Informe especial del Senado y audiencia pública expusieron operaciones de cambio de régimen de la CIA

Publicaciones de archivo: Documentos de la Casa Blanca sobre los esfuerzos de la administración Ford para bloquear las revelaciones de operaciones encubiertas de la CIA en Chile

Washington, D.C., 4 de diciembre de 2025 – Hace cincuenta años, el senador Frank Church convocó la primera audiencia pública del Congreso jamás celebrada sobre operaciones encubiertas de la CIA para derrocar a un gobierno extranjero, centrándose en el caso de Chile. Su Comité Selecto del Senado tomó esta “medida inusual”, explicó Church, “porque el comité cree que el pueblo estadounidense debe saber y poder juzgar lo que llevó a cabo su gobierno en Chile. La naturaleza y el alcance del papel de Estados Unidos en el derrocamiento de un gobierno chileno elegido democráticamente”, señaló el demócrata de Idaho, “son asuntos de profunda y continua preocupación pública. Este historial debe aclararse”. Simultáneamente, el Comité Selecto del Senado de Church para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales con Respecto a las Actividades de Inteligencia publicó su innovador y aún vigente informe, “Acción Encubierta en Chile, 1963-1973”. Basado en el acceso a registros operativos ultrasecretos de la CIA, este estudio de caso sin precedentes de 62 páginas reveló que “la participación encubierta de Estados Unidos en Chile durante la década de 1963 a 1973 fue extensa y continua”, con la intención de impedir que el líder socialista Salvador Allende fuera elegido presidente y, tras su elección, desestabilizar su capacidad de gobierno. Al considerar futuras directrices para operaciones encubiertas, el informe concluyó que “dados los costos de la acción encubierta, solo debería recurrirse a ella para contrarrestar amenazas graves a la seguridad nacional de Estados Unidos. No está nada claro que ese fuera el caso en Chile”. La publicación del informe durante la audiencia sin precedentes de dos días sobre operaciones encubiertas en Chile “marcó un hito histórico en los esfuerzos del Congreso para exigir a la CIA que rinda cuentas ante los principios y valores del pueblo estadounidense”, según el analista del Archivo, Peter Kornbluh.

En el 50.º aniversario de la audiencia y la publicación del informe, el Archivo de Seguridad Nacional publica una selección de documentos previamente desclasificados que documentan los esfuerzos de la administración Ford para obstruir la investigación del Comité Church e impedir una audiencia pública sobre el papel de la CIA en el derrocamiento del gobierno de Allende. Las iniciativas del Congreso de hace 50 años generaron un amplio debate sobre la pertinencia de los intentos clandestinos de cambio de régimen, y las recomendaciones del comité de restringir estrictamente dichas actividades siguen vigentes hoy en día, dado que el presidente Trump ha autorizado a la CIA a realizar operaciones encubiertas en Venezuela con el objetivo de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.

Documentos

Washington D. C., 4 de diciembre de 2025 – Hace cincuenta años, el senador Frank Church convocó la primera audiencia pública del Congreso sobre las operaciones encubiertas de la CIA para derrocar a un gobierno extranjero, centrándose en el caso de Chile. Su Comité Selecto del Senado tomó esta «medida inusual», explicó Church, «porque el comité cree que el pueblo estadounidense debe conocer y poder juzgar lo que llevó a cabo su gobierno en Chile. La naturaleza y el alcance del papel de Estados Unidos en el derrocamiento de un gobierno chileno elegido democráticamente», señaló el demócrata de Idaho, «son asuntos de profunda y continua preocupación pública. Este historial debe aclararse».

Simultáneamente, el Comité Selecto del Senado de Church para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales con Respecto a las Actividades de Inteligencia publicó su innovador y aún relevante informe, «Acción Encubierta en Chile, 1963-1973″. Basado en el acceso a registros operativos ultrasecretos de la CIA, el estudio de caso sin precedentes de 62 páginas reveló que «la intervención encubierta de Estados Unidos en Chile durante la década de 1963 a 1973 fue extensa y continua», con la intención de impedir que el líder socialista Salvador Allende fuera elegido presidente y, tras su elección, desestabilizar su capacidad de gobierno. Al considerar futuras directrices para operaciones encubiertas, el informe concluyó que «dados los costos de la acción encubierta, solo debería recurrirse a ella para contrarrestar amenazas graves a la seguridad nacional de Estados Unidos. No está nada claro que ese fuera el caso en Chile».

En el 50.º aniversario de la audiencia y la publicación del informe, el Archivo de Seguridad Nacional publica una selección de documentos previamente desclasificados que registran los esfuerzos de la administración Ford para obstruir la investigación del Comité Church e impedir una audiencia pública sobre el papel de la CIA en el derrocamiento del gobierno de Allende. Las gestiones del Congreso hace 50 años propiciaron un debate a fondo sobre la pertinencia de los intentos clandestinos de cambio de régimen, y las recomendaciones del Comité de restringir estrictamente dichas actividades siguen vigentes hoy en día, dado que el presidente Trump ha autorizado a la CIA a realizar operaciones encubiertas en Venezuela con el objetivo de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.

Obstáculos al Comité
Los documentos publicados hoy reflejan la estrategia de la administración Ford de obstruir al comité del Senado, así como a un comité especial de la Cámara de Representantes liderado por el congresista Otis Pike (demócrata por Nueva York). Cuando los investigadores del Congreso solicitaron cables del Departamento de Estado que datan de entre 1964 y 1970, Kissinger ordenó a sus asesores que dijeran «No», según una transcripción secreta de una reunión de personal del 14 de julio de 1975. «Transfiéranlo a la Casa Blanca y que la Casa Blanca lo rechace, y yo me encargaré de que la Casa Blanca lo rechace», ordenó. Durante meses, la Casa Blanca, la CIA y el Departamento de Estado retrasaron su respuesta a múltiples solicitudes del Comité Church, alegando falta de personal. En realidad, como admitió posteriormente el director de la CIA, William Colby, «la Casa Blanca nos dijo que no cooperáramos. Simplemente no querían entregar documentos».

Finalmente, la CIA llegó a un acuerdo con el Comité Church para permitir a los investigadores revisar documentos ultrasecretos de la CIA, a cambio de acceso anticipado a los informes del Comité. Sin embargo, la Casa Blanca siguió acogiéndose al «privilegio ejecutivo» sobre memorandos y resúmenes de reuniones cruciales del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) y de la Casa Blanca. Se ocultaron documentos reveladores relacionados con una reunión crucial del NSC el 6 de noviembre de 1970, tres días después de la investidura de Salvador Allende, incluyendo las notas manuscritas de la reunión del director de la CIA, Richard Helms, quien registró la declaración del presidente Nixon durante la reunión del NSC («Si hay una manera de derrocar a Allende, deberíamos hacerlo») y la explicación detallada de Henry Kissinger al presidente Nixon sobre por qué Estados Unidos necesitaba socavar al presidente chileno. Kissinger también ocultó al Comité la existencia de sus «telcons»: transcripciones de sus numerosas conversaciones telefónicas con Helms, Nixon y otros funcionarios estadounidenses, que habrían revelado su papel como principal artífice de los esfuerzos estadounidenses para impedir que Allende asumiera el cargo y gobernara con éxito. La CIA ocultó al Comité registros clave que habrían revelado pagos de 35.000 dólares para silenciar a los asesinos del general René Schneider, comandante constitucional de las Fuerzas Armadas chilenas, para ayudarlos a huir del país tras el asesinato y asegurar el encubrimiento del papel de la CIA en el impactante crimen político.

Para Inderfurth, la evidencia descubierta en la innovadora investigación del Comité Church sigue siendo relevante para las operaciones encubiertas de la CIA que el presidente Trump ha autorizado en Venezuela. «Antes de proceder», recomienda, «el presidente y sus asesores deberían revisar el informe del Comité Church sobre ‘Acciones Encubiertas en Chile’. Las cosas no salieron bien, sobre todo para los chilenos que vivieron bajo la brutal dictadura del general Pinochet durante casi dos décadas. Pero también para la reputación de Estados Unidos como ‘modelo de democracia'».

The Documents

911 d 1

Document 1

White House, Memorandum for the President, “Background on Covert Operations in Chile,” Eyes Only, October 31, 1975

Oct 31, 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

As the Senate Select Committee led by Senator Frank Church moves to release its initial reports on CIA covert operations, the Ford White House gears up to oppose the Committee’s efforts. As President Ford considers his options, his counselor, Jack Marsh, advises him on various opinions of top U.S. officials, including Attorney General Edward Levi who “is of the view that you should weigh carefully a decision of this type where your position can be attacked by partisans as cover-up.” Marsh provides Ford with initial details about how the administration would attempt to impede the Church Committee plans for a public hearing on covert operations in Chile, including by preventing former CIA officials from testifying on classified operations in an open hearing. Marsh recommends “that you not agree to the participation of Administration witnesses in an open hearing.”

911 d 2

Document 2

White House, memorandum for the President, Senate Select Committee Plans for Open Hearing on Covert Activities in Chile, Secret, November 1, 1975

Nov 1, 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

In this “issue for decision” memo, drawn almost word-for-word from a memo from CIA Director William Colby for President Ford, his White House legal counsel Jack Marsh advises him on the pros and cons of opposing the first open hearing on CIA covert regime change efforts. “1. It would establish a precedent that would be seized on by the Congress in the future to hold additional open hearings on covert action. 2. It would have a shattering effect on the willingness of foreign political parties and individuals to cooperate with the U.S. in the future on such operations.” Marsh notes that Chilean political leaders assisted by the CIA over the years might be identified, such as former President Eduardo Frei, “whose election in 1964 we contributed to and whose tacit participation in coup plotting in 1970 may be divulged.” If, however, the White House and CIA cooperated with the Church Committee on the hearings, the White House could seek to protect its sources and assets in Chile and “avoid further charges of ‘cover-up’.” Ford checks the option to “oppose open hearings.”

911 d 3

Document 3

White House, [draft] Memorandum for the President, Senate Select Committee Publication of Chile Covert Action Report, ca. November 1975, 8 pp. (Pages misnumbered in original)

Nov 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

This draft memo to President Ford elaborates on the dangers to CIA operations in Chile and elsewhere in the world if the Church Committee publishes its report on “Covert Action in Chile.” The staff study “is a detailed revelation with specifics,” Ford is advised. “It exposes intelligence sources and methods… It identifies political parties, government entities, media, private organizations and individuals with whom the United States collaborated in a clandestine, confidential relationship. It cites the amounts of money authorized, the recipients, the purposes and the results.” The memo concludes that to “allow the Committee to carry out its intentions to publish and to hold public hearings on covert actions in Chile is unthinkable.”

911 d 4

Document 4

NSC, Comments on Senate Select Committee Report on Chile, Secret, November 5, 1975 (includes cover memo to CIA Special Counsel Mitchell Rogovin)

Nov 5, 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

NSC officials respond to an advance draft of the Church Committee report on Chile. “We have reviewed the Church Committee Staff Report on Covert Action in Chile 1963-1973 and concur most strongly in the CIA position that this material should not be published and should not be discussed in public session,” the memo, drafted by NSC aide Rob Roy Ratliff, advises. Public debate over the wisdom of covert operations in Chile and elsewhere, the NSC argues, would provide adversaries with ammunition “to destroy for all practical purposes any U.S. capability to conduct covert operations…” The memo concludes that “if we are going to fight against release of classified information which would damage our foreign policy and national security interests, this is the time.”

911 d 5

Document 5

CIA, [draft] Memorandum for the President, “Public Disclosure of Covert Action by the Senate Select Committee, November 7, 1975

Nov 7, 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

The CIA’s special counsel, Mitchell Rogovin, drafts a memo for the White House outlining a possible compromise with the Church Committee which CIA Director William Colby has worked out during “an informal dinner hosted by the DCI” on November 5 with Senators Frank Church and Charles Mathias (R-MD). Among other points, the Committee would agree to work with the CIA to delete names of CIA agents, foreign officials and organizations, and agree that, besides Chile, “no other covert action would be made the subject of a public hearing or public report.” The proposed compromise, Rogovin asserts, “limits the exposure of covert action to one country,” Chile. Indeed, four other Church Committee case histories—on Congo, Indonesia, Laos and [add country]—remain secret, a half century after they were written.

911 d 6

Document 6

U.S. Senate, Letter from Frank Church to CIA Director William Colby, November 14, 1975

Nov 14, 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

In this letter, Senator Church advises the CIA director that the Select Committee will hold a two-day hearing on covert operations in Chile on December 4 and 5, 1975. Colby is invited to testify and presents his argument for why the hearing is important: “The Committee is of the view that it is necessary to set the records straight and educate the public on vital questions concerning the use of covert action in a democratic society,” Church writes. “In all frankness, I must say that it is my view that it would be a disservice to the public and perhaps to the Central Intelligence Agency itself if you should forgo this opportunity to speak to these issues.” But Colby declines to participate in hearing.

911 d 7

Document 7

CIA, Note from CIA Directors office to White House Counselor to the President, November 18, 1975

Nov 18, 1975

Source

Gerald Ford Presidential Library

In this short note to White House counselor Jack Marsh, the CIA writes, “We believe that no CIA participation in open hearings on covert action should be our position.”

Self-made virgos

“¿Por qué cada vez que veo a Curtis, siempre está rodeado de incels?” le preguntó Amanda Milius al periodista James Pogue en la Convención Naional de Conservadores de Orlando, una noche de 2021.

Amanda es la hija de John Milius, el director de Apocalypse Now, y asistente del presidente Donald Trump mientras estuvo en la Casa Blanca. Curtis es Curtis Yarvin, también llamado “El profeta” por los multimillonarios zares de las tecnologías de Silicon Valley, como sus amigos Peter Thiel, Alex Karp, Elon Musk o el candidato J.D. Vance quienes, en cada entrevista, no pueden articular tres ideas seguidas sin perderse.

Nieto de comunistas, el mogul de la extrema derecha estadounidense es el fundador del influyente movimiento ideológico contra los principios del Iluminismo, como la igualdad y la democracia en cualquiera de sus formas, conocido en otros círculos como la Ilustración Oscura.

También se siente cómodo definiéndose como neorreaccionario, más allá de Ronald Reagan, recuperando obsesiones del siglo XIX, como la que sostiene que los blancos tienen coeficientes intelectuales más altos que los negros. Algo que gente como el Premio Nobel James Watson vienen repitiendo desde hace cincuenta años, sin mencionar que las diferencias de test de coeficientes se ha reducido de forma significativa por la mera influencia de una mejor alimentación de los negros.

Aparte de esta controversia, se pierde la perspectiva al asumir que los idiotas de la razas superiores tienen “derechos especiales” sobre el resto de la Humanidad, algo que (a propósito de las conclusiones de Charles Murray y Richard Herrnstein en The Bell Curve, 1994) ya analizamos en el libro Crítica de la pasión pura, en 1997: “Ahora, supongamos que un día se demuestra que hay razas menos inteligente (y que se defina lo que quiere decir eso de inteligencia, sin recaer en una explicación zoológica). En ese caso, las creaturas deberán estar mejor preparadas para la verdad. Esto quiere decir que debemos esperar que las razas se traten entre sí como si no estuviesen unas por encima de otras sino en la misma superficie redonda de Gea. Es decir, que no se traten como ahora se tratan, suponiendo una inteligencia racial uniforme”. Por algún misterio, ningún miembro de la raza superior está a favor de someterse a los asiáticos, cuyos tests de CI arrojan promedios superiores al europeo.

Curtis ha rechazado la afirmación de que está a favor de la esclavitud de grilletes, aunque afirma que, como el Arthur Schopenhauer más íntimo, algunas razas son más aptas que otras para la esclavitud. Todas estas nuevas ideas tienen algo en común con los viejos supremacismos y la vieja arrogancia de considerarse elegidos de Dios por el útero de donde se cayeron.

Yarvin también fue uno de los primeros en poner de moda la metáfora de la Píldora azul y la Píldora roja tomada de The Matrix. La primera, es la que toman los conformistas y quienes repiten lo recibido de los medios. La segunda, la roja, la que toman los que deciden pensar diferente y se atreven a la realidad, lo políticamente incorrecto (la Nueva Derecha). Esta simplificación ignora un peligro mayor y más frecuente: la píldora dorada.

Pese a la simplicidad de la “nueva filosofía”, Yarvin no es un tonto con pocas lecturas. Sus seguidores sí, ya que su filosofía no les demanda demasiado esfuerzo intelectual. Muchos de ellos, incluidos Yarvin, se han vuelto admiradores de Xi Jinping y Nayib Bukele y culpan a las democracias de todos los problemas, pero nunca mencionan el marco general que hizo de las democracias un ritual vacío: el capitalismo.

¿Parece un poco ecléctico? Para un incel es simple, efectivo y atractivo. De ahí viene la palabra, cuya traducción más precisa en castellano es virgo, ya instalada en la discusión pública en países del Sur. En octubre de 2024, una periodista de la televisión argentina invió a un influencer. El joven dijo, con convicción, que “hay que ir con todo contra el comunismo”. Cuando le preguntaron qué era el comunismo, echó mano a su teclado; “Querés que te lo busque en Wikipedia? Pará…”

Los incels, los virgos son una metáfora sexual coincidente con la realidad intelectual de los influencers políticos. Son neofascistas puritanos contra la liberación sexual de los 60s y habitantes de los sitios pornos de internet. La misma palabra incels surgió en 1997 de “in-voluntary cel-ibates” y desde entonces ha representado al grupo de jóvenes (blancos, según las estadísticas) que tienen dificultades para relacionarse con mujeres y las culpan, a ellas y al feminismo, por esta frustración. Todo lo cual coincide con la psico-ideo-patología de la Nueva Derecha en Occidente que proclama el derecho especial de los hombres sobre las mujeres y la necesidad de que los lideres sean “machos alfa”, metáfora zoológica derivada de las manadas de lobos.

A su vez, son productos coloniales de las cofradías de Silicón Valley y Wall Street que ahora se creen quienes ofrecen la Píldora roja para curar de ignorancia al resto del mundo mientras repiten clichés imperialistas del siglo XIX. Esta ideología de baja sofisticación y alto nivel de propaganda (es decir, la asociación de dos cosas sin relación lógica entre ellas) logra sustituir una idea por su opuesta como si fuesen la misma cosa. La nueva cultura de los influencers digitales, peces en una pecera administrada por un puñado de poderosas corporaciones como Palantir, cuyos principales clientes son la CIA, la NSA y el Pentágono, no sólo tienen un poder de atención más breve que un pez dorado (ocho segundos, según varios estudios) sino que se creen libres y autores de sus propias ideas, como un eslavo del siglo XIX se creía libre al defender a muerte el sistema esclavista contra otros peligrosos negros.

Todos estos millonarios despotrican contra los gobiernos mientras reciben millonarios contratos de los gobiernos para espiar e inocular a propios y ajenos. Se presentan como “genios de las tecnologías” cuando nunca inventaron nada, aparte de secuestrar toda la creatividad ajena. Se presentan como ejemplos del “self-made man” que asciende desde la pobreza hasta el Olimpo de la riqueza por méritos propios, mientras los vagos trabajadores los odian por su éxito.

Esta idea del “Hombre que se hace a sí mismo”, nacida en los tiempos de Benjamin Franklin y catapultada por Frederick Douglas, es un mito tan poderoso que impide ver lo más obvio: “hacerse a sí mismo” es un mérito del individuo, no del sistema.

El sistema (capitalista y postcapitalista) reduce la definición de éxito a la acumulación de capitales y a este puñado de exitosos les confiere casi todo el poder político, social y hasta cultural. Éstos elegidos, se venden a sí mismos como los genios creadores de todo lo bueno de nuestro mundo, invisibilizando la catástrofe ambiental y la polución de guerras infinitas. Basta con abrir cualquier gran medio, como el New York Times, el WSJ, Time, y sus repetidoras de las colonias para fácilmente encontrarse con la alabanza y promoción de algún entrepreneur pequeño contando cómo dejó de plantar tomates en El Salvador para cotizar por un día en Wall Street o a mogules más reconocidos como Bill Gates, Elon Musk o cualquier otro psicópata del club exclusivo recomendando libros, obras de teatro, teorías científicas, dando consejos sexuales, políticos y espirituales a pesar que están allí no por ser hombres sabios sino por su única habilidad de acumular dinero como Rico McPato.

El mérito del sistema que decide entre el bien y el mal, entre el éxito y el fracaso radica en su habilidad de vender. Vender excepciones como la regla, vender sueños como realidades. Producir virgos y hacerles creer que son influencers y no influenceeds. Que son especiales, originales, creativos, rebeldes porque se tragaron la pastilla ―la roja.

https://www.pagina12.com.ar/774460-self-made-virgos

Jorge Majfud, Octubre 9, 2024.

Lenguaje: el pasado es un país extranjero

Hace pocos días iba caminando por Jacksonville Beach y leí el nombre de un edificio de apartamentos muy caros: Beachcomber. Recordé que ése era el origen de una de las palabras más rioplatenses que se puedan escuchar: “bichicome”, y que significa alguien pobre que anda buscando cosas (en la playa, “beach-comber”), algo similar a la palabra “chusma”, que procede del árabe, como un cuarto de las palabras españolas, como “cheque”, “algebra”, “algoritmo”, y tantas otras referidas a las ciencias. 

Mirando la fotografía de la góndola de un supermercado en Uruguay, volví a comprobar que “el pasado es un país extranjero”. Los frascos de Nescafé estaban anunciados con un cartelito de letras impresas que decía “Precio Bajo”, expresión que, como tantas otras, proviene del inglés “low price“, omnipresentes en los supermercados de Estados Unidos. Hace solo quince años, allá en el lejano sur de las Américas, se decía “oferta”. Seguramente, dentro de un tiempo quizás, cuando uno se dé una vuelta por su país de origen y hable de oferta te salgan con eso de “la influencia del inglés”. (¿De dónde saldrá la antigua expresión rioplatense “cuánto sale”? ¿Habría sido una adopción del inglés “sale”, cuando algo está en oferta, en liquidación, a “precio bajo”?)

Entiendo que el lenguaje de los que emigran a otros países madura (como, en cualquier caso, porque los individuos maduramos) y se adapta, como en el caso específico de quienes viven una realidad particular, cultural y lingüísticamente diferente. Eso no es un defecto, sino una evolución, parte de la rica diversidad de la experiencia humana en este planeta. Si yo no fuese sensible al spanglish, no podría entender ni hablar, ni siquiera de forma mínima, funcional, de la realidad de cincuenta millones de hispanos que viven en Estados Unidos. De mi experiencia en una cultura en la que el inglés es dominante y en la que cada día se escuchan variaciones dialectales del español que jamás se escucharían en ningún país latinoamericano, donde un provinciano de un país cree que el provinciano de otro país habla de forma incorrecta o, por lo menos, exótica. Ninguna de esas variaciones impide la comunicación si el individuo se libera de su propia arrogancia provinciana.

Hace un tiempo, un año quizás, escuché al expresidente Julio María Sanguinetti, un hombre de ochenta años, decir que los jóvenes ya no “compran esa idea”. Era la primera vez que lo escuchaba en español. Les comenté esta rareza a unos amigos periodistas de allá y me dijeron que no les parecía raro. Lo tenían naturalizado. Por no entrar a hablar de expresiones populares en los programas televisivos de Buenos Aires, donde los jurados “daban retorno” a los concursantes, típica expresión inglesa de “feedback”. Un par de décadas atrás “retorno” en la televisión se aplicaba a una conexión de audio, no a la crítica constructiva. No es casualidad, porque desde Gran Hermano hasta los programas de competencia de cocineros (un medio como la televisión, que carece de olores y sabores, siempre está obsesionado con los programas de cocina, como las películas eróticas sin sexo, los programas deportivos sin deporte, o los programas de políticos sin ideas). O programas de cocineros famosos humillando restaurantes sucios. Todo eso, sea bueno o malo, primero se inventa aquí, primero lo vemos aquí y luego se copia allá. Nada nuevo.

Sin embrago, cuando dejé Uruguay ningún supermercado usaba esa expresión de “Precio bajo” como etiqueta en lugar de “oferta”. Me hubiese resultado tan extraña como cuando escuché aquí en Estados Unidos, por primera vez, expresiones como “I don’t buy it”, para decir “no me lo creo” o “no me lo trago”. Por entonces, aprendí a aceptar y usar estas expresiones que me parecieron propias de una cultura materialista, con miles de idioms (dichos) y expresiones referidas al dinero, a la compra o venta de algo: “no es mi negocio” (por “no me importa”), “paga atención” (por “presta atención”), “me siento como un millón de dólares” (por “me siento feliz”), “te pagaré una visita” (por “te haré una visita”), el mozo en un restaurante, muy amablemente: “¿todavía están trabajando?” (por “¿no terminaron (el placer de) la comida?”) y así un largo etcétera.

Por otro lado, los países naturalmente van cambiando su lenguaje, sus expresiones y hasta sus pronunciaciones. Basta con escuchar un audio o un video de una sesión parlamentaria de medio siglo atrás. En el caso del castellano de países alejados de los centros anglosajones de poder y de irradiación cultural, los cambios son más evidentes para quienes dejaron ese país que para aquellos que conviven cada día con la lenta metamorfosis del lenguaje. Quien dejó su país y convive por un largo período con otra cultura y otro lenguaje, puede alterar sus expresiones, pero también mantiene un material lingüístico mucho menos alterado. En muchos aspectos, y a pesar de que también consumimos información de esos mismos lugares (diarios, radio, televisión, conversaciones por Skype con familiares), nuestro lenguaje materno permanece mucho mejor conservado en un tiempo pasado. Como las mismas memorias de los lugares permanecen inalterados, lejos de los inevitables cambios de esos lugares y de los inevitables cambios de nosotros mismos. Como la misma memoria de las cosas y de las gente está sensibilizada en el que se fue, por una nostalgia mucho más profunda y recurrente.

No es casualidad que, en español, el voseo del Rio de la Plata y de regiones colombianas menos accesibles por el antiguo monopolio español, sea más antiguo que el tuteo de España. O que en Estados Unidos se usen expresiones y palabras del inglés que se dejaron de usar en Inglaterra tiempo atrás, como, por ejemplo, fall en lugar de autumn.

Hace unos años, en una discusión en un comité de mi universidad, escuché que una profesora argumentaba en favor de un nombre para una nueva ley del programa de matemáticas porque era “more sexy”. Pocos años después, todo el mundo hablaba de títulos sexys y propuestas sexys, que no tenían nada que ver con ninguna sensualidad física. Quiero decir, muchachos, que si en la periferia geopolítica del mundo la gente comienza a hablar de ideas sexys que no se refieren a nada relacionado con el deseo sexual, ya saben de dónde proviene todo ese “puro castellano”.

 

JM, agosto 2018

 

Carta abierta a Donald Trump

English, French

Señor Trump:

Cuando usted lanzó su candidatura presidencial por el partido republicano a mediados del año pasado, con la intuición propia un empresario exitoso, ya sabía qué producto vender. Usted ha tenido el enorme mérito de convertir la política (que después de la generación fundadora nunca abundó en intelectuales) en una perfecta campaña de marketing comercial donde su eslogan principal tampoco ha sido muy sofisticado: Los mexicanos que llegan son violadores, criminales, invasores.

Nada nuevo, nada más lejos de la realidad. En las cárceles de este país usted encontrará que los inmigrantes, legales o ilegales, están subrepresentados con un cuarto de los convictos que les corresponderían en proporción a la población estadounidense. Por si no lo entiende: las estadísticas dicen que “los espaldas mojadas” tienen cuatro o cinco veces menos posibilidades de cometer un delito que sus encantadores hijos, señor Trump. Allí donde la inmigración es dominante el prejuicio y el racismo se incrementa y la criminalidad se desploma.

Verá usted, don Donald, que por siglos, mucho antes que sus abuelos llegaran de Alemania y tuviesen un gran éxito en el negocio de los hoteles y los prostíbulos en Nueva York, mucho antes que su madre llegara de Escocia, los mexicanos tenían aquí sus familias y ya habían dado nombre a todos los estados del Oeste, ríos, valles, montañas y ciudades. La arquitectura californiana y el cowboy texano, símbolo del “auténtico americano” no son otra cosa que el resultado de la hibridez, como todo, de la nueva cultura anglosajona con la largamente establecida cultura mexicana. ¿Se imagina usted a uno de los padres fundadores encontrándose un cowboy en el camino?

Cuando su madre llegó a este país en los años 30, medio millón de mexicoamericanos fueron expulsados, la mayoría de ellos eran ciudadanos estadounidenses pero habían tenido la mala suerte de que la frustración nacional por la Gran Depresión, que ellos no inventaron, los encontrase con caras de extranjeros.

Esa gente había tenido cara de extranjeros y de violadores (usted no fue el primero que lo supo) desde que Estados Unidos tomó posesión (digámoslo así, para no ofender a nadie) de la mitad del territorio mexicano a mediados del siglo XIX. Y como esa gente, que ya estaba ahí, no dejaba de hablar un idioma bárbaro como el español y se negaba a cambiar de color de piel, fueron perseguidos, expulsados o simplemente asesinados, acusados de ser bandidos, violadores y extranjeros invasores. El verdadero Zorro era moreno y no luchaba contra el despotismo mexicano (como lo puso Johnston McCulley para poder vender la historia a Hollywood) sino contra los anglosajones invasores que tomaron sus tierras. Moreno y rebelde como Jesús, aunque en las sagradas pinturas usted vea al Nazareno siempre rubio, de ojos celestes y más bien sumiso. El poder hegemónico de la época que lo crucificó tenía obvias razones políticas para hacerlo. Y lo siguió crucificando cuando tres siglos más tarde los cristianos dejaron de ser inmigrantes ilegales, perseguidos que se escondían en las catacumbas, y se convirtieron en perseguidores oficiales del poder de turno.

Afortunadamente, los inmigrantes europeos, como sus padres y su actual esposa, no venían con caras de extranjeros. Claro que si su madre hubiese llegado cuarenta años antes tal vez hubiese sido confundida con irlandeses. Esos sí tenían cara de invasores. Además de católicos, tenían el pelo como el suyo, cobrizo o anaranjado, algo que disgustaba a los blancos asimilados, es decir, blancos que alguna vez habían sido discriminados por su acento polaco, ruso o italiano. Pero afortunadamente los inmigrantes aprenden rápido.

Claro que eso es lo que usted y otros exigen: los inmigrantes deben asimilarse a “esta cultura”. ¿Cuál cultura? En un una sociedad verdaderamente abierta y democrática, nadie debería olvidar quién es para ser aceptado, por lo cual, entiendo, la virtud debería ser la integración, no la asimilación. Asimilación es violencia. En muchas sociedades es un requisito, todas sociedades donde el fascismo sobrevive de una forma u otra.

Señor Trump, la creatividad de los hombres y mujeres de negocios de este país es admirable, aunque se exagera su importancia y se olvidan sus aspectos negativos:

No fueron hombres de negocios quienes en América Latina promovieron la democracia sino lo contrario. Varias exitosas empresas estadounidenses promovieron sangrientos golpes de Estado y apoyaron una larga lista de dictaduras.

Fueron hombres de negocios quienes, como Henry Ford, hicieron interesantes aportes a la industria, pero se olvida que, como muchos otros hombres de negocio, Ford fue un antisemita que colaboró con Hitler. Mientras se negaba refugio a los judíos perseguidos en Alemania, como hoy se los niegan a los musulmanes casi por las mismas razones, ALCOA y Texaco colaboraban con los regímenes fascistas de la época.

No fueron hombres de negocios los que desarrollaron las nuevas tecnologías y las ciencias sino inventores amateurs o profesores asalariados, desde la fundación de este país hasta la invención de Internet, pasando por Einstein y la llegada del hombre a la Luna. Por no hablar de la base de las ciencias, fundadas por esos horribles y primitivos árabes siglos atrás, desde los números que usamos hasta el álgebra, los algoritmos, y muchas otros ciencias y filosofías que hoy forman parte de Occidente, pasando por los europeos desde el siglo XVII, ninguno de ellos hombres de negocios, claro.

No fueron hombres de negocios los que lograron, por su acción de resistencia y lucha popular, casi todo el progreso en derechos civiles que conoce hoy este país, cuando en su época eran demonizados como peligrosos revoltosos y antiamericanos.

Señor Trump, yo sé que usted no lo sabe, por eso se lo digo: un país no es una empresa. Como empresario usted puede emplear o despedir a cuantos trabajadores quiera, por la simple razón de que hubo un Estado antes que dio educación a esas personas y habrá un Estado después que se haga cargo de ellos cuando sean despedidos, con ayudas sociales o con la policía, en el peor de los casos. Un empresario no tiene por qué resolver ninguna de esas externalidades, sólo se ocupa de su propio éxito que luego confunde con los méritos de toda una nación y los vende de esa forma, porque eso es lo que mejor sabe hacer un empresario: vender. Sea lo que sea.

Usted siempre se ufana de ser inmensamente rico. Lo admiro por su coraje. Pero si consideramos lo que usted ha hecho a parir de lo que recibió de sus padres y abuelos, aparte de dinero, se podría decir que casi cualquier hombre de negocios, cualquier trabajador de este país que ha comenzado con casi nada, y en muchos casos con enromes deudas producto de su educación, es mucho más exitoso que usted.

El turco Hamdi Ulukaya era in inmigrante pobre cuando hace pocos años fundó la compañía de yogures Chobani, valuada hoy en dos billones de dólares. Algo más probable en un gran país como este, sin dudas. Pero este creativo hombre de negocios tuvo la decencia de reconocer que él no lo hizo todo, que hubiese sido imposible sin un país abierto y sin sus trabajadores. No hace muchos días atrás donó el diez por ciento de las acciones de su empresa a sus empleados.

En México hay ejemplos similares al suyo. Pero mejores. El más conocido es el hijo de libaneses Carlos Slim que, tomando ventaja de las crisis económicas de su momento, como cualquier hombre con dinero, hoy tiene once veces su fortuna, señor Trump.

Señor Trump, la democracia tiene sus talones de Aquiles. No son los críticos, como normalmente se considera en toda sociedad fascista; son los demagogos, los que se hinchan el pecho de nacionalismo para abusar del poder de sus propias naciones.

La llamada primera democracia, Atenas, se enorgullecía de recibir a extranjeros; ésta no fue su debilidad, ni política ni moral. Atenas tenía esclavos, como la tuvo su país por un par de siglos y de alguna forma la sigue teniendo con los trabajadores indocumentados. Atenas tenía sus demagogos: Ánito, por ejemplo, un exitoso hombre de negocios que convenció muy democráticamente al resto de su sociedad para que condenaran a muerte a la mente pensante de su época, Sócrates, por cuestionar demasiado, por creer demasiado poco en los dioses de Atenas, por corromper a la juventud con cuestionamientos.

Por supuesto que casi nadie recuerda hoy a Ánito y lo mismo pasará con usted, al menos que redoble su apuesta y se convierta en alguna de las figuras que en Europa pasaron a la historia en el siglo XX por su exacerbado nacionalismo y su odio a aquellos que parecían extranjeros sin siquiera serlo. Seguidores siempre va a encontrar, porque eso también es parte del juego democrático y, por el momento, no tenemos un sistema mejor.

Jorge Majfud, mayo 2016

http://www.huffingtonpost.es/jorge-majfud/carta-abierta-a-donald-tr_b_10218246.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-302445-2016-06-23.html

 

 

 

 

 

La lengua de Dios

La lengua de Dios

Un incidente menor nos fastidió el viaje, una tarde en una gasolinera rural de Alabama, a un costado de la 59, casi llegando a Mississippi. Un tipo, más alto que cualquiera de nosotros, se había molestado porque nos escuchó hablando español ente las góndolas de helados y periódicos. Al parecer, el detonante fue cuando Thomas continuó hablando español con el cajero que, increíblemente, no era sikh ni hindú sino un muchacho que luego resultó ser de Honduras. El hombre no pudo esperar en la cola y dijo que debíamos hablar inglés, que esto era América, no México. En su camisa a cuadros vi problemas.

Aunque me había prometido mil veces desinteresarme del mundo, porque el mundo al fin y al cabo no valía la pena de tantas penas, por un viejo instinto criminal terminé respondiendo que en América e, incluso, en Estados Unidos se hablaba español desde mucho antes que inglés, y que nunca se había dejado de hablar español. Que hasta el signo de dólares, esa con una rayita, era la abreviación de Pesos, de PS, es decir, $, y que si a veces tenía dos rayitas se debían a las columnas de Hércules de la bandera española. Que si la gente que ignoraba que el español no era un idioma extranjero en Estados Unidos, que si alguien de por allí no sabía que la cultura hispana era una cultura más de este país, no sólo era un ignorante de la historia de su propio país sino que además era un ignorante.

Tal vez debí pensar que ante cualquier eventualidad mis amigos tendrían la obligación moral de defenderme. De otra forma no se entendía ese uso tan despojado de palabras que podrían costarle un diente a cualquiera. “Al menos que tu osadía se debiera a alguna condición propia de esas que padecen los argentinos, que van del exceso de confianza a cierta tendencia al suicidio, estilo Che Guevara”, me dijo luego Douglas.

El hombre de la camisa a cuadros no esperó a que terminase con mi conmovedora defensa del idioma y de la cultura hispana y me agarró por donde mejor podía.

What? Usted, pequeño malhablado —dijo—, ¿pretende enseñarle historia americana a un americano?

—Por ahí si…

—¿Sabe usted en qué idioma está escrita la constitución de este país?

—Sí, claro que lo sé. Un grupito de intelectuales, de esos que ya no se ven entre los políticos, revolucionarios y progresistas radicales…

Wait, wait, wait —me interrumpió—. En aquella época no había progres ni liberales como ahora, gracias a toda esa basura que traen ustedes del otro lado.

—Sí que eran liberales, progresistas y revolucionarios radicales como nunca los hubo después, ni siquiera en Francia. Por algo los libros Thomas Jefferson, el fundador de la democracia americana, estuvieron prohibidos por años después de su muerte. Unos pobres analfabetos lo habían acusado de ateo. En esa época no había homosexuales.

Detrás del hombre de camisas a cuadros, Carlos festejó la respuesta con un gesto obsceno. El tipo se movió nervioso, como si estuviese a punto de cambiar sus argumentos con un puñetazo de esos que solo se ven en las películas viejas.

—A ver, señor sabiondo —dijo el hombre, esbozando una sonrisa—. No cambie de tema. Por casualidad, ¿sabe usted en qué idioma está escrita la constitución de América?

—En inglés —dije.

— YeahpIn English. ¿Vio? Por algo la constitución de este país fue escrita en inglés. Entonces, si la misma constitución está escrita en inglés, todos los habitantes de este país deben hablar inglés para que entiendan lo que dice y entiendan las leyes de este país. Period.

—Señor, ¿es usted creyente? —pregunté, advirtiendo que el hombre de la camisa a cuadros llevaba una cruz tatuada debajo de la oreja derecha.

—Por supuesto —dijo el hombre, con una evidente excitación—. Soy cristiano, como todos aquí.

Next customer —dijo el hondureño.

—Bueno, al menos no es masón, como algunos de los padres fundadores. Es decir, que usted va a la iglesia los domingos y todo eso.

—A la casa de Dios —aclaró el aludido.

—Entonces ha leído la Biblia alguna vez.

—¿Bromea?

—Es decir, usted es un acérrimo defensor del uso del hebreo, el arameo y el griego en las iglesias. Obviamente usted lee la Biblia en alguno de esos idiomas, ya que fueron esos idiomas los elegidos por Dios para hablar y escribir hasta que un día, por alguna razón, decidió callarse.

Next customer in line, please —insistió el hondureño.

El hombre de la camisa a cuadros me hizo a un lado y puso las cervezas sobre el mostrador. Las pagó y, entes de irse, me señaló con un dedo:

—Aprende inglés. Tienes un acento horrible. Y tu amigo peor.

—Acento de Boston —dije.

—Lo hablan mal todos ustedes, yall —insistió el hombre, mientras abría la puerta de salida con las nalgas y nos miraba con cara de muy pocos amigos.

—Pero lo escribimos muy bien, eh —insistí, aunque el mensaje nunca llegó a destino.

Carlos se había fastidiado con este incidente y había dicho que no iba a comprar café ni nada en aquel lugar.

—Estos yanquis son unos hijos de puta —dijo Carlos.

—Hijo mío —dijo una vieja con acento sureño que había estado escuchando la conversación mientras se servía café—. No me incluya en ese grupo. No le dé el gusto a esa pobre gente.

 

Jorge Majfud

Periodico Irreverentes (ESpaña)

La Republica (Uruguay)

Tacuarembo2030 (Uruguay)