainda mais o que não pode comprar. Daí seu ódio à Wikipédia e sua oferta de 1 bilhão por ela. Provavelmente, odeia a própria vida, porque sabe que não pode comprá-la.

    O artigo é de Jorge Majfud, escritor uruguaio e professor da Jacksonville University, em artigo publicado por Página|12, 04-01-2025.

    Eis o artigo.

    Em 2012, o filósofo argentino Hugo Biagini publicou seu Dicionário do Pensamento AlternativoBiagini frequentemente me convidou para colaborar em seus projetos (como América Latina Rumo à Segunda Independência, com Arturo Roig, 2007; e no Dicionário de Autobiografias Intelectuais, 2019). Nessa ocasião, minha contribuição foi apenas uma entrada sobre “A sociedade desobediente”. Nela, aproveitei para reiterar uma resposta ao cofundador da Wikipédia, Larry Sanger, quando, em 2007, ele abandonou o projeto, considerando-o um fracasso devido à falta de autoridade. Em 2020, Larry Sanger acusou a Wikipédia de ser dominada por “esquerdistas”. Algo discutível. Menos discutível é o fato de que, se alguém ama o dinheiro, dificilmente dedicará sua vida ao ensino ou à Wikipédia.

    Para mim, com todos os seus defeitos, a Wikipédia era um exemplo recente e bem-sucedido de organização do conhecimento independente de uma autoridade política e econômica, uma “forma de desobediência cultural”. No Dicionário de Biagini, escrevi:

    “Contrariamente ao que se poderia prever, a redação de informações por milhões de indivíduos anônimos ao redor do mundo não resultou em caos, mas sim em uma confiabilidade (segundo estudos tradicionais) tão alta quanto a da Enciclopédia Britânica. (…) Na sociedade desobediente, a educação pós-industrial progressivamente substitui a educação industrialista (uniformizadora), da mesma forma que esta substituiu a educação escolástica durante a Revolução Industrial. Na esfera política, um de seus requisitos é a democracia direta. (…) Segundo esse diagnóstico, é possível prever que os tradicionais sistemas representativos (como o parlamentarismo) perderão importância nas decisões das sociedades, assim como, em seu tempo, os reis absolutistas perderam importância em benefício dos parlamentos. É provável que essa ideia de agravamento das condições impostas por um poder imperial (neste caso, a globalização da cultura norte-americana…) seja uma reação dos poderes tradicionais contra o surgimento da sociedade desobediente. (…) No entanto, podemos considerar que o conflito não decorre da inevitável radicalização da desobediência, mas sim da reação dos poderes tradicionais” (p. 506-508).

    Claro, isso ocorre apesar da contínua pressão e ingerência de máfias institucionalizadas, como a CIA (para a qual Elon Musk trabalha, sendo um agente com acesso a documentos classificados). Desde os primeiros anos da Wikipédia, foram detectadas guerras de edições oriundas de IPs da própria CIA, antes mesmo de a NRL desenvolver o Tor, um navegador anônimo que também saiu de seu controle (era inevitável torná-lo open source). Contudo, a CIA não diminuiu, mas aumentou seu uso. O mesmo ocorre com o Linux, como admitiu seu fundador, negando com palavras, mas afirmando com gestos.

    O outro fundador da Wikipédia, Jimmy Wales, começou com uma filosofia libertária e capitalista, mas seu projeto confunde um anarquismo de direita (antigovernamental, como o marxismo original) com um anarquismo de esquerda (igualitário). Em 2005, ele já havia classificado o Partido Libertário como uma “horda de lunáticos”.

    Elon Musk zombou da mendicância da Wikipédia para sobreviver, algo semelhante às redes públicas de rádio e televisão que ainda resistem nos Estados Unidos. A NPR e a PBS são odiadas por Musk, que deseja vê-las desaparecer. Devido ao progressivo desfinanciamento estatal, essas redes públicas foram obrigadas a recorrer a doações.

    Jimmy Wales insistiu que o princípio da Wikipédia de não se financiar por meio de publicidade é preservar sua independência. Claro que, quando não são limitadas, as doações tornam-se uma arma de dois gumes. É aqui que a dosagem do remédio faz uma diferença absoluta entre a vida e a morte. Um exemplo óbvio foi a abolição do teto para doações a partidos políticos em 2010, o que recentemente permitiu que Musk comprasse seu acesso à Casa Branca com uma doação de 250 milhões de dólares à campanha de Donald Trump.

    Os políticos, os meios de comunicação e a opinião pública podem ser comprados. Mas há coisas que não podem, como o amor e a dignidade. No caso da Wikipédia, ela é um espinho no calcanhar dos ultramilionários como Musk: como é possível que exista uma fonte global de informação que não esteja listada na Bolsa de Londres ou de Nova York? Se Musk pôde comprar o Twitter por 44 bilhões de dólares (sem desembolsar um centavo do próprio bolso), mudou o nome da plataforma e, em nome da liberdade de expressão, começou a manipular o algoritmo para censurar e privilegiar a visibilidade global de Trump e a sua própria, como é possível que o “Superman”, com todos os seus superpoderes, não consiga escrever sua própria biografia ou a história das ideias políticas, sociais, sexuais e raciais? Que horror!

    Para piorar, a Wikipédia em inglês mantém um dado que fere seu ego, naturalmente inflamado: “No primeiro aniversário da aquisição [do Twitter], Musk declarou o valor da empresa em 19 bilhões de dólares, uma depreciação de 55% em relação ao preço de compra de 44 bilhões”.

    Se desde a Idade Média os nobres doavam para igrejas e catedrais construídas por artesãos, que depois ouviam os sermões de sacerdotes sustentados por essas doações, como é possível que, no atual retorno à Idade Média, os senhores feudais ainda possam comprar a Deus, mas não uma maldita enciclopédia?

    Musk ofereceu 1 bilhão de dólares pela Wikipédia e sugeriu renomeá-la como Wokepedia ou Dickipedia (Vergapedia), o que confirma que os donos do mundo nem são felizes nem têm capacidade de viver em paz consigo mesmos — muito menos com o restante da humanidade.

    O comandante-em-chefe da Casa Branca, que veio do apartheid sul-africano, sabe que a Wikipédia é um dos raros exemplos de independência do grande capital, razão pela qual não suporta a ideia de que algo possa existir sem ser comprado, ou seja, controlado pelos psicopatas do apartheid global e de classe.

    Assim como a fortuna de seu pai, que também sofria de profundo racismo, classismo e sexismo — hoje romantizados pela ideologia do “Macho Alfa” da Nova Direita fascista, como o líder natural de uma alcateia vagando pela neve em busca de uma presa para dilacerar. Esse é o modelo, a utopia de humanidade que limita e estreita as capacidades intelectuais de indivíduos que se creem semideuses apenas por possuírem (seu verbo favorito) a habilidade de acumular dinheiro para comprar seres humanos (sejam trabalhadores ou bajuladores), adquirindo o direito de usar o chicote contra qualquer forma de pensamento ou de existência que não se ajuste à sua medíocre realidade.

    Elon Musk compra tudo o que odeia e odeia ainda mais o que não pode comprar. Daí seu ódio à Wikipédia e sua oferta de 1 bilhão por ela. Provavelmente, odeia a própria vida, porque sabe que não pode comprá-la.

    Trump II y los años por venir

    Trump II and the years to come 27 diciembre, 2024

    Entrevista a Jorge Majfud

    Por Gerard Yong, periodista, México

    Ante una nueva presidencia de Donald Trump, la que parece haberse iniciado antes de volver a entrar al Salón Oval, conversamos con Jorge Majfud para entender cómo llegamos a este momento en Estados Unidos y en el mundo, qué puede esperar América latina y qué podemos esperar de los años por venir.

    GY: ¿Podríamos decir que, ante la perspectiva de anexar México y Canadá a Estados Unidos, estaríamos viendo un nuevo modelo económico más consistente en el sistema de anexión, en lugar de una globalización abierta?

    JM: Esa sería la etapa final de esta nueva Guerra Fría con China que ya ha cruzado algunos límites de la guerra fría anterior, aunque por entonces Vietnam era lo que hoy son Ucrania y Palestina para Noroccidente, mientras que África y América latina comienzan a coincidir con lo que eran en ese tablero de ajedrez: movimientos independentistas inoculados por caballos de Troya. Los mismos movimientos, la misma estrategia: dominar los casilleros centrales quemando algunos peones antes de proyectarse a un movimiento de jaque.

    GY: Pero la fantasía de una invasión siempre está…

    JM: Sin la menor duda. No pocos halcones en el senado estadounidense quisieran invadir México, pero no anexarlo. México es un país demasiado habitado por “una raza inferior”, “una raza de híbridos corruptos”. Si cuando Estados Unidos anexó más de la mitad de México no continuó más allá del Rio Grande cuando tenían la capital del país tomada, fue precisamente para no agregar a la Unión millones de seres inferiores. Por la misma razón no tomaron todo el Caribe. No pocos están hablando de Canadá como “El Estado 51”, de la misma forma que cuando se fundó Estados Unidos con las Trece colonias anglosajonas, se intentó anexar Canadá como la colonia número 14. No sólo para escapar a la maldición del número 13, sino porque los canadienses eran europeos blancos. Como fracasaron luego de algunos sabotajes y Gran Bretaña se vengó quemando la Casa Blanca en Washington (que hasta entonces no era blanca, pero debieron pintarla así para cubrir la memoria del oprobio).

    Estas nuevas anexiones, siguiendo el estilo imperialista del siglo XIX antes de cambiar por la estrategia de las bases militares por todo el mundo, puede tener un revival que producirá crisis deseadas, pero no es probable que se concreten a mediano plazo. A largo plazo (tal vez en dos o tres generaciones) es más probable lo contrario: que Estados Unidos pierda algunos estados como Texas o California por una secesión o Alaska por alguna anexión china, por ejemplo.

    GY: ¿Qué perspectivas consideras que tendrá la política de Donald Trump hacia México, en su segundo mandato?

    JM: Luego del brutal despojo de México en otra guerra inventada en 1846 con el viejo método de un ataque de falsa bandera y la victimización del agresor, México quedó con la moral tan baja que sus líderes (con excepciones) se dedicaron a entregar el resto a las compañías estadounidenses. La Revolución Mexicana cambió muchas cosas. Cuando Wilson bombardeó Veracruz, fueron sus pobladores quienes resistieron y repelieron una nueva ocupación a la ciudad que duró meses. Los soldados se retiraron. La Revolución mexicana desangró a México, pero le dejó una experiencia de resistencia armada que (sospecho por otros pocos casos similares en el continente) hizo que Washington no se atreviera a intervenir como lo hacía antes, a punta de cañón y de golpes de Estado estilo República bananera. Es probable que por esta misma razón (y tal vez también por su estratégica ambigüedad con las potencias europeas) Lázaro Cárdenas haya logrado lo impensable: nacionalizar el petróleo mexicano.

    Por estas razones históricas no creo que Trump ni sus halcones se atreva a una agresión o intervención directa en México. Sin embargo, creo que debemos esperar una presidencia mucho más agresiva que la anterior por cuatro razones: 1. Trump ya no competirá por una reelección (al menos no según la constitución actual). 2. Como una droga, su ego necesita dejar una marca en la historia (lo que aquí llaman “legado”), cualquiera sea. 3. La nueva derecha ahora es abiertamente antidemocrática, sin más disimulos, y su ideología, aunque elemental y primitiva (la del Macho alfa) los estimula a la agresión―entre individuos, entre naciones. 4. Estados Unidos es un imperio en decadencia económica, social, política y geopolítica, lo cual lo hace aún más agresivo.

    México está y ha estado siempre en una posición muy particular que lo diferencia del resto de América latina. Es al mismo tiempo vulnerable y fuerte. Como en tiempos de Cárdenas, debe hacer alianzas económicas con diferentes potencias como China (ya que está lejos de ingresar a los BRICS+) y alianzas regionales como con el resto de América latina. Alianzas y uniones como la única fórmula posible para la independencia, que es una condición ineludible de desarrollo para países que no son microcolonias.

    GY: Hay quienes opinan que Trump podría negociar con Rusia, una salida pacífica a la Guerra de Ucrania, tal vez en detrimento de ésta… ¿Qué piensas de esto?

    JM: El factor de su ego podría jugar un rol positivo en cuanto a terminar la guerra en Ucrania a través de una negociación. Trump se entiende con hombres fuertes, no porque él lo sea sino porque son sus alter egos. Los grandes líderes no son ególatras, pero quienes aman el poder sí, y Trump (como Musk y otros individuos con la misma patología) se ajustan perfectamente a este tipo psicológico.

    Por otro lado, no debemos olvidar que los individuos, los presidentes electos en una democracia liberal no son el poder sino su máscara. El poder está en quienes concentran montañas de dinero (esto no es una metáfora ni una hipérbole) y, como resultado directo e indirecto compran políticos, medios de comunicación, la opinión pública de las mayorías que idolatran a sus esclavistas. Si a eso agregamos que la industria más lucrativa es la industria de la muerte, sólo debemos esperar que de terminarse el gran negocio de la guerra en Ucrania, toda esa inversión de capitales se mueva a otras regiones. Palestina es un caso. Siria es otro. El más dramático sería (y esa es la intención) continuar con Irán hasta llegar a Taiwán, expandiendo así el Anillo de fuego del que ya hablamos durante años.

    GY: ¿Nosotros estaríamos lejos de ese Anillo de fuego?

    JM: Solo desde un punto de vista geográfico. Para América latina no serán tiempos fáciles. Si bien en la última década el neo intervencionismo imperial ha sido a través del sermón mediático y de las redes sociales (básicamente, todavía en manos de las corporaciones estadounidenses), creo que es razonable prever un agravamiento del conflicto en su fase CIA-Mossad (como durante la Guerra Fría) y luego con dirección a una fase militar (como durante las Guerras bananeras).

    La más reciente retórica de Trump sobre su idea de recuperar el Canal de Panamá y de anexar Canadá y Groenlandia son un intento de ir preparando a los habitantes de Estados Unidos para la naturalización de lo que en otro momento causó risa.

    YG: ¿Cómo llegamos hasta aquí?

    JM: De una forma muy simple. Los nobles feudales cambiaron de máscara una vez más. Primero se convirtieron en los liberales de las compañías piratas, como la East India Company… Fueron esclavistas, fueron demócratas (como eran los piratas) y fueron neoliberales para seguir vampirizando a sus colonias y a los de abajo en sus propios países. Más recientemente, con el suicidio de la Unión Soviética, lograron que la izquierda occidental se convirtiese en vegana, adoptando la ideología económica de la derecha: el neoliberalismo. Como golpe de gracia, la izquierda se olvidó del problema de la lucha de clases y se redujo a una política simplista de la identidad―que también es la política racista y sexista de la derecha, pero invertida; justa, según nosotros, pero insuficiente y una distracción perfecta. Una vez que el neoliberalismo fracasa de forma sistemática en cada una de las décadas, dejando decadencia y endeudamiento por todas partes, en las colonias y hasta en el mismo imperio la derecha pega un salto, se hace llamar libertaria y le promete a las masas frustradas y rabiosas (ante el resultado obsceno de la super acumulación de los capitales que ellos mismos crearon) y vuelven a vender la promesa de la solución mágica. ¿Cómo? Ofreciendo más de lo mismo pero de forma radical, ya no en democracias liberales sino en un fascismo indisimulado que, como hace cien años, promete satisfacer las frustraciones de un pueblo brutalizado ―aumentando la dosis de la droga. Si a eso le agregas el derrumbe interior y exterior de todo un imperio y la simplicidad primitiva, basada en emociones básicas y ancestrales de la extrema derecha (la tribu, el tótem, la raza, el miedo al otro, la rabia y el orgullo), pues, más claro no puede estar. En menos palabras: la derecha ha logrado vender la ilusión de una solución radical a los problemas creado por la derecha mientras la izquierda perdía su mística crítica y revolucionaria, identificándose con la ideología neoliberal de la derecha.

    Diciembre 2024

    https://www.pagina12.com.ar/794060-trump-2-la-ley-del-revolver-y-la-izquierda-cobarde

    https://radiocut.fm/audiocut/vivimos-en-fracasada-civilizacion-del-exito-jorge-majfud/

    El canal de Panamá y los tratados maltratados

    The Panama Canal and the Mistreated Treaties 23 diciembre, 2024

    El 22 de diciembre de 2024, el electo presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció que le exigirá a Panamá «que le devuelvan el canal». El imperialismo es una enfermedad que no solo mata a quienes lo resisten sino que tampoco deja vivir a quienes lo llevan dentro.

    ***

    Washington DC. 22 de enero de 1903—El secretario de Estado John Hay y el agregado comercial de Colombia en Estados Unidos, Tomás Herrán, firman el tratado que le daría a Estados Unidos el derecho a retomar las construcciones del canal de Panamá que los franceses habían abandonado cuando llevaban casi la mitad de la obra. Por este tratado, Colombia se comprometería a ceder a Estados Unidos y por cien años una franja en su apéndice norte a cambio de diez millones en un solo pago y 250 mil dólares por año. A pocas millas de las costas de Panamá, el buque de guerra Wisconsin permanece varado para dar apoyo moral a las negociaciones.

    El Congreso en Washington aprueba el tratado de inmediato, pero rebota en Bogotá. Hay dudas sobre las consecuencias sobre la soberanía del país y sobre los beneficios derivados de este acuerdo. Por si fuese poco, las matemáticas, que también se practican en aquel país, dicen que al pueblo colombiano le llevaría 120 años recibir la misma compensación que se le había ofrecido pagar de una sola vez a la New Panamá Canal Company.

    El Congreso colombiano no es el único obstáculo. El 15 de abril, el enviado de Estados Unidos Mr. Arthur Beaupre le envía un telegrama al Secretario de Estado sobre el ánimo de sospecha creciente en el pueblo colombiano. “Hay por lo menos un hecho que es claro”, escribe Mr. Beaupre. “Si el tratado se pusiera a la libre consideración del pueblo, no sería aprobado”. Atendiendo a la fuerte opinión pública en contra del tratado Hay-Herrán, el Senado colombiano vota por unanimidad en contra de su ratificación.

    Sin haber puesto nunca un pie fuera de su país, el 27 de agosto Roosevelt escribe tres cartas describiendo a los colombianos como “ignorantes”, “avaros”, “hombrecitos despreciables”, “corruptores idiotas y homicidas”. El desprecio por los pueblos de raza inferior no es nuevo ni será nunca superado. “Nunca podría respetar un país lleno de ese tipo de gente”, escribe Roosevelt. “Intentar relacionarse con Colombia como quien trata con Suiza, Bélgica u Holanda es simplemente un absurdo”.

    Ya en 1849, a un año de haber terminado la guerra en México y probablemente informado de los planes de Francia para un nuevo canal en Suez, el presidente Zachary Taylor todavía era de la misma opinión. Ante el Congreso había insistido en la necesidad de la construcción de un canal, tal vez en Nicaragua, y había advertido que “una obra de esa envergadura debe ser realizada bajo la supervisión y protección de todas las naciones para un beneficio equitativo”.

    Ahora, en plena hegemonía naval de la raza nórdica en los trópicos, no hay acuerdo y el presidente Theodore Roosevelt no duda: una república de América del Sur no va a interferir con sus planes. Inmediatamente envía algunos paquetes con dólares para organizar una revuelta que se llamará Revolución. El problema dura menos que lluvia de verano. El 18 de noviembre, se firma en Washington el tratado Hay-Bunau-Varilla, por el cual “Estados Unidos garantiza la libertad de Panamá” a cambio de que Panamá le ceda autoridad y todos los derechos a Estados Unidos sobre el canal y las zonas contiguas en carácter de monopolio y libre de cualquier impuesto. Como es costumbre, los panameños no son invitados a la firma del nuevo tratado.

    El nuevo tratado establece que los 250 mil dólares anuales ofrecidos antes a Colombia ahora no serían pagados sino hasta una década después de la apertura del canal. No hay nada como tener una armada poderosa para hacer buenos negocios. También viola el anterior Tratado de Paz y Comercio, conocido como Tratado Bidlack, firmado por Colombia y Estados Unidos en 1846 por el cual Colombia le garantizaba a Estados Unidos el derecho a transitar por el istmo a cambio de proteger la provincia de Panamá de cualquier revuelta o intento de separación. Como en Cuba, como en Puerto Rico, ahora el artículo 136 del tratado de 1903 le asegura a Washington la potestad de intervenir y resolver lo que mejor le parezca ante cualquier situación inconveniente. Cuando algunos panameños protestan, Roosevelt los amenaza con entregarlos a la justicia de Colombia. La práctica es vieja: las leyes están hechas por los poderosos para que los débiles las cumplan. Si un país más débil viola un acuerdo, el poder imperial de turno lo invade; si el país más débil reclama que se cumplan los tratados firmados, es invadido para que se firme uno mejor.

    A poco de firmado el nuevo tratado, en el Congreso de Estados Unidos se levantan voces contra lo que varios congresistas llaman deshonestidad e imperialismo. El senador Edward Carmak protesta: “la idea de una revolución en Panamá es una burda mentira; el único hombre levantado en armas fue nuestro presidente”. El senador George Frisbie Hoar, miembro de la comisión que investiga los crímenes de guerra que quedarán impunes en Filipinas, rechaza las versiones sobre la Revolución en Panamá y agrega: “espero no vivir lo suficiente para ver el día en que los intereses de mi país sean puestos por encima de su honor”.

    Claro que eso del honor tiene arreglo. El presidente echa mano al viejo recurso de “fuimos atacados primero”. Como hiciera James Polk para justificar la invasión de México en 1846 o McKinley para ocupar Cuba en 1898, Roosevelt inventa una historia sobre ciertas amenazas a la seguridad de ciertos ciudadanos estadounidenses en la zona. Como lo hará Henry Kissinger cuando niegue frente a las cámaras de televisión cualquier intervención en el golpe militar de Chile en 1973, Roosevelt asegura ante el Congreso y la opinión pública que, de todas formas, Washington no ha tenido ninguna participación en la Revolución en Panamá. Lo cual no quita que sea una buena idea. El 6 de diciembre de 1904, Roosevelt dará su discurso anual ante el Congreso sobre la necesidad de expandir, una vez más, la Doctrina Monroe de 1823 “para ver a nuestros vecinos estables, ordenados y prósperos”. De otra forma “será necesaria la intervención de parte de una nación civilizada… En dicho caso, los Estados Unidos deberán, aunque no lo quieran, intervenir para solucionar cualquier grave problema ejercitando el poder de la policía internacional”. Si lo vamos a hacer, que sea todo de forma legal.

    En 1906 Roosevelt visitará las obras en Panamá. Será el primer presidente estadounidense en toda su historia que se atreva a salir de su país. Las rebeliones son más bien inocuas porque Washington ha decretado que los ciudadanos de ese país no pueden adquirir armas, lo que también afecta a la policía panameña que debe recurrir a los marines cada vez que las cosas se salen de sus manos. A bordo del USS Luisiana, el 20 de noviembre Roosevelt le escribe a su hijo Kermit: “con admirable energía, hombres y máquinas trabajan juntos; los blancos supervisan las obras y operan las máquinas mientras decenas de miles de negros hacen el trabajo duro donde no vale la pena usar maquinas”. A pesar del trabajo duro de los panameños, por alguna razón es necesario representarlos como haraganes. El periodista Richard Harding Davis, como cualquier periodista razonable y correcto, ya se había hecho eco del sentimiento de la época: “[Panamá] tiene tierras fértiles, hierro y oro, pero ha sido maldecida por Dios con gente haragana y por hombres corruptos que la gobiernan… Esta gente es una amenaza y un insulto para la civilización”.

    El 26 de enero de 1909, el comité de Asuntos Internacionales del Senado de Estados Unidos, en base a las declaraciones jactanciosas de Roosevelt ante una clase llena de estudiantes en una universidad de California, investigará “la decisión unilateral de un ex presidente de tomar Panamá de la República de Colombia sin consultar al Congreso”. Considerando las insistentes peticiones de Colombia ante el Tribunal de la Haya, la comisión interrogará a diferentes protagonistas de la época. Según estas declaraciones, el 6 de noviembre de 1903, tres días después de la Revolución de Independencia de Panamá, el Departamento de Estado le había enviado un cable al cónsul de Estados Unidos en Colombia informando que “el pueblo de Panamá, aparentemente por unanimidad, ha resuelto disolver sus lazos con la República de Colombia…

    El representante Henry Thomas Rainey lee en el parlamento un cable de Washington: “El pueblo de Panamá, aparentemente por unanimidad, ha resuelto disolver sus lazos con la República de Colombia retomando su independencia…” El mismo Rainey aclara: “No creo que nada de esto sea cierto. El pueblo de Panamá no logró nada por sí solo… Cuando ocurrió la Revolución, apenas diez o doce rebeldes sabían de los planes, aparte de los gerentes de la Panama Railroad and Steamship Co.”

    Será necesario esperar hasta 1977 cuando el gobierno de Jimmy Carter firme un acuerdo según el cual Estados Unidos devolvería el canal al país centroamericano el último día de 1999, tres años antes de que se venza el plazo de alquiler obligatorio. Un año antes, en un evento en Texas, el ex gobernador de California y futuro candidato a la presidencia, Ronald Reagan, afirmará: “No importa qué dictador carnero esté en el poder en Panamá. ¡Nosotros lo construimos! ¡Nosotros pagamos por el canal! Es nuestro y nos vamos a quedar con él”.

    Omar Torrijos será el dictador aludido por Reagan. Torrijos reclamará la soberanía del Canal y morirá, como otros líderes rebeldes del sur, en un accidente aéreo.

    El imperialismo es una enfermedad que no solo mata a quienes lo resisten sino que tampoco deja vivir a quienes lo llevan dentro.

    Jorge Majfud (del libro a La frontera salvaje: 200 años de fanatismo anglosajón en América latina)

    Nuevos documentos desclasificados. Israel le ocultó a Washington que estaba construyendo bombas atómicas

    Un informe de inteligencia de 1960 afirmaba que el sitio nuclear israelí era para fabricar armas. “No somos un satélite de Estados Unidos”, fue la respuesta de Ben-Gurion a las preguntas de Estados Unidos sobre el reactor de Dimona. Ahora, se han dado a conocer los informes desclasificados sobre las inspecciones de Estados Unidos a Dimona de 1965, 1966 y 1967

    Informe de inteligencia de 1967: ¿Israel estaba produciendo plutonio apto para armas y engañando a Estados Unidos?[1]

    Washington, D.C., 17 de diciembre de 2024. Un informe del Comité Conjunto de Inteligencia de Energía Atómica (JAEIC) de diciembre de 1960, recientemente desclasificado, es el primer y único informe de inteligencia estadounidense conocido que afirma de manera correcta e inequívoca que el proyecto nuclear israelí Dimona, que Estados Unidos había descubierto recientemente, incluiía una planta de reprocesamiento para la producción de plutonio relacionado con armas. Todos los análisis de inteligencia estadounidenses posteriores conocidos del programa nuclear de Israel trataron la cuestión del reprocesamiento como no resuelta hasta finales de la década de 1960, cuando Estados Unidos e Israel llegaron a un acuerdo secreto para aceptar su condición de “Estado con armas nucleares no declaradas”.

    El informe de inteligencia recién publicado por es uno de los 20 documentos desclasificados que aparecen en el Libro Informativo Electrónico del Archivo de Seguridad Nacional de George Washington University. Se trata del último de una serie de colecciones de documentos desclasificados editados por el analista principal del Archivo William Burr y el profesor Avner Cohen (Instituto Middlebury de Estudios Internacionales en Monterey) sobre la política estadounidense hacia el programa de armas nucleares israelí y los complejos problemas que planteó para la diplomacia estadounidense durante los años 1960 y 1970.

    Un análisis de inteligencia estadounidense igualmente intrigante y desclasificado reveló que varias fuentes israelíes habían informado a la embajada estadounidense en febrero de 1967 que Israel “tiene o está a punto de completar” una planta de reprocesamiento en Dimona y que “el reactor de Dimona ha estado funcionando a plena capacidad”. La conclusión era que Israel estaba a “6-8 semanas” de la bomba. Este es el primer documento conocido que trata como posible que Israel estuviera engañando sistemáticamente a los Estados Unidos sobre Dimona.

    Los documentos recién publicados pero fechados en la década de 1970 ilustran cómo el gobierno estadounidense se adaptó a la nueva realidad de las armas nucleares de Israel. Entre ellos se encuentra el texto del “documento no oficial” del Secretario de Estado norteamericano Cyrus Vance, entregado al embajador soviético Anatoly Dobrynin a principios de 1978, en el que se afirma que Estados Unidos “acepta las garantías [de Israel]” de que no posee armas nucleares y de que “no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Medio”.

    Un informe de entonces, generado por el Departamento de Estado sobre los riesgos de proliferación nuclear, sugería por qué Washington había abandonado la presión sobre Israel para que firmara el Tratado de No Proliferación: “La alta prioridad de Estados Unidos de alcanzar un acuerdo de paz en la zona es primordial e inhibe a la búsqueda efectiva de los objetivos de no proliferación en Israel”.

    Dios puso las bombas en nuestras manos

    A principios de 1978, después de que la CIA publicara por error una estimación de inteligencia que afirmaba que Israel había producido armas nucleares, el embajador soviético Anatoly Dobrynin preguntó si era cierto que Israel poseía tales armas. Como respuesta, el secretario de Estado Cyrus Vance le entregó a Dobrynin un “documento no oficial” en el que afirmaba que Estados Unidos “acepta las garantías [de Israel]” de que no poseía armas nucleares y “no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Medio”. Otro documento de principios de 1978, un informe del Departamento de Estado sobre los riesgos de proliferación nuclear planteados por varios países (“la Docena Sucia”), indicaba por qué Washington había abandonado la presión sobre Israel para que firmara el Tratado de No Proliferación: “La alta prioridad de Estados Unidos de encontrar un acuerdo de paz en la zona es primordial e inhibe la búsqueda efectiva de los objetivos de no proliferación en Israel”.

    Los documentos de esta publicación proceden de la Administración Nacional de Archivos y Registros de Estados Unidos (NARA) y fueron descubiertos entre los registros del Comité Conjunto de Energía Atómica (RG 128), la Comisión de Energía Atómica (RG 326), el Departamento de Estado (RG 59) y en la Biblioteca Presidencial Lyndon Johnson. Casi todos ellos son el resultado de solicitudes de Revisión de Desclasificación Obligatoria (MDR) o de solicitudes de Indexación a Demanda presentadas por el Archivo de Seguridad Nacional.

    Nuevos documentos estadounidenses sobre el programa nuclear israelí
    William Burr y Avner Cohen, editores

    Desde principios de los años 1960 hasta los años 1970, la actitud del gobierno estadounidense ante el programa de armas nucleares de Israel cambió notablemente. Durante los años 1960, las preocupaciones sobre la no proliferación y la estabilidad geopolítica en Oriente Medio alimentaron el temor de que Israel utilizara su reactor nuclear de Dimona para producir plutonio para la bomba. Un ejemplo de ello son los documentos recientemente desclasificados sobre las inspecciones de Dimona, en las que funcionarios del gobierno estadounidense buscaron indicios de producción de plutonio. En 1969, los documentos desclasificados indican que la no proliferación dio paso a un acuerdo secreto bilateral entre el presidente Richard Nixon y la primera ministra Golda Meir, en virtud del cual Washington se acomodó a la condición no declarada de Israel en materia de armas nucleares.

    El informe de la AEC y otros documentos recientemente desclasificados de los registros del Comité Conjunto sobre Energía Atómica del Congreso ilustran cómo Washington empezó a descubrir la existencia del reactor de Dimona. En junio de 1960, funcionarios de la AEC visitaron Israel para inspeccionar el recién construido reactor de investigación Soreq que Washington había proporcionado en el marco del programa Átomos para la Paz. Todo estaba en orden: Israel cumplía plenamente con las salvaguardias. Sin embargo, una reunión con funcionarios estadounidenses en la embajada de Tel Aviv trajo noticias inesperadas: “informes de que un equipo conjunto israelí-francés estaba haciendo algo en el campo de la energía atómica en Beersheba o cerca de allí”. Los funcionarios de la AEC dijeron que no habían oído nada al respecto y que intentarían obtener más información de su personal de inteligencia en Washington. Este nuevo documento se relaciona con otro material sobre el descubrimiento de Dimona publicado en una publicación anterior en 2015.

    Como se mencionó, uno de los nuevos documentos es un informe del Comité Conjunto de Inteligencia de Energía Atómica de diciembre de 1960. Sus declaraciones de que el proyecto nuclear franco-israelí en el desierto del Néguev incluiría una “planta de separación de plutonio” y que el reactor de Dimona estaba destinado inequívocamente a fines armamentísticos eran afirmaciones poco comunes. Hasta donde saben los editores, este es el primer y único documento de inteligencia estadounidense que sostiene de manera categórica y explícita que el sitio de Dimona incluiría una planta para separar el plutonio del combustible gastado del reactor con el fin de fabricar armas. Informes desclasificados posteriores trataron la planta de reprocesamiento como algo que aún no existía y dijeron que su construcción probablemente requeriría una nueva decisión política por parte de los líderes israelíes.

    Otros documentos de archivo desclasificados sobre el descubrimiento del reactor de Dimona se centran en la reacción irritada del Primer Ministro David Ben Gurion ante las declaraciones y las indagaciones de la administración de Eisenhower sobre el reactor y los propósitos israelíes. Por ejemplo, los comentarios públicos del director de la Comisión de Energía Atómica, John McCone, en “Meet the Press” de que Israel no había informado a Washington sobre Dimona enfurecieron a Ben-Gurion, quien le dijo al embajador estadounidense Ogden Reid a principios de 1961 que “no lo merecíamos y no aceptaremos ese trato”, y agregó: “no somos un satélite de Estados Unidos… y nunca seremos un satélite”. El embajador Reid informó que había hablado con Ben-Gurion sobre el trabajo de inteligencia de los Estados Unidos en Israel y le dijo que “no había ningún espionaje en curso”. Reid repasó con Ben-Gurion los esfuerzos de la Embajada por establecer una “relación de trabajo” entre los dos países, pero señaló que Israel no había ayudado en nada al no “informarnos sobre el reactor, en particular a la luz de la asistencia económica que habíamos estado brindando”. [1]

    Entre otros documentos nuevos se incluyen los informes detallados de las visitas de inspección de los Estados Unidos al reactor de Dimona en 1965 y 1966. Para evitar disputas con sus anfitriones, las inspecciones se denominaron “visitas”, pero fueron tan detalladas como los israelíes permitieron. Publicados por primera vez, los documentos ilustran la preocupación del gobierno de los Estados Unidos durante la década de 1960 de que el programa nuclear israelí fuera un riesgo de proliferación que hiciera necesario determinar si el reactor representaba un proyecto de armas nucleares, especialmente si había indicios de que los israelíes ya tenían o estaban tratando de construir una planta para convertir el combustible gastado del reactor en plutonio para armas.

    El equipo de la AEC que inspeccionó el reactor de Dimona en 1966 fue lo suficientemente cauteloso como para señalar la posibilidad de un engaño israelí: “el equipo puede haber sido engañado deliberadamente, pero se cree que esto es poco probable”. El informe de inspección señaló las razones por las que el engaño era improbable, pero el equipo no se dio cuenta de que el engaño era, de hecho, continuo y sistemático. No sólo eso, en algún momento de 1966 Israel había comenzado a producir plutonio apto para armas y en vísperas de la Guerra de los Seis Días de 1967, como una cuestión de máxima emergencia, Israel reunió, por primera vez en su historia, dos o tres dispositivos nucleares. Esta preparación fue para una demostración en caso de que ocurriera el peor escenario posible. Fue entonces, a todos los efectos, que Israel había cruzado el umbral y se había convertido en un estado con capacidad nuclear.[2]

    Otro documento clave desclasificado también muestra preocupaciones sobre la posibilidad de engaño en Dimona. Un informe de inteligencia del Departamento de Estado de marzo de 1967, suprimido en gran parte por la CIA, analizaba acusaciones sorprendentes hechas, aparentemente por fuentes israelíes, a la embajada de Estados Unidos en Tel Aviv, de que los israelíes habían instalado o estaban a punto de instalar una planta de reprocesamiento para producir plutonio en Dimona y habían estado operando el reactor de Dimona a alta capacidad para ese propósito. Los redactores del informe (al menos el texto que ha sido desclasificado) vieron claramente la nueva información como dramática, pero se mostraron reacios a sacar conclusiones firmes. En cambio, sugirieron que la próxima visita de la AEC a Dimona examinara de cerca el problema del reprocesamiento. Pero la inspección de abril de 1967 no arrojó nada nuevo.

    Los documentos de la década de 1960 corresponden a un período en el que las preocupaciones por la no proliferación tuvieron un impacto significativo en la política estadounidense hacia Israel, aunque nunca llegaron al punto de un choque o confrontación abierta. Los israelíes reconocieron las aprensiones de los EE. UU., pero eso no les impediría avanzar en secreto en el desarrollo de una capacidad de armas nucleares, incluido el reprocesamiento secreto del combustible gastado. El Primer Ministro Levi Eshkol y otros altos funcionarios no estaban dispuestos a decirle a Washington que se estaban acercando al umbral nuclear, y mucho menos a dar un paso abierto en esa dirección, aunque la inteligencia estadounidense percibió que los israelíes estaban haciendo progresos.

    Un grupo de documentos desclasificados de la administración Carter ilustraba el cambio de actitud que había dado el gobierno estadounidense durante la década de 1970. El presidente Richard Nixon dio baja prioridad al TNP y a las preocupaciones por la proliferación en general, pero alta prioridad a la libertad de acción de los socios de seguridad regionales. En consonancia con ello, en septiembre de 1969 Nixon se reunió personalmente con la primera ministra Golda Meir, en la que llegaron a un acuerdo altamente secreto según el cual Estados Unidos dejaría de ejercer presión sobre la cuestión nuclear, por ejemplo poniendo fin a las solicitudes de inspección de las instalaciones nucleares israelíes y de que Israel firmara el TNP.[3]

    Aunque nunca ha surgido un registro directo de la reunión Meir-Nixon, se puede inferir que los dos líderes acordaron mantener en secreto el estatus de Israel en materia de armas nucleares. Israel no probaría armas nucleares ni declararía que las tenía. En cualquier declaración oficial sobre sus capacidades, utilizaría un lenguaje ambiguo o lo que Avner Cohen ha llamado “opaco”. Washington aceptaría y apoyaría las declaraciones de Israel de que no tenía armas nucleares y de que no sería el “primero en introducir armas nucleares” en la región. Esa redacción había sido la posición oficial israelí desde principios de los años 1960, cuando Ben-Gurion, Eshkol, Shimon Peres y otros altos funcionarios la formularon.[4]

    El acuerdo Nixon-Meir sobrevivió a sus arquitectos. Según un relato, a petición del gobierno israelí en 1977, Henry Kissinger informó a Jimmy Carter sobre el acuerdo Nixon-Meir.[5] Si bien Kissinger se reunió y habló con el presidente Carter varias veces durante agosto de 1977, fue principalmente en relación con el Tratado del Canal de Panamá. Sin embargo, lo que es particularmente revelador es que Kissinger se reunió con el presidente Carter el 25 de enero de 1978. Después de una discusión privada de veinte minutos en la Oficina Oval, almorzaron con Rosalynn Carter.[6] La visita de Kissinger se produjo en vísperas de la cobertura mediática de una respuesta aparentemente errónea de la CIA a una solicitud de la FOIA por parte del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC). La Agencia desclasificó la mayoría de las principales conclusiones de la Estimación Especial de Inteligencia Nacional (SNIE) de 1974, “Perspectivas de una mayor proliferación de armas nucleares”. Una de las conclusiones fue que “Israel ya había producido armas nucleares”, o al menos había una “creencia” de que Israel lo había hecho.

    La divulgación de la CIA aparentemente violó uno de los aspectos operativos del acuerdo Nixon-Meir: que Estados Unidos nunca reconocería en público la posesión de armas nucleares por parte de Israel. Las preguntas de los periodistas sobre el SNIE pueden haber animado a los diplomáticos israelíes a ponerse en contacto con Kissinger y pedir su intervención. Ciertamente, la prensa estadounidense y extranjera cubrió la divulgación de la FOIA, incluido el hecho de que había sido un “error” y que un funcionario de la CIA había temido que pudiera causar un “incidente internacional”. [7]

    La cobertura de la prensa motivó a la Embajada de Estados Unidos en Israel a pedir instrucciones a Washington en caso de que los medios de comunicación hicieran preguntas. El Departamento de Estado brindó inmediatamente orientación resumiendo las “firmes” declaraciones del Gobierno de Israel de que “no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Medio” y las declaraciones del Primer Ministro Rabin en 1974 y 1975 de que “no tenemos armas nucleares” y que “Israel es un país no nuclear”. Según el Departamento, esas fueron “declaraciones autorizadas” y “no tenemos nada que agregar”. Esa orientación era consistente con el entendimiento Nixon-Meir, y la Embajada de Israel no se habría opuesto a ella.

    Si Kissinger informó al Presidente Carter sobre el entendimiento Nixon-Meir, es difícil saber cuán decisivo fue. La administración Carter era consciente de que Israel tenía plena capacidad de armas nucleares [Véase el Documento 13], pero durante su primer año, mientras perseguía su agenda de no proliferación, evitó cuidadosamente cualquier presión sobre Israel. Sin embargo, cualquier informe de Kissinger sobre el acuerdo Nixon-Meir puede haber sido un recordatorio útil de la importancia del tema y del enfoque que los predecesores inmediatos de Carter habían adoptado respecto del programa nuclear de Israel.

    En los días y semanas que siguieron a las noticias de la prensa, la administración Carter siguió los principios básicos del acuerdo Nixon-Meir al validar las negaciones israelíes de que poseía la bomba. Un caso de prueba puede haber sido la curiosidad expresada por un alto diplomático soviético sobre el documento poco después de que aparecieran las noticias de la prensa. El 21 de febrero de 1978, el embajador Anatoly Dobrynin entregó un «documento no oficial» al secretario de Estado Cyrus Vance en el que Moscú pedía a Estados Unidos que aclarara el asunto: «en qué medida son ciertos [sic] los informes… de que las agencias del gobierno de Estados Unidos llegaron a la conclusión de que Israel está en posesión de armas nucleares». Vance observó que los israelíes habían negado que poseyeran la bomba y que la CIA estaba dividida sobre el asunto, pero aceptó revisar el documento soviético.

    Unas semanas después, cuando Dobrynin preguntó por la respuesta del Departamento de Estado a su pregunta, Vance fue un poco más allá de la posición habitual al reconocer que “nuestra comunidad de inteligencia estaba de acuerdo en que Israel tenía la capacidad de fabricar armas nucleares, [pero] estaba dividida sobre la cuestión de si ya lo había hecho”. En respuesta, Dobrynin dijo que “tenía ‘una opinión más alta de la gente de inteligencia de los EE. UU.’ de lo que implicaba la respuesta”, lo que sugería sus dudas sobre una “división”.

    El 16 de marzo de 1978, Vance proporcionó a Dobrynin un documento oficioso que incluía una declaración de que “aceptamos las garantías israelíes de que no habían producido armas nucleares”. El Departamento también aceptó la garantía israelí de que “no serán los primeros en introducir armas nucleares en Oriente Medio”. Claramente escéptico, Dobrynin “cuestionó persistentemente si realmente creemos lo que dicen los israelíes”. Vance respondió que “no había evidencia de que las garantías israelíes fueran falsas”. En este ejemplo de diálogo entre gobiernos sobre el estatus nuclear de Israel, el Departamento de Estado mantuvo la postura israelí de opacidad nuclear. Esto plantea interrogantes sobre cuánta información –cuán precisa y detallada– tenía el propio gobierno de Estados Unidos sobre el programa nuclear israelí en ese momento.

    El artículo concluye con un largo informe del Departamento de Estado sobre los países que generan preocupación en materia de proliferación nuclear, “La docena sucia” (en realidad once), que incluía una evaluación de las capacidades de armas nucleares de Israel y las cuestiones políticas y diplomáticas que planteaban. Si bien es probable que los autores del informe no conocieran el acuerdo Nixon-Meir, reconocieron que el programa nuclear de Israel estaba en una categoría especial que lo hacía inmune a las presiones diplomáticas habituales, sobre todo porque “la alta prioridad de Estados Unidos de encontrar un acuerdo de paz en la zona es primordial e inhibe la búsqueda efectiva de objetivos de no proliferación en Israel”.

    Es necesario investigar más sobre qué sabía exactamente el gobierno de Estados Unidos y cuándo lo sabía sobre el programa de armas nucleares israelí y cómo los responsables de las políticas evaluaban cualquier nuevo conocimiento. Como sucede con cualquier asunto de política exterior especialmente sensible y controvertido, los registros sobre ese tema no son fáciles de desclasificar e invariablemente pasan por una prolongada revisión de seguridad. Algunas solicitudes tardan años en procesarse; los registros de la JCAE que se muestran en la publicación de hoy se solicitaron en 2012 y se publicaron en septiembre de 2024. Otras solicitudes relacionadas con las actividades nucleares de Israel fueron denegadas por completo y esperan un largo proceso de revisión de apelaciones. Importantes registros de archivo del Departamento de Estado de finales de la década de 1960 se encuentran en la cola de apelaciones del sobrecargado Panel de Apelaciones de Clasificación Interinstitucional (ISCAP) y es muy posible que el ISCAP nunca llegue a ellos debido a la falta de personal. También están estancados en el proceso de desclasificación y apelación los informes sobre las visitas a Dimona en 1967, 1968 y 1969.

    También es muy relevante que parece haber una regulación secreta que advierte a los empleados actuales o anteriores del gobierno federal con medidas disciplinarias si divulgan información sobre las actividades de armas nucleares israelíes.[8] No está del todo claro hasta qué punto esta prohibición se relaciona con la desclasificación de material histórico de archivo, pero sin duda el Departamento de Defensa está decidido a plantear objeciones a la desclasificación de material incluso de hace 60 años o más relativo a la política estadounidense y al estado de conocimiento sobre el programa nuclear israelí. Según la actual orden ejecutiva sobre información clasificada de seguridad nacional, el Pentágono tiene libertad de acción para hacerlo; todavía está por ver si eso cambiará en el futuro previsible.

    The Documents

    I. The Discovery of Dimona

    ebb 877 doc 1

    Document 1

    R. Ludecke, General Manager, Atomic Energy Commission, to James T Ramey, Executive Director, Joint Committee on Atomic Energy, 4 March 1961, enclosing memorandum from John J. Downing to John V. Vinciguerra, “Safeguards Inspection – Israel,” with enclosure, 6 July 1960, Secret, Excised copy

    Jul 6, 1960

    Source

    National Archives, Record Group 128, Joint Congressional Committees (RG 128), Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

    Before the discovery of the secret nuclear reactor at Dimona during November-December 1960, the Atomic Energy Commission had provided Israel with a small five-megawatt research reactor under the “Atoms for Peace Program,” with fuel provided by the AEC. Located at the Soreq Nuclear Research Center formerly referred to as Nabi Rubin site, some fifteen miles south of Tel Aviv the recently constructed reactor (designed by Philip Johnson and inaugurated in June 1960) was subject to inspection under an Agreement for Cooperation between the AEC and the Israeli Atomic Energy Commission.

    For the first inspection of this reactor, AEC officials John J. Downing and James H. Herring visited the site on 9 June 1960. Their report concluded that the operations of the reactor and the use of U.S. fuel were in “accordance with safeguards provisions.” Discussion at the embassy a few days later indicated that the reactor could produce only miniscule amounts of plutonium, 5 grams per day, and most likely far less. Under the inspection requirements there was “no risk of material diversion except for the production of isotopes for radiological warfare.”

    Two days after the inspection, the AEC team met with U.S. diplomats at the U.S. Embassy in Tel Aviv, where there was vocal support for two inspections per year, the maximum permitted. The discussion quickly shifted to Israel and nuclear weapons. Perhaps not wholly appreciative or supportive of the Eisenhower administration’s developing concern about nuclear proliferation, Embassy officials focused on Israel’s security needs. With Israel surrounded by hostile states, “maximum effect” weapons were the “most effective means of self-protection.” Either Israel could build nuclear weapons, or France could supply them.

    France may have been mentioned because embassy officials had heard “reports of a joint Israeli-French team doing something in atomic energy in or near Beersheba.” The AEC officials knew nothing about that and wanted to learn more. The discussion concluded with an understanding that, with “new separation techniques” (used for producing plutonium), Israel could “become a nuclear power.” Yet, keeping a nuclear weapons program a secret “would be difficult … in so small a country.”

    When AEC General Manager Luedecke subsequently provided, six months later, reports of the inspection and the embassy meeting to the Joint Committee on Atomic Energy, he observed that the discussion at the Embassy of French-Israeli atomic activities was in the nature of “rumor type reports” that had circulated during 1960. According to Luedecke, when the CIA’s Herbert Scoville testified to the JCAE on Israeli nuclear activities in December 1960, he had mentioned such reports.[9]

    ebb 877 doc 2

    Document 2

    JAEIC [Joint Atomic Energy Intelligence Committee] Statement, 1400 Hours, 2 December 1960, “Israeli Plutonium Production,” Secret, excised copy

    Dec 2, 1960

    Source

    RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

    This recently declassified intelligence report, shared in December 1960 with Congress’s Joint Committee on Atomic Energy, used newly acquired information to go far beyond the earlier rumors by confirming not only the joint French-Israeli construction of a large reactor in a site near Beersheba but also by noting that the joint project would include a “plutonium separation plant.” We believe this is the first – and possibly the only – U.S. intelligence document that unequivocally and explicitly declared that the French-Israeli joint nuclear project included those two major components: a production reactor and a plutonium separation plant.

    All subsequent U.S. intelligence estimates treated the issue of a separation plant as an unresolved matter of concern, most often taking the view that it did not yet exist, and that its construction most likely would require a new political decision. Yet the Committee did not explain how it reached the judgement that Dimona would include a separation plant. In any event, by positing the construction of a separation plant, the report assumed that the reactor’s purpose was weapons production, not research.

    The Committee estimated that the power of the reactor was about 200 MW (thermal), which is almost 10 times larger than the declared nominal power, 24 MW. Tracing the construction of the site to 1959, it estimated that the reactor would be operational by mid-1961. The latter date was an overestimate, by far, as the document forecasts that, by mid-1962, Dimona could produce about 30 kilograms of weapons grade plutonium, given they conduct their first weapons test by late 1962 or early 1963. It also speculated that the French could provide a test site but that if they provided weapons designs no tests would be necessary. According to the report, the French and Israelis would be making a statement in a few days.

    ebb 877 doc 3

    Document 3

    Atomic Energy Commission, AEC Intelligence Report, “Israeli Reactor Site Near Beersheba,” 9 December 1960, AECIR Report 60-3, with photos attached, Secret

    Dec 9, 1960

    Source

    National Archives, Record Group 326, Records of Atomic Energy Commission, John McCone Records, box 90, Israel

    This AEC intelligence report was far less categorical than the JAEIC had been about the purposes of the French-Israeli project, but when the Commission’s analysts considered various interpretations they believed that the “secrecy surrounding the project suggested that the complex was intended for the production of weapons-grade plutonium, whether or not generation of electric power is involved.” One of the interpretations, that the purpose was a research reactor with little capacity to produce plutonium, they deemed “incompatible with the security of the site and the large scale of the entire project, and particularly the large size of the dome-shaped containment building.”

    At that point, the AEC’s analysts were not sure what type of French reactor Dimona was modeled after and their report listed four different reactor types and their potential to produce plutonium, including the Marcoule and the EL-3 models. Some months later, however, Dimona plant director Mannes Pratt told the AEC officials examining the reactor in May 1961 that it was “very much influenced by the French EL-3 model.”[10] Whatever French model was relevant, AEC intelligence, unlike the JAEIC, did not specify that a reprocessing plant would be part of the Dimona complex, although the weapons grade plutonium interpretation would require the availability of one.

    Document 4

    Richard X. Donovan, Special Assistant to the General Manager (Congressional) to Chairman McCone et al., “Briefing of JCAE [Excised],” 13 December 1960, Secret, Excised copy, under appeal

    Dec 13, 1960

    Source

    National Archives, Record Group 326, Records of Atomic Energy Commission, Records of John McCone, Box 90, Israel

    The JCAE hearing on 9 December 1960 that AEC General Manager Luedecke mentioned had its contentious moments. The hearing record remains classified, but this heavily excised account provides a little of the flavor. The testimony by the State Department’s Phillip Farley conveyed the gravity of the concerns about Dimona: that the “security of the United States” was involved and that the reactor’s existence had produced “needless suspicion and risk.”

    Senator John Pastore (D-RI) “showed agitation” that the U.S. had been “‘snooping around’ [excised] our supposed friends” and said that as soon as it had the earliest evidence it should have “confronted Israel directly.” By contrast, Senator Albert Gore, Sr. (D-TN) “defended the subterfuge.” Both, “for different reasons,” blamed the CIA and the State Department “for tardy action.” Committee members were generally concerned that, if the existence of Dimona leaked out, the U.S. “would be blamed because of its close economic ties” with Israel. In particular, they did not want it to become general knowledge that the U.S. government had known about Dimona “before it was public.”

    Despite those concerns, on 18 December 1960, AEC Chair John McCone appeared on “Meet the Press,” where he disclosed that the U.S. had “informal and unofficial” information about the reactor, acknowledged that it came as a “surprise” to the U.S., and said that Washington was seeking more information from Israel. Those statements incensed Ben-Gurion (See Document 5).

    Document 5

    U.S. Embassy Israel telegram 626 to Department of State, 5 January 1961, Secret, Excised copy, under appeal

    Jan 5, 1961

    Source

    RG 59, CDF 1960-1963, 884a.1901/1-561

    On 21 December 1960, Ben-Gurion made a statement to the Knesset acknowledging the reactor and declaring that its purpose was research for peaceful purposes. He did not mention the French connection. For the Eisenhower administration, this was not enough; top State Department officials found Ben-Gurion to be “evasive” in answering questions about plutonium and access to Dimona by U.S. scientists, and for his “failure to confide” with President Eisenhower. Seeking more candor, Under Secretary of State Douglas Dillon sent the Embassy in Tel Aviv, on 31 December 1960, specific questions to pose to the Israeli leadership – either Prime Minister Ben Gurion or Foreign Minister Meir – about the reactor, safeguards, and visits by “qualified scientists from the IAEA or other friendly quarters.”

    As part of the follow-up to the Department’s request, on 4 January 1961, Ambassador Reid was summoned to Sde Boker (Ben Gurion’s Negev’s residence) and had a lengthy discussion with the Prime Minister, which he reported in a detailed five-part “eyes only” message. Ben-Gurion was plainly aggravated by the publicity given to the Dimona reactor and the detailed questions about Israel’s purposes, especially the demand for a categorical statement that Israel “has no plans for producing nuclear weapons.” Ben-Gurion said his answer was a “categorical yes,” that Israel had no such plans. He went on to discuss at length what he thought was the “greatness” of the United States, for example, as a “refuge for tens of millions of people of Europe,” for its war against slavery, and its early recognition of the State of Israel. But then he went on to say that “we are equals of America in terms of moral respect.” Soon, “drawing himself up in his chair,” he said, “We didn’t deserve it and we will not accept such treatment.”

    That was Ben Gurion’s irate and emotional response to the way that the Eisenhower administration had handled the Dimona issue. What especially rankled him was AEC Director John McCone’s statements on “Meet the Press” on 18 December 1960 that Dimona was a “surprise” to the U.S. and that Washington had asked Israel for more information. Evidently, Ben-Gurion did not think that such matters should be public, especially after his subsequent statement to the Knesset, on 21 December, which was as “trustworthy as any made by the highest [U.S.] officials.” Suggesting that U.S. officials should not raise doubts about Israel’s purposes, he declared that, “We are not a satellite of America… and will never be a satellite.” Later he observed that McCone’s comments had contributed to the “deterioration of the atmosphere in the Middle East” by increasing concern about Dimona, noting that, “If [Egyptian leader] Nasser wins, every Jew will be exterminated in this country.”

    When the discussion turned to safeguards about plutonium produced from the reactor and possibilities for inspection, Ben-Gurion said, “I refuse” because he did not want Soviet inspectors as “part of an international body,” referring to the IAEA. Yet, when Reid asked why Dimona could not have inspections when Israel had accepted them for the Soreq research reactor, he could not get straightforward answers from Ben-Gurion, who wanted to avoid acknowledging that he wanted freedom of action for Israel to use Dimona as it saw fit. Ben-Gurion allowed that “access” by a “friendly” power could be possible under some conditions, for example, if McCone made no further statements.

    Reid and Ben-Gurion discussed the “spying question.” Ben Gurion was the one who raised the issue and asked whether the U-2 flew over Dimona. Reid responded that he had never been “officially informed” about U-2 flights and that the only photographs of Dimona he knew about were taken from the roadside. While taking “full responsibility” for the activities of the CIA and military attaches, Reid assured Ben-Gurion that “there was no spying going on.”

    Noting the Embassy’s efforts to establish a “working relationship” between the two countries, Reid said that Israel had not helped matters by failing to “inform us of the reactor—particularly in light of the economic assistance we had been providing.” Reid believed that point, among others that he made, “registered” with the Prime Minister. After noting the severe impact of cabinet crises and the related Lavon Affair on Ben-Gurion, Reid believed that the conversation had “largely” helped clear the air, although Washington would want more information in response to its questions about the Israeli nuclear project.

    II. Inspections during the Mid-1960s and Proliferation Concerns

    Document 6

    Howard C. Brown, Assistant General Manager for Administration, Atomic Energy Commission, to John T. Conway, Executive Director, Joint Committee for Atomic Energy, enclosing “Report on Visit to Israeli Atomic Energy Installations, January 27-31, 1965,” 13 April 1965, Secret

    Apr 13, 1965

    Source

    RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

    As detailed in previous postings, U.S. concern about Dimona and the risk it posed to nonproliferation policy persisted during the Kennedy administration. Under nagging pressure for months from President John F. Kennedy, Ben-Gurion finally agreed to the first U.S. visit to the Dimona site in May 1961. Then, after an improvised and unsatisfactory visit in September 1962, President Kennedy resumed his pressure in the spring and summer of 1963 for an arrangement involving regular visits, to which Ben-Gurion (and subsequently his successor Levi Eshkol) reluctantly assented in August 1963. The first of those visits took place on 18 January 1964 under president Lyndon Johnson, and the full report on the visit was published for the first time in a previous posting. While President Johnson shared President Kennedy’s concern about nuclear proliferation, he was certainly not as persistent and demanding with the Israelis as his predecessor had been.

    The 1965 Dimona visit was the second of those annual visits. Its arrangement involved as many diplomatic complications as the earlier ones. Prime Minister Eshkol delayed the visit, and the Israelis imposed restrictions on its length. The fundamental findings of the 1965 visit are outlined in a previously released short summary made available to the State Department and the White House. The full 30-page report by the 1965 U.S. team – Ulysses Staebler with the AEC, Clyde McClelland with the Arms Control and Disarmament Agency, and Floyd L, Culler with Oak Ridge Laboratory – is even more interesting, in part because of its detailed coverage of the limited capacities the Israelis presented to the visitors in the areas of reprocessing and plutonium. The construction, apparently completed during this period, of a large underground reprocessing facility at Dimona was the big secret of Dimona that the Israelis had successfully concealed. As noted, State Department and CIA officials recognized that an Israeli bomb was possible only if spent reactor fuel could be chemically processed into plutonium. Trying to identify such a facility was high on the U.S. agenda, but U.S. officials had no idea that the secret 1957 French-Israeli agreement for the Dimona nuclear package had provided for a reprocessing plant that the French constructed and the Israelis completed in a secret underground structure. [11]

    Hosted by Professor Igal Talmi, a prominent nuclear physicist at the Weizmann Institute, the January 1965 visit was rushed; it lasted only one day, a little less than 11 hours. The Israelis would not agree to provide more time, let alone an additional day. Nevertheless the team members believed that they had seen enough to draw reliable conclusions. Among the main findings of the report (also included in the summary and in Howard Brown’s cover letter) was that even though they thought there was “no near term possibility of a weapons development program,” the reactor “has excellent development and production capability and potential that warrants “continued surveillance at intervals not to exceed one year.” Among the points consistent with such “potential” was that the amount of uranium onsite was enough to “produce on the order of 10 to 30 Kgs of plutonium after 1 1/2 to 2 1/2 years of irradiation, depending upon the irradiation level desired for the plutonium.” In their assessment, a chemical separation plant to produce the plutonium “could be constructed …. within perhaps two years as an internal modification within an existing building.”

    As long as Dimona remained a “secret facility,” the team recommended that future visits try to establish, for example “whether the reactor operating schedule is indicative of ‘weapons grade’ plutonium production” and to find “any evidence of the construction of a chemical separations plant.” Another sign of weapons potential became evident from the visit to the small plutonium hot cells laboratory, which included three rooms “equipped for work with dangerous alpha-active substances such as plutonium.” The lab was then working with 56 grams of the 150 grams of plutonium received from the French for research purposes. According to the report, the “plutonium facilities are very complete and are suitable for an extensive research or small production program.” While the glove box equipment needed for safe operations is “relatively small scale …. it would be possible ….to equip the [glove] boxes with equipment suitable for the fabrication of the plutonium components required for a nuclear weapon.”

    In connection with the plutonium issue, the team visited the “ventilation, filtration, decontamination building” where a pilot plutonium separation plant “was to have been constructed.” But Director Mannes Pratt said that he doubted that “it will ever be constructed,” and the team found no evidence “that the radiochemical processing pilot plant does exist … or is planned.” Thus, the Israelis maintained the narrative that despite their initial plans reprocessing capability did not exist.

    An important issue was how Israel would handle the first reactor core that had been irradiated and removed. According to Pratt, the core would be returned to France for chemical processing, but that issue had not yet received “detailed consideration.” He did not make clear exactly what would happen with the core and responded to a “direct question about the disposal of the plutonium recovered from the Israeli fuel” only by stating that it “was a question of policy.” According to Pratt, the French could continue to supply small quantities of plutonium for research purposes under the same conditions that they had supplied the 150 grams, but those conditions were not explained. When a team member “mentioned that a four-year cooling period would reduce transportation costs, Mr. Pratt acknowledged that [Dimona lacked] facilities for such long cooling times” and he “worried about the consequences of an air attack” if irradiated material was onsite.

    The uranium metal production facility that produced material used in the fuel elements was part of the visit, but the U.S. team was informed that the plant had been shut down because of a shortage of uranium supplies. At that point, one of the team members asked about Israeli procurement of uranium concentrate from foreign sources. While the team did not mention uranium from Argentina, it is what they had in mind when the issue was raised. The Israelis, however, refused to discuss “foreign sources” declaring that it was “outside the scope of this visit.”

    Before the U.S. team arrived at Dimona, it lodged at the Desert Inn Hotel in Beer Sheba. There, as it turned out, Harvard Professor Henry Kissinger, previously an adviser to the Kennedy White House, was also staying (apparently meeting Israelis connected to the nuclear project). That caused some consternation until it was determined that none of the team members were acquainted with him. A few days later, Kissinger met with U.S. diplomats in Tel Aviv and during that meeting said that the Israelis had “embarked on a nuclear weapons construction program.”

    Document 7

    Howard C. Brown, Assistant General Manager for Administration, Atomic Energy Commission, to John T. Conway, Executive Director, Joint Committee for Atomic Energy, enclosing “Preliminary Report of the Visits to Atomic Energy Sites in Israel, March 31 to April 4, 1966,” 21 April 1966, Secret

    Apr 21, 1966

    Source

    RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

    When Howard Brown sent the report of the April 1966 visit to Dimona, his cover letter considered two possibilities about the reactor’s actual operations. One was the “bare possibility that the reactor may have operated to produce about 3 kilograms of plutonium since the time of the last visit in January 1965.” But the other possibility, indeed what the team saw as the overall “most probable conclusion” was “that the reactor was operating as a research reactor,” since there was “no evidence of any nuclear weapons research and development work being conducted at the Dimona site.”

    The 17-page report did not name the team’s three members, but from other documents we know it consisted of W. Kelly Woods, a General Electric employee at the AEC Hanford works in Richland, WA; Donald E. Erb, with the Division of Reactor Development and Technology at the AEC’s Headquarters, and Floyd L. Culler, the Oak Ridge scientist who participated in the 1965 visit to Dimona.[12]

    Professor Amos De-Shalit, a prominent nuclear physicist at the Weizmann Institute for Science where he was also the Scientific Director, served as the visit’s host on behalf of the Prime Minister. Before Dimona was constructed, De-Shalit had been a critic of Israel’s pursuit of nuclear weapons. During the course of the visit, De-Shalit told a team member – believed to be Floyd Culler – that the Israeli government had “long recognized that it cannot develop weapons to the displeasure of either US Jews who contribute heavily to Israel’s support or, more particularly, the US Government.”[13] From the report. it is impossible to assess whether De-Shalit made this remark as a personal opinion or as a factual claim. That concern, along with Nasser’s threating statements about Dimona at that time, may have contributed to Prime Minister Eshkol’s cautiousness on Dimona during this period.[14]

    It was not for want of looking that the 1966 U.S. team found no evidence that “Israel is or intends to produce nuclear weapons in the facilities which we have seen” (emphasis in the original). To support that conclusion it cited several considerations, including the apparent absence of a reprocessing facility at the Dimona site, the lack of a “capability in installed equipment for producing PU [plutonium] metal in any appreciable quantity,” the fact that the irradiation objectives at Dimona “will not produce PU that is particularly useful for nuclear weapons,” and that the “reactor has not been pushed to … full power operation at its design power of 26 MWT with any urgency.” Moreover, the past presence of French technicians, although in lessening numbers “mitigates against diversion or deviation from the patterns which we have observed.” There also was no evidence that diversion of the uranium inventory at Dimona had occurred. Some of those considerations were not as conclusive as the team may have assumed; for example, because the French were in on the secret of the underground reprocessing plant, the U.S. team was too sanguine in assuming that their presence acted as a check on Israeli weapons goals.[15]

    The 1966 report prudently acknowledged the “possibility that the team may have been deliberately deceived,” but added that the team “believed that this is unlikely.” Now we know that Israel concealed the existence of its underground super-secret reprocessing plant and that plutonium production trials started in 1966. In retrospect, it is well understood that the U.S. visits at Dimona necessitated a systematic effort to deceive U.S. inspectors by concealing major operations, most prominently the reprocessing plant and the reactor’s actual power level.[16] One also wonders whether the official host on behalf of Prime Minister Eshkol, Professor Amos De Shalit, was fully aware of Dimona’s big secret, the underground reprocessing plant. We do not know.

    In considering a theoretical possibility of deception, the report made several points. One was that the team could not affirmatively rule out whether there was a reprocessing plant in site or even another reactor elsewhere in Israel.[17] Thus, U.S. intelligence needed to “maintain a constant surveillance of the country to determine whether such a plant or plants exists or are being built.” Also relevant was the need to determine “as conclusively as possible” the disposition or shipment of the irradiated fuel discharged from the reactor” to ensure that it was not used for plutonium production.

    Another concern about the possibility of deception was that nothing could be learned about the 80 or more tons of uranium from Argentina and how Israel was using it.[18] When asked about the uranium, Dimona’s new director, Joseph Tulipman said he “knows nothing and acted as though it was the first time he had heard of it when asked.” In its report, the U.S team correctly pointed to the risk that it “could be a supply of uranium that has been or could in the future be run through the reactor between our visits and not be detected so long as the indicated reactor utilization is low.” Israel would be doing something very much like that in its efforts to acquire weapons-grade plutonium during this period.

    Besides the central question of whether the Israelis were using Dimona for weapons production purposes, the report covered a visit to the Soreq research reactor, the possibility of inspection by the IAEA or other international organizations, and the intense concern for secrecy about Dimona. A major worry was that the reactor’s vulnerability made the Israelis “very concerned about a possible leak to the media which again might draw Nasser’s attention to the reactor.” According to De-Shalit, “Israelis fear there may be an unannounced large strike at Dimona.” Those concerns made them so apprehensive about the security of the irradiated fuel from bombing that they wanted to ship the fuel elements to France as soon as the French were ready for them to do so. The team asked De-Shalit if the U.S. could observe the loading of the fuel, and he agreed to look into it.

    De-Shalit believed that “open inspection” of Dimona would be to Israel’s advantage, but it could not be by the IAEA because any information its inspectors obtained would become available to Arab countries. Suggesting that the visits to Dimona by U.S experts were too “unstable” with their “potential for embarrassing both parties,” De-Shalit proposed inspections by EURATOM or NATO as an alternative. Once again, one cannot but wonder whether De-Shalit was fully aware of Dimona’s big secrets.

    Document 8

    INR – Thomas Hughes to NEA- Rodger P. Davies, “Nuclear Developments-Israel,” 9 March 1967, Draft, Secret, Excised Copy, Under Appeal

    Mar 9, 1967

    Source

    RG 59, Bureau of Near Eastern and South Asian Affairs. Office of the Country Director for Israel and Arab-Israeli Affairs. Records Relating to Israel, 1964-1966, box 8, Israel Nuclear Dimona 1967 (also in DNSA)

    Just less than a year after the 1966 inspection, the State Department was considering the possibility that Israel had begun to reprocess spent fuel from the Dimona reactor. In early February 1967, U.S. Ambassador to Israel Walworth Barbour sent an airgram, not yet declassified, discussing allegations made by two local sources suggesting, according to Secretary of State Dean Rusk, that “Israel could be much closer to nuclear weapons capability than we had supposed.” Around the same time, Director of the Office of Near Eastern Affairs Rodger P. Davies wrote that, “Some recent intelligence reports suggest that Israel may be constructing a chemical separation facility and proceeding so far in the production of bomb components that assembly of a nuclear weapon could be completed in 6-8 weeks.”[19]

    Secretary of State Dean Rusk wanted intelligence offices to assess these startling claims, and one result was a memorandum that Thomas Hughes, director of the Bureau of Intelligence and Research (INR), sent to Davies. The CIA excised large portions of the document, but enough information was left to see the major points. Drawing on statements made by several secret sources, at least one of which may have been a member of the Committee for Nuclear Disarmament (better known as the Committee for Denuclearization of the Middle East)[20], Hughes stated that the conclusions from the 1966 inspection visit about the lack of a reprocessing plant were not necessarily valid because the Israelis “have had enough time to install separation facilities.”[21] INR’s analysts did not consider the possibility that Israel had a secret reprocessing plant at Dimona that had been operating for several years; they characterized the facility as a “relatively small plant” that was probably installed after the last visit and that could “handle perhaps 100 KG per day of spent fuel, sufficient to process material for one or two nuclear bombs a year.”

    Hughes discussed how that could happen. If the reactor “were run at full power and the fuel elements were changed frequently, maximum output of weapons grade plutonium would result.” In that scenario, the “missing 80 tons of uranium concentrate reported purchased from Argentina” is very significant because it would give the Israelis the ability to use the reactor that way with a “reasonable chance of not having this detected.” Also relevant to plutonium production was that the “reactor can and has been operated at various power levels, short of full capacity, and that weapons grade plutonium can be extracted at these levels over a period of time.” Hughes’ interpretation strongly suggested that Israel had been conducting a deception operation at Dimona, but he did not draw that conclusion.

    Hughes doubted the source’s claim that Israel could produce a weapon in six to eight weeks, but he allowed the possibility that the French “might be willing to test an Israeli device or that Israel on its own might assemble and stockpile a small number of untested devices.” For Hughes, the next U.S. inspection of Dimona was critically important to help resolve the question of reprocessing capability. Moreover, Hughes recommended “cultivating” the Israeli sources to obtain more details.

    ebb 877 doc 9

    Document 9

    Preliminary Report of the Visit to Atomic Energy Sites in Israel April 20 to April 24, 1967, Summary and Conclusions (Only), n.d., Secret, annotated copy

    Apr 1, 1967

    Source

    Lyndon B. Johnson Presidential Library, National Security File, Files of Harold Saunders, box 20, Israel – Nuclear – Dimona – Desalting, 1/1/67 – 2/29/68

    The full report for the 1967 visit by U.S. inspectors is not available, but this 11-page declassified “preliminary” summary and the conclusions indicated that U.S. inspectors were categorically told that Dimona lacked a reprocessing facility and that Israel had no intention to build one at the Dimona site. While the inspecting team accepted the Israeli denial of a reprocessing plant and their overall presentation of Dimona as a “research center,” the U.S. team noted that as long of tons of irradiated fuel “remains in Israel, the risk of diversion is present.”

    Questions and comments handwritten on the back of the report, possibly by National Security Council staffer Harold Saunders, indicated serious concerns about Dimona. For example, could Dimona «be completely divorced from military program?» «What are chances of cheating»? «What questions about Israel’s overall nuclear capability are left unanswered?» «Do your findings mean there can be no other plutonium in Israel?» «If fuel not shipped to France in a year, should worry.»

    Those were the right problems to worry about, but the comment in the report about “risk of diversion” was beside the point because only six weeks later, on the eve of the June 1967 Six Day War, Israel assembled two or three nuclear implosion devices for the first time using plutonium cores produced secretly at Dimona.[22] This unprecedented “operational alert” was designed for the “most extreme scenario,” where Israel’s existence might be in extreme danger; under that circumstance, a nuclear device could be exploded in the eastern Sinai to demonstrate a capability.[23] That move was utterly secret and, as far as can be known, undetected by other powers, although U.S. intelligence agencies were becoming aware of Israel’s developing nuclear capabilities. But the reason for the nuclear contingency plan deployment, as a deterrent for the worst-case situation, was Israel’s basic justification for possessing the weapons.[24]

    III. Continuing Secrecy With Press Stories About Israeli Nuclear Weapons Capabilities

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    Document 10

    Inter-Office Memorandum for the Record by Deputy Director, JCAE, George F. Murphy, “Israel Nuclear Weapon Capability,” 21 January 1969, Secret, excised copy under appeal

    Jan 21, 1969

    Source

    RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

    When a JCAE official wrote this memorandum, Richard Nixon was becoming U.S. president. Downplaying proliferation concerns generally, in less than a year Nixon took a new approach to important regional ally Israel by accepting Prime Minister Golda Meir’s assurances that Israel would keep its nuclear status ambiguous and unacknowledged while the U.S. would end pressures for inspection at Dimona and NPT commitments.[25]

    What motivated the writing of this heavily excised memorandum were recent news stories that Israel “already had … or would shortly have a number of nuclear weapons.”[26] On 8 January 1969, NBC news reported that, two years earlier, Israel had begun a “crash program” to produce the weapons. Both U.S. and Israeli sources denied or “discounted” the reports. In point of fact, they were correct in spirit because, as already noted, Israel had assembled several devices on the brink of the Six Day War.[27]

    To check out the story, JCAE staffer Murphy asked the CIA whether there had been an Israeli “breakthrough” in the nuclear weapons field. The CIA withheld the rest of the memorandum, except for the AEC’s biographic sketch of Raymond Fox, a U.S. nuclear physicist residing in Israel. Fox, who would make a career in Israel as an expert on plasma astrophysics, had formerly been on the staff of Lawrence Radiation Laboratory, where he may have had some access to weapons information. He had taken a fellowship at the Weizman Institute and decided to stay in Israel. By inference, the CIA’s information may have concerned Fox’s possible contributions to the weapons program or his knowledge of it.[28]

    ebb 877 doc 11

    Document 11

    James G. Poor, Director, Division of International Security Affairs, Atomic Energy Commission, to Chair Dixie Lee Ray and Commissioners Kriegsman and Anders, “Prospects for Further Proliferation of Nuclear Weapons,” 2 October 1974, classification markings illegible, excised copy

    Oct 2, 1974

    Source

    Digital National Security Archive

    After India’s “peaceful nuclear explosion” in May 1974, concern about its impact and implications put nuclear proliferation on the front burner in U.S. government policymaking. In late August 1974, the intelligence establishment published a top secret Special National Intelligence Estimate (SNIE), “Prospects for Further Proliferation of Nuclear Weapons.” The document was closely held, but its conclusions, such as the ones about Israel, were distributed to senior officials at the Atomic Energy Commission and probably other agencies. Some years ago, the SNIE was substantially declassified including the section on Israel.

    This is the excised version of the SNIE’s concussions that went public in early 1978 in response to a FOIA request by the Natural Resources Defense Council. Well covered in the news media was the CIA’s evaluation that Israel had produced nuclear weapons, a judgment based on “Israeli acquisition of large quantities of uranium, partly by clandestine means; the ambiguous nature of Israeli efforts in the field of uranium enrichment, [and] Israel’s large investment in a costly missile system designed to accommodate nuclear weapons.” [29]

    ebb 877 doc 12

    Document 12

    “Dimona Reactor Site,” Document Received by JCAE 27 October 1976, Secret, Excised copy, under appeal

    Oct 27, 1976

    Source

    RG 128, Records of the Joint Committee on Atomic Energy, Subject Files, Box 16, Foreign Activities- Israel 1957-1976

    The comprehensive withholding by the CIA of the entire text of this recent release is another example of the deep secrecy surrounding information about Dimona.

    ebb 877 doc 13

    Document 13

    U.S. Embassy to Israel telegram number 841 to State Department, “Secretary’s Visit: Israel’s Nuclear Activities,” 3 February 1977, Secret

    Feb 3, 1977

    Source

    RG 59, MDR release from Access to Archival Databases 1978

    In a telegram sent in early February 1977, most likely for use as a briefing paper for a forthcoming trip to Israel by Secretary of State Cyrus Vance, the U.S. Embassy provided an overview of the U.S.-Israeli nuclear relationship, including a pending bilateral nuclear power agreement with the United States involving the construction by Westinghouse of two large power plants.

    The Embassy pointed to the secrecy surrounding Dimona. While the Israelis had permitted U.S. “informal inspections” during the 1960s, no U.S. officials had been allowed to visit since 1969. In the fall of 1976, they forbade a request for a visit by Senators Abraham Ribicoff (D-Ct) and Howard Baker (R-TN).

    Assuming that Israel had plenty of capability to produce nuclear weapons, the Embassy left open the question of whether it had actually done so: Theoretically, Israel “has the capacity to have generated the material for a dozen or so 20-kiloton nuclear weapons” since the Dimona reactor went critical in 1963. It also had the “scientific and technological capability to have developed these weapons.” Yet, Israel had denied that it had nuclear weapons and the government’s “basic line” was that “Israel is a non-nuclear country” and “will not be the first to introduce nuclear weapons into the area.”

    On the NPT, the Embassy quoted a statement made by Foreign Minister Yigal Allon to a Congressional delegation that he favored signing it, but that the world in which Israel lived was one “where its neighbors sign but claim those signatures do not apply to their relations with Israel, and Israel, therefore, has not [sic] faith in the NPT.” It is worth noting that was not true at least with respect to Egypt. When Egypt signed the NPT, it made no spoken or written statement or reservation.[30]

    IV. A FOIA Release and Press Stories Raise Diplomatic Problems

    ebb 877 doc 14

    Document 14

    U.S. Embassy in Israel Telegram 1323 to State Department, “News Stories Concerning Israeli Possession of Nuclear Weapons,” 28 January 1978, Confidential

    Jan 28, 1978

    Source

    RG 59, Access to Archival Databases (AAD), 1978 telegrams

    The judgement in the 1974 SNIE that Israel had the bomb became public through the CIA’s FOIA release to the NRDC. When reporters made inquiries, a CIA official stated that the release had been a “mistake” because some of the information should have remained classified. According to one account, a CIA officer had said that the error could cause an “international incident.”[31]

    Noting the stories, the U.S. Embassy in Israel asked Ambassador Samuel Lewis, then in Washington, for guidance and instructions in the event that the Israeli Foreign Ministry brought up the matter officially. It is possible that the Israelis expressed discontent about the revelations, but no record of that has surfaced.

    ebb 877 doc 15

    Document 15

    State Department telegram 023802 to U.S. Embassy in Israel, “News Stories Concerning Israeli possession of Nuclear Weapons,” 28 January 1978

    Jan 28, 1978

    Source

    RG 59, AAD, 1978 telegrams

    The State Department responded quickly by informing the Embassy that questions on the press stories should go to Washington. It provided guidance based on the “strong” statements by the Government of Israel that it “will not be the first to introduce nuclear weapons into the Middle East” and declarations by Prime Minister Yitzak Rabin in 1974 and 1975 that “we have no nuclear weapons” and that “Israel is a non-nuclear country.” According to the Department. those were “authoritative statements” and “we have nothing to add.”

    By validating those statements, the State Department was sustaining the position taken by President Nixon in September 1969 when he reached a secret understanding with Prime Minister Golda Meir that, in return for continued Israeli ambiguity on the status of its weapons activities, the U.S. would avoid pressure on its nuclear program. Although the Jimmy Carter administration had put nuclear nonproliferation at the heart of its foreign policy, for broader policy reasons it spared Israel from significant pressure in that respect.

    ebb 877 doc 16

    Document 16

    Memorandum of Conversation, “Horn, Arms Control, Middle East, Misc,” 21 February 1978, Soviet Non-Paper on Israeli Nuclear Issue attached, Secret

    Feb 21, 1978

    Source

    RG 59, Records of Marshall Shulman, box 6, Secretary- Correspondence, also published in Foreign Relations of the United States (FRUS), except for Soviet non-paper.

    On 21 February 1978, a few weeks after the news stories on the CIA’s release of the SNIE conclusions, Soviet Ambassador Anatoly Dobrynin met with Secretary of State Cyrus Vance for a discussion of current matters including SALT, the Horn of Africa, and the Middle East. Dobrynin handed Vance a “non-paper” raising questions about the press reports about Israeli nuclear weapons. According to the non-paper, the Soviets wanted the U.S. to clarify the matter: “to what extent are true [sic] the reports …. that U.S. government agencies … came to the conclusion that Israel is in possession of nuclear weapons.” Vance observed that the Israelis had denied they had the bomb and that the CIA was divided on the matter. He would study the Soviet memorandum.

    ebb 877 doc 17

    Document 17

    Memorandum of Conversation, “SALT; South African Nuclear Test; Midde East; Yugoslavia; China; Environmental Modification (Part 2 of 2),” 11 March 1978, Secret

    Mar 11, 1978

    Source

    RG 59, Records of Marshall Shulman, box 6, Secretary- Correspondence 1978, also published in FRUS

    At an earlier meeting, on 6 March 1978, Dobrynin raised another nuclear proliferation issue, South Africa. During the meeting on 11 March, Dobrynin asked Vance for a reply to the questions about South African and Israeli nuclear capabilities. The Secretary said that a response on South Africa would be ready on 16 March and that the Department was working on a reply about Israel.

    Surprisingly, Vance went somewhat beyond the usual position of accepting Israeli denials by acknowledging that “our intelligence community agreed that Israel had the capability to make nuclear weapons, [but] it was split on the question of whether it had already done so.” Whether there actually was a split or not, Dobrynin was skeptical: he said he had “‘a higher opinion of the US intelligence people’ than the answer implied.”

    ebb 877 doc 18

    Document 18

    Memorandum of Conversation, “Middle East, Horn of Africa, SALT, Other Multilateral Matters,” 16 March 1978, Secret

    Mar 16, 1978

    Source

    RG 59, Cyrus Vance Chronological Files, box 9, unlabeled file, also published in FRUS

    At this meeting, Vance provided answers to Dobrynin about Israel and South Africa. On the South Africa nuclear issues, Ambassador Gerard C. Smith ducked discussion. They gave Dobrynin a written reply and observed that “we had no information about the additional sites mentioned by the Soviets and we would be glad to have any further information the Soviet Union wished to make available.” Smith mentioned a Pravda article claiming that NATO was providing South Africa with nuclear aid, a claim that Smith said was “completely wrong.”

    On Israel, Vance provided an oral note or “non-paper” (see document 19), in part saying that “we accepted Israeli assurances they had not produced nuclear weapons.” A skeptical Dobrynin “persistently questioned whether we really believe what the Israelis said.” Vance replied, “there was no evidence that Israeli assurances were untrue.” Thus, in this example of government-to-government dialogue about Israel’s nuclear status, the Department formally upheld Israel’s posture of nuclear ambiguity. In any event, whether he believed Israel’s assurances, Vance was not going to share intelligence on its weapons program with a Cold War adversary; he may well have been concerned that the Soviets would share the information with their Arab associates, which would not help the Carter administration’s efforts to maintain equilibrium between Israel and Egypt, much less reach a peace settlement.

    ebb 877 doc 19

    Document 19

    State Department Telegram 068706 to U.S. Embassy Moscow, “Non-paper to Dobrynin on Israeli Nuclear Capability,” 17 March 1978, Secret

    Mar 17, 1978

    Source

    RG 59, Access to Archival Databases (AAD), 1978 telegrams, MDR release

    In the non-paper for Dobrynin, the U.S. position was that it shared Soviet concerns about nuclear proliferation in “volatile areas of the world.” It had seen the press reports about Israeli nuclear weapons and had raised the matter with the Government of Israel, “which has denied that it possesses such weapons.”

    The Israeli Government had also made assurances that “it will not be the first to introduce nuclear weapons in the Middle East.” The U.S. “accept[s] these assurances.” Thus, the Department formally declared its support for Israel’s position of nuclear ambiguity.

    The last paragraph made it clear why the U.S. would not be pressing Israel on the NPT. The U.S. did not expect Israel to accede to the Treaty until there was “significant progress toward a comprehensive peace settlement in the Middle East.”

    ebb 877 doc 20

    Document 20

    PM- [Assistant Secretary of State for Politico-Military Affairs] Leslie H. Gelb to Distribution List, “The ‘Dirty Dozen’: Broadening Our Approach to Non-Proliferation,” 17 March 1978, Secret

    Mar 17, 1978

    Source

    RG 59- Subject Files of Ambassador at Large and Representative of the United States to the International Atomic Energy Agency, Gerard C. Smith, Box 5, Nonproliferation Strategies

    The day after the Dobrynin-Vance meeting, Israel’s nuclear weapons program was one of the topics of a lengthy report prepared by the State Department’s Bureau of Politico-Military Affairs. Noting that U.S policy since the May 1974 Indian nuclear test had focused on checking the spread of nuclear-relevant technologies, Gelb saw that approach as having “impressive if not total success” and distinct “shortcomings,” especially the narrow focus on “nuclear transfers” and the avoidance of “linkage with other aspects of bilateral relations.” Also problematic was the emphasis on “capabilities rather than motivations.” To broaden the approach, Gelb presented his readers with a study that explored the “capabilities and motivations” of eleven “sensitive countries,” including Argentina, Brazil, India, and Pakistan, among others.

    Gelb put the eleven countries in two broad groups. In one were those that had no “apparent interest” in acquiring nuclear weapons but that would have the means to produce them. The others were those that lacked a capability but were “strongly motivated” to achieve one. The coverage of Israel on pages 26-28 portrayed it as straddling the two categories in that it had an “interest” in a nuclear capability and had probably acquired one, despite its “steadfast and careful ambiguity” about its status. While Washington “lacked the basis” for determining whether Israel had nuclear weapons, it had the means to produce them: “we believe Israel has reprocessed some spent [Dimona] fuel…. to obtain plutonium.” Thus, if a “significant reprocessing capability exists, the Israelis could produce weapons on demand.” If U.S. intelligence reporting and analysis was more specific than this, the drafters of this report either did not have access to it or the report’s “secret” classification prevented use of sensitive intelligence.

    While the writers were not sure whether Israel saw an “actual demonstration of nuclear weapons to be in its self interest,” they saw plenty of motivation to have a weapons capability and to use it in a crisis: Israel’s “insecurity is profound because of its precarious location, the number, size, and commonality of its opponents and the intractability of the regional conflict.” With its capabilities, “we judge it likely that it could and would resort to nuclear weapons if its existence as a state were threatened.”

    Israel’s dependence on the U.S. for conventional weapons support was an important aspect of the security relationship and may have been “responsible for whatever restraint Israel had exercised regarding nuclear weapons.” Yet, it did not give Washington significant leverage for nonproliferation purposes because of the “unequivocal” support for Israel by U.S. “domestic interests” and by the “clandestine character of the Israeli nuclear program which makes official deniability possible and shield[s] the program from attempts to verify military use.”

    The State Department working-level drafters of this report were most likely unaware of the Meir-Nixon agreement because of its extreme sensitivity. Yet, they understood that the problem of Israel was a special case, to a degree untouchable by demarches, diplomatic pressure, and export controls, in part because of domestic political considerations as well as larger diplomatic concerns. The final sentence of the section on Israel made even more explicit the point raised in Document 19: “The high US priority in finding a peace settlement in the area is overriding and inhibits effective pursuit of non-proliferation objectives in Israel.”

    This report’s recipients included a long list of senior officials from Ambassador Gerard C. Smith and Assistant Secretary of State for Intelligence and Research Harold Saunders to Assistant Secretary for Oceans and International Environmental and Scientific Affairs Patsy Mink and Policy Planning Staff director Anthony Lake. Whether the recipients returned the report with comments and suggestions or whether it was subsequently revised remains to be learned.

    NOTES

    [1].  For what was previously known about the Reid-Ben-Gurion meeting, see Cohen, Israel and the Bomb (New York: Columbia University Press, 1998),94, and the corresponding endnotes on page 374.

    [2]. Avner Cohen, “The Nuclear Dimensions of the 1967 Middle East War: An Israeli Perspective,” Nonproliferation Review 25 (2018): 361. See also Cohen, Israel and the Bomb, 273-76.

    [3]. Avner Cohen, The Worst Kept Secret: Israel’s Bargain with the Bomb (New York: Columbia University Press, 2010), 25-26. See also Adam Entous, “How Trump and Three Other U.S. Presidents Protected Israel’s Worst-Kept Secret: Its Nuclear Arsenal, New Yorker, June 18, 2018, and James Cameron and Or Rabinowitz, “Eight Lost Years? Nixon, Ford, Kissinger and the Non-Proliferation Regime, 1969–1977,” The Journal of Strategic Studies 40 (2017), 844-845.

    [4]. For the history of that formulation, see Cohen, Israel and the Bomb. 231-35

    [5]. Aluf Benn, “Israel Asks Bush to Explain its ‘Special Relationship’ with U.S. to Obama,” Ha’aretz, 26 November 2008; Entous, “How Trump and Three Other U.S. Presidents Protected Israel’s Worst-Kept Secret: Its Nuclear Arsenal, New Yorker, 18 June, 2018

    [6]. Jimmy Carter’s diary entry briefly describes the conversation when he and Rosalynn Carter hosted Kissinger for lunch but does not mention the private meeting before they dined. Jimmy Carter, White House Diary (New York: Farrar Strauss & Giroux, 2010), 165-166. The meeting received no publicity and there are no White House photos of it.

    [7]. David Burnham, “CIA Said in 1974 Israel Had Bombs,” New York Times, 26 January 1978; Deborah Shapely, “CIA Report Says Israel Secretly Obtained A-Matter,” Washington Post, 28 January 1978.

    [8]. William Burr, Richard Lawless, and Henry Sokolski, “Why the U.S. should start telling the whole truth about Israeli nukes,” Washington Post, 19 February 2024.

    [9]. In Israel and the Bomb (New York: Columbia University Press, 1998), at page 85, Avner Cohen showed how the bit of information about the joint French-Israeli project was used to develop a fuller explanation of the project in the Negev Desert.

    [10]. For further discussion see Alexander Glaser and Julien de Troullioud de Lanversin, “Plutonium and Tritium Production in Israel’s Dimona Reactor, 1964–2020,” Science & Global Security 29 (2021): 90-107.

    [11]. Cohen, Israel and the Bomb, 49-55, 57-60, 73, and 75.

    [12]. See NE- Alfred L. Atherton to Mr. Davies, “Briefing of Dimona Inspection Team March 30, 2:30 p.m.,” 29 March 1966, copy on Digital National Security Archive.

    [13]. For Culler’s recollection of discussions with De-Shalit during one of the Dimona visits, see Cohen, The Worst-Kept Secret at pages 71-72. See also Cohen, Israel and the Bomb, 329-32.

    [14]. Cohen, Israel and the Bomb, 240; Cohen, The Worst Kept Secret, 70-71, 86.

    [15]. On the point about weapons-grade plutonium, see articles by Gregg Jones at Proliferation Matters, J. Carson Mark, “Explosive Properties of Reactor-Grade Plutonium,” Science and Global Security 4 (1993): 111-128, and U.S. Department of Energy, Office of Arms Control and Nonproliferation, Nonproliferation and Arms Control Assessment of Weapons-Usable Fissile Material Storage and Excess Plutonium Disposition Alternatives, January 1997, 38-39.

    [16]. The first to reveal Dimona’s biggest secret, i.e., the existence of the underground reprocessing plant in site, was French journalist Pierre P´ean, in his Les Deux Bombes [Paris: Fayard, 1982]. In October 1986, Israeli nuclear technician who turned whistleblower, Mordechai Vanunu, told the London Sunday Times about his work at Machon 2, Dimona’s secret underground reprocessing facility. Then, five years later, American journalist Seymour Hersh described in The Samson Option: Israel’s Nuclear Option and American Foreign Policy (New York: Random House, 1991) how Israel conducted complex deception operations during the visits of U.S. officials to Dimona in the 1960s. The plant’s managers concealed the existence of the reprocessing facility and misrepresented the magnitude and operations of the reactor, all to disguise the real purpose of the Dimona complex. Hersh. The Samson Option, 111-15.

    [17]. When he spoke with inspector Floyd Culler, Hersh writes, that “he seemed surprised but not shocked upon being informed that his team had been duped by false control rooms.” Hersh, The Samson Option, 112.

    [18]. On the Israeli Argentinian uranium deal see our previous posting, William Burr and Avner Cohen, “Israel’s Quest for Yellowcake: The Secret Argentine-Israeli Connection, 1963-1966,” National Security Archive Electronic Briefing Book No. 432, Posted – June 25, 2013. See also, William Burr and Avner Cohen, “Israel’s Secret Uranium Buy: How Argentina fueled Ben-Gurion’s nuclear program,” Foreign Policy, July 2, 2013.

    [19]. Rusk and Davies quotations from Document 391 and accompanying footnotes, U.S. Department of State, Harriet Dashiell Schwar, editor, Foreign Relations of the United States, 1964–1968, Volume XVIII, Arab-Israeli Dispute, 1964–1967 (Washington, D.C.: Government Printing Office, 2000).

    [20]. It is possible that the source was Yehuda Ben Moshe, the secretary of the Committee for Denuclearization of the Middle East. His colleagues rebuked him for these unauthorized meetings with U.S. officials, forcing him to resign. He referred to this incident in an article he authored in 1986, “Twenty Five Years Before Vanunu,” Koteret Rashit, November 26, 1986. See also, Adma Raz, The Battle over the Bomb, (Tel Aviv: Carmel, 2015, in Hebrew).

    [21]. After the Six Day War, the Committee for Denuclearization disappeared, but even before it was fading away partly due to intimidation by security forces. For the Committee, see Raphael BenLevi, “The Evolution and Future of Israeli Nuclear Ambiguity,” The Nonproliferation Review 29 (2022): 247-248, Cohen, Israel and the Bomb, 143-145, and Cohen, The Worst Kept Secret, 122-129.

    [22]. Avner Cohen, “Nuclear Dimensions of the 1967 Middle East War.,”. See also, Avner Cohen, “Israel’s Secret Plan to Nuke the Egyptian Desert: Fifty years ago, Israel built a nuclear device—and then had to decide what to do with it.” Politico Magazine, 5 June 2017; William J. Broad and David E. Sanger, “‘Last Secret’ of 1967 War: Israel’s Doomsday Plan for Nuclear Display,” New York Times, 3 June 2017.

    [23]. Cohen, “The Nuclear Dimensions of the 1967 Middle East War,” 370.

    [24]. Cohen, The Worst Kept Secret, 26. For testimony of the Israeli senior IDF officer who conceived the military contingency plan for such a nuclear demonstration, see “Interview with Yitzhak ‘Ya’tza’ Ya’akov by Avner Cohen,” 1999, History and Public Policy Program Digital Archive, from the personal collection of Avner Cohen; See also, Avner Cohen, “Excerpts from a 1999 conversation with IDF Brig. Gen. (ret.) Yitzhak (Ya’tza) Ya’akov,” in The NonProliferation Review, Volume 25, 2018 – Issue 5-6: Special Section on the Nuclear Dimensions of the 1967 Arab–Israeli War, pp. 405-418, published online: 29 Apr 2019.

    [25]. Cohen, The Worst-Kept Secret, 23-33. Also, Cameron and Rabinowitz, “Eight Lost Years,” 844-845.

    [26]. “Israel Denies Atom-Bomb Report; Lebanese Start to Form Cabinet,” Washington Post, 10 January 1969.

    [27]. “TV Report Of an Israeli A-Bomb Draws A Denial in Washington,” New York Times, 9 January 1969.

    [28]. According to the AEC biographical sketch, after Fox moved to Israel he took the Hebrew name Ben Ari but that may have been an error (or he later abandoned the name) because a 2021 memorial service notice identified him as Reuven Opher.

    [29]. David Burnham, “CIA Said in 1974 Israel Had Bombs,” New York Times, 26 January 1978; Deborah Shapely, “CIA Report Says Israel Secretly Obtained A-Matter,” Washington Post, 28 January 1978.

    [30]. U.S. Embassy telegram 0040 to State Department, “Clarification of Remarks by Israeli Officials to Codel Ribicoff/Baker,” 4 January 1977.

    [31]. For the quotations, see Shapely, “CIA Report Says Israel Secretly Obtained A-Matter,” Washington Post, 28 January 1978.


    [1] EL ARCHIVO DE SEGURIDAD NACIONAL es un instituto de investigación y biblioteca no gubernamental independiente ubicado en la Universidad George Washington en Washington, D.C. El Archivo recopila y publica documentos desclasificados adquiridos a través de la Ley de Libertad de Información (FOIA). El Archivo, una organización benéfica pública exenta de impuestos, no recibe fondos del gobierno de los EE. UU.; su presupuesto se sustenta con regalías de publicación y donaciones de fundaciones e individuos.

    Rescatado del olvido. Entrevista de 2010

    Conversación de Ismael Alonso con Jorge Majfud (2010)

    “Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene… China será la principal economía de este siglo, pero el optimismo es engañoso también… Significa mucho para los miedos occidentales, para el fin de la ‘pax americana’, que muchas veces de pax ha tenido poco o nada. Significa el probable reemplazo de una democracia imperial, el estilo de la Atenas de Pericles, por un imperio espartano, como lo sería China si tuviese la hegemonía total. Yo creo que más que equilibrio estamos enfrentando una nueva escalada de tensiones edulcoradas con palabras, como las más recientes de Ben Bernanke en nuestra universidad, de que el desarrollo de los emergentes es bueno para los países desarrollados y viceversa. Suena amistoso, es verdad hasta cierto punto según los mercados, pero a la larga no es creíble… Estratégicamente veo una alianza de Estados Unidos con Europa, dos aéreas geográficas y culturales que todavía se ven como rivales, sobre todo por la puja del euro con el dólar. Pero Europa y Estados Unidos comparten algunos valores que se evidenciarán en el sentimiento de su población a medida que China comience a surgir más como una amenaza que como una oportunidad de negocios. Ya dijimos que todavía falta una crisis china, pero de cualquier forma se convertirá en uno de los mayores jugadores en el tablero internacional. Eso nadie ni nada lo va a evitar. Así que, por lo menos, yo veo un progresivo acercamiento entre Estados Unidos y Europa, sobre todo con Inglaterra. A nivel puramente estratégico, las alianzas serán entre el bloque anglosajón, incluyendo Canadá y Australia, con Japón e India”.

    Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene

    Por Ismael Alonso para ALAI

    18/11/2010

    IA: Sería repetido comenzar diciendo que el mundo ha cambiado de forma drástica en los últimos años. Pero considerando estos cambios, ¿cómo ve el devenir mundial en las próximas décadas?

    JM: ¿Asumo que te refieres al aspecto económico, no?

    IA: Sí.

    JM: Claro. Hoy en día nadie habla de otra cosa que de economía y de producto bruto interno. Pero voy a tu pregunta. A fines del siglo pasado muchos pensábamos que el próximo siglo debía ser chino, ya que el gigante estaba despertando. Lo que no habían logrado los imperios europeos en el siglo XIX, ni Japón ni el maoísmo en el siglo XX, lo iba a lograr el capitalismo en el siglo XXI. Es cierto que el optimismo de que “el siglo XXI va a ser de América latina” también se había vuelto un lugar común entre aquellos que alertábamos del engaño del exitismo neoliberal de los noventa, su cercano fracaso y el arribo de la gran crisis del sistema de aquel momento. Publicamos mucho sobre eso…

    IA: Resultó que estaban en lo cierto.

    JM: Bueno, toda predicción es en parte engañosa y en parte verdad. No es solo que uno acierta y se equivoca cuando hace predicciones; también la realidad se equivoca con frecuencia.

    IA: Pero es claro que el mundo está cambiando de una forma impensada.

    JM: No hay duda de que China será la principal economía de este siglo, pero el optimismo es engañoso también. Tal vez porque soy por naturaleza contra o desconfiado, prefiero hablar de “exageraciones del momento”. Que China sea la mayor economía del mundo con una población de 1.300 millones no significa mucho para la mayoría de su población. Significa mucho para los miedos occidentales, para el fin de la “pax americana”, que muchas veces de “pax” ha tenido poco, muy poco o nada. Significa el probable reemplazo de una democracia imperial, el estilo de la Atenas de Pericles, por un imperio espartano, como lo sería China si tuviese la hegemonía total. Yo creo que más que equilibrio estamos enfrentando una nueva escalada de tensiones edulcoradas con palabras, como las más recientes de Ben Bernanke en nuestra universidad, de que el desarrollo de los emergentes es bueno para los países desarrollados y viceversa. Suena amistoso, es verdad hasta cierto punto según los mercados, pero a la larga no es creíble si el mundo sigue funcionando como ha funcionado en los últimos treinta mil años. Yo no soy tan optimista. Pero sería saludable que Estados Unidos pierda su hegemonía. Probablemente sería bueno para los norteamericanos y para el resto del mundo también. Además, qué más quieren que el altísimo nivel de vida que tienen aún en plena crisis.

    IA: Hay otros países que van a liderar el mundo…

    JM: Ojalá que ninguno. Hay demasiada fanfarria, un peligroso triunfalismo hoy en día, ¿no?

    IA: ¿Qué es lo que tiene Estados Unidos para ofrecer al mundo hoy?

    JM: El aspecto que define la actual ventaja estratégica de la cultura norteamericana es su poder de innovación. Siempre criticamos las carencias culturales de su clase media, pero hay que reconocerles una gran fortaleza en su cultura de innovación práctica. Desde los Franklin, los Edison, los Wright, los Bill Gates y los Steve Jobs, pasando por el malquerido Ford, las principales innovaciones que han dado forma a nuestro mundo posmoderno han pasado por allí. Inglaterra, Francia y Alemania dominaron el campo de las innovaciones en el siglo XIX, pero el siglo XX fue un siglo americano y aún hoy sigue en vanguardia en ese aspecto, nos guste o no. China ha derramado mares de dólares sobre sus universidades y aun se lamentan de no obtener resultados. Pienso que los resultados llegarán, pero todavía falta mucho en comparación a su omnipresente industria que cada día multiplica el consumo de basura barata en el mundo.

    IA: Internet fue un invento americano.

    JM: Claro, es la revolución más reciente. Pero casi toda la revolución digital, de la que se benefician hoy las economías emergentes, ha surgido en algún garaje o en el dormitorio de un estudiante de algún campus norteamericano. Internet, IBM, Microsoft, Yahoo, Google, Hewlett Packard, youtube, hasta las más envenenantes invenciones que tienen enfermo de narcivoyeurismo a medio mundo, como Facebook y Twitter pasando por proyectos menos lucrativos pero más innovadores y democráticos como Wikipedia, etc. La lista es más larga. ¿Nos fastidia a los de afuera o a los que estamos de paso reconocerlo? A muchos sí, pero eso no cambia la realidad. Hoy en día, con la inundación de capitales que el gobierno chino ha hecho en la educación no ha habido avances. En algunos planos ha habido retrocesos. A eso súmele que China, como Japón y gran parte de Europa, son países envejecidos o en un dramático proceso de envejecimiento. Estados Unidos e India son hoy en día las dos grandes potencias con reservas de juventud. Brasil estaría en un sitio intermedio. Y la demografía es esencial en cualquier futurismo. Fue fundamental en el boom norteamericano de mediados y fines del siglo XX y lo es en China e India hasta ahora, sobre todo en base a la revolución digital nacida de la cultura americana y en parte europea, que ha puesto una importante cuota de poder en manos de cada individuo en el rincón más remoto del planeta. China será la mayor potencia en términos globales solo gracias a ese “despertar virtual” de las masas.

    IA: ¿Es el caso de Brasil?

    JM: Si. Pero su economía todavía es muy pequeña en comparación a China y ni que hablar de Estados Unidos. Por otro lado, su educación, en pleno boom económico, ha decaído en términos relativos. Ya no me refiero a la innovación, sino a la educación tradicional. Imagino que eso tendrá a cambiar, pero por el momento es lo que hay. Muy poco, aunque todo el mundo repite lo contrario. Tal vez con los nuevos petrodólares haya más inversiones para la educación.

    IA: ¿Pero es mejor el mundo de hoy?

    JM: El Brasil de hoy es mejor porque ha sacado a millones de personas de la pobreza. Lo mismo India. Pero por otro lado estamos pagando el precio de la americanización de culturas no americanas. Hoy hasta los peces hablan de PIBs y todo el éxito gira en torno a esa simplificación de la existencia humana.

    IA: ¿Podemos decir que el BRIC es el nuevo bloque desarrollado del mundo?

    JM: Solo mientras sirva como propaganda y no surjan los inevitables conflictos de intereses. Además, una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene. Y en esto los BRICs tienen un camino de varias décadas por delante. La teoría de Deng Xiaoping (la trickle-down theory), base del milagro económico de China en los últimos treinta años, no se diferencia mucho de la de Ronald Reagan y Margaret Thatcher: los pobres se benefician cuando la riqueza desborda hacia los de abajo. Tiene razón Eduardo Galeano cuando dice que China hoy es la combinación de lo peor del comunismo y los peor del capitalismo. Luego debemos analizar más en profundidad qué entendemos por desarrollo. Dentro del marco actual, en el mejor de los casos desarrollo significa “sociedad de consumo y bienestar”. Desde un punto de vista más amplio, desarrollo para mí significa el avance de las libertades humanas, lo que, en el fondo, como lo entendía un marxista indio, Manabendra Roy, creo que en 1959, “freedom is real only as individual freedom”, es decir, al fin de cuentas la libertad es pura abstracción si no se traduce en libertad individual. Si el individuo no es libre cualquier otra libertad, por ejemplo la libertad de los pueblos, es una abstracción. Y una libertad que no sea concreta es como un perfume sin olor. Pero como toda libertad está siempre condicionada por factores externos e internos al individuo, sólo podemos aspirar a la mayor expansión de una “libertad relativa”. Relativa al medio, relativa a otro individuo, relativa a otra sociedad. Y esta libertad es el resultado de factores materiales, psicológicos y espirituales. Hoy en día no se habla de otra cosa que de la libertad material, en el mejor de los casos, ya que no es algo menor. En la mayoría de los casos es simplemente un desborde de testosterona, es decir, la libertad de vencer, de emerger, de sumergir, de sentirme superior al resto que deseo se hunda en términos relativos para satisfacer mi ego. Obviamente eso no es libertad ni para el vencedor. Eso es una perfecta prisión, una ilusión de nuestros tiempos, como la ilusión de estar comunicados por Facebook o alguna otra droga cultural que nos arrastra a la deshumanización en nombre de la libertad o la liberación.

    IA: ¿Qué será de Europa y Estados Unidos cuando China domine la economía mundial en pocos años?

    JM: Por muchas décadas Estados Unidos seguirá siendo una de las mayores potencias mundiales y por mucho más una de las naciones más desarrolladas en términos económicos. Estratégicamente veo una alianza de Estados Unidos con Europa, dos aéreas geográficas y culturales que todavía se ven como rivales, sobre todo por la puja del euro con el dólar. Pero Europa y Estados unidos comparten algunos valores que se evidenciarán en el sentimiento de su población a medida que China comience a surgir más como una amenaza que como una oportunidad de negocios. Ya dijimos que todavía falta una crisis china, pero de cualquier forma se convertirá en uno de los mayores jugadores en el tablero internacional. Eso nadie ni nada lo va a evitar. Así que, por lo menos, yo veo un progresivo acercamiento entre Estados Unidos y Europa, sobre todo con Inglaterra. A nivel puramente estratégico, las alianzas serán entre el bloque anglosajón, incluyendo Canadá y Australia, con Japón e India. Pero, claro, siempre hay que tener en cuenta que cada vez que el mundo llega a un consenso sobre el futuro de algo, un día el presente se encarga de mostrar lo contrario. No hay sorpresas en la historia pero el futro está lleno de imprevistos. Y los imprevistos sobre todo son importantes porque son imprevistos.

    Ismael Alonso

    Escritor

    México, DF.

    https://www.alainet.org/es/articulo/145576?language=en

    https://web.archive.org/web/20241127151438/https://www.alainet.org/es/articulo/145576?language=en

    Gobernaremos sobre las cenizas, o seremos cenizas

    El 4 de setiembre de 2024 se desató una tormenta tropical sobre Jacksonville. La conversación con Jill Stein en el auditorio de la universidad estaba fijada para las 5:30 de la tarde, que a esa hora se había vuelto noche cerrada debido a la tormenta. Para restarnos público (es mi especulación), el Comité del Partido Demócrata de Florida había decidido organizar un discurso de los candidatos de Kamala Harris al senado en el mismo campus, en la Facultad de Negocios de Jacksonville University, una hora antes, cuando casi no queda espacio para estacionar.

    Al final de la conversación, alguien desde la platea protestó porque yo había sido “demasiado amable” con Stein. A la salida lo reconocí como un votante demócrata, una persona amable hasta donde yo lo había conocido.

    ―No soy periodista ―le dije―; aquí la idea era profundizar en las ideas de Stein.

    La verdad es que me desagrada el juego de hacerse la estrella, tipo Jorge Ramos de Univisión, acosando al entrevistado. Tal vez por eso siempre consideré al español Jesús Quintero un maestro del género, de aquellas entrevistas llenas de silencios casi psicoanalíticos.

    Del auditorio fuimos a compartir una cena frugal en un salón del museo de un edificio cercano, reservado por mis colegas para agradecerle a Jill, al excongresista y coordinador del Partido Verde Jason Call y a su equipo el esfuerzo de llegar hasta allí.

    La cena, austera, había sido dejada allí por el catering de la universidad. Sin meseros y sin público, mis colegas y yo pudimos compartir una interesante conversación que no detallaré por haber sido hecha en un espacio privado. Sí creo que puedo conectar una sola idea con las elecciones y con la tragedia global en la que nos vamos hundiendo cada día más.

    Le comenté a Jill, sentada a mi lado, que hacía unos años estuve en la Deutsche Welle de Berlín y la periodista principal con la que cené después de la actividad me mencionó que era esposa de líder del Partido Verde de Alemania, Cem Özdemir, por entonces congresista y actualmente ministro de Agricultura de Alemania. Özdemir aceptó mi invitación para dar una conferencia en JU a finales del 2019, pero la policía alemana descubrió un plan de la rama estadounidense del grupo neonazi más violento del siglo, Atomwaffen Division (AWD), para atentar contra su vida y el viaje se frustró.

    Hasta ahí nuestra coincidencia. Pero Jill nos comentó una importante diferencia que el Partido Verde de Estados Unidos tenía con el de Alemania: Ucrania.

    Hasta aquí llega mi indiscreción. Puedo agregar que la evaluación del problema y la posición de Jill Stein en ese tema coincide completamente con la mía. Ahí sí puedo elaborar más, para entender qué dijo Stein aquella noche.

    Cuando el presidente Biden retiró las tropas estadounidenses de Afganistán, dejó en su desbande millones de dólares en tanques de guerra y otros arsenales militares. Luego de veinte años de ocupación, luego de casi diez años de haber (supuestamente) encontrado y ejecutado a Osama bin Laden, de repente el ejército estadounidense salía tan apresurado como de Vietnam. Luego de veinte años, los estadounidenses perdieron 14 billones de dólares (siete veces Brasil) sólo en Afganistán, no por fundar escuelas y hospitales sino por un proyecto de dominación militar que sólo benefició al tráfico de drogas y a las compañías privadas, tal como lo demostró el Wall Street Journal.

    Luego de 20 años Washington dejó en el gobierno de Afganistán a los hijos pródigos de la CIA, los Talibán, luego de haber eliminado a otro de sus hijos pródigos, Osama bin Laden. Negocio redondo: crear más problemas para invertir más en nuevas soluciones bélicas.

    Como dijimos antes, parte de los históricos fracasos de Estados Unidos en las guerras que no sean meros bombardeos aéreos se debe no sólo a su ineficiencia, sino a que perder guerras es un gran negocio para las corporaciones privadas que domina la política y la narrativa en el país. Por entonces, en un artículo advertimos que sólo había que esperar una nueva guerra, que ese misterioso desbande sólo se explicaba por la urgencia de un nuevo plan en marcha.

    Entonces vino la invasión de Rusia a Ucrania. Antes, muchos coincidimos en que se había hecho todo lo posible para que eso ocurriese, logrando que Zelensky (la marioneta de Washington, de profesión payaso) confirmase el proceso de membresía de Ucrania a la OTAN. La OTAN, el sueño de Hitler (dos de sus directores fueron asistentes de Hitler), una vez más se salía con su objetivo de aumentar las tensiones para extender la hegemonía del Macho Alfa, el occidente anglosajón, algo que comenzó apenas terminada la Segunda Guerra y pudo ser resuelto con la propuesta de Stalin de 1952, conocida como “Stalin notes”.

    En marzo de 2022, Le Monde de París publicó una página describiéndonos a Paco Ignacio Taibo II y a mí como “intelectuales de izquierda pro Putin”, a pesar de que antes y después de ese informe no perdí oportunidad de dejar claro que no aprobaba la invasión pero me parecía una hipocresía criminal querer escribir la historia a partir de ese día, sin considerar el largo acoso, las matanzas de la población rusa del Donbas y el golpe de Estado contra el presidente democráticamente electo Viktor Yanukovych promovido por Occidente.

    No soy “pro-alguien” sino “pro-causas”, como la causa de la No-Injerencia de un país en las políticas de otro, como si se tratase de un problema entre cowboys e indios, donde los agresores siempre se describen como las víctimas de la rección. Los viejos y permanentes intervencionismos, madre de todos los problemas en los países del Sur Global… Básicamente ésta fue la coincidencia, aquella anoche del 4 de setiembre.

    El primero de noviembre, un comunicado de los Verdes de Europa instó a Jill Stein a bajarse de las elecciones y apoyar a Kamala Harris para evitar un gobierno fascista de Trump. “Jill Stein y el Partido Verde de Estados Unidos no están afiliado a los Verdes del Mundo… Todos quienes están a favor de los ‘principios verde’ deben votar a Kamala Harris” declaró el congresista finlandés Oras Tynkkynen. Les preocupa el caos que crearon en Ucrania, no el genocidio que crearon en Palestina.

    Los demócratas han insistido en culpar a Jill Stein de una posible derrota, pero no han hecho nada para evitar un suicidio electoral, ignorando de forma expresa los reclamos de millones de demócratas que están furiosos con el genocidio en Palestina. Cada vez que Kamala Harris fue interpelada en alguno de sus mítines políticos, ha silenciado estas protestas diciendo “Estoy hablando yo”, para luego continuar como si se tratase de un libreto aprendido de memoria: “cierto, es un tema importante, pero ahora no estoy para hablar de eso sino de otros temas importantes, como el costo de los alimentos en el supermercado”.

    Más insensible hipocresía, más arrogancia no es posible. Para rematarla, su esposo anunció feliz que a la entrada de la Casa Blanca colocarían una mezuzah, lo cual no tiene nada de malo en una casa privada si no fuera por el momento y el lugar. Luego Bill Clinton intentó calmar las protestas sobre Gaza diciendo que Israel tiene derechos especiales porque el Rey David había estado allí hace 3.000 años.

    Entonces, amables demócratas, dejen de llorar por el fascismo nacional que se viene si son ustedes los primeros responsables del fascismo global.

    Jorge Majfud, 2 de noviemrbe de 2024.

    Ruling Over Ashes or Becoming Ashes

    On September 4, 2024, a tropical storm descended upon Jacksonville. The conversation with Jill Stein at the Jacksonville University auditorium was scheduled for 5:30 PM, a time when darkness had already fallen due to the storm. To deter attendance, the Democratic Party Committee arranged for Kamala Harris, then a Senate candidate, to deliver a speech on the same campus at Jacksonville University’s Business School, just an hour earlier, leaving attendees with few parking options.

    At the conclusion of the talk, an audience member accused me of being “too polite” with Stein. Recognizing him as a known Democratic activist, and by all accounts, a congenial person, I replied, “I’m not a journalist; the purpose here was to delve into Stein’s ideas.”

    I’ve always disliked the aggressive interviewing style, like that of Univisión’s Jorge Ramos, preferring instead the nuanced, almost psychoanalytic silences epitomized by Spain’s Jesús Quintero.

    After the lecture, we shared a modest meal in a nearby museum hall, reserved by my colleagues to express gratitude to Jill, former congressman and Green Party coordinator Jason Call, and their team for their efforts to join us. The university’s catering provided the meal, and without servers or additional guests, we engaged in an enriching discussion, details of which I’ll keep private out of respect for the space. However, I can connect one thought to the elections and the global tragedy that envelops us more each day.

    Seated beside Jill, I recounted a visit to Deutsche Welle in Berlin, where I dined with a leading journalist who mentioned she was married to Cem Özdemir, then-Green Party leader in Germany and current Minister of Agriculture. Özdemir had accepted my invitation to speak in Florida in late 2019, but German police uncovered a plot by the US branch of the violent neo-Nazi group Atomwaffen Division to assassinate him, thwarting his visit.

    This marked our alignment with Europe’s Greens, though Jill pointed out a key difference between the Green Parties of the U.S. and Germany: Ukraine. Her stance mirrored mine completely. To convey what Stein suggested that evening, I’ll articulate my viewpoint instead of recounting her words.

    When President Biden withdrew U.S. troops from Afghanistan, he left behind millions in military hardware. After two decades of occupation and nearly a decade since supposedly eliminating Osama bin Laden, the U.S. military’s hasty exit was reminiscent of Vietnam. The American investment in Afghanistan amounted to $14 trillion—seven times Brazil’s GDP—not in schools and hospitals, but in military dominance that fueled the drug trade and private companies, as evidenced by the Wall Street Journal.

    After 20 years, the U.S. reinstated the Taliban, erstwhile CIA allies, after eliminating another former ally, bin Laden. An ideal business scheme: creating more problems to invest in new military solutions.

    America’s military failures stem not only from inefficiency but also from the lucrative nature of war losses for private corporations ruling U.S. politics and media narratives. In a previous article, we noted the looming advent of another war, driven by the urgency of a new plan.

    Then Russia invaded Ukraine. Many of us believed NATO did everything to provoke this by prompting Zelensky, viewed as Washington’s puppet, to confirm Ukraine’s NATO membership process. NATO, Hitler’s dream realized (two directors were his aides), succeeded again in escalating tensions to extend Western dominance—post-WWII Anglo-Saxon hegemony, avoidable had Stalin’s 1952 “Stalin notes” been considered.

    In March 2022, France’s Le Monde labeled Paco Ignacio Taibo II and me as “leftist intellectuals pro-Putin,” although I consistently opposed the invasion and condemned the hypocritical narrative pushing history from that day forward, ignoring the prolonged harassment, massacres in Donbas, and the Western-backed coup against democratically elected Viktor Yanukovych.

    I’m not “pro-someone” but “pro-causes,” such as non-interference in sovereign affairs. These interventions perpetuate global South issues—the shared sentiments that September 4th night.

    On November 1, Europe’s Greens requested Jill Stein to withdraw from the election and support Kamala Harris to avert Trump’s fascist return. Their concern over Ukraine ignores the genocide in Palestine.

    Democrats blame Jill Stein for potential losses but refuse to avert electoral suicide by dismissing millions of Democrats outraged over Palestinian genocide. At every rally, Kamala Harris dismisses protests with, “I’m speaking,” proceeding to recite familiar scripts about unrelated “important issues” like grocery costs.

    No greater hypocrisy and arrogance exist. Her husband announces placing a mezuzah at the White House entrance, tolerable privately but ill-timed. Bill Clinton tries appeasing Gaza protests by citing Israel’s “special rights” due to King David’s presence millennia ago.

    So, dear Democrats, cease lamenting impending national fascism if you’re the architects of global fascism.

    Jorge Majfud, November 1st, 2024.