Un comando rescata a otro Freedom Fighter de Caracas

En Miami, la iglesia católica organizó vigilias y oraciones por la liberación del cubano Orlando Bosch. El gobierno venezolano le ofreció dos veces a la embajada de Estados Unidos su extradición, pero Washington rechazó la oferta. Bosch admitió ante los investigadores venezolanos que él había participado en el atentado contra el avión de Cubana 455, pero el gobierno trasladó su juicio a un tribunal militar y Bosch fue declarado inocente, excepto de falsificar documentos de identidad.

Bosch estuvo recluido en una celda sin ventanas en el antiguo edificio del cuartel de San Carlos. El monstruo, como era conocido por los otros reclusos, presumía de ocupar la misma celda que alguna vez ocupó el dictador Marcos Pérez Jiménez.[i] Allí se dedicó a pintar paisajes de Cuba, una afición artística que compartía con Posada Carriles. Las pinturas eran vendidas en Miami con cierto éxito, convirtiéndose en una fuente extra de ingresos.

El 30 de octubre, un miembro del Coru viajó a Madrid, donde detonó dos bombas para enviar un mensaje claro: el encarcelamiento de Orlando Bosch no significaba que el Coru se iba a quedar con los brazos cruzados. No, señor. El 6 de noviembre de 1976 explotó una bomba en las oficinas de Cubana de aviación y al día siguiente explotó otra en una librería con literatura de izquierda.

El tribunal militar absolvió a Posada Carriles, dictaminando que la mayoría de las pruebas en su contra estaban viciadas de nulidad porque habían sido reunidas fuera de Venezuela. Un año después del atentado contra Cubana, una corte civil de Venezuela dictaminó que la corte militar no tenía jurisdicción en el asunto.

Durante el proceso, en 1977, con la ayuda de la Disip, Posada Carriles sobornó a los guardias de la prisión de San Carlos y escapó junto con Freddie Lugo. Luego atravesaron media Caracas hasta la embajada de Chile.

Unos años después, Posada Carriles se fugó de la cárcel de San Juan de los Morros de Caracas, gracias a múltiples ayudas desde Miami. Alcanzó a aterrizar en Santiago de Chile, buscando la protección por su aporte en el asesinato de Letelier (participación que se acreditó tantas veces como las negó), pero el régimen de Pinochet estaba demasiado complicado con el FBI, por lo que decidió devolverlo a Venezuela. En Santiago, el dictador y el nuevo gobierno de Jimmy Carter mantenían una guerra fría de signo inverso que terminaría con la derrota del presidente estadounidense. El congreso más progresista de la historia de Estados Unidos y un presidente con ciertos atisbos de idealismo moral, habían puesto contra las cuerdas al gobierno chileno, acusado de participar en el atentado terrorista contra Letelier y a su asistente Ronni Moffitt.

Lugo y Posada Carriles fueron devueltos a las autoridades venezolanas, para sorpresa e indignación de los exiliados de Miami. Se trataba de un acto de traición imperdonable, sobre todo porque no había sido cometido por ellos mismos. Posada Carriles no le guardó rencor al dictador chileno.

―Pinochet fue el mejor, el más grande dictador que tuvo América latina ―le confesó Posada Carriles a la periodista cubana Ann Louise Bardach.[ii]

Debió esperar unos años más en prisión hasta que, finalmente pudo escapar de la cárcel vestido de sacerdote y con la ayuda de Jorge Mas Canosa, millonario empresario cubano y agente de la CIA, participante de la invasión fallida de Playa Girón, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana de Miami y fundador de TV Martí, ambas financiadas en parte por la NED y el gobierno de Estados Unidos. Posada Carriles era un viejo conocido de Mas Canosa. Los archivos de la CIA registran que en julio de 1965 Mas Canosa le había pagado 5.000 dólares para hacer explotar un barco en Veracruz, México, y cualquier otro país latinoamericano. Aunque un cubano de apellido Carballo se ofreció para hacer el trabajo por solo 3.000 dólares, no era el dinero lo que importaba sino el éxito de la operación, y Mas Canosa confió el atentado a otro camarada de la CIA, Luis Posada Carriles. El 28 de julio de 1965, compró 125 libras de Pentolite por solo 375 dólares. El 25 de junio, mientras tramitaba una visa para México con papeles falsos de Puerto Rico, Posada Carriles le había informado a Mas Canosa en Texas que ya tenía 100 libras de C4. Como era costumbre, la mayoría de estos planes de voladura de barcos, aviones, embajadas, hoteles y asesinato de presidentes, fracasó. Pero la notable ineficiencia de los freedom fighters, a pesar de los ilimitados recursos, no desalentó a los combatientes.

Una vez más, Jorge Mas Canosa lo rescató, facilitándole un avión privado para viajar a Costa Rica. El periplo se extendió a las dictaduras amigas de El Salvador y Honduras. Canosa y la CIA corrieron a cargo de los gastos, que más bien eran inversiones. En El Salvador, el ministerio del interior le otorgó documentación falsa a nombre de Franco Rodríguez Mena. Otro activo de la CIA que lo ayudó fue el cubano Otto Reich, encargado de supervisar a los empleados de la CIA y del Pentágono y de la propaganda contra el gobierno de Nicaragua, la que era plantada en los medios de prensa como si fuesen información objetiva, testimonios de las víctimas de aquel gobierno o escritos de los mismos combatientes de los Contras. Disponiendo de decenas de millones de dólares canalizados por la Agencia, el objetivo era, sobre todo, convencer a la población estadounidense del peligro del gobierno sandinista, ya que las encuestas indicaban que la gran mayoría de los estadounidenses se oponía a intervenir una vez más en Nicaragua.

―El Salvador está más cerca de Texas que Texas de Massachusetts ―dijo Ronald Reagan en una cadena de televisión, buscando la aprobación de los ciudadanos a las dictaduras amigas y el dinero del Congreso para los Contras, poco antes de que se destapase el escándalo de la venta ilegal de armas a Irán para complementar el dinero del narcotráfico en la lucha contra el socialismo en América Latina.

Gran parte de esta propaganda vendida como periodismo estaba a cargo de la Office of Public Diplomacy for Latin America and the Caribbean, fundada por el cubano Otto Reich, hasta que debió cerrarla en 1989 por malversación de fondos del Pentágono y por denuncias de noticias falsas. Reich, luego de ser embajador en Venezuela y lobista profesional, reaparecerá en la campaña de desestabilización en Venezuela y en el consiguiente golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002.

―Si no fuera por mis amigos, como Jorge Mas Canossa, yo todavía estaría preso ―le confesó Luis Posada Carriles a la periodista Ann Louis Bardach.[iii]

Según el marine estadounidense Eugene Hasenfus, en América Central, Posada Carriles se dedicó a planear otras formas de terror, desde explosiones de aviones comerciales hasta bombas en hoteles y lugares turísticos del Caribe o de cualquier país que pudiese tener alguna relación con Cuba o con Nicaragua. Sólo del empresario Mas Canosa recibió 200.000 dólares como adelanto de sus sabotajes.

―Los cubanos fuimos traicionados por los venezolanos también ―dijo Bosch en una entrevista, un año después―. Cuando los periodistas me preguntaron si yo tenía una identificación de la Disip, contundentemente dije que no… Pero un día voy a empezar a hablar.

Bosch hablará en muchas oportunidades. Él se movía libremente por Venezuela con una identificación de la Disip. El último atentado contra el vuelo de Cubana 455 sorprendió a muchos colaboradores del gobierno de Andrés Pérez, pero Bosch afirmó que tenía una reunión pendiente con él, agendada para el 10 de octubre. El incidente del avión cubano trastocó todo y la reunión se canceló.

―El presidente Andrés Pérez es un traidor a la democracia ―le dijo Bosch a Fleetwood, desde la cárcel de Carcas―, un traidor a los cubanos y también un traidor a la causa estadounidense. Algunos amigos me han dicho que los venezolanos me trajeron sólo para traicionarme. No lo sé. Puede ser… Voy a declararle la guerra al gobierno venezolano en nombre de la causa cubana. Y si quieren enviarme a juicio, tendrán que llamar a los jefes de la Disip, porque voy a hablar… ¿Has visto cómo las oficinas de la aerolínea venezolana ayer volaron por el aire en Puerto Rico? Mis cubanitos lo hicieron, aunque ninguno se va a atribuir el atentado.

Bosch tampoco lo hizo.

En 1982, en la inmunidad de Miami, poco antes de ser ajusticiado en un lujoso bar, El Mono Morales Navarrete confesará frente a las cámaras de televisión:

―Yo lo hice ―dijo, acomodándose en su asiento como forma de acentuar sus palabras. Yo junto con otros. Bosch no.[iv]

Bosch, decía Posada Carriles y todos quienes lo conocían, tenía una fijación con atribuirse todos los grandes atentados. Cuando negaba algo era porque la ley estaba detrás de él, pero, como Posada Carriles, lo hacía con la suficiente ambigüedad como para no matar el mito, como un guiño de guerra a sus camaradas y, sobre todo, a sus donantes, que él llamaba “los amigos de la causa cubana”.

Jorge Majfud. Capítulo del libro 1976. El exilio del terror


[i] Servicio de Información de Defensa (SID). Archivos del Terror de Uruguay. Archivo SID (Berrutti). Rollo 1100. p. 270.

[ii] Bardach, Ann Louise. Cuba Confidential: Love and Vengeance in Miami and Havana. United Kingdom, Knopf Doubleday Publishing Group, 2007, p. 190.

[iii] Idem, 190.

[iv] Rafael, Antonio. “Ricardo ‘El Mono’ Morales Navarrete” (1981) YouTube, 15 de octubre de 2016, http://www.youtube.com/watch?v=NiSBUn8csTw.

Jorge Majfud. Capítulo del libro «1976. El exilio del terror«

1976: El exilio del terror

En un nuevo aniversario del asesinato de Orlando Letelier y Ronni Moffitt en Washington, publicamos este libro que detalla y explica el origen del terrorismo paramilitar cubano en Estados Unidos y sus derivaciones políticas.

1976 podría definirse como una “novela de no ficción” que documenta y reconstruye los eventos centrales de ese año con epicentro en lo que el FBI llamó “La capital del terrorismo”, Miami. Organizada por meses, 1976 inicia con los antecedentes que explican ese año: la mafia cubana de los años 50 para luego centrarse en el eje Miami-Caracas-Santiago, el que hizo posible el atentado con autobomba que terminó con la vida del ministro de Salvador Allende, Orlando Letelier y Ronni Moffitt en Washington, a pocas cuadras de la Casa Blanca, y el atentado que derribó el avión de Cubana de Aviación 455 en Barbados, matando a 73 personas, la mayoría de ellos jóvenes atletas.

1976 detalla las historias olvidadas por el imaginario estadounidense sobre el rol de la CIA en el acoso de la Revolución cubana y de los disidentes latinoamericanos, desde la fallida invasión de Bahía Cochinos hasta los sucesivos bloqueos, sabotajes, vuelos incendiarios y el esparcimiento de agentes biológicos sobre la isla. También expone el modus operandi de los grupos paramilitares de Florida y Nueva Jersey que sembraron centenares de bombas en Estados Unidos, desde Miami hasta Nueva York, el ajusticiamiento de exiliados cubanos acusados de moderación, la censura a sus críticos, y el rol que cumplieron los gobiernos de Carlos Andrés Pérez en Venezuela y Augusto Pinochet en Chile protegiendo y empleando a los mismos terroristas cubanos requeridos por la justicia estadounidense, como Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Ricardo Morales, el estadounidense Michael Townley entre otros, hoy considerados héroes de la libertad en Miami.

Jorge Majfud, 21 de setiembre de 2024

1976: The Exile of Terror


On the new anniversary of the assassination of Orlando Letelier and Ronni Moffitt in Washington, we publish this book that details and explains the origin of Cuban paramilitary terrorism in the United States and its political ramifications.

1976 could be defined as a “non-fiction novel” that documents and reconstructs the central events of that year with its epicenter in what the FBI called “The capital of terrorism,” Miami. Organized by months, 1976 begins with the background that explains that year: the Cuban mafia of the 1950s and then focuses on the Miami-Caracas-Santiago axis, which made possible the car bomb attack that ended the lives of Salvador Allende’s minister, Orlando Letelier and Ronni Moffitt in Washington, a few blocks from the White House, and the attack that brought down Cubana de Aviación plane 455 in Barbados, killing 73 people, most of them young athletes.

1976 details the stories forgotten by the American imagination about the role of the CIA in the harassment of the Cuban Revolution and Latin American dissidents, from the failed invasion of the Bay of Pigs to the successive blockades, sabotage, incendiary flights, and the spreading of biological agents over the island. It also exposes the modus operandi of the paramilitary groups in Florida and New Jersey that planted hundreds of bombs in the United States, from Miami to New York, the execution of Cuban exiles accused of moderation, the censorship of their critics, and the role played by the governments of Carlos Andrés Pérez in Venezuela and Augusto Pinochet in Chile in protecting and employing the same Cuban terrorists wanted by the American justice system, such as Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Ricardo Morales, the American Michael Townley among others, today considered heroes of freedom in Miami.

Jorge Majfud, September 21, 2024

Honduras e as classes sociais

Street in Tegucigalpa city centre, Honduras

Image via Wikipedia

Honduras y las clases sociales (Spanish)

Honduras e as classes sociais


por Jorge Majfud [*]

De Caracas, Lima, Tegucigalpa criticam-me dizendo que falar de classes sociais para analisar o golpe em Honduras é um cliché fora de moda.

Sim, é um cliché fora de moda. E uma realidade actual, também. A pós-modernidade empreendeu uma longa campanha cultural e ideológica no último terço do século XX para revogar conceitos binários e dicotómicos como opressor/oprimido, rico/pobre, branco/negro, homem/mulher, etc. Ao eliminar o primeiro par desaparecia de forma automática qualquer ideia de imperialismo, de colonialismo e de machismo. Assim, toda realidade era uma ilha que pouco tinha a ver com o resto, diferente do que afirmavam os antiquados estruturalistas. O pobre não tinha nada a ver nem a reclamar do rico nem vice-versa; uma colónia não era o resultado da existência do colonizador nem a «mulher feminina» era o resultado do homem masculino. O mesmo quanto aos países, as culturas, as histórias. Ilhas, átomos, universos independentes, sociedades autistas. Livres como um pássaro (que está condenado a voar e a emigrar). Também neste sentido, o pós-modernismo foi anti-humanista.

Mas as classes sociais ainda existem. Existiram desde há alguns milénios e a sua lógica funcionou com muita clareza até nas sociedades de gorilas e chimpanzés. Para os conservadores, esta observação seria um argumento a favor das classes sociais. «Assim é desde que o mundo é mundo», é o lema reaccionário. Para os humanistas progressistas é um argumento contra, já que muito de nós defendem a teoria da Evolução. Como problematizámos em muitos outros ensaios, o progressivo incremento das liberdades individuais desde o fim da Idade Média não foi em detrimento da igualdade e sim a seu favor. E vice-versa.

Na América Latina a classe dominante costumava ser um pequeno grupo de brancos, educados, actores principais na política, no governo e nos negócios. A maioria da população estava resignada a seguir os passos da sua classe social. Se algum mudava de classe, esta excepção era publicitada mas não abolia a regra.

Com sorte, o sistema de classes sociais é muito menos rígido que o de castas na Índia. Hoje em dia é menos forte e nisso consiste o desenvolvimento. Mas existe, sobretudo em países como Honduras onde quase todos os meios importantes de informação e de formação de opinião pertencem a umas poucas famílias, a reduzidos e quase impenetráveis círculos de influência. E esses meios praticaram desde sempre uma campanha a favor de um anacrónico sistema de classes sociais. Seu mais recente papel foi no golpe de Estado. Não porque Zelaya fosse um exemplo de político democrático e sim porque pôs em risco o controle político da sua própria classe. A esse monopólio chamaram, estrategicamente, liberdade de imprensa, liberdade de expressão. Com sorte, um camponês hondurenho é livre para gritar na praça da aldeia para ser ouvido por cem pessoas. Não é suficiente? Então, segundo esta ideologia hegemónica, o inculto é um maldito revoltoso que quer eliminar a liberdade de expressão, romper a ordem democrática e sequestrar as crianças para doutriná-las.

Até bem dentro do século XX os índios na América Latina recebiam terríveis sovas por desobedecerem aos seus patrões. Mas agradeciam. O sistema de «índios pongo» obrigava-os moralmente a trabalhar gratuitamente. Os índios levavam os rebanhos de uma estância à outra sem a tentação de roubar de vez em quando uma ovelha. Razão pela qual em países como a Bolívia e o Peru o desenvolvimento ferroviário foi raquítico, em comparação com outros países da região. Como prémio, o discurso dominante descrevia-os como corruptos, atrasados e imorais. Porque eram pobres e seus prazeres eram tão baratos quanto a aguardente. Quando um exército patriótico e faminto passava pela sua miserável choça, violava impunemente a sua mulher e roubava as suas poucas ovelhas. Quanto menos auto-estima, melhor. Também os escravos africanos açoitavam outros escravos de escala inferior para sustentar o sistema de privilégios. Os açoitados agradeciam porque as sovas, como exorcismo moral, ajudavam-nos a não ser «maus negros» que esqueciam a sua condição natural de animais inferiores.

Quer dizer que a opressão de um grupo por outro (uma classe sobre outra, uma raça sobre outra, um género, um sexo sobre outro, um grupo financeiro sobre outro, etc.) só é possível por essa colonização moral, por essa moral do oprimido. E para isso havia que possuir a maioria dos meios de imprensa «mais prestigiosos e influentes».

A estrutura social de Honduras hoje é quase a mesma de há décadas.
Não é difícil identificar a sua classe dominante, com certa educação, a mínima necessária para ser a dos senhores neo-feudais da «república». São reconhecidos pelos seus nomes, pelos seus métodos, por sua propriedades ostentosas, por seus velhos e conhecidos discursos que – como na época de Franco na Espanha, de Pinochet no Chile, de Bush e tantos outros nos Estados Unidos – apelam ao patriotismo, à tradição, à religião e à liberdade para justificar o seu poder político, ideológico e financeiro.

Por outro lado, Honduras, um dos países mais pobres do continente, é composto por uma vasta e maioritária classe de camponeses, operários e pequenos comerciantes que nunca acedeu a uma educação secundária e menos ainda a uma universidade. Não para que sejamos todos doutores e sim para que qualquer operário seja um produtor capacitado, intelectualmente criativo e com gozo de tempo livre para construir-se como ser humano.
Se tudo isto não é opressão de classe, chame-se como se quiser. Mas esta realidade continuará a estar aí ainda que seja maquilhada e seja travestida.

Claro, todos devemos tornar-nos responsáveis pelo nosso destino. Em grande medida somo. Não merece o mesmo alguém que se senta à espera de que caia um fruto sobre a sua boca e aquele outro que trabalha todo o dia para que o milagre se produza. Mas ninguém tem uma liberdade absoluta e uns são mais livres (socialmente) que outros. Olhemos em nosso redor e perguntemo-nos se todos somos igualmente livres.

O poder existe. Existe o poder muscular, o poder económico, o poder político, etc. Quando um grupo qualquer impõe seus interesses sobre outros quando pode obter mais benefícios imediatos do que recorrendo à colaboração, a isso chamo ter o poder. Esse poder possui, além de força muscular, uma voz sedutora, quando não intimidatória, fácil de produzir ecos em todos os rincões. As mentiras do poder não são eternas, mas podem sobreviver gerações ou o necessário para confirmar que a justiça que tarda não chega.

Nossa visão humanista entende que a longo prazo a colaboração é mais benéfica para o desenvolvimento e o progresso (perdão pela má palavra) de todos. Mas os conservadores não estão interessados em esperar tanto. Eles vêem tudo como um arquipélago de ilhas rodeadas de muralhas, uma das quais é a eleita de Deus, sob a pax romana, a paz dos cemitérios ou combatendo-se umas às outras ao mesmo tempo que acusam os progressistas de alimentar o ódio de classes. Se não se falar disso, isso não existe.
É o antigo recurso de arrancar os olhos a um pássaro enjaulado para que cante mais e melhor.

Julho/2009

 

[*] Ensaista, uruguaio, professor da Lincoln University.

 

Emir Sader cai sem assumir Casa de Rui Barbosa após críticas à ministra da Cultura, Ana de Hollanda

Emir Sader apoia Dr. Rosinha

Image by Dr. Rosinha via Flickr

RIO – O Ministério da Cultura informou nesta quarta-feira que o sociólogo Emir Sader não vai mais assumir a presidência da Fundação Casa de Rui Barbosa, conforme antecipou o colunista do GLOBO Ancelmo Gois . A ministra da Cultura, Ana de Hollanda, desistiu de nomeá-lo depois queSader a chamou de autista em entrevista ao jornal «Folha de S.Paulo«. Em nota, o ministério informou que o nome do novo dirigente será anunciado em breve.

( Leia o artigo de Elio Gaspari criticando a indicação de Emir Sader para o cargo )

O sociólogo foi indicado pelo PT para a presidência da fundação, mas a nomeação não chegou a ser publicada no Diário Oficial. A fundação é vinculada ao Ministério da Cultura. Antes da escolha de Ana de Hollanda, Sader era cotado para assumir o comando do ministério.

Na entrevista, Sader criticou o comportamento supostamente passivo de Ana de Hollanda diante dos cortes no orçamento do ministério.

«Desde março não se repassou nada aos Pontos de Cultura. Teve uma manifestação em Brasília (contra os cortes). Está estourando na mão da Ana porque ela fica quieta, é meio autista», disse o sociólogo à «Folha».

Ele também teria desdenhado das críticas de Caetano Veloso às suas supostas «cantilenas» contra a mídia e em defesa de petistas acusados de envolvimento com o mensalão. Segundo Sader, Caetano «é conservador, ziguezagueia e fala qualquer coisa». O ex-ministro Gilberto Gil seria muito mais articulado e coerente que o colega compositor.

Num texto divulgado no blog que mantém na internet, Sader negou que tenha criticado a futura chefe. «As referências, antes de tudo à ministra da Cultura, mas também ao Gil e ao Caetano, apareceram de forma totalmente deturpada», disse Sader.

Segundo ele, «não houve intenção nenhuma de desqualificação, seguir polemizando nesses termos é ser vítima desse tipo de matéria, de que todos já fomos vítimas: dizer que disseram que alguém disse».

O sociólogo provocou ainda reação nos meios intelectuais ao anunciar, numa entrevista ao GLOBO, um redirecionamento dos estudos e pesquisas patrocinadas pela fundação.

[…]

[Fuente O Globo: >>]